“
Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiera elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al vesre. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.
”
”
Julio Cortázar (Rayuela)
“
Cuando una mujer debe suplicar a un hombre que no se vaya es porque él no tiene interés en quedarse a su lado.
”
”
Laura Gallego García (La emperatriz de los etéreos)
“
Mire, yo le puedo asegurar que cuando una mujer se pierde, siempre hay un hombre ruin, cretino, denigrante, que primero le hizo perder la fe en sí misma”.
”
”
Mario Benedetti (La tregua)
“
El hombre..., cree ser el amante de una mujer, cuando en realidad es sólo su testigo.
”
”
Arturo Pérez-Reverte
“
Ve y coge una estrella fugaz;
fecunda a la raíz de mandrágora;
dime dónde está el pasado,
o quién hendió la pezuña del diablo;
enséñame a oír cómo canta la sirena,
a apartar el aguijón de la envidia,
y descubre
cual es el viento
que impulsa a una mente honesta.
Si has nacido para ver cosas extrañas,
cosas invisibles al ojo,
cabalga diez mil días y noches
hasta que la edad cubra de nieve tus cabellos.
Cuando retornes, me contarás
las extrañas maravillas que te acontecieron,
y jurarás
que en ningún lugar
vive una mujer justa y constante.
Si la encuentras, dímelo,
¡dulce peregrinación sería!
Pero no, porque no iría,
aunque fuera justo al lado;
aunque fiel, al encontrarla,
y hasta al escribir la carta,
sin embargo,
antes que fuera,
infiel con dos, o tres, fuera.
”
”
John Donne (Howl’s Moving Castle (Howl’s Moving Castle, #1))
“
Ahora yo no sé si vas a poder leer esta carta, pero igual siento como una necesidad de decirte que yo contigo he sido más feliz de lo que los libros dicen que se puede. Perdóname si tantas veces me anduve quejando por bobadas. Un día me dijiste que yo tenía cara de mujer a la que siempre se vuelve y yo te espero ahora o cuando sea y donde sea y como sea. Quiero que sepas.
”
”
Eduardo Galeano (La canción de nosotros)
“
Y creo que si me llamaras cuando ya estuviera reposando en mi lecho de muerte, tendría la fuerza suficiente como para levantarme e ir hacía a ti.
”
”
Stefan Zweig (Carta de una desconocida / La Institutriz / Veinticuatro horas en la vida de una mujer)
“
Cuando una mujer se retrae y se muestra fría, es porque se está protegiendo.
”
”
Sylvain Reynard (Gabriel's Redemption (Gabriel's Inferno, #3))
“
La edad es una ladrona implacable. Justo cuando empiezas a tomar el pulso a la vida te arranca la fuerza de las piernas y te encorva la espalda.Produce dolores y enturbia la cabeza y silenciosamente infesta a tu mujer de cáncer.
”
”
Sara Gruen (Water for Elephants)
“
Domínalo y domínate, sigue mandando sobre tu propio cuerpo. Si la euforia se lleva la conciencia de tus actos, si no puedes parar cuando algo te lo indica desde adentro, no te aficiones mucho: Hazlo una vez al año.
”
”
Héctor Abad Faciolince (Tratado de culinaria para mujeres tristes)
“
Cuando un hombre y una mujer desean unir sus corazones, pueden rodar cabezas e incluso caer reinos, pero ellos no renunciaran
”
”
Jack London
“
Decía siempre la mar. Así es como dicen en español cuando la quieren. Aunque hablen mal de ella siempre se refieren a ella como si fuera una mujer.
”
”
Ernest Hemingway (The Old Man and the Sea)
“
Cuando una mujer vuelve a casarse es porque detestaba a su primer marido. Cuando un hombre vuelve a casarse es porque adoraba a su primera mujer. Las mujeres prueban suerte. Los hombres arriesgan la suya. -Narborough
”
”
Oscar Wilde (El retrato de Dorian Gray: Clásicos de la literatura)
“
Recuérdalo, Enrique: cuando encuentres a un anciano, a una mujer con su criatura en brazos, a uno que anda con muletas,a un hombre con su carga a cuestas, a una familia vestida de luto, cédeles el paso con respeto; debemos tener atenciones especiales con la vejez, la miseria, el amor maternal, la enfermedad, la fatiga y la muerte.
”
”
Edmondo de Amicis (Cuore)
“
Cuando su corazón se mueve, tira del mío. Como dos barcas atadas por una cuerda. Que no se puede cortar, pues no existe ningún cuchillo capaz de cortarla.
”
”
Haruki Murakami (Hombres sin mujeres)
“
Cuando una mujer llora frente a mí, me vuelvo indefenso y, además, torpe. Me desespero, no sé cómo remediarlo.
”
”
Mario Benedetti (La tregua)
“
Es una verdad universal que cuando una mujer dice que ha estado pensando, el hombre tiene que preocuparse
”
”
Maya Banks (Never Love a Highlander (McCabe Trilogy, #3))
“
—Solo te amaré a ti. Ninguna mujer tendrá jamás poder sobre mí, ninguna. —Me alzó el rostro y me besó las lágrimas—. ¿Cómo puede una
diosa compararse a una humana? ¿Acaso el sol pide permiso cuando sale? Tú, mi dulce Shahlaa, eres mi sol; no hay sombra que te oculte a mis ojos.
—¡Tu belleza me estremece, pero es tu ingenio el que me atrapa, tu sensualidad la que me desespera y tu mirada la que me condena al infierno de los impíos! Ni rezar puedo sin que me asalten pensamientos impuros.
Me tomó el cabello entre las manos y aspiró su perfume. Cayó de rodillas tras de mí y me abrazó.
”
”
Lola P. Nieva (Los tres nombres del lobo (Lobo, #1))
“
La violencia contra las mujeres es universal y tan antigua como la civilización misma. Cuando se habla de derechos humanos, en la práctica se habla de derechos de los hombres. Si un hombre es golpeado y privado de libertad, es tortura. Si lo mismo soporta una mujer se llama violencia doméstica
”
”
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
“
Las valkyrias tenemos un dicho: Cupido era, en realidad, una mujer valkyria. Los einherjars y las valkyrias con kompromiss sufren las heridas permanentes de sus flechas. Y, cuando se reconocen por primera vez, el arrebato pasional que experimentan es como un fuego inapagable. Es para siempre.
Bryn
”
”
Lena Valenti (El libro de Ardan (Saga Vanir, #7))
“
―¿y es cierto eso que dicen? ¿Que el carácter de una mujer se muestra con más sinceridad cuando baila?
―A veces. Pero no más que el de un hombre
”
”
Arturo Pérez-Reverte
“
Eso es lo que pasaba cuando estás poseído por el amor de una mujer. De repente parabas de huir del amor y comenzabas a romper todas tus propias reglas, poniéndote en ridículo.
”
”
Tarryn Fisher (Thief (Love Me with Lies, #3))
“
No te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de una mujer que escribe…
No te enamores de una mujer culta, maga, delirante, loca.
No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que sabe y además sabe volar; una mujer segura de sí misma.
No te enamores de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu su carne; y mucho menos de una que ame la poesía (esas son las más peligrosas), o que se quede media hora contemplando una pintura y no sepa vivir sin la música.
No te enamores de una mujer a la que le interese la política y que sea rebelde y vertigue un inmenso horror por las injusticias.Una a la que le gusten los juegos de fútbol y de pelota y no le guste para nada ver televisión. Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su cara y de su cuerpo.
No te enamores de una mujer intensa, lúdica y lúcida e irreverente.
No quieras enamorarte de una mujer así.
Porque cuando te enamoras de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te ame ella o no, de ella, de una mujer así, JAMAS se regresa.
”
”
Martha Rivera-Garrido
“
Comprender los sentimientos de cualquier mujer es más complicado y desagradable que estudiar las emociones de una lombriz. Según mi experiencia, que viene de cuando era niño, cuando una mujer se pone a llorar de repente, lo mejor es ofrecerle algún dulce y enseguida mejora su humor.
”
”
Osamu Dazai (No Longer Human)
“
Sus modales eran refinados y su comportamiento ni excesivamente tímido ni afectadamente franco, con lo cual resultaba alegre, bonita y atractiva, sin llamar la atención de cuantos hombres la miraban y (mi parte favorita) sin hacer vehementes demostraciones de contrariedad o de placer cada vez que se presentaba la ocasión de manifestar cualquiera de estos sentimientos". Porque qué lindo es cuando una mujer no es sobreactuada.
”
”
Jane Austen (Northanger Abbey)
“
Apenas pasaron cinco minutos cuando una imprevisible ráfaga azotó su nariz. El olor era fuerte e insistente, como si se hubiese sentado al lado de un cesto lleno de huevos podridos. Kelsey no tuvo tiempo de detenerle cuando james giró lentamente la cabeza hacia la distraída mujer.
-Perdone…-le dijo-, pero su hijo huele a materia orgánica sucia. Muy sucia.
-¿Qué? - preguntó la mujer, confundida.
- Excremento – aclaró, tapándose la nariz con los dedos -, desecho, caca, mierda. El niño huele a mierda, señora.
”
”
Silvia Hervás (Besos de murciélago)
“
—Hay tres preguntas que toda mujer debe ser capaz de responder afirmativamente antes de comprometerse con un hombre. Si tu respuesta es no a alguna de las tres preguntas, corre como el infierno.
—Es sólo una cita —me río—. Dudo que vayamos a hacer algún compromiso.
—Sé que no lo harás, Lake. Hablo en serio. Si no puedes responder sí a estas tres preguntas, ni siquiera pierdas el tiempo en una relación.
Cuando abro mi boca, siento como que estoy reforzando el hecho de que soy su niña. No la interrumpo de nuevo.
—¿Él te trata con respeto en todo momento? Esa es la primera pregunta. La segunda pregunta es, si es exactamente la misma persona dentro de veinte años que es hoy, ¿todavía querrías casarte con él? Y por último, ¿hace que quieras ser una mejor persona? Si encuentras a alguien que te haga responder afirmativamente a las tres, entonces has encontrado un buen hombre.
”
”
Colleen Hoover (Slammed (Slammed, #1))
“
Lo dice Sylvia Plath en sus diarios: «Soy ese tipo de mujer que, cuando empieza a llover [...], solo puede pensar en ventanas abiertas, ventanas de coche, ventanas de una segunda planta, ventanas por todas partes abiertas mientras la lluvia cae a raudales [...] echando a perder irremediablemente la madera, el papel de las paredes, los libros y los muebles».
”
”
Rosa Montero (El peligro de estar cuerda)
“
Un mes vuela cuando te estás enamorando de la mujer con la que antes tenías sexo. Dos son una eternidad cuando la mujer que quieres te deja.
”
”
Christina Lauren (Beautiful Bastard (Beautiful Bastard, #1))
“
Mi madre es una de esas mujeres que hace enmudecer a una sala cuando entra; es elegante, atractiva pero no hermosa, y proyecta esa luz que tienen aquellos que parecen tocados con la varita mágica al nacer
”
”
Laura Riñón Sirera (Amapolas en octubre)
“
—A la gente —Geralt volvió la cabeza— le gusta inventarse monstruos y monstruosidades. Entonces se parecen menos monstruosos a sí mismos. Cuando beben como una esponja, engañan, roban, le dan de palos a su mujer. matan de hambre a su vieja abuelilla, golpean con un hacha a la raposa atrapada en el cepo o acribillan a flechazos al último unicornio del mundo, les gusta pensar que sin embargo todavía es más monstruosa que ellos la Muaré que entra en las casas a la aurora. Entonces, como que se les quita un peso de encima. Y les resulta más fácil vivir.
