La Forma Del Agua Quotes

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Pero el amor, esa palabra… Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito. ¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.
Julio Cortázar
Más allá del crepúsculo sentía el agua, la olía. Cuando la primavera florecía y llovía se olía por todas partes no se notaba tanto otras veces pero cuando llovía el olor comenzaba a entrar en casa con el crepúsculo o porque al atardecer se intensificase la lluvia o por algo que hubiera en la propia luz pero entonces era cuando el olor se tornaba más intenso hasta que ya en la cama yo pensaba cuándo acabará cuándo acabará. La corriente de aire que entraba por la puerta olía a agua, un continuo hálito de humedad. A veces yo conseguía dormirme repitiéndolo una y otra vez hasta que se mezclaba con las madreselvas todo terminó por simbolizar la noche y el desasosiego no me parecía estar despierto ni dormido mirando hacia un largo pasillo de media luz grisácea donde todas las cosas estables se habían convertido en paradójicas sombras todo cuanto yo había hecho sombras todo cuanto yo había sufrido tomando formas visibles grotescas y burlándose con su inherente irrelevancia de la significación que deberían haber afirmado pensando era yo no era yo quién no era no era quién.
William Faulkner (The Sound and the Fury)
Yo solía amar el océano. Todo en ella. Sus arrecifes de coral, sus blancas crestas, sus rugientes olas, las rocas que besan, sus leyendas de piratas y las colas de sirena, Tesoros perdidos y tesoros guardados... Y TODO De sus peces En el mar. Sí, solía amar el océano, Todo sobre ella. La forma en que me cantaba al dormir mientras yo estaba en mi cama Luego me despierta con fuerza Que yo pronto llegué a temer. Sus fábulas, sus mentiras, sus engañosos ojos, Me iría de su sequía Si me importara lo suficiente. Yo solía amar el océano. Todo en ella. Sus arrecifes de coral, sus blancas crestas, sus rugientes olas, las rocas que besan, sus leyendas de piratas y las colas de sirena, tesoros perdidos y tesoros guardados... Y TODO De sus peces En el mar. Bueno, si alguna vez has intentado navegar tu velero a través de sus tempestuosos mares, te darás cuenta de que sus blancas crestas son tus enemigos. Si alguna vez has tratado de nadar hacia la orilla cuando con tu pierna acalambrada y acabas de consumir una gran cena de hamburguesas en In-n-Out27 que te está ahogando, y sus rugientes olas están golpeando el aire fuera de ti, llenando tus pulmones con agua como del mayal sus brazos, tratando de conseguir la atención de alguien, pero tus amigos ¿sólo saludan con la mano de nuevo a ti? Y si alguna vez has crecido con sueños en tu cabeza acerca de la vida, y cómo uno de estos días serías pirata de tu propia nave y tendrías tu propio equipo y que todas las sirenas Te amarían sólo ¿a ti? Bueno, te darás cuenta... Como yo eventualmente me di cuenta... ¿Que todas las cosas buenas de ella? ¿Todo lo bello? No es real. Es falso. Así que sigue con tu océano, Yo me quedo con el Lago.
Colleen Hoover (Slammed (Slammed, #1))
A veces imagino las relaciones humanas como algo blando, agua o arena, y que al verterlas en un recipiente concreto les damos forma. Así, la relación entre una madre y su hija se vierte en un recipiente etiquetado como 'madre e hija' y adquiere los contornos del envase, y ahí dentro se queda, para bien o para mal. Puede que unas amigas enemistadas hubiesen sido perfectamente felices como hermanas, o algunas parejas casadas como padres e hijos, quién sabe. Pero ¿cómo sería forjar una relación sin ninguna clave de forma preestablecida? Verter el agua y dejar que caiga, ya está. Supongo que no adoptaría ninguna forma, que se escurriría en todas direcciones.
Sally Rooney (Beautiful World, Where Are You)
¿Qué podemos decir que sea cierto, de la poesía? Pues que ahí está. En el acorde de dos notas que hechizan e impiden escuchar el resto de la música, en la imprecisa tensión de dos colores que se tocan, en la línea que contornea una forma, acariciándola; en la sencilla frase leída que captura algo de nosotros, por un instante nos ata y nos deja como cualquier amante; y también en la ternura del sol que cae como un gigante cansado en los ocasos, en la magnificencia de una abeja sobre un pétalo, en la caricia del agua cayendo sobre la piel de un cuerpo amado, en la opacidad de la vieja tetera de la abuela, en el aroma de nuestras vidas depositado en los armarios; o en el leve giro de una mirada que embruja y nos deja a punto de caer en el amor; y en todas las cosas que en amor o en dolor, amargura o gozo, vienen a nosotros tocadas por el encanto de lo que simplemente es bello: la poesía está
Fernando Molano Vargas (Vista desde una acera)
El mayor de todos los males es el poder_ contestó el sumo pontífice_, y es nuestro deber borrar cualquier deseo de poder de los corazones y las almas de los hombres. Ésa es la mision de la Iglesia, pues es la lucha por el poder lo que hace que los hombres se enfrentan unos a otros. Ahí radica el mal de nuestro mundo; siempre será un mundo injusto, siempre será un mundo cruel para los menos afortunados. Quién sabe,,, Es posible que dentro de quinientos años los hombres dejen de matarse entre sí. Feliz día será aquel en el que ocurra. Pero el poder forma parte de la misma naturaleza del hombre. Igual que forma parte de la naturaleza de la sociedad que, para mantener unidos a sus súbditos, por el bien de su Dios y d su nación, un rey tenga que mandar ahorcar a quienes no obedezcan su ley. ¿Pues cómo, si no, podría doblegar la voluntad de su súbditos? Además, no debemos olvidar que la naturaleza humana es tan insondable como el mundo que nos acoge y que no todos los demonios temen el agua bendita.
Mario Puzo (The Family)
El viento silbaba por encima de las abatidas colinas, el agua caía en forma de lúgubre llovizna, y el ocaso se cernió sobre el paisaje. Pero los ojos del hombre tranquilo penetraban la niebla con la misma calma que si tuviera ante sí un radiante arco de promesas extendiéndose por la grisura del cielo.
Louisa May Alcott
Al principio eran ninfas de blancos brazos y turgentes pechos que seducían a los hombres; pero luego, cuando cundió la voz y los jóvenes ya no eran tan incautos de dejarse dominar por la lujuria, las náyades se mostraban en su verdadera forma, y de las aguas surgían largos brazos cubiertos de escamas verdes que arrastraban a sus presas a las honduras de los ríos y los estanques para ahogarlos.
Javier Negrete (Señores del Olimpo)
Pero en las demás plateas, casi en todas, las blancas deidades que habitaban aquellas moradas sombrías se habían refugiado contra las oscuras paredes y permanecían invisibles. Sin embargo, a medida que el espectáculo avanzaba, sus formas, vagamente humanas, se destacaban blandamente, una tras otra, de las profundidades de la noche que tapizaban y, alzándose hacia la claridad, dejaban que emergiesen sus cuerpos semidesnudos y venían a detenerse en el límite vertical y en la superficie claroscura en que sus brillantes rostros aparecían tras el risueño, espumoso y ligero romper de olas de sus abanicos de plumas, bajo sus cabelleras de púrpura enmarañadas de perlas que parecía haber encorvado la ondulación de la pleamar; después comenzaban las butacas de orquesta, el retiro de los mortales por siempre separado del sombrío y transparente reino a que servían acá y allá de frontera, en superficie líquida y compacta, los ojos límpidos y reverberantes de las diosas de las aguas.
Marcel Proust (À la recherche du temps perdu, Tome III)
Déjame respirar mucho tiempo, mucho tiempo, el olor de tus cabellos; sumergir en ellos el rostro, como hombre sediento en agua de manantial, y agitarlos con mi mano, como pañuelo odorífero, para sacudir recuerdos al aire. ¡Si pudieras saber todo lo que veo! ¡Todo lo que siento! ¡Todo lo que oigo en tus cabellos! Mi alma viaja en el perfume como el alma de los demás hombres en la música. Tus cabellos contienen todo un ensueño, lleno de velámenes y de mástiles; contienen vastos mares, cuyos monzones me llevan a climas de encanto, en que el espacio es más azul y más profundo, en que la atmósfera está perfumada por los frutos, por las hojas y por la piel humana. En el océano de tu cabellera entreveo un puerto en que pululan cantares melancólicos, hombres vigorosos de toda nación y navíos de toda forma, que recortan sus arquitecturas finas y complicadas en un cielo inmenso en que se repantiga el eterno calor. En las caricias de tu cabellera vuelvo a encontrar las languideces de las largas horas pasadas en un diván, en la cámara de un hermoso navío, mecidas por el balanceo imperceptible del puerto, entre macetas y jarros refrescantes. En el ardiente hogar de tu cabellera respiro el olor del tabaco mezclado con opio y azúcar; en la noche de tu cabellera veo resplandecer lo infinito del azul tropical; en las orillas vellosas de tu cabellera me emborracho con los olores combinados del algodón, del almizcle y del aceite de coco. Déjame morder mucho tiempo tus trenzas, pesadas y negras. Cuando mordisqueo tus cabellos elásticos y rebeldes, me parece que como recuerdos.
Charles Baudelaire (Paris Spleen)
—Yo también te elegiría a ti —dijo Nikolai antes de pensárselo mejor. Ya no habría forma de retirar lo dicho. Se hizo el silencio entre ambos. «A lo mejor el suelo se abre y me precipito hacia la muerte», pensó esperanzado. —¿Cómo tu general? —preguntó Zoya con cautela. Le espetaba dando una oportunidad de enderezar el rumbo del barco, de regresar a las aguas que ambos conocían. «Como general eres un primor.» «La mejor que puede haber.» «Aunque seas un poco avinagrad, eso es justo lo que necesita Ravka.» Había tantas respuestas fáciles… —Como mi reina —contestó.
Leigh Bardugo (Rule of Wolves (King of Scars, #2))
¿En qué momento nos volvimos así? Varias veces al día me llegaba la convicción molesta de que los bogotanos, si tuvieran la oportunidad, no dudarían en apretar el botón que borrara para siempre a los detestables otros: a los ateos, a los obreros, a los ricos, a los homosexuales, a los negros, a los comunistas, a los empresarios, a los partidarios del presidente, a los partidarios del expresidente, a los hinchas de Millonarios, a los hinchas de Santa Fe. La ciudad estaba envenenada con el veneno de los pequeños fundamentalismos, y el veneno corría por debajo, como el agua sucia en las cloacas; y
Juan Gabriel Vásquez (La forma de las ruinas (Spanish Edition))
¿En qué momento el hombre se convierte en monstruo? ¿Cuándo se traspasa esa fina línea que separa la supervivencia de la crueldad? No es algo que suceda en un instante. Ocurre de forma gradual, del mismo modo que las gotas de agua llenan un cántaro hasta desbordarlo. Es el resultado de cada golpe que te ha derribado y te ha obligado a levantarte de nuevo, una y otra vez, hasta que algo dentro de ti se acaba rompiendo y no puedes pensar en otra cosa que no sea devolverle al mundo cada uno de esos golpes y demostrarle que los vientos del destino tendrán que soplar más fuerte si quieren doblegarte.
Cris Ortega (La sombra del cuervo rojo (volumen 1))
«el jazz es como un pájaro que migra o emigra o inmigra o transmigra, saltabarreras, burlaaduanas, algo que corre y se difunde... es la lluvia y el pan y la sal, algo absolutamente indiferente a los ritos nacionales, a las tradiciones inviolables, al idioma y al folklore: una nube sin fronteras, un espía del aire y del agua, una forma arquetípica, algo de antes, de abajo, que reconcilia mexicanos con noruegos y rusos y españoles, los reincorpora al oscuro fuego central olvidado, torpe y mal y precariamente los devuelve a un origen traicionado, les señala que quizá había otros caminos y que el que tomaron no era el único y no era el mejor, o que quizás había otros caminos, y que el que tomaron era el mejor, pero que quizá había otros caminos dulces de caminar y que no los tomaron, o los tomaron a medias, y que un hombre es siempre más que un hombre y siempre menos que un hombre, más que un hombre porque encierra eso que el jazz alude y soslaya y hasta anticipa, y menos que un hombre porque de esa libertad ha hecho un juego estético o moral, un tablero de ajedrez donde se reserva ser el alfil o el caballo, una definición de libertad que se enseña en las escuelas, precisamente en las escuelas donde jamás se ha enseñado y jamás se enseñará a los niños el primer compás de un ragtime y la primera frase de un blues, etcétera, etcétera..»
