Un Sabio Dijo Quotes

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Puedes experimentar con las palabras y descubrir el efecto que éstas tienen sobre las personas. Con este tema hay que ser cuidadoso. Creo que ya dije antes, en algún momento, o lo dijo un sabio, que las palabras son extremadamente poderosas y pueden lastimar en lo más hondo o, en cambio, curar las heridas. O puedes revelar con ellas el amor de tu vida, o la mejor manera de ponerle un nombre a lo que odias. Las palabras pueden hacer revoluciones sin necesidad de tener armas.
Benito Taibo (Persona normal)
—Tal vez siempre has sido sabio —dijo Jace—. Recuerdo que cuando te pregunté si querías ser mi parabatai, tú me dijiste que necesitabas un día para pensar en ello. Y luego volviste y dijiste que sí, y cuando te pregunté por qué accediste a hacerlo, dijiste que era porque necesitaba a alguien que me cuidara. Tenías razón. Nunca pensé en ello de nuevo, porque nunca tuve que hacerlo. Te tengo, y siempre has cuidado de mí. Siempre —No —dijo Alec—. No hables así. —No ¿Por qué? —Porque —dijo Alec—. Así es como la gente habla cuando piensan que van a morir
Cassandra Clare (City of Heavenly Fire (The Mortal Instruments, #6))
Todo es vana arquitectura, porque dijo un sabio un día que a los sastres se debía la mitad de la hermosura.
Lope de Vega
Conozco a un viejo y sabio monje budista que, en cierta ocasión, dijo a sus paisanos en un discurso que le gustaría saber por qué todo el mundo está de acuerdo en que es ridículo y penoso que alguien diga de sí mismo: «Soy la persona más lista, más fuerte, más valiente y mejor dotada del mundo», pero que, si en vez de decir «soy» dice «somos» y afirma que «nosotros» somos las personas más listas, más fuertes, más valientes y mejor dotadas del mundo se le aplaude con entusiasmo en su patria y se le llama patriota.
E.H. Gombrich (Breve historia del mundo (ATALAYA) (Spanish Edition))
Un hombre, después de mucho tiempo caminando, llegó al lugar donde vivía un gran sabio. Al recibirle, le pidió encarecidamente: -¡Muéstreme el camino hacia Alá! -¿Te has enamorado alguna vez de alguien? -preguntó el sabio. -¿Enamorarme? ¿Qué es lo que el gran maestro quiere decir con eso? Me prometí a mí mismo jamás aproximarme a una mujer, huyo de ellas como quien intenta escapar de una enfermedad. Ni siquiera las miro. Cuando pasan, cierro los ojos. -Procura volver a tu pasado e intenta descubrir si alguna vez, en toda tu vida, hubo algún momento de pasión que dejase tu cuerpo y tu espíritu llenos de fuego. -Vine hasta aquí para aprender a rezar, y no a cómo enamorarme de una mujer. Quiero ser guiado hasta Alá y usted insiste en querer llevarme hacia los placeres de este mundo. No entiendo lo que desea enseñarme. El sabio permaneció silencioso algunos minutos y finalmente dijo: -No puedo ayudarte. Si tú nunca tuviste alguna experiencia de amor, nunca conseguirás experimentar la paz de una oración. Por lo tanto, regresa a tu ciudad, enamórate, y vuelve a buscarme sólo cuando tu alma esté llena de momentos felices. >>Sólo una persona que entiende el amor puede entender el significado de la oración. Porque el amor por alguien es una oración dirigida al corazón del Universo, una plegaria que Alá colocó en las manos de cada ser humano como un presente divino.
Jalal ad-Din Muhammad ar-Rumi (La danza del corazón)
Sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. 1 PEDRO 5.5 Un día Jesús llamó a un niño, lo sentó en medio de sus discípulos y dijo: «De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe» (Mateo 18.3–5). Jesús tenía gran respeto por la condición del niño. Vio en un niño el modelo de la dependencia y la confianza, la mente inocente y la humildad. Vio a una persona con ganas de agradar y dar gracias, y rápido para expresar el amor y rápido de aceptar y obedecer lo que se le ordenaba y enseñaba. Así que Él usó a un niño como una analogía para enseñar a sus discípulos la dependencia, la confianza, la humildad, el afecto y la obediencia. Quizá usted diga: «Pero Jesús solo estaba utilizando a los niños como una analogía de la forma en que los adultos se convierten y forman parte del reino de Dios». Permítame señalarle que una analogía solo funciona si está arraigada en la verdad. Si los niños no son fácil y totalmente recibidos en el reino de los cielos, la analogía de la conversión espiritual sería una muy pobre. Como es, la analogía es una grande. Los niños son aceptados en el reino y por eso, seamos sabios para llegar a ser como niños en nuestra dependencia espiritual del Señor para que nosotros, también, podamos ser fácilmente aceptados.
John F. MacArthur Jr. (Las lecturas diarias de MacArthur: Desatando la verdad de Dios un día a la vez (Spanish Edition))
Los cínicos enseñaron que la verdadera felicidad no depende de cosas externas tales como el lujo, el poder político o la buena salud. La verdadera felicidad no consiste en depender de esas cosas tan fortuitas y vulnerables, y precisamente porque no depende de esas cosas puede ser lograda por todo el mundo. Además no puede perderse cuando ya se ha conseguido. El más famoso de los cínicos fue Diógenes, que era discípulo de Antístenes. Se dice de él que habitaba en un tonel y que no poseía más bienes que una capa, un bastón y una bolsa de pan. (¡Así no resultaba fácil quitarle la felicidad!) Una vez en que estaba sentado tomando el sol delante de su tonel, le visitó Alejandro Magno, el cual se colocó delante del sabio y le dijo que si deseaba alguna cosa, él se la daba. Diógenes contestó: «Sí, que te apartes un poco y no me tapes el sol». De esa manera mostró Diógenes que era más rico y más feliz que el gran general, pues tenía todo lo que deseaba.
