Que Paso Ayer Quotes

We've searched our database for all the quotes and captions related to Que Paso Ayer. Here they are! All 14 of them:

Mañana, y mañana, y mañana se arrastra con paso mezquino día tras día hasta la sílaba final del tiempo escrito, y la luz de todo nuestro ayer guió a los bobos hacia el polvo de la muerte. ¡Apágate, apágate breve llama! La vida es una sombra que camina, un pobre actor que en escena se arrebata y contonea y nunca más se le oye. Es un cuento que cuenta un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada.
William Shakespeare (Macbeth)
Nunca somos lo que fuimos ayer, doctor, nunca seremos mañana los mismos de hoy... Y la vida se nos escapa imitándonos a nosotros mismos y tratando, como Kafka, de solucionar el enigma de nuestra propia identidad.
Fernando del Paso (Palinuro de México)
Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la Tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo.
Facundo Cabral (Ayer soñé que podía y hoy puedo)
No hay más que los momentos en que estamos con ese otro cuya vida creemos entender, o cuando nos hablan de él, o cuando él nos cuenta lo que le ha pasado o proyecta ante nosotros lo que tiene intención de hacer. Al final queda un álbum de fotos, de instantes fijos: jamás el devenir realizándose ante nosotros, el paso del ayer al hoy, la primera aguja del olvido en el recuerdo.
Julio Cortázar (Rayuela)
Los dias no se tomaban de la mano, no se abrían paso en la fila india amablemente, lento flujo del aceite del tiempo, ida y vuelta, va y viene, no: los dias se atropellaban y amontonaban unos sobre otros y caían al vacío con las piernas enredadas: zumbaban y atacarán, acusan: naciste mañana, morirás ayer: dijiste diras adiós:amor o miedo ardiendo en esos ojos que miraron la próxima ultima vez.
Eduardo Galeano
Yo sigo sus pasos y saco fotografías. Todo el mundo quiere que le saque una. A mí, y ahora a mí, camarada, a mí, ¡a miií! Adoptan la posición de firmes, algunos hacen el saludo militar. Su pretensión: dejar huella, de algún modo permanecer entre los vivos, inmortalizarse. Tan solo ayer yo estaba allí, vivo, aquél me sacó una foto, mira, yo tenía esta pinta. Esta era mi cara cuando estaba vivo. Aquí me tenéis, en posición de firmes ante vosotros, dedicad un ratito a mirarme antes de que os ocupéis de otra cosa.
Ryszard Kapuściński (Another Day of Life (Penguin Modern Classics))
¡Ay mi México, mi México malherido, mi México que se conforma con tan poco! ¿Es posible que creamos aún en la eficacia del gobierno cuando, a la hora de la hora, quien hizo todo fue la gente? Ayer todavía, en la calle se mostraba agradecida porque los autobuses de la Ruta 100 fueran gratuitos, el teléfono gratuito, aunque tuviera que romper las tomas de agua en la calle porque no llegan las pipas. Pide tan poco, se contenta con muy poco. La población, en estos días, se hace cargo de sí misma. De todos modos los de abajo están acostumbrados a que ni se les tire un lazo. La absoluta inoperancia del gobierno no es cosa nueva. Son tan distintos del aparato en el poder, tan espectadores inermes de las decisiones gubernamentales, tan hechos a un lado que uno piensa que no hablan el mismo lenguaje. [...] Al pueblo, aunque hablen tanto de él, nunca le han concedido más papel que el de extras; los jefes siempre han estado ahí para obstaculizar, para paralizar, para cerrar el paso, para cultivar la antesala. Si no, ¿por qué no están aquí los protagonistas de la tragedia? ¿Por qué en vez de oír a la costurera, a un damnificado, a un socorrista, tenemos que oír al político de siempre, al burócrata, al funcionario de coche y chofer?
Elena Poniatowska
Las estaciones son esos no lugares donde el tiempo está de paso. La vida se detiene unos minutos intrascendentes, todo ocurre antes o después de una estación, nada es en una estación…
Antonio Misas Salas (Ayer que amé tus rodillas... : La Prisa y La Palabra (Spanish Edition))
No le temía a la nada en ese instante, ni buscaba el futuro como se busca el pan. Sólo venía de un cielo que ella había conquistado y hablaba de dos pájaros, como quien teje sueños al escucharse hablar. La escalera que recogió sus pasos de entonces terminaba en el quicio de una puerta cerrada, que ella tuvo que abrir con las únicas armas que tenía entre las manos. Las puertas que bajan del cielo se abren sólo por dentro. Para cruzarlas es necesario haber ido antes al otro lado, con la imaginación y los deseos. -ÁNGELES MASTRETTA
Eli Bartra (Feminismo en México, ayer y hoy)
Yo sigo sus pasos y saco fotografías. Todo el mundo quiere que le saque una. A mí, y ahora a mí, camarada, a mí, ¡a miiiiiiiií! Adoptan la posición de firmes, algunos hacen el saludo militar. Su pretensión: dejar huella, de algún modo permanecer entre los vivos, inmortalizarse. Tan solo ayer yo estaba allí, vivo, aquel me sacó una foto, mira, yo tenía esta pinta. Esta era mi cara cuando estaba vivo. Aquí me tenéis, en posición de firmes ante vosotros, dedicad un ratito a mirarme antes de que os ocupéis de otra cosa.
