Como El Vino Quotes

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Las religiones también son como el vino: hay gente a la que le sienta mal y gente a la que le sienta bien.
Fernando Savater
Todo puede ser tan hermoso, todo puede ser tan fértil, tan imprevisible, cuesta creer que sea obra de algún dios. El lenguaje es mío. Es mi derecho, me corresponde una parte de él. Vino a mí, yo no lo busqué, por lo tanto, es mío. Me lo heredó mi madre, lo despilfarró mi padre. Voy a destruirlo, a enfermarlo, a confundirlo, a incomodarlo, voy a desplazarlo y a hacerlo renacer tantas veces como sean necesarias, un renacimiento por cada cosa bien hecha en este mundo.
Camila Sosa Villada (Las malas)
...a veces nos preguntamos por qué la felicidad tarda tanto en llegar, por qué no vino antes, pero si nos aparece de repente, como en este caso, cuando ya no la esperábamos, entonces lo más probable es que no sepamos qué hacer con ella, y la cuestión no es tanto elegir entre reír o llorar, es la secreta angustia de pensar que tal vez no consigamos estar a su altura
José Saramago (El hombre duplicado)
Recuerdo muy bien la emoción, la alegría que sentí al pisar el acelerador. Si ha habido alguna vez una mujer enamorada, ésa era yo. Si alguna vez he estado enamorada, fue entonces, el día que viajé desde la provincia de Cuenca hasta la de Castellón, conduciendo por carreteras secundarias con un Ford Fiesta rojo que se ahogaba en todas las cuestas y un corazón tan grande que no me cabía en el cuerpo. Era demasiado amor. Demasiado grande, demasiado complicado, demasiado confuso, y arriesgado, y fecundo, y doloroso. Tanto como yo podía dar, más del que me convenía. Por eso se rompió. No se agotó, no se acabó, no se murió, sólo se rompió, se vino abajo como una torre demasiado alta, como una apuesta demasiado alta, como una esperanza demasiado alta.
Almudena Grandes (Castillos de cartón)
Sabía que los pensamientos, como el vino, necesitan tiempo para clarificarse.
Domingo Villar (Ojos de agua (Leo Caldas, #1))
Corría como si para ella fuera algo natural. Recordó el vuelo de los patos salvajes en otoño. Igual de fluido y uniforme. Le vino a la cabeza la palabra «hermosa» pero la rechazó y apresuró el paso hacia casa.
Katherine Paterson (Bridge to Terabithia)
En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos, como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles, y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo.
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quixote)
Dígame lo que tiene que decirme —le exigió, cerca de los labios. —¿Qué tendría que decirle? —¿Por qué no vino a mí esta noche? 'Tuve esperándola como un zonzo ahí juera. —¿Tengo que ir cada noche?” “Artemio hundió sus dedos en la carne de Rafaela y apretó el ceño. Hizo ademán de hablar y calló. Sus respiraciones agitadas componían el único sonido de la habitación, que crispaba las feroces emociones en que se hallaban envueltos. —Cada noche. Sí, cada noche —repitió, con los dientes apretados—, cada día, cada hora, cada minuto. Usté é mía, Rafaela, y la quiero pa'mí, sempre.
Florencia Bonelli (Me llaman Artemio Furia)
Oh, era suntuoso, y la suntuosidad hecha carne. Los trombones crujían como láminas de oro bajo mi cama, y detrás de mi golová las trompetas lanzaban lenguas de plata, y al lado de la puerta los timbales me asaltaban las tripas y brotaban otra vez como un trueno de caramelo. Oh, era una maravilla de maravillas. Y entonces, como un ave de hilos entretejidos del más raro metal celeste, o un vino de plata que flotaba en una nave del espacio, perdida toda gravedad, llegó el solo de violín imponiéndose a las otras cuerdas, y alzó como una jaula de seda alrededor de mi cama. Aquí entraron la flauta y el oboe, como gusanos platinados, en el espeso tejido de plata y oro. Yo volaba poseído por mi propio éxtasis, oh hermanos.
Anthony Burgess (A Clockwork Orange)
Al mate le debo mi obra. Si Susuki y Okakura Kazuzo hablan del té como una de las estéticas del zen, no veo porqué sería inoportuno escribir un tratado: El mate como disciplina zen del sudamericano. Pero no como una ironía o como un chiste, sino como algo dicho absolutamente en serio. A cuántos habrá salvado el mate en las épocas del hambre infinita. Es cosa de ver cómo ayuda a resistir, a conservar el equilibrio, la esperanza y a que no se pierda el centro. Sirve al solitario, pero también al ideal que es compartir. No hay cosa más linda que tomar mate con la mujer de uno. Maldito sea el que está compartiendo y no comprende. En su defecto que sea con un amigo. El mate es más compañero que el vino, y digo mucho. El vino traiciona como algunos hombres traicionan a sus mujeres. Como algunas mujeres traicionan a los hombres que viven con ellas. Pero el mate brinda y rodea de escudos. Más de uno no se mató porque todavía no se le había terminado la yerba. La bombilla de plata equivale a la flecha puesta en el arco zen. ‘Un mate, una vida'.
Alberto Laiseca (El jardín de las máquinas parlantes)
En mi vida, he tenido sueños que han quedado conmigo para siempre y han cambiado mis ideas, han calado muy hondo en mí, y como el vino en el agua, han cambiado el color de mi mente.
Emely Jane Bronte
Los detectives eran como el vino, pensó Cayetano, como el vino, el ron, el tequila o la cerveza, hijos de la tierra y su clima, y quien lo olvidaba terminaba cosechando fracasos. ¿Podía alguien imaginarse a Philip Marlowe frente a la catedral de La Habana? Lo achicharraría el sol de las dos de la tarde, y lo despojarían hasta del sombrero y el impermeable sin que ni siquiera lo notara. ¿O a Miss Marple caminando con su paso lento y distinguido, de dama ya mayor, por el centro de Lima? Se intoxicaría con el primer cebiche que probara, los siniestros taxistas limeños la desviarían del aeropuerto a una casucha, donde la estarían esperando un par de facinerosos. No encontrarían ni su placa de bien montados dientes falsos. ¿Y qué decir del amanerado Hercules Poirot cruzando el mercado Cardonal de Valparaíso con el traserito erguido y las manos enguantadas de blanco? Le hurtarían el bastón de caña, el reloj de bolsillo con cadena de oro y hasta el sombrero de hongo. La gente se burlaría de ellos en sus propias narices, los perros vagos los corretearían a dentelladas y los niños de la calle los apedrearían con crueldad.
Roberto Ampuero (The Neruda Case)
Tengo el corazón roto. Y tener el corazón roto es como andar borracho de dos copas de vino, o sea, desinhibido, medio impertinente, pero no súper atento al hecho de que uno está borracho. Con la sensación de que no hay nada que perder porque si uno sobrevive a esto podrá sobrevivir a lo que sea.
Catalina Aguilar Mastretta
Hay que estar siempre ebrio. Nada más: ése es todo el asunto. Para no sentir el horrible peso del Tiempo que os fatiga la espalda y os inclina hacia la tierra, tenéis que embriagaros sin tregua. Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como queráis. Pero embriagaos.
Charles Baudelaire (Paris Spleen)
- Antes he preguntado por el baño y he acabado en la piscina climatizada del piso de abajo. ¿Te apetece tomar algo? ¿Refresco, cerveza, champán, una copa de Henry Jayer Cros Parantoux de la cosecha del 85? - añadió, acercándome el vaso de plástico lleno de vino que sujetaba. - Pero si tú no bebes alcohol - comenté, extrañada. - Lo sé. Pero este es uno de los vinos más caros del mundo y lo están utilizando para hacer sangría. ¡Es un crimen! Así que he hecho lo único que estaba en mis manos: salvar una copa y huir de allí como un refugiado de guerra. Creo que voy a regar el jardín con él mientras grito: "¡Sé libre, sé libre!".- Se recolocó las gafas y añadió -: A lo mejor crece una parra.
Javier Ruescas (El (sin)sentido del amor)
Te prometo mi amor y todo lo que poseo. Te prometo el primer bocado de mi carne y el primer sorbo de mi vino. A partir de este día solo tu nombre gritaré en la oscuridad de la noche, y por tus ojos sonreiré cada mañana; Yo seré un escudo para ti como tú eres el mío. No habrá entre nosotros ninguna palabra severa, ni ningún extraño oirá mi queja. Eres sangre de mi sangre y hueso de mi hueso. Te doy mi cuerpo para que podamos ser uno. Te doy mi espíritu para que podamos ser uno. Por encima de todo, te valoraré y te honraré, en esta vida y en la siguiente.
Ross Callum
—Ni me dejaron preparar el entierro. Cogieron a mi hijo y montaron con él un numerito patriótico. Les vino de perlas que se moriría. Para usarlo con intenciones políticas, ¿sabes? Como los usan a todos. Unos borregos, eso es lo que son. Unos ingenuos. Y Joxe Mari lo mismo. Les calientan la cabeza, les dan un arma y, hala, a matar. En casa nunca hemos hablado de política. A mí la política no me interesa. ¿Te interesa a ti? —Ni pizca. —Les meten malas ideas y, como son jóvenes, caen en la trampa. Luego se creen unos héroes porque llevan pistola. Y no se dan cuenta de que, a cambio de nada, porque al final no hay más premio que la cárcel o la tumba, han dejado el trabajo, la familia, los amigos. Lo han dejado todo para hacer lo que les mandan cuatro aprovechados. Y para romperles la vida a otras personas, dejando viudas y huérfanos por todas las esquinas.
Fernando Aramburu (Patria)
Ella siguió hablando, pero yo no la escuchaba ya. Sentí cómo después de decir, "nosotros también" quería estar en ese mismo instance con mi madre, teletransportarme, desaparecer - cualquier cosa -, pero estar junto a ella. Rebobinar ese verano como una cinta y volver al día en que vino - gorda y bajita - a recogerme en la escuela por su cumpleaños. Desodiarla y decirle que tenía unos ojos preciosos antes de que ella me lo preguntara.
Tatiana Țîbuleac (El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes)
Dos gruesos gerontes de las heladas tierras del norte sostienen sus cartas de vinos desde una de las atiborradas terrazas del Sinatra. Están inquietos porque piensan que, como comensales europeos, tienen derecho a decir lo que les dé la gana o bien a guardar silencio. Porque saben que todo lo que coman puede ser cargado en su cuenta y que tienen derecho a una sangría y a un plato de calamares, y que, de no poder pagarla, el hormiguero común pangeico de los soldados de Cristo puede proporcionarles una paella de oficio
Martín Zeke Ochoa (Pídele papeles a Santa Simpa)
Yo bebí un vino fuerte, como sólo el audaz bebe el placer.
Constantinos P. Cavafy
La búsqueda de una vida más fácil trajo muchas privaciones, y no por última vez. En la actualidad nos ocurre a nosotros. ¿Cuántos jóvenes graduados universitarios han accedido a puestos de trabajo exigentes en empresas potentes, y se han comprometido solemnemente a trabajar duro para ganar dinero que les permita retirarse y dedicarse a sus intereses reales cuando lleguen a los treinta y cinco años? Pero cuando llegan a esa edad, tienen hipotecas elevadas, hijos que van a la escuela, casa en las urbanizaciones, dos coches como mínimo por familia y la sensación de que la vida no vale la pena vivirla sin vino realmente bueno y unas vacaciones caras en el extranjero. ¿Qué se supone que tienen que hacer, volver a excavar raíces? No, redoblan sus esfuerzos y siguen trabajando como esclavos.
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
¿Morirse será así, notar que algo se acerca y que no se puede evitar? Este pensamiento surge de la nada y le cae en la cabeza como una gota de vino en el agua, la mancha, oscura y expansiva, le colorea las ideas.
