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Hay ciertas personas que aparecen en tu vida para enseñarte a echar de menos, y esa gente es necesaria, pues al arrebatarte algo, también te dan.
A veces uno tiene que buscar un equilibrio, colocar el peso de las decisiones en el sitio justo, aquel que no está en los extremos de la balanza. Así se libra uno de elegir, que no es sino renunciar
¿Sabes qué es lo que hace que un amor funcione? La mano tendida, mi vida.
A eso me refiero, Gael. La mano tendida. El equilibrio. Uno, aunque esté cansado, debe tener un ojo siempre abierto para no perder de vista lo que sucede
Es así: el amor no es más que comprensión. Al fin y al cabo, entender a alguien es mucho más sencillo que entendernos a nosotros mismos. Basta con abrir los ojos y aguzar la mirada, responder sus preguntas con sus respuestas y no con las nuestras, y dejar la puerta siempre abierta
Ella insistió tanto en que quisiera mucho y quisiera bien. Recuerdo que me dijo que hay ocasiones en las que no es el amor el que viene, sino que somos nosotros los que tenemos que buscarlo cuando todo va mal y pedirle que se quede, porque al amor también hay que acostumbrarlo, en el amor también hay que confiar.
El amor es algo bueno, es la gente la que no sabe utilizarlo, pensaba a menudo.
Es más, si te quieres ir, seré yo el que te abra la puerta. Sé que te faltan cosas, que necesitas otras. Sé que lo fácil es irse corriendo cuando la situación se pone seria porque a nadie le gusta dejar de reír. Lo entiendo,
Y a mí tampoco me gusta, pero también sé que la risa viene de la tristeza y que hay que dar oportunidad a que cambie el gesto de las cosas que no nos gustan. Pero yo no te puedo explicar todo eso, no te voy a convencer, no quiero hacerlo. Esto no funciona así
Nuestra cama se ha roto y yo no puedo arreglarla solo, así que no pretendas tampoco que eso pase. Tómate el tiempo que necesites, de verdad. Haz lo que sientas, pero no me lleves contigo. No me dejes fuera de la puerta esperando porque no me voy a quedar. Si tú te vas, seré yo el que tenga que cuidar de mí.
Es curioso cómo el amor, a veces, cambia las palabras de lugar. Y es que el amor también consiste en coger al pajarito abandonado con las manos aún tibias y abrir la ventana. Yo no era quién para interponerme, aunque a ese lado del mundo ya sólo quedaran paredes desnudas, una oscuridad nada amigable, vasos rotos, trozos de piel esparcidos por la alfombra, imposibles de recoger. No podía decirle nada.
Parece que cada uno nos fijamos más en unos detalles que en otros. ¿Cuánto nos estaremos perdiendo de lo que nos rodea?
Hemos crecido así, cielo, tú también, en un tiempo en el que nos educan para tomar partido por una cosa u otra, para decir en voz alta lo que pensamos, siempre y cuando sea lo que quiere escuchar el que tienes delante
Si no es así, entonces no, entonces cállate, no digas nada, no te atrevas a hablar de eso, pero vendrán los otros a decirte que por qué no dices lo que piensas, que eres un cobarde, que no haces nada por esta sociedad. Es muy complicado mantener el equilibrio en este país. Nos aleccionan. Se olvidan de aquellos a los que nos gusta volar
Date cuenta de algo, Gaelito: todos recordamos el peor día de nuestra vida, pero muy pocos sabríamos precisar cuál ha sido el mejor. Le damos más importancia a aquello que nos daña que a lo que nos hace felices. En el amor pasa lo mismo. Cuando una relación termina, no queda espacio para ese día en el que reísteis tanto que os dio dolor de mandíbula o aquella vez que montasteis en tren y fuisteis a la playa y dedicasteis toda la tarde a leer juntos en la arena. Cuando una relación termina, nos agarramos al rencor, al odio incluso, a los reproches y a todo aquello que faltaba y a lo que cuando amábamos, curiosamente, no prestábamos atención. ¡La felicidad es tan frágil, mi vida, y la tristeza, sin embargo, tan poderosa! ¿Y sabes por qué?
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