Ryszard Kapuściński (Another Day of Life (Penguin Modern Classics))
es un maratón, no un esprint. Lo único que debemos hacer es concentrarnos en el camino que tenemos delante. Mirar al frente. Marcarnos nuestro propio ritmo. Seguir avanzando. Y entonces crear un plan. Sólo deberíamos intentar ser mejores que una persona: la que fuimos ayer. Anónimo
Tony Robbins (Dinero: domina el juego: Cómo alcanzar la libertad financiera en 7 pasos (Deusto) (Spanish Edition))
La vida de los demás -toda vida- es siempre una novela; todos los destinos que pueblan los periódicos de ayer se van volviendo ficción, basta leerlos con demora y el paso del tiempo, solo eso, nos los ofrece como el mejor de los relatos sin que la literatura intervenga para nada”.
Juan Esteban Constaín (Cartas abiertas (Spanish Edition))
Creo que no quiero esa fase intermedia, como tampoco, probablemente, saber demasiado bien cuáles son sus defectos, ni estar al tanto obligatoriamente de los que le vayan surgiendo al pasar de los meses y de los años, que ignorarán las otras personas que la vean, nos vean. Creo que tampoco quiero hablar de nosotros, decir hemos ido o vamos a comprar un piano o vamos a tener un hijo o tenemos un gato. Puede que tengamos hijos y no sé si quiero, aunque no me opondría. Sé que me interesa, en cambio, verla dormir, ver su rostro cuando esté sin conciencia o esté en letargo, conocer su expresión dulce o dura, atormentada o plácida, aniñada o envejecida mientras no piensa en nada o no sabe que piensa, mientras no actúa, mientras no se comporta de manera estudiada, como hacemos todos en uno u otro grado ante cualquier testigo, aunque el testigo no nos importe y sea nuestro propio padre o nuestra mujer o marido. La he visto dormir ya algunas noches, pero no las bastantes para reconocerla en su sueño, en el que por fin a veces dejamos de parecernos a nosotros mismos. Por eso me caso mañana seguramente, el día a día es la causa, también porque es lógico y porque nunca lo he hecho, las cosas más decisivas se hacen por lógica y para probarlas, o lo que es lo mismo, porque resultan irremediables. Los pasos que uno da una noche al azar y sin consecuencia acaban llevando a una situación irremediable al cabo del tiempo o del futuro abstracto, y ante esa situación llegada nos preguntamos a veces con ilusión incrédula: "¿Y si no hubiera entrado en ese bar? ¿Y si no hubiera acudido a esa fiesta? ¿Y si no hubiera respondido al teléfono un martes? ¿Y si no hubiera aceptado el trabajo aquel lunes?". Nos lo preguntamos ingenuamente, creyendo por un instante (pero sólo un instante) que en ese caso no habríamos conocido a Luisa y no estaríamos al borde de una situación irremediable y lógica, que justamente por serlo ya no podemos saber si queremos o nos aterra, no podemos saber si queremos lo que nos pareció que queríamos hasta hoy mismo. Pero siempre conocernos a Luisa, es ingenuo preguntarse nada porque todo es así, nacer depende de un movimiento azaroso, una frase pronunciada, por un desconocido en el otro extremo del mundo, un interpretado gesto, una mano en el hombro y un susurro que pudo no ser susurrado. Cada paso dado y cada palabra dicha por cualquier persona en cualquier circunstancia (en la vacilación o el convencimiento, en la sinceridad o el engaño) tienen repercusiones inimaginables que afectan a quien no nos conoce ni lo pretende, a quien no ha nacido o ignora que podrá padecernos, y se convierten literalmente en asunto de vida o muerte, tantas vidas y muertes tienen su enigmático origen en lo que nadie advierte ni nadie recuerda, en la cerveza que decidimos tomarnos tras haber dudado si nos daba tiempo, en el buen humor que nos hizo mostrarnos simpáticos con quien acababan de presentarnos sin saber que venía de gritar o de hacer daño a alguien, en la tarta que nos detuvimos a comprar camino de un almuerzo en casa de nuestros padres y por fin no compramos, en el afán de escuchar una voz aunque no nos importara mucho lo que dijera, en la aventurada llamada que hicimos por tanto, en nuestro deseo de permanecer en casa que no cumplimos. Salir, y hablar, y hacer, moverse, mirar y oír y ser percibidos nos pone en constante riesgo, ni siquiera encerrarse y callar y quedarse quieto nos salva de sus consecuencias, de las situaciones lógicas e irremediables, de lo que es hoy inminente y era tan inesperado hace ya casi un año, o hace cuatro, o diez, o cien, o incluso ayer mismo.
