Lectors Quotes

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Uno se hace lector para completar lo inacabado. Para completarse
Antonio Santa Ana (Los ojos del perro siberiano)
Un lector vive mil vidas antes de morir. Aquel que nunca lee vive solo una.
George R.R. Martin (A Dance with Dragons (A Song of Ice and Fire, #5))
Pocas cosas marcan tanto a un lector como el primer libro que realmente se abre camino hasta su corazón. Aquellas primeras imágenes, el eco de esas palabras que creemos haber dejado atrás, nos acompañan toda la vida y esconden un palacio en nuestra memoria al que, tarde o temprano –no importa cuántos libros leamos, cuántos mundos descubramos, cuánto aprendamos u olvidemos–, vamos a regresar.
Carlos Ruiz Zafón (The Shadow of the Wind (The Cemetery of Forgotten Books, #1))
Y es que, por encima de formas y formatos, más allá de los rollos de papiro, los libros de papel o los lectores electrónicos, está la perenne pasión del ser humano por que le cuenten historias.
Santiago Posteguillo (La noche en que Frankenstein leyó el Quijote)
He was so pretty I wanted to frame him and put him on my nightstand in a totally non-creepy, non-Hannibal Lector skin-suit-wearing kind of way.
Tara Sivec (Seduction and Snacks (Chocolate Lovers, #1))
Toda mi vida modifica el libro que estoy leyendo.
Jorge Luis Borges
Al lector se le llenaron de pronto los ojos de lágrimas, y una voz cariñosa le susurró al oído: —¿Por qué lloras, si todo en este libro es de mentira? Y él respondió: —Lo sé; pero lo que yo siento es de verdad.
Ángel González (Nada grave)
The goal of government, you see,” and the Arch Lector prodded at the air with his bony forefinger, “is to load the unhappiness onto those least able to make you suffer for it.
Joe Abercrombie (A Little Hatred (The Age of Madness, #1))
«Un buen libro, Marcus, no se mide sólo por sus últimas palabras, sino por el efecto colectivo de todas las palabras precedentes. Apenas medio segundo después de haber terminado el libro, tras haber leído la última palabra, el lector debe sentirse invadido por un fuerte sentimiento; durante un instante, sólo debe pensar en todo lo que acaba de leer, mirar la portada y sonreír con un gramo de tristeza porque va a echar de menos a todos los personajes. Un buen libro, Marcus, es un libro que uno se arrepiente de terminar.»
Joël Dicker (La verdad sobre el caso Harry Quebert)
Then what are you? An electronic Hannibal Lector? You can't eat my liver with fava beans through a modem, you know.
Dean Koontz (Demon Seed)
Desconfíen siempre vuestras mercedes de quien es lector de un solo libro.
Arturo Pérez-Reverte (Purity of Blood (Adventures of Captain Alatriste, #2))
When you feel strain, keep your mouth shut if you can.
Thomas Harris (Red Dragon (Hannibal Lecter, #1))
I’m not like Hannibal Lector, don’t worry. Human flesh doesn’t interest me, not in a culinary way.
Aubrey Dark (His (Dark Romance #1))
Disfruto mucho de la Literatura Fantástica por todo lo real que involucra. El Lector está relajado, con las defensas bajas, tratando de disfrutar de una aventura desestructurada. Este particular contexto es el ambiente ideal para que te dejes transportar hacia un mundo imaginario que, paradójicamente, te dejará reflexionando sobre cuestiones de la vida que, por más que no podamos llegar a comprenderlas del todo, poco tienen que ver con la ficción.
Gonzalo Guma (Equinoccio. Susurros del destino)
Sólo se escribe la mitad de un libro: de la otra mitad debe ocuparse el lector.
Joseph Conrad
El viejo toma confianza y empieza a husmear en nuestra biblioteca. Yo lo animo. Va haciendo gestos de asentimiento, de reconocimiento, de aprobación. De ésos que sólo puede hacer un lector frente a otros lectores, como si perteneciéramos a una secta.
Benito Taibo (Persona normal)
Tú lee todo lo que puedas. Reúne cultura. Cuanta más, mejor. Para que no caigas al agujero en el que están cayendo muchos en este país.
Fernando Aramburu (Patria)
Una historia es, en definitiva, una conversación entre quien la narra y quien la escucha, y un narrador solo puede contar hasta donde le llega el oficio y un lector solo puede leer hasta donde lleva escrito en el alma.
Carlos Ruiz Zafón (El laberinto de los espíritus (El cementerio de los libros olvidados, #4))
¿Cómo se hace un lector? Me parece que tiene que ver con la libertad. Quiero decir que el no sentirte obligado a leer genera una forma distinta de acercarte al libro, donde no hay más obligación que el gusto por saber qué es lo que sigue. ¿Será que, como dicen, los libros te cambian?
