Sus Ojos Quotes

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Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberla perdido. Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Pablo Neruda (100 Love Sonnets)
Pero creo en el amor verdadero. ¿Tú no? Creo que no todo el mundo puede conservar sus ojos, o no ponerse enfermo, o lo que sea, pero todo el mundo debería tener amor verdadero, y debería durar como mínimo toda la vida.
John Green (The Fault in Our Stars)
El amanecer brilla en sus ojos, que se pierden
John Green (The Fault in Our Stars)
Realmente nunca comprenderás a otras personas hasta que aprendas a mirar a través de sus ojos, escuchar a través de sus oídos, y sentir con sus corazones.
Mouloud Benzadi
- El amor debe ser algo que te haga perder la razón -susurró-. Algo que te ate para siempre a unos ojos, que no te deje respirar cuando no puedas mirarte en ellos... -¿De verdad crees que existe un amor así? -preguntó, aturdida por sus palabras. -Estoy seguro.
Ángeles Ibirika (Entre sueños)
Sus ojos son como dos libros abiertos y de repente deseo devorar cada página
Colleen Hoover (Never Never (Never Never, #1))
-¿Kitten? -¿Si? Sus ojos eran hermosos cuando se encontraron con los míos, luminosos y claros,y un largo momento se extendió entre nosotros. -Te amo." Daemon Black, Opposition.
Jennifer L. Armentrout (Opposition (Lux, #5))
Más que sus ojos, su mirada. Miraba como queriendo decir algo y no diciéndolo.
Mario Benedetti
—Tenemos sólo diecisiete años, —dije en voz baja. —A la mierda los diecisiete años. —Sus ojos y su voz eran desafiantes—. Si tuviera que vivir mil años, te pertenecería en todos ellos. Si tuviéramos que vivir mil vidas, querría hacerte mía en cada una.
Michelle Hodkin (The Evolution of Mara Dyer (Mara Dyer, #2))
El 10 de abril: <> Bueno, ¿y qué era? Todavía no lo sé. Me atraían sus ojos, su voz, su cintura, su boca, sus manos, su risa, su cansancio, su timidez, su llanto, su franqueza, su pena, su confianza, su ternura, su sueño, su paso, sus suspiros. Pero ninguno de estos rasgos bastaba para atraerme compulsiva, totalmente. Cada atractivo se apoyaba en otro. Ella me atraía como un todo, como una suma insustituible de atractivos, acaso sustituibles.
Mario Benedetti (La tregua)
Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes...y los frutos tienen una forma de caerse en la mitad. Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calor del sol quema. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.
Anonymous
Victoria se inclinó sobre el bebé. -Christian. Vamos a ver a Christian. El bebé abrió mucho sus ojos azules, como si lo hubiese comprendido.
Laura Gallego García (Panteón (Memorias de Idhún, #3))
Sus ojos castaños no eran más que madera para alimentar mi fuego.
Belén Martínez Sánchez (El vals de la bruja)
Y había pocas cosas más bonitas que sus ojos cuando se reía con ganas.
Elísabet Benavent (Un cuento perfecto)
Arriba, más arriba que ninguna, en la blanca columna del puente, una inscripción resalta sobre todas las demás, imborrable. Está allí, sobre el frío mármol, azul como sus ojos, bella como siempre la ha deseado. Su corazón empieza a latir feroz. Por un instante le parece que todos pueden oírla, todos pueden leer esa frase, precisamente como está haciendo ella en ese momento. Está allí, en lo alto, inalcanzable. Allí donde sólo los enamorados llegan: <>
Federico Moccia (Tre metri sopra il cielo)
Heist bajó la mirada por un segundo antes de que sus ojos buscaran los míos. —Ya conozco todas tus debilidades, Leigh,— me dijo, una sonrisa triste curvó un lado de sus labios, —son tus debilidades, no tus fortalezas, lo que me atrae tanto de ti.
Ariana Godoy (Heist (Darks #1))
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
Julio Cortázar (Rayuela)
Un último impulso, y su cabeza y sus hombros estuvieron fuera del seto; el sol caliente le cayó sobre el cabello y, deslumbrada por el resplandor, entornó los ojos para mirar en derredor.
Mary Norton (The Borrowers 2-in-1)
Era yo quien no era lo suficientemente buena. Yo sería quien arruinaría todo, arruinándolo a él. Él me odiaría un día, y yo no podría ver la mirada en sus ojos cuando llegara a esa conclusión.
Jamie McGuire (Beautiful Disaster (Beautiful, #1))
Dimitri no dijo nada cuando fue su turno, pero como siempre, sus ojos hablaban por él.
Richelle Mead (Frostbite (Vampire Academy, #2))
APRENDIENDO Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma, y uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender... Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes...y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad. Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calor del sol quema. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores. Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende... y con cada día uno aprende. Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro, significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado. Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas. Con el tiempo te das cuenta de que si estás al lado de esa persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla. Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de amistades falsas. Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida. Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es sólo de almas grandes. Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual. Con el tiempo te das cuenta que aunque seas feliz con tus amigos, algún día llorarás por aquellos! que dejaste ir. Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible. Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios multiplicados al cuadrado. Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado incierto para hacer planes. Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que al final no sean como esperabas. Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante. Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado,añorarás terriblemente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado. Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, ante una tumba, ya no tiene ningún sentido. Pero desafortunadamente, solo con el tiempo...
Jorge Luis Borges.
— Más libros. —Sus ojos se ensancharon—. Tienes como diez libros que acabas de decir que no has leído. —Eso no significa que no voy a conseguir más libros —sonreí ante su expresión de incredulidad
Jennifer L. Armentrout (Onyx (Lux, #2))
Ya estaba todo bien claro: sus palabras suaves, sus ojos negros brillantes, su experiencia mintiendo, seduciendo a las mujeres. Me había enamorado de un demonio.
Becca Fitzpatrick (Crescendo (Hush, Hush, #2))
—Porque yo no querría morirme sola —respondí, y me tembló la voz cuando volví a mirar a Tamlin y me obligué a buscar sus ojos con los míos—. Porque me gustaría que alguien me sostuviera la mano hasta el final y un rato más después. Eso es algo que todo el mundo merece, inmortales y humanos. –Capítulo 17, pág. 177
Sarah J. Maas (A Court of Thorns and Roses (A Court of Thorns and Roses, #1))
—Los puros lo hacen, lo hacen siempre y no les pillan. —Sé que hay algunos pura-sangre que rompen las reglas, pero lo hacen porque no les importa lo que le ocurra a la otra persona, y a mí me importa lo que te pase a ti —sus ojos buscaron los míos con intensidad—. Me preocupo por ti más de lo que debería, y por eso no voy a ponerte en esa situación y poner en peligro tu futuro.
Jennifer L. Armentrout (Half-Blood (Covenant, #1))
El hombre que dicta la sentencia debe blandir la espada. Si le vas a quitar la vida a un hombre, tienes un deber para con él, y es mirarlo a los ojos y escuchar sus últimas palabras. Si no soportas eso, quizá es que ese hombre no merece morir".
George R.R. Martin (Juego de tronos (Canción de hielo y fuego, #1))
Ella es pequeña, pero fuerte, y sus fuertes ojos demandan atención. Mirarla es como despertar.
Veronica Roth (Free Four: Tobias Tells the Divergent Knife-Throwing Scene (Divergent, #1.5))
Pensé que dijiste que no estabas enojada.” Ella palmeó con las manos sobre sus ojos y apretó con fuerza. “Yo estaba enojada. Tiempo pasado.” “¿Significa que podemos tener sexo de reconciliación?” ♥
Julie Cross (Tempest (Tempest, #1))
Me limpio las mejillas y vuelvo la cabeza para mirarlo —¡No hemos hecho nada malo! ¿Cómo se le puede llamar terrible a un amor así cuando no le estamos haciendo daño a nadie? Él me mira, sus ojos brillan a la débil luz. —No sé— susurra.—¿Cómo algo tan malo puede sentirse tan bien?
Tabitha Suzuma (Forbidden)
Leer te hace ver más lejos, te hace ver a los ojos de los otros, como iguales, sean del sexo que sean, la religión que sea, la condición social que tengan. Leer abre tu mente y no permite que se llene de polvosos prejuicios, de malas intenciones, de ideas preconcebidas. Pero lo lamento, no te hace ser mejor a menos que quieras ser mejor. El asesino serial no dejará de serlo si lee Mujercitas y el cruel dictador no se volverá demócrata convencido si cae en sus manos Sandokán y los tigres de la Malasia. Pero el poder de decisión está en el lector.
Benito Taibo (Corazonadas)
Sus brillantes ojos estaban llenos de bondad y esperanza, sus labios que nunca habían encontrado los míos sonreían ante la ilusión de encontrarme...
Carla Medina (Soñando Despierta)
Y tenía noventa años cuando mencionó, por última vez, con sus ojos humedecidos, al remoto Ernestito. Lo que prueba que los años, las desdichas, las desilusiones, lejos de facilitar el olvido, como se suele creer, tristemente lo refuerzan.
Ernesto Sabato (Antes del fin)
El profesor golpea otro escritorio, y la chica con cabello rojo a mi izquierda salta y deja caer todos sus papeles. Me inclino para ayudarla a recogerlos, y estoy sorprendida al descubrir una página entera de garabatos de un tatuaje de calavera familiar. Miro hacia arriba en sorpresa, y su cara se enciende como su cabello rojo. Miro hacia Josh y luego levanto mis cejas hacia ella. Sus ojos se amplían en horror, pero sacudo mi cabeza y sonrío. No le diré. ¿Cuál es su nombre? Isla. Isla Martin. Vive en mi piso, pero es tan silenciosa que a menudo me olvido de ella. Tendrá que ser más ruidosa si le gusta Josh. Ambos son tímidos. Es una lástima, porque se verían lindos juntos. Probablemente pelearía menos que con Rashmi, también. ¿Por qué es que las personas adecuadas no terminan juntas? ¿Por qué las personas tienen miedo de abandonar una relación, incluso cuando saben que es una mala relación?
