Borges Y Yo Quotes

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Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón.
Jorge Luis Borges
El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta ‘el modo imperativo’. Yo siempre les aconsejé a mis estudiantes que si un libro los aburre lo dejen; que no lo lean porque es famoso, que no lean un libro porque es moderno, que no lean un libro porque es antiguo. La lectura debe ser una de las formas de la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz. The verb reading, like the verb to love and the verb dreaming, doesn't bear the imperative mode. I always advised to my students that if a book bores them leave it; That they don't read it because it's famous, that they don't read a book because it's modern, that they don't read a book because it's antique. The reading should be one of the ways of happiness and nobody can be obliged to be happy.
Jorge Luis Borges
Habré de levantar la vasta vida que aún ahora es tu espejo: cada mañana habré de reconstruirla. Desde que te alejaste, cuántos lugares se han tornado vanos y sin sentido, iguales a luces en el día. Tardes que fueron nicho de tu imagen, músicas en que siempre me aguardabas, palabras de aquel tiempo- yo tendré que quebrarlas con mis manos. ¿En qué hondonada esconderé mi alma para que no vea tu ausencia que como un sol terrible, sin ocaso, brilla definitiva y despiadada? Tu ausencia me rodea como la cuerda a la garganta, el mar al que se hunde.
Jorge Luis Borges
Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas la posibilidades. No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos. En éste, que un favorable azar me depara, usted ha llegado a mi casa; en otro, usted, al atravesar el jardín, me ha encontrado muerto; en otro, yo digo estas mismas palabras, pero soy un error, un fantasma.
Jorge Luis Borges (Ficciones)
Y no comprendo cómo el tiempo pasa Yo, que soy tiempo y sangre y agonía.
Jorge Luis Borges
Cuando, en Ginebra o Zurich, la fortuna Quiso que yo también fuera poeta, Me impuse, como todos, la secreta Obligación de definir la luna. Pensaba que el poeta es aquel hombre Que, como el rojo Adán del paraíso, Impone a cada cosa su preciso Y no verdadero y no sabido nombre.
Jorge Luis Borges
¿Existe ese Aleph en lo íntimo de una piedra? ¿Lo he visto cuando vi todas las cosas y lo he olvidado? Nuestra mente es porosa para el olvido; yo mismo estoy falseando y perdiendo, bajo la trágica erosión de los años, los rasgos de Beatriz
Jorge Luis Borges (The Aleph and Other Stories)
De chico, yo solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y perdieran en el decurso de la noche.
Jorge Luis Borges (El Aleph)
El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta “el modo imperativo”. Yo siempre les aconsejé a mis estudiantes que si un libro los aburre lo dejen; que no lo lean porque es famoso, que no lean un libro porque es moderno, que no lean un libro porque es antiguo. La lectura debe ser una de las formas de la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz
Jorge Luis Borges
El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta ‘el modo imperativo’. Yo siempre les aconsejé a mis estudiantes que si un libro los aburre lo dejen; que no lo lean porque es famoso, que no lean un libro porque es moderno, que no lean un libro porque es antiguo. La lectura debe ser una de las formas de la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz”.
Jorge Luis Borges
Ensayé diversas explicaciones; no me bastó ninguna. Pensé: Me satisface la derrota, porque secretamente me sé culpable y sólo puede redimirme el castigo. Pensé: Me satisface la derrota, porque es un fin y yo estoy muy cansado. Pensé: Me satisface la derrota, porque ha ocurrido, porque está innumerablemente unida todos los hechos que son, que fueron, que serán, porque censurar o deplorar un solo hecho real es blasfemar del universo. Esas razones ensayé, hasta dar con la verdadera
Jorge Luis Borges (The Aleph and Other Stories)
El Ángel me decía que los carneros no eran del color de los tigres, el Satán me decía que el Poderoso quería que lo fueran y se valía de mi astucia y mi púrpura. Ahora yo sé que el Ángel y el Satán erraban la verdad y que todo color es aborrecible.
Jorge Luis Borges (A Universal History of Iniquity)
El hijo viejo, el hombre sin historia, El huérfano que pudo ser el muerto, Agota en vano el caserón desierto. (Fue de los dos y es hoy de la memoria. Es de los dos.) Bajo la dura suerte Busca perdido el hombre doloroso La voz que fue su voz. Lo milagroso No sería más raro que la muerte. Lo acosarán interminablemente Los recuerdos sagrados y triviales Que son nuestro destino, esas mortales Memorias vastas como un continente. Dios o Tal Vez o Nadie, yo te pido Su inagotable imagen, no el olvido.
