Color Verde Quotes

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El verde era atroz, hermoso, tantos tonos que era injusto llamarlos a todos por el mismo nombre.
Mariana Enríquez (Nuestra parte de noche)
La lectura es aventura, escape, entretenimiento, infinito. La realidad es dura, cruda, asfixiante, cerrada y limitada. ¿Para qué buscar realidad en un libro si ya lidiamos todos los días con ella? Está ahí, dictando que algo azul solo debe ser azul, exigiendo que algo redondo solo sea redondo. ¿Qué pasa si yo quiero que el color sea verde o la forma sea triangular? ¿O qué pasa si yo no quiero que haya color alguno ni forma alguna? No, no hay nada interesante en lo real. Si leo es porque quiero olvidarme durante un rato de esta aburrida y cuadrada humanidad.
Alex Mírez (Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos, #1))
Los cien enamorados duermen para siempre bajo la tierra seca. Andalucía tiene largos caminos rojos. Córdoba, olivos verdes donde poner cien cruces que los recuerden. Los cien enamorados duermen para siempre. -De Profundis Those hundred lovers are asleep forever beneath the dry earth. Andalusia has long, red-colored roads. Córdoba, green olive trees for placing a hundred crosses to remember them. Those hundred lovers are asleep forever. -De Profundis
Federico García Lorca
Walking Around Sucede que me canso de ser hombre. Sucede que entro en las sastrerías y en los cines marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro navegando en un agua de origen y ceniza. El olor de las pelquerías me hace llorar a gritos. Sólo quiero un descanso de piedras o de lana, sólo quiero no ver establecimientos ni jardines, ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores. Sucede que me canso de mis pies y mis uñas y mi pelo y mi sombra. Sucede que me canso de ser hombre. Sin embargo sería delicioso asustar a un notario con un lirio cortado o dar muerte a une monja con un golpe de oreja. Sería bello ir por las calles con un cuchillo verde y dando gritos hasta morir de frío. No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas, vacilante, extendido, tiritando de sueño, hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra, absorbiendo y pensando, comiendo cada día. No quiero para mí tantas desgracias. No quiero continuar de raíz y de tumba, de subterráneo solo, de bodega con muertos ateridos, muriéndome de pena. Por eso el día lunes arde como el petróleo cuando me ve llegar con mi cara de cárcel, y aúlla en su transcurso como una rueda herida, y da pasos de sangre caliente hacia la noche. Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas, a hospitales donde los huesos salen por la ventana, a ciertas zapaterías con olor a vinagre, a calles espantosas como grietas. Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos colgando de las puertas de las casas que odio, hay dentaduras olvidadas en una cafetera, hay espejos que debieran haber llorado de vergüenza y espanto, hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos. Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos, con furia, con olvido, paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia, y patios donde hay ropas colgadas de un alambre: calzoncillos, toallas y camisas que lloran lentas lágrimas sucias.
Pablo Neruda
—¿Oliva? —Eso es. —Nunca lo había oído, pero tiene sentido.   Ahora soy yo la que me pierdo por completo.   —¿Qué es lo que tiene sentido? —Es el color de tus ojos, verde oliva.
Neïra (La lista de Oliva)
Levanté la vista y vi un caballo de color verde pálido.El jinete se llamaba Muerte y su compañero era la Tumba. APOCALIPSIS 6:8
Francine Rivers (Amor redentor)
no tenga ni idea de cuál es tu color favorito? —Verde —respondo, esbozando poco a poco una sonrisa—. ¿Y el tuyo? —Naranja. —¿Naranja? ¿Como el pelo de Effie? —Un poco más apagado. Más como... una puesta de sol.
Suzanne Collins (En llamas (Juegos del hambre, #2))
Enfrente de nosotros había sentada una mujer joven. Llevaba un vestido de color verde oliva y un chal negro en la cabeza para protegerse del frío de la noche. Cada vez que el camión daba una sacudida o tropezaba
Anonymous
-Simplemente pensé… no lo se. Pensé que me odiarías. La diversión desapareció de su rostro. Se acerco a mí y apoyo las manos en mis hombros, sus ojos color verde oscuro estaban serios. ―Rose, nada en este mundo podría hacer que te odiara. ―¿Ni siquiera intentar traer a mi exnovio de vuelta de la muerte? Adrian me acerco, y incluso en sueños, pude oler su piel y su colonia. ―Si soy honesto. Si Belikov volviera aquí en este momento, ¿vivo como solía estar? Habría algunos problemas. No quiero pensar que pasaría entre nosotros si… bien, no vale la pena perder el tiempo. Él no esta aquí. ―Yo todavía… todavía querría intentarlo - le dije humildemente. ―Todavía lo intentaría, incluso si estuviera de vuelta. Simplemente estoy teniendo un tiempo difícil para dejar ir a alguien que me importa. ―Lo se. Hiciste lo que hiciste por amor. No puedo estar enfadado contigo por esto. Fue una estupidez, pero por amor. ¿Tienes alguna idea de lo que haría por ti? ¿Por mantenerte a salvo?
Richelle Mead (Spirit Bound (Vampire Academy, #5))
Honor miró por la ventana... y vio la sobrecogedora imagen de un ángel con alas de color azul plateado aterrizando en la zona verde del césped. -Es... -Se quedó sin aliento. Había visto fotos, incluso imágenes de televisión, que mostraban a aquel ángel de alas azules, pero ninguna de ellas le hacía justicia. Nada podría hacérsela. Resultaba mucho más impactante de cerca. No le quitó la vista de encima mientras se reunían con él junto al coche. Tenía los ojos del color del oro veneciano, el cabello negro con matices azules, y un rostro de una belleza tan pura que resultaba casi demasiado hermoso. Casi. Era, sencillamente, la criatura más hermosa que había visto en su vida. -Soy Illium -dijo el ángel mirándola a los ojos. Honor estuvo a punto de esbozar una sonrisa al ver la curiosidad pintada en sus iris dorados. -Yo soy Honor.
Nalini Singh (Archangel's Blade (Guild Hunter, #4))
Su piel blanca, que no me digan que el blanco es la falta de color, porque es el color más hermoso y es el color de la pureza, y por supuesto que el blanco no es la falta de color: los profesores de física han descubierto a todo el mundo que en un copo de nieve, alineados en un blanco inmaculado están ocultos sin embargo el violeta de los lirios, o sea la tristeza, la melancolía, pero también está presente el azul que significa la calma de contemplar reflejado en un charco de la calle el cielo que nos espera, porque el azul está al lado del verde que es la límpida esperanza, y después viene el amarillo de las margaritas del campo, que florecen sin que nadie las plante y se presentan sin buscarlas, como buenas noticias cuando menos se las espera, y el color de las naranjas que ya están maduras por el verano se llama muy apropiadamente anaranjado, el azahar dio un fruto que el verano madura a causa del calor, qué goce saber que germinó la semilla, creció la planta que es la adolescencia y se va a entrar en la juventud del fruto que da el goce anaranjado, el fruto jugoso y refrescante de las tardes calurosas. El rojo también está oculto en el blanco, también está en ella, en Carla, que es tan blanca.
Manuel Puig (Betrayed by Rita Hayworth)
-El verde es el color de la envidia -le recordó-. ¿Quieres que el resto de las damas me tengan envidia? -No. Quiero que los hombres me la tengan a mí.
Raquel Arbeteta García (Amor y conveniencia)
Porque los colores nacen de la luz, no de la oscuridad, y eso es lo que ellos son: colores. Verde... Azul... Negro... Marrón... Blanco.
Martín Blasco (La oscuridad de los colores)
Tienden a ser gruesos de vientre; visten de colores brillantes (sobre todo verde y amarillo); no usan zapatos, porque en los pies tienen suelas naturales de piel y un pelo espeso y tibio de color castaño, como el que les crece en las cabezas (que es rizado); los dedos son largos, mañosos y morenos, los rostros afables, y se ríen con profundas y jugosas risas (especialmente después de cenar, lo que hacen dos veces al día, cuando pueden).
J.R.R. Tolkien (The Hobbit, or There and Back Again (The Lord of the Rings, #0))
Eran muchos los colores que el paisaje ostentaba, pero en el Hanami nada es simplemente rojo, azul o verde: Los rojos no son iguales en el averno, los azules son distintos en el crepúsculo y los verdes no brillan igual en primavera.
Jordi Balaguer (Hanami)
—¿Y podré llevar guantes de color verde fosforescente y botas de agua amarillas con forma de rana? —De rana, de pato, de rinoceronte, de pulpo..., de lo que quieras. Todas las mañanas habrá un mundo nuevo para ti. Si te quedas, tendrás todo lo que desees. Coraline suspiró. —Realmente no lo entiendes, ¿verdad? —repuso—. No quiero tener todo lo que deseo. Nadie lo quiere, no de verdad. ¿Dónde estaría la gracia si tuviese todo lo que quiero? Es eso y nada más, ¿y después qué?
Neil Gaiman (Coraline)
Los matices y tonalidades de verde eran tantos —serpiente, pulgón, esmeralda, mar, hierba, jade, espinaca, bilis, pino, oruga, pepino, hoja de té húmeda, hoja de té seca: ¡qué pobre es nuestro vocabulario para los colores!— que me dio miedo perder la capacidad de distinguir cualquier otro tono.
Hanya Yanagihara (The People in the Trees)
Y el niño tiene que conformarse con mirar de lejos esos colores verde menta, morado mora, rosa frutilla o amarillo bocado que ofrecen las heladerías. Muy adentro, en su enano corazón, él ya sabe que pertenece a esa muchedumbre conformista que mira las vitrinas tocándose las monedas para el Metro.