Julio Cortázar (Rayuela)
Cada día del año es un regalo que se ofrece a un solo hombre: el más feliz de todos.Todas las demás personas utilizan el día de éste para disfrutar del sol o reprender a la lluvia sin llegar a saber nunca a quién pertenece en realidad ese día, y a su afortunado propietario le complace y divierte tal ignorancia. Una persona no puede saber de antemano que día exactamente le va a tocar, que nadería va a recordar siempre: las ondas que formaba el reflejo de la luz del sol sobre un muro al borde del agua o la caída en espiral de una hoja de arce; y sucede con frecuencia que reconoce su día solo de forma retrospectiva, mucho tiempo después de que haya arrancado, estrujado y echado debajo de su escritorio la hoja de calendario con la cifra olvidada.
Vladimir Nabokov (The Stories of Vladimir Nabokov)
Guiado por esta analogía, Leonardo buscó congelar en su arte la acción a la vez que reproducir el movimiento. «El agua que tocas del río es la última que ha pasado y la primera que viene —observó—. Sucede lo mismo con el presente.» Volvió a este tema de forma continuada en sus cuadernos. «Observa la luz —instruyó—. Abre el ojo y vuelve a mirar. Lo que ves no estaba antes, y lo que estaba antes ya no existe.»[27] La habilidad de Leonardo para examinar el movimiento quedó plasmada en su arte gracias al trazo de su pincel. Además, mientras trabajaba en la corte de los Sforza, comenzó a canalizar su fascinación por el movimiento hacia los estudios científicos y de ingeniería, en especial sus investigaciones sobre el vuelo de las aves y sobre las máquinas que permitiesen al hombre volar.
Walter Isaacson (Leonardo da Vinci: La biografía (Spanish Edition))
Entonces le dijo la profetisa al brujo: «Este consejo te doy: ponte botas de yerro, toma en la mano un bastón de yerro. Ve con tus botas de yerro hasta el fin del mundo y por el camino agita el bastón y riega todo con lágrimas. Ve a través de la agua y el fuego, no te detengas ni mires a tu alredor. Y cuando las almadreñas se te desgasten, cuando el bastón de yerro se deshaga, cuando el viento y el calor te sequen los ojos de tal forma que de ellos ni una lágrima acierte a escapar, entonces, en el fin del mundo, hallarás lo que buscas y lo que amas. Pudiera ser». Y el brujo cruzó la agua y el fuego, sin mirar a su alredor. Pero no se puso botas de yerro ni tomó bastón. Sólo llevó su espada de brujo. No escuchó las palabras de la profetisa. Y bien que hizo, porque era una mala profetisa.
Andrzej Sapkowski
Los recuerdos no son como las palabras; son suaves y viscosos. Están cubiertos de un limo pegajoso, igual que un pene tras el acto sexual, o la vagina durante la menstruación, y tienen la forma de renacuajos o culebrillas de agua. Cuando estos recuerdos durmientes despiertan, empiezan por retorcerse, después nadan, primero despacio, poco a poco más rápido, hasta la superficie. Y una vez que llegan ahí, tus sentidos se cierran. La primera oleada te da en los labios, después en la palma de las manos, en los dedos del pie, en las axilas. Algunos recuerdos se escapan por los poros de la piel y merodean por tu cuerpo como una niebla, esperando a que lleguen los demás y se les unan. Cuando ya están todos ahí, se juntan para formar una imagen, y es como si se encendiera una pantalla de televisor ante tus ojos.
Ryū Murakami (Piercing)
Sen no Rikyū nos dice que lo único que necesitamos saber es que primero hay que calentar el agua y luego hacer el té. Pero, según mi interpretación de sus palabras (que por supuesto puede no ser la más autorizada), lo difícil es lo que viene después: beberlo correctamente. Y es que el té es un estado mental: uno lo toma como le apetece, saboreando un momento de tranquilidad, compartiéndolo entre risas con amigos, aprovechando el calor que emana de la taza un frío día de invierno o tras los cristales, sabiéndonos bien resguardados de la lluvia. Si lo estás disfrutando realmente, si lo estás viviendo, si lo estás haciendo formar parte de tu vida y de tus momentos más mágicos y más mundanos, entonces lo estás bebiendo de la forma correcta. Desde ese punto de vista, prepararlo es muy fácil: calienta agua y haz té.
Natalio Cardoso (IniciaTé: Todo lo que necesitas saber para iniciarte en el fascinante mundo del té (Spanish Edition))
Fue allí, en el lago Valencia, donde Humboldt desarrolló su idea del cambio climático provocado por el ser humano. Cuando publicó sus notas, no dejó duda alguna sobre lo que pensaba: "Cuando los bosques se destruyen, como han hecho los cultivadores europeos en toda América, con una precipitación imprudente, los manantiales se secan por completo o se vuelven menos abundantes. Los lechos de los ríos, que permanecen secos durante parte del año, se convierten en torrentes cada vez que caen fuertes lluvias en las cumbres. La hierba y el musgo desaparecen de las laderas de las montañas con la maleza, entonces el agua lluvia ya no encuentra ningún obstáculo en su camino: y en vez de aumentar poco a poco el nivel de los ríos mediante filtraciones graduales, durante las lluvias abundantes forma surcos en las laderas, arrastra la tierra suelta y forma esas inundaciones repentinas que destruyen el país.
Andrea Wulf (The Invention of Nature: Alexander von Humboldt's New World)
La naturaleza parece (cuanto más la observamos) hecha de aversiones: sin nada que odiar, perderíamos el auténtico resorte del pensamiento y de la acción. La vida se convertiría en una charca de agua estancada si no la agitaran los intereses opuestos y la pasiones irrefrenables de los hombres. La línea blanca de nuestro destino resplandece (o por lo menos se hace visible) cuando se oscurece al máximo su entorno, de la misma manera en que el arco iris pinta su propia forma sobre una nube. ¿Es orgullo? ¿Es envidia? ¿Es la fuerza del contraste? ¿Es debilidad o malicia? Lo cierto es que en la mente humana existe una atracción secreta, un ansia de maldad que encuentra un deleite perverso, y a la vez gozoso, en la fechoría, pues es una fuente inagotable de satisfacciones. La bondad absoluta no tarda en volverse insípida, carente de variedad y brío. El sufrimiento es agridulce, y no sacia nunca. El amor se convierte, con un poco de indulgencia, en indiferencia o en hastío: Únicamente el odio es inmortal.
William Hazlitt (On The Pleasure of Hating)
Leonardo sintió un vivo interés por todo lo que sucede cuando se obstruye un flujo de agua. Se dio cuenta de que el movimiento del agua está relacionado con las dos ideas protonewtonianas que hizo suyas: el ímpetu y la percusión. El ímpetu, un concepto desarrollado en la Edad Media y adoptado por Leonardo, describe cómo un cuerpo en movimiento tiende a seguir moviéndose en la misma dirección. Se trata de un precursor rudimentario de los conceptos de inercia, impulso y la primera ley de Newton. La percusión, por su parte, tiene que ver con lo que sucede cuando un cuerpo en movimiento choca con otro objeto; rebotará o se desviará en un ángulo y con una fuerza que se pueden calcular. En las ideas de Leonardo sobre la dinámica de fluidos influyeron a su vez sus estudios sobre las transformaciones; cuando el agua se desvía, cambia de recorrido y forma, pero su volumen no se altera. En los márgenes de una página llena del códice Leicester, Leonardo dibujó catorce exquisitos ejemplos de los efectos de diferentes obstáculos sobre el flujo del agua.[20] Combinando las ilustraciones con el texto, exploró las formas en que cada desviación podía influir en la erosión de las orillas y cómo afectan los obstáculos a la corriente del río por debajo de la superficie.
Walter Isaacson (Leonardo da Vinci: La biografía (Spanish Edition))
El aliento del mar fue alejando lentamente la marea de la orilla, y dejó la arena lisa y espejeante bajo las estrellas. Las algas mojadas, enmarañadas, plagadas de insectos. Las dunas agrupadas y tranquilas, el viento frío combando la hierba. El camino asfaltado que subía de la playa en silencio ahora, cubierto por una capa de arena blanca; un brillo tenue sobre los techos curvos de las caravanas; los coches aparcados, formas oscuras y agazapadas sobre la hierba. Y luego la feria, el quiosco de helados con la persiana bajada, y siguiendo la calle, ya en el pueblo, la oficina de correos, el hotel, el restaurante. El Sailor’s Friend, con las puertas cerradas, pegatinas ilegibles en las ventanas. La estela de los faros de un único coche al pasar. Las luces traseras rojas como ascuas. Más allá, una hilera de casas, las ventanas reflejando impasibles la luz de las farolas, los cubos de basura alineados enfrente, y luego la carretera de la costa que salía del pueblo, silenciosa, desierta, los árboles alzándose por entre la oscuridad. El mar hacia el oeste, una extensión de manto negro. Y al este, cruzando la verja, la antigua rectoría, de un azul lechoso. Dentro, cuatro cuerpos durmiendo, despertando, durmiendo otra vez. De lado, o tumbados de espaldas, sacudiéndose las colchas con los pies, cruzando de sueño en sueño en silencio. Y ya por detrás de la casa empezaba a salir el sol. En los muros traseros y entre las ramas de los árboles, entre las hojas coloridas de los árboles y la hierba verde y húmeda, se filtra la luz del alba. Mañana de verano. Agua fría y clara en el hueco de la mano.
Sally Rooney (Beautiful World, Where Are You)
En algún tomo de las Cartas Edificantes y Curiosas que aparecieron en París durante la primera mitad del siglo XVIII, el P. Zallinger, de la Compañía de Jesús, proyectó un examen de las ilusiones y errores del vulgo de Cantón; en un censo preliminar anotó que el pez era un ser fugitivo y resplandeciente que nadie había tocado, pero que muchos pretendían haber visto en el fondo de los espejos. El P. Zallinger murió en 1736 y el trabajo iniciado por su pluma quedó inconcluso; ciento cincuenta años después, Herbert Allen Giles tomó la tarea interrumpida. Según Giles, la creencia del pez es parte de un mito más amplio, que se refiere a la época legendaria del Emperador Amarillo. En aquel tiempo, el mundo de los espejos y el mundo de los hombres no estaban, como ahora, incomunicados. Eran, además, muy diversos; no coincidían ni los seres ni los colores ni las formas. Ambos reinos, el especular y el humano, vivían en paz; se entraba y se salía por los espejos. Una noche, la gente del espejo invadió la Tierra. Su fuerza era grande, pero al cabo de sangrientas batallas las artes mágicas del Emperador Amarillo prevalecieron. Éste rechazó a los invasores, los encarceló en los espejos y les impuso la tarea de repetir, como en una especie de sueño, todos los actos de los hombres. Los privó de su fuerza y de su figura y los redujo a simples reflejos serviles. Un día, sin embargo, sacudirán ese letargo mágico. El primero que despertará será el pez. En el fondo del espejo percibiremos una línea muy tenue y el color de esa línea será un color no parecido a ningún otro. Después, irán despertando las otras formas. Gradualmente diferirán de nosotros, gradualmente no nos imitarán. Romperán las barreras de vidrio o de metal y esta vez no serán vencidas. Junto a las criaturas de los espejos combatirán las criaturas del agua. En el Yunnan no se habla del pez sino del tigre del espejo. Otros entienden que antes de la invasión oiremos desde el fondo de los espejos el rumor de las armas.
