Fotos Con Quotes

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En un mundo donde el horror se vende como arte, donde el arte nace ya con la pretensión de ser fotografiado, donde convivir con las imágenes del sufrimiento no tiene relación con la conciencia ni con la compasión, las fotos de guerra no sirven para nada.
Arturo Pérez-Reverte (El pintor de batallas)
Día Tres sin ti: no llamas y todo, las canciones mi cama la pena mi pecho tu nombre mi nombre con el tuyo tus fotos mis trozos nuestros restos comunica.
Elvira Sastre (Baluarte)
Si alguna vez vamos a parar al infierno, uno de los tormentos más refinados consistirá en encerrar en una habitación al ser humano desnudo con las fotos enmarcadas de su tiempo... tal vez ese infierno no resulte incluso soportable, porque las peores fotos sólo se sueñan, no se hacen y, si se hacen, no se revelan.
Günter Grass (The Tin Drum)
-Nos hacemos fotos, no con el objeto de recordar, sino para completarlas después con el resto de nuestras vidas. Por eso hay fotos que aciertan y fotos que no. Imágenes que el tiempo pone en su lugar, atribuyendo a unas su auténtico significado, y negando otras que se apagan solas, igual que si los colores se borraran con el tiempo.
Arturo Pérez-Reverte (The Queen of the South)
Tengo, del mismo modo, que confesarte de una manera dulce que te he olvidado, que tus fotos son una caricia del pasado pero en mi mañana ya no te miro, que he aprendido que recordarte no es más que un beso a mi herida para que no se sienta tan sola como yo cuando me la hiciste, que aquí hace tiempo que ya es primavera aunque haya días de tormentas torrenciales pero mírame: he aprendido a bailar -quién lo diría, amor, con esta vida que llevo tan llena de tropiezos-.
Elvira Sastre (Baluarte)
—Y hay más. Tan pronto no van a cortar tu planta de naranja-lima. Cuando la corten estarás lejos y no sentirás nada. Sollozando me abracé a sus rodillas. —Ya no me interesa, papá. No me interesa… Y mirando su rostro, que también se encontraba lleno de lágrimas, murmuré como un muerto: —Ya la cortaron, papá, hace más de una semana que cortaron mi planta de naranja-lima. Los años pasaron, mi querido Manuel Valadares. Hoy tengo cuarenta y ocho años y, a veces, en mi nostalgia, siento la impresión de que continúo siendo una criatura. Que en cualquier momento vas a aparecer trayéndome fotos de artistas de cine o más bolitas. Tú fuiste quien me enseñó la ternura de la vida, mi Portuga querido. Hoy soy yo el que tiene que distribuir las bolitas y las figuritas, porque la vida sin ternura no vale gran cosa. A veces soy feliz en mi ternura, a veces me engaño, lo que es más común. En aquel tiempo… En el tiempo de nuestro tiempo no sabía que muchos años antes un Príncipe Idiota, arrodillado frente a un altar, preguntaba a los iconos, con los ojos llenos de lágrimas: “¿POR QUÉ LES CUENTAN LAS COSAS A LAS CRIATURITAS?” Y la verdad es, mi querido Portuga, que a mí me contaron las cosas demasiado pronto. ¡Adiós!
José Mauro de Vasconcelos (Mi planta de naranja-lima)
Supongo que los álbumes, o las colecciones de fotos que guardamos en nuestro ordenador, tienden a compensar el trabajo injusto de nuestra memoria, pues ella suele quedarse más bien con lo doloroso, con traumas y frustraciones, con lo que no hemos conseguido, con la situación en la que no reaccionamos como habríamos deseado
José Ovejero (La invención del amor)
Nos pasamos la vida planificando días especiales, el de los cumpleaños, el de Nochevieja y tantos otros que a menudo permanecen menos tiempo en la memoria que los más sencillos, los cotidianos, esos que son tan difíciles de prever que uno nunca sale de casa con la cámara de fotos colgada del cuello para poder capturarlos. Permanecen sólo en nuestra memoria y, cuando llegamos al final del camino, sencillamente se convierten en polvo, en nada.
Alice Kellen (El chico que dibujaba constelaciones)
La foto è il feticcio che ti dovrebbe riportare indietro il tempo, ma il guadagno coincide con la perdita: in cambio del ricordo di un te stesso precedente ricevi la consapevolezza di ciò che è definitivamente passato, dell'istante che non tornerà mai più mentre ciò che volevi era proprio fermarlo.
Cees Nooteboom
—Claro que a lo mejor por eso nos hacemos fotos —continuó Harry—. Para obtener pruebas falsas con las que poder fundamentar la afirmación falsa de que éramos felices. Porque pensar que nunca hemos sido felices se nos hace insoportable. Los adultos obligan a los niños a sonreír cuando les hacen fotos, los incluyen en la mentira; por eso sonreímos, fingimos felicidad. Pero Oleg nunca fue capaz de sonreír si no lo sentía, no era capaz de mentir, no tenía ese don.
Jo Nesbø (Fantasma)
Se conocieron en un chat. Conversaciones, risas, complicidad, la protección que te brinda la pantalla y que da pie a decir ciertas cosas que no nos atreveríamos a soltar cara a cara, el resto del día pensando en encontrarse otra vez por el chat, la complicidad reciente, algunas fotos y finalmente una cita. Ya en la cita, los nervios de antes, el saludo extraño, la sonrisa algo forzada, el tic de él que ella observa con disgusto, los incómodos silencios que él salva con su ingenio, el físico de ella que no es como las fotos anunciaban, la conversación tirante que se va aflojando poco a poco, algunos temas comunes que los van haciendo sentir cómodos, el que supera todo el resto, ella cada vez más guapa, él cada vez más tierno, la tarde que termina en noche, el vino que también ayuda, la noche cada vez más larga y el deseo que toma el volante y un beso y muchos más y ¿en tu casa o en la mía? y la noche que sigue girando hacia ellos y el sudor y la cama desarmada y la misma pregunta en la cabeza de ambos, ¿me estoy enamorando?, y la misma respuesta en la cabeza de los dos dando título a este poema.
Marwán Abu-Tahoun Recio (Todos mis futuros son contigo)
No había rastros de humanidad en su rostro, excepto en sus ojos, era una cabeza totalmente canina; y no había rastros de animalidad en su cuerpo excepto por el pelaje y la cola, era un cuerpo casi completamente humano. Como dije, una fusión perfecta y armónica entre ambas criaturas. La única forma en que hubiera podido explicarle a alguien cómo era con exactitud, y lo perfectamente construido que parecía, sólo lo hubiera logrado tomándole una foto. -- Johanna Miller
Melisa S. Ramonda (Rasguños en la puerta (RELP #1))
No hay más que los momentos en que estamos con ese otro cuya vida creemos entender, o cuando nos hablan de él, o cuando él nos cuenta lo que le ha pasado o proyecta ante nosotros lo que tiene intención de hacer. Al final queda un álbum de fotos, de instantes fijos: jamás el devenir realizándose ante nosotros, el paso del ayer al hoy, la primera aguja del olvido en el recuerdo.
Julio Cortázar (Rayuela)
«Non devi aver paura delle tue reazioni, né delle tue scelte, ricordalo. Non devi aver paura di te stessa e quando avrai a che fare con gli errori degli altri, guardati dentro. Siamo come una fotografia che, per essere nitida, ha bisogno di luci e ombre nella giusta misura.»
Massimo Bisotti (Foto/grammi dell'anima)
Esas fotos nuestras, con la película levantada y unos bordes dentados como los de los sellos, son también testimonios: nuestro cuerpo se interpuso certeramente, en algún momento, entre el sol y la lente de la cámara de fotos, dejando en la película una sombra como la que despliega la luna, durante un eclipse, sobre el disco solar.
Mircea Cărtărescu (Solenoid)
Honor miró por la ventana... y vio la sobrecogedora imagen de un ángel con alas de color azul plateado aterrizando en la zona verde del césped. -Es... -Se quedó sin aliento. Había visto fotos, incluso imágenes de televisión, que mostraban a aquel ángel de alas azules, pero ninguna de ellas le hacía justicia. Nada podría hacérsela. Resultaba mucho más impactante de cerca. No le quitó la vista de encima mientras se reunían con él junto al coche. Tenía los ojos del color del oro veneciano, el cabello negro con matices azules, y un rostro de una belleza tan pura que resultaba casi demasiado hermoso. Casi. Era, sencillamente, la criatura más hermosa que había visto en su vida. -Soy Illium -dijo el ángel mirándola a los ojos. Honor estuvo a punto de esbozar una sonrisa al ver la curiosidad pintada en sus iris dorados. -Yo soy Honor.
Nalini Singh (Archangel's Blade (Guild Hunter, #4))
Si te sacas una foto con flash… ¿Superman se pone celoso?
Berto Pedrosa (1200 Chistes para partirse: La colección de chistes definitiva (Spanish Edition))
Ti ricordi quello che facemmo con la mia foto di sposa? Voglio continuare per quella strada. Viene il giorno che mi riduco tutta a diagrammi, divento un nastro bucherellato e non mi trovi più.
Elena Ferrante (Storia di chi fugge e di chi resta)
Se ora penso agli anni di allora, mi colpisce quanto poco ci fosse in realtà da vedere, quante poche immagini illustrassero la vita e la morte nei Lager. Conoscevamo di Auschwitz il portale con la sua scritta, i pancacci di legno a più piani, i mucchi di capelli, occhiali e valigie; di Birkenau l'entrata con la torre, i corpi laterali e il passaggio per i treni; e da Bergen-Belsen ci venivano le montagne di cadaveri trovate e fotografate dagli alleati al momento della liberazione. Conoscevamo alcune testimonianze di detenuti, ma molti libri apparvero subito dopo la guerra e vennero ristampati solo negli anni Ottanta, visto che nel frattempo non rientrarono nei programmi delle case editrici. Ora ci sono così tanti libri e film che il mondo dei Lager è ormai parte dell'immaginario collettivo che completa il mondo reale. La fantasia lo conosce ormai bene, e a partire dalla serie televisiva Olocausto e da film come La scelta di Sophie e soprattutto Schindler's list si muove anche in quel mondo. E non ne prende solo atto, ma integra e abbellisce. Allora la fantasia stentava a muoversi; riteneva che allo sgomento di cui era debitrice al mondo dei Lager non si confacessero le movenze della fantasia. Quelle poche immagini che doveva alle foto degli alleati e alle testimonianze dei detenuti, le ha poi guardate riguardate, fino a farne dei cliché.
Bernhard Schlink (The Reader)
Una vez cogí la pistola y me la puse en la cabeza. En la mano izquierda llevaba una aguja de hacer jersey con la que tenía que pulsar el botón de la polaroid para que me hiciera una foto apuntándome a la cabeza.
Félix Romeo (Dibujos animados)
C' è una foto che Irene ha scattato con gli occhi, un frammento, una di quelle istantanee dov'è condensata tutta la tenerezza per qualcuno che abbiamo amato o amiamo ancora, e che si acquattano nella memoria per la vita.
Diego De Silva (Mancarsi)
Ed è allora che noto una cartolina, seminascosta fra due cose da buttare. La tiro fuori. La fotografia sul davanti mostra una gola dalle pareti a picco con un sentiero angusto che si snoda sul versante roccioso e molto, molto più in basso, il nastro bianco di un fiume. Nella striscia di cielo azzurro e terso sopra la foto la didascalia recita: El Caminito del Rey, Andalusia. La mano mi trema talmente che quando giro la cartolina rischio di farla cadere. Ho visto la sua scrittura una volta soltanto, sui foglietti dei «posti felici» che mi aveva mostrato dopo che avevamo estratto «Bryher», ma la riconoscerei ovunque. Tre parole. Una sottolineatura. E un punto di domanda. Vorresti essere qui?
Martyn Bedford (Twenty Questions for Gloria)
Tiré de Avery hasta detenerse, cuando ella comenzo a regresar al grupo. Ante su mirada inquisitiva, hice un gesto sugerente hacia la cabina de fotos, ahora vacante. Avery se volvió con una sombra de rojo más adorable todavía. —Realmente creo que debemos de volver. —Está bien —suspire tan dramáticamente, que Avery rió—. Pero si yo ganó, entonces tienes que estar de acuerdo para ser mi novia. Avery tomó la mano que le ofrecia y dio una sonrisa como reconocimiento. —Y si ganó entonces tengo que serlo.
Kelly Oram
Y todavía lo remueve a uno por dentro y le empaña los ojos ver en las fotos y los viejos documentales de la liberación de París, cuando pasan los carros blindados aliados por las calles, aplaudidos y besados por franceses y francesas, a un montón de fulanos bajitos, morenos y sonrientes, despechugados de uniforme y siempre con un pitillo a medio fumar en la boca, y leer con asombro los nombres que esos tipos indestructibles pintaron sobre el acero para bautizar sus tanques: Guernica, Guadalajara, Brunete, Don Quijote o España Cañí.