Pedro Lemebel (De perlas y cicatrices)
-La bola esa cambia según lo que más tenga el dueño. Mi hermano dice que se pone verde cuando esperas algo, amarillo cuando estás feliz y marrón cuando tienes ganas de hacer caca. -¿Y el lila cuándo? -Mi collar está lleno de besos. -¿Y eso qué tiene que ver? -El lila es el color de la pasión, lista.
María Viqueira (Hilando historias)
É curioso, eppure è vero, che ogni oceano ha il suo colore, le sue sfumature, diverse e particolari, di blu, verde e grigio, che si mescolano con il variare delle correnti, dei venti, delle tempeste di sabbia, dell'inclinazione del sole, delle nuvole e della temperatura, in quell'insieme caratteristico di ciascun mare.
Björn Larsson
El otoño es mi estación favorita del año —dijo él al cabo de un rato—. No es que yo esté tonteando o algo así… pero me gustan las hojas cuando se tornan rojas y anaranjadas. Son hermosas a la luz de la luna, pero más concretamente, se trata de una transformación imposible. El verde de la primavera y el verano son sólo una sombra de la identidad auténtica de los árboles, y todo ese color cuando las noches se vuelven frías es un milagro cada vez que pasa. Es como si compensaran la pérdida del calor con todo su fuego. Me gusta el Otoño… —(...)—. Tú eres así. Eres hermosa y ardes llena de colorido, y ya es hora de que salgas a la luz. Así que digo… Autumn.
J.R. Ward (Lover Reborn (Black Dagger Brotherhood, #10))
Todas las mujeres de la familia Blackwood habían recogido la comida que daba la tierra y la habían conservado, y los tarros de intensos colores con embutidos y verduras y mermeladas granate, ámbar y verde oscuro estaban uno al lado de los otros y allí se quedarían para siempre, como un poema compuesto por las mujeres de la familia Blackwood.
Shirley Jackson (We Have Always Lived in the Castle)
Aura vestida de verde, con esa bata de tafeta por donde asoman, al avanzar hacia ti la mujer, los muslos color de luna: la mujer, repetirás al tenerla cerca, la mujer, no la muchacha de ayer: la muchacha de ayer - cuando toques sus dedos, su talle - no podía tener mas de veinte anos; la mujer de hoy - y acaricies su pelo negro, suelto, su mejilla pálida - parece de cuarenta: algo se ha endurecido, entre ayer y hoy, alrededor de los ojos verdes; el rojo de los labios se ha oscurecida fuera de su forma antigua, como si quisiera fijarse en una mueca alegre, en una sonrisa turbia: como si alternara, a semejanza de esa plata del patio, el sabor de la miel y el de la amargura. No tienes tiempo de pensar mas: (47)
Carlos Fuentes (Aura)
significado de los cuatro colores de la bandera de UAE (United Arab Emirates): el negro es el petróleo, el rojo la unidad, el blanco la neutralidad y el verde la fertilidad, aunque también simboliza el color del Islam (la tradición cuenta que Mahoma llevaba un manto verde y por eso la mayoría de los países de religión musulmana incluyen este color en sus banderas).
Asunta López (Cartas desde Dubai)
È tempo che lei cominci a prepararsi per affrontare la morte con dolcezza. Se lei continuerà a investire troppe energie solo nel vivere, non riuscirà a morire bene. Un poco alla volta è necessario fare questo cambiamento. In un certo senso vivere e morire si equivalgono, dottoressa." Quella sera, nel suo grande letto immacolato, Satsuki pianse. Riconobbe il fatto che si stava dolcemente avviando verso la morte. Riconobbe di avere una pietra bianca e dura dentro il suo corpo. Riconobbe che da qualche parte nel buio si nascondeva un serpente verde tutto ricoperto di squame. Pensò al bambino che non era mai nato. Lei se n'era liberata e l'aveva gettato in un pozzo senza fine. E aveva continuato a odiare un uomo per trent'anni. Gli aveva augurato di morire fra atroci dolori. Per quello nel fondo del cuore aveva sperato persino in un terremoto. In un certo senso, si disse, sono stata io a provocare quel terremoto. Lui ha trasformato il mio cuore e il mio corpo in una pietra. Le scimmie color cenere in quella montagna lontana l'avevano guardata in silenzio. In un certo senso vivere e morire si equivalgono, dottoressa.
Haruki Murakami (After the Quake)
La multitud de manos claras, nerviosas y siempre en actitud de espera en torno al tapete verde, todas asomando por la caverna de su respectiva manga, cada una de forma y color diferentes, algunas desnudas, otras adornadas con anillos y pulseras tintineantes, muchas velludas como animales salvajes, muchas otras húmedas y retorcidas como anguilas, y todas, sin embargo, crispadas y trémulas por una enorme impaciencia.
Stefan Zweig
<> No, no hubo tiempo para miradas. Se durmió antes de que le pudiera preguntar por el ensayo. Una larga noche dándole al rif te deja para el arrastre. <> Puaj. ¿Eso es un eufemismo de «m@sturbación»? <> No. Creo que es un eufemismo de «toc@r l@ guitarr@ eléctric@». O un@ expresión idiomátic@. No sé. ¿Crees que «masturbación» es una de las palabras de alerta de Tron? <> Bueno, ahora ya da igual. Si nos despiden porque insistes en meterte en la boca del lobo, nos tendrás que mantener a mí y mi cara afición al Gap infantil. <> 1. Meterse en la boca del lobo. ¿Es otra referencia a la masturbación? 2. Gap infantil. ¿Otra vez? <> 1. Ja. 2. Otra vez. El fin de semana pasado me marqué un mono color verde apio con manoplas a juego por... ¡3,99! <> El verde es una elección inteligente: apropiado para una niña imaginaria o un niño imaginario. Y la estación no es relevante cuando se trata de niños imaginarios. <> Exacto. Ya ni siquiera entro en el Gap de adultos. En cuanto eres madre imaginaria, no tienes tiempo para ti.
Rainbow Rowell (Attachments)
Caminan lentamente sobre un lecho de confeti y serpentinas, una noche estrellada de septiembre, a lo largo de la desierta calle adornada con un techo de guirnaldas, papeles de colores y farolillos rotos: última noche de Fiesta Mayor (el confeti del adiós, el vals de las velas) en un barrio popular y suburbano, las cuatro de la madrugada, todo ha terminado. Está vacío el tablado donde poco antes la orquesta interpretaba melodías solicitadas, el piano cubierto con la funda amarilla, las luces apagadas y las sillas plegables apiladas sobre la acera. En la calle queda la desolación que sucede a las verbenas celebradas en garajes o en terrados: otro quehacer, otros tráfagos cotidianos y puntales, el miserable trato de las manos con el hierro y la madera y el ladrillo reaparece y acecha en portales y ventanas, agazapado en espera del amanecer. El melancólico embustero, el tenebroso hijo del barrio que en verano ronda la aventura tentadora, el perdidamente enamorado acompañante de la bella desconocida todavía no lo sabe, todavía el verano es un verde archipiélago.
Juan Marsé (Últimas tardes con Teresa)
Delante de ellos se extendía el Nilo, cubierto de niebla, con un mar blanco; detrás de ellos se extendía el desierto oscuro, como un océano petrificado de color morado. Por fin, una tira de luz anaranjada apareció por el este; y poco a poco el mar blanco que tenían ante sí se convirtió en una inmensa extensión de fértil verde, mientras el océano morado de su espalda adquiría un trémulo brillo blanco. El sol naciente iluminó las piedras más altas de la pirámide, y Flaubert, bajando la vista, se fijó en una pequeña tarjeta de visita que estaba clavada a sus pies. "Humbert, Frotteur", decía, y daba unas señas de Rouen (...) -lo cotidiano entrometiéndose en lo sublime-(...)
Julian Barnes
En ese juzgado todos usaban corbata pero se veían sucios, sudados, la ropa pegada como cataplasma, los trajes lustrados, llenos de lamparones, del horrible color café que acostumbran los morenos y los hace parecer una tablilla de chocolate rancio. Lucita suplía su baja estatura con colores chillones; por ejemplo, una falda verde con una blusa nailon amarilla o al revés; puras combinaciones cirqueras, pero ahora su expresión era tan entusiasta que se veía atractiva; el interés los ennoblecía a todos; habían dejado de chanclear, rascarse, embarrarse en contra de los muros; ninguna desidia podía flotar ahora en el recinto; cobraban vida, recordaban que alguna vez fueron hombres, y no sólo eso sino jóvenes, ajenos al papeleo y a la tarjeta marcada; una gota de agua cristalina resplandecía sobre cada una de sus cabezas: Esmeralda los estaba bañando.
Elena Poniatowska (De noche vienes)
La sala d'aspetto è una piccola stanza quadrata con le pareti dipinte di due tonalità di verde, nella parte più bassa la tinta più chiara, nella parte alta la tinta più scura. Lungo le pareti si appoggiano le sedie di plastica rigida, di colore rosso bordeaux, unite a sei sei da una gamba sola, come i calciatori del calciobalilla. Lo schienale delle sedie arriva giusto nel punto dove si incontrano i due colori del muro, a sottolineare, se qualcuno di noi ancora ne dubitasse, che noi che stiamo qui seduti ad aspettare facciamo parte del mondo più basso, quello con i piedi per terra, quello delle tinte più deboli, quello dei malati. L'altra metà del mondo, quella dove la speranza è più viva, come il colore deciso delle pareti, accoglie solo le nostre teste, che si perdono in ricordi e fantasticherie, ma è un mondo di illusioni, nel quale non riusciremo mai a vivere.
