Amlo Quotes

respeto a la libertad de conciencia y de su práctica individual y colectiva; autonomía de lo político y de la sociedad civil frente a las normas religiosas y filosóficas particulares; no discriminación directa o indirecta hacia seres humanos.5

el Estado moderno no requiere de elementos sagrados para su legitimidad,

La idea del Estado laico no es simplemente la de un actor pasivo frente a las religiones, sino la de un regulador de ellas en el espacio público.

Si lo sagrado y lo religioso vuelven a ser parte de esa legitimidad política, la soberanía popular deja de estar en el centro de la legitimación del Estado.

López Obrador ha violado de manera sistemática todos los artículos constitucionales y leyes secundarias en materia de laicidad de la República y del Estado mexicanos. Lo ha hecho de manera flagrante y en repetidas ocasiones, sin importarle las consecuencias que ello tenga en materia de libertades y derechos adquiridos por la ciudadanía.

el populismo autoritario de López Obrador no permite disidencia interna y combate cualquier idea que se oponga a sus designios de purificación y salvación del país. El resultado es un iluminado conduciendo los destinos del país, en una trayectoria contraria a la iniciada por Juárez

El Estado laico está bajo amenaza. La república laica ha sido traicionada.

el riesgo es exponer de más el espacio público a segmentos fundamentalistas de algunos evangélicos y a las posturas de católicos intransigentes con sed de revancha.

La amenaza al carácter laico del Estado proviene no sólo de los actores religiosos católicos ni de la emergencia de un evangelismo político, sino también de una clase política en crisis y ávida de probidad social.

el mayor error que comete AMLO es pretender convertir a las diversas asociaciones religiosas en iglesias de Estado.

se desinstitucionaliza la religión: “creer sin pertenecer”,

Desde la alternancia foxista, se desencadenó una paulatina reconfesionalización de la clase política,

un hombre de izquierda con principios morales conservadores.

la era mediática, donde es más importante el relato y los atributos que proyecta el personaje que el programa de gobierno.

En 1970, 92% de la población latinoamericana era católica y ha descendido a 59%,

hay cada vez más personas que se revelan por engrosar alternativas evangélicas populares porque encuentran respuestas concretas a sus búsquedas, sean espirituales, relacionales o aspiracionales.

las iglesias son parte de la crisis de valores de la sociedad y las agrupaciones religiosas son corresponsables del quebranto ético de la sociedad.

los temas sociales predilectos del presidente López Obrador lo acercan más bien a las posturas de la derecha tradicional, la cual añora un pasado mítico, donde el pueblo bueno supuestamente vivía de acuerdo con sus principios morales y religiosos.

El presidente enfatiza la libertad religiosa pero omite la esencia del postulado juarista, al que tanto se apela, sobre la histórica separación entre el Estado y las iglesias.

Ante la polémica, surge la pregunta: ¿es tarea del Estado promover un modelo moral para la sociedad?

Resulta paradójica la omisión sobre la separación Estado-iglesias como el mayor aporte juarista. El silencio de AMLO sorprende, ya que él se ostenta como un notorio admirador del legado de Juárez.

Pese a enarbolar la laicidad, resaltan los hechos, se perciben actos deconstructivos. La 4T no ha podido fundamentar su política de Estado laico.

El Estado no puede ni debe amparar, ni mucho menos propiciar “colaborar” ni coordinar acciones sociales, culturales y de las iglesias, porque la tentativa transgrede los principios básicos de la laicidad.

Al parecer, la 4T de AMLO será religiosa o no será.

Hugo Erik Flores es el político evangélico mientras que Arturo Farela es el evangélico político.

El presidente López Obrador tiene un supuesto falso: las iglesias conseguirán moralizar la sociedad.

las iglesias, y principalmente la Iglesia católica, son también responsables del deterioro ético y moral a que alude el diagnóstico de AMLO.