Benito Taibo (Cómplices)
Leer te hace ver más lejos, te hace ver a los ojos de los otros, como iguales, sean del sexo que sean, la religión que sea, la condición social que tengan. Leer abre tu mente y no permite que se llene de polvosos prejuicios, de malas intenciones, de ideas preconcebidas. Pero lo lamento, no te hace ser mejor a menos que quieras ser mejor. El asesino serial no dejará de serlo si lee Mujercitas y el cruel dictador no se volverá demócrata convencido si cae en sus manos Sandokán y los tigres de la Malasia. Pero el poder de decisión está en el lector.
Benito Taibo (Corazonadas)
Conozco a personas que “leen” muchísimo, libro tras libro y línea a línea, y a las que, sin embargo, no calificaría de “buenos lectores”. Es cierto que estas personas poseen una gran cantidad de “conocimientos”, pero su cerebro no sabe organizar y registrar el material adquirido. Les falta el arte de separar, en un libro, lo que es de valor para ellos y lo que es inútil, de conservar para siempre en la memoria lo que interesa de verdad y desechar lo que no les reporta ventaja alguna.
Adolf Hitler
Los que leemos ciencia-ficción, lo hacemos porque amamos la experiencia que supone la reacción en cadena de las ideas que tiene lugar en nuestras mentes por lo que hemos leído, algo novedoso; así, el propósito final de la mejor ciencia-ficción es la colaboración entre el autor y el lector, una colaboración en la que ambos son creadores — y disfrutan de ello: el disfrute es el ingrediente esencial y definitivo de la ciencia-ficción, el disfrute del descubrimiento de las cosas nuevas.
Philip K. Dick
—Colton, ¿qué tú quieres que los lectores aprendan de tu historia? Sin dudarlo, la miró a los ojos y le dijo: —Quiero que sepan que el cielo es real. Todd Burpo Imperial, Nebraska Mayo de 2010
Todd Burpo (Heaven is for Real: A Little Boy's Astounding Story of His Trip to Heaven and Back)
Sin duda cada ser tiene, en el universo de lo escrito, una obra que le convertirá en lector, suponiendo que el destino favorezca su encuentro. Lo que Platón dice de la mitad amorosa, ese otro ser que circula por alguna parte y que conviene encontrar a riesgo de permanecer incompleto hasta el día de tu muerte, es todavía más auténtico en el caso de los libros.
Amélie Nothomb (The Book of Proper Names)
Me cae bien la gente que lee libros, y no sólo porque yo solía escribirlos. Los lectores de libros están tan dispuestos como cualquiera a iniciar una conversación con el tema del tiempo, pero son capaces de pasar de ahí.
Stephen King
El lector es un crítico con una ocupación importantísima: complacerse a sí mismo.
Ben Hecht
El buen lector es que tiene casi constantemente la impresión de que no se ha enterado bien.
José Ortega y Gasset
La lectura es libertad y el lector, al leer, reinventa aquello mismo que lee; participa así en la creación universal.
Octavio Paz (Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe)
No es fácil prestarle los libros a alguien que los ama lo suficiente para no devolverlos. Entre perder una amistad y perder un libro, cualquier bibliófilo prefiere perder una amistad.
Juan Villoro (Conferencia sobre la lluvia)
Por lo que me toca, me pregunto si alguna vez conseguiré hacer sentir que el verdadero y único personaje que me interesa es el lector, en la medida en que algo de lo que escribo debería contribuir a mutarlo, a desplazarlo, a extrañarlo, a enajenarlo.
Julio Cortázar (Rayuela)
Para leer, podemos traer a un notario. Leer es una actividad mecánica. Puede ser cumplida por un autómata, un autómata ilustrado, eso sí. La lectura no exige tener ideas propias, pero sí seguir el ritmo de las frases, algo más difícil de lo que parece...
Juan Villoro (Conferencia sobre la lluvia)
Escribir es crear sueños. El escritor tiene una responsabilidad con sus lectores
Javier Salazar Calle
Creo que lo más importante a la hora de escribir es pensar que algún lector necesitado espera con ansias ese texto. Comencé a escribir pensando en lo que quería leer. Si mantienes esa premisa, quieras o no, serás honesto.
Susan Sontag
Si alguien lee para ti, desea tu placer; es un acto de amor y un armisticio en medio de los combates de la vida. Mientras escuchas con soñadora atención, el narrador y el libro se funden en una única presencia, en una sola voz. Y, de la misma forma que tu lector modula para ti las inflexiones, las sonrisas tenues, los silencias y las miradas, también la historia es tuya por derecho inalienable. Nunca olvidarás a quien te contó un buen cuento en la penumbra de una noche.
Irene Vallejo (El infinito en un junco: La invención de los libros en el mundo antiguo)
¿Qué vas a leer? Si tienes suerte, podrás vivir unos ochenta años. De los cuales, si comenzaste a leer a los seis, tendrás setenta y cuatro de vida útil como lector. Si lees sin parar un libro por semana durante esos setenta y cuatro años completos, sin fallar, a lo largo de tu vida puedes leer 3848 títulos. No son muchos... ¿Ya escogiste qué vas a leer?
Benito Taibo (Desde mi muro)
Releer no es repetirse, es ofrecer una prueba siempre nueva de un amor infatigable.