Jostein Gaarder (El mundo de Sofía)
—Los cazadores de sombras somos lentos para amar —explicó—. Pero cuando amamos, lo hacemos para siempre. Era algo que recordaba haberle oído a Helen una vez, quizá en su boda. Kieran parpadeó y la miró fijamente, como si hubiera dicho algo muy sabio. —Sí —repuso—. Sí, eso es cierto. Debo confiar en el amor de Mark. Pero Cristina... nunca ha dicho que me ame. Y ahora los noto a ambos tan lejos... —Todo el mundo parece estar lejos ahora —dijo Dru, pensando en lo solitarios que habían sido los últimos días—. Pero es porque están preocupados. Cuando se preocupan, se meten dentro de sí mismos y a veces se olvidan de que estás ahí. —Miró sus palomitas—. Pero eso no significa que no les importes. Kieran apoyó un codo en la rodilla. —Entonces ¿qué debo hacer, Drusilla? —Umm —reflexionó Drusilla—. No te calles lo que quieres, o puede que nunca lo consigas. —Eres muy sabia —afirmó Kieran muy serio. —Bueno —repuso Dru—. Lo cierto es que lo vi en una taza. —Las tazas de este mundo son muy sabias.
Cassandra Clare (Queen of Air and Darkness (The Dark Artifices, #3))
La tradición del islam místico comparte esta misma convicción. Me gustaría relatarle algo tomado de la leyenda dorada de los santos musulmanes. Un día, Suturá, una buena mujer, fue a visitar a Tierno Bokar, el sabio de Bandiagara: esta aldea de Mali está situada en la meseta del mismo nombre, rodeada de altos acantilados al pie de los cuales viven los dogon, pueblo famoso por su arte austero, su compleja cosmogonía y su hondo sentido de la trascendencia. «Tierno –le dijo Suturá–, estoy muy irritable. Me molesta hasta lo más insignificante. Querría recibir de ti una bendición o una oración que me haga dulce, amable y paciente». No había acabado de hablar cuando su hijo, un niño de tres años que estaba esperándola en el patio, agarró una tabla y le dio un golpe en la espalda. Ella miró al niño, sonrió y, atrayéndolo hacia ella, dijo dándole un cachete cariñoso: «¡Qué niño más malo! Mira cómo trata a su madre…». «Si tan irritable estás, ¿por qué no te enfadas con tu hijo?», le preguntó Tierno Bokar. «Si no es más que un niño –contestó Suturá–. No sabe lo que hace. Con un niño de esta edad no hay quien se enfade». «Vete a casa, querida Suturá –le dijo Tierno– y, cuando alguien te irrite, acuérdate de la tabla y piensa: “Tenga los años que tenga, esta persona está actuando como un niño de tres años”. Sé indulgente: puedes hacerlo, ya que acabas de serlo con tu hijo cuando te ha dado ese golpe. Obra así y no volverás a enfadarte. Vivirás feliz y te sentirás mejor. Las bendiciones que desciendan sobre ti serán mucho mayores que las que puedas recibir de mí: serán las bendiciones de Dios y del propio Profeta. Quien soporta y perdona una ofensa –continuó– se parece a una de esas grandes ceibas que ensucian los buitres al posarse en sus ramas. El aspecto repugnante del árbol solo dura una parte del año. Todos los inviernos Dios envía unos cuantos chaparrones que lo limpian de la copa a las raíces y lo revisten de un nuevo follaje. Procura prodigar el amor que sientes por tu hijo a todas las criaturas de Dios. Porque Dios quiere a sus criaturas como un padre a sus hijos. Entonces llegarás a lo más alto de la escala, allí donde, gracias al amor y la caridad, el alma solo ve y valora la ofensa para perdonarla mejor». Las palabras de Tierno supusieron tanto para Suturá que, a partir de ese día, consideró hijos suyos a todos los que la ofendían y no les respondió más que con dulzura, amor y una paciencia silenciosa y sonriente. Tanto cambió que, al final de su vida, la gente decía: «Paciente como Suturá». Nunca más hubo nada capaz de enfadarla. Cuando murió, se la consideraba prácticamente una santa.