Stephanie Perkins (Anna and the French Kiss (Anna and the French Kiss, #1))
Cesaron los estertores y sacudidas del viejo alce. La luna, que ascendía por el firmamento, se reflejó en sus ojos, negros y sin vida. Sólo entonces soltó a su presa el macho dominante. Sentado en sus cuartos traseros, apuntó al cielo con su hocico empapado de sangre y aulló. Todos los miembros de su familia levantaron la cabeza y le imitaron, tanto los protagonistas de la caza como sus espectadores. La muerte había ocupado el lugar de la vida; y así, a través de la muerte, la vida veía garantizada su continuidad. En aquel todo sangriento, vivos y muertos quedaban unidos por un ciclo tan antiguo e inmutable como la luna que describía su órbita por encima de sus cabezas.
Nicholas Evans (The Loop)
en algún lugar al que nunca he viajado, gozosamente más allá de cualquier experiencia, tus ojos tienen su silencio: en tu gesto más frágil hay cosas que me abarcan, o que no puedo tocar porque están demasiado cerca tu mirada más leve me abrirá fácilmente aunque me haya cerrado como dedos, siempre me abres pétalo tras pétalo como la Primavera abre (tocando hábilmente, misteriosamente) su primera rosa o si tu deseo fuera cerrarme, yo y mi vida nos cerraremos muy bellamente, súbitamente, como cuando el corazón de esta flor imagina la nieve cayendo cuidadosa por doquier; nada que hayamos de percibir en este mundo iguala la fuerza de tu intensa fragilidad: cuya textura me domina con el color de sus campos, trayendo muerte y eternidad con cada respiro (yo no sé qué hay en ti que puede cerrar y abrir; apenas algo en mí comprende que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas) nadie, ni siquiera la lluvia, tiene manos tan pequeñas
E.E. Cummings
—Tu traje luce igual que el mío. —Kenji frunce el ceño—. Se supone que tengo que ser el único con un traje negro. ¿Por qué no puedes tener un traje rosado? ¿O uno amarillo…? —Porque no somos los malditos Power Rangers —dice Winston, poniendo sus ojos en blanco.
Tahereh Mafi (Ignite Me (Shatter Me, #3))
Así es. Entonces de todos modos, tu y tu hermano vinieron a la fiesta y tan pronto entraste por la puerta, Liam se quedo mirándote. Él literalmente no podía apartar sus ojos de ti. Tu sonreíste y le dijiste feliz cumpleaños, pero ni siquiera podía hablar contigo, así que te alejaste para ir a bailar. Se volvió hacia mi y ¿Sabes que me dijo? —pregunto, con los ojos lagrimeando. Negué con la cabeza. ¿Que diablos va decir ella? ¡Esto me esta volviendo loca! — Él dijo en un tono muy serio "Mamá ¿estoy muerto?" Y yo dije "No cariño, no estas muerto" Y el sacudió la cabeza, mirando a todos lados confundido por algo. Luego señalo hacia ti bailando y dijo: "Si no estoy muerto, ¿Porque hay un ángel en nuestra casa?" . .
Kirsty Moseley (The Boy Who Sneaks in My Bedroom Window (The Boy Who Sneaks in My Bedroom Window, #1))
A veces soy feliz, especialmente cuando amo. Dejo que la vida me pase por los ojos y me dejo existir con una pasividad que no hace resistencia al temor ni a la idea de morir. El espíritu de inquietud cede sus furores al silencio, y una especie de bruma adormece las impaciencias del alma.
Gonzalo Arango
¿Quieres que te abrace hasta que te quedes dormida? No contesté. Él giró para mirarme directamente a los ojos. —Debería decir que no para probar un punto. —dijo, sus cejas se juntaron—. Pero me odiaría a mí mismo más tarde si digo que no y nunca me preguntas otra vez.
Jamie McGuire (Beautiful Disaster (Beautiful, #1))
Habló, y mis ojos se engancharon en sus labios. —Mi nombre es Garrick. ¿Quién sabía que los nombres podían ser calientes también?
Cora Carmack (Losing It (Losing It, #1))
-—No puedo... -susurró. Y miró a Christian, y vio que él seguía observándola, y por primera vez vio con claridad que sus ojos azules, habitualmente fríos como cristales de hielo, estaban llenos de ternura. —No... -dijo. Pero, cuando Christian se inclinó para besarla, Victoria le echó los brazos al cuello y se acercó más a él, y cerró los ojos, y se dejó llevar; y, cuando los labios de él rozaron los suyos, fue como una especie de descarga que la hizo estremecerse de arriba abajo. Se abandonó a aquel beso, sintiendo que se derretía y, cuando finalizó, los dos se abrazaron, temblando, bajo la luna llena.
Laura Gallego García
Abre sus ojos de nuevo, su expresión es desolada–sincera. –¿No ibas a escapar? –pregunta. –¡No! Cierra sus ojos de nuevo y todo su cuerpo se relaja. Cuando abre sus ojos, puedo ver su dolor y angustia. –Pensé… –Se detiene–. Este soy yo, Ana. Todo yo… y soy todo tuyo. ¿Qué tengo que hacer para que te des cuenta de eso? Hacerte ver que te quiero de cualquier forma en que te pueda obtener. Que te amo. –También te amo, Christian, y verte así… –Me ahogo y mis lágrimas comienzan de nuevo–. Pensé que te había roto. –¿Roto? ¿A mí? Oh no, Ana. Justo lo contrario. –Se estira y toma mi mano–. Eres mi vida, –susurra, y besa mis nudillos antes de presionar mi palma contra la suya.
E.L. James (Fifty Shades Darker (Fifty Shades, #2))
Una vez me dijo que sentìa haber sido una decepciòn para mì. Le pregunté que de donde habìa sacado aquella idea absurda. "De sus ojos, padre, de sus ojos", dijo. Ni una sola vez se me ocuriò que tal vez yo habìa sido una decepciòn todavìa mayor para ella. A veces nos creemos que las personas son décimos de loterìa: que estàn ahì para hacer realidad nuestras ilusiones absurdas.
Carlos Ruiz Zafón (The Shadow of the Wind (The Cemetery of Forgotten Books, #1))
―Siempre he encontrado que las personas más bellas, realmente bellas por dentro y por fuera, son las que en silencio desconocen su efecto.―sus ojos buscaron los míos atentamente, y por un momento nos paramos allí, frente a frente―. ¿Por qué si eres bello debes pasártelo presumiendo? Su belleza es sólo pasajera. Es sólo una cáscara ocultando nada, excepto las sombras y el vacío.
Jennifer L. Armentrout (Obsidian (Lux, #1))
Compañera usted sabe que puede contar conmigo no hasta dos o hasta diez sino contar conmigo si alguna vez advierte que la miro a los ojos y una veta de amor reconoce en los míos no alerte sus fusiles ni piense qué delirio a pesar de la veta o tal vez porque existe usted puede contar conmigo si otras veces me encuentra huraño sin motivo no piense qué flojera igual puede contar conmigo pero hagamos un trato yo quisiera contar con usted es tan lindo saber que usted existe uno se siente vivo y cuando digo esto quiero decir contar aunque sea hasta dos aunque sea hasta cinco no ya para que acuda presurosa en mi auxilio sino para saber a ciencia cierta que usted sabe que puede contar conmigo
Mario Benedetti
No sabes en qué momento te enamoras, creo que no existe un instante exacto, simplemente pasa, te enamoras de su rostro, de su personalidad, de sus ojos, de su humor, de sus características, de sus defectos. Eso es lo último que haces cuando amas por completo a una persona, es la circunstancia en donde ya no importa nada, en donde lo más mínimo son pormenores y tratas de mejorar por ella.
Flor M. Salvador (Boulevard)
—¿Te vas a ir? —susurra mientras sus ojos se amplían con miedo. No digo nada mientras intento reunir mis pensamientos. —No puedes —ruega. —Christian… yo… —Lucho por organizar mis pensamientos. ¿Qué estoy tratando de decir? Necesito tiempo, tiempo para procesar esto. Dame tiempo. —No. ¡No! —dice. —Yo… Él mira salvajemente alrededor de la habitación. ¿En busca de inspiración? ¿Intervención divina? No lo sé. —No te puedes ir. ¡Ana, te amo! —También te amo, Christian, es solo… —No… ¡no! —dice con desesperación y pone ambas manos sobre su cabeza. —Christian… —No —susurra, sus ojos amplios por el pánico, y de repente cae sobre sus rodillas frente a mí, la cabeza inclinada, sus manos con dedos largos extendidas sobre sus muslos. Toma una profunda respiración y no se mueve. ¿Qué? —Christian, ¿qué estás haciendo? Continua con su mirada abajo, sin mirarme. —¡Christian! ¿Qué estás haciendo? —Mi voz es aguda. No se mueve—. ¡Christian, mírame! —ordeno con pánico. Su cabeza se levanta sin vacilar, y me observa impasiblemente con su fría mirada gris, está casi sereno… expectante. Mierda… Christian. El sumiso.
E.L. James (Fifty Shades Darker (Fifty Shades, #2))
Escucho mis latidos. He estado mirándolo por mucho tiempo, pero entonces, él ha estado mirándome de regreso, y siento que los dos estamos tratando de decir algo que el otro no puede oír, aunque podría estar imaginando eso. Demasiado tiempo; y ahora, incluso más, con mi corazón más estridente, sus tranquilos ojos me devoran entera.
Veronica Roth (Divergent (Divergent, #1))
Al rozar sus labios, entendí que el esfuerzo valía la pena. El dolor. Quitarme el chubasquero. Dejar pasar al miedo. Sentir. Sentir. Sentir. Vi ante mis ojos cómo las emociones se equilibraban con picos y bajadas cruzándose, porque si la tristeza no existiese, nadie se habría tomado nunca la molestia de inventar la palabra «felicidad». Y besarlo había sido eso. Una chispa de felicidad, de las que prenden y explotan como un castillo de fuegos artificiales. Había sido un cosquilleo en el estómago. El sabor de esa noche estrellada en los labios. El olor del mar impregnado en su piel. Sus dedos ásperos contra mi mejilla. Su mirada desnudándome por dentro. Él. De nuevo él. Siempre él.
Alice Kellen (Todo lo que nunca fuimos (Deja que ocurra, #1))
Es bueno que la gente vea películas de guerra. Si todo el mundo viera películas de guerra, sabría que la guerra está mal y dejaría de luchar. Lo que sí está mal es que hay demasiadas películas de paz. Por eso la gente no puede ver con sus propios ojos que la guerra está mal.