¿El fin de la separación entre Estado e iglesias y el advenimiento de sensibilidades teocráticas?

Más que la moralidad, el horizonte es la ética de la laicidad, y la tarea es fortalecer una democracia madura y perdurable.

¿No creen, queridos internautas, que el lenguaje de AMLO implica una evasión de su responsabilidad? Se cancelará el aeropuerto, en lugar de cancelaré el aeropuerto. Se encarcelará a la Mafia del Poder, en lugar de encarcelaré a la Mafia del Poder. Se hará esto, se amnistiará a otros, se acabará lo de más allá. Él se declara inocente a priori porque no personaliza sus decisiones.

será a la inversa; una regresión hacia un partido artificialmente dominante y el presidencialismo imperial.

Cuando un jefe de gobierno siente que encarna al pueblo, la historia o la patria, cuestionarlo implica estar en contra de la patria o del pueblo.

Un fanático de sí mismo prefiere ser engañado a ser contrariado

una visión parroquial del mundo. Lo foráneo como un peligro.

La lógica que se desprende de dichas acciones pareciera ser que si el barco tiene ratas, hay que hundirlo en lugar de limpiarlo de las ratas.

bricolaje” religioso, es decir una recomposición personal de las creencias, donde el individuo creyente genera una especie de “religión a la carta”,

Las constituciones morales crean sistemas religiosos, no repúblicas, y lo que estamos eligiendo es un jefe de Estado, no al líder de una iglesia.

en última instancia no puede haber un documento que rija nuestro comportamiento y todo queda en el manejo de nuestra propia conciencia?

Durante la campaña de 2018 AMLO fue el candidato que tuvo el mayor número de alusiones religiosas.

AMLO se ofertó como un candidato de Dios al clásico estilo evangélico.

Ya sea por buscar legitimidad o sumar votos, el hecho es que la clase política mexicana ha venido alejándose de la tradición secular y laica del Estado y de los principios juaristas que definieron la histórica separación entre el Estado y las iglesias.

es la clase política la que amenaza la laicidad histórica de nuestro país.

La redención del espíritu humano es materia ajena a la política, pertenece a otro orden, al de la trascendencia, al de la religión. Lo que legitima el poder político es el derecho justo.

Cuando una institución de poder se vuelve garante de la moral —la historia de la institución clerical lo muestra con creces—, la moral se corrompe, se hace farisaica en el sentido del Evangelio.

Señor López Obrador, usted fue elegido presidente de la República, no pastor de una iglesia. Como bien dijo Locke, su labor es cumplir con las reglas civiles, no salvar almas.

los códigos de ética, por sí solos, no tienen mayores efectos para volver a la gente más ética”.

dos confusiones graves: ser pueblo exonera de actos delictivos, y el uso legítimo de la fuerza pública para preservar el orden se equipara a represión,

lo que se condena con dedo flamígero en los demás, se justifica con lujo de maromas, y se defiende a capa y espada cuando se trata del partido o político favorito.

el racismo ha sido desterrado de nuestras leyes pero no de las conciencias ni de buena parte de las costumbres;

mejor no ofrecer algo que luego no va a ser cumplido.

Desde el gobierno, también conviene predicar el evangelio, pero no seguirlo puntualmente.

90 años después podríamos estar pasando de un país de instituciones (así fueran corregibles, insuficientes, que pueden ser mejoradas y corregidas) a uno de caudillos, o más bien dicho, de un caudillo.

¿quién controla al controlador máximo? Ése es el problema de un poder altamente concentrado;

James Madison decía: “Si los hombres fuesen ángeles, el gobierno no sería necesario.

El poder es la capacidad de tomar decisiones que afectan a terceros.