Daniel Pennac (Comme un roman)
Conozco el color, la textura, el peso, la ubicación y la vecindad que tienen los libros que son míos.
Juan Villoro (Conferencia sobre la lluvia)
Quizás hay en los libros algún tipo de instinto secreto que les lleva a sus lectores perfectos. ¡Sería maravilloso que fuera verdad!
Mary Ann Shaffer (The Guernsey Literary and Potato Peel Pie Society)
Los que escriben con claridad tienen lectores, los que escriben oscuramente tienen comentaristas
Albert Camus
Fui un gran lector de novelas hasta que empecé a reseñarlas y, como es natural, tuve que dejar de leerlas.
G.K. Chesterton
La mejor receta para la novela policíaca: el detective no debe saber nunca más que el lector.
Agatha Christie
Los lectores siempre se encuentran a sí mismo, de una forma o de otra, en un libro. Leer es un estímulo completamente egoísta. Buscamos inconscientemente lo que nos dice algo. Por muy estrambóticas o improbables que sean las historias que los escritores crean, siempre habrá lectores que les dirán: «¡Increíble! ¡Ha escrito usted mi vida!»
David Foenkinos (Le Mystère Henri Pick)
De hecho, ¿qué es leer sino dibujar en el silencioso cinematógrafo de nuestra mente una de las cosas que el escritor nos describe con letras?
Orhan Pamuk (The Black Book)
No digo esto con la más pequeña intención de disminuir las muchas virtudes de aquel excelente rey, cuyos méritos, sin embargo, temo que habrán de quedar muy mermados a los ojos del lector inglés con este motivo; pero juzgo que este defecto tiene por origen la ignorancia de aquel pueblo, que todavía no ha reducido la política a una ciencia,
Jonathan Swift (Los viajes de Gulliver (Edición Completa))
Cada época lee a sus clásicos de distinta manera. El lector encuentra en ellos los contenidos que le permiten aclarar su presente, resolver sus dilemas, vislumbrar con mayor claridad sus objetivos. Una gran obra trascenderá siempre las intenciones de su autor y las limitaciones de su tiempo
Sergio Pitol (Soñar la realidad)
Con todo, ni siquiera yo puedo crear un personaje imaginado que resulte tan unidimensional como el lector corriente
Gore Vidal
Lo sucesivo del lenguaje indebidamente exagera los hechos que indicamos, ya que cada palabra abarca un lugar en la página y un instante en la mente del lector...
Jorge Luis Borges (Brodie's Report)
Y ahora mi estimado lector, prepárate a leer la narración más impura que se haya narrado jamás...
Marquis de Sade (Los 120 Días De Sodoma)
El vicio de todo lector voraz: comprar libros para tenerlos, para leerlos algún día.
Juan Forn (Los viernes: tomo uno)
Una historia es un laberinto infinito de palabras, imágenes y espíritus conjurados para desvelarnos la verdad invisible sobre nosotros mismos. Una historia es, en definitiva, una conversación entre quien la narra y quien la escucha, y un narrador solo puede contar hasta donde le llega el oficio y un lector solo puede leer hasta donde lleva escrito en el alma. Esa es la regla maestra que sostiene todo artificio de papel y tinta, porque cuando se apagan las luces, se silencia la música y se vacía el patio de butacas, lo único que importa es el espejismo que ha quedado grabado en el teatro de la imaginación que alberga todo lector en su mente. Eso y la esperanza que todo hacedor de cuentos lleva dentro: que el lector haya abierto su corazón a alguna de sus criaturas de papel y le haya entregado algo de sí mismo para hacerla inmortal, aunque solo sea por unos minutos.
Carlos Ruiz Zafón (El laberinto de los espíritus (El cementerio de los libros olvidados, #4))
PRÓLOGO Desocupado lector: sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse.
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote)
La buena literatura nunca había tenido por objeto ser un ejemplo o eco de la vida real, sino que estaba hecha para abstraer al lector momentáneamente de la vida, liberando su mente de consideraciones para posibilitar su solaz con el glorioso lenguaje de vívidas composiciones de palabras en forma de ideas imaginarias o fantasiosas.
Colleen McCullough (El primer hombre de Roma)
There’s no need to rush, Arch Lector. That’s the trouble with good legs, you tend to run around too much. If you have trouble moving, on the other hand, you don’t move until you damn well know it’s time.
Joe Abercrombie (The Blade Itself (The First Law, #1))
En una ocasión oí comentar a un cliente habitual en la librería de mi padre que pocas cosas marcan tanto a un lector como el primer libro que realmente se abre camino hasta su corazón. Aquellas primeras imágenes, el eco de esas palabras que creemos haber dejado atrás, nos acompañan toda la vida y esculpen un palacio en nuestra memoria al que, tarde o temprano--no importa cuántos libros leamos, cuántos mundos descubramos, cuánto aprendamos u olvidemos--, vamos a regresar.
Carlos Ruiz Zafón (The Shadow of the Wind (The Cemetery of Forgotten Books, #1))
Pero la acción no se limita a llevar a cabo lo que he pensado y decidido previamente. Surge de una fuente propia, y es tan independiente como lo es mi pensamiento y lo son mis decisiones.
