Caballo Blanco Quotes

We've searched our database for all the quotes and captions related to Caballo Blanco. Here they are! All 16 of them:

No tengo un príncipe azul en un caballo blanco. En vez de eso, tengo uno en un jeep blanco.
Kevin van Whye (Date Me, Bryson Keller)
—Con tus deseos, [lo]convertiste en algo que no era. Creo que las mujeres tendemos a hacerlo. No importa lo adultas e independientes que nos creamos; juro que tenemos una enfermedad mental desde la infancia, siempre pensando que va a aparece un príncipe en un caballo blanco y va a resolverlo todo. Y cuando no aparece, o incluso cuando sí aparece alguien pero no puede resolverlo todo, creemos que hemos hecho algo mal. Pero es que es príncipe nunca existió.
Mhairi McFarlane (Who’s That Girl?)
Siempre quise a Paulina. En uno de mis primeros recuerdos, Paulina y yo estamos ocultos en una oscura glorieta de laureles, en un jardín con dos leones de piedra. Paulina me dijo: Me gusta el azul, me gustan las uvas, me gusta el hielo, me gustan las rosas, me gustan los caballos blancos. Yo comprendí que mi felicidad había empezado, porque en esas preferencias podía identificarme con Paulina. Nos parecimos tan milagrosamente que en un libro sobre la final reunión de las almas en el alma del mundo, mi amiga escribió en el margen: Las nuestras ya se reunieron. ''Nuestra'' en aquel tiempo, significaba la de ella y la mía.
Adolfo Bioy Casares (La trama celeste)
Por el este, donde estaba el mar y por donde habría de salir el sol, la luz se acercaba con sigilo tratando de internarse en el bosque como una neblina, y a medida que aumentaba la claridad lo hacía también el ruido del mar. De pronto, la luz pareció tomar forma. Dentro de ella había sombras que se movían, constituidas por otra luz aún más brillante. Eran cientos de caballos blancos al galope, con largas y sueltas crines y elegantes cuellos curvados como los de los caballos de ajedrez que había en la sala de estar. Sus cuerpos, que avanzaban a la velocidad de la luz, estaban hechos de una materia más etérea que del arco iris-
Elizabeth Goudge (The Little White Horse)
Qué grande era el sol en el cielo, o a mí me lo parecía. Y cuando salió la carroza blanca, arrastrada por caballos blancos y pajes vestidos de blanco, algo se rompió en mí o en el mundo. De pronto no creí en nada de cuanto me habían dicho: todo era una mentira más de los Gigantes; porque allí mismo, del blanco casi cegador, se alzó él ante mis ojos —y supe que era sólo ante mis ojos, un adiós sólo mío—
Ana María Matute (Paraíso inhabitado)
El filósofo Santayana soñó una vez que veía pasar cuatro caballeros en cuatro caballos, negro, alazán, bayo, y el último era blanco. Los vio pasar empenachados y armados y les dijo: -¿Adónde van? -Vamos a libertar a los pueblos. -¿Libertarlos de qué? -les gritó el filósofo. El hombre coronado del caballo blanco le dijo: -De las consecuencias de la libertad.
Leonardo Castellani (Cómo sobrevivir intelectualmente al siglo XXI (Spanish Edition))
Decidimos que lo harían cabalgando en Chapultepec. Escogimos un día cualquiera, me monté en mi caballo y lo conduje algunos metros, mientras una caja negra registraba cada uno de mis movimientos. Días después organizamos una proyección privada en el castillo para ver las imágenes. ¡El blanco y negro cobró vida! Ahí estaba, claro, en una fotografía que se movía. Algunos segundos de mí, montado sobre un caballo, con los ahuehuetes plateados al fondo. Así se filmó la primera película mexicana y me convertí en el primer actor que tuvo el país.