Robert Sarah (La fuerza del silencio)
Hay un pequeño diálogo encantador entre los dichos y parábolas del sabio taoísta Chuang-tzu, que vivió alrededor de 300 a.C. Se titula La alegría del pez: Un día, Chuang-tzu se paseaba con su amigo Hui-tzu por el puente sobre el río Hao. Chuang-tzu dijo: - Cuán alegremente saltan y juegan los ágiles peces! Esta es la alegría del pez. Hui-tzu comentó: - No eres un pez, así que ¿cómo puedes saber acerca de la alegría del pez? Hui-tzu contestó: - No soy tú, por lo que no puedo conocerte del todo. Pero sigue siendo cierto que no eres un pez; por tanto, está perfectamente claro que no puedes saber acerca de la alegría del pez. Chuang-tzu dijo: - Volvamos al punto de partida, por favor. Tú dijiste "¿Cómo puedes saber acerca de la alegría del pez?" Pero tú ya lo sabías y aún así preguntaste. Conozco la alegría del pez por mi propia alegría al contemplarlos desde el puente. La conversación debe de haber sido proverbial en China, pues unos mil años más tarde, el gran poeta Po Chü-i (772-846) escribió dos breves estrofas de un comentario escéptico titulado Reflexiones junto al estanque: En vano Chuan y Hui discutieron en el puente sobre el Hao: Las mentes humanas no conocen necesariamente las mentes de otras criaturas Una nutria viene atrapando peces, el pez salta: ¡Esto no es placer de peces, es sobresalto de peces! El agua es poco profunda, los peces escasos, la garceta blanca está hambrienta: Concentrada, los ojos muy abiertos, espera a los peces. Desde fuera parece tranquila, pero por dentro está tensa: Las cosas no son lo que parece, pero ¿quién lo sabría? Lo que dice el poeta es que si él hubiera estado en el puente, habría advertido al sabio que no se fiase demasiado de su intuición. La fuerza de las convicciones subjetivas no es un salvavidas contra los errores. nunca sabemos realmente si tenemos razón, pero a veces sabemos que estábamos equivocados. Extraído de: E. H. GOMBRICH. Temas de nuestro tiempo. Propuestas del siglo XX. Acerca del saber y del Arte. Debate, 1997. p. 56 - 57 (Topics of our Time)
E.H. Gombrich (Topics of our Time: Twentieth-century issues in learning and in art)
— ¡Oh Caballero de la Triste Figura!, no te dé afincamiento la prisión en que vas, porque así conviene para acabar más presto la aventura en que tu gran esfuerzo te puso; la cual se acabará cuando el furibundo león manchado con la blanca paloma tobosina yoguieren en uno, ya después de humilladas las altas cervices al blando yugo matrimoñesco; de cuyo inaudito consorcio saldrán a la luz del orbe los bravos cachorros, que imitarán las rumpantes garras del valeroso padre. Y esto será antes que el seguidor de la fugitiva ninfa faga dos vegadas la visita de las lucientes imágines con su rápido y natural curso. Y tú, ¡oh, el más noble y obediente escudero que tuvo espada en cinta, barbas en rostro y olfato en las narices!, no te desmaye ni descontente ver llevar ansí delante de tus ojos mesmos a la flor de la caballería andante; que presto, si al plasmador del mundo le place, te verás tan alto y tan sublimado que no te conozcas, y no saldrán defraudadas las promesas que te ha fecho tu buen señor. Y asegúrote, de parte de la sabia Mentironiana, que tu salario te sea pagado, como lo verás por la obra; y sigue las pisadas del valeroso y encantado caballero, que conviene que vayas donde paréis entrambos. Y, porque no me es lícito decir otra cosa, a Dios quedad, que yo me vuelvo adonde yo me sé. Y, al acabar de la profecía, alzó la voz de punto, y diminuyóla después, con tan tierno acento, que aun los sabidores de la burla estuvieron por creer que era verdad lo que oían. Quedó don Quijote consolado con la escuchada profecía, porque luego coligió de todo en todo la significación de ella; y vio que le prometían el verse ayuntados en santo y debido matrimonio con su querida Dulcinea del Toboso, de cuyo felice vientre saldrían los cachorros, que eran sus hijos, para gloria perpetua de la Mancha. Y, creyendo esto bien y firmemente, alzó la voz, y, dando un gran suspiro, dijo: — ¡Oh tú, quienquiera que seas, que tanto bien me has pronosticado!, ruégote que pidas de mi parte al sabio encantador que mis cosas tiene a cargo, que no me deje perecer en esta prisión donde agora me llevan, hasta ver cumplidas tan alegres e incomparables promesas como son las que aquí se me han hecho; que, como esto sea, tendré por gloria las penas de mi cárcel, y por alivio estas cadenas que me ciñen, y no por duro campo de batalla este lecho en que me acuestan, sino por cama blanda y tálamo dichoso. Y, en lo que toca a la consolación de Sancho Panza, mi escudero, yo confío de su bondad y buen proceder que no me dejará en buena ni en mala suerte; porque, cuando no suceda, por la suya o por mi corta ventura, el poderle yo dar la ínsula, o otra cosa equivalente que le tengo prometida, por lo menos su salario no podrá perderse; que en mi testamento, que ya está hecho, dejo declarado lo que se le ha de dar, no conforme a sus muchos y buenos servicios, sino a la posibilidad mía. Sancho Panza se le inclinó con mucho comedimiento, y le besó entrambas las manos, porque la una no pudiera, por estar atadas entrambas. Luego tomaron la jaula en hombros aquellas visiones, y la acomodaron en el carro de los bueyes.
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote de la Mancha (Spanish Edition))
»Cierto mercader envió a su hijo con el más sabio de todos los hombres para que aprendiera el Secreto de la Felicidad. El joven anduvo durante cuarenta días por el desierto, hasta que llegó a un hermoso castillo, en lo alto de una montaña. Allí vivía el sabio que buscaba. »Sin embargo, en vez de encontrar a un hombre santo, nuestro héroe entró en una sala y vio una actividad inmensa; mercaderes que entraban y salían, personas conversando en los rincones, una pequeña orquesta que tocaba melodías suaves y una mesa repleta de los más deliciosos manjares de aquella región del mundo. El sabio conversaba con todos, y el joven tuvo que esperar dos horas para que le atendiera. »El sabio escuchó atentamente el motivo de su visita, pero le dijo que en aquel momento no tenía tiempo de explicarle el Secreto de la Felicidad. Le sugirió que diese un paseo por su palacio y volviese dos horas más tarde. »Pero quiero pedirte un favor— añadió el sabio entregándole una cucharilla de té en la que dejó caer dos gotas de aceite—. Mientras camines lleva esta cucharilla y cuida de que el aceite no se derrame. »El joven comenzó a subir y bajar las escalinatas del palacio manteniendo siempre los ojos fijos en la cuchara. Pasadas las dos horas, retornó a la presencia del sabio. »¿Qué tal? —preguntó el sabio—. ¿Viste los tapices de Persia que hay en mi comedor? ¿Viste el jardín que el Maestro de los Jardineros tardó diez años en crear? ¿Reparaste en los bellos pergaminos de mi biblioteca? »El joven, avergonzado, confesó que no había visto nada. Su única preocupación había sido no derramar las gotas de aceite que el Sabio le había confiado. »Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo —dijo el Sabio—. No puedes confiar en un hombre si no conoces su casa. »Ya más tranquilo, el joven cogió nuevamente la cuchara y volvió a pasear por el palacio, esta vez mirando con atención todas las obras de arte que adornaban el techo y las paredes. Vio los jardines, las montañas a su alrededor, la delicadeza de las flores, el esmero con que cada obra de arte estaba colocada en su lugar. De regreso a la presencia del sabio, le relató detalladamente todo lo que había visto. »¿Pero dónde están las dos gotas de aceite que te confié? —preguntó el Sabio. »El joven miró la cuchara y se dio cuenta de que las había derramado. »Pues éste es el único consejo que puedo darte —le dijo el más Sabio de los Sabios—. El secreto de la felicidad está en mirar todas las maravillas del mundo, pero sin olvidarse nunca de las dos gotas de aceite en la cuchara. El muchacho guardó silencio.