Carmen Laterza (L'amore conta)
Comprendí al punto: era la lucha entre los hombres y las máquinas, preparada, esperada y temida desde hace mucho tiempo, la que por fin había estallado. Por todas partes yacían muertos y mutilados, por todas partes también automóviles apedreados, retorcidos, medio quemados; sobre la espantosa confusión volaban aeroplanos, y también a éstos se les tiraba desde muchos tejados y ventanas con fusiles y con ametralladoras. En todas las paredes anuncios fieros y magníficamente llamativos invitaban a toda la nación, en letras gigantescas que ardían como antorchas, a ponerse al fin al lado de los hombres contra las máquinas, a asesinar por fin a los ricos opulentos, bien vestidos y perfumados, que con ayuda de las máquinas sacaban el jugo a los demás y hacer polvo a la vez sus grandes automóviles, que no cesaban de toser, de gruñir con mala intención y de hacer un ruido infernal, a incendiar por último las fábricas y barrer y despoblar un poco la tierra profanada, para que pudiera volver a salir la hierba y surgir otra vez del polvoriento mundo de cemento algo así como bosques, praderas, pastos, arroyos y marismas. Otros anuncios, en cambio, en colores más finos y menos infantiles, redactados en una forma muy inteligente y espiritual, prevenían con afán a todos los propietarios y a todos los circunspectos contra el caos amenazador de la anarquía, cantaban con verdadera emoción la bendición del orden, del trabajo, de la propiedad, de la cultura, del derecho, y ensalzaban las máquinas como la más alta y última conquista del hombre, con cuya ayuda habríamos de convertirnos en dioses. Pensativo y admirado leí los anuncios, los rojos y los verdes; de un modo extraño me impresionó su inflamada oratoria, su lógica aplastante; tenían razón, y, hondamente convencido, me quedé parado ya ante uno, ya ante el otro, y, sin embargo, un tanto inquieto por el tiroteo bastante vivo. El caso es que lo principal estaba claro: había guerra, una guerra violenta, racial y altamente simpática, en donde no se trataba de emperadores, repúblicas, fronteras, ni de banderas y colores y otras cosas por el estilo, más bien decorativas y teatrales, de fruslerías en el fondo, sino en donde todo aquel a quien le faltaba aire para respirar y a quien ya no le sabia bien la vida, daba persuasiva expresión a su malestar y trataba de preparar la destrucción general del mundo civilizado de hojalata. Vi cómo a todos les salía risueño a los ojos, claro y sincero, el afán de destrucción y de exterminio, y dentro de mí mismo florecían estas salvajes flores rojas, grandes y lozanas, y no reían menos. Con alegría me incorporé a la lucha.
Hermann Hesse (Der Steppenwolf.)
Clarissa habla conmigo durante exactamente cuarenta y cinco minutos, pero no es psiquiatra cualificada; es estudiante de psiquiatría. De modo que oficialmente es una visitante que tiene los ojos verdes..." "Si estaba en una misión de recopilación de datos o coqueteaba conmigo, no habría sabido decirlo. Pero que supiera qué fármacos corrían por mis privadas venas era algo profundamente íntimo." "Hay una tradición solemne en torno a lo clandestino..." "Ya no pude permitirme crear un código cuando sabía en todo momento que su último fin era ser decodificado." "Toda ella era una colección de colores pastel, y su piel, con el brillo rosa que irradiaba, contrastaba con la arena blanca y el azul turquesa de su blusa. A partir de su imagen y de los recuerdos que tenía de ella me hice una idea clara de su cualidad más conmovedora: su negativa a estar triste." "No sabía si los gestos de Clarissa hacía mí eran platónicos, aristotélicos, hegelianos o eróticos. De modo que me quedé allí, unido a ella por tres puntos: su mano en mi nuca, mi mano en su espalda y su pelo acariciándome el costado. Miré el cielo y me pregunté cómo podía estar enamorado de alguien cuyo nombre no era un anágrama..." Fragmentos de El Placer de mi Compañía, escrito por Steve Martin
Steve Martin (The Pleasure of My Company)
Del ovillo enmarañado de la memoria, de la oscuridad, de los nudos ciegos, tiro de un hilo que me aparece suelto. Lo libero poco a poco, con miedo de que se deshaga entre mis dedos. Es un hilo largo, verde y azul, con olor a cieno, y tiene la blandura caliente del lodo vivo. Es un río. Me corre entre las manos, ahora mojadas. Toda el agua me pasa por entre las palmas abiertas, y de pronto no sé si las aguas nacen de mí o hacia mí fluyen. Sigo tirando, no ya sólo memoria, sino el propio cuerpo del río. Sobre mi piel navegan barcos, y soy también los barcos y el cielo que los cubre y los altos chopos que lentamente se deslizan sobre la película luminosa de los ojos. Nadan peces en mi sangre y oscilan entre dos aguas como las llamadas imprecisas de la memoria. Siento la fuerza de los brazos y la vara que los prolonga. Al fondo del río y de mí, baja como un lento y firme latir del corazón. Ahora el cielo está más cerca y cambió de color. Y todo él es verde y sonoro porque de rama en rama despierta el canto de las aves. Y cuando en un ancho espacio el barco se detiene, mi cuerpo desnudo brilla bajo el sol, entre el esplendor mayor que enciende la superficie de las aguas. Allí se funden en una sola verdad los recuerdos confusos de la memoria y el bulto súbitamente anunciado del futuro. Un ave sin nombre baja de no sé dónde y va a posarse callada sobre la proa rigurosa del barco. Inmóvil, espero que toda el agua se bañe de azul y que las aves digan en las ramas por qué son altos los chopos y rumorosas sus hojas. Entonces, cuerpo de barco y de río en la dimensión del hombre, sigo adelante hasta el dorado remanso que las espadas verticales circundan. Allí, tres palmos enterraré mi vara hasta la piedra viva. Habrá un gran silencio primordial cuando las manos se junten con las manos. Después lo sabré todo.
José Saramago (Las pequeñas memorias)
Estas cosas son fáciles de decir, pues las palabras no sienten vergüenza y nunca se sorprenden (14) Imágenes del pasado remoto se agolpan en mi cabeza, y la mitad de las veces soy incapaz de distinguir si son recuerdos o invenciones. Tampoco es que haya mucha diferencia, si es que hay alguna (14) Hay quien afirma, que sin darnos cuenta, nos lo vamos inventando todo, adornándolo y embelleciéndolo, y me inclino a creerlo, pues Madame Memoria es una gran y sutil fingidora (14) Me la debo de estar inventando (14) En mi opinión, los nombres de las mujeres casadas nunca suenan bien. ¿Es porque todas se casan con los nombres equivocados, o, en cualquier caso, con los apellidos equivocados? (17) …y en mi oído resonaban los tins y los plofs de sus tripas en su incesante labor de transubstanciación (18) Ahora me pregunto si ella también estaba enamorada de mí, y esas muestras de gracioso desdén eran una manera de ocultarlo ¿O todo esto no es más que vanidad por mi parte? (25) …y al presenciar todas aquellas cosas sentí el dolor dulce y agudo de la nostalgia, sin objeto pero definida, como el dolor fantasma de un miembro amputado (27) …permanecimos echados boca arriba durante mucho tiempo, como si practicáramos para ser los cadáveres que seríamos algún día (34) …y yo me quedé en medio de la sala, sin ser gran cosa, a duras penas yo mismo. Había momentos como ése, en los que uno estaba en punto muerto, por así decir, sin preocuparse de nada, a menudo sin fijarse en nada, a menudo sin ser realmente en ningún sentido vital (42) El Tiempo y la Memoria son una quisquillosa empresa de decoradores de interiores, siempre cambiando los muebles y rediseñando y reasignando habitaciones (43) En lugar de los tonos de color rosa y melocotón que había esperado –Rubens es en gran parte responsable de ello-, su cuerpo, de manera desconcertante, mostraba una variedad de tonos apagados que iban del blanco magnesio al plata y al estaño, un matiz mate de amarillo, ocre pálido, e incluso una especie de verde en algunos lugares y, en los recovecos, una sombra de malva musgoso (45) ¿Era eso estar enamorado, me pregunté, ese repentino y plañidero viento que te atravesaba el corazón? (62) …no estaba acostumbrado todavía al abismo que se abre entre la comisión de un hecho y el recuerdo de lo cometido (65) …la noche del último día ella ya me había dejado para siempre (75) No todo significa algo (100) Cómo anhelábamos en aquellos años, pasar aunque sólo fuera un día normal, un día en el que pudiéramos levantarnos por la mañana y desayunar sin preocuparnos por nada, leernos fragmentos del periódico el uno al otro y planear hacer cosas, y luego dar un paseo, y contemplar las vistas con una mirada inocente, y luego compartir un vaso de vino y por la noche irnos juntos a la cama (102) Debe de ser difícil acostumbrarse a que no haya nada que hacer (107) A lo largo de los años, los vagabundos, los auténticos vagabundos, han disminuido constantemente en calidad y cantidad (107) Qué frágil resulta este absurdo oficio en el que me he pasado la vida fingiendo ser otras personas, y sobre todo fingiendo no ser yo mismo (119) …tan sólo vulgarmente humana (123) El quinto de los seis cigarrillos que según ella son su ración diaria (143) …participar en una película es algo extraño, y al mismo tiempo no lo es en absoluto; se trata de una intensificación, una diversificación de lo conocido, una concentración en el yo ramificado; y todo eso es interesante, y confuso, y emocionante y perturbador (143) El hecho es que me echó a perder a otras (157) Era, como ya he dicho, todo un género en sí misma (158) Los cisnes, con su belleza estrafalaria y sucia, siempre me dan la impresión de mantener una fachada de indiferencia tras la cual realmente viven una tortura de timidez y duda (173)
John Banville
La aparición de problemas que son en esencial globales, como el deshielo de los casquetes polares, socava cualquier legitimidad que les quede a los estados-nación independientes. Ningún Estado soberano será capaz de librarse por sí solo del calentamiento global. El Mandato del Cielo chino lo confirió el Cielo para resolver los problemas de la humanidad. El Mandato del Cielo moderno lo dará la humanidad para resolver los problemas del cielo, como el agujero de la capa de ozono y la acumulación de gases de efecto invernadero. El color del imperio global bien pudiera ser verde. En 2014, el mundo todavía está fragmentado políticamente, pero los estados cada vez tienen menos independencia. Ninguno de ellos es realmente capaz de ejecutar políticas económicas independientes, de declarar y sostener guerras a su antojo, ni incluso de gestionar sus propios asuntos internos como le plazca. Los estados se hallan cada vez más abiertos a las maquinaciones de los mercados globales, a la interferencia de las compañías y organizaciones no gubernamentales globales, y a la supervisión de la opinión pública global y al sistema judicial internacional. Los estados se ven obligados a amoldarse a los estándares globales de comportamiento financiero, política ambiental y justicia. Corrientes enormemente profundas de capital, trabajo e información remueven y modelan el mundo, con una desatención creciente por las fronteras y las opiniones de los estados. El imperio global que se está forjando ante nuestros ojos no está gobernado por ningún Estado o grupo étnico particulares. De manera muy parecida al Imperio romano tardío, está gobernado por una élite multiétnica, y se mantiene unido por una cultura común e intereses comunes. En todo el mundo, cada vez hay más emprendedores, ingenieros, expertos, eruditos, abogados y gestores que son llamados a unirse al imperio. Tienen que sopesar si responder a la llamada imperial o permanecer leales a su Estado y su gente. Y cada vez son más los que eligen el imperio.
