Fotos Con Quotes

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En un mundo donde el horror se vende como arte, donde el arte nace ya con la pretensión de ser fotografiado, donde convivir con las imágenes del sufrimiento no tiene relación con la conciencia ni con la compasión, las fotos de guerra no sirven para nada.
Arturo Pérez-Reverte (El pintor de batallas)
Día Tres sin ti: no llamas y todo, las canciones mi cama la pena mi pecho tu nombre mi nombre con el tuyo tus fotos mis trozos nuestros restos comunica.
Elvira Sastre (Baluarte)
-Nos hacemos fotos, no con el objeto de recordar, sino para completarlas después con el resto de nuestras vidas. Por eso hay fotos que aciertan y fotos que no. Imágenes que el tiempo pone en su lugar, atribuyendo a unas su auténtico significado, y negando otras que se apagan solas, igual que si los colores se borraran con el tiempo.
Arturo Pérez-Reverte (The Queen of the South)
Tengo, del mismo modo, que confesarte de una manera dulce que te he olvidado, que tus fotos son una caricia del pasado pero en mi mañana ya no te miro, que he aprendido que recordarte no es más que un beso a mi herida para que no se sienta tan sola como yo cuando me la hiciste, que aquí hace tiempo que ya es primavera aunque haya días de tormentas torrenciales pero mírame: he aprendido a bailar -quién lo diría, amor, con esta vida que llevo tan llena de tropiezos-.
Elvira Sastre (Baluarte)
—Y hay más. Tan pronto no van a cortar tu planta de naranja-lima. Cuando la corten estarás lejos y no sentirás nada. Sollozando me abracé a sus rodillas. —Ya no me interesa, papá. No me interesa… Y mirando su rostro, que también se encontraba lleno de lágrimas, murmuré como un muerto: —Ya la cortaron, papá, hace más de una semana que cortaron mi planta de naranja-lima. Los años pasaron, mi querido Manuel Valadares. Hoy tengo cuarenta y ocho años y, a veces, en mi nostalgia, siento la impresión de que continúo siendo una criatura. Que en cualquier momento vas a aparecer trayéndome fotos de artistas de cine o más bolitas. Tú fuiste quien me enseñó la ternura de la vida, mi Portuga querido. Hoy soy yo el que tiene que distribuir las bolitas y las figuritas, porque la vida sin ternura no vale gran cosa. A veces soy feliz en mi ternura, a veces me engaño, lo que es más común. En aquel tiempo… En el tiempo de nuestro tiempo no sabía que muchos años antes un Príncipe Idiota, arrodillado frente a un altar, preguntaba a los iconos, con los ojos llenos de lágrimas: “¿POR QUÉ LES CUENTAN LAS COSAS A LAS CRIATURITAS?” Y la verdad es, mi querido Portuga, que a mí me contaron las cosas demasiado pronto. ¡Adiós!
José Mauro de Vasconcelos (Mi planta de naranja-lima)
Supongo que los álbumes, o las colecciones de fotos que guardamos en nuestro ordenador, tienden a compensar el trabajo injusto de nuestra memoria, pues ella suele quedarse más bien con lo doloroso, con traumas y frustraciones, con lo que no hemos conseguido, con la situación en la que no reaccionamos como habríamos deseado
José Ovejero (La invención del amor)
Nos pasamos la vida planificando días especiales, el de los cumpleaños, el de Nochevieja y tantos otros que a menudo permanecen menos tiempo en la memoria que los más sencillos, los cotidianos, esos que son tan difíciles de prever que uno nunca sale de casa con la cámara de fotos colgada del cuello para poder capturarlos. Permanecen sólo en nuestra memoria y, cuando llegamos al final del camino, sencillamente se convierten en polvo, en nada.
Alice Kellen (El chico que dibujaba constelaciones)
La foto è il feticcio che ti dovrebbe riportare indietro il tempo, ma il guadagno coincide con la perdita: in cambio del ricordo di un te stesso precedente ricevi la consapevolezza di ciò che è definitivamente passato, dell'istante che non tornerà mai più mentre ciò che volevi era proprio fermarlo.
Cees Nooteboom
—Claro que a lo mejor por eso nos hacemos fotos —continuó Harry—. Para obtener pruebas falsas con las que poder fundamentar la afirmación falsa de que éramos felices. Porque pensar que nunca hemos sido felices se nos hace insoportable. Los adultos obligan a los niños a sonreír cuando les hacen fotos, los incluyen en la mentira; por eso sonreímos, fingimos felicidad. Pero Oleg nunca fue capaz de sonreír si no lo sentía, no era capaz de mentir, no tenía ese don.
Jo Nesbø (Fantasma)
Si alguna vez vamos a parar al infierno, uno de los tormentos más refinados consistirá en encerrar en una habitación al ser humano desnudo con las fotos enmarcadas de su tiempo... tal vez ese infierno no resulte incluso soportable, porque las peores fotos sólo se sueñan, no se hacen y, si se hacen, no se revelan.
Günter Grass (The Tin Drum)
Se conocieron en un chat. Conversaciones, risas, complicidad, la protección que te brinda la pantalla y que da pie a decir ciertas cosas que no nos atreveríamos a soltar cara a cara, el resto del día pensando en encontrarse otra vez por el chat, la complicidad reciente, algunas fotos y finalmente una cita. Ya en la cita, los nervios de antes, el saludo extraño, la sonrisa algo forzada, el tic de él que ella observa con disgusto, los incómodos silencios que él salva con su ingenio, el físico de ella que no es como las fotos anunciaban, la conversación tirante que se va aflojando poco a poco, algunos temas comunes que los van haciendo sentir cómodos, el que supera todo el resto, ella cada vez más guapa, él cada vez más tierno, la tarde que termina en noche, el vino que también ayuda, la noche cada vez más larga y el deseo que toma el volante y un beso y muchos más y ¿en tu casa o en la mía? y la noche que sigue girando hacia ellos y el sudor y la cama desarmada y la misma pregunta en la cabeza de ambos, ¿me estoy enamorando?, y la misma respuesta en la cabeza de los dos dando título a este poema.
Marwán Abu-Tahoun Recio (Todos mis futuros son contigo)
No había rastros de humanidad en su rostro, excepto en sus ojos, era una cabeza totalmente canina; y no había rastros de animalidad en su cuerpo excepto por el pelaje y la cola, era un cuerpo casi completamente humano. Como dije, una fusión perfecta y armónica entre ambas criaturas. La única forma en que hubiera podido explicarle a alguien cómo era con exactitud, y lo perfectamente construido que parecía, sólo lo hubiera logrado tomándole una foto. -- Johanna Miller
Melisa S. Ramonda (Rasguños en la puerta (RELP #1))
No hay más que los momentos en que estamos con ese otro cuya vida creemos entender, o cuando nos hablan de él, o cuando él nos cuenta lo que le ha pasado o proyecta ante nosotros lo que tiene intención de hacer. Al final queda un álbum de fotos, de instantes fijos: jamás el devenir realizándose ante nosotros, el paso del ayer al hoy, la primera aguja del olvido en el recuerdo.
Julio Cortázar (Rayuela)
«Non devi aver paura delle tue reazioni, né delle tue scelte, ricordalo. Non devi aver paura di te stessa e quando avrai a che fare con gli errori degli altri, guardati dentro. Siamo come una fotografia che, per essere nitida, ha bisogno di luci e ombre nella giusta misura.»
Massimo Bisotti (Foto/grammi dell'anima)
Esas fotos nuestras, con la película levantada y unos bordes dentados como los de los sellos, son también testimonios: nuestro cuerpo se interpuso certeramente, en algún momento, entre el sol y la lente de la cámara de fotos, dejando en la película una sombra como la que despliega la luna, durante un eclipse, sobre el disco solar.
Mircea Cărtărescu (Solenoid)
Honor miró por la ventana... y vio la sobrecogedora imagen de un ángel con alas de color azul plateado aterrizando en la zona verde del césped. -Es... -Se quedó sin aliento. Había visto fotos, incluso imágenes de televisión, que mostraban a aquel ángel de alas azules, pero ninguna de ellas le hacía justicia. Nada podría hacérsela. Resultaba mucho más impactante de cerca. No le quitó la vista de encima mientras se reunían con él junto al coche. Tenía los ojos del color del oro veneciano, el cabello negro con matices azules, y un rostro de una belleza tan pura que resultaba casi demasiado hermoso. Casi. Era, sencillamente, la criatura más hermosa que había visto en su vida. -Soy Illium -dijo el ángel mirándola a los ojos. Honor estuvo a punto de esbozar una sonrisa al ver la curiosidad pintada en sus iris dorados. -Yo soy Honor.
Nalini Singh (Archangel's Blade (Guild Hunter, #4))
Se ora penso agli anni di allora, mi colpisce quanto poco ci fosse in realtà da vedere, quante poche immagini illustrassero la vita e la morte nei Lager. Conoscevamo di Auschwitz il portale con la sua scritta, i pancacci di legno a più piani, i mucchi di capelli, occhiali e valigie; di Birkenau l'entrata con la torre, i corpi laterali e il passaggio per i treni; e da Bergen-Belsen ci venivano le montagne di cadaveri trovate e fotografate dagli alleati al momento della liberazione. Conoscevamo alcune testimonianze di detenuti, ma molti libri apparvero subito dopo la guerra e vennero ristampati solo negli anni Ottanta, visto che nel frattempo non rientrarono nei programmi delle case editrici. Ora ci sono così tanti libri e film che il mondo dei Lager è ormai parte dell'immaginario collettivo che completa il mondo reale. La fantasia lo conosce ormai bene, e a partire dalla serie televisiva Olocausto e da film come La scelta di Sophie e soprattutto Schindler's list si muove anche in quel mondo. E non ne prende solo atto, ma integra e abbellisce. Allora la fantasia stentava a muoversi; riteneva che allo sgomento di cui era debitrice al mondo dei Lager non si confacessero le movenze della fantasia. Quelle poche immagini che doveva alle foto degli alleati e alle testimonianze dei detenuti, le ha poi guardate riguardate, fino a farne dei cliché.
Bernhard Schlink (The Reader)
Si te sacas una foto con flash… ¿Superman se pone celoso?
Berto Pedrosa (1200 Chistes para partirse: La colección de chistes definitiva (Spanish Edition))
Ti ricordi quello che facemmo con la mia foto di sposa? Voglio continuare per quella strada. Viene il giorno che mi riduco tutta a diagrammi, divento un nastro bucherellato e non mi trovi più.
Elena Ferrante (Storia di chi fugge e di chi resta)
Una vez cogí la pistola y me la puse en la cabeza. En la mano izquierda llevaba una aguja de hacer jersey con la que tenía que pulsar el botón de la polaroid para que me hiciera una foto apuntándome a la cabeza.
Félix Romeo (Dibujos animados)
C' è una foto che Irene ha scattato con gli occhi, un frammento, una di quelle istantanee dov'è condensata tutta la tenerezza per qualcuno che abbiamo amato o amiamo ancora, e che si acquattano nella memoria per la vita.
Diego De Silva (Mancarsi)
Ed è allora che noto una cartolina, seminascosta fra due cose da buttare. La tiro fuori. La fotografia sul davanti mostra una gola dalle pareti a picco con un sentiero angusto che si snoda sul versante roccioso e molto, molto più in basso, il nastro bianco di un fiume. Nella striscia di cielo azzurro e terso sopra la foto la didascalia recita: El Caminito del Rey, Andalusia. La mano mi trema talmente che quando giro la cartolina rischio di farla cadere. Ho visto la sua scrittura una volta soltanto, sui foglietti dei «posti felici» che mi aveva mostrato dopo che avevamo estratto «Bryher», ma la riconoscerei ovunque. Tre parole. Una sottolineatura. E un punto di domanda. Vorresti essere qui?
Martyn Bedford (Twenty Questions for Gloria)
Tiré de Avery hasta detenerse, cuando ella comenzo a regresar al grupo. Ante su mirada inquisitiva, hice un gesto sugerente hacia la cabina de fotos, ahora vacante. Avery se volvió con una sombra de rojo más adorable todavía. —Realmente creo que debemos de volver. —Está bien —suspire tan dramáticamente, que Avery rió—. Pero si yo ganó, entonces tienes que estar de acuerdo para ser mi novia. Avery tomó la mano que le ofrecia y dio una sonrisa como reconocimiento. —Y si ganó entonces tengo que serlo.
Kelly Oram
Y todavía lo remueve a uno por dentro y le empaña los ojos ver en las fotos y los viejos documentales de la liberación de París, cuando pasan los carros blindados aliados por las calles, aplaudidos y besados por franceses y francesas, a un montón de fulanos bajitos, morenos y sonrientes, despechugados de uniforme y siempre con un pitillo a medio fumar en la boca, y leer con asombro los nombres que esos tipos indestructibles pintaron sobre el acero para bautizar sus tanques: Guernica, Guadalajara, Brunete, Don Quijote o España Cañí.
