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El ataque a la columna continúa, marcando el proceso del barroco. El primer tercio de ella aparece después recubierto de follaje, y finalmente se implanta la columna llamada salomónica, que alcanzó una inmensa boga y caracteriza el primer esplendor del barroco mexicano. Se trata de una columna cuyo fuste se tuerce en espiral; Bernini, el arquitecto romano, la usó —el primero después del Renacimiento— en el baldaquino de San Pedro de Roma, y otros arquitectos italianos la usan también esporádicamente; fray Francisco Rizzi escribió en España un tratado en que proponía todo un “orden salomónico”; en México se empieza, tímidamente, por decorar el fuste de las columnas con una guirnalda en espiral, como en Santa Teresa la Antigua de México;
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Daniel Cosío Villegas (Historia general de México. Version 2000 (Spanish Edition))