Maggie O'Farrell (Hamnet)
Se conocieron en un chat. Conversaciones, risas, complicidad, la protección que te brinda la pantalla y que da pie a decir ciertas cosas que no nos atreveríamos a soltar cara a cara, el resto del día pensando en encontrarse otra vez por el chat, la complicidad reciente, algunas fotos y finalmente una cita. Ya en la cita, los nervios de antes, el saludo extraño, la sonrisa algo forzada, el tic de él que ella observa con disgusto, los incómodos silencios que él salva con su ingenio, el físico de ella que no es como las fotos anunciaban, la conversación tirante que se va aflojando poco a poco, algunos temas comunes que los van haciendo sentir cómodos, el que supera todo el resto, ella cada vez más guapa, él cada vez más tierno, la tarde que termina en noche, el vino que también ayuda, la noche cada vez más larga y el deseo que toma el volante y un beso y muchos más y ¿en tu casa o en la mía? y la noche que sigue girando hacia ellos y el sudor y la cama desarmada y la misma pregunta en la cabeza de ambos, ¿me estoy enamorando?, y la misma respuesta en la cabeza de los dos dando título a este poema.
Marwán Abu-Tahoun Recio (Todos mis futuros son contigo)
Si tuviera que resumir mi perfil diría que no sé no escribir. Que soy escritor y que todo cuanto hago tiene que ver con lo que escribo. He sacado un vino… inspirado en una novela mía. He hecho una marca de ropa… inspirada en otra. He dirigido el corto “Cuarenta Días de Mayo”, elongación de otra novela, y he editado bolsos como envoltorio para mis versos. Hago booktrailers, no solo como promo de mis libros sino como piezas audiovisuales que yo guionizo. Y es que escribir es eso, dar forma a las emociones, más allá de contar historias".
Mikel Alvira
Me vino muy bien verlos permanecer allí sentados y no acudir en mi ayuda, porque cuando terminé de gritar por segunda vez y el desollador consiguió entrar, comprendí que estaba totalmente sola y que tendría que apañármelas como pudiera, pues no le importaba a nadie más.
Naomi Novik (Una educacion mortal (Escolomancia, #1))
Quisiera recordar - dijo Ylla rompiendo el silencio y mirando a lo lejos, más allá de la figura de su marido, frío, erguido, de mirada amarilla. - ¿Qué quisieras recordar? - preguntó el señor K bebiendo un poco de vino. - Aquella canción - respondió Ylla -, aquella dulce y hermosa canción. Cerró los ojos y tarareó algo, pero no la canción. - La he olvidado y no se por qué. No quisiera olvidarla. Quisiera recordarla siempre. Movió las manos, como si el ritmo pudiera ayudarle a recordar la canción. Luego se recostó en su silla. - No puedo acordarme - dijo, y se echó a llorar. - ¿Por qué lloras? - le preguntó su marido. - No sé, no sé, no puedo contenerme. Estoy triste y no sé por qué. Lloro y no sé por qué. Lloraba con el rostro entre las manos; los hombros sacudidos por los sollozos. - Mañana te sentirás mejor - le dijo su marido. Ylla no lo miró. Miró únicamente el desierto vacío y las brillantísimas estrellas que aparecían ahora en el cielo negro, y a lo lejos se oyó el ruido creciente del viento y de las aguas frías que se agitaban en los largos canales. Cerró los ojos, estremeciéndose. - Sí - dijo -, mañana me sentiré mejor...
Ray Bradbury (The Martian Chronicles)
Extraño como un pato en el Manzanares, torpe como un suicida sin vocación, absurdo como un belga por soleares, vacío como una isla sin Robinson, oscuro como un túnel sin tren expreso, negro como los ángeles de Machín, febril como la carta de amor de un preso…, Así estoy yo, así estoy yo, sin ti. Perdido como un quinto en día de permiso, como un santo sin paraíso, como el ojo del maniquí, huraño como un dandy con lamparones, como un barco sin polizones…, así estoy yo, así estoy yo, sin ti. Más triste que un torero al otro lado del telón de acero. Así estoy yo, así estoy yo, sin ti. Vencido como un viejo que pierde al tute, lascivo como el beso del coronel, furtivo como el Lute cuando era el Lute, inquieto como un párroco en un burdel, errante como un taxi por el desierto, quemado como el cielo de Chernovil, solo como un poeta en el aeropuerto…, así estoy yo, así estoy yo, sin ti. Inútil como un sello por triplicado, como el semen de los ahorcados, como el libro del porvenir, violento como un niño sin cumpleaños, como el perfume del desengaño…, así estoy yo, así estoy yo, sin ti. Más triste que un torero al otro lado del telón de acero. Así estoy yo, así estoy yo, sin ti. Amargo como el vino del exiliado, como el domingo del jubilado, como una boda por lo civil, macabro como el vientre de los misiles, como un pájaro en un desfile…, así estoy yo, así estoy yo, sin ti. Más triste que un torero al otro lado del telón de acero. Así estoy yo, así estoy yo, sin ti.
Joaquín Sabina
Era una costumbre que te pertenecía, un detalle curioso, una anécdota que te caracterizaba. Sí. Junto a tu nombre se alzaba a modo de una pequeña leyenda tu afición por el té. Ni el vino, ni la cerveza, ni siquiera el pisco. Pero el té no consiguió disminuirte o ridiculizarte, sencillamente se inscribió como un hábito si no respetable, posible, una costumbre que todos aceptaban y que no obstaculizaba.
Diamela Eltit (Jamás el fuego nunca)
La fiel mujer nos traía vino y comida a la cama; también preparó una tinaja con agua caliente para que nos laváramos, costumbre peruana que ella me había enseñado. Como todo español de origen, Pedro creía que el baño es peligroso, produce debilitamiento de los pulmones y adelgaza la sangre, pero le aseguré que la gente del Perú se bañaba a diario y nadie tenía los pulmones blandos ni la sangre aguada.
Isabel Allende (Inés del alma mía (Spanish Edition))
Levanté los ojos al cielo, que se ponía de un color más suave y más azul con las primeras estrellas y me vino una impresión de belleza casi mística. Como un deseo de morirme allí, a un lado, mirando hacia arriba, debajo de la gran dulzura de la noche que empezaba a llegar. Y me dolió el pecho de hambre y de deseos inconfesables al respirar. Era como si estuviese oliendo un aroma de muerte y me pareciera bueno por primera vez,
Carmen Laforet (Nada)
Aquellos autorreconocidos revolucionarios se limpiaban el culo con el papel noruego más caro del mercado, se hacían traer el vino de una bodega específica y muy exclusiva de La Rioja, el aceite de oliva de Jaén y solo comían en casa el jamón de bellota Isidro González Revilla, uno de los más caros de la península, sin mencionar detalles tan simples como que La Rioja, Jaén y Salamanca, por no incluir Oslo, no eran territorios catalanes.
Leonardo Padura (Como polvo en el viento (Andanzas) (Spanish Edition))
Mátenme al alba. Con cuchillos [ilegible] y con cuchillas oxidadas. Estaré en cuclillas esperando. Salva tu amor. No lo salves. Desafección y mierda violenta que aprendió a expresarse en nuestros días mediante fórmulas atroces como «hacer el amor» y «asumir la responsabilidad» y «negar el pasado» y «el hombre es lo que se hace». No hay más que la memoria, maravilla sin igual, horror sin semejanza. Hace mucho que me entregué a las sombras. Y no me contenta mi destino sombrío, mi destino asombrado. Me han asolado, me han agostado. Libérame de ti pues te amo y no estás. No me hables. No te apostes en mis rincones preferidos. Estás aquí. Me deliras. Me cortas las cintas de colores que me aliaban a las niñas que fui. Me abandonas loca furiosa, comiendo sombras furiosamente, girando convulsa con las manos espantadas, revolcándome en tu huida hasta los atroces orgasmos y gritos de bestia asesinada. Pero te amo. A ti te asumo, ante ti sin pasado ni relojes ni sonidos. Sucia y susurrante, leve, ingrávida, llena de sangre y de sustancias sexuales, húmeda, mojada, reventando de calor, de sangre que pide. Me dañas la columna vertebral, tantos días despeñada sobre tu cuerpo imaginado. Me dañas la cabeza que di contra las paredes porque no sabía qué hacer salvo esto: que debía golpearme y castigarme ya que tú no venías. Con tu sonrisa de paraíso exactamente situado en el tiempo y en el espacio. Con tus ojos que sonríen antes que tus labios. En tus ojos encuentro mi persona súbitamente reconstruida. En tus ojos se acumulan mis fragmentos que se unen apenas me miras. En tus ojos vivo una vida de aire puro, de respiración fiel. En tus ojos no necesito del conocimiento, no necesito del lenguaje. En tus ojos me siento y sonrío y hay una niña azul en el jardín de un castillo. Ahora que no estás me atrae la caída, la mierda, lo abyecto, lo denigrante. Salgo a la calle y siento la suciedad, la ruina. Entro en los bares más siniestros y tomo un vino como sangre coagulada, como menstruación, y me rodean brujas negras, perros sarnosos, viejos mutilados y jóvenes putos de ambos sexos. Yo bebo y me miro en el espejo lleno de mierda de moscas. Después no me veo más. Después hablo en no sé cuál idioma. Hablo con estos desechos que no me echan, ellos me aceptan, me incorporan, me reconocen. Recito poemas. Discuto cuestiones inverosímiles. Acaricio a los perros y me chupo las manos. Sonrío a los mutilados. Me dejo tocar, palpar, manos en mi cuerpo adolescente que tanto te gustaba por ser ceñido y firme y suave. («La lisura de tu vientre, tus caderas de efebo solar, tu cintura hecha a la medida de mis manos cerrándose, tus pechos de niña salvaje que los deja desnudos aun cuando llueve, tu sexo y tus gritos rítmicos, que deshacían la ciudad y me llevaban a una selva musical en donde todo confabulaba para que los cuerpos se reconozcan y se amen con sonidos de leves tambores incesantes. Esas noches en que hacíamos el amor debajo de las grandes palabras que perdían su sentido, porque no había más que nuestros cuerpos rítmicos y esenciales… Y ahora llueve y tengo náuseas y vomito casi todo el día y siempre que hay un olor espantoso en la calle, un olor a paquete olvidado, a muerto olvidado. Y tengo miedo. Eso quería decir: que no estás y tengo miedo.»)