Arturo Pérez-Reverte (Una historia de España (Spanish Edition))
Non sono tipo da messaggi o da idee io… Le idee, ne è piena l’enciclopedia… Io sono uno stilista. Un maniaco dello stile. Oh una cosa da nulla, una certa musichetta introdotta nello stile, tutto qui. Sono l’ultimo musicista del romanzo! Il resto, immaginazione, creatività e roba del genere, non mi interessa. La lingua, nient’altro che la lingua, ecco l’importante. La foto non è il vero: il vero lo si fa barando al modo giusto. Se prendi un bastone e vuoi farlo apparire diritto nell’acqua, devi prima curvarlo sennò sembra rotto. Bisogna romperlo prima di immergerlo. È un vero lavoro, è il lavoro dello stilista. Ci vuole un enorme respiro, grande sensibilità, è difficilissimo da fare, perché bisogna girarle attorno. Attorno a che? All’emozione! Perché in principio non era il verbo, era l’emozione. L’argot non si fa con il dizionario, ma con immagini nate dall’odio; è l’odio che fa l’argot! Tutti hanno voluto imitarmi, nessuno c’è riuscito… Mi prendono per un primitivo, un rozzo… Io invece sono un raffinato, un aristocratico, e quei cretini credono che improvvisi… Io so far ballare i tavolini e loro no, ecco la verità! I miei libri moriranno anche loro, e presto, si capisce, ma almeno avranno vissuto! Tanto i posteri saranno i cinesi… E quelli se ne fregheranno altamente della mia letteratura fessa e del mio stile vacca e dei miei tre puntini…
Louis-Ferdinand Céline
Una notte la fotografai con la Polaroid e infilai la foto nella cornice dello specchio in soggiorno. Reva pensava fosse un gesto amorevole, ma la foto per me era un memento di quanto poco mi divertiva la sua compagnia se mi veniva voglia di chiamarla quando ero sotto l'effetto di farmaci.
Ottessa Moshfegh (My Year of Rest and Relaxation)
Una foto no es mucha cosa, la verdad. Sólo puede capturar un momento entre millones de momentos de la vida de una persona, o de la vida de una casa. Pero estas fotos que tengo delante, las que pretendo describirte..., Tienen cierto valor, creo, aunque sólo sea porque me ayudan a recordar. Son la prueba de que las cosas de las que me acuerdo (o algunas de esas cosas, por lo menos) sucedieron de verdad y no son vagos recuerdos, ni fantasías, ni imaginaciones. ¿Pero qué pasa con los recuerdos de los que no hay fotos, ni prueba, ni confirmación posible? JONATHAN COE en “La lluvia antes de caer”.
Jonathan Coe
Infilai la foto dove l'avevo trovata. Mi resi conto che quei pensieri non mi avevano ferito. Chiudendo la porta della stanza mi chiesi se quello fosse il modo in cui sboccia il perdono, non con le fanfare di una epifania, ma con il dolore che, nel cuore della notte, fa i bagagli e si allontana senza nemmeno avvisare.
Khaled Hosseini (The Kite Runner)
Voleva mostrare al mondo i lati opposti della città che non dormiva mai. Voleva raccontare la sua storia attraverso i propri occhi, le proprie lenti. Molte persone avevano cercato di fare lo stesso. Nessuno aveva mostrato il lato davvero oscuro che si celava dietro i musical della classe media e delle celebrità che ammiccavano con falsi sorrisi ai paparazzi. O forse ce n’erano stati altri. Ma a lui non importava. Non voleva farlo per gli altri ma per sé. Comunque non aveva nessuno, a parte Rafe, a cui mostrare le foto. In ogni caso voleva farlo bene. Nonno Kevan aveva immortalato la sua vita con la macchina fotografica; era tempo che Pierce fotografasse la sua.
Chris Ethan (Il ragazzo con la valigia (C'era una volta un ragazzo, #1))
Alla fine, era questo il problema dell'amore. Era così facile romanticizzarlo perché era ovunque. Nella musica e in tv e nelle foto con i filtri di Instagram. Era nell'aria, fonte frizzante di possibilità infinite. Era nelle foglie autunnali, nelle porte di legno fatiscenti, nel ciottolato consumato e nei campi pieni di denti di leone. Era nello sfiorarsi di mani, nelle lettere scritte di getto, delle lenzuola stropicciate e nella luce dorata poco prima del tramonto. Uno sbadiglio soffice, una risata mattiniera, due paia di scarpe allineate accanto alla porta. Uno sguardo dall'altro lato della pista da ballo. Vedevo tutto questo, tutto il tempo, tutto intorno a me, ma quando mi avvicinavo restavo a mani vuote. Come un miraggio.
Alice Oseman (Loveless)
¿Alguna vez has tratado de tomar una foto de algo muy lejano? ¿Y observas a través del lente y la escena entera es una mancha borrosa? Así que te metes con el enfoque; acercando y alejando. Luego la cámara gira y segundos más tarde, boom, claridad instantánea. Todo encaja en su lugar. La imagen es tan clara como el cristal. Eso es lo que es para mí ahora mirando a Kate. De repente, es todo tan obvio. Tan jodidamente claro. Estoy enamorado de ella. Totalmente. Impotentemente. Patéticamente. Enamorado. Kate me posee. Cuerpo y alma. Es todo en lo que pienso. Es todo lo que nunca pensé que quería. No es solo perfecta, es perfecta para mí. Haría cualquier cosa por ella. Lo que sea. La quiero cerca de mí, conmigo. Todo el tiempo. Para siempre
Emma Chase (Tangled (Tangled, #1))
Pues éste es el valle de la muerte, aunque las vacas medren en él. En el jardín de esa mujer, las mentiras estaban desplegando sus sedas húmedas, Y los ojos del asesino moviéndose como babosas, de soslayo, Incapaces de encararse con los dedos, esos malditos egotistas. Los dedos estaban estampando una mujer en una pared, Un cuerpo en una pipa, y el humo elevándose. Este olor es el de los años que arden, aquí en la cocina, Éstos son los engaños, clavados como fotos familiares, Y esto es un hombre, mira su sonrisa, ¿El arma homicida? No, nadie ha muerto. En la casa, no hay ningún cuerpo del delito. Hay un olor a brillo, hay alfombras de felpa. Hay la luz del sol, empuñando sus aceros, Matón aburrido en un cuarto rojo Donde la radio habla sola como un pariente anciano.
Sylvia Plath
El acto fotográfico, un modo de certificar la experiencia, es también un modo de rechazarla: cuando se confina a la búsqueda de lo fotogénico, cuando se convierte la experiencia en una imagen, un recuerdo. El viaje se transforma en una estrategia para acumular fotos. La propia actividad fotográfica es tranquilizadora, y mitiga esa desorientación general que se suele agudizar con los viajes.
Susan Sontag (On Photography)
Una volta che lo scrittore diventa un volto separato e alienato (nel senso letterale), comincia una ridda cannibalica, quel volto appare ovunque, quasi sempre a sproposito. La foto testimonia la mia assenza, è un vessillo di distanza e solitudine. La foto mi blocca, congela la mia vita in un istante, nega il mio trasformarmi in qualcos'altro, il mio divenire. Divento un 'personaggio', un tappabuchi per impaginazioni frettolose, uno strumento che amplifica la banalità. Al contrario la mia voce, con la sua grana, con i suoi accenti, con la sua dizione imprecisa, le sue tonalità, ritmo e pausa, tentennamenti, è la testimonianza di una presenza anche quando non ci sono, mi porta vicino alle persone, e non nega il mio divenire perché è una presenza dinamica, mossa, tremolante anche quando sembra ferma.
Wu Ming 1
Pero a nadie se le había pasado por la cabeza que Willem pudiera morir antes. No habían hecho planes para afrontarlo porque nunca habían contemplado ese imprevisto. De haber sabido que cabía esa posibilidad, de haber sido menos absurda, de haber guardado pruebas. Habría grabado la voz de Willem hablando con él y habría guardado las grabaciones. Habría hecho más fotos. Habría intentado destilar la misma química corporal de Willem.
Hanya Yanagihara (A Little Life)
Miré a miss Baker, preguntándome qué sería lo que conseguía. Disfrutaba mirándola. Era una chica delgada, de pechos pequeños, que andaba muy derecha, algo que acentuaba echando los hombros hacia atrás como un cadete. Los ojos, grises, irritados por el sol, me correspondieron con igual curiosidad desde una cara triste, simpática, insatisfecha. Entonces me di cuenta de que la había visto antes en alguna parte, en persona o en una foto.
F. Scott Fitzgerald (The Great Gatsby)
Shane trattenne il respiro mentre gli si stringeva dolorosamente il cuore. Solo due settimane prima avrebbe ucciso per sentire quelle parole da Kayden Berlin, ma quel pensiero fece ricordare qualcos’altro a Shane, un’ultima cosa che voleva sapere. «E quelle cose che dicevi? Riguardo all’essere un cliché? Un disastro ferroviario?» Jesse trasalì. «Volevo ferirti. Non sopportavo l’idea che fossi caduto nella trappola come capita a molte persone di questo settore. So di cosa sei capace, Shane, ed è molto di più di quello che stai facendo.» Jesse fece una pausa. «E una parte di me era anche gelosa. Detestavo vedere foto di te con tutti quegli uomini. Puoi perdonarmi?» Shane lo voleva. Dio, come lo voleva. Ma era troppo presto, le ferite erano ancora troppo fresche e sanguinanti. «Non so.» Jesse fece un passo indietro. Per un attimo, apparve annichilito e la sua bocca tremò, ma lo nascose in fretta. «Capisco.»
Piper Vaughn (Moonlight Becomes You (Lucky Moon, #1))
—¿Acaso piensas que no son más que unos papelitos con una emulsión química en una de sus caras? Si es así, te equivocas. Son mucho más que eso. Atesoran parte de la vida de las personas. Reflejan la futilidad de un instante; la luz, el viento y el aire de un paisaje; la sonrisa y el azoramiento de la persona fotografiada, y el gozo y amor de quien toma la foto por aquello que fotografía. Por eso precisamente hacemos fotografías y por eso deben conservarse.
Yōko Ogawa (The Memory Police)
«Tutti questi uomini sono eroi,» continuò Jay, scorrendo le slide successive, che ci ritraevano tutti insieme, in gruppo. «Non solo perché hanno combattuto una guerra e rischiato le loro vite per il loro Paese. Sono eroi perché ogni notte combattono contro i loro incubi e ogni mattina si svegliano pronti ad affrontare una nuova giornata. Sono eroi perché non si sono arresi, quando sarebbe stato così semplice… smettere e basta. Sono eroi perché si preoccupano per gli altri, anche quando la loro vita è un casino. La loro battaglia non è finita quando sono tornati dalla guerra; in quel momento era appena iniziata. Eppure, affrontano ogni giorno con determinazione, con la speranza che sarà meglio di quello prima. E domani ci sarà meno dolore nascosto dietro il loro sorriso. A una settimana da oggi, gli incubi diverranno meno frequenti. Ma se questo non dovesse succedere?» La slide cambiò un’ultima volta, tornando alla foto di gruppo con cui Jay aveva cominciato. «Continueranno a combattere, perché è questo che fanno gli eroi.»
Teodora Kostova (Cookies (Cookies, #1))
Quién se ha subido alguna vez a un tren, a un avión o a un ascensor? Tenemos todas esas cosas gracias a que en su día hubo empollones que lo hicieron posible, personas que con o sin talento se esforzaron por estudiar, por investigar, por aprender, por dar un paso más que los demás... Cuando cogéis una moto, una bici, cuando cruzáis un puente, cuando compráis algo por internet, cuando encendéis una bombilla, cuando utilizáis el GPS para guiaros, cuando jugáis a la consola, cuando os hacéis una foto... todo eso es posible gracias a los que llamamos "empollones", de hecho toda vuestra vida depende de ellos.
Eloy Moreno (Invisible)
Dean tirò fuori altre fotografie. Mi resi conto che queste erano tutte le istantanee che i nostri bambini avrebbero guardato un giorno con stupore, convinti che i loro genitori avessero vissuto una vita liscia, ben ordinato, delimitata nella cornice di quelle fotografie e si fossero alzati al mattino per incamminarsi orgogliosi sui marciapiedi della vita, senza mai sognare la stracciata pazzia e la ribellione della nostra vita reale, della nostra notte reale, l’inferno di essa, l’insensata strada piena di incubi. Tutto questo dentro un vuoto senza principio e senza fine. Compassionevoli forme di ignoranza.
Jack Kerouac (On the Road)
Entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es sacar fotografías, actividad que debería enseñarse tempranamente a los niños pues exige disciplina, educación estética, buen ojo y dedos seguros. No se trata de estar acechando la mentira como cualquier repórter, y atrapar la estúpida silueta del personajón que sale del número 10 de Downing Street, pero de todas maneras cuando se anda con la cámara hay como el deber de estar atento, de no perder ese brusco y delicioso rebote de un rayo de sol en una vieja piedra, o la carrera trenzas al aire de un chiquilla que vuelve con un pan o una botella de leche.
Julio Cortázar (Las armas secretas)
Un huaco puede ser cualquier pieza de cerámica prehispánica hecha a mano, de formas y estilos diversos, pintada con delicadeza. Puede ser un elemento decorativo, parte de un ritual u ofrenda en un sepulcro. Los huacos se llaman así porque fueron encontrados en los templos sagrados llamados huacas, enterrados junto a gente importante. Pueden representar animales, armas o alimentos. Pero de todos los huacos, el huaco retrato es el más interesante. Un huaco retrato es la foto carnet prehispánica. La imagen de un rostro indígena tan realista que asomarnos a verlo es para muchos como mirarnos en el espejo roto de los siglos.
