Mi Mundo Entero Quotes

We've searched our database for all the quotes and captions related to Mi Mundo Entero. Here they are! All 42 of them:

Algunos infinitos son más grandes que otros infinitos, nos enseñó un escritor. Hay días, mucho de ellos, cuando resiento el tamaño de mi juego ilimitado. Quiero más numeros de los que puedo tener, y Dios, quiero mpas números para Augustus Waters que los que ha obtenido.Pero Gus, mi amor,no puedo decir cuando agradecida estoy por nuestro pequeño infinito. No lo cambiaría por el mundo entero. Me diste un por siempre con días enumerados, y estoy agradecida.
John Green (The Fault in Our Stars)
-¿Cómo puedo saber que es cierto? -Porque cuando te miro, veo mi mundo entero. No voy a irme; porque no me quedaría nada.
Alexandra Adornetto (Halo (Halo, #1))
He visto mucho en mi vida, America, he podido llegar a todos los rincones del mundo.Pero nunca me he encontrado con nada tan doloroso y precioso a la vez como aquel beso. Ojalá fuera algo que pudiera atrapar en una red o guardar entre las páginas de un libro. Ojalá fuera algo que pudiera conservar y compartir con el mundo para poder decirle al universo entero: así es, esto es lo que se siente cuando te enamoras.
Kiera Cass (The One (The Selection, #3))
Y aunque se que hace tiempo no te digo lo que siento hoy lo intentaré... Es imposible imaginar mi vida ya sin ti, pues cada día es más hermoso desde que descubrí como sabe en tu boca el amor... Que con tomarte de la mano ya me siento feliz, pero un beso apasionado, no te quiero decir... Y un te amo de tus labios, vale más que el mundo entero para mí.
Dulce María
¿Por qué arrasarían esos dos hombres el mundo entero, de lo contrario? ¿Por tus conocimientos de historia? ¿Por tu aguda conversación? No. Eras una chica bonita embellecida por los bardos en un intento por explicar lo que desencadenaste. No me malinterpretes -añadió-, estaba tan loco por ti que me pasaba las noches en vela. Fuiste mi primer gran amor no correspondido.
Brent Weeks (The Black Prism (Lightbringer, #1))
Querida America: He estado pensando en nuestro primer beso. Supongo que debería decir nuestros primeros besos, pero al que me refiero es al segundo, el que me permitiste darte de verdad. ¿Alguna vez te he contado cómo me sentí esa noche? No solo iba a dar mi primer beso; iba a darte el primer beso a ti. He visto mucho en mi vida, America, he podido llegar a todos los rincones del mundo. Pero nunca me he encontrado con nada tan doloroso y precioso a la vez como aquel beso. Ojalá fuera algo que pudiera atrapar en una red o guardar entre las páginas de un libro. Ojalá fuera algo que pudiera conservar y compartir con el mundo para poder decirle al universo entero: así es, esto es lo que se siente cuando te enamoras. Estas cartas resultan muy embarazosas. Voy a tener que quemarlas antes de que vuelvas.
Kiera Cass (The One (The Selection, #3))
Somos el uno para el otro, no puedes negarlo, tú eres la única persona en el mundo que puede calmarme cuando estoy molesto, y se que yo soy el único que te tranquiliza cuando le temes a algo. Nosotros no… No necesitamos palabras, simplemente con una mirada nos comunicamos, y el mundo entero desaparece. Así que no puedes escapar de esto, al menos se que yo no puedo, porque esto es lo mas real que ha ocurrido en mi vida.
Lolo Mayaya (Innocent Temptation (Divine Temptations #2))
A los otros es preciso destruirlos. A todos. Para que yo pueda levantar mi rostro al sol es necesario que sea devastado el mundo entero...
