Azucena Quotes

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Amor de mis entrañas, viva muerte, en vano espero tu palabra escrita y pienso, con la flor que se marchita, que si vivo sin mí quiero perderte. El aire es inmortal. La piedra inerte ni conoce la sombra ni la evita. Corazón interior no necesita la miel helada que la luna vierte. Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas, tigre y paloma, sobre tu cintura en duelo de mordiscos y azucenas. Llena pues de palabras mi locura o déjame vivir en mi serena noche del alma para siempre oscura.
Federico García Lorca
When the piece of a body is left (or a home is left) then the body begins being a constellation: one piece is there! one piece is there! If I leave my hair in the comb in my mother’s house & walk out the door to go to the airport, then all of a sudden the body is everything between me & that lost piece. The body is made up, then, of roads & crickets & azucena & mud. How large we are. How ramshackle, how brilliant, how haphazardly & strangely rendered we are. Gloriously, fantastically mixed & monstered. I have been asking myself to be more attentive & porous—to pay attention to the way every inch of me is animal, every inch of me is earth.
Aracelis Girmay
Tú me quieres alba, Me quieres de espumas, Me quieres de nácar. Que sea azucena Sobre todas, casta. De perfume tenue. Corola cerrada Ni un rayo de luna Filtrado me haya. Ni una margarita Se diga mi hermana. Tú me quieres nívea, Tú me quieres blanca, Tú me quieres alba. Tú que hubiste todas Las copas a mano, De frutos y mieles Los labios morados. Tú que en el banquete Cubierto de pámpanos Dejaste las carnes Festejando a Baco. Tú que en los jardines Negros del Engaño Vestido de rojo Corriste al Estrago. Tú que el esqueleto Conservas intacto No sé todavía Por cuáles milagros, Me pretendes blanca (Dios te lo perdone), Me pretendes casta (Dios te lo perdone), ¡Me pretendes alba! Huye hacia los bosques, Vete a la montaña; Límpiate la boca; Vive en las cabañas; Toca con las manos La tierra mojada; Alimenta el cuerpo Con raíz amarga; Bebe de las rocas; Duerme sobre escarcha; Renueva tejidos Con salitre y agua; Habla con los pájaros Y lévate al alba. Y cuando las carnes Te sean tornadas, Y cuando hayas puesto En ellas el alma Que por las alcobas Se quedó enredada, Entonces, buen hombre, Preténdeme blanca, Preténdeme nívea, Preténdeme casta.
Alfonsina Storni (Antología poética)
Besos Hay besos que pronuncian por sí solos la sentencia de amor condenatoria, hay besos que se dan con la mirada hay besos que se dan con la memoria. Hay besos silenciosos, besos nobles hay besos enigmáticos, sinceros hay besos que se dan sólo las almas hay besos por prohibidos, verdaderos. Hay besos que calcinan y que hieren, hay besos que arrebatan los sentidos, hay besos misteriosos que han dejado mil sueños errantes y perdidos. Hay besos problemáticos que encierran una clave que nadie ha descifrado, hay besos que engendran la tragedia cuantas rosas en broche han deshojado. Hay besos perfumados, besos tibios que palpitan en íntimos anhelos, hay besos que en los labios dejan huellas como un campo de sol entre dos hielos. Hay besos que parecen azucenas por sublimes, ingenuos y por puros, hay besos traicioneros y cobardes, hay besos maldecidos y perjuros. Judas besa a Jesús y deja impresa en su rostro de Dios, la felonía, mientras la Magdalena con sus besos fortifica piadosa su agonía. Desde entonces en los besos palpita el amor, la traición y los dolores, en las bodas humanas se parecen a la brisa que juega con las flores. Hay besos que producen desvaríos de amorosa pasión ardiente y loca, tú los conoces bien son besos míos inventados por mí, para tu boca. Besos de llama que en rastro impreso llevan los surcos de un amor vedado, besos de tempestad, salvajes besos que solo nuestros labios han probado. ¿Te acuerdas del primero...? Indefinible; cubrió tu faz de cárdenos sonrojos y en los espasmos de emoción terrible, llenáronse de lágrimas tus ojos. ¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso te vi celoso imaginando agravios, te suspendí en mis brazos... vibró un beso, y qué viste después...? Sangre en mis labios. Yo te enseñé a besar: los besos fríos son de impasible corazón de roca, yo te enseñé a besar con besos míos inventados por mí, para tu boca. Este maravilloso poema de Gabriela Mistral, nos describe de una manera muy simple y sentida, una de las grandes expresiones de amor o quizas las principal. Me he tomado el trabajo de narrarlo, asumiendo el riesgo de no ser capaz de transmitir la verdadera intensidad o altura que tienen las palabras de esta destacada artista de las letras. Lucila de María Godoy Alcayaga, conocida como Gabriela Mistral. Nacida en Vicuña, Chile el 7 de abril de 1889 y fallecida Nueva York, el 10 de enero de 1957, Poetisa, diplomática, y pedagoga. Gabriela Mistral, una de las principales figuras de la literatura chilena y latinoamericana, fue la primera persona de América Latina en ganar el Premio Nobel de Literatura,2 que recibió en 1945.
