Yo No Ruego Quotes

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- Qué nadie se ría de la única anécdota que he narrado aquí. En buena hora podrán ustedes reírse de cuanta cosa haya escrito yo en estas páginas. Pero no cuando se trata de Robinson Crusoe. ¡Por dios! Porque es este un asunto serio para mí..., y les ruego que lo tomen ustedes de la misma manera, por lo tanto.
Wilkie Collins (La piedra lunar)
- Te prometo una cosa -dijo Faun-: Cuando estemos juntos, sólo estaremos tú y yo, y no importará nada que haya fuera. Pero te ruego que me perdones cuando no estemos solos. - ¿Me pides que confíe en ti? Faun negó con la cabeza. - No, no confíes en mí -respondió con tono afligido-. No te fíes nunca de mí, sobre todo si estoy con Tam.
Nina Blazon (Faunblut)
Hitoshi. Yo ya no podré estar aquí. Voy hacia adelate cada instante. No hay más remedio, es el flujo del tiempo que no puede detenerse. Seguiré. Termina una caravana y empieza otra. Habrá personas a quienes encontraré de nuevo. También habrá otras a quienes no veré jamás. Las que se van sin que yo lo sepa, las que simplemente no se cruzan conmigo. Siento que soy cada vez más pura, intercambiando saludos con los demás. Debo vivir mirando cómo fluye el río. Ruego con todo mi corazón que sólo la imagen de una Satsuki joven permanezca siempre a tu lado. Gracias por decirme adiós con la mano. Gracias por decirme adiós con la mano, muchas, muchas veces.
Banana Yoshimoto (Kitchen)
¡Gracias a Dios soy yo un ser que reacciona orgánicamente por encima de la razón! (...) Aprovéchense, mis buenos amigos, se lo ruego, de este ejemplo. Se evitarán así muchas molestias enojosas. Cultiven la supremacía de los sentimientos sobre la razón y verán entonces cómo le cortan las garras a todo ser cuerdo que intente arañarlos, por el propio bien de ustedes.
Wilkie Collins (The Moonstone)
¡Permanezcan fieles a la Tierra, hermanos, con el poder de su virtud! Se los ruego encarecidamente. ¡No permitan que alcen el vuelo, abandonando las cosas terrenas, y con sus alas se golpeen contra paredes eternas! ¡Ay!, en todo tiempo ha habido mucha virtud que volando se extravió. Conduzcan como yo, la virtud extraviada de vuelta a la Tierra, de vuelta al cuerpo y a la vida; para que dé a la Tierra su sentido, ¡un sentido de hombres para hombres!
Friedrich Nietzsche (Asi hablaba Zaratustra (Spanish Edition))
Teniendo yo después como seis o siete años, y sabiendo ya leer y escribir, (...) oi decir que había Universidad y Escuelas en que se estudiaban las ciencias en Méjico; y apenas lo oi cuando empecé a matar a mi madre con instantes e importunos ruegos sobre que, mudándome el traje [=vistiéndola de varón], me enviase a Méjico (...) para estudiar y cursar la Universidad; ella no lo quiso hacer (...) pero yo despiqué el deseo en leer muchos libros varios que tenía mi abuelo (...)
