Buena Mujer Quotes

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Una mujer es como la buena literatura: al alcance de todos, pero incomprensible para los estúpidos.
Gabriel García Márquez
No se trata de géneros sino de personas, no hay hombres malos ni mujeres buenas, en determinado momento ambos pueden actuar bestias o tal vez es al revés, somos sólo bestias que pretenden ser humanos.
Lissa D'Angelo (Sin Historial)
La buena reputación es conveniente dejarla caer a los pies de la cama hoy tienes una ocasión de demostrar que eres una mujer además de una dama.
Joaquín Sabina
No hay feminismo sin independencia económica. Eso lo vi claramente en mi infancia con la situación de mi madre. Las mujeres necesitamos disponer de ingresos propios y manejarlos, para eso se requiere educación, capacitación y un ambiente laboral y familiar adecuado.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
En el mundo hay gente educada y gente con tacto. Ambas son buenas cualidades, pero en la mayoría de los cados el tacto supera a la educación
Haruki Murakami (Hombres sin mujeres)
A muchas hijas nos ha tocado vivir la vida que nuestras madres no pudieron vivir.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
La violencia contra las mujeres es universal y tan antigua como la civilización misma. Cuando se habla de derechos humanos, en la práctica se habla de derechos de los hombres. Si un hombre es golpeado y privado de libertad, es tortura. Si lo mismo soporta una mujer se llama violencia doméstica
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
Yo soy aquella mujer que escaló la montaña de la vida . Removiendo piedras y plantando flores . Cora Coralina
Elena Favilli (Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes: Diversión y aventuras (Libro para Colorear): Diversión y aventuras (Spanish Edition))
El patriarcado es un juez que nos juzga por nacer y nuestro castigo es la violencia que no ves. Es femicidio. Impunidad para mi asesino. Es la desaparición. Es la violación. Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni como vestía. El violador eras tú.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
Pero la verdad yo creo que es la Cenicienta la que rescata al príncipe. Ella es la que hace todo. Limpia todo para poder ir al baile, está trabaje y trabaje, hasta hace su vestido. Y ella es la que es buena con todo el mundo y por eso el hada madrina viene a ayudarla. Si ella no hubiera hecho todas esas cosas el príncipe se hubiera casado con alguien horrible que sólo lo quiere por su dinero, como las hermanastras. La Cenicienta quiere una vida mejor, por eso hace todo lo que hace, no nada más para casarse con el príncipe. Además, mi mamá siempre se queja de que hay poquitas películas que se tratan de mujeres. La películas de princesas se tratan de mujeres y lo que ellas quieren, ¿o no? —la escuincla culmina semejante dosis de sabiduría mirando al techo y encogiendo los hombros—, Bueno, yo digo. Hago
Catalina Aguilar Mastretta (Todos los días son nuestros)
Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis: si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿por qué queréis que obren bien si las incitáis al mal? Cambatís su resistencia y luego, con gravedad, decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia. Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco el niño que pone el coco y luego le tiene miedo. Queréis, con presunción necia, hallar a la que buscáis, para pretendida, Thais, y en la posesión, Lucrecia. ¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo, y siente que no esté claro? Con el favor y desdén tenéis condición igual, quejándoos, si os tratan mal, burlándoos, si os quieren bien. Siempre tan necios andáis que, con desigual nivel, a una culpáis por crüel y a otra por fácil culpáis. ¿Pues como ha de estar templada la que vuestro amor pretende, si la que es ingrata, ofende, y la que es fácil, enfada? Mas, entre el enfado y pena que vuestro gusto refiere, bien haya la que no os quiere y quejaos en hora buena. Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y después de hacerlas malas las queréis hallar muy buenas. ¿Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada: la que cae de rogada, o el que ruega de caído? ¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga, o el que paga por pecar? Pues ¿para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis. Dejad de solicitar, y después, con más razón, acusaréis la afición de la que os fuere a rogar. Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo.
Juana Inés de la Cruz
No arruines una buena historia contando la verdad”.
Mackenzi Lee (Las chicas rudas del pasado: 52 mujeres inolvidables que cambiaron el mundo)
Una mujer de cincuenta puede ser invisible en Las Vegas, pero muy atractiva en París.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
Habría sido una buena mujer -dijo el Desequilibrado- si hubiese tenío a alguien cerca que le disparara cada minuto de su vida.
Flannery O'Connor (A Good Man is Hard to Find (KnowledgeNotes Student Guides))
No puedo ser miembro de una institución que me considera persona de segunda clase y cuyas autoridades, siempre hombres, imponen sus reglas con la fuerza del dogma y gozan de impunidad.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
Hay que olvidar agravios y sacudirse la negatividad; se requiere más energía para el rencor y la ira que para perdonar. Y la clave de la felicidad es perdonar a los demás y perdonarse a sí misma.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
En gran parte del mundo vivimos en una cultura enfocada hacia la juventud, la belleza y el éxito. Para cualquier mujer resulta muy difícil navegar en esas aguas; para la mayoría es un naufragio seguro.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
Sin embargo, como chica por la que los hombres se interesan poco estoy rabiosa, mientras todos me explican que ni siquiera debería estar ahí. Pero siempre hemos existido. Aunque nunca se habla de nosotras en las novelas de hombres, que sólo imaginan mujeres con las que querrían acostarse. Siempre hemos existido, pero nunca hemos hablado. Incluso hoy que las mujeres publican muchas novelas, raramente encontramos personajes femeninos cuyo aspecto físico sea desagradable o mediocre, incapaces de amar a los hombres o de ser amadas. Por el contrario, a las heroínas de la literatura contemporánea les gustan los hombres, los encuentran fácilmente, se acuestan con ellos en dos capítulos, se corren en cuatro líneas y a todas les gusta el sexo. La figura de la pringada de la feminidad me resulta más que simpática: es esencial. Del mismo modo que la figura del perdedor social, económico o político. Prefiero los que no consiguen lo que quieren, por la buena y simple razón de que yo misma tampoco lo logro. Y porque, en general, el humor y la invención están de nuestro lado. Cuando no se tiene lo que hay que tener para chulearse, se es a menudo más creativo. Yo, como chica, soy más bien King Kong que Kate Moss.
Virginie Despentes
El feminismo, como el océano, es fluido, poderoso, profundo y tiene la complejidad infinita de la vida, se mueve en olas, corrientes, mareas y a veces en tormentas furiosas. Como el océano, el feminismo no se calla.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
Si te lo pidiese, ¿matarías a Terah de Graesin? logan —Sin dudarlo. —Si no te lo pidiera, ¿lo harías de todas formas? —Sí. —¿Lo has estado planeando? —Sí. —¡Maldita sea, Kylar! Ahora lo sé. —¿Pues para qué lo preguntas? —Para eliminar la excusa. ¿Se puede gobernar con justicia después de haber conseguido el trono injustamente? —Buena pregunta para planteársela a la mujer que te robó el tuyo.