Jorge Luis Borges (Obras Completas 3)
Y el azar, salvo que no hay azar, salvo que lo que llamamos azar es nuestra ignorancia de la compleja maquinaria de la causalidad, el azar me hizo encontrar tres pequeños volúmenes. Yo he debido traer uno como talismán ahora. Tres pequeños en la librería Mitchel que corresponden a tantos recuerdos míos, y esos tres pequeños volúmenes eran los tres tomos de "Infierno", el "Purgatorio" y el "Paraíso", vertidos al inglés [...]
Jorge Luis Borges
Lo recuerdo (yo no tengo derecho a pronunciar ese verbo sagrado, sólo un hombre en la tierra tuvo derecho y ese hombre ha muerto) con una oscura pasionaria en la mano, viéndola como nadie la ha visto, aunque la mirara desde el crepúsculo del día hasta el de la noche, toda una vida entera.
Jorge Luis Borges (Ficciones)
Casi no soy, pero mis versos ritman la vida y su esplendor. Yo fui Walt Whitman.
Jorge Luis Borges
Yo, Quijano, seré paladín. Seré mi sueño. En esa vieja casa hay una adarga antigua y una hoja de Toledo y una lanza y los libros verdaderos que a mi brazo prometen la victoria.
Jorge Luis Borges
Pensé: «Me satisface la derrota, porque es un fin y yo estoy muy cansado».
Jorge Luis Borges (Cuentos completos)
Yo diría que barroco es aquel estilo que deliberadamente agota (o quiere agotar) sus posibilidades y que linda con su propia caricatura.
Jorge Luis Borges (Cuentos completos)
la tarea que emprendo es ilimitada y ha de acompañarme hasta el fin, no menos misteriosa que el universo y que yo, el aprendiz.
Jorge Luis Borges (Poesía completa)
Declinaba el verano, y comprendí que el libro era monstruoso. De nada me sirvió considerar que no menos monstruoso era yo, que lo percibía con ojos y lo palpaba con diez dedos con uñas.
Jorge Luis Borges (The Book of Sand)
... Vi alguna lágrima. El hombre alzaba o alejaba la voz y los acordes casi iguales eran monótonos o, mejor aún, infinitos. Yo hubiera querido que el canto siguiera para siempre y fuera mi vida. ...
Jorge Luis Borges (كتاب الرمل)
Los hombres suelen inferir de ese espejo que la Biblioteca no es infinita (si lo fuera realmente ¿a qué esa duplicación ilusoria?); yo prefiero soñar que las superficies bruñidas figuran y prometen el infinito...
Jorge Luis Borges (Ficciones)
Si el honor y la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno. Que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, Tu enorme Biblioteca se justifique.
Jorge Luis Borges
Sentí, en la última página, que mi narración era un símbolo del hombre que yo fui, mientras la escribía y que, para redactar esa narración, yo tuve que ser aquel hombre y que, para ser aquel hombre, yo tuve que redactar esa narración, y así hasta lo infinito.
Jorge Luis Borges (The Aleph and Other Stories)
Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?
Jorge Luis Borges (El Aleph)
A quien leyere Si las páginas de este libro consienten algún verso feliz, perdóneme el lector la descortesía de haberlo usurpado yo, previamente. Nuestras nadas poco difieren; es trivial y fortuita la circunstancia de que tú seas el lector de estos ejercicios, y yo su redactor.
Jorge Luis Borges
Negar la sucesión temporal, negar el yo, negar el universo astronómico, son desesperaciones aparentes y consuelos secretos... El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgraciadamente, soy Borges. (Otras inquisiciones 114)
Jorge Luis Borges
Mis libros (que no saben que yo existo) Son tan parte de mí como este rostro De sienes grises y de grises ojos Que vanamente busco en los cristales Y que recorro con la mano cóncava. No sin alguna lógica amargura Pienso que las palabras esenciales Que me expresan están en esas hojas Que no saben quién soy, no en las que he escrito. Mejor así. Las voces de los muertos Me dirán para siempre.