—Lo recordaré —dijo Jaskier al cabo de un rato de silencio—
Sacaré unas rimas y compondré un romance sobre ello.
—Componlo. Pero no cuentes con grandes aplausos.
”
”
Andrzej Sapkowski
“
«Sucedió como en un pasaje de Cortázar: “Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir una mujer y casarse con ella”. Fue lo que pasó con Soledad. Nos elegimos como se eligen prendas de ropa. “A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige”, dice Cortázar: “No elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto”. Al ver a Laura sentí eso. No elegí: Amé. Llovió encima de mí.»
”
”
Juan Villoro
“
La moda se desvanece, el estilo es eterno"
"Nada hace más hermosa a una mujer que la creencia de que es hermosa"
"Lo que vistes es la forma en que te presentas al mundo, especialmente hoy, cuando los contactos humanos son tan fugaces. La moda es el lenguaje instantáneo"
"La moda puede comprarse. El estilo es algo que uno debe poseer"
"La sencillez es la máxima sofisticacción"
"Recuerda que vestirse siempre discretamente y con buen gusto es lo mismo que hacerse el muerto"
"El mundo es un libro y aquellos que no viajan leen sólo una página
”
”
Nina García (The Little Black Book of Style)
“
No era justo. Después de tantos años, la belleza de una mujer no debería ser capaz de penetrar con tanta impunidad en el pecho de un hombre y de oprimirlo hasta arrebatarle el aliento. Sobre todo cuando jamás podría ser suya.
”
”
Brent Weeks (The Black Prism (Lightbringer, #1))
“
Pero cuando a uno le llama la atención una mujer, hace todo lo posible para entrar en relación con ella, al menos de un modo indirecto, mediante alguna estratagema, para tomar contacto al menos desde lejos con su mundo y ponerlo en movimiento.
”
”
Milan Kundera (Immortality)
“
Ser padre es muy distinto a la maternidad. A las mujeres les crece dentro el hijo, las antoja, les duele, les da náuseas, los patea por dentro. En cambio, ser padre es que los demás digan: 'este es tu hijo'. Es si acaso, una patada por fuera. Es una palabra. Es algo a lo que se puede uno acostumbrar o rechazar. Esa lejanía, esa posibilidad de tomar distancia. La madre no puede hacer eso. Es lo cercano, lo que envuelve, lo que cuida. El padre puede desatenderse, evadir, quedarse callado. Ser hijo de un padre es mucho más complejo que serlo de una madre. Al padre se le idealiza cuando está ausente, y cuando no, se le perdona tras una visita, una caricia tosca en el cabello, una palmada mal dada. Ser hijo es una tarea de abandono
”
”
Fabrizio Mejía Madrid (Nación TV. La novela de Televisa)
“
Es inútil decir que los seres humanos deberían estar satisfechos de llevar una vida tranquila; han de tener acción, y si no pueden encontrarla, la provocarán de un modo u otro.
(...)
Por lo general, se supone que las mujeres son muy tranquilas, pero la verdad es que sienten exactamente lo mismo que los hombres. Necesitan ejercitar sus facultades y el mismo margen de maniobra que sus hermanos varones, padecen cuando se las constriñe y se las inmoviliza como les sucede a los hombres, y sus más privilegiados congéneres del sexo masculino demuestran una gran estrechez mental cuando declaran que las mujeres deberían limitarse a preparar pudines y hacer calceta, tocar el piano y bordar mantelerías. Es una insensatez condenarlas o reírse de ellas cuando aspiran a aprender y hacer algo más que los convencionalismos proclaman como necesario para su su sexo".
Siglo XIX
”
”
Charlotte Brontë (Jane Eyre)
“
Ella me coge de la mano como una mujer en un sueño. Está en un sueño y yo también. Como todos los dulces sueños, será corto..., pero es la brevedad la que hace la dulzur, ¿no es así? Sí, eso creo. Porque cuando el tiempo ha pasado, nunca lo puedes recuperar.
”
”
Stephen King (11/22/63)
“
Cagar es la opinión más contundente. En general opinamos matizado: esto me gusta con reservas y aquello me interesa aunque me resultó un poco aburrido y esa mujer me atrae bastante pero no quiero volver a complicarme con casadas y el gobierno empezó tomando medidas muy correctas hasta que de pronto perdió el rumbo y qué buena sería esta novela si no estuviera escrita en jeringozo formoseño: pienso pero. La cultura contemporánea está llena de matices, de pudores, de correcciones varias, de considerados y consideraciones que le impiden decir que tantas cosas -personas, actitudes, libros, películas, sistemas sociales, una filosofía, un negocio, más personas- son absolutamente inútiles. El cuerpo en cambio no se corta: cagar es opinar rotundo, sin matices. El cuerpo recibe su materia, la procesa, usa lo que le sirve -todo lo que le sirve, de formas tan distintas- y cuando, pese a sus esfuerzos, topa con material que realmente no sabe aprovechar, lo vuelve mierda y lo devuelve al mundo. El cuerpo, animal incorrecto, es implacable, inmune a las ñoñeces de la tolerancia: establece una jerarquía sin fisuras entre lo que sirve y lo que no sirve -y actúa en consecuencia. Caga, defeca, excreta, se deshace, expulsa: produce categorías terminantes.
”
”
Martín Caparrós (Comí)
“
No he leído que nunca ningún hombre le diera a Cristo ni siquiera una moneda; pero le siguieron mujeres, y dieron de lo que tenían. Fue una mujer quien lavó sus pies con lágrimas, y una mujer la que ungió su cuerpo para la sepultura. Fueron mujeres quienes lloraron cuando Él iba a la cruz, y mujeres las que le siguieron desde la cruz, y se sentaron al lado de su sepulcro cuando fue enterrado.292 Fueron mujeres quienes estuvieron primero con Él en la mañana de su resurrección, y mujeres las que llevaron por primera vez la noticia a sus discípulos de que había resucitado de la muerte.293 Las mujeres, por lo tanto, son muy favorecidas, y en estas cosas se muestra que son copartícipes con nosotros en la gracia de vida”.
”
”
John Bunyan (El Progreso del Peregrino)
“
Cuando la conocí, estaba viva. Lo subrayo porque hay hombres que sólo son capaces de amar a mujeres muertas. Una mujer a la que nunca has visto vivir resulta mucho más cómoda. Pero yo la amaba porque estaba viva. Estaba más viva que las demás. Todavía hoy, sigue estando más viva que las demás.
”
”
Amélie Nothomb (Cosmétique de l'ennemi)
“
Mellie:
Cuando estábamos en el instituto, creía que no me bastaría con vivir una sola vida. Quería hacer un millón de cosas, amar a un millón de mujeres. Quería vivir mil vidas.
Ahora, incluso mil me parecen pocas. No porque todavía quiera amar a un millón de mujeres sino porque quiero amarte un millón de veces.
Si solo tuviéramos una vida juntos, la viviría junto a ti jubilosamente, aunque me gustaría que fueran más. Si viviéramos diez vidas, o cien, seguiría queriendo más. Si tú y yo naciéramos una y otra vez, querría que naciéramos siempre siendo tú y yo, para que todas las veces pudiéramos estar juntos de nuevo. Si tras mil vidas contigo me dijeran que estaba viviendo por última vez, me sentiría timado, pero si tuviera que elegir entre vivir una vida contigo y vivir mil vidas sin ti, elegiría esa única vida, independientemente de lo corta que fuera. Lo elegiría ahora y siempre.
Hoo
”
”
Hillel Halkin (Melisande! What Are Dreams?)
“
Sin embargo, cuando leemos algo sobre una bruja zambullida en agua, una mujer poseída de los demonios, una sabia mujer que vendía hierbas o incluso un hombre muy notable que tenía una madre, nos hallamos, creo, sobre la pista de una novelista malograda, una poetisa reprimida, alguna Jane Austen muda y desconocida, alguna Emily Brontë que se machacó los sesos en los páramos o anduvo haciendo muecas por las carreteras, enloquecida por la tortura en que su don la hacía vivir. Me aventuraría a decir que Anónimo, que escribió tantos poemas sin firmarlos, era a menudo una mujer. Según sugiere, creo, Edward Fitzgerald, fue una mujer quien compuso las baladas y las canciones folklóricas, canturreándolas a sus niños, entreteniéndose mientras hilaba o durante las largas noches de invierno.
Quizás esto sea cierto, quizá sea falso —¿quién lo sabe?—, pero lo que sí me pareció a mí, repasando la historia de la hermana de Shakespeare tal como me la había imaginado, definitivamente cierto, es que cualquier mujer nacida en el siglo dieciséis con un gran talento se hubiera vuelto loca, se hubiera suicidado o hubiera acabado sus días en alguna casa solitaria en las afueras del pueblo, medio bruja, medio hechicera, objeto de temor y burlas.
”
”
Virginia Woolf (A Room of One’s Own)
“
Siempre tan seria. Tan triste. ¿O quizá no? Su gesto permanentemente adusto, ¿no sería una máscara defensiva que ya se había petrificado después de tantos años? Ese ceño embestidor propio de una mujer que, en efecto, tuvo que derribar muchos muros a cabezazos, ¿no habría terminado por convertirse en una costumbre facial, en una mueca? Por no hablar de la fatiga constante de su cuerpo debilitado por la radiación. Debe de costar sonreír cuando siempre te encuentras tan cansada.
”
”
Rosa Montero (La ridícula idea de no volver a verte)
“
Treinta años más tarde, se veía obligado una vez más a llegar a la misma conclusión: no cabía duda de que las mujeres eran mejores que los hombres. Eran más dulces, más amables, más cariñosas, más compasiva; menos inclinadas a la violencia, al egoísmo, a la autoafirmación, a la crueldad. Además eran más razonables, más inteligentes y más trabajadoras. En el fondo, se preguntaba Michel observando los movimientos del sol sobre las cortinas ¿para qué servían los hombres? Puede que en épocas anteriores, cuando había muchos osos, la virilidad desempeñara un papel específico e insustituible; pero hacía siglos que los hombres, evidentemente, ya no servían para casi nada".
”
”
Michel Houellebecq
“
Pero el amor, esa palabra… Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito.
¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.
”
”
Julio Cortázar
“
¿Sabes cuál es la única diferencia entre una mujer débil y una mujer fuerte, Malena? —me preguntó Magda, y yo negué con la cabeza—. Que las débiles siempre se pueden montar en la chepa de la fuerte que tengan más a mano para chuparle la sangre, pero las fuertes no tenemos ninguna chepa en la que montarnos, porque los hombres no valen para eso, y cuando
”
”
Almudena Grandes (Malena es un nombre de tango)
“
Era hermoso que su tío se abrazara con las nenas y con su exmujer y que Julieta estuviera emocionada: eran como gente perfecta, creía Gaspar. Había siempre un momento en que ponían música para bailar. Y el Negro gritaba un sapucay. Y se volvía una fiesta, se rompían vasos, los hombres transpiraban, las mujeres perdían zapatos y aros y se les corría el maquillaje –a las que se maquillaban, no muchas– y se abrazaban, se decían cuánto se amaban, así, te amo, negro de mierda, y Gaspar sentía que él no podía subir hasta ese escalón. Se lo había dicho a Isabel. Es como si subiéramos juntos una escalera y en un momento yo digo «hasta acá llegué». Y en ese escalón, más arriba, ellos son felices y yo los miro. ¿Habría sido siempre así? No era timidez ni retraimiento ni adolescencia, como pensaban los demás. No se le iba a pasar. Podía bailar solo, podía emocionarse en su habitación con un libro, pero cuando llegaba la fiesta se desconectaba, los demás se convertían en una película que podía ver y en la que no podía participar. Así que se hacía invisible, lo que no era difícil porque estaban todos borrachos. Y retrocedía hasta su pieza. Y sentía el más puro alivio.