Irvine Welsh (A Decent Ride (Terry Lawson, #3))
Extraviados en sí mismos, ignoraban que una vida no basta para descubrir los infinitos sabores de la menta, las luces de una noche o la multitud de colores de que están hechos los colores. Una generación sucede a la otra, y cada una repite los actos de la anterior. Sólo un instante antes de morir descubren que era posible soñar y dibujar el mundo a su manera, para luego despertar y empezar un dibujo diferente. Y descubren también que hubo un tiempo en que pudieron poseer el viaje inmóvil de los árboles y la navegación de las estrellas, y recuerdan el lenguaje cifrado de los animales y las ciudades abiertas en el aire por los pájaros. Durante unos segundos vuelven a las horas que guardan su infancia y el olor de las hierbas, pero ya es tarde y tienen que decir adiós y descubren que en un rincón está su vida esperándoles y sus ojos se abren al paisaje sombrío de sus disputas y sus crímenes y se van asombrados del dibujo que hicieron con sus años. Y viven otras generaciones a repetir sus mismos gestos y su mismo asombro final.
Elena Garro (Los recuerdos del porvenir)
Uno de los motivos porque quiero tanto a este perro es por sus ojos. Desde que estoy enfermo la gente me mira de distintas maneras. En los ojos de algunos veo temor, en los de otros intolerancia. En los de la abuela veo lástima. En los de papá enojo y vergüenza. En los de mamá miedo y reproche. En tus ojos curiosidad y misterio, a menos que creas que mi enfermedad no tiene nada que ver con que estemos juntos en este momento. Los únicos ojos que me miran igual, en los únicos ojos que me veo como soy, no importa si estoy sano o enfermo, es en los ojos de mi perro. En los ojos de Sacha.
Antonio Santa Ana (Los ojos del perro siberiano)
En sus ojos se leía a menudo el ardiente deseo de tomar parte en alguna conversación interesante o de juntarse a otro grupo, pero se retenía al pensar que aquello podía parecer excesivo por su parte o demasiado familiar, y que con ello rebajaría su dignidad. Y por eso permanecía eternamente solo, en la misma actitud silenciosa, emitiendo de cuando en cuando un sonido monótono, con lo cual llegó a pasar por un hombre de lo más aburrido.
Nikolai Gogol (The Overcoat)
Allí acecha el Hombre del Costal, el gran Robachicos. Si vas a Romita, niño, te secuestra, te sacan los ojos, te cortan las manos y la lengua, te ponen a pedir caridad y el Hombre del Costal se queda con todo. De día es un mendigo; de noche un millonario elegantísimo gracias a la explotación de sus víctimas.
José Emilio Pacheco (Las batallas en el desierto)
—Me voy con mi fascinante, reservada e insoportable cáraid. —¿Con… Miz? —preguntó Caleb—. ¿No había otro apodo? Cahal miró a Caleb con hastío. —Cómeme el capullo, líder. —Me parece un nombre un poco curioso —lo ignoró por completo y siguió con sus pullas—. Por cierto, lo que me recuerda, Daanna. —¿Sí, Caleb? —dijo ella dando un sorbo al café. —¿Dónde están «miz» gafas? Daanna escupió el café, y Menw se partió delante de su hermano. Cahal puso los ojos en blanco. —No te lo tomes a mal, brathair —dijo Menw—, pero reconocerás que la chica no ha entrado con tan buen pie como para ganarse el título honorífico a «Miz Zimpatía». Daanna se dobló sobre sí misma ahogándose en sus propias carcajadas. —Está bien, chicos —Caleb levantó una mano y se limpió las lágrimas de la risa—. Vamos a tener un poco… un poco de… —le faltaba el aire—, de «mizericordia».
Lena Valenti (El libro de la alquimista (Saga Vanir #6))
La hermosa casa de mi abuela no está, ni va a volver, y mi abuela, con sus ojos de agua, tampoco, porque está muerta. Pero yo guardo sus cosas. Su ropa —sus faldas, sus abrigos con olor a butaca de cine—, envuelta en papel azul, en cajas de cartón, con bolsitas repletas de lavanda. ¿Para qué? No sé. O sí. Para algo horrible: para decir —¿decirle?— que yo —su nieta, su atea, su blasfema atroz— tenía razón, y que después no hay nada, pero que igual lo guardé todo. Para decir —¿decirle?—: "Aquí está lo que alguna vez fue tuyo: tus cosas, yo".
Leila Guerriero (Teoría de la gravedad)
Sus rostros eran absolutamente similares en un detalle: parecían extremadamente incompletos, como cuadros con agujeros por ojos o como un rompecabezas al que le faltase una pieza nimia. Y eso que echaba en falta, pensó Richards, era el aire de desesperación. En sus estómagos no aullaban los lobos. Sus mentes no estaban llenas de sueños viciados, de esperanzas insensatas.
Richard Bachman (The Running Man)
No había rastros de humanidad en su rostro, excepto en sus ojos, era una cabeza totalmente canina; y no había rastros de animalidad en su cuerpo excepto por el pelaje y la cola, era un cuerpo casi completamente humano. Como dije, una fusión perfecta y armónica entre ambas criaturas. La única forma en que hubiera podido explicarle a alguien cómo era con exactitud, y lo perfectamente construido que parecía, sólo lo hubiera logrado tomándole una foto. -- Johanna Miller
Melisa S. Ramonda (Rasguños en la puerta (RELP #1))
No tenían ya palabras. Las estrellas empezaban a brillar. ¿Cómo fue que sus labios se encontraron? ¿Cómo es que el pájaro canta, que la nieve se funde, que la rosa se abre? Un beso; eso fue todo. Los dos se estremecieron, y se miraron en la sombra con ojos brillantes. No sentían ni el frío de la noche, ni la frialdad de la piedra,ni la humedad de la tierra, ni la humedad de las hojas; se miraban y tenían el corazón lleno de pensamientos. Se habían cogido de las manos sin saberlo.
Victor Hugo (Les Misérables)
—No estás bien de la cabeza. Es una película, no hace falta que te identifiques con ningún personaje en concreto. Simplemente, mírala y cierra la boca —le reprochó Kelsey. Wisky apareció en el salón meneando la colita. Kelsey lo cogió entre los brazos para subirlo al sofá. —Quita a ese chucho de mi vista —exigió James. —Tiene los mismos derechos que tú. Kelsey lo posó sobre el sofá, y el inglés clavó sus ojos amenazadores en el animal. —… Además, me han contado que anoche estuviste de fiesta con él —añadió Kelsey. —Anoche pasaron muchas cosas que no recuerdo —aclaró James, contrariado.
Silvia Hervás
Sus ojos buscaron los míos. —Gracias. —¿Por qué? —Me encantó la sensación de sus brazos alrededor de mí y cómo encajé contra él, duro contra blando. Pasó sus dedos sobre mi brazo, y quedé impresionada con la forma en que podía hacerme temblar. —Por todo —dijo. Regocijo aumentó dentro de mi pecho, y mientras estábamos en los brazos del otro, nuestras respiraciones salían entrecortadas, nuestros cuerpos entrelazados, todavía no podíamos conseguir lo suficiente el uno del otro. Nos besamos. Hablamos. Vivimos.
Jennifer L. Armentrout (Opal (Lux, #3))
Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma, y uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía no significa seguridad y uno empieza a aprender. Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes... y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad. Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calorcito del sol quema. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores. Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende... y con cada día uno aprende.
Jorge Luis Borges
Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos". El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso. En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito. Ella me quiso, a veces yo también la quería. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo. Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido. Como para acercarla mi mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberla perdido. Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Pablo Neruda (Veinte poemas de amor y una canción desesperada)
Me gustaba cómo movía las manos, cómo otros lo obedecían sin detenerse a reflexionar si sus instrucciones eran correctas o no. Daba lo mismo. Él tenía el poder y uno sentía claramente hasta dónde llegaba su dominio. Iba por la sala, se metía en los demás, en mi cuerpo recargado sobre el barandal del palco, en mi cabeza apoyada sobre los brazos, en mis ojos siguiéndole las manos.
Ángeles Mastretta (Arráncame la vida)
Que significa 'amar'? Durante anios he pensado que significa conocer a la otra persona..., conocerla perfectamente, con todos sus secretos; conocer cada rincon de su cuerpo, cada reflejo; conocer a fondo su alma, cada una de sus emociones... Quizas sea eso, quizas conocer sea lo mismo que amar. Pero eso solo es una teoria. Despues de todo, que quiere decir conocer? Cuanto se puede conocer a un ser humano? Hasta donde se puede seguir a un alma desconocida? Hasta sus suenios? Y luego adonde? No se puede acompaniar a nadie a su inconsciente. Ni siquiera es necesario esperar a que ella cierre los ojos, se despida de mi y se retire a ese otro mundo, al mundo que llamamos de la noche... Porque existen dos mundos y uno esta mas alla del espacio conocido en el que vivimos, y quizas en ese otro mundo vivamos de manera mas real que en el espacio y en el tiempo...Ahora ya se con certeza que hay otro lugar que es solo nuestro, la propiedad privada de cada uno. (...) Aunque todavia sigo sin saber lo que significa amar... Acaso se puede saber? Y de que sirve saberlo? No tiene nada que ver con la razon. Seguramente el amor es algo mas que el conocimiento. Conocer a alguien no es mucho, tiene unos limites... Amar debe ser algo parecido a seguir el mismo ritmo, una casualidad tan maravillosa como si en el universo hubiese dos meteoros con la misma trayectoria, la misma orbita y la misma materia. Una casualidad tal que no se puede ni calcular ni prever. Tal vez ni exista siquiera (...) Dos personas a las que les gustan las mismas comidas y la misma musica, que caminan al mismo ritmo por la calley que se buscan al mismo ritmo en la cama: quizas sea eso el amor. Que cosa mas rara debe de ser! Como un milagro... Yo imagino que los encuentros de ese tipo deben de ser misticos. La vida real no se basa en tales probabilidades. Creo que las personas que siguen el mismo ritmo, que segregan sus hormonas al mismo tiempo, que piensan lo mismo de las cosas y lo expresan con palabras identicas... bueno, creo que eso no existe. Una de las dos sera mas lenta y la otra mas rapida, una es timida, la otra osada, una ardiente, la otra tibia. Asi es como hay que tomar la vida, los encuentros... Hay que aceptar la felicidad asi, en su estado imperfecto.