Alejandra Pizarnik (Diarios: edición definitiva)
No morirá la flor de la palabra. Podrá morir el rostro oculto de quien la nombra hoy, pero la palabra que vino desde el fondo de la historia y de la tierra ya no podrá ser arrancada por la soberbia del poder. Nosotros nacimos de la noche. En ella vivimos. Moriremos en ella. Pero la luz será mañana para los más, para todos aquellos que hoy lloran la noche, para quienes se niega el día, para quienes es regalo la muerte, para quienes está prohibida la vida. Para todos la luz. Para todos todo. Para nosotros el dolor y la angustia, para nosotros la alegre rebeldía, para nosotros el futuro negado, para nosotros la dignidad insurrecta. Para nosotros nada. Nuestra lucha es por hacernos escuchar, y el mal gobierno grita soberbia y tapa con cañones sus oídos. Nuestra lucha es por el hambre, y el mal gobierno regala plomo y papel a los estómagos de nuestros hijos. Nuestra lucha es por un techo digno, y el mal gobierno destruye nuestra casa y nuestra historia. Nuestra lucha es por el saber, y el mal gobierno reparte ignorancia y desprecio. Nuestra lucha es por la tierra, y el mal gobierno ofrece cementerios. Nuestra lucha es por un trabajo justo y digno, y el mal gobierno compra y vende cuerpos y vergenzas. Nuestra lucha es por la vida, y el mal gobierno oferta muerte como futuro. Nuestra lucha es por el respeto a nuestro derecho a gobernar y gobernarnos, y el mal gobierno impone a los más la ley de los menos. Nuestra lucha es por la libertad para el pensamiento y el caminar, y el mal gobierno pone cárceles y tumbas. Nuestra lucha es por la justicia, y el mal gobierno se llena de criminales y asesinos. Nuestra lucha es por la historia, y el mal gobierno propone olvido. Nuestra lucha es por la Patria, y el mal gobierno sueña con la bandera y la lengua extranjeras. Nuestra lucha es por la paz, y el mal gobierno anuncia guerra y destrucción... (Cuarta Declaración de la Selva Lacandona)
Subcomandante Marcos
Cuando mañana comience sin mí Y no esté ahí para ver, Si el sol fuera a salir y encontrara tus ojos Llenos de lágrimas por mí; Deseo tanto que no llores De la manera que lo hiciste hoy, Mientras pensabas en las muchas cosas, Que no llegamos a decir. Sé lo mucho que me amas, Tanto como te amo a ti, Y cada vez que pienses en mí, Sé que también me extrañarás; Pero cuando mañana comience sin mí, Por favor trata de comprender, Que un ángel vino y dijo mi nombre, Y me tomó de la mano, Y me dijo que mi lugar estaba listo, En el cielo allá arriba Y que tendría que dejar atrás A todos los que tanto amaba. Pero mientras daba la vuelta para marcharme, Derramé una lágrima Porque toda la vida, siempre creí, Que no quería morir. Tenía tanto por lo que vivir, Tanto aún por hacer, Parecía casi imposible, Que te estuviera dejando a ti. Pensé en todos los ayeres, Los buenos y los malos, El pensamiento de todo el amor que compartimos, Y todo lo que nos divertimos. Si pudiera revivir el ayer Aunque fuera por un rato, Te diría adiós y te besaría Y quizá te vería sonreír. Pero entonces comprendí en su totalidad Que esto nunca podría ser, Porque el vacío y los recuerdos, Tomarían mi lugar. Y cuando pensé en cosas terrenales Que mañana podría extrañar, Pensé en ti, y cuando lo hice Mi corazón se llenó de pena. Pero al cruzar las puertas del cielo Me sentí tan en casa Cuando Dios me miró y me sonrió, Desde Su gran trono dorado, Dijo: “Esta es la eternidad
Eben Alexander (La prueba del cielo)
La vez primera nos le volvieron atravesado sobre un jumento, molido a palos. La segunda vino en un carro de bueyes, metido y encerrado en una jaula, adonde él se daba a entender que estaba encantado; y venía tal el triste, que no le conociera la madre que le parió: flaco, amarillo, los ojos hundidos en los últimos camaranchones del celebro, que, para haberle de volver algún tanto en sí, gasté más de seiscientos huevos, como lo sabe Dios y todo el mundo, y mis gallinas, que no me dejaran mentir.
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote de la Mancha (Spanish Edition))
que le dejen pasar libremente, pues siempre es alabado más el hacer bien que mal. Y esto lo diera firmado de mi nombre si supiera firmar, y yo en este caso no he hablado de mío, sino que se me vino a la memoria un precepto, entre otros muchos que me dio mi amo don Quijote la noche antes que viniese a ser gobernador de esta ínsula, que fue que cuando la justicia estuviese en duda me decantase y acogiese a la misericordia, y ha querido Dios que ahora se me acordase, por venir en este caso como de molde.
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote de la Mancha: Edición de Francisco Rico)
Oh Dios, el tiempo corre, volando como un pájaro asustado. El pájaro del tiempo está volando y tiene poco camino para revolotear. El vino de la vida se está yendo gota a gota, y las hojas de la vida están cayendo una a una. Pronto, ante el Inefable todo hombre debe aparecer para rendir cuentas por los hechos realizados en el cuerpo. Oh, Padre, mantén en nosotros un sentido de santidad para que no podamos pecar y justificarlo, sino que el arrepentimiento sea profundo en nuestras vidas. Te lo pedimos en el nombre de Cristo. Amén.
A.W. Tozer (Los atributos de Dios - vol. 1 (Incluye guía de estudio): Un viaje al corazón del Padre (Spanish Edition))
En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dió loco en el mundo, y fué que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra, como para el servicio de su república, hacerse caballero andante, y irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras, y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros, donde, acabándolos, cobrase eterno nombre y fama.
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote de la Mancha (Spanish Edition))
Noche de verano, mar apacible, silencio infinito sobre el bosque y el mar; seres y cosas parecen dormir o meditar más bien, ninguna voz, ningún grito, ningún paso turba la quietud; sólo mi corazón golpea con jubiloso ritmo, cual si hubiese bebido un vino generoso. Algunos insectos penetran por la ventana, atraídos por la luz y el aroma del asado, y su bordoneo torpe va tan pronto a las vigas del techo como a mi calabaza de pólvora, llenándome los oídos y comunicándome su temblor. Son menudos, ágiles, bulliciosos; parecen pensamientos escapados de una cabeza loca.
Knut Hamsun
Soy de la generación de la bicicleta sin casco. De la pichanga en la calle. De los soldaditos y las cañerías de plomo. De irse al colegio colgando en la micro. De los remedios sin receta. De las cajas de juguetes escritos en chino. De los asados con prietas, chunchules, longanizas y mollejas. De los que se toman un pisco sour antes del almuerzo, un par de copas de vino como acompañamiento de las comidas y uno o dos bajativos. De los que viajaba en aviones con espacio para fumadores. De los que creció con el Superocho, la Fruna, los sandwichs de Turín y el algodón de azúcar a la salida del colegio... Y aquí estoy, vivito y coleando como la mayoría de mis amigos.
Jaime Atria Rosselot (Jubilé (Spanish Edition))
Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo. 10 Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas. 11 Y como yo no veía a causa de la gloria de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a Damasco. 12 Entonces uno llamado Ananías, varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban, 13 vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo miré. 14 Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
Me senté en el sofá a la manera árabe, y luego ella vino a sentarse de la misma manera delante de mí. Le solté el pelo, como había hecho tantas otras veces, y ella me dio un peine y yo empecé a peinarle los cabellos color caoba despacio de la frente a los hombros; luego le hice una trenza y até los extremos con un cordel que me dio, y le desabroché la ropa y le quité la chaqueta, y luego la blusa y todo lo demás, y se sentó ante mí, desnuda y muy hermosa con la cabeza ladeada. Le dije "te amo" muchas veces, y la besé, y le susurré amor y ternura y recuerdos al oído. Al final se volvió y me acercó su boca y fuimos un solo ser. Dos cuerpos y dos cerebros y dos vidas sujetas la una a la otra, y nada más tenía importancia. Ser amadas y poseer a la persona a quien se ama es la razón por la que nacimos.
Waguih Ghali (Beer in the Snooker Club (Twentieth Century Lives))
En la actualidad nos ocurre a nosotros. ¿Cuántos jóvenes graduados universitarios han accedido a puestos de trabajo exigentes en empresas potentes, y se han comprometido solemnemente a trabajar duro para ganar dinero que les permita retirarse y dedicarse a sus intereses reales cuando lleguen a los treinta y cinco años? Pero cuando llegan a esa edad, tienen hipotecas elevadas, hijos que van a la escuela, casa en las urbanizaciones, dos coches como mínimo por familia y la sensación de que la vida no vale la pena vivirla sin vino realmente bueno y unas vacaciones caras en el extranjero. ¿Qué se supone que tienen que hacer, volver a excavar raíces? No, redoblan sus esfuerzos y siguen trabajando como esclavos. Una de las pocas leyes rigurosas de la historia es que los lujos tienden a convertirse en necesidades y a generar nuevas obligaciones.
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
Entonces, ¿qué es lo que puede escoltamos? Sólo una cosa, la filosofía. Esto es vigilar que el espíritu divino interior esté sin vejación, sin daño, más fuerte que los placeres y los sufrimientos, que no haga nada al azar ni con mentira o fingimiento, que no tenga necesidad de que otro haga o deje de hacer algo. Y además que acepte lo que ocurre y lo que se le ha asignado como algo que viene de allí de donde él vino. Por encima de todo, aguardar la muerte con el pensamiento favorable de que no es otra cosa sino disgregación de los elementos de los que está compuesto cada ser vivo. Si precisamente para los elementos en sí no hay nada terrible en que cada uno se transforme sin interrupción en otro, ¿por qué uno ve con malos ojos la transformación y disgregación de todos? En efecto, se produce según la naturaleza y nada es malo si es según la naturaleza.
Marcus Aurelius (Meditaciones)
La última vez que vi al Hombre de las Cetonias fue un atardecer, estando yo sentado en un altillo que dominaba el camino. Venía evidentemente de alguna fiesta y había tragado cantidad de vino, pues hacía eses de lado a lado del camino, tocando con la flauta una tonada melancólica. Grité un saludo, y sin volverse me hizo una seña estrafalaria. Al doblar el recodo se silueteó un instante sobre el pálido color lavanda de la tarde. Vi su sombrero andrajoso con las plumas al viento, los abultados bolsillos de su abrigo, las jaulas de mimbre llenas de soñolientas palomas a su espalda, y sobre la cabeza, dando vueltas y más vueltas a lo tonto, los puntitos minúsculos de las cetonias. Torció entonces la esquina y no quedó sino el cielo pálido con una luna nueva suspendida como una pluma de plata y el blando gorjeo de su flauta perdiéndose en el crepúsculo lejano.
Gerald Durrell (My Family and Other Animals (Corfu Trilogy, #1))
La búsqueda de una vida más fácil trajo muchas privaciones, y no por última vez. En la actualidad nos ocurre a nosotros. ¿Cuántos jóvenes graduados universitarios han accedido a puestos de trabajo exigentes en empresas potentes, y se han comprometido solemnemente a trabajar duro para ganar dinero que les permita retirarse y dedicarse a sus intereses reales cuando lleguen a los treinta y cinco años? Pero cuando llegan a esa edad, tienen hipotecas elevadas, hijos que van a la escuela, casa en las urbanizaciones, dos coches como mínimo por familia y la sensación de que la vida no vale la pena vivirla sin vino realmente bueno y unas vacaciones caras en el extranjero. ¿Qué se supone que tienen que hacer, volver a excavar raíces? No, redoblan sus esfuerzos y siguen trabajando como esclavos. Una de las pocas leyes rigurosas de la historia es que los lujos tienden a convertirse en necesidades y a generar nuevas obligaciones. Una
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
¿Pero cómo va ese hombre a unirse a Dios? ¿Cómo es posible para nosotros ser absorbidos en la vida tri-Personal? En nuestro estado natural no somos hijos de Dios: sólo somos (por así decirlo) estatuas. No poseemos Zoe o vida espiritual: sólo poseemos Bios o vida biológica que a su tiempo se agotará y morirá. Pues bien, todo lo que ofrece el cristianismo es esto: que podemos, si dejamos que Dios se salga con la Suya, llegar a compartir la vida de Cristo. Si lo hacemos, estaremos compartiendo una vida que fue engendrada, no creada, que siempre ha existido y que siempre existirá. Cristo es el Hijo de Dios. Si compartimos esta clase de vida nosotros también seremos hijos de Dios. Amaremos al Padre como Él le ama y el Espíritu Santo se despertará en nosotros. El vino a este mundo y se hizo hombre para difundir a otros hombres la clase de vida que Él tiene, a través de lo que yo llamo una «buena infección». Cada cristiano debe convertirse en un pequeño Cristo.
C.S. Lewis (Mere Christianity)
Antonieta y Luis XVI representan, en todas sus facultades y cualidades, una antítesis de manual. Él pesado, ella ligera, él torpe, ella flexible, él congestivo, ella burbujeante, él obtuso, ella llameante. Y yendo más a lo intelectual: él indeciso, ella decidida con demasiada rapidez, él de lenta reflexión, ella espontánea en el sí y el no, él mojigato y estrictamente creyente, ella dichosamente enamorada del mundo, él humilde y modesto, ella coqueta y segura de sí, él puntilloso, ella distraída, él ahorrador, ella derrochadora, él excesivamente serio, ella desmedidamente juguetona, él fondo de pesada marea, ella espuma y baile de las olas. Como mejor se siente él es solo, ella en ruidosa compañía; él gusta de comer mucho y beber vino espeso, con placer obtuso y animal, ella nunca toca el vino, come poco y con presteza. El elemento de él es el sueño, el de ella la danza, su mundo el día, el de ella la noche. Así van las agujas de los relojes de su vida, constantemente enfrentadas como el sol y la luna.