Jorge Luis Borges
La muchacha habló como si estuviera sola y de algún modo yo sentí que no podía pensar en otra cosa y que esa cosa era lo único que le había pasado en la vida. (...) Los años pasan y son tantas las veces que he contado la historia que ya no sé si la recuerdo de veras o si sólo recuerdo las palabras con que la cuento. Tal vez lo mismo le paso a la Cautiva con su malón, Ahora lo mismo da que fuera yo o que fuera otro el que vio matar a Moreira.
Jorge Luis Borges (كتاب الرمل)
Me pareció increíble que ese día sin premoniciones ni símbolos fuera el de mi muerte implacable. A pesar de mi padre muerto, a pesar de haber sido un niño en un simétrico jardín de Hai Feng ¿yo, ahora, iba a morir? Después reflexioné que todas las cosas le suceden a uno precisamente, precisamente ahora. Siglos de siglos y sólo en el presente ocurren los hechos; innumerables hombres en el aire, en la tierra y el mar, y todo lo que realmente pasa me pasa a mí…
Jorge Luis Borges (Ficciones)
Un bibliotecario de gafas negras le preguntó: “¿Qué busca?”. Hladík le replicó: “Busco a Dios”. El bibliotecario le dijo: “Dios está en una de las letras de una de las páginas de uno de los cuatrocientos mil tomos del Clementinum. Mis padres y los padres de mis padres han buscado esa letra; yo me he quedado ciego buscándola”. Se quitó las gafas y Hladík vio los ojos, que estaban muertos. Un lector entró a devolver un atlas. “Este atlas es inútil”, dijo, y se lo dio a Hladík. Éste lo abrió al azar. Vio un mapa de la India, vertiginoso. Bruscamente seguro, tocó una de las mínimas letras. Una voz ubicua le dijo: “El tiempo de tu labor ha sido otorgado”. Aquí Hladík se despertó.
Jorge Luis Borges (Ficciones (Spanish Edition))
Lo recuerdo (yo no tengo derecho a pronunciar ese verbo sagrado, sólo un hombre en la tierra tuvo derecho y ese hombre ha muerto) con una oscura pasionaria en la mano, viéndola como nadie la ha visto, aunque la mirara desde el crepúsculo del día hasta el de la noche, toda una vida entera. Lo recuerdo, la cara taciturna y aindiada y singularmente remota, detrás del cigarrillo. Recuerdo (creo) sus manos afiladas de trenzador. Recuerdo cerca de esas manos un mate, con las armas de la Banda Oriental; recuerdo en la ventana de la casa una estera amarilla, con un vago paisaje lacustre. Recuerdo claramente su voz; la voz pausada, resentida y nasal del orillero antiguo, sin los silbidos italianos de ahora.
Jorge Luis Borges (Ficciones)
A Leopoldo Lugones Los rumores de la plaza quedan atrás y entro en la Biblioteca. De una manera casi física siento la gravitación de los libros, el ámbito sereno de un orden, el tiempo disecado y conservado mágicamente. A izquierda y a derecha, absortos en su lúcido sueño, se perfilan los rostros momentáneos de los lectores, a la luz de las lámparas estudiosas, como en la hipálage de Milton. Recuerdo haber recordado ya esa figura, en este lugar, y después aquel otro epíteto que también define por el contorno, el árido camello del Lunario, y después aquel hexámetro de la Eneida, que maneja y supera el mismo artificio: Ibant obscuri sola sub nocte per umbram. Estas reflexiones me dejan en la puerta de su despacho. Entro; cambiamos unas cuantas convencionales y cordiales palabras y le doy este libro. Si no me engaño, usted no me malquería, Lugones, y le hubiera gustado que le gustara algún trabajo mío. Ello no ocurrió nunca, pero esta vez usted vuelve las páginas y lee con aprobación algún verso, acaso porque en él ha reconocido su propia voz, acaso porque la práctica deficiente le importa menos que la sana teoría. En este punto se deshace mi sueño, como el agua en el agua. La vasta biblioteca que me rodea está en la calle México, no en la calle Rodríguez Peña, y usted, Lugones, se mató a principios del treinta y ocho. Mi vanidad y mi nostalgia han armado una escena imposible. Así será (me digo) pero mañana yo también habré muerto y se confundirán nuestros tiempos y la cronología se perderá en un orbe de símbolos y de algún modo será justo afirmar que yo le he traído este libro y que usted lo ha aceptado.