Brent Weeks (Beyond the Shadows (Night Angel, #3))
Cagar es la opinión más contundente. En general opinamos matizado: esto me gusta con reservas y aquello me interesa aunque me resultó un poco aburrido y esa mujer me atrae bastante pero no quiero volver a complicarme con casadas y el gobierno empezó tomando medidas muy correctas hasta que de pronto perdió el rumbo y qué buena sería esta novela si no estuviera escrita en jeringozo formoseño: pienso pero. La cultura contemporánea está llena de matices, de pudores, de correcciones varias, de considerados y consideraciones que le impiden decir que tantas cosas -personas, actitudes, libros, películas, sistemas sociales, una filosofía, un negocio, más personas- son absolutamente inútiles. El cuerpo en cambio no se corta: cagar es opinar rotundo, sin matices. El cuerpo recibe su materia, la procesa, usa lo que le sirve -todo lo que le sirve, de formas tan distintas- y cuando, pese a sus esfuerzos, topa con material que realmente no sabe aprovechar, lo vuelve mierda y lo devuelve al mundo. El cuerpo, animal incorrecto, es implacable, inmune a las ñoñeces de la tolerancia: establece una jerarquía sin fisuras entre lo que sirve y lo que no sirve -y actúa en consecuencia. Caga, defeca, excreta, se deshace, expulsa: produce categorías terminantes.
Martín Caparrós (Comí)
Se equivoca; las mujeres necesitamos otra información sobre un hombre como ése. No conocemos la calidez de su voz, si conversa mirando a los ojos, si su abrazo nos hace sentir pequeñas. A una mujer no le interesa un hombre que necesita ser rescatado. Como empleado, tal vez, concluye, pero para amar a un hombre, el alma buena es lo de menos.
David Toscana (El último lector)
A los quince años me alejé de la Iglesia para siempre, no por falta de fe en Dios —eso vino más tarde—, sino por el machismo inherente a toda organización religiosa. No puedo ser miembro de una institución que me considera persona de segunda clase y cuyas autoridades, siempre hombres, imponen sus reglas con la fuerza del dogma y gozan de impunidad.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
No, calladita no estás más guapa. Tú eres preciosa cuando luchas, cuando peleas por lo tuyo, cuando no te callas y tus palabras muerden, cuando abres la boca y todo arde a tu alrededor. No, calladita no estás más guapa, sino un poco más muerta, y si algo sé sobre ti es que no he visto a nadie, jamás, con tantas ganas de vivir. Gritando. MIGUEL GANE, «Arde»
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
Cuando una mujer decide cambiar , todo a su alrededor también cambia. Eufrosina Cruz
Elena Favilli (Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes: Diversión y aventuras (Libro para Colorear): Diversión y aventuras (Spanish Edition))
(…) pero si me dan a elegir prefiero los dones de varias brujas buenas que conozco: propósito, compasión y buen humor.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas)
había aprendido en los libros que el mundo cambia constantemente y la humanidad evoluciona, pero los cambios no llegan solos, se obtienen con mucha guerra.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
—Como está de buena —dijo—, y eso que ya debe tener cuarenta, la edad en que las mujeres se secan.
Pilar Quintana (La perra)
cualquiera puede escribir un buen primer libro, el escritor se prueba en el segundo y en los siguientes;
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
La mayoría de las cosas buenas y hermosas son llevadas a cabo por mujeres menospreciadas por la mayoría.
Gillian Flynn (Gone Girl)
A la mujer de verdad se la gana uno poco a poco. Es todo cuestión de psicología, como una buena faena en la plaza.
Carlos Ruiz Zafón (La sombra del viento)
Déjese usted llevar por los impulsos de su naturaleza, pero nunca a medias. Si no puede usted ser una mujer buena y honrada, sea usted un demonio.
Leopold von Sacher-Masoch (Venus in Furs)
«En el siglo XXI las mujeres cambiarán la naturaleza del poder, en vez de que el poder cambie la naturaleza de las mujeres».
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
que nunca se es demasiado vieja para volverse más joven. El amor rejuvenece, de eso no hay duda.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
Ya no es necesario, podemos ejercer nuestro poder desde la feminidad.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
la emancipación de las mujeres, que han tomado por asalto el mundo de los hombres. Tuvimos que actuar como ellos, aprender sus tácticas y competir.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
Ya no temo mi vulnerabilidad, porque no la confundo con debilidad; puedo vivir con los brazos, las puertas y el corazón abiertos.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas)
Mi teoría y práctica es qué hay que decir SÍ a la vida y ya veré por el camino como me las arreglo.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas)
Nada puede detenernos si compartimos una visión del futuro y estamos decididas a hacerla realidad todas juntas.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas)
Estamos angustiadas por la situación de la humanidad y del planeta. Ahora es cuestión de ponernos de acuerdo para darle un remezón formidable al mundo.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
La naturaleza del varón es salvaje; el destino de la mujer es preservar los valores morales y la buena conducta —sostenía Jeremy
Isabel Allende (Hija de la fortuna (Trilogía involuntaria, #1))
pero si me dan a elegir prefiero los dones de varias brujas buenas que conozco: propósito, compasión y buen humor.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
No podemos seguir en una civilización basada en el materialismo desenfrenado, la codicia y la violencia.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
¿Qué queríamos cambiar? Nada menos que el mundo, y con la arrogancia de la juventud, pensábamos que se podía hacer en unos diez o quince años.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas)
Soy impaciente; ahora comprendo que pretendía inyectarles feminismo a mi madre contra su voluntad, sin tener en cuenta que ella venía de otra época.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas)
Pregunta del periodista al Dalái Lama: ¿Puede recordar sus vidas pasadas? Respuesta: A mi edad me cuesta recordar lo que pasó ayer.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
La objetivación de la mujer es tan predominante que no la percibimos y en la juventud nos esclaviza. El feminismo no nos ha salvado de esa esclavitud. Solo nos libramos con la edad, cuando nos convertimos en seres invisibles y ya no somos objeto de deseo, o cuando alguna tragedia nos sacude hasta los huesos y nos confronta con lo fundamental de la existencia.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
Ya no es necesario, podemos ejercer nuestro poder desde la feminidad. Como Eliza, adquirimos libertad y seguimos luchando para preservarla, ampliarla y lograr que alcance para todas.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
Pasión es entusiasmo incontenible, energía exuberante y entrega decidida a algo o a alguien. Lo bueno de la pasión es que nos impulsa hacia delante y nos mantiene comprometidos y jóvenes.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
La conmiseración con los animales está íntimamente unida a la bondad de carácter de tal suerte, que se puede afirmar de seguro que quien es cruel con los animales no puede ser buena persona
Arthur Schopenhauer (El amor, las mujeres y la muerte)
El objetivo de su vida, desde su adolescencia, es el placer con las mujeres, que da y recibe, no con indulgente ligereza sino con el orgulloso poder de un gallo de buen plumaje en un corral de gallinas. De esta satisfecha plenitud derivan todos los cardes secundarios de su vida: amistad con los hombres, humor rudo y directo, amor a la buena mesa y a la buena bebida, al juego, a su coche, a su radio, a todo cuanto posee y lleva por ello la impronta orgulloso del sembrador. Valora las mujeres al primer vistazo, las clasifica sexualmente y les dedica la sonrisa justa.