Arturo Pérez-Reverte (Una historia de España (Spanish Edition))
Una volta che lo scrittore diventa un volto separato e alienato (nel senso letterale), comincia una ridda cannibalica, quel volto appare ovunque, quasi sempre a sproposito. La foto testimonia la mia assenza, è un vessillo di distanza e solitudine. La foto mi blocca, congela la mia vita in un istante, nega il mio trasformarmi in qualcos'altro, il mio divenire. Divento un 'personaggio', un tappabuchi per impaginazioni frettolose, uno strumento che amplifica la banalità. Al contrario la mia voce, con la sua grana, con i suoi accenti, con la sua dizione imprecisa, le sue tonalità, ritmo e pausa, tentennamenti, è la testimonianza di una presenza anche quando non ci sono, mi porta vicino alle persone, e non nega il mio divenire perché è una presenza dinamica, mossa, tremolante anche quando sembra ferma.
Wu Ming 1
Non sono tipo da messaggi o da idee io… Le idee, ne è piena l’enciclopedia… Io sono uno stilista. Un maniaco dello stile. Oh una cosa da nulla, una certa musichetta introdotta nello stile, tutto qui. Sono l’ultimo musicista del romanzo! Il resto, immaginazione, creatività e roba del genere, non mi interessa. La lingua, nient’altro che la lingua, ecco l’importante. La foto non è il vero: il vero lo si fa barando al modo giusto. Se prendi un bastone e vuoi farlo apparire diritto nell’acqua, devi prima curvarlo sennò sembra rotto. Bisogna romperlo prima di immergerlo. È un vero lavoro, è il lavoro dello stilista. Ci vuole un enorme respiro, grande sensibilità, è difficilissimo da fare, perché bisogna girarle attorno. Attorno a che? All’emozione! Perché in principio non era il verbo, era l’emozione. L’argot non si fa con il dizionario, ma con immagini nate dall’odio; è l’odio che fa l’argot! Tutti hanno voluto imitarmi, nessuno c’è riuscito… Mi prendono per un primitivo, un rozzo… Io invece sono un raffinato, un aristocratico, e quei cretini credono che improvvisi… Io so far ballare i tavolini e loro no, ecco la verità! I miei libri moriranno anche loro, e presto, si capisce, ma almeno avranno vissuto! Tanto i posteri saranno i cinesi… E quelli se ne fregheranno altamente della mia letteratura fessa e del mio stile vacca e dei miei tre puntini…
Louis-Ferdinand Céline
Una notte la fotografai con la Polaroid e infilai la foto nella cornice dello specchio in soggiorno. Reva pensava fosse un gesto amorevole, ma la foto per me era un memento di quanto poco mi divertiva la sua compagnia se mi veniva voglia di chiamarla quando ero sotto l'effetto di farmaci.
Ottessa Moshfegh (My Year of Rest and Relaxation)
Una foto no es mucha cosa, la verdad. Sólo puede capturar un momento entre millones de momentos de la vida de una persona, o de la vida de una casa. Pero estas fotos que tengo delante, las que pretendo describirte..., Tienen cierto valor, creo, aunque sólo sea porque me ayudan a recordar. Son la prueba de que las cosas de las que me acuerdo (o algunas de esas cosas, por lo menos) sucedieron de verdad y no son vagos recuerdos, ni fantasías, ni imaginaciones. ¿Pero qué pasa con los recuerdos de los que no hay fotos, ni prueba, ni confirmación posible? JONATHAN COE en “La lluvia antes de caer”.
Jonathan Coe
Infilai la foto dove l'avevo trovata. Mi resi conto che quei pensieri non mi avevano ferito. Chiudendo la porta della stanza mi chiesi se quello fosse il modo in cui sboccia il perdono, non con le fanfare di una epifania, ma con il dolore che, nel cuore della notte, fa i bagagli e si allontana senza nemmeno avvisare.
Khaled Hosseini (The Kite Runner)
Voleva mostrare al mondo i lati opposti della città che non dormiva mai. Voleva raccontare la sua storia attraverso i propri occhi, le proprie lenti. Molte persone avevano cercato di fare lo stesso. Nessuno aveva mostrato il lato davvero oscuro che si celava dietro i musical della classe media e delle celebrità che ammiccavano con falsi sorrisi ai paparazzi. O forse ce n’erano stati altri. Ma a lui non importava. Non voleva farlo per gli altri ma per sé. Comunque non aveva nessuno, a parte Rafe, a cui mostrare le foto. In ogni caso voleva farlo bene. Nonno Kevan aveva immortalato la sua vita con la macchina fotografica; era tempo che Pierce fotografasse la sua.
Chris Ethan (Il ragazzo con la valigia (C'era una volta un ragazzo, #1))
Alla fine, era questo il problema dell'amore. Era così facile romanticizzarlo perché era ovunque. Nella musica e in tv e nelle foto con i filtri di Instagram. Era nell'aria, fonte frizzante di possibilità infinite. Era nelle foglie autunnali, nelle porte di legno fatiscenti, nel ciottolato consumato e nei campi pieni di denti di leone. Era nello sfiorarsi di mani, nelle lettere scritte di getto, delle lenzuola stropicciate e nella luce dorata poco prima del tramonto. Uno sbadiglio soffice, una risata mattiniera, due paia di scarpe allineate accanto alla porta. Uno sguardo dall'altro lato della pista da ballo. Vedevo tutto questo, tutto il tempo, tutto intorno a me, ma quando mi avvicinavo restavo a mani vuote. Come un miraggio.
Alice Oseman (Loveless)
¿Alguna vez has tratado de tomar una foto de algo muy lejano? ¿Y observas a través del lente y la escena entera es una mancha borrosa? Así que te metes con el enfoque; acercando y alejando. Luego la cámara gira y segundos más tarde, boom, claridad instantánea. Todo encaja en su lugar. La imagen es tan clara como el cristal. Eso es lo que es para mí ahora mirando a Kate. De repente, es todo tan obvio. Tan jodidamente claro. Estoy enamorado de ella. Totalmente. Impotentemente. Patéticamente. Enamorado. Kate me posee. Cuerpo y alma. Es todo en lo que pienso. Es todo lo que nunca pensé que quería. No es solo perfecta, es perfecta para mí. Haría cualquier cosa por ella. Lo que sea. La quiero cerca de mí, conmigo. Todo el tiempo. Para siempre
Emma Chase (Tangled (Tangled, #1))
Pues éste es el valle de la muerte, aunque las vacas medren en él. En el jardín de esa mujer, las mentiras estaban desplegando sus sedas húmedas, Y los ojos del asesino moviéndose como babosas, de soslayo, Incapaces de encararse con los dedos, esos malditos egotistas. Los dedos estaban estampando una mujer en una pared, Un cuerpo en una pipa, y el humo elevándose. Este olor es el de los años que arden, aquí en la cocina, Éstos son los engaños, clavados como fotos familiares, Y esto es un hombre, mira su sonrisa, ¿El arma homicida? No, nadie ha muerto. En la casa, no hay ningún cuerpo del delito. Hay un olor a brillo, hay alfombras de felpa. Hay la luz del sol, empuñando sus aceros, Matón aburrido en un cuarto rojo Donde la radio habla sola como un pariente anciano.
Sylvia Plath
El acto fotográfico, un modo de certificar la experiencia, es también un modo de rechazarla: cuando se confina a la búsqueda de lo fotogénico, cuando se convierte la experiencia en una imagen, un recuerdo. El viaje se transforma en una estrategia para acumular fotos. La propia actividad fotográfica es tranquilizadora, y mitiga esa desorientación general que se suele agudizar con los viajes.
Susan Sontag (On Photography)
Pero a nadie se le había pasado por la cabeza que Willem pudiera morir antes. No habían hecho planes para afrontarlo porque nunca habían contemplado ese imprevisto. De haber sabido que cabía esa posibilidad, de haber sido menos absurda, de haber guardado pruebas. Habría grabado la voz de Willem hablando con él y habría guardado las grabaciones. Habría hecho más fotos. Habría intentado destilar la misma química corporal de Willem.
Hanya Yanagihara (A Little Life)
Il fatto è che del dio degli Inglesi non ti devi mai fidare. Questi servizi segreti più o meno deviati si fanno i fatti miei e i fatti tuoi, anche se vivi una vita normale e non sei incazzato a morte con il sistema di valori in cui vivi. Sono un po’ quelli che avevano già Facebook prima di te. Prima anche di Mark Zuckerberg. E non devi nemmeno registrarti né pubblicare nulla. Loro ascoltano le tue telefonate. Guardano le tue foto. Se scrivi sul pc si godono i tuoi aggiornamenti di stato. Leggono le tue email come fossero messaggi in bacheca. Non riescono a smettere di farsi i cazzi tuoi. Vigilano su noi poveri cavalli. Su voi poveri buoi. E appena siamo inutilizzabili, ci conducono al macello. Puoi provare a denunciarli per stalking, perché a un certo punto sono davvero un riccio nel culo. Ma ho come la sensazione che non riusciresti a portarli in tribunale.
Stefano Zorba (Mi innamoravo di tutto: Storia di un dissidente)
Miré a miss Baker, preguntándome qué sería lo que conseguía. Disfrutaba mirándola. Era una chica delgada, de pechos pequeños, que andaba muy derecha, algo que acentuaba echando los hombros hacia atrás como un cadete. Los ojos, grises, irritados por el sol, me correspondieron con igual curiosidad desde una cara triste, simpática, insatisfecha. Entonces me di cuenta de que la había visto antes en alguna parte, en persona o en una foto.
F. Scott Fitzgerald (The Great Gatsby)
Shane trattenne il respiro mentre gli si stringeva dolorosamente il cuore. Solo due settimane prima avrebbe ucciso per sentire quelle parole da Kayden Berlin, ma quel pensiero fece ricordare qualcos’altro a Shane, un’ultima cosa che voleva sapere. «E quelle cose che dicevi? Riguardo all’essere un cliché? Un disastro ferroviario?» Jesse trasalì. «Volevo ferirti. Non sopportavo l’idea che fossi caduto nella trappola come capita a molte persone di questo settore. So di cosa sei capace, Shane, ed è molto di più di quello che stai facendo.» Jesse fece una pausa. «E una parte di me era anche gelosa. Detestavo vedere foto di te con tutti quegli uomini. Puoi perdonarmi?» Shane lo voleva. Dio, come lo voleva. Ma era troppo presto, le ferite erano ancora troppo fresche e sanguinanti. «Non so.» Jesse fece un passo indietro. Per un attimo, apparve annichilito e la sua bocca tremò, ma lo nascose in fretta. «Capisco.»
Piper Vaughn (Moonlight Becomes You (Lucky Moon, #1))
—¿Acaso piensas que no son más que unos papelitos con una emulsión química en una de sus caras? Si es así, te equivocas. Son mucho más que eso. Atesoran parte de la vida de las personas. Reflejan la futilidad de un instante; la luz, el viento y el aire de un paisaje; la sonrisa y el azoramiento de la persona fotografiada, y el gozo y amor de quien toma la foto por aquello que fotografía. Por eso precisamente hacemos fotografías y por eso deben conservarse.
Yōko Ogawa (The Memory Police)
«Tutti questi uomini sono eroi,» continuò Jay, scorrendo le slide successive, che ci ritraevano tutti insieme, in gruppo. «Non solo perché hanno combattuto una guerra e rischiato le loro vite per il loro Paese. Sono eroi perché ogni notte combattono contro i loro incubi e ogni mattina si svegliano pronti ad affrontare una nuova giornata. Sono eroi perché non si sono arresi, quando sarebbe stato così semplice… smettere e basta. Sono eroi perché si preoccupano per gli altri, anche quando la loro vita è un casino. La loro battaglia non è finita quando sono tornati dalla guerra; in quel momento era appena iniziata. Eppure, affrontano ogni giorno con determinazione, con la speranza che sarà meglio di quello prima. E domani ci sarà meno dolore nascosto dietro il loro sorriso. A una settimana da oggi, gli incubi diverranno meno frequenti. Ma se questo non dovesse succedere?» La slide cambiò un’ultima volta, tornando alla foto di gruppo con cui Jay aveva cominciato. «Continueranno a combattere, perché è questo che fanno gli eroi.»
Teodora Kostova (Cookies (Cookies, #1))
Quién se ha subido alguna vez a un tren, a un avión o a un ascensor? Tenemos todas esas cosas gracias a que en su día hubo empollones que lo hicieron posible, personas que con o sin talento se esforzaron por estudiar, por investigar, por aprender, por dar un paso más que los demás... Cuando cogéis una moto, una bici, cuando cruzáis un puente, cuando compráis algo por internet, cuando encendéis una bombilla, cuando utilizáis el GPS para guiaros, cuando jugáis a la consola, cuando os hacéis una foto... todo eso es posible gracias a los que llamamos "empollones", de hecho toda vuestra vida depende de ellos.
