Los Amo A Todos Quotes

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Eres como yo. Dices las cosas que pienso pero nunca digo en voz alta. Lees los libros que leo. Amas la poesía que yo amo. Me haces reír con tus canciones ridículas y la forma en que lo ves todo. Siento como si pudieras mirar dentro de mí y ver todos los lugares en los que soy extraña o inusual y adaptas tu corazón alrededor de ellos porque eres extraño e inusual de la misma forma. Somos lo mismo.
Cassandra Clare (The Infernal Devices: Clockwork Princess (The Infernal Devices: Manga, #3))
—¡Mírame! —exigí. Algo confuso, obedeció. —Mírame como siempre lo hacías mientras buscabas aquello que tanto anhelabas de mí. Él abrió los ojos claramente impactado. Clavó su felina mirada en la mía durante un largo instante en el que dejé brotar todo el amor que me inspiraba. Una chispa encendió el claro verdor de su mirada. Lo había visto. —Sí —confirmé emocionada—, lo has conseguido, maldito. Me has robado el corazón. Te amo tanto que este tiempo sin ti ha sido la tortura más cruel. Y, déjame advertirte algo: si vuelves a tocar a otra mujer, te juro que te arrancaré los genitales y se los daré de comer a los cuervos.
Lola P. Nieva (Los tres nombres del lobo (Lobo, #1))
Pienso que te he amado siempre... pero no hablemos de lo pasado. Solamente te digo que te amo hoy y que te amaré mañana. Porque el pasado se ha ido. Los hoy y los mañanas serán todos los días que podrán ser. Y en cada uno de estos días te diré, te amo.
Gary Jennings (Aztec (Aztec, #1))
Respecto a los perros, nadie que no haya convivido con ellos conocerá nunca, a fondo, hasta dónde llegan las palabras generosidad, compañía y lealtad. Nadie que no haya sentido en el brazo un hocico húmedo intentando interponerse entre el libro que estás leyendo y tú, en demanda de una caricia, o haya contemplado esa noble cabeza ladeada, esos ojos grandes, oscuros, fieles, mirar en espera de un gesto o una simple palabra, podrá entender del todo lo que me crepitó en la sangre cuando leí aquellas líneas; eso de que en las peleas de perros, el animal, si su amo está con él, lo da todo.
Arturo Pérez-Reverte (Perros e hijos de perra (Spanish Edition))
—Yo te amo porque tuve un sueño, encontré un rey, vendí cristales, crucé el desierto, los clanes declararon la guerra, y estuve en un pozo para saber dónde vivía un Alquimista. Yo te amo porque todo el Universo conspiró para que yo llegara hasta ti.
Paulo Coelho (El alquimista)
Me has hecho entender que es diferente ver que mirar, oír que escuchar, reír que ser feliz, perder que olvidar, atreverse que ser valiente, existir que ser. Y he comprendido que soy el resultado de todo lo que me ha sucedido, lo ganado y lo perdido, pero también de las cosas que no he vivido. Así que no puedo saber quién seré mañana, pasado o dentro de un año. Pero tengo el presentimiento de que, sea lo que sea que decida hacer, lo haré apasionadamente. He decidido que, si voy a llorar, lloraré hasta desahogarme; si río, que sea hasta que me duela la tripa; y si amo, pienso hacerlo apostándolo todo a un número y con el corazón abierto. Somos tiempo. Huesos, carne y tiempo. Y todo lo demás es solo el atrezo de esta obra de teatro llamada vida.
Alice Kellen (El mapa de los anhelos)
Te amo. Amo cada parte de ti, cada pensamiento y cada palabra ... todo el complicado y fascinante manojo de cosas que eres. Te quiero con diez tipos diferentes de necesidad a la vez. Amo todos tus estados, la forma en que eres ahora, la idea de cuánto mas bella serás en las próximas décadas. Te amo por ser la respuesta a cada pregunta que mi corazón pueda formular. Todos los fuegos de infierno podrían arder durante mil años y eso no igualaría lo que siento por ti en un minuto del día. Te amo tanto que no hay ningún placer en ello. Nada más que tormento. Porque si pudiera diluir lo que siento por ti a una millonésima parte, todavía sería lo suficiente como para matarte. E incluso si esto me vuelve loco, preferiría verte vivir en los brazos de ese bastardo frío y sin alma antes que morir en lo míos. Kev Merripen
Lisa Kleypas (Seduce Me at Sunrise (The Hathaways, #2))
—Mírame. Le gustó el ascenso agobiado de sus pestañas, lo encandiló el peculiar turquesa de sus ojos, y lo fascinó la adoración con que lo miró, lo hizo sentir poderoso, triunfador. Se inclinó para hablarle sobre los labios. — ¿Eres mía? Dímelo. ¿Sólo yo te importo, verdad? ¿Sólo a mí me amas? —Sí a todo. Sí, soy tuya y de nadie más. Sí, sólo tú me importas. Sí, sólo“te amo a ti, mi dulce y adorado esposo.
Florencia Bonelli (El cuarto Arcano II. El puerto de las tormentas)
Aquí mi amo interrumpió diciendo que era una lástima que seres dotados de tan prodigiosas habilidades de entendimiento como estos abogados habían de ser, según el retrato que yo de ellos hacía, no se dedicasen más bien a instruir a los demás en sabiduría y ciencia. En respuesta a lo cual aseguré a su señoría que en todas las materias ajenas a su oficio eran ordinariamente el linaje más ignorante y estúpido; los más despreciables en las conversaciones corrientes, enemigos declarados de la ciencia y el estudio e inducidos a pervertir la razón general de la Humanidad en todos los sujetos de razonamiento, igual que en los que caen dentro de su profesión.
Jonathan Swift (Los viajes de Gulliver)
—En París, es común reconocer a alguien atractivo. El francés no desvía la mirada como otras culturas lo hacen. ¿No te habías dado cuenta? St. Clair piensa que soy atractiva. Me llamó hermosa. —Créeme, no quieres dormir en mi cama. Me estoy tele transportando a Atlanta. Te estoy recogiendo, e iremos a algún lugar donde nuestras familias no nos encuentren. Nos llevaremos a Seany. Y le dejaremos correr todo lo que quiera hasta que se canse, y luego tú y yo tomaremos una larga caminata. Como Acción de Gracias. ¿Recuerdas? Y hablaremos sobre todo EXCEPTO sobre nuestros padres… O tal vez ni siquiera hablaremos. Simplemente caminaremos. Y seguiremos caminando hasta que el resto del mundo deje de existir. —Anna. —Etienne habla lentamente—. No me hiciste hacer algo que no quería hacer. Mi cara se calienta mientras el conocimiento estalla dentro de mí como dinamita. Le gusto. En verdad le gusto a Etienne. —Si me pides que te bese, lo haré. —Dice. Sus dedos aprietan mis muñecas, y me enciendo en llamas. —Bésame. —Digo. Lo hace. —La engañaba todos los días. En mi mente, pensaba en ti en formas que no podía, una y otra vez. Ella no era nada comparada contigo. Nunca antes me he sentido de esta forma por nadie. —Eres la chica más increíble que he conocido. Eres hermosa e inteligente, y me haces reír como nadie más puede. Y puedo hablar contigo. Y sé que después de todo esto no te merezco, pero lo que estoy tratando de decir es que te amo, Anna. Mucho. —¿Por favor dirías que me amas? Me estoy muriendo aquí.
Stephanie Perkins (Anna and the French Kiss (Anna and the French Kiss, #1))
Pero el amor, esa palabra… Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito. ¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.
Julio Cortázar
-Te amo mas que a todas las estrellas del cielo. -Te amo mas que a todos los peces del mar.
Jennifer L. Armentrout (The ​Crown of Gilded Bones (Blood and Ash, #3))
Ven a dormir conmigo, no haremos el amor, él nos hará”* …una tormenta de suspiros y sábanas, un amanecer de besos y calores.    Ven a dormir conmigo, tú que de mis sueños no te quitas, (¿y cómo habrías de hacerlo si eres el sueño de mi vida?), ven a dormir conmigo, tú que conviertes las noches en soles.    Yo no te amo porque eres tú, ni te amo porque seas mía, no te amo por ser tuyo, ni por tus cabellos ni por tus besos de caricia.    Te amo porque es cielo el cielo, te amo porque son ciertas las estrellas,  te amo porque el mar besa la orilla, te amo como la flor que besa al viento, te beso como besa al agua el sediento.    ¿Cómo no he de amarte, amada mía, si es en tu lecho que he conocido la vida?    Nací, como muchos antes, quizás incluso tuve otras vidas errantes, tristes, solitarias, sin ancla, sin vela ni caminos, ¿pero acaso no llega todo fiel a su destino?    El amor nos hará, erigirá en nuestros labios su templo, desandará lo que latía de corazón antes de conocernos, dirá quizá: “¡he sido tan poco de mí, ahora sé lo que es amar!”, o acaso el silencio sea reto y envidia a nuestra manera de besar…    Caminan las estrellas, gira el mundo. Así te amo.    Con toda la fuerza de lo obvio,  con el destino apretado en nuestros labios.    Nosotros haciendo los sueños la realidad del destino, y a cada lado de la cama, el mundo, callado, muy lejano.   *(“Ven a dormir conmigo, no haremos el amor, él nos hará”, Julio Cortázar).
Jacques Pierre (Declaro el estado de poesía permanente)
¿Pero para qué predicar a estos miles de millones de sonámbulos que caminan hacia el caos con igual paso, bajo la batuta de sus seductores espirituales y bajo el garrote de sus amos? Son culpables porque son innumerables, las masas de perdición deben morir para que una restauración del hombre sea posible. Mi prójimo no es un insecto ciego y sordo, mi prójimo no es más un autómata espermático, mi prójimo no será jamás un anónimo presa de ideas oscuras y confusas, éstos son los diversos fracasos del hombre y nosotros los dejaremos confundir en la noche su alegría y su dolor igualmente absurdos. ¿Qué nos importa la nulidad de estos esclavos? Nadie los salva ni de ellos mismos ni de la evidencia, todo se dispone a precipitarlos en las tinieblas, ellos fueron engendrados por el azar de los apareamientos, luego nacieron igual que ladrillos saliendo de su molde y aquí están formando hileras paralelas cuyas pilas se elevan hasta las nubes. ¿Son hombres? No. La masa de perdición no se compone jamás de hombres, pues el hombre no comienza más que a partir del momento en el que la muchedumbre sea la tumba de lo humano.
Albert Caraco (Breviario del caos)
—¿Me amas? —Te amo. —No suena como si me amases. Suena como si estuvieras rechinando los dientes. —Estoy rechinando los dientes, pero eso no quiere decir que no te quiera con todo mi corazón.
Susan Elizabeth Phillips (Besar a un ángel (Spanish Edition))
Era hermoso que su tío se abrazara con las nenas y con su exmujer y que Julieta estuviera emocionada: eran como gente perfecta, creía Gaspar. Había siempre un momento en que ponían música para bailar. Y el Negro gritaba un sapucay. Y se volvía una fiesta, se rompían vasos, los hombres transpiraban, las mujeres perdían zapatos y aros y se les corría el maquillaje –a las que se maquillaban, no muchas– y se abrazaban, se decían cuánto se amaban, así, te amo, negro de mierda, y Gaspar sentía que él no podía subir hasta ese escalón. Se lo había dicho a Isabel. Es como si subiéramos juntos una escalera y en un momento yo digo «hasta acá llegué». Y en ese escalón, más arriba, ellos son felices y yo los miro. ¿Habría sido siempre así? No era timidez ni retraimiento ni adolescencia, como pensaban los demás. No se le iba a pasar. Podía bailar solo, podía emocionarse en su habitación con un libro, pero cuando llegaba la fiesta se desconectaba, los demás se convertían en una película que podía ver y en la que no podía participar. Así que se hacía invisible, lo que no era difícil porque estaban todos borrachos. Y retrocedía hasta su pieza. Y sentía el más puro alivio.
Mariana Enríquez (Nuestra parte de noche)
Furia la sorprendió tomándola entre sus brazos y pegándola a su cuerpo. Le suplicó al oído: —Rafaela, no quiero que mañana se arripienta de ser mi mujer. Deténgame aura si mañana sentirá asco de mí. La sonrisa suave de Rafaela lo desarmó. No recordaba haberla visto tan tranquila ni dueña de sí. Lo que ella expresó a continuación, le arrancó lágrimas, a él ,que desde la muerte de sus padres no había vuelto a derramarlas. —Lo amo, señor Furia, así como es usted, mal hablado, pendenciero, con argollas en la oreja, con un genio que hace honor a su apellido y hasta con olor a caballo. Lo amo como nunca amé a nadie porque nunca conocí a nadie con su nobleza, su pasión por el trabajo y su respeto por el prójimo. Lo admiro por su coraje, señor Furia, y por su orgullo sin vanidad. Lo amo porque usted es de las pocas personas que le mostró cariño a Mimita. Pero sobre todo lo amo porque a su lado no tengo miedo. —¡Rafaela! —exclamó, enloquecido, y la abrazó con fiereza, sacudiéndola como si se tratase de una muñeca rellena de estopa en su codicia por conquistar con la boca y las manos cada centímetro de su cuerpo. Ella siguió hablándole, con el aliento entrecortado, con la cabeza echada hacia atrás y el cuello expuesto a los besos, los mordiscos y a la intemperancia del gaucho. —No lo conozco. Poco sé de su vida y de su índole. Sin embargo, confío, confío ciegamente en usted, señor Furia.
