Violencia Contra La Mujer Quotes

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La violencia contra las mujeres es universal y tan antigua como la civilización misma. Cuando se habla de derechos humanos, en la práctica se habla de derechos de los hombres. Si un hombre es golpeado y privado de libertad, es tortura. Si lo mismo soporta una mujer se llama violencia doméstica
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
la violencia contra la mujer era un secreto a voces que se debía ventilar para que fuera conocido de todos.
Isabel Allende (Violeta)
No sé cómo nos las apañamos las mujeres para ser las que tenemos fama de «locas» pero aun así no nos dedicamos a violar, agredir y matar a hombres hasta el punto de que la OMS tenga que alertar de que la violencia contra ellos es ya de proporciones pandémicas, como sí sucede con la violencia sobre las mujeres.
Barbijaputa (Machismo. 8 pasos para quitártelo de encima)
Ballesteros sabía que su cliente, además de la legislación, tenía en contra la presión mediática sobre los jueces. Un pensamiento pendía como espada de Damocles sobre los fiscales y los jueces de violencia a la hora de decretar la prisión o la libertad provisional de un presunto maltratador: “Si lo dejo libre y mata a su mujer, mañana mi nombre aparecerá en todos los periódicos y me nombrarán en todos los telediarios”. Por esta razón, en caso de duda, los fiscales y jueces no aplicaban la presunción de inocencia sino la prisión provisional.
Francisco Marín (El caso Demichellis (Spanish Edition))
El movimiento feminista es la deconstrucción del sistema patriarcal (hombres y mujeres), que se caracteriza por la dominación, la exclusión y toda forma de violencia: entre hombres y mujeres, entre hombres y hombres, entre mujeres y mujeres, y entre los seres humanos contra el medio ambiente (naturaleza).
Bernardo Barranco (Norberto Rivera: El pastor del poder (Spanish Edition))
La historia se escribe con sangre, en todas las esferas, y muy especialmente con sangre femenina.
Glòria Poyatos Matas (Todas. Crónica de la violencia contra las mujeres)
Si no fuese porque la muerte anual de estas decenas de miles de mujeres es inherente al sistema patriarcal dominante, ¿aceptaríamos que cualquier otro colectivo sufriera este número de bajas como si se tratase de un hecho irremediable?
Glòria Poyatos Matas (Todas. Crónica de la violencia contra las mujeres)
Lo que ocurre es que los hombres nacen culpables. Las mujeres estamos hechas para perdonar, amar y volver a perdonar. Los hombres están hechos para la guerra y, como vivimos casi siempre en tiempos pacíficos, vuelven esa violencia contra sí mismos. Lo que quiero decir es que debes aprender a salir adelante en la vida sin ponerte sentimental con los hombres porque nunca se merecen el esfuerzo.
Anonymous
MUJERES Creo firmemente que la salvación de la India depende del sacrificio y de la lucidez de sus mujeres. Según mi opinión, de la misma manera en que hombre y mujer son fundamentalmente uno, en esencia también sus problemas deben ser uno. En ambos el espíritu es el mismo. Ambos viven la misma vida, tienen idénticos sentimientos. Cada uno es complemento del otro. Ninguno de los dos puede vivir sin la activa ayuda del otro. Pero de múltiples maneras el hombre ha dominado a la mujer desde épocas remotas y así se ha creado en la mujer un complejo de inferioridad. Ha creído en la validez de la interesada prédica del hombre según la cual es inferior a él. Pero los profetas de la humanidad la han reconocido su igual. Si yo hubiera nacido mujer, me habría rebelado contra cualquier pretensión del hombre de que la mujer ha nacido para ser su juguete. Mentalmente me he transformado en mujer para penetrar en su corazón. No pude penetrar en el corazón de mi mujer hasta que no me decidí a tratarla de manera diferente de la que acostumbraba, y de ese modo le devolví todos sus derechos despojándome de todos los supuestos derechos que me concedía mi condición de marido. La mujer debe dejar de considerarse a sí misma el objeto de la lujuria masculina. La solución está más en sus manos que en las del hombre... Si la no violencia es la ley de nuestro existir el futuro pertenece a la mujer