Tennessee Williams (A Streetcar Named Desire)
Abuela de setenta y tres años, inmigrante latina documentada, feminista, chaparrita y sin habilidades domésticas busca un compañero limpio y con buenos modales para ir a restaurantes y al cine.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
Найгіршою є дискримінація бідних (завжди так є), але мене більше гнітила та, яку терпіли жінки, бо мені здавалося, що з убогості іноді можна вийти, але з визначеного гендером становища — ніколи.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas)
Athos en el caballo que debía a su mujer, Aramis en el caballo que debía a su amante, Porthos en el caballo que debía a su procuradora, y D’Artagnan en el caballo que debía a su buena fortuna, la mejor de las amantes.
Alexandre Dumas (Los tres mosqueteros)
Señora Mina, las buenas mujeres dicen toda su vida, y día a dia, hora por hora y minuto a minuto, muchas cosas que los ángeles pueden leer; y nosotros los hombres que deseamos saber tenemos dentro algo de ojos de ángel.
Bram Stoker (DRACULA)
En fin, aunque nos aferremos a la ilusión de la juventud, la mayoría de la gente de mi edad avanza a tranco largo hacia la decrepitud y todos vamos a terminar muertos antes de que el prejuicio contra la edad sea abolido.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
Qué os voy a contar yo de las madres, si todos tenéis una que, aunque os ama infinitamente, a veces se equivoca. La mía, de eterna clase baja y trabajadora como una mula, se había encargado de transmitirme que una buena mujer es la que rinde igual de bien aunque esté menstruando. Este pensamiento sencillo pero demoledor proviene de un facilísimo paradigma cultural: un pobre no puede permitirse dejar de trabajar o trabajar menos ni un solo día de su vida. Una pobre, menos.
Bibiana Collado Cabrera (Yeguas exhaustas)
El patriarcado es pétreo. El feminismo, como el océano, es fluido, poderoso, profundo y tiene la complejidad infinita de la vida, se mueve en olas, corrientes, mareas y a veces en tormentas furiosas. Como el océano, el feminismo no se calla.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas)
Cada minuto es precioso y no podemos perderlo en malentendidos, impaciencia, celos, mezquindades y tantas otras tonterías que ensucian las relaciones. En realidad, esta fórmula se puede aplicar en cualquier edad, porque siempre los días están contados
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
Me gustan las telas, los colores, el maquillaje y la rutina de arreglarme cada mañana, aunque paso la mayor parte del tiempo encerrada en el ático escribiendo. «Nadie me ve, pero yo me veo a mí misma», como decía mi madre filosóficamente, sin referirse
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
Me conformo con envejecer alegremente y para ese fin tengo algunas reglas: ya no hago concesiones fácilmente; adiós a los tacones altos, las dietas y la paciencia con los tontos; y he aprendido a decir que NO a lo que no me agrada sin sentirme culpable.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
Cuando se habla de derechos humanos, en la práctica se habla de derechos de los hombres. Si un hombre es golpeado y privado de libertad, es tortura. Si lo mismo soporta una mujer se llama violecia doméstica y todavía en la mayor parte del mundo se considera un asunto privado.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas)
El hecho de que Lady Russell, de muy buena edad y agradable carácter, y en circunstancias ideales para ello, no hubiese querido pensar en segundas nupcias, no tiene por qué ser explicado al público, que está tan dispuesto a sentirse irracionalmente descontento cuando una mujer no se vuelve a casar.
Jane Austen (Colección integral de Jane Austen: Emma, Lady Susan, Mansfield Park, Orgullo y Prejuicio, Persuasión, Sentido y Sensibilidad, La abadía de Northanger (Spanish Edition))
(...)Clarkson fue a ayudar a Brynne y Marie en la cocina mientras Gabrielle y Elaina parecían hacerse buenas amigas hablando de libros— especialmente uno muy popular sobre un multimillonario muy joven y su obsesión con una mujer aún más joven... y el sexo. Habían montón de escenas de sexo eróticas en el libro, aparentemente en cada página. Neil y yo nos miramos con simpatía el uno al otro, y no tuvimos absolutamente nada que añadir a la conversación. Es decir decir, ¿quién lee esta basura? ¿Quién tiene tiempo? ¿Por qué incluso leer sobre sexo en un libro cuando se puede tenerlo en la vida real? No lo entiendo.
Raine Miller (All In (The Blackstone Affair, #2))
Imi plac tesaturile, culorile, machiajul si rutina de a ma aranja in fiecare dimineata, cu toate ca majoritatea timpului il petrec inchisa in mansarda si scriind. "Nu ma vede nimeni, dar ma vad eu" spunea filozofic maica-mea, si nu se referea doar la aspectul fizic, ci si la trasaturile profunde de caracter si comportament.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas)
Todo lo que consigue la mujer al intentar lucir más elegante es satisfacer su propia vanidad, nunca aumentar la admiración de los hombres ni la buena disposición de otras mujeres. Para los primeros basta el orden y el buen gusto; en tanto que las segundas prefieren la pobreza de indumentaria y la falta de propiedad de la misma.
Jane Austen (La Abadia de Northanger)
¡Cuán mortificadas se verían muchas damas si de repente se percataran de lo poco que supone la indumentaria femenina, por costosa que sea, para el corazón del varón [...] Todo lo que consigue la mujer al intentar lucir más elegante es satisfacer su propia vanidad, nunca aumentar la admiración de los hombres ni la buena disposición de otras mujeres.
Jane Austen (Northanger Abbey)
En español, al retiro del trabajo lo llamamos «jubilación», término que deriva de «júbilo», porque se parte de la base que es la época ideal en que uno hace lo que le da la gana. Ojalá fuera así. A menudo eso no sucede cuando el cuerpo y el presupuesto no dan para hacer lo que a uno le dé la gana. Además, está comprobado que rara vez el ocio hace la felicidad.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
Así es como se va forjando la intimidad. Uno entrega primero su mejor retrato, un producto resplandeciente y muy bien acabado, retocado con fanfarronadas, falsedades y sentido del humor. Luego se necesitan más detalles y entonces se pinta un segundo retrato, y luego un tercero… antes de que pase mucho tiempo los mejores rasgos han desaparecido, y finalmente se revela el secreto; los diferentes niveles de los sucesivos retratos se mezclan y nos delatan, y aunque seguimos pintando y pintando ya no conseguimos vender la mercancía. Tenemos que darnos por satisfechos con la esperanza de que nuestras mujeres, nuestros hijos y nuestros socios acepten como buenas esas fatuas descripciones que les hacemos de nosotros mismos.
F. Scott Fitzgerald (The Beautiful and Damned)
Nací en buena luna, Víctor, y tuve la suerte de compartir mi vida con una mujer que nunca merecí. Supo sacar lo mejor de mí, si es que aún quedaba algo, y quizá sea por ella, por el peso de su ausencia, por lo que ahora escribo esta confesión. Decía que la amargura hay que sacarla fuera para que no se pudra dentro de nosotros y nos convierta en cadáveres antes de tiempo.