Gabriela Wiener (Huaco retrato)
—El día que conocí a tu madre, sabía que estaría en mi vida para siempre. Había algo sobre ella y supe que me estaba enamorando ese primer día. Te hacía querer ser mejor, tratar de ser digno de su amor. Lamentablemente, tu padre pensaba lo mismo, nadie entendía por qué cambió drásticamente, excepto yo. A pesar de que ella estaba conmigo, dejó de beber, dejó de dormir con otras chicas, es como si lo hubiera hecho madurar al instante y convertido en el tipo que finalmente quería ser para que pudiera tener una oportunidad con ella. Siempre tuve miedo de perderla por él algún día, es como si me diera cuenta de que era una cuestión de cuándo, no de sí. Pero tu madre era diferente, yo había salido con muchas chicas, pero realmente no me importaba si estaban allí o no. Eran sólo alguien para tratar de llenar el dolor de perder a mi padre. Así que cuando me reuní con ella y se dio cuenta de mis sentimientos, luché por mantenerla tanto tiempo como pude. No se lo digas a tu mamá, pero Chase y yo constantemente peleábamos por ella cuando no estaba cerca. Infierno, incluso peleábamos por ella cuando estaba cerca. Sabíamos que cualquiera de nosotros podría tener a cualquier chica que quisiéramos, pero sólo queríamos a Harper. Así que, por supuesto, siendo nosotros, las palabras se utilizaron en puños y volaban cuando nos quedábamos solos. No le dije esto, pero ya sabía lo que había pasado con tu padre antes de que ella me lo dijera. Cuando llegué a casa de la rotura, y Chase no me molestó de nuevo, sabía que algo había pasado. Sólo no sabía qué todavía. Pero ¿sabes qué pequeño hombrecito? No puedo ni siquiera estar loco sobre eso más, porque si no hubiera pasado, no estarías aquí ahora. Besó suavemente a nuestro hijo de tres meses quien estaba completamente cautivado en sus historias y señaló la última foto en el libro. —Y él te amaba y a tu mamá, muchísimo. Siempre voy a recordarte eso, pero desearía que hubieras podido reunirte con él.
Molly McAdams (Taking Chances (Taking Chances, #1))
No le fue fácil meter en la maleta el dia en que hicieron su primera cumunión las tres juntas.La vela, el libro y la foto afuera de la iglesia cupieron muy bien, pero no así el sabor de los tamales y del atole que nacha les había preparado y que habían comido después en compañia de sus amigos y familiares. Cupieron los huesitos de chabacano de colores, pero no así las risas cuando jugaban con ellos en el patio de la escuela, ni la maestra Jovita, ni el columpio, ni el olor de su recámara, ni el del chocolate recién batido. Lo bueno es que tampoco cupieron las palizas, los regaños de Mamá Elena, pues Tita cerró muy fuerte la maleta antes de que se fueran a colar.
Laura Esquivel (Like Water for Chocolate)
El rostro que ponemos especial empeño en recordar al principio es muy nítido y omnipresente, pero a medida que pasa el tiempo —y seguramente por ese ahínco, que lo desgasta y lo desvirtúa y deforma— empieza a difuminársenos, y acaba por resultar casi imposible que los ojos de la mente lo convoquen y se lo representen con fidelidad. De pronto nos sorprendemos mirando una fotografía para conseguirlo, y aun así: la foto quieta va suplantando a la cara real, con sus gestos y su movimiento, las facciones se congelan y ya sólo existen las de la instantánea, que de tanto mirarla sustituye a la persona y la borra o la destierra o expulsa, por eso cuesta tanto recordar de veras a los muertos que se nos alejan.
Javier Marías (Berta Isla)
¿SABES QUÉ ES UN "HOT BUTTON"? TEN CUIDADO QUE SABER UTILIZARLOS PUEDE DARTE UN PODER PELIGROSAMENTE PODEROSO... ESTO NO ES FICCIÓN... son generalmente palabras, pero pueden ser también imágenes e incluso aromas o situaciones, que se encuentran asociados con sentimientos y recuerdos muy profundos y fuertes, ya sean buenos o malos. Al activarse el Hot Button, la persona evoca casi involuntariamente estos sentimientos, provocando muchas veces una desestabilización emocional o cambios abruptos de actitud –explicó Augustus mientras Nicolás lo escuchaba atentamente. Todos tenemos en nuestro interior Hot Buttons, algunos evidentes, otros, ocultos en la profundidad de nuestro inconsciente. Al ser “presionados”, disparan automáticamente fuertes emociones. Como dije anteriormente, los Hot Buttons pueden ser a veces positivos y en otras, negativos. Por ejemplo, en el amor solemos encontrar abundantemente de los dos tipos. Un lugar, una foto, un perfume, una canción, una persona, una palabra, un texto, hasta cosas aparentemente insignificantes, a veces te hacen transportar casi inevitablemente a fuertes recuerdos y sensaciones. Uno va caminando por la calle, concentrado en temas laborales y justo escucha sin querer “aquella” canción del primer beso de un GRAN AMOR. Si esta canción te hace acordar a un amor frustrado, posiblemente estemos hablando de un Hot Button negativo; si -en cambio- te recuerda al actual amor, probablemente sea positivo. En ambos casos, es muy probable que a causa del mismo nos cambie el humor del momento, la concentración y hasta incluso actuemos diferente respecto a si no hubiésemos escuchado “esa” canción. Más de uno en estos casos, habrá llegado casi desesperado a su trabajo, y rastreado ese viejo número telefónico que estaba guardado en algún lugar recóndito… Negativos, hay miles también. Muchos se relacionan con complejos y malas experiencias sufridas. El que se quema con leche, ve una vaca y llora, dicen con sabiduría. Los complejos de inferioridad, en todas sus variantes, contienen muchísimos Hot Buttons. Ni que hablar de aquellas personas que tienen problemas con su ego y autoestima. ¡Qué tema el EGO!… Muchas veces, en peleas entre personas cercanas, se suelen decir “verdades” espantosas y crueles, ya que embargadas por su ira, no se contienen, no filtran y no miden entonces sus palabras, ni sus consecuencias. En estas ocasiones, se suele meter el dedo en la llaga y esto suele provocar un aumento estrepitoso de la riña, que muchas veces incluso deriva en secuelas no deseadas… Meter el dedo en la llaga, es sin duda haber apretado un Hot Buttons muy concreto... La cuestión es que si alguien logra identificar tus Hot Buttons, se imaginan lo que pueden provocar en vos si sabe utilizarlos… qué miedo… ¿no?... ¿Vos tenes identificados cuáles son tus Hot Buttons? Contanos… Gonzalo GUMA
Gonzalo Guma (Equinoccio. Susurros del destino)
–Todos soñamos con volver. Es difícil de explicar. Yo no volvería ni loco. Pero sueño con volver –hice una pausa–. Ustedes también. –¿Nosotros? –Los que nunca estuvieron. ¿Para qué nos buscan, si no? Nos buscan y nos tienen miedo. Suponen que sabemos algo, que no les queremos decir, y que ustedes no quieren saber; nos envidian porque conocemos el camino y temen que se los revelemos. Dejamos un espacio preciso cuando nos fuimos, pero allá cambiamos de forma, y al volver ya no encajábamos, por más vueltas que nos dieran, en el rompecabezas; volvimos diez mil iluminados, locos, profetas malditos, y ahí andamos, sueltos por las cuatro puntas del país, hablando un idioma que nadie entiende, haciendo como que trabajamos, jugamos al fútbol, cogemos, pero nunca del todo, en algún lugar sabiendo siempre que algo nuestro valioso e indefinible quedó enterrado allá. En sueños, al menos, todos volvemos a buscarlo. ¿Entendés? No es el criminal el que vuelve al lugar del crimen. Es la víctima, bajo la tiránica esperanza de cambiar ese resultado injusto que la dañó. Andá a preguntarle a los ingleses. ¿Cuántos te crees que quieren volver? Somos nosotros, los perdedores, los triturados, los que gritamos “volveremos volveremos” cada vez que hay alguien que quiera escuchar. ¿Qué puede interesarle la revancha al ganador? El infierno nos marcó de tal manera que creemos que volviendo lo haremos paraíso, y a la noche nos despertamos llamando papá a los demonios que nos clavaban arpones riendo. ¿Sabés por qué todavía, diez años después, seguimos disfrazándonos de esta manera, reuniéndonos para organizar expediciones imposibles, reconstruyendo hasta el segundo cada uno de aquellos días que lo mejor sería olvidar? Estamos infectados, entendés, las llevamos en la sangre y nos morimos de a poco, como los chagásicos. ¿No las viste, que son iguales a pólipos? Cada año que pasa, se extienden un poco más, como esas manchas en la pared. Trauma de guerra, trauma de guerra, no es tan fácil. Estamos enamorados hasta la médula, y las odiamos. Fetichistas, adoramos una foto, una silueta, una bota vieja. No es verdad que hubo sobrevivientes. En el corazón de cada uno hay dos pedazos arrancados, y cada mordisco tiene la forma exacta de Las Islas. Tratamos de llenarlos con las cosas de acá, pero es como taparlos con estopa. ¿Sabés cuántos de nosotros nos suicidamos por ese amor?
Carlos Gamerro (Las islas)
Carta a James Sandoe, 14 de octubre de 1949. Ahora estoy leyendo “So little time”, de Marquand. Recuerdo, o creo recordar, que fue bastante maltratada cuando apareció, pero a mí me parece llena de ingenio agudo y vivacidad, y en general mucho más satisfactoria que “Point of no return”, que me resultó aburrida en su impacto total, aunque no aburrida mientras se la lee. También empecé “A sea change”, de Nigel Demis, que parece bien. Pero siempre me gustan los libros equivocados. Y las películas equivocadas. Y la gente equivocada. Y tengo la mala costumbre de empezar un libro y leer sólo lo necesario para asegurarme de que quiero leerlo, y ponerlo a un lado mientras rompo el hielo con otros dos. De ese modo, cuando me siento aburrido y deprimido, cosa que pasa con demasiada frecuencia, sé que tengo algo para leer tarde en la noche, que es cuando más leo, y no ese horrendo sentimiento desolador de no tener a nadie con quien hablar o a quien escuchar. ¿Por qué diablos esos idiotas de editores no dejan de poner fotos de escritores en sus sobrecubiertas? Compré un libro perfectamente bueno... estaba dispuesto a que me gustara, había leído sobre él, y entonces le echo una mirada a la foto del tipo y es obviamente un completo imbécil, una basura realmente abrumadora (fotogénicamente hablando) y no puedo leer el maldito libro. El hombre probablemente no tiene nada malo, pero para mí esa foto, esa tan espontánea foto con la corbata chillona desajustada, el tipo sentado en el borde de su escritorio con los pies en la silla (siempre se sienta así, piensa mejor). He pasado por esta comedia de la foto, sé lo que hace con uno.
Raymond Chandler (Selected Letters)
La macchina parte con il conto alla rovescia, da tre. La prima foto la improvvisiamo. Arthur avvicina la testa alla mia ed entrambi sorridiamo, supersemplice. Per la seconda foto Arthur tira fuori la lingua ed emette un “Aaaaaah” come se un dottore gli stesse esaminando la bocca. Io faccio un occhiolino esagerato. Per la terza foto Arthur si volta verso di me. A me batte forte il cuore perché sembra mi voglia baciare, ma a me ancora non viene. Lo so che è molto bello aver ritrovato il ragazzo che ho incontrato all’ufficio postale, ma per quanto lui sia affascinante, non posso costringermi a baciarlo prima di sentirmi pronto. Prima di desiderarlo. Ci fissiamo e quando scatta l’ultimo flash ci stiamo sorridendo. Usciamo dalla cabina e prendiamo una copia ciascuno da conservare. Stiamo davvero molto bene insieme
Becky Albertalli (What If It's Us (What If It's Us, #1))
«Stiamo mettendo un annuncio su Craigslist per trovare il tipo che ho incontrato in posta.» «Craigslist?» La mamma stringe gli occhi. «Arthur, assolutamente no.» «Perché no? Voglio dire, a parte il fatto che è inutile ed è impossibile che lui lo veda mai...» Papà si strofina il mento. «Perché pensi che non lo vedrà?» «Perché i ragazzi come lui non vanno su Craigslist.» «I ragazzi come te non vanno su Craigslist» dice la mamma. «Non ti permetterò di farti uccidere da un assassino con il machete.» Scoppio in una risata breve. «Okay, sono abbastanza sicuro che non succederà. Mi manderanno foto oscene, probabilmente. Ma assassini con il machete...» «Oh. Okay, in qualità di madre ho intenzione di procedere a porre il veto anche sulle foto oscene.» «Ma non è quello che cerco!» «Se metti un annuncio su Craigslist, stai cercando foto oscene»
Becky Albertalli
Il fatto è che del dio degli Inglesi non ti devi mai fidare. Questi servizi segreti più o meno deviati si fanno i fatti miei e i fatti tuoi, anche se vivi una vita normale e non sei incazzato a morte con il sistema di valori in cui vivi. Sono un po’ quelli che avevano già Facebook prima di te. Prima anche di Mark Zuckerberg. E non devi nemmeno registrarti né pubblicare nulla. Loro ascoltano le tue telefonate. Guardano le tue foto. Se scrivi sul pc si godono i tuoi aggiornamenti di stato. Leggono le tue email come fossero messaggi in bacheca. Non riescono a smettere di farsi i cazzi tuoi. Vigilano su noi poveri cavalli. Su voi poveri buoi. E appena siamo inutilizzabili, ci conducono al macello. Puoi provare a denunciarli per stalking, perché a un certo punto sono davvero un riccio nel culo. Ma ho come la sensazione che non riusciresti a portarli in tribunale.
Stefano Zorba (Mi innamoravo di tutto: Storia di un dissidente)
Le había dicho que se paseaba por el patio como si estuviera en una fiesta. Yo no lo habría expresado así, pero entiendo lo que quería decir. Tiene relación con lo que dije de que Andy llevaba su libertad como un abrigo invisible y con lo que dije de que nunca llegó a tener en realidad una mentalidad carcelaria. Nunca llegó a tener esa mirada obtusa. Nunca llegó a caminar como caminan los hombres cuando termina la jornada y han de volver a sus celdas para otra noche interminable... encorvados, aturdidos. Andy caminaba erguido y con paso vivo siempre, como quien se dirige a casa, donde le aguardan una buena cena hogareña y una buena mujer, y no la bazofia insípida de verduras pastosas, puré de patatas grumoso y una o dos tajadas de ese material cartilaginoso y grasiento que casi todos los presos llaman «carne de enigma»... eso y una foto de Raquel Welch en la pared.