Stefan Zweig (María Antonieta)
La respuesta le vino tras cinco largos días de deambular por las calles del Lower East Side, justo cuando estaba a punto de abandonar toda esperanza. Estaba sentado sobre una caja volcada, comiendo a deshora el almuerzo que le había preparado Regina, cuando se le ocurrió: ropa. Por todas partes a su alrededor se estaban abriendo tiendas: trajes, vestidos, monos de trabajo, camisas, faldas, blusas, pantalones, todas ellas prendas hechas y listas para vestir. Viniendo de un mundo donde la ropa se cosía a mano en casa o bien se encargaba a un sastre, esto era una revelación. Lo que más me maravilló no fue la mera cantidad de prendas, aunque esto fuera un milagro en sí mismo —escribiría Borgenicht años más tarde, ya consagrado como próspero fabricante de ropa para mujeres y niños—, sino el hecho que en América hasta los pobres podían ahorrarse la tediosa y laboriosa tarea de hacerse la ropa simplemente entrando en una tienda y saliendo con aquello que necesitaran. Ahí había un sector que prometía, casi emocionaba. Borgenicht
Malcolm Gladwell (Fuera de serie. Por qué unas personas tienen éxito y otras no)
Si alguien les pregunta por él, díganle que quizá no vuelva nunca o que si regresa acaso ya nadie reconozca su rostro; díganle también que no dejó razones para nadie, que tenía un mensaje secreto, algo importante que decirles pero que lo ha olvidado. Díganle que ahora está cayendo, de otro modo y en otra parte del mundo, díganle que todavía no es feliz, si esto hace feliz a alguno de ellos; díganle también que se fue con el corazón vacío y seco y díganle que eso no importa ni siquiera para la lástima o el perdón y que ni él mismo sufre por eso, que ya no cree en nada ni en nadie y mucho menos en él mismo, que tantas cosas que vio apagaron su mirada y ahora, ciego, necesita del tacto, díganle que alguna vez tuvo un leve rescoldo de fe en Dios, en un día de sol, díganle que hubo palabras que le hicieron creer en el amor y luego supo que el amor dura lo que dura una palabra. Díganle que como un globo de aire perforado a tiros, su alma fue cayendo hasta el infierno que lo vive y que ni siquiera está desesperado y díganle que a veces piensa que esa calma inexorable es su castigo; díganle que ignora cuál es su pecado y que la culpa que lo arrastra por el mundo la considera apenas otro dato del problema y díganle que en ciertas noches de insomnio y aun en otras en que cree haberlo soñado, teme que acaso la culpa sea la única parte de sí mismo que le queda y díganle que en ciertas mañanas llenas de luz y en medio de tardes de piadosa lujuria y también borracho de vino en noches de lluvia siente cierta alegría pueril por su inocencia y díganle que en esas ocasiones dichosas habla a solas. Díganle que si alguna vez regresa, volverá con dos cerezas en sus ojos y una planta de moras sembrada en su estómago y una serpiente enroscada en su cuello y tampoco esperará nada de nadie y se ganará la vida honradamente, de adivino, leyendo las cartas y celebrando extrañas ceremonias en las que no creerá y díganle que se llevó consigo algunas supersticiones, tres fetiches, ciertas complicidades mal entendidas y el recuerdo de dos o tres rostros que siempre vuelven a él en la oscuridad y nada.
Darío Jaramillo Agudelo
A finales de 1968 un golpe militar derrocó al presidente Belaúnde Terry. El general Velasco Alvarado encabezó el nuevo gobierno, que se declaró abiertamente marxista. Parecía que el comunismo se empeñaba en seguirme allí donde yo fuese. Yo conocía de memoria la receta del nuevo gobierno, siempre era la misma. Cuando Velasco anunció un proceso de cambios revolucionarios se me erizó la piel. En pocos meses el Perú dejó de ser un país apacible, el miedo y las persecuciones políticas se pusieron a la orden del día. Las multinacionales y las inversiones desaparecieron por temor a la confiscación. MFK empezó a perder gran parte de los contratos de mantenimiento porque las compañías cerraban o reducían gastos. La maquinaria no se vendía y las restricciones en la posesión de dólares hacían imposibles las importaciones. Los recambios no llegaban, las reparaciones no se podían realizar, los puestos de trabajo desaparecían, la productividad se vino abajo y la pobreza se extendió por el país como una mancha de aceite. Se puso en marcha una reforma agraria que a los dos años dejó los mercados vacíos y el país al borde del hambre. La misma receta de siempre y los mismos resultados.
Blanca Miosi (La búsqueda: El niño que se enfrentó a los nazis)
Hacía ya mucho que no pasaba por aquí don Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos y he pensado que merecía una nueva entrada, así que he hecho por buscarla y, tratándose de Quevedo, la verdad es que no hay que escarbar mucho para toparse con ella. Por supuesto, bien podría ser una leyenda, pero sin duda es una gran historia hecha al pelo de Quevedo. Al parece iba el escritor caminando en compañía de otro cuando vieron que se acercaba de frente a ellos un hombre montando en un asno que se mostraba algo perjudicado por el alcohol. Venía de una romería y el hombre había bebido, lo que le llevaba a bailar de un lado al otro del animal rozando a cada momento la caída. ¿Qué os parece este mamarracho? preguntó Quevedo a su acompañante. Que viene como conviene a los que vienen de la romería; le contestaron y entonces el escritor lució su categoría sacándose una coplilla del ingenio al momento: Ese pollino que viene montado en otro pollino no viene como conviene que viene como con vino. Quédense con la copla porque lamentablemente en más de una ocasión podrán recordar a Quevedo y decirle a alguien eso de que no viene como conviene sino que viene como con vino.
Francisco de Quevedo
Leonardo era un maestro de los gestos, pero también sabía hacerlos enigmáticos, de modo que el espectador participara en la obra. ¿Baja la mano como diciendo: «Lo sabía»? ¿Señala con el pulgar a Judas? Ahora detengámonos en Mateo. Con las palmas de las manos vueltas hacia arriba, ¿apunta a Jesús o a Judas? El espectador no tiene por qué avergonzarse por su confusión; a su manera, Mateo y Tadeo también lo están sobre lo que acaba de ocurrir, intentan aclararse y acuden a Simón el Zelote en busca de respuesta. Jesús tiende la mano derecha hacia un vaso de vidrio lleno una tercera parte de vino tinto. En un detalle deslumbrante, se le ve el meñique a través del vaso, más allá del cual hay un plato y un pedazo de pan. La mano izquierda de Jesús, con la palma hacia arriba, se alarga hacia otro pedazo de pan, al que contempla bajando la mirada. La perspectiva y la composición de la pintura, en especial vista desde la puerta que los monjes usaban para acceder al refectorio, guían la mirada del espectador en la misma dirección que los ojos de Jesús, descendiendo por su brazo izquierdo hasta el pedazo de pan. Ese gesto y esa mirada crean el segundo momento destacado en el relato pictórico: el de la institución de la eucaristía. En el Evangelio según san Mateo, esta ocurre en el momento posterior al anuncio de la traición: «Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: “Tomad, comed, este es mi cuerpo”. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: “Bebed de ella todos, porque esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados”». Este pasaje del relato parte de Jesús para abarcar tanto la reacción a su revelación de que Judas lo traicionaría como la institución del santísimo sacramento.[11]
Walter Isaacson (Leonardo da Vinci: La biografía (Spanish Edition))
Estas cosas son fáciles de decir, pues las palabras no sienten vergüenza y nunca se sorprenden (14) Imágenes del pasado remoto se agolpan en mi cabeza, y la mitad de las veces soy incapaz de distinguir si son recuerdos o invenciones. Tampoco es que haya mucha diferencia, si es que hay alguna (14) Hay quien afirma, que sin darnos cuenta, nos lo vamos inventando todo, adornándolo y embelleciéndolo, y me inclino a creerlo, pues Madame Memoria es una gran y sutil fingidora (14) Me la debo de estar inventando (14) En mi opinión, los nombres de las mujeres casadas nunca suenan bien. ¿Es porque todas se casan con los nombres equivocados, o, en cualquier caso, con los apellidos equivocados? (17) …y en mi oído resonaban los tins y los plofs de sus tripas en su incesante labor de transubstanciación (18) Ahora me pregunto si ella también estaba enamorada de mí, y esas muestras de gracioso desdén eran una manera de ocultarlo ¿O todo esto no es más que vanidad por mi parte? (25) …y al presenciar todas aquellas cosas sentí el dolor dulce y agudo de la nostalgia, sin objeto pero definida, como el dolor fantasma de un miembro amputado (27) …permanecimos echados boca arriba durante mucho tiempo, como si practicáramos para ser los cadáveres que seríamos algún día (34) …y yo me quedé en medio de la sala, sin ser gran cosa, a duras penas yo mismo. Había momentos como ése, en los que uno estaba en punto muerto, por así decir, sin preocuparse de nada, a menudo sin fijarse en nada, a menudo sin ser realmente en ningún sentido vital (42) El Tiempo y la Memoria son una quisquillosa empresa de decoradores de interiores, siempre cambiando los muebles y rediseñando y reasignando habitaciones (43) En lugar de los tonos de color rosa y melocotón que había esperado –Rubens es en gran parte responsable de ello-, su cuerpo, de manera desconcertante, mostraba una variedad de tonos apagados que iban del blanco magnesio al plata y al estaño, un matiz mate de amarillo, ocre pálido, e incluso una especie de verde en algunos lugares y, en los recovecos, una sombra de malva musgoso (45) ¿Era eso estar enamorado, me pregunté, ese repentino y plañidero viento que te atravesaba el corazón? (62) …no estaba acostumbrado todavía al abismo que se abre entre la comisión de un hecho y el recuerdo de lo cometido (65) …la noche del último día ella ya me había dejado para siempre (75) No todo significa algo (100) Cómo anhelábamos en aquellos años, pasar aunque sólo fuera un día normal, un día en el que pudiéramos levantarnos por la mañana y desayunar sin preocuparnos por nada, leernos fragmentos del periódico el uno al otro y planear hacer cosas, y luego dar un paseo, y contemplar las vistas con una mirada inocente, y luego compartir un vaso de vino y por la noche irnos juntos a la cama (102) Debe de ser difícil acostumbrarse a que no haya nada que hacer (107) A lo largo de los años, los vagabundos, los auténticos vagabundos, han disminuido constantemente en calidad y cantidad (107) Qué frágil resulta este absurdo oficio en el que me he pasado la vida fingiendo ser otras personas, y sobre todo fingiendo no ser yo mismo (119) …tan sólo vulgarmente humana (123) El quinto de los seis cigarrillos que según ella son su ración diaria (143) …participar en una película es algo extraño, y al mismo tiempo no lo es en absoluto; se trata de una intensificación, una diversificación de lo conocido, una concentración en el yo ramificado; y todo eso es interesante, y confuso, y emocionante y perturbador (143) El hecho es que me echó a perder a otras (157) Era, como ya he dicho, todo un género en sí misma (158) Los cisnes, con su belleza estrafalaria y sucia, siempre me dan la impresión de mantener una fachada de indiferencia tras la cual realmente viven una tortura de timidez y duda (173)
John Banville
Control de la mente. Vaya estupidez. Lo cierto era que todo el mundo tenía la mente controlada, y todo el mundo se congratulaba por ello. Los controladores de mente más poderosos del mundo eran los padres, y eran ellos los que causaban más daños. Los teóricos solían olvidar que nadie nacía convencional, neurótico o con prejuicios; estas cualidades requerían ayuda ajena. Naturalmente, los padres no tenían intención de causar daño a sus hijos; se limitaban a inculcarles actitudes que consideraban importantes y útiles para ellos. Los niños recién nacidos eran pequeños computadores en espera de ser programados. Podían aprender todo cuanto les fuera enseñado, desde mala ortografía a actitudes equivocadas. Como los computadores, no sabían discriminar; carecían de elementos para diferenciar las ideas buenas de las malas. La analogía era absolutamente exacta: mucha gente había comentado el infantilismo y la fidelidad literal de los computadores. Por ejemplo, si se ordenaba a un computador <>, el computadores respondería inmediatamente que no podía ponerse los calcetines por encima de los zapatos. Toda la programación importante había terminado a la edad de siete años. Las actitudes raciales, sexuales, éticas, religiosas, nacionales. El giróscopo estaba en marcha, y los niños ya podían empezar su progreso por los cauces señalados de antemano. Control de la mente. ¿Cómo llamar a algo tan sencillo como los convencionalismos sociales? ¿Estrecharse mutuamente las manos al saludarse? ¿No dar nunca la espalda en un ascensor? ¿Servir la comida por la izquierda? ¿Colocar la copa de vino a la derecha? Cientos de pequeños convencionalismos que la gente necesitaba para estereotipar las relaciones sociales; la supresión de una sola de ellas acarrearía una ansiedad insoportable. Las personas necesitaban el control de la mente. Les gustaba sujetarse a él. Sin él se sentían irremediablemente perdidas. Pero si un pequeño grupo de gente intentaba resolver el mayor problema del mundo en la actualidad –la violencia incontrolada-, de todas partes llegaban las exclamaciones: control de la mente, ¡control de la mente! ¿Qué era mejor, control o caos?