Gabriela Mistral
Pero Ivana, acostumbrada a bregar con estas dificultades, consecuencia nociva de su despampanante belleza, resultó ser exquisita, cuidadosa, delicada, minuciosa, pulcra, primorosa, refinada, distinguida, elegante, impoluta, angelical, detallista, amable, sensible, sumisa, obediente, respetuosa, indefensa y fascinante, para mayor espanto y mortificación de Cecilia, Noelia, Catalina y Azucena y total desconcierto de Andrés Leal, Justice y todo ser humano del género masculino —léase cartero, repartidor de pizzas, compañero de estudios, policía municipal, familiar de alguna de las inquilinas, encuestador o vecino—, que la encontraban arrebatadora.
Mamen Sánchez (Se prohíbe mantener afectos desmedidos en la puerta de la pensión (ESPASA NARRATIVA) (Spanish Edition))
«[…] Apropiarse de la tristeza, tragándosela sorbo a sorbo, inhalándola, aprisionándola dentro de usté, dejándola entrar hasta el último rincón del cuerpo, hasta que nada de ella quede fuera. ¿En ese momento qué la va a rodear si ya dejó entrar toda la tristeza?» —¿Qué? —preguntó Azucena. «—¡Pues la felicidad! Por eso no hay que temerle a la tristeza, al dolor. Hay que saberlos gozar, aceptar. "Lo que resistes persiste." Si uno resiste el sufrimiento, éste siempre nos va a estar rodeando. Si uno lo acepta como parte de la vida, del todo, y lo deja entrar hasta agotarlo, quedará rodeado de alegría, de felicidad. ¡Adelante, mucha suerte, niña, y a darle vuelo al gozo! […]» (P. 144)
Laura Esquivel (The Law of Love)
las desgracias no se curan con lástima ni resignación, sino haciéndoles frente con todo lo que tengamos, con todo lo que seamos capaces.
Marie J. Cisa (El Secreto de las Azucenas)
acompaña en cada paso que doy. Para mi compañero y
Marie J. Cisa (El Secreto de las Azucenas)
les toca descansar,
Marie J. Cisa (El Secreto de las Azucenas)
Tengo derecho al vino, al aceite, al Museo, a la Enciclopedia Británica, a un lugar en el ómnibus, a un parque abandonado, a un muelle, a una azucena, a salir, a quedarme, a bailar sobre la piel del Último Hombre Antiguo, con mi esqueleto nuevo, cubierto con piel nueva de hombre flamante
Raúl González Tuñón (La luna con gatillo: selección de poemas líricos, sociales y políticos, (Volumen 2))
Quien supiera o pudiera apartar el ramaje vistoso de ideas más o menos contrahechas y de palabras relumbrantes, que el señorito de Santa Cruz puso ante los ojos de su mujer en la noche aquella, encontraría la seca desnudez de su pensamiento y de su deseo , los cuales no eran otra cosa que un profundísimo hastío de Fortunata y las ganas de perderla de vista lo más pronto posible. ¿Por qué lo que no se tiene se desea, y lo que se tiene se desprecia? Cuando ella salió del convento con corona de honrada para casarse; cuando llevaba mezcladas en su pecho las azucenas de la purificación religiosa y los azahares de la boda, parecíale al Delfín digna y lucida hazaña arrancarla de aquella vida. Hízolo así con éxito superior a sus esperanzas, pero su conquista le imponía la obligación de sostener indefinidamente a la víctima , y esto, pasado cierto tiempo, se iba haciendo aburrido, soso y caro. Sin variedad era él hombre perdido; lo tenía en su naturaleza y no lo podía remediar. Había que cambiar de forma de Gobierno cada poco tiempo, y cuando estaba en república, ¡le parecía la monarquía tan seductora...! Al salir de su casa aquella tarde, iba pensando en esto. Su mujer le estaba gustando más, mucho más que aquella situación revolucionaria que había implantado, pisoteando los derechos de dos matrimonios. If one had been able to cut through the shiny thicket of fake ideas and spurious words that Juanito Santa Cruz displayed to his wife that night, one would have discovered a bare, withered mind and an absence of desire; a man who absolutely sick of Fortunata and anxious to get rid of her as soon as possible. Why is it that we want what we don't have, and when we get it, we scorn it? When she emerged from the convent crowned with respectability and on the verge of marriage, when she bore on her bosom the lilies of religious purification and the orange blossoms of her wedding, the Dauphin considered it a worthy deed to pluck her from that life. And so he did, with more success than he hoped; but his conquest obliged him to support his victim indefinitely, and this, after a certain time, became boring, dull and costly. Without variety the man was lost; it was in his nature – he couldn't help it. He simply had to change regimes every so often; when the republic was in power, the monarchy was so tempting! As he left home the afternoon after their joint decision, he reflected on this. His wife was beginning to seem more appealing now, much more than that revolutionary situation that he had created by trampling on two marriages. Translation: Agnes Moncy Gullón
Benito Pérez Galdós (Fortunata and Jacinta)
la vida, como solía decir mi madre, siempre espera que bajemos la guardia.