Florencia Bonelli (Me llaman Artemio Furia)
Haz de cuenta que estoy en la ruleta. No paro de apostar, ni de perder. Apuesto con las ganas de perderlo todo, y cuando estoy a punto de lograrlo se me ocurre algo para hacer más dinero y volver a apostarlo. El día que mis papás tuvieron lana la guardaron, la cuidaron, la agarraron cariño, y ya ves: su hija se las bajó, enterita. Tengo una relación muy rara con el cash. Lo amo y lo desprecio. Puedo atreverme a cualquier cosa por tenerlo, puedo pasarme noches enteras contándolo, y a la primera oportunidad acabo con él. Finalmente, si no se va a quedar conmigo, no voy a darle el gusto de que sea él quien me abandone. El dinero sólo abandona a los jodidos. Y eso sí no lo aguanto. Ya sé que es muy injusta, muy triste la pobreza, pero si me preguntan me siento más a gusto diciendo que ni la conozco, aunque eso sea nada más porque en cuanto la siento que se acerca le volteo la espalda.
Xavier Velasco (Diablo Guardián)
—Huélame, señor Furia. Sé que es algo de mí que le gusta. Huélame hasta “saciarse. Soy toda suya, señor Furia, con mis aromas y con todo lo que hay en mí. Ante esas palabras, Artemio la tomó por los brazos y la apartó para mirarla con esa expresión inescrutable que le resultaba familiar, aunque turbadora. —¡Dios mío, Rafaela! —exclamó, y Rafaela quedó perpleja porque sabía que él jamás usaba el nombre de Dios en vano, no tanto por respeto como por resentimiento y orgullo—. Usté, Rafaela, es l’único que no me hace perder por completo la fe en este mundo. Por usté sería capá de vivir otra vé tuito lo que he vivió. Por usté, “Rafaela. Sólo por usté, mi Rafaela. —Y yo, por usted, señor Furia, daría mi vida. Lo amo, señor Furia, como jamás he amado a nadie. Como nunca amaré a nadie. Lo sé. Sé que usted está grabado a fuego en mi corazón y que ya nadie podrá borrarlo de allí. —Que naides me borre de su corazón —suplicó él, con feroz ansiedad—. Que naides se atreva a borrarme de su corazón.
Florencia Bonelli (Me llaman Artemio Furia)
Habla y balbucea así: «Éste es mi bien, esto es lo que yo amo, así me agrada del todo, únicamente así quiero yo el bien. No lo quiero como ley de un Dios, no lo quiero como precepto y forzosidad de los hombres: no sea para mí una guía hacia super-tierras y hacia paraísos.
Friedrich Nietzsche (Así habló Zaratustra (Spanish Edition))
Mientras duermo los tres se van (hacen bien) a la playa, en el coche de Sand, a treinta kilómetros de la casa; los muchachos se zambullen, nadan, Mardou se pasea por las orillas de la eternidad, mientras sus pies y los dedos de sus pies que yo tanto amo se imprimen en la arena clara, pisando las conchillas y las anémonas y las algas secas y empobrecidas, lavadas por las mareas y el viento que le despeina el cabello corto, como si la Eternidad se hubiera encontrado con Heavenly Lane (así se me ocurrió mientras estaba en la cama). (Al imaginarla por otra parte paseándose sin rumbo, con una mueca de aburrimiento, sin saber qué hacer, abandonada por Leo el Sufriente, y realmente sola e incapaz de conversar acerca de todos los fulanos, menganos y zutanos de la historia del arte con Bromberg y Sand, ¿qué podía hacer?)
Jack Kerouac (The Subterraneans)
[...] no soy más que un hombre. Y todas las elucubraciones filosóficas que puedo conjurar no me salvan de desearte, todos los días, a cada momento ni el despiadado gemido del tiempo, el tiempo que nunca puedo pasar contigo, dentro de mi cabeza. Te amo profundamente, totalmente. Y será siempre así.
Robert James Waller (The Bridges of Madison County)
tiempo que los otros padres. Y casi sin darme cuenta, allí estaban los dos Max, y Henry y Miles, y Savanna. Luego llegaron Amos y Ximena. Allí estábamos todos apiñados mientras los padres nos hacían fotos como si estuviésemos en la alfombra roja. Luca. Isaiah. Nino. Pablo. Tristan. Ellie. Perdí la cuenta de todos
R.J. Palacio (La lección de August: Wonder)
Esos momentos nunca duran mucho; a veces solo tiene que incorporarse para recordar que el cuerpo es el amo y no al revés; pero en los últimos años, a medida que las cosas empeoraban, se ha esforzado mucho en renunciar a la idea de que algún día todo mejoraría, en estar agradecido y concentrarse en los minutos de indulto donde y cuando el cuerpo decide concedérselos.
Hanya Yanagihara (A Little Life)
Al ofrecerse para ayudar al ciego, el hombre que luego robó el coche no tenía, en aquel preciso momento, ninguna intención malévola, muy al contrario, lo que hizo no fue más que obedecer a aquellos sentimientos de generosidad y de altruismo que son, como todo el mundo sabe, dos de las mejores características del género humano, que pueden hallarse, incluso, en delincuentes más empedernidos que éste, un simple ladronzuelo de automóviles sin esperanza de ascenso en su carrera, explotado por los verdaderos amos del negocio, que son los que se aprovechan de las necesidades de quien es pobre. A fin de cuentas, no es tan grande la diferencia entre ayudar a un ciego para robarle luego y cuidar a un viejo caduco y baboso con el ojo puesto en la herencia.
José Saramago (Blindness)
Mátenme al alba. Con cuchillos [ilegible] y con cuchillas oxidadas. Estaré en cuclillas esperando. Salva tu amor. No lo salves. Desafección y mierda violenta que aprendió a expresarse en nuestros días mediante fórmulas atroces como «hacer el amor» y «asumir la responsabilidad» y «negar el pasado» y «el hombre es lo que se hace». No hay más que la memoria, maravilla sin igual, horror sin semejanza. Hace mucho que me entregué a las sombras. Y no me contenta mi destino sombrío, mi destino asombrado. Me han asolado, me han agostado. Libérame de ti pues te amo y no estás. No me hables. No te apostes en mis rincones preferidos. Estás aquí. Me deliras. Me cortas las cintas de colores que me aliaban a las niñas que fui. Me abandonas loca furiosa, comiendo sombras furiosamente, girando convulsa con las manos espantadas, revolcándome en tu huida hasta los atroces orgasmos y gritos de bestia asesinada. Pero te amo. A ti te asumo, ante ti sin pasado ni relojes ni sonidos. Sucia y susurrante, leve, ingrávida, llena de sangre y de sustancias sexuales, húmeda, mojada, reventando de calor, de sangre que pide. Me dañas la columna vertebral, tantos días despeñada sobre tu cuerpo imaginado. Me dañas la cabeza que di contra las paredes porque no sabía qué hacer salvo esto: que debía golpearme y castigarme ya que tú no venías. Con tu sonrisa de paraíso exactamente situado en el tiempo y en el espacio. Con tus ojos que sonríen antes que tus labios. En tus ojos encuentro mi persona súbitamente reconstruida. En tus ojos se acumulan mis fragmentos que se unen apenas me miras. En tus ojos vivo una vida de aire puro, de respiración fiel. En tus ojos no necesito del conocimiento, no necesito del lenguaje. En tus ojos me siento y sonrío y hay una niña azul en el jardín de un castillo. Ahora que no estás me atrae la caída, la mierda, lo abyecto, lo denigrante. Salgo a la calle y siento la suciedad, la ruina. Entro en los bares más siniestros y tomo un vino como sangre coagulada, como menstruación, y me rodean brujas negras, perros sarnosos, viejos mutilados y jóvenes putos de ambos sexos. Yo bebo y me miro en el espejo lleno de mierda de moscas. Después no me veo más. Después hablo en no sé cuál idioma. Hablo con estos desechos que no me echan, ellos me aceptan, me incorporan, me reconocen. Recito poemas. Discuto cuestiones inverosímiles. Acaricio a los perros y me chupo las manos. Sonrío a los mutilados. Me dejo tocar, palpar, manos en mi cuerpo adolescente que tanto te gustaba por ser ceñido y firme y suave. («La lisura de tu vientre, tus caderas de efebo solar, tu cintura hecha a la medida de mis manos cerrándose, tus pechos de niña salvaje que los deja desnudos aun cuando llueve, tu sexo y tus gritos rítmicos, que deshacían la ciudad y me llevaban a una selva musical en donde todo confabulaba para que los cuerpos se reconozcan y se amen con sonidos de leves tambores incesantes. Esas noches en que hacíamos el amor debajo de las grandes palabras que perdían su sentido, porque no había más que nuestros cuerpos rítmicos y esenciales… Y ahora llueve y tengo náuseas y vomito casi todo el día y siempre que hay un olor espantoso en la calle, un olor a paquete olvidado, a muerto olvidado. Y tengo miedo. Eso quería decir: que no estás y tengo miedo.»)
Alejandra Pizarnik (Diarios (nueva edición de Ana Becciu))
Porque es demasiado cruel saber que la vida es única y que no tenemos como garantía más que la de fe tinieblas; porque es demasiado cruel, respondo con la pureza de una alegría indomable. Me niego a estar triste. Seamos alegres. Quien no tenga miedo de ser alegre y de sentir por una vez siquiera la alegría alocada y profunda tendrá lo mejor de nuestra verdad. Yo estoy —a pesar de todo, oh, a pesar de todo— alegre en este instante-ya que pasa si yo no puedo fijarlo en palabras. Estoy alegre en este mismo instante porque me niego a ser vencida, y entonces amo. Como respuesta. El amor impersonal, el amor it, es alegría, incluso el amor que no sale bien, incluso el amor que termina. Y mi propia muerte y la de los que amamos tiene que ser alegre, no sé todavía cómo, pero tiene que serlo. Vivir es esto, la alegría del it. Y conformarme no como vencida sino en un allegro con brío.
Clarice Lispector (The Stream of Life)
Cuando mañana comience sin mí Y no esté ahí para ver, Si el sol fuera a salir y encontrara tus ojos Llenos de lágrimas por mí; Deseo tanto que no llores De la manera que lo hiciste hoy, Mientras pensabas en las muchas cosas, Que no llegamos a decir. Sé lo mucho que me amas, Tanto como te amo a ti, Y cada vez que pienses en mí, Sé que también me extrañarás; Pero cuando mañana comience sin mí, Por favor trata de comprender, Que un ángel vino y dijo mi nombre, Y me tomó de la mano, Y me dijo que mi lugar estaba listo, En el cielo allá arriba Y que tendría que dejar atrás A todos los que tanto amaba. Pero mientras daba la vuelta para marcharme, Derramé una lágrima Porque toda la vida, siempre creí, Que no quería morir. Tenía tanto por lo que vivir, Tanto aún por hacer, Parecía casi imposible, Que te estuviera dejando a ti. Pensé en todos los ayeres, Los buenos y los malos, El pensamiento de todo el amor que compartimos, Y todo lo que nos divertimos. Si pudiera revivir el ayer Aunque fuera por un rato, Te diría adiós y te besaría Y quizá te vería sonreír. Pero entonces comprendí en su totalidad Que esto nunca podría ser, Porque el vacío y los recuerdos, Tomarían mi lugar. Y cuando pensé en cosas terrenales Que mañana podría extrañar, Pensé en ti, y cuando lo hice Mi corazón se llenó de pena. Pero al cruzar las puertas del cielo Me sentí tan en casa Cuando Dios me miró y me sonrió, Desde Su gran trono dorado, Dijo: “Esta es la eternidad
Eben Alexander (La prueba del cielo)
Con gran atención iban escuchando todos los demás la plática de los dos, y aun hasta los mismos cabreros y pastores conocieron la demasiada falta de juicio de nuestro don Quijote. Sólo Sancho Panza pensaba que cuanto su amo decía era verdad, sabiendo él quién era y habiéndole conocido desde su nacimiento; y en lo que dudaba algo era en creer aquello de la linda Dulcinea del Toboso, porque nunca tal nombre ni tal princesa había llegado jamás a su noticia, aunque vivía tan cerca del Toboso
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote de la Mancha)
Querida mía: Esta es mi última carta. Son mis últimas palabras. Le escribo para decirle adiós. A partir de hoy, ya no habrá un «nosotros». Los enamorados se separan y no se vuelven a encontrar, y así terminan las historias de amor. Querida mía, la echaré de menos. La echaré tanto de menos. Mis ojos lloran. Todo arde dentro de mí. No volveremos a vernos más; la echaré tanto de menos. Espero que sea feliz. Intento convencerme de que lo nuestro no era más que un sueño, y que ahora debemos despertar. La echaré de menos toda la vida. Adiós. La amo como nunca volveré a amar.