Sándor Márai (Divorce à Buda)
Leía mucho, lo que no quiere decir que leyera muchos libros. Más bien prefería releer las obras que me habían gustado. (...) Así pues, no tenía este punto en común con los demás, y leía mis libros a solas y en silencio. Los releía y cerraba los ojos y me llenaban de su aroma. Sólo aspirando la fragancia de un libro, tocando sus páginas, me sentía feliz.
Haruki Murakami
Sentí que el calor iba subiéndome por el cuello y que me ruborizaba. Clavé la vista en mis zapatos. Sabía que Adam me estaba mirando, y también que si alzaba los ojos me besaría. Y me sorprendió lo mucho que deseaba ese beso, darme cuenta de que lo había pensado tan a menudo que incluso había memorizado la forma exacta de sus labios, e imaginado que le acariciaba el hoyuelo de la mejilla con el dedo. Levanté los ojos, parpadeando. Adam estaba esperando. Así fue como todo empezó.
Gayle Forman (If I Stay (If I Stay, #1))
—Eso es todo. Ese día mi abuelo me explicó que nosotros somos distintos de los animales, que solo hacen lo que su naturaleza les dicta. En cambio, nosotros somos libres. Es el mayor don que hemos recibido. Gracias a la libertad podemos convertirnos en algo distinto de lo que somos. La libertad nos permite soñar y los sueños son la sangre de nuestra vida, aunque a veces cuestan algún azote y un largo viaje. «Jamás renuncies a tus sueños. Nunca tengas miedo de soñar, por mucho que los demás se rían de ti», eso me dijo mi abuelo, «pues si lo haces renunciarías a ser tú mismo». Aún recuerdo los ojos brillantes con que subrayó sus palabras.
Alessandro D'Avenia (Blanca como la nieve, roja como la sangre)
—Y hay más. Tan pronto no van a cortar tu planta de naranja-lima. Cuando la corten estarás lejos y no sentirás nada. Sollozando me abracé a sus rodillas. —Ya no me interesa, papá. No me interesa… Y mirando su rostro, que también se encontraba lleno de lágrimas, murmuré como un muerto: —Ya la cortaron, papá, hace más de una semana que cortaron mi planta de naranja-lima. Los años pasaron, mi querido Manuel Valadares. Hoy tengo cuarenta y ocho años y, a veces, en mi nostalgia, siento la impresión de que continúo siendo una criatura. Que en cualquier momento vas a aparecer trayéndome fotos de artistas de cine o más bolitas. Tú fuiste quien me enseñó la ternura de la vida, mi Portuga querido. Hoy soy yo el que tiene que distribuir las bolitas y las figuritas, porque la vida sin ternura no vale gran cosa. A veces soy feliz en mi ternura, a veces me engaño, lo que es más común. En aquel tiempo… En el tiempo de nuestro tiempo no sabía que muchos años antes un Príncipe Idiota, arrodillado frente a un altar, preguntaba a los iconos, con los ojos llenos de lágrimas: “¿POR QUÉ LES CUENTAN LAS COSAS A LAS CRIATURITAS?” Y la verdad es, mi querido Portuga, que a mí me contaron las cosas demasiado pronto. ¡Adiós!
José Mauro de Vasconcelos (Mi planta de naranja-lima)
—¿Por qué? —Porque el amor no te hace dudar de ti misma. No te obliga a ser alguien que no eres. No es solo sentir mariposas, sino que esos nervios den paso a la calma. Es querer lo mejor para la otra persona. Desear verla triunfando y logrando sus objetivos. Siendo libre. Es escucharla hablar durante horas sin cansarte. Preocuparte por sus intereses. Disfrutar de pasar tiempo a solas, sin hacer nada, en silencio. Es que incluso las cosas más simples adquieran sentido, como una sonrisa. O como una estrella con una inscripción. O como tumbarse a ver el cielo de noche. Es saber que estás completa por ti misma, que no necesitas a nadie y que, aun así, quieres estar a su lado. El amor es pensar en la otra persona cada vez que te ocurre algo bueno. Querer contárselo. Es ser consciente de los riesgos y, aun así, entregarse con los ojos cerrados. Y es que haya canciones que, da igual cuándo las escuche, siempre me recordarán a ti. —El corazón me late a toda velocidad. Vuelvo a clavar mis ojos en los suyos—. Liam, no tengo ni idea de lo que es el amor. Creo que nunca antes lo había sentido. Lo único que tengo claro es que, cada vez que pienso en él, eres tú quien se me viene a la cabeza.
Inma Rubiales (Hasta que nos quedemos sin estrellas)
Sobre la falda tenia el libro abierto; en mi mejilla tocaban sus rizos negros; no veiamos las letras ninguno, creo; mas guardabamos entrambos hondo silencio. Cuanto duro? Ni aun entonces pude saberlo; solo se que no se oia mas que el aliento, que apresurado escapaba del labio seco. Solo se que nos volvimos los dos a un tiempo, y nuestros ojos se hallaron, y sono un beso. Creacion de Dante era el libro, era su Infierno. Cuando a el bajamos los ojos, yo dije, tremulo: Comprendes ya que un poema cabe en un verso?" Y ella respondio, encendida: Ya lo comprendo!" On her skirt she had an open book on my cheek her black locks of hair we didn't see the letters any of them, I think though we kept between us a deep silence How much did it last? Not even then I could know I only know that I couldn't hear anything more than her breath that fastly went out of her dry lips I only know that we both turned our sight at same time and our eyes met the other and a kiss was heard The creation of Dante was the book it was its Inferno when we both turned down the eyes to it I said, trembling: 'Do you already understand that a poem fits in a verse?'' And she answered lightened up: I understand!
Gustavo Adolfo Bécquer
Me perdi en un mar de frio y despues al renacer me vi en un mundo calido. Recuerdo una cosa: sus ojos amarillos! "No podia tenerle pero le tendria..." "Como debia vernos grace: fantasmas que vagaban magicos y silenciosos por el bosque. Los lobos normales no suponian una amenaza. Pero nosotros no eramos lobos normales" "Porque no consigo que me quieran mas?" "Una y otra vez aunque conozcamos los paisajes del amor su pequeño cementerio lleno de nombres tristes y el abismo terrorificamente silencioso en el que caen los otros... (Pag. 280)" "La vida se mide en momentos como este" "Caigo en el abismo tremulo Tendiendo la mano hacia ti Perdiendome en una pena helada Es este amor fragil Un modo De decir Adios" "El viento me golpeo de nuevo pero ya no tenia poder sobre mi. El frio me entumecia los dedos, pero no los transformaba en otra cosa
Maggie Stiefvater (Shiver (The Wolves of Mercy Falls, #1))
Tenía ganas de hacer algo para que ya no le quedara escapatoria. Tenía ganas de destruir brutalmente todo el pasado de sus últimos siete años.Era el vértigo. El embriagador, el insuperable deseo de caer. También podriamos llamarlo la borrachera de la debilidad. Uno se percata de su debilidad y no quiere luchar contra ella, sino entregarse. Está borracho de su debilidad, quiere ser aún más débil, quiere caer en medio de la plaza, ante los ojos de todos, quiere estar abajo y aún más abajo que abajo.
Milan Kundera
- Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre si, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos cómo si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura.
Julio Cortázar
Con sus ojos grandes y llenos de miedo, suavemente tira de mi mano y la pone en su pecho sobre su corazón, en la zona prohibida. Su respiración se acelera. Su corazón está bombeando un frenético, pulsante latido bajo mis dedos. No quita sus ojos de mí; su mandíbula está tensa, sus dientes apretados. Jadeo. ¡Oh mi Cincuenta! Me está dejando tocarlo. Y es como si todo el aire de mis pulmones se ha vaporizado, ido. La sangre está latiendo en mis oídos cuando el ritmo de mi corazón aumenta para igualar el suyo. Él deja ir mi mano, dejándola en su lugar sobre su corazón. Flexiono levemente mis dedos, sintiendo la calidez de su piel bajo la tela de su camiseta. Está sosteniendo el aliento. No puedo soportarlo. Intento mover mi mano. —No —dice rápidamente y pone su mano una vez más sobre la mía, presionando mis dedos contra él—. No.
E.L. James
Quiero ver con mis propios ojos a la cierva durmiendo junto al león, a la víctima besando a su verdugo. Sobre este deseo reposan todas las religiones, y yo tengo fe. Quiero estar presente cuando todos se enteren del porqué de las cosas. ¿Pero qué papel tienen en todo esto los niños? No puedo resolver esta cuestión. Todos han de contribuir con su sufrimiento a la armonía eterna, ¿pero por qué han de participar en ello los niños? No se comprende por qué también ellos han de padecer para cooperar al logro de esa armonía, por qué han de servir de material para prepararla. Comprendo la solidaridad entre el pecado y el castigo, pero esta no puede aplicarse a un niño inocente. Que este sea culpable de las faltas de sus padres es una cuestión que no pertenece a nuestro mundo y que yo no comprendo.
Fyodor Dostoevsky (Los Hermanos Karamazov (Spanish Edition))
Ya se me pasa, lo prometo. Solo necesito un minuto. Respirar. Cerrar los ojos. Darme tregua. No añorar. Dejar de olerte hasta cuando no estás. Prohibirme tu nombre en todas sus versiones. Arrancarme de la cabeza tu risa y de la piel un invierno. No te preocupes, tú anda. Dame un segundo para sentirme desgraciado. Para llorarte, para tenerme pena, para echar de menos lo que antes echaba de más. Solo tengo que masticar la rabia, la vergüenza, el recuerdo, la mentira, lo que quisimos hacernos creer, lo que fuimos, o no. Ya se me pasa, de verdad. Te lo prometo.