Jorge Luis Borges
Mi padre me dijo que leyera mucho ante todo. Sobretodo que viera en la lectura no una oblicación sino un goce. Creo que la frase lectura obligatoria es un contrasentido. La lectura no debe ser obligatoria. Podemos hablar de placer obligatorio. ¿Y por qué? El placer no es algo obligatorio; es algo que buscamos. ¿Felicidad obligatoria? La felicidad la buscamos también. Pues bien, yo he sido profesor de literatura inglesa durante veinte años en la facultad de Filosofía y Letras en la universidad de Buenos Aires y siempre les aconsejé a mis estudiantes: Si un libro les aburre, déjenlo. No lo lean por que es famoso. No lean un libro porque es moderno. No lean un libro porque es antiguo. Si un libro es tedioso para ustedes, déjenlo aunque ese libro sea "El Paraíso Perdido" o "El Quijote". Si un libro es tedioso seguro ese libro no fue escrito para ustedes. La lectura debe ser una forma de felicidad...
Jorge Luis Borges
Como todos los hombres de la Biblioteca, he viajado en mi juventud; he peregrinado en busca de un libro, acaso del catálogo de catálogos; ahora que mis ojos casi no pueden descifrar lo que escribo, me preparo a morir a unas pocas leguas del hexágono en que nací. Muerto, no faltarán manos piadosas que me tiren por la baranda; mi sepultura será el aire insondable; mi cuerpo se hundirá largamente y se corromperá y disolverá en el viento engendrado por la caída, que es infinita. Yo afirmo que la Biblioteca es interminable. Los idealistas arguyen que las salas hexagonales son una forma necesaria del espacio absoluto o, por lo menos, de nuestra intuición del espacio. Razonan que es inconcebible una sala triangular o pentagonal. (Los místicos pretenden que el éxtasis les revela una cámara circular con un gran libro circular de lomo continuo, que da toda la vuelta de las paredes; pero su testimonio es sospechoso; sus palabras, oscuras. Ese libro cíclico es Dios.) Básteme, por ahora, repetir el dictamen clásico: La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible".
Jorge Luis Borges (La biblioteca de Babel: Cuentos selectos y un poema)
Asociemos una tercera frase a estas consideraciones. Borges, en su conferencia sobre «El escritor argentino y la tradición», aunque se refiera a la literatura nacional en su exposición, lo dicho es aplicable igualmente a la regional: «He encontrado días pasados una confirmación de que lo verdaderamente nativo suele y puede prescindir del color local: encontré esta confirmación en la Historia de la declinación y caída del Imperio Romano de Gibbon. Gibbon observa que en el libro árabe por excelencia, en el Alcorán, no hay camellos; yo creo que si hubiera alguna duda sobre la autenticidad del Alcorán, bastaría esta ausencia de camellos para probar que es árabe. Fue escrito por Mahoma, y Mahoma, como árabe, no tenía por qué saber que los camellos eran especialmente árabes; eran para él parte de la realidad, no tenía por qué distinguirlos; en cambio, un falsario, un turista, un nacionalista árabe, lo primero que hubiera hecho es prodigar camellos, caravanas de camellos en cada página; pero Mahoma, como árabe, estaba tranquilo: sabía que podía ser árabe sin camellos. Creo que los argentinos podemos parecernos a Mahoma, podemos creer en la posibilidad de ser argentinos sin abundar en color local». El argumento borgesiano, y todo el pasaje, es cautivante y suasorio, pero falaz. No sé qué edición expurgada de camellos del Alcorán leyó Gibbon, porque por el libro sagrado pasan no camellos aislados sino caravanas de camellos, y aun camellas; además, de continuo son elementos de comparación en las semejanzas. En cuanto a Borges, no cabe duda de que había para entonces leído El Corán, pero, según sus procedimientos, le pareció más interesante el ingenioso ardid que la verdad a la hora del planteo. La falacia se muestra, contrario sensu, por el desfile camellero en el libro porque Mahoma había viajado y conocido otras tierras y advirtió la condición arábiga de los camellos, por eso los hace desfilar.