Stephen King (Rita Hayworth and Shawshank Redemption)
Miré a Claudia Romero Viscasillas intentando saber si era subnormal. A veces me pasa que no los distingo y eso termina creando muchísimos problemas. El curso anterior llegaron dos hermanos nuevos a nuestra clase, y la profesora nos dijo que uno era un poco especial porque tenía “Síndrome de Down”. Yo al acabar la clase le pregunté a una profesora qué era el síndrome de Down. Me enseñó unas fotos, porque la profe Marina nos trataba como a monos enseñándonos imágenes todo el rato, y a mí me parecía más el que no era, Raúl, que el que sí, Antonio. Así que me pasé el curso explicándole a Raúl cómo se abrían y cerraban las persianas y cómo se jugaba a polis y cacos. Él me escuchaba con mucha atención y me hacía siempre caso, y luego me pasaba la mano por el pelo como también hacía con su hermano. Raúl Fernández Calige y Antonio Fernández Calige. Solo estuvieron un año con nosotros, porque su padre era militar y lo destinaron a otra parte, pero en ese curso Raúl y yo fuimos inseparables de la manera en que sólo pueden serlo dos personas que creen que el listo es él.
Manuel Jabois (Malaherba)
—¿Se puede saber por qué cojones tardáis tanto? —interrumpió una voz. Thomas no se sorprendió al verlo entrar, pero lo que le sentó como una patada en los huevos fue ver a Olivia empezar a babear. —¡Ay, Dios mío! ¡No me lo puedo creer! ¡Ay, que me da algo! —Tranquila mujer —murmuró Nicole a su lado. —¡No sabes la ilusión que me hace conocerte! —Me parece muy bien —dijo Max sorprendido ante su efusividad. Olivia, ni corta ni perezosa, le plantó un par de besos. Y después, para sufrimiento del abogado, se acercó, no para situarse junto a él, no, para pedirle con todo el descaro del mundo su móvil ultramoderno y sacarse fotos. —Es una oportunidad única —se justificó sonriente, mientras Nicole hacía las fotos—. Si no es mucho molestar, ¿me puedes firmar un autógrafo? —Joder, ver para creer —masculló Thomas, cada vez más molesto. —Por supuesto —accedió Max, que parecía más que acostumbrado a esas cosas. —Aquí. —Apartó el cuello de su camiseta, dejando libre una considerable porción de piel sobre su pecho izquierdo—. Una firmita aquí, ya verás cuando lo cuente. —Y para mayor enfado de Thomas agarró un rotulador indeleble y se lo dio.
Noe Casado (Treinta noches con Olivia)
«È solo... il fatto che tu non sia mai uscito con nessuno prima e non abbia mai baciato nessuno... Non lo so. E se io rovinassi tutto? Non voglio essere quello che rovina il tuo primo bacio.» «Non lo saresti.» «È che mi sento sotto pressione, capisci. Voglio che sia perfetto.» «Essere con te è già perfetto.» Lui ridacchia. «Voglio dire, a parte il fatto che sottovaluti drammaticamente la mia destrezza con la macchina pesca pupazzi, e che il sosia di Ansel Elgort ci ha provato con te, e le tue cinquantasei foto con il tuo ex e...» E lui mi bacia. Così, di punto in bianco. Le sue mani sono sulle mie guance, e lui mi sta baciando. Cristo santo. Voglio dire, non mi ero mai reso conto di quanto ti è vicina la faccia di una persona quando ti bacia. La sua testa è proprio qui. Leggermente inclinata per adattarsi alla mia. I suoi occhi sono chiusi e le sue labbra si muovono sulle mie, e WOW, non so quanto sia appropriato e in regola avere un’erezione in una situazione del genere, ma... ehm. Dovrei rispondere al bacio. Cerco di muovere le labbra come sta facendo lui, come se cercassi di mangiargli la bocca senza usare i denti. Ma mi sa che lo sto facendo nel modo sbagliato, perché lui si tira indietro di qualche centimetro e mi sorride.
Becky Albertalli (What If It's Us (What If It's Us, #1))
La prima volta che andò al negozio di piazza dei Martiri per capire cosa farne la colpì che sulla parete dove c’era stato il pannello con la sua foto da sposa ci fosse ancora la macchia nerogiallastra della sfiammata che lo aveva distrutto. Quella traccia la infastidì. Non mi piace niente, pensò, di tutto quello che mi è successo e che ho fatto prima di Nino. E le venne in mente all’improvviso che in quello spazio al centro della città si erano verificati per motivi oscuri i momenti salienti della sua guerra. Lì, la sera degli scontri con i giovani di via dei Mille, aveva definitivamente deciso che doveva sottrarsi alla miseria. Lì s’era pentita di quella decisione e aveva deturpato la sua foto in abito da sposa e aveva preteso che lo sfregio, per sfregio, figurasse nel negozio come una decorazione. Lì aveva scoperto i segni che la sua gravidanza stava per essere cancellata. Lì, ora, stava naufragando l’impresa delle scarpe, fagocitata dai Solara. E lì, ecco, il suo matrimonio sarebbe finito, si sarebbe strappata di dosso Stefano e il suo cognome con tutto ciò che ne sarebbe derivato. Che sciatteria, disse a Michele Solara indicandogli la macchia di bruciato. Poi uscì sul marciapiede a guardare i leoni di pietra al centro della piazza e ne ebbe paura.
Elena Ferrante (The Story of a New Name (Neapolitan Novels, #2))
Entre las cosas más importantes que se van preparando dentro de uno se cuentan los encuentros aplazados. Puede tratarse tanto de lugares como de personas, tanto de cuadros como de libros. Hay ciudades que ansío tanto ver, que es como si estuviese predestinado a pasar en ellas una vida entera, desde el comienzo. Con cien ardides evito ir a esas ciudades, y cada nueva ocasión de visitarlas que dejo pasar acrecienta tanto su importancia en mí, que cabría pensar que estoy en el mundo únicamente en razón de ellas, y que si dichas ciudades, que me siguen aguardando, no existiesen, hace ya mucho tiempo que habría yo perecido. Hay personas sobre las cuales oigo hablar con gusto, y es tanto lo que oigo, y tal la avidez con que lo oigo, que podría pensarse que sé yo más sobre ellas que ellas mismas, pero evito ver alguna foto o cualquier representación visual suya, como si hubiera una prohibición especial y justificada de conocer su rostro. También hay personas con las que durante años me he venido encontrando en un mismo camino, personas sobre las cuales reflexiono, parecidas a enigmas que me hubieran encargado de resolver a mí, y no les dirijo, sin embargo, una sola palabra, paso mudo a su lado como mudas ellas pasan junto a mí, y nos miramos con una mirada que es una pregunta y mantenemos bien cerrados los labios; me imagino nuestra primera conversación, y me emociono al pensar cuántas cosas inesperadas llegaría a conocer. Y hay, finalmente, personas a las que desde hace años vengo amando sin que ellas puedan llegar a barruntarlo; yo me voy haciendo cada vez más viejo, y sin duda tiene que parecer una ilusión absurda el que alguna vez vaya a decirles que las amo, aunque siempre vivo pensando en ese instante magnífico. Sería incapaz de existir sin estos prolijos preparativos de lo futuro; y cuando me examino a mí mismo con detalle, veo que no son para mí menos importantes que las sorpresas súbitas que llegan como si no llegasen de ningún sitio y subyugan en el acto. No me gustaría mencionar los libros para los que todavía me estoy preparando; entre ellos se cuentan algunas de las obras más famosas de la literatura universal, obras de cuya importancia no me permitirá dudar, pues sobre ellas están de acuerdo todos aquellos autores del pasado cuyas opiniones han sido determinantes para mí. Es evidente que, tras haber estado aguardando veinte años, una colisión con esas obras se convierte en algo de enorme importancia; tal vez sólo así resulte posible acceder a esos renacimientos espirituales que nos preserven de las consecuencias de la rutina y la decadencia.
Elias Canetti (Masa y poder (Spanish Edition))
En el muro de Facebook hay una opción que te permite añadir "Me gusta" al comentario o la foto de otro internauta. El pictograma es una mano cerrada con el pulgar hacia arriba. También ofrece la posibilidad, en caso de arrepentimiento, de sustituirlo por un "Ya no me gusta". Eso es todo. La red social de Zuckerberg no admite la alternativa de matizar esa adhesión o ese arrepentimiento con algún estado intermedio, quizá titubeante o más gaseoso. Sólo acepta la rotundidad de un sí o un no, del blanco o el negro, con el pulgar hacia arriba o hacia abajo, sin medias tintas. La duda ha sido expulsada de esta arcadia digital y condenada a vagar por el desierto de territorios más lejanos y lentos, es decir, más literarios [...] Ahora bien, pensar consiste justamente en lo contrario. Pensar implica el compromiso radical de ir un paso más allá del "Me gusta" o "No me gusta", de suspender la fase infantil de la imposición caprichosa de nuestros antojos. Aquí no sirve eso tan socorrido del "Porque lo digo yo" y el puñetazo en la mesa. Hay que razonar, justificar, argumentar con palabras de peso nuestro amor, nuestro rechazo, lo cual es complicado e incómodo, ya que puedes equivocarte o quedar en ridículo. O puedes caer en la paradoja de aquel personaje de Monterroso, un escritor cuya esposa, tras desvelar los hábitos de trabajo de él, concluía: «Cuando no se le ocurre nada escribe pensamientos».
Eloy Tizón (The Art of Fiction)
«L’ultima foto è splendida» dice Arthur. «Io... non importa.» «Vai avanti.» Arthur si guarda le scarpe. «Io sembro molto più felice di te. Va bene se vuoi chiuderla qui. Se sei ancora preso dal tuo ex, lo capisco. Cioè, non lo capisco. Ma posso immaginare.» «No, è solo... mi sono divertito molto, ma so di non esserci stato al cento per cento.» È colpa mia. Ho portato Arthur in un posto dove venivo sempre con Hudson. Inoltre, non so quanto posso investire davvero in questa storia, dal momento che lui se ne andrà comunque alla fine dell’estate. Restiamo entrambi in silenzio. Vorrei tanto vedere Arthur nel modo in cui lui vede me. Potrebbe volerci del tempo, però, e il tempo non è proprio dalla nostra parte. Arthur sospira e fissa il pavimento. «Ho rovinato il mio primo appuntamento. Che bravo.» «No, non l’hai rovinato... sono io quello che ha fatto casino. Sono sempre pronto a distruggere tutto quello che di buono l’universo lancia nella mia direzione, dal momento che sono convinto che l’universo mi odi. Ma forse l’universo sta solo pianificando un gioco a lungo termine. E tutto quello che è sempre andato male è andato così per poter diventare giusto dopo. Non lo so.» «Per cui l’appuntamento è andato bene? O male?» «Non è andato male, ma penso che se è l’universo che ci sta mettendo insieme, la nostra storia merita un primo appuntamento più mitico. Vorrei tanto rivederti. Forse dovremmo provare con una replica di questo appuntamento»
Becky Albertalli (What If It's Us (What If It's Us, #1))
«Non so che cosa mi aspetta dopo» dico. Le mie dita sono nervose. «Io ti implorerò sempre per un sequel» dice Arthur. «Manda avanti la storia.» «E se fosse meglio chiuderla finché ha successo?» «Come fai a saperlo se non le dai un’altra possibilità?» Sorrido. «Già, una replica.» Sono abbastanza sicuro che non stiamo più parlando del mio libro. Almeno, Arthur è molto meno sfacciato di una volta. A differenza dell’anno scorso, quando mi ha insistentemente fatto credere che sarebbe venuto a New York per passare il capodanno con me, così a mezzanotte avremmo guardato la palla cadere e se ci fosse capitato di baciarci per lui non sarebbe stato un problema. Non è successo, ma Arthur è ancora l’ultima persona che ho baciato. Una volta ho pensato che mi stesse venendo una cotta per un tizio al corso di scrittura creativa, ma non è durata molto. Ho soltanto bisogno di più tempo da solo, penso. Per credere davvero nel mio valore senza l’aiuto di altri. Il che non significa che non mi scopra a seguire con il dito il nome di Arthur sul magnete che ho comprato insieme a quello che ha lui, con il mio nome. O a fissare la foto di quando l’ho baciato davanti all’ufficio postale dove ci siamo incontrati. O a pensare costantemente al futuro e a chiedermi: “E se...?”. «Mai dire mai» dice Arthur. «Giusto?» Quanta speranza appesa a una parola. «Giusto» dico. «Non si sa mai che cosa ha in programma per noi l’universo.» Io non so che cosa abbiamo in programma noi per noi stessi. E se ci fosse una replica nel nostro futuro? E se finissimo di nuovo nella stessa città e riprendessimo da dove abbiamo lasciato? E se andassimo lontano quanto avevamo sperato e bum, lieto fine per noi? E se invece per noi fosse tutto qui? E se non ci baciassimo mai più? E se fossimo presenti l’uno per l’altro nei momenti importanti, ma non fossimo al centro di quei momenti? E se l’universo avesse sempre voluto che ci incontrassimo e restassimo per sempre l’uno nella vita dell’altro come migliori amici? E se riscrivessimo tutto quello che ci aspettiamo da un lieto fine? O... E se non avessimo ancora visto la versione migliore di noi
Becky Albertalli (What If It's Us (What If It's Us, #1))
En esa reunión, Fidel Castro, el dictador cubano, se haría una foto histórica al lado de David Rockefeller, uno de los símbolos del capitalismo multinacional. La imagen recorrería el planeta, pero era mucho menos sabido que Peggy, la hija de David, había visitado frecuentemente Cuba desde 1985 o que David Rockefeller se reuniría al día siguiente con Castro en el edificio del Consejo de Relaciones Exteriores en Park Avenue.91 Para muchos podía parecer un simple gesto de cortesía social o un acto incomprensible, pero sería el propio David Rockefeller el que explicaría perfectamente su conducta en el año 2002 en sus Memorias. Millonario, filántropo, participante habitual en los círculos más elevados del poder, David Rockefeller realizaría la siguiente confesión: «Algunos creen incluso que nosotros — los Rockefeller — somos parte de una cábala secreta que trabaja contra los mejores intereses de los Estados Unidos, caracterizando a mi familia y a mí como «internacionalistas» que conspiran alrededor del mundo con otros para construir una estructura global política y económica más integrada — un mundo, si se quiere. Si esa es la acusación, me declaro culpable y estoy orgulloso de ello». La afirmación de Rockefeller resultaba de enorme relevancia no solo por su sinceridad, sino por su contundencia. Ante la acusación de que desarrollaba una agenda que no era la de los Estados Unidos y que incluso iba contra los intereses de esta nación, una agenda que manifestaba en su cordialidad ante el dictador cubano Fidel Castro, David Rockefeller se declaraba culpable y además orgulloso de serlo. Ante la acusación de ser un internacionalista que conspiraba con otros en todo el mundo, se declaraba culpable y orgulloso de serlo. Ante la acusación de estar construyendo una estructura política y económica de carácter global que avanzara hacia un solo mundo se declaraba culpable y orgulloso de serlo. A inicios de este siglo, apenas perpetrados los atentados del 11-S, Rockefeller no tenía el menor reparo en reconocer públicamente que sostenía una agenda globalista cuya finalidad era someter al mundo a un nuevo orden que chocaba incluso con los intereses de naciones como los Estados Unidos.