Pedro J. Fernández (Yo, Díaz (Spanish Edition))
EL PRIVILEGIO DE PENSAR ¡Ah, reconcentrarse, y pensar! Decirse, esto es, ahora pienso sentado sobre el banco junto a la ventanilla amiga. ¡Puedo pensar! Quema los ojos, el rostro, por la verriondez de Piazza Vittorio, la mañana, y mísero, adhesivo, mortifica el olor del carbón la avidez de los sentidos: un dolor terrible pesa en el corazón, así de nuevo vivo. Bestia vestida de hombre niño arrojado solo al mundo, con su abrigo y sus cien liras, heroico y ridículo me voy a trabajar, yo también, para vivir... Poeta, es verdad, pero mientras heme aquí en este tren, cargado tristemente de empleados como por broma, blanco de cansancio, heme aquí sudando mi salario, dignidad de mi falsa juventud, miseria de quienes con humildad interna y aspereza ostentada me defiendo... ¡Pero pienso! Pienso, en el rincón amigo, en la íntegra mediahora del recorrido, desde San Lorenzo a las Capannelle, desde las Capannelle hasta el aeropuerto, pensando, buscando infinitas lecciones en un solo verso, en un trocito de verso. ¡Qué estupenda mañana! ¡A ninguna otra igual! Ahora hijos de débil neblina, ignorada detrás de los murallones del acueducto, recubierto de casitas pequeñas como perreras, y calles arrojadas allá, abandonadas, frecuentadas sólo por aquella pobre gente. Ahora arrebatos de sol, sobre praderas de grutas y cuevas, barroco natural, con verdes extendidos por un Corot pordiosero: ahora soplos de oro sobre las pistas donde con deliciosas grupas marrones corren los caballos, montados por muchachos que parecen aún más jóvenes, y no saben cuánta luz en el mundo hay en torno a ellos.
Pier Paolo Pasolini (Poems)
Nieva sobre Edimburgo el 16 de abril de 1874. Un frío gélido azota la ciudad. Los viejos especulan que podría tratarse del día más frío de la historia. Diríase que el sol ha desaparecido para siempre. El viento es cortante; los copos de nieve son más ligeros que el aire. ¡Blanco! ¡Blanco! ¡Blanco! Explosión sorda. No se ve más que eso. Las casas parecen locomotoras de vapor, sus chimeneas desprenden un humo grisáceo que hace crepitar el cielo de acero. Las pequeñas callejuelas de Edimburgo se metamorfosean. Las fuentes se transforman en jarrones helados que sujetan ramilletes de hielo. El viejo río se ha disfrazado de lago de azúcar glaseado y se extiende hasta el mar. Las olas resuenan como cristales rotos. La escarcha cae cubriendo de lentejuelas a los gatos. Los árboles parecen grandes hadas que visten camisón blanco, estiran sus ramas, bostezan a la luna y observan cómo derrapan los coches de caballos sobre los adoquines. El frío es tan intenso que los pájaros se congelan en pleno vuelo antes de caer estrellados contra el suelo. El sonido que emiten al fallecer es dulce, a pesar de que se trata del ruido de la muerte. Es el día más frío de la historia. Y hoy es el día de mi nacimiento. […] Fuera nieva con auténtica ferocidad. La hiedra plateada trepa hasta esconderse bajo los tejados. Las rosas translúcidas se inclinan hacia las ventanas, sonrojando las avenidas, los gatos se transforman en gárgolas, con las garras afiladas. En el río, los peces se detienen con una mueca de sorpresa. Todo el mundo está encantado por la mano de un soplador de vidrio que congela la ciudad, expirando un frío que mordisquea las orejas. En escasos segundos, los pocos valientes que salen al exterior se encuentran paralizados, como si un dios cualquiera acabara de tomarles una foto. Los transeúntes, llevados por el impulso de su trote, se deslizan por el hielo a modo de baile. Son figuras hermosas, cada una en su estilo, ángeles retorcidos con bufandas suspendidas en el aire, bailarinas de caja de música en sus compases finales, perdiendo velocidad al ritmo de su ultimísimo suspiro. Por todas partes, paseantes congelados o en proceso de estarlo se quedan atrapados. Solo los relojes siguen haciendo batir el corazón de la ciudad como si nada ocurriera.