Rosa Huertas (Mala Luna)
-¿No se da usted cuenta de que en sociedad luce mucho más una señorita que sabe tocar el piano, que hace laborcitas...? Es la única manera de sacar novio una chica de buena familia... -Yo no quiero sacar novio... -Pero querrá usted casarse (...). Para la mujer no hay más camino que el matrimonio, y en el matrimonio tendrá usted que coser la ropa (...), entretener a su marido... -¡Que se entretenga solo! -decía yo de mal humor-. ¡No me pienso casar nunca! (...) -El camino de la mujer es el matrimonio y todo lo que aprenda y estudie debe ser con miras al día de mañana, para hacer feliz al hombre que la escoja por compañera, y ser una buena madre de familia... No, yo no me quería casar nunca... Yo quería viajar, leer mucho, pintar y no tener hijos...
Elena Fortún (Oculto sendero)
Imaginen un mundo sin ejércitos, un mundo en que los recursos bélicos se emplearan en el bienestar común, en que los conflictos se resolvieran en torno a una mesa de negociación y la misión de los soldados fuera mantener el orden y promover la paz. Cuando eso suceda habremos superado nuestra condición de Homo sapiens y daremos un salto evolutivo hacia el Contentus homo superior.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
«Si te visita una hora a la semana, esa no es una relación seria. Si no van juntos al cine, no se reúnen con amigos, no comen juntos o te dice “no soy persona de hablar mucho por teléfono” cuando no te llama, está claro. Los hombres tienen un comportamiento consistente cuando están interesados en una mujer. Raramente un hombre faltará a una cita con la mujer de quien está enamorado».
Sherry Argov (POR QUÉ LOS HOMBRES SE CASAN CON LAS CABRONAS: Nueva Edición- Una Guía Para Mujeres Que Son Demasiado Buenas (Spanish Edition))
La belleza abruma, encandila: nunca pude apartar los ojos de la belleza que mira, pero la mujer madura, como estas que se rozan las manos mientras hablan, o las mujeres llenas de vejez, suelen ser sólo buenas o grandes amigas, fieles confidentes, sabias consejeras. No me inspiran compasión (como tampoco yo me la inspiro), pero tampoco amor (como tampoco yo me la inspiro). Siempre lo joven y desconocido es más hechicero.
Evelio Rosero (The Armies)
¿Sabes una cosa? Toda mi vida he tenido miedo a ser feliz por si acaso el cosmos me lo compensaba con una buena dosis de desgracia. Así que nunca he lanzado las campanas al vuelo por nada: ni por un sobresaliente, ni por una conquista, ni en un cumpleaños. Nunca me he permitido tener una explosión de felicidad total. Y ahora sé que la fatalidad llega sola. A mí también, que llevaba mucho tiempo contenida en una felicidad tibia: ser una buena mujer, tener tranquila a la familia, hacer todo aquello que se esperaba de mí en la creencia de que eso se mantendría salvo. Hacer lo que tú llamas "lo correcto". Pero el cosmos no te recompensa. Y ahora me pregunto por qué no he sido más espontánea y locamente feliz todas y cada una de las veces que tuve la oportunidad de serlo. Si yo fuera, tú disfrutaría de la alegría encontrar el amor ahora que lo tienes sin limitaciones.
Vanessa Montfort (Mujeres que compran flores)
Le había dicho que se paseaba por el patio como si estuviera en una fiesta. Yo no lo habría expresado así, pero entiendo lo que quería decir. Tiene relación con lo que dije de que Andy llevaba su libertad como un abrigo invisible y con lo que dije de que nunca llegó a tener en realidad una mentalidad carcelaria. Nunca llegó a tener esa mirada obtusa. Nunca llegó a caminar como caminan los hombres cuando termina la jornada y han de volver a sus celdas para otra noche interminable... encorvados, aturdidos. Andy caminaba erguido y con paso vivo siempre, como quien se dirige a casa, donde le aguardan una buena cena hogareña y una buena mujer, y no la bazofia insípida de verduras pastosas, puré de patatas grumoso y una o dos tajadas de ese material cartilaginoso y grasiento que casi todos los presos llaman «carne de enigma»... eso y una foto de Raquel Welch en la pared.
Stephen King (Rita Hayworth and Shawshank Redemption)
Comprendo que para una mujer joven puede ser un atractivo saber que uno es un tipo que vivió, que cambió hace mucho la inocencia por la experiencia, que piensa con la cabeza bien colocada sobre los hombros. Es posible que eso sea un atractivo, pero qué breve. Porque la experiencia es buena cuando viene de la mano del vigor; después, cuando el vigor se va, uno pasa a ser una decorosa pieza de museo, cuyo único valor es ser un recuerdo de lo que se fue.
Mario Benedetti (La tregua)
La feminidad se devalúa tres veces más rápido que la masculinidad. Dicho de otro modo, una mujer (bio- o tecno-) de cuarenta y cinco años está fuera del mercado heterosexual, mientras que un hombre debe esperar a los sesenta y cinco para quedar obsoleto. Podríamos calcular la edad real en la economía heterocapitalista de una mujer sumándole quince años para acercarle a su equivalente masculino, restándole dos por cada suplemento de belleza (talla de pecho, delgadez, largura y espesor del pelo, etc.) y sumándole dos años por cada detrimento político y social (divorcio, número de hijos —cada hijo suma dos años—, desempleo, etc.). Tomemos un ejemplo: Héléne tiene treinta y dos años, es una bio-mujer divorciada con un hijo, se conserva en buena forma, hace yoga, es guapa, aunque no tiene un cuerpo perfecto, está delgada y trabaja en una compañía de seguros: 32 + 15 + 2 + 2- 2- 2- 2= 45. Esta es la dura realidad.
Paul B. Preciado (Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era)
El patriarcado es pétreo. El feminismo, como el océano, es fluido, poderoso, profundo y tiene la complejidad infinita de la vida, se mueve en olas, corrientes, mareas y a veces en tormentas furiosas. Como el océano, el feminismo no se calla. No, calladita no estás más guapa. Tú eres preciosa cuando luchas, cuando peleas por lo tuyo, cuando no te callas y tus palabras muerden, cuando abres la boca y todo arde a tu alrededor. No, calladita no estás más guapa, sino un poco más muerta, y si algo sé sobre ti es que no he visto a nadie,
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
El feminismo es una revolución no un reordenamiento de consignas de marketing, ni una ola de promoción de la felación o del intercambio de parejas, ni tampoco una cuestión de aumentar el segundo sueldo. El feminismo es una aventura colectiva, para las mujeres pero también para los hombres y para todos los demás. Una revolución que ya ha comenzado. Una visión del mundo, una opción. No se trata de oponer las pequeñas ventajas de las mujeres a los pequeños derechos adquiridos de los hombres, sino de dinamitarlo todo. Y dicho esto, buena suerte chicas y mejor viaje.
Virgine Despentes
¿No comprendes que lo que estás viendo es la defensa más recalcitrante de la moral reaccionaria, clerical y patriarcal que existe en este país? ¿No les estás oyendo? ¿No ves cómo sugieren que una mujer con amantes no puede ser una buena madre, que un hombre infiel no puede ser una buena persona, que dos adultos no pueden tener un lío sin perder su reputación? Ahí donde los ves, con la pinta que tienen, están defendiendo la familia tradicional, la castidad, la sobriedad, la ñoñería. Por eso chismorrean en las radios de la Iglesia, en las televisiones de la derecha, en los periódicos fachas.