Joël Dicker (La Vérité sur l'Affaire Harry Quebert (Marcus Goldman, #1))
1 por qué no simplemente no esperar a ser ocasión de un vertedero de palabras ¿no es mejor abortar que ser estéril? después de tu partida las horas son tan tristes siempre empiezan a rastras demasiado pronto los garfios desgarrando con ceguedad el lecho de miseria rescatando los huesos los amores antiguos cuencas una vez llenas con ojos como tuyos ¿es mejor siempre demasiado pronto que jamás? negra necesidad salpicando los rostros diciendo una vez más nunca flotó lo amado nueve días ni nueve meses ni nueve vidas 2 diciendo una vez más si no me enseñas tú no aprenderé diciendo una vez más existe un último atardecer de últimas veces últimas veces de mendigar últimas veces de amar de saber no saber simular un último atardecer de últimas veces de decir sino me amas nunca seré amado si no te amo ya no amaré nunca un batir de palabras gastadas una vez más en el corazón amor amor amor golpe de un émbolo antiquísimo moliendo el suero inalterable de las palabras una vez más aterrado de no amar de amar pero no a ti de ser amado y no por ti de saber no saber simular simular yo y todos los otros que te amen si te aman 3 a menos que te amen
Samuel Beckett (Selected Poems 1930–1989)
Estaba Sancho Panza colgado de sus palabras, sin hablar ninguna, y de cuando en cuando volvía la cabeza a ver si veía los caballeros y gigantes que su amo nombraba; y como no descubría a ninguno, le dijo: -Señor, encomiendo al diablo hombre, ni gigante, ni caballero de cuantos vuestra merced dice parece por todo esto. A lo menos, yo no los veo. Quizá todo debe ser encantamento, como las fantasmas de anoche. -¿Cómo dices eso? – respondió don Quijote-. ¿No oyes el relinchar de los caballos, el tocar de los clarines, el ruido de los atambores? -No oigo otra cosa -respondió Sancho- sino muchos balidos de ovejas y carneros
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote de la Mancha)
No solo la racionalidad es un mito: también lo es la individualidad. Los humanos rara vez piensan por sí mismos. Más bien piensan en grupos. De la misma manera que hace falta una tribu para criar a un niño, también es necesaria una tribu para inventar un utensilio, resolver un conflicto o curar una enfermedad. Ningún individuo sabe todo lo necesario para construir una catedral, una bomba atómica o un avión. Lo que confirió a Homo sapiens una ventaja sobre los demás animales y nos convirtió en los amos del planeta no fue nuestra racionalidad individual, sino nuestra capacidad sin parangón de pensar de manera conjunta en grupos numerosos.[1
Yuval Noah Harari (21 lecciones para el siglo XXI)
Amo al SEÑOR, porque ha oído mi voz y mis súplicas. 2 Porque ha inclinado a mí su oído, le invocaré en todos mis días. 3 Me rodearon los dolores de la muerte, me encontraron las angustias del Seol; angustia y dolor había yo hallado. 4 Entonces invoqué el Nombre del SEÑOR, diciendo: Libra ahora, oh SEÑOR, mi alma. 5 Clemente es el SEÑOR y justo; sí, misericordioso es nuestro Dios. 6 El SEÑOR guarda a los simples; estaba debilitado, y me salvó. 7 Vuelve, oh alma mía, a tu reposo; porque el SEÑOR te ha hecho bien. 8 Porque has librado mi alma de la muerte, mis ojos de lágrimas, y mis pies de resbalar. 9 Andaré delante del SEÑOR en la tierra de los vivientes.
Russell M. Stendal (Las Sagradas Escrituras (Jubilee Bible 2000))
Me senté en el sofá a la manera árabe, y luego ella vino a sentarse de la misma manera delante de mí. Le solté el pelo, como había hecho tantas otras veces, y ella me dio un peine y yo empecé a peinarle los cabellos color caoba despacio de la frente a los hombros; luego le hice una trenza y até los extremos con un cordel que me dio, y le desabroché la ropa y le quité la chaqueta, y luego la blusa y todo lo demás, y se sentó ante mí, desnuda y muy hermosa con la cabeza ladeada. Le dije "te amo" muchas veces, y la besé, y le susurré amor y ternura y recuerdos al oído. Al final se volvió y me acercó su boca y fuimos un solo ser. Dos cuerpos y dos cerebros y dos vidas sujetas la una a la otra, y nada más tenía importancia. Ser amadas y poseer a la persona a quien se ama es la razón por la que nacimos.
Waguih Ghali (Beer in the Snooker Club (Twentieth Century Lives))
El hombre, en tanto que individuo animal, como los animales de todas las otras especies, desde el principio y desde que comienza a respirar, tiene el sentimiento inmediato de su existencia individual; pero no adquiere la conciencia reflexiva de si, conciencia que constituye propiamente su personalidad, más que por medio de la inteligencia, y por consiguiente sólo en la sociedad. Vuestra personalidad más íntima, la conciencia que tenéis de vosotros mismos en vuestro fuero interno, no es en cierto modo más que el reflejo de vuestra propia imagen, repercutida y enviada de nuevo como por otros tantos espejos por la conciencia tanto colectiva como individual de todos los seres humanos que componen vuestro mundo social. Cada hombre que conocéis y con el cual os halláis en relaciones, sean directas sean indirectas, determina más o menos vuestro ser más íntimo, contribuye a haceros lo que sois, a constituir vuestra personalidad. Por consiguiente, si estáis rodeados de esclavos, aunque seáis su amo, no dejáis de ser un esclavo, pues la conciencia de los esclavos no puede enviaros sino vuestra imagen envilecida. La imbecilidad de todos os imbeciliza, mientras que la inteligencia de todos os ilumina, os eleva; los vicios de vuestro medio social son vuestros vicios y no podríais ser hombres realmente libres sin estar rodeados de hombres igualmente libres, pues la existencia de un solo esclavo basta para aminorar vuestra libertad. En la inmortal declaración de los derechos del hombre, hecha por la Convención nacional, encontramos expresada claramente esa verdad sublime, que la esclavitud de un solo ser humano es la esclavitud de todos.
Mikhail Bakunin (God and the State)
Pero si la doctrina del Pez Amarrado es casi siempre aplicable, lo es más la doctrina gemela del Pez Suelto: se la aplica internacional y universalmente. ¿Qué era América en 1492, sino un Pez Suelto en el cual Colón plantó la bandera española como marca de sus reales amos? ¿Qué era Polonia para el zar? ¿Y Grecia para los turcos? ¿O India para los ingleses? ¿Qué será un día México para Estados Unidos? Todos son Peces Sueltos. ¿Qué son los Derechos del Hombre y las Libertades del Mundo, sino Pez Suelto? ¿Qué son las mentes y las opiniones humanas sino Pez Suelto? ¿Qué es el principio de la fe religiosa, sino Pez Suelto? ¿Qué son los pensamientos de los filósofos para los pomposos plagiarios, sino Pez Suelto? ¿Qué es este enorme globo, sino Pez Suelto? ¿Y qué eres tú, lector, sino un Pez Suelto y también un Pez Amarrado?
Herman Melville (Moby Dick)
A VECES LA MAÑANA AYUDA Hace tiempo que ando escribiendo una crónica que llevaría el título "No siempre la mañana ayuda". Y hasta tenía el comienzo apuntado en un papel por ahí, a toda prisa, sobre la mesa del despacho. Empieza así: "Al salir de la casa y tropezar con el rostro del sol(antiguamente lo representábamos así, con una amplia sonrisa y los ojos alegres, con una cabellera de rayos resplandecientes), deberíamos caer de rodillas, ofrecer cualquier cosa al culto pagano de la luz y sentir después el mundo conquistado. Pero todos tenemos otra cosa que hacer". Y saldría uno por ahí fuera a ahuyentar la melancolía, a justificar el título, en definitiva. Algo me ha impedido continuar. Y sé que hoy no voy a concluir una prosa que me enfrentaría al lector. Y es que, sin esperarlo, se despertó en mi memoria un caso acontecido entre dos hombres, un caso que viene a demostrar que, a veces, la mañana ayuda, sí señor. Vamos, pues, con la historia. Imagine el lector un vagón de tren. Lleno. El día no es ni feo ni bonito: tiene algo de sol, unas nubes que lo cubren, y hay una brisa cortante allá afuera. Los viajeros van callados, hacen todos unos gestos involuntarios al albur del traqueteo. Unos leen periódicos, otros se ausentan hacia un país silencioso y sólo habitado por pensamientos ocultos e indefinidos. Hay una gran indiferencia en la atmósfera, y el sol, al descubrirse, ilumina un escenario de rostros apagados. Entonces, el hombre más(pero muy lejos deser un adolescente), que está sentado junto a la ventanilla, empieza a tararear en sordina una vaga canción. Quizá no tenga motivos especiales de contento, pero, en aquella hora, la necesidad de cantar es irresistible. Todo cuanto acude a su memoria sirve. Y va tan absorto en su pura y gratuita alegría que ni siquiera repara en que el vecino de asiento se muestra ofendido y esboza esos movimientos elocuentes que sustituyen a las palabras cuando no hay valor para pronunciarlas. Frente al hombre que canta, hay un viejo. Éste desde que salió anda rumiando problemas que lo atormentan. Es muy viejo, y está enfermo. Ha dormido mal. Sabe que va a tener un día difícil. Y detrás de él una voz deshilacha canciones, badabádabá, notas de música, de un modo impreciso pero obstinadamente vivo y afirmativo. El sol sique jugando al escondite. Y el mar, que súbitamente aparece se puebla de islas de sombra entre grandes lagos de plata fundida. A lo lejos, la ciudad se diluye en humo y niebla seca. Silenciosa, a aquella distancia, tiene un aire de fatalidad y resignación, como un cuerpo que ha renunciado a vivir y se extingue lentamente. Es grande el peligro de que la melancolía triunfe definitivamente. Pero el hombre insiste. Ya no es posible identificar al que canta. Ahora sale de su boca un flujo de armonía, un lenguaje que ha desistido de la articulación coherente para penetrarse mejor de la sustancia de la música. Esto acabrá sin duda con un grito irreprimible de alegría, con indignación y escandalo de los viajeros. Ocurrió, sin embargo, que la ciudad llegó de repente. Se abrieron las puertas, la gente se precipitó, empujándose, olvidándose unos de otros. El hombre se levanta, murmurando aún algo. Sigue a lo largo del andén, va a lo suyo, con su música. Y, de pronto, alguien lo coge del brazo. El viejo está a su lado, se juraría que tiene los ojos húmedos, y dice: "Gracias. Yo venía preocupado y triste. Cuando lo oí cantar sentí una gran paz, y durante todo el camino vine pidiéndole a Dios que siguiera usted cantando. Muchas gracias". El hombre de las canciones sonrió, primero con embarazo, luego como si fuera el amo del mundo. Se separaron. Y fue cada uno a su trabajo, con la música que era de los dos.
José Saramago (Las maletas del viajero)
Sé sin lugar a dudas que vamos a tener muchos buenos momentos. No importa lo que la vida nos lance, vamos a hacer grandes recuerdos juntos, Quinn. Eso es un hecho. Pero también vamos a tener días malos y días tristes y días que probarán nuestra determinación. Esos son los días que quiero que sientas el peso absoluto de mi amor por ti. Prometo que te amaré más durante las tormentas de lo que te amaré en los días perfectos. Prometo amarte más cuando estés sufriendo que cuando estés feliz. Prometo amarte más cuando seamos pobres que cuando andemos en riquezas. Prometo amarte más cuando estés llorando que cuando estés riendo. Prometo amarte más cuando estés enferma que cuando estés sana. Prometo amarte más cuando me odies que cuando me ames. Y prometo... juro... que te amo más al leer esta carta que cuando la escribí. No puedo esperar a pasar el resto de mi vida contigo. No puedo esperar para arrojar luz a todos tus perfectos.
Colleen Hoover (All Your Perfects)
La Biblia, que es un libro muy interesante y a veces muy profundo cuando se lo considera como una de las más antiguas manifestaciones de la sabiduría y de la fantasía humanas que han llegado hasta nosotros, expresa esta verdad de una manera muy ingenua en su mito del pecado original. Jehová, que de todos los buenos dioses que han sido adorados por los hombres es ciertamente el más envidioso, el más vanidoso, el más feroz, el más injusto, el más sanguinario, el más déspota y el más enemigo de la dignidad y de la libertad humanas, que creó a Adán y a Eva por no sé qué capricho (sin duda para engañar su hastío que debía de ser terrible en su eternamente egoísta soledad, para procurarse nuevos esclavos), había puesto generosamente a su disposición toda la Tierra, con todos sus frutos y todos los animales, y no había puesto a ese goce completo más que un límite. Les había prohibido expresamente que tocaran los frutos del árbol de la ciencia. Quería que el hombre, privado de toda conciencia de sí mismo, permaneciese un eterno animal, siempre de cuatro patas ante el Dios eterno, su creador su amo. Pero he aquí que llega Satanás, el eterno rebelde, el primer librepensador y el emancipador de los mundos. Avergüenza al hombre de su ignorancia de su obediencia animales; lo emancipa e imprime sobre su frente el sello de la libertad y de la humanidad, impulsándolo a desobedecer y a comer del fruto de la ciencia. Se sabe lo demás. El buen Dios, cuya ciencia innata constituye una de las facultades divinas, habría debido advertir lo que sucedería; sin embargo, se enfureció terrible y ridículamente: maldijo a Satanás, al hombre y al mundo creados por él, hiriéndose, por decirlo así, en su propia creación, como hacen los niños cuando se encolerizan; y no contento con alcanzar a nuestros antepasados en el presente, los maldijo en todas las generaciones del porvenir, inocentes del crimen cometido por aquellos. (...)
