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Sacudimiento extraño que agita las ideas, como huracán que empuja las olas en tropel. Murmullo que en el alma se eleva y va creciendo como volcán que sordo anuncia que va a arder. Deformes siluetas de seres imposibles; paisajes que aparecen como al travĂ©s de un tul. Colores que fundiĂ©ndose remedan en el aire los átomos del iris que nadan en la luz. Ideas sin palabras, palabras sin sentido; cadencias que no tienen ni ritmo ni compás. Memorias y deseos de cosas que no existen; accesos de alegrĂa, impulsos de llorar. Actividad nerviosa que no halla en quĂ© emplearse; sin riendas que le guĂen, caballo volador. Locura que el espĂritu exalta y desfallece, embriaguez divina del genio creador… Tal es la inspiraciĂłn. Gigante voz que el caos ordena en el cerebro y entre las sombras hace la luz aparecer. Brillante rienda de oro que poderosa enfrena de la exaltada mente el volador corcel. Hilo de luz que en haces los pensamientos ata; sol que las nubes rompe y toca en el zenĂt. Inteligente mano que en un collar de perlas consigue las indĂłciles palabras reunir. Armonioso ritmo que con cadencia y nĂşmero las fugitivas notas encierra en el compás. Cincel que el bloque muerde la estatua modelando, y la belleza plástica añade a la ideal. AtmĂłsfera en que giran con orden las ideas, cual átomos que agrupa recĂłndita atracciĂłn. Raudal en cuyas ondas su sed la fiebre apaga, oasis que al espĂritu devuelve su vigor… Tal es nuestra razĂłn. Con ambas siempre en lucha y de ambas vencedor, tan sĂłlo al genio es dado a un yugo atar las dos.
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