Almudena Grandes
Como en todo, el profundo sexismo de Napoleón emergió también en sus resoluciones acerca de la educación. «Casi siempre la educación pública hace a las malas mujeres veleidosas, coquetas e inestables», explicó al Consejo en marzo de 1806. «La educación en grupo, tan buena para los hombres, especialmente a la hora de enseñarles a ayudarse entre ellos y prepararles para la camaradería necesaria en la batalla por la vida, es una escuela de corrupción para las mujeres. Los hombres fueron hechos para brillar en la vida. Las mujeres fueron hechas para recluirse en la vida doméstica y el hogar»[63]
Andrew Roberts (Napoleón: una vida)
Villoviado es un pequeño pueblo a pocos kilómetros de Lerma, en la provincia de Burgos, en el norte de España, tranquilo, con buena gente dedicada al pastoreo y a la agricultura. Las gallinas que correteaban por el empedrado, las voces de las mujeres llamando a sus hijos desde las ventanas de sus casas, sencillos campesinos que se limpiaban el sudor con orgullo, tejados rojos con chimeneas en forma de cono, vallas de piedra, bodegas a la entrada del pueblo, su fuente y, a finales de agosto, el olor del espliego inundando el valle, todo ello daba un carácter especial a Villoviado. También tenía su iglesia, la Iglesia de San Vítores, en una pequeña elevación casi en el centro del pueblo, con su bendito moral. La leyenda dice que lo trajeron desde Cerezo del Río Tirón, donde fue martirizado San Vítores; según los más viejos del lugar, de cada gota que cayó de su cuerpo en el martirio nació un moral. Todas las madres del pueblo, en algún que otro momento, cogían los tallos mas delgaditos del sagrado moral para colgarlos del cuello de sus hijos. Según la costumbre no solo quitaba las lombrices, sino que también protegía a esas criaturas. En aquel momento nadie se imaginaba que esos niños, años después, se sentarían en la valla del cementerio, casi tocando el moral, oteando, avisando de la llegada de los franceses. Aquellas
Reyes Galaz (Cántaras vacías (Spanish Edition))
Pedí a una chica joven que se alejó de mí sin dejar que le explicase nada; a una pareja joven que también negaron con la cabeza; a un hombre de negocios que me dijo que no con una mirada de desprecio; a un chico con una mochila que me dio un euro; a un par de hombres mayores que, tras mirarse el uno al otro, sacaron una moneda cada uno; a una mujer cargada con varias bolsas que al verme se giró como si no me hubiera visto; a un hombre con un maletín que... Y así, venciendo una vergüenza que me dolía cada vez que me acercaba a alguien, finalmente conseguí el dinero necesario. Compré el billete y corrí hacia el tren. Aquel día me di cuenta de que la gente es buena.
Eloy Moreno (El regalo)
Ser la Chica Enrollada significa que soy una mujer atractiva, brillante y divertida que adora el fútbol americano, el poker, los chistes verdes y eructar, que juega a videojuegos, bebe cerveza barata, adora los tríos y el sexo anal y se llena la boca con perritos y hamburguesas como si estuviera presentando la mayor orgía culinaria del mundo a la vez que es capaz de algún modo de mantener una talla 34, porque las chicas enrolladas, por encima de todo, están buenas. Son atractivas y comprensivas. Las chicas enrolladas nunca se enfadan; solo sonríen de manera disgustada pero cariñosa y dejan que sus hombres hagan lo que ellos quieran. "Adelante, cágate encima de mí, no me importa, soy la Chica Enrollada".
Gillian Flynn (Gone Girl)
Compraba estas prendas cuando podía —porque debes recordar que yo, al igual que tú, era pobre, lo que, por lo menos en parte, justifica nuestra desesperación— en el sótano de Filene, donde saldaban la ropa de buena calidad que no lograban vender en las distinguidas plantas superiores. A veces había que probárselas en los pasillos, porque escaseaban los probadores, y la bodega (pues eso es lo que era en realidad) de techo bajo, mal iluminado, con el ambiente viciado de olor a ansiosas axilas y a pies castigados, se atestaba en los días de rebajas con mujeres forcejeantes que, en bragas y sostenes, se embutían en modelos de alta costura rasgados y sucios, al son de trabajosas respiraciones y del siseo de centenares de cremalleras.
Margaret Atwood (Chicas bailarinas)
Pero estoy seguro de que, al llegar esta época del año, y dejando aparte la veneración debida a su nombre y origen sagrados (si es que se puede dejar aparte algo que le es tan propio), siempre he pensado que la Navidad era una buena época: una época amable, benévola, caritativa, placentera; la única época, que yo sepa, del largo calendario del año en la que hombres y mujeres parecen abrir de común acuerdo sus corazones cerrados y considerar a las gentes humildes como verdaderos compañeros de viaje hacia la tumba, y no como criaturas de otra raza que viajan hacia destinos diferentes. Y por eso, tío, aunque la Navidad nunca me ha metido una migaja de oro o de plata en el bolsillo, creo que me ha hecho bien y que seguirá haciéndomelo, y digo: ¡Bendita sea!
Charles Dickens (A Christmas Carol)
Mi padre era un hombre decente. O, por lo menos, eso que llamaríamos un hombre decente: alguien que, en las pequeñas circunstancias de la vida, prefiere no complicarse con las molestias de la indecencia. Uno que, por ejemplo, si al salir de la panadería desecubre que se lleva, además de las facturas, pebetes y miñones, un cuarto kilo de cuernitos sin pagar, vuelve al local, compone una sonrisa tímida, turbada - que le sale perfecta- e intenta un chiste malo para decirle a la dueña que ha vuelto porque es un hombre decente: -¡Vengo a denunciar un robo! Le dirá, por ejemplo, y que él es el delincuente que acaba de llevarse el cuarto de cuernitos sin previo abono de su precio estipulado. O sea: mi padre era un hombre cómodo, que nunca quiso tomarse el trabajo de ver qué haía un poco más allá de la decencia, de la conveniencia, de los buenos modales y las reglas morales. La decencia, en general, es cuestión de falta de imaginación o de pereza, y mi padre tenía, por lo que sé, bastante de las dos. Aunque, por supuesto, no sé qué habría pasado si alguna vez la tentación de la indecencia lo hubiera asaltado en serio, armada de una buena recompensa. Es fácil ser decente cuando te cuesta un cuarto de cuernitos; de allí en más se hace más y más difícil, hasta que llega al punto en que cada cual encuentra su temperatura de fundido. Si no hay metal que resista el calor pertinente, ¿por qué habría hombres o mujeres? Es - si existen tales cosas - una de esas verdades innegables; sabiéndolo, ¿no es preferible ahorrarse el fuego de decenas, cientos de grados celsius, y fundirse cin tanto despilfarro?