Paulo Coelho (El alquimista)
No había nada especialmente nuevo en la idea de la huelga general, pero normalmente no se asociaba al marxismo. Su potencial había quedado patente en la huelga general de Inglaterra en 1842, en la que participaron alrededor de medio millón de obreros. Aquello fue la respuesta a unos recortes salariales durante una época de crisis, pero luego se asociaron a las demandas políticas de los cartistas —los partidarios del cartismo, pioneros del movimiento político obrero en Inglaterra, por las peticiones de la People’s Charter (1837)—. Los líderes del cartismo también se mostraron equívocos con respecto a esa conexión, y en Gran Bretaña, como en el resto de Europa, las huelgas habían empezado a asociarse con los sindicatos y las exigencias económicas, y no tanto con las reivindicaciones políticas. Solo los anarquistas adoptaron la idea de las huelgas políticas como un reflejo de la espontaneidad de las masas que tanto celebraba Bakunin. Solo por esta razón, la táctica huelguista se observó con cierto escepticismo entre los marxistas. En 1837, Engels se había burlado de la idea bakuninista, según la cual una hermosa mañana todos los trabajadores de todas las fábricas de un país, e incluso del mundo entero, dejarán de trabajar, y así obligarán a los poderosos a humillarse en el plazo de cuatro semanas, como mucho, o a agredir a los trabajadores, que entonces tendrían todo el derecho a defenderse y a aprovechar la ocasión para destruir el edificio de la vieja sociedad. Según Engels, una huelga general precisaba «una buena organización de la clase trabajadora y muchos fondos». Antes de que se consiguiera todo esto, los trabajadores habrían alcanzado el poder por otros medios. Y si tenían la organización y los fondos, «no necesitarían utilizar el rodeo de una huelga general para conseguir su objetivo».[10] Así pues, Luxemburgo tuvo que explicar cómo su idea podía afrontar las objeciones de Engels. Dijo que 1905 había demostrado algo nuevo respecto de las tácticas obreras y que las huelgas no tenían nada que ver con el anarquismo. Sin embargo, su entusiasmo ante la idea del cambio surgiendo como algo natural, una respuesta orgánica de las clases trabajadoras frente a sus condiciones de vida más que como un instrumento de la estrategia partidista, no estaba muy lejos de Bakunin. En su tratado, Luxemburgo llegó a apartarse de su objetivo para intentar demostrar su desprecio por el anarquismo. Sin embargo, su desconfianza hacia los burócratas del partido era evidente en las polémicas contra todos aquellos que hablaban de las tácticas como si un «comité de sabios» pudiera decidir al respecto y señalar un día concreto para su ejecución, y contra todos aquellos que respetaban solo las luchas «bien ordenaditas y bien disciplinadas» que se ejecutan «de acuerdo con un plan y un modelo».
Lawrence Freedman (Estrategia (Historia) (Spanish Edition))
«Un antiguo sabio dijo: "una persona buena es como caminar bajo la niebla y la llovizna, aunque la ropa no se empape se va volviendo cada vez más húmeda."» (4-4, Shobogenzo)
Dogen Zenji, Eihei (Shobogenzo: Zen Essays by Dogen)
Un emperador le dijo a un sabio: "Tu Dios es un ladrón: necesitó, para crear a la mujer, robarle una costilla a Adán, cuando estaba dormido." Y como al sabio le costaba responder, la hija de éste tomó la palabra y replicó: "Traigo una queja. Unos ladrones se introdujeron en casa durante la noche y robaron una aguamanil de plata, dejando en su lugar un aguamanil de oro,
J.J. Benítez (Caballo De Troya 2)
¿Era más feliz el que no piensa? «La inteligencia puede convertirnos en una prisión para nosotros mismos», se dijo. El más sabio conoce sus limitaciones y, a pesar de sus esfuerzos por subsanarlas, sufre al saberse ignorante.