”
”
Mariana Enríquez (Nuestra parte de noche)
“
Cuando yo tenía 19 años la pureza era un gran tema. El mundo estaba dividido entre católicos y protestantes, o entre republicanos o demócratas o entre blancos y negros, o aun entre hombres y mujeres, yo lo veía dividido entre la gente que se había acostado con alguien y la gente que no lo había hecho, y ésta parecía ser la única diferencia verdaderamente significativa entre una persona y otra
”
”
Sylvia Plath (The Bell Jar)
“
Una cosa es hacer sonar un instrumento y otra muy distinta hacer música. La música tiene que tener magia y la magia depende de algunos trucos, pero más que nada de los buenos impulsos. Mira -dijo, pasando un brazo por la cintura de la tía-: Tú quieres dar este Re con más énfasis, no sabes cómo. En apariencia no tienes más que un dedo y una tecla para hacerlo, pero con le dedo y la tecla no haces más que un ruido, lo demás tiene que sacarlo de tu cabeza, de tu corazón, de tus extrañas. Porque ahí es donde está, con toda exactitud, el sonido que deseas. Cuando lo sabes, no tienes más que sacarlo. !Sácalo!
”
”
Ángeles Mastretta (Mujeres de ojos grandes)
“
-¿Es verdad.., que no lo olvidaré?
Estaba arrodillado a su lado y esperó un momento antes de
responder.
-Sí, es verdad -dijo suavemente-, Pero también es verdad que con el
tiempo no te importará.
-¿No? -Estaba demasiado cansada para seguir preguntándole. Se
sentía extrañamente lejana-. ¿Aunque no sea lo bastante fuerte para
matarlo?
-Eres una mujer muy fuerte.
-No lo soy. Me lo acabas de demostrar, no soy...
Una mano en el hombro la detuvo.
-No es eso lo que quería decirte -dijo pensativo-, Jenny tenía diez años
cuando murió nuestra madre. -Y al día siguiente del funeral la encontré
con el delantal de mi madre.
Había estado llorando como yo. Pero me dijo: «Ve a lavarte, Jamie, voy
a hacer la comida para ti y para papá».
Cerró los ojos y tragó con fuerza.
-Sé lo fuertes que pueden llegar a ser las mujeres. Y tú eres muy
fuerte, créeme.
”
”
Diana Gabaldon (Drums of Autumn (Outlander, #4))
“
Existe un algo grande y espantoso en el suicidio. Las caídas de muchas personas no son peligrosas, son como las de los niños, que caen tan a ras del suelo que no se hacen daño; mas cuando un gran hombre se estrella, ha de venir de muy alto, haberse elevado hasta los cielos, haber entrevisto algún paraíso inaccesible. ¡Cuán implacables han de ser los huracanes que le fuerzan a pedir la paz del alma a la boca de una pistola! ¡Cuántos talentos jóvenes encerrados en una buhardilla languidecen y mueren por falta de un amigo, de una mujer consoladora, en el seno de un millón de seres, en presencia de una muchedumbre harta de oro y que se aburre!
”
”
Honoré de Balzac (La Piel de Zapa (Spanish Edition))
“
Cuando la luna me ciega con su fulgor eterno, tu luz tenue apacigua mi espíritu. Que no seas eterno inspira más poemas en mi piel que las mil historias que relato, puesto que al saber que prescindo de tu amor, le atesoro más que las más valiosas joyas. Nada en mi constante existencia ha significado más que tú, mi maravilloso compañero. Ningún extremo más que el ardor de tu mirada, suaviza el fruncir de mi ceño. Eres implacable certeza, exquisita quietud, divina fuente de paz. Eres todo y calmas a la nada que desea disiparme con impasividad. Mi deseo, mi lucero, mi luna extrañamente cercana a mi planeta. Te veo soñar y anhelo ser el rostro que se entremeta en tus convalecientes quimeras, para en un rato abrir esas ventanas fulgurosas de alma transparente y desear... desear que jamás nos separe un suspiro más, porque años han sido nuestros verdugos infinitos. Quien merece amor como el nuestro lo obtiene, mi dulce espíritu ambivalente. Quien desea de corazón meterse en los labios de una musa errante, obtiene lo que has tenido, un sabor de mil sabores que no se comparte. Una boca de mil bocas que cuentan historias de mil historias, pero cuya principal promesa eres tú, mi exquisito ángel caído del paraíso. Y si adorarte se vuelve mi mayor testigo, culpable del crimen soy al que me han sometido, puesto que en mi vida, mayor serenidad que en ti no hay, ni mayor anhelo que busque mi psique desazonada y sazonada por tu bello rostro. Todo y nada vale la pena de entremeterme entre tus labios. Todo y nada, mi dulce ángel de sueños entrelazados.
”
”
Mariela Villegas Rivero (Mujer de Fuego)
“
La libertad absoluta no existe", se recordó con amargura."Cuando creí que había conquistado la mía vuelvo a caer prisionero de las circunstancias" Con el tiempo había logrado tener más libertad que Esteban, más atado a la herencia familiar y a los mandatos sociales. Sin embargo, aunque el tenía el privilegio de elegir sus relaciones amorosas, se dio cuenta de que sus deseos eran ahora esclavizados por una mujer que no podía tener. "¡Carajo!", penso...
”
”
Magalí Varela (El cruce del laberinto)
“
Se da por supuesto que las mujeres son más tranquilas en general, pero ellas sienten lo mismo que los hombres; necesitan ejercitar y poner a prueba sus facultades, en un campo de acción tan preciso para ellas como para sus hermanos. No pueden soportar represiones demasiado severas ni un estancamiento absoluto, igual que les pasa a ellos. Y supone una gran estrechez de miras por parte de algún ilustre congénere del sexo masculino opinar que la mujer debe limitarse a hacer repostería, tejer calcetines, tocar el piano y bordar bolsos. Condenarlas o reírse de ellas cuando pretenden aprender más cosas o dedicarse a tareas que se han declarado impropias de su sexo es fruto de la necedad (p.175)
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Charlotte Brontë (Jane Eyre)
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Aura vestida de verde, con esa bata de tafeta por donde asoman, al avanzar hacia ti la mujer, los muslos color de luna: la mujer, repetirás al tenerla cerca, la mujer, no la muchacha de ayer: la muchacha de ayer - cuando toques sus dedos, su talle - no podía tener mas de veinte anos; la mujer de hoy - y acaricies su pelo negro, suelto, su mejilla pálida - parece de cuarenta: algo se ha endurecido, entre ayer y hoy, alrededor de los ojos verdes; el rojo de los labios se ha oscurecida fuera de su forma antigua, como si quisiera fijarse en una mueca alegre, en una sonrisa turbia: como si alternara, a semejanza de esa plata del patio, el sabor de la miel y el de la amargura. No tienes tiempo de pensar mas: (47)
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Carlos Fuentes (Aura)
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Cuando Kim Ji-young estaba en primaria, un día su madre se quedó mirando una nota escrita por su maestra y, súbitamente, dijo:
—Yo también quise ser maestra —a Kim Ji-young el comentario le pareció absurdo y se echó a reír, porque para ella su madre era su madre y nada más—. De veras. Cuando estábamos en primaria, yo era la mejor estudiante de todos mis hermanos. Incluso era mejor que tu tío mayor.
—Entonces, ¿por qué no te convertiste en maestra?
—Porque tuve que ganar dinero para pagar los estudios de tus tíos. Pasaba con todas. Así era la vida de las mujeres entonces.
—Ahora puedes ser maestra.
—Ahora tengo que ganar dinero para costear tu educación y la de tus hermanos. Pasa con todas. Así es la vida de las madres hoy en día.
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Cho Nam-Joo (82년생 김지영)
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Un día, cuando yo era una adolescente exaltada que se debatía entre mil caminos, me dijo: 'elige algo que pueda ser para ti el cimiento de tu existencia. Algo a lo que te puedas agarrar en los momentos malos, algo que nadie pueda quitarte. Las personas, los afectos, pasan, pero tu profesión está ahí. Es como tu esqueleto que soporta tu cuerpo y te permite andar y moverte de un lado a otro, un delicado mecanismo que regula el equilibrio de tu vida.' Yo sabía que aquello era, al menos en su caso, absolutamente cierto.
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Josefina Aldecoa
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Los varones controlan el poder político y económico, la cultura y las costumbres, proclaman las leyes y las aplican a su antojo y cuando las presiones sociales y el aparato legal no bastan para someter a las mujeres más alzadas, interviene la religión con su innegable sello patriarcal. Lo imperdonable es que son las madres quienes se encargan de perpetuar y reforzar el sistema, criando hijos arrogantes e hijas serviciales; si se pusieran de acuerdo para hacerlo de otro modo podrían terminar con el machismo en una generación
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Isabel Allende (Paula)
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Ahora es ella quien lo mira divertida, o tierna, o nerviosa, y finalmente le pregunta: —¿Vas a decirme qué te pasa, Benjamín? Chaparro se siente morir, porque acaba de advertir que esa mujer pregunta una cosa con los labios y otra con los ojos: con los labios le está preguntando por qué se ha puesto colorado, por qué se revuelve nervioso en el asiento o por qué mira cada doce segundos el alto reloj de péndulo que decora la pared próxima a la biblioteca; pero, además de todo eso, con los ojos le pregunta otra cosa: le está preguntando ni más ni menos qué le pasa, qué le pasa a él, a él con ella, a él con ellos dos; y la respuesta parece interesarle, parece ansiosa por saber, tal vez angustiada y probablemente indecisa sobre si lo que le pasa es lo que ella supone que le pasa. Ahora bien —barrunta Chaparro—, el asunto es si lo supone, lo teme o lo desea, porque esa es la cuestión, la gran cuestión de la pregunta que le formula con la mirada, y Chaparro de pronto entra en pánico, se pone de pie como un maníaco y le dice que tiene que irse, que se le hizo tardísimo; ella se levanta sorprendida —pero el asunto es si sorprendida y punto o sorprendida y aliviada, o sorprendida y desencantada—, y Chaparro poco menos que huye por el pasillo al que dan las altas puertas de madera de los despachos, huye sobre el damero de baldosas negras y blancas dispuestas como rombos, y recién retoma el aliento cuando se trepa a un 115 milagrosamente vacío a esa hora pico del atardecer; se vuelve a su casa de Castelar, donde esperan ser escritos los últimos capítulos de su historia, sí o sí, porque ya no tolera más esta situación, no la de Ricardo Morales e Isidoro Gómez, sino la propia, la que lo une hasta destrozarlo con esa mujer del cielo o del infierno, esa mujer enterrada hasta el fondo de su corazón y su cabeza, esa mujer que a la distancia le sigue preguntando qué le pasa, con los ojos más hermosos del mundo.