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
Se distinguían ya entre el polvo, pintados en el manto de los ponis, galones y manos y soles nacientes y pájaros y peces de todas clases como una obra vieja descubierta bajo el apresto de un lienzo y ahora se podía oír también sobre el retumbo de los cascos sin herrar el sonido de las quenas, esas flautas hechas con huesos humanos, y en la compañía algunos habían empezado a recular en sus monturas y otros a girar desorientados cuando del lado izquierdo de los ponis surgió una horda de lanceros y arqueros a caballo cuyos escudos adornados con añicos de espejos arrojaban a los ojos de sus enemigos un millar de pequeños soles enteros. Una legión de horribles, cientos de ellos, medio desnudos o ataviados con trajes áticos o bíblicos o de un vestuario de pesadilla, con pieles de animales y con sedas y trozos de uniforme que aún tenían rastros de la sangre de sus anteriores dueños, capas de dragones asesinados, casacas del cuerpo de caballería con galones y alamares, uno con sombrero de copa y uno con un paraguas y uno más con medias blancas y un velo de novia sucio de sangre y varios con tocados de plumas de grulla o cascos de cuero en verde que lucían cornamentas de toro o de búfalo y uno con una levita puesta del revés y aparte de eso desnudo y uno con armadura de conquistador español, muy mellados el peto y las hombreras por antiguos golpes de maza o sable hechos en otro país por hombres cuyos huesos eran ya puro polvo, y muchos con sus trenzas empalmadas con pelo de otras bestias y arrastrando por el suelo y las orejas y colas de sus caballos adornadas con pedazos de tela de vistosos colores y uno que montaba un caballo con la cabeza pintada totalmente de escarlata y todos los jinetes grotescos y chillones con la cara embadurnada como un grupo de payasos a caballo, cómicos y letales, aullando en una lengua bárbara y lanzándose sobre ellos como una horda venida de un infierno más terrible aún que la tierra de azufre de cristiana creencia, dando alaridos y envueltos en humo como esos seres vaporosos de las regiones incognoscibles donde el ojo se extravía y el labio vibra y babea. Oh Dios, dijo el sargento.
Cormac McCarthy (Blood Meridian, or, the Evening Redness in the West)
Las asociaciones de defensa del animal reaccionan igual que mi madre: defienden al animal grandote (la ballena, el elefante, el gorila), defienden al amistoso (el perro, el gato siamés, el potrillo), al animal que es bello (el tigre de bengala, el oso polar) y sobre todo luchan por la defensa del animal blanco y negro (el pingüino, la orca, el oso panda). Los ecologistas están enamorados de los animales blancos y negros. Si los osos panda fueran verdes con pintitas amarillas les tendrían asco, los pisarían en la ruta. Pero en cambio viajan kilómetros para sacarle las manchas de petróleo a un pingüino, no sea cosa que les cambie el color. Hay otros animales a los que no les dan tanta importancia: su muerte no les preocupa. Su sufrimiento, muchísimo menos. No sienten sensibilidad por los animales sin huesos (la mosca, la medusa, el bicho bolita), tampoco por los que son ricos después del fuego (la ternera, el chancho, el pollo), y mucho menos por los que no gritan cuando se están muriendo o los están matando (el bagre, la cucaracha, la culebra).
Anonymous
Il pensiero critico può iniziare da fatti piccolissimi. Anche dal colore. Magari insegnando ai bambini che il verde si può fare mischiando il blu con il giallo. Si può. Funziona. È una delle grandi conquiste della storia umana. Ma non è l'unico modo di fare il verde. Non è la verità.
Riccardo Falcinelli (Cromorama: Come il colore ha cambiato il nostro sguardo)
Los pastizales se bamboleaban con el viento cuando salimos y parecía la pampa un mar de dos colores: cuando se dejaban vencer los tallos, era blanca y destellaba como espuma; cuando volvían a su posición inicial, era verde y fulguraban los distintos tonos de los pastos, que parecían brotes tiernos aunque ya casi nada brotaba. Más bien volvía todo a la tierra haciéndose marrón, iba del verde claro, el amarillo, el oro y el ocre a la caída. Otra vez respirábamos, como si hubiéramos salido de una cueva, como si el aire de la estancia hubiera sido turbio, pesado [...].
Gabriela Cabezón Cámara (Las aventuras de la China Iron)
También le dio nuevos colores a la nueva nación: verde, el color tradicional de los Braganza, y amarillo, en homenaje a su esposa porque era el color principal de la casa de Habsburgo.
Javier Moro (El Imperio eres tú)
Pasaron las grandes extensiones de Guanacaste. Potreros planos, pastizales con árboles en el medio. No había vestigios de guerra, no había militares ni retenes en la carretera. No había marcas de bala, no había uniformes color verde olivo.
Alonso Munoz (Al sur de los recuerdos (Spanish Edition))
A sombra das roças é macia e doce, é como uma carícia. Os cacaueiros se fecham em folhas grandes que o sol amarelece. Os galhos se procuram e se abraçam no ar, parecem uma única árvore subindo e descendo o morro, a sombra de topázio se sucedendo por centenas e centenas de metros. Tudo nas roças de cacau é em tonalidades amarelas, onde, por vezes, o verde rebenta violento. De um amarelo aloirado são as minúsculas formigas pixixicas que cobrem as folhas dos cacaueiros e destroem a praga que ameaça o fruto. De um amarelo desmaiado se vestem as flores e as folhas novas que o sol pontilha de amarelo queimado. Amarelo são os frutos novos que secaram ao calor demasiado. Os frutos maduros lembram lâmpadas de oiro de catedrais antigas, fulgem com um brilho resplandecente aos raios do sol, que penetram a sombra das roças. Uma cobra amarelas – jma “papa-pinto” – acalenta o sol na picada aberta pelos pés dos lavradores. E até a terra, barro que o verão transformou em poeira, tem um vago tom amarelo, que se prende e colore as pernas nuas dos negros e dos mulatos que trabalham na poda dos cacaueiros. Dos côcos maduros se derrama uma luz doirada e incerta que ilumina suavemente pequenos ângulos das roças. O sol que se filtra através das folhas desenha no ar colunas amarelas de poeira, que sobem para os galhos e se perdem além, por cima das folhas mais altas. Os juparás, macacos plantadores de cacau, pulam de galho em galho, numa algazarra, sujando o oiro dos cacaueiros com seu amarelo fosco e sujo. A “papa-pinto” desperta, estira seu dorso cor de gema de ovo , parece uma vara de metal que fosse flexível. Seus olhos amarelos de cobiça fitam os macacos que passam, bando buliçoso e alegre. Caem gotas de sol através dos cacaueiros. Vão rebentar em raios no chão, quando batem nas poças de água lhe dão um colorido de rosa chá. Como se houvesse uma chuva de topázio caindo do céu, virando pétalas de rosa chá no chão de poeira ardente. Há todos os tons de amarelos na tranquilidade da manhã nas roças de cacau.
Jorge Amado (São Jorge dos Ilhéus)
Los colores de las cosas. Eso era lo primero que le llamaba la atención a Marina al volver a Europa. Llevaba un año sin salir de África, donde, a pesar de la pobreza extrema, todo parecía pintado de colores alegres, naranjas, verdes, amarillos... Al poner un pie en el aeropuerto de Fráncfort, el mundo parecía apagarse.
Cristina Campos (Pan de limón con semillas de amapola)
Todo el mundo alaba el atractivo de los ojos verdes y azules, pero los ojos cafés de Davis tenían una profundidad que los colores claros no alcanzan, y su manera de mirarme me hacía sentir que también en mis ojos cafés había algo que valía la pena
Mil veces hasta siempre - John Green
Cuando quieres volar de verdad primero sientes miedo. Y el miedo te da frío, mucho frío, porque no sabes si vas a regresar. Para que se te quite el miedo tienes que imaginar el mundo. Un mundo donde nadie habla. Y luego tienes que escuchar el viento. Es como una música que apenas y se oye. Entonces debes pensar en las nubes. Nubes como camino, nubes de muchos colores, rojas, amarillas, azules, verdes. Nubes que te empujan y te llevan alto, muy alto, cada vez más alto. Y cuando crees que ya estás en el cielo debes imaginar el silencio. Como si fuera una luz, una inmensa luz blanca que te invade, te llena todo: los ojos, el cuerpo, los pensamientos. Y entonces, sólo entonces, puedes volar.