Yukio Mishima
En estos días, a menudo siento que me fastidia que mi serie infinita sea tan breve. Quiero más números de los que seguramente obtendré, y quiero más números para Augustus de los que obtuvo. Pero, Gus, amor mío, no puedo expresar lo mucho que agradezco nuestro pequeño infinito. No lo cambiaría por el mundo entero. Me has dado una eternidad en estos días contados, y te doy las gracias
John Green (The Fault in Our Stars)
En estos días, a menudo siento que me fastidia que mi serie infinita sea tan breve. Quiero más números de los que seguramente obtendré, y quiero más números para Augustus de los que obtuvo. Pero, Gus, amor mío, no puedo expresar lo mucho que te agradezco nuestro pequeño infinito. No lo cambiaría por el mundo entero. Me has dado una eternidad en esos días contados, y te doy las gracias.
John Green (The Fault in Our Stars)
Ven noche, ven, Romeo, ven tú, día en la noche, descansando en las alas de la noche, más blanco que nieve nueva sobre los lomos de los grajos. Ven, dulce noche, rostro negro de los amores, y tráeme a mi Romeo. Cuando me muera, tómalo y córtalo en estrellas, en fragmentos pequeñitos. Hará tan deliciosa la cara de los cielos que estará el mundo entero prendado de la noche y ya no adorará al sol extravagante.
William Shakespeare (Romeo and Juliet)
No puedo hablar de nuestra historia de amor, así que hablaré de matemáticas. No soy matemática, pero de algo estoy segura: entre el 0 y el 1 hay infinitos números. Están el 0,1, el 0,12, el 0,112 y toda una infinita colección de otros números. Por supuesto, entre el 0 y el 2 también hay una serie de números infinita, pero mayor, y entre el 0 y un millón. Hay infinitos más grandes que otros. Nos lo enseñó un escritor que nos gustaba. En estos días, a menudo siento que me fastidia que mi serie infinita sea tan breve. Quiero más números de los que seguramente obtendré, y quiero más números para Augustus de los que obtuvo. Pero, Gus, amor mío, no puedo expresar lo mucho que te agradezco nuestro pequeño infinito. No lo cambiaría por el mundo entero. Me has dado una eternidad en esos días contados, y te doy las gracias.
John Green (The Fault in Our Stars)
Pero yo no flotaba a la deriva. Un nuevo cordel me ataba a mi disposición. Y no uno solo, sino un millón, y no eran cordeles, sino cables de acero. Sí, un millón de cables de acero me fijaban al mismísimo centro del universo. Y podía ver perfectamente cómo el mundo entero giraba en torno a ese punto. Hasta el momento, nunca jamás había sentido la simetría del cosmos, pero ahora me parecía evidente. La gravedad de la tierra ya no me ataba al suelo que pisaba. Lo que ahora decía que tuviera los pies en el suelo era la niñita que estaba en brazos de la vampira rubia. Renesmee. • Esto no tiene nombre, pág. 400
Stephenie Meyer (Breaking Dawn (The Twilight Saga, #4))
—Aku cinta kamu —pronunció Magnus, leyendo esas palabras, y sonrió a Alec, una sonrisa brillante que abarcaba un mundo entero—. Mi amor es tuyo, mi corazón es tuyo, mi alma es tuya, Alexander. Ahora y para siempre.
Cassandra Clare (Queen of Air and Darkness (The Dark Artifices, #3))
Los poemas y los sonetos están destinados a rimar, pero no puedo escribir nada más que el anhelo más profundo de mi alma. Mi mundo había estado oscuro. Estaba tan acostumbrado que me había acostumbrado a atravesar los tramos solitarios de tierra desolada. Cuando entraste en mi vida, brillabas más que el sol y las estrellas combinadas. Calentaste las partes congeladas de mí que temía que fueran incapaces de descongelarse. Estaba convencido de que tenía un corazón tallado en hielo hasta que sonreías ... y luego comenzó a latir salvajemente. No puedo imaginar mi mundo sin ti ahora, porque eres mi universo entero. Eres y siempre serás mi verdadero y único amor. Espero, aunque no tengo derecho, que seas mía.
Kerri Maniscalco (Capturing the Devil (Stalking Jack the Ripper, #4))
No puedo ni bajar la vista al suelo sin que sus rasgos se dibujen en las baldosas. En cada nube, en cada árbol, colmando el aire nocturno y refulgiendo de día a rachas en cada objeto, me veo continuamente cercado por su imagen. Los rostros más triviales de hombres y mujeres y hasta los propios rasgos de mi cara se burlan de mí, ofreciéndome su parecido. El mundo entero es una atroz colección de testimonios acreditativos de que vivió y de que ya la he perdido.
