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Ahora que lo pienso, se dijo, Castillo tenía razón: uno no puede pasarse la vida imitando la mala literatura. La mala literatura, explicaba Castillo, es un pantano del que no se puede salir si se ha caído en él a profundidad. Pero de golpe se le acrecentó el afecto hacia Turi Giuliano: nadie le ha devuelto una imagen de sí mismo tan humana como ese personaje
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