Bernhard Schlink (El lector)
Reconozco el terror como la principal emoción, así que trato de aterrorizar al lector. Pero si me parece que no puedo aterrorizarle, voy a intentar horrorizarle, y si veo que no puedo horrorizarle, intentaré asquearle. Yo no soy orgulloso.
Stephen King
Demuestre que usted es un autor «inteligente»; en esa forma nadie sabrá que es inteligente de verdad, cosa peligrosísima. Téngalo en cuenta: muchas personas leen solamente los títulos. Después compran la obra y la archivan en sus bibliotecas per sécula. Si no se esmera, perderá el treinta y cinco por ciento de los lectores.
Alberto Laiseca (Matando enanos a garrotazos)
Crees que tú decidiste comprar un libro, pero en realidad él se puso ahí para que lo vieras y te sintieras atraído. Los libros no quieren ser leídos por cualquier persona, quieren ser leídos por las mejores personas, por eso buscan a sus lectores.
Juan Villoro (El libro salvaje)
(Y me digo al mismo tiempo que somos pésimos jueces del momento presente, tal vez porque el presente no existe en realidad: todo es recuerdo, esta frase que acabo de escribir ya es recuerdo, es recuerdo esta palabra que usted, lector, acaba de leer.)
Juan Gabriel Vásquez (El ruido de las cosas al caer)
Bueno-explicó-(¿Qué más desea el lector:¿Explicó?¿Contó?¿Dijo?¿Musitó?¿Interecedió?¿Requirió?¿Sibiló?, esta última palabra para enriquecer el conocido y monotonísimo axioma del fanfarrón y pseudovanguardista J.COrtázar. ¡Ah, los caminos sin fin de la vana literatura!)
Andrés Caicedo (Calicalabozo)
Que unos libros puedan alterar hasta tal punto nuestra conciencia y dejar que el mundo siga de mal en peor, es algo que deja sin palabras.
Daniel Pennac (Comme un roman)
La distancia más corta entre dos mundos, siempre será un libro.
J.A. Rangel
Los mejores libros son los que nos dicen lo que ya sabemos
George Orwell (1984)
Qué extraños lectores son ustedes, qué extraño país es este.
Orhan Pamuk (The Black Book)
El verdadero héroe en una obra literaria es el lector que la aguanta".
Seneca
La prensa crítica no derriba gobiernos ni por sí sola modifica el rumbo de la política, pero sin ella se perjudicaría mucho más la salud mental de sus lectores.
Carlos Monsiváis
El lector ideal es un traductor. Es capaz de desmenuzar un texto, retirarle la piel, cortarlo hasta la medula, seguir cada arteria y cada vena y luego poner en pie a un nuevo ser viviente
Alberto Mariguel
En definitiva, ¿qué son los best sellers —uso la palabra best seller en el mal sentido—, esos inmensos ladrillos que cierta gente compra en los aeropuertos para empezar las vacaciones y autohipnotizarse durante una semana con un libro que carece en absoluto de calidad literaria pero contiene todos los elementos que ese tipo de lector está esperando y naturalmente encuentra?
Julio Cortázar (Clases de literatura: Berkeley, 1980)
En una ocasión le dije a un editor que cuando escribes un libro debes conseguir que el lector se enamore del personaje principal, que odie a su enemigo de la misma forma que él lo hace, y que llore cuando muere quién no lo merece. Lo que olvidé decirle entonces, debido a mis escasos años e inocencia, fue que el amor es y será siempre el tema por excelencia en una novela, y si lo unes a la venganza, la muerte, y el pasado, puedes crear una bomba de relojería a punto de explotar.
Silvia Ibáñez Cambra (El Cementerio de los Reflejos)
Los libros cautivan porque le ahorran al lector el problema de vivir. Los libros se declaran por nosotros, recorren la noche por nosotros. Entran donde el lector no se atrevería a entrar, espían donde el lector cerraría los ojos. Sufren lo que el lector sería incapaz —porque la lectura lo ha embotado— de sufrir. Aunque seguramente ese lector, al momento de morir, morirá menos que quien ha sufrido en carne propia.
Eusebio Ruvalcaba (Diccionario inofensivo. Ensayos sobre las cosas.)
Lector se nace, lector se hace, lector se muere. Como el hábito no tiene finalidad práctica, no admite renuncia por abandono ni por desaliento ante el posible competidor. El lector se arrodilla como el arqueólogo, trepa escalera como el restaurador, fortalece músculos con el diccionario de María Moliner, huronea de tomo en tomo. Lee de pie y escarba en librerías, sufriendo la melancólica anemia de su bolsillo, el despiste de los libreros y la necesidad del ángel que lo aliente para desmalezar la selva de los libros chatarra. Lo creíamos sedentario y en realidad es un atleta, comparado con prójimos que sortean estas gimnasias y se solidifican en ángulo recto frente a las pantallas...
María Elena Walsh
Se descorrieron esas cortinas y Scrooge, sobresaltado, se incorporó a medias, encontrándose cara a cara con el sobrenatural personaje, tan cerca de él como yo lo estoy de ti, querido lector. Y cuenta que espiritualmente estoy a tu lado.
