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La gente se ha acostumbrado a vivir sometida, bajo la dictadura, a no ser libre, y lo único que al final le preocupa es el dinero. En todo caso los chinos no hemos sido nunca libres, no hemos probado jamás el sabor de la libertad, ¿es amarga o dulce? No sabemos a qué sabe, ni siquiera estamos seguros de que exista. Nos conformamos con la miseria, con pasar hambre, pero al menos seguir vivos un día más, a malvivir, a que no haya educación para nuestros hijos como lo más normal. A fin de cuentas, ¿para qué querrían educarse? ¿Para ser tan infelices como yo? ¿Para comprobar que nunca se cumplen los sueños? ¡No! Al final la verdad es que es mejor la existencia amarga, la vida mediocre, esa miseria que sabe a lodo y a pescado podrido, al hediondo perfume de las letrinas, que ninguna existencia, y el que cree lo contrario termina colgándose de una viga. ¿A quién le importaría?
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G.H. Guarch (La sombra de Sun Yat-sen (Spanish Edition))