Anonymous
Entonces, mira, a veces una muchacha parte en bicicleta, la ves de espaldas alejándose por un camino (¿la Gran Vía, King´s Road, la Avenue de Wagran, un sendero entre álamos, un paso entre colinas?), hermosa y joven la ves de espaldas yéndose, más pequeña ya, resbalando en la tercera dimensión y yéndose, y te preguntas si llegará, si salió para llegar, si salió porque quería llegar, y tienes miedo como siempre has tenido miedo por ti mismo, la ves irse tan frágil y blanca en una bicicleta de humo, te gustaría estar con ella, alcanzarla en algún recodo y apoyar una mano en el /manubrio y decir que también tú has salido, que también tú quieres llegar al sur, y sentirte por fin acompañado porque la estás acompañando, larga será la etapa pero allí en lo alto el aire es limpio y no hay papeles y latas en el suelo, hacia el fondo del valle se dibujará por la mañana el ojo celeste de un lago. Sí, también eso lo sueñas despierto en tu oficina o en la cárcel, mientras te aplauden en un escenario o una cátedra, bruscamente ves el rumbo posible, ves la chica yéndose en su bicicleta o el marinero con su bolsa al hombro, entonces es cierto, entonces hay gente que se va, que parte para llegar, y es como un azote de palomas que te pasa por la cara, por qué no tú, hay tantas bicicletas, tantas bolsas de viaje, las puertas de la ciudad están abiertas todavía, y escondes la cabeza en la almohada, acaso lloras. Porque, son cosas que se saben, la ruta del sur lleva a la muerte, allá, como la vio un poeta, vestida de almirante espera o vestida de sátrapa o de bruja, la muerte coronel o general espera sin apuro, gentil, porque nadie se apura en los aeródromos, no hay cadalsos ni piras, nadie redobla los tambores para anunciar la pena, nadie venda los ojos de los reos ni hay sacerdotes que le den a besar el crucifijo a la mujer atada a la estaca, eso no es ni siquiera Ruán y no es Sing-Sing, no es la Santé, allá la muerte espera disfrazada de nadie, allá nadie es culpable de la muerte, y la violencia es una vacua acusación de subversivos contra la disciplina y la tranquilidad del reino, allá es tierra de paz, de conferencias internacionales, copas de fútbol, ni siquiera los niños revelarán que el rey marcha desnudo en los desfiles, los diarios hablarán de la muerte cuando la sepan lejos, cuando se pueda hablar de quienes mueren a diez mil kilómetros, entonces sí hablarán, los télex y las fotos hablarán sin mordaza, mostrarán cómo el mundo es una morgue /maloliente mientras el trigo y el ganado, mientras la paz del sur, mientras la civilización cristiana. Cosas que acaso sabe la muchacha perdiéndose a lo lejos, ya inasible silueta en el crepúsculo, y quisieras estar y preguntarle, estar con ella, estar seguro de que sabe, pero cómo alcanzarla cuando el horizonte es una sola línea roja ante la noche, cuando en cada encrucijada hay múltiples opciones engañosas y ni siquiera una esfinge para hacerte las preguntas rituales. ¿Habrá llegado al sur? ¿La alcanzarás un día? Nosotros, ¿llegaremos? (Se puede partir de cualquier cosa, una caja de fósforos, una lista de desaparecidos, un viento en el tejado - ) ¿Llegaremos un día? Ella partió en su bicicleta, la viste a la distancia, no volvió la cabeza, no se apartó del rumbo. Acaso entró en el sur, lo vio sucio y golpeado en cuarteles y calles pero sur, esperanza de sur, sur esperanza. ¿Estará sola ahora, estará hablando con gente como ella, mirarán a lo lejos por si otras bicicletas apuntaran filosas? ( - un grito allá abajo en la calle, esa foto del Newsweek - ) ¿Llegaremos un día?