Mar Montes (Dos mujeres, un crimen (Spanish Edition))
Devocional 29 Tolera Es un hecho que en ocasiones nos cuesta mucho aceptar y comprender a los demás cuando no estamos de acuerdo con su manera de pensar o de ser. De hecho, muchas relaciones se ven afectadas porque no somos capaces de ser empáticos, de ponernos en el lugar del otro y tratar de entender sus razones, o al menos los sentimientos que se ocultan detrás de su comportamiento. Es un hecho que todos somos diferentes, por eso necesitamos aprender a escucharnos para así entender el punto de vista de los demás, antes de juzgarlos de forma apresurada y dañarlos. Por esta razón, la Biblia nos da un sabio consejo: «Acéptense unos a otros, así como Cristo los ha aceptado. Acéptense para honrar a Dios» (Romanos 15:7). Esto quiere decir que Dios quiere que tengamos relaciones saludables con los demás, y por eso nos dice que una manera de honrarlo es aceptándonos mutuamente. Además, Dios dice a través de su palabra que no debemos enojarnos, ni amargarnos unos con otros (Colosenses 3:13). Y necesitamos aplicar esto, porque los desacuerdos, nos gusten o no, son parte del día a día de las relaciones de pareja, familiares, con nuestros amigos e incluso las laborales. Pero el problema no son los desacuerdos. Los conflictos se presentan cuando no estamos en la capacidad de escuchar y manejamos la situación gobernados por la ira, el orgullo y la prepotencia. Ninguna de estas tres son buenas consejeras ya que siempre nos llevarán a buscar tener la razón a como dé lugar, sin importar si pasamos por encima de los sentimientos del otro. En cuanto a esto, la epístola a los Colosenses nos enseña lo siguiente: «… más bien, perdónense unos a otros. Cuando alguien haga algo malo, perdónenlo». ¿Sabes por qué?, porque precisamente así es como Dios ha demostrado su amor para con nosotros: soportándonos, tolerándonos, perdonándonos y aceptándonos a pesar de nuestras equivocaciones. ¿Recuerdas el relato bíblico que narra aquel momento cuando los fariseos llegaron ante Jesús con la mujer adúltera? Ellos estaban esperando a que Él diera una orden para apedrearla. Pero cuando Jesús les dijo: «El que esté sin pecado que tire la primera piedra», sin duda cambiaron sus planes. Ahora me gustaría saber, si hubieras estado en el lugar de Jesús, ¿cuál habría sido tu respuesta? Dios quiere que manifestemos su amor siendo respetuosos y tolerantes con los demás. Es más, el amarnos los unos a los otros es un mandamiento dado directamente por Jesús, así que no podemos decir que amamos a Dios si no lo hacemos con el prójimo (1 Juan 4:21). Así que no juzgues a otros sin conocer sus intenciones, porque si no, serás juzgado de la misma manera (Mateo 7:2). No hemos sido llamados para descalificar a otros, sino a amar y a restaurar. En Hebreos 12:14 dice que debemos procurar la paz con todos. Pero es necesario aclarar que cuando hablamos de tolerancia no quiere decir que debamos aprobar un acto indebido. Según el Diccionario de la lengua española, la palabra tolerar significa «llevar con paciencia». En ningún sentido quiere decir aprobar o participar en aquello que ofende a Dios. Esto lo podemos ver en la actitud que Él tiene hacia nosotros: el Señor tiene las puertas abiertas para todos y si nos acercamos a su presencia, no nos echa afuera. Pero Él desea restaurarnos porque nos ama. Fíjate en el caso de la mujer adúltera. Jesús no permitió que la apedrearan y confrontó a los fariseos; pero de ningún modo aprobó el acto de adulterio, por eso le dijo: «¡Vete y no peques más!». Jesús nunca juzgó a los demás, buscó restaurar al otro desde su amor. Acepta y tolera a los demás como Dios lo ha hecho contigo. Recuerda que también Él te perdonó y te restauró a pesar de tus errores.
Rodrigo Riaño del Castillo (Diario de un vencedor: Un plan de acción para conectar con Dios y su propósito (Spanish Edition))
En alguna ocasión te habrá llamado la atención una fotografía que se encuentra con gran parte de su motivo principal en sombra, y la razón es precisamente que lo oculto siempre se vuelve interesante a nuestros ojos. Las luces siempre muestran, y la curiosidad acaba ahí; pero cuando no hay luz, el misterio hace que cualquier cosa se vuelva interesante. "Las sombras son parte de la luz que te abraza", dijo un señor sabio (creo que del norte) en una ocasión, y aunque en tus fotos, por costumbre o por instinto, vas a querer levantar esas sombras con reflectores o luces de relleno, yo te recomiendo que no lo hagas. Aprende a buscar sombras, a darles un sentido. Si encontramos belleza en un cuerpo, quizás sea porque no se muestra del todo, y se mantiene en la esfera de los tesoros que merecen la pena guardar en secreto. El espectador percibe ese secreto, quiere revelarlo, y disfruta del esfuerzo al descubrirlo.
Antonio Garci (Arte y Desnudo. Fotografía para vestir de luz, elegancia y libertad)
¿Y cuál va a ser el brindis? —preguntó Graham. —¿Por el fin de un año de mierda? —propuso Jake. —Eso no es un brindis —refunfuñó el viejo Cob. —¿Por el rey? —dijo Aaron. —No —terció el posadero con voz sorprendentemente firme. Alzó su vaso—. Por los viejos amigos que merecían algo mejor de lo que tuvieron.
Patrick Rothfuss (El temor de un hombre sabio (Crónica del asesino de reyes, #2))
—Se puede dividir el infinito un número infinito de veces, y las partes resultantes seguirán siendo infinitamente grandes —dijo Uresh con su extraño acento lenatti—. Pero si divides un número no infinito un número infinito de veces, las partes resultantes son no infinitamente pequeñas. Como son no infinitamente pequeñas, pero hay un número infinito de ellas, si las sumas, obtienes una suma infinita. De lo que se desprende que, de hecho, cualquier número es infinito. —¡Uau! —exclamó Elodin tras una larga pausa. Se puso muy serio y apuntó con un dedo al alumno de Lenatt—. Uresh. Tu próxima tarea es acostarte con una mujer. Si no sabes cómo hacerlo, ven a hablar conmigo después de clase.
Patrick Rothfuss (El temor de un hombre sabio (Crónica del asesino de reyes, #2))
Me encanta la Universidad —le dijo Sim a Wilem al otro lado de la hoguera—. Las mujeres instruidas son mucho más atractivas. —Me gustaría poder decir lo mismo de vosotros —dijo Mola con aspereza—. Pero nunca he conocido a ningún hombre instruido.