Mikhail Bakunin (God and the State)
—¿Te imaginas? —murmuró en algún momento de la madrugada—. ¿Sabes lo duro que es estar así con alguien y no encontrar jamás su secreto? —Sí —respondí pensando en Frank—. Lo sé. —Lo suponía. —Me tocó el pelo—. Y de pronto... recuperar la seguridad. Decir y hacer lo que quieras, sabiendo que es lo correcto. —Decir «te amo» y decirlo con todo el corazón —añadí suavemente. Sin saber cómo, me descubrí acurrucada contra él, con la cabeza en el hueco de su hombro. —Durante tantos años he sido tantas cosas, tantos hombres diferentes... —Tragó saliva y cambió de posición—. Era tío para los hijos de Jenny, hermano para ella y su marido, «milord» para Fergus, «señor» para mis arrendatarios. «Mac Dubh» para los hombres de Ardsmuir y «MacKenzie» para los otros sirvientes de Helwater. Después, Malcolm en la imprenta y Jamie Roy en los muelles. Me acarició lentamente la cabellera. —Pero aquí —concluyó en voz tan baja que apenas pude oírle—, aquí, contigo en la oscuridad... no tengo nombre. —Te quiero— le dije.
Diana Gabaldon (Voyager (Outlander, #3))
Jesús dio a sus apóstoles un mandamiento nuevo, SU PROPIO MANDAMIENTO, como lo dice más adelante, ya no habla de amar al prójimo como a sí mismo sino de amarlo como él, Jesús, lo ha amado. Jesús, Tú conoces mejor que yo mi debilidad, mi imperfección, sabes muy bien que jamás podría amar a mis hermanas como Tú las amas, si tú mismo, Jesús mío, no las amaras también en mí. Tu voluntad es amar en mí a todos aquellos a quienes me ordenas amar. Estoy convencida de que cuando ejercito la caridad, es Jesús sólo quien obra en mí: cuanto más unida a Él estoy, tanto más amo a todas mis hermanas. Cuando quiero aumentar en mí el amor, y sobre todo, cuando el demonio intenta poner ante los ojos de mi alma los defectos de tal o cual hermana que me resulta menos simpática, me apresuro a descubrir sus virtudes, sus buenos deseos, me digo que si la he visto caer una vez quizá ha ganado [13rº] muchas victorias que oculta por humildad, y que esa aparente falta sea tal vez, a causa de la intención, un acto de virtud.
Thérèse of Lisieux (Story of a Soul: The Autobiography of St. Thérèse of Lisieux)
Llegose Sancho tan cerca, que casi le metía los ojos en la noca, y fue a tiempo que ya había obrado el bálsamo en el estómago de don Quijote; y al tiempo que Sancho llegó a mirarle la boca, arrojó de sí, más recio que una escopeta, cuanto dentro tenía y dio con todo ello en las barbas del compasivo escudero. -¡Santa María! – dijo Sancho -, ¿y qué es esto que me ha sucedido? Sin duda este pecador está herido de muerte, pues vomita sangre por la boca. Pero, reparando un poco más en ello, echó de ver en la color, sabor y olor que no era sangre, sino el bálsamo de la alcuza que él le había visto beber; y fue tanto el asco que tomó, que, revolviéndosele el estómago, vomitó las tripas sobre su mismo señor, y quedaron entrambos como de perlas. Acudió Sancho a su asno para sacar de las alforjas con qué limpiarse y con que curar a su amo, y como no las halló estuvo a punto de perder el juicio: maldíjose de nuevo y propuso en su corazón de dejar a su amo y volverse a su tierra, aunque perdiese el salario de lo servido y las esperanzas del gobierno de la prometida ínsula
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote de la Mancha)
Tampoco hay que creer que el hombre es el más antiguo o el último de los amos de la tierra, o que esa combinación de vida y sustancia discurre sola por el universo. Los Grandes Antiguos eran, los Grandes Antiguos son, y los Grandes Antiguos serán. No conocemos nada del espacio sino por intermedio de ellos. Caminan serenos y primordiales, sin dimensiones e invisibles para nosotros. Yog-Sothoth es la puerta. Yog-Sothoth es la llave y el guardián de la puerta. Pasado, presente y futuro, todo es uno en Yog-Sothoth. Él sabe por dónde entraron los Grandes Antiguos en el pasado,y por dónde volverán a irrumpir otra vez. Sabe dónde Ellos han hollado los campos de la Tierra, dónde los siguen hollando, y por qué nadie puede contemplarlos mientras lo hacen. A veces el hombre puede saber que están cerca por Su olor, pero ningún hombre puede conocer Su semblante, salvo en los rasgos de los hombres engendrados por Ellos,y los hay de muchos tipos, distinguiéndose en apariencia de la auténtica forma humana hasta la forma sin imagen ni sustancia que es la de Ellos. Caminan invisibles y hediondos en lugares solitarios donde las Palabras han sido pronunciadas y los Ritos han sido aullados en las Estaciones apropiadas. El viento gime con Sus voces, y la tierra murmura con Su voluntad. Abaten los bosques y destruyen ciudades, aunque ningún bosque o ciudad advierte la mano que los aniquila. Kadath, en el páramo helado los ha conocido; pero, ¿qué hombre conoce a Kadath? El desierto helado del Sur y las islas sumergidas del océano conservan piedras donde puede verse Su sello, pero ¿quién ha visto la helada ciudad hundida o la torre sellada engalanada con algas y percebes? El Gran Cthulhu es Su primo, aunque apenas puede entreverlos débilmente.¡Iä! ¡Shub-Niggurath! Por su olor inmundo Los conoceréis. Su mano está en vuestras gargantas, aunque no Los veáis, y Su morada se encuentra en el umbral que custodiáis. Yog-Sothoth es la llave que abre la puerta, el lugar donde se reúnen las esferas. ahora el hombre reina donde Ellos reinaron antes; pronto Ellos reinarán donde el hombre reina ahora. Después del verano viene el invierno; después del invierno, el verano. Ellos esperan pacientes y poderosos, porque volverán a reinar aquí.
H.P. Lovecraft
Estas son las lecturas que elegí para el bingo mágico/mortífero •La Élite (Lucius Malfoy): 3,5 ⭐ De la trilogía creo que este es el que menos me gusta. América es demasiado cambiante, Maxon le tiene demasiada paciencia, y la actitud de Aspen me desespera. Igualmente amo la parte de las italianas o las cosas que va descubriendo América sobre los rebeldes y la historia de Illea. •Rebelión en la granja (Peter Pettigrew) 3,5 ⭐ Disfruté bastante este libro pero creo que las personas que tengan conocimiento de la época de la Revolución rusa lo harán mucho más. Desde mi parte, que no lo tengo, conocí una historia de como el poder puede llegar a corrompernos a todos incluso habiendo comenzado una revolución por una causa justa. •Salvar un corazón (Severus Snape) 4⭐ Este libro me gustó mucho porque no sólo se centra en el romance sino que tiene tintes policiales que enriquecen un montón la lectura. La historia de la protagonista me llegó mucho y entiendo su enojo con la familia, yo estaría igual. Y la historia de él creo que es fácil de que pase cuando se toman las decisiones equivocadas llevadas por las adicciones
Maria Laura Gambero (Salvar un corazón (Spanish Edition))
Jehová, que de todos los buenos dioses que han sido adorados por los hombres es ciertamente el más envidioso, el más vanidoso, el más feroz, el más injusto, el más sanguinario, el más déspota y el más enemigo de la dignidad y de la libertad humanas, que creó a Adán y a Eva por no sé qué capricho (sin duda para engañar su hastío que debía de ser terrible en su eternamente egoísta soledad, para procurarse nuevos esclavos), había puesto generosamente a su disposición toda la Tierra, con todos sus frutos y todos los animales, y no había puesto a ese goce completo más que un límite. Les había prohibido expresamente que tocaran los frutos del árbol de la ciencia. Quería que el hombre, privado de toda conciencia de sí mismo, permaneciese un eterno animal, siempre de cuatro patas ante el Dios eterno, su creador su amo. Pero he aquí que llega Satanás, el eterno rebelde, el primer librepensador y el emancipador de los mundos. Avergüenza al hombre de su ignorancia de su obediencia animales; lo emancipa e imprime sobre su frente el sello de la libertad y de la humanidad, impulsándolo a desobedecer y a comer del fruto de la ciencia.
Miguel de Cervantes Saavedra (50 Obras Maestras Que Debes Leer Antes De Morir: Vol. 3)
Vivimos en una sociedad sombría. Lograr el éxito, ésta es la enseñanza que, gota a gota, cae de la corrupción a plomo sobre nosotros. Digamos, sin embargo, que eso que se llama éxito es algo bastante feo. Su falso parecido con el mérito engaña a los hombres. Para la muchedumbre, el triunfo tiene casi el mismo aspecto que la supremacía. El éxito, este artificio del talento, tiene una víctima a quien engañar: la historia. Juvenal y Tácito son los únicos que protestan. En nuestros días, ha entrado como sirviente en casa del éxito una filosofía casi oficial, que lleva la librea de su amo y le rinde homenaje en la antecámara. Hay que tener éxito: ésa es la teoría. La prosperidad supone capacidad. Ganen la lotería y ya serán capaces. El que triunfa es objeto de veneración. Todo consiste en nacer de pie. Tengan suerte, lo demás ya llegará; sean felices, y los considerarán grandes. Fuera de cinco o seis excepciones importantes, que constituyen la luz de un siglo, la admiración contemporánea no es más que miopía. Lo dorado es considerado oro. No importa ser un cualquiera, si se llega el primero. El vulgo es un viejo Narciso que se adora a sí mismo y que celebra todo lo vulgar. Esa facultad enorme, por la cual el hombre se convierte en Moisés, Esquilo, Dante, Migue Ángel o Napoleón, la multitud la concede por unanimidad y por aclamación a quien logra su objetivo, sea quien fuere. Que un notario se transforme en diputado; que un falso Corneille haga el Tiridate; que un eunuco llegue a poseer un harén; que un militar adocenado gane por casualidad la batalla decisiva de una época; que un boticario invente las suelas de cartón para el ejército del Sambre-et-Meuse y obtenga, con aquel cartón vendido como cuero, una renta de cuatrocientos mil francos; que un buhonero contraiga matrimonio con la usura, y tenga de ella por hijos siete y ocho millones, de los cuales él es el padre y ella, la madre; que un predicador llegue a obispo por la gracia de ser gangoso; que un intendente de buena casa, al dejar el servicio, sea tan rico que lo nombren ministro de Hacienda; no importa: los hombres llaman a eso Genio, tal como Belleza a la figura de Mousqueton, y Majestad al talante de Claudio, confundiendo así con las constelaciones del abismo las huellas estrelladas que dejan en el lodo blando las patas de los gansos.