Jorge Luis Borges (The Book of Imaginary Beings)
Supongamos que un ictiólogo está explorando la vida del océano. Introduce una red en el agua y pesca todo un surtido en pescados. Inspeccionando sus presas, procede en la forma usual de un científico, con el objeto de sistematizar sus descubrimientos. Llega a dos generalizaciones: a)      Ninguna criatura del mar es más chica de dos pulgadas; b) todas las criaturas del mar tienen agallas. Ambas son ciertas para su cosecha, y él asume tentativamente que seguirán siendo ciertas cuantas veces repita la pesca. Aplicando esta analogía, la pesca es el cuerpo de conocimientos que constituyen la ciencia física, y la red, el equipo sensorial e intelectual que usamos para obtenerlo. El lanzamiento de la red corresponde a la observación: ya que conocimiento que no haya sido o que no pueda ser obtenido por observación no se admite en la ciencia física. Un espectador podría objetar diciendo que la primera generalización es falsa: “existen muchas criaturas del mar con un tamaño menor a las dos pulgadas, lo que sucede es que tu red no se adapta para pescarlos”. El ictiólogo desprecia la objeción desdeñosamente: -Lo que sea impescable por la red queda ipso facto fuera del alcance del conocimiento ictiológico, y no es parte del reino de peces que se han definido como tema del conocimiento ictiológico. En otras palabras, lo que mi red no puede pescar no es un pez-; O -para traducir la analogía-: -Si tú no estás simplemente inventando, estás considerando un conocimiento del universo físico descubierto en una forma distinta a la usada por las ciencias físicas y claramente no verificable por esos métodos, tú eres metafísico, ¡Bah! Cuando el ictiólogo rechazó la sugerencia del espectador acerca de un reino objetivo de los peces, por considerarla metafísica, y explicó que su propósito era descubrir leyes, es decir, generalizaciones que fueran verdaderas para todos los peces pescables, yo esperaría que el espectador se fuera refunfuñando: “Apuesto que él no llega muy lejos con su ictiología de los peces pescables; me pregunto cómo será su teoría acerca de la reproducción de los peces pescables. Está muy bien el descartar los peces bebé como especulación metafísica; pero a mí me parece que son parte del problema”. Sir Arthur Eddington.
Jacobo Grinberg-Zylberbaum (El Yo como Idea (Spanish Edition))
Me había convertido en el orgulloso poseedor de un Morris Oxford cerrado, modelo 1932, de nueve años de antigüedad, un vehículo cuya carrocería había sido rociada con una pestilente pintura marrón, del color de las heces de un perro, y cuya máxima velocidad en una carretera recta y lisa era treinta y cinco millas por hora. El Mando de Cazas accedió a regañadientes a mi solicitud. Había un ferry que cruzaba el Canal de Suez por Ismailía. Era una balsa de madera, que se arrastraba de una orilla a otra por medio de unos cables, y conduje el coche hasta allí, de donde lo pasaron a la orilla del Sinaí. Pero, antes de que me autorizaran a iniciar el largo y solitario viaje a través del desierto de Sinaí, tuve que mostrarle a las autoridades que llevaba conmigo cinco galones de más de petróleo y un depósito de cinco galones de agua para beber. Luego emprendí el camino. Me encantó el viaje. Creo que me encantó porque era la primera vez en mi vida que había estado un día entero y una noche sin ver ningún ser humano. Poca gente lo ha hecho. Había una carretera estrecha de suelo duro que se extendía sobre las blandas arenas del desierto, desde el Canal hasta Beersheba, en la frontera de Palestina. La distancia total a través del desierto era de doscientas millas y no había ningún pueblo, ninguna cabaña, ningún puesto, ni ningún signo de vida humana en todo el trayecto. Mientras recorría aquella tierra estéril y despoblada, me pregunté cuántas horas o días tendría que aguardar para que pasara otro viajero que pudiera ayudarme en el caso de que se estropeara mi viejo coche. Pronto lo iba a descubrir. Llevaba viajando unas cinco horas cuando el radiador se puso a hervir por el terrible calor de las primeras horas de la tarde. Me detuve, abrí el capó y esperé a que se enfriara el radiador. Al cabo de una hora o así pude quitar el tapón del radiador y echarle un poco de agua, pero comprendí que sería inútil volver a conducir con el calor que hacía a pleno sol, porque el agua empezaría a hervir de nuevo. «Tengo que esperar», me dije, «hasta que se oculte el sol». Pero también sabía que no debía conducir de noche, porque las luces no funcionaban y, ciertamente, no quería correr el riesgo de salirme de la estrecha y dura carretera de noche y quedar atascado en la arena. Era un problema y la única forma de salir de él que se me ocurría consistía en esperar hasta el amanecer y hacer un esfuerzo para llegar a Beersheba antes de que el sol empezara a asar de nuevo el motor. Había llevado conmigo una gran sandía, para casos de emergencia, y corté una raja; separé de ella las pepitas negras con la punta de un cuchillo y me comí la rosada y fresca fruta, de pie junto al coche, al sol.
Roald Dahl (Volando solo)
Alrededor de 1508, mientras simultaneaba en Milán sus estudios sobre anatomía y la Tierra, Leonardo volvió al símil en un cuaderno fascinante: el códice Leicester.(5) De temática más acotada que en otros, contiene setenta y dos páginas repletas de largos textos y trescientos sesenta dibujos sobre geología, astronomía e hidrodinámica. Su objetivo se asemejaba al que los pensadores del Renacimiento —él, en primer lugar— legaron a las siguientes generaciones de la ciencia y la ilustración: comprender las causas y los efectos que rigen nuestro cosmos, desde el funcionamiento de nuestros músculos hasta el movimiento de los planetas, desde la circulación de la sangre en nuestras arterias hasta la de los ríos de la Tierra.[4] Entre los problemas que se plantea, leemos: ¿cuál es la causa de que broten manantiales de agua de las montañas? ¿Por qué existen los valles? ¿Qué hace que la Luna brille? ¿Cómo llegaron los fósiles a las montañas? ¿A qué se debe que el agua y el aire formen remolinos? Y la más emblemática de todas: ¿por qué el cielo es azul? En la elaboración del códice Leicester, Leonardo recuperó como marco de referencia la analogía microcosmos-macrocosmos. «El cuerpo de la Tierra, a semejanza de los cuerpos de los animales, está entretejido por ramificaciones de venas, que están unidas entre sí y constituidas para alimentar y vivificar la Tierra y sus criaturas», escribió, haciéndose eco de sus propias palabras, anotadas hacía casi veinte años.[5] Y, en la página siguiente, añadió: «Su carne es el suelo, sus huesos, los órdenes y agregaciones de las rocas que forman sus montañas, sus tendones, las tobas, su sangre, las venas de agua. Podremos decir del mismo modo que al lago de sangre que rodea el corazón corresponde el mar océano; que a la respiración y a las palpitaciones del pulso con el crecer y decrecer de la sangre, corresponde en la Tierra el flujo y reflujo del mar».[6] El símil lo ayudó a ver la Tierra de una forma novedosa. En vez de dar por sentado que había permanecido estática desde su creación, Leonardo advirtió que poseía una historia dinámica en la que fuerzas poderosas la hacían cambiar y madurar a lo largo de los siglos. «Podremos, pues, decir que la Tierra tiene un alma vegetativa», afirmó.[7] Al considerar a la Tierra como un organismo vivo, quiso explorar la forma en que había envejecido y evolucionado: cómo surgieron del mar montañas cubiertas de fósiles, cómo las rocas forman capas, cómo los ríos cortan los valles y cómo se erosionan las rocas.[8] Sin embargo, aunque Leonardo recurriera a la comparación microcosmos-macrocosmos, no lo hizo a ciegas, sino que la sometió a prueba con experimentos y la contrastó con la experiencia; además, la incluyó en el gran diálogo que conformaba su comprensión del mundo. Al terminar el códice Leicester, Leonardo ya se había dado cuenta de que la comparación entre la Tierra y el cuerpo humano no siempre resultaba útil. Aun así, llegó a comprender que la naturaleza poseía dos rasgos que a veces parecían contradictorios: una unidad que se reflejaba en sus pautas y patrones y, también, una infinita y maravillosa variedad.
Walter Isaacson (Leonardo da Vinci: La biografía (Spanish Edition))
Debido a su intuición de la unidad de la naturaleza, su mente, su ojo y su pluma se lanzaron a detectar relaciones saltando de una disciplina a otra. «Esta búsqueda constante de formas básicas, recurrentes y orgánicas suponía que, cuando miraba un corazón como un fruto rodeado de una red de venas, veía, y dibujaba a su lado, los brotes que germinan de una semilla —escribió Adam Gopnik—. Al estudiar los rizos de la cabeza de una bella mujer, pensaba en el movimiento circular de un remolino de agua.»[14] Su dibujo de un feto en el útero pone de manifiesto su parecido con una semilla dentro de la cáscara. Al inventar instrumentos musicales, Leonardo estableció una comparación entre el funcionamiento de la laringe y el glissando de una flauta. Al participar en el concurso de proyectos para el tiburio de la catedral de Milán, fijó una correspondencia entre arquitectos y médicos que reflejaba la analogía fundamental de su arte y su ciencia: la que existe entre el mundo físico y la anatomía humana. Al diseccionar una extremidad y dibujar sus músculos y tendones, trazaba asimismo cuerdas y palancas. Vimos un ejemplo de este análisis basado en pautas y patrones en la «hoja temática», en la que se disponía una relación de semejanza entre las ramas de un árbol y las arterias de un ser humano, que Leonardo también aplicaba a los ríos y sus afluentes. «La suma de todas las ramas de un árbol en cada una de sus distintas alturas resulta igual al grosor del tronco principal —escribió en otro lugar—. La suma de las ramificaciones de un curso de agua en cada uno de sus puntos, si fluyen con la misma rapidez, es igual al caudal de la corriente principal.»[15] Esta conclusión todavía se conoce como «regla de Da Vinci» y se ha demostrado cierta siempre que las ramas no sean muy grandes: la suma de las áreas transversales de todas las ramas en un determinado punto de ramificación equivale al área transversal del tronco o de la rama madre.[16] Otra analogía que hizo fue comparar la forma en que la luz, el sonido, el magnetismo y las reverberaciones causadas por un golpe de martillo se propagan siguiendo un patrón concéntrico, en general en forma de ondas. En uno de sus cuadernos realizó una serie de pequeños dibujos puestos en columna para indicar cómo se expande cada campo de fuerza. Incluso ilustró lo que sucedía cuando cada tipo de onda chocaba con un orificio en la pared; prefigurando los estudios que realizaría el físico neerlandés Christiaan Huygens al cabo de casi dos siglos, representó la difracción que se produce cuando las ondas atraviesan la abertura.[17] La mecánica de ondas constituyó para Leonardo una simple curiosidad pasajera, pero incluso en ella su genio parece asombroso. Las correlaciones que Leonardo establecía entre distintas disciplinas le servían para orientar sus investigaciones. La comparación entre los remolinos de agua y las turbulencias del aire, por ejemplo, le proporcionó el marco para estudiar el vuelo de las aves. «Con el fin de exponer la verdadera ciencia del vuelo de las aves en el aire —escribió—, tenemos que tratar primero de la ciencia de los vientos, que probaremos por el movimiento de las aguas.»[18] Aun así, los patrones que discernía eran más que simples guías útiles para el estudio. Los consideraba revelaciones de verdades esenciales, manifestaciones de la hermosa unidad de la naturaleza.
Walter Isaacson (Leonardo da Vinci: La biografía (Spanish Edition))
y nazca una segunda vez. Jesús responde: “En verdad te digo que si un hombre no nace de agua y de espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”. (Juan, III, 15). Jesús resume bajo esta forma, evidentemente simbólica, la antigua doctrina de la regeneración, ya conocida en los Misterios del Egipto. Renacer por el agua y por el espíritu, ser bautizado con agua y con fuego, marca dos grados de la iniciación, dos etapas del desarrollo interno y espiritual del hombre. El agua representa aquí la verdad percibida intelectualmente, es decir, de una manera abstracta y general. Ella purifica el alma y desenvuelve su germen espiritual. El renacimiento por el espíritu o el bautismo por el fuego (celeste), significa la asimilación de esa verdad por la voluntad, de tal modo que se convierte en la sangre y la vida, el alma de todas las acciones. Resulta de ello la completa victoria del espíritu sobre la materia, el dominio absoluto del alma espiritualizada sobre el cuerpo transformado en instrumento dócil, dominio que despierta sus dormidas facultades, abre su sentido interno, le da la visión intuitiva de la verdad y la acción directa del alma sobre el alma. Este estado equivale al estado celeste, llamado reino de Dios por Jesucristo. El bautismo por el agua o iniciación intelectual, es, pues, un comienzo de renacimiento; el bautismo por el espíritu es un renacimiento total, una transformación del alma por el fuego de la inteligencia y de la voluntad, y por consiguiente en cierta medida de los elementos del cuerpo, en una palabra, una regeneración radical. De ahí los poderes excepcionales que da al hombre.