Emily Brontë (Wuthering Heights)
Por lo que a las novelas largas se refiere, salvo por algunas excepciones, me mostraba bastante desconfiado. Pero 'Jean-Christophe' -de Romain Rolland-, con su empecinado individualismo, sin mezquindad alguna, fue para mí una saludable revelación. Sin él, nunca hubiera conseguido comprender el esplendor y la amplitud del individualismo. Hasta aquel encuentro robado con 'Jean-Christophe', mi pobre cabeza educada y reeducada ignoraba, sencillamente, que fuera posible luchar en solitario contra el mundo entero".
Dai Sijie (Balzac and the Little Chinese Seamstress)
NACEN también estorninos inmundos Alrededor de las letrinas llenas; Nacen sobre los muertos, sobre las gangrenas Como sobre todo lo que se pudre en el mundo. Por todos sitios los gusanos, en la máquina redonda, Salen como estorninos muy obscenos Y todos los días vienen al Sena Por las alcantarillas, en el agua nauseabunda. Nadie los ve. Bullen en silencio. Como el hierro leproso muere bajo la herrumbre El globo entero se va roído por ellos. Si una noche un estornino me mata, No arrojéis mi cadáver a la calle Destruidme, seré más dichoso…
Boris Vian
- Y yo ... ¿qué tengo yo, entonces? - Tu tienes mi corazón. Siempre lo has tenido. Incluso cuando te odiaba, cuando pensaba que tú eras el responsable de la muerte de mi hermano, lo ocupabas por entero. Solo podía pensar en ti, llenabas mi mundo y, de alguna manera, me diste fuerzas para seguir adelante. Contigo tenía una meta, algo en lo que volcar mis energías y mis ganas de vivir. Es cierto que, al principio, eras una obsesión malsana. Después, no sé cómo ha ocurrido, poco a poco la balanza se ha inclinado al lado contrario. Y mi odio se ha evaporado, dejando solo este otro sentimiento dentro ...
Kate Danon (La joya de Meggernie (Hermanos MacGregor #1))
Y ahora todos los trozos de mi alma se están hundiendo en la corriente y cada uno se marcha por su lado y nadie podrá ya recogerlos: nadie. Me hundo en cada uno de aquellos trozos de papel. Me hundo un millón de veces. Ahora ya no existe mi alma, se la ha llevado la corriente. Quiero estar solo. En silencio. Con el móvil apagado. Quiero que el mundo entero sufra porque desconoce mi paradero. Quiero que el mundo entero se sienta solo y abandonado como yo ahora. Sin Beatrice, que se está muriendo, sin pelo. Sin Beatrice, que no aguanta más. Y yo no he podido ni siquiera reconocer la otra mitad de mi sueño. He huido de la chica a la que quería proteger toda mi vida. Soy un cobarde. No existo.
Alessandro D'Avenia (Bianca come il latte, rossa come il sangue)
Los que están enamorados tienen una inclinación natural a vincularse por medio de promesas. Las canciones de amor del mundo entero están llenas de promesas de fidelidad eterna. La ley cristiana no impone sobre la pasión del amor algo que es ajeno a la naturaleza de esa pasión: exige que los enamorados se tomen en serio algo que su pasión por sí misma los impulsa a hacer. Y, por supuesto, la promesa, hecha cuando estoy enamorado y porque estoy enamorado, de ser fiel al ser amado durante toda mi vida, me compromete a ser fiel aunque deje de estar enamorado. Una promesa debe ser hecha acerca de cosas que yo puedo hacer, acerca de actos: nadie puede prometer seguir sintiendo los mismos sentimientos.