Michael Crichton (The Terminal Man)
Control de la mente. Vaya estupidez. Lo cierto era que todo el mundo tenía la mente controlada, y todo el mundo se congratulaba por ello. Los controladores de mente más poderosos del mundo eran los padres, y eran ellos los que causaban más daños. Los teóricos solían olvidar que nadie nacía convencional, neurótico o con prejuicios; estas cualidades requerían ayuda ajena. Naturalmente, los padres no tenían intención de causar daño a sus hijos; se limitaban a inculcarles actitudes que consideraban importantes y útiles para ellos. Los niños recién nacidos eran pequeños computadores en espera de ser programados. Podían aprender todo cuanto les fuera enseñado, desde mala ortografía a actitudes equivocadas. Como los computadores, no sabían discriminar; carecían de elementos para diferenciar las ideas buenas de las malas. La analogía era absolutamente exacta: mucha gente había comentado el infantilismo y la fidelidad literal de los computadores. Por ejemplo, si se ordenaba a un computador "Ponte los zapatos y los calcetines", el computadores respondería inmediatamente que no podía ponerse los calcetines por encima de los zapatos. Toda la programación importante había terminado a la edad de siete años. Las actitudes raciales, sexuales, éticas, religiosas, nacionales. El giróscopo estaba en marcha, y los niños ya podían empezar su progreso por los cauces señalados de antemano. Control de la mente. ¿Cómo llamar a algo tan sencillo como los convencionalismos sociales? ¿Estrecharse mutuamente las manos al saludarse? ¿No dar nunca la espalda en un ascensor? ¿Servir la comida por la izquierda? ¿Colocar la copa de vino a la derecha? Cientos de pequeños convencionalismos que la gente necesitaba para estereotipar las relaciones sociales; la supresión de una sola de ellas acarrearía una ansiedad insoportable. Las personas necesitaban el control de la mente. Les gustaba sujetarse a él. Sin él se sentían irremediablemente perdidas. Pero si un pequeño grupo de gente intentaba resolver el mayor problema del mundo en la actualidad –la violencia incontrolada-, de todas partes llegaban las exclamaciones: control de la mente, ¡control de la mente! ¿Qué era mejor, control o caos?
Michael Crichton (The Terminal Man)
Según la natural lealtad de nuestro corazón, estamos siempre hablando de nuestra propia bondad y nuestros méritos, tenazmente apegados a la idea de que debe haber algo de bueno en nosotros para merecer que Dios se ocupe de nuestras personas. Pero Dios que bien conoce todos nuestros engaños, sabe que no hay bondad ninguna en nosotros y declara que "no hay justo, ni aun uno" (Romanos 3:10). Él sabe que "todas nuestras justicias son como trapos de inmundicia" (Isaías 64:6); y por lo mismo el Señor Jesús no vino al mundo para buscar bondad y justicia entre los hombres, sino para llevar consigo bondad y justicia para entregárselas a las personas que carecen de ellas. No vino porque éramos justos, sino para hacemos justos, justificando al impío.
Charles Haddon Spurgeon (Solamente por gracia (Spanish Edition))
Acuérdate, hijo, del Señor todos los días y no quieras pecar ni transgredir sus mandamientos; practica la justicia todos los días de tu vida y no andes por caminos de injusticia, 6 pues si te portas según verdad, tendrás éxito en todas tus cosas, 7 como todos los que practican la justicia. "Haz limosma con tus bienes; y al hacerlo, que tu ojo no tenga rencilla. No vuelvas la cara ante ningún pobre y Dios no apartará de ti su cara. 8 Regula tu limosma según la abundancia de tus bienes. Si tienes poco, da conforme a ese poco, pero nunca temas dar limosna, 9 porque así te atesoras una buena reserva para el día de la necesidad. 10 Porque la limosna libra de la muerte e impide caer en las tinieblas. 11 Don valioso es la limosma para cuantos la practican en presencia del Altísimo. 12 "Guárdate, hijo, de toda impureza y, sobre todo, toma mujer del linaje de tus padres; no tomes mujer extraña que no pertenezca a la tribu de tu padre, porque somos descendientes de profetas. Recuerda, hijo, que desde siempre nuestros padres Noé, Abraham, Isaac y Jacob tomaron mujeres de entre sus hermanos y fueron bendecidos en sus hijos, de modo que su estirpe poseerá la tierra en herencia. 13 Así pues, hijo, ama a tus hermanos; no tengas con tus hermanos, ni con los hijos y las hijas de tu pueblo, corazón soberbio, en orden a tomar para ti mujer de entre ellos; pues la soberbia acarrea la ruina y prolija inquietud; y la ociosidad, bajeza y extrema penuria; porque la ociosidad es madre de la indigencia. 14 "No retengas el salario de los que trabajan para ti; dáselo al momento. Si sirves a Dios serás recompensado. Pon cuidado, hijo, en todas tus acciones y muéstrate educado en toda tu conducta. 15 No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan. No bebas vino hasta emborracharte y no hagas de la embriaguez tu compañera de camino. 16 "Da de tu pan al hambriento y de tus vestidos al desnudo. Haz limosna de todo cuanto te sobra; y no tenga rencilla tu ojo cuando hagas limosna. 17 Esparce tu pan sobre la tumba de los justos, pero no lo des a los pecadores. 18 "Busca el consejo de los prudentes y no desprecies ningún aviso saludable. 19 Bendice al Señor Dios en toda circunstancia, pídele que sean rectos todos tus caminos y que llegen a buen fin todas tus sendas y proyectos. Pues no todas las gentes tienen consejo; es el Señor quien da todos los bienes y, cuando quiere, eleva o abata hasta lo profundo del Hades. Así, pues, hijo, recuerda estos mandamientos y no permitas que se borren de tu corazón. 20 "También quiero decirte que dejé en depósito a Gabael, hijo de Gabrí, en Ragués de Media, diez talentos de plata. 21 No debes preocuparte, hijo, porque seamos pobres. Muchos bienes posees si temes a Dios, huyes de todo pecado y haces lo que es bueno ante el Señor tu Dios.
Isaac Meany (Biblia Católica (Spanish Edition))
En la demencia, como en el vino, está la verdad; en ella la personalidad sé revela, desnudando esos mecanismos mentales que en los individuos normales son celosamente ocultados e inalcanzables.
Revelaciones de la psiquiatría
la costumbre, básica en el culto a los muertos, de ofrecer a éstos, puesto que vivían en las tumbas, lo necesario para ello. Esta práctica de las ofrendas funerarias constituyó también en todas partes y durante muchos siglos (el llenar las tumbas de flores, hoy, es un residuo de tal costumbre, e inútil insistir sobre que tan superfluo le es a un muerto un bollo o una jarra de vino, como una rosa; pero el que nos sintamos invenciblemente inclinados a hacer tal cosa, prueba en qué modo costumbres practicadas por nuestros antepasados durante siglos han labrado surcos en nuestra conciencia en virtud de los cuales prácticas y hasta creencias, en todo caso inclinaciones que creemos espontáneas, son no tan sólo adquiridas, sino que incluso nos son impuestas), en todas partes y durante muchos siglos, decía, uno de los modos del culto a los muertos.
Juan Bautista Bergua (El Libro de los Muertos de los antigüos Egipcios, Colección La Crítica Literaria por el célebre crítico literario Juan Bautista Bergua, Ediciones Ibéricas (Spanish Edition))
El encanto irresistible de su belleza era tal, que yo quedé fascinado, mientras la música parecía cantar en mi oídos: Aspira su mirada como el vino, Mientras que su esplendor se funde Lánguido en medio del silencio, Como un acorde dentro de un acorde…
Anonymous
Hemos dicho palabras, palabras para despertar muertos, palabras para hacer un fuego, palabras donde poder sentarnos y sonreír. Hemos creado el sermón del pájaro y del mar, el sermón del agua, el sermón del amor. Nos hemos arrodillado y adorado frases extensas como el suspiro de la estrella, frases como olas, frases con alas. Hemos inventado nuevos nombres para el vino y para la risa, para las miradas y sus terribles caminos. Yo ahora estoy sola -como la avara delirante sobre su montaña de oro- arrojando palabras hacia el cielo, pero yo estoy sola y no puedo decirle a mi amado aquellas palabras por las que vivo.
Anonymous
La única entrada sobre los Chandrian ocupaba menos de media página: Por lo que refiérese a los Chaendrian, no hay mucho que decir. Todo Hombre los conoce. Todo niño entona su canción. Y aun así, las gentes no cuentan historias. Por una poca de cerveza, un Labriego hablará dos largas horas de los Ressiniyos. Mas menciónesele a los Chaendrian, y aprieta la boca como el culo de una solterona, toca fierro y aparta con ímpetu la silla. Muchos piensan que trae mala ventura hablar de los Fata, y aun así las gentes lo hazen. Por qué causa sea distinto con los Chaendrian, ignórolo. En el pueblo de Monstumulo, un Curtidor bastante borracho díjome en voz baja: «Si hablares de ellos, vinieren por ti». Ése parece ser el temor acallado destas gentes comunes. Así que escribo de lo que he recopilado aquí y allá, muy general e inespecífico. Los Chaendrian son un grupo que varía en número. (A bien seguro siete, dado su nombre). Aparecen y acometen actos de violencia sin razones fundadas. Hay señales que anuncian su llegada, mas no hay acuerdo sobre ellas. El fuego azul es la más común, aunque yo asimismo he oído hablar de vino que tórnase vinagre, de ceguera, de cultivos que marchítanse, de tormentas impropias de la estación, de preñeces interrumpidas y del sol escureciéndose en el cielo. En suma, que pareciéronme un tema de Estudio Desalentador e Infructuoso. Cerré el libro. «Desalentador e infructuoso» me sonaba de algo. Lo peor no era que ya sabía todo lo que estaba escrito en aquella entrada, sino que era la mejor fuente de información que había descubierto en más de un centenar de largas horas de búsqueda.