Anonymous
Primero, escobille las frutas bajo el chorro de agua tal como lo hizo en el método anterior. Luego, ponga las tunas en agua hirviendo y blanquee por 10 segundos. Retire del agua con pinzas. Una vez que se ha calentado en forma rápida la fruta, sus espinas son menos irritantes, y es más fácil pelarla. Blanquee y enfríe sólo seis tunas por vez, porque cuando la fruta se enfría las espinas vuelven a pinchar. La cáscara se bota.
Ran Knishinsky (Usos médicos del nopal: Tratamientos para la diabetes, el colesterol y el sistema inmunológico (Spanish Edition))
En la piscina había dos niñas iguales con bañadores iguales, amarillos. Cuando una se tiraba al agua la otra salía fuera, de forma que siempre estaba la misma niña dentro y fuera del agua al mismo tiempo.
Ray Loriga (Tokyo Doesn't Love Us Anymore)
Ayuno Nuestra Señora casi siempre menciona la oración cuando habla del ayuno. Ambos están vinculados. El ayuno debe siempre ir acompañado de la oración. «Es importante saber que cuando rezamos y ayunamos, es para abrirnos a Dios y a lo que Dios nos da», decía el padre Slavko. «Con frecuencia, cuando la gente reza y ayuna, se convierte en un intercambio. Rezamos y ayunamos, así que esperamos obtener algo a cambio. Cuando no obtenemos aquello por lo que rezamos y ayunamos, dejamos de rezar. Es importante seguir abiertos a recibir lo que Dios quiere darnos. Las gracias llegan cuando nos mantenemos abiertos por medio de la oración y el ayuno». El ayuno al que nos invita Nuestra Señora es para abrir nuestro corazón. Cuando ayuno, me demuestro a mí misma que soy dueña de mi propio cuerpo. Aunque parece un sacrificio pequeño, le estoy demostrando a Dios que haré cualquier cosa por Él. También el ayuno fortalece mi oración. «El amor inmenso de Dios me envía para conduciros a la salvación. Dadme vuestros corazones sencillos, purificados por la oración y el ayuno. Solo en la simplicidad de vuestros corazones está vuestra salvación» (2 de septiembre de 2007). «Hoy os llamo con la oración y el ayuno a despejar el camino por el cual mi Hijo entrará en vuestros corazones» (2 de junio de 2010). «No os resistáis a la esperanza ni a la paz. Con vuestra oración y vuestro ayuno, por medio de Su cruz, mi Hijo desbaratará la oscuridad que quiere rodearos y dirigiros. Él os dará la fuerza para una nueva vida» (2 de marzo de 2013). «Hijos míos, rezad y ayunad para que podáis entender todo lo que estoy pidiendo de vosotros» (2 de diciembre de 2013). «Deseo que ayunando y rezando obtengáis del Padre celestial el conocimiento de lo que es natural y santo, divino» (2 de febrero de 2014). Nuestra Señora nos pide ayunar los miércoles y los viernes. La mejor forma de ayunar, dice, es a pan y agua. De esta forma, renunciamos al placer de comer y beber sin privar de sustento a nuestros cuerpos. El padre Stanko Ćosić, joven sacerdote que ejerce su ministerio en Medjugorje, dice: «Solo en el desierto puedes saborear el pan y el agua».
Mirjana Soldo (Mi Corazón Triunfará (Spanish Edition))
El Ganso y el Caballo Un ganso que estaba comiendo pasto en un prado se sintió molesto por un caballo que pastaba cerca de él. En tono agresivo le dijo: “No cabe duda de que yo soy un animal más noble y perfecto que tú, ya que la extensión y el espectro de tus facultades está limitado a un solo elemento. Yo puedo caminar sobre el suelo tan bien como tú, y además tengo alas para elevarme por los aires, y cuando lo deseo puedo nadar en lagos y estanques y refrescarme en la frescura de las aguas. Disfruto del poder de las aves, de los peces y de los cuadrúpedos”. El caballo resopló de forma un tanto desdeñosa y replicó: “Es verdad que habitas los tres elementos, pero no haces un papel muy distinguido en ninguno de ellos. Vuelas, es verdad, pero tu vuelo es tan torpe y pesado que no tienes derecho alguno a compararte con las golondrinas o las alondras. Puedes nadar sobre la superficie de las aguas, pero no puedes vivir debajo y dentro de ellas, como los peces; no puedes alimentarte en ese elemento ni hundirte hasta el fondo de las olas, y cuando caminas sobre el suelo con tus anchas patas, estirando tu largo cuello y agrediendo con tu grito sibilante a quienquiera que pase cerca de ti, sólo atraes la burla y el desprecio de quienes te ven. Confieso que estoy hecho para moverme únicamente sobre la tierra, pero… ¡cuánta gracia hay en mis movimientos! ¡Qué elegantes son las líneas de mi cuerpo! ¡Cuán gráciles mis miembros! ¡Cuán grande mi fuerza! ¡Cuán sorprendente mi velocidad! Prefiero hallarme limitado a un solo elemento y ser admirado en él, que ser un ganso en todos.
Boccacio
A fines de agosto nuestra delegación, junto con la portorriqueña, que era más numerosa, subió a bordo de un carguero cubano en el que habríamos de cubrir la primera etapa de nuestro regreso, hasta las Antillas francesas, adonde el barco llevaba una carga de cemento. Al atardecer zarpamos de la bahía de Santiago. Cuando nos alejamos de la isla era ya noche cerrada, y no se veía la tierra ni el mar, pues no había luna. Nos instalamos y empezamos a orientarnos en el barco y, al igual que los portorriqueños que venían con nosotros, trabamos conversación con la tripulación. El capitán era un antiguo estudiante de Filosofía de veintiséis años, con quien me apresuré a hablar de nuestro común tema de estudio. Era su primer viaje al mando de aquel barco y, como nosotros, debía familiarizarse con él y con la tripulación. De pronto, cuando estábamos en alta mar, en plena oscuridad, un avión sobrevoló el barco a muy baja altitud y a gran velocidad. Antes de enterarme de lo que ocurría, el avión cruzó otra vez por encima de nosotros. Cuando Kendra y yo corríamos al puente para preguntar al capitán qué pasaba, un miembro de la tripulación nos explicó tranquilamente que se trataba de un acto hostil por parte de un portaaviones norteamericano de los que controlaban el bloqueo económico. Con sus luces, el portaaviones empezó a hacer señales a nuestro barco pidiéndole que se identificara y explicase su misión. Naturalmente, podían ver la bandera cubana; todo aquello no era más que el rutinario hostigamiento que habían de soportar los barcos cubanos cada vez que salían de sus aguas territoriales. Mediante señales, el barco cubano comunicó que, antes de identificarse, quería saber el nombre y la misión de quienes deseaban aquella información. Durante aquellos momentos una cierta diversión había acompañado al nerviosismo. Pero después, de pronto, no lejos del barco, un extraño y silencioso estallido de luz rompió la oscuridad de la noche. Al principio semejaba una nubecilla en forma de hongo, pero un segundo después pareció desplazarse directamente hacia nosotros. Yo me asusté tanto que no pregunté lo que ocurría; pensé que, si aquello era gas letal, no podríamos escapar. La nube de luz inundó el barco e iluminó toda la zona circundante como un sol de mediodía. Un miembro de la tripulación dijo entonces que seguramente se trataba de un nuevo proyectil luminoso que estaba siendo experimentado por Estados Unidos aprovechando el bloqueo. Por fin nos libramos de los militares norteamericanos y pudimos disfrutar durante unos días de la legendaria belleza del Caribe. Pasamos junto a Haití y Santo Domingo, países no tan hermosos desde el punto de vista político, y después el barco recibió instrucciones de atracar en Guadalupe. Aunque no me gustaba la idea de encargarme de las relaciones con los nativos de la isla, yo era la única persona a bordo que sabía francés, de modo que no tuve alternativa. Nuestra delegación llevaba muy poco equipaje, pero los portorriqueños traían varias cajas de libros que les habían regalado los cubanos para su librería de San Juan. Tuve la precaución de preguntar a los funcionarios de la aduana si se proponían inspeccionar todos los equipajes
Angela Y. Davis (Angela Davis: Autobiografía)
Una madre es un jardín eternamente floreciente, donde sus flores no cesan de producir el dulce néctar que alimenta, donde la belleza es más profunda que las formas y los colores, donde cada pétalo que surge lleva algo más de sabiduría, donde cada gota de agua que lo riega está colmada del amor que permite que trascienda.
Martín Balarezo García
Pienso que recreo todo lo sucedido en Budila de una forma demasiado sencilla, que está demasiado clavado en mi mirada por ese subconsciente del que he aprendido a desconfiar siempre debido a su infinita astucia. En esa profundidad hay túneles secretos entre los edificios de mi mente, conductos y manojos de cables de colores, canales de agua fétida, llenos de las deyecciones de mi cerebro. Hay cámaras de escucha y burdeles subterráneos y habitaciones en las que no ha entrado nadie. Y yo, solitario en la ciudad de la superficie, soy el único señor y el único enemigo.
Mircea Cărtărescu (Lulu)
Impresionante la variedad de lluvias. En esquimal existen no sé cuántas palabras para nombrar la nieve, dependiendo de la forma que tome. Lo mismo podría pasar aquí con la lluvia. Gruesa vertical, gruesa venteada, menuda vertical, menuda venteada, rápida y fuerte, rápida y leve y muchas otras. Cuando no está lloviendo está goteando o rezumando y los solazos, cuando ocurren, relumbran poderosos en el agua siempre en movimiento.
Tomás González (El fin del océano Pacífico)
Tu pene erguido se movía como una serpiente entre tus piernas, pero eso no te extrañaba: eras Quetzalcalt, la serpiente emplumada, dios y vida de todos los hombres. Te mantuviste firme mientras una canoa se acercaba al puerto llevando consigo un espectro ennegrecido. Sólo pudiste entrever su forma cuando alcanzó la tierra y empezó a caminar hacia ti. Te reconociste en él, el abominable tú, y miraste al espejo sin imagen que llevaba entre las manos, un espejo que emanaba nubes. Dejaste que tu dualidad, tu némesis, Tezcatlipoca, se te acercara. Permitiste que las manos negras que salieron del espejo tomaran tu serpiente y la sacudieran. Soltaste un gemido cuando la boca del abominable tú envolvió tu miembro con lengua y saliva. El cielo es un cíclope y el sol era su ojo, pensaste cuando Tezcatlipoca te arrancó el pene de un solo mordisco y lo escupió al río. Mientras la sangre invadía el agua de rojo y la purificaba, tú sonreías: ahora eras sólo plumas, ahora podías volar. Y entonces el sueño se acababa, siempre.