C.S. Lewis (Mere Christianity)
«Pues bien – dije –, si Dios no me va a abandonar, ¿qué puede ocurrirme o qué importancia puede tener el que todo el mundo me haya abandonado, cuando pienso que la pérdida sería mucho mayor si tuviese el mundo entero a mi disposición y perdiese el favor y la bendición de Dios?». Desde ese momento, comencé a convencerme de que, posiblemente, era más feliz en esta situación de soledad y abandono que en cualquier otro estado en el mundo. Con estos pensamientos le di gracias a Dios por haberme traído a este lugar. No se qué ocurrió, pero algo me turbó y me impidió pronunciar las palabras de agradecimiento. «¿Cómo puedes ser tan hipócrita – me dije en voz alta – y fingirte agradecido por una situación de la cual, a pesar por tus esfuerzos por resignarte a ella, deseas liberarte con todas las fuerzas de tu corazón?».
Daniel Defoe (Robinson Crusoe)
Soy joven, tengo veinte años, pero no conozco de la vida más que la desesperación, el miedo, la muerte y el tránsito de una existencia llena de la más absurda superficialidad a un abismo de dolor. Veo a los pueblos lanzarse unos contra otros, y matarse sin rechistar, ignorantes, enloquecidos, dóciles, inocentes. Veo a los más ilustres cerebros del mundo inventar armas y frases para hacer posible todo eso durante más tiempo y con mayor refinamiento. Y, al igual que yo, se dan cuenta de ello todos los jóvenes de mi edad, aquí y entre los otros, en todo el mundo; conmigo lo está viviendo toda mi generación. ¿Qué harán nuestros padres si un día nos levantamos y les exigimos cuentas? ¿Qué esperan que hagamos cuando llegue una época en la que no haya guerra? Durante años enteros nuestra tarea ha sido matar; éste ha sido el primer oficio de nuestras vidas. Nuestro conocimiento de la vida se reduce a la muerte. ¿Qué más puede suceder después de esto? ¿Y qué será de nosotros?
Erich Maria Remarque (All Quiet on the Western Front)
Cuando todo en mi derredor estaba en orden, cuando estaba contento con todo lo que me rodeaba y con la esfera en la que tenía que vivir, la llenaba con mis afectos. Mi alma expansiva se extendía sobre otros objetos, y atraída sin cesar lejos de mí por gustos de mil especies, por vínculos amables que sin cesar ocupaban mi corazón, me olvidaba en cierta manera de mí mismo, participaba por entero de lo que me era extraño y sentía en la continua agitación de mi corazón toda la vicisitud de las cosas humanas. Esta tortuosa vida no me dejaba ni paz en los adentros, ni reposo fuera. En apariencia dichoso, `no tenía un solo sentimiento que pudiera soportar la prueba de la reflexión y en el que pudiera deleitarme verdaderamente. Nunca estaba totalmente contento, ni de otro ni de mí mismo. El tumulto del mundo me aturdía, la soledad me hastiaba, tenía continuamente necesidad de cambiar de sitio y no esta bien en ninguna parte. Sin embargo, era agasajado, muy estimado, bien recibido, acariciado por doquier. No tenía un solo enemigo, ni malqueriente ni envidioso. Como no se buscaba sino complacerme, con frecuencia yo mismo tenía el placer de complacer a mucha gente, y sin bienes, sin empleo, sin fautores, sin grandes talentos bien desarrollados ni bien conocidos, gozaba de las ventajas añadidas a todo aquello y no veía a nadie en estado alguno cuya suerte pareciérame preferible a la mía. ¿Que me faltaba entonces para ser feliz? Lo ignoro; pero sé que no lo era.
Jean-Jacques Rousseau (Reveries of the Solitary Walker)
No necesito un reino, si estás a mi lado, ya tengo el mundo entero.