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Eduardo Sacheri (El secreto de sus ojos (Spanish Edition))
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El siclo de plata no era una moneda, sino 8,33 gramos de plata. Cuando el Código de Hammurabi declaraba que un hombre superior que matara a una mujer esclava tenía que pagar a su dueño 20 siclos de plata, esto significaba que debía pagar 166 gramos de plata, no 20 monedas. La mayor parte de los términos dinerarios en el Antiguo Testamento se dan en términos de plata y no de monedas. Los hermanos de José lo vendieron a los ismaelitas por veinte siclos de plata, o 166 gramos de plata (el mismo precio que una esclava; después de todo, era un joven). A
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Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
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¿Cuándo se consuma una trición urdida entre un hombre y una mujer? ¿A partir del primer cruce de miradas? ¿Durante el imperceptible estremecimiento que sacude las certezas más firmes como un sismo cuyo epicentro se origina en las entrañas? ¿En el momento en que surge el pensamiento que, con premeditación y alevosía, abre las puertas de la imaginación hacia el abismo de un futuro diferente? ¿Con el primer contacto, un mero roce de manos o, menos aún, con el aire de un susurro que acaricia la piel tras el lóbulo de la oreja? ¿A partir del primer abrazo? ¿Desde el primer beso? ¿Cuando la mano percibe las formas por encima de la ropa? ¿Con el entrelazamiento animal de los cuerpos desnudos? ¿Acaso es la aparición de la palabra que pone nombre a los hechos y a los sentimientos? ¿O la traición se consuma con la sola enunciación de un plan secreto?
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Federico Andahazi (Los amantes bajo el Danubio)
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Las mujeres tienen suerte, aunque el noventa y nueve por ciento no lo sabe. ¿A qué edad se lanzó Santa Teresa a reformar monasterios? A los cincuenta. Y podría citar muchos casos más. De los veinte a los cuarenta las mujeres se hallan absortas biológicamente... y con toda razón. Se preocupan de los niños, los maridos, los amantes... Las relaciones personales. O subliman todas estas cosas y se lanzan a una carrera, de forma típicamente femenina y emocional. Pero la segunda floración natural es de la mente y el espíritu y su edad cuando una alcanza la madurez. Según van envejeciendo, las mujeres se interesan más en cosas impersonales. Los intereses masculinos se reducen, los de las mujeres se amplían. A los sesenta un hombre se repite, por lo general, como un gramófono. A la misma edad, una mujer, si tiene cierto individualismo, es un ser interesante.
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Agatha Christie (A Daughter's a Daughter)
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- Para mi eres un regalo. (...) Y quiero que veas en ti lo mismo que yo ya veo. No quiero que cambies nada de ti, solo que descubras nuevas facetas, en aquello en lo que puedes convertirte cuando te liberes. Quiero que te descubras como una inmensa mujer, unica y especial. Dueña de su sexualidad, y segura de quien es en la vida. El unico espejo en el que te debes mirar es en el de Cleo Connelly.
Cleo tenia los ojos humedos por la emocion. ¡Habia que joderse! Eran las palabras mas bonitas y apasionadas que le habian dicho jamás!
Capitulo 6. Lion Romano y Cleo Connelly.
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Lena Valenti (Amos y mazmorras: Primera parte (Amos y mazmorras, #1))
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(...)Clarkson fue a ayudar a Brynne y Marie en la cocina mientras Gabrielle y Elaina parecían hacerse buenas amigas hablando de libros— especialmente uno muy popular sobre un multimillonario muy joven y su obsesión con una mujer aún más joven... y el sexo. Habían montón de escenas de sexo eróticas en el libro, aparentemente en cada página.
Neil y yo nos miramos con simpatía el uno al otro, y no tuvimos absolutamente nada que añadir a la conversación. Es decir decir, ¿quién lee esta basura? ¿Quién tiene tiempo? ¿Por qué incluso leer sobre sexo en un libro cuando se puede tenerlo en la vida real? No lo entiendo.
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Raine Miller (All In (The Blackstone Affair, #2))
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Es lo que dijo Keynes: «Cuando los hechos cambian, cambio de opinión. ¿Qué hace usted?». —Tras una pausa, continúa—: Yo he cambiado porque el mundo ha cambiado. La gente que piensa siempre lo mismo no piensa. Y yo pienso mucho, así que he cambiado mucho. Sólo hay una cosa constante en mí: soy una mujer libre. Lo fui de joven y sigo siéndolo ahora, cuando ya no soy tan joven. El espíritu gregario no es mi fuerte. Ni la corrección política. Creo que en mi vida pública he dado muestras sobradas de ello. Por lo demás, déjeme decirle que, a su edad, ya debería usted saber que la normalidad no existe. Es una estafa. En el sexo y en todo lo demás.
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Javier Cercas (Independencia)
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-Te amo -le dijo Buttercup-. Sé que esto debe resultarte sorprendente, puesto que lo único que he hecho siempre ha sido mofarme de tí, degradarte y provocarte, pero llevo ya varias horas amándote, y cada segundo que pasa te amo más. Hace una hora, creí que te amaba más de lo que ninguna mujer ha amado nunca a un hombre; media hora más tarde, supe que lo que había sentido entonces no era nada comparado con lo que sentí después. Mas al cabo de diez minutos, comprendí que mi amor anterior era un charco comparado con el mar embravecido antes de la tempestad. A eso se parecen tus ojos, ¿lo sabías? Pues sí. ¿Cuántos minutos hace de eso? ¿Veinte? ¿Serían mis sentimientos tan encendidos entonces? No importa. -Buttercup no podía morarlo. El sol comenzó a asomar entonces a sus espaldas y le infundió valor -. Ahora te amo más que hace veinte minutos, tanto que no existe comparación posible. Te amo mucho más en este momento que cuando abriste la puerta de tu choza. En mi cuerpo no hay sitio más que para tí. Mis brazos te aman, mis orejas te adoran, mis rodillas tiemblan de ciego afecto. Mi mente te suplica que le pidas algo para que pueda obedecerte. ¿Quieres que te siga para el resto de tus días? Lo haré. ¿Quieres que me arrastre? Me arrastraré. Por tí me quedaré callada, por tí cantaré, y si tienes hambre, deja que te traiga comida, y si tienes sed y sólo el vino árabe puede saciarla, iré a Arabia, aunque esté en el otro confín del mundo, y te traeré una botella para el almuerzo. Si hay algo que sepa hacer por tí, lo haré; y si hay algo que no sepa, lo aprenderé. Pero recuera, por favor, que ella es vieja y tiene otros intereses, mientras que yo tengo diecisiete años y para mí sólo existes tú. Mi querido Westley... nunca te había llamado por tu nombre, ¿verdad...? Westley, Westley, Westley, Westley... querido Westley, adorado Westley, mi dulce, mi perfecto Westley, dime en un susurro que tendré la oportunidad de ganarme tu amor.
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William Goldman (The Princess Bride)
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El cerebro es el que evoluciona y envejece, pero el corazón sigue siendo siempre niño hasta que deja de latir. Por eso puedes enamorarte de nuevo, porque es el corazón quien dirige. Cuando alguien te hiere, es el cerebro en realidad quien lo registra, quien se traumatiza, quien olvida o no, que lo racionaliza para superarlo. El corazón solo sufre. No aprende. Cuando no nos damos la oportunidad de enamorarnos es porque la razón nos frena y nos aborta la misión antes de que ocurra. Pero el corazón no. El corazón se rige por otros parámetros. Los de las emociones. Las emociones son las células del corazón como las neuronas son las de nuestro cerebro. Por eso cuando el corazón pone las emociones movimiento y se inicia esa reacción en cadena, es casi imposible frenarla. La razón puede ponerle obstáculos. Muchos. Pero, al igual que no podemos forzar que un cuadro te atraiga o no, o que te emocione una canción, no podemos forzar con la razón aquello donde el corazón manda
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Vanessa Montfort (Mujeres que compran flores)
“
La palabra feminista, 'tan fea', aun ahora, suele hacer cosquillas en almas humanas. Cuando se dice 'feminista', para aquéllas, se encarama por sobre la palabra una cara con dientes ásperos, una voz chillona. Sin embargo, no hay mujer normal de nuestros días que no sea más o menos feminista. Podrá no desear participar en la lucha política, pero desde el momento que piensa y discute en voz alta las ventajas o errores del feminismo, es ya feminista, pues feminismo es el ejercicio del pensamiento de la mujer, en cualquier campo de la actividad. Es pues la razonadora antifeminista una feminista, pues sólo dejaría de ser tal, no teniendo opinión intelectual alguna.
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Alfonsina Storni (Nosotras... y la piel)
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Compañera, cuando amábamos
(for Juanita Ramos and other spik dykes)
¿Volverán, campañera, esas tardes sordas
Cuando nos amábamos tiradas en las sombras bajo otoño?
Mis ojos clavados en tu mirada
Tu mirada que siempre retiraba al mundo
Esas tardes cuando nos acostábamos en las nubes
Mano en mano nos paseábamos por las calles
Entre niños jugando handball
Vendedores y sus sabores de carne chamuzcada.
La gente mirando nuestras manos
Nos pescaban los ojos y se sonreían
cómplices en este asunto del aire suave.
En un café u otro nos sentábamos bien cerquita.
Nos gustaba todo: las bodegas tiznadas
La música de Silvio, el ruido de los trenes
Y habichuelas. Compañera,
¿Volverán esas tardes sordas cuando nos amábamos?
¿Te acuerdas cuando te decía ¡tócame!?
¿Cuándo ilesa carne buscaba carne y dientes labios
En los laberintos de tus bocas?
Esas tardes, islas no descubiertas
Cuando caminábamos hasta la orilla.
Mis dedos lentos andaban las lomas de tus pechos,
Recorriendo la llanura de tu espalda
Tus moras hinchándose en mi boca
La cueva mojada y racima.
Tu corazón en mi lengua hasta en mis sueños.
Dos pescadoras nadando en los mares
Buscando esa perla.
¿No te acuerdas como nos amábamos, compañera?
¿Volverán esas tardes cuando vacilábamos
Pasos largos, manos entrelazadas en la playa?
Las gaviotas y las brizas
Dos manfloras vagas en una isla de mutua melodía.
Tus tiernas palmas y los planetas que se caián.
Esas tardes tiñadas de mojo
Cuando nos entregábamos a las olas
Cuando nos tirábamos
En el zacate del parque
Dos cuerpos de mujer bajo los árboles
Mirando los barcos cruzando el río
Tus pestañas barriendo mi cara
Dormitando, oliendo tu piel de amapola.
Dos extranjeras al borde del abismo
Yo caía descabellada encima de tu cuerpo
Sobre las lunas llenas de tus pechos
Esas tardes cuando se mecía el mundo con mi resuello
Dos mujeres que hacían una sola sombra bailarina
Esas tardes andábamos hasta que las lámparas
Se prendían en las avenidas.
¿Volverán,
Compañera, esas tardes cuando nos amábanos?
