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Cohen monitoreĂł no solo cada movimiento militar, infiltrado en el propio territorio del enemigo, sino que trazĂł para Jerusalem el detalle más completo imaginable de cada funcionario del gobierno y de la oficialidad siria, incluido cada nombre de piloto de combate, mientras el paĂs preparaba la siguiente guerra contra Israel tras la derrota de 1948, ahora en asociaciĂłn con la UniĂłn SoviĂ©tica. Pero el detalle es que Cohen, además, trabĂł amistad con toda la polĂtica y todos los altos militares sirios, a niveles inclusive personales, sociales y culturales. Era invitado a cada reuniĂłn de los jerarcas de Siria, recorrĂa las instalaciones militares del ejĂ©rcito, conocĂa cada aspecto de sus posiciones en la meseta del Golán, escenario, en junio de 1967, del jaque mate israelĂ, cuyas consecuencias llegan al dĂa de hoy. Eli Cohen estuvo a punto de ser nombrado, inclusive, viceministro de Defensa de Siria, tal era el grado de infiltraciĂłn que habĂa logrado en tres años en Damasco. Hacia 1964-1965, el gobierno de Al Assad empezĂł a sospechar que habĂa espĂas entre sus filas, porque era demasiada la informaciĂłn que estaba siendo utilizada por Israel en su contra, y hasta un plan para torcer el curso de las aguas del rĂo Jordán se habĂa visto frustrado. Cohen bajaba sus informaciones a Israel en ocasiĂłn de sus viajes a Europa y a la Argentina, en microfilms escondidos en tableros de ajedrez nacarados que enviaba de Damasco a Buenos Aires y, además, utilizando un transmisor radial, todo desde su casa en Siria.
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