Emma Chase (Royally Screwed (Royally, #1))
Debo empezar por unas disculpas ("mal comienzo", decía mi abuela). ¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonar? ¿De no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria? ¿De no haber aceptado humildemente la gigantesca carga histórica de desprecio y abandono? ¿De habernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros caminos cerrados? ¿De no habernos atenido al Código Penal de Chiapas, el más absurdo y represivo del que se tenga memoria? ¿De haber demostrado al resto del país y al mundo entero que la dignidad humana vive aún y está en sus habitantes más empobrecidos? ¿De habernos preparado bien y a conciencia antes de iniciar? ¿De haber llevado fusiles al combate, en lugar de arcos y flechas? ¿De haber aprendido a pelear antes de hacerlo? ¿De ser mexicanos todos? ¿De ser mayoritariamente indígenas? ¿De llamar al pueblo mexicano todo a luchar de todas las formas posibles, por lo que les pertenece? ¿De luchar por libertad, democracia y justicia? ¿De no seguir los patrones de las guerrillas anteriores? ¿De no rendirnos? ¿De no vendernos? ¿De no traicionarnos? ¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo? ¿Los que, durante años y años, se sentaron ante una mesa llena y se saciaron mientras con nosotros se sentaba la muerte, tan cotidiana, tan nuestra que acabamos por dejar de tenerle miedo? ¿Los que nos llenaron las bolsas y el alma de declaraciones y promesas? ¿Los muertos, nuestros muertos, tan mortalmente muertos de muerte "natural", es decir, de sarampión, tosferina, dengue, cólera, tifoidea, mononucleosis, tétanos, pulmonía, paludismo y otras lindezas gastrointestinales y pulmonares? ¿Nuestros muertos, tan mayoritariamente muertos, tan democráticamente muertos de pena porque nadie hacía nada, porque todos los muertos, nuestros muertos, se iban así nomás, sin que nadie llevara la cuenta, sin que nadie dijera, por fin, el "¡YA BASTA!", que devolviera a esas muertes su sentido, sin que nadie pidiera a los muertos de siempre, nuestros muertos, que regresaran a morir otra vez pero ahora para vivir? ¿Los que nos negaron el derecho y don de nuestras gentes de gobernar y gobernarnos? ¿Los que negaron el respeto a nuestra costumbre, a nuestro color, a nuestra lengua? ¿Los que nos tratan como extranjeros en nuestra propia tierra y nos piden papeles y obediencia a una ley cuya existencia y justeza ignoramos? ¿Los que nos torturaron, apresaron, asesinaron y desaparecieron por el grave "delito" de querer un pedazo de tierra, no un pedazo grande, no un pedazo chico, sólo un pedazo al que se le pudiera sacar algo para completar el estómago? ¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo? ¿El presidente de la república? ¿Los secretarios de estado? ¿Los senadores? ¿Los diputados? ¿Los gobernadores? ¿Los presidentes municipales? ¿Los policías? ¿El ejército federal? ¿Los grandes señores de la banca, la industria, el comercio y la tierra? ¿Los partidos políticos? ¿Los intelectuales? ¿Galio y Nexos? ¿Los medios de comunicación? ¿Los estudiantes? ¿Los maestros? ¿Los colonos? ¿Los obreros? ¿Los campesinos? ¿Los indígenas? ¿Los muertos de muerte inútil? ¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?
Subcomandante Marcos
-Polaca, ¿de dónde eres, que no te encuentro el acento por ningún lugar? -Parce, pana, pata, che boludo, and I can speak English as well as Nancy Reagan. Soy del mundo entero, querido. Igual que mi culo. Ni mi culo ni yo tenemos bandera.
Pedro Medina León (Varsovia)
No me apetece que me compadezcan. En realidad, no es verdad, me gustaría que el mundo entero me compadeciera. Soy patética y me siento desgraciada. Pero no quiero que nadie me compadezca si ello conlleva pensar en mi útero.
Rainbow Rowell (Attachments)
-¿Cuál es mi color favorito? -Fácil. El azul. -¿Qué azul? -¡Azul dormitorio!-Señalo alrededor-. Las paredes. Tu camisa. Mi vestido. Azul Tiffany. ....-El me sujeta de los tobillos y me arrastra hacia el pie de la cama. Hay un espejo de cuerpo entero, y me veo a mi misma, al fin sentada en la cama de esta habitación azul turquesa. Las paredes están pintadas del azul de mis ojos. He estado un poco lenta. -¡Pero este es el azul más precioso del mundo! -Ya lo sé. Santo Dios, Lucinda. Creía que me descubrirías en cuanto vieras esta habitación.
Sally Thorne (The Hating Game)
Taylor Jewel, mi amiga más antigua en el mundo entero. Habíamos pasado por mucho juntas y sabía que era todo un milagro que nos hubiésemos reencontrado al otro lado.