En general, AMLO parece poco competente para medir las consecuencias para el país de decisiones cuyo costo es evidente, o quizá simplemente no le importa. Debió sentirse bien cuando prometió libre tránsito a cuanto migrante quisiera pasar por México, pero era evidente la implicación: Estados Unidos amenazaría con cerrar la frontera. Prometió hacer una consulta respecto a la continuación de la construcción de una planta cervecera en Mexicali cuestionada por un grupo de activistas. Sin bases legales la hizo, ganó la cancelación, y se perdió una inversión de mil 400 millones de dólares. Al amparo del artículo 1110 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) (aún vigente al momento de hacer la consulta), el Estado mexicano podría ser demandado por expropiación ilícita.

El control de qué se hace y qué no está en AMLO y en Palacio Nacional, en un equipo, por cierto, de puros hombres. El gabinete con paridad de género es un ejercicio de relaciones públicas.

La excepción es el Consejero Jurídico de la Presidencia, Julio Scherer, quien es más poderoso que la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, pero no viene de tan atrás en su relación profesional con AMLO, aunque el padre de Scherer era muy amigo de AMLO y desde entonces se conocen. En casi todas las secretarías hay un subsecretario, hombre casi siempre, en quien reside realmente el poder, y que suele ser uno de sus leales históricos.

Los secretarios y altos funcionarios aceptan cosas inéditas, invasiones a sus responsabilidades que no se veían en el pasado. El responsable del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) hará un tren, siendo que ésta es una tarea de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), del secretario y del subsecretario de Infraestructura. La Secretaria de Energía es la responsable de hacer una refinería de Petróleos Mexicanos (Pemex). Esto genera complejos problemas operativos en la empresa que AMLO estaba determinado a rescatar.

Este estilo de gobernar genera conflictos entre quien tiene el cargo y quien tiene el encargo. Para AMLO, ésta es una forma de no darles pleno poder a sus secretarios y de tener más control sobre ellos. Con un presidente como AMLO es común que, para tener algo del cariño del jefe, sus colaboradores sugieran lo que el presidente quiere oír.

Un presidente requiere tener capacidad de estudio de los problemas y de gestión en su solución. Su gente más cercana tiene que cuidar que le lleguen bien documentados los problemas importantes, y resolverlos sin descuidar el buen uso del tiempo del presidente. Con AMLO no se gobierna así. No hay un método riguroso y serio para tomar decisiones.

AMLO no tiene una formación académica sofisticada. Sabe algunas cosas de historia, confusas, citadas en sus libros de forma profusa, pero a su manera, anecdótica, de héroes y villanos de papel. Como le dijo John Womack, el historiador autor del clásico Zapata y la Revolución mexicana, a Dolia Estévez tras la visita de AMLO a la Casa Blanca en julio de 2020: “El pobre AMLO parece que no aprendió más historia que la historia patria que los maestros le enseñaban en la primaria”.34

AMLO cree ser la conciencia del pueblo y actúa con base en lo que él cree que quiere su base electoral. El análisis racional sobre qué necesita el país no es lo suyo, es de sus críticos.

En los países donde se respeta el debido proceso sólo permanecen en la cárcel, mientras se les juzga, aquellos que suponen riesgo de fuga o peligro social. En México, 41 por ciento de las personas encarceladas sigue en espera de una sentencia. Las reformas de AMLO han llevado a que, por ejemplo, en cuanto a delitos del fuero común, entre enero y junio de 2020, haya aumentado 14.4 por ciento el número de hombres en prisión sin sentencia, y 16.7 por ciento el número de mujeres en la misma condición, y a que, para el mismo periodo en cuanto a delitos del fuero federal, haya aumentado 1.9 por ciento el número de hombres encarcelados sin sentencia, y 10.3 por ciento el número de mujeres en la misma condición.

Su estilo de gobernar es un fiel reflejo de quién es AMLO. No está distorsionado por las restricciones que han enfrentado otros mandatarios.

