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—Me llamo Greg...
—Te llamas Elton John —dijo Aline, anotándolo.
—No —insistió el licántropo—. Me llamo Greg. Greg Anderson.
—Elton John —repitió Aline, cogiendo un sello—. Tienes treinta y seis años y eres un limpiachimeneas que vive en Bel Air. —Selló el papel con tinta roja: INSCRITO, y se lo devolvió.
El licántropo cogió el papel, confuso.
—¿Qué estás haciendo?
—Esto significa que la Clave no podrá encontrarte —explicó Tavvy, que estaba bajo la mesa, jugando con un coche de juguete—. Pero que estás inscrito en el Registro.
—Técnicamente —dijo Helen, esperando que él aceptara la triquiñuela. Si no lo hacía, tendrían problemas con el resto.
Greg miró otra vez el papel.
—Es solo mi opinión —dijo—, pero el tipo que viene detrás de mí se parece a Humphrey Bogart.
—¡Pues Humphrey será! —exclamó Aline, agitando el sello—. ¿Quieres ser Humphrey Bogart? —le preguntó al siguiente subterráneo, un brujo alto y delgado con cara triste y orejas de caniche.
—¿Y quién no? —repuso el brujo.
La mayoría de los subterráneos se mostraban inquietos mientras avanzaba la cola, pero cooperativos. Hubo incluso algunas sonrisas y agradecimientos. Parecieron entender que Aline y Helen estaban tratando de socavar el sistema, aunque no el porqué.
De pronto Aline señaló a un hada alta y rubia, con un vestido de bambula.
—Esa es Taylor Swift.
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