Mónica Ojeda (Nefando)
Carne de vísceras de animales alimentados con hierba o en pastoreo. Las vísceras, que una vez formaron parte habitual de la dieta humana, ahora son mucho menos comunes, especialmente en Estados Unidos; sin embargo, contienen algunas de las cantidades más altas de verdadera vitamina A, vitaminas B biodisponibles y minerales como el hierro. Las deficiencias de vitamina A están relacionadas con afecciones autoinmunes, y la carne de vísceras puede reponer estas deficiencias rápidamente. Aceite de hígado de bacalao virgen extra. Esta grasa extraordinariamente saludable es rica en vitaminas solubles en grasa, que el sistema inmunitario requiere para mantenerse sano y funcionar de forma adecuada. Aceite de emú. Obtenido del emú, un ave parecida al avestruz, es rico en vitamina K2, que ayuda a equilibrar la importante familia de enzimas llamadas sintasas de óxido nítrico inducibles (iNOS) para modular las vías inflamatorias. Brotes de brócoli. Estos brotes tienen algunos de los niveles más altos de sulforafano, que apoya la metilación y puede reducir radicalmente la inflamación y mantener la función adecuada de las células T.50 Saúco. Esta fruta ayuda a equilibrar el sistema inmunitario.51 La baya del saúco se encuentra normalmente en forma de suplemento líquido. Aceite de comino negro. Este suplemento aumenta las células T reguladoras para reequilibrar un sistema inmunitario fuera de control y reducir la inflamación.52 Suplementos de pterostilbeno. Este compuesto, que es parecido al resveratrol, disminuye las proteínas inflamatorias NF-ĸB y aumenta la vía antiinflamatoria Nrf2.53 Kéfir de agua o de coco. Estas bebidas fermentadas contienen de manera natural vitamina K2 como producto derivado del proceso de fermentación. También contienen kefiran, un azúcar único producido por los granos de kéfir que tiene la capacidad de disminuir la inflamación y calmar el sistema inmunitario.
Will Cole (El espectro de la inflamación (Spanish Edition))
El arrepentimiento adopta formas extrañas para atacarnos, y no siempre a través de las emociones, también se sirve de las cosas del día a día.
Hiromi Kawakami (De pronto oigo la voz del agua)
«nada tiene más formas que Dios»
Alejandra Kamiya (La paciencia del agua sobre cada piedra)
lluvia dejó en la calle un charco de agua sucia. Yo voy en mi automóvil. El vehículo que va delante pasa por encima del charco, y hace que el agua salte por el aire. Sucede entonces un milagro. El sol pone su brillo en la miríada de gotas y forma en ellas un arcoíris pequeñito que dura menos tiempo del que tardo en decir arcoíris pequeñito. Alcanzo a verlo, sin embargo. Del agua sucia han surgido, igual que siete joyas rutilantes, los siete tonos que pintan con su color el mundo. Un instante nada más ha durado aquel prodigio, pero me ha dado la eternidad de la belleza. Estaba oculta en aquel charco de agua sucia, igual que en el alma del peor hombre se esconde el misterio del amor. Cae ahora la tarde, y va conmigo todavía ese arcoíris luminoso salido de la oscuridad.
Armando Fuentes Aguirre (Teologías para ateos (Ensayo y sociedad) (Spanish Edition))
Me pido un recuerdo que me sostenga. Mi hijo tiene doce años. Yo camino por el río con el agua por las rodillas, por los muslos. En el lecho hay piedras. Me subo a una gran roca, una especie de isla. Mi hijo juega en la orilla. La luz se mueve en el agua, entre las plantas, en su cara. La luz tiembla en gajitos sobre el agua. Hay bondad en cada cosa y puedo verla. El agua está fría y acaricia las piedras tanto que a todas las ha redondeado. Piedras que seguramente se desprendieron siendo filosas de las laderas de las sierras, triángulos llenos de bordes como cuchillos, puntas. Y la paciencia del agua fue una forma de amor hacia cada piedra.
Alejandra Kamiya (La paciencia del agua sobre cada piedra)
La nutrición es una ciencia y un arte la buena alimentación. La buena alimentación va más allá de ingerir comestibles. Todo lo que se puede comer no siempre es alimento. La calidad del alimento, no la cantidad, es lo importante en el arte de bien aliment-arte. Mientras la cantidad de calorías señala un índice cuantitativo, la calidad, la forma y el color del alimento plasman un campo energético que nos nutre. Cuando nos alimentamos recogemos y transformamos la energía vital que el alimento ha recogido de la tierra, el agua, el aire y el sol y la humanizamos.
Karmelo Bizkarra
Saludo y bendigo a los ángeles del agua, a las Ondinas, y en nombre del amor y sabiduría de Dios, que de la misma forma que limpio y lavo mi cuerpo físico, se lave y limpie mi cuerpo mental y eterico. Que
Sandra Castellanos (Ángeles : Tu dulce Compañía)
Existen formas de contaminación que afectan cotidianamente a las personas. La exposición a los contaminantes atmosféricos produce un amplio espectro de efectos sobre la salud, especialmente de los más pobres, provocando millones de muertes prematuras. Se enferman, por ejemplo, a causa de la inhalación de elevados niveles de humo que procede de los combustibles que utilizan para cocinar o para calentarse. A ello se suma la contaminación que afecta a todos, debida al transporte, al humo de la industria, a los depósitos de sustancias que contribuyen a la acidificación del suelo y del agua, a los fertilizantes, insecticidas, fungicidas, controladores de malezas y agrotóxicos en general. La tecnología que, ligada a las finanzas, pretende ser la única solución de los problemas, de hecho suele ser incapaz de ver el misterio de las múltiples relaciones que existen entre las cosas, y por eso a veces resuelve un problema creando otros.
Pope Francis (Laudato si' (Documentos MC))
ÑOQUIS DE PAPA Estas bolitas de papa tan ligeras como el aire son un plato básico de la cocina italiana. La papa o patatas proporcionan la combinación perfecta de almidón y humedad. INGREDIENTES: 1 kg de papa. 2 huevos. 1 cucharadita de sal. 3 tazas de harina de trigo más la necesaria para espolvorear. PROCEDIMIENTO: 1) Colocar las papas a cocinar o llevarla al horno con su piel. 2) tritura las papas cuando las papas estén bien frías pasarla por un pasapuré o rallarla. 3) Añade la mezcla los huevos casca los huevos y añada sal y bate con un tenedor hasta que se mezcle vierte los huevos batidos, de manera uniforme sobre las papas completamente frías. Luego, espolvorea una taza de harina de modo homogéneo. Con un rascador, mezcla levanta y dale vuelta a las papas para mezclarlas bien con los huevos y la harina hasta que se forme una masa grumosa y desigual. 4) Incorpora la harina espolvorea un cuarto de taza de harina restante sobre la superficie de trabajo. Reparte la mezcla de las papas encima y espolvorea con otro cuarto de taza de harina. Con un rascador y luego con las manos, mezcla, levanta y dale vueltas a la mezcla, presionando ligeramente mientras trabajas, hasta que la harina se haya incorporado totalmente a la masa. 5) Dale forma a la masa forma una bola con la masa y tápala con un bol invertido. Espolvorea dos bandejas de horno grandes con la harina con el rascador rasca la superficie de trabajo hasta que quede limpia y luego espolvorearla de nuevo la harina. 6) Divide la mano en ocho trozos con el rascador, corta la masa en ocho trozo iguales. Deja siete bajo el bol y colca uno sobre la superficie de trabajo forma un cilindro corto. 7) Forma un cilindro con la masa con los dedos de ambas manos sobre el cilindro muévelo hacia adelante y hacia atrás sobre la superficie de trabajo, deslizando las manos gradualmente hacia los extremos para formar lentamente un cilindro estrecho de unos doce milímetros de diámetro. 8) Corta el cilindro en trozos corta el rulo en trozos de 2 cm con forma de almohada, coloca los trozos sin que se toquen, sobre las bandejas de horno preparadas. Enrolla y corta el resto de la masa del mismo modo, cubre las bandejas con papel de aluminio y guárdalas en nevera como mínimo una hora y como máximo toda la noche. 9) Para cocer los ñoquis, échalos por tandas en una olla con agua salada hirviendo y déjalos cocer unos tres minutos. Hasta que floten. Escúrrelos y cúbrelos con tu salsa favorita pesto, tomate o mezcle con mantequilla y queso parmesano.
Jamie Ramsay (Escuela del Chef de Jamie Ramsay: Las Guarniciones (Spanish Edition))
PROVECHO TUYO Lo primero a tener en cuenta es que el Subconsciente actúa continuamente, jamás descansa. Está activo día y noche, actuemos o no con él. Tu Subconsciente es el constructor de tu cuerpo, pero tú no puedes notarlo ni sentirlo, tú no puedes notar conscientemente esos procesos internos. Ocupa a tu consciente para lograr y tener una vida mejor, y asegúrate de que todos tus pensamientos que tienes normalmente estén basados sobre todo lo que es bello, verdadero, justo y bienhechor. En este mismo instante empieza a creer firmemente, sin ningún lugar a dudas, con una enorme fe, y convencido con todo tu alma y corazón, de que tu consciente alimenta permanentemente a tu Subconsciente, y éste expresa y realiza en forma de hechos y acontecimientos lo que él ha recibido, y que reproduce y expresa siempre lo que es tu forma habitual de pensar, que lo mismo que el agua toma siempre la forma del recipiente que la contiene, el principio vital que está en ti, pasa siempre a través de ti según la naturaleza de tus pensamientos. Afirma siempre que la presencia curativa de tu subconsciente pasa a través de ti, así como la armonía, la paz, la salud, la alegría, la abundancia, el éxito, la felicidad. Cree firmemente que pasa a través de ti, para vivificarte,para inspirarte y para enriquecerte. Él te responderá muy exactamente según tus afirmaciones. Te será dado según tu fe. Algo fundamental que alguna vez hemos oído: «todo lo que tú pidas en la oración, cree firmemente que ya lo has recibido y lo recibirás
Anonymous
Cuando uno está pescando en aguas poco profundas, llega un momento en que uno capta hasta la menor perturbación en la superficie, un movimiento producido por una forma invisible que empuja el agua en una dirección distinta del viento o las corrientes, y entonces descubre la proximidad de su presa.
Anonymous
Napoleón no era ya mencionado simplemente como «Napoleón». Se le nombraba siempre en forma ceremoniosa como «nuestro Líder, camarada Napoleón», y a los cerdos les gustaba inventar para él, títulos como «Padre de todos los animales», «Terror de la humanidad», «Protector del rebaño de ovejas», «Amigo de los patitos» y otros por el estilo. En sus discursos, Squealer hablaba con lágrimas en los ojos, respecto a la sabiduría de Napoleón, la bondad de su corazón y el profundo amor que sentía por todos los animales en todas partes, y especialmente por las desdichadas bestias que aún vivían en la ignorancia y la esclavitud en otras granjas. Se había hecho habitual atribuir a Napoleón toda proeza afortunada y todo golpe de suerte. A menudo se oía que una gallina le decía a otra: «Bajo la dirección de nuestro Líder, camarada Napoleón, yo he puesto cinco huevos en seis días», o dos vacas, mientras saboreaban el agua del bebedero, solían exclamar: «Gracias a nuestro Líder, camarada Napoleón ¡qué rico sabor tiene esta agua!».
Anonymous
—¿Qué ha sido esa vergonzosa exhibición? —me preguntó Wilem cuando Marea se hubo marchado. —¿Cómo dices? —¿Cómo dices? —repitió imitando mi tono de voz—. ¿Cómo te atreves a fingir siquiera que eres tan imbécil? Si una chica tan guapa como esa me mirara con un solo ojo de la forma en que te ha mirado a ti con los dos… Ya habríamos encontrado una habitación, por expresarlo de forma educada. —Ha sido simpática —protesté—. Y hemos hablado un rato. Me ha preguntado si querría enseñarle algunos acordes de arpa, pero hace mucho tiempo que no toco el arpa. —Pues si sigues pasando por alto insinuaciones como esa, seguirás sin tocarla mucho tiempo —repuso Wilem con franqueza—. Lo único que ha faltado ha sido que se desabrochara otro botón. Sim se inclinó hacia mí y apoyó una mano en mi hombro; era la viva imagen del amigo preocupado. —Kvothe, hace tiempo que quiero hablar contigo de este problema. Si de verdad no te has dado cuenta de que esa chica se interesaba por ti, quizá tengas que admitir la posibilidad de que seas absolutamente inepto en lo relativo a las mujeres. Quizá debas plantearte el sacerdocio. —Estáis borrachos —dije para disimular mi rubor—. ¿Os habéis quedado con que es la hija de un concejal? —¿Te has quedado —replicó Wil en el mismo tono— con cómo te miraba? Yo sabía que era deplorablemente inexperto con las mujeres, pero no tenía por qué reconocerlo. Así que descarté sus comentarios con un ademán y bajé del taburete. —No sé, pero dudo que un revolcón detrás de la barra fuera en lo que estaba pensando esa chica. —Bebí un sorbo de agua y me alisé la capa—. Bueno, tengo que encontrar a mi Aloine y darle las gracias. ¿Qué aspecto tengo? —¿Qué más da? —dijo Wilem. Simmon le tocó el codo a Wilem. —¿No lo ves? Va detrás de una presa más peligrosa que la escotada hija de un concejal.