AMLO tiene una visión del mundo y ésta se impone en todos los ámbitos: si el mundo se dirige hacia las energías limpias, él propone supeditar el desarrollo de México al petróleo; si la evidencia muestra que las políticas sociales meramente asistencialistas de poco sirven para mejorar sustantivamente la vida de los más pobres, él reduce sus políticas sociales a repartir dinero; si la evidencia muestra que la multiplicación y proliferación de organizaciones de la sociedad civil es un buen indicador del nivel de democracia en un país, él las ve como un obstáculo para su proyecto de “purificar la vida pública” de México; si para combatir la corrupción se requiere de transparencia e instituciones fuertes y autónomas, su gobierno es opaco y todo pende de su voluntad; si el movimiento feminista es una fuente de vitalidad democrática, él lo ve como un complot en su contra.

Como lo sabe todo, es muy difícil para los cuadros técnicos convencerlo de que hay una mejor ruta. Hacerlo toma mucho tiempo y en muchas ocasiones no se logra por más que se le expliquen las consecuencias de su actuar. Si el mundo es como AMLO lo ve, si no hay decisiones colegiadas, es difícil que AMLO se entere de lo que está pasando. No ayuda en la carrera de los funcionarios cercanos a AMLO decir la verdad.

AMLO no tiene paciencia para la evidencia. Importa la intuición del presidente. Optó por cancelar un aeropuerto, con lo cual tuvo que pagar 75 mil millones de pesos para liquidar los contratos, para arrancar un aeropuerto en Santa Lucía sin tener estudio alguno. Texcoco se había planeado por años y estaba plenamente financiado, con un costo estimado de 169 mil millones, que se terminaría pagando con un impuesto a los pasajeros. Según cálculos del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), la cancelación del aeropuerto de Texcoco tuvo un costo total de 270 mil millones de pesos.

Su incapacidad de quedarse en la oficina (que es su casa) para estudiar junto con su gabinete los problemas a profundidad y la ruta a seguir lo lleva a recorrer el país frenéticamente. El 21 de marzo AMLO visitó Oaxaca para conmemorar el natalicio de Benito Juárez. Un día antes, grupos indígenas de la Sierra Norte de Oaxaca le pidieron reconsiderar la visita ante el temor por el coronavirus.64 AMLO hizo caso omiso. En su adicción, todavía el 1º de abril llegó a hacer un mitin en Tlaxiaco, Oaxaca, siguiendo ciertos protocolos de salud, razón por la cual sólo había unas cuantas personas escuchándolo.

Casi todo lo que AMLO ha tratado de hacer lo había prometido en sus múltiples libros. Pocos pueden alegar que fueron sorprendidos. Sin embargo, ha tenido mucho más poder del que él mismo esperaba y mucha menos capacidad de la que hasta sus mayores críticos temían.

El 28 de junio de 2018, en un texto llamado “La elección y la escatología”, Lorenzo Meyer criticaba a quienes decían que AMLO suponía un regreso al viejo PRI. En sus palabras: Estos nuevos Jeremías aseguran que AMLO significaría el regreso del abominable priismo clásico, del autoritarismo puro, del que cerrará y arruinará a la economía —acabará con el TLC [Tratado de Libre Comercio], expropiará y reestatizará empresas, subsidiará lo incosteable e indebido, detendrá la construcción de infraestructura indispensable (el nuevo aeropuerto)—, hará un pacto de impunidad con el crimen organizado y con el presidente saliente, echará por la borda la reforma educativa, pondrá a Morena en manos de sus hijos, aceptará en su partido a corruptos, no entenderá la complejidad del sistema internacional y propiciará movilizaciones constantes.40 Como argumenta Javier Lara Bayón en su texto “Lorenzo Meyer, antiprofeta”,41 muchos de esos miedos se han cumplido, como aceptar en su partido a corruptos, cancelar el aeropuerto de Texcoco y revertir la reforma educativa. Otros, sobre todo respecto a los pilares básicos de la economía liberal, como la apertura económica, la prudencia fiscal y el ya citado respeto a la autonomía del Banco de México, son miedos que no se han cumplido. Esto distingue a AMLO de otros gobiernos de izquierda de la región. Pero no lo distingue del viejo PRI. Éste