Charles Dickens (A Christmas Carol)
Es conveniente que el lector haga una pausa al leer esto, y piense por un momento en la larga cadena de hierro o de oro, de espinas o de flores, que jamás le hubiera rodeado a no ser por el primer eslabón que se formó en un día memorable.
Charles Dickens (Grandes Esperanzas: Clásicos de la literatura (Spanish Edition))
Cuando una biblioteca desaparece, cuando una librería cierra sus puertas, cuando un libro se pierde en el olvido, los que conocemos este lugar, los guardianes, nos aseguramos de que llegue aquí. En este lugar, los libros que se han perdido en el tiempo, viven para siempre, esperando llegar algún día a las manos de un nuevo lector, de un nuevo espíritu. En la tienda nosotros los vendemos y los compramos, pero en realidad los libros no tienen dueño. Cada libro que ves aquí ha sido el mejor amigo de alguien. Ahora sólo nos tienen a nosotros, Daniel. ¿Crees que vas a poder guardar este secreto?
Carlos Ruiz Zafón (The Shadow of the Wind (The Cemetery of Forgotten Books, #1))
y que la verdad es sólo la parte de la verdad que nos conviene, y
Almudena Grandes (El lector de Julio Verne)
Toda generación tiene el deber de rechazar lo que sus padres esperan de ella. En
Bernhard Schlink (El lector)
Un buen libro, Marcus, no se mide sólo por sus últimas palabras, sino por el efecto colectivo de todas las palabras precedentes. Apenas medio segundo después de haber terminado el libro, tras haber leído la última palabra, el lector debe sentirse invadido por un fuerte sentimiento; durante un instante, sólo debe pensar en todo lo que acaba de leer, mirar la portada y sonreír con un gramo de tristeza porque va a echar de menos a todos los personajes. Un buen libro, Marcus, es un libro que uno se arrepiente de terminar.
Joë Dicker
Quizá, para el lector, esto pase más bien por una historia europea o inglesa que no de un país tan remoto. Pero debe pararse a meditar que los caprichos de las mujeres no están limitados por frontera ni clima ninguno, y son más uniformes de lo que fácilmente pudiera imaginarse.
Jonathan Swift (Los viajes de Gulliver)
Desocupado lector, sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse. Pero no he podido yo contravenir a la orden de naturaleza; que en ella cada cosa engendra su semejante
Miguel de Cervantes Saavedra
Mediante el proceso de trazar símbolos de tinta en una página, enviaba ideas y sentimientos desde su mente a la del lector. Era un proceso mágico, tan ordinario que nadie se detenía a pensarlo. Leer una frase y entenderla era lo mismo; como en el caso de doblar un dedo, nada mediaba entre las dos cosas. No había una pausa durante la cual los símbolos se desenredaban. Veías la palabra castillo y allí estaba, a lo lejos, con bosques que se extienden ante él en pleno verano, con el aire azulado y suave del humo que asciende de la forja de un herrero y un camino empedrado que serpentea hacia la verde sombra...
Ian McEwan (Atonement)
Amaba el libro, pero el libro espontáneamente elegido. Ella entendía que el vicio o la virtud de leer dependían del primer libro. Aquel que llegaba a interesarse por un libro se convertía inevitablemente en esclavo de la lectura. Un libro te remitía a otro libro, un autor a otro autor, porque, en contra de lo que solía decirse, los libros nunca te resolvían problemas sino que te los creaban, de modo que la curiosidad del lector siempre quedaba insatisfecha.
Miguel Delibes (Señora de rojo sobre fondo gris)
Don Libro está helado Estaba el señor don Libro sentadito en su sillón, con un ojo pasaba la hoja con el otro ve televisión. Estaba el señor don Libro aburrido en su sillón, esperando a que viniera...(a leerlo) algún pequeño lector. Don Libro era un tío sabio, que sabía de Luna y de Sol, que sabía de tierras y mares, de historias y aves, de peces de todo color. Estaba el señor don Libro, tiritando de frío en su sillón, vino un niño, lo cogió en sus manos y el libro entró en calor.
Gloria Fuertes
(Entre paréntesis te contaré que en cierta ocasión una señorita me preguntó, para un periódico, si en lo que escribo hay algún mensaje. Yo le contesté que sí, que en todo lo que escribo hago llamados a la rebelión y a la revolución, pero desgraciadamente en una forma tan sutil que por lo general mis lectores se vuelven reaccionarios).
Augusto Monterroso (Viaje al centro de la fábula)
Mientras haya necesidad de encontrar otras manos, habrá libros de papel.