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Gloria E. Anzaldúa (Borderlands/La Frontera: The New Mestiza)
“
Todo pasaba por el filtro de las palabras, convenientemente adecuado a nuestro miedo. ¿Qué hace un niño cuando tiene miedo? Cierra los ojos. ¿Qué hace un niño al que van a violar y luego matar? Cierra los ojos. Y también grita, pero primero cierra los ojos. Las palabras servían para ese fin. Y es curioso, pues todos los arquetipos de la locura y la crueldad humana no han sido inventados por los hombres de esta época sino por nuestros antepasados. Los griegos inventaron, por decirlo de alguna manera, el mal, vieron el mal que todos llevamos dentro, pero los testimonios o las pruebas de ese mal ya no nos conmueven, nos parecen futiles, ininteligibles[...]Durante la Comuna de 1871 murieron asesinadas miles de personas y nadie derramó una lágrima por ellas. Por esa misma fecha un afilador de cuchillos mató a una mujer y a su anciana madre (no a la madre de la mujer, sino a su propia madre, querido amigo) y luego fue abatido por la policía. La noticia no sólo recorrió los periódicos de Francia sino que también fue reseñada en otros periódicos de Europa
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”
Roberto Bolaño (2666)
“
Gonzalo, cuando se sentaba allí y veía jugar a su hermana, siempre recordaba a su madre, contándole que ella en su tierra tenía un patio igual, con esos mismos azulejos, y miraba a su marido y lo besaba con la sonrisa. La cocina siempre estaba encendida, calentando el hogar, tenía una alacena enorme donde se guardaban las vasijas repletas de comida y un balcón por donde se podía ver la iglesia. Grandes dormitorios con cortinas blancas y colchas tejidas entre las risas y los llantos de muchas mujeres, cada cabecero de hierro o de madera finamente labrada podía contar una historia; habían nacido y muerto muchos Guzmán en aquellas camas, entre aquellos muros se vivía en paz con todo lo necesario para pasar los largos inviernos. Aquel
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Reyes Galaz (Cántaras vacías (Spanish Edition))
“
Al poco tiempo tuvo una hija que era tan blanca como la nieve, tan roja como la sangre y tenía los cabellos tan negros como el ébano, y por eso la llamaron Blancanieves. Y, nada más crecer la niña, murió la reina.
Pasado un año, el rey tomó otra esposa. Era una mujer hermosa, pero orgullosa y arrogante, y no podía soportar que alguien la superase en belleza. Tenía un espejo maravilloso y, cuando se situaba frente a él y se miraba, decía:
-Espejito, espejito de la pared, la más hermosa de todo el reino, ¿quién es?
A lo que el espejo respondía:
-Mi reina y señora, en el reino vos sois la más hermosa.
Entonces se quedaba satisfecha, pues sabía que el espejo decía la verdad.
Pero Blancanieves fue creciendo y fue haciéndose cada vez más bella, y cuando hubo cumplido siete años, era ya tan linda como la luz del día y más hermosa que la propia reina. En una ocasión le preguntó a su espejo:
-Espejito, espejito de la pared, la más hermosa de todo el reino, ¿quién es?
El espejo respondió:
-Mi reina y señora, vos sois aquí la más hermosa, pero Blancanieves es mil veces que vos más preciosa.
Entonces la reina se asustó y se puso amarilla y verde de envidia.
”
”
Jacob Grimm (Cuentos de los hermanos Grimm)
“
El Super Zorro.
3 granjeros bastante malos y llamados Benito Buñuelo y Bufón tienen una granja cada uno.
El Superzorro vivia con sus hijos y su mujer, como todos o casi todos los días el Superzorro va ha buscar comida y os preguntareis ¿De donde la saca? Bueno pues muy facil se la coge a Benito Buñuelo y Bufón de sus granjas.
Entonces un día los tres granjeros decidieros matar al zorro, aprovechando de que esa noche el viento iva para otro lado pusieron su plan en marcha.
Justamente esa noche el Superzorro salio a por comida para alimentar a su familia,de repente oyo unos pasos y se escondio, entonces cuando fue a salir uno de los tres malvados granjeros le disparo en la cola y pansaron que le habian matado pero no fue asi.
En cuanto le dispararon en la cola fue corrien do a su casa...
”
”
Roald Dahl
“
Cabalgar, cabalgar, cabalgar, de día, de noche, de día.
Cabalgar, cabalgar, cabalgar.
Y el corazón está tan cansado ahora, y la nostalgia es tan grande. Ya no hay montañas, apenas un árbol. Nada que ose levantarse. Cabañas extrañas se acurrucan sedientas cerca de pozos corrompidos. Ninguna torre en ninguna parte. Y siempre la misma imagen. Nos sobran dos ojos. Sólo por la noche, uno cree a veces reconocer el camino. ¿Quizá por la noche rehacemos el trayecto que hemos recorrido penosamente bajo el sol extranjero? Es posible. El sol es pesado como en nuestro país en pleno verano. Pero era verano cuando nos despedimos. Los vestidos de las mujeres brillaron largo tiempo sobre el fondo de verdor. Y hace mucho tiempo que cabalgamos. Debe de ser, pues, otoño. Al menos allá lejos, donde unas mujeres tristes nos conocen.
”
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Rainer Maria Rilke (Canción del amor y de la muerte del corneta Cristóbal Rilke / El Blondo Eckbert / El gato con botas)
“
La locura se determina casi siempre cuando absolutamente se pierde la esperanza. La esperanza es una especie de alimento moral que mantiene al cerebro. Cuando este alimento falta, mueren las funciones regulares, lo mismo que toda la máquina del hombre se descompone y aniquila por el hambre. Figúrese usted que un padre cargado de familia ve a su mujer enferma, a sus hijos llorando de hambre, y en tan extraña situación no encuentra ni trabajo, ni quien le dé ya un peso, pierde absolutamente la esperanza de salir de esa situación. O se vuelve loco o se suicida... y no le dé usted vueltas, don Remigio, los que se suicidan son todos locos, por más muestras que den de estar en su cabal juicio, escribiendo cartas y haciendo disposiciones testamentarias, o almorzándose un buen rosbif y bebiéndose una botella de champaña antes de matarse.
”
”
Manuel Payno (Los bandidos de Río Frío)
“
Debemos reservarnos una trastienda del todo nuestra, del todo libre, donde fijar nuestra verdadera libertad y nuestro principal retiro y soledad. En ella debemos mantener nuestra habitual conversación con nosotros mismos, y tan privada que no tenga cabida ninguna relación o comunicación con cosa ajena; discurrir y reír como si no tuviésemos mujer, hijos ni bienes, ni séquito ni criados, para que, cuando llegue la hora de perderlos, no nos resulte nuevo arreglárnoslas sin ellos. Poseemos un alma que puede replegarse en sí misma; puede hacerse compañía, tiene con qué atacar y con qué defender, con qué recibir y con qué dar. No temamos, en esta soledad, pudrirnos en el tedio del ocio: In solis sis tibi turba locis. [En estas soledades, sé una multitud para ti mismo]. La virtud se contenta consigo misma: sin enseñanzas, sin palabras, sin obras.
”
”
Michel de Montaigne (The Complete Essays)
“
¡Oh selva, esposa del silencio, madre de la soledad y de la neblina! ¿Qué hado maligno me dejó prisionero en tu cárcel verde?
…Déjame huir, oh selva, de tus enfermizas penumbras formadas con el hálito de los seres que agonizaron en el abandono de tu majestad. ¡Tú misma pareces un cementerio enorme donde te pudres y resucitas! ¡Quiero volver a las regiones donde el secreto no aterra a nadie, donde es imposible la esclavitud, donde la vida no tiene obstáculos y se encumbra el espíritu en la luz libre!
¡Quiero el calor de los arenales, el espejeo de las canículas, la vibración de las pampas abiertas! ¡Déjame tornar a la tierra de donde vine, para desandar esa ruta de lágrimas y sangre que recorrí en nefando día, cuando tras la huella de una mujer me arrastré por montes y desiertos, en busca de la Venganza diosa implacable que sólo sonríe sobre las tumbas!
”
”
José Eustasio Rivera (La vorágine)
“
Pero el sentido común no ha entrado en el servicio de salud en cuanto a los partos se refiere. Así, se continúa dando a luz en un paritorio y no en una habitación confortable. Las mujeres soportan rasurado, enemas y rotura de bolsa sin razón aparente. Tampoco se sabe por qué aguantan la dilatación, que puede durar horas, tumbadas e inmovilizadas en vez de poder pasear, estar acompañadas por quienes quieran y emplear métodos agradables para soportar el dolor como darse un baño o un masaje... No se entiende por qué las mujeres no pueden elegir la postura más cómoda para dar a luz: taburete obstétrico, en cuclillas, de lado, en la bañera, de rodillas apoyada en la cama... teniendo la fuerza de la gravedad como aliada. Tampoco, salvo por el motivo de acelerar los partos, se explica que se suministre oxitocina sintética sin consultar a la parturienta cuando esta sustancia provoca contracciones más intensas, seguidas y dolorosas y es causa frecuente de sufrimiento fetal y maternal. Cuando las mujeres no tienen estrés, producen oxitocina naturalmente, pero para eso necesitarían estar en un ambiente tranquilo, agradable, íntimo y... no tener prisa. El parto tiene un ritmo lento, pero hasta esto, tan básico, ha sido olvidado por la medicina, la ginecología y el sistema de atención sanitaria.
”
”
Nuria Varela (Feminismo para principiantes)
“
—Ash —dijo, su voz entusiasta—, ¿puedes hacer algo por mí?
—Cualquier cosa, Sota. Dilo y es tuyo.
—Hazme hermosa.
El giró su rostro hacia él y le dio un beso en los labios que prendió fuego a su sangre.
Retirándose él le sonrió.
—Ya está. Eres la mujer más bella del mundo.
Tory se giró hacia el espejo, muriéndose por ver como lucía.
Cuando se vio a sí misma, frunció el ceño.
No había cambiado.
—¡Ash!
—¿Qué? — le pregunto inocentemente, tirando de su espalda contra su pecho a fin de que
pueda mirarla en el espejo.
—No hiciste nada.
Su mirada se encontró con la suya y la sinceridad en esos remolinantes ojos de plata la
quemaron.
—Tú eres la mujer más bella del mundo, Soteria. Esta es la mujer de la que me enamoré y no
hay nada acerca de ti que yo cambiaría.
Recostándose sobre él, se inclinó para tocar su mejilla.
—¿De verdad?
—Por supuesto. Y espero que algún día, tengamos una casa llena de niños que luzcan como
tú.
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”
Sherrilyn Kenyon
“
Nuestra forma de amar es patriarcal porque aprendemos a hacerlo bajo las normas, las creencias, los modelos, las costumbres, los mitos, las tradiciones, la moral y la ética de la cultura a la que pertenecemos. (...)
Las niñas y los niños recibimos mensajes opuestos y aprendemos a amar de forma diferente, así que, cuando nos encontramos en la adultez, resulta imposible quererse bien. Los niños aprenden a valorar y defender su libertad y su autonomía; las niñas aprenden a renunciar a ellas como prueba de su amor cuando encuentran pareja. (...) Las niñas creen que para amar hay que sufrir, pasarlo mal, aguantar y esperar el milagro romántico; los niños, en cambio, no renuncian ni se sacrifican por amor. (...)
Así las cosas, no es de extrañar que cuando nos juntamos para amarnos el encuentro sea un desastre. En estas condiciones es imposible construir una relación basada en el respeto mutuo, el buen trato y la igualdad. (...)