La CNDH importa mucho. Había tenido la suficiente capacidad y autonomía para oponerse al presidente cuando se violaban los derechos humanos. La CNDH fue muy crítica con Peña Nieto, por ejemplo, en el caso de Ayotzinapa, y con Calderón por el incendio en la Guardería ABC. Bajo la presidencia de Rosario Piedra, la CNDH no ha hecho recomendaciones críticas al gobierno de AMLO. Las que se tienen registradas son sobre los derechos humanos de mujeres encarceladas en centros penitenciarios de Baja California, sobre la contaminación del río Suchiapa, en Chiapas, y sobre la violación a los derechos humanos que supone la instalación y la operación de una cervecera en Mexicali, Baja California.

Su director ejecutivo, Francisco Estrada, es un militante morenista. Según un artículo de la periodista Peniley Ramírez, es el poder tras el trono.81 Difícil que este activo militante vaya a buscar afectar al creador de Morena, AMLO.

La CNDH es la única entidad autónoma con posibilidad de presentar acciones de inconstitucionalidad en materia de derechos humanos. Durante la presidencia de Raúl González Pérez, de 2014 a 2019, la CNDH presentó 224 acciones de inconstitucionalidad, frente a las 39 presentadas entre 2006 y 2014.82 Durante del gobierno de AMLO, González Pérez presentó cuatro acciones de inconstitucionalidad en contra de las leyes que rigen el actuar de la Guardia Nacional (en específico, respecto al uso de la fuerza y el registro de detenciones). Ante esto, AMLO dijo: “Los respeto, pero no considero que tengan mucha autoridad moral, porque guardaron silencio cómplice cuando el Estado era el principal violador de los derechos humanos”.83 Hasta ahora, la CNDH de Rosario Piedra sólo ha presentado una acción de inconstitucionalidad, por el Código Civil del Estado de Puebla, el cual impide el matrimonio igualitario. No ha iniciado acción de inconstitucionalidad alguna contra el gobierno de AMLO. Con respecto a promover alguna en contra del acuerdo que permite al Ejército hacer labores de seguridad pública, la CNDH de Rosario Piedra dijo que “nos vemos imposibilitados legalmente, al tratarse, no de una ley, sino de un acuerdo del Ejecutivo federal, acto que […] no se contempla como causa para iniciar la acción solicitada”.84 Rosario Piedra ha entendido bien su papel: no incomodar a su jefe López Obrador.

El Poder Judicial es crucial para evitar que la mayoría de Morena en el Congreso y el propio presidente violen la Constitución. Como vimos en el capítulo 1, AMLO tiene una relación muy laxa con la legalidad. Para él tiene prioridad la justicia, y eso está abierto a que cada uno la puede definir según su entender. No es éste el espacio para entrar en discusiones filosóficas al respecto, pero el régimen constitucional mexicano parte del principio de la legalidad, no de qué opina el soberano respecto a la justicia.

Uno de los rasgos más evidentes de AMLO es que cree saberlo todo. Bueno, casi todo: “La política es un noble oficio, pero no se sabe de epidemias, virus, yo de eso no sé, no soy todólogo, no soy sabelotodo y es un asunto muy serio como para estar opinando sin conocimiento. No puede haber conjeturas, improvisaciones, ocurrencias, es un asunto que requiere de especialistas”, dijo el 12 de marzo de 2020. Pero fuera de esa confesión, seguramente táctica, pues al principio de esa misma mañanera declaró que, ante el coronavirus, “tengamos calma […] estemos tranquilos”, AMLO es un sabelotodo. Según él, “no tiene mucha ciencia extraer petróleo, pues sólo es cavar un simple pozo, meter un tubo para sacar el combustible y ya”. Tampoco “tiene mucha ciencia el gobernar. Eso de que la política es el arte y la ciencia de gobernar no es tan apegado a la realidad”.