César Vidal (Un Mundo Que Cambia: Patriotismo Frente a Agenda Globalista (Spanish Edition))
Se puede partir de cualquier cosa, una caja de fósforos, un golpe de viento en el tejado, el estudio número 3 de Scriabin, un grito allá abajo en la calle, esa foto del Newsweek, el cuento del gato con botas, el riesgo está en eso, en que se puede partir de cualquier cosa pero después hay que llegar, no se sabe bien a qué pero llegar, llegar no se sabe bien a qué, y el riesgo está en que en una hora final descubras que caminaste volaste corriste reptaste quisiste esperaste luchaste y entonces, entre tus manos tendidas en el esfuerzo último, un premio literario o una mujer biliosa o un hombre lleno de departamentos y de caspa en vez del pez, en vez del pájaro, en vez de una respuesta con fragancia de helechos mojados, pelo crespo de un niño, hocico de cachorro o simplemente un sentimiento de reunión, de amigos en torno al fuego, de un tango que sin énfasis resume la suma de los actos, la pobre hermosa saga de ser hombre. No hay discurso del método, hermano, todos los mapas mienten salvo el del corazón, pero dónde está el norte en este corazón vuelto a los rumbos de la vida, dónde el oeste, dónde el sur. Dónde está el sur en este corazón golpeado por la muerte, debatiéndose entre perros de uniforme y horarios de oficina, entre amores de interregno y duelos despedidos por tarjeta, dónde está la autopista que lleve a un Katmandú sin cáñamo, a un Shangri-La sin pactos de renuncia, dónde está el sur libre de hienas, el viento de la costa sin cenizas de uranio, de nada te valdrá mirar en torno, no hay dónde ahí afuera, apenas esos dóndes que te inventan con plexiglás y Guía Azul. El dónde es un pez secreto, el dónde es eso que en plena noche te sume en la maraña turbia de las pesadillas donde (donde del dónde) acaso un amigo muerto o una mujer perdida al otro lado de canales y de nieblas te inducen lentamente a la peor de las abominaciones, a la traición o a la renuncia, y cuando brotas de ese pantano viscoso con un grito que te tira de este lado, el dónde estaba ahí, había estado ahí en su contrapartida absoluta para mostrarte el camino, para orientar esa mano que ahora solamente buscará un vaso de agua y un calmante, porque el dónde está aquí y el sur es esto, el mapa con las rutas en ese temblor de náusea que te sube hasta la garganta, mapa del corazón tan pocas veces escuchado, punto de partida que es llegada. Y en la vigilia está también el sur del corazón, agobiado de teléfonos y primeras planas, encharcado en lo cotidiano. Quisieras irte, quisieras correr, sabes que se puede partir de cualquier cosa, de una caja de fósforos, de un golpe de viento en el tejado, del estudio número 3 de Scriabin, para llegar no sabes bien a qué pero llegar.
Julio Cortázar
-Sáquese una foto con el futuro del país. La frase me sorprendió, porque respondía a una que había anotado en alguna de tantas cajetillas de Gitane: Yo diría que es casi imposible encontrar a alguien en Chile que no tenga una idea del futuro. Sobre todo, los niños de una generación que no había conocido un país diferente, y sin embargo, tenían ya una convicción propia de su destino.
Gabriel García Márquez (Clandestine in Chile: The Adventures of Miguel Littín)
Nunca fui yo sola. Siempre fui con alguien. Siempre fui con él. O casi, ahora que decido a escribir esa historia, prefiero decir contigo. No hay una sola foto en la que salga sola. Siempre salía contigo. O eras tú quien me miraba desde el otro lado. O aparecía tu sombra. O parte de tu dedo tapando el objetivo. Aunque la de la foto fuera yo era tu mirada sobre mí la que quedaba retratada. No era yo sola. Era la que yo era contigo.
Vanessa Montfort (Mujeres que compran flores)
La foto había sido retocada con un programa de ordenador. La piel de Rachel era la de una modelo; habían retocado el color para que resplandeciera como una manzana. Era un error. Había que humanizar a la víctima, no deshumanizarla. Es la imperfección la que nos hace humanos. En las arrugas y en las líneas de expresión llevamos escrita la historia de nuestra vida.
James Carol (Broken Dolls (Jefferson Winter, #1))
«L’ha scattata mia mamma dopo il nostro primo grande evento. Uno che si è svolto in una vera e propria location per concerti, e non in uno squallido bar.» Jesse allungò la mano e toccò lievemente la cornice. «Il posto era minuscolo, e nessuno sapeva chi fossimo, ma, Dio, fu così divertente.» Luka annuì. Avrebbe potuto capire tantissimo dall’enorme sorriso che ognuno di loro sfoggiava, in quella fotografia. «Wow.» Luka si schiarì di nuovo la gola. «Il modo in cui ti guarda…» «Già.» Luka riuscì a percepire amore nella voce di Jesse. «Alcuni anni dopo aver scattato questa foto, mia mamma mi disse che fu proprio quella sera che capì come stavano le cose tra me e Shane.» «Vorrei che qualcuno, un giorno, mi guardasse allo stesso modo.» Luka deglutì il nodo in gola. «Nick lo fa già.» Luka sbarrò gli occhi dalla sorpresa, e voltò il viso di lato a guardare Jesse. «Come?» «Non te ne sei accorto?» Jesse sorrise con dolcezza. «Sicuramente non ha la minima idea di farlo, ma ti guarda come se non vedesse nient’altro. È pazzo di te. Si vede.» Luka si morse il labbro e cercò di ignorare le farfalle nello stomaco
Piper Vaughn (The Luckiest (Lucky Moon, #2))
Ateísmo burgués del siglo XIX, llamó Hugo Hiriart a la religiosidad en la que imagino vivir. No sé cómo apareció esta terminante descripción en el espléndido discurso en torno a la Ilíada, con el que entró a formar parte de la Academia Mexicana de la Lengua. Pero me sentí cómoda arropándome en semejante categoría. Hasta cuando me creo moderna soy anticuada. Esto de ser ateo viene del siglo XIX. Hasta del tardío XVIII. Mi bisabuelo liberal ya era obsoleto. Con todo, yo tengo mi fe. Creo en la madre naturaleza y en los seres humanos que son generosos y buenos. Ahí está el dios de esta atea. Creo en Elizabeth Bennet, en Úrsula Iguarán, en Isaac Dinesen. Creo en la Maga y en la valentía de Leonor. Creo que tiene razón Mateo cuando lo aflige que haya guerra en Ucrania, cuando dilucida que si aletea una mariposa en África, tiembla en México. Creo en Verónica cuando se niega a heredarles a nuestros hijos la mugre del río Atoyac. Creo en los trabajadores obsesivos, como Roberto, Kathya, Héctor y Catalina. Creo en los misterios del fondo del mar, en el cine, en la poesía del Siglo de Oro y en la del siglo XX. Creo en la memoria, en la escuela primaria, en el amor de los quince años y en el sexo de los cincuenta. Creo en las comedias musicales, las jacarandas y los rascacielos. Creo en el caldo de frijoles y el arroz blanco, creo en el horizonte y en que un día tendré más nietos. Creo en la música de Rosario, en las películas de Catalina, en el libro que me cuenta Mateo. Creo en las historias que Virginia trae del Metro, creo que tenemos remedio, creo en los lápices del número tres, en la punta de las plumas Mont Blanc, en la ciencia del doctor Goldberg, en la incredulidad del doctor Estañol, en los barcos con que soñaba una mujer frente a la bahía de Cozumel, en el perro volando que vió doña Emma en un ciclón, en la frente lúcida y la nariz perfecta de la antropóloga Guzmán, en la Sierra Negra cuando la recorre Daniela, en las mujeres que han llamado a su grupo “Los varitas de nardo” y son diez gordas reunidas para cambiar sus hornos de leña por unos que contaminen menos. Creo en el hipo con que mi perro anuncia que está soñando un vuelo alrededor del mundo, creo en el diccionario de la RAE y en las cartas que mandan mis amigos. Creo que aún camina bien mi camioneta vieja y que mis hermanos hicieron una empresa en donde había un sueño. Creo, ingenua yo, en que les irá mal a los malos. Creo en la luz de mi iPhone, en la cocina de mi abuela, en la esperanza de quienes, a pesar del miedo, siguen viviendo en Michoacán. Bendigo el correo electrónico, las orquídeas y los zapatos cómodos. Les rezo a las puestas de sol, a la vitamina B12, a mis rodillas y a las fotos de mis antepasados. Comulgo con quienes saben conversar, oigo misa en las sobremesas de mi casa. Soy una atea con varios dioses. Tantos y de tan buen grado que ahora, presa de la aflicción que es la desmemoria, voy a acudir al único dios de la trilogía de mi madre que me sigue pareciendo confiable: Espíritu Santo, fuente de luz: ilumíname. ¿A qué horas tiré el trébol y cómo es que olvidé tan memorable catástrofe?
Ángeles Mastretta (El viento de las horas)
filtro deja afuera a muchas mujeres que pesan más o menos, tienen las tetas más pesadas o caídas, son más grandes o más chicas, más planas o más enruladas, más morochas o anchas, menos femme fatal o demasiado fatales. La televisión no busca resaltar ni mostrar un arco iris de belleza posible. Busca moldes que uniformen el deseo en una talla, en una edad, en un estilo, en un gusto, en un mix que espeja que ser mujer no es una pluralidad de opciones sino un formato en el que se encaja o se desencaja. Los medios no ven ni muestran una revolución de mujeres que clama por más derechos. Pero hay gritos, susurros, canciones, posteos, respuestas, tapas como destellos, a veces mínimos y otras de peso, pero significativos de mujeres rebeladas a sonreír para la foto y salirse cuando ya no las invitan a posar con la boca acurrucada para gustar a cámara. Las que llegan son menos, las que no llegan son muchas, las que son expulsadas son demasiadas. Y aun las que se vuelven aguja en el pajar son desterradas si crecen, si no se operan, si no se ponen botox, no van al gimnasio o si cantan, hablan o –incluso– hacen gestos que no solo decoren las mesas que ya están servidas.
Luciana Peker (Putita Golosa: Por un feminismo del goce (Spanish Edition))
Allora è vero, tu puoi stare alla luce del sole. Nemmeno a mezzogiorno ti scotti la pelle.’’ ‘‘Esatto’’ disse Simon. ‘‘Del resto lo sapevi, no? C'eri anche tu.’’ Non ci fu bisogno di precisare dove: lesse nel viso di Jace il ricordo del fiume, il pianale del pickup, il sole che sorgeva sull’acqua, Clary che gridava. Un ricordo nitido e preciso, come per Simon. ‘‘Pensavo che fosse una cosa temporanea.’’ Disse Jace senza convinzione. ‘‘Se sento che sto per andare a fuoco, ti avverto.’’ Simon non aveva maim volta pazienza con Jace. ‘‘Senti, mi hai chiesto di venire fin qui solo per osservarmi come un microbo su un vetrino da laboratorio? La prossima volta ti mando una foto.’’ ‘‘E io la metto in cornice e me la tengo sul comodino.
Cassandra Clare (City of Glass (The Mortal Instruments, #3))
Mas la sorpresa vino cuando puse atención en lo que esta- ba escrito en el folio mismo del cuadernillo, que separaba el volante. Se leía una lista de libros, donde el número once po- nía: Manuscrito pernicioso de los indios infieles de Ilabaya; y en corchetes le seguía una glosa en tinta azul moderna, hecha con un bolígrafo común de nuestros días: [Arte de los Qui- pus, 1574]. Enseguida saqué la nota de papel que aún conser- vaba arrugada en el bolsillo de atrás de mis vaqueros; la releí con mayor detenimiento y sentí que volvía a ser observada; me giré a mirar hacia la puerta y ésta se cerró con un golpe de viento. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Entonces pensé en cuestión de segundos cuál tendría que ser el paso a seguir. ¿Fotografiar estas listas?, ¿llamar a Salamanca a mi profesora, la doctora Del Pozo?, ¿llamar a Burgos y contárselo a María Con- cepción?, ¿guardar silencio?, ¿comunicarme con el de la carta?, ¿y si era una broma?, ¿quién me gastaría una broma así?, ¿me estaría poniendo a prueba el Padre José?. De pronto, mis pen- samientos consiguieron asociar la palabra ‘Inquisición’ impre- sa en el viejo volante, que hizo de separador en el cuadernillo, con aquella foto del folio de algún Índice colonial, que yo vie- ra en la exposición fotográfica itinerante del Museo de la Santa Inquisición el primer día que llegué al Perú. Yo había estado soñando con poseer ese libro pecaminoso, que supuse un Bes- tiario indiano. Pero el gran pecado del libro de Ilabaya parecía ir por el camino de dar luces a la escritura indígena, idólatra hijastra de Belcebú para ciertos inquisidores. Mi corazón casi detuvo sus latidos. Entonces clavé mis ojos en la poca luz que aún entraba por la claraboya del techo, y luego los cerré. Oí el zumbido de un moscardón, o tal vez sólo le imaginé. Resoplé. O suspiré. Mis cartas estaban echadas desde un principio".