Victor Hugo (Les Misérables)
Conclusión A lo largo de estas páginas, hemos visto cómo se desarrollan los procesos perversos en algunos contextos, pero es evidente que nuestra lista no es exhaustiva y que estos fenómenos van más allá del mundo de la pareja, de la familia o de la empresa. Los volvemos a encontrar en todos los grupos en donde los individuos pueden establecer rivalidades, especialmente en las escuelas y en las universidades. La imaginación humana no tiene límites cuando pretende aniquilar la buena imagen que el otro tiene de sí mismo; sirve para enmascarar las propias debilidades y para colocarse en una posición de superioridad. La cuestión del poder atañe a toda la sociedad. En todas las épocas ha habido seres carentes de escrúpulos, calculadores y manipuladores, y para los que el fin justifica los medios. Sin embargo, la multiplicación actual de los actos de perversidad en las familias y en las empresas es un indicador del individualismo que domina en nuestra sociedad. En un sistema que funciona según la ley del más fuerte, o del más malicioso, los perversos son los amos. Cuando el éxito es el valor principal, la honradez parece una debilidad y la perversidad adopta un aire de picardía. Con el pretexto de la tolerancia, las sociedades occidentales renuncian poco a poco a sus propias prohibiciones. Pero, al aceptar demasiado, como lo hacen las víctimas de los perversos narcisistas, permiten que se desarrollen en su seno los funcionamientos perversos. Numerosos dirigentes o políticos, que ocupan no obstante una posición de modelo para la juventud, no muestran ninguna preocupación moral a la hora de liquidar a un rival o de mantenerse en el poder. Algunos de ellos abusan de sus prerrogativas y utilizan presiones psicológicas, y razones y secretos de Estado, para proteger su vida privada. Otros se enriquecen gracias a una delincuencia astuta hecha de abusos de bienes sociales, de estafas o de fraudes fiscales. La corrupción se ha convertido en una moneda corriente. Ahora bien, basta con que un grupo, una empresa o un gobierno cuenten con uno o con varios individuos perversos para que todo el sistema se vuelva perverso. Si esta perversión no se denuncia, se extiende subterráneamente mediante la intimidación, el miedo y la manipulación. Efectivamente, para atar psicológicamente a un individuo, basta con inducirlo a la mentira o a ciertos compromisos para convertirlo en cómplice del proceso perverso. Sin ir más lejos, ésta es la base del funcionamiento de la mafia o de los regímenes totalitarios. Tanto en las familias como en las empresas y los Estados, los perversos narcisistas se las arreglan para atribuir a los demás los desastres que provocan, se presentan luego como salvadores y se hacen así con el poder. En lo sucesivo, para mantenerse en él, les basta con no tener escrúpulos. La historia nos ha mostrado hombres que se niegan a reconocer sus propios errores, que no asumen sus responsabilidades, y que falsean las cosas y manipulan la realidad a fin de borrar las huellas de sus fechorías. Más allá del aspecto individual del acoso moral, se nos plantean dilemas más generales. ¿Cómo restablecer el respeto entre los individuos? ¿Qué límites debemos poner a nuestra tolerancia? Si los individuos no pueden detener por sí mismos estos procesos destructivos, la sociedad deberá intervenir y establecer una legislación. Recientemente, se ha presentado un proyecto de ley que proponía instituir un delito de novatada para reprimir cualquier acto degradante y humillante en el ámbito escolar y socioeducativo. Si no queremos que nuestras relaciones humanas acaben completamente reglamentadas por leyes, es esencial prevenir a los niños.
Marie-France Hirigoyen (El acoso moral: El maltrato psicológico en la vida cotidiana)
quiero que este sea el primer recuerdo de tu padre, fíjate bien, grábalo en tu memoria, prométemelo, el primer recuerdo del salvaje, del poderoso, del terrible, del venturoso, del dichoso, del incondicional amor que te tengo y te tendré siempre porque siempre te amaré, pase lo que pase en tu futuro, seas lo que seas, siempre seré tu padre, siempre estaré dispuesto a darlo todo por ti sin que tú me des nada nunca, porque si tú me dieras algo alguna vez, solo ha de ser un beso diminuto, ni siquiera un beso grande, solo un pequeño beso, porque yo transformaré ese pequeño beso en la fortaleza más grande del universo, superior a las galaxias, superior a millones de estrellas, más grande que el mismo Dios, así te amo yo, Bra, así, no lo olvides nunca, díselo a tus hijos, y que los hijos de tus hijos lo digan a los suyos, así hasta que caiga el sol sobre la raza de los hombres y se extinga la vida, y aun cuando se extinga la vida, yo volveré a ti, te lo juro, volveré a tu sangre porque soy tu padre, y antes que tu padre fui el hijo del hombre más maravilloso de la historia de los hombres, porque mi padre fue el hombre más honesto, más bondadoso, más elegante y limpio de cuantos han existido, ese fue tu abuelo».
Manuel Vilas (Alegría (volumen independiente))
Entre las cosas más importantes que se van preparando dentro de uno se cuentan los encuentros aplazados. Puede tratarse tanto de lugares como de personas, tanto de cuadros como de libros. Hay ciudades que ansío tanto ver, que es como si estuviese predestinado a pasar en ellas una vida entera, desde el comienzo. Con cien ardides evito ir a esas ciudades, y cada nueva ocasión de visitarlas que dejo pasar acrecienta tanto su importancia en mí, que cabría pensar que estoy en el mundo únicamente en razón de ellas, y que si dichas ciudades, que me siguen aguardando, no existiesen, hace ya mucho tiempo que habría yo perecido. Hay personas sobre las cuales oigo hablar con gusto, y es tanto lo que oigo, y tal la avidez con que lo oigo, que podría pensarse que sé yo más sobre ellas que ellas mismas, pero evito ver alguna foto o cualquier representación visual suya, como si hubiera una prohibición especial y justificada de conocer su rostro. También hay personas con las que durante años me he venido encontrando en un mismo camino, personas sobre las cuales reflexiono, parecidas a enigmas que me hubieran encargado de resolver a mí, y no les dirijo, sin embargo, una sola palabra, paso mudo a su lado como mudas ellas pasan junto a mí, y nos miramos con una mirada que es una pregunta y mantenemos bien cerrados los labios; me imagino nuestra primera conversación, y me emociono al pensar cuántas cosas inesperadas llegaría a conocer. Y hay, finalmente, personas a las que desde hace años vengo amando sin que ellas puedan llegar a barruntarlo; yo me voy haciendo cada vez más viejo, y sin duda tiene que parecer una ilusión absurda el que alguna vez vaya a decirles que las amo, aunque siempre vivo pensando en ese instante magnífico. Sería incapaz de existir sin estos prolijos preparativos de lo futuro; y cuando me examino a mí mismo con detalle, veo que no son para mí menos importantes que las sorpresas súbitas que llegan como si no llegasen de ningún sitio y subyugan en el acto. No me gustaría mencionar los libros para los que todavía me estoy preparando; entre ellos se cuentan algunas de las obras más famosas de la literatura universal, obras de cuya importancia no me permitirá dudar, pues sobre ellas están de acuerdo todos aquellos autores del pasado cuyas opiniones han sido determinantes para mí. Es evidente que, tras haber estado aguardando veinte años, una colisión con esas obras se convierte en algo de enorme importancia; tal vez sólo así resulte posible acceder a esos renacimientos espirituales que nos preserven de las consecuencias de la rutina y la decadencia.
Elias Canetti (Masa y poder (Spanish Edition))
Alguien dijo, o escribió, que en aquellos tiempos famosos y terribles los españoles peleabamos todos, desde nobles hasta labriegos. Y era cierto. Unos lo hicimos por hambre de gloria y dinero, y otros por hambre de verdad: por sacudirnos de encima la miseria y llevar un trozo de pan a la boca. En los campos de batalla de medio mundo, desde las Indias a las Filipinas, el Mediterráneo, el Norte de África y Europa entera, contra toda clase de naciones bárbaras o civilizadas, peleamos hidalgos y campesinos, bachilleres y pastores, caballeros y pícaros, amos y criados, soldados y poetas. Pelearon Cervantes, Garcilaso, Lope de Vega Calderón, Ercilla. Peleamos sin descanso en los Andes y en los Alpes, en las llanuras de Italia, en la altiplanicie mexicana, en la selva del Darién, a orillas del Elba, el Amazonas, el Danubio, el Escalda, el Orinoco, en las costas de Inglaterra, en Irlanda, Lepanto, las Terceras, Argel, Orán, Bahía, Otumba, Pavía, la Goleta, el canal de Constantinopla, el Egeo, Francia, Italia, Flandes, Alemania. En todas las tierras y climas próximos o lejanos, bajo nieve, sol, lluvia o viento, huestes de españoles pequeños y recios, barbudos, fanfarrones, valerosos y crueles, hechos a la miseria, el sufrir y las fatigas, con todo por ganar y sin otra cosa que perder salvo la gorja, unos musitando una oración, otros con los labios mudos y los dientes apretados, y otros renegando a cada paso de Cristo, de los oficiales, de los trabajos y de la misma vida en todas las lenguas de España, amotinados a trechos y con las pagas atrasadas o sin ellas, seguimos a nuestros capitanes bajo las rotas banderas, haciendo temblar al mundo entero
Arturo Pérez-Reverte
Mientras tanto, el señor Brocklehurst, de pie ante la chimenea con las manos a la espalda, observaba majestuosamente a la concurrencia. De pronto, parpadeó como su algo lo hubiera deslumbrado o escandalizado, y dijo con palabras más atropelladas que de costumbre: - Señorita Temple, ¿qué...qué le ocurre a esa muchacha de cabello rizado? ¿Pelirroja, señorita, y cubierta de rizos? - y señaló con mano temblorosa el objeto de su ultraje con el bastón. - Es Julia Severn - respondió con voz queda la señorita Temple. -Julia Severn, señorita. ¿Y por qué motivo tiene ella, o cualquier otra, el cabello rizado? ¿Por qué, desafiando a todas las leyes y principios de esta casa evangélica y benéfica, se muestra tan abiertamente mundana como para llevar el cabello hecho una maraña de rizos? - Los rizos de Julia son naturales - contestó la señorita Temple, con voz aún más baja. - ¡Naturales! Sí, pero no nos conformamos con lo natural. Quiero que estas muchachas sean hijas de Dios. ¿Por qué semejante exceso? He dado a entender una y otra vez que quiero que se recojan el cabello de manera recatada y sencilla. Señorita Temple, a esta muchacha hay que raparle del todo; haré venir al barbero mañana. Y veo a otras con un exceso parecido. Que se dé la vuelta esa chica alta. Diga que se levanten todas las de la primera clase y se vuelvan hacia la pared. --- Estudió el envés de estas medallas humanas durante unos cinco minutos y después dictó sentencia. Sus palabras cayeron como un toque de difuntos: - ¡Que se recorten todos los moños! - Señorita - prosiguió él - he de servir a un Amo cuyo reino no es de este mundo. Es mi misión mortificar los deseos carnales de estas muchachas, enseñarles a vestirse con recato y sobriedad, y no con ropas caras y tocados complicados. Cada una de las jóvenes que tenemos delante lleva un mechón de cabello que la misma vanidad hubiera podido trenzar....
Charlotte Brontë (Jane Eyre)
Consideremos nuevamente este punto. Eso es aquí, Es nuestro hogar. Eso somos nosotros. En él están todos los que amamos, todo los que conoces, todos de quiénes haz oído hablar, y todos los seres humanos, quiens fueran que han vivido sus vidas. La suma de nuestra alegría y sufrimiento, miles de confiadas religiones, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de la civilizaciones, cada rey y cada campesino, cada joven pareja de enamorados, cada madre y padre, cada esperanzado niño, inventor y explorador, cada maestro de moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí: en una mota de polvo suspendida en un rayo de Sol. La Tierra es un muy pequeño escalón en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre derramados por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueles visitas que los habitantes de una esquina de ese pixel hicieron contra los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina; la frecuencia de sus malentendidos, la impaciencia por matarse unos a otros, la generación de fervientes odios. Nuestras posturas, nuestra imaginada auto-importancia, la falsa ilusión de tener una posición privilegiada en el Universo, son desafiadas por este pálido punto de luz. Nuestro planeta es una mota solitaria en la inmensa oscuridad cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay ni un indicio de que la ayuda llegará desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos. La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro cercano, al cual nuestra especie pudiera migrar. ¿Visitar?, Sí. Establecerse, ¿aún no?. Nos guste o no, por el momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos. Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad y construcción de carácter. Quizá no hay mejor demostración de la tontería de la soberbia humana que ésta imagen distante de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros más amablemente, y de preservar y cuidar el pálido punto azul, el único hogar que jamás hemos conocido
Carl Sagan
La contradicción es ésta: quieren a Dios y quieren a la humanidad. Se obstinan en poner juntos esos dos términos, que, una vez separados, no pueden encontrarse de nuevo más que para destruirse recíprocamente. Dicen de un tirón: “Dios y la libertad del hombre”; “Dios y la dignidad, la justicia, la igualdad, la fraternidad y la prosperidad de los hombres”, sin preocuparse de la lógica fatal conforme a la cual, si Dios existe todo queda condenado a la no-existencia. Porque si Dios existe es necesariamente el amo eterno, supremo, absoluto, y si amo existe el hombre es esclavo; pero si es esclavo, no hay para él ni justicia ni igualdad ni fraternidad ni prosperidad posibles. Podrán, contrariamente al buen sentido y a todas las experiencias de la historia, reventarse a su Dios animado del más tierno amor por la libertad humana: un amo, haga lo que quiera y por liberal que quiera mostrarse, no deja de ser un amo y su existencia implica necesariamente la esclavitud de todo lo que se encuentra por debajo de él. Por consiguiente, si Dios existiese, no habría para él más que un solo medio de servir a la libertad humana: dejar de existir. Como celoso amante de la libertad humana y considerándolo como la condición absoluta de todo lo que adoramos y respetamos en la humanidad, doy vuelta a la frase de Voltaire y digo: si Dios existiese realmente, habría que hacerlo desaparecer.
Mikhail Bakunin (God and the State)
Conformidad y uniformidad, la urgencia por «pertenecer a» y el deseo de hacer que todos los demás «pertenezcan a», pueden constituir perfectamente las formas de fanatismo más ampliamente difundidas, aunque no las más peligrosas.