Un caso extremo es el de Evaristo Hernández Cruz, quien buscó la alcaldía del municipio de Centro, Tabasco, bajo las siglas del PRI. AMLO lo acusó de corrupto. La elección se anuló. El PRI no le dio nuevamente la candidatura. Se fue con Morena. AMLO no tuvo pena en decir que Hernández Cruz ha “tomado la decisión de sumarse a esta lucha y eso lo exonera. Todo el que está en el PRI y decide pasarse a Morena […] se le debe perdonar […] Al momento en que se sale del PRI, se limpió”.23

AMLO estuvo 18 años esperando llegar a la presidencia. No formó en todo ese tiempo cuadros calificados y competentes para llevar a feliz puerto su ambiciosa agenda. Ni siquiera de la UNAM, con tantos académicos críticos de los anteriores gobiernos, salió un grupo visible de expertos con propuestas bien armadas al servicio del nuevo gobierno. Vimos más migración de la UNAM a la Ciudad de México cuando AMLO ganó la jefatura de Gobierno del entonces DF. El caso más notable es Claudia Sheinbaum. Además de Irma Eréndira Sandoval, el otro funcionario a nivel secretario que venía de ser profesor de tiempo completo de la UNAM es Víctor Toledo, investigador en esa universidad desde 1970. Duró en su cargo 16 meses.

La opinión generalizada es que la donación estuvo viciada de origen, ya que su intención era comprar la voluntad del arzobispo de México en favor de la candidatura presidencial de AMLO

AMLO heredó un crecimiento mediocre en promedio de 2000 a 2018 de 2.2 por ciento. Muy por debajo de sus pares de América Latina. El crecimiento promedio de Perú en ese periodo fue de 4.9 por ciento, el de Colombia 3.8, el de Chile 3.9 y el de Brasil 2.5. Sólo Argentina y Venezuela crecieron menos.

A AMLO le encanta argumentar que él sí está atendiendo las causas de nuestros problemas. Tristemente no es cierto. La suya es una política económica que, como Luis Rubio ha argumentado, se ocupa más de los síntomas, la pobreza, por ejemplo, que de las causas de nuestros bajos niveles de ingreso. Su política social no está diseñada para propiciar el crecimiento ni para darles a los hijos de los más pobres una educación de calidad y una posibilidad de mayor bienestar futuro.2 Lo suyo es repartir dinero.

Para mí, lo más notable de AMLO en materia económica es que no parece creer en el poder transformador de las políticas públicas para hacer de México un país más rico, moderno y productivo. No parece creer en las capacidades del Estado para transformar el aparato productivo, salvo en materia energética.

El triunfo de AMLO es una respuesta al fracaso de estas reformas estructurales. La derrota política de ese modelo económico en la elección del 2018 es indudable. Es ocioso discutir ahora si fue porque el modelo no funcionó o porque no se implementó bien. Lo que sí sabemos es que la corrupta administración saliente no fue ni siquiera tan económicamente eficaz como prometió. No es que la corrupción fuera el precio a pagar por un alto crecimiento. Fue una alta corrupción con un crecimiento mediocre. El peor de los mundos. Bueno, casi el peor. Ahora la economía está en caída libre, aunque sí, con mucha retórica contra la corrupción.

AMLO no ha buscado públicamente una tasa de interés menor, ni en medio de la recesión más profunda de nuestra historia moderna, siendo que muchos analistas han afirmado que la tasa de interés real se ha mantenido demasiado alta, lo cual ha afectado el crecimiento de la economía. Hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha pedido una política monetaria más expansiva. En marzo de 2020 el diferencial entre las tasas de México y Estados Unidos era el más elevado desde marzo de 2009, de 6.5 puntos porcentuales. La tasa en México era de 6.5 y la de Estados Unidos de 0 por ciento. Ese diferencial ha caído, ahora es de 4.5. Entre los países con un nivel de desarrollo similar al de México, Sudáfrica y Brasil, que tradicionalmente han tenido tasas de interés mayores a las de México, en julio de 2020 tenían en dólares una tasa 100 y 250 puntos base menor a la de México.