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
«Cuando cayó Jericó, llorar estaba permitido, y en Babilonia estaba de moda proferir memorables lamentos por las aguas separadas. Pero aquí debes ir a tu oficina, llena de vida, con una chispa en los ojos, aunque sea sintética. Porque quién se atreve a ponerse en pie y decir: «¡Qué cansados estamos! ¡Oh, Dios, qué cansados estamos!». Debo vigilar el objetivo, que es: la aniquilación del amor, para que el amor pueda sufrirse; o, más bien, el cese del sentimiento, para que el dolor sea soportable, y el amor, así, pueda renacer bajo nueva forma.» —Los pícaros y los canallas van al cielo, Elizabeth Smart—
Elizabeth Smart (The Assumption of the Rogues & Rascals)
De todos modos, ¿por qué tenemos que morir? Puedo entender la muerte cuando se trata de gente mayor. Nadie quiere vivir para siempre. Leí una vez un libro sobre personas que lo hicieron y no les gustó mucho. Simplemente se aburrieron y se volvieron viejas y solas y tristes. Y luego hay cosas prácticas también. Como por ejemplo que si nadie se muriera la gente seguiría naciendo y el mundo se llenaría más y más, hasta que acabaríamos todos unos encima de otros y tendríamos que vivir todos bajo el agua, o en Marte, e incluso entonces es probable que no hubiese sitio suficiente. Todo eso ya lo sé. Pero eso no explica por qué tienen que morir los niños. La abuelita dice que verlo así no está bien. Dice que morirse es como cuando las orugas se convierten en mariposas. Dice que por supuesto da miedo, al igual que a las orugas les da miedo volverse capullos. Pero ¿qué pasaría, dice, si las orugas fueran por ahí diciendo «Oh, no, estoy a punto de volverme un capullo, qué injusto»? Nunca se convertirían en mariposas, eso pasaría. Lo que quiere decir es que es la fase siguiente en un ciclo vital. Como si convertirse en Spiderman fuese la fase siguiente en el ciclo vital de Peter Parker. Así que uno no debería tener miedo, sino más bien sentirse emocionado. Pero de todas formas yo no tengo miedo. Sólo se trata de volver adonde estabas antes de que nacieras y nadie tiene miedo de antes de haber nacido. Solíamos estudiar los ciclos vitales en mi antiguo colegio. Conozco el ciclo del agua y el ciclo del carbono y el ciclo de las estrellas nuevas que nacen. Todos tratan de cosas viejas que mueren y cosas nuevas que nacen. Las estrellas viejas se convierten en estrellas nuevas. Las hojas muertas se convierten en plantitas. Puede tratarse de algo que se muere o de algo que está naciendo. Todo depende de cómo lo mires.
Anonymous
On, es el nombre que le dieron los hebreos y aparece en la Biblia en los capítulos 41 y 46 del Génesis. Heliópolis, literalmente, la ciudad del sol, fue el nombre que los griegos le dieron a la egipcia Annu. Y le dieron dicho nombre porque existía para los egipcios una Annu celestial en un lugar indeterminado, al igual que harían los cristianos con Jerusalén, y los musulmanes con la Meca. La Annu celestial era la capital del mundo mitológico. Ese mundo mitológico conocido como la enéada de Heliópolis comienza con la aparición de Atum, también identificado como Atum-Ra, el andrógino que se crea a sí mismo, a partir de Nun, las aguas primordiales. De él emanan: Shu, representado con una pluma sobre su cabeza, el aire, y Tefnut, representado por una cabeza de león, el cálido aliento húmedo.  Se trata de dos gemelos, que serán casi idénticos en su naturaleza. De ellos emanan Nut, el cielo estrellado y Geb, la tierra. La primera en forma de cuerpo arqueado lleno de estrellas y el segundo recostado en el suelo con las piernas cruzadas. Ambos se representan desnudos, pero no se tocan, pues es la primera separación, aquella, que la Biblia describe en el Génesis como: “–y Dios creó los cielos y la tierra”–.
Daniel Rodes Pascal (La espiritualidad en el antiguo Egipto (Spanish Edition))
Levantó el pincel, dejando un bambú perfecto dibujado en el lienzo al que ya imitaba el ser del callejón, cuyas hojas rozaban las paredes. Entonces, con un sonido que recordaba mucho a un suspiro, la pesadilla se dispersó. Pintor la había transformado deliberadamente en una forma inofensiva, de modo que, presa como estaba, no podía huir a la mortaja para recuperar fuerzas. En vez de eso, como agua atrapada en una bandeja caliente… se evaporó.
Brandon Sanderson (Yumi y el pintor de pesadillas)
El cuerpo del mundo, habiendo comenzado a existir, es necesariamente visible y tangible. Es visible, luego se compone de fuego; es tangible, luego se compone de tierra. Pero dos cosas no pueden estar unidas sino mediante una tercera, que les sirve de término medio, y si estas dos cosas deben formar un sólido, no pueden estar unidas sino por dos términos medios. Fue, por lo tanto, indispensable colocar el agua y el aire entre la tierra y el fuego. De suerte que el cuerpo del mundo comprende estos cuatro cuerpos particulares. Los comprende en su totalidad. No se trata del fuego, de la tierra, del aire, del agua, sino de todo el fuego, de toda la tierra, de todo el agua, de todo el aire. Fuera de él no hay nada. A esto debe el ser completo, el ser único; y a esto debe también el verse libre de enfermedades, de la ancianidad, de la muerte; porque nada exterior puede obrar sobre él, para alterarlo o disolverlo. Es esférico, porque es la forma más conveniente, tratándose de un cuerpo que comprende todos los cuerpos, y en sí la más hermosa; completamente liso en su superficie, porque no teniendo nada que ver, nada que escuchar, nada que coger, no tiene necesidad de ojos, ni de oídos, ni de manos, ni de ningún órgano ni sentido. Como es esférico, se mueve uniforme y circularmente, girando sobre sí mismo, es decir, según el movimiento por excelencia.
Plato (Obras Completas de Platón (Spanish Edition))
¿Quieres saber si tienes hipoclorhidria? Lo puedes hacer de forma casera con el test del bicarbonato: echa una cucharadita de bicarbonato en medio vaso de agua y bébetelo. Si a los dos o tres minutos eructas, es porque el ácido gástrico ha neutralizado al bicarbonato. Si tardas entre tres y cinco minutos, es posible que tengas hipoclorhidria. Si no eructas o tardas más de cinco minutos, es que falta ácido. Repítelo al menos tres días en ayunas para sacar la media.
Sari Arponen (¡Es la microbiota, idiota!: Descubre cómo tu salud depende de los billones de microorganismos que habitan en tu cuerpo)
PAN DE MUERTO MENSAJERO PARA HABLAR CON LOS ANTEPASADOS INGREDIENTES ¼ taza de azúcar 1 cucharadita de levadura ½ cucharadita de sal 2 cucharaditas de semillas de anís 1 cucharadita de canela 2 cucharaditas de hueso en polvo 3 tazas harina ¼ taza de leche ¼ taza de mantequilla ¼ taza de agua 2 huevos 1 cucharadita de ralladura de naranja 2 gotas de tinta PREPARACIÓN Combina los ingredientes secos en un tazón, menos 1½ tazas de harina. Calienta la leche, la mantequilla, y el agua en una cacerola, y agrega las gotas de tinta cuando la mezcla está hirviendo. Pon la mezcla de leche en el tazón, y agrega los huevos. Mezcla con ½ taza de harina, y agrega más harina lentamente mientras recitas los nombres de tus seres queridos muertos, hasta que la masa se ponga suave y un poco pegajosa. Amasa por diez minutos. Debe tener una consistencia suave y elástica. Déjala reposar en un tazón cubierto por dos horas. Haz formas de huesos con la masa, para poner encima del pan. Hornea durante de 45 minutos.
Anna Meriano (A Dash of Trouble (Love Sugar Magic, #1))
<negar nuestro consentimiento>> "Pero Steinlauf me hace callar. Ha terminado de lavarse, ahora se está secando con la chaqueta de tela que antes tenía enroscada entre las piernas y que luego va a ponerse, y sin interrumpir la operación me da una lección en toda regla. He olvidado hoy, y lo siento, sus palabras directas y claras, las palabras del que fue el sargento Steinlauf del Ejército austro-húngaro, cruz de hierro en la guerra de 1914-1918. Lo siento porque tendré que traducir su italiano inseguro y su razonamiento sencillo de buen soldado a mi lenguaje de incrédulo. Pero éste era el sentido, que no he olvidado después ni olvidé entonces: que precisamente porque el <> es una gran máquina para convertirnos en animales, nosotros no debemos convertirnos en animales; que aun en este sitio se puede sobrevivir, y por ello se debe querer sobrevivir, para contarlo, para dar testimonio; y que para vivir es importante esforzarse por salvar al menos el esqueleto, la armazón, la forma de la civilización. Que somos esclavos, sin ningún derecho, expuestos a cualquier ataque, abocados a una muerte segura, pero que nos ha quedado una facultad y debemos defenderla con todo nuestro vigor porque es la última: la facultad de negar nuestro consentimiento. Debemos, por consiguiente, lavarnos la cara sin jabón, en el agua sucia, y secarnos con la chaqueta. Debemos dar betún a los zapatos no porque lo diga el reglamento sino por dignidad y por limpieza. Debemos andar derechos, sin arrastrar los zuecos, no ya en acatamiento de la disciplina prusiana sino para seguir vivos, para no empezar a morir. Estas cosas me dijo Steinlauf, hombre de buena voluntad: cosas extrañas para mi oído desacostumbrado, entendidas y aceptadas sólo en parte, y mitigadas por una doctrina más fácil, dúctil y blanda, la que hace siglos que se respira más acá de los Alpes y según la cual, entre otras cosas, no hay vanidad mayor que esforzarse en tragarse enteros los sistemas morales elaborados por los demás, bajo otros cielos. No, la prudencia y la virtud de Steinlauf, ciertam ente buenas para él, no me bastan. Frente a este complicado mundo inferior mis ideas es tán confusas: ¿será realmente necesario establecer un sistema y practicarlo? ¿No será más saludable tomar conciencia de no tener sistema?
Primo Levi (Trilogía de Auschwitz: Si esto es un hombre / La tregua / Los hundidos y los salvados)
Cipriano estaba muy concentrado, escondido bajo su sombrero mexicano, toqueteando un objeto dorado con las dos manos. —Parece que está jugando a un videojuego con una consola —dijo Sofía. —No parece una Nintendo, ni la X-Box. Brilla mucho, como si fuese de oro —contestó Irene. En ese momento una tromba de agua comenzó a caer del cielo, como si la nube negra que se cernía sobre el polideportivo fuese la compuerta de una presa que se abría de repente. La gente comenzó a correr despavorida, igual que unos pollos sin cabeza en busca de un refugio. Llovió a mares durante cinco minutos, y cayó tanto, que la cancha de baloncesto acabó convertida en una piscina olímpica. —Tenemos que suspender el partido —dijo el árbitro—. A no ser que queráis jugar al waterpolo en vez de al baloncesto. Los entrenadores estuvieron de acuerdo y el partido se aplazó para el sábado siguiente. Quedaban diez minutos por jugarse e iban perdiendo, y lo que era peor, no había forma de parar a la jugadora rusa. Tendrían que pensar una táctica nueva e ingeniosa si querían ganar la final. Irina Gigantova se acercó
César García Muñoz (Cipriano, el vampiro vegetariano. (Cipriano, el vampiro vegetariano, #1))
barbilla y hasta con el sobaco. Sus compañeras le pasaban siempre la pelota y ella se paseaba tranquilamente por el campo hasta el aro contrario, haciendo un sudoku, y metía mates tan fuertes que la canasta temblaba como las hojas de un roble en otoño. Irene, Sofía y sus compañeras estaban desesperadas. Perdían por ocho puntos y no sabían qué hacer para frenar al tanque ruso con forma de niña gigante. Si no hacían algo, perderían la final. Entonces, Sofía vio a alguien en la grada y avisó a su hermana. —Mira, Irene. ¿Ese de ahí no es Cipriano? —Parece que sí. ¿Pero por qué lleva puestas gafas de sol y un sombrero mexicano? Si estamos a la sombra... ¿Y qué está haciendo? Cipriano estaba muy concentrado, escondido bajo su sombrero mexicano, toqueteando un objeto dorado con las dos manos. —Parece que está jugando a un videojuego con una consola —dijo Sofía. —No parece una Nintendo, ni la X-Box. Brilla mucho, como si fuese de oro —contestó Irene. En ese momento una tromba de agua comenzó a caer del cielo, como si la nube negra que se cernía sobre el polideportivo fuese la compuerta de una presa que se abría de repente. La gente comenzó a correr despavorida, igual que unos pollos sin cabeza en busca de un refugio. Llovió a mares durante cinco minutos, y cayó tanto, que la cancha de baloncesto acabó convertida en una piscina olímpica. —Tenemos que suspender el partido —dijo el árbitro—. A no ser que queráis jugar al waterpolo en vez de al baloncesto.