Juan Villoro (Conferencia sobre la lluvia)
-Tienes una soberbia imaginación, Billy. No sé qué le contesté. Probablemente "gracias" o algo por el estilo. -Aunque no logro sacarle partido -prosiguió-. ¿Por qué será? -Creo que a lo mejor es porque necesito gafas y no puedo leer, ya que veo las palabras muy borrosas. Eso explica por qué me paso todo el rato pestañeando. A lo mejor, si fuese a un oculista, podría recetarme gafas y, entonces, sería el mejor lector del curso y usted no tendría que hacerme quedar tantas tardes después de clase. Se limitó a señalar detrás de ella y a ordenarme: -Ponte a borrar las pizarras, Billy. -Sí, señorita. Lo de borrar las pizarras se me daba de maravilla. -¿Las ves borrosas? -me preguntó la señorita Roginski al cabo de un rato. -¡No, qué va! Me inventé la historia.
William Goldman (The Princess Bride)
¿Y qué fue lo que aprendieron los alumnos de Amalfitano? Aprendieron a recitar en voz alta. Memorizaron los dos o tres poemas que más amaban para recordarlos y recitarlos en los momentos oportunos: funerales, bodas, soledades. Comprendieron que un libro era un laberinto y un desierto. Que lo más importante del mundo era leer y viajar, tal vez la misma cosa, sin detenerse nunca. Que al cabo de las lecturas los escritores salían del alma de las piedras, que era donde vivían después de muertos, y se instalaban en el alma de los lectores como en una prisión mullida, pero que después esa prisión se ensanchaba o explotaba. Que todo sistema de escritura es una traición. Que la poesía verdadera vive entre el abismo y la desdicha y que cerca de su casa pasa el camino real de los actos gratuitos, de la elegancia de los ojos y de la suerte de Marcabrú. Que la principal enseñanza de la literatura era la valentía, una valentía rara, como un pozo de piedra en medio de un paisaje lacustre, una valentía semejante a un torbellino y a un espejo. Que no era más cómodo leer que escribir. Que leyendo se aprendía a dudar y a recordar. Que la memoria era el amor.
Roberto Bolaño
Puedes describir con todo detalle como un hacha penetra en el cráneo de una persona y nadie se quejará. Pero si describes con igual detalle cómo un pene entra en una vagina, recibes un montón de cartas de lectores diciéndote que no volverán a leerte nunca más. ¿Qué es eso? Los penes entrando en las vaginas traen al mundo mucha más felicidad que los hachas clavándose en los cráneos de las personas.
George R.R. Martin
Curioso: tal como el escritor selecciona un género -muchas veces no por voluntad propia, sino por las afinidades, las inclinaciones, los gustos- en el cual se siente a sus anchas, lo mismo sucede con el lector. Piénsese cuántos lectores hay que en su vida no han leído más que una novela policíaca; otros, que únicamente se han asomado a la poesía, o los que desde luego nada más se han detenido en las novelas de ciencia ficción. De todos y cada uno podría decirse lo mismo: felices ellos. Porque persisten. Y porque, cuando menos hasta que terminen lo que están leyendo, tienen un motivo más para vivir.
Eusebio Ruvalcaba (52 tips para escribir claro y entendible)
Como lector y espectador que soy, he aprendido a desconfiar del mientras. Aunque lea un libro en vilo o esté encantado durante la visión de una película, ya no juzgo hasta el día siguiente a haberlos terminado. Las más de las veces, lo confieso -es difícil sustraerse a la educación o a la programación de la sociedad en que uno vive-, al día siguiente no dedico ni una evocación ni un pensamiento a aquello que disfruté en el mientras, y descubro que se me ha disipado hasta su atmósfera. De tarde en tarde, en cambio, me doy cuenta de que la música, la pintura, la novela o la película me llaman aún y me rondan, que mi cabeza no es capaz de zafarse de ese mundo en el que estuve inmerso con la involuntaria previsión de salir de él al instante, en cuanto cerrase el volumen o abandonara el museo o el cine.
Javier Marías
Todo éxito es una apología de lo vulgar. Cualquier libro que rebasa los cien ejemplares es un fracaso para el buen gusto. ¿O qué habría de pensarse de un mismo libro leído simultáneamente por cien mil personas? ¿Se diría que lo que se está leyendo es literatura?, ¿qué tan complaciente habrá de ser ese libro para satisfacer a tantos lectores? ¿O es que la inteligencia está tan democráticamente repartida?
Eusebio Ruvalcaba (52 tips para escribir claro y entendible)
Yo creo que nadie ha definido hasta hoy un cuento de manera satisfactoria, cada escritor tiene su propia idea del cuento. En mi caso, el cuento es un relato en el que lo que interesa es una cierta tensión, una cierta capacidad de atrapar al lector y llevarlo de una manera que podemos calificar casi de fatal hacia una desembocadura, hacia un final. Aunque parezca broma, un cuento es como andar en bicicleta, mientras se mantiene la velocidad el equilibrio es muy fácil, pero si se empieza a perder velocidad ahí te caes y un cuento que pierde velocidad al final, pues es un golpe para el autor y para el lector.
Julio Cortázar
-La política- objetaba el autor- es algo así como una piedra de molino atada al cuello de la literatura, que la sumerge y ahoga en menos de seis meses. La política, en una obra de imaginación, es un pistoletazo en medio de un concierto. Produce un estruendo que, sin ser enérgico, desgarra el oído. No está a tono con ningún instrumento. Una página política ofenderá a la mitad de los lectores y matará de aburrimiento a la otra mitad.