Eloy Moreno (Invisible)
Dean tirò fuori altre fotografie. Mi resi conto che queste erano tutte le istantanee che i nostri bambini avrebbero guardato un giorno con stupore, convinti che i loro genitori avessero vissuto una vita liscia, ben ordinato, delimitata nella cornice di quelle fotografie e si fossero alzati al mattino per incamminarsi orgogliosi sui marciapiedi della vita, senza mai sognare la stracciata pazzia e la ribellione della nostra vita reale, della nostra notte reale, l’inferno di essa, l’insensata strada piena di incubi. Tutto questo dentro un vuoto senza principio e senza fine. Compassionevoli forme di ignoranza.
Jack Kerouac (On the Road)
Entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es sacar fotografías, actividad que debería enseñarse tempranamente a los niños pues exige disciplina, educación estética, buen ojo y dedos seguros. No se trata de estar acechando la mentira como cualquier repórter, y atrapar la estúpida silueta del personajón que sale del número 10 de Downing Street, pero de todas maneras cuando se anda con la cámara hay como el deber de estar atento, de no perder ese brusco y delicioso rebote de un rayo de sol en una vieja piedra, o la carrera trenzas al aire de un chiquilla que vuelve con un pan o una botella de leche.
Julio Cortázar (Las armas secretas)
Un huaco puede ser cualquier pieza de cerámica prehispánica hecha a mano, de formas y estilos diversos, pintada con delicadeza. Puede ser un elemento decorativo, parte de un ritual u ofrenda en un sepulcro. Los huacos se llaman así porque fueron encontrados en los templos sagrados llamados huacas, enterrados junto a gente importante. Pueden representar animales, armas o alimentos. Pero de todos los huacos, el huaco retrato es el más interesante. Un huaco retrato es la foto carnet prehispánica. La imagen de un rostro indígena tan realista que asomarnos a verlo es para muchos como mirarnos en el espejo roto de los siglos.
Gabriela Wiener (Huaco retrato)
—El día que conocí a tu madre, sabía que estaría en mi vida para siempre. Había algo sobre ella y supe que me estaba enamorando ese primer día. Te hacía querer ser mejor, tratar de ser digno de su amor. Lamentablemente, tu padre pensaba lo mismo, nadie entendía por qué cambió drásticamente, excepto yo. A pesar de que ella estaba conmigo, dejó de beber, dejó de dormir con otras chicas, es como si lo hubiera hecho madurar al instante y convertido en el tipo que finalmente quería ser para que pudiera tener una oportunidad con ella. Siempre tuve miedo de perderla por él algún día, es como si me diera cuenta de que era una cuestión de cuándo, no de sí. Pero tu madre era diferente, yo había salido con muchas chicas, pero realmente no me importaba si estaban allí o no. Eran sólo alguien para tratar de llenar el dolor de perder a mi padre. Así que cuando me reuní con ella y se dio cuenta de mis sentimientos, luché por mantenerla tanto tiempo como pude. No se lo digas a tu mamá, pero Chase y yo constantemente peleábamos por ella cuando no estaba cerca. Infierno, incluso peleábamos por ella cuando estaba cerca. Sabíamos que cualquiera de nosotros podría tener a cualquier chica que quisiéramos, pero sólo queríamos a Harper. Así que, por supuesto, siendo nosotros, las palabras se utilizaron en puños y volaban cuando nos quedábamos solos. No le dije esto, pero ya sabía lo que había pasado con tu padre antes de que ella me lo dijera. Cuando llegué a casa de la rotura, y Chase no me molestó de nuevo, sabía que algo había pasado. Sólo no sabía qué todavía. Pero ¿sabes qué pequeño hombrecito? No puedo ni siquiera estar loco sobre eso más, porque si no hubiera pasado, no estarías aquí ahora. Besó suavemente a nuestro hijo de tres meses quien estaba completamente cautivado en sus historias y señaló la última foto en el libro. —Y él te amaba y a tu mamá, muchísimo. Siempre voy a recordarte eso, pero desearía que hubieras podido reunirte con él.
Molly McAdams (Taking Chances (Taking Chances, #1))
No le fue fácil meter en la maleta el dia en que hicieron su primera cumunión las tres juntas.La vela, el libro y la foto afuera de la iglesia cupieron muy bien, pero no así el sabor de los tamales y del atole que nacha les había preparado y que habían comido después en compañia de sus amigos y familiares. Cupieron los huesitos de chabacano de colores, pero no así las risas cuando jugaban con ellos en el patio de la escuela, ni la maestra Jovita, ni el columpio, ni el olor de su recámara, ni el del chocolate recién batido. Lo bueno es que tampoco cupieron las palizas, los regaños de Mamá Elena, pues Tita cerró muy fuerte la maleta antes de que se fueran a colar.
Laura Esquivel (Like Water for Chocolate)
El rostro que ponemos especial empeño en recordar al principio es muy nítido y omnipresente, pero a medida que pasa el tiempo —y seguramente por ese ahínco, que lo desgasta y lo desvirtúa y deforma— empieza a difuminársenos, y acaba por resultar casi imposible que los ojos de la mente lo convoquen y se lo representen con fidelidad. De pronto nos sorprendemos mirando una fotografía para conseguirlo, y aun así: la foto quieta va suplantando a la cara real, con sus gestos y su movimiento, las facciones se congelan y ya sólo existen las de la instantánea, que de tanto mirarla sustituye a la persona y la borra o la destierra o expulsa, por eso cuesta tanto recordar de veras a los muertos que se nos alejan.
Javier Marías (Berta Isla)
¿SABES QUÉ ES UN "HOT BUTTON"? TEN CUIDADO QUE SABER UTILIZARLOS PUEDE DARTE UN PODER PELIGROSAMENTE PODEROSO... ESTO NO ES FICCIÓN... son generalmente palabras, pero pueden ser también imágenes e incluso aromas o situaciones, que se encuentran asociados con sentimientos y recuerdos muy profundos y fuertes, ya sean buenos o malos. Al activarse el Hot Button, la persona evoca casi involuntariamente estos sentimientos, provocando muchas veces una desestabilización emocional o cambios abruptos de actitud –explicó Augustus mientras Nicolás lo escuchaba atentamente. Todos tenemos en nuestro interior Hot Buttons, algunos evidentes, otros, ocultos en la profundidad de nuestro inconsciente. Al ser “presionados”, disparan automáticamente fuertes emociones. Como dije anteriormente, los Hot Buttons pueden ser a veces positivos y en otras, negativos. Por ejemplo, en el amor solemos encontrar abundantemente de los dos tipos. Un lugar, una foto, un perfume, una canción, una persona, una palabra, un texto, hasta cosas aparentemente insignificantes, a veces te hacen transportar casi inevitablemente a fuertes recuerdos y sensaciones. Uno va caminando por la calle, concentrado en temas laborales y justo escucha sin querer “aquella” canción del primer beso de un GRAN AMOR. Si esta canción te hace acordar a un amor frustrado, posiblemente estemos hablando de un Hot Button negativo; si -en cambio- te recuerda al actual amor, probablemente sea positivo. En ambos casos, es muy probable que a causa del mismo nos cambie el humor del momento, la concentración y hasta incluso actuemos diferente respecto a si no hubiésemos escuchado “esa” canción. Más de uno en estos casos, habrá llegado casi desesperado a su trabajo, y rastreado ese viejo número telefónico que estaba guardado en algún lugar recóndito… Negativos, hay miles también. Muchos se relacionan con complejos y malas experiencias sufridas. El que se quema con leche, ve una vaca y llora, dicen con sabiduría. Los complejos de inferioridad, en todas sus variantes, contienen muchísimos Hot Buttons. Ni que hablar de aquellas personas que tienen problemas con su ego y autoestima. ¡Qué tema el EGO!… Muchas veces, en peleas entre personas cercanas, se suelen decir “verdades” espantosas y crueles, ya que embargadas por su ira, no se contienen, no filtran y no miden entonces sus palabras, ni sus consecuencias. En estas ocasiones, se suele meter el dedo en la llaga y esto suele provocar un aumento estrepitoso de la riña, que muchas veces incluso deriva en secuelas no deseadas… Meter el dedo en la llaga, es sin duda haber apretado un Hot Buttons muy concreto... La cuestión es que si alguien logra identificar tus Hot Buttons, se imaginan lo que pueden provocar en vos si sabe utilizarlos… qué miedo… ¿no?... ¿Vos tenes identificados cuáles son tus Hot Buttons? Contanos… Gonzalo GUMA
Gonzalo Guma (Equinoccio. Susurros del destino)
–Todos soñamos con volver. Es difícil de explicar. Yo no volvería ni loco. Pero sueño con volver –hice una pausa–. Ustedes también. –¿Nosotros? –Los que nunca estuvieron. ¿Para qué nos buscan, si no? Nos buscan y nos tienen miedo. Suponen que sabemos algo, que no les queremos decir, y que ustedes no quieren saber; nos envidian porque conocemos el camino y temen que se los revelemos. Dejamos un espacio preciso cuando nos fuimos, pero allá cambiamos de forma, y al volver ya no encajábamos, por más vueltas que nos dieran, en el rompecabezas; volvimos diez mil iluminados, locos, profetas malditos, y ahí andamos, sueltos por las cuatro puntas del país, hablando un idioma que nadie entiende, haciendo como que trabajamos, jugamos al fútbol, cogemos, pero nunca del todo, en algún lugar sabiendo siempre que algo nuestro valioso e indefinible quedó enterrado allá. En sueños, al menos, todos volvemos a buscarlo. ¿Entendés? No es el criminal el que vuelve al lugar del crimen. Es la víctima, bajo la tiránica esperanza de cambiar ese resultado injusto que la dañó. Andá a preguntarle a los ingleses. ¿Cuántos te crees que quieren volver? Somos nosotros, los perdedores, los triturados, los que gritamos “volveremos volveremos” cada vez que hay alguien que quiera escuchar. ¿Qué puede interesarle la revancha al ganador? El infierno nos marcó de tal manera que creemos que volviendo lo haremos paraíso, y a la noche nos despertamos llamando papá a los demonios que nos clavaban arpones riendo. ¿Sabés por qué todavía, diez años después, seguimos disfrazándonos de esta manera, reuniéndonos para organizar expediciones imposibles, reconstruyendo hasta el segundo cada uno de aquellos días que lo mejor sería olvidar? Estamos infectados, entendés, las llevamos en la sangre y nos morimos de a poco, como los chagásicos. ¿No las viste, que son iguales a pólipos? Cada año que pasa, se extienden un poco más, como esas manchas en la pared. Trauma de guerra, trauma de guerra, no es tan fácil. Estamos enamorados hasta la médula, y las odiamos. Fetichistas, adoramos una foto, una silueta, una bota vieja. No es verdad que hubo sobrevivientes. En el corazón de cada uno hay dos pedazos arrancados, y cada mordisco tiene la forma exacta de Las Islas. Tratamos de llenarlos con las cosas de acá, pero es como taparlos con estopa. ¿Sabés cuántos de nosotros nos suicidamos por ese amor?
Carlos Gamerro (Las islas)
Carta a James Sandoe, 14 de octubre de 1949. Ahora estoy leyendo “So little time”, de Marquand. Recuerdo, o creo recordar, que fue bastante maltratada cuando apareció, pero a mí me parece llena de ingenio agudo y vivacidad, y en general mucho más satisfactoria que “Point of no return”, que me resultó aburrida en su impacto total, aunque no aburrida mientras se la lee. También empecé “A sea change”, de Nigel Demis, que parece bien. Pero siempre me gustan los libros equivocados. Y las películas equivocadas. Y la gente equivocada. Y tengo la mala costumbre de empezar un libro y leer sólo lo necesario para asegurarme de que quiero leerlo, y ponerlo a un lado mientras rompo el hielo con otros dos. De ese modo, cuando me siento aburrido y deprimido, cosa que pasa con demasiada frecuencia, sé que tengo algo para leer tarde en la noche, que es cuando más leo, y no ese horrendo sentimiento desolador de no tener a nadie con quien hablar o a quien escuchar. ¿Por qué diablos esos idiotas de editores no dejan de poner fotos de escritores en sus sobrecubiertas? Compré un libro perfectamente bueno... estaba dispuesto a que me gustara, había leído sobre él, y entonces le echo una mirada a la foto del tipo y es obviamente un completo imbécil, una basura realmente abrumadora (fotogénicamente hablando) y no puedo leer el maldito libro. El hombre probablemente no tiene nada malo, pero para mí esa foto, esa tan espontánea foto con la corbata chillona desajustada, el tipo sentado en el borde de su escritorio con los pies en la silla (siempre se sienta así, piensa mejor). He pasado por esta comedia de la foto, sé lo que hace con uno.
