Verde Esmeralda Quotes

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Los matices y tonalidades de verde eran tantos —serpiente, pulgón, esmeralda, mar, hierba, jade, espinaca, bilis, pino, oruga, pepino, hoja de té húmeda, hoja de té seca: ¡qué pobre es nuestro vocabulario para los colores!— que me dio miedo perder la capacidad de distinguir cualquier otro tono.
Hanya Yanagihara (The People in the Trees)
LA CUADRA Cuando, al mediodía, voy a ver a Platero, un transparente rayo del sol de las doce enciende un gran lunar de oro en la plata blanda de su lomo. Bajo su barriga, por el oscuro suelo, vagamente verde, que todo lo contagia de esmeralda, el techo viejo llueve claras monedas de fuego. Diana, que está echada entre las patas de Platero, viene a mí, bailarina, y me pone sus manos en el pecho, anhelando lamerme la boca con su lengua rosa. Subida en lo más alto del
Juan Ramón Jiménez (Platero y yo: Elegía Andaluza (Spanish Edition))
La isla, por si usted no lo sabe, tiene corales y está bañada en luz, y el mar a ratos, cansado del azul se hace esmeralda, para recordarle a quien no lo quiere creer que el verde en Colombia llega hasta allí.
Fernando Vallejo
Comprendí que se acercaba el final. Mi madre había comenzado en ese momento el viaje hacia el lugar en el que se encuentra ahora. Hacia su estrella en la Osa Menor, hacia su campo de girasoles suspendido en el cielo o tal vez hacia otro universo, donde existe tan solo un Mar Entero de Esmeralda, que de vez en cuando se desmigaja y llega a otros mundos en forma de ojos verdes.
Tatiana Țîbuleac (El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes)
En ese juzgado todos usaban corbata pero se veían sucios, sudados, la ropa pegada como cataplasma, los trajes lustrados, llenos de