Amos Oz (Contra el fanatismo)
Este paradigma del sujeto sin objeto, del sujeto sin otro, se descubre en todo lo que ha perdido su sombra y se ha vuelto transparente a sí mismo, hasta en las sustancias desvitalizadas: en el azúcar sin calorías, en la sal sin sodio, en la vida sin sal, en el efecto sin causa, en la guerra sin enemigo, en las pasiones sin objeto, en el tiempo sin memoria, en el amo sin esclavo, en el esclavo sin amo en el que nos hemos convertido. ¿Qué le sucede a un amo sin esclavo? Acaba por aterrorizarse a sí mismo. ¿Y a un esclavo sin amo? Acaba por explotarse a sí mismo. Hoy los dos están reunidos en la forma moderna de la servidumbre voluntaria: sujeción a los sistemas de datos, a los sistemas de cálculo; eficacia total, performance total. Nos hemos convertido en dueños, por lo menos virtuales, de este mundo, pero el objeto de este dominio, la finalidad de este dominio, ha desaparecido.
Jean Baudrillard
Cuando volví a verlo, cuando iniciamos esta segunda amistad que espero no terminará ya nunca, dejé de pensar en toda forma de ataque. Quedó resuelto que no le hablaría jamás de Inés ni del pasado y que, en silencio, yo mantendría todo aquello viviente dentro de mí. Nada más que esto hago, casi todas las tardes, frente a Roberto y las caras familiares del café. Mi odio se conservará cálido y nuevo mientras pueda seguir viviendo y escuchando a Roberto; nadie sabe de mi venganza, pero la vivo, gozosa y enfurecida, un día y otro. Hablo con él, sonrío, fumo, tomo café. Todo el tiempo pensando en Bob, en su pureza, su fe, en la audacia de sus pasados sueños. Pensando en el Bob que amaba la música, en el Bob que planeaba ennoblecer la vida de los hombres construyendo una ciudad de enceguecedora belleza para cinco millones de habitantes, a lo largo de la costa del río; el Bob que no podía mentir nunca; el Bob que proclamaba la lucha de los jóvenes contra los viejos, el Bob dueño del futuro y del mundo. Pensando minucioso y plácido en todo eso frente al hombre de dedos sucios de tabaco llamado Roberto, que lleva una vida grotesca, trabajando en cualquier hedionda oficina, casado con una mujer a quien nombra “mi señora”; el hombre que se pasa estos largos domingos hundido en el asiento del café, examinando diarios y jugando a las carreras por teléfono. Nadie amó a mujer alguna con la fuerza con que yo amo su ruindad, su definitiva manera de estar hundido en la sucia vida de los hombres. Nadie se arrobó de amor como yo lo hago ante sus fugaces sobresaltos, los proyectos sin convicción que un destruido y lejano Bob le dicta algunas veces y que sólo sirven para que mida con exactitud hasta donde está emporcado para siempre. No sé si nunca en el pasado he dado la bienvenida a Inés con tanta alegría y amor como diariamente le doy la bienvenida a Bob al tenebroso y maloliente mundo de los adultos. Es todavía un recién llegado y de vez en cuando sufre sus crisis de nostalgia. Lo he visto lloroso y borracho, insultándose y jurando el inminente regreso a los días de Bob. Puedo asegurar que entonces mi corazón desborda de amor y se hace sensible y cariñoso como el de una madre. En el fondo sé que no se irá nunca porque no tiene sitio donde ir; pero me hago delicado y paciente y trato de conformarlo. Como ese puñado de tierra natal, o esas fotografías de calles y monumentos, o las canciones que gustan traer consigo los inmigrantes, voy construyendo para él planes, creencias y mañanas distintos que tienen luz y el sabor del país de juventud de donde él llegó hace un tiempo. Y él acepta; protesta siempre para que yo redoble mis promesas, pero termina por decir que sí, acaba por muequear una sonrisa creyendo que algún día habrá de regresar al mundo de las horas de Bob y queda en paz en medio de sus treinta años, moviéndose sin disgusto ni tropiezo entre los cadáveres pavorosos de las antiguas ambiciones, las formas repulsivas de los sueños que se fueron gastando bajo la presión distraída y constante de tantos miles de pies inevitables.
Juan Carlos Onetti (Cuentos completos)
Lo amo todo de ti. Te amo porque me dices la verdad. Amo el modo en que puedo reconocer tus pisadas en el pasillo fuera de mi cuarto aun cuando sé que no vas a entrar. Nadie camina o respira como tú. Amo el modo en que ahogas un gritito por la noche justo antes de caer dormida, como si tus sueños te hubieran sorprendido. Amo que cuando estamos juntos en la playa nuestras sombras se unan en una única persona. Amo el modo en que escribes en mi piel con los dedos y yo puedo entenderte mejor que a cualquier otro gritándome al oído. No he querido amarte así. Es la peor idea del mundo, amarte así. Pero te amo y no puedo evitarlo. Créeme si te digo que lo he intentado.
Cassandra Clare (Lady Midnight (The Dark Artifices, #1))
Si un banco o una compañía financiera eran dueños de las tierras, el enviado decía: el Banco, o la Compañía, necesita, quiere, insiste, debe recibir, como si el banco o la compañía fuera un monstruo con capacidad para pensar y sentir, que les hubiera atrapado. Ellos no asumían la responsabilidad por los bancos o las compañías porque eran hombres y esclavos, mientras que los bancos eran máquinas y amos, todo al mismo tiempo.
John Steinbeck (The Grapes of Wrath)
—Os amo a los dos —la interrumpió Mark con una voz apagada y dulce—. Y no puedo decir que ame más a uno que al otro. Pero tengo miedo. Perderos a ambos me mataría, y aquí parece que me arriesgo a que me rompan el corazón no una, sino dos veces. —No todo el amor acaba mal —dijo Cristina. —Ya sabéis lo que yo quiero —intervino Kieran—. Fui el primero en decirlo. Os amo y os deseo a los dos. Muchos son felices así en Feéra. Estos matrimonios son corrientes allí... —¿Nos estás pidiendo la mano? —preguntó Mark, con una sonrisa de medio lado, y Kieran se sonrojó intensamente.
Cassandra Clare (Queen of Air and Darkness (The Dark Artifices, #3))
A veces se gana otras se aprende. Los que hemos perdido una y otra vez sabemos que no hay mejor escuela de la vida que caer y levantarse, hemos conservado la fuerza y la valentía para todo aquello que acontezca. Mi padre siempre decía <>. Y es cierto, este ha sido siempre mi salvoconducto para vivir. Amo la vida y por eso me la bebo.
Chris Pueyo (La abuela)
Sálvame, Kafka. ¿No quieres salvarme? ¿Desprecias mi peso, mi voluptuosidad, mi vientre? ¿No era Flaubert tan pesado como yo, era menor su voluptuosidad? ¿Dónde están tus obras?, te oigo preguntar. Ay, en ninguna parte, en ninguna parte. Pero ¿no puedo encontrarlas aún? No estoy muerto, pues amo con un ardor, una pasión y una entrega que nunca alcanzaste. ¿Pasa tu camino a la verdad sólo por el ascetismo? Kierkegaard y Flaubert nunca han sido mis modelos. Stendhal, sin embargo, y Gogol y Aristófanes no son en absoluto inferiores. También para mí, escribir es una plegaria, la única que conozco. Mi proceso es contra la muerte, y no ha acabado aún. A ti, esa cuenta te llegó demasiado temprano. Yo llevo más tiempo viviendo y cargo con más muertos que tú. Son ellos los que me niegan el ascetismo. No puedo contentarlos pasando hambre. Yo no quería sobrevivir a ninguno, por eso están todos en mí. Qué lengua puedo encontrar para ellos, aún no la tengo. Sin embargo, no puedo ignorarlos, he ahí mi infertilidad.
Elias Canetti (Il libro contro la morte)
Basta abrir cualquier periódico del mundo para darnos cuenta de que toda esta pestilencia tiene su origen en nuestra soberbia, en nuestra enfermiza vanidad. Nos hemos creído dueños del planeta, los amos que todo lo controlan, sujetos hechos a imagen y semejanza de nuestros dioses, cuando en realidad somos unos seres banales y abyectos que han contaminado el globo entero de manera irresponsable y criminal. Hemos exterminado especies enteras, hemos abierto un agujero en la capa de ozono, hemos contribuido con nuestras pésimas decisiones al recalentamiento global, y nos vamos a cuidados intensivos, al menos ataque por parte de unos seres tan diminutos que nisiquiera podemos ver. Que fragilidad en medio de tanto ego.
Mario Mendoza
«Hola. Por si he sido tan torpe de no haberte llamado aún, quiero que sepas que no es porque no te eche de menos. Sí te echo de menos. Seguramente, el retraso tendrá que ver con Griffin… El muy idiota dará problemas durante toda la gira, lo sé, pero por lo menos dejará de desnudarte con la mirada una temporada… Eso es cosa mía. Y por si nunca te lo había dicho, lo hago siempre. Cuando pasas a mi lado, imagino tus caderas desnudas bajo mis dedos. Cuando te inclinas para darme una cerveza, imagino tus pechos firmes, tus pezones duros pidiendo mi boca a gritos. Te preguntas por qué estoy siempre tan excitado, y te lo voy a decir. Tu cuerpo me quema. La caricia de tus dedos sobre mi piel enciende mi deseo. Tu aliento me cubre de una pasión abrasadora. Todo en ti es sensual, y tú no lo sabes en absoluto. Cuando me miras con esos ojos ahumados, desnudándome como te desnudo yo a ti, haces que mi sangre fluya como un torrente, y te deseo tanto… Sé que, esté donde esté en este momento, estaré muriéndome de deseo y que albergaré una profunda ansia, casi dolorosa… porque estaré pensando en ti. Los días no merecen la pena hasta que no estoy dentro de ti. Sólo me siento completo con tu cuerpo rodeando el mío. Pero no pienses que lo que siento por ti se limita sólo al sexo y a una reacción física. No… Es mucho más. Te has metido dentro de mí de tal forma que me has dejado herido y vulnerable. Estar contigo, hacerte el amor sólo es la muestra tangible de lo que siento por ti. Sé que me he convertido en uno de esos idiotas enamorados y balbuceantes, pero al fin y al cabo todo se reduce a dos palabras que apenas logran expresar lo que siento… Te amo.»
S.C. Stephens (Effortless (Thoughtless, #2))
Me siento atrapada entre la belleza de June y el genio de Henry. De manera distinta, me entrego a los dos, una parte de mí para cada uno. Pero amo a June con locura, fuera de toda razón. Henry me da vida. June me da muerte. He de escoger y no puedo. Ofrecer a Henry todos los sentimientos que he experimentado respecto a June es exactamente como entregarme a él en cuerpo y alma.
Anaïs Nin (Henry and June)
Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra. 2 CORINTIOS 9.8 A diferencia de las personas libres, los esclavos no tenían que preocuparse por encontrar algo que comer o un lugar donde dormir. Ya que sus necesidades estaban atendidas, ellos podían centrarse enteramente en servir al amo. Nuevamente, los paralelos con la vida cristiana son notables. Como creyentes, podemos enfocarnos en las cosas que Dios nos ha llamado a hacer, confiando en que Él atiende nuestras necesidades. «No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?». Dijo Jesús a sus seguidores: «Vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mateo 6.31–33). Aquellos que tienen como su prioridad mayor agradar a Dios pueden estar confiados que Él cuidará de ellos. Nadie comprendió mejor este principio que el apóstol Pablo. «Por nada estéis afanosos», escribió a los filipenses, «sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego» (4.6). Más adelante en ese capítulo, explicó que había aprendido el secreto del contentamiento, sin importar las circunstancias. Por consiguiente, él pudo exclamar: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (v. 13). El contentamiento de Pablo vino tanto de la confianza total en Cristo como de la evaluación correcta de sus necesidades.
John F. MacArthur Jr. (Las lecturas diarias de MacArthur: Desatando la verdad de Dios un día a la vez (Spanish Edition))
Sea por muerte o por rapto, cada creyente se presentará un día ante el Amo celestial para ser evaluado y recompensado. Una vez más, el esclavo obediente no tiene nada que temer frente al Amo. Por otro lado, los creyentes que dedican sus vidas a actividades temporales y sin valor deben esperar de Cristo una recompensa mínima. Los pecados de todo creyente, por supuesto, son perdonados para siempre
John F. MacArthur Jr. (Las lecturas diarias de MacArthur: Desatando la verdad de Dios un día a la vez (Spanish Edition))
Y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia. ROMANOS 6.18 El Nuevo Testamento refleja esta perspectiva, ordenando a los creyentes a someterse a Cristo completamente y no solo como siervos contratados o empleados espirituales, sino como quienes pertenecen por entero a Él. Se nos pide obedecerlo sin preguntas y seguirlo sin reclamos. Jesucristo es nuestro Amo, un hecho que reconocemos cada vez que lo llamamos «Señor». Somos sus esclavos, llamados para obedecerlo y honrarlo humilde e incondicionalmente. Hoy en las iglesias no escuchamos mucho acerca de este concepto. En el cristianismo contemporáneo se habla de cualquiera cosa menos de la terminología esclavo. Se habla del éxito, de la salud, de la riqueza, de la prosperidad y de la búsqueda de la felicidad. Con frecuencia escuchamos que Dios ama a las personas incondicionalmente y quiere que sean todo lo que ellos quieren ser, que quiere que cumplan cada deseo, esperanza o sueño. La ambición personal, la realización personal, la gratificación personal, todo esto ha llegado a ser parte del lenguaje del cristianismo evangélico, y parte de lo que significa tener una «relación personal con Jesucristo». En lugar de enseñar el evangelio del Nuevo Testamento, donde se llama a los pecadores a someterse a Cristo, el mensaje contemporáneo es exactamente lo opuesto: Jesús está aquí para cumplir todos tus deseos. Equiparándolo a un ayudante personal o a un entrenador particular, muchos asistentes a las iglesias hablan de un Salvador personal que está deseoso de cumplir sus peticiones y ayudarlos en sus esfuerzos de autosatisfacción o logros personales. La comprensión del Nuevo Testamento acerca de la relación del creyente con Cristo no podría ser más opuesta. Él es el Amo y Dueño. Nosotros somos su posesión. Él es el Rey, el Señor y el Hijo de Dios. Nosotros somos sus objetos y sus subordinados. En una palabra, nosotros somos sus esclavos.