María Baranda (Marte y las princesas voladoras)
Mi madre me leyó el pensamiento. Llevó al Monte de Piedad, como había hecho otras veces, su brazalete de metal blanco y amarillo, después de haberlo lustrado a conciencia con un paño para que brillara, y su abrigo de piel, probablemente de conejo, muy gastado. Esto le permitió comprarme una falda acampanada y un conjunto formado por una rebeca y un jersey de cuello redondo, de orlón color verde Nilo. Guardé aquel conjunto durante años, con celo, a pesar de que el tejido de fibra sintética, con los lavados, se volvió cada vez más largo y más ancho, hasta deformarse del todo. También verde agua se llamaba aquel color, que para mí es aún hoy el color del amor.
Marisa Madieri (Verde agua)
y compró para mi abuela un servicio de platos, tasas y vasos de vidrio color verde que ella usó a diario por casi treinta años. Eran Duralex, una marca francesa establecida en 1945 que se puso de moda en los años sesenta pues garantizaba que sus productos de vidrio templado eran indestructibles («el acero del vidrio», decía su publicidad).
Cristóbal Marín (Atacama fantasma: Viaje a la memoria del desierto)
abertura por la que entraba un tenue resplandor de color verde. Pero estaba demasiado alta y era demasiado pequeña para que él pudiera atravesarla. Trollino se rascó la barbilla pensativo. Willy ladró de inmediato y su amo descubrió que el cachorro movía la cola nerviosamente mientras miraba hacia la abertura. —¿Quieres que te suba ahí? —sugirió Trolli. Willy respondió con un ladrido.
Mikecrack (Las Perrerías de Mike 1. Mikecrack y la Estrella Maldita)
...mi ritrovavo a terra e una voce di ragazza rideva in un tintinnio argentino. Mi alzai e lei era davanti a me, la mela d’oro ancora stretta tra le dita delicate. La sua pelle era un diamante liquido, un cristallo levigato che scorreva e si rimodellava e rubava il colore al mondo tutt’intorno: oro dalla mela per tingere di giallo e scintille le mani, verde dall’erba su cui posavano i suoi piedi, grigio e vermiglio dal sole che tramontava tra le nubi all’orizzonte attraverso il suo corpo, azzurro dal cielo per colorare i capelli che sembravano spuma marina. Era nuda, minuta e flessuosa. Ed era bella, estremamente bella. La bellezza terribile che hanno gli angeli e le catastrofi. Mi guardò sorridendo, poi mosse un passo che era anche un volteggio e mi prese per mano, come se volesse danzare con me. Ma io non mi mossi «Questo è un sogno…» Lei rise di nuovo, una risata sincera che trasmetteva gioia. «Sì, come tutto ciò che hai vissuto fino ad ora.» La fissai negli occhi, e fu come guardare nel cuore nucleare di due stelle in procinto di esplodere. Distolsi subito lo sguardo, ma la vertigine non si fermò.
Luca Tarenzi (Il sentiero di legno e sangue)
obstáculos. Ramiro contempló con angustia como el sol desaparecía en lontananza; no tendrían mucho tiempo para contemplar la puesta desde lo alto. Un claxon alteró entonces la soledad del paraje y vieron pasar un coche negro que casi los echó a la cuneta. —Desgraciados... ni siquiera aquí nos podemos librar de los domingueros al volante —masculló Ramiro. Laura prefirió guardar silencio. No quería arruinar el día. Finalmente llegaron a la cumbre de la colina. La vista era espectacular. Había merecido la pena subir hasta allí. Se podía contemplar el valle tapizado de diversos tonos de verde, mezclado con el gris del camino asfaltado que serpenteaba hasta llegar a la cima. A lo lejos divisaron un pantano, mientras el sol desaparecía poco a poco a sus espaldas. Se dieron la vuelta, extasiados ante el espectáculo del astro ocultándose entre las montañas de Gredos, con el pico del Moro Almanzor irguiéndose majestuoso entre el resto de cumbres montañosas.
Armando Rodera (El color de la maldad (Inspector Bermejo, #1))
Gli occhi di Emilio diventano ancora più grandi quando inizio a spezzare le matite colorate. Una alla volta. “Mio fratello si chiama Jonah,” dico mentre spezzo il viola e l’arancione. “Ha i capelli biondi e gli occhi marroni. Lo conosci?” Spezzo il nero. Spezzo il bianco. Spezzo il verde. Spezzo il giallo e il rosso in un colpo solo. “Che stai facendo?” dice lui, basito. “Mio fratello si chiama Jonah. Lo conosci?” Emilio annuisce. “La prossima volta che piangerà a causa tua, tornerò a spezzare gli altri colori, intesi?” Lascio le metà superiori dei colori spezzati sul banco, e prendo le altre per infilarle in tasca. “Questi ora sono suoi. Non potrai rubarglieli, e non potrai più rovinare i suoi disegni. Capito?” “Tu non sei la maestra. Solo la maestra può-" “Io sono la sorella del bambino che hai fatto piangere,” sibilo, afferrandolo per il mento. “Sai che cos’è una sorella? E’ una persona che viene a spezzarti i colori se fai piangere di nuovo Jonah.
Alessia Esse (Segreto (La Trilogia di Lilac, #2))
Negro para la caza durante la noche El color blanco para la muerte y el luto Oro para una novia en su vestido de boda Y el rojo para deshacer encantamientos. Seda blanca cuando nuestros cuerpos se queman, Banderas azules cuando lo perdido regresa. Flamas por el nacimiento de un Nefilim, Y para lavar nuestros pecados. Gris por el mejor conocimiento jamás dicho Hueso para aquellos que no envejecen. El azafrán ilumina la marcha de la victoria, El verde reparará nuestros corazones rotos. Plata para las torres de los demonios, Y el bronce para convocar los poderes malvados.
Cassandra Clare (City of Heavenly Fire (The Mortal Instruments, #6))
Los niños Alfas visten de color gris. Trabajan mucho más duramente que nosotros porque son terriblemente inteligentes. De verdad me alegro muchísimo de ser Beta porque no trabajo tanto. Y, además, nosotros somos muchos mejores que los Gammas y los Deltas. Los Gammas son tontos. Todos visten de color verde, y los niños Delta visten todos de caqui. ¡Oh, no, yo no quiero jugar con niños Delta! Y los Epsilones todavía son peores. Son demasiado tontos para poder leer o escribir. Además, visten de negro, que es un color repugnante. Me alegro mucho de ser un Beta.
Aldous Huxley (Brave New World)
Antes del antes, en los tiempos de la infancia del mundo, cuando no había colores ni sonidos, ellas, las algas azules, ya existían. Echando oxígeno, dieron color a la mar y al cielo. Y un buen día, un día que duró millones de años, a muchas algas azules se les dio por convertirse en algas verdes. Y las algas verdes fueron generando, muy poquito a poco, líquenes, hongos, musgos, medusas y todos los colores y los sonidos que después vinieron, vinimos, a alborotar la mar y la tierra. Pero otras algas azules prefirieron seguir siendo como eran. Así siguen estando.
Anonymous
—Adelante, pues. Música y magia. Triunfo y delirio. Pensad. ¿Qué necesita nuestra historia? ¿Qué elemento vital le falta? —Mujeres, Reshi —saltó Bast—. Hay una escasez tremenda de mujeres. Kvothe sonrió. —«Mujeres» no, Bast. Una mujer. La mujer. —Kvothe miró a Cronista—. Has oído cosas sueltas, no lo dudo. Yo te contaré la verdad sobre ella. Aunque temo no estar a la altura del reto. Cronista cogió la pluma, pero antes de que la mojara en el tintero, Kvothe levantó una mano. —Antes de empezar, dejadme decir una cosa. He relatado historias en el pasado, he pintado imágenes con palabras, he contado grandes mentiras y verdades aún más duras. Una vez le canté los colores a un ciego. Toqué durante siete horas, pero al final me dijo que los veía: verde, rojo y dorado. Creo que eso fue más fácil que lo que intento hacer ahora. Tratar de que la entendáis describiéndola solo con palabras. Vosotros nunca la habéis visto ni habéis oído su voz. No podéis entenderlo. Kvothe le hizo una seña a Cronista para que cogiera la pluma. —Aun así, lo intentaré. Ella está ahora en los bastidores, a punto de salir a escena. Preparemos el escenario para su entrada…
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
Se dice que en una de las lenguas habladas por los indígenas de américa del sur, tal vez en la amazonia, existen más de veinte expresiones, unas veintisiete, creo recordar, para designar el color verde. Comparado con la pobreza de nuestro vocabulario en esta materia, parecerá que sería fácil para ellos describir los bosques en que viven, en medio de todos esos verdes minuciosos y diferenciados, apenas separados por sutiles y casi inaprensibles matices.