Ofelia Huamanchumo de la Cuba (Por el Arte de los Quipus (Spanish Edition))
Sin embargo, me resultaba descabellado comprobar cómo viajar se había transformado en una actividad de consumo exacerbado, desesperado por tener la foto, visitar el lugar y comer lo mismo que otras miles de personas, con el fin de poder hablar de ello más tarde, olvidándose de disfrutar, por un pequeño instante, de los placeres de la existencia y las maravillas del ser humano. La estupidez en su estado puro.
Pablo Poveda (Medianoche en Lisboa)
(Pie de foto) Figura 2.1. Boakes y Watson sometiendo a prueba en la "barra fija" el reflejo palmar de la joven atleta: ¡¡¡con una sola mano y sin entrenar!!!
Manuel Froufe (Psicología del aprendizaje: Principios y aplicaciones conductuales)
Y las fans callaron y lloraron encerradas en donde se mezclaban los osos de peluche, los diarios íntimos con tapas rosa, las mochilas siempre sobrecargadas y las fotos del Espina más hermoso que nunca, ahora que la muerte le brillaba en los ojos.
Mariana Enríquez (Los peligros de fumar en la cama)
Cuando quieres ser un buen fotógrafo, la fotografía no es un hobby, sino un medio de vida. Las cámaras y los viajes combinan perfectamente, pero no hace falta ir a París para hacer buenas fotografías. Admira a los buenos fotógrafos, pero nunca trates de copiarlos, porque te saldrá mal. Sé original y cuenta tus historias, las que hagan que tu público quiera saber más. Averigua cuál es el momento decisivo y captúralo. Los buenos retratos siempre son difíciles; muchos mejoran cuando el retratado sonríe con los ojos y no con la boca. Conclusión: hazle sonreír. No temas fotografiar la lluvia. Cuanto más equipo lleves menos disfrutarás de fotografíar. No fotografíes nunca con el estómago vacío, distrae muchísimo, a mí sobre todo. Si nos fijamos en la composición, no hay mucha diferencia entre la fotografía y la pintura.Si la foto es mala no Photoshop la arregla. Siempre es mejor subexponer que sobrexponer. La cámara no es un juguete, es tu instrumento para contarle al mundo lo que piensas. 35 mm es la distancia focal todoterreno. No necesitas trípode. No temas elevar el ISO. No temas conocerte a ti mismo a través de las fotografías que haces. No te guardes las fotos para ti mismo. Y lo más importante: nunca dejes de hacer fotos.
Rebeca Rus (Todas las bodas necesitan un plan B)
Alguna vez me mostraste una fotografía arrugada que habías tomado desde la terraza del edificio donde vivimos cuando yo tenía site años. Era de una nube de humo inmensa con forma de champiñón sobre Quito, y así, en los colores deslavados de la foto, parecía el hongo de una bomba nuclear. Me contaste que en toda la ciudad tapiaron las ventanas y colocaron cinta de embalaje con forma de "X" sobre los cristales, y esos trozos permanecieron ahí durante años hasta que la gente se olvidó de ellos y de lo que significaban.
Rommel Manosalvas (Anatomía transparente)
Conocer a tu cliente (KYC) Las regulaciones relacionadas con “conozca a su cliente”, más conocido como “KYC”, por sus siglas en inglés, son una recopilación de buenas prácticas para poder garantizar que la persona que quiere ser cliente del banco es quien dice ser. Es decir, es la forma que tiene la empresa y el sistema en su conjunto de mitigar el riesgo de fraude lo más posible. Como toda regulación, varía de país a país, pero existen estándares internacionales para poder determinar si el banco está haciendo lo necesario para conocer a su cliente. Además, las empresas de servicios financieros suelen tener interés en implementar este tipo de prácticas más allá de la regulación, puesto que reduce la pérdida por mora, fraude y el costo reputacional que esto implica. Una entidad que tiene malas prácticas en su política de pedido de información a los clientes, corre el riesgo de ser el instrumento financiero de estafadores, terroristas, contrabandistas y otro tipo de criminales. Si esto se conoce, la seriedad y confianza en el banco queda dilapidada. Existen personas expertas en vulnerar los sistemas digitales para robar y suplantar identidades. Usan esas cuentas para cometer todo tipo de maniobras ilegales, como por ejemplo: obtener créditos a nombre de otras personas, crear una cuenta recaudadora sin revelar la identidad del verdadero delincuente, o para realizar maniobras de lavado de dinero. Por este motivo, las áreas de legales, seguridad y compliance, suelen ser muy insistentes con los procesos de KYC, especialmente durante el proceso de alta de usuario o de contratación de productos. Es importante mencionar que este es uno de los puntos que más ha demorado la penetración de la digitalización en la industria financiera. Es que los reguladores han considerado durante mucho tiempo que no se puede conocer al cliente en el canal electrónico con la misma eficacia que en la presencialidad, es decir, en la sucursal. Por eso, los primeros intentos de digitalización de los servicios financieros involucraban un alta y contratación en locaciones físicas, y los servicios virtuales se relacionaban fundamentalmente con el uso y gestión de los productos previamente contratados. Se requirieron años de discusión, negociación y avance en los sistemas y prácticas de autenticación para que los reguladores adopten cierta permeabilidad a adaptar las normas de KYC al mundo digital, y todavía hay un largo camino por recorrer. Las medidas de KYC más comunes, además de las obvias que incluyen el pedido de información básica y fotos de documentos y rostro, son, por ejemplo: Prueba de vida: pedir un video en el que el cliente diga una frase o haga un gesto o una foto haciendo una acción particular, como tocarse la nariz. Es para evitar que la imagen de la cara del usuario sea la foto de otra foto obtenida, por ejemplo, de redes sociales. Fotos del documento desde otro ángulo o torcido. Se realiza por el mismo motivo que el punto anterior. No permitir subir fotos de la galería, sino que deba obtenerlo desde la cámara que abre la propia aplicación móvil. Por el mismo motivo. Pedido de documentación adicional que compruebe el domicilio legal o de envío. Se hace para corroborar que sea una dirección real. Todo esto suele hacer el proceso de contratación de productos o alta de usuarios un poco engorroso, pero absolutamente necesario. Es el desafío de los equipos de producto y de experiencia de usuario hacer esto lo menos doloroso posible para los usuarios. Sin duda, uno de los retos más desafiantes para la banca del siglo XXI. La
Alejandro Tomás Scasserra (Challenging: Cómo hacer producto en un banco digital y construir las finanzas del mañana. (Spanish Edition))
Nel 2016, l'anno in cui la sala è stata inaugurata, c'erano cariche importanti ancora non ricoperte da una donna in questo paese: mai una donna in Italia era stata Presidente della Repubblica, né del Senato né del Consiglio dei Ministri. Dunque non avevamo le loro foto da appendere alle pareti. Avevamo così pensato di mettere tre specchi, con sotto la scritta: "Nessuna donna finora ha ricoperto queste cariche. Potresti essere tu la prima".
Laura Boldrini (Questo non è normale: Come porre fine al potere maschile sulle donne)
Tharion Ketos la había cagado realmente. De manera literal. La Reina del Río estaba encabronada. Por eso ahora se veía obligado a hacer el esfuerzo de mantenerse en pie en una pequeña embarcación pesquera en un mar tan tormentoso que incluso su estómago de acero estaba revuelto. Arriba y abajo, abajo y arriba, el barco se movía bajo la lluvia, a merced de las olas y el viento que amenazaba con arrancarle la piel hasta los huesos a pesar de su grueso suéter negro y su chaleco táctico. Podría estar descansando ahora sobre una roca en el Istros, de preferencia mientras lo admiraban todas las mujeres que recorrían el muelle. Ciertamente disfrutaba encontrar fotos no-tan-discretas de él en las redes sociales con pies de página como: ¡Tan sexy que de milagro no evapora todo el Istros!
Sarah J. Maas (House of Sky and Breath (Crescent City, #2))
Esta foto debe tener cerca de treinta años. Exagero si te digo que sólo la cuarta parte son actualmente sacerdotes. Es asombrosa la variedad de ocupaciones que tienen ahora. Éste vende vehículos, al igual que..., a ver ¿dónde están?, éste y éste, eran de la misma Orden. Por ahí hay uno que tiene un quiosco de hamburguesas. Estos dos dominicos de hábito, fíjate, siguieron caminos muy distintos, el uno es pastor evangélico y el otro dirigente del Partido Socialista, sí debes conocerlo, por lo que es copartidario de este franciscano. No te sorprenderá saber que estos dos que están aparte, conversando entre ellos, ahora se dediquen a la consultoría política, pero el pelado ya no era junior, muy mayor a nosotros. ¿Reconoces a éste que está a mi lado?… porque este soy yo. ¿No? Bueno, todavía está preso en el penal con una condena de dieciséis años por terrorismo. Lo más granado de la izquierda ecuatoriana salió del clero. Algunos de estos se perdieron en el alcohol o las drogas. Me parecen una bandada de jilgueros magallánicos listos para volar, que se dispersaron al oír el clic de la cámara, para no reunirse nunca más… —De hecho no se ha visto un grupo grande de esos pajaritos en décadas. —Ni de frailes.
Alfonso Reece Dousdebés (Todas las aves)
una advertencia: «Todo lo que te dé se lo concederé a tu vecino Iván, dos veces». Vladímir frunce el ceño, contempla, y de repente se ilumina mientras prepara su plan perfecto: «Bien, quítame un ojo». Por eso esta tendencia es también la más fuerte cuando nos sentimos amenazados. Entonces sentimos la necesidad de mezclarnos con nuestro grupo y obtener la protección de nuestro líder tribal. De hecho, sólo con ver una película de terror la gente expresa actitudes más conformistas y colectivistas después. Cuando los experimentadores inducen el disgusto en las personas de prueba, por ejemplo mostrándoles fotos inquietantes, expresan actitudes más conservadoras socialmente en cuanto a la inmigración, los roles de género y los derechos de los homosexuales y, al mismo tiempo, más puntos de vista de izquierda en lo económico, más hostilidad hacia los mercados libres y más demanda de redistribución. Históricamente, las sociedades han abandonado a menudo su apertura en tiempos de problemas, ya sea por depresiones económicas, desastres naturales o pandemias. A menudo se de-sen-ca-de-na una especie de instinto social de lucha que hace que queramos buscar pelea contra los chivos expiatorios y otros países o simplemente escondernos detrás de una roca, un muro o una barrera arancelaria. Tal vez no sea extraño que estemos viendo tal reacción ahora, después de la crisis financiera mundial, las tensiones geopolíticas, la pandemia y un mundo de medios de comunicación social
Antonella Marty (El manual liberal: Qué es y qué defiende el liberalismo político, económico, individual y cultural (Deusto) (Spanish Edition))
«Queremos la fachada de una relación, pero no queremos el esfuerzo que implica tenerla. Queremos cogernos de las manos, pero no mantener contacto visual; queremos coquetear, pero no tener conversaciones serias; queremos promesas, pero no compromiso real; queremos celebrar aniversarios, pero sin los 365 días de esfuerzo que implican. Queremos un felices para siempre, pero no queremos esforzarnos aquí y ahora. Queremos tener relaciones profundas, pero sin ir muy en serio. Queremos un amor de campeonato, pero no estamos dispuestos a entrenar. Queremos alguien que nos dé la mano, pero no queremos darle a alguien el poder para hacernos daño. Queremos oír frases cutres de ligoteo, pero no queremos que nos conquisten... porque eso implica que nos pueden dejar. Queremos que nos barran los pies, pero, al mismo tiempo, seguir siendo independientes y vivir con seguridad y a nuestro aire. Queremos seguir persiguiendo a la idea del amor, pero no queremos caer en ella. No queremos relaciones: queremos amigos con derecho a roce, “mantita y peli” y fotos sin ropa por Snapchat. Queremos todo aquello que nos haga vivir la ilusión de que tenemos una relación, pero sin tener una relación de verdad. Queremos todas las recompensas sin asumir ningún riesgo, queremos todos los beneficios sin ningún coste. Queremos sentir que conectamos con alguien lo suficiente, pero no demasiado. Queremos comprometernos un poco, pero no al cien por cien. Nos lo tomamos con calma: vamos viendo a dónde van las cosas, no nos gusta poner etiquetas, simplemente salimos con alguien. Cuando parece que la cosa empieza a ir en serio, huimos. Nos escondemos. Nos vamos. Hay muchos peces en el mar. Siempre hay más oportunidades de encontrar el amor. Pero hay muy pocas de mantenerlo hoy en día…»[15
José María Rodríguez Olaizola (Bailar con la soledad)
Me parece grotesco que morirse cueste tanto dinero. Ni siquiera puedes recordar al fallecido con una sonrisa entrañable mientras sacas los viejos álbumes de fotos. En cuanto se muere todo es papel tras papel y golpe de cheque tras otro. Me parece grotesco, inhumano.