Elísabet Benavent (Toda la verdad de mis mentiras)
Conmocionado, Thomas comprobó que sus ojos se habían llenado de lágrimas. La vida había sido tan delirante desde su llegada al Área que nunca se le había ocurrido pensar en los Habitantes como si fueran chicos reales, con familias de verdad que los extrañaran. Era muy raro, pero ni siquiera había pensado en sí mismo de esa manera. Sólo reflexionaba acerca del significado de todo, sobre quiénes los había mandado allí o cómo saldrían alguna vez de ese lugar. Por primera vez, sintió algo por Chuck que lo enojó de tal modo que tenía deseos de matar a alguien. El chico debería estar en la escuela, en su hogar, jugando con los amigos. Tenía derecho a tener una casa y una familia que lo amara, que se preocupara por él. Una mamá que se encargara de que se diera una ducha todos los días y un papá que lo ayudara con la tarea. Detestó a las personas que habían arrancado a ese pobre chico inocente de su familia. Los odió con una pasión que no sabía que un ser humano pudiera sentir. Quería que los mataran, incluso que los torturaran. Deseaba que Chuck fuera feliz. Pero la felicidad había sido extirpada de sus vidas. Y también el amor.
James Dashner (The Maze Runner (The Maze Runner, #1))
Hay gente que se enamora de los pájaros. Te enamoras de su canto, de sus alas, de su forma de volar o de cazar. Entonces te lo quedas y lo encierras en una jaula de madera. Lo miras cada mañana, le sonríes, pero el pájaro deja de volar, de cazar, de cantar. Sus alas se marchitan, y un día, sin saber por qué, despiertas y dejas de mirarlo. Ya no te importa si es feliz, si le brillas los ojos; te limitas a alimentarlo, toleras su presencia y te acostumbras a el, pero el pájaro ha perdido sus encantos. cansado del pájaro te enamorarás de otro lobo, con otros encantos...
Jordi Balaguer (La maldición de Gryal (El amante de la luna, #1-2))
Estoy mirando a sus ojos aterrorizados y, por primera vez desde que nos conocimos... creo que realmente lo entiendo. Todo de él. No reacciona de la manera que lo hace porque hay cinco diferentes lados de su personalidad. Reacciona como lo hace porque sólo hay un lado en Dean Holder. Apasionado. Es un apasionado sobre la vida, sobre el amor, sobre sus palabras, sobre Les. Y seré condenada si no estoy agregada a su lista. La intensidad que transmite no es desconcertante... es hermosa. He pasado tanto tiempo tratando de encontrar maneras de sentirme entumecida en cualquier oportunidad que tenga, pero al ver el entusiasmo detrás de sus ojos ahora mismo... me dan ganas de sentir cada cosa de la vida. Lo bueno, lo malo, lo bello, lo feo, el placer, el dolor. Quiero eso. Quiero empezar a sentir la vida de la misma manera en que él lo hace. Y mi primer paso para hacerlo, se inicia con este muchacho sin esperanza delante de mí, que está vertiendo su corazón, en busca de la palabra perfecta, deseando desesperadamente ayudarme a agregar el sentimiento de nuevo en la vida.
Colleen Hoover (Hopeless (Hopeless, #1))
El Alquimista cogió un libro que alguien de la caravana había traído. El volumen estaba sin las tapas, pero logró identificar su autor: Oscar Wilde. Mientras lo hojeaba, encontró una historia sobre Narciso. El Alquimista conocía la leyenda de Narciso, un hermoso muchacho que todos lod días iba a contemplar su propia belleza en el lago. Estaba tan fascinado por sí mismo, que un día cayó dentro del lago y murió ahogado. En el lugar donde cayó nació una flor a la que llamaron narciso. Pero no era así como Oscar Wilde ponía fin a la historia. Él decía que cuando Narciso murió, vinieron las Oréiadas-diosas del bosque- y vieron el lago transformado, de un lago de agua dulce, en un cántaro de lágrimas saladas. - Por qué lloráis?- preguntaron las Oréiadas. - Lloro por Narciso,- respondió el lago. - Oh, no nos extraña que lloréis por Narciso- prosiguieron diciendo ellas-. Al gin y al cabo, a pesar de que todas nosotras le perseguíamos siempre a través del bosque, vos erais el único que tenía la oportunidad de contemplar de cerca su belleza. - Entonces, ¿era bello Narciso?- preguntó el lago. - ¿Quién sino vos podría saberlo?- respondieron, sorprendidas, las Oréiadas-. Después de todo, era sobre vuestra orilla donde él se inclinaba todos los días. El lago quedóse inmóvil unos instantes. Finalmento dijo: - Lloro por Narciso, pero nunca me habñia dado cuenta de que Narciso fuese bello. - Lloro por Narciso porque cada vez que él se recostaba sobre mi orilla yo podía ver, en el fondo de sus ojos, mi propia belleza reflejada. Qué historia tan hermosa- dijo el Alquimista.
Paulo Coelho
-Escribí algo para ti,- dijo, agarrando su guitarra para nuestra noche de sexo música, como él la llamaba. La primera vez que escuche su voz cantando, me sorprendió. Su voz cuando hablaba era increíble, pero su canto era como si la miel y el humo se hubieran enganchado en la parte trasera de una camioneta en un concierto de rock y tuvieron un cariñoso hijo. Era suave y áspero al mismo tiempo. Te voy a contar una historia de una chica que conozco, Su nombre es Missy, y ella quiere hacérmelo, Quiero hablarte de mi chica Missy, Su cabello es castaño y sus labios son de color rosa, Sus ojos son de color verdoso o azulado creo, Ella lucha y coquetea conmigo todo el día, Es por eso que me decidí a escribir esta canción, Ella puede pensar que yo he cruzado la línea, Pero ella me dice que me odia todo el tiempo, Así que realmente no crean nada de lo que dice. Me gusta la forma en que se ve cuando ella está enojada conmigo, Me gusta la forma en que sonríe cuando piensa que nadie la ve, Puedes pensar que esta canción significa que me gusta, Pero ella estaría muy equivocada, Me aburría mucho, por lo que me decidí a escribir una canción, Hay dos cosas más sobre Missy que me gustan, ¿Podría alguien entregarme un micrófono por favor? La forma en que se pone su aparato de dientes cuando lee obscenidades vampíricas, Y realmente, realmente me gusta su… Me guiña un ojo. …culo. Yo le tiro una almohada a él, pero eso no impidió que parara la canción. Se trataba de mí. Mi tonta, linda y sexy chica Missy… chica Missy… chica Missy. El toco el último acorde y la guitarra paro de sonar.
Chelsea M. Cameron (My Favorite Mistake (My Favorite Mistake, #1))
Pienso cuando maduraban los limones. En el viento de febrero que rompía los tallos de los helechos, antes que el abandono los secara; los limones maduros que llenaban con su olor el viejo patio. El viento bajaba de las montañas en las mañanas de febrero. Y las nubes se quedaban allá arriba en espera de que el tiempo bueno las hiciera bajar al valle; mientras tanto dejaban vacío el cielo azul, dejaban que la luz cayera en el juego del viento haciendo círculos sobre la tierra, removiendo el polvo y batiendo las ramas de los naranjos. Y los gorriones reían; picoteaban las hojas que el aire hacía caer, y reían; dejaban sus plumas entre las espinas de las ramas y perseguían a las mariposas y reían. Era esa época. En febrero, cuando las mañanas estaban llenas de viento, de gorriones y de luz azul. Me acuerdo. Mi madre murió entonces. Que yo debía haber gritado: que mis manos tenían que haberse hecho pedazos estrujando su desesperación. Así hubieras tú querido que fuera. ¿Pero acaso no era alegre aquella mañana? Por la puerta abierta entraba el aire, quebrando las guías de la yedra. En mis piernas comenzaba a crecer el vello entre las venas, y mis manos temblaban tibias al tocar mis senos. Los gorriones jugaban. En las lomas se mecían las espigas. Me dio lástima que ella ya no volviera a ver el juego del viento en los jazmines; que cerrara sus ojos a la luz de los días. ¿Pero por qué iba a llorar?
Juan Rulfo (Pedro Páramo)
ーEscribí algo para ti, ーla corrigió con una sonrisa y comenzó a tocar. Ella escuchó emocionada; comenzó lento, sencillo, su control sobre el arco producía un sonido armónico. La melodía la lleno tan fresca y dulce como el agua, tan esperanzadora y adorable como un amanecer. Miró a sus dedos fascinada por el movimiento tan exquisito que hacia que las notas salieran del violín. El sonido se volvió mas profundo conforme el arco se movía mas rápido, el antebrazo de Jem se desplazaba hacia adelante y atrás, su delgado cuerpo parecía difuminarse con el movimiento de su hombro. Sus dedos se deslizaban cuidadosamente arriba y abajo, el tono de la música profundizó, como nubes de tormenta reuniéndose en un horizonte brillante, un río que se convertía en torrente. Las notas se estrellaban a sus pies aumentando el sonido, el cuerpo entero de Jem parecía moverse en sintonía con los sonidos que emanaban del instrumento, a pesar de que ella sabia que sus pies se encontraban firmes en el suelo. Su corazón encontró la paz con la música, los ojos de Jem estaban cerrados, las comisuras de sus labios mostraban un gesto de dolor. Una parte de ella quería correr a sus pies, rodearlo con sus brazos; la otra otra parte no quería que se detuviera la música, el hermoso sonido de él. Era como si él hubiera tomado su arco utilizándolo como un pincel para pintar, creando un lienzo en el cual su alma se muestra claramente. Cuando las ultimas notas se alzaron más y más alto, llegando a tocar el paraíso, Tessa estuvo consciente de que su rostro estaba húmedo, pero no fue hasta que la ultima nota dejo de sonar y él bajo el violín cuando se dio que estaba llorando.
Cassandra Clare (The Infernal Devices: Clockwork Princess (The Infernal Devices: Manga, #3))
Pasaron por delante de la casa de las Delgado. Rolando levantó la vista y vio a Susan sentada junto a su ventana, una clara visión en medio de la grisácea luz de aquella mañana otoñal. El corazón le dio un vuelco en el pecho y, aunque entonces aún no lo sabía, así la recordaría siempre, la encantadora Susan, la chica de la ventana. Así pasamos por delante de los fantasmas que más adelante nos persiguen en la vida; los vemos, si es que llegamos a verlos por el rabillo del ojo, sentados sin el menor dramatismo al borde del camino como pobres pordioseros. Raras veces se nos pasa por la cabeza la idea de que nos hayan estado esperando allí. Pero ellos esperan y, cuando ya hemos pasado, recogen sus fardos de recuerdos y siguen nuestros pasos, acortando poco a poco la distancia que los separa de nosotros.