José Saramago (Ensayo sobre la ceguera / El viaje del elefante / Caín y el primer capítulo inédito del libro perdido Claraboya: Biblioteca Saramago (Pack 3 ebooks))
(Fragmento de El fantasma de Harlot(una historia novelada de la CIA), Norman Mailer ,1991) En muchos vecindarios, sin embargo, las calles son pacíficas y fantasmales. La otra parte del mundo podrá avanzar vertiginosamente, pero no en una pobre manzana de casuchas destartaladas donde el único vehículo que se ve es un viejo Chevrolet color oliva pardusco, con brillantes manchones amarillos y naranjas. Es tanto el silencio, que me siento como si se estuviera en un bosque. No muy lejos hay un muchacho con un suéter amarillo, del mismo tono de los manchones amarillos del viejo coche oliva pardusco. Otro automóvil viejo, en otra calle vieja, está alzado sobre un gato por la parte delantera, con el capó tan abierto que parece un pato graznando. Lo han pintado de un azul sucio, brillante. En un viejo balcón han puesto ropa a secar. Te aseguro, Kittredge, que una de las camisas tiene el mismo tono azul sucio del coche. Creo que cuando un país permanece protegido de las tormentas de la historia, los fenómenos más pequeños adquieren prominencia. En una pradera de Maine, protegida de los vientos, las flores silvestres surgen en los lugares más extraños, como si su único propósito fuera deleitar los ojos. Aquí, a todo lo largo de un edificio bajo, común y corriente, del siglo XIX, veo una paleta continua de piedra y estuco: marrón y marrón grisáceo, aguamarina, gris oliva y mandarina. Luego, lavanda. Tres piedras fundamentales, en tonos rosados. Así como los coches reflejan los sedimentos de antiguas latas de pintura, bajo el omnipresente hollín ciudadano está este otro despliegue más sutil. Empiezo a sospechar que esta gente mira sus calles con un ojo interior; si han pintado un letrero de verde musgo, entonces allí, en el extremo de la calle, alguien decide pintar una puerta con el mismo tono de verde. El tiempo y la suciedad, la humedad y el yeso descascarillado contribuyen a dar colorido a la vista. Las viejas puertas empalidecen hasta que ya no es posible determinar si el original era azul o verde o de algún misterioso tono de gris que reflejaba la luz del follaje de la primavera. Recuerda que aquí, en el hemisferio Sur, octubre es como nuestro abril. En la Ciudad Vieja, en una calle que baja hasta el borde del agua, la playa, gris como la arcilla, está desierta. Al fondo, se ve una plaza vacía con una columna solitaria que se recorta contra el mar. ¿Podrán haber seleccionado el lugar para demostrar que De Chirico sabe pintar? En estos paisaje desolados, a menudo se ve una figura solitaria vestida de luto
Ezequiel de Rosso
Negro para la caza durante la noche El color blanco para la muerte y el luto Oro para una novia en su vestido de boda Y el rojo para deshacer encantamientos. Seda blanca cuando nuestros cuerpos se queman, Banderas azules cuando lo perdido regresa. Flamas por el nacimiento de un Nefilim, Y para lavar nuestros pecados. Gris por el mejor conocimiento jamás dicho Hueso para aquellos que no envejecen. El azafrán ilumina la marcha de la victoria, El verde reparará nuestros corazones rotos. Plata para las torres de los demonios, Y el bronce para convocar los poderes malvados.
Cassandra Clare (City of Heavenly Fire (The Mortal Instruments, #6))
¿Sabía él que Selene iba a llamarse Selena y que su nombre era fruto de una confusión en el certificado de nacimiento? ¿Sabía que el color de sus ojos cambiaba según la estación del año, y que eran verdes en verano y castaños en otoño? ¿Sabía que odiaba a Meg Ryan o que su sabor de helado favorito era el de cereza? ¿Acaso sabía él que su película favorita era La princesa prometida? No, Mario Losilla no sabía lo afortunado que era de tener a una chica como ella.
Manu Riquelme, Videoclub 84
¿Sabía él que en realidad Selene iba a llamarse Selena y que su nombre era fruto de una confusión en el certificado de nacimiento? ¿Sabía que el color de sus ojos cambiaba según la estación del año, y que eran verdes en verano y castaños en otoño? ¿Sabía que odiaba a Meg Ryan o que su sabor de helado favorito era el de cereza? ¿Acaso sabía él que su película favorita era La Princesa Prometida? No, Mario Losilla no sabía lo afortunado que era de tener a una chica como ella.
Manu Riquelme, Videoclub 84
Todo el valle, desde la montaña de diamante hasta el abrupto despeñadero de granito ocho kilómetros más allá, aún despedía un soplo dorado que flotaba perezosamente sobre la soberbia expresión de prados, lagos y jardines. Grupos de olmos formaban por doquier delicados bosquecillos de sombra, en raro contraste con las duras masas de los pinares que se aferraban a las colinas como puños de color verde azulado y oscuro.
Francis Scott Fitzgerald
La ventana se asomaba entre la densa vegetación, y las cimas de los árboles se agitaban por el viento. De vez en cuando, se escuchaba cantar a un pájaro, quizás a un tordo. A lo lejos, los montes estaban envueltos en niebla mientras sutiles bancos de nubes vagaban perezosos al fondo del cielo color verde jade. A fuerza de observarlo, parecía que el tiempo quisiese pararse.
Satoshi Yagisawa (Mis días en la librería Morisaki)
y un entusiasmo de cabrones inútilmente griegos hincha los pechos de los pinos honrados cada uno tiene un jarro de agua sí un jarro de agua y sonríe como un planeta bien vestido semejante a un rascacielos a un presidiario a una sardina yo ando cantando recantando contracantando con mis papales subterráneos mis pantalones rojos mi sombrero amarillo mis alpargatas verdes y mi chaqueta transparente color dios y mi voz negra espesa como aguardiente de cadáver
Pablo de Rokha
Los hombres de ciencia proponen como ilustración para ver los efectos del aumento de vibración una rueda girando con gran rapidez. Supongamos primeramente que la rueda gira lentamente. Entonces diríamos que es un «objeto». Si el objeto gira lentamente lo podremos ver fácilmente, pero no sentimos el menor sonido. Aumentándose gradualmente la velocidad en pocos momentos se hace ésta tan rápida que comienza a oírse una nota muy baja y grave. Conforme sigue aumentando la velocidad la nota se va elevando en la escala musical, y así se van distinguiendo unas tras otras las diversas notas conforme aumenta la velocidad de rotación. Finalmente, cuando el movimiento ha llegado a cierto límite se llega a la última nota perceptible por el oído humano, y si la velocidad aumenta aún, sigue el mayor silencio. Nada se oye ya, pues la intensidad del movimiento es tan alta que el oído humano no puede registrar sus vibraciones. Entonces comienzan a percibirse poco a poco sucesivos grados de color. Después de un tiempo el ojo comienza a percibir un oscuro color rojo. Este rojo va haciéndose cada vez más brillante. Si la velocidad sigue aumentando el rojo se convertirá en anaranjado, el anaranjado en amarillo. Después seguirán sucesivamente matices verdes, azules y añil, y finalmente aparecerá el matiz violeta. La velocidad se acrecienta más aún: entonces desaparece todo color, porque el ojo humano ya no puede registrarlos. Pero ciertas radiaciones humanas emanan del objeto en revolución: los rayos que se usan en la fotografía y otras radiaciones sutiles de la luz. Después comienzan a manifestarse los rayos conocidos bajo el nombre de X, y más tarde empiezan a emanarse electricidad y magnetismo.
Three Initiates (El Kybalión (Spanish Edition))
Las observaciones de su esposa le hicieron sentir un gran disgusto por el verde intenso de las hojas. Sin los yatsude, el cerezo se erigía solo, extendiendo sus ramas en todas direcciones. Bastante se había expandido a pesar de que aquel yatsude lo asfixiaba. Estaba tan cargado de flores que uno se preguntaba cómo podía sostenerlas; estas flotaban en medio de la luz del atardecer. Ni la silueta del árbol ni su color eran particularmente definidos, pero uno sentía que colmaban el cielo. Las flores estaban en todo su esplendor. Dolía pensar que iban a caer.
Yasunari Kawabata (The Sound of the Mountain)
Per a mi els Balcans són un color, no un topònim. Els noms s’obliden més fàcilment, només cal que t’omplis de paraules estranyes, de mapes estranys, i de les lletres que desapareixen com el sucre a la llengua. Però els colors romanen, com pampallugues sota les parpelles, encara que hagi abandonat el sentimentalisme a casa la mare, fa molt de temps. Els colors no s’esborren amb quilòmetres. Un matís verd i feixuc, com els pebrots oblidats, secs i pansits, que ja no serveixen per nodrir ningú. Un marró trist que serpenteja com un riu mort després de l’apocalipsi. El color d’una mòmia devorada pels cucs. S’entreveuen les empremtes de les botes, encara que sigui impossible veure-les des d’aquesta altura. Tan sols és un miratge. Centenars de botes sobre la terra batuda. I els matolls, tumors d’un erd pàl·lid vora el riu, matolls cansats, però encara silvestres, cadascun amb el seu signe d’interrogació a sobre. Hi va morir algú, aquí? Algú hi va matar, aquí?
Lana Bastašić (Catch the Rabbit)
El río aquel, que junto a la huerta de mi prima pasaba profundo, doblándose en deliciosos recodos, con las orillas llenas de juncos y de fango... en primavera corría turbio, cargado de semillas de árboles y de imágenes de frutales florecidos. En verano se llenaba de sombras verdes que temblaban entre mis brazos al nadar... Si me dejaba arrastrar por la corriente, aquellas sombras se cargaban de reflejos sobre mis ojos abiertos. En los crepúsculos el agua tomaba un color rojo y ocre.
Carmen Laforet (Nada)
Una vez le canté los colores a un ciego. Toqué durante siete horas, pero al final me dijo que los veía: verde, rojo y dorado. Creo que eso fue más fácil que lo que intento hacer ahora. Tratar de que la entendáis describiéndola solo con palabras. Vosotros nunca la habéis visto ni habéis oído su voz. No podéis entenderlo.
Patrick Rothfuss
El espectro de colores era complicado, como lo eran las emociones, y distinto tonos de un color significaban cosas diferentes. Para simplificarlo, digamos que las emociones positivas siempre eran de colores, variando de brillante a pastel. Las emociones negativas eran de distintos tonos de negro, con unas cuantas excepciones. La envidia era verde. El orgullo era púrpura. Y la lujuria era roja. Esa era de las populares.
Wendy Higgins (Sweet Evil (Sweet, #1))
Es normal que los niños rechacen alimentos amargos o de color verde como la mayoría de las verduras porque, a nivel instintivo, el cerebro sabe que muchos alimentos se oscurecen y adquieren un sabor amargo cuando están putrefactos o en mal estado.