Patrick Rothfuss (El temor de un hombre sabio (Crónica del asesino de reyes, #2))
—Ten cuidado por el camino —dijo con expresión preocupada—. Recuerda que todo hombre sabio teme tres cosas: la tormenta en el mar, una noche sin luna y la ira de un hombre amable.
Patrick Rothfuss (El temor de un hombre sabio (Crónica del asesino de reyes, #2))
—¡Exactamente! —dijo Elodin. Su rostro se había iluminado—. Traducción. Todo conocimiento explícito es conocimiento traducido, y toda traducción es imperfecta.
Patrick Rothfuss (El temor de un hombre sabio (Crónica del asesino de reyes, #2))
—Re’lar Kvothe —dijo con seriedad—. Intento despertar tu mente dormida al sutil lenguaje que susurra el mundo. Intento seducirte para que comprendas. Intento enseñarte. —Se inclinó hacia delante, hasta que nuestras caras casi se tocaron—. Suéltame las tetas.
Patrick Rothfuss (El temor de un hombre sabio (Crónica del asesino de reyes, #2))
[...] un gran sabio griego, Tales de Mileto, dijo que «lo más difícil del mundo es conocerse a uno mismo y lo más fácil, hablar mal de los demás», así que, aunque la verdad está en ti, no menosprecies las enseñanzas recibidas [...]
Hans Müller (El príncipe que no quería salir de su castillo (Spanish Edition))
Quiero contarte cómo un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia. –¡Un momento! –lo interrumpió el filósofo–. ¿Ya pasaste por los tres filtros lo que vas a contarme? –¿Los tres filtros…? –Sí. El primer filtro es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto? –No… Lo oí comentar a unos vecinos. –Pero al menos lo habrás hecho pasar por el segundo filtro, que es el de la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien? –No, en realidad no, al contrario… –¡Ahá! Por lo menos lo habrás pasado por el tercero, ¿no? El filtro de la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que te inquieta? –Para ser sincero, no. Necesario no es. –Entonces –dijo sonriendo el sabio–, si no es verdadero, ni bueno, ni necesario… sepultémoslo en el olvido. ¿Tienes algo que decir a otra persona? Recuerda pasarlo por los filtros de la verdad, la bondad y la necesidad antes de decirlo.
Sergio Fernández (Vivir con abundancia)
la clásica historia del chico que se fue de su casa para estudiar con un reputado maestro. Cuando conoció al viejo sabio, le preguntó: «¿Cuánto tardaré en ser tan sabio como tú?» La respuesta no se hizo esperar: «Cinco años.» «Eso es mucho tiempo», replicó el muchacho. «¿Y si trabajo el doble?» «Entonces tardarás diez», contestó el maestro, a lo que el muchacho protestó: «Eso es demasiado tiempo. ¿Y si estudio también por las noches?» «Quince años», dijo el sabio. «No lo comprendo», replicó el chico. «Cada vez que prometo dedicar más energías, tú me dices que tardaré más en lograr mi objetivo. ¿Por qué?» «La respuesta es muy sencilla. Si tienes un ojo puesto en el destino que esperas alcanzar, sólo te queda otro para que te guíe en el viaje.»
Robin Sharma (El monje que vendió su Ferarri: Una fábula espiritual)
- Si fuera más joven, rechazaría tu ofrecimiento-dijo dando un suspiro-. Pero el orgullo es el lujo de los fuertes.-Puso una delgada mano sobre mi brazo y lo utilizó como punto de apoyo para ponerse de pie-. Yo debo optar por ser gentil. - La gentileza es el lujo de los sabios-dije con soltura-. De modo que se puede afirmar que la sabiduría aporta gentileza.
Patrick Rothfuss (The Wise Man's Fear (The Kingkiller Chronicle, #2))
Un sabio médico dijo: La mejor medicina para el ser humano es el amor. Alguien le preguntó ¿y si no funciona? Él respondió: aumenta la dosis
Ignacio Novo
Un sabio médico dijo: "La mejor medicina para el ser humano es el amor". Alguien le preguntó: ¿y si no funciona? Y él respondió: "Aumenta la dosis.
Ignacio Novo
ìLa verdad no sueÒa nuncaî, dijo un filÛsofo oriental. Por eso no nos importa. øQuÈ Ìbamos a hacer con su f˙til realidad? Ella ˙nicamente existe en mentes de sabios, en prejuicios escol·sticos, en la mediocridad de todas las enseÒanzas. Pero el espÌritu, al que lo infinito dotÛ de alas, el sueÒo es m·s real que todas las verdades. El mundo no es; se crea cada vez que el estremecimiento de un principio atiza las ascuas de nuestra alma. El yo es un promontorio en la nada que sueÒa con un espect·culo de realidad
Anonymous
Un antiguo sabio dijo una vez: «La blanda respuesta quita la ira».