Marie J. Cisa (El Secreto de las Azucenas)
Quedéme y olvidéme; el rostro recliné sobre el amado; cesó todo, y dejéme dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado.
San Juan de la Cruz
Quedéme y olvidéme; el rostro recliné sobre el amado; cesó todo, y dejéme dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado.
San Juan De La Cruz,
digamos que a veces la vida nos sorprende y derrumba todo lo que creíamos eterno.
Marie J. Cisa (El Secreto de las Azucenas)
Nunca piensas que alguien a quien quieres tanto puede morir, y aun así… nos creemos dueños de nuestra vida, de nuestros cuerpos, cuando no somos más que despojos del tiempo,
Marie J. Cisa (El Secreto de las Azucenas)
—En efecto. Marcel Durand no es otro que Pascal Dubois, el mismo que llegó a Valparaíso con los parientes de Azucena. —¡El manuscrito! —exclamó Azucena de repente. —Por eso lo supo —añadió Guillem. Toda esta información repentina no hizo más que aturdir más a Andreu.
Marie J. Cisa (El Secreto de Monsieur Durand: Novela Histórica (Bilogía Secretos, #2))
Aquí, el chacal de los presidiarios siberianos, aúlla, el toro del Sinaí, la lepra judía y el estercolero de diamantes elementales, las tetas hinchadas de sol, entre los cuernos de Dionysos, el desierto de asfalto sin ruedas, fruta de goma regia y vientres de serpientes o ídolo o ébano, el tambor de cuero de muerto de los guerreros del occidente, el veneno renacentista, en la azucena de esmeralda y ópalo de las marquesas, que arden perfume y sexo, el tam-tam oscuro y precolombino.
Pablo de Rokha (Epopeya: Antología)
—Tanto Azucena Arias como usted, Andreu Fort están dentro de la lista de beneficiarios de la herencia de Monsieur Durand. Las palabras de Guillem los pilló por sorpresa.
Marie J. Cisa (El Secreto de Monsieur Durand: Novela Histórica (Bilogía Secretos, #2))
salieron a dar un paseo,
Marie J. Cisa (El Secreto de las Azucenas)
Perseverancia, superación y determinación, solo así podemos conseguir nuestros objetivos.
Marie J. Cisa (El Secreto de las Azucenas)
La verdad siempre está ahí, aguardando en algún rincón de nuestra vida, esperando que alguien la halle y se regocije en ella.
Marie J. Cisa (El Secreto de las Azucenas)
Todo lo que nos sucede en la vida, para bien o para mal, queda grabado en nosotros y lo transmitimos a nuestros hijos y a nuestros nietos.
Marie J. Cisa (El Secreto de las Azucenas)
llevamos en la sangre la solución a nuestros problemas. Cada uno de nosotros somos lo que fueron antes, nos guste o no.
Marie J. Cisa (El Secreto de las Azucenas)
Podemos ser muy obstinados en ello, pero al final la vida nos arranca la venda de cuajo y nos hace sentir estúpidos.
Marie J. Cisa (El Secreto de las Azucenas)
que las desgracias no se curan con lástima ni resignación, sino haciéndoles frente con todo lo que tengamos, con todo lo que seamos capaces.
Marie J. Cisa (El Secreto de las Azucenas)
Está demostrado que arrastramos la vida de nuestros antepasados y que sus desgracias y sus penas pueden afectarnos hasta límites que no somos capaces de imaginar.
Marie J. Cisa (El Secreto de las Azucenas)
que las desgracias no se curan con lástima ni resignación, sino haciéndoles frente con
Marie J. Cisa (El Secreto de las Azucenas)
todo lo que tengamos, con todo lo que seamos capaces.