Stendhal (Rojo y Negro)
They’re not bad people. They just want a little more.” “I thought feelings did not come into it?” The Arch Lector’s left eye had started to weep, and he pulled out a white handkerchief and gently dabbed it. “You grew up in the camps, Inquisitor Teufel.” “You know I did, Your Eminence.” “You have seen humanity in the raw.” “About as raw as it gets, Your Eminence.” “So tell me. These good people. If they get a little more, what will they want then?” Vick paused a moment, but there was nothing else to say. “A little more.” “Because that is the nature of people. And their little more must be taken from someone else, and that someone else will be less than delighted. One cannot eliminate unhappiness any more than one can eliminate darkness. The goal of government, you see,” and the Arch Lector prodded at the air with his bony forefinger, “is to load the unhappiness onto those least able to make you suffer for it.
Joe Abercrombie (A Little Hatred (The Age of Madness, #1))
Vivimos entre libros, hemos tenido la libertad de elegirlos y la posibilidad de descifrarlos en una era en que la instrucción fue (casi) universal. No ncesitamos ser monjes ni damas de la nobleza y si pertenecemos a una cofradía no es la del poder ni la del dogma, simplemente hemos sido elegidos por los libros a temprana edad. Bendito sea un privilegio desinteresado, no esgrimido para someter a los diferentes,
María Elena Walsh (Fantasmas en el parque)
Querido Lector, Soy una escritora y las letras son mi arma. Quiero lastimarte. Quiero que mis letras sean sal y quiero tirarlas en tu herida abierta. Quiero que mis palabras sean piezas irregulares de espejos en el que te puedas ver reflejado. Soy una sadica también conocida como una artista. Mis libros son un llamado para las mujeres que se han doblado por angustia, obligadas por el fastidio, cautivas de un pasado que nos las deja ir, vencedoras de un pasado que trató de matarlas. Verás, tengo una enfermedad, se llama naturaleza humana y estoy fascinada por ella. Así que, si decides leer Mud Vein, recuerda eso sobre mí. No estoy escribiendo para entretenerte, o para ganar dinero, o para tener mi libro apoyado cuidadosamente en un estante en Target. Escribo para explorar las oscuras esquinas de mí ser, y quiero que vengas conmigo. Soy un poco como tú. Creo que te verás en las páginas de Mud Vein. No te he dicho mucho sobre él a propósito. Quiero que vayas a ciegas. Quiero que te tropieces con un pensamiento, un sonido, una herida que creías especial para ti. Y darte cuenta de que yo también las he sentido, alguien que nunca has conocido. Si decides leer Mud Vein, por favor no te preguntes qué dice, pregúntate que significa. Y una vez que leas mis negras letras sobre una página blanca, envíame un email y dime tu interpretación. No puedo esperar para saber tus pensamientos.
Tarryn Fisher (Mud Vein)
Soy incapaz de sentir interés en novelas que no causen desconcierto a los lectores. Esto no quiere decir que intente desconcertarles o escribir algo difícil. Lo que quiero decir es que las novelas largas que no hagan cuestionarse a los lectores el sentido de la historia, el flujo de su conciencia o la firmeza de la base de su existencia, no deben escribirse ni leerse. Yo tardo varios años en escribir una novela larga dejándome, literalmente, la piel en ello. Si no fuera capaz de escribir una novela con una fuerza como esa, la escritura no sería más que una pérdida de tiempo.
Haruki Murakami
Nuestra percepción literaria y humana de las grandes creaciones novelescas cambia con la edad. Cada relectura, conforme ascendemos al cenit de la vida y luego descendemos de él, descubre lo que no supimos ver en nuestra lectura anterior, y si el lapso transcurrido es de medio siglo, la diferencia entre lo leído y releído es proporcionalmente mayor. Lo que la obra dijo al joven que fui no interesa al viejo y curtido lector. Nuestro yo se ha transmutado y por eso leemos un libro nuevo. Así ha ocurrido con la novela de Hermann Broch, La muerte de Virgilio, a la que me asomé apenas cumplida la treintena, cuando la devoré en su reciente traducción francesa, en el mismo ejemplar marchito que ahora releo editado por Gallimard.
Juan Goytisolo
El debate tan machacón como hipócrita (porque en realidad se trata de una campaña de exterminio) sobre la inminente desaparición del libro, pese a que las editoriales siguen abarrotando librerías, quizá requiere una interpretación (...) No es seguro que el libro esté destinado a desaparecer mañana, pero sí es seguro que desaparecerá cada uno de nosotros especímenes humanos. Y es posible que cuando dejemos este mundo, algunos libros nos echen de menos.