Martín Caparrós
Oh, amigo John, es un mundo extraño, un mundo lleno de miserias, y amenazas, y problemas, y sin embargo, cuando la reina risa viene, hace que todos bailemos al son de la tonada que ella toca. Corazones sangrantes, y secos huesos en los cementerios, y lágrimas que queman al caer..., todos bailan juntos la misma música que ella ejecuta con esa boca sin risa que posee. Y créame, amigo John, que ella es buena de venir, y amable. Ah, nosotros hombres y mujeres somos como cuerdas en medio de diferentes fuerzas que nos tiran de diferentes rumbos. Entonces vienen las lágrimas; y como la lluvia sobre las cuerdas nos atirantan, hasta que quizá la tirantez se vuelve demasiado grande y nos rompemos. Pero la reina risa, ella viene como la luz del sol y alivia nuevamente la tensión; y podemos soportar y continuar con nuestra labor, cualquiera que sea.
Bram Stoker (Dracula)
En un libro de Alfonso Karr, titulado "Am Rauchem", hay un hombre que sigue por la noche a una mujer muy elegante, de quien se ha enamorado a primera vista, tan bella es. Por besar la mano de esta mujer, se halla con fuerzas para emprenderlo todo, con voluntad para conquistarlo todo, con coraje para efectuarlo todo. No se atreve casi a mirar el tobillo coqueto que descubre ella a fin de no manchar su vestido al contacto del polvo. Mientras él sueña en todo lo que haría para poseer a esa mujer, ella le para en la esquina de una calle y le invita a subir con ella. Desvía él la cabeza, cruza la calle y vuelve muy triste a su casa. Recordé este estudio psicológico, y yo, que habría desea sufrir por aquella mujer, temía que me aceptara ella de buenas a primeras y me otorgara demasiado pronto un amor que, por mi parte, habría querido pagar con una larga espera o con un gran sacrificio.
Alexandre Dumas fils (La Dama de Las Camelias)
Si los hombres pudieran vernos como realmente somos, se asombrarían; pero los hombres más inteligentes y agudos se engañan a menudo con respecto a las mujeres: no saben verlas a su auténtica luz, no las entienden, ni para bien ni para mal: la mujer que consideran buena es una cosa extraña, medio ángel, medio muñeca; la mujer que creen mala es casi siempre un demonio. ¡Tener que oír, además, cómo se extasían con las creaciones de otros, adorando a la heroína de tal poema, novela u obra teatral, tachándola de hermosa, de divina! Hermosa y divina puede que lo sea, pero casi siempre es totalmente artificial, falsa como la rosa de mi mejor sombrero, que tengo aquí. Si dijera lo que pienso sobre este asunto; si diera mi verdadera opinión sobre algunos de los principales personajes femeninos de obras de primera categoría, ¿dónde estaría? Muerta bajo un montón de piedras vengadoras en media hora.
Charlotte Brontë (Shirley)
A decir verdad, Jackson nunca había compartido totalmente el culto fálico de sus pares. Cuando tenía más o menos ocho años, una niña lo sorprendió mientras él meaba entre los arbustos, y chilló casi con el mismo espíritu de horror reflexivo con que lo acababa de hacer Carol. Es de suponer que aquella niña nunca había visto un pene, y que no le causó buena impresión. «Puaj, qué basto eres. ¿Qué es esa cosa? ¡Es repugnante!», gritó al salir corriendo. Y después aquella otra vez, en el gimnasio del colegio donde cursó los primeros años de secundaria. Jackson apenas había entrado en la pubertad; todavía mojado tras pasar por la ducha, sintió frío. No obstante, un chico mucho más corpulento que él se burló: Parece que estés envolviendo una zanahoria baby y un par de habichuelas. A partir de ese día los chicos lo apodaron «el Vegetariano», mote tan inocente a oídos de los profesores que protegía a sus compañeros de un posible castigo por acoso escolar. En realidad, la palabra «pene» siempre había sonado algo tonta y banal, y a poca cosa. Desde que tenía memoria, su quinto apéndice le había parecido algo sutilmente ajeno a él, algo aparte y capaz de traicionarlo. Y fue la sensación de que eso que le sobresalía no era del todo parte de su cuerpo lo que pudo permitirle experimentar con ella. El experimento había fallado. Es posible que Jackson nunca hubiera comprendido muy bien por qué a las mujeres un pene podía resultarles atractivo, con su piel como apergaminada y demasiado fina, los testículos colgantes y esas matas de vello, el sombrerete en la punta, como si fuese un hongo… Podía decirse que, en cierto modo, no era una forma que la carne humana debiera asumir. Cuando estaba en posición de descanso parecía asustado y deprimido; en estado de alerta, impertinente, aunque inseguro, moviéndose de un lado para el otro e intentando llamar la atención como un fanfarrón que quisiera hacer una demostración de sus habilidades.
Lionel Shriver (So Much for That)
Nos han anulado y nos han hecho creer que somos simples objetos para complacer al hombre. — inició Karen— "Desde que somos unas niñas, nos educan para ser buenas esposas y buenas madres pero no nos permiten formarnos y desarrollar nuestras habilidades como personas. Porqué sí, somos personas. Somos seres racionales, aunque muchos se empeñen en hacernos creer que no, seres capaces de hacer tanto o más que un hombre. Eres una "mujer", nos recuerdan cuando queremos hacer algo impropiamente femenino, como si la palabra "mujer" fuera algún tipo de peyorativo. Desde aquí y ahora, os animo a que digáis: ¡sí, soy mujer!— las féminas del lugar repitieron la frase con ímpetu provocando un clamor generalizado — "somos mujeres y vamos a hacer grandes cosas, no os preocupéis, seguiremos engendrando entretanto" —miró hacía los hombres que rieron por el humor de la Condesa— "hoy es un gran día para todas nosotras porqué , de una vez por todas, se nos permite graduarnos en medicina. ¡Sed bienvenidas!
Maria Isabel Salsench Ollé (Ojos del Anochecer (Los Devonshire, #3))
Cuando Hewan regresó a buscarla, Bahana se había ido y ella ya se había vestido con el lindo modelito que le había dejado. El saco le llegaba hasta las rodillas. Tenía dos agujeros por los que había metido los brazos, y estaba cortado por la mitad, como un chaleco. Se lo había atado a la cintura con una cuerda para evitar que se abriera. La miró desde la entrada de los baños, repasándola descaradamente de arriba a abajo, con una sonrisa irónica serpenteando en sus labios. —¿Te gusta tu ropa nueva? —le preguntó, burlándose. Rura alzó la cabeza, mirándolo directamente a los ojos, y un destello de ira cruzó sus hermosos ojos. —Seguiré siendo una princesa sin importar la ropa que me obligues a vestir —dijo con orgullo. —Lo que quieres decir —replicó—, es que seguirás siendo una mujer malcriada y caprichosa, y que nada de lo que haga cambiará eso. Rura casi se echó a reír. La idea que Hewan tenía de ella estaba tan equivocada… Toda su actitud no era más que una fachada con la que se obligó a vestirse para conseguir la aceptación de su padre, el maldito príncipe Nikui; pero estaba tan arraigada que ahora era incapaz de deshacerse de ella. Una máscara tras la que esconderse, y una armadura con la que protegerse. No era así de niña. Recordaba reír a menudo, excepto cuando su padre estaba cerca; disfrutaba de las cosas pequeñas de la vida, y no necesitaba mucho para sentirse feliz: un vestido desechado, un plato de sopa caliente, una manta con que abrigarse, y una muñeca rota a la que abrazarse. Pero su padre lo cambió todo, obligándola a ser cruel, a odiar en lugar de amar, a despreciarse a sí misma pensando que no era suficientemente buena, hasta que lo único que quedó fue la amargura y el resentimiento. —Jamás me ha importado lo que los demás pensaran de mí. —Mentira, a pesar de todo el esfuerzo que había puesto en hacer que se convirtiera en verdad—. ¿De veras crees que me interesa lo que tú pienses? Hewan se acercó a ella, remoloneando, caminando a su alrededor. —Tsk. Es una pena que un envoltorio tan hermoso no guarde nada dentro. —Mejor estar vacía que tener a un monstruo escondido tras unos ojos bonitos.