Jenny Han (We'll Always Have Summer (Summer #3))
El hombre no es más que un junco, el más débil de la naturaleza, pero un junco que piensa. No es necesario que el Universo entero se arme para aplastarle. Un vapor, una gota de agua, son bastante para hacerlo perecer. Pero, aun cuando el Universo le aplastara, el hombre sería más noble que lo que le mata, porque él sabe que muere. Y la ventaja que el Universo tiene sobre él, el Universo no la conoce. No debo buscar mi dignidad sobre la base del espacio, sino de la regulación de mi pensamiento. No tendré más si poseo mundos. Por el espacio el universo me comprende y me absorbe como un punto; por el pensamiento, yo lo comprendo a él. Pascal, Pensamientos
Zena Hitz (Pensativos: Los placeres ocultos de la vida intelectual (Nuevo Ensayo nº 97) (Spanish Edition))
Me gusta la música -dijo lentamente- porque cuando la escucho me... me pierdo dentro de mí misma, no sé si eso tiene sentido. Me vacío y me lleno al mismo tiempo y siento que el mundo entero gira a mi alrededor. Cuando toco, no estoy..., para empezar, no estoy destruyendo, sino creando -se mordió el labio-. antes quería ser curandera. Cuando era... mucho antes de que este se convirtiese en mi oficio, cuando era casi demasiado joven para acordarme, quería ser curandera.
Sarah J. Maas (Throne of Glass (Throne of Glass, #1))
Playboy: ¿Está realmente en nuestras manos? O, como parece que aboga por la utilización de los ordenadores para manipular el futuro de culturas enteras, ¿no está realmente alentando al hombre a que renuncie al control de su destino? McLuhan: Antes que todo —y me sabe mal tener que insistir en este descargo de responsabilidad—, yo no abogo por nada; sólo sondeo y preveo tendencias. Aunque me opusiera a ellas o pensara que son catastróficas, no podría pararlas; así pues, ¿por qué tendría que perder mi tiempo lamentándome? Cuando la escritora Margaret Fuller comentó «acepto el universo», Carlyle dijo de ella: «más le vale». No veo ninguna posibilidad de una rebelión ludita global que destruya la maquinaria, así que podemos sentarnos cómodamente, ver qué pasa y contemplar lo que nos pasará en un mundo cibernético. Estar resentidos con una nueva tecnología no detendrá el proceso de ésta. Lo importante que debemos recordar es que en cualquier momento que utilizamos o percibimos una ampliación tecnológica de nosotros mismos, inevitablemente la acogemos. Siempre que vemos una pantalla de televisión o leemos un libro, estamos asimilando esas ampliaciones de nosotros mismos dentro de nuestro sistema individual y experimentando un «cierre» automático o desplazamiento de la percepción; no podemos huir de esta acogida perpetua de nuestra tecnología cotidiana a no ser que escapemos de la tecnología misma y huyamos a la cueva de un ermitaño. Al acoger de forma consistente todas estas tecnologías, inevitablemente nos relacionamos con ellas como servomecanismos. Así, para poder utilizarlas todas, primero debemos servirles como si fueran dioses. El esquimal es un servomecanismo de su kayak, el vaquero de su caballo, el hombre de negocios de su reloj, el cibernético —y pronto el mundo entero— de su ordenador. Por decirlo de otra forma, a los despojos pertenece el ganador. Esta modificación continua del hombre por parte de su propia tecnología lo alienta a encontrar medios constantes para modificarla; el hombre se convierte, pues, en los órganos sexuales del mundo de las máquinas, como lo es la abeja en relación al mundo botánico, permitiéndole reproducirse y evolucionar hacia formas más elevadas. El mundo de las maquinas corresponde la devoción del hombre premiándole con bienes, servicios y recompensa. La relación entre el hombre y su maquinaría es, pues, intrínsecamente simbiótica. Siempre ha sido así; el hombre cuenta con la oportunidad de reconocer su unión con su propia tecnología sólo en la era eléctrica. La tecnología eléctrica es una extensión cualitativa de la relación hombre/máquina; la relación del hombre del siglo xx con el ordenador no es, por naturaleza muy distinta a la relación que mantenía el hombre prehistórico con su barco o su rueda —con la importante diferencia que todas las tecnologías o extensiones del hombre previas eran parciales y fragmentarias, mientras que la eléctrica es total e inclusiva—. Ahora el hombre está empezando a llevar puesto su cerebro fuera del cráneo y sus nervios fuera de su piel; la nueva tecnología cría un nuevo hombre. Una viñeta reciente mostraba un niño que le decía a su madre desconcertada: «De mayor seré un ordenador». El humor es a menudo profético.