Javier Marías
Creo que no quiero esa fase intermedia, como tampoco, probablemente, saber demasiado bien cuáles son sus defectos, ni estar al tanto obligatoriamente de los que le vayan surgiendo al pasar de los meses y de los años, que ignorarán las otras personas que la vean, nos vean. Creo que tampoco quiero hablar de nosotros, decir hemos ido o vamos a comprar un piano o vamos a tener un hijo o tenemos un gato. Puede que tengamos hijos y no sé si quiero, aunque no me opondría. Sé que me interesa, en cambio, verla dormir, ver su rostro cuando esté sin conciencia o esté en letargo, conocer su expresión dulce o dura, atormentada o plácida, aniñada o envejecida mientras no piensa en nada o no sabe que piensa, mientras no actúa, mientras no se comporta de manera estudiada, como hacemos todos en uno u otro grado ante cualquier testigo, aunque el testigo no nos importe y sea nuestro propio padre o nuestra mujer o marido. La he visto dormir ya algunas noches, pero no las bastantes para reconocerla en su sueño, en el que por fin a veces dejamos de parecernos a nosotros mismos. Por eso me caso mañana seguramente, el día a día es la causa, también porque es lógico y porque nunca lo he hecho, las cosas más decisivas se hacen por lógica y para probarlas, o lo que es lo mismo, porque resultan irremediables. Los pasos que uno da una noche al azar y sin consecuencia acaban llevando a una situación irremediable al cabo del tiempo o del futuro abstracto, y ante esa situación llegada nos preguntamos a veces con ilusión incrédula: "¿Y si no hubiera entrado en ese bar? ¿Y si no hubiera acudido a esa fiesta? ¿Y si no hubiera respondido al teléfono un martes? ¿Y si no hubiera aceptado el trabajo aquel lunes?". Nos lo preguntamos ingenuamente, creyendo por un instante (pero sólo un instante) que en ese caso no habríamos conocido a Luisa y no estaríamos al borde de una situación irremediable y lógica, que justamente por serlo ya no podemos saber si queremos o nos aterra, no podemos saber si queremos lo que nos pareció que queríamos hasta hoy mismo. Pero siempre conocernos a Luisa, es ingenuo preguntarse nada porque todo es así, nacer depende de un movimiento azaroso, una frase pronunciada, por un desconocido en el otro extremo del mundo, un interpretado gesto, una mano en el hombro y un susurro que pudo no ser susurrado. Cada paso dado y cada palabra dicha por cualquier persona en cualquier circunstancia (en la vacilación o el convencimiento, en la sinceridad o el engaño) tienen repercusiones inimaginables que afectan a quien no nos conoce ni lo pretende, a quien no ha nacido o ignora que podrá padecernos, y se convierten literalmente en asunto de vida o muerte, tantas vidas y muertes tienen su enigmático origen en lo que nadie advierte ni nadie recuerda, en la cerveza que decidimos tomarnos tras haber dudado si nos daba tiempo, en el buen humor que nos hizo mostrarnos simpáticos con quien acababan de presentarnos sin saber que venía de gritar o de hacer daño a alguien, en la tarta que nos detuvimos a comprar camino de un almuerzo en casa de nuestros padres y por fin no compramos, en el afán de escuchar una voz aunque no nos importara mucho lo que dijera, en la aventurada llamada que hicimos por tanto, en nuestro deseo de permanecer en casa que no cumplimos. Salir, y hablar, y hacer, moverse, mirar y oír y ser percibidos nos pone en constante riesgo, ni siquiera encerrarse y callar y quedarse quieto nos salva de sus consecuencias, de las situaciones lógicas e irremediables, de lo que es hoy inminente y era tan inesperado hace ya casi un año, o hace cuatro, o diez, o cien, o incluso ayer mismo.
Elide Pittarello (A Heart So White)