”
”
Coral Herrera Gómez (Mujeres que ya no sufren por amor: Transformando el mito romántico)
“
Cuando salga de aquí, si alguna vez soy capaz de dejar constancia de ello, de la manera que sea, incluso relatándoselo a alguien, también será una reconstrucción e incluso otra versión. Es imposible contar una cosa exactamente tal como ocurrió, porque lo que uno dice nunca puede ser exacto, siempre se deja algo, hay muchas partes, aspectos, contracorrientes, matices; demasiados detalles que podrían significar esto o aquello, demasiadas formas que no pueden ser totalmente descritas, demasiados aromas y sabores en el aire, en la lengua, demasiados colores. Pero si alguna vez, en el futuro, te conviertes en adulto, si logras llegar tan lejos, por favor recuerda esto: nunca estarás tan atado como una mujer a la tentación de perdonar a un hombre. Es difícil resistirse, créeme. Pero recuerda también que el perdón es un signo de poder. Implorarlo es un signo de poder, y negarlo o concederlo es un signo de poder, tal vez el más grande.
”
”
Margaret Atwood (El cuento de la criada)
“
Y me puse, para pasar el rato, a esbozar un plano del alma según el cual en cada uno de nosotros presiden dos poderes, uno macho y otro hembra; y en el cerebro del hombre predomina el hombre sobre la mujer y en el cerebro de la mujer predomina la mujer sobre el hombre. El estado de ser normal y confortable es aquel en que los dos viven juntos en armonía, cooperando espiritualmente. Si se es hombre, la parte femenina del cerebro no deja de obrar; y la mujer también tiene contacto con el hombre que hay en ella. Quizá Coleridge se refería a esto cuando dijo que las grandes mentes son andróginas. Cuando se efectúa esta fusión es cuando la mente queda fertilizada por completo y utiliza todas sus facultades. Quizás una mente puramente masculina no pueda crear, pensé, ni tampoco una mente puramente femenina. Pero convenía averiguar qué entendía uno por 'hombre con algo de mujer' y por 'mujer con algo de hombre' hojeando un par de libros.
”
”
Virginia Woolf (A Room Of One's Own)
“
Siempre hay un rey sobre un caballo
en las viejas ciudades;
lo custodian las fuentes y los niños
y un insólito pájaro.
Cuando los veo, pienso que la muerte
mira de las estatuas
armada hasta los dientes, con sus ojos
de bronce clausurado.
Si pregunto por ellos, me describen
galopes y batallas.
Nunca al caballo libre en las praderas
ni al señor en su casa.
Todos cuentan la historia por las guerras
en las viejas ciudades
y por más que pregunto nadie sabe
describir la morada
donde amasaba pan el panadero
y su mujer hilaba.
La historia que nos cuentan es la historia
de una que otra batalla,
pero jamás nos dicen que, entretanto,
el labrador sembraba
y que, segando el trigo de la vida,
los jóvenes se amaban
mirándose a los ojos, como miro
la paz en tu mirada,
mientras paseamos por la antigua plaza
con un rey a caballo
donde juegan los niños y las fuentes
son catedrales de agua.
La paz, amor,
es ese pájaro insólito que, a veces,
se posa en las estatuas.
”
”
Armando Tejada Gómez
“
Así, la suerte de la mujer y la del socialismo están íntimamente ligadas, como se ve también
en la vasta obra consagrada por Bebel a la mujer. «La mujer y el proletario -dice- son
dos oprimidos.» Será el mismo desarrollo de la economía a partir de la revolución provocada
por el maquinismo el que libere a ambos. El problema de la mujer se reduce al de su
capacidad de trabajo. Poderosa en los tiempos en que las técnicas estaban adaptadas a sus
posibilidades, destronada cuando se mostró incapaz de explotarlas, la mujer encuentra de
nuevo en el mundo moderno su igualdad con el hombre. Son las resistencias del viejo
paternalismo capitalista las que impiden en la mayoría de los países que esa igualdad se
cumpla concretamente: se cumplirá el día en que esas resistencias sean destruidas. Ya se ha
cumplido en la URSS, afirma la propaganda soviética. Y cuando la sociedad socialista sea una
realidad en el mundo entero, ya no habrá hombres y mujeres, sino solamente trabajadores
iguales entre sí.
”
”
Simone de Beauvoir (The Second Sex)
“
Entre mi colchoneta y la tabla de la cama, había encontrado, en efecto, un viejo pedazo de periódico casi pegado a la tela, amarillento y transparente. Relataba un suceso cuyo comienzo faltaba, pero que debía haber acontecido en Checoslovaquia. Un hombre había salido de una aldea checa para hacer fortuna. Al cabo de veinticinco años, había regresado, rico, con una mujer y un niño. Su madre regentaba un hotel con su hermana en la aldea natal. Para darles una sorpresa, dejó a su mujer y a su hijo en otro alojamiento y fue al hotel de su madre, que no lo reconoció cuando entró. Por broma, tomó una habitación. Había dejado ver su dinero. Durante la noche, su madre y su hermana lo asesinaron a martillazos para robarle y arrojaron su cuerpo al río. Por la mañana vino la mujer y reveló sin darse cuenta la identidad del viajero. La madre se ahorcó. La hermana se arrojó a un pozo. Debí de leer esta historia miles de veces. Por una parte, era inverosímil. Por otra, era natural. Me parecía, de todos modos, que el viajero lo había merecido un poco y que nunca se debe jugar.
”
”
Albert Camus
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En la época que nos ocupa reinaba en las ciudades un hedor apenas concebible para el hombre moderno. Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores apestaban a orina, los huecos de las escaleras apestaban a madera podrida y excremento de rata; las cocinas, a col podrida y grasa de carnero; los aposentos sin ventilación apestaban a polvo enmohecido; los dormitorios, a sábanas grasientas, a edredones húmedos y al penetrante olor dulzón de los orinales. Las chimeneas apestaban a azufre; las curtidurías, a lejías cáusticas; los mataderos, a sangre coagulada. Hombres y mujeres apestaban a sudor y a ropa sucia; en sus bocas apestaban los dientes infectados, los alientos olían a cebolla y los cuerpos, cuando ya no eran jóvenes, a queso rancio, a leche agria y a tumores malignos. Apestaban los ríos, apestaban las plazas, apestaban las igelsias y el hedor se respiraba por igual bajo los puentes y en los palacios. El campesino apestaba como el clérigo; el official de artesano, como la esposa del maestro; apestaba la nobleza entera y, sí, incluso el rey apestaba como un animal carnicero y la reina como una cabra vieja, tanto en verano como en invierno.
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Patrick Süskind (Perfume: The Story of a Murderer)
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—Vi a mi madre en su ataúd—dijo por fin—. Las mujeres le habían trenzado el pelo para que tuviera un aspecto decoroso, pero mi padre no lo permitió. Quería verla por última vez tal como era para él. Fue personalmente al ataúd, le deshizo las trenzas y extendió la cabellera con las manos, cubriendo la almohada.
Hizo una pausa; su pulgar quedó inmóvil.
—Yo estaba allí, quieto en el rincón. Cuando todos salieron para recibir al cura me acerqué sigilosamente. Era la primera vez que veía a una persona muerta.—Dejé que mis dedos se cerraran sobre su antebrazo.— Una mañana mi madre me dio un beso en la frente; luego volvió a colocarme la horquilla que se me había desprendido de mi pelo ensortijado y salió. Jamás volví a verla. La velaron con el ataúd cerrado.
—¿Era…ella?
—No.—Contemplaba el fuego con los ojos entornados—. No del todo. Se le parecía, pero nada más. Como si alguien la hubiera tallado en madera de abedul. Pero su pelo… eso aún tenía vida. Eso todavía era…ella.
Lo oí tragar saliva y carraspear un poco.
—La cabellera le cruzaba el pecho, cubriendo al niño que yacía con ella. Pensé que a él no le gustaría sofocarse de ese modo. Y retiré las guedejas rojas para dejarlo a la vista. Mi hermanito, acurrucado en sus brazos, con la cabeza en su seno, abrigado y en sombras bajo la cortina de pelo. Y enseguida pensé que no, que estaría más contento si lo dejaba así. Y volví a alisar la cabellera de mi madre para cubrirle la cabeza.
Su pecho se elevó bajo mi mejilla. Deslizó lentamente las manos por mi pelo.
—No tenía una sola cana, Sassenach. Ni una.
Ellen Fraser había muerto de parto a los treinta y ocho años. Mi madre, a los treinta y dos. Y yo… yo tenía la riqueza de todos esos años largos que ellas habían perdido. Y más aún.
—Para mí es un gozo ver cómo te tocan los años, Sassenach—susurró—, pues significa que vives.
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Diana Gabaldon (The Fiery Cross (Outlander, #5))
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Lucía lamentó haber terminado sus amores con Julián, pero nunca se arrepintió. Deseaba estabilidad, mientras que él, a sus setenta años, todavía estaba en la etapa de saltar de una relación a otra, como un picaflor. A pesar de los consejos de su hija, que proclamaba las ventajas del amor libre, para ella la intimidad era imposible con alguien distraído con otras mujeres. «¿Qué es lo que quieres, mamá? ¿Casarte?», se había burlado Daniela cuando supo que había cortado con Julián. No, pero quería hacer el amor amando, por el placer del cuerpo y la tranquilidad del espíritu. Quería hacer el amor con alguien que sintiera como ella. Quería ser aceptada sin nada que ocultar o fingir, conocer al otro profundamente y aceptarlo de la misma manera. Quería alguien con quien pasar la mañana del domingo en la cama leyendo los periódicos, a quien tomarle la mano en el cine, con quien reírse de tonterías y discutir ideas. Había superado el entusiasmo por las aventuras fugaces. Se había acostumbrado a su espacio, su silencio y su soledad; había concluido que le costaría mucho compartir su cama, su baño y su ropero y que ningún hombre podía satisfacer todas sus necesidades. En la juventud creía que, sin el amor de pareja, estaba incompleta, que le faltaba algo esencial. En la madurez agradecía la rica cornucopia de su existencia.
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Isabel Allende
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Un hombre, después de mucho tiempo caminando, llegó al lugar donde vivía un gran sabio. Al recibirle, le pidió encarecidamente: -¡Muéstreme el camino hacia Alá! -¿Te has enamorado alguna vez de alguien? -preguntó el sabio. -¿Enamorarme? ¿Qué es lo que el gran maestro quiere decir con eso? Me prometí a mí mismo jamás aproximarme a una mujer, huyo de ellas como quien intenta escapar de una enfermedad. Ni siquiera las miro. Cuando pasan, cierro los ojos. -Procura volver a tu pasado e intenta descubrir si alguna vez, en toda tu vida, hubo algún momento de pasión que dejase tu cuerpo y tu espíritu llenos de fuego. -Vine hasta aquí para aprender a rezar, y no a cómo enamorarme de una mujer. Quiero ser guiado hasta Alá y usted insiste en querer llevarme hacia los placeres de este mundo. No entiendo lo que desea enseñarme. El sabio permaneció silencioso algunos minutos y finalmente dijo: -No puedo ayudarte. Si tú nunca tuviste alguna experiencia de amor, nunca conseguirás experimentar la paz de una oración. Por lo tanto, regresa a tu ciudad, enamórate, y vuelve a buscarme sólo cuando tu alma esté llena de momentos felices. >>Sólo una persona que entiende el amor puede entender el significado de la oración. Porque el amor por alguien es una oración dirigida al corazón del Universo, una plegaria que Alá colocó en las manos de cada ser humano como un presente divino.