Álvaro Bilbao (El cerebro del niño explicado a los padres)
«DEMOSTRACIÓN INTERPOLATIVA DEL HECHO DE QUE NO EXISTE UN LENGUAJE PRIVADO A veces resulta tentador imaginar que puede existir un lenguaje privado. Muchos de nosotros tenemos tendencia a filosofar, sin ser expertos en la materia, sobre la extraña privacidad de nuestros estados mentales, por ejemplo. Y a partir del hecho que cuando me duele la rodilla yo soy el único que lo siente es tentador sacar la conclusión de que para mí la palabra «dolor» tiene un significado interno subjetivo que solamente puedo entender yo. Esta línea de pensamiento se parece al terror que siente el fumador adolescente de marihuana a que su experiencia interior sea al mismo tiempo privada y no verificable, un síndrome que se conoce técnicamente como Solipsismo Cannábico. Mientras come galletas Chips Ahoy! y sigue con mucha atención un campeonato de golf por la tele, al fumador adolescente de marihuana se le ocurre la posibilidad aterradora de que, p. ej., lo que él percibe como el color verde y lo que el resto de la gente llama «color verde» puedan de hecho no ser la misma experiencia de color en absoluto: el hecho de que tanto él como otra persona digan que son verdes los carriles del campo de golf de Pebble Beach y la luz verde de un semáforo parece garantizar únicamente que existe una consistencia semejante en sus experiencias de los colores de los carriles de los campos de golf y de las luces verdes de los semáforos, no que la cualidad subjetiva real de esas experiencias de color sea la misma. Podría ser que lo que el fumador de marihuana experimenta como verde lo experimenten todos los demás como azul, y que lo que «queremos decir» con la palabra «azul» a lo que «quiere decir» él cuando dice «verde», etcétera, etcétera, hasta que da la línea de pensamiento se vuelve tan controvertida y agotadora que termina repantingado bajo un manto de migas de galleta y paralizado en su sillón. Lo que quiero decir con esto es que la idea de un lenguaje privado, igual que la idea de los colores privados y todas las demás presunciones solipsistas que este mismo reseñista ha sufrido en varias ocasiones, es al mismo tiempo producto de una ilusión y demostrablemente falsa.»
David Foster Wallace (Consider the Lobster and Other Essays)
SALSA VERDE. A sauce made primarily of finely minced Italian parsley and cured anchovies... it is often a garnish for grilled meat or vegetable dishes... and is considered a staple sauce in Italian cuisine. "What was he thinking? This was supposed to be a Japanese dish! Making something Italian means he automatically fails!" "No, he does not. This salsa wasn't made from cured anchovies. Instead, it primarily uses uruka, a specific type of shiokara sauce made from sweetfish. *Shiokara is salted, fermented fish viscera.* Uruka typically requires over a week to make. However, this is an "instant" version, is it not?" "Correct! Wash sweetfish viscera and boil them in saké for two minutes. Then flavor with soy sauce, salt and mirin. The result is a quickly made, yet still rich and appropriately bitter, uruka. "Instant uruka?!" "I didn't know that was possible!" "That wasn't the only place he was creative. Instead of parsley, he minced Japanese perilla leaves and green onion to give it a bright green color and refreshing kick. And since garlic is hardly used in traditional Japanese cuisine, he chose yuzukosho, a seasoning made from chili peppers, yuzu fruit peels and salt, to give it a distinctly Japanese flavor." "Exactly. With instant uruka as its base... ... I made a Japanese-style salsa verde!
Yūto Tsukuda (Food Wars!: Shokugeki no Soma, Vol. 3)
Do you make pizza dough?" "Yes." "This is the same thing. Very easy." When the yeast was foamy, she added flour, olive oil, and salt and handed me a large wooden spoon. "Now you stir it hard until it comes together. Then we knead." She floured the counter and I stirred until the ingredients came together and then turned the dough mass out onto the flour. Rosa divided it in half and we each kneaded a piece until it was smooth. We shaped them into balls, and Rosa covered them with a kitchen towel. "Now we prepare the fillings," she said. She went into a large pantry and returned with a basket filled with Italian salamis, ham, cheeses, red bell peppers, broccoli rabe, and fresh arugula. Just as Sally had said on the promotion show, "Casey Costello was cooking right in the kitchen with a real Italian," but it was no different from cooking with Mom or Nonna. The ingredients were the same, and Rosa, like my mother and grandmother, used no recipes. She knew her way around her ingredients and seemed pleased that I did as well. I realized that more than the country, more than the language, the food connected me to my heritage. I oiled the peppers and put them in a hot oven to roast. When they were charred, I removed the stems and seeds and cut them into thin strips. I laid them on a dish and put a little olive oil, salt, and vinegar on them. She peeled the stems of the broccoli rabe then cut it into two-inch pieces before blanching it for a minute and then sautéing it with olive oil, garlic, and hot pepper. I washed the arugula, removed the tough stems, and dried it. We put the fillings on platters. The colors were dynamite.
Nancy Verde Barr (Last Bite)
A Lázár le gustaba mucho El sueño, una obra de teatro de Strindberg. ¿La conoces? Yo nunca la he visto. Él citaba a menudo algunas líneas o resumía alguna escena. Decía que en ese drama hay un personaje cuyo mayor deseo es que la vida le conceda una caja de pesca verde, ya sabes, una de esas cajitas de color verde en las que los pescadores guardan hilo, anzuelos y cebo. El personaje envejece, le pasa la vida por encima y, por fin, un día los dioses se apiadan de él y deciden regalarle la caja de pesca... Y entonces el personaje, con el tan deseado presente en las manos, se acerca al proscenio, observa durante un buen rato la cajita y luego, con profunda tristeza, dice: «No era este verde...»
Sándor Márai (La mujer justa)
Las provincias tenían un gran comercio. Córdoba surtía de bayetas, frazadas finas ordinarias, ponchos, de unas alfombras que decían ‘chuses’ y eran los que tenían en los cuartos para abrigo, porque las alfombras para las salas solo venían por encargo. De Corrientes venían unos lienzos que les decían tucuyos, costaba dos reales la vara y era de lo que se vestía la gente pobre; porque el género blanco más ordinario costaba un peso y seis reales”. Quien escribe es Mariquita Sánchez de Thompson, luego de Mendeville, quien a pedido de Santiago de Estrada hará esta enumeración en su Recuerdos del Buenos Aires virreinal: “En las provincias había industrias; en Buenos Aires ninguna. De Mendoza venían alfombras para ir a la iglesia, hechas allí con mucho ingenio. También hilaban las lanas y las teñían de los colores más hermosos y hacían las alfombras de relieve, lo que era muy estimado. Venía de Mendoza mucha cantidad de frutas secadas riquísimas. Las pasas de uvas secas a la sombra eran muy estimadas; tenían todo el gusto y eran verdes a la vista. Traían ricos dulces muy apreciados entonces, sobre todo, por ser de frutas como guindas y ciruelas, que había muy pocas. Traían aceitunas muy ricas, compuestas y secas como las francesas. Muchas almendras y nueces; arropes, que eran unos dulces hechos con higos en lugar de azúcar. Traían vinos de varias clases, preferidos por el pueblo al carlón, que era el vino que se traía para el consumo, desde España. Venían de San Juan tropas de mulas con barriles de vino fuerte, imitando al Madeira, muy claro, pero con mucho aguardiente. De Córdoba venían también muy ricos dulces y cosas de azúcar, hechas de un modo muy original: tazas, zapatos, muñecas, confites, cosas muy estimadas. Venían de Salta ricos pañuelos bordados de Cambray, era cosa muy apreciada y celebrada como regalo”. Que a nadie escape el “en Buenos Aires ninguna”. Allí no se producía, sino que se contrabandeaba y se recaudaba de la Aduana, además de vender lo que casi espontáneamente generaban la agricultura y la ganadería. Esas diferencias entre el puerto que crecía a favor del comercio ultramarino y las provincias que debían adaptarse a novedosas circunstancias que las desfavorecían, pues los intercambios comerciales ya no tendrían como eje el camino entre Lima y Buenos Aires, instituyen un conflicto que atraviesa la historia argentina, irresuelto hasta hoy.
Pacho O'Donnell (Breve historia argentina. De la Conquista a los Kirchner (Spanish Edition))
Ci sono stagni, nel deserto di Sonora. Potresti finirci dritto in mezzo e non saperlo, perché di solito sono asciutti. Non sospetteresti mai l'esistenza di rane addormentate pochi centimetri sotto i tuoi piedi, il battito del cuore rallentato a un paio di pulsazioni al minuto. Dormono e aspettano, quelle rane del fango, perché senz'acqua la loro vita non è completa. Per lunghi mesi dormono sottoterra. Finché arriva la pioggia. E allora centinaia d'occhi sbucano dal fango, centinaia di voci risuonano ogni notte sull'acqua. Fu uno spettacolo meraviglioso assistere al risveglio di noi rane del fango, vivere quel risveglio. Piccoli gesti, parole, empatie credute ormai estinte tornarono in vita. Per anni, le facce estranee incrociate nei corridoi avevano ricevuto solo sguardi corrucciati; ora guardavamo, salutavamo, sorridevamo. Se qualcuno prendeva un bel voto, anche altri gioivano. Se qualcuno si storceva una caviglia, anche altri soffrivano. Scoprimmo quale colore avessero gli occhi degli altri. Fu Stargirl a guidare quella ribellione: una ribellione per invece che contro. Per noi stessi. Per le rane assopite che eravamo stati così a lungo. Ragazzi taciturni prendevano la parola nelle discussioni in classe. La rubrica "Lettere all'Editore" riempì un'intera pagina dell'edizione di dicembre del giornale scolastico. Un ragazzo fondò un'associazione di fotografi dilettanti. Un altro arrivò a scuola coi mocassini invece che con le scarpe da ginnastica. Una ragazza timida e insignificante si dipinse di verde fluorescente le unghie dei piedi. Un ragazzo si tinse i capelli color porpora.