Julio Cortázar
—Estoy harta —dice Blandine— de la violencia contra las mujeres disfrazada de validación. —Lo siento —murmura James de manera automática, pero tiene el gesto de la mascota reprendida que no sabe qué ha hecho mal. —En fin —dice Blandine—. El problema es que si eres una mujer joven no puedes autoexcluirte de los sistemas de producción económica. Nadie puede, en realidad, pero un hombre blanco como tú al menos puede acercarse a la autoexclusión. Una mujer ni siquiera puede más o menos autoexcluirse, da igual cuánto se esfuerce, porque su cuerpo contiene bienes y servicios, y la gente intentará extraer esos bienes y servicios con o sin su permiso. ¿Es que no lo entiendes? Por fin empezamos a hablar de acoso sexual, algo es algo, al menos. Es obvio que en la actualidad existe un poquitín de justicia horizontal, no es para nada la ideal, pero al menos hay algo. —¿Justicia horizontal? —Me refiero a que, si no podemos tumbar el machismo en Estados Unidos a través del comandante en jefe, igual sí podemos tumbar al productor, al ceo, a los presentadores de informativos, los actores, etcétera.
Tess Gunty (The Rabbit Hutch)
Gracias al reputado antropólogo y otros ponentes de los cursos de diversidad sexual, aprendí que existe una especie de error cada vez más “delictivo” y por ello, cada vez más “punible” y que es la heteronormatividad, o heterosexismo, es decir, creer y actuar como si el mundo fuera heterosexual, dividido en dos sexos. La heteronormatividad pretende que, como un 89,5% (ó 96,5%) de la población está perfectamente identificada en esa alteridad sexual, el mundo se rija por la premisa de dar como habitual que la población es heterosexual y que el mundo se divide en hombres y mujeres. Ya ven qué pretensión más osada. Y el porcentaje de 89,5% (ó 96,5%) de población que encaja en la heteronormatividad es seguramente algo mayor porque se ha utilizado una cifra posiblemente ampliada de homosexuales y porque muchas de las personas con síndromes genéticos son y se sienten hombres o mujeres. Tras informarnos de la existencia de ese error ofensivo de interpretación de la realidad, la heteronormatividad, el ponente nos hizo ver inmediatamente, y en una de esas “volteretas lógicas” que practica la ideología de género, que esa percepción dictada por el sentido común supone una discriminación de esa parte que no encaja en los parámetros más comunes y por ello el “heteronormativo” es homófobo, lesbianófobo, transexualófobo y bisexualófobo. Y que todas esas fobias son violencia contra el diferente. De hecho, existe un nuevo término: “LGTBófobo” que engloba todo ello.
Alicia V. Rubio (Cuando nos prohibieron ser mujeres ...y os persiguieron por ser hombres: Para entender cómo nos afecta la ideología de género (Spanish Edition))
Para una sociedad tradicional y racionalmente respetuosa con la vida humana y los niños, la aceptación del aborto ha necesitado un proceso de manipulación extremo y, una vez se ha tomado el control de los organismos mundiales, un proceso de imposición política al margen de la opinión de la sociedad, representada por políticos votados en muchas ocasiones por otras partes del programa con el que se presentaron a las elecciones que en este aspecto traiciona el sentir de sus votantes en aras de extraños neoderechos. Una vez instaurado como ley, viene la transformación en un nuevo derecho y la enorme dificultad de eliminar esas legislaciones exigidas por los colectivos que han comprado la tela y no se pueden permitir el lujo de descubrirse desnudos. La cosificación del nasciturus y el aborto sin cortapisas es la forma de seguir haciendo que funcione la mentira de la igualdad fabricada artificialmente al margen de la biología, por tanto, es una consecuencia de la aplicación de la ideología de género. El aborto es género. La negativa a reconocer el daño y la violencia extrema que se ejerce contra la mujer abocándola a un aborto, es imprescindible para seguir vendiendo la tela. Pese a la documentación al respecto, los grandes lobbies feministas y abortistas fuerzan a las asociaciones médicas de influencia mundial (APA, AMA) a que no reconozcan de forma oficial este problema. Por ello, la negación de un síndrome post aborto (SPA) que produce desde depresión a tendencias autodestructivas, es género.