César García Muñoz (Cipriano, el vampiro vegetariano. (Cipriano, el vampiro vegetariano, #1))
Yo tampoco sé por qué mis formas de hablar se van dispersando, como cuando uno mea por la ventana y ve caer las chispas divididas en mil hilitos en la tierra y se forma un dibujo, como de raíces color marrón, que luego desaparece por fuerza del sol. Pero ese pequeño momento en el que uno puede dibujar con el agua que le nace de la chepa es bello, aunque mi mami me descubrió haciéndolo y me dijo que si soy un perro macho y casi me avienta contra la ventana. Por suerte el papi Manuel, que de todo se ríe, entró y calmó las aguas.
Yuliana Ortiz Ruano (Fiebre de carnaval)
La vida se parece a los ritmos del mar, con sus mareas y sus olas, unas veces el agua sube y cubre las orillas de la playa y otras desciende, unas veces está serena y en calma y otras las olas son tan grandes que amenazan con destruir diques o hacer naufragar naves. Estas fluctuaciones son parte intrínseca de las cualidades del mar y los océanos, igual que son parte inevitable de la vida humana. Cuando olvidamos que las fluctuaciones son parte de la naturaleza de la vida, es fácil que nos ahoguemos en grandes olas de emociones.
Helen Flix (Slow life: Vive de forma más consciente (Crecimiento nº 6) (Spanish Edition))
No evitaremos el abuso de este orden y el orden no nos evitara el caos ni la muerte, esta es la logica de la situacion y demostramos que cincuenta siglos nos destinaban a ello. Los peores de entre los humanos seran desde ahora los mas despreocupados, el estado de nuestros asuntos les permite burlarse tanto de los justos y de los santos, como de los sabios y de los filosofos, los peores de entre los humanos triunfan indiscutiblemente y, según la apariencia, no tienen siquiera culpa, pueden burlarse impunemente de las formas que se desmiembran y de los valores que se descomponen, en un desorden que invade ellos pueden apoyarse en el orden, pueden elevarse por encima de todo cuando todo amenaza con hundirse, pueden vanagloriarse de haber elegido la cara sombreada y de morir como los vencedores de la fiesta, habran tenido su recompensa. No tenemos ya maneras de defendernos de ello, ellos siguen la corriente que lleva al precipicio, y nosotros, nosotros buscamos ir contracorriente, los unicos en remar contra el curso del agua, los unicos en oponernos al orden y los unicos en perseverar en el rechazo de ser, de ser en el mundo los instrumentos de la flexibilidad en medio de la masa, victima de sus imposturas.
Albert Caraco (Kaos'un Kutsal Kitabı)
El muchacho Un único individuo que fue realmente olvidado por la muerte y, además, para siempre. Un hombre muy sencillo que nunca cambió y que a los cien años come exactamente lo mismo que a los veinte. Pronuncia exactamente las mismas palabras y jamás se viste de otra manera. Su memoria, nunca particularmente buena, tampoco empeora. No se casó, no tuvo suerte con las mujeres y, en consecuencia, se quedó sin hijos. Es muy modesto y se contenta con tener para comer. Le gustan las visitas, pero no demasiadas. Contempla la lluvia como si las gotas fuesen años. El sol le resulta a veces excesivo. Respira con regularidad y jamás tiene miedo. A veces estira las piernas como ramas, acercándolas al fuego hasta que llegan a chisporrotear. Ha olvidado su nombre, de manera que no tiene; sin embargo, generalmente lo llaman «muchacho». Considera a los niños sus iguales; enseguida entiende lo que quieren. Es un tanto lento para los adultos. El muchacho duerme sobre una colchoneta en el suelo de arcilla. Si no llueve ni hace frío, le gusta dormir delante de la cabaña. Su perro parece tan viejo como él, pero es siempre otro. Nunca lo llama. El perro acude por sí solo cuando su amo piensa que lo querría a su lado. Su pelo lleva tiempo sin crecer. Es un pelo extraño, sin duda, pero quien esperara una jungla allá arriba se decepcionaría. No se lo puede definir como blanco; su color tiene algo indescriptiblemente suave, como si sirviera para acariciar las lesiones de un herido. Es esa cualidad de su cabello la que a veces lleva a los enfermos hasta él. Porque quien lo ha visto alguna vez y sufre luego una enfermedad grave, recuerda ese cabello, incluso después de años, como si fuese un bálsamo, y habla de él en un estado febril. No cabe la menor duda de que algunos enfermos se han curado después de ver su cabello, aunque resulta difícil comprobar si se debía al efecto curativo de ese pelo. A las mujeres les extraña un poco; no esperan nada de él y pocas veces se curan al verlo. Se han formulado diversas conjeturas respecto a su lugar de residencia. Suponen algunos que desde hace cientos de años siempre ha permanecido en el mismo lugar. Otros demuestran la existencia de huellas suyas en regiones remotas. Se dice que se han encontrado pelos suyos en África y pisadas suyas en Australia. No cabe la menor duda de que ha podido andar muy lejos; tiempo no le ha faltado para ello; y como ha aguantado vivir tantos años en un lugar, no se entiende que no haya podido hacer lo mismo en lugares muy diferentes y lejanos. Los escépticos que a duras penas aceptan su época africana se burlan de la idea de que viniera de Australia. Nadie ha recorrido ese mar sin mojarse, dicen, y se deberían haber encontrado huellas del barco que hubiera utilizado. No se resolverá aquí esta cuestión. No obstante, sería estúpido callar una duda. Es posible que otras personas trajeran al «muchacho» de Australia. Parece demostrado que siempre vivió solo. Pero ¿no es concebible que lo raptaran? A lo mejor lo emplearon como remero y luego resultó molesto e incluso inquietante a los señores por la curiosa sensación de soledad que transmitía. En vez de tirarlo simplemente al agua, lo dejaron en la costa de Asia, provisto de alimentos para un tiempo. Se quedó solo en otro continente, tal como probablemente lo habían encontrado y tal como les había parecido, un solitario, durante la larga travesía. Su frugalidad y el extraño talento para la vejez le conservaron también allí la vida. Sin embargo, nos llevaría demasiado lejos analizar todas las posibilidades que contiene una existencia de este tipo. Quizá sería conveniente no querer demasiadas cosas al mismo tiempo y conformarse con contemplar al «muchacho» y considerar cómo es ahora. Una descripción de su persona, hecha de forma fiel y sin prejuicios, debería permitirnos profundizar más que toda suerte de conjeturas sobre su pasado. Por otra parte, parece mucho más propio del respeto que merece una criatura así.
Elias Canetti (Il libro contro la morte)
Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitas a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (como te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sos tiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero. Fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito. ¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo.
Julio Cortázar
Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitas a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (como te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero. Fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito. ¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo.
Julio Cortázar
Quiero encontrar respuestas. Me encuentro con una amiga que la quiso mucho. Charlamos “¿Por qué no te conté antes?”, dice. Me angustio. Yo no me quiero callar. Pienso que el par dicotómico víctima-agresor opera como un mecanismo de silenciamiento. Cubre bajo un manto de lo indecible ¿Por qué nos atrapan esos vínculos? ¿O qué hacemos cuando vemos a otres atrapades? Es muy difícil pensar desde la víctima, y es muy difícil compartir experiencias complicadas cuando quienes te oyen, solo oyen a una víctima. A veces callarse es una estrategia. Callarse el tiempo suficiente hasta mandar a la mierda a quien te contiene por víctima y no tiene más escucha que una que te anula. Es callarse el tiempo necesario para poder tener un cuerpo que pueda correrse álgidamente de esa categoría política que anula nuestra voz y presencia. A veces callarse por un rato es el lugarcito que nos queda cuando nos conocemos entre todas pero nadie se quiere embarrar y nosotros estamos cubiertos de mugre. A veces es una buena idea que los demás no se embarren con nosotres. Desarmar colectivamente ese par dicotómico urge y creo que es importante tener el ojo hábil para reconocer que en ese par no hay nada pensable para nuestras formas de vida. Quedamos muertes todes, quienes ofrecen maltrato y quienes lo reciben también. Hay quienes no queremos mandar a la siberia de la heterosexualidad a nadie por no poder habitar nuestros espacios después de llevar a cabo prácticas dañinas, pero no perdamos de vista que tampoco queremos callar a nadie para evitar el lugar de víctima. Para terminar el cóctel de esta incomodidad que es el maltrato entre nosotres, también vale resaltar que esas personas con prácticas dañinas dedican su tiempo a sofisticarlas. Una advertencia, esto es complejo, requiere escucha, reflexión, silencio y cautela y esas son cosas que en estos tiempos del apremio y la urgencia ante todo nos sobran y muchos menos cuando parece que el escrache a un agresor redunda en reconocimiento político. A veces las víctimas que escrachan devienen mártires de la causa, y acceden a lugares de representatividad desde esa herida, lo cual es una terrible manera de reforzar el paro. Cuando en las manifestaciones nos cruzábamos con esa amiga que la quiso tanto, a mí me saludaba y a ella no. Me abrazaba a escondidas. Creo que cada uno de esos abrazos dejó en mi cuerpo una memoria sensorial. Hay cosas que no se pudieron decir, pero que ahí estaban, esperando a ser escuchadas. Hay un chat en el que leo “¿De quién sos cómplice con tu silencio?” Hubo muchos meses en que habité vínculos en común con ella y no dije ni una palabra a la espera de que quien quisiera saber, se acercara. La invisibilidad del maltrato no necesariamente se combate con lógicas del espectáculo. Escrachar a una violenta. Esa estrategia de impacto activa los nervios más sucios de la moral, el punitivismo y la victimización para abrir otros canales de nuestra sensibilidad colectiva. Las estrategias son otras, por eso hace falta tiempo para que bajen las aguas y salir de la inundación interna. Yo quise esperar a que las aguas encontrarán otros cauces en el tiempo de la confianza, que es un tiempo corporal. Esos fueron meses de un tortuoso silencio, cómplice del daño, y a la vez cuidadoso del afecto.
VIto Balski (Cortar cebollas)
Al mismo tiempo, hay otras pequeñas cosas que forman un conjunto maravilloso y que alegra mucho. Son las pequeñas grandes cosas de la vida cotidiana: un buen vaso de agua, contemplar durante largos ratos el fuego encendido del hogar del salón, seguir el sol en su puesta, una conversación tranquila, la visita de una persona que hace tiempo que no ves, la presencia silenciosa de gente que amas, que me levanten los brazos, ver la eclosión de las plantas y los pájaros en primavera, la compañía de mi perro y su cariño en forma de lametones que me dejan embadurnado de saliva, un sorbo de pacharán casero... Todo esto son pequeñas cosas. Pero la felicidad no está en poder hacer muchas cosas, sino en saber disfrutar de lo que podemos hacer y no pensar en lo que no podemos hacer.