Alaine Scott (La princesa sometida (Cuentos eróticos de Kargul #3))
De todas las criaturas que tienen mente y alma no hay especie más mísera que la de las mujeres. Primero han de acopiar dinero con que compren un marido que en amo se torne de sus cuerpos, lo cual es ya la cosa más dolorosa que hay. Y en ello es capital el hecho de que sea buena o mala la compra, porque honroso el divorcio no es para las mujeres ni el rehuir al cónyuge. Llega una, pues, a nuevas leyes y usos y debe trocarse en adivina, pues nada de soltera aprendió sobre cómo con su esposo portarse. Si, tras tantos esfuerzos, se aviene el hombre y no protesta contra el yugo, vida envidiable es ésta; pero, si tal no ocurre, morirse vale más. El varón, si se aburre de estar con la familia, en la calle al hastío de su humor pone fin; nosotras nadie más a quien mirar tenemos. Y dicen que vivimos en casa una existencia segura mientras ellos con la lanza combaten, mas sin razón: tres veces formar con el escudo preferiría yo antes que parir una sola. Pero el mismo lenguaje no me cuadra que a ti: tienes esta ciudad, la casa de tus padres, los goces de la vida, trato con los amigos, y en cambio yo el ultraje padezco de mi esposo, que de mi tierra bárbara me raptó, abandonada, sin patria, madre, hermanos, parientes en los cuales pudiera echar el ancla frente a tal infortunio.
Euripides (Medea)
La tradición del islam místico comparte esta misma convicción. Me gustaría relatarle algo tomado de la leyenda dorada de los santos musulmanes. Un día, Suturá, una buena mujer, fue a visitar a Tierno Bokar, el sabio de Bandiagara: esta aldea de Mali está situada en la meseta del mismo nombre, rodeada de altos acantilados al pie de los cuales viven los dogon, pueblo famoso por su arte austero, su compleja cosmogonía y su hondo sentido de la trascendencia. «Tierno –le dijo Suturá–, estoy muy irritable. Me molesta hasta lo más insignificante. Querría recibir de ti una bendición o una oración que me haga dulce, amable y paciente». No había acabado de hablar cuando su hijo, un niño de tres años que estaba esperándola en el patio, agarró una tabla y le dio un golpe en la espalda. Ella miró al niño, sonrió y, atrayéndolo hacia ella, dijo dándole un cachete cariñoso: «¡Qué niño más malo! Mira cómo trata a su madre…». «Si tan irritable estás, ¿por qué no te enfadas con tu hijo?», le preguntó Tierno Bokar. «Si no es más que un niño –contestó Suturá–. No sabe lo que hace. Con un niño de esta edad no hay quien se enfade». «Vete a casa, querida Suturá –le dijo Tierno– y, cuando alguien te irrite, acuérdate de la tabla y piensa: “Tenga los años que tenga, esta persona está actuando como un niño de tres años”. Sé indulgente: puedes hacerlo, ya que acabas de serlo con tu hijo cuando te ha dado ese golpe. Obra así y no volverás a enfadarte. Vivirás feliz y te sentirás mejor. Las bendiciones que desciendan sobre ti serán mucho mayores que las que puedas recibir de mí: serán las bendiciones de Dios y del propio Profeta. Quien soporta y perdona una ofensa –continuó– se parece a una de esas grandes ceibas que ensucian los buitres al posarse en sus ramas. El aspecto repugnante del árbol solo dura una parte del año. Todos los inviernos Dios envía unos cuantos chaparrones que lo limpian de la copa a las raíces y lo revisten de un nuevo follaje. Procura prodigar el amor que sientes por tu hijo a todas las criaturas de Dios. Porque Dios quiere a sus criaturas como un padre a sus hijos. Entonces llegarás a lo más alto de la escala, allí donde, gracias al amor y la caridad, el alma solo ve y valora la ofensa para perdonarla mejor». Las palabras de Tierno supusieron tanto para Suturá que, a partir de ese día, consideró hijos suyos a todos los que la ofendían y no les respondió más que con dulzura, amor y una paciencia silenciosa y sonriente. Tanto cambió que, al final de su vida, la gente decía: «Paciente como Suturá». Nunca más hubo nada capaz de enfadarla. Cuando murió, se la consideraba prácticamente una santa.
Robert Sarah (La fuerza del silencio)
¡Papás, tengan cuidado! Cuando se tiene a un hijo sensible y talentoso, asegúrense de unirse a su mundo y después traerlos al de ustedes. Como lo describí en el Capítulo Dos, la primera vez en donde la vinculación afectiva es crítica para un desarrollo sano del sentido de masculinidad del muchacho es desde el año y medio a los tres años. Durante este periodo, el niño aprende a caminar y a hablar. Después aprende a diferenciarse e individuarse de su madre y debe identificarse con el rol del modelo de su propio género, su padre, o una figura que sustituya al padre. Si esto no sucede, el muchacho seguirá identificando su género con el de su madre. Algunos investigadores y terapeutas de la AMS, creen que este factor es la razón por la que hay más homosexuales hombres que homosexuales mujeres, porque las niñas, aun cuando también ellas se diferenciarán e individuarán de sus madres, seguirán teniendo una identidad de género con ellas. Los muchachos tienen esta tarea adicional en el desarrollo, lo que explica por qué los padres son tan importantes para sus hijos en esta y otras etapas del desarrollo. La buena noticia para los padres de hijos con AMS es que pueden restaurar la relación con su hijo adolescente o adulto en cualquier momento (desde luego esto es cierto también para las madres de hijas con AMS). ¡Nunca es demasiado tarde para sanar! (Por
Richard A. Cohen (Abriendo las puertas del armario (Spanish Edition))
P.D. MAYORITARIA QUE SE DISFRAZA DE MINORÍA INTOLERADA. A todo esto de que si Marcos es homosexual: Marcos es gay en San Francisco, negro en Sudáfrica, asiático en Europa, chicano en San Isidro, anarquista en España, palestino en Israel, indígena en las calles de San Cristóbal, chavo banda en Neza, rockero en cu, judío en Alemania, ombusdman en la Sedena, feminista en los partidos políticos, comunista en la post guerra fría, preso en Cintalapa, pacifista en Bosnia, mapuche en los Andes, maestro en la CNTE, artista sin galería ni portafolios, ama de casa un sábado por la noche en cualquier colonia de cualquier ciudad de cualquier México, guerrillero en el México de fin del siglo XX, huelguista en la CTM, reportero de nota de relleno en interiores, machista en el movimiento feminista, mujer sola en el metro a las 10 p.m., jubilado en plantón en el Zócalo, campesino sin tierra, editor marginal, obrero desempleado, médico sin plaza, estudiante inconforme, disidente en el neoliberalismo, escritor sin libros ni lectores, y, es seguro, zapatista en el sureste mexicano. En fin, Marcos es un ser humano, cualquiera, en este mundo. Marcos es todas las minorías intoleradas, oprimidas, resistiendo, explotando, diciendo "¡Ya basta!". Todas las minorías a la hora de hablar y mayorías a la hora de callar y aguantar. Todos los intolerados buscando una palabra, su palabra, lo que devuelva la mayoría a los eternos fragmentados, nosotros. Todo lo que incomoda al poder y a las buenas conciencias, eso es Marcos.