Stephen King (Wizard and Glass (The Dark Tower, #4))
Porque posee usted la más maravillosa juventud, y la juventud es lo más precioso que se puede poseer. –No lo siento yo así, lord Henry. –No; no lo siente ahora. Pero algún día, cuando sea viejo y feo y esté lleno de arrugas, cuando los pensamientos le hayan marcado la frente con sus pliegues y la pasión le haya quemado los labios con sus odiosas brasas, lo sentirá, y lo sentirá terriblemente. Ahora, dondequiera que vaya, seduce a todo el mundo. ¿Será siempre así?… Posee usted un rostro extraordinariamente agraciado, señor Gray. No frunza el ceño. Es cierto. Y la belleza es una manifestación de genio; está incluso por encima del genio, puesto que no necesita explicación. Es uno de los grandes dones de la naturaleza, como la luz del sol, o la primavera, o el reflejo en aguas oscuras de esa concha de plata a la que llamamos luna. No admite discusión. Tiene un derecho divino de soberanía. Convierte en príncipes a quienes la poseen. ¿Se sonríe? ¡Ah! Cuando la haya perdido no sonreirá… La gente dice a veces que la belleza es sólo superficial. Tal vez. Pero, al menos, no es tan superficial como el pensamiento. Para mí la belleza es la maravilla de las maravillas. Tan sólo las personas superficiales no juzgan por las apariencias. El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo que no se ve… Sí, señor Gray, los dioses han sido buenos con usted. Pero lo que los dioses dan, también lo quitan, y muy pronto. Sólo dispone de unos pocos años en los que vivir de verdad, perfectamente y con plenitud. Cuando se le acabe la juventud desaparecerá la belleza, y entonces descubrirá de repente que ya no le quedan más triunfos, o habrá de contentarse con unos triunfos insignificantes que el recuerdo de su pasado esplendor hará más amargos que las derrotas. Cada mes que expira lo acerca un poco más a algo terrible. El tiempo tiene celos de usted, y lucha contra sus lirios y sus rosas. Se volverá cetrino, se le hundirán las mejillas y sus ojos perderán el brillo. Sufrirá horriblemente… ¡Ah! Disfrute plenamente de la juventud mientras la posee. No despilfarre el oro de sus días escuchando a gente aburrida, tratando de redimir a los fracasados sin esperanza, ni entregando su vida a los ignorantes, los anodinos y los vulgares. Ésos son los objetivos enfermizos, las falsas ideas de nuestra época. ¡Viva! ¡Viva la vida maravillosa que le pertenece! No deje que nada se pierda. Esté siempre a la busca de nuevas sensaciones. No tenga miedo de nada… Un nuevo hedonismo: eso es lo que nuestro siglo necesita. Usted puede ser su símbolo visible. Dada su personalidad, no hay nada que no pueda hacer. El mundo le pertenece durante una temporada… En el momento en que lo he visto he comprendido que no se daba usted cuenta en absoluto de lo que realmente es, de lo que realmente puede ser. Había en usted tantas cosas que me encantaban que he sentido la necesidad de hablarle un poco de usted. He pensado en la tragedia que sería malgastar lo que posee. Porque su juventud no durará mucho, demasiado poco, a decir verdad. Las flores sencillas del campo se marchitan, pero florecen de nuevo. Las flores del codeso serán tan amarillas el próximo junio como ahora. Dentro de un mes habrá estrellas moradas en las clemátides y, año tras año, la verde noche de sus hojas sostendrá sus flores moradas. Pero nosotros nunca recuperamos nuestra juventud. El pulso alegre que late en nosotros cuando tenemos veinte años se vuelve perezoso con el paso del tiempo. Nos fallan las extremidades, nuestros sentidos se deterioran. Nos convertimos en espantosas marionetas, obsesionados por el recuerdo de las pasiones que nos asustaron en demasía, y el de las exquisitas tentaciones a las que no tuvimos el valor de sucumbir. ¡Juventud! ¡Juventud! ¡No hay absolutamente nada en el mundo excepto la juventud!
Oscar Wilde (The Picture of Dorian Gray)
—James, ¿puedo hacerte una pregunta? —Eh… NO. —¿Alguna vez has tenido novia? —¿Es que no me has oído? Te prohíbo que me preguntes cosas. —Eso significa que siempre has estado soltero, ¿verdad? James comenzó a ruborizarse lentamente, y sus mofletes se tornaron de un gracioso tono rojizo. Se incorporó en el sofá, sentándose y mirándola. —Pues claro que no. Soy el sex symbol del instituto. —¿De veras? No me lo creo. —Abre los ojos, mírame fijamente y verás cómo se te despejan las dudas. Kelsey rió descaradamente. Su ego no tenía límites. —¿Y con cuántas chicas has salido? —¡Sabía adónde querías llegar, vieja picarona! —La apuntó con un dedo acusador—. No pienso decírtelo. Te quedarás con las ganas de saberlo. Kelsey se acercó a James, rompiendo la normativa de espacio vital individual que ambos habían acordado. Él pareció sentirse intimidado y la miró con una mezcla de miedo y desconcierto. —¡Va, James! ¡No te hagas el malote! —Le dio un pequeño codazo—. ¡Venga, sex symbol, cuéntame a cuántas fashion victims te has llevado a la cama!
Silvia Hervás
Honor miró por la ventana... y vio la sobrecogedora imagen de un ángel con alas de color azul plateado aterrizando en la zona verde del césped. -Es... -Se quedó sin aliento. Había visto fotos, incluso imágenes de televisión, que mostraban a aquel ángel de alas azules, pero ninguna de ellas le hacía justicia. Nada podría hacérsela. Resultaba mucho más impactante de cerca. No le quitó la vista de encima mientras se reunían con él junto al coche. Tenía los ojos del color del oro veneciano, el cabello negro con matices azules, y un rostro de una belleza tan pura que resultaba casi demasiado hermoso. Casi. Era, sencillamente, la criatura más hermosa que había visto en su vida. -Soy Illium -dijo el ángel mirándola a los ojos. Honor estuvo a punto de esbozar una sonrisa al ver la curiosidad pintada en sus iris dorados. -Yo soy Honor.
Nalini Singh (Archangel's Blade (Guild Hunter, #4))
-No voy a dejar que hagas esto –dije. -No me vas a detener.-Su voz era baja, ahora. Indescriptiblemente sexy. Mis ojos revolotearon cerrándose. –Como el infierno que no lo haré –le susurre-.Podría matarte. - Entonces moriría feliz. - No es gracioso. - No estoy bromeando. Abrí los ojos y me centre en los suyos. –Sería más feliz sin ti –le mentí tan convincentemente como pude. -Es una lastima. –La boca de Noah se curvó en la media sonrisa que yo amaba y odiaba tanto, a pocos centímetros de mi ombligo. Mi cabeza estaba nublada. –Se supone que debes decir. “Todo lo que quiero es tu felicidad. Voy a hacer lo que sea, incluso si eso significa estar sin ti.” - Lo siento –dijo Noah-. No soy tan buena persona. –Sus manos subieron por el costado de los vaqueros, a mi cintura. Las yemas de sus dedos razonaron la piel justo debajo de la tela de mi camisa. Traté de calmar mi pulso y fallé. - Me quieres –dijo Noah simplemente, en definitiva-. No me mientas. Lo puedo escuchar. - Irrelevante –suspiré.
Michelle Hodkin (The Unbecoming of Mara Dyer (Mara Dyer, #1))
No te vendas, no te alquiles. Sé un alma libre y vela por lo justo. Es mucho mejor pasar hambre que ser un esclavo. Sigue tus corazonadas. Apela al sentido común. Nunca pierdas el sueño por aquello que no tiene solución. Nunca pierdas el sueño por aquello que tiene solución. Nunca pierdas los sueños. La familia que te tocó en suerte es importante, la familia que construirás es más importante… Los amigos son la familia que elegiste; a ellos, respeto, amor a raudales, palabras de oro, lealtad absoluta, confianza. Si das tu palabra es como si dieras tu vida, es más importante que cualquier contrato. Ya lo sabes, pero va de nuevo: el dinero sólo sirve para lo que sirve, ni más ni menos. Si con dinero puedes cambiar la vida de una persona, cámbiala sin dudar. Si con dinero no puedes cambiar tu propia vida, deshazte de él. Nadie es más ni menos que tú, mira a los demás a los ojos, escúchalos, intenta entenderlos. Si no entiendes sus razonamientos o sus motivaciones guíate por el corazón y no por la cabeza.
Benito Taibo (Persona normal)
Pero el amor, esa palabra… Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito. ¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.
Julio Cortázar
Besos Hay besos que pronuncian por sí solos la sentencia de amor condenatoria, hay besos que se dan con la mirada hay besos que se dan con la memoria. Hay besos silenciosos, besos nobles hay besos enigmáticos, sinceros hay besos que se dan sólo las almas hay besos por prohibidos, verdaderos. Hay besos que calcinan y que hieren, hay besos que arrebatan los sentidos, hay besos misteriosos que han dejado mil sueños errantes y perdidos. Hay besos problemáticos que encierran una clave que nadie ha descifrado, hay besos que engendran la tragedia cuantas rosas en broche han deshojado. Hay besos perfumados, besos tibios que palpitan en íntimos anhelos, hay besos que en los labios dejan huellas como un campo de sol entre dos hielos. Hay besos que parecen azucenas por sublimes, ingenuos y por puros, hay besos traicioneros y cobardes, hay besos maldecidos y perjuros. Judas besa a Jesús y deja impresa en su rostro de Dios, la felonía, mientras la Magdalena con sus besos fortifica piadosa su agonía. Desde entonces en los besos palpita el amor, la traición y los dolores, en las bodas humanas se parecen a la brisa que juega con las flores. Hay besos que producen desvaríos de amorosa pasión ardiente y loca, tú los conoces bien son besos míos inventados por mí, para tu boca. Besos de llama que en rastro impreso llevan los surcos de un amor vedado, besos de tempestad, salvajes besos que solo nuestros labios han probado. ¿Te acuerdas del primero...? Indefinible; cubrió tu faz de cárdenos sonrojos y en los espasmos de emoción terrible, llenáronse de lágrimas tus ojos. ¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso te vi celoso imaginando agravios, te suspendí en mis brazos... vibró un beso, y qué viste después...? Sangre en mis labios. Yo te enseñé a besar: los besos fríos son de impasible corazón de roca, yo te enseñé a besar con besos míos inventados por mí, para tu boca. Este maravilloso poema de Gabriela Mistral, nos describe de una manera muy simple y sentida, una de las grandes expresiones de amor o quizas las principal. Me he tomado el trabajo de narrarlo, asumiendo el riesgo de no ser capaz de transmitir la verdadera intensidad o altura que tienen las palabras de esta destacada artista de las letras. Lucila de María Godoy Alcayaga, conocida como Gabriela Mistral. Nacida en Vicuña, Chile el 7 de abril de 1889 y fallecida Nueva York, el 10 de enero de 1957, Poetisa, diplomática, y pedagoga. Gabriela Mistral, una de las principales figuras de la literatura chilena y latinoamericana, fue la primera persona de América Latina en ganar el Premio Nobel de Literatura,2 que recibió en 1945.