Alicia V. Rubio (Cuando nos prohibieron ser mujeres ...y os persiguieron por ser hombres: Para entender cómo nos afecta la ideología de género (Spanish Edition))
Hablar de violencia de género consiste en afirmar que existe una violencia estructural del hombre contra la mujer por el hecho de serlo. De todos los hombres contra todas las mujeres, creando un colectivo al que culpar de algo que realizan personas individuales. Al igual que los derechos no los tienen los territorios, ni las lenguas, sino las personas, y la inversión del sujeto de derecho seguramente les resultará familiar respecto a los separatismos, en este caso, los delitos de violencia no los realizan colectivos, sino personas particulares. Sin embargo, la violencia de género presupone que esa violencia la ejerce un colectivo concreto: los hombres, unidos en una supraentidad de dominio de la mujer. De esta forma, el hecho de ser hombre implica inmediatamente ser un “violento de género potencial” en tanto pertenece al colectivo, le guste o no. Y toda mujer que hable de la violencia de género, ha de saber que en ese grupo de violentos de género está incluyendo a sus hombres más queridos (padre, hermanos, marido e hijos). El error consiste en pensar que los hombres cercanos no son violentos de género, pero sí los otros que “andan por ahí sueltos” y no se les conoce, por lo que se contribuye a la criminalización del colectivo. Como el resto de las mujeres caen en el error de pensar eso mismo de nuestros seres queridos de sexo masculino a los que, obviamente, no conocen, la generalización queda hecha y no se libra ninguno de la estigmatización.
Alicia V. Rubio (Cuando nos prohibieron ser mujeres ...y os persiguieron por ser hombres: Para entender cómo nos afecta la ideología de género (Spanish Edition))
cuando afirmamos que la prostitución es una «violencia contra las mujeres» es para que olvidemos que es el matrimonio lo que constituye una violencia contra las mujeres y, de modo general, todo lo que aguantamos.
Virginie Despentes (Teoría King Kong (Spanish Edition))
Un pobre obrero que mata a su esposa será ahorcado indefectiblemente, pero cuando otro hombre de una condición superior realiza un acto semejante de violencia y mancha sus manos con la sangre de la mujer a quien jurado amar y apreciar, la pena capital no será ejecutada contra él.
Charles Haddon Spurgeon (El juicio final (Spanish Edition))
Ante la igualdad, la imparcialidad es un mito.
Glòria Poyatos Matas (Todas. Crónica de la violencia contra las mujeres)
Ahora, Lesvy pasaba a ser oficialmente loca y suicida. Sobre todo loca, ese calificativo tan utilizado cuando se quiere anular a una mujer.
Glòria Poyatos Matas (Todas. Crónica de la violencia contra las mujeres)
cada seis horas matan a una mujer, cada media hora violan a una y cada diez minutos a alguna le pegan en la casa. El momento en que más ocurre la violencia es el domingo por la noche, y el día con más violencia contra las mujeres en el país es el Día de la Madre.
Catalina Ruiz-Navarro (Las mujeres que luchan se encuentran: Manual de feminismo pop latinoamericano)
Con el manoseado valor de la “tolerancia” pasa algo similar a lo que con frecuencia se les escucha decir a los antiderechos: que ellos “no comparten” tal o cual forma de existir en el mundo, pero “la toleran”479. Suena muy bonito y bondadoso, ¡cuánta altura moral! ¡Si la tolerancia al otro es el pilar de la democracia! Y como esa palabreja, tolerancia, sale en casi todas las cartillas que enseñan “valores”, suena como una excelente solución, muy pacífica también, no tienes que escuchar al otro, no tienes que entenderlo, solo tienes que tolerarlo. Pero no es lo mismo tolerar la música alta de la vecina fiestera o el llanto de un bebé en un avión que tolerar los discursos de odio, los prejuicios que se convierten en discriminación, o la violencia. A las mujeres nos enseñan desde chiquitas a tolerar todo tipo de violencia en contra nuestra, y luego en la comisaría de familia, con un ojo morado, o quizás en la iglesia, o con nuestra familia, la jueza, el cura y nuestra propia hermana nos dirán que la tolerancia es el valor que puede salvar nuestra vida en familia y con ese consejito nos regresan bien dispuestas a nuestros agresores
Catalina Ruiz-Navarro (Las mujeres que luchan se encuentran: Manual de feminismo pop latinoamericano)
La «cultura de la violación» es el entorno en el que la violación prevalece y en el que está normalizada y excusada la violencia sexual contra las mujeres dentro de la cultura y los medios populares. La cultura de la violación se perpetúa mediante la utilización del lenguaje misógino, la objetivación de los cuerpos de las mujeres y la «glamurización» de la violencia sexual, ya que crea así una sociedad que obvia los derechos de las mujeres y su seguridad. La cultura de la violación afecta a cada mujer. La mayor parte de las chicas y de las mujeres limitan sus comportamientos debido a la existencia de la violación. La mayor parte de las mujeres y de las niñas viven bajo el temor de la violación. Los hombres, normalmente, no. Así es como la violación funciona, como una poderosa herramienta, gracias a la cual la población femenina al completo se ve sometida a una subordinación frente a toda la población masculina; y esto es así aunque haya muchos hombres que no violen y muchas mujeres que nunca serán víctimas de la violación.
