“
Había el Fun Club. Fun es, como caut, y como hummour, una palabra especial intraducible. El fun es a la farsa lo que la pimienta a la sal. Penetrar en una casa y romper un espejo de valor, rasgar los retratos de familia, envenenar al perro o meter un gato en un palomar, se le llama "realizar un acto de fun". Dar una mala noticia falsa que obliga a las personas a ponerse de luto equivocadamente, es un fun. El fun es el que ha hecho un agujero cuadrado en un Holbein en Hampton-Court. El fun se sentiría orgulloso si hubiera sido él quien rompió los brazos de la Venus de Milo.
Bajo Jacobo I, un joven Lord millonario, que una noche prendió fuego a una cabaña, hizo reir a carcajadas a Londres y fue proclamado "rey del fun". Los pobres diablos de la choza, habían escapado en camisa.
Los miembros del Fun Club, todos de la más alta aristocracia, corrían por Londres a la hora en que los burgueses dormían, arrancaban los goznes de los postigos, cortaban las tuberías de las bombas, desfondaban las cisternas, descolgaban las insignias, devastaban los cultivos, apagaban los faroles, serraban las vigas maestras de las casa, rompían los cristales de las ventanas, sobre todo, en los barrios indigentes. Eran los ricos quienes hacían esto a los miserables. Por eso no era posible ninguna queja. Además, era pura comedia.
Estas costumbres no han desaparecido completamente, En diversos puntos de Inglaterra o de las posesiones inglesas, en Guernesey, por ejemplo, de vez en cuando, devastan vuestra casa durante la noche, destrozan una verja, arrancan el aldabón de vuestra puerta, etcétera.
Si fueran unos pobres se les mandaría a presidio pero son jovenes ricos.
”
”