Xavi Argemí Ballbé (Aprendre a morir per poder viure: Petites coses que fan la vida meravellosa)
Un hombre puede profesar religión y vivir en una forma de piedad en hipocresía. “Oíd esto, oh casa de Jacob, que son llamados por el nombre de Israel, y han salido de las aguas de Judá; que juran por el nombre del Señor, y hacen mención del Dios de Israel, pero no en la verdad, ni en la justicia”.[138]
Matthew Mead (El casi cristiano al descubierto: O el falso profesante probado y denunciado (Coleccion Matthew Mead) (Spanish Edition))
No hay agua en tu mente cuando contemplas un lago. Dicho de otra forma, la percepción de un objeto duro no posee en sí misma, dureza. La conciencia de la confusión no se encuentra confundida. La conciencia de la locura no está loca. La conciencia del paso del tiempo no demora tiempo alguno: no hay tiempo en ella.
Thaddeus Golas (The Lazy Man's Guide to Enlightenment)
CAVALO MORTO Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo. Un poema de Lèdo Ivo es una luciérnaga que busca una moneda perdida. Cada moneda perdida es una golondrina de espaldas posada sobre la luz de un pararrayos. Dentro de un pararrayos hay un bullicio de abejas prehistóricas alrededor de una sandía. En Cavalo Morto las sandías son mujeres semidormidas que tienen en medio del corazón el ruido de un manojo de llaves. Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo. Lèdo Ivo es un hombre viejo que vive en Brasil y sale en las antologías con cara de loco. En Cavalo Morto los locos tienen alas de mosca y vuelven a guardar en su caja las cerillas quemadas como si fuesen palabras rozadas por el resplandor de otro mundo. Otro mundo es el fondo de un vaso, un lugar donde lo recto tiene forma de herradura y hay una sola calle forrada con tela de gabardina. Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo. Un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo es un río que madruga para ir a fabricar el agua de las lágrimas, pequeñas mentiras de lluvia heridas por una púa de acacia. En Cavalo Morto los aviones atan con cintas de vapor el cielo como si las nubes fuesen un regalo de Navidad y los felices y los infelices suben directamente a los hipódromos eternos por laescalerilla del anillador de gaviotas. Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo. Un poema de Lèdo Ivo es el amante de un reloj de sol que abandona de puntillas los hostales de la mañana siguiente. La mañana siguiente es lo que iban a decirse aquellos que nunca llegaron a encontrarse, los que aun así se amaron y salen del brazo con la brisa del anochecer a celebrar el cumpleaños de los árboles y escriben partituras para el timbre de las bicicletas. Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo. Lèdo Ivo es una escuela llena de pinzones y un timonel que canta en el platillo de leche. Lèdo Ivo es un enfermero que venda las olas y enciende con su beso las bombillas de los barcos. En Cavalo Morto todas las cosas perfectas pertenecen a otro, como pertenece la tuerca de las estrellas marinas al saqueador de las cabezas sonámbulas y el cartero de las rosas del domingo a la coronita de luz de las empleadas domésticas. Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo. En Cavalo Morto cuando muere un caballo se llama a Lèdo Ivo para que lo resucite, cuando muere un evangelista se llama a Lèdo Ivo para que lo resucite, Háganme caso, los recuerdos hermosos son fugaces como las ardillas, cada amor que termina es un cementerio de abrazos y Cavalo Morto es un lugar que no existe.
Juan Carlos Mestre
Vimos a una zagala, una cabrera, que enhiesta sobre un picacho de la falda de la montaña, a la vista del lago, estaba cantando con una voz más fresca que las aguas de éste. Don Manuel me detuvo y señalándomela dijo: - Mira, parece como si se hubiera acabado el tiempo, como si esa zagala hubiese estado ahí siempre, y como está, y cantando como está, y como si hubiera de seguir estando así siempre, como estuvo cuando empezó mi conciencia, como estará cuando se me acabe. Esa zagala forma parte, con las rocas, las nubes, los árboles, las aguas, de la naturaleza y no de la historia.
Miguel de Unamuno (San Manuel Bueno, mártir)
Me llamo Omaña, me llamo agua. Porque aguas abundantes me regalaron los cielos, no entiendo bien la manía de bajarme a los infiernos. Dejad en paz a los manes y a los hombres endiosados que no hay origen más bello que del agua haber manado. De agua procede mi nombre, de agua que forma ríos y tiñe verdes de vida los valles y el caserío. De aguas muy cristalinas que bien reflejan el cielo y acogen verdes y azules, abrazados en su seno. Por mi tierra corren ríos por valles y por vallinas que entonan bellas canciones con sus aguas saltarinas. Otros pueblos me recuerdan, pues en ellos soy nombrada: Omañón y La Omañuela, que también se llaman agua. Y por si quedaba duda, al iniciar la ribera, las Omañas también hablan de unos ríos que se mezclan. Y orgullosa yo me siento de aguas tan frescas y finas, ellas son mi fiel espejo y la razón de mi vida. Por eso Omaña me llamo, aqua mania fui parida, y de las aguas del río nací fresca y tan guapina. Omañeses, presumid de los ríos que me riegan y  llevan vuestros sentires hasta el confín de la tierra. Os abraza, Omaña.
Anonymous
Quería leer, no perder el tiempo sosteniendo una caña de pescar, vigilando las oscilaciones de un corcho en la superficie del agua. Empecé a odiar toda la cultura y las formas de socialización vinculadas con ese pasatiempo: la música de las radios a pila, las charlas banales con la gente que encontrábamos allí, la estricta división del trabajo entre los sexos (los hombres pescaban; las mujeres tejían, leían fotonovelas o se ocupaban de los niños, preparaban las comidas). Dejé de acompañar a mis padres a ese lugar. Para poder inventarme, antes que nada, debía disociarme. 1
Didier Eribon (Regreso a Reims (Spanish Edition))
Mira, voy a confiarte un secreto. Somos tan frágiles que te temblarían las manos si lo supieras. Todo cuanto tenemos, que parece tan sólido y tan valioso y tan definitivo, se va al carajo en un soplo, en un segundo, al menor descuido nuestro y al menor guiño del azar, la vida, la condición humana. Basta un insecto, un virus, un trocito de metal en forma de metralla o bala, una gota de agua o aceite sobre el asfalto, un estornudo, una cualquiera de esas bromas pesadas con las que el Universo se complace en pasar el rato, y tú y todo lo que tienes, y todo lo que representas, y todo lo que amas, y todo lo que fuiste, lo que eres y lo que podrías haber sido, se va al diablo y desaparece para siempre sin que vuelva nunca jamás.
Arturo Pérez-Reverte
Cuando se dictó irrevocablemente la sentencia, fueron a Csejthe unos albañiles. Una tras otra, tapiaron con piedras y mortero las ventanas del cuarto en que Erzsébet iba viendo disminuir progresivamente la luz. La prisión iba creciendo a su alrededor. Solo dejaron, en todo lo alto, una delgada ranura de claridad y de aire por la que podía vislumbrar el cielo en el que ya iban alargándose los días. Después de haber tapiado las ventanas en forma que desde fuera no se viera más que una fachada ciega tras la cual había un ser vivo, los obreros empezaron a levantar un grueso muro delante de la puerta de la habitación, dejando solo una ventanilla que permitiera pasar un poco de comida y agua. Y cuando todo quedó terminado, se levantaron en las cuatro esquinas del castillo cuatro cadalsos para poner de manifiesto que dentro vivía una condenada a muerte. [...] Día y noche, no había más que esta enorme alimaña negra de brillante pelaje erizado con inmensos ojos negros siempre obsesionados en medio de un rostro de cera gris: siempre esos mismos ojos obsesionados que tenía cuando llegó a Csejthe, niña aún, pero ya cruel, esta criatura de complicada y loca lujuria, que todo lo dominaba con su gran belleza sombría. Acaso volvía a ver lo que habían reflejado esos espejos ahora empañados, las veladas, los candelabros encima de las mesas, tantas fiestas, tanta gente alrededor, las damas de honor que se acercaban con objetos en las manos, vestidos del color de las rosas oscuras; y todo para ella. Y abajo, en el reino subterráneo, viejas encapuchadas y rebaños de sirvientas desnudas. Después, ¿qué más sabía?, ¿quién estaba allí sentada, contemplando en trance dedos cortados, cuerpos desnudos lacerados, venas abiertas y sangre envolvente que por fin se liberaba? ¿Quién era ese personaje que poseía los derechos de Erzsébet, la última Báthory, y que yo no he sido nunca? ¿Por qué estoy aquí, duramente acusada, para expiar lo que han hecho mis deseos, pero cuya realización jamás he sentido yo? Mis deseos se han realizado fuera de mí, sin mí; mis deseos no me han dado alcance.
Valentine Penrose (La Condesa Sangrienta)
Una crisis de legitimidad que alimenta un cuestionamiento que se levanta desde la cotidianidad, desde la experiencia, desde nuestras prácticas políticas, laborales, sociales. Un malestar constituyente que se levanta contra una forma de ilegitimidad que atraviesa nuestras vidas. Diversos conflictos sociales en treinta años, todos marcados por formas de acumulación del poder. Un modelo neoliberal en un Estado subsidiario; derechos mercantilizados y precarios; segregación social. Esta es la configuración constitucional de un determinado tipo de sujeto titular de derechos y de obligaciones, un sujeto neoliberal, un consumidor que reemplazó al ciudadano y convirtió al mall en un lugar de encuentro, pero no para el diálogo, sino para una relación social superficial, despolitizada, clasista y segregada. Ese es el sujeto que revienta el 18 de octubre. No revienta por la frustración de no poder acceder a bienes de consumo, sino por la precariedad estructural de la vida, el sobre endeudamiento, el abuso de poder. Esta tercera forma de ilegitimidad se explica por la forma en que la Constitución nos configura como sujetos políticos desde nuestras capacidades de consumo. Cómo el ordenamiento constitucional determinó la forma en que este grupo de patipelados ejerce poder en la sociedad, desde la concentración del poder territorial, el patriarcado, la privatización del agua, el extractivismo, la opresión a los pueblos originarios, la segregación social en materia educativa y la que deriva de los graves problemas que tenemos en salud pública, en pensiones, en el trabajo. Un sujeto configurado en dictadura y moldeado por la Constitución en clave neoliberal, mercantilista.
Jaime Bassa (Chile decide: Por una nueva constitución (Spanish Edition))
todo eso en una música que espanta a los cogotes de platea, a los que creen que nada es de verdad si no hay programas impresos y acomodadores, y así va el mundo y el jazz es como un pájaro que migra o emigra o inmigra o transmigra, saltabarreras, burlaaduanas, algo que corre y se difunde y esta noche en Viena está cantando Ella Fitzgerald mientras en París Kenny Clarke inaugura una cave y en Perpignan brincan los dedos de Oscar Peterson, y Satchmo por todas partes con el don de ubicuidad que le ha prestado el Señor, en Birmingham, en Varsovia, en Milán, en Buenos Aires, en Ginebra, en el mundo entero, es inevitable, es la lluvia y el pan y la sal, algo absolutamente indiferente a los ritos nacionales, a las tradiciones inviolables, al idioma y al folklore: una nube sin fronteras, un espía del aire y del agua, una forma arquetípica, algo de antes, de abajo, que reconcilia mexicanos con noruegos y rusos y españoles, los reincorpora al oscuro fuego central olvidado, torpe y mal y precariamente los devuelve a un origen traicionado, les señala que quizá había otros caminos y que el que tomaron no era el único y no era el mejor, o que quizá había otros caminos y que el que tomaron era el mejor, pero que quizá había otros caminos dulces de caminar y que no los tomaron, o los tomaron a medias, y que un hombre es siempre más que un hombre y siempre menos que un hombre, más que un hombre porque encierra eso que el jazz alude y soslaya y hasta anticipa, y menos que un hombre porque de esa libertad ha hecho un juego estético o moral, un tablero de ajedrez donde se reserva ser el alfil o el caballo, una definición de libertad que se enseña en las escuelas, precisamente en las escuelas donde jamás se ha enseñado y jamás se enseñará a los niños el primer compás de un ragtime y la primera frase de un blues, etcétera, etcétera.
Julio Cortázar (Rayuela)
El amor por el arte. Porque creo en el arte de la misma forma que la gente cree en un dios.
Lidia Yuknavitch (La cronología del agua (Spanish Edition))