Patrick Rothfuss (The Wise Man’s Fear (The Kingkiller Chronicle, #2))
A quien pueda inspirar —escribió Austin en el encabezamiento—. Yo, como muchos de los artistas de esta empresa, me muevo constantemente entre dos estados. El primero (y mucho más preferible de los dos) es el modo creativo explosivo e instintivo. Sucede cuando coges la pluma y las ideas empiezan a fluir como el vino de una copa maravillosa. Esto sucede el 3 por ciento de las veces, aproximadamente. El 97 por ciento restante me siento frustrado, apurado, como un papel arrugado y tirado en una esquina. Lo importante es seguir luchando sin tregua para salir de ese atolladero de desaliento y desesperación. Escuche comentarios e historias de profesionales que han hecho cine durante décadas y pasado por las mismas adversidades causadas por tremendos problemas de producción. En una palabra: PERSEVERE. PERSEVERE y no deje de contar historias. PERSEVERE en llegar a su público. PERSEVERE en seguir siendo fiel a su sueño…
Ed Catmull (Creatividad, S.A. Cómo llevar la inspiración hasta el infinito y más allá)
Por ejemplo, Mauricio Babilonia. A mi casa de Aracataca, cuando yo tenía unos cinco años de edad, vino un día un electricista para cambiar el contador. Lo recuerdo como si fuera ayer porque me fascinó la correa con que se amarraba a los postes para no caerse. Volvió varias veces. Una de ellas, encontré a mi abuela tratando de espantar una mariposa con un trapo y diciendo: «Siempre que este hombre viene a casa se mete esa mariposa amarilla.» Ese fue el embrión de Mauricio BabiloniA
Plinio Apuleyo Mendoza (The Fragrance of Guava)
...una muchacha de unos diecisiete años con un pelo castaño enrulado y deshecho por la brisa, unos ojos marrones tristes y seguros, rotundos como ciruelas, un cuello que se deslizaba hacia unos senos maliciosamente oprimidos por esa camiseta blanca con dos números menos de los precisos, dos pezones, aunque cubiertos, alborotadores, y una cintura de esas que se cogen para bailar tango hasta que la madrugada y el vino se agotan.
Antonio Skármeta (The Postman)
En aquella época, la Era de la Extrañeza y de la Guerra de los Mundos que vino después, el presidente de Estados Unidos era un hombre desacostumbradamente inteligente, elocuente, reflexivo, sutil, de palabras y acciones mesuradas, buen bailarín (aunque no tan bueno como su mujer), difícil de enfadar, de sonrisa fácil, un hombre religioso que también se consideraba un hombre de acciones razonadas, atractivo (aunque con las orejas un poco de soplillo), tan cómodo con su propio cuerpo como un Sinatra renacido (aunque reticente a entonar canciones románticas) y daltónico. Era un tipo práctico y pragmático y tenía los pies plantados con firmeza en el suelo. En consecuencia, fue completamente incapaz de reaccionar de forma apropiada al desafío que le lanzó Zumurrud el Grande, que era un desafío surrealista, caprichoso y monstruoso. Y tal como se ha mencionado ya, Zumurrud no atacó solo, sino que vino en bloque, en compañía de Zabardast el Hechicero, Rubí Resplandeciente el Poseedor de Almas y Ra’im Bebesangre, con su afilada lengua de sierra.
Salman Rushdie (Two Years Eight Months and Twenty-Eight Nights)
Don Felipe Osorio llegó tarde y acompañado por el padre Ferdinando, dedicado genealogista, que era su mejor amigo. Como vivía en el pasado, el mercedario era moderado en política, salvo en un punto que lo sacaba de sí: que se avasallara la autonomía de Córdoba. —Se me da un ardite a qué partido pertenece el gobernador Rodríguez —decía con impaciencia mientras se sentaba a la mesa—. Lo voy a apoyar en tanto defienda el decoro de su investidura y la integridad de nuestras instituciones. Su alejamiento debe ocurrir porque a todos nos cuadra, no porque nos lo exijan desde otras provincias. —Se acomodó la servilleta sobre las rodillas y aclaró para Osorio, llegado esa mañana de las sierras—: La Legislatura ha propuesto a Mariano Lozano. Con él nos dejarán en paz; es hombre de integridad y ha trabajado para la Federación... —Servando —don Felipe lo llamó por el nombre de pila al tiempo que extendía la copa para que le sirvieran vino—, son muchas las federaciones: en grueso, una por cada provincia... y todas se hacen zancadillas. Eres un ingenuo si imaginas que Rosas aprobará a Lozano, porque lo que necesita don Juan Manuel no es un hombre ilustrado, sino un capataz para su nueva estancia: Córdoba. Los capataces no piensan, Servando; obedecen. Y aun cuando toman decisiones, las toman sopesando el “qué dirá el patrón”. Rosas no aflojará hasta imponernos a Quebracho; es el hombre que le conviene a Buenos Aires. —Pero los representantes... —Nos obligarán a retirar a cuantos gobernantes elijamos, y obedeceremos, porque el asesinato de Quiroga nos ha desacreditado al punto de no contar con aliados. El correo seguirá interrumpido; los salvoconductos, negados; los negocios y los intercambios, impedidos. Nadie hará tratos con nosotros... Servando, entiende: nos han puesto sitio y tendremos que ceder o morir de necesidad. Así están las cosas. Y el ademán nervioso con que terminó el discurso volcó la copa recién servida. Ambos miraron la mancha granate que se extendía sobre el mantel y que Nombre de Dios trataba de secar con un repasador. ========== 02 - El Tiempo De Laura Osorio (Cristina Bajo) - Tu nota en la página 19 | posición 292 | Añadido el viernes, 15 de mayo de 2015 14:01:41 Spoiler En tiempos de Laura Osorio ==========
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como el vino, las mujeres y la castidad. En
William Napier (Atila)
Pero vamos a comer primero -dijo. Y así, con batiente de puertas, empezó un exquisito vaivén silencioso de doncellas con delantales y cofias blancas, doncellas no por necesidad sino porque forman parte del misterio o mejor del gran engaño que las damas de Mayfair practican de una y media a dos cuando, con un gesto de la mano, cesa el tráfico y surge en su lugar esta profunda mentira, la comida en primer lugar, que nadie paga; y luego la mesa que parece cubrirse como por voluntad propia de vidrio y de plata, de manteles individuales, de cuencos de fruta roja, de filetes de rodaballo cubiertos de salsa oscura, de pollos troceados nadando en sus cazuelas; el fuego arde todo color y fiesta y con el vino y el café (que nadie ha pagado) nacen visiones alegres en ojos preocupados; ojos ante los que ahora la vida es musical y misteriosa; ojos encendidos ahora para observar animados los claveles rojos que Lady Bruton (cuyos gestos eran siempre duros) había depositado junto a su plato, de forma que Hugh Whitbread, en paz con el universo entero y al mismo tiempo completamente seguro de su categoría, dejó su tenedor y dijo: -¿No crees que resultarían encantadores sobre tu encaje?
Virginia Woolf
La revolución francesa rompió el Antiguo Régimen, que estaba lejos de ser un mal gobierno, para lanzarse a la loca aventura de proclamar y establecer en toda la tierra la libertad, la igualdad y la fraternidad de todos los hombres. La terrible violencia desatada por su propio proceso no solo no hizo posible alcanzar estos fines sino que, en muchas formas, trajo graves retrocesos y desviaciones a la historia de Francia y de Europa. Lo que vino no fue la felicidad universal sino el terror, la guillotina a tiempo completo, las guerras invasoras, el predominio personal de Napoleón, para rematar, como en una comedia ejemplar, en la fallida restauración de los Borbones, en 1815, en la monarquía burguesa de Luis Felipe, que no satisfizo a nadie, y en los largos años opresivos y torpes de la caricatura de imperio de Napoleón III. Fue solo casi cien años más tarde, después del desastre de 1870, cuando los franceses pudieron reemprender con más tino y fruto la posibilidad de establecer una democracia efectiva.
Arturo Uslar Pietri (Golpe y Estado en Venezuela)
Es cierto, habría sido una empresa sin esperanza atacar abiertamente la libertad y defender sinceramente un retorno al sometimiento y la esclavitud. Pero el antiliberalismo se apoderó de las mentes de las personas camufladas como superliberalismo, como el cumplimiento y la consumación de las mismas ideas de autodeterminación y libertad. Vino disfrazado de socialismo, comunismo y planificación.
Ludwig von Mises (La mentalidad anticapitalista (Spanish Edition))
1. Piensa en un lugar que ya conoces muy bien. Te recomiendo que utilices una ruta al interior de tu propia casa. 2. Ahora identifica ubicaciones especificas a lo largo de la ruta. Para nuestro primer ejercicio necesitaremos 10 ubicaciones y una ruta lógica para caminar por ellas. Ten en cuenta que debes tomar siempre la misma ruta, de lo contrario probablemente sólo conseguirás un bloqueo mental cuando quieras recordar. Por ejemplo, piensa en tu casa y en la ruta que sigues desde la puerta de acceso hasta llegar a tu habitación, e identifica 10 objetos o ubicaciones en esa ruta. Practiquemos. Memoriza una lista de compras Aquí tienes una lista de compras sencilla para recordar: Tomates Té Bombilla Leche Huevos Vino Jabón Tijeras Pasta dental Helado Trata de memorizar esta lista colocando cada elemento en una de las ubicaciones de tu ruta mental. Este es un ejemplo sobre la colocación de los artículos en tu ruta mental: 1. Tomates Al visualizar la puerta de tu casa, imagina a alguien lanzando tomates en ella. Necesitas crear imágenes vívidas, así que no sólo visualices una imagen, sino que trata de usar todos tus sentidos. Puedes incluso imaginar que algo del jugo se ha salpicado en tu ropa. 2. Té A medida que entras en tu casa, imagina que accidentalmente has derramado té en el sillón. 3. Bombilla Imagina una bombilla enorme en una lámpara que cuelga sobre el sillón. Las imágenes más absurdas son más fáciles de recordar. 4. Leche Imagina una gorda vaca lechera obstaculizando el pasillo que conduce a tu habitación. 5. Huevos Imagina que entras en tu habitación y ves tu cama totalmente cubierta por huevos, como si fuera un nido gigante. 6. Vino Imagina que entras al baño, y de la ducha cae vino tibio. Trata de sentir el fuerte olor o el sabor del mismo. 7. Jabón Imagina una enorme barra de jabón en el lavamanos del baño. 8. Tijeras Imagina unas tijeras gigantes que se usaron para hacer picadillos las toallas del baño y aún flotan en el aire trozos de tela. 9. Pasta de dientes Imagina que abres el inodoro, y ves que alguien ha apretado varios tubos de dentífrico en su inodoro. 10. Helado Imagina que miras la bañera, y está llena de helado. Siente el frío y el olor del helado que contrasta con el vino tibio que cae de la ducha. Una vez que hayas terminado de colocar todos los artículos de tu lista alrededor de la casa, simplemente empieza de nuevo el recorrido desde la puerta principal. Verás instantáneamente tomates en la puerta, té en el sillón y así sucesivamente. Ten en cuenta que cuanto más inusuales sean las imágenes, más fácil será recordarlas. Después de familiarizarte con el sistema, puedes construir palacios mucho más grandes y más poderosos, como una calle de tu vecindario, tu escuela, tu lugar de trabajo, o incluso un centro comercial.
Steve Allen (Aprende como Einstein: Las mejores técnicas de aprendizaje acelerado y lectura efectiva para pensar como un genio)
En el sótano, en París, preguntaron por todos estos lugares”, explicó Reid. “Algo de eso me vino a la mente. Pero como dije, todo estaba desarticulado y confuso”. Pero ahora estaba empezando a juntarse.
Jack Mars (Agente Cero (La Serie de Suspenso De Espías del Agente Cero #1))
Harry había cedido, como siempre, y guardado la guitarra en el armario, donde a partir de entonces solo acumularía polvo. Cuando a veces tomaba un par de copas de vino tinto, la sacaba y se ponía a rasguear. Pero los sonidos que en otro tiempo fueran para él una liberación, ahora le recordaban dolorosamente los sueños abandonados con demasiada celeridad. Su dominante madre le había educado para ser un perfecto conformista.