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Jalal ad-Din Muhammad ar-Rumi (La danza del corazón)
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La sirenita viene a visitarme de vez en cuando. Me cuenta historias que cree inventar, sin saber que son recuerdos. Sé que es una sirena, aunque camina sobre dos piernas. Lo sé porque dentro de sus ojos hay un camino de dunas que conduce al mar. Ella no sabe que es una sirena, cosa que me divierte bastante. Cuando ella habla yo simulo escucharla con atención pero, al mínimo descuido, me voy por el camino de las dunas, entro al agua y llego a un pueblo sumergido donde hay una casa, donde también está ella, sólo que con escamada cola de oro y una diadema de pequeñas flores marinas en el pelo. Sé que mucha gente se ha preguntado cuál es la edad real de las sirenas, si es lícito llamarlas monstruos, en qué lugar de su cuerpo termina la mujer y empieza el pez, cómo es eso de la cola. Sólo diré que las cosas no son exactamente como cuenta la tradición y que mis encuentros con la sirena, allá en el mar, no son del todo inocentes. La de acá, naturalmente, ignora todo esto. Me trata con respeto, como corresponde hacerlo con los escritores de cierta edad. Me pide consejos, libros, cuenta historias de balandras y prepara licuados de zanahoria y jugo de tomate. La otra está un poco más cerca del animal. Grita cuando hace el amor. Come pequeños pulpos, anémonas de mar y pececitos crudos. No le importa en absoluto la literatura. Las dos, en el fondo, sospechan que en ellas hay algo raro. No sé si debo decirles cómo son las cosas.
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Abelardo Castillo
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Cuando acabo de cortarme las uñas o lavarme la cabeza, o simplemente ahora que, mientras escribo, oigo un gorgoteo en mi estómago,
me vuelve la sensación de que mi cuerpo se ha quedado atrás de mí (no reincido en dualismos pero distingo entre yo y mis uñas)
y que el cuerpo empieza a andarnos mal, que nos falta o nos sobra (depende).
De otro modo: nos mereceríamos ya una máquina mejor. El psicoanálisis muestra cómo la contemplación del cuerpo crea complejos tempranos. (Y Sartre, que en el hecho de que la mujer esté "agujereada" ve implicaciones existenciales que comprometen toda su vida.) Duele pensar que vamos delante de este cuerpo, pero que la delantera es ya error y rémora y probable inutilidad, porque estas uñas, este ombligo,
quiero decir otra cosa, casi inasible: que el "alma" (mi yo-no-uñas) es el alma de un cuerpo que no existe. El alma empujó quizá al hombre en su evolución corporal, pero está cansada de tironear y sigue sola adelante. Apenas da dos pasos
se rompe el alma ay porque su verdadero cuerpo no existe y la deja caer plaf.
La pobre se vuelve a casa, etc., pero esto no es lo que yo. En fin.
Larga charla con Traveler sobre la locura. Hablando de los sueños, nos dimos cuenta casi al mismo tiempo que ciertas estructuras soñadas serían formas corrientes de locura a poco que continuaran en la vigilia. Soñando nos es dado ejercitar gratis nuestra aptitud para la locura. Sospechamos al mismo tiempo que toda locura es un sueño que se fija.
Sabiduría del pueblo: "Es un pobre loco, un soñador...
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Julio Cortázar
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Mi padre era un hombre decente. O, por lo menos, eso que llamaríamos un hombre decente: alguien que, en las pequeñas circunstancias de la vida, prefiere no complicarse con las molestias de la indecencia. Uno que, por ejemplo, si al salir de la panadería desecubre que se lleva, además de las facturas, pebetes y miñones, un cuarto kilo de cuernitos sin pagar, vuelve al local, compone una sonrisa tímida, turbada - que le sale perfecta- e intenta un chiste malo para decirle a la dueña que ha vuelto porque es un hombre decente:
-¡Vengo a denunciar un robo!
Le dirá, por ejemplo, y que él es el delincuente que acaba de llevarse el cuarto de cuernitos sin previo abono de su precio estipulado. O sea: mi padre era un hombre cómodo, que nunca quiso tomarse el trabajo de ver qué haía un poco más allá de la decencia, de la conveniencia, de los buenos modales y las reglas morales. La decencia, en general, es cuestión de falta de imaginación o de pereza, y mi padre tenía, por lo que sé, bastante de las dos. Aunque, por supuesto, no sé qué habría pasado si alguna vez la tentación de la indecencia lo hubiera asaltado en serio, armada de una buena recompensa. Es fácil ser decente cuando te cuesta un cuarto de cuernitos; de allí en más se hace más y más difícil, hasta que llega al punto en que cada cual encuentra su temperatura de fundido. Si no hay metal que resista el calor pertinente, ¿por qué habría hombres o mujeres? Es - si existen tales cosas - una de esas verdades innegables; sabiéndolo, ¿no es preferible ahorrarse el fuego de decenas, cientos de grados celsius, y fundirse cin tanto despilfarro?
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Martín Caparrós
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¿La historia de la humanidad no es acaso toda entera, desde sus inicios, la historia de un crimen? Las naciones europeas no cesan de recodarse mutuamente el holocausto judío, pero ¿fue éste el único? ¿En qué ciudad se decretó el genocidio de Namibia (1904-1908)? ¿En qué mes el de Armenia (1915-1923), el de Ucrania (1929), el de España (1936-1975), el de la Franja de Gaza? ¿Lo recordamos?
Tan sólo en los últimos sesenta años, con implicación directa o indirecta de los gobiernos de Occidente, fueron masacrados
siete millones de vietnamitas
dos millones de camboyanos
dos millones de krudos
quinientos mil serbios
un millón doscientos mil argelinos
setenta mil haitianos
ochocientos mil tutsis y hutus
doscientos mil guatemaltecos
trescientos mil libaneses
un número aún creciente de palestinos
¿los recordamos?
Y aunque así fuese, ¿nos sentiríamos concernidos? Cuanto más alta sea la cifra más espectacular será el suceso y, por lo tanto, menos habrá de implicarnos: el dolor siempre acude en singular. Sumamos y redondeamos como para ajustar la tasa de sufrimiento. ¿Puede acaso sumarse el sufrimiento? ¿Será más el dolor de todo un pueblo que el de cada uno de sus miembros? ¿Cómo sufre "un pueblo"? ¿Existe el pueblo o la Nación independiente de su gente? Y
cada uno de los seres que padecen ¿no serán siempre el mismo, una y otra vez, infinitamente?
Ahora, cuando todo es aquí, irremediablemente aquí y ahora, ante la permisión del horror yo digo:
Si viniera,
si una mujer viniera, ahora,
si una mujer viniera al mundo con
la espiga de luz de
las matriarcas: debería
si hablara de este tiempo
debería
tan sólo balbucir, balbucir
y así tal vez
tal vez así
asíasí
tal vez
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Chantal Maillard (La herida en la lengua)
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Porque si una lleva una falda o un escote de un tiempo a esta parte lo lleva para sí misma o en nombre del empoderamiento, una de dos, y que no me mire nadie porque machete al machote y madre mía qué fuerte e independiente con mi falda, que era a lo que me reducían antes, a ser dos piernas y poca tela y me quejaba y con razón y ahora como por arte de magia resulta que eso es signo de empoderamiento, pero no puede mirarlo nadie. Nos hemos encerrado tanto en nosotros mismos, nos hemos individuado tanto y hemos hecho tantos esfuerzos por acabar con lo de las dinámicas de poder —y, nos guste o no, la belleza siempre ha implicado y siempre implicará poder— que hemos terminado creyendo que no provocamos ningún efecto, ninguna reacción en el otro y que lo contrario sería inaceptable, aunque las mujeres nos lo hemos creído a medias, como todas las mentiras que nos contamos a nosotras mismas.
Por eso rara vez nos ponemos escote y los labios rojos para estar solas en casa, de la misma forma que el pavo real no desplegaría su cola si no hubiera una pava a la vista, porque gilipollas no es y por lo del ahorro energético, y negar que un escote bonito es enseñado de cuando en cuando para ser visto, solo cuando quiere ser visto, cuando quiere ser mirado, además de ridículo niega parte de nuestro poder como mujeres, un poder que no se reduce a lo bello y a lo sexual pero del que lo bello y lo sexual forman parte y no pasa nada y por eso toda mujer ama a un fascista: porque todo el que mira nuestros escotes lo es, a no ser que sea un trapero en un videoclip, entonces es un trapero al uso, entonces se le permite. Y porque mal que bien y según el nuevo canon, nuestros abuelos lo fueron y nuestros padres lo son. No solo porque se les fueran los ojos con las mujeres bonitas que cruzaban los pasos de cebra cuando pensaban, inocentes, que no nos dábamos cuenta.
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Ana Iris Simón (Feria)
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El farol que la bruja había plantado -sin saberlo- brilló día y noche en el bosque narniano, de modo que el lugar donde creció acabó llamándose el Erial del Farol; y cuando, muchos años más tarde, otra niña de nuestro mundo entró en Narnia, una noche nevada, la pequeña encontró el farol todavía encendido. Y aquella aventura estuvo, en cierto modo, conectada con las que te acabo de contar.
La cosa sucedió así. El árbol que surgió del corazón de la manzana que Digory plantó en el jardín trasero, vivió y creció hasta convertirse en un árbol espléndido. Al crecer en el suelo de nuestro mundo, muy lejos del sonido de la voz de Aslan y lejos del aire juvenil de Narnia, no dio manzanas capaces de revivir a una mujer moribunda como había sucedido con la madre de Digory, aunque sí dio las manzanas más hermosas de todo el país, que además eran sumamente saludables, aunque no del todo mágicas. Sin embargo, en su interior, en su misma savia, el árbol -por así decirlo- jamás olvidó aquel otro árbol de Narnia al que pertenecía. En ocasiones se movía de un modo misterioso cuando no soplaba viento: creo que cuando eso sucedía soplaban fuertes vientos en Narnia y el árbol inglés se estremecía porque, en aquel momento, el árbol de Narnia se balanceaba y oscilaba bajo un fuerte vendaval del sudoeste. Fuera como fuese, se demostró más tarde que quedaba aún magia en su madera; pues cuando Digory era ya un hombre de mediana edad -que se había convertido además en famoso erudito, catedrático y gran viajero- y la vieja casa de los Ketterley le pertenecía, estalló una gran tormenta en todo el sur de Inglaterra que derribó el árbol. Como no soportaba la idea de hacer que lo cortaran para convertirlo en leña, pidió que construyeran un armario con parte de la madera, que luego colocó en su enorme casa en el campo. Él no descubrió las propiedades mágicas de aquel armario, pero otra persona sí lo hizo, y así empezaron todas las idas y venidas entre nuestro mundo y el de Narnia, sobre las que puedes leer en otros libros.
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C.S. Lewis (The Magician’s Nephew (Chronicles of Narnia, #6))
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Cuando Hewan regresó a buscarla, Bahana se había ido y ella ya se había vestido con el lindo modelito que le había dejado.
El saco le llegaba hasta las rodillas. Tenía dos agujeros por los que había metido los brazos, y estaba cortado por la mitad, como un chaleco. Se lo había atado a la cintura con una cuerda para evitar que se abriera.
La miró desde la entrada de los baños, repasándola descaradamente de arriba a abajo, con una sonrisa irónica serpenteando en sus labios.
—¿Te gusta tu ropa nueva? —le preguntó, burlándose.
Rura alzó la cabeza, mirándolo directamente a los ojos, y un destello de ira cruzó sus hermosos ojos.