Jerry Spinelli (Stargirl (Stargirl, #1))
No sé si bastaba mirar la vida por la gracia de la luz de los relámpagos. Quizás nombraría el mar desnudo y a nadie haría daño el color verde azul de la lejanía.
Juan Carlos Murphy (Abrigado de Estrellas)
Uno de los principales desvelos de los colombianos fue siempre la búsqueda de la corrección en el lenguaje. A ello se debe la vaga fama de hablar el mejor español en el continente, que más bien revela una larga persistencia del modelo colonial, una enorme resistencia a la incorporción de aportes originales, una fijación en el culto de la metrópoli y la entronización de lo castizo como canon inapelable.
William Ospina (Colombia, donde el verde es de todos los colores)
La ideología oficial que impera en Colombia, la que rige la mentalidad de sus dirigentes y orienta el discurso de sus grandes medioss de comunicación, ha seguido presa de ese lamentable discurso colonial que solo vio sus paradigmas en las metrópolis, que centró su dinámica en la imitación de modelos ilustres, que se sintió siempre en una región marginal del mundo, y giró siglo a siglo como una luna febril alrededor de los viejos centros de la esfera: la Corona española, el Vaticano, la Revolución francesa, el mercantilismoo inglés, el industrialismo y el consumismo de los Estados Unidos.
William Ospina (Colombia, donde el verde es de todos los colores)
La ideología oficial que impera en Colombia, la que rige la mentalidad de sus dirigentes y orienta el discurso de sus grandes medios de comunicación, ha seguido presa de ese lamentable discurso colonial que solo vio sus paradigmas en las metrópolis, que centró su dinámica en la imitación de modelos ilustres, que se sintió siempre en una región marginal del mundo, y giró siglo a siglo como una luna febril alrededor de los viejos centros de la esfera: la Corona española, el Vaticano, la Revolución francesa, el mercantilismoo inglés, el industrialismo y el consumismo de los Estados Unidos.
William Ospina (Colombia, donde el verde es de todos los colores)
En muchos vecindarios, sin embargo, las calles son pacíficas y fantasmales. La otra parte del mundo podrá avanzar vertiginosamente, pero no en una pobre manzana de casuchas destartaladas donde el único vehículo que se ve es un viejo Chevrolet color oliva pardusco, con brillantes manchones amarillos y naranjas. Es tanto el silencio, que me siento como si se estuviera en un 275 Norman Mailer El fantasma de Harlot bosque. No muy lejos hay un muchacho con un suéter amarillo, del mismo tono de los manchones amarillos del viejo coche oliva pardusco. Otro automóvil viejo, en otra calle vieja, está alzado sobre un gato por la parte delantera, con el capó tan abierto que parece un pato graznando. Lo han pintado de un azul sucio, brillante. En un viejo balcón han puesto ropa a secar. Te aseguro, Kittredge, que una de las camisas tiene el mismo tono azul sucio del coche. Creo que cuando un país permanece protegido de las tormentas de la historia, los fenómenos más pequeños adquieren prominencia. En una pradera de Maine, protegida de los vientos, las flores silvestres surgen en los lugares más extraños, como si su único propósito fuera deleitar los ojos. Aquí, a todo lo largo de un edificio bajo, común y corriente, del siglo XIX, veo una paleta continua de piedra y estuco: marrón y marrón grisáceo, aguamarina, gris oliva y mandarina. Luego, lavanda. Tres piedras fundamentales, en tonos rosados. Así como los coches reflejan los sedimentos de antiguas latas de pintura, bajo el omnipresente hollín ciudadano está este otro despliegue más sutil. Empiezo a sospechar que esta gente mira sus calles con un ojo interior; si han pintado un letrero de verde musgo, entonces allí, en el extremo de la calle, alguien decide pintar una puerta con el mismo tono de verde. El tiempo y la suciedad, la humedad y el yeso descascarillado contribuyen a dar colorido a la vista. Las viejas puertas empalidecen hasta que ya no es posible determinar si el original era azul o verde o de algún misterioso tono de gris que reflejaba la luz del follaje de la primavera. Recuerda que aquí, en el hemisferio Sur, octubre es como nuestro abril. En la Ciudad Vieja, en una calle que baja hasta el borde del agua, la playa, gris como la arcilla, está desierta. Al fondo, se ve una plaza vacía con una columna solitaria que se recorta contra el mar. ¿Podrán haber seleccionado el lugar para demostrar que De Chirico sabe pintar? En estos paisaje desolados, a menudo se ve una figura solitaria vestida de luto
Ezequiel de Rosso (Relatos de Montevideo)
...Quando Isabelle alzò lo sguardo ebbe l’impressione che il cuore le si fermasse. Stava risalendo insieme a Jeanne la scalinata che dall’Orangerie riportava al castello dopo avere verificato che per loro quella poteva essere la via di fuga perfetta la sera dello spettacolo. Era emozionata e non vedeva l’ora di fare ritorno alla locanda per potere parlare liberamente dei dettagli del piano che aveva in mente con l’amica, quando all’improvviso si era trovata a guardare un uomo il cui sguardo avrebbe riconosciuto in mezzo a mille. Jacques. Lui era lì a pochi passi da lei e quell’incontro non aveva senso. Perché mai Jacques si trovava lì a Corte,a Versailles e per giunta vestito da aristocratico? No, c’era qualcosa di sbagliato. L’uomo che aveva amato e che ancora non riusciva a dimenticare non era un semplice borghese che rientrava da un viaggio all’estero? Forse però quella era semplicemente l’idea che lei si era fatta di lui, dopotutto Jacques non le aveva mai detto chi fosse realmente. «Cosa c’è?» domandò Jeanne vedendo l’amica ancora immobile e visibilmente sconvolta. Poi alzò lo sguardo anche lei e vide quel giovane bellissimo e riccamente vestito che fissava l’amica. Se però a lei quel volto non diceva nulla, diversamente fu quando il suo sguardo si spostò sull’altro uomo che intanto aveva raggiunto Jacques e si era fermato accanto a lui. «Oh mio Dio» mormorò Jeanne. La situazione che si era creata aveva qualcosa di surreale. Isabelle, Jacques, Jeanne e Nicolas che si fissavano l’un l’altro lì, immobili su quella scalinata e con le prime fredde gocce di pioggia che cominciavano a cadere sui loro visi. Il rombo del tuono annunciò che il temporale era ormai arrivato. Sembrava che il tempo fosse congelato. Nessuno osava fare un gesto o pronunciare una parola. Infine fu Isabelle a parlare per prima. «Tu...qui?» riuscì a dire. Gli occhi azzurri di Jacques puntati in quelli verde smeraldo di lei. “Dio quanto è bella” pensò l’uomo avvicinandosi alla giovane che aveva lasciato due mesi prima. Vedere quegli occhi, quei lunghi capelli corvini legati in una treccia come ricordava di averli visti quella prima sera insieme alla locanda… e poi quel semplice vestito bordeaux che metteva in risalto il colore ambrato della sua pelle nonché le sue forme che ancora ricordava così bene. Il ricordo di loro due insieme era ancora troppo forte, troppo vivo in lui e quell’incontro non aveva fatto altro che riaccendere i suoi sentimenti e il suo desiderio. «Isabelle» fu tutto quello che l’uomo riuscì a dire. Aveva sceso gli ultimi gradini della lunga scalinata che ancora lo separavano da lei e se avesse allungato un braccio avrebbe potuto sfiorarle il viso con la mano...
Marta Savarino (La Vendetta di Isabelle)
Mamá y yo flotamos bajo el agua igual que fantasmas color verde claro. Me recuerda a ese cuadro de Matisse que ella misma arrancó de uno de sus libros de arte y pegó con celo encima de la bañera. En él, varias mujeres bailan desnudas en corro. Nosotras, mamá y yo, somos como esas mujeres colosales, fluidas y pálidas. Ante nosotras, entre el agua verdosa, veo los pies blanquísimos de Lecia como la aleta de neón de una sirena que desaparece, fuera de mi alcance.
Mary Karr (The Liars' Club)
Un pollo. Era de las variedades más raras, de color verde puro y liso, con el pico curvado. Tenía mucho más aspecto de depredador que los torpes animales que Shallan había visto vender en jaulas en los mercados.
Brandon Sanderson (Juramentada (El archivo de las tormentas, #3))
…Llanuras verdes. Ver subir y bajar el horizonte con el viento que mueve las espigas, el rizar de la tarde con una lluvia de triples rizos. El color de la tierra, el olor de la alfalfa y del pan. Un pueblo que huele a miel derramada…
Juan Rulfo (Pedro Páramo)
tendrían mucho tiempo para contemplar la puesta desde lo alto. Un claxon alteró entonces la soledad del paraje y vieron pasar un coche negro que casi los echó a la cuneta. —Desgraciados... ni siquiera aquí nos podemos librar de los domingueros al volante —masculló Ramiro. Laura prefirió guardar silencio. No quería arruinar el día. Finalmente llegaron a la cumbre de la colina. La vista era espectacular. Había merecido la pena subir hasta allí. Se podía contemplar el valle tapizado de diversos tonos de verde, mezclado con el gris del camino asfaltado que serpenteaba hasta llegar a la cima. A lo lejos divisaron un pantano, mientras el sol desaparecía poco a poco a sus espaldas. Se dieron la vuelta, extasiados ante el espectáculo del astro ocultándose entre las montañas de Gredos, con el pico del Moro Almanzor irguiéndose
Armando Rodera (El color de la maldad (Inspector Bermejo, #1))