John F. MacArthur Jr. (Las lecturas diarias de MacArthur: Desatando la verdad de Dios un día a la vez (Spanish Edition))
Si pasaban hambre, no era por alimentar a seres humanos tiránicos; si trabajan duro, al menos lo hacían para su propio beneficio. Entre ellos, nadie andaba sobre dos patas. Entre ellos nadie llamaba a otro «amo». Todos los animales eran iguales.
George Orwell (Animal Farm)
Ser madre, con todo lo que esto implica día a día, ha sido una de las experiencias más importantes de mi vida. Lo he hecho de la mejor manera que he podido, a veces muy cansada, con todas mis limitaciones, mis incapacidades, mis errores, mis dudas; con los dolores y las necesidades insatisfechas que llevo dentro; con mi constante búsqueda de saber más y ser más; con mi luz y mi sombra, con mi alegría, mi intensidad y mi pasión; con mi sabiduría y mi ignorancia, y con muchísimo amor. Los momentos de mi vida en que he sentido que amo de verdad, con el amor más sublime, el perfecto, el incondicional, han sido con mis hijos;
Martha Alicia Chavez (Tu hijo, tu espejo)
Escribe este acuerdo en un papel y engánchalo en la nevera para recordarlo en todo momento: No te tomes nada personalmente. Cuando te acostumbres a no tomarte nada personalmente, no necesitarás depositar tu confianza en lo que hagan o digan los demás. Bastará con que confíes en ti mismo para elegir con responsabilidad. Nunca eres responsable de los actos de los demás; sólo eres responsable de ti mismo. Cuando comprendas esto, de verdad, y te niegues a tomarte las cosas personalmente, será muy difícil que los comentarios insensibles o los actos negligentes de los demás te hieran. Si mantienes este acuerdo, viajarás por todo el mundo con el corazón abierto por completo y nadie te herirá. Dirás: «Te amo», sin miedo a que te rechacen o te ridiculicen. Pedirás lo que necesites. Dirás SÍ o dirás NO —lo que tú decidas— sin culparte ni juzgarte. Siempre puedes seguir a tu corazón. Si lo haces, aunque estés en medio del Infierno, experimentarás felicidad y paz interior. Permanecerás en tu estado de dicha y el Infierno no te afectará en absoluto.
Anonymous
En Mongolia, cuando un perro muere, lo sepultan en lo alto de una colina para que nadie camine sobre su tumba. El amo del perro le susurra al oído su deseo de que regrese como humano en su próxima vida. Luego, le cortan el rabo y se lo ponen bajo la cabeza. Le meten un trozo de carne o de grasa en la boca para que su alma se alimente durante el viaje. Antes de reencarnarse, el alma del perro puede errar por los altiplanos desiertos tanto tiempo como quiera. Aprendí eso de un documental del National Geographic Channel, así que creo que es cierto. Dicen que no todos los perros regresan como hombres; sólo los que están listos. Yo estoy listo.
Garth Stein (El arte de conducir bajo la lluvia (Spanish Edition))
¿No te das cuenta? Estoy loca y putamente enamorado de ti. Te amo más que a nada en este mundo. Cuando te miro a los ojos, no sólo te veo a ti, veo a mis hijos. Caray, veo una granja entera de niños y a cabras sordas, mudas y ciegas. Veo todo mi futuro. Sin ti, no veo nada. Nada.
Penelope Ward (Cocky Bastard)
Recuerdo amor. Es lo que tengo que seguir recordándome. Es gracioso cómo puedes olvidarlo todo, excepto el amor de las personas que te han querido. Tal vez por eso a los humanos nos cuesta tanto recuperarnos de las historias de amor. No es el dolor lo que tratan de superar, es el amo.
Melina Marchetta (On the Jellicoe Road)
¿Crees que quiero decir esto? ¡Jesucristo, Trez, te amo! ¡No quiero que estés con alguna otra mujer, nunca! ¡Quiero que te sientes en una esquina y me llores hasta que mueras! ¡No quiero que veas el sol o la luna o disfrutes otra comida o que tengas un buen sueño! ¡Quiero perseguirte el resto de tu vida, hasta que donde quiera que vayas y a todos con quien hables, todo lo que puedas ver sea mi fantasma, porque entonces sabré que no me has olvidado! ¿Quieres saber lo que es la muerte? Te diré lo que es: la muerte es que los vivos te olviden. ¡Como era tu aroma y como lucías, como se escuchaba tu voz, como te reías! Incluso si hay un más allá. Mi muerte va a ser que tú sigas sin mí hasta que no puedas recordar el color de mis ojos o qué tan largo era mi cabello.
J.R. Ward (The Shadows (Black Dagger Brotherhood, #13))
Pero si todo va bien en la familia, si Dios la ha bendecido, si el esposo es bueno y se preocupa por la mujer en vez de abandonarla..., ¡qué bien se está con la familia! Incluso si en la casa entra el infortunio. Por lo demás, ¿acaso no entra el infortunio en cualquier parte? Si algún día te casas, quizá lo sepas por experiencia. Por el contrario, en los primeros tiempos de la vida conyugal con el ser amado, ¡cuánta felicidad! ¡Una felicidad constante! Incluso las querellas terminan bien entre esposos en esta primera etapa. Hay mujeres que cuanto más quieren a su marido, más disputas con él provocan. Puedo asegurarlo, porque conocí a una de esta clase. «¡Te quiero tanto, que te hago sufrir, a fin de que te des cuenta!» ¿Sabías esto? Puede suceder que se atormente a una persona por exceso de cariño. Las mujeres obran así con sus maridos. Se dicen: «Te amo y te acaricio tanto, que tengo derecho a atormentarte un poco». Y todos los que viven alrededor del matrimonio comparten su alegría. En el hogar, todo es honesto, apacible y alegre. Hay mujeres celosas. Si él sale (yo conocía a una que procedía así), ella no lo puede soportar. Se levanta a medianoche de la cama y va a ver si está en talo cual sitio, con esta o aquella mujer. Esto no está bien, y ella lo sabe. Sufre, se juzga y se condena. ¡Pero ha de obrar así porque lo ama! Y, después de la riña, la delicia de reconciliarse. Pedirle perdón o, por el contrario, perdonarle. ¡Qué hermoso es esto para los dos! ¡Como si acabasen de conocerse, como si acabasen de casarse y su amor estuviera en su principio!... Nadie, absolutamente nadie debe saber lo que ocurre entre los esposos si se quieren de verdad. Éstos, en sus disputas, sean de la índole que fueren, no deben recurrir al juicio de nadie, ni siquiera de la propia madre, ni contar a nadie lo ocurrido. Ellos mismos han de ser sus propios jueces. El amor es un misterio divino que debe permanecer oculto a los ojos ajenos, pase lo que pase. Esto es lo mejor, lo más conveniente. Así se consolida la estimación entre los esposos, y sobre la estimación se edifican muchas cosas. Si marido y mujer se quieren, si se han casado por amor, no es preciso que este amor muera.
Fyodor Dostoevsky (Obras - Colección de Fiódor Dostoyevski: Biblioteca de Grandes Escritores (Spanish Edition))
Pero a despecho de todo, queda en pie el punto esencial: la mujer es un objeto de goce. Y ella lo sabe. Es lo mismo que la esclavitud. Pues la esclavitud no consiste sino en la explotación del trabajo obligatorio de los unos para el goce de los otros. [...] Lo mismo pasa con la emancipación de la mujer. La servidumbre estriba únicamente en el hecho de que se quiere y se estima usar de ella como de un instrumento de placer. He aquí que emancipan a la mujer, le dan toda clase de derechos iguales a los del hombre, pero siguen mirándola como medio de goce, y así se educa desde niña y en la opinión pública. Así sigue siempre humillada y corrompida y el hombre siempre queda su amo corrompido. Se emancipa a las mujeres en las universidades y en las Cámaras, pero se sigue mirándolas como instrumentos de placer. Enseñadlas a mirarse como tales, según hacemos nosotros, y seguirán siendo siempre seres inferiores. [...] Esto no pueden cambiarlo ni los colegios, ni las universidades. La única cosa que podría cambiarlo sería un cambio de la opinión del hombre sobre la mujer y de la mujer sobre sí misma.
Leo Tolstoy (La sonata a Kreutzer / Después del baile)
Jabibulin era un baskir de la aldea de Chishma y había acabado en la guerra por puro accidente. Había ido a despedir a su hijo, Sakaika, que se iba al frente. Habían llegado a la estación de tren a lomos de la yegua zaina de Jabibulin. Al lado de la estación, había una fila de carros; los caballos, sin arreos, esperaban enganchados a los carros, pastando. —Mi yegua camina toda la noche. Carretera muy, muy larga. Yegua cansada. Jabibulin explicó que había atado la yegua junto al resto de caballos, que formaban parte de un cargamento del ejército, para que pudiera comer heno. Luego se fue a buscar a su hijo. Recorrió todos los vagones —o «cajas verdes», como él decía— llamando a su hijo, pero Sakaika no respondía. Cuando Jabibulin volvió al lugar donde había dejado la yegua, la zaina había desaparecido. Carros y caballos habían sido cargados en el tren. —¡Soldado me roba yegua! —exclamó Jabibulin. Siguiendo la inconfundible huella de los cascos de tres puntas de la yegua, Jabibulin llegó hasta una de las «cajas verdes». Como no tenía permiso para subir al coche, se puso a llamar a la yegua frunciendo los labios y resoplando contra la palma de las manos. El animal oyó al amo y respondió pateando con las pezuñas, pero el tren ya había empezado a moverse. Jabibulin logró saltar al estribo y, desde entonces, trabajaba como caballerizo en la sección de suministros y no había vuelto a separarse de su yegua.
Anonymous
—Yo te amo. Te amo porque todos los amores del mundo son como ríos diferentes que corren hacia un mismo lago, y allí se encuentran y se transforman en un amor único que se hace lluvia y bendice la tierra. »Yo te amo como un río, que crea las condiciones para que la vegetación y las flores crezcan por donde él pasa. Yo te amo como un río, que da de beber al que tiene sed y transporta a la gente hasta donde quiere llegar. »Yo te amo como un río, que entiende que tiene que correr de manera distinta en una cascada y aprender a reposar en una depresión del terreno. Yo te amo porque todos nacemos en el mismo lugar, en la misma fuente, que sigue alimentándonos siempre con más agua. Así, cuando somos débiles todo lo que tenemos que hacer es esperar un poco. Vuelve la primavera, las nieves del invierno se derriten y vuelven a llenarnos de nueva energía. »Yo te amo como un río que empieza solitario y débil en una montaña, poco a poco va creciendo y uniéndose a otros ríos que se acercan hasta que, a partir de un determinado momento, puede evitar cualquier obstáculo para llegar a donde desea. »Entonces, yo recibo tu amor y te entrego mi amor. No el amor de un hombre por una mujer, no el amor de un padre por una hija, no el amor de Dios por sus criaturas. Sino un amor sin nombre, sin explicación, como un río que no puede explicar su curso, simplemente sigue adelante. Un amor que no pide y que no da nada a cambio, simplemente se manifiesta. Nunca voy a ser tuyo, tú nunca vas a ser mía, pero aun así puedo decir: yo te amo, yo te amo, yo te amo.
Paulo Coelho (O Aleph)
—¿Qué hacemos, R? —Julie me mira finalmente. Le tiembla la voz y tiene los ojos enrojecidos, pero no está dispuesta a abandonarse a las lágrimas—. ¿Somos tontos por creer que podemos hacer algo? Tú has logrado que vuelva a tener esperanza, pero aquí estamos, y creo que vamos a morir. Dime, ¿qué hacemos? [...] —¿Qué hacemos? —suplica ella, confundiéndome con sus ojos, los inmensos océanos de sus iris—. ¿Qué nos queda? Yo no tengo una respuesta que darle. Pero le miro la cara, las pálidas mejillas, los labios rojos rebosantes de vida y tiernos como los de una niña, y entiendo que la amo. Y si ella lo es todo, tal vez eso baste como respuesta. Atraigo a Julie hacia mí y la beso.