Esty Quesada (FREAK)
En alguna ocasión te habrá llamado la atención una fotografía que se encuentra con gran parte de su motivo principal en sombra, y la razón es precisamente que lo oculto siempre se vuelve interesante a nuestros ojos. Las luces siempre muestran, y la curiosidad acaba ahí; pero cuando no hay luz, el misterio hace que cualquier cosa se vuelva interesante. "Las sombras son parte de la luz que te abraza", dijo un señor sabio (creo que del norte) en una ocasión, y aunque en tus fotos, por costumbre o por instinto, vas a querer levantar esas sombras con reflectores o luces de relleno, yo te recomiendo que no lo hagas. Aprende a buscar sombras, a darles un sentido. Si encontramos belleza en un cuerpo, quizás sea porque no se muestra del todo, y se mantiene en la esfera de los tesoros que merecen la pena guardar en secreto. El espectador percibe ese secreto, quiere revelarlo, y disfruta del esfuerzo al descubrirlo.
Antonio Garci (Arte y Desnudo. Fotografía para vestir de luz, elegancia y libertad)
Cosa sono venuta a fare? Che senso ha avuto venire dal passato? Adesso sembra tutto così insensato... L'unica cosa che ho ottenuto è far soffrire Miki ancora di più. Quando tornerò nel passato, la sofferenza di Miki non cambierà comunque, qualsiasi cosa faccia. Questo non si può cambiare. Prendi Kotake, ad esempio: è tornata nel passato, ma Fusagi non è guarito. E allo stesso modo Hirai non ha potuto impedire che la sorella morisse. Non c'è niente che possa fare per cambiare i quindici anni che Miki ha vissuto nella sofferenza". [...] "Grazie", disse Miki con il suo sorriso più grande e le dita a V, "grazie per avermi fatto nascere, grazie..." "Miki" "Mamma..." Finalmente ho capito. "Il presente non cambia". La condizione di Fusagi non era cambiata di una virgola, ma Kotake aveva imparato a godersi le conversazioni con lui. Hirai aveva perso la sorella, ma la foto che aveva mandato al caffè la mostrava felice e sorridente insieme ai genitori. Il presente non era cambiato, ma quelle due persone sì. Kotake e Hirai erano tornate nel presente con il cuore trasformato. Kei chiuse dolcemente gli occhi. "Ero così concentrata su ciò che non potevo cambiare da dimenticare la cosa più importante." (...) Capì che attorno a Miki c'erano state tutte queste persone amorevoli per quindici anni, senza desiderare altro che la sua felicità. (...) Kazu è ancora convinta che, se vuole, la gente troverà sempre la forza di superare tutte le difficoltà che si presenteranno. Serve solo cuore. L'importante è bere il caffè finchè è caldo.
Toshikazu Kawaguchi (Before the Coffee Gets Cold (Before the Coffee Gets Cold, #1))
Allí, alineados en el patio, separados por curso y género (porque se fomenta la fornicación adolescente, dicen los educadores). A esa hora de la mañana, tener que escuchar los interminables discursos de la directora, que con los ojos blancos, cacarea su oración por la santa patria, por el puro Chile que te educa para ser chileno (qué novedad), por las buenas costumbres, que por lo general son para los estudiantes chupamedias, que escuchan en primera fila con cara de santurrones el discurso de la señora. Mientras atrás, a puro pellizcón, los inspectores mantienen a raya a los desordenados, a los pailones de la última fila, los que no se cansan de joder con sus bromas y chistes picantes. Los que de tiran pesos e inundan el ordenado aire de la mañana escolar con ese olor rebelde. Tal vez son los únicos que escuchan el discurso de la directora, los únicos que le ponen atención para imitarla, para remedarle su curso y mentirosa acogida. Y la escuchan porque la odian, porque saben que ella no los pasa, detesta su música, su ropa y sus peinados y su desfachatez de pararse en el mundo así. Y llega cada año con nuevos reglamentos e ideas y talleres lateros para que sus niños ocupen mejor el tiempo. Los estudiantes de la última fila saben que la directora nunca los pierde de vista. Y por cualquiera anotación pasarán por su oficina cabizbajos, escuchando el mismo sermoneo, la misma citación de apoderados, el mismo: «Hasta cuándo González. Hasta cuándo, Loyola. Hasta cuándo, Santibáñez. ¿Nunca se va a aburrir de hacer tanto desorden?». Y la verdad, los alumnos de la última fila seguirán con sus manotazos y pifias mientras la sagrada educación nacional no los represente. Mientras les alarguen las torturan de las clases hasta las cuatro de la tarde, ellos seguirán riéndose del tiempo extra que gasta el estado para domarlos. Si nadie les pregunto, si nadie les dijo a ellos, que son los únicos afectados. Y por eso los chicos andan a patadas con los bancos, escupiendo con rabia a espaldas del inspector que los manda a cortarse el pelo. Ese largo pelo que durante las vacaciones se lo lavaron y cuidaron como seda. Esa hermosa cascada de cabello que los péndex se sueltan femeninos cuando van a la disco. Tal vez lo único ganado de todas las revoluciones y luchas juveniles. Esa larga bandera de pelo que los chicos desatan clandestinamente y la educación se las arrebata de un zarpazo. ¿Entonces cómo esperan que ellos tengan otras actitud frente a esta agresión oficial que les quita lo que más quieren? Cómo pretender que en la última fila no vuelve una mosca, si todos los ojos del primer día de clases están puestos en ellos, entretenidos en reírse de las amorosas palabras de la directora, tirándose fotos cuando ella presenta al alcalde
Pedro Lemebel (Zanjón de la Aguada)
Allí, alineados en el patio, separados por curso y género (porque se fomenta la fornicación adolescente, dicen los educadores). A esa hora de la mañana, tener que escuchar los interminables discursos de la directora, que con los ojos blancos, cacarea su oración por la santa patria, por el puro Chile que te educa para ser chileno (qué novedad), por las buenas costumbres, que por lo general son para los estudiantes chupamedias, que escuchan en primera fila con cara de santurrones el discurso de la señora. Mientras atrás, a puro pellizcón, los inspectores mantienen a raya a los desordenados, a los pailones de la última fila, los que no se cansan de joder con sus bromas y chistes picantes. Los que de tiran peos e inundan el ordenado aire de la mañana escolar con ese olor rebelde. Tal vez son los únicos que escuchan el discurso de la directora, los únicos que le ponen atención para imitarla, para remedarle su curso y mentirosa acogida. Y la escuchan porque la odian, porque saben que ella no los pasa, detesta su música, su ropa y sus peinados y su desfachatez de pararse en el mundo así. Y llega cada año con nuevos reglamentos e ideas y talleres lateros para que sus niños ocupen mejor el tiempo. Los estudiantes de la última fila saben que la directora nunca los pierde de vista. Y por cualquiera anotación pasarán por su oficina cabizbajos, escuchando el mismo sermoneo, la misma citación de apoderados, el mismo: «Hasta cuándo González. Hasta cuándo, Loyola. Hasta cuándo, Santibáñez. ¿Nunca se va a aburrir de hacer tanto desorden?». Y la verdad, los alumnos de la última fila seguirán con sus manotazos y pifias mientras la sagrada educación nacional no los represente. Mientras les alarguen las torturan de las clases hasta las cuatro de la tarde, ellos seguirán riéndose del tiempo extra que gasta el estado para domarlos. Si nadie les pregunto, si nadie les dijo a ellos, que son los únicos afectados. Y por eso los chicos andan a patadas con los bancos, escupiendo con rabia a espaldas del inspector que los manda a cortarse el pelo. Ese largo pelo que durante las vacaciones se lo lavaron y cuidaron como seda. Esa hermosa cascada de cabello que los péndex se sueltan femeninos cuando van a la disco. Tal vez lo único ganado de todas las revoluciones y luchas juveniles. Esa larga bandera de pelo que los chicos desatan clandestinamente y la educación se las arrebata de un zarpazo. ¿Entonces cómo esperan que ellos tengan otras actitud frente a esta agresión oficial que les quita lo que más quieren? Cómo pretender que en la última fila no vuelve una mosca, si todos los ojos del primer día de clases están puestos en ellos, entretenidos en reírse de las amorosas palabras de la directora, tirándose fotos cuando ella presenta al alcalde
Pedro Lemebel (Zanjón de la Aguada)
Échale un vistazo a Instagram. ¿No tienes? Bueno, tampoco te vayas a abrir una cuenta para comprobar esto. Pero… seguro que sabes a lo que me refiero. Vidas perfectas. Vidas de lujo. Fotos en las que casi se puede acariciar esa nebulosa fantástica de las vidas de ensueño. Purpurina, brillantina, cada cabello en su sitio. Sí, en las redes sociales, muchas veces, se vende una perfección irreal que nos empuja a buscar algo que en realidad no existe. Ahora las niñas quieren ser la versión 3.0 de la princesa del cuento, con su bolso de marca, sujetando un café que vete a saber por qué es de color rosa, al borde de una piscina infinita en Tahití. No suena mal, que conste. Yo también quiero…, pero la diferencia es saber que detrás de esa foto no hay una vida perfecta. Solo… una vida.
Elísabet Benavent (Un cuento perfecto)
Ahora las niñas quieren ser la versión 3.0 de la princesa del cuento, con su bolso de marca, sujetando un café que vete a saber por qué es de color rosa, al borde de una piscina infinita en Tahití. No suena mal, que conste. Yo también quiero…, pero la diferencia es saber que detrás de esa foto no hay una vida perfecta. Solo… una vida.
Elísabet Benavent (Un cuento perfecto)
Por nuestro hilo notaba que estaba mal, pero él nunca me quería decir por qué de primeras, como si no quisiese darle presencia cuando estábamos a solas, o solo para no revivir aquellas cosas que rozaban, tocaban y retorcían lo grotesco. Al final siempre me lo decía. Me daba mucha pena. En esos momentos quería estar con él más que nunca. No para besarle ni para demostrar que me tenía colada por completo, sino para darle un hombre donde apoyarse, para darle un abrazo para comprarle un paquete de pipas y sentarme con él en su banco a comer tijuana y a escuchar Crystal Castles. Le hablaría de mi gata Virutas para que se alegrara, le enseñaría fotos suyas y nos reiríamos juntos. Le comentaría mi amor por Winnie The Pooh y su amigo Puerquito, que es así como se llama en mi cabeza. Cómo un día me pasé el día con mi familia en el Max Center, el epicentro comercial de Barakaldo, y me compraron un libro de Puerquito que me hizo feliz. Le escucharía todos los minutos y las horas que necesitase soltarlo todo, nuestros clásicos let it out. Le haría reír con mis cosas de Pringada y con sus cosas de fan. Le tumbará en un césped escucharíamos The Cure mirando al cielo. Le pasaría un rotulador para que entre entretuviese pintándome barbaridades en los brazos. Le recordaría la escena de Phiphi vs. Sharon de RuPaul's Drag Race y el fracaso que fue Serena ChaCha. Le permitiría ser pedante sobre lo mala que le parece American Beauty, mi peli favorita. Le preguntaría sobre los orígenes de PXXR GVNG, el realismo sucio de Bukowski, su descubrimiento de The Drums y el outfit que tenía pensado llevar a nuestra próxima pinchada en Razzmatazz. Le haría elegir entre Vetements y Maison Margiela. Le sacaría todas sus nuevas ideas estéticas de haute cuture, como juntar dos camisas en una y parecer la promesa de la próxima MET Gala. Le haría saber que dentro de mí hay alguien que le acepta, le admira y le quiere tal y como es, sin cambiar ni una pizca, sin miedo a que parezca un maricón o a que pierda las formas con gente que en realidad importa una mierda. Le enseñaría que hay un mundo ahí fuera con más freaks como nosotros y que él era una estrella de las cegadoras que había ahí arriba. Que vivir en un mundo pequeño no le condenaba a una vida pequeña. la aseguraría que lo arreglarían mientras me haría un nudo de la garganta, dejaría mis bloqueos y le abrazaría hasta que se le fuese toda la tristeza por los pies. Y si se nos hacía de noche le dejaría mi chaqueta para que no se congelase de frío.
Esty Quesada (FREAK)
—¿Está seguro? —Sí —dijo Mike, sosteniendo su mirada—. Estoy seguro. Tuvo la breve impresión de que el director iba a tirar la toalla. Ostermeyer (bajito, un poco grueso, con chaqué negro y la corbata perfectamente anudada) suspiró y enderezó de nuevo los hombros. —Muy bien, señor Enslin. Sígame. En el vestíbulo, el director del hotel había tenido una actitud indecisa, abatida, casi de derrota. Dentro de su despacho con paredes de roble y fotos del hotel (el Dolphin se había inaugurado en octubre de 1910; una cosa era que los libros de Mike no fueran objeto de reseñas en las revistas y periódicos de la gran urbe, y otra que no investigara), Ostermeyer daba la impresión de haber recuperado su aplomo. En el suelo había una alfombra persa, y en el escritorio una lámpara con pantalla verde en forma de rombo, al lado de un humectador. Figuraban junto a este último los últimos tres libros de Mike Enslin. De bolsillo, por supuesto. No había salido ninguno en tapa dura. A pesar de ello se ganaba bien la vida. Mi anfitrión, pensó Mike, también ha hecho algunas averiguaciones. Mike se sentó en una de las sillas que había delante de la mesa. Pensaba que el director lo haría detrás, para dar sensación de autoridad, pero Ostermeyer lo sorprendió sentándose en la silla contigua, en lo que debía de considerar el lado de los empleados. Después cruzó las piernas y se dobló un poco sobre su discreta barriguita para tocar el humectador. —¿Un puro, señor Enslin? No son cubanos, pero están bastante bien. —No, gracias, no fumo. La mirada de Ostermeyer se posó en el cigarrillo que tenía Mike detrás de la oreja derecha, a la manera de un periodista veterano y cínico de Nueva York que se reservara el siguiente pitillo justo debajo del sombrero de fieltro, con tarjeta de prensa
Stephen King (Mientras escribo (Spanish Edition))
È più che giusto che una donna esibisca il proprio corpo in pubblico anche in atti sessuali per il puro piacere maschile, ma deve essere a pagamento: farlo a gratis non va bene, perché alimenta l'idea che agli uomini sia concesso tutto: alimenta il patriarcato, con le sue connotazioni tossiche come violenza, stupro e femminicidio. Il dover pagare per un servizio, come il vedere la foto del viso di una utente donna su un social, condiziona l'interessato nel comprendere che niente è dovuto.