A. Carlos Scolari (Ecología de los medios: Entornos, evoluciones e interpretaciones (Comunicación nº 500442) (Spanish Edition))
¡Disuélvase Roma en el Tíber y caiga el ancho arco del imperio! Mi sitio es éste. Los reinos son barro, y la tierra con su estiércol mantiene a bestias y a hombres. Lo grandioso de la vida es hacer esto, cuando una pareja tan unida puede hacerlo. Por lo cual, ¡bajo castigo reconozca el mundo entero que somos inigualables!
William Shakespeare
―Eres el mejor, el novio más comprensivo del mundo entero. Suspira y me devuelve mi abrazo. ―No, no lo soy... soy el novio más manipulable en el mundo entero.
Colleen Hoover (Hopeless (Hopeless, #1))
En el taxi, de camino a Shibuya, mientras la observaba, me pregunté qué era aquella emoción que yo sentía de pronto. Pero entonces no logré hallar la respuesta. La descubrí doce o trece años después. Había viajado a Santa Fe, Nuevo México, para entrevistar a un pintor. Al atardecer entré en una pizzería y, mientras bebía cerveza y tomaba una pizza, contemplé una puesta de sol tan hermosa que parecía un milagro. El mundo entero estaba teñido de rojo. Mi mano, el plato, la mesa..., todo lo que había ante mis ojos estaba teñido de rojo. De un rojo tan brillante que parecía bañado en un jugo de frutas. En aquel atardecer abrumador me acordé de Hatsumi. Y comprendí qué había sido el estremecimiento del corazón que ella me había provocado. Era un anhelo adolescente que no había sido, ni sería jamás, colmado. Durante mucho tiempo guardé este anhelo ardiente y puro en mi interior, hasta el punto que incluso había terminado olvidándome de su existencia. Hatsumi había despertado una parte de mí que llevaba largo tiempo durmiendo. Al darme cuenta, me sentí tan triste que se me saltaron las lágrimas. Ella había sido una mujer excepcional. Alguien hubiera debido salvarla.
Haruki Murakami (Tokio blues. Norwegian Wood)
<negar nuestro consentimiento>> "Pero Steinlauf me hace callar. Ha terminado de lavarse, ahora se está secando con la chaqueta de tela que antes tenía enroscada entre las piernas y que luego va a ponerse, y sin interrumpir la operación me da una lección en toda regla. He olvidado hoy, y lo siento, sus palabras directas y claras, las palabras del que fue el sargento Steinlauf del Ejército austro-húngaro, cruz de hierro en la guerra de 1914-1918. Lo siento porque tendré que traducir su italiano inseguro y su razonamiento sencillo de buen soldado a mi lenguaje de incrédulo. Pero éste era el sentido, que no he olvidado después ni olvidé entonces: que precisamente porque el <> es una gran máquina para convertirnos en animales, nosotros no debemos convertirnos en animales; que aun en este sitio se puede sobrevivir, y por ello se debe querer sobrevivir, para contarlo, para dar testimonio; y que para vivir es importante esforzarse por salvar al menos el esqueleto, la armazón, la forma de la civilización. Que somos esclavos, sin ningún derecho, expuestos a cualquier ataque, abocados a una muerte segura, pero que nos ha quedado una facultad y debemos defenderla con todo nuestro vigor porque es la última: la facultad de negar nuestro consentimiento. Debemos, por consiguiente, lavarnos la cara sin jabón, en el agua sucia, y secarnos con la chaqueta. Debemos dar betún a los zapatos no porque lo diga el reglamento sino por dignidad y por limpieza. Debemos andar derechos, sin arrastrar los zuecos, no ya en acatamiento de la disciplina prusiana sino para seguir vivos, para no empezar a morir. Estas cosas me dijo Steinlauf, hombre de buena voluntad: cosas extrañas para mi oído desacostumbrado, entendidas y aceptadas sólo en parte, y mitigadas por una doctrina más fácil, dúctil y blanda, la que hace siglos que se respira más acá de los Alpes y según la cual, entre otras cosas, no hay vanidad mayor que esforzarse en tragarse enteros los sistemas morales elaborados por los demás, bajo otros cielos. No, la prudencia y la virtud de Steinlauf, ciertam ente buenas para él, no me bastan. Frente a este complicado mundo inferior mis ideas es tán confusas: ¿será realmente necesario establecer un sistema y practicarlo? ¿No será más saludable tomar conciencia de no tener sistema?