Juana Inés de la Cruz (Respuesta a Sor Filotea de La Cruz)
Usted ha tenido muchas y grandes tristezas, que ya pasaron, y me dice que incluso el paso de esas tristezas fue para usted duro y motivo de desazón. Pero yo le ruego que considere si ellas no han pasado más bien por en medio de su vida misma. Si en usted no se transformaron muchas cosas. Y si, mientras estaba triste, no cambió en alguna parte —en cualquier parte— de su ser. Malas y peligrosas son tan sólo aquellas tristezas que uno lleva entre la gente para sofocarlas. Cual enfermedades tratadas de manera superficial y torpe, suelen eclipsarse para reaparecer tras breve pausa, y hacen erupción con mayor violencia. Se acumulan dentro del alma y son vida. Pero vida no vivida, despreciada, perdida, por cuya causa se puede llegar a morir
Rainer Maria Rilke (Letters to a Young Poet)
A lo largo de esos meses pensé a menudo en lo que yo intentaba hacer, en lo duro que es mantener con vida a alguien que no quiere vivir. Primero pruebas con la lógica («Tienes tantos motivos para vivir»), luego con la culpabilidad («Me lo debes»), con la cólera, las amenazas y los ruegos («Ya tengo una edad. No le hagas esto a un anciano»). Pero una vez que él accede, es necesario que tú, que le has engatusado, sepas bien a qué te enfrentas, porque ves cómo le cuesta, ves cuánto desea irse, ves que el solo acto de existir le resulta agotador, y tienes que repetirte cada día: «Estoy haciendo lo que debo. Permitir que haga lo que quiere hacer es contrario a las leyes de la naturaleza, a las leyes del amor». Y te abalanzas sobre los buenos momentos, te aferras a ellos como si fueran una prueba —«¿Ves? Por eso vale la pena vivir. Por eso quiero que lo intente»—, aunque esos momentos únicos no pueden compensar todos los demás, que son la mayoría. Piensas, como pensé con respecto a Jacob: «¿Para qué está aquí este niño? ¿Para darme consuelo? ¿Para que yo le dé consuelo a él? Y si un niño ya no puede ser consolado, ¿es mi deber darle permiso para que se vaya?». Y entonces vuelves a decirte: «Pero eso es abominable. No puedo».
Hanya Yanagihara (A Little Life)
Te ruego que recites el pasaje tal como te lo he declamado yo,con soltura y naturalidad,pues si lo haces a voz en grito,como acostumbran muchos de nuestros actores,valdría más que diera mis versos a que los voceara el pregonero . Guardate también de aserrar demasiado el aire,así con la mano. Moderación en todo,pues hasta en medio del mismo torrente,tempestad y aún podría decir to torbellino de tu pasión,debes tener y mostrar aquella templanza que hace suave y elegante la expresión. ¡Oh! me hiere el alma oir desgarrar una pasión hasta convertirla en jirones y verdaderos guiñapos,hediendo los oídos de los "mosqueteros" que por lo general,son incapaces apreciar otra cosa que incomprensibles pantomimas y barullo. De buena gana mandaría azotar a ese energúmeno por exagerar el tipo de Termagante....¡¡Esto es ser más herodista que Herodes...!¡ Evitalo tú,por favor! No seas tampoco demasiado tímido;en ésto tu propia discreción debe guiarte. Que la acción corresponda a la palabra y la palabra a la acción,poniendo un especial cuidado en no traspasar los límites de la sencillez de la naturaleza,porque todo lo que a ella se opone ,se aparta igualmente del propio fin del arte dramático,cuyo objeto, tanto en su origen como en los tiempos que corren,ha sido y es ,presentar,por decirlo así,un espejo a la Humanidad ; Mostrar a la virtud sus propios rasgos,al vicio su verdadera imgen y a cadaedad y generación su fisonomía y sello caraterístico . De donde resulta que si se carga la expresión o si esta languidece,por más que ello haga reir a los ignorantes,no podrá menos de disgustar a los discretos ,cuyo dictamen,aunque se trate de un solo hombre,debe pesar más en vuestra estima que el de todo un público compuesto de los otros. ¡Oh! cómicos hay a quienes he visto representar y a los que he oído elogiar ,y en alto grado,que, por no decirlo en malos términos, no teniendo ni acento ni traza de cristianos,de gentiles,ni tan siquiera de hombres,se pavoneaban y vociferaban de tal modo que llegué a pensar si proponiéndose algún mal artífice de la Naturaleza formar tal casta de hombres,le resultaron unos engendros: ¡Tan abominablemente imitaban la Humanidad! ¡Oh! Corregidlo del todo! y no permitáis que los que hacen de graciosos ejecuten más de lo que les esté indicado,porque alguno de ellos empiezan a dar risotadas para hacer reir a unos cuantos espectadores imbéciles,aún cuando en aquel preciso momento algún punto esencial de la pieza reclame la atención. Esto es indigno,y revela en los insensatos que lo practican la más estúpida pretensión.Id a prepararos
William Shakespeare (Hamlet)