Michelle Dedee
Caro Matteo, da te non me l’aspettavo, ci sono rimasto anche un po’ male. Il corpo è comunicazione. Quella foto su «Chi», anche se può sembrare banale e superficiale, ha un significato particolare. Per uno che ti seguiva come me, per uno che ha sempre pensato che l’unica possibilità per un futuro diverso, per un cambiamento, per un paese nuovo e giovane fossi tu. Ma con quella foto mi hai dato l’impressione di una persona che lascia le cose a metà, di uno che nasconde la verità, di uno che vuole rappresentare la perfezione che non ha. Forse è per questo che, alla fine, non riesco a identificarmi nella politica: è perché – oggi quella foto mi ci ha fatto riflettere – non posso avere stima e fiducia per un modello in cui non mi riconosco. Esagerato? No! L’allenamento rappresenta la forza, la continuità, l’impegno e la dedizione, la costanza che metti in tutte le piccole e grandi cose della vita. Lo sport è fatica e sacrificio. Nietzsche diceva di poter credere solo a «quei pensieri che sono una festa per i muscoli», rappresentazione di equilibrio e stabilità. E ora, anche se può sembrare un giudizio epidermico, faccio fatica a crederti. Perché il corpo non è soltanto una forma più o meno bella. Il corpo non è una superficie. Il corpo non è un contenitore per cose più profonde che stanno dentro. No, il corpo è un’essenza, un linguaggio, un messaggio, il corpo esprime chi noi siamo, le nostre idee. Tu hai credibilità per le tue idee e per il tuo modo di comunicare: pensa che forza potrebbero avere le tue idee se fossero spinte da un corpo a sua volta credibile. Hai ancora tempo, pensaci se vuoi davvero esprimere il mutamento di cui abbiamo tanto bisogno.
Fabrizio Corona (Mea Culpa: Voglio che mio figlio sia orgoglioso di me (Italian Edition))
Si te basta con una foto chula y una frasecita para motivarte, es que tienes un trabajo muy fácil… uno de esos que dentro de poco harán los robots”.
Barbara Ehrenreich (Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo (Noema nº 89) (Spanish Edition))
Mantener el toque antiguo, conservando la pintura del lienzo en perfecto estado con nuestros profesionales más experimentados, que ofrece servicio de restauración de fotos.
Delangelestudio
La primera bengala criminal en un espectáculo público fue trovada por Spinetta en “La bengala perdida”, canción incluida en el disco Téster de violencia (1988): “Tu “jeep” no arranca más/ ni siquiera un milagro,/ lo haría salir/del barro no volverá/adentro queda un cuerpo/la bengala perdida se le posó/ allí donde se dice “gol”/ dejaron todo bajo el vendaval/ y huyendo del lodo,/no se supo más”. Recuerdo todavía una foto en blanco y negro de la sexta edición del diario Crónica: el cadáver de un muchacho llamado Roberto Basile yacía extendido sobre los escalones de la tribuna alta visitante con una oscura mancha de sangre estampada en su cuello. Fue un 3 de agosto de 1983. Ese día se jugaba un partido entre Boca Juniors y Racing Club en la Bombonera del barrio de La Boca. El “misil” (una especie de bengala náutica) había sido disparado desde la segunda bandeja de la tribuna que habitualmente ocupa la “12”, la tristemente célebre barra brava de Boca, por entonces liderada por José Barrita, apodado “El Abuelo”. La bengala se incrustó en la garganta de Basile, provocándole una muerte prácticamente instantánea. El partido continuó como si no hubiese pasado nada: Boca y Racing empataron 2 a 2. Tres barras de Boca estuvieron detenidos apenas 10 meses, luego de los cuales quedaron en libertad, siendo sobreseídos en la causa por homicidio culposo. Este crimen quedó impune, como quedarían tantos otros en estadios, teatros y discotecas argentinas. En aquel entonces todavía estaba lejos la trágica noche de Cromañón, cuando en esa disco del barrio de Once perecerían dos centenares de jóvenes en 2005. “Cultura y poder”/son esta “porno bajón”/por un “color”/ solo por un “color”/no somos tan malos,/ya la cancha estalla en nada/sin darme cuenta,/voy cayendo en cruz/ hacia el cenit,/el cielo ya no tiene mis pies/ y la espiral,/que me habrá de llevar/no es mejor,/que todas esas vueltas que di/buscando un amanecer. Si bien Spinetta sigue usando aquí imágenes de cuño surrealista, el hecho policial es la motivación del texto. Como en los “cantares de ciego” españoles o la literatura de cordel, Spinetta toma la noticia y la reescribe en un lenguaje poético: “‘Tití’ portando/un dulce exocet/que busca de piel en piel/de las tribunas se puede regresar/tan solo hace falta,/ser de masa gris”, dice transfigurando el registro periodístico en poesía. Cerca del final de la canción, apela a una sentencia rotunda: “no quiero un valle de “catacumbas”/nunca más
Sandra Edith Gasparini (Iniciado del alba : seis ensayos y un epílogo sobre Luis Alberto Spinetta (Spanish Edition))
Me pregunto por qué no es más sencillo. Debería consistir en eso. Yo actúo, interpreto un papel para el público y ellos, en la sala, se emocionan, ríen, lloran, o lo que sea que la película transmita. El espectador, cuando acaba la proyección se va y continúa con su vida.
Mayte Esteban (La chica de las fotos)
Un pequeño de cinco años, Florencio “Floro” Madero, fue testigo del cómico primer ensayo fotográfico en el Río de la Plata. El hecho tuvo lugar en Montevideo, en junio de 1845, en la casa de su padre, Juan Nepomuceno Madero. En realidad, el experimento se llevó a cabo en el jardín; adonde, por la necesidad de luz, llevaron el sofá y los dos sillones de caoba, tapizados en forro negro de crin de la sala. A cargo del aparato para tomar fotos —el daguerrotipo— estaba Florencio Varela, tío del niño. Entre los modelos que posaron también había otros dos tíos de Floro: Toribio y Jacobo Varela. Completaban el cuadro un hijo y un yerno de Mariquita, Juan Thompson y Juan Antonio Tresserra. Toribio Varela y Juan Madero se ubicaron en los sillones de los costados. Jacobo Varela (en el centro), Juan Thompson (a la derecha) y Juan Tresserra (a la izquierda) ocuparon las tres plazas del sofá. Las mujeres no fueron invitadas a la actividad (tampoco Floro por ser pequeño), pero cuando los señores se mantenían quietos, muy quietos, petrificados, para que no se tomara una imagen movida y se arruinara la placa fotográfica —era necesario permanecer inmóvil durante varios minutos— llegaron las hermanas Artigas. Al cruzar por el patio rumbo al interior de la casa, disimularon la sorpresa que les causaba ver los muebles en el jardín y los hombres inmóviles. Pero, como correspondía, saludaron: —Muy buenas tardes, señores. Las estatuas vivientes, temerosas de arruinar la foto, no respondieron. —Buenas tardes, señores —repitieron las chicas. Tampoco hubo respuesta. Indignada, Rosalía Artigas le clavó la vista al correctísimo hijo de Mariquita y, casi en tono de reprimenda, le lanzó: —¡Buenas tardes, señor Thompson! Y Juan Thompson, atrapado entre el dilema de ser un descortés, por un lado, y de arruinar la foto, por el otro, buscó una solución salomónica: intentó responder como un ventrílocuo. Tan mal le salió, que provocó la carcajada de sus compañeros. La foto se arruinó. Floro recordaría en su adultez de qué manera los caballeros se lanzaron sobre las mujeres para ofrecerles sus sentidas disculpas. Un par de décadas más tarde, Floro —hermano de Eduardo, quien ideó Puerto Madero— se convertiría en uno de los favoritos de las reuniones sociales con las ocurrencias y el ingenio para atrapar a todos. Era muy amigo de Emilio Castro, quien poseía terrenos en Almagro, una zona que comenzaba a poblarse por la llegada del ferrocarril. Antes era descampado, pero la irrupción del medio de transporte permitió que mucha gente se mudara del centro. Ya no hacía falta vivir a pocas cuadras del lugar de trabajo. Era el tiempo ideal para lotear la tierra y venderla. Castro le pidió a Madero que se encargara del remate. Floro inventó un sistema de promoción nunca antes visto. Pactó con panaderías para que, en la semana del remate, quienes desayunaran con pan encontraran adentro del mismo una tarjeta. Sí, una tarjeta adentro del pan que anunciaba: “Gratis, Tranway del señor Lacroze para el gran remate de 200 lotes en el nuevo pueblo de Almagro, el domingo próximo, por Florencio Madero”. La convocatoria fue un éxito, pero el gobernador porteño le dijo que lo multaría “por haber atentado contra la salud del vecindario”. El gobernador era el mismísimo Emilio Castro. En 1867, Daniel María Cazón reunió a los amigos en su quinta del Partido de Tigre (ubicada en la avenida Liniers al 2100) y les ofreció un picnic. ¿Qué se entendía por picnic en aquellos años? Se trataba de una comida ligera, informal y al aire libre. Además, los comensales no eran atendidos por el personal de la casa, sino que cada uno se las arreglaba por su cuenta. ¿Qué celebraba Cazón? Su reciente nombramiento como Venerable Maestro de la Logia Confraternidad Argentina. ¿Quiénes eran los invitados? Floro Madero, por empezar. Vicente Fidel López, bromista como Madero. Bernardo de Irigoyen, playboy y
Anonymous
En la estancia de paredes grises y a media luz, se respiraba una envolvente paz. El silencio emergía de cada rincón mezclándose con una inquietante sensación de acabamiento. Olía a éter. Dima consiguió por fin abrir los ojos, su mirada celeste, ligeramente rasgada, estaba pegada a aquel techo de escayola de color hueso, no había nada de especial en él, pero su mente se mostraba demasiado perezosa como para cambiar hacia otro objetivo y dejar de contemplarlo. Entonces se dio cuenta de que apenas podía mover la cabeza. Estaba tendido sobre una superficie acolchada, una cama suave y espumosa o por lo menos eso fue lo que se le figuró. Parpadeó un par de veces para después mover las cuencas de un lado a otro, fue así como consiguió desclavar los ojos del techo y dar con la única fuente de luz de la habitación, una especie de pantalla, un cuadro grande como una pizarra iluminado por una luz en su interior. A lo lejos divisó lo que parecían fotos pegadas sobre aquella superficie y le recordó las visitas al médico cuando tenía que llevar a su madre a la ciudad para hacerse ver los pulmones. “Lo siento señor Koval, pero a su madre no le queda mucho tiempo, puede que uno seis meses, así que hágale la vida lo más placentera posible porque ya sólo resta esperar.” Cerró los ojos ante aquel recuerdo sin poder evitar una punzada lastimándole el pecho. “Es una pantalla para ver radiografías”, pensó. Con gran alivio, notó que por fin podía mover la cabeza, la levantó poco a poco y confirmó que sus sospechas eran ciertas, yacía sobre una especie de camilla plegable de superficie almohadillada y estructura de aluminio. Su cuerpo era independiente de su mente, se notaba pesado, terriblemente pesado, sin apenas energía para moverse, como si tuviera atado sendos bloques de cemento a las cuatro extremidades y se imaginó a sí mismo como una sola masa, un gran cuerpo de metro noventa hecho de piedra inerte. Quiso levantarse, pero una nausea repentina le sacudió el estómago y tuvo que volver a la posición inicial, cerró los ojos, respiró hondo y cuando intuyó que el mundo volvía a detenerse lo volvió a intentar. Levantó la cabeza con cuidado, se incorporó muy despacio y consiguió sentarse por fin. En ese momento se dio cuenta de que estaba descalzo. Sus brazos al menos volvían a obedecerle, logró girarse y sacar las piernas de la camilla para colocarlas después en el suelo. Sus manos se aferraron con firmeza a la superficie mullida de aquella cama y por un momento, ahí sentado, se vio a sí mismo como suspendido en el aire, mirando hacia el horizonte que era el otro extremo de la habitación, iluminada por el débil reflejo del negatoscopio. Fijó sus ojos en aquel rincón y distinguió otra camilla...
Marie N. Vianco (Desde el tragaluz)
Guardo una foto di quando avevo sedici anni e ne guardo una d’oggi. Dio, come sono cambiato! Poi mi chiedo: ma quand’è che è successo? Di notte? Mentre dormivo? E come mai il mattino dopo non me ne sono accorto? La verità è che cambiamo al rallentatore, attimo dopo attimo, cellula dopo cellula, come le lancette dell’orologio che si muovono anche se nessuno le vede muoversi. "Panta rei" diceva Eraclito, tutto scorre, e con il tutto anche la vita passa senza che si possa far nulla per trattenerla. Sono voci e immagini che vengono dal passato. Si accavallano, si mischiano, si confondono, si spintonano l’un l’altra per paura di sparire per sempre in un blob senza capo né coda. Un pò di pazienza, prego: una alla volta per carità, e riuscirete tutte a parlare ...
Luciano De Crescenzo (Panta rei (tutto scorre))