Raymond Chandler (Selected Letters)
La macchina parte con il conto alla rovescia, da tre. La prima foto la improvvisiamo. Arthur avvicina la testa alla mia ed entrambi sorridiamo, supersemplice. Per la seconda foto Arthur tira fuori la lingua ed emette un “Aaaaaah” come se un dottore gli stesse esaminando la bocca. Io faccio un occhiolino esagerato. Per la terza foto Arthur si volta verso di me. A me batte forte il cuore perché sembra mi voglia baciare, ma a me ancora non viene. Lo so che è molto bello aver ritrovato il ragazzo che ho incontrato all’ufficio postale, ma per quanto lui sia affascinante, non posso costringermi a baciarlo prima di sentirmi pronto. Prima di desiderarlo. Ci fissiamo e quando scatta l’ultimo flash ci stiamo sorridendo. Usciamo dalla cabina e prendiamo una copia ciascuno da conservare. Stiamo davvero molto bene insieme
Becky Albertalli (What If It's Us (What If It's Us, #1))
«Stiamo mettendo un annuncio su Craigslist per trovare il tipo che ho incontrato in posta.» «Craigslist?» La mamma stringe gli occhi. «Arthur, assolutamente no.» «Perché no? Voglio dire, a parte il fatto che è inutile ed è impossibile che lui lo veda mai...» Papà si strofina il mento. «Perché pensi che non lo vedrà?» «Perché i ragazzi come lui non vanno su Craigslist.» «I ragazzi come te non vanno su Craigslist» dice la mamma. «Non ti permetterò di farti uccidere da un assassino con il machete.» Scoppio in una risata breve. «Okay, sono abbastanza sicuro che non succederà. Mi manderanno foto oscene, probabilmente. Ma assassini con il machete...» «Oh. Okay, in qualità di madre ho intenzione di procedere a porre il veto anche sulle foto oscene.» «Ma non è quello che cerco!» «Se metti un annuncio su Craigslist, stai cercando foto oscene»
Becky Albertalli
Le había dicho que se paseaba por el patio como si estuviera en una fiesta. Yo no lo habría expresado así, pero entiendo lo que quería decir. Tiene relación con lo que dije de que Andy llevaba su libertad como un abrigo invisible y con lo que dije de que nunca llegó a tener en realidad una mentalidad carcelaria. Nunca llegó a tener esa mirada obtusa. Nunca llegó a caminar como caminan los hombres cuando termina la jornada y han de volver a sus celdas para otra noche interminable... encorvados, aturdidos. Andy caminaba erguido y con paso vivo siempre, como quien se dirige a casa, donde le aguardan una buena cena hogareña y una buena mujer, y no la bazofia insípida de verduras pastosas, puré de patatas grumoso y una o dos tajadas de ese material cartilaginoso y grasiento que casi todos los presos llaman «carne de enigma»... eso y una foto de Raquel Welch en la pared.
Stephen King (Rita Hayworth and Shawshank Redemption)
Miré a Claudia Romero Viscasillas intentando saber si era subnormal. A veces me pasa que no los distingo y eso termina creando muchísimos problemas. El curso anterior llegaron dos hermanos nuevos a nuestra clase, y la profesora nos dijo que uno era un poco especial porque tenía “Síndrome de Down”. Yo al acabar la clase le pregunté a una profesora qué era el síndrome de Down. Me enseñó unas fotos, porque la profe Marina nos trataba como a monos enseñándonos imágenes todo el rato, y a mí me parecía más el que no era, Raúl, que el que sí, Antonio. Así que me pasé el curso explicándole a Raúl cómo se abrían y cerraban las persianas y cómo se jugaba a polis y cacos. Él me escuchaba con mucha atención y me hacía siempre caso, y luego me pasaba la mano por el pelo como también hacía con su hermano. Raúl Fernández Calige y Antonio Fernández Calige. Solo estuvieron un año con nosotros, porque su padre era militar y lo destinaron a otra parte, pero en ese curso Raúl y yo fuimos inseparables de la manera en que sólo pueden serlo dos personas que creen que el listo es él.
Manuel Jabois (Malaherba)
—¿Se puede saber por qué cojones tardáis tanto? —interrumpió una voz. Thomas no se sorprendió al verlo entrar, pero lo que le sentó como una patada en los huevos fue ver a Olivia empezar a babear. —¡Ay, Dios mío! ¡No me lo puedo creer! ¡Ay, que me da algo! —Tranquila mujer —murmuró Nicole a su lado. —¡No sabes la ilusión que me hace conocerte! —Me parece muy bien —dijo Max sorprendido ante su efusividad. Olivia, ni corta ni perezosa, le plantó un par de besos. Y después, para sufrimiento del abogado, se acercó, no para situarse junto a él, no, para pedirle con todo el descaro del mundo su móvil ultramoderno y sacarse fotos. —Es una oportunidad única —se justificó sonriente, mientras Nicole hacía las fotos—. Si no es mucho molestar, ¿me puedes firmar un autógrafo? —Joder, ver para creer —masculló Thomas, cada vez más molesto. —Por supuesto —accedió Max, que parecía más que acostumbrado a esas cosas. —Aquí. —Apartó el cuello de su camiseta, dejando libre una considerable porción de piel sobre su pecho izquierdo—. Una firmita aquí, ya verás cuando lo cuente. —Y para mayor enfado de Thomas agarró un rotulador indeleble y se lo dio.
Noe Casado (Treinta noches con Olivia)
«È solo... il fatto che tu non sia mai uscito con nessuno prima e non abbia mai baciato nessuno... Non lo so. E se io rovinassi tutto? Non voglio essere quello che rovina il tuo primo bacio.» «Non lo saresti.» «È che mi sento sotto pressione, capisci. Voglio che sia perfetto.» «Essere con te è già perfetto.» Lui ridacchia. «Voglio dire, a parte il fatto che sottovaluti drammaticamente la mia destrezza con la macchina pesca pupazzi, e che il sosia di Ansel Elgort ci ha provato con te, e le tue cinquantasei foto con il tuo ex e...» E lui mi bacia. Così, di punto in bianco. Le sue mani sono sulle mie guance, e lui mi sta baciando. Cristo santo. Voglio dire, non mi ero mai reso conto di quanto ti è vicina la faccia di una persona quando ti bacia. La sua testa è proprio qui. Leggermente inclinata per adattarsi alla mia. I suoi occhi sono chiusi e le sue labbra si muovono sulle mie, e WOW, non so quanto sia appropriato e in regola avere un’erezione in una situazione del genere, ma... ehm. Dovrei rispondere al bacio. Cerco di muovere le labbra come sta facendo lui, come se cercassi di mangiargli la bocca senza usare i denti. Ma mi sa che lo sto facendo nel modo sbagliato, perché lui si tira indietro di qualche centimetro e mi sorride.
Becky Albertalli (What If It's Us (What If It's Us, #1))
Georg Vittorin sentiva un malessere doloroso, come se fosse sull’orlo di una grave malattia. Il suo segreto lo opprimeva. Ogni parola del padre e delle sorelle rivelava quanto fossero felici del suo imminente ritorno alla vita uniforme e regolata di un tempo. Era proprio il caso di distruggere questa loro illusione già oggi, il primo giorno? Con chi poteva confidarsi? Col padre? Forse sì, in gioventù suo padre era stato ufficiale, tenente in servizio effettivo; alla parete, sotto il ritratto della madre defunta, era appesa la sua sciabola, e lì accanto la foto di gruppo ormai ingiallita che lo ritraeva in mezzo ai compagni di reggimento. Doveva alzarsi e chiamarlo da parte? «Posso parlarti un momento, papà? Avrei qualcosa da dirti». - No. Da diciassette anni suo padre era impiegato alla sezione ragioneria del ministero delle Finanze. Tutte le mattine alle nove in ufficio, alle tre e mezzo in punto il pranzo, poi il giornale, poi la passeggiata quotidiana, la domenica quella «grande» verso Dornbach, durante la settimana quella «piccola» in centro, la sera il tavolo fisso al solito caffè oppure un bicchiere di birra lungo la strada: questo era il mondo di suo padre, così viveva da diciassette anni. No. Suo padre non doveva saperlo.
Leo Perutz (Little Apple)
La prima volta che andò al negozio di piazza dei Martiri per capire cosa farne la colpì che sulla parete dove c’era stato il pannello con la sua foto da sposa ci fosse ancora la macchia nerogiallastra della sfiammata che lo aveva distrutto. Quella traccia la infastidì. Non mi piace niente, pensò, di tutto quello che mi è successo e che ho fatto prima di Nino. E le venne in mente all’improvviso che in quello spazio al centro della città si erano verificati per motivi oscuri i momenti salienti della sua guerra. Lì, la sera degli scontri con i giovani di via dei Mille, aveva definitivamente deciso che doveva sottrarsi alla miseria. Lì s’era pentita di quella decisione e aveva deturpato la sua foto in abito da sposa e aveva preteso che lo sfregio, per sfregio, figurasse nel negozio come una decorazione. Lì aveva scoperto i segni che la sua gravidanza stava per essere cancellata. Lì, ora, stava naufragando l’impresa delle scarpe, fagocitata dai Solara. E lì, ecco, il suo matrimonio sarebbe finito, si sarebbe strappata di dosso Stefano e il suo cognome con tutto ciò che ne sarebbe derivato. Che sciatteria, disse a Michele Solara indicandogli la macchia di bruciato. Poi uscì sul marciapiede a guardare i leoni di pietra al centro della piazza e ne ebbe paura.
Elena Ferrante (The Story of a New Name (Neapolitan Novels, #2))
Entre las cosas más importantes que se van preparando dentro de uno se cuentan los encuentros aplazados. Puede tratarse tanto de lugares como de personas, tanto de cuadros como de libros. Hay ciudades que ansío tanto ver, que es como si estuviese predestinado a pasar en ellas una vida entera, desde el comienzo. Con cien ardides evito ir a esas ciudades, y cada nueva ocasión de visitarlas que dejo pasar acrecienta tanto su importancia en mí, que cabría pensar que estoy en el mundo únicamente en razón de ellas, y que si dichas ciudades, que me siguen aguardando, no existiesen, hace ya mucho tiempo que habría yo perecido. Hay personas sobre las cuales oigo hablar con gusto, y es tanto lo que oigo, y tal la avidez con que lo oigo, que podría pensarse que sé yo más sobre ellas que ellas mismas, pero evito ver alguna foto o cualquier representación visual suya, como si hubiera una prohibición especial y justificada de conocer su rostro. También hay personas con las que durante años me he venido encontrando en un mismo camino, personas sobre las cuales reflexiono, parecidas a enigmas que me hubieran encargado de resolver a mí, y no les dirijo, sin embargo, una sola palabra, paso mudo a su lado como mudas ellas pasan junto a mí, y nos miramos con una mirada que es una pregunta y mantenemos bien cerrados los labios; me imagino nuestra primera conversación, y me emociono al pensar cuántas cosas inesperadas llegaría a conocer. Y hay, finalmente, personas a las que desde hace años vengo amando sin que ellas puedan llegar a barruntarlo; yo me voy haciendo cada vez más viejo, y sin duda tiene que parecer una ilusión absurda el que alguna vez vaya a decirles que las amo, aunque siempre vivo pensando en ese instante magnífico. Sería incapaz de existir sin estos prolijos preparativos de lo futuro; y cuando me examino a mí mismo con detalle, veo que no son para mí menos importantes que las sorpresas súbitas que llegan como si no llegasen de ningún sitio y subyugan en el acto. No me gustaría mencionar los libros para los que todavía me estoy preparando; entre ellos se cuentan algunas de las obras más famosas de la literatura universal, obras de cuya importancia no me permitirá dudar, pues sobre ellas están de acuerdo todos aquellos autores del pasado cuyas opiniones han sido determinantes para mí. Es evidente que, tras haber estado aguardando veinte años, una colisión con esas obras se convierte en algo de enorme importancia; tal vez sólo así resulte posible acceder a esos renacimientos espirituales que nos preserven de las consecuencias de la rutina y la decadencia.
Elias Canetti (Masa y poder (Spanish Edition))
En el muro de Facebook hay una opción que te permite añadir "Me gusta" al comentario o la foto de otro internauta. El pictograma es una mano cerrada con el pulgar hacia arriba. También ofrece la posibilidad, en caso de arrepentimiento, de sustituirlo por un "Ya no me gusta". Eso es todo. La red social de Zuckerberg no admite la alternativa de matizar esa adhesión o ese arrepentimiento con algún estado intermedio, quizá titubeante o más gaseoso. Sólo acepta la rotundidad de un sí o un no, del blanco o el negro, con el pulgar hacia arriba o hacia abajo, sin medias tintas. La duda ha sido expulsada de esta arcadia digital y condenada a vagar por el desierto de territorios más lejanos y lentos, es decir, más literarios [...] Ahora bien, pensar consiste justamente en lo contrario. Pensar implica el compromiso radical de ir un paso más allá del "Me gusta" o "No me gusta", de suspender la fase infantil de la imposición caprichosa de nuestros antojos. Aquí no sirve eso tan socorrido del "Porque lo digo yo" y el puñetazo en la mesa. Hay que razonar, justificar, argumentar con palabras de peso nuestro amor, nuestro rechazo, lo cual es complicado e incómodo, ya que puedes equivocarte o quedar en ridículo. O puedes caer en la paradoja de aquel personaje de Monterroso, un escritor cuya esposa, tras desvelar los hábitos de trabajo de él, concluía: «Cuando no se le ocurre nada escribe pensamientos».