Subcomandante Marcos
No sé por qué llevo a cabo este ritual, qué busco en la mirada de un observador externo, de un puto americanista. Pero entonces llego sin mucho entusiasmo a un pasaje muy bien contado que me engancha. De camino a Puno, y al pasar por una finca llamada Tintamarca, el propietario le sugiere a Charles llevarse un indio para dar a los estudiosos europeos una idea de esta raza. Wiener le contesta que conseguir un indio, más aún si es un niño, es una empresa muy difícil, que ha estado intentando hace días que algunos de ellos lo sigan pero es imposible. El otro hombre le aconseja entonces que lo compre: «Dé usted unas piastras a una pobre chola que se muere de sed y que hace morir de hambre a su retoño; se trata de una india horriblemente alcohólica. A cambio le regalará a usted a su pequeño. Hará usted, además, una buena acción». Wiener va en busca de la mujer y su hijo, le pregunta al niño cómo se llama y esta le contesta que Juan, le pregunta si tiene padre y le contesta en quechua que no. «Muy pocas “veces he visto un espectáculo más repugnante —escribe Wiener—. Esta madre, joven aún, roída por todos los vicios, y el pequeño ser que no tenía otra ropa que un poncho que apenas si le llegaba a la cintura. Tomé una decisión.» Despertó a la madre, que se había quedado dormida, y «efectuamos el intercambio de “regalos” proyectado. Exhorté al niño a despedirse de su madre; parecía no entender qué le solicitaba; pero la madre comprendió muy bien, y, con su mano temblorosa por el alcohol, hizo la señal de la cruz en su hijo. Tuve un estremecimiento de disgusto al ver tal bendición del vicio; puse al pequeño sobre una mula. (…) Y henos en marcha. El pequeño Juan comprendió entonces y se creyó obligado a lanzar algunos alaridos. Le pregunté qué quería. ¿Piensan ustedes que pidió regresar al lado de su madre y no dejar su tierra y seguir salvaje como era? Nada de eso: ¡me pidió aguardiente!».
Gabriela Wiener (Huaco retrato)
Caminaban un día de verano un pobre hombre, ya de buena edad, y una mujer con un muchacho de pocos años. Llevaban delante consigo un jumentillo, que servía de llevarles un poco de ropa que tenían: carga tan moderada y poca, que podía ir bien a la ligera. Acertó a pasar cerca dellos un caminante, y mirando a los tres que iban por el camino y el jumento desembarazado, algo enojado les dijo: «¿Hay tan poco saber de personas, que lleven ahí una bestia holgando y sin carga, y que una mujer, de su natural para poco, delicada y flaca, vaya a pie? Tened juicio, buen viejo, que yo os ayudaré; y suba en ese jumento esa buena mujer; que mejor irá en él que no reventando por las asperezas deste monte». Pareciole bien al casado lo que el pasajero le había dicho, y llegándose a una peña, hizo que su mujer fuese caballera, y los dos siguiéndola iban a pie. Poco anduvieron, cuando otro que venía por el mismo camino les salió al encuentro, y saludándoles, les dijo: «Harto mejor fuera, padre honrado, que un hombre como vos, de tantos días, que es milagro poderos tener en pie, fuera caballero y ocupara aquel animal, y no la mujer que llevais en él, pues las de su género de suyo son inclinadas a pasearse, y esta era ocasión en que pudiera sacar los pies de mal año, habiéndosela ofrecido de caminar a pie, y como buen bailador menearlos apriesa. Bajad, hermana, y suba ese buen viejo; que sus años y canas están pidiendo lo que yo os digo». A tan buenas razones obedeció la casada: apeose y subió su marido en el jumento, prosiguiendo su viaje, adonde de allí a poco rato encontraron unos caminantes, que, mirando al hombre caballero y a la mujer y mozuelo en seguimiento suyo, con muy grandes risadas empezaron a hacer burla dél, diciendo: «¡Salvaje! Apeaos y tened vergüenza: ¿no veis que va ese niño despeado, sin aliento y con tan grande calor, y que vos, tan grande como vuestro abuelo, sin reparar en nada, vais hecho una bestia, pudiendo andar harto mejor y con más descanso que ese pobrecito que os sigue?». Confuso el padre, bajó de su jumento, poniendo en él al hijuelo, y siguiéndole los dos casados, hasta que, viniendo nueva gente, le dijeron: «Subid en esa bestia con ese muchacho; que poca carga será, y la que lleva ahora es casi nada, y a ratos iréis mudando de personas, y no reventando en seguimiento de quien camina tan sin pesadumbre por verse holgado y con tan poco peso». Cuadrole al anciano el consejo que le daban, y poniendo al muchacho delante, subió el atrás, con ánimo que de allí a un rato bajaría él y podría ir caballera su mujer, y así, con algún descanso, mudándose, acabar su jornada. Mas durole poco su sosiego, porque, como viniesen otros pasajeros y viesen al padre y al hijuelo sobre el jumento, comenzaron a darles matraca, diciendo: «¡Buen año! ¿No veis? Dos van caballeros, y ¡con qué conciencia! Alquilado debe de ser el asnillo, pues a ser propio no lo hicieran con él de la suerte que vemos ni tan mal le trataran. ¡Hideputa, buen hombre, qué buen alma tiene! ¡Buena llegará la bestia a la posada! Apostaré que del gran cansancio no puede comer bocado. Bajad enhorabuena o en la otra, que buenos cuartos tenéis y cerca está el pueblo, y no quitéis la vida a ese jumento, siquiera porque es vuestro prójimo». Estas razones le dijeron al labrador, y conociendo entonces bien a la clara los varios pareceres y natural condición que guardan los hombres en materia de su gusto y opinión, vuelto a su mujer y al hijuelo, los dijo: «No hay que reparar en lo que pueden decir de nosotros; que el qué dirán de las gentes es bobería, si no es locura. Cada uno se acomode como pudiere y alargue el pie conforme a la sabana; que, si a mí me falta, el que dice o mormura ni lo da ni lo presta, y él se queda con su dicho y yo con lo que tengo entonces o me falta. Vase él a su casa dejándome a mí en la mía. Vámonos como pudiéremos con nuestro jumento, y diga lo que le agradare cada uno».
Jerónimo de Alcalá (El Donado Hablador: Alonso, Mozo De Muchos Amos (Spanish Edition))