Primo Levi (Trilogía de Auschwitz: Si esto es un hombre / La tregua / Los hundidos y los salvados)
Comprendí que se acercaba el final. Mi madre había comenzado en ese momento el viaje hacia el lugar en el que se encuentra ahora. Hacia su estrella en la Osa Menor, hacia su campo de girasoles suspendido en el cielo o tal vez hacia otro universo, donde existe tan solo un Mar Entero de Esmeralda, que de vez en cuando se desmigaja y llega a otros mundos en forma de ojos verdes.
Tatiana Țîbuleac (El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes)
Todo iba mal. Mi mundo entero-cuando eres un niño tus amigos son tu mundo-se caía a pedazos.
C.J. Tudor
Como si el dolor del mundo entero me hubiese caído de golpe sobre los hombros, todas las lágrimas, acumuladas durante largo tiempo en el fondo de mi corazón en pequeños y duros cristales, se habían disuelto de golpe, formando un río impetuoso que me arrastraba. Lloré la muerte de mis abuelos, el encarcelamiento de mi padre, la lejanía de mamá, el exilio y la soledad, la falta de besos, los agujeros en los zapatos, lloré el esfuerzo de crecer y la pena de existir.
Marisa Madieri (Verde agua)
Somos dueños de nuestros actos, Emma. A menudo las mujeres nos sacrificamos sin alardear de ello, sin pretender compensaciones ni siquiera comprensión. Parece nuestro sino —añadió con desencanto—. Tú lo decidirás. Lo único que pretendo transmitirte es que jamás debes culparte ni avergonzarte de tu vida. Sé feliz. De una u otra manera, el mundo entero se pondrá a vuestros pies; tú decidirás. Y si alguien no te comprende, sea mi hijo u otro hombre, apártate de él, no te merece.
Ildefonso Falcones (El pintor de almas)
La muerte de un bebé vegetal. Contempló la desgracia de su hijo desde el ángulo más doloroso. La muerte de un bebé vegetal, que solo tiene funciones vegetativas, no iba acompañada de sufrimiento. Muy bien, pero ¿qué significa la muerte para un bebé así? ¿O la vida? El germen de una existencia aparece sobre una llanura de nada extendida durante millones de años, y allí crece durante diez meses. Evidentemente, un feto no tiene conciencia; tan solo se acurruca formando una bola y existe en un mundo oscuro y mucoso. Luego sale peligrosamente al mundo exterior, donde todo es duro, frío, estridente, seco y de un fulgor impetuoso. Un mundo que el bebé no puede abarcar por entero y se ve obligado a vivir con numerosos entes extraños. Pero, para un bebé vegetal, esa estancia en el mundo exterior solo consiste en unas pocas horas de sufrimiento incomprensible. A continuación, el instante de sofocación y, una vez más, vuelve a ser la fina arena de la nada en la llanura que abarca infinitos años. ¿Y si en realidad existía un juicio final? ¿En qué categoría de los Muertos podría emplazarse, juzgarse y sentenciarse a un bebé vegetal muerto a poco de nacer? ¿Acaso las pruebas no resultarían insuficientes para cualquier juez? ¡Pruebas totalmente irrelevantes!, pensó Bird sofocándose. Podrían llamarme como testigo y ni siquiera sería capaz de identificar a mi propio hijo, a no ser por la protuberancia de la cabeza.
Kenzaburō Ōe (A Personal Matter)