Eloy Tizón (The Art of Fiction)
«L’ultima foto è splendida» dice Arthur. «Io... non importa.» «Vai avanti.» Arthur si guarda le scarpe. «Io sembro molto più felice di te. Va bene se vuoi chiuderla qui. Se sei ancora preso dal tuo ex, lo capisco. Cioè, non lo capisco. Ma posso immaginare.» «No, è solo... mi sono divertito molto, ma so di non esserci stato al cento per cento.» È colpa mia. Ho portato Arthur in un posto dove venivo sempre con Hudson. Inoltre, non so quanto posso investire davvero in questa storia, dal momento che lui se ne andrà comunque alla fine dell’estate. Restiamo entrambi in silenzio. Vorrei tanto vedere Arthur nel modo in cui lui vede me. Potrebbe volerci del tempo, però, e il tempo non è proprio dalla nostra parte. Arthur sospira e fissa il pavimento. «Ho rovinato il mio primo appuntamento. Che bravo.» «No, non l’hai rovinato... sono io quello che ha fatto casino. Sono sempre pronto a distruggere tutto quello che di buono l’universo lancia nella mia direzione, dal momento che sono convinto che l’universo mi odi. Ma forse l’universo sta solo pianificando un gioco a lungo termine. E tutto quello che è sempre andato male è andato così per poter diventare giusto dopo. Non lo so.» «Per cui l’appuntamento è andato bene? O male?» «Non è andato male, ma penso che se è l’universo che ci sta mettendo insieme, la nostra storia merita un primo appuntamento più mitico. Vorrei tanto rivederti. Forse dovremmo provare con una replica di questo appuntamento»
Becky Albertalli (What If It's Us (What If It's Us, #1))
«Non so che cosa mi aspetta dopo» dico. Le mie dita sono nervose. «Io ti implorerò sempre per un sequel» dice Arthur. «Manda avanti la storia.» «E se fosse meglio chiuderla finché ha successo?» «Come fai a saperlo se non le dai un’altra possibilità?» Sorrido. «Già, una replica.» Sono abbastanza sicuro che non stiamo più parlando del mio libro. Almeno, Arthur è molto meno sfacciato di una volta. A differenza dell’anno scorso, quando mi ha insistentemente fatto credere che sarebbe venuto a New York per passare il capodanno con me, così a mezzanotte avremmo guardato la palla cadere e se ci fosse capitato di baciarci per lui non sarebbe stato un problema. Non è successo, ma Arthur è ancora l’ultima persona che ho baciato. Una volta ho pensato che mi stesse venendo una cotta per un tizio al corso di scrittura creativa, ma non è durata molto. Ho soltanto bisogno di più tempo da solo, penso. Per credere davvero nel mio valore senza l’aiuto di altri. Il che non significa che non mi scopra a seguire con il dito il nome di Arthur sul magnete che ho comprato insieme a quello che ha lui, con il mio nome. O a fissare la foto di quando l’ho baciato davanti all’ufficio postale dove ci siamo incontrati. O a pensare costantemente al futuro e a chiedermi: “E se...?”. «Mai dire mai» dice Arthur. «Giusto?» Quanta speranza appesa a una parola. «Giusto» dico. «Non si sa mai che cosa ha in programma per noi l’universo.» Io non so che cosa abbiamo in programma noi per noi stessi. E se ci fosse una replica nel nostro futuro? E se finissimo di nuovo nella stessa città e riprendessimo da dove abbiamo lasciato? E se andassimo lontano quanto avevamo sperato e bum, lieto fine per noi? E se invece per noi fosse tutto qui? E se non ci baciassimo mai più? E se fossimo presenti l’uno per l’altro nei momenti importanti, ma non fossimo al centro di quei momenti? E se l’universo avesse sempre voluto che ci incontrassimo e restassimo per sempre l’uno nella vita dell’altro come migliori amici? E se riscrivessimo tutto quello che ci aspettiamo da un lieto fine? O... E se non avessimo ancora visto la versione migliore di noi
Becky Albertalli (What If It's Us (What If It's Us, #1))
En esa reunión, Fidel Castro, el dictador cubano, se haría una foto histórica al lado de David Rockefeller, uno de los símbolos del capitalismo multinacional. La imagen recorrería el planeta, pero era mucho menos sabido que Peggy, la hija de David, había visitado frecuentemente Cuba desde 1985 o que David Rockefeller se reuniría al día siguiente con Castro en el edificio del Consejo de Relaciones Exteriores en Park Avenue.91 Para muchos podía parecer un simple gesto de cortesía social o un acto incomprensible, pero sería el propio David Rockefeller el que explicaría perfectamente su conducta en el año 2002 en sus Memorias. Millonario, filántropo, participante habitual en los círculos más elevados del poder, David Rockefeller realizaría la siguiente confesión: «Algunos creen incluso que nosotros — los Rockefeller — somos parte de una cábala secreta que trabaja contra los mejores intereses de los Estados Unidos, caracterizando a mi familia y a mí como «internacionalistas» que conspiran alrededor del mundo con otros para construir una estructura global política y económica más integrada — un mundo, si se quiere. Si esa es la acusación, me declaro culpable y estoy orgulloso de ello». La afirmación de Rockefeller resultaba de enorme relevancia no solo por su sinceridad, sino por su contundencia. Ante la acusación de que desarrollaba una agenda que no era la de los Estados Unidos y que incluso iba contra los intereses de esta nación, una agenda que manifestaba en su cordialidad ante el dictador cubano Fidel Castro, David Rockefeller se declaraba culpable y además orgulloso de serlo. Ante la acusación de ser un internacionalista que conspiraba con otros en todo el mundo, se declaraba culpable y orgulloso de serlo. Ante la acusación de estar construyendo una estructura política y económica de carácter global que avanzara hacia un solo mundo se declaraba culpable y orgulloso de serlo. A inicios de este siglo, apenas perpetrados los atentados del 11-S, Rockefeller no tenía el menor reparo en reconocer públicamente que sostenía una agenda globalista cuya finalidad era someter al mundo a un nuevo orden que chocaba incluso con los intereses de naciones como los Estados Unidos.
César Vidal (Un Mundo Que Cambia: Patriotismo Frente a Agenda Globalista (Spanish Edition))
Pasamos a una nueva porfía de la Biblia para las mujeres: sus atuendos. Me he topado de todo, revisando a cada denominación cristiana. Las hay que obligan a las mujeres a maquillarse, a usar joyas y a ponerse faldas o vestidos por debajo de la rodilla para mostrarse decentes en su congregación. O al revés: las que consideran que el maquillaje y la joyería son indecentes de cara al público. La discusión alcanza el punto de que ciertas ramas cristianas tachan de pecado a la depilación o a bañarse con bikini en verano por ir llamando la atención con lascivia. Este caos es tan confuso, que a menudo no puedo evitar soltar unas cuantas carcajadas. [...]. No hay nada de malo en pintarse con maquillaje o en disponer de joyas. Tampoco en su carencia. Quien quiera depilarse el vello corporal por estética, adelante. Nuestra responsabilidad en cualquiera de las alternativas, es que no nos devore el narcisismo por el aspecto físico. Es innegable la necesidad de conservar una apariencia adecuada, sin ser excesivamente recargada o descuidada (la higiene es uno de sus factores, porque influye en la salud). Pero cuando echamos más peso sobre el cuerpo y menos en el alma, surgen las termitas que corroen la estructura de nuestra fe, como los ligeros prejuicios (Mateo 7:1-5, 23:27-28, Marcos 7:1-9). [...]. La apariencia externa es el fruto de lo que abunda en el corazón, no a la inversa. Si el corazón y la mente están bien educados por un cristianismo transparente, la nitidez de la apariencia se cosechará como muestra (Mateo 15:10-20). Una mujer cristiana poniéndose un bikini para ir a la playa, no es lo que provoca que los hombres enciendan su fogosidad al mirarla. Una mujer cristiana no es una satánica poseída solo por vestirse con chupas de cuero, como Olivia Newton-John en 'Grease' (y ella fue una de las mayores devotas católicas de Hollywood). Los pecados, como el machismo de quienes afirman los ejemplos anteriores, nacen de la perversión personal de un individuo. Habrán muchos más condenados por Dios entre los que pregonan la superficialidad de que colocarte una estampita como foto de perfil en las redes sociales, te exime de ser un pecador a escondidas en otras áreas. Si el rey David pudo contener su lujuria ante la enfermera bien parecida que lo cuidó en su vejez, los demás hombres también pueden asumir el control sobre sus deseos (1ª Samuel 16:7, Salmos 51:17, 2ª Timoteo 2:14-16).
Irene Maciá (Y mujer la creó (Spanish Edition))
Se puede partir de cualquier cosa, una caja de fósforos, un golpe de viento en el tejado, el estudio número 3 de Scriabin, un grito allá abajo en la calle, esa foto del Newsweek, el cuento del gato con botas, el riesgo está en eso, en que se puede partir de cualquier cosa pero después hay que llegar, no se sabe bien a qué pero llegar, llegar no se sabe bien a qué, y el riesgo está en que en una hora final descubras que caminaste volaste corriste reptaste quisiste esperaste luchaste y entonces, entre tus manos tendidas en el esfuerzo último, un premio literario o una mujer biliosa o un hombre lleno de departamentos y de caspa en vez del pez, en vez del pájaro, en vez de una respuesta con fragancia de helechos mojados, pelo crespo de un niño, hocico de cachorro o simplemente un sentimiento de reunión, de amigos en torno al fuego, de un tango que sin énfasis resume la suma de los actos, la pobre hermosa saga de ser hombre. No hay discurso del método, hermano, todos los mapas mienten salvo el del corazón, pero dónde está el norte en este corazón vuelto a los rumbos de la vida, dónde el oeste, dónde el sur. Dónde está el sur en este corazón golpeado por la muerte, debatiéndose entre perros de uniforme y horarios de oficina, entre amores de interregno y duelos despedidos por tarjeta, dónde está la autopista que lleve a un Katmandú sin cáñamo, a un Shangri-La sin pactos de renuncia, dónde está el sur libre de hienas, el viento de la costa sin cenizas de uranio, de nada te valdrá mirar en torno, no hay dónde ahí afuera, apenas esos dóndes que te inventan con plexiglás y Guía Azul. El dónde es un pez secreto, el dónde es eso que en plena noche te sume en la maraña turbia de las pesadillas donde (donde del dónde) acaso un amigo muerto o una mujer perdida al otro lado de canales y de nieblas te inducen lentamente a la peor de las abominaciones, a la traición o a la renuncia, y cuando brotas de ese pantano viscoso con un grito que te tira de este lado, el dónde estaba ahí, había estado ahí en su contrapartida absoluta para mostrarte el camino, para orientar esa mano que ahora solamente buscará un vaso de agua y un calmante, porque el dónde está aquí y el sur es esto, el mapa con las rutas en ese temblor de náusea que te sube hasta la garganta, mapa del corazón tan pocas veces escuchado, punto de partida que es llegada. Y en la vigilia está también el sur del corazón, agobiado de teléfonos y primeras planas, encharcado en lo cotidiano. Quisieras irte, quisieras correr, sabes que se puede partir de cualquier cosa, de una caja de fósforos, de un golpe de viento en el tejado, del estudio número 3 de Scriabin, para llegar no sabes bien a qué pero llegar.