Emanuel Bergmann (De truc)
el servilismo: “Puedes llamarla seducción para que suene más glamuroso, pero para la mayoría de las mujeres es el sencillo hábito de comportarse como si fuéramos inferiores. Entrar al cuarto y revisar si hay hombres, querer complacerlos. No hablar muy duro, no ser muy fuerte, no sentarte con las piernas abiertas, no hablar con autoridad, no buscar la gloria, no reírse muy duro, no ser muy chistosa. Complacer a los hombres es un arte complejo, que requiere que uno elimine cualquier cosa que se pueda asociar con el poder. [...] Ser insegura, eso es la feminidad, no ser creída, ser buena escuchando, no ser demasiado impresionante intelectualmente, solo lo suficiente para entender lo que ese cretino vino a decirte”359.
Catalina Ruiz-Navarro (Las mujeres que luchan se encuentran: Manual de feminismo pop latinoamericano)
¿No será la belleza otro objeto de consumo, como el vino? Uno lo bebe, lo traga y nos da una breve sensación placentera, embriagadora, pero ¿qué queda? Lo que el vino deja como saldo, con tu perdón, es la orina; ¿cuál es el saldo de la belleza? ¿En qué te hace bien? ¿Nos hace mejores?
J.M. Coetzee (Siete cuentos morales)
Nadie se acordó de desatar a las dos mulas que trotaban desesperadamente, y siempre en círculo, alrededor del trapiche. El aire sollamado les chicoteaba las ancas. Y aquel olor irrespirable de jugo de caña que se combustiona les hacía toser torpemente, ahogándolas. Una dobló las patas delanteras antes que la otra. Cayó, con los belfos crispados, y los enormes dientes desnudos. Y la otra siguió corriendo, arrastrando aquel peso muerto al que estaba uncida, todavía una vuelta más. La humareda se alzó ahora espesa del hedor de carne achicharrada. La llanura cedió con un leve crujido, con la docilidad, con la rapidez del papel. Lo rastrero del fuego devoró primero a la hierba. Luego se quebró el zacatón alto, porque su tallo carece de fuerza. Y por último los grandes árboles de los que salieron volando multitud de pájaros. Las ramas se descuajaron estrepitosamente llenando de chispas el aire de su caída. El incendio resollaba en esta gran extensión como una roja bestia de exterminio. El tropel de las reses se detenía ante las alambradas para embestirlas. Los postes, carcomidos ya por la catástrofe, oponían sólo una breve resistencia y después se desmoronaban esparciendo, hasta lejos, pequeños trozos de carbón. Pero algún ternero quiso escurrir su cuerpo entre una hilada de alambre y otra y se quedó allí, trabado entre las púas, arrancándose la piel en cada esfuerzo por libertarse, mugiendo, con los ojos desorbitados, hasta que un llamear súbito vino a poner fin a su agonía. Las vacas de vientres cargados, los bueyes con la lentitud de su condición, se desplazaban dejando en el barro chicloso la huella de su pezuña hendida. Y el fuego venía detrás, borrando aquella huella. Los otros, los que podían escapar con su ligereza, se despeñaron en los barrancos y allí se quedaron, con los huesos rotos, gimiendo, hasta que el fuego también bajó a la hondura y se posesionó de ella. Los que pudieron llegar a los aguajes se lanzaron al río y nadaron corriente abajo. Muchas reses se salvaron. Otras, cogidas en los remolinos, golpeadas contra las piedras, vencidas por la fatiga, fueron vistas pasar, por otros hombres, en otras playas, hinchadas de agua, rígidas, picoteadas al vuelo por los zopilotes. En la montaña resonaron aullidos. El batz balanceándose de una rama a otra. El tigre que hizo temblar a la oveja en su aprisco. Los pájaros que enloquecen de terror. Y las hormigas que se desparramaron sobre la tierra, con una fiebre inútil, con una diligencia sin concierto, con una desesperada agitación.
Rosario Castellanos (Balún Canán)
CAF o Talgo son líderes en material rodante ferroviario (…) alrededor del 15% de los componentes de los AirBus proviene de manos españolas y 3 de cada 5 vuelos están controlados por sistemas de navegación españoles (…) Indra ganó a Siemens el control de su espacio aéreo. ¿Sabían que el 50% de los inodoros de todo el mundo son de la catalana Roca? ¿O que los chinos prefieren los pavimentos cerámicos de la firma de Vila-Real Porcelanosa? (…) El grupo navarro Viscofan es el primero en el mercado de envolturas artificiales para productos cárnicos (…) nuestros productos estrella son el vino (segundo productor mundial) y el aceite (primer exportador del mundo) (…) En las cenas de Acción de Gracias americanas se cuelan los capones segovianos de Cascajares. Hasta Obama se hace traer el foie de Extremadura (…) la española Puleva inventó la primera leche enriquecida con calcio del mercado. Marcas internacionales como Zara o Mango son referentes mundiales de nuestro sector textil (…) una de cada cuatro novias en todo el mundo elige un traje diseñado en España por marcas como Pronovias. De la tecnología valenciana de Jeanology salió el láser para desteñir vaqueros que utilizan la mayoría de marcas (…) un pequeño taller de 14 metros cuadrados de los años ochenta en Andújar es hoy una planta de 1300 metros que fabrica el 50% de los estores que vende IKEA por todo el mundo (…) Una antena de comunicaciones colocada en el Curiosity fue fabricada en España. Y qué decir del acento español de grandes compañías como Telefónica, Repsol o Santander consolidadas internacionalmente.
Alberto Gil Ibáñez (La leyenda negra: Historia del odio a España (Spanish Edition))
LI LORD No sé si tú, Platero, sabrás ver una fotografía. Yo se las he enseñado a algunos hombres del campo y no veían nada en ella. Pues éste es Lord, Platero, el perrillo foxterrier de que a veces te he hablado. Míralo. Está ¿lo ves? en un cojín de los del patio de mármol, tomando, entre las macetas de geranios, el sol de invierno. ¡Pobre Lord! Vino de Sevilla cuando yo estaba allí pintando. Era blanco, casi incoloro de tanta luz, pleno como un muslo de dama, redondo e impetuoso como el agua en la boca de la caño. Aquí y allá, mariposas posadas, unos toques negros. Sus ojos brillantes eran dos breves inmensidades de sentimientos de nobleza. Tenían vena de loco. A veces, sin razón, se ponía a dar vueltas vertiginosas entre las azucenas del patio de mármol, que en mayo lo adornan todo, hojas, azules, amarillas de los cristales traspasados del sol de la montera, como los palomos que pinta don Camilo... Otras se subía a los tejados y promovía un alboroto piador en los nidos de los aviones... La Macaria lo enjabonaba cada mañana y estaba tan radiante siempre como las almenas de la azotea sobre el cielo azul, Platero. Cuando se murió mi padre, pasó toda la noche velándolo junto a la caja. Una vez que mi madre se puso mala, se echó a los pies de su cama y allí se pasó un mes sin comer ni beber... Vinieron a decir un día mi casa que un perro rabioso lo había mordido... Hubo que llevarlo a la bodega del Castillo y atarlo allí al naranjo, fuera de la gente. La mirada que dejó atrás por la callejilla cuando se lo llevaban sigue agujereando mi corazón como entonces, Platero, igual que la luz de una estrella muerta, viva siempre, sobre pasando su nada con la exaltada intensidad de su doloroso sentimiento... Cada vez que un sufrimiento material me punza el corazón, surge ante mí, larga como la vereda de la vida a la eternidad, digo, del arroyo al pino de la Corona, la mirada que Lord dejó en él para siempre cual una huella macerada.
Juan Ramón Jiménez (Platero y yo: Elegía Andaluza (Spanish Edition))
A lo largo de su vida, Alira se había preguntado muchas veces si esa vida habría sido mejor o peor para ellos. Si habrían conseguido liberarse del peso del pasado. Si recordarían en sus nuevos hogares, con nostalgia, momentos tan especiales para ella como los paseos por el bosque cercano en otoño cogiendo setas y frutos secos; o la fabricación del vino recio y el aceite espeso; o la imagen de los jamones colgados en las despensas orientadas al norte; o las risas de los niños por los campos cubiertos de flores multicolores en primavera; o los baños en el río y las fiestas en verano, o las conversaciones junto al fuego dle hogar en las veladas del invierno.
Luz Gabás (El latido de la tierra)
A lo largo de su vida, Alira se había preguntado muchas veces si esa vida habría sido mejor o peor para ellos. Si habrían conseguido liberarse del peso del pasado. Si recordarían en sus nuevos hogares, con nostalgia, momentos tan especiales para ella como los paseos por el bosque cercano en otoño cogiendo setas y frutos secos; o la fabricación del vino recio y el aceite espeso; o la imagen de los jamones colgados en las despensas orientadas al norte; o las risas de los niños por los campos cubiertos de flores multicolores en primavera; o los baños en el río y las fiestas en verano, o las conversaciones junto al fuego del hogar en las veladas del invierno.
Luz Gabás (El latido de la tierra)
clérigo, muy relacionado con la familia real, escuchó durante horas la confesión y reconfortó al reo. Luego Luis cenó, tomando como postre vino dulce de Málaga, y se acostó por última vez, para despertarse a las cinco de la mañana. Ya era el día. Le iban a matar. Se vistió, escuchó la misa oficiada por Edgeworth y poco después salió al patio para encaramarse a un carro que iba a hacer las veces de transporte hasta el cadalso. Su último vehículo, y probablemente el más humilde que jamás utilizó. Finalmente llegaron a la actual plaza de la
Íñigo Bolinaga (Breve historia de la Revolución Francesa (Spanish Edition))
Así pues, hombre, quienquiera que seas, mira ese último fin que es tu muerte y el polvo que se adueña de todo hombre que haya nacido de mujer pues así como salió desnudo del vientre de su madre también desnudo volverá a marcharse como vino.
Antonio Machado (50 Obras Maestras que debes leer antes de morir: Vol.1 (Bauer Classics) (Los Más Vendidos en Español) (Spanish Edition))
4. Este apacible empleo de diversas drogas no significa que los griegos ignoren un «problema de toxicomanía», como hoy decimos. Lo que les diferencia a ellos de nosotros es que la peligrosidad social e individual de las drogas se concentró en el vino. Símbolo de Dioniso, un dios-planta que suspende las fronteras de la identidad personal y llama a periódicas orgías, el vino irrumpió en Grecia –usando las palabras de Nietzsche– como «un extraño terrible, capaz de reducir a ruinas la casa que le ofrecía abrigo».
Antonio Escohotado (Historia elemental de las drogas (Historia General de las Drogas) (Spanish Edition))
Las escuelas filosóficas debatían básicamente dos cuestiones. En general, si el vino había sido otorgado a los humanos para enloquecerles o por su bien y, en particular, si –como afirmaban los estoicos– el sabio podía beber sin límite, hasta caer dormido, antes de verse llevado a alguna necedad
Antonio Escohotado (Historia elemental de las drogas (Historia General de las Drogas) (Spanish Edition))
Pero sí puede darse el caso de que, mientras estás orando el Salmo 23:3, te viene a la mente tu amigo no cristiano, y tú usas el lenguaje de este versículo para decir: «Señor, restaura el alma de mi amigo; restáuralo de la oscuridad a la luz, de la muerte a la vida». Eso sí sería correcto. Esto no es darle un significado que el texto no posee; es solo usar el lenguaje del texto para hablar con Dios acerca de lo que vino a nuestra mente. Por lo tanto, otra vez, es tan simple como llevar todo pensamiento hacia Dios mientras leemos el pasaje.
Donald S. Whitney (Orando la Biblia)
La noche, mundana, sencilla, al alcance de cualquiera, cautiva en su espejismo, y como para muchos el vino, el oro o la mujer, llega a ser un último refugio.