Rebecca Solnit (Los hombres me explican cosas)
han sido víctimas de violencia sexual mujeres indígenas que ocupan un lugar de autoridad dentro de sus pueblos, así como mujeres líderes que representan un grupo social específico, una fuerza política o que cumplen un papel central en la comunidad (maestras, parteras o promotoras de salud). Ellas son victimizadas porque son voceras de reclamos colectivos o desempeñan un papel central en la reproducción de la vida social y cultural de una comunidad. Por ejemplo, en la masacre de Bahía Portete perpetrada el 19 de abril del 2004, el Bloque Norte de las Autodefensas usó la violencia sexual de manera premeditada y estratégica contra mujeres líderes seleccionadas para devastar física y moralmente a las comunidades, y provocar así su destierro. El informe de GMH refiere que en este caso “los victimarios atacan acudiendo a la tortura sexual y mediante mecanismos como el cercenamiento de extremidades y de órganos asociados a la sexualidad, o la incineración de los cuerpos de los muertos. De esta manera, mediante el ataque violento y el asesinato de mujeres se mancha también su cuerpo como territorio y el territorio se desacraliza
Centro Nacional de Memoria Histórica (¡Basta ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad)
García Márquez fue un genio de la literatura, un maestro del reportaje y un artista de la palabra, pero eso no le hacía un gran hombre, sí un gran, enorme, escritor. Su dimensión humana y su talla literaria pudieron estar separadas hasta la aparición de Memoria de mis putas tristes, apología de la violación, la misoginia y la violencia contra las mujeres que recibió el mismo aplauso de los caballeros del canon que sus magníficas obras anteriores.
Nuria Varela (Cansadas (Spanish Edition))
profesora. Pero de seguro nadie te contó que Mistral fue una ruda feminista que luchó contra el desprecio a la mujer, que fue una crítica furiosa de la explotación del obrero y el agricultor, que rechazó la violencia y el despojo contra el pueblo indígena ni tampoco que fue atacada en Chile y el extranjero por su oposición a los fascismos y «la tarántula militar»,
Jorge Baradit (Historia secreta de Chile 3 (Spanish Edition))
Para poder plantear estrategias efectivas para disminuir la violencia contra las mujeres, en vez de enfocarnos en “proteger” a las mujeres, es decir encerrarlas, limitarlas, vigilaras a modo de un supuesto “cuidado”, deberíamos enfocarnos en desmontar eso que produce la violencia. Pensar en “nuevas masculinidades” se trata precisamente de reinventar la masculinidad para que no sea una categoría ontológicamente inestable que se reafirma desde la violencia.
Catalina Ruiz-Navarro (Las mujeres que luchan se encuentran: Manual de feminismo pop latinoamericano)
Esta inhabilidad para conectar con otros conlleva una inhabilidad de asumir la responsabilidad por causar dolor. Esta negación es más evidente en casos en los que los hombres buscan justificar su violencia extrema contra quienes tienen menos poder, usualmente mujeres, sugiriendo que son ellos los victimizados por las mujeres
Catalina Ruiz-Navarro (Las mujeres que luchan se encuentran: Manual de feminismo pop latinoamericano)