Julio Cortázar
«È per questo che hai lasciato i Marines?» «È stata la ragione principale. Non potevo più fidarmi del sistema. Come posso rispettare l’organizzazione, dopo che hanno lasciato che accadesse una cosa del genere a una marine come Julie, senza fare nulla perché le fosse resa giustizia? Non è una cosa che appartiene al mio animo.» «E cosa c’è nel tuo animo?» «Non lo so ancora. Lo capirò,» mi rassicura. «So che lo farai.» Gli do un piccolo morso affettuoso sul mento, il che mi fa guadagnare una strizzata a un capezzolo, e ci azzuffiamo sul divano finché non ridiamo entrambi, con parte del dolore della giornata che finalmente sparisce. «Se devo essere onesto, quando l’ho organizzato lo stavo facendo per me. Vedendo quanto significa per loro, sono perfino più felice di averlo fatto. Non voglio che abbiano paura del mondo, o paura di amare. L’amore è il modo per sanare ciò che è danneggiato e oscuro.» Le parole di Madden mi danno un’idea. Afferro un pennello grande e, lungo il margine basso del murales, a caratteri cubitali, scrivo #lamoreèlacura. Poi, faccio una foto e la posto su Twitter con lo stesso hashtag. Ne scatto un paio ai ragazzi che dipingono e posto anche quelle, prima di tornare al lavoro accanto a Royal
K.M. Neuhold (Going Commando (Heathens Ink, #2))
La sua foto del profilo è un selfie che si è scattato con tre ragazzi di fronte un’insegna che dice ‘Heathens Ink’. Ricordo che aveva detto fosse il nome del negozio dove fa tatuaggi. Ha una cornice temporanea intorno alla foto che dice ‘No H8’ con i colori dell’arcobaleno. Le mie labbra si increspano in un sorriso triste. Se solo fosse così
K.M. Neuhold (Rescue Me (Heathens Ink #1))
Valentín No una rosa roja o un corazón de satín. Te doy una cebolla. Es una luna envuelta en papel café. Promete luz como el cuidadoso desnudar del amor. Ten aquí. Te cegará con lágrimas como un amante. Hará de tu reflejo una tambaleante foto de aflicción. Intento ser sincera. No una simpática tarjeta o un beso-grama. Te doy una cebolla. Su fiero beso permanecerá en tus labios, posesivo y fiel como somos nosotros, por tanto tiempo como lo seamos. Tómala Sus círculos platinados se abrevan en una sortija de matrimonio, si tu quieres. Letal. Su aroma se aferrará a tus dedos, se aferrará a tu cuchillo.
Carol Ann Duffy (New Selected Poems, 1984-2004)
Desperdiciamos tiempo y energía en tratar de vernos bien en comparación con otras personas. Valoramos en exceso cosas no esenciales como tener un mejor coche o una mejor casa o incluso cosas intangibles como el número de seguidores que tenemos en Twitter o cómo nos vemos en nuestras fotos de Facebook. Como resultado, dejamos de lado actividades que sí son esenciales, como pasar tiempo con nuestros seres queridos, alimentar nuestro espíritu o cuidar nuestra salud.
Greg McKeown (Esencialismo: Logra el máximo de resultados con el mínimo esfuerzo)
Después de recorrer el campo en silencio, el general se vuelve hacia su oficial asistente. —Que todo esto se documente, con testigos, fotos y películas —ordena—, porque en alguna parte del camino de la Historia algún cabrón se levantará y dirá que esto nunca ocurrió. Y que traigan a los alcaldes y autoridades de la zona para que vean lo que aquí se hacía mientras ellos disimulaban y miraban para otro lado.
Juan Eslava Galán (La segunda guerra mundial contada para escépticos)
No midas las proporciones de mi cuerpo. No te fijes en mi forma de hablar. Si descubres todo y me comparas, siempre pierdo. Siempre soy la foto en negativo. Por eso siempre me mantengo alejada de los grupos de personas. Siento que si me comparan yo soy la peor, una deforme criatura monstruosa. Siempre es pelos más o pelos menos. Calculo la musculatura y la grasa corporal. Nunca aprendí lo que el resto aprendió. Si ahora mismo me muriera, ni los gusanos se atreverían a comerme. Mido mi cuerpo, centímetros de más y centímetros de menos. Nunca es como los demás. Mido los colores de mi cuerpo, mi piel, mi cabello, mis lunares. Sé de memoria todas las líneas que dibujan mi cuerpo, sé donde hay borrones donde tuvo que haber trazo y no hubo nada. Cuento y veo la forma de mis dientes, la forma, el color y la textura de mis labios, la forma de mi cara y la dificultad de mis ojos. Entre comparar y comparar descubro mi rara resistencia corporal y mi tolerancia al dolor irregular. No quiero que te fijes en mí y en mi extravagancia, porque sé que no vale nada, no es nada especial, no vale la pena ni el esfuerzo. No quiero que compares mi movimientos y gestos con los de los demás, ya sé que nunca serán los mismos. No me pidas que toque tu cuerpo, no puedo, no sé, y si lo hago, al comparar descubrirás que lo hago todo mal. No lo puedo hacer como los demás, como a ti te gusta, lo haría de un modo equivocado y diferente, como todo lo que hago. No me dirijas la palabra, no sé cómo contestar a un saludo. Nunca sé qué contestar a las preguntas. No puedo ordenar mi propia historia para contarla, hasta se me confunde y olvido que en algún momento tuve que nacer. Siempre que me comparan, soy la peor opción, ese errar que da vergüenza. Siempre recuerdo que moriré sola y espero hacerlo bien. Estar junto a mí es pérdida segura sin posibilidad de recobrar ninguna cosa. Conmigo no es nada seguro y todo es riesgo. No puedo hacer grandes cosas. No puedo con mis manos derribar árboles ni construir edificios. No puedo hacer grandes cosas. No puedo resolver ecuaciones complicadas ni tengo un pensamiento innovador que ilumine el camino al resto. No soy un ejemplo a seguir. Nadie se atreve a mirarme, a hablarme, a tocarme, a nombrarme. Los entiendo totalmente. Comparo las ventajas que todos tienen sobre mí por tener un sexo definido. Todo ese error, todo ese desvío, toda esa fatalidad, toda esa toxicidad, soy yo. Valiente de existir y pedir tu cariño sin esperar nada, sin ofrecer nada. No tengo miedo. Sé que mi presencia es la falta, el abismo tremendo. Mi existencia es deconstrucción, potencia corrosiva; la multiplicación cero soy yo. Valiente al mirar tu cara y pedir que te quedes un momento más junto a mí, sabiendo que si me comparas pierdo siempre. Pienso en esas ventajas insuperables, como la genética, el dinero, la salud, el acceso al conocimiento, la política y la justicia. Ventajas tan grandes como la suerte que no tengo y nunca tendré. No puedo hacer grandes cosas. No puedo con mis piernas correr muy rápido ni muy lejos y con mis ojos no tengo buena puntería. No puedo hacer grandes cosas. No puedo salvar al mundo de una bomba atómica ni mucho menos de la contaminación. Todo ese error, todo ese desvío, toda esa fatalidad, toda esa toxicidad soy yo. Valiente de existir y pedir tu cariño sin esperar nada, sin ofrecer nada. No tengo miedo. Sé que mi presencia es la falta, el abismo tremendo. Mi existencia es deconstrucción, potencia corrosiva; la multiplicación cero soy yo. Valiente al mirar tu cara y pedir que te quedes un momento más junto a mí, sabiendo que si me comparas pierdo siempre. Sé que te arrepentirás, pero tengo que intentarlo, entiéndeme, lo sé: perderé.
Mara Rita (Me Arde)
Quiso que la verdad paseara por la calle y la cubrió con una máscara para que la quisieran. Esa máscara es su rostro en la foto.
Juan Gelman
Las revistas parecían no desear más que una foto que pudieran publicar con el titular «¡Britney se ha puesto ENORME! ¡Mirad, no lleva maquillaje!». Como si eso fuera una especie de pecado, como si engordar fuera algo malo que les hubiera hecho a ellos personalmente, como una traición. ¿En qué momento prometí seguir teniendo diecisiete años el resto de mi vida?
Britney Spears (La mujer que soy)
Allí, alineados en el patio, separados por curso y género (porque se fomenta la fornicación adolescente, dicen los educadores). A esa hora de la mañana, tener que escuchar los interminables discursos de la directora, que con los ojos blancos, cacarea su oración por la santa patria, por el puro Chile que te educa para ser chileno (qué novedad), por las buenas costumbres, que por lo general son para los estudiantes chupamedias, que escuchan en primera fila con cara de santurrones el discurso de la señora. Mientras atrás, a puro pellizcón, los inspectores mantienen a raya a los desordenados, a los pailones de la última fila, los que no se cansan de joder con sus bromas y chistes picantes. Los que de tiran pesos e inundan el ordenado aire de la mañana escolar con ese olor rebelde. Tal vez son los únicos que escuchan el discurso de la directora, los únicos que le ponen atención para imitarla, para remedarle su curso y mentirosa acogida. Y la escuchan porque la odian, porque saben que ella no los pasa, detesta su música, su ropa y sus peinados y su desfachatez de pararse en el mundo así. Y llega cada año con nuevos reglamentos e ideas y talleres lateros para que sus niños ocupen mejor el tiempo. Los estudiantes de la última fila saben que la directora nunca los pierde de vista. Y por cualquiera anotación pasarán por su oficina cabizbajos, escuchando el mismo sermoneo, la misma citación de apoderados, el mismo: «Hasta cuándo González. Hasta cuándo, Loyola. Hasta cuándo, Santibáñez. ¿Nunca se va a aburrir de hacer tanto desorden?». Y la verdad, los alumnos de la última fila seguirán con sus manotazos y pifias mientras la sagrada educación nacional no los represente. Mientras les alarguen las torturan de las clases hasta las cuatro de la tarde, ellos seguirán riéndose del tiempo extra que gasta el estado para domarlos. Si nadie les pregunto, si nadie les dijo a ellos, que son los únicos afectados. Y por eso los chicos andan a patadas con los bancos, escupiendo con rabia a espaldas del inspector que los manda a cortarse el pelo. Ese largo pelo que durante las vacaciones se lo lavaron y cuidaron como seda. Esa hermosa cascada de cabello que los péndex se sueltan femeninos cuando van a la disco. Tal vez lo único ganado de todas las revoluciones y luchas juveniles. Esa larga bandera de pelo que los chicos desatan clandestinamente y la educación se las arrebata de un zarpazo. ¿Entonces cómo esperan que ellos tengan otras actitud frente a esta agresión oficial que les quita lo que más quieren? Cómo pretender que en la última fila no vuelve una mosca, si todos los ojos del primer día de clases están puestos en ellos, entretenidos en reírse de las amorosas palabras de la directora, tirándose fotos cuando ella presenta al alcalde
Pedro Lemebel (Zanjón de la Aguada)
Allí, alineados en el patio, separados por curso y género (porque se fomenta la fornicación adolescente, dicen los educadores). A esa hora de la mañana, tener que escuchar los interminables discursos de la directora, que con los ojos blancos, cacarea su oración por la santa patria, por el puro Chile que te educa para ser chileno (qué novedad), por las buenas costumbres, que por lo general son para los estudiantes chupamedias, que escuchan en primera fila con cara de santurrones el discurso de la señora. Mientras atrás, a puro pellizcón, los inspectores mantienen a raya a los desordenados, a los pailones de la última fila, los que no se cansan de joder con sus bromas y chistes picantes. Los que de tiran peos e inundan el ordenado aire de la mañana escolar con ese olor rebelde. Tal vez son los únicos que escuchan el discurso de la directora, los únicos que le ponen atención para imitarla, para remedarle su curso y mentirosa acogida. Y la escuchan porque la odian, porque saben que ella no los pasa, detesta su música, su ropa y sus peinados y su desfachatez de pararse en el mundo así. Y llega cada año con nuevos reglamentos e ideas y talleres lateros para que sus niños ocupen mejor el tiempo. Los estudiantes de la última fila saben que la directora nunca los pierde de vista. Y por cualquiera anotación pasarán por su oficina cabizbajos, escuchando el mismo sermoneo, la misma citación de apoderados, el mismo: «Hasta cuándo González. Hasta cuándo, Loyola. Hasta cuándo, Santibáñez. ¿Nunca se va a aburrir de hacer tanto desorden?». Y la verdad, los alumnos de la última fila seguirán con sus manotazos y pifias mientras la sagrada educación nacional no los represente. Mientras les alarguen las torturan de las clases hasta las cuatro de la tarde, ellos seguirán riéndose del tiempo extra que gasta el estado para domarlos. Si nadie les pregunto, si nadie les dijo a ellos, que son los únicos afectados. Y por eso los chicos andan a patadas con los bancos, escupiendo con rabia a espaldas del inspector que los manda a cortarse el pelo. Ese largo pelo que durante las vacaciones se lo lavaron y cuidaron como seda. Esa hermosa cascada de cabello que los péndex se sueltan femeninos cuando van a la disco. Tal vez lo único ganado de todas las revoluciones y luchas juveniles. Esa larga bandera de pelo que los chicos desatan clandestinamente y la educación se las arrebata de un zarpazo. ¿Entonces cómo esperan que ellos tengan otras actitud frente a esta agresión oficial que les quita lo que más quieren? Cómo pretender que en la última fila no vuelve una mosca, si todos los ojos del primer día de clases están puestos en ellos, entretenidos en reírse de las amorosas palabras de la directora, tirándose fotos cuando ella presenta al alcalde
Pedro Lemebel (Zanjón de la Aguada)
Échale un vistazo a Instagram. ¿No tienes? Bueno, tampoco te vayas a abrir una cuenta para comprobar esto. Pero… seguro que sabes a lo que me refiero. Vidas perfectas. Vidas de lujo. Fotos en las que casi se puede acariciar esa nebulosa fantástica de las vidas de ensueño. Purpurina, brillantina, cada cabello en su sitio. Sí, en las redes sociales, muchas veces, se vende una perfección irreal que nos empuja a buscar algo que en realidad no existe. Ahora las niñas quieren ser la versión 3.0 de la princesa del cuento, con su bolso de marca, sujetando un café que vete a saber por qué es de color rosa, al borde de una piscina infinita en Tahití. No suena mal, que conste. Yo también quiero…, pero la diferencia es saber que detrás de esa foto no hay una vida perfecta. Solo… una vida.