Mathias Malzieu
I don't want anyone to do anything except come run, party, dance, eat, and hang with us. Running isn't about making people buy stuff. Running should be free, man.
Caballo Blanco
—Yo te llevaré a casa. —¿En tu caballo blanco? —En mi camión rojo.
Rainbow Rowell (Fangirl)
Son los mensajeros, que hacen la carrera para ver quién trae primero la noticia de que el yerno ya está en camino en busca de la novia. Ellos hacen la carrera, también, para ganar la botella de vino que, cubierta con un gran pañuelo blanco, está colgada en la punta del árbol más alto del jardín. Los mensajeros saltan de sus caballos, corren a través de la nieve profunda, subiendo uno tras otro el árbol. La gente les grita vivamente. Los mensajeros suben al árbol, ensangrentándose las manos con el tronco helado. El que está más abajo tira de las piernas al de más arriba para no dejarlo llegar donde se halla la botella. La muchedumbre grita alegremente y se ríe. Por fin el primero la descuelga y allí no más, en la punta del árbol, empieza a tragar bajo los gritos de felicitación de la gente.
Various (Cuentos búlgaros)
Ese día mamá me peinó con una cola de caballo. Me puso un moño rojo del tamaño de mi cabeza y me hizo ponerme un vestido blanco de manga larga que, claro, por más que yo metía la panza, se abultaba una llantita a la altura de mi ombligo. Encima de todo ese desastre, mamá me enjaretó un cinto elástico rojo con una hebilla de mariposa, dizque para verme más a la moda.
Nora Coss (Nubecita)
Me sujetó de la cintura para ayudarme a subir y debo de reconocer que estaba sensible al toque de sus manos, las cuales hicieron que mi cuerpo deseara más, para saciar la sed que había comenzado a sentir. Seguidamente subió él y ambos nos fuimos cabalgando, sentía que era mi príncipe azul el que había llegado para rescatarme y que ahora me llevaba a vivir con él, feliz para siempre como en los cuentos. Sé que era un pensamiento infantil, pero creo que todas la mujeres románticas hemos soñado con eso desde la niñez. Recordé la escena de uno de mis cuentos ilustrados cuando era niña, la imagen de un apuesto príncipe en su impecable armadura, con espada en mano y montando en su caballo blanco, se había quedado en mi mente para soñarlo por mucho tiempo y aunque mi realidad había sido otra, quise guardar una pequeña esperanza en lo más profundo de mi corazón y por un momento, me sentí afortunada y quise creer en mi propio cuento. A medida que me hablaba por el camino, sentía su cálido aliento en mi cuello y su dulce voz penetrando mis oídos. Sentía que estaba a punto de perder el conocimiento y quedarme en sus fuertes brazos. Sinceramente no recuerdo las cosas que me decía, tenía que concentrarme en mi fortaleza y tratar de evitar la excitación.
Itxamany Bustillo (El Príncipe de Bórdovar 1)
No pasó mucho tiempo antes de que se vieran los caballos de la pareja: marrón para su madre y blanco para Stivetto, como tratando de decir: “Soy de confianza, soy alguien bueno”. Mentira. Mentira. Mentira. ¡Mentira!
Alan D.D. (La Saga de Alice)
Poco después, llegó el día de la Primera Comunión. Fue un día muy agitado. Me vistieron de blanco, con un velo también blanco. Me habían dicho que tenía que pedir por todo el mundo, pero nadie me decía qué es lo que tenía que pedir para todo el mundo. Así que pedí para mí, y pedí un caballo vivo. Nunca me lo trajeron.
Ana María Matute (Paraíso inhabitado)