Pedro Luis Barcia (Hacia un concepto de la literatura regional)
Yo afirmo que la Biblioteca es interminable." ... "Nunca se había preguntado Hladík si esa tragicomedia de errores era baladí o admirable, rigurosa o casual. En el argumento que he bosquejado intuía la invención más apta para disimular sus defectos y para ejercitar sus felicidades, la posibilidad de rescatar (de manera simbólica) lo fundamental de su vida. Había terminado ya el primer acto y alguna escena del tercero; el carácter métrico de la obra le permitía examinarla continuamente, rectificando los hexámetros, sin el manuscrito a la vista. Pensó que aun le faltaban dos actos y que muy pronto iba a morir. Habló con Dios en la oscuridad. Si de algún modo existo, si no soy una de tus repeticiones y erratas, existo como autor de Los enemigos. Para llevar a término ese drama, que puede justificarme y justificarte, requiero un año más. Otórgame esos días, Tú de Quien son los siglos y el tiempo. Era la última noche, la más atroz, pero diez minutos después el sueño lo anegó como un agua oscura. Hacia el alba, soñó que se había ocultado en una de las naves de la biblioteca del Clementinum. Un bibliotecario de gafas negras le preguntó: ¿Qué busca? Hladík le replicó: Busco a Dios. El bibliotecario le dijo: Dios está en una de las letras de una de las páginas de uno de los cuatrocientos mil tomos del Clementinum. Mis padres y los padres de mis padres han buscado esa letra; yo me he quedado ciego, buscándola. Se quitó las gafas y Hladík vio los ojos, que estaban muertos. Un lector entró a devolver un atlas. Este atlas es inútil, dijo, y se lo dio a Hladík. Éste lo abrió al azar. Vio un mapa de la India, vertiginoso. Bruscamente seguro, tocó una de las mínimas letras. Una voz ubicua le dijo: El tiempo de tu labor ha sido otorgado. Aquí Hladík se despertó. Recordó que los sueños de los hombres pertenecen a Dios y que Maimónides ha escrito que son divinas las palabras de un sueño, cuando son distintas y claras y no se puede ver quien las dijo. Se vistió; dos soldados entraron en la celda y le ordenaron que los siguiera.
Jorge Luis Borges (Ficciones)
¿POR QUÉ ALGUNAS PERSONAS SON MÁS EXITOSAS QUE OTRAS? Cuando yo era joven, siempre sentí curiosidad por los comportamientos que conducen al éxito: éxito en los deportes, éxito en la salud, éxito en la manera en que nos vemos y sentimos. ¿Por qué algunas personas eran capaces de tener un gran tono muscular, una energía y un entusiasmo constantes, mientras que otras parecían cansadas y tristes, y tenían un sobrepeso evidente? ¿Por qué algunos de mis compañeros atletas ganaban campeonatos, mientras que otros forcejeaban y renunciaban? ¿Por qué algunas personas pueden cambiar completamente sus vidas mientras que otras luchan con los mismos problemas una y otra vez? Empecé a notar un comportamiento común en consonancia con el éxito, y era la presencia de hábitos positivos. Tomar decisiones positivas conduce a resultados positivos. Curiosamente, las personas exitosas a menudo eran conscientes de cuáles eran sus hábitos, mientras que las no exitosas parecían conscientes de que sus hábitos las controlaban. Los triunfadores parecían tener la conciencia de que los actos tienen consecuencias, y que al elegir actos específicos, podían cosechar los frutos que querían. Eran capaces de elegir conscientemente un objetivo, determinar qué medidas podrían conducirlos a su meta, y luego seguir adelante. Las personas fracasadas parecían estar pensando que el éxito “simplemente” sucede, o que algunas personas nacen con una capacidad de tener éxito y que las demás no. Me di cuenta de que ser exitoso no consistía en quién eras o en dónde habías nacido, sino en ser consciente y estar al tanto de que las decisiones que tomas a diario realmente te afectan a largo plazo. Te conducen a los campeonatos o te mantienen al margen. A medida que fui creciendo, mi curiosidad e interés aumentaron, así que estudié para obtener un grado en fisiología del ejercicio, y elegí lo que llamo un enfoque proactivo para la salud y el bienestar al convertirme en un entrenador personal y, posteriormente, en un entrenador de estilo de vida, ¡y lo que aprendí a lo largo del camino hizo que mi visión fuera más clara! Nuestros hábitos son la base de nuestro éxito, o de nuestro fracaso. Si quieres ser el mejor en cualquier cosa (incluyendo la mejor versión de ti mismo), tienes que tener sistemas establecidos para el éxito. ¡Estos sistemas son los hábitos saludables! La verdad es que no importa quién seas, qué tanto dinero o que tan poco tengas, si tienes cinco hijos o ninguno, si eres hombre o mujer, si eres joven o viejo, lo cierto es que tienes hábitos; esas pequeñas cosas que haces todos los días, y todo el tiempo, ya sea que pienses en ellas o no. Son las actos que te llevaron adonde estás.