Elísabet Benavent (Un cuento perfecto)
Ahora las niñas quieren ser la versión 3.0 de la princesa del cuento, con su bolso de marca, sujetando un café que vete a saber por qué es de color rosa, al borde de una piscina infinita en Tahití. No suena mal, que conste. Yo también quiero…, pero la diferencia es saber que detrás de esa foto no hay una vida perfecta. Solo… una vida.
Elísabet Benavent (Un cuento perfecto)
capacidad de sentir la vida, en el amplio sentido de la palabra, no es una enfermedad frente a la cual hay que crear inmunidad: es salud física y mental. Puedes dejarte llevar sin límites cuando haces el amor (aullar si se te ocurre), volar con tu música preferida hasta las cinco de la mañana (sin molestar al vecino), llorar frente a La Piedad de Miguel Ángel, gritar en una película de terror, darle una patada al automóvil porque te dejó en media vía por quinta vez, abrazar efusivamente a un amigo, decirle setenta veces “te quiero” a la mujer o al hombre que amas, aplaudir a rabiar tu concierto preferido o sentir nostalgia frente a la foto de un familiar que se ha ido para siempre. Puedes sentir lo que se te dé la gana, si no violas los derechos de las otras personas, si no te hace daño y si eso te hace feliz, aunque a unos cuantos constipados emocionales no les agrade y te censuren por ello. Paso
Walter Riso (Guía práctica para mejorar la autoestima: 24 pasos para enamorarte de ti y mejorar tu autoestima. Por Walter Riso. (Guías prácticas de Walter Riso))
Todos los esfuerzos de sus compañeros, de su director, incluso del dueño de la marca Bianchi parecen mostrarse inútiles ante el halo de pesimismo que envuelve a Fausto. En la salida, y a la desesperada, su viejo gregario Ettore Milano va donde Hugo Koblet con una aficionada. Quiere sacarse una foto, Hugo, dice, es amiga mía, quítate las gafas de sol, por favor. Los reflejos, ya sabes. Hugo tuerce el gesto, no quiere que vean sus ojos, pero la chica sonríe tanto… Al final cede y Milano vuelve donde Coppi para confirmar sus sospechas. Tiene los ojos rojos, Fausto, las pupilas dilatadas… va cargado de anfetaminas hasta arriba, mira, mira cómo bebe. Este no aguanta toda la etapa. Fausto mira fijamente a Milano, toma él mismo un sorbo de agua, y habla. ¿Cómo crees que voy yo, Ettore? Ambos sonríen. Milano zanja: pero tú eres Fausto Coppi. Algo surge de nuevo, con fuerza. Lo intentará, claro que lo intentará.
Marcos Pereda Herrera (Arriva Italia: Gloria y miseria de una nación que soñó ciclismo (Spanish Edition))
Para los muertos Me diseque el tiempo cura pero no devuelve nadie la tierra. Las fotos se deshacen en cenizas, los recuerdos mueren con nosotros. Cada uno su camino andará y a los muertos a veces recordará. A cada uno su última hora llegará y en las tinieblas del tiempo se perderá. El olvido reinará. Todos somos unos ciegos en el laberinto de la vida.
elena bisserova (Tiempo cerrado)
Io, Agata e Carlotta sedute sulla panchina della stazione, la foto scattata con una macchinetta usa e getta, e così sembriamo noi: utilizzate e buttate via, stropicciate, consumate, pronte al riciclo. Ci sono almeno due persone morte là dentro e una sono io, penso, la mia controfigura dodicenne che odia le sue orecchie, detesta fare il bagno in piscina ed è perseguitata da un ragazzino dai capelli ricci, quella a cui ancora devono tagliare le corde della racchetta, quella che ancora deve diventare maligna, per lei provo pena e ribrezzo, da lei mi separano viaggi interstellari, vagabondaggi da qui a Saturno.
Giulia Caminito (L'acqua del lago non è mai dolce)
Tarangu salta. Quedan 220 kilómetros hasta la meta. Pero qué puto chiflado, qué delicia. Lo curioso es que Merckx no acaba de fiarse. A ver si este aún me la acaba liando. Y arranca también. Falta un mundo hasta la meta del día de los homenajes, el de las fotos bebiendo champán y fumando pur(it)os. Y miren ustedes qué risas. El líder y el quinto de la general escapados durante cincuenta kilómetros. Primero solos. Luego en quinteto. Al final el grupo los coge, porque aquello era una locura y no iba a ningún lado. O sí. Vuelve a atacar Fuente, se vuelve a ir. Cuando quedan ciento cincuenta a meta. Kilómetros, no metros, que eso lo hace ese ciclista en quien todos ustedes están pensando. En fin. Molteni, equipo de Merckx, empieza a tirar para coger a Tarangu, y caza un ratito más tarde. Hasta Milán… tranquilidad, al fin. Victoria de Marino Basso por delante de Roger de Vlaeminck. «Si Merckx no se pone a perseguirme llego a meta con diez minutos de ventaja y gano el Giro». Sí, José Manuel, sí.
Marcos Pereda Herrera (Arriva Italia: Gloria y miseria de una nación que soñó ciclismo (Spanish Edition))
Vero era un lienzo colorido, un millón de fotos que nunca le harían justicia. Tenía más purpurina en la mejilla izquierda, sus ojos parecían dos esferas gigantes de luz gracias a su maquillaje y el verde de su body pegaba con el tono de su piel. Cada detalle importaba, cada detalle contaba una historia, cientos. Elena quería perderse en esas historias, formar parte de ellas.
Noelia Martín Luna (Somos efímeros)
Con tutto il paese blindato in casa per fermare l'epidemia, quelle tre ridevano mentre aspettavano di fare la spesa. Una addirittura a un certo punto ha tirato fuori il telefonino e ha detto: "Facciamoci un selfie". Non so come siano riuscite a stare nella foto senza violare il distanziamento, ma era comunque una cosa fastidiosa, al punto che si è avvicinato un carabiniere, uno di quegli appuntati giovanissimi al primo anno di servizio, e ha chiesto loro cosa stessero facendo. Mi aspettavo che smettessero e si scusassero, per rispetto della divisa e della circostanza, invece una ha risposto: "Ci facciamo una foto rispettando il distanziamento, c'è qualcosa che lo vieta?". L'arroganza di quella risposta non me la dimenticherò mai. Il carabiniere, per quanto giovanissimo, si è comportato da signore e non ha perso le staffe. "Non c'è un divieto, ma vi sembra il caso di farvi i selfie, con i camion che portano via i morti." [...] "Cosa c'entrano i morti con la nostra foto? Le norme sono contro il contagio, non contro il buon umore.
Michela Murgia (Tre ciotole: Rituali per un anno di crisi)
Por nuestro hilo notaba que estaba mal, pero él nunca me quería decir por qué de primeras, como si no quisiese darle presencia cuando estábamos a solas, o solo para no revivir aquellas cosas que rozaban, tocaban y retorcían lo grotesco. Al final siempre me lo decía. Me daba mucha pena. En esos momentos quería estar con él más que nunca. No para besarle ni para demostrar que me tenía colada por completo, sino para darle un hombre donde apoyarse, para darle un abrazo para comprarle un paquete de pipas y sentarme con él en su banco a comer tijuana y a escuchar Crystal Castles. Le hablaría de mi gata Virutas para que se alegrara, le enseñaría fotos suyas y nos reiríamos juntos. Le comentaría mi amor por Winnie The Pooh y su amigo Puerquito, que es así como se llama en mi cabeza. Cómo un día me pasé el día con mi familia en el Max Center, el epicentro comercial de Barakaldo, y me compraron un libro de Puerquito que me hizo feliz. Le escucharía todos los minutos y las horas que necesitase soltarlo todo, nuestros clásicos let it out. Le haría reír con mis cosas de Pringada y con sus cosas de fan. Le tumbará en un césped escucharíamos The Cure mirando al cielo. Le pasaría un rotulador para que entre entretuviese pintándome barbaridades en los brazos. Le recordaría la escena de Phiphi vs. Sharon de RuPaul's Drag Race y el fracaso que fue Serena ChaCha. Le permitiría ser pedante sobre lo mala que le parece American Beauty, mi peli favorita. Le preguntaría sobre los orígenes de PXXR GVNG, el realismo sucio de Bukowski, su descubrimiento de The Drums y el outfit que tenía pensado llevar a nuestra próxima pinchada en Razzmatazz. Le haría elegir entre Vetements y Maison Margiela. Le sacaría todas sus nuevas ideas estéticas de haute cuture, como juntar dos camisas en una y parecer la promesa de la próxima MET Gala. Le haría saber que dentro de mí hay alguien que le acepta, le admira y le quiere tal y como es, sin cambiar ni una pizca, sin miedo a que parezca un maricón o a que pierda las formas con gente que en realidad importa una mierda. Le enseñaría que hay un mundo ahí fuera con más freaks como nosotros y que él era una estrella de las cegadoras que había ahí arriba. Que vivir en un mundo pequeño no le condenaba a una vida pequeña. la aseguraría que lo arreglarían mientras me haría un nudo de la garganta, dejaría mis bloqueos y le abrazaría hasta que se le fuese toda la tristeza por los pies. Y si se nos hacía de noche le dejaría mi chaqueta para que no se congelase de frío.
Esty Quesada (FREAK)
Era un niño sin intereses, de hecho no había nada en Emilio que resaltara y era porque así lo quería en su vida. Sumergido en su mundo. No daba problemas, con buenas calificaciones, sin ser excelentes, sin recibir ni esperar el aplauso de las maestras y menos de sus padres. Desde muy pequeño concluyó que no sería inteligente y tampoco sería de los peores promedios de la escuela. Emilio era un alma oculta, un niño al que le encanta el anonimato, permanecer en una especie de sueño aletargado, nada de fotos, nada de asistir a asambleas en la escuela, nada de pararse al frente a que le aplaudieran a la fuerza si ganaba un premio o reconocimiento en la escuela, nada de caminar por los pasillos para ir a ver a la directora porque podrían verlo por las ventanas. Lo que a él le encantaba de verdad era la invisibilidad, ese rasgo, su único rasgo distintivo, el no tener nada que lo hiciera distintivo
José Madero Vizcaíno (Los abominables dibujos de Emilio Fors (Infantil y Juvenil) (Spanish Edition))
Le due fotografie davanti a me andrebbero viste in successione. Entrambe incarnano la «fragile irrealtà» - per citare Nabokov a proposito della sua condizione di esule - della nostra vita nella Repubblica islamica dell'Iran. Una foto annulla l'altra, eppure si completano a vicenda. Nella prima, in piedi con il velo e la veste neri, è come se uscissimo dai sogni di qualcun altro. La seconda, invece, mostra l'immagine che abbiamo di noi stessa. In nessuna ci sentiamo davvero a nostro agio. La seconda foto ci ritrae nel nostro "altro mondo", il soggiorno di casa mia. Fuori però, per quanto dalla finestra si intravedessero solo le montagne e i rami più alti degli alberi, c'era la nostra vita quotidiana, popolata di furie e di streghe malvagie che ci aspettavano dietro l'angolo, per trasformarci nelle creature incappucciate della prima immagine.
Azar Nafisi (Reading Lolita in Tehran: A Memoir in Books)
Leo: Mándame todas las noches una foto de lo que más te haya gustado del día. Cómprame algo absurdo y feo que no quiera quitar nunca de la mesa de mi despacho. Hazte con una edición mexicana de Como agua para chocolate en una librería tradicional. Bebe tequila pero no llores cuando escuches a los mariachis y prueba el picante hasta que los labios se te hinchen como con un millón de besos. Disfruta del viaje tanto como puedas y… compártelo conmigo.
Elísabet Benavent (Pack bilogía Canciones y recuerdos)
¿Qué clase de ancestro quiere ser? O, ¿cómo le gustaría que la/lo recordaran cuando las nuevas generaciones vean las fotos de su álbum? ¿Será usted la madre ausente? ¿El padre colérico que no tuvo tiempo para su familia? ¿El abuelo monosilábico que se sentaba con la botella de whisky cada domingo en la tarde? Piénselo,
Carlos Jaramillo (El milagro antiestrés (Spanish Edition))
A veces se llevaba algunas carpetas para repasar los nombres y circunstancias de los chicos, llenando mentalmente los puntos suspensivos para inventarles una historia. Le extrañaba que casi siempre la foto elegida por la familia, la misma que solía ser usada en los carteles y los volantes de búsqueda, fuera pésima. Los chicos se veían feos; el lente les tomaba los rasgos de tan cerca que los deformaba, o de tan lejos que los desdibujaba. Aparecían con gestos raros, bajo luces precarias; casi nunca eran fotos donde los ausentes estuvieran lindos.
