“
Como los Médicis han sido sustituidos por sus equivalentes artísticos de trabajadores del Departamento de Vehículos a Motor, la consecuencia es un mundo del arte repleto de basura visualmente repulsiva creada en cuestión de minutos por vagos aficionados sin talento que buscan obtener un rápido cheque estafando a los aspirantes a formar parte de la clase artística en todo el mundo con absurdos cuentos urdidos sobre que su arte simboliza algo más que la total depravación del sinvergüenza que pretende erigirse en artista. Sólo llevó unas horas concebir el «arte» de Mark Rothko, pero fue vendido a incautos coleccionistas con millones de la actual moneda inestable, consolidando sin duda el arte contemporáneo como el más lucrativo timo de nuestro tiempo. Un artista moderno no necesita tener talento ni trabajar duro ni esforzarse al máximo, sólo tiene que exhibir un semblante serio y una actitud esnob cuando explique a los nuevos ricos por qué las salpicaduras de pintura sobre un lienzo son algo más que espantosas e involuntarias salpicaduras de pintura, y cómo su incapacidad para entender la inexplicable obra de arte es fácil de subsanar con un buen cheque. Lo que es asombroso no es sólo la preponderancia de basura como la de Rothko en el mundo del arte moderno, sino la visible ausencia de obras maestras que puedan compararse con las grandes obras del pasado.
Es imposible ignorar que no se construyen demasiadas Capillas Sixtinas en la actualidad; tampoco existen muchos cuadros comparables con las grandes pinturas de Leonardo, Rafael, Rembrandt, Caravaggio o Vermeer. Esto resulta aún más sorprendente cuando uno advierte que los avances tecnológicos y la industrialización harían que llevar a cabo dichas obras de arte fuera mucho más sencillo de lo que fue en la época dorada.
La Capilla Sixtina deja a los visitantes boquiabiertos, y cualquier explicación más detallada sobre su contenido, su construcción y su historia transformará el asombro en apreciación de la profundidad de pensamiento, del oficio y del trabajo duro puesto en ella. Antes de que Rothko se hiciera famoso, incluso el crítico de arte más pretencioso podría haber pasado junto a uno de sus cuadros abandonado en la acera y no prestarle ninguna atención. Sólo después de que un círculo de críticos idiotas malgastara infinitas horas pontificando para promocionar su obra, los aduladores y los nuevos ricos empezaron a aparentar captar que hay un significado más profundo en ella y a gastar el moderno dinero inestable en ella.
Con los años han aflorado varias historias sobre bromistas que han dejado objetos varios en museos de arte contemporáneo, sólo para que los amantes del arte moderno revoloteasen a su alrededor con admiración; algo que demuestra la completa vacuidad de los gustos artísticos de nuestra época. Pero tal vez no haya un tributo más apropiado al valor del arte moderno que el realizado por muchos conserjes de museos de todo el mundo, los cuales, demostrando una admirable perspicacia y dedicación a su trabajo, han arrojado en varias ocasiones costosas instalaciones de arte a la basura, el lugar que les corresponde. Algunos de los «artistas» más emblemáticos de nuestro tiempo, como Damien Hirst, Gustav Metzger, Tracey Emin y la pareja italiana formada por Sara Goldschmied y Eleonora Chiara, han recibido esta valoración crítica por parte de los ordenanzas, más entendidos que los nuevos e inseguros ricos que gastan millones de dólares en lo que aquellos tiran a la basura
”
”
Saifedean Ammous (The Bitcoin Standard: The Decentralized Alternative to Central Banking)