Quebrarán en el camino miles de pequeñas y medianas empresas, cuyos dueños están lejos de ser ricos. Quizá a AMLO no le parece grave que se pierdan empleos formales, dado que, si el trabajador es explotado, quien más pierde en ese caso, desde esa lógica, es el rico, pero sin esas empresas funcionando la recuperación va a ser mucho más lenta.

Se cercenó la capacidad de ejercer la rectoría en ese sector por parte de la Secretaría de Salud, fundamental para poder avanzar en la consolidación de un verdadero derecho a la salud, con la eliminación de la Subsecretaría de Integración y Desarrollo del Sistema de Salud (SIDSS). Esto según quien fuera la encargada de la SIDSS hasta el 18 de junio de 2020, Asa Christina Laurell,22 muy cercana a AMLO cuando éste era jefe de Gobierno.

El problema es serio, y es sin duda una de las principales razones por las que muchos votaron por AMLO. Lo curioso es la solución planteada por él: adelgazar al Estado. Con todo el poder que tiene para reparar las instituciones públicas con el fin de hacerlas más eficientes y desterrar la corrupción, el objetivo parece que es deshacerse de funcionarios provenientes de gobiernos anteriores y adelgazar la mayor parte de las instituciones como mecanismo para poder actuar sin restricciones de la propia burocracia, financiar los proyectos de infraestructura del nuevo gobierno y pagar los programas sociales de AMLO.

AMLO no sólo desconfía del sector privado, también parece desconfiar del público. Cree que el gobierno era tan corrupto y con tantos excesos de gasto, que ha decidido terminar con muchos programas que existían para apoyar a la gente más necesitada. Salvo su obsesión por repartir él los recursos públicos, no parece haber una estrategia que señale cuáles son las funciones fundamentales del Estado y qué derechos sociales no pueden quedar en la mera retórica.

Tampoco pretende hacer algo más que repartir dinero a su clientela política. No se busca incidir en el comportamiento de los beneficiados. AMLO no cree que el Estado pueda ayudar a desarrollar al individuo. Fue la lógica también en la Ciudad de México. En palabras de la periodista Adela Cedillo: “Los programas sociales de AMLO como jefe de gobierno tenían un aire innegable de caridad cristiana. […] Si bien discursivamente AMLO ha sido fiel hasta el anacronismo al nacionalismo revolucionario y al liberalismo republicano, ha sido su visión social con tintes religiosos la que lo ha posicionado como el político más popular del país”.

En plena crisis por la pandemia, tras publicar un decreto de salubridad que permitía al gobierno “utilizar como elementos auxiliares todos los recursos médicos y de asistencia social de los sectores público, social y privado existentes en las regiones afectadas y en las colindantes”, algunas de las plumas más cercanas a AMLO andaban pidiendo la expropiación del sector.43 AMLO optó por un convenio con la Asociación Nacional de Hospitales Privados. AMLO se ha mantenido firme en su estrategia: hacer lo menos posible.

Por lo hecho hasta ahora y dadas las restricciones que enfrenta AMLO, no estamos frente a una política económica populista, según la definición del término que vimos al principio de este capítulo. Tampoco estamos frente a un cambio de fondo en el modelo de desarrollo, por más que a AMLO le guste estar criticando el neoliberalismo. Estamos frente a una política económica errática que impulsa lo que a AMLO le interesa y abandona casi todo lo demás.