Isaac Marion (Warm Bodies (Warm Bodies, #1))
Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes. Juan 15:15
Carlos Barbieri (Dios no tiene favoritos (Spanish Edition))
Como tú Yo, como tú, amo el amor, la vida, el dulce encanto de las cosas, el paisaje celeste de los días de enero. También mi sangre bulle y río por los ojos que han conocido el brote de las lágrimas. Creo que el mundo es bello, que la poesía es como el pan, de todos. Y que mis venas no terminan en mí sino en la sangre unánime de los que luchan por la vida, el amor, las cosas, el paisaje y el pan, la poesía de todos.(En: Desenterrando poemas)Entre los poetas míos… Roque Dalton
Anonymous
Amo los clichés periodísticos —éxodo masivo de capitalinos, vital elemento, virtual empate, dantesco incendio, hondo pesar, tensa calma— y amo amo amo cuando dicen que hasta el cierre de la edición la guagua no ha nacido, el muerto todavía no está muerto, el bla todavía no es blablá, porque me da sensación de que todo pasa ahora ahora justo ahora. Pues
Camila Gutiérrez (Joven & alocada: La hermosa y desconocida historia de una evangeláis)
Y nos han acostumbrado a no alegrarnos de lo que tenemos, sino a alegrarnos única y exclusivamente de lo que poseemos nosotros y no tienen los demás. Y aún peor, nos han acostumbrado desde pequeños a mantener todo tipo de ideas venenosas que empiezan siempre por las palabras
Amos Oz
Tú no lo entiendes, Harry, ni puede entenderlo nadie que no haya trabajado con duendes. Para éstos, el verdadero amo de cualquier objeto es su fabricante, no la persona que lo ha comprado. De manera que todos los objetos elaborados por ellos son, a sus ojos, legítimamente suyos. —Pero si alguien compra un objeto... —En ese caso lo consideran alquilado por ese alguien.
J.K. Rowling
La complejidad de las emociones nos lleva a tramar todo tipo de artimañas para salvarnos, liberarnos de lo que nos pueda doler, alejarnos a toda costa de los peligros de la existencia, del rechazo, de la falta de amor y de aprobación. Siendo una estrategia digna de una gran inteligencia como la humana, no es perfecta, en algún momento fallará, ya que los únicos que realmente nos hacemos daño somos nosotros mismos y no hay por donde escapar. Por muy lejos que te vayas y por mucho que intentes camuflarte y disimular no puedes huir de ti. No hay nada ahí fuera que pueda dañarnos más que nuestras creencias y pensamientos.
Bárbara del Amo (ADELGAZA SIN DIETAS: El Poder de la Conciencia Corporal (Spanish Edition))
Las personas creen que aman pero en realidad están en-ganchadas en su necesidad de poseer a otro. Como si di-jeran: “Te amo mientras estés al lado mío, pero si te vas seguramente te odie”. Eso no puede ser amor. El amor pasa por poder pensar en lo que el otro necesita y en disfrutar si el otro está bien. Todo esto en forma totalmente independiente de si está al lado mío.
Jorge Bucay (Amarse con los ojos abiertos (Spanish Edition))
utilizando los ajenjos de la caída desvencijada en cálculos de alacrán o de asesino o de dios falso o de extranjero en todas las leguas que lo afronta todo por todo porque empuña siempre siempre irremediablemente siempre en condición de amo a plena grandeza de hombre tranquilo en las últimas cosas algo que le defiende ¿qué? la muerte   y además literato ¿literato? literato es decir una gran máquina es decir el que riega duraznos con petróleo y el que siembra terrenos a dinamita y ara a patadas o a balazos es decir el que esteriliza y produce aquella fruta egregia del veneno
Pablo de Rokha
Szeth descubrió que estaba llorando. Sus órdenes eran sencillas. Matar. Matar como nunca había matado antes. Tener a los inocentes llorando a sus pies y hacer que los ojos claros sollozaran. Y hacerlo vestido de blanco, para que todos supieran quién era. Szeth no puso objeciones. No era su lugar. Era un Sinverdad. Y hacía lo que sus amos ordenaban.
Brandon Sanderson (El camino de los reyes (El archivo de las tormentas, #1))
Ante Jean Améry siento vergüenza como ante muy pocas personas. Fue torturado y humillado, y no quiere olvidarlo. Su muerte tuvo otro aspecto que la mía, lo atacó directamente. La mía alcanzó a mis seres más queridos en mi presencia y me perdonó la vida. Por eso he podido decir: odio vuestra muerte, no la mía. Por eso he podido vivir en una mentira, que me ennoblecía. Pues ¿de dónde sabía yo que no se trataba únicamente de mi muerte? Jean Améry sí lo sabe, porque lo experimentó. Lo llamo por su nombre, que ni siquiera es el suyo. Yo no he tenido que renunciar a mi nombre. Conseguí refugiarme entre personas que me dejaron mantenerlo. Él, en cambio, se nombra a sí mismo y sabe que no es él, y la patria que no tiene es su nombre perdido.* Oh, qué vergüenza, qué vergüenza el haber sobrevivido yo a todas las víctimas. ¿Estuve yo en el Madrid derrotado, estuve yo en la huida de París, estuve yo en Auschwitz? ¿He hecho lo suficiente, he justificado el haber sido sólo testigo, no víctima? ¿Me es lícito seguir con vida, y cambiará esta vida lo más mínimo los horrores del futuro? Tal vez todo cuanto he pensado resulte insuficiente, fallido, tal vez contenga, surgido de los años sangrientos, tan sólo gérmenes invisibles de nuevas desgracias. ¿Qué he de hacer? ¿Y he hecho al menos lo que podía? Poseído por mis muertos, por aquellos a quienes amé, por quienes significaban mi vida, ¿he pensado lo suficiente en aquellos a quienes amo porque no los he conocido? ¿Cómo encontrar el equilibrio entre los cercanos y los lejanos, cómo ser yo una balanza justa? En el fondo de mi corazón estoy convencido de que no me preocupo por mí, sino por todos, pero ¿es suficiente saberlo en el fondo del corazón? El corazón quizás engaña.
Elias Canetti (Il libro contro la morte)
la cultura es a la vez algo necesario y casual, como el lecho de un nido, un refugio frente al mundo, un pequeño contra-mundo aceptado tácitamente por el grande de una forma relativamente indiferente, pues no contiene ninguna respuesta a las preguntas sobre el bien y el mal, la belleza y la fealdad, las reglas y las costumbres. La lengua, producto de esa cultura, es como el esqueleto del nido que reúne todos los elementos del lecho y los une de una forma que a los habitantes de ese nido les parece necesaria.
Stanisław Lem (La Voz del Amo)
Wrap up Bingo "Grageas de sabores" *Vomito: "Un beso imborrable" 5/5 La trama del libro toca temas sensibles de abuso infantil, despierta sentimientos fuertes. *Suciedad: "Voz" 3/5 No me gusto el libro, el maltrato que sufrieron las mujeres, daban ganas de matar a todos los hombres. *Césped: "Bajo las estrellas" 3/5 No me gustaron los protagonistas, fueron muy idiotas, seguirían sin hablarse, si no lo hubieran engañados para ir de campamento. *Jabón: "Comandante" 5/5 Matt Hamilton, es absolutamente perfecto, dulce, tierno, tiene un comportamiento impecable en todo el libro, amo lo amoroso que es con Charlotte. *Huevo podrido: "La hipótesis del amor", 5/5 Es una historia muy dulce con Adam y Olive, merece todo el hype que tuvo. *Moco: "Corazón sin valor", 5/5 El sufrimiento que pasaron Alex y Sam, te hace lagrimear en varias partes. *Cerilla: "Sol de invierno" 5/5 Por momentos odie a J.C., Colie, me pareció muy tonta al principio, al final me gustaron ambos personajes. La autora Diana Palmer, nació en el año 1946, *Sandia: "Sucedió un verano" 5/5 Es una linda historia de amor y superación con Piper y Brandon, son perfectos el uno para el otro. *Limón: "Una luna sin miel" 5/5 Me reí mucho con Olive y Ethan, todo lo que pasaron en su luna de miel, mas mala suerte no podían tener
Maria Laura
Lo que cava La sangre corcovea en todos los rincones, en el alma superior, en su orgullo, en los perros con olor a furia. El ser amado convierte la humillación en asombro y vengo aquí para decir que te amo. El domingo del payaso prueba la desolación. La emoción contra la pared espera que la fusilen. Nuestros cuerpos conocen esa pared. Es una atadura del sol que cava y cava.
Juan Gelman
La yihad es un estado de guerra perpetuo para someter al mundo entero. La palabra de Alá sólo son dogmas que rigen todos los aspectos de la vida. El islam es una esclavitud sin amo.
Yeyo Balbás (Cova Dónnica)
mucho tiempo decido hablar y no dejar que la vida me suceda, sino hacerla suceder. —Me di cuenta de que estaba equivocada al creer que las chispas que sienten los personajes de Infortunada noche sí o sí derivan en una relación trágica, y que es mejor conformarse con la estabilidad. Hay una línea delgada (que en verdad es muy ancha) entre aceptar y resignar, y hoy tengo claro de qué lado quiero estar yo. —Y todo eso se traduce en un… ¿te amo y quiero estar con vos?
Rosario Oyhanarte (El libro más lindo del mundo: una historia de amor)
Estas son los libros que leí para las materias obligatorias de la Copa de las casas. Astronomía: Un mundo en clave de Fa 3,5 ⭐ Este libro tiene muchas enseñanzas para vivir una vida más en armonía con el planeta y nosotros mismos Historia de la magia: Una corte de niebla y furia 5 ⭐ Amo este libro y la evolución de los personajes. Feyre me encanta y es una excelente protagonista Defensa contra las artes oscuras: La llave de Blake 4 ⭐ Este libro me hizo acordar a la película de El código Da Vinci y soy fan. Llena de misterio Herbología: Los seis finalistas 4⭐ Un libro de ciencia ficción que me mantuvo atrapada de principio a fin Vuelo: Hay vida debajo 3,5 ⭐ Me gustó mucho este final de bilogia aunque algunas cosas me quedaron sin cerrar Pociones: Fahrenheit 451 2 ⭐ Todavía sigo sin entender el propósito de esta historia Transformaciones: Solo tres citas...y un secreto 3 ⭐ Este libro venía muy bien hasta que quisieron meter un plot twist que salió de la nada Encantamientos: Wolfsong 4⭐ Amé completamente esta historia. La diversidad que tiene en todos los sentidos es algo para destacar
Victoria Vilchez
Juro que mi vida me resulta indiferente. Juro que me es indiferente la vida de aquellos a quienes amo. Juro que incluso mi vida me resulta indiferente. Juro estar dispuesto a desaparecer en el acto y sin dejar huella, de tal manera que nadie se entere, si a cambio no estalla una guerra. Estoy dispuesto a ese trato. ¿A qué instancia he de dirigirme? ¿No existe un dios para ello? No tememos a los muertos, sino a aquellos que vendrán después de nosotros. El nombre como primera pero secretísima muerte. Todos los artistas son caníbales de sus antepasados. Las bromas me producen una impresión como si se quisiera solucionar la muerte mediante pellizcos. Lo verdaderamente cómico, sin embargo, contiene la muerte en forma de comida.
Elias Canetti (Il libro contro la morte)
Mi injusticia fundamental frente a los hombres se deriva de mi postura respecto a la muerte. No puedo amar a nadie que reconozca la muerte o cuente con ella. Amo a todo aquel, quienquiera que sea, que la detesta, que no la admite y nunca, en ninguna circunstancia, la utilizaría como medio para alcanzar sus fines. De ahí viene que no pueda aceptar a ninguna persona que hoy en día trabaje como físico o técnico nuclear; a nadie que siga voluntariamente una carrera militar; pero tampoco a ningún clérigo que utilice una vida futura como consuelo por la muerte mientras que a él mismo ni se le ocurre morir pronto; y a nadie que considere el fallecimiento de un pariente o amigo como acertado en el tiempo, como una suerte de cumplimiento de esa vida concreta; a nadie que no sienta vergüenza en vez de satisfacción por la muerte de un enemigo; a nadie que haya puesto el ojo en una herencia... Así las cosas, ¿a quién puedo aceptar, quién no pertenece a una de estas categorías, al menos de vez en cuando o en relación con una u otra persona? Por tanto, mientras exista la muerte, yo, que afirmo la vida sin reserva y sin restricciones, debo condenar moralmente a todo ser humano de acuerdo con una moral que, de hecho, ni siquiera es aplicable. Soy tan consciente de esta contradicción fundamental de mi naturaleza que me exhorto una y otra vez a practicar la mesura y a considerar con más detalle todas las circunstancias cuando, una vez más, he emitido el juicio más duro contra una persona.
Elias Canetti (Il libro contro la morte)
Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitas a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (como te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sos tiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero. Fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito. ¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo.
Julio Cortázar
Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitas a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (como te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero. Fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito. ¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo.
Julio Cortázar