Gary Chapman (Los 5 lenguajes del amor)
Hans Mayer La parte más interesante de la conversación que mantuvimos fue para mí todo cuanto se refería a su época en Leipzig. Habló sobre Becher, quien siempre lo había apoyado, y alabó su postura de aquel entonces, aunque sin reconocer su poesía. Narró una visita a Döblin moribundo en Emmendingen, lo fue a ver junto con Huchel, ambos enviados por Becher para averiguar si se podía hacer algo por Döblin. En esa ocasión, Döblin se manifestó muy críticamente sobre un ensayo de Bloch en la revista Sinn und Form, titulado, aunque cueste creerlo, «El sabio Stalin». Me dijo Mayer que él no sabía nada de ello, pero que Döblin, perfectamente lúcido, le dijo: se publicó en Sinn und Form. Huchel agachó la cabeza, consciente de su responsabilidad. En aquella ocasión, Mayer y Huchel se llevaron el manuscrito de Hamlet, que se publicó primero allí, en Alemania del Este. También me habló de la muerte de Fallada, que murió como morfinómano en Berlín Oriental, casi al mismo tiempo que Becher, quien también se había hecho adicto a la morfina, pero al final la había abandonado. Becher, quien siendo muy joven todavía mató de un tiro a su amante en Múnich y luego intentó suicidarse, se quedó con la bala en el cuerpo y se salvó. Desde entonces llevaba dentro la bala, la cual fue de manera indirecta la causa de su muerte. Tenía cáncer y fue examinado por médicos rusos; cuando le descubrieron un tumor en el pecho, se les dijo que era la bala que llevaba siempre en el cuerpo, de modo que no insistieron y el cáncer no se detectó en su momento.
Elias Canetti (Il libro contro la morte)
Parece irónico, pero cuanto menos pienses en el resultado final, más rápido se producirá éste. —Explícate. —Es como la clásica historia del chico que se fue de su casa para estudiar con un reputado maestro. Cuando conoció al viejo sabio, le preguntó: «¿Cuánto tardaré en ser tan sabio como tú?» La respuesta no se hizo esperar: «Cinco años.» «Eso es mucho tiempo», replicó el muchacho. «¿Y si trabajo el doble?» «Entonces tardarás diez», contestó el maestro, a lo que el muchacho protestó: «Eso es demasiado tiempo. ¿Y si estudio también por las noches?» «Quince años», dijo el sabio. «No lo comprendo», replicó el chico. «Cada vez que prometo dedicar más energías, tú me dices que tardaré más en lograr mi objetivo. ¿Por qué?» «La respuesta es muy sencilla. Si tienes un ojo puesto en el destino que esperas alcanzar, sólo te queda otro para que te guíe en el viaje.»
Robin Sharma (Pack: El monje que vendió su Ferrari: Incluye El monje que vendió su Ferrari y Descubre tu destino con el monje que vendió su Ferrari (Spanish Edition))
El primer manuscrito, el de la tinaja, no lo mostré por vanidad, para no compartir mi hallazgo con nadie. El segundo no lo di a conocer por cobardía. Usted vivió esos años. El mundo parecía a punto de estallar. Todos ustedes, todos los de su generación eran zelotes. —Se rio pero como de lejos, sin alegría. —Ya no se trataba de comprender el mundo, sino de transformarlo, ¿no? Los muchachos salían a la calle a pedir la realidad de lo imposible, los curitas se remangaban la sotana y se hacían matar en las selvas de Colombia o de Bolivia. El compañero Jesús, harto de cargar con un patíbulo romano, andaba por esos arrozales de Vietnam munido de una buena metralleta, clamando como Nietzsche por el Hombre Nuevo. La revolución aprobada por Dios. Hubiera sido un buen momento, ¿no es verdad? Estoy tan cansado —dijo de pronto—, ha pasado tanto tiempo y me he vuelto tan viejo. Trate de entenderme, por más que no me crea. Yo, a pesar de mi rebeldía, de mi arrogancia intelectual, era un sabio cobarde y sencillamente tuve miedo de que fuera posible probar la autenticidad de esa epístola.
Abelardo Castillo (El evangelio según Van Hutten)
¡Bárbaros! —dijo enjugándose las lágrimas—. Se me había olvidado lo atrasados que sois. Mi rey poeta también era así. Tardó muchísimo en comprender la verdad: que existe una gran diferencia entre el pene y el corazón.
Patrick Rothfuss (El temor de un hombre sabio (Crónica del asesino de reyes, #2))
En el código judío de leyes civiles y cánones (el Talmud) encontramos la historia de un exilarca, al cual se había impuesto una enorme multa. Tenía que llenar de trigo un granero que medía de base 40 × 40. El afligido hombre se dirigió al rabino Huna (aprox. 212-97 d.C.), el jefe de la Academia de Sura en Babilonia, en busca de consejo. El sabio le dijo: «Convénceles para que te cojan [dos plazos]: ahora una superficie de 20 × 20 y dentro de un tiempo otra entrega de 20 × 20, y así podrás aprovechar la mitad.» Naturalmente el área de un cuadrado con un lado de 40 unidades es 40 × 40 = 1.600 unidades cuadradas, mientras que el área combinada de dos 20 × 20 cuadrados tan sólo es de 800 unidades cuadradas.
Mario Livio (La ecuación jamás resuelta: Como dos genios matemáticos descubrieron el lenguaje de la simetría (Popular Science) (Spanish Edition))
—Una historia es como un fruto seco —dijo Vashet—. Un necio se la traga entera y se atraganta. Otro necio la tira creyendo que no tiene ningún valor. —Sonrió—. Pero una mujer sabia encuentra la manera de romper la cáscara y comerse el fruto que hay en el interior.
Patrick Rothfuss (El temor de un hombre sabio (Crónica del asesino de reyes, #2))
—Está bien —dijo ella lentamente—. Supongo que tendré que creer lo que me dice. —Volvió a mirarme—. Quizá algún día logre convencerme. Me sumergí en el castaño profundo de sus ojos. —Esa ha sido siempre mi gran esperanza. Denna sonrió, y me dio un vuelco el corazón. —Mantenla. —Deslizó un brazo en la curva del mío y echó a andar a mi lado—. Porque sin esperanza, ¿qué nos queda?