Marie J. Cisa (El Secreto de las Azucenas)
Fuck, you’re tight
Azucena Rianchos
Por esos días aprendí que las desgracias no se curan con lástima ni resignación, sino haciéndoles frente con todo lo que tengamos, con todo lo que seamos capaces.
Marie J. Cisa (El Secreto de las Azucenas)
RETORNO Veníamos los dos, cargados, de los montes: Platero, de almoraduj; yo, de lirios amarillos. Caía la tarde de abril. Todo lo que en el poniente había sido cristal de oro, era luego cristal de plata, una alegoría, lisa y luminosa, de azucenas de cristal. Después, el vasto cielo fue cual un zafiro transparente, trocado en esmeralda. Yo volvía triste... Ya en la cuesta, la torre del pueblo, coronada de refulgentes azulejos, cobraba, en el levantamiento de la hora pura, un aspecto monumental. Parecía, de cerca, como una Giralda vista de lejos, y mi nostalgia de ciudades, aguda con la primavera, encontraba en ella un consuelo melancólico. Retorno... ¿adónde?, ¿de qué?, ¿para qué?... Pero los lirios que venían conmigo olían más en la frescura tibia de la noche que se entraba; olían con un olor más penetrante y, al mismo tiempo, más vago, que salía de la flor sin verse la flor, flor de olor sólo, que embriagaba el cuerpo y el alma desde la sombra solitaria. - ¡Alma mía, lirio en la sombra! - dije. Y pensé, de pronto, en Platero, que, aunque iba debajo de mí, se me había, como si fuera mi cuerpo, olvidado.
Juan Ramón Jiménez (Platero y yo: Elegía Andaluza (Spanish Edition))
Y aquel rumor del agua suspendido en la noche se cuaja por el frío de las estrellas en azucenas de cristal esperando a que las pongamos en el jarrón de nuestra alma.
Yiannis Ritsos (Romiosyne seguido de La Señora de las Viñas)
LI LORD No sé si tú, Platero, sabrás ver una fotografía. Yo se las he enseñado a algunos hombres del campo y no veían nada en ella. Pues éste es Lord, Platero, el perrillo foxterrier de que a veces te he hablado. Míralo. Está ¿lo ves? en un cojín de los del patio de mármol, tomando, entre las macetas de geranios, el sol de invierno. ¡Pobre Lord! Vino de Sevilla cuando yo estaba allí pintando. Era blanco, casi incoloro de tanta luz, pleno como un muslo de dama, redondo e impetuoso como el agua en la boca de la caño. Aquí y allá, mariposas posadas, unos toques negros. Sus ojos brillantes eran dos breves inmensidades de sentimientos de nobleza. Tenían vena de loco. A veces, sin razón, se ponía a dar vueltas vertiginosas entre las azucenas del patio de mármol, que en mayo lo adornan todo, hojas, azules, amarillas de los cristales traspasados del sol de la montera, como los palomos que pinta don Camilo... Otras se subía a los tejados y promovía un alboroto piador en los nidos de los aviones... La Macaria lo enjabonaba cada mañana y estaba tan radiante siempre como las almenas de la azotea sobre el cielo azul, Platero. Cuando se murió mi padre, pasó toda la noche velándolo junto a la caja. Una vez que mi madre se puso mala, se echó a los pies de su cama y allí se pasó un mes sin comer ni beber... Vinieron a decir un día mi casa que un perro rabioso lo había mordido... Hubo que llevarlo a la bodega del Castillo y atarlo allí al naranjo, fuera de la gente. La mirada que dejó atrás por la callejilla cuando se lo llevaban sigue agujereando mi corazón como entonces, Platero, igual que la luz de una estrella muerta, viva siempre, sobre pasando su nada con la exaltada intensidad de su doloroso sentimiento... Cada vez que un sufrimiento material me punza el corazón, surge ante mí, larga como la vereda de la vida a la eternidad, digo, del arroyo al pino de la Corona, la mirada que Lord dejó en él para siempre cual una huella macerada.
Juan Ramón Jiménez (Platero y yo: Elegía Andaluza (Spanish Edition))
Yo era tan sólo la hija de los suburbios que fue creciendo entre canciones y trapecios, la que soñaba erigir barricadas en la ciudad con sus palabras. Guardo un silencio de sombras y azucenas ante estos dólmenes que vienen sobre los puentes rodando piedra y agua a la hora del tramonto. Me encuentro solitaria ante los muros desnudos. ¿Quién soy yo que ni yo sé ya quién soy? ¿Cómo decirle a usted que mis palabras ahora sólo son una marcha de increíble victoria sobre la muerte?
Isabel de los Ángeles Ruano (Torres y tatuajes)