Gabriela Mistral
La Historia inmortal hace cosas raras cuando se cruza con el amor de los cuerpos mortales. O quizás no, y es sólo que el amor de la carne no aflora a esa versión oficial de la historia que termina siendo la propia Historia, con una mayúscula severa, rigurosa, perfectamente equilibrada entre los ángulos rectos de todas sus esquinas, que apenas condesciende a contemplar los amores del espíritu, más elevados, sí, pero también mucho más pálidos, y por eso menos decisivos. Las barras de carmín no afloran a las páginas de los libros. Los profesores no las tienen en cuenta mientras combinan factores económicos, ideológicos, sociales, para delimitar marcos interdisciplinares y exactos, que carecen de casillas en las que clasificar un estremecimiento, una premonición, el grito silencioso de dos miradas que se cruzan, la piel erizada y la casualidad inconcebible de un encuentro que parece casual, a pesar de haber sido milimétricamente planeado en una o muchas noches en blanco. En los libros de Historia no caben unos ojos abiertos en la oscuridad, un cielo delimitado por las cuatro esquinas del techo de un dormitorio, ni el deseo cocinándose poco a poco, desbordando los márgenes de una fantasía agradable, una travesura intrascendente, una divertida inconveniencia, hasta llegar a hervir en la espesura metálica del plomo derretido, un líquido pesado que seca la boca, y arrasa la garganta, y comprime el estómago, y expande por fin las llamas de su imperio para encender una hoguera hasta en la última célula de un pobre cuerpo humano, mortal, desprevenido. Los amores del espíritu son más elevados, pero no aguantan ese tirón. Nada, nadie lo aguanta.
Almudena Grandes (Inés y la alegría (Episodios de una guerra interminable, #1))
Yo solía amar el océano. Todo en ella. Sus arrecifes de coral, sus blancas crestas, sus rugientes olas, las rocas que besan, sus leyendas de piratas y las colas de sirena, Tesoros perdidos y tesoros guardados... Y TODO De sus peces En el mar. Sí, solía amar el océano, Todo sobre ella. La forma en que me cantaba al dormir mientras yo estaba en mi cama Luego me despierta con fuerza Que yo pronto llegué a temer. Sus fábulas, sus mentiras, sus engañosos ojos, Me iría de su sequía Si me importara lo suficiente. Yo solía amar el océano. Todo en ella. Sus arrecifes de coral, sus blancas crestas, sus rugientes olas, las rocas que besan, sus leyendas de piratas y las colas de sirena, tesoros perdidos y tesoros guardados... Y TODO De sus peces En el mar. Bueno, si alguna vez has intentado navegar tu velero a través de sus tempestuosos mares, te darás cuenta de que sus blancas crestas son tus enemigos. Si alguna vez has tratado de nadar hacia la orilla cuando con tu pierna acalambrada y acabas de consumir una gran cena de hamburguesas en In-n-Out27 que te está ahogando, y sus rugientes olas están golpeando el aire fuera de ti, llenando tus pulmones con agua como del mayal sus brazos, tratando de conseguir la atención de alguien, pero tus amigos ¿sólo saludan con la mano de nuevo a ti? Y si alguna vez has crecido con sueños en tu cabeza acerca de la vida, y cómo uno de estos días serías pirata de tu propia nave y tendrías tu propio equipo y que todas las sirenas Te amarían sólo ¿a ti? Bueno, te darás cuenta... Como yo eventualmente me di cuenta... ¿Que todas las cosas buenas de ella? ¿Todo lo bello? No es real. Es falso. Así que sigue con tu océano, Yo me quedo con el Lago.
Colleen Hoover (Slammed (Slammed, #1))
Cierro mis ojos con fuerza y trago sus palabras, enviándolas directamente a mi corazón. Lleva sus labios a mi cabello y me besa por primera vez, o veinteava o millonésima vez, pero ¿quién lleva la cuenta? Lo abrazo con más fuerza y exhalo. —Gracias. —Levanto mi cabeza y descanso mi barbilla sobre su pecho, mirándolo mientras me regresa la sonrisa —. Y no es por lo que acabas de decir que te doy las gracias, Holder. Necesito darte las gracias por todo. Gracias por darme el coraje de hacer siempre las preguntas, incluso cuando no quiero las respuestas. Gracias por amarme como lo haces. Gracias por enseñarme que no siempre tenemos que ser fuertes para estar allí unos a otros, que está bien ser débil, mientras estamos allí. Y gracias por encontrarme finalmente después de todos estos años. —Muevo mis dedos en su pecho hasta llegar a su brazo. Recorriendo cada letra de su tatuaje, entonces me inclino hacia adelante y presiono mis labios sobre los suyos y lo beso—. Pero sobre todo, gracias por perderme hace tantos años... porque mi vida no sería lo mismo si nunca te hubieras marchado.
Colleen Hoover (Hopeless (Hopeless, #1))
Ahora es ella quien lo mira divertida, o tierna, o nerviosa, y finalmente le pregunta: —¿Vas a decirme qué te pasa, Benjamín? Chaparro se siente morir, porque acaba de advertir que esa mujer pregunta una cosa con los labios y otra con los ojos: con los labios le está preguntando por qué se ha puesto colorado, por qué se revuelve nervioso en el asiento o por qué mira cada doce segundos el alto reloj de péndulo que decora la pared próxima a la biblioteca; pero, además de todo eso, con los ojos le pregunta otra cosa: le está preguntando ni más ni menos qué le pasa, qué le pasa a él, a él con ella, a él con ellos dos; y la respuesta parece interesarle, parece ansiosa por saber, tal vez angustiada y probablemente indecisa sobre si lo que le pasa es lo que ella supone que le pasa. Ahora bien —barrunta Chaparro—, el asunto es si lo supone, lo teme o lo desea, porque esa es la cuestión, la gran cuestión de la pregunta que le formula con la mirada, y Chaparro de pronto entra en pánico, se pone de pie como un maníaco y le dice que tiene que irse, que se le hizo tardísimo; ella se levanta sorprendida —pero el asunto es si sorprendida y punto o sorprendida y aliviada, o sorprendida y desencantada—, y Chaparro poco menos que huye por el pasillo al que dan las altas puertas de madera de los despachos, huye sobre el damero de baldosas negras y blancas dispuestas como rombos, y recién retoma el aliento cuando se trepa a un 115 milagrosamente vacío a esa hora pico del atardecer; se vuelve a su casa de Castelar, donde esperan ser escritos los últimos capítulos de su historia, sí o sí, porque ya no tolera más esta situación, no la de Ricardo Morales e Isidoro Gómez, sino la propia, la que lo une hasta destrozarlo con esa mujer del cielo o del infierno, esa mujer enterrada hasta el fondo de su corazón y su cabeza, esa mujer que a la distancia le sigue preguntando qué le pasa, con los ojos más hermosos del mundo.
Eduardo Sacheri (El secreto de sus ojos (Spanish Edition))
-Te amo -le dijo Buttercup-. Sé que esto debe resultarte sorprendente, puesto que lo único que he hecho siempre ha sido mofarme de tí, degradarte y provocarte, pero llevo ya varias horas amándote, y cada segundo que pasa te amo más. Hace una hora, creí que te amaba más de lo que ninguna mujer ha amado nunca a un hombre; media hora más tarde, supe que lo que había sentido entonces no era nada comparado con lo que sentí después. Mas al cabo de diez minutos, comprendí que mi amor anterior era un charco comparado con el mar embravecido antes de la tempestad. A eso se parecen tus ojos, ¿lo sabías? Pues sí. ¿Cuántos minutos hace de eso? ¿Veinte? ¿Serían mis sentimientos tan encendidos entonces? No importa. -Buttercup no podía morarlo. El sol comenzó a asomar entonces a sus espaldas y le infundió valor -. Ahora te amo más que hace veinte minutos, tanto que no existe comparación posible. Te amo mucho más en este momento que cuando abriste la puerta de tu choza. En mi cuerpo no hay sitio más que para tí. Mis brazos te aman, mis orejas te adoran, mis rodillas tiemblan de ciego afecto. Mi mente te suplica que le pidas algo para que pueda obedecerte. ¿Quieres que te siga para el resto de tus días? Lo haré. ¿Quieres que me arrastre? Me arrastraré. Por tí me quedaré callada, por tí cantaré, y si tienes hambre, deja que te traiga comida, y si tienes sed y sólo el vino árabe puede saciarla, iré a Arabia, aunque esté en el otro confín del mundo, y te traeré una botella para el almuerzo. Si hay algo que sepa hacer por tí, lo haré; y si hay algo que no sepa, lo aprenderé. Pero recuera, por favor, que ella es vieja y tiene otros intereses, mientras que yo tengo diecisiete años y para mí sólo existes tú. Mi querido Westley... nunca te había llamado por tu nombre, ¿verdad...? Westley, Westley, Westley, Westley... querido Westley, adorado Westley, mi dulce, mi perfecto Westley, dime en un susurro que tendré la oportunidad de ganarme tu amor.