Con AMLO, las decisiones de asignación de inversiones son arbitrarias y al gobierno no parece importarle, en los hechos, la inversión privada. En general estamos frente a una política económica desordenada y contradictoria, con un presidente que está obsesionado por hacer unas obras con poca lógica económica, mirando al pasado, con una visión de que la riqueza es mala y donde él determina si un contrato del pasado fue justo o no. Por ello, tenderá a prevalecer la visión política de AMLO sobre las necesidades de crear condiciones adecuadas para la inversión.

La elección de Trump generó incertidumbre y la inversión bajó para situarse en 18.99 por ciento del PIB en 2018. Las decisiones del gobierno de AMLO han espantado aún más a la inversión privada, que en 2019 bajó a 18.09 por ciento del PIB. Para 2020 hemos visto una caída de la inversión privada de 23.5 por ciento durante el primer semestre.

entre quienes reciben transferencias la aprobación de AMLO es de 60 por ciento vs. 30 de quienes no. La misma encuesta señala que 42 por ciento de la población recibe un apoyo, 8 más de uno y 50 ninguno.132

Es imposible conocer el nivel de esta corrupción. Por su propia naturaleza, la gran mayoría de los actos ilícitos se solapan y nunca salen a la luz pública. El enriquecimiento de la clase política y de los empresarios vinculados a ésta fue la tónica de los años de la hegemonía priista. Si AMLO pretende repetir el desarrollo estabilizador tal y como era realmente, aspira a construir una nueva mafia en el poder. La relación entre dinero y poder tenía otra vertiente. Repartir dinero era la forma de resolver ciertos conflictos políticos. Había un dicho de la época: “Problema que se resuelve con dinero sale barato”. Cuando es dinero del erario, lo más caro es compartir el poder. A billetazos había menos necesidad de reprimir los movimientos sociales disidentes. El presupuesto público era un instrumento de control político y muchos grupos organizados aprendieron que hacer política era pedir dinero.

Como señala María Elena Morera, con acciones de este tipo AMLO “le está dando a la sociedad civil organizada un trato de adversario político, contraviniendo el principio básico democrático de la participación social en los asuntos públicos, y desdeñando el hecho de que la calidad de una democracia se da en función de la participación vigorosa y autónoma de su sociedad

No es casualidad tanto foco contra este tipo de organizaciones. Él ganó en parte gracias al trabajo y los resultados de éstas y otras organizaciones que hicieron evidente y público el alcance depredador de la corrupción durante el gobierno de Peña Nieto. Las investigaciones sobre los casos de Duarte y Borge le pusieron nombre, apellido y modus operandi a la mafia del poder. AMLO se montó en ello. No quiere que le hagan nada parecido.

El ataque a medios específicos tiene el propósito de erosionar su legitimidad ante sus seguidores. Así, según esto, no leerán lo que es crítico de AMLO. ¿Funciona? Información anecdótica muestra que el Reforma es visto en los círculos académicos de izquierda como un periódico de derecha al que ya ni voltean a ver.

Ya se sabía cómo funcionaban las operaciones de desestabilización en América latina. Aunque ahora, en los tiempos de un nuevo consenso de Washington, el cerco financiero a AMLO se complementaba con advertencias de que en realidad aquel presidente de izquierdas no representaba los intereses ni siquiera de los más necesitados.

Hay también una tensión entre los empresarios de más edad, muy acomodados con el gobierno, acostumbrados a resolver muchos temas con discreción y que no quieren hacer muchas olas, y empresarios más jóvenes que desearían una relación de mayor confrontación. También hay una tensión entre los empresarios que dependen más de las compras públicas y de concesiones y regulaciones del gobierno frente a los que dependen más del mercado. Pero a final de cuentas todos se saben muy débiles frente al gobierno. Están lejos de ser un colectivo homogéneo y con intereses alineados. En el gobierno de AMLO hemos visto, en lo que va de su sexenio, uno supuestamente transformador con muy pocos conflictos. Es tal su poder que puede cambiar leyes y modificar políticas a su antojo con muy pocas protestas. Yo diría que hemos visto en sus primeros dos años menos conflicto que en ningún sexenio.