Mariana Enríquez (Chicos que vuelven)
—¿Está seguro? —Sí —dijo Mike, sosteniendo su mirada—. Estoy seguro. Tuvo la breve impresión de que el director iba a tirar la toalla. Ostermeyer (bajito, un poco grueso, con chaqué negro y la corbata perfectamente anudada) suspiró y enderezó de nuevo los hombros. —Muy bien, señor Enslin. Sígame. En el vestíbulo, el director del hotel había tenido una actitud indecisa, abatida, casi de derrota. Dentro de su despacho con paredes de roble y fotos del hotel (el Dolphin se había inaugurado en octubre de 1910; una cosa era que los libros de Mike no fueran objeto de reseñas en las revistas y periódicos de la gran urbe, y otra que no investigara), Ostermeyer daba la impresión de haber recuperado su aplomo. En el suelo había una alfombra persa, y en el escritorio una lámpara con pantalla verde en forma de rombo, al lado de un humectador. Figuraban junto a este último los últimos tres libros de Mike Enslin. De bolsillo, por supuesto. No había salido ninguno en tapa dura. A pesar de ello se ganaba bien la vida. Mi anfitrión, pensó Mike, también ha hecho algunas averiguaciones. Mike se sentó en una de las sillas que había delante de la mesa. Pensaba que el director lo haría detrás, para dar sensación de autoridad, pero Ostermeyer lo sorprendió sentándose en la silla contigua, en lo que debía de considerar el lado de los empleados. Después cruzó las piernas y se dobló un poco sobre su discreta barriguita para tocar el humectador. —¿Un puro, señor Enslin? No son cubanos, pero están bastante bien. —No, gracias, no fumo. La mirada de Ostermeyer se posó en el cigarrillo que tenía Mike detrás de la oreja derecha, a la manera de un periodista veterano y cínico de Nueva York que se reservara el siguiente pitillo justo debajo del sombrero de fieltro, con tarjeta de prensa
Stephen King (Mientras escribo (Spanish Edition))
Un joven mapuche, Mauricio Lepin, caminó horas para llegar a la plaza y subir con la wenufoye hasta la estatua de Baquedano. La idea era sacarse una foto, pero no le resultó. Por suerte una mujer que estaba detrás sí pudo sacarla. Hoy esa foto es histórica.
Elisa Loncon Antileo (Txayenko: Autobiografía (Spanish Edition))
«¡Estoy jodido!», pensé cuando ella cogió mi móvil. Llevaba meses con largas llamadas, con mensajes de texto y, sobre todo, con esas fotos. Así que me quedé callado, observando, rezando para que no se diera cuenta, pero entonces la cara empezó a cambiarle. Iba deslizando con su dedo la pantalla hasta que se detuvo, y ahí supe que era el final. Era la última foto que nos hicimos juntos, abrazados y con una sonrisa que podía iluminar una habitación entera. Ella continuó en silencio, viendo con detalle el resto de las fotografías, hasta que lo dejó finalmente sobre la mesa. —¿Por qué él? No lo entiendo —preguntó con su voz entrecortada. Sin embargo, cómo podría hacerle entender que llevaba eso dentro de mí sin ver la luz desde siempre, sepultado bajo tantas lágrimas… Así que simplemente hablé: —Lo quiero.
Candela Córdoba (Mis sueños de papel)
È più che giusto che una donna esibisca il proprio corpo in pubblico anche in atti sessuali per il puro piacere maschile, ma deve essere a pagamento: farlo a gratis non va bene, perché alimenta l'idea che agli uomini sia concesso tutto: alimenta il patriarcato, con le sue connotazioni tossiche come violenza, stupro e femminicidio. Il dover pagare per un servizio, come il vedere la foto del viso di una utente donna su un social, condiziona l'interessato nel comprendere che niente è dovuto.
Michelle Dedee
—¿Te comieron la lengua muñeco? —insistió sintiendo que la sangre comenzaba a hervirle, que sus pezones se tensaban apuntando a él y que con sólo imaginarlo en todas las facetas su vagina comenzaba a mojar su ropa interior. —No, nadie me ha comido la lengua, es sólo que no hablo con cualquiera… quiero decir, no hablo con gente que no conozco. —Oh… Eso se puede arreglar, me llamo Tiffany y soy fotógrafa profesional. —Le extendió la mano la cual Rick no sujetó. —¿Así que usted fue la que metió en problemas a mi cliente? —Arremetió sin piedad, Tiffany abrió los ojos como platos y se mostró nerviosa a la vez que bajaba la mano. —¿Es usted abogado? —¿Y si así fuera? Estoy en mi derecho también, es mi persona la que está en sus fotos, creo que puedo actuar, ¿Le interesa su trabajo? Tiffany tragó en seco y dio un paso atrás, a la vez que escondía su cámara.
Itxamany Bustillo (Minerva: Arte, Pasión y Seducción (Arte, Pasión y Seducción (APS)) (Spanish Edition))
Por más que pienso no logro entender cuál es la fascinación en observar cuadros de personas redondamente obesas y coloridas y curiosas. Creo que tanto color en sus obras es sinónimo de falta de creatividad. No veo más que payasos cuando observo esos cuadros y, francamente, no sé cuál sea su objetivo ni mensaje ni razón de ser. Inclusive lo veo como una burla, como si se estuviera mofando de la parte de El Arte que siempre termina siendo comercial y popular. Odio cuando pasa eso. Odio cuando un pendejo se pone a escupir en hojas blancas y de repente dice que sólo porque es una jalada que a otra persona no se le había ocurrido antes hacer, sólo por eso, ya es una obra de arte que vale un Marisse. Y se me hace patética esa parte, la parte en que el imbécil que hizo eso se vuelve la revelación del año y todos empiezan a hablar de él y termina siendo hasta el host en los Óscares aún cuando su rama no tenga nada que ver con el cine. El mundo está lleno de pendejos. El mundo está lleno de gente patética y por más que pienso, no entiendo por qué la gente no deja de hacer más gente y ya. Por qué no paran esta producción en masa de gente-pendeja más pendeja and so on. En serio: hay muchas cosas que la gente hace que simplemente no entiendo. Por ejemplo, un güey que estaba en la esquina pidiendo limosna, que no tenía piernas y que igual y ni nombre, él ¿por qué no mejor se avienta a la calle para que un pinche taxi lo atropelle y ya deje de sufrir y se largue a la chingada de este mundo que no hace más que burlarse en su cara de lo triste e infeliz que es su vida? No me digas que él tiene algo por qué vivir. Bueno, el homeless ese no me importa. Me importa lo que decía, de cómo se puede contaminar la esencia del arte y su razón de existir por imbéciles como esos. O también por los pinches posers que los apoyan. Porque si no fuera por esos, los otros no existirían. Pero ahí toda la gente: a aplaudir esculturas que no entienden y lienzos que no transmiten sentimiento alguno. O esos que son fanáticos de lo experimental: un obeso de cincuenta y dos años que, como no tenía nada que hacer, empezó a tomarse fotos desnudo y le gustaron tanto que las reveló y un enfermo sexual las vio y se excitó y se las compró y las subastó y ya por eso se convirtió en un artista. Y todos lo aplauden, hasta yo, pero por los huevos de atreverse a mostrar su antiestético y marginal cuerpo al mundo, como si no tuviéramos suficiente con las imágenes desgradables que tenemos qu e ver en el día a día. Por eso me cae tan bien Andy y por eso admiro su trabajo: porque me entiende. Es el único que ha logrado burlarse de la cultura y de esa adicción de la gente por admirar estupideces. Es el único que lo hace abierta y descaradamente, sin necesidad de aparentar. Se burla de una manera tan bizarra, tan baja, tan directa, que lo convierte en elegante. Y es que es una necesidad interna de la gente —de toda la gente— por admirar a algo, a alguien, que raya en lo rídiculo. La gente puede ser fan hasta de un poste. ¿A qué se deberá eso de tener esa urgencia por alabar a alguien, sea quien sea? De comprar revistas con chismes de gente que no conocen y de vidas que nunca se cruzarán. De perseguir perfectos desconocidos y comprar su ropa interior en subastas por cantidades estúpidas de dinero. No puedo evitar sentir pena ajena. La mayor parte del tiempo me da mucha pena el mundo en el que vivimos. Ya está viejo, le hace falta una remodelación —de tapiz, de muebles, de personajes—. Por eso digo que es mejor vivir afuera de él. Pero bueno, la gente nunca va a cambiar. Eso es lo que pienso, si tanto te importaba saber lo que pienso.
Gisela Leal (El club de los abandonados)
Nora guardava la fotografia senza emettere un suono. No, disse alla fine, le sue parole erano quasi impercettibili, soffocate dall'emozione, a Nora non sembrava necessario, gli occhi fissi sulla foto, le bastava quanto lei gli aveva detto, e con il dito toccò il volto di Luz nella foto, e questa fotografia: è Liliana, gli stessi occhi, lo stesso modo di mettersi in posa. Finalmente Nora poté staccarsi dalla foto, guardò Delia e, con la voce più ferma: "Questa notizia, così inaspettata, mi riempie di gioia. Non mi servono prove. Credo che Luz sia mia nipote. Ma se crede che per lei possa essere importante, non ho nessun problema a fare le analisi." "Ti posso abbracciare?" le chiese Delia. "Sono molto emozionata. É la prima volta che ritroviamo una Nonna.
Elsa Osorio (I vent'anni di Luz)
Tuve que ahorrar un poco para mi siguiente obsesión. Los discos de mi padre se me habían quedado cortos, así que finalmente dejé de desayunar durante unas semanas y reuní lo suficiente para una nueva adquisición. Un disco. Era Temptin' Temptations, de los Temptations. En la portada aparecían cinco jóvenes negros vestidos de blanco inmaculado, con chaquetas cortas de un botón y zapatos negros. Recuerdo la primera vez que lo puse en el tocadiscos. Primero un crujido. Y luego, BAM. Una música elegante, evocadora, romántica. Chirriando, algo lejana, tomando la habitación. La canción era «Since I lost my baby». Mirándolo, comprendí. Esa foto pintaba un mundo superior en el que los hombres eran dandis y toda la música era gloriosa, sus trajes nítidos, blancos, sus caras de ébano, sus zapatos relucientes. Donde cada minuto de vida era así: refinado y pleno, hermoso. Sin manchas. Un mundo irreal en el que nadie envejecía y había códigos de honor, y todo era puro y bello. Un mundo que no se parecía en nada a mi pueblo, a mi instituto, a los jugadores de fútbol que me perseguían para mantearme. Mi tía abuela me ha contado muchas veces cómo entraba en mi cuarto y me encontraba dormido al lado del tocadiscos, durmiendo plácidamente en el suelo. Aquellos discos eran mi medicina y mi vaso de leche caliente, mi primer compadre, mi escondite y mi refugio, mis armas. Con el tiempo llegaron las Marvelettes y los Impressions, los Temptations y Betty Harris, Bobby Womack y Al Green, Sam Dees y los Miracles. También Gloria Jones, Kim Weston, Barbara Acklin, Esther Williams, Curtis Mayfield, los 4 Tops, las Supremes, Chuck Jackson, Z.Z. Hill, Tommy Hunt, Billy Stewart, Sly & The Family Stone, Nina Simone, Billy Butler, Gene Chandler, Shirley Ellis y J.J. Jackson. Nunca volví a escuchar otra cosa
Kiko Amat
Sólo sabe escribir quien es capaz de ver sus propios sueños con nitidez (y es así) o ver en sueños la vida, verla de forma inmaterial, haciéndole fotos con la máquina del devaneo, sobre la cual los rayos de lo pesado, de lo útil y de lo restringido no pueden actuar, revelándose en negro la placa espiritual.
Fernando Pessoa (Libro del desasosiego)
Guardo una foto di quando avevo sedici anni e ne guardo una d’oggi. Dio, come sono cambiato! Poi mi chiedo: ma quand’è che è successo? Di notte? Mentre dormivo? E come mai il mattino dopo non me ne sono accorto? La verità è che cambiamo al rallentatore, attimo dopo attimo, cellula dopo cellula, come le lancette dell’orologio che si muovono anche se nessuno le vede muoversi. "Panta rei" diceva Eraclito, tutto scorre, e con il tutto anche la vita passa senza che si possa far nulla per trattenerla. Sono voci e immagini che vengono dal passato. Si accavallano, si mischiano, si confondono, si spintonano l’un l’altra per paura di sparire per sempre in un blob senza capo né coda. Un pò di pazienza, prego: una alla volta per carità, e riuscirete tutte a parlare ...
Luciano De Crescenzo (Panta rei (tutto scorre))