Marco Borges (La revolución de 22 días: El programa a base de plantas que TRANSFORMA tu cuerpo, REAJUSTA tu hábitos y CA MBIA tu vida)
¿Y de mis autores más queridos, a los que vengo leyendo y releyendo desde hace tantos años? ¿Qué podría decir yo de Cervantes, de Kafka, de Shakespeare, de Dickens, de Faulkner, de Conrad, de Chéjov, de Borges, de Quevedo...? Apenas nada. Ni siquiera me he parado a pensar en ello.
Luis Landero (El huerto de Emerson)
La necesidad de construir consensos es la pata floja y uno de los principales desafíos de big data en la cuestión pública. Tal vez un complejo algoritmo pueda producir (e informarnos) una tasa de pobreza o una medición del PBI sobre la base de datos tomados por un robot computacional directamente de internet. De hecho, es un procedimiento sencillo, que se usa en la práctica. El verdadero desafío es dotar a este algoritmo de un consenso que garantice su credibilidad y relevancia. Dotar de consenso a cualquier estadística (proveniente de medios tradicionales o de big data) es tal vez el desafío más delicado que plantea la masividad de datos: el de la construcción de convenciones útiles.
Walter Sosa Escudero (Borges, big data y yo: Guía nerd (y un poco rea) para perderse en el laberinto borgeano (Ciencia que ladra… serie Mayor) (Spanish Edition))
Pensé:«Me satisface la derrota porque secretamente me sé culpable y solo pude redimirme en el castigo». Pensé:«Me satisface la derrota, porque es un fin y yo estoy muy cansado». Pensé:«Me satisface la derrota, porque ha ocurrido, porque está innumerablemente unida a todos los hechos que son, que fueron, que serán, porque censurar o deplorar un solo hecho real es blasfemar del universo».
Deutsches Requiem - J.L. Borges
Yo caminaba por las calles de Ginebra mirándolo todo con recelo, como si de cada esquina fuera a salir el mounstro. La ciudad, como el mismo Borges decía, parece no darse cuenta cabal de que existe, y está en un país que parece pesar sobre el mundo sin sobresaltos, pero es en realidad una ciudad fantástica en un país que, más allá de sus cavernas de lingotes y de su manía de tasar el tiempo en relojes, ha engrendrado cismas y revoluciones, convulsiones del arte y cataclismos de la fe, cerebros iluminados por tempestades eléctricas y obras que significaron la aniquilación de cánones y estéticas. Me dije que esa ciudad que se finge tan serena y tan clásica, esa ciudad de relojes y de lingotes de oro, ocultaba detrás de la máscara su rostro verdadero de pesadillas y de cismas, y que eso la hacía más atractiva.
William Ospina (El año del verano que nunca llegó)
He cavilado mucho sobre este encuentro, que no he contado a nadie. Creo haber descubierto la clave. El encuentro fue real, pero el otro conversó conmigo en un sueño y fue así que pudo olvidarme; yo conversé con él en la vigilia y todavía me atormenta el recuerdo. (Jorge Luís Borges, El Otro)
Javier Cosnava (El pequeño Adolf y los demonios de la mente (El Joven Hitler, #1))
-Yo pienso que hoy se escribe de cualquier modo, no se cuida ni el estilo. Pienso que ahora se escribe al azar y de un modo oscuro, olvidando que la claridad, además de ser una forma de lo verdadero, es una forma de cortesía para el lector.
Waldemar Verdugo Fuentes (EN VOZ DE BORGES: (Conversaciones con Jorge Luis Borges) (Spanish Edition))
Pensé:«Me satisface la derrota porque secretamente me sé culpable y solo pude redimirme en el castigo». Pensé:«Me satisface la derrota, porque es un fin y yo estoy muy cansado». Pensé:«Me satisface la derrota, porque ha ocurrido, porque está innumerablemente unida a todos los hechos que son, que fueron, que serán, porque censurar o deplorar un solo hecho real es blasfemar del universo».
Jorge Luis Borges (Deutsches Requiem)