Patrick Rothfuss (El temor de un hombre sabio (Crónica del asesino de reyes, #2))
Ya lo sé —dijo con tristeza—. A veces es muy duro, ¿verdad? Me acarició el cabello con ternura, y mi llanto se intensificó. No recordaba la última vez que alguien me había tocado con cariño. —Ya lo sé —repitió—. Tienes una piedra en el corazón, y hay días en que pesa tanto que no se puede hacer nada. Pero no deberías pasarlo solo. Deberías haberme avisado. Yo lo entiendo.
Patrick Rothfuss (El temor de un hombre sabio (Crónica del asesino de reyes, #2))
—Sexo —dijo con franqueza—. ¿Sabes qué es el sexo? Tempi parpadeó varias veces; entonces echó la cabeza hacia atrás y rió. Dedan, sorprendido, no supo si debía ofenderse o no. Al cabo de un momento Tempi recobró el aliento. —Sí —se limitó a decir—. Sí, sé qué es el sexo.
Patrick Rothfuss (El temor de un hombre sabio (Crónica del asesino de reyes, #2))
—Eres especial para mí —dijo con seriedad y con gesto grave—. Quiero que sepas que siempre cuidaré de ti. —Estiró un brazo, vacilante, y me secó las mejillas—. No, nada de eso esta noche.
Patrick Rothfuss (El temor de un hombre sabio (Crónica del asesino de reyes, #2))
El Señor hizo a Adán del polvo de la tierra. Después de hacer su cuerpo le puso alma: insufló en el hombre el soplo del espíritu. Luego el Creador convocó al cuerpo y al alma, y les dijo: –Habrá quienes dirán que entre vosotros hay perpetua enemistad; que sois enemigos en permanente lucha. Eso no es cierto. La carne y el espíritu son obra mía por igual. Valiosos los dos, se implican mutuamente: aquello que es bueno para el cuerpo es también bueno para el alma; lo que hace daño al alma daña igualmente al cuerpo. El hombre es un espíritu encarnado, y es al mismo tiempo un cuerpo espiritual. La recta sabiduría del hombre consistirá en hacer que haya armonía entre la carne y el espíritu, entre su cuerpo y su alma. Quien logre eso, además de ser sabio será también feliz, que es una bella forma de sabiduría. Con tan largo sermón el cuerpo y el alma bostezaron. –¡Ah! –suspiró tristemente el Señor–. Debí haber puesto más cuerpo en el alma, y más alma en el cuerpo.
Armando Fuentes Aguirre (Teologías para ateos (Ensayo y sociedad) (Spanish Edition))
Cuento Enfado y gritos Cuenta una historia tibetana que un día un viejo sabio preguntó a sus seguidores lo siguiente: -¿Por qué las personas se gritan cuando están enojadas? Los hombres pensaron unos momentos y respondieron: - Porque perdemos la calma -dijo uno- por eso gritamos. - Pero ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado? -preguntó el sabio– ¿No es posible hablarle en voz baja? ¿Por qué gritas a una persona cuando estás enojado? Los hombres dieron algunas otras respuestas, pero ninguna de ellas satisfacía al sabio. Finalmente él explicó: - Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar, para poder escucharse. Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia. Luego el sabio preguntó: - ¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan, sino que se hablan suavemente. ¿Por qué? Porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña. El sabio continuó: - Cuando se enamoran más aún, ¿qué sucede? No hablan, sólo susurran y se vuelven aún más cerca en su amor. Finalmente, no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y es suficiente. Así es cuán cerca están dos personas cuando se aman. Luego dijo: - Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más, llegará un día en que la distancia sea tanta que no encontrarán más el camino de regreso. Anónimo.
Ángeles Wolder Helling (El Arte de Escuchar el Cuerpo: Descodificación Biológica (Salud y Terapia nº 2016) (Spanish Edition))
Cuento Enfado y gritos Cuenta una historia tibetana que un día un viejo sabio preguntó a sus seguidores lo siguiente: -¿Por qué las personas se gritan cuando están enojadas? Los hombres pensaron unos momentos y respondieron: - Porque perdemos la calma -dijo uno- por eso gritamos. - Pero ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado? -preguntó el sabio– ¿No es posible hablarle en voz baja? ¿Por qué gritas a una persona cuando estás enojado? Los hombres dieron algunas otras respuestas, pero ninguna de ellas satisfacía al sabio. Finalmente él explicó: - Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar, para poder escucharse. Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia. Luego el sabio preguntó: - ¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan, sino que se hablan suavemente. ¿Por qué? Porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña. El sabio continuó: - Cuando se enamoran más aún, ¿qué sucede? No hablan, sólo susurran y se vuelven aún más cerca en su amor. Finalmente, no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y es suficiente. Así es cuán cerca están dos personas cuando se aman. Luego dijo: - Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más, llegará un día en que la distancia sea tanta que no encontrarán más el camino de regreso.
Ángeles Wolder Helling (El Arte de Escuchar el Cuerpo: Descodificación Biológica (Salud y Terapia nº 2016) (Spanish Edition))
Fuiste sabio al dar más tiempo al Corredor del Viento durante su caída, dijo el Padre Tormenta, acercándose a la consciencia de Dalinar. Fuiste sabio al mostrar… piedad. —Es un concepto importante que aprender —le respondió Dalinar—. Cuanto más lo estudies, más humano te harás. No deseo hacerme humano, dijo el Padre Tormenta. Pero quizá pueda aprender. Quizá pueda cambiar. —Eso es lo único que hace falta —dijo Dalinar—. Una voluntad. Pero te equivocas. Sí que comprendo la piedad. La he expresado en alguna ocasión. —¿Ah, sí? —dijo Dalinar, picado por la curiosidad—. ¿Cuándo?
Brandon Sanderson (El ritmo de la guerra (El archivo de las tormentas, #4))
—«La expiación es una montaña que se sube despacio», dijo un sabio.
Juan Gómez-Jurado (Todo arde)