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Lupe lleva un rato rastreando la huella digital de la escritora. Tiene trabajo para hartarse: además de la web y el blog, mantenĂa activos un perfil de Instagram, otro de Facebook, otro de Twitter y un canal de YouTube donde subĂa pequeñas pĂldoras reseñando libros de colegas. Todos los perfiles están abiertos, de forma que no hacĂa falta que ella autorizara previamente a alguien para sumergirse en su vida. Desde fiestas con amigos hasta fotografĂas de paĂses exĂłticos que visitaba o comidas que ingerĂa, incluida una centena de instantáneas del gato que cosechan más likes que todas las demás juntas. «La verdad es que es bonito, el condenado», se dice Lupe. Pero lo que más abunda son imágenes de su faceta como escritora: presentaciones de libros, conferencias junto a otros autores o encuentros con clubes de lectura,
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