Melian Du Lac (El Sueño del Boticario)
En el año 1895 tuve el privilegio, como joven oficial, de ser invitado a un lunch con sir William Harcourt. En el curso de una conversación en la que tomé parte, pregunté, temo que no con mucha modestia: «¿Qué sucederá?». El viejo estadista victoriano replicó: «Mi querido Winston, las experiencias de mi larga vida me han convencido de que nunca sucede nada». Desde aquel momento, tal como me parece a mí, nada ha dejado de ocurrir. El aumento por doquier de grandes antagonismos vino acompañado por la agravación progresiva de la contienda política del país. La magnitud que han adquirido por sí mismos los acontecimientos ha empequeñecido los episodios de la época victoriana: sus pequeñas guerras entre grandes naciones, sus disputas de buena fe sobre asuntos superficiales, el alto y agudo intelecto de sus personajes, los límites de acción sobrios, frugales y estrechos, todo esto pertenece a un período desaparecido. Los ríos suaves por los que navegábamos, con sus pequeños remolinos y ondas, parecen inconcebiblemente remotos de la catarata a que hemos sido arrastrados y de las corrientes en cuya turbulencia estamos ahora luchando. Yo cifro el comienzo de estos tiempos violentos en nuestro país desde la incursión de Jameson, en el año 1896. Este fue el heraldo, si no el progenitor, de la guerra sudafricana. De la guerra sudafricana nacieron la elección caqui, el movimiento proteccionista, la campaña sobre la mano de obra china y la consiguiente reacción liberal y su triunfo del 1906. A partir de aquí, se produjeron las violentas incursiones de la Cámara de los Lores sobre el Gobierno popular, que, hacia fines del 1908, había reducido la inmensa mayoría liberal a una virtual impotencia, de cuya condición fue rescatada por la Ley de Presupuestos de Lloyd George en 1909. A su vez, esta medida fue, por ambas partes, la causa de aun mayores provocaciones, y su rechazo por la Cámara de los Lores fue un ultraje constitucional y un desatino político sin parangón. Ello condujo directamente a las elecciones generales de 1910, a la ley o estatuto parlamentario y a la lucha de Irlanda, en la que nuestro país estuvo en el umbral de la guerra civil. De este modo se produjo una sucesión de acciones de partido que continuaron, sin interrupción, cerca de veinte años: cada injuria era devuelta con creces, cada oscilación era más violenta, cada peligro más grave, hasta parecer que tendría que suplicarse la intervención del sable para enfriar la sangre y calmar las pasiones exaltadas.
Winston S. Churchill (La crisis mundial 1911-1918: Su historia definitiva de la Primera Guerra Mundial (Spanish Edition))
No, Andrea, yo no deseaba entonces ningún hijo de mi marido. Y, sin embargo, vino. Cada tormento físico que sentía me parecía una nueva brutalidad de la vida añadida a las muchas que había tenido que soportar. Cuando me dijeron que era una niña, a mi desgana se unió una extraña congoja. No la quería ver. Me tendí en la cama volviendo la cara... Me acuerdo que era otoño y que detrás de mi ventana aparecía una tristísima mañana gris. Contra los cristales se empujaban, casi crujiendo, las ramas color de oro seco de un gran árbol. La criatura, cerca de mis oídos, empezó a gritar. Yo sentía remordimientos por haberla hecho nacer de mí, por haberla condenado a llevar mi herencia. Así, empecé a llorar con una debilitada tristeza de que por mi culpa aquella cosa gimiente pudiese llegar a ser una mujer algún día. Y así, movida por un impulso compasivo —casi tan vergonzoso como el que se siente al poner una limosna en las manos de cualquier ser desgraciado con quien nos tropezamos en la calle—, arrimé aquel pedazo de carne mía a mi cuerpo y dejé que para alimentarse chupara de mí y así me devorara y me venciera, por primera vez, físicamente...
Carmen Laforet (Nada)
VINO color de día, vino color de noche, vino con pies de púrpura o sangre de topacio, vino, estrellado hijo de la tierra, vino, liso como una espada de oro, suave como un desordenado terciopelo, vino encaracolado y suspendido, amoroso, marino, nunca has cabido en una copa, en un canto, en un hombre, coral, gregario eres, y cuando menos, mutuo. A veces te nutres de recuerdos mortales, en tu ola vamos de tumba en tumba, picapedrero de sepulcro helado, y lloramos lágrimas transitorias, pero tu hermoso traje de primavera es diferente, el corazón sube a las ramas, el viento mueve el día, nada queda dentro de tu alma inmóvil.
Pablo Neruda
Nosotros éramos venezolanos, ¿entiende? No sé si lo entiende, usted no es de aquí. Era como si todo volviese a empezar y nosotros fuésemos los niños de entonces, pero felices; o como si fuésemos nuestros propios padres, pero distintos. Nos infligíamos el sufrimiento de nuestra infancia y al mismo tiempo la mejorábamos. Recordábamos los momentos en que nos sentimos niños miserables, niños obligados a escuchar el sufrimiento milenario de nuestra herencia, eternamente agradecidos por el pan que nos comíamos, y luego nos imaginábamos otra infancia, como si hubiéramos sido inocentes. Sufríamos el dolor de muchos recuerdos, y luego tomábamos vino y escuchábamos música y nos reíamos.
Ana Teresa Torres (La Fascinación De La Víctima)
Los Cervera tenían una mitología más compleja que la griega: tíos con aventuras, tías con pasados inhóspitos por los que Emiliano y Pancho transitaban como por un panteón de amigos cercanos. Todo en el pasado había sido digno de recordarse, todo en la vida era un ideal inalcanzable, al que uno, al mismo tiempo, pertenecía y no. Podía pasar tardes enteras escuchando del tío que vino de Europa y fue cantante de ópera en la Met de Nueva York, para luego llegar a Acapulco a ganar competencias de clavados en la Quebrada. Sus historias eran como acordeones, se iban desdoblando, con participación de todos. Pancho apretaba un botón, Emiliano y Sandra podían contar historias que saltaban de un familiar remoto a otro sin parar, hasta que se nos hacía de noche con el café frío en la mesa donde nos habíamos sentado a comer. Yo escuchaba, como quien bebe agua dulce, mientras Paloma bostezaba. Yo me aferraba a la complejidad de la parentela de Emiliano como a un territorio mítico al que se podía ir de vacaciones. Luego repetíamos el chiste en casa de mi mamá, sentados alrededor de la mesa de su cocina, hilábamos fino hasta que se nos acababan las conexiones narrativas y la luz del día. Cuando
Catalina Aguilar Mastretta (Todos los días son nuestros (El día siguiente) (Spanish Edition))
Kiyomori dijo para sus adentros: "... ¡Ah, yo también quiero tener una esposa! ¿No habrá otra muchacha como ella en alguna parte del mundo?". Tragó saliva y acto seguido se ruborizó por el sonido que produjo su garganta. De pronto le vino a la mente la imagen de Ruriko. Al mismo tiempo, recordaba la postura de la prostituta de Rokujou-Touin cuando estaba durmiendo. Al parecer, él ni siquiera sabía distinguir exactamente el objeto del amor. La idea que tenía del amor era la de un simple encuentro ocasional. En el caso de que pudiera tomar a alguien por esposa cuanto antes, no le importaba que fuese Ruriko, la prostituta de Rokujou-Touin o incluso otra cualquiera.
Eiji Yoshikawa (The Heike Story: A Modern Translation of the Classic Tale of Love and War)
Te hemos enseñado a amar la honradez, no la figura ni el dinero; la figura se acaba con las enfermedades o con la edad, y el dinero se va como vino; solo la honradez es un tesoro que nunca se acaba.
Ignacio Manuel Altamirano (La Navidad en las montañas y El Zarco)
Influenciar la bota Adrian C. North, David J. Hargreaves y Jennifer McKendrick, de la Universidad de Leicester, diseñaron un estudio para investigar el poder de «influir en la elección de una bota de vino». En el estudio, llevado a cabo en un mercado de los East Midlands del Reino Unido, se exponía vino francés y vino alemán mientras sonaba música francesa o alemana cerca del expositor.[16] Mientras sonaba música francesa se vendieron cuarenta botellas de vino francés y ocho de vino alemán. En cambio, cuando sonaba música alemana, se vendieron veintidós botellas de vino alemán y doce de francés. Luego, en un cuestionario se preguntaba a los compradores si habían sido conscientes de alguna influencia externa mientras compraban. Cuando se los interrogó con una pregunta abierta, sólo uno mencionó la música como influencia. Cuando se preguntaba concretamente si la música los había influenciado, sólo seis de los 44 compradores reconocieron que sí. Los investigadores interpretaron estos resultados como que la música puede «condicionar conocimientos relacionados y la selección de ciertas causas si coinciden con este conocimiento». De modo que ¡tal vez la música adecuada (u otros factores ambientales) pueda ayudarte a cautivar a la gente! Y si eres propietario de una tienda, es probable que quieras evitar que suenen Shop Around («Compra por ahí») y Walk On By («Pasa de largo») donde los clientes puedan oírlas.
Guy Kawasaki (El arte de cautivar: Cómo se cambian los corazones, las mentes y las acciones)
—He engordado porque ya estaba demasiado llena de odio. El amor ocupa en el hombre tanto lugar como le deje el odio, igual que en una jarra de vino cabe tanta agua como vino se haya bebido, y cuanto más profundo es el odio, más aflora el amor a la superficie...
Milorad Pavić (Landscape Painted with Tea)
La sociedad sufre un gran vacío espiritual que se intenta suplir con una búsqueda frenética de sensaciones tales como satisfacciones corporales, sexo, comidas, alcohol, etc. Existe una necesidad insaciable de experimentar emociones y sensaciones nuevas cada vez más intensas. No hay nada malo per se en las relaciones sexuales, una gastronomía cuidada o el placer de un buen vino… Hablamos de cuando la búsqueda de esas sensaciones sustituye el verdadero sentido en la vida. En esos casos de
Marian Rojas Estapé (Cómo hacer que te pasen cosas buenas)
Cuando la bola espejada se me cayó en mi cabeza no sentí ningún dolor. Vi las caras de todos desfigurarse alrededor y la flor que tenía en el pelo tirada en el piso, abierta en una decena de pétalos. Las piernas dejaron de sostenerme. Desde el suelo vi rebotar la bola de espejos y sentí en ese instante cómo todos mis pensamientos se rompían en millones de partes. Lo que vino después fue una oscuridad fresca sin pensamientos, que me arrastró como una ola que retrocede, que vuelve al fondo del océano.
Carla Maliandi (La estirpe)
Llegaba hasta el Carpanta, traído por la brisa de tierra, el olor de los montes cercanos: desnudos, secos y calcinados por el sol, con tomillo, romero, palmito y chumbera entre sus peñas pardas, ramblas secas donde crecían las higueras, y almendrales escalonados por muretes de piedra. Pese al cemento y al cristal y al acero y a las excavadoras, a la sucesión interminable de luces bastardas que mancillaba sus orillas de costa a costa, todo el Mediterráneo seguía estando allí, a poca atención que se prestase al tenue rumor de la memoria: aceite y vino rojo, Islam y Talmud, cruces, pinos, cipreses, tumbas, iglesias, ponientes cárdenos como la sangre, velas blancas a lo lejos, piedras talladas por los hombres y por el tiempo, hora singular de la tarde en que todo quedaba quieto y en silencio salvo el canto de la cigarra, noches a la luz de una hoguera hecha con madera de deriva, mientras la luna se elevaba despacio sobre un mar de islas sin agua. Y también espetones de sardinas, laurel y aceitunas, cáscaras de sandía flotando quietas en el leve ondular vespertino de la playa, rumor de guijarros en la resaca del amanecer, barcas pintadas de azul, blanco y rojo, varadas en orillas con molinos en ruinas y olivos grises, y uvas que amarilleaban en los emparrados. Y a su sombra, perdidos los ojos en el azul intenso que se extendía hacia levante, hombres inmóviles mirando el mar; héroes atezados y barbudos que sabían de naufragios en calas designadas por dioses crueles, ocultos bajo la apariencia de mutiladas estatuas que dormían, con los ojos abiertos, un silencio de siglos.
Arturo Pérez-Reverte (La Carta Esf�rica / The Nautical Chart)