William Goldman (The Princess Bride)
Compañera, cuando amábamos (for Juanita Ramos and other spik dykes) ¿Volverán, campañera, esas tardes sordas Cuando nos amábamos tiradas en las sombras bajo otoño? Mis ojos clavados en tu mirada Tu mirada que siempre retiraba al mundo Esas tardes cuando nos acostábamos en las nubes Mano en mano nos paseábamos por las calles Entre niños jugando handball Vendedores y sus sabores de carne chamuzcada. La gente mirando nuestras manos Nos pescaban los ojos y se sonreían cómplices en este asunto del aire suave. En un café u otro nos sentábamos bien cerquita. Nos gustaba todo: las bodegas tiznadas La música de Silvio, el ruido de los trenes Y habichuelas. Compañera, ¿Volverán esas tardes sordas cuando nos amábamos? ¿Te acuerdas cuando te decía ¡tócame!? ¿Cuándo ilesa carne buscaba carne y dientes labios En los laberintos de tus bocas? Esas tardes, islas no descubiertas Cuando caminábamos hasta la orilla. Mis dedos lentos andaban las lomas de tus pechos, Recorriendo la llanura de tu espalda Tus moras hinchándose en mi boca La cueva mojada y racima. Tu corazón en mi lengua hasta en mis sueños. Dos pescadoras nadando en los mares Buscando esa perla. ¿No te acuerdas como nos amábamos, compañera? ¿Volverán esas tardes cuando vacilábamos Pasos largos, manos entrelazadas en la playa? Las gaviotas y las brizas Dos manfloras vagas en una isla de mutua melodía. Tus tiernas palmas y los planetas que se caián. Esas tardes tiñadas de mojo Cuando nos entregábamos a las olas Cuando nos tirábamos En el zacate del parque Dos cuerpos de mujer bajo los árboles Mirando los barcos cruzando el río Tus pestañas barriendo mi cara Dormitando, oliendo tu piel de amapola. Dos extranjeras al borde del abismo Yo caía descabellada encima de tu cuerpo Sobre las lunas llenas de tus pechos Esas tardes cuando se mecía el mundo con mi resuello Dos mujeres que hacían una sola sombra bailarina Esas tardes andábamos hasta que las lámparas Se prendían en las avenidas. ¿Volverán, Compañera, esas tardes  cuando nos amábanos?
Gloria E. Anzaldúa (Borderlands/La Frontera: The New Mestiza)
Sin quitarme los ojos de encima, acercó aún más su pupitre. - ¿Sabes una cosa? - ¿Qué? - Que he entrado en tu blog. Ay, Dios. ¿Cómo lo había encontrado? Un momento; la pregunta que debía hacerme era la siguiente: ¿por qué lo había encontrado? Mi blog no podía buscarse a través de Google...Estaba flipando en colores. - Ya estás acosándome otra vez, ¿no? ¿Tengo que llamar a la poli para que te ponga una orden de alejamiento? - Ni en sueños, gatita - Sonrió - Ah, espera, que ya salgo en ellos, ¿verdad? Puse los ojos en blanco. - Más bien apareces en mis pesadillas, Daemon. (pág.154) - ¿Me estás preguntando si me atraen las humanas? - dijo. El pelo le caía hacia delante en ondas. Unas gotitas de agua le recorrían los mechones y acababan salpicándome la mejilla - ¿O si eres tú la que me atrae? Con las manos apoyadas en la roca, fue acercándose a mí lentamente. Muy pronto nos separaban sólo unos milímetros...Sentía su respiración como si fuera la mía, y cuando movió las caderas abrí los ojos y ahogué un grito. Vaya que si funcionaba la cosa...Me despejó la duda de un plumazo. (pág. 240) - Sí que es importante el helado - dije. - Es mi vida entera.- Dee tiró el monedero a Daemon, pero erró el objetivo - ¡Y tú me lo has quitado! (pág. 258 NUNCA TE METAS ENTRE DEE Y SU COMIDA, Y MENOS SI SE TRATA DE HELADO) - ¿Lo estás pasando bien con...Ash? - ¿Y tú con tu amiguito el pulpo? Me mordí el larbio. - Qué simpático eres, como siempre. ... - Estás...muy guapa, por cierto. Demasiado guapa para estar con ese idiota. Me sonrojé y bajé la vista. - ¿Te has tomado algo? - Pues no, la verdad. ¿Por qué me lo preguntas, si puede saberse? - Porque nunca me dices nada agradable. - Touché. (pág. 303) - Recuérdame...que no te haga enfadar nunca más ¡La leche! ¿Eres agente secreto en tus ratos libres? ... Me recorrió la espalda con sus brazos y hundió una mano en los rizos que se me habían soltado del moño. - No me has hecho caso - susurró contra mi hombro. - Nunca te hago caso. (pág. 327) Daemon murmuró algo en un idioma desconocido. Era una lengua dulce y bonita. Mágica. De otro planeta. Podría haberlo despertado, pero no lo hice sin saber demasiado bien por qué. La emoción que sentía por el contacto con su piel era más fuerte que todo lo demás. Daemon tenía una mano en el borde de mi camiseta, y los dedos encima del pedazo de piel que había entre el borde de la camiseta y la cinturilla de los pantalones de pijama. La mano empezaba a abrirse paso por debajo de la camiseta, a través de mi estómago, en la parte en que este empieza a descender. El pulso se me desbocó. Me rozó las costillas con la punta de los dedos. Su cuerpo se movió y sentí su rodilla contra mí. (pág. 338) O.O o_O OMG - Gatita - Ni aunque fueras el último ser con aspecto humano sobre la faz de la Tierra ¿Ahora lo entiendes? ¿Capiche? ... - Ademñas, no me atraes nada - Mentira podrida - Pero vamos, nada de nada. Eres... De repente Daemon estaba delante de mí, a apenas un centímetro de mi rostro. - ¿Qué soy? - Ignorante -¿Y qué más? - Prepotente, controlador...-...- Y un...cretino. - Venga ya, gatita, seguro que puedes hacerlo mejor - ... - Todavía no me creo que no te sientas atraída por mí. (pág. 360) - Seguro que hasta sueñas conmigo - Bajó la vista hacia mis labios y sentí que se despegaban - Seguro que escribes mi nombre en tus libretas, una y otra vez, rodeado por un corazoncito. Me reí. - En tus sueños, Daemon. Eres la última persona a la que... Daemon me besó (pág.361) Una sonrisa pícara se le asomó a los labios. - ¿Te das cuenta de que me encantan los retos? Me reí entre dientes y me volví hacia la puerta mientras le dedicaba un gesto grosero con el dedo corazón. - Y a mí, Daemon; y a mí. (pág. 414)
Jennifer L. Armentrout (Obsidian (Lux, #1))
habiendo algunos fanáticos en el valle de Shah-i-Kot, en la provincia de Paktia. Una vez más la información era inexacta: no eran un puñado, sino centenares. Al ser afganos los talibanes derrotados, tenían a donde ir: sus aldeas y pueblos natales. Allí podían escabullirse sin dejar rastro. Pero los miembros de Al Qaeda eran árabes, uzbekos y, los más feroces de todos, chechenos. No hablaban pastún y la gente del pueblo afgano los odiaba, de manera que solo podían rendirse o morir peleando. Casi todos eligieron esto último. El mando estadounidense reaccionó al chivatazo con un plan a pequeña escala, la operación Anaconda, que fue asignada a los SEAL de la Armada. Tres enormes Chinook repletos de efectivos despegaron rumbo al valle, que se suponía vacío de combatientes. El helicóptero que iba en cabeza se disponía a tomar tierra, con el morro levantado y la cola baja, la rampa abierta por detrás y a solo un par de metros del suelo, cuando los emboscados de Al Qaeda dieron el primer aviso. Un lanzagranadas hizo fuego. Estaba tan cerca que el proyectil atravesó el fuselaje del helicóptero sin explotar. No había tenido tiempo de cargarse, así que lo único que hizo fue entrar por un costado y salir por el otro sin tocar a nadie, dejando un par de boquetes simétricos. Pero lo que sí hizo daño fue el incesante fuego de ametralladora desde el nido situado entre las rocas salpicadas de nieve. Tampoco hirió a nadie de a bordo, pero destrozó los controles del aparato al horadar la cubierta de vuelo. Gracias a la habilidad y la genialidad del piloto, pocos minutos después el moribundo Chinook ganaba altura y recorría cuatro kilómetros hasta encontrar un sitio más seguro donde proceder a un aterrizaje forzoso. Los otros dos helicópteros se retiraron también. Pero un SEAL, el suboficial Neil Roberts, que se había desenganchado de su cable de amarre, resbaló en un charquito de fluido hidráulico y cayó a tierra. Resultó ileso, pero inmediatamente fue rodeado por miembros de Al Qaeda. Los SEAL jamás abandonan a uno de los suyos, esté vivo o muerto. Poco después de aterrizar regresaron en busca de Roberts, al tiempo que pedían refuerzos por radio. Había empezado la batalla de Shah-i-Kot. Duró cuatro días, y se saldó con la muerte del suboficial Neil Roberts y otros seis estadounidenses. Había tres unidades lo bastante cerca como para acudir a la llamada: un pelotón de SBS británicos por un lado y la unidad de la SAD por el otro; pero el grupo más numeroso era un batallón del 75 Regimiento de Rangers. Hacía un frío endemoniado, estaban a muchos grados bajo cero. La nieve, empujada por el viento incesante, se clavaba en los ojos. Nadie entendía cómo los árabes habían podido sobrevivir en aquellas montañas; pero el caso era que allí estaban, y dispuestos a morir hasta el último hombre. Ellos no hacían prisioneros ni esperaban serlo tampoco. Según testigos presenciales, salieron de hendiduras en las rocas, de grutas invisibles y nidos de ametralladoras ocultos. Cualquier veterano puede confirmar que toda batalla degenera rápidamente en un caos, y en Shah-i-Kot eso sucedió más rápido que nunca. Las unidades se separaron de su contingente, los soldados de sus unidades. Kit Carson se encontró de repente a solas en medio de la ventisca. Vio a otro estadounidense (pudo identificarlo por lo que llevaba en la cabeza: casco, no turbante) también solo, a unos cuarenta metros. Un hombre vestido con túnica surgió del suelo y disparó contra el soldado con su lanzagranadas. Esa vez la granada sí estalló; no dio en el blanco sino que explotó a los pies del soldado.
Frederick Forsyth (La lista)