—Seguiré siendo una princesa sin importar la ropa que me obligues a vestir —dijo con orgullo.
—Lo que quieres decir —replicó—, es que seguirás siendo una mujer malcriada y caprichosa, y que nada de lo que haga cambiará eso.
Rura casi se echó a reír. La idea que Hewan tenía de ella estaba tan equivocada… Toda su actitud no era más que una fachada con la que se obligó a vestirse para conseguir la aceptación de su padre, el maldito príncipe Nikui; pero estaba tan arraigada que ahora era incapaz de deshacerse de ella. Una máscara tras la que esconderse, y una armadura con la que protegerse. No era así de niña. Recordaba reír a menudo, excepto cuando su padre estaba cerca; disfrutaba de las cosas pequeñas de la vida, y no necesitaba mucho para sentirse feliz: un vestido desechado, un plato de sopa caliente, una manta con que abrigarse, y una muñeca rota a la que abrazarse.
Pero su padre lo cambió todo, obligándola a ser cruel, a odiar en lugar de amar, a despreciarse a sí misma pensando que no era suficientemente buena, hasta que lo único que quedó fue la amargura y el resentimiento.
—Jamás me ha importado lo que los demás pensaran de mí. —Mentira, a pesar de todo el esfuerzo que había puesto en hacer que se convirtiera en verdad—. ¿De veras crees que me interesa lo que tú pienses?
Hewan se acercó a ella, remoloneando, caminando a su alrededor.
—Tsk. Es una pena que un envoltorio tan hermoso no guarde nada dentro.
—Mejor estar vacía que tener a un monstruo escondido tras unos ojos bonitos.
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Alaine Scott (La princesa sometida (Cuentos eróticos de Kargul #3))
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He aquí algo sobre el honor de los poetas. Yo tenía diecisiete años y unos deseos irrefrenables de ser escritor. Me preparé. Pero no me quedé quieto mientras me preparaba, pues comprendí que si así lo hacía no triunfaría jamás. Disciplina y un cierto encanto dúctil, ésas son las claves para llegar a donde uno se proponga. Disciplina: escribir cada mañana no menos de seis horas. Escribir cada mañana y corregir por las tardes y leer como un poseso por las noches. Encanto, o encanto dúctil: visitar a los escritores en sus residencias o abordarlos en las presentaciones de libros y decirles a cada uno justo aquello que quiere oír. Aquello que quiere oír desesperadamente. Y tener paciencia, pues no siempre funciona. Hay cabrones que te dan una palmadita en la espalda y luego si te he visto no me acuerdo. Hay cabrones duros y crueles y mezquinos. Pero no todos son así. Es necesario tener paciencia y buscar. Los mejores son los homosexuales, pero, ojo, es necesario saber en qué momento detenerse, es necesario saber con precisión qué es lo que no uno quiere, de lo contrario puedes acabar enculado de balde por cualquier viejo maricón de izquierda. Con las mujeres ocurre tres cuartas partes de lo mismo: las escritoras españolas que pueden echarte un cable suelen ser mayores y feas y el sacrificio a veces no vale la pena. Los mejores son los heterosexuales ya entrados en la cincuentena o en el umbral de la ancianidad. En cualquier caso: es ineludible acercarse a ellos. Es ineludible cultivar un huerto a la sombra de sus rencores y resentimientos. Por supuesto, hay que empollar sus obras completas. Hay que citarlos dos o tres veces en cada conversación. ¡Hay que citarlos sin descanso! Un consejo: no criticar nunca a los amigos del maestro. Los amigos del maestro son sagrados y una observación a destiempo puede torcer el rumbo del destino. Un consejo: es preceptivo abominar y despacharse a gusto contra los novelistas extranjeros, sobre todo si son norteamericanos, franceses o ingleses. Los escritores españoles odian a sus contemporáneos de otras lenguas y publicar una reseña negativa de uno de ellos será siempre bien recibida. Y callar y estar al acecho. Y delimitar las áreas de trabajo. Por la mañana escribir, por la tarde corregir, por las noches leer y en las horas muertas ejercer la diplomacia, el disimulo, el encanto dúctil. A los diecisiete años quería ser escritor. A los veinte publiqué mi primer libro. Ahora tengo veinticuatro y en ocasiones, cuando miro hacia atrás, algo semejante al vértigo se instala en mi cerebro. He recorrido un largo camino, he publicado cuatro libros y vivo holgadamente de la literatura (aunque si he de ser sincero, nunca necesité mucho para vivir, sólo una mesa, un ordenador y libros). Tengo una colaboración semanal con un periódico de derechas de Madrid. Ahora pontifico y suelto tacos y le enmiendo la plana (pero sin pasarme) a algunos políticos. Los jóvenes que quieren hacer una carrera como escritor ven en mí un ejemplo a seguir. Algunos dicen que soy la versión mejorada de Aurelio Baca. No lo sé. (A los dos nos duele España, aunque creo que por el momento a él le duele más que a mí). Puede que lo digan sinceramente, pero puede que lo digan para que me confíe y afloje. Si es por esto último no les voy a dar el gusto: sigo trabajando con el mismo tesón que antes, sigo produciendo, sigo cuidando con mimo mis amistades. Aún no he cumplido los treinta y el futuro se abre como una rosa, una rosa perfecta, perfumada, única. Lo que empieza como comedia acaba como marcha triunfal, ¿no?
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Roberto Bolaño (The Savage Detectives)
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La tradición del islam místico comparte esta misma convicción. Me gustaría relatarle algo tomado de la leyenda dorada de los santos musulmanes. Un día, Suturá, una buena mujer, fue a visitar a Tierno Bokar, el sabio de Bandiagara: esta aldea de Mali está situada en la meseta del mismo nombre, rodeada de altos acantilados al pie de los cuales viven los dogon, pueblo famoso por su arte austero, su compleja cosmogonía y su hondo sentido de la trascendencia. «Tierno –le dijo Suturá–, estoy muy irritable. Me molesta hasta lo más insignificante. Querría recibir de ti una bendición o una oración que me haga dulce, amable y paciente». No había acabado de hablar cuando su hijo, un niño de tres años que estaba esperándola en el patio, agarró una tabla y le dio un golpe en la espalda. Ella miró al niño, sonrió y, atrayéndolo hacia ella, dijo dándole un cachete cariñoso: «¡Qué niño más malo! Mira cómo trata a su madre…». «Si tan irritable estás, ¿por qué no te enfadas con tu hijo?», le preguntó Tierno Bokar. «Si no es más que un niño –contestó Suturá–. No sabe lo que hace. Con un niño de esta edad no hay quien se enfade». «Vete a casa, querida Suturá –le dijo Tierno– y, cuando alguien te irrite, acuérdate de la tabla y piensa: “Tenga los años que tenga, esta persona está actuando como un niño de tres años”. Sé indulgente: puedes hacerlo, ya que acabas de serlo con tu hijo cuando te ha dado ese golpe. Obra así y no volverás a enfadarte. Vivirás feliz y te sentirás mejor. Las bendiciones que desciendan sobre ti serán mucho mayores que las que puedas recibir de mí: serán las bendiciones de Dios y del propio Profeta. Quien soporta y perdona una ofensa –continuó– se parece a una de esas grandes ceibas que ensucian los buitres al posarse en sus ramas. El aspecto repugnante del árbol solo dura una parte del año. Todos los inviernos Dios envía unos cuantos chaparrones que lo limpian de la copa a las raíces y lo revisten de un nuevo follaje. Procura prodigar el amor que sientes por tu hijo a todas las criaturas de Dios. Porque Dios quiere a sus criaturas como un padre a sus hijos. Entonces llegarás a lo más alto de la escala, allí donde, gracias al amor y la caridad, el alma solo ve y valora la ofensa para perdonarla mejor». Las palabras de Tierno supusieron tanto para Suturá que, a partir de ese día, consideró hijos suyos a todos los que la ofendían y no les respondió más que con dulzura, amor y una paciencia silenciosa y sonriente. Tanto cambió que, al final de su vida, la gente decía: «Paciente como Suturá». Nunca más hubo nada capaz de enfadarla. Cuando murió, se la consideraba prácticamente una santa.
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Robert Sarah (La fuerza del silencio)
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Ya no, ya no,
ya no me sirves, zapato negro,
en el cual he vivido como un pie
durante treinta años, pobre y blanca,
sin atreverme apenas a respirar o hacer achís.
Papi: he tenido que matarte.
Te moriste antes de que me diera tiempo…
Pesado como el mármol, bolsa llena de Dios,
lívida estatua con un dedo del pie gris,
del tamaño de una foca de San Francisco.
Y la cabeza en el Atlántico extravagante
en que se vierte el verde legumbre sobre el azul
en aguas del hermoso Nauset.
Solía rezar para recuperarte.
Ach, du.
En la lengua alemana, en la localidad polaca
apisonada por el rodillo
de guerras y más guerras.
Pero el nombre del pueblo es corriente.
Mi amigo polaco
dice que hay una o dos docenas.
De modo que nunca supe distinguir dónde
pusiste tu pie, tus raíces:
nunca me pude dirigir a ti.
La lengua se me pegaba a la mandíbula.
Se me pegaba a un cepo de alambre de púas.
Ich, ich, ich, ich,
apenas lograba hablar:
Creía verte en todos los alemanes.
Y el lenguaje obsceno,
una locomotora, una locomotora
que me apartaba con desdén, como a un judío.
Judío que va hacia Dachau, Auschwitz, Belsen.
Empecé a hablar como los judíos.
Creo que podría ser judía yo misma.
Las nieves del Tirol, la clara cerveza de Viena,
no son ni muy puras ni muy auténticas.
Con mi abuela gitana y mi suerte rara
y mis naipes de Tarot, y mis naipes de Tarot,
podría ser algo judía.
Siempre te tuve miedo,
con tu Luftwaffe, tu jerga pomposa
y tu recortado bigote
y tus ojos arios, azul brillante.
Hombre-panzer, hombre-panzer: oh Tú...
No Dios, sino un esvástica
tan negra, que por ella no hay cielo que se abra paso.
Cada mujer adora a un fascista,
con la bota en la cara; el bruto,
el bruto corazón de un bruto como tú.
Estás de pie junto a la pizarra, papi,
en el retrato tuyo que tengo,
un hoyo en la barbilla en lugar de en el pie,
pero no por ello menos diablo, no menos
el hombre negro que
me partió de un mordisco el bonito corazón en dos.
Tenía yo diez años cuando te enterraron.
A los veinte traté de morir
para volver, volver, volver a ti.
Supuse que con los huesos bastaría.
Pero me sacaron de la tumba,
y me recompusieron con pegamento.
Y entonces supe lo que había que hacer.
Saqué de ti un modelo,
un hombre de negro con aire de Meinkampf,
e inclinación al potro y al garrote.
Y dije sí quiero, sí quiero.
De modo, papi, que por fin he terminado.
El teléfono negro está desconectado de raíz,
las voces no logran que críe lombrices.
Si ya he matado a un hombre, que sean dos:
el vampiro que dijo ser tú
y me estuvo bebiendo la sangre durante un año,
siete años, si quieres saberlo.
Ya puedes descansar, papi.
Hay una estaca en tu negro y grasiento corazón,
y a la gente del pueblo nunca le gustaste.
Bailan y patalean encima de ti.
Siempre supieron que eras tú.
Papi, papi, hijo de puta, estoy acabada.
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Sylvia Plath (Ariel)