María Elena Walsh
Escribir es algo muy extraño, como tú muy bien sabes. El lector abre el libro y se encuentra, por ejemplo, dentro de un avión, volando sobre el océano. Para el lector esto es normal, un libro más, otro libro. Podría estar en un avión como en cualquier otro sitio. Luego el avión sufre un accidente y cae al mar. El lector lo sigue, digamos que con interés, pero de momento nada le sorprende en exceso. Un avión, un accidente. Pero para el escritor, ese avión, el accidente, el mar, son milagros. Es un milagro conseguir escribir que un hombre está dentro de un avión y que al leer el libro uno deje de pensar en otra cosa y sienta que realmente está dentro de ese avión, que ese avión y ese accidente tienen realidad. Al escritor le parecen milagros cosas que el lector acepta sin problemas y sin excesiva sorpresa. Cuando el escritor consigue que una página tenga realidad, sabe que no debe tocarla mucho y que puede estropearla al intentar mejorarla. Creo que a veces eso es lo que pasa: que uno sabe que ha logrado crear una sensación, la sensación de un personaje, de un espacio, de una situación, y ya no quiere tocar ni una palabra por miedo a que esa sensación desaparezca. Hay otros pasajes, en cambio, que uno corrige con manía de orfebre, con obsesión casi, durante semanas y semanas. En estos sí se puede. Es muy difícil saber qué se puede y qué no se puede hacer en una página. Hay que desarrollar una gran intuición para saberlo.
Andrés Ibáñez
A VECES LA MAÑANA AYUDA Hace tiempo que ando escribiendo una crónica que llevaría el título "No siempre la mañana ayuda". Y hasta tenía el comienzo apuntado en un papel por ahí, a toda prisa, sobre la mesa del despacho. Empieza así: "Al salir de la casa y tropezar con el rostro del sol(antiguamente lo representábamos así, con una amplia sonrisa y los ojos alegres, con una cabellera de rayos resplandecientes), deberíamos caer de rodillas, ofrecer cualquier cosa al culto pagano de la luz y sentir después el mundo conquistado. Pero todos tenemos otra cosa que hacer". Y saldría uno por ahí fuera a ahuyentar la melancolía, a justificar el título, en definitiva. Algo me ha impedido continuar. Y sé que hoy no voy a concluir una prosa que me enfrentaría al lector. Y es que, sin esperarlo, se despertó en mi memoria un caso acontecido entre dos hombres, un caso que viene a demostrar que, a veces, la mañana ayuda, sí señor. Vamos, pues, con la historia. Imagine el lector un vagón de tren. Lleno. El día no es ni feo ni bonito: tiene algo de sol, unas nubes que lo cubren, y hay una brisa cortante allá afuera. Los viajeros van callados, hacen todos unos gestos involuntarios al albur del traqueteo. Unos leen periódicos, otros se ausentan hacia un país silencioso y sólo habitado por pensamientos ocultos e indefinidos. Hay una gran indiferencia en la atmósfera, y el sol, al descubrirse, ilumina un escenario de rostros apagados. Entonces, el hombre más(pero muy lejos deser un adolescente), que está sentado junto a la ventanilla, empieza a tararear en sordina una vaga canción. Quizá no tenga motivos especiales de contento, pero, en aquella hora, la necesidad de cantar es irresistible. Todo cuanto acude a su memoria sirve. Y va tan absorto en su pura y gratuita alegría que ni siquiera repara en que el vecino de asiento se muestra ofendido y esboza esos movimientos elocuentes que sustituyen a las palabras cuando no hay valor para pronunciarlas. Frente al hombre que canta, hay un viejo. Éste desde que salió anda rumiando problemas que lo atormentan. Es muy viejo, y está enfermo. Ha dormido mal. Sabe que va a tener un día difícil. Y detrás de él una voz deshilacha canciones, badabádabá, notas de música, de un modo impreciso pero obstinadamente vivo y afirmativo. El sol sique jugando al escondite. Y el mar, que súbitamente aparece se puebla de islas de sombra entre grandes lagos de plata fundida. A lo lejos, la ciudad se diluye en humo y niebla seca. Silenciosa, a aquella distancia, tiene un aire de fatalidad y resignación, como un cuerpo que ha renunciado a vivir y se extingue lentamente. Es grande el peligro de que la melancolía triunfe definitivamente. Pero el hombre insiste. Ya no es posible identificar al que canta. Ahora sale de su boca un flujo de armonía, un lenguaje que ha desistido de la articulación coherente para penetrarse mejor de la sustancia de la música. Esto acabrá sin duda con un grito irreprimible de alegría, con indignación y escandalo de los viajeros. Ocurrió, sin embargo, que la ciudad llegó de repente. Se abrieron las puertas, la gente se precipitó, empujándose, olvidándose unos de otros. El hombre se levanta, murmurando aún algo. Sigue a lo largo del andén, va a lo suyo, con su música. Y, de pronto, alguien lo coge del brazo. El viejo está a su lado, se juraría que tiene los ojos húmedos, y dice: "Gracias. Yo venía preocupado y triste. Cuando lo oí cantar sentí una gran paz, y durante todo el camino vine pidiéndole a Dios que siguiera usted cantando. Muchas gracias". El hombre de las canciones sonrió, primero con embarazo, luego como si fuera el amo del mundo. Se separaron. Y fue cada uno a su trabajo, con la música que era de los dos.
José Saramago (Las maletas del viajero)