»Tú eres la meridiana refulgente de caridad aquí, y allá en el suelo de esperanza mortal la viva fuente. »Señora, es tan valioso tu consuelo, que quien pide merced, si a ti no corre, es cual volar sin alas, vano anhelo. »No sólo tu bondad pía socorre a quien demanda; a veces generosa, al que no pide con amor acorre. »En ti misericordia y luz piadosa; en ti magnificencia; en ti se aduna cuanto hay en la criatura bondadosa. »Ora este ser, que de ínfima laguna la vida espiritual ha recorrido, por sus gradas subiendo, una por una, »ruega le sea en gracia concedido poder mirar con ojo levantado a la final salud, fortalecido. »Y yo, que en contemplarte me he abrasado, pido por él, con voto más ferviente, que no en vano su gracia haya implorado; »y disipes las nubes de la mente de su mortalidad, y esplendorosa pueda ver la ventura claramente. »También te ruego, ¡reina poderosa!, quieras que guarde sus afectos sanos, después de una visión tan portentosa. »¡Y le guardes de caer cual los humanos! Mira a Beatriz, con todos los electos, que a par de mí suplican con las manos.» Y los ojos que a Dios son tan dilectos, fijos en el que oraba, demostraron que acogía, en sus preces, sus afectos; y hacia la eterna luz se enderezaron; que ojos mortales, según creen y creo, nunca tan claramente penetraron. Y yo, que el fin de mis anhelos veo tan próximo de mí, como debía, apago en mí las llamas del deseo. Bernardo me apuntaba y sonreía porque mirase arriba, pero ya era yo por mí mismo, lo que en mí quería; pues mi vista, más fija y más sincera, más y más se extendía penetrante en la alta luz eterna y verdadera.
Dante Alighieri (La Divina Comedia : el infierno, el purgatorio y el paraíso)
Ante la Ley hay un guardián. Hasta ese guardián llega un campesino y le ruega que le permita entrar a la Ley. Pero el guardián responde que en ese momento no le puede franquear el acceso. El hombre reflexiona y luego pregunta si es que podrá entrar más tarde. —Es posible —dice el guardián—, pero ahora, no. Las puertas de la Ley están abiertas, como siempre, y el guardián se ha hecho a un lado, de modo que el hombre se inclina para atisbar el interior. Cuando el guardián lo advierte, ríe y dice: —Si tanto te atrae, intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda esto: yo soy poderoso. Y yo soy sólo el último de los guardianes. De sala en sala irás encontrando guardianes cada vez más poderosos. Ni siquiera yo puedo soportar la sola vista del tercero. El campesino no había previsto semejantes dificultades. Después de todo, la Ley debería ser accesible a todos y en todo momento, piensa. Pero cuando mira con más detenimiento al guardián, con su largo abrigo de pieles, su gran nariz puntiaguda, la larga y negra barba de tártaro, se decide a esperar hasta que él le conceda el permiso para entrar. El guardián le da un banquillo y le permite sentarse al lado de la puerta. Allí permanece el hombre días y años. Muchas veces intenta entrar e importuna al guardián con sus ruegos. El guardián le formula, con frecuencia, pequeños interrogatorios. Le pregunta acerca de su terruño y de muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y al final le repite siempre que aún no lo puede dejar entrar. El hombre, que estaba bien provisto para el viaje, invierte todo —hasta lo más valioso— en sobornar al guardián. Este acepta todo, pero siempre repite lo mismo: —Lo acepto para que no creas que has omitido algún esfuerzo. Durante todos esos años, el hombre observa ininterrumpidamente al guardián. Olvida a todos los demás guardianes y aquél le parece ser el único obstáculo que se opone a su acceso a la Ley. Durante los primeros años maldice su suerte en voz alta, sin reparar en nada; cuando envejece, ya sólo murmura como para sí. Se vuelve pueril, y como en esos años que ha consagrado al estudio del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de pieles, también suplica a las pulgas que lo ayuden a persuadir al guardián. Finalmente su vista se debilita y ya no sabe si en la realidad está oscureciendo a su alrededor o si lo engañan los ojos. Pero en aquellas penumbras descubre un resplandor inextinguible que emerge de las puertas de la Ley. Ya no le resta mucha vida. Antes de morir resume todas las experiencias de aquellos años en una pregunta, que nunca había formulado al guardián. Le hace una seña para que se aproxime, pues su cuerpo rígido ya no le permite incorporarse. El guardián se ve obligado a inclinarse mucho, porque las diferencias de estatura se han acentuado señaladamente con el tiempo, en desmedro del campesino. —¿Qué quieres saber ahora? –pregunta el guardián—. Eres insaciable. —Todos buscan la Ley –dice el hombre—. ¿Y cómo es que en todos los años que llevo aquí, nadie más que yo ha solicitado permiso para llegar a ella? El guardián comprende que el hombre está a punto de expirar y le grita, para que sus oídos debilitados perciban las palabras. —Nadie más podía entrar por aquí, porque esta entrada estaba destinada a ti solamente. Ahora cerraré.
Franz Kafka (Ante la ley)
Pathos En lo poco meritorio a nominarse conocido, y perteneciente en los aún más insólitos dogmas admitidos, existe una ley inmutable, axiomática en mi entendimiento, la cual solamente aplico para mí: «Sólo hasta que la inexistencia me demande y abrace, sólo cuando mi ‘yo’ sea destruído en pos de una realidad, sólo cuando mi esencia haya adquirido matiz y definición, sólo cuando me incinere a causa de una gelidez humanamente insufrible, y mi piel se arranque y se caiga trozo a trozo, y mis músculos se rasguen y mis huesos se trituren y de excesos mis nervios se fundan y bramen al vacío, entonces y sólo entonces, seré objeto de amor.» Porque no podré olvidarte y ruego a los cielos que no me olvides, pues mi lucha carecerá de sentido y mi conciencia de voluntad. Porque le lloro a los mares en esperanza de un camino, un universo, un destino, donde el roce de tus manos y el ceñir entre mis brazos sea el idioma más preciso que se haya conocido. Porque en mis silencios te sueño y en tus ausencias te veo, porque cada instante anhelo tenerte siquiera un momento. Y porque estoy convencido que el mayor bien siempre demanda el más costoso sacrificio, mi existencia y trascendencia, aun cansadas, maldítas; te son perennemente consagradas, intransigente, impresente, inexpugnable Moira mía.
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Benditas almas del Purgatorio: estáis sufriendo y me pedís sufragios para proporcionaros alivio. Vivo en gran peligro y gran necesidad, por lo que también os pido protección y ayuda a vosotras. Así pues, en el día de hoy12, voy a ofrecer todas mis plegarias y especialmente todas mis buenas obras en vuestro favor. Y a vosotras pido a cambio que os acordéis de mí y de mis necesidades. Liberadme de los peligros que me acechan, y en particular, obtened para mí esta gran gracia13. Ruego a la primera alma que entre hoy en el cielo gracias a mis plegarias, que no cese de interceder por mí ante la Misericordia Divina, hasta que algún día, llegue yo también allí. Que el Sagrado Corazón de Jesús bendiga este intercambio de plegarias. Amén.
María Vallejo-Nágera (Entre el Cielo y la Tierra: Historias curiosas sobre el Purgatorio)
Has llegado, Moro mío, aquí donde la muerte enamorada ya nunca más podrá alcanzarte. Aquí donde nunca se pierde el amor. Descansa, te ruego. Contigo, me respondes (tienes la voz llena de sangre). Dame la mano, te pido, para calmarte. Y, besándola, recuesto mi cabeza sobre tu pecho que retumba. Ya está bien, te digo. Ya nos amamos hasta el fin. Ya puedes detenerte, corazón. Entonces, cuando sólo oiga silencio, yo me detendré contigo, también.
Carlos Franz (Si te vieras con mis ojos)
Si aquella noche el rostro de Inés se me mostró en las facciones de Bob, si en algún momento el fraternal parecido pudo aprovechar la trampa de un gesto para darme a Inés por Bob, fue aquella, entonces, la última vez que vi a la muchacha. Es cierto que volví a estar con ella dos noches después en la entrevista habitual, y un mediodía en un encuentro impuesto por mi desesperación, inútil, sabiendo de antemano que todo recurso de palabra y presencia sería inútil, que todos mis machacantes ruegos morirían de manera asombrosa, como si no hubieran sido nunca, disueltos en el enorme aire azul de la plaza, bajo el follaje de verde apacible en mitad de la buena estación. Las pequeñas y rápidas partes del rostro de Inés que me había mostrado aquella noche Bob, aunque dirigidas contra mí, unidas a la agresión, participaban del entusiasmo y el candor de la muchacha. Pero cómo hablar a Inés, cómo tocarla, convencerla a través de la repentina mujer apática de las dos últimas entrevistas. Cómo reconocerla o siquiera evocarla mirando a la mujer de largo cuerpo rígido en el sillón de su casa y en el banco de la plaza, de una igual rigidez resuelta y mantenida en las dos distintas horas y los dos parajes; la mujer de cuello tenso, los ojos hacia delante, la boca muerta, las manos plantadas en el regazo. Yo la miraba y era “no”, sabía que era “no” todo el aire que la estaba rodeando.
Juan Carlos Onetti (Cuentos completos)
—Me he acostado con Nicki—dice Andrés de pronto. Me incorporo al instante.—¿ Otra vez?—pregunto yo.—¿ Cuándo?—pregunta Aitana al mismo tiempo.—Hace unas horas. Me ha pedido que empecemos desde cero.—¿ Y tú qué has respondido?—Que en mi barrio hay una pizzería que se llama como ella. Rompemos a reír a carcajadas y yo enseguida les ruego silencio con el dedo cuando me doy cuenta de que podemos despertar a Chris, pero sin que se me borre la sonrisa.—Estoy ilusionado—nos confiesa mi hermano—. Qué fuerte, ¿no? Con toda la mierda que tengo ahora mismo encima. Pero míralo. Le ha cambiado hasta la cara, con lo perdido que parecía.—Un rayo de luz en medio de la oscuridad—digo en voz alta.—Tampoco te pongas tan cursi. Pero sí, joder. Es justo eso—se le escapa otra carcajada.
Susanna Herrero (Y quererte en estéreo (Car,#2))
—Le ruego que dejemos a Dios y a sus ministros a un lado. —Ah, eso quisiera yo. Porque cambiar el signo de los tiempos no es asunto de Dios, sino de los hombres. De
Arturo Pérez-Reverte (Hombres buenos (Spanish Edition))
Solamente era cosa, pensaba, de avanzar un poco y avisarle que su espera había terminado y que sus ruegos y buenas acciones, después de todo, sí habían tenido recompensa; por fin, yo había llegado a su vida.
Juana Inés Dehesa (Treintona, soltera y fantástica: Manual de supervivencia (Educación Sentimental))
Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. JUAN 15.19 La persecución es inevitable para los justos. Pablo advirtió a Timoteo: «Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución» (2 Timoteo 3.12). El verdadero creyente se aparta del mundo porque ha sido santificado mediante su identificación con Jesucristo. Él vive con rectitud y no pertenece al sistema. Debido a que un cristiano genuino representa a Dios y a Cristo, Satanás utiliza el sistema del mundo para atacarlo. Es por eso que Jesús oró por la protección del Padre de sus seguidores: «No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal» (Juan 17.15). Nuestras vidas deben ser un sermón al mundo de pecado. Efesios 5.11 dice: «Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas». Si usted no está experimentando el rechazo del mundo, su vida no puede ser una amonestación para el mundo. Para tener un impacto por Cristo en este mundo hostil y perverso, se debe evitar el pecado y ser «irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo» (Filipenses 2.15). Usted se destaca del mundo porque Cristo le ha elegido para eso. En Juan 15.19 dice: «Yo os elegí del mundo». Jesús está diciendo literalmente: «Yo te elegí para mí mismo». Él le ha elegido para ser diferente. Así que sea el sermón viviente para el resto del mundo que Cristo le ha llamado a ser.
John F. MacArthur Jr. (Las lecturas diarias de MacArthur: Desatando la verdad de Dios un día a la vez (Spanish Edition))
34 A esto preguntó el eunuco a Felipe: Dime, te ruego, ¿de quién dice esto el Profeta? ¿De sí mismo, o de algún otro? 35 Entonces Felipe tomando la palabra, y comenzando por este texto de la Escritura, le evangelizó a Jesús. 36 Siguiendo su camino, llegaron a un paraje en que había agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua, ¿qué impedimento hay para que yo sea bautizado? 37 Ninguno, respondió Felipe, si crees de todo corazón. A lo que dijo el eunuco: Yo creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. 38 Y mandando parar el carruaje, bajaron ambos, Felipe y el eunuco, al agua, y Felipe lo bautizó. 39
Félix Torres Amat (La Sagrada Biblia (Spanish Edition))
hostil por su propia cuna. Pregunté a Inglaterra si podía servir en sus ejércitos, pero ese país replicó que era imposible; yo debía esperar a orillas del Rin, donde representaría inmediatamente un papel, y en efecto estaba esperando». Ante tales pruebas, el duque de Enghien fue condenado a muerte, sentencia que Napoleón ratificó a pesar de los ruegos de clemencia de Talleyrand, que consideraba la ejecución un error político, y de la propia Josefina. En su opinión, no podía permitirse mostrarse débil en semejante circunstancia. De este modo, la mañana del 21 de marzo, en Vincennes, Enghien fue fusilado, un hecho que despertó la cólera de sus opositores por toda Europa y en especial en Inglaterra, permanentemente
Juan Granados (Breve historia de Napoleón)
Yo, Hablando Corona (El Soneto) La naturaleza ha estado llorando, Sin embargo, no le prestaste atención. Los glaciares se han estado friendo, Sin embargo, seguiste durmiendo con codicia. Los bosques seguían ardiendo, Sin embargo, tus ojos no derraman lágrimas. Los huracanes siguieron formándose, Sin embargo, tus lujos no desaparecieron. De ahí mi llegada, no para castigarte, Pero solo para hacerte una llamada de atención. No he venido a encerrarte, Solo para exponer tu ruina. Ahora sabes los horrores que cometiste, Les ruego a los sabios que vivan la vida iluminados.
Abhijit Naskar
Yo no canto, no celebro, no bailo desnuda y ebria sobre mi ataúd. Pero yo le ruego al poema, yo le pido la luna al poema.
Alejandra Pizarnik (Poesía completa)
ABUELO. Entonces, vete. ¿Qué esperas todavía? PEREGRINA. Ahora ya, nada. Sólo quisiera antes de marchar, que me despidieras sin odio, con una palabra buena. ABUELO. No tengo nada que decirte. Por dura que sea la vida, es lo mejor que conozco. PEREGRINA. ¿Tan distinta me imaginas de la vida? ¿Crees que podríamos existir la una sin la otra? ABUELO. ¡Vete de mi casa, te lo ruego! PEREGRINA. Ya me voy. Pero antes has de escucharme. Soy buena amiga de los pobres y de los hombres de conciencia limpia. ¿Por qué no hemos de hablarnos lealmente? ABUELO. No me fío de ti. Si fueras leal no entrarías disfrazada en las casas, para meterte en las habitaciones tristes a la hora del alba. PEREGRINA. ¿Y quién te ha dicho que necesito entrar? Yo estoy siempre dentro, mirándoos crecer día por día desde detrás de los espejos. ABUELO. No puedes negar tus instintos. Eres traidora y cruel. PEREGRINA. Cuando los hombres me empujáis unos contra otros, sí. Pero cuando me dejáis llegar por mi propio paso... ¡cuánta ternura al desatar los nudos últimos! ¡Y qué sonrisas de paz en el filo de la madru gada! ABUELO. ¡Calla! Tienes dulce la voz, y es peligroso escucharte. PEREGRINA. No os entiendo. Si os oigo quejaros siempre de la vida, ¿por qué os da tanto miedo dejarla? ABUELO. No es por lo que dejamos aquí. Es porque no sabemos lo que hay al otro lado. PEREGRINA-Lo mismo ocurre cuando el viaje es al revés. Por eso lloran los niños al nacer.
Alejandro Casona (La dama del alba)
Cuando muera, Nemisa, te ruego no me llores, porque siento que soy inmortal como esa estrella que brilla, como ese sol, y como ese río que va corriendo silencioso bajo las frondas. Sé que Eustófena ha de volver algún día, cuando no existas ni tú ni yo, y empezará una nueva ruta, tal vez cuando no queden rastros de estas ciudades, y otros hombres vivan sobre la tierra. Para entonces, Nemisa, yo estaré en ti, y tú en mí.
Beatriz Ofelia (Eufeba y Nemisa)
Me indica usted la miserable situación pecuniaria de esa Legación [la de Londres], que obliga al amigo y digno Bello a salir de ella a fuerza de hambre. Yo no sé cómo es esto. Últimamente se le han mandado tres mil pesos a Bello para que pase a Francia; y yo ruego a usted encarecidamente que no deje perder a ese ilustrado amigo en el país de la anarquía [Chile]. Persuada usted a Bello que lo menos malo que tiene la América es Colombia, y que si quiere ser empleado en este país que lo diga y se le dará un buen destino. Yo conozco la superioridad de este caraqueño contemporáneo mío: fue mi maestro cuando teníamos la misma edad, y yo le amaba con respeto. Su esquivez nos ha tenido separados en cierto modo y, por lo mismo, deseo reconciliarme: es decir, ganarlo para Colombia.
Alfonso Rumazo González (Simón Rodríguez, Maestro de América (Spanish Edition))
ruego que yo mismo no tarde en encontrar solaz en una fosa igualmente oscura donde sólo exista la nada.
Niklas Natt och Dag (1793 (Trilogía de Estocolmo 1) (Spanish Edition))
—Me di contra la vereda. —¿En defensa propia? —indagó el agente. —No, en ofensa propia: yo mismo me he descargado la vereda en la frente. —La cornisa de la vereda —apuntó un reportero— le cayó sobre el rostro a nivel de la tercera circunvolución izquierda, asiento de la palabra... —Y del periodismo —insinuó el accidentado. —Que ha recobrado en este momento. Y sigue redactando el periodista: El artesonado de la acera... —No se culpe a nadie —propongo—... No, eso es para suicidarse. —De mi pronta mejoría, quería decir. Ruego al señor reportero que figure algo en la noticia de «decúbito dorsal». —No hay necesidad: los operarios tipógrafos lo ponen siempre. O si no, ponen: «base del cráneo».
Macedonio Fernández (Papeles de Recienvenido (Spanish Edition))
«Queridos hijos, hoy os ruego que recéis el rosario con fe viva. Sólo de esta manera puedo ayudaros. ¡Orad! Yo no puedo ayudaros porque ¡no queréis moveros! Queridos hijos, yo os llamo a rezar el rosario. El rosario debería ser vuestro compromiso, rezado con alegría
Jesús García Sánchez-Colomer (Medjugorje: El libro definitivo para comprender por qué más de 30 millones de personas han acudido a un pequeño pueblo de Bosnia-Herzegovina (Spanish Edition))
El Libertador, con clara sinceridad, habrá de expresarle a Sucre: “Yo ruego a usted, mi querido general, que me ayude con toda su alma. Si no es usted, no tengo a nadie que me pueda ayudar con sus auxilios intelectuales
Alfonso Rumazo González (Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho (Spanish Edition))
En Quito se hizo pronto un desate de enredos contra Sucre y su familia. No se habían cumplido treinta días del arribo del cumanés, cuando éste, exacerbado por la comidilla social hostil, venenosa, muy propia de las ciudades chicas y más, en América, si son estas de la altiplanicie, le confiesa al propio Flores: Ruego a usted que tolere que le diga que conociendo mi destino he solicitado del Libertador, por cuarta vez y con la más grande vehemencia, el que permita que yo disponga libremente de mi persona por tres años, dentro o fuera del país.
Alfonso Rumazo González (Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho (Spanish Edition))
Oración para que las madres recen por sus hijos Mi Señor Padre eterno, Fuente de todo consuelo, Te ruego por los hijos Que me has regalado. Tú que ya pensaste en ellos Antes de la creación del mundo Y que les quieres mucho más que yo, Bendícelos siempre, Envía a tus ángeles Para que sus pies no tropiecen Y no les dejes caer en la tentación. Mi Señor Jesucristo, Que quisiste nacer en una familia, Por tu bendita Madre, Que tanto sufrió al verte en la Cruz, Apiádate de mis lágrimas Y concede a mis hijos La fe que vale más que el oro Y la vida eterna. Mi Señor Espíritu Santo, Sé para ellos Brisa suave que alivie sus penas, Fuego que arda en sus corazones Y Maestro que les enseñe a orar, Para que nunca se desvíen Del camino que lleva al cielo Y un día podamos sentarnos juntos En el banquete del Reino Que dura para siempre. Amén.
F.A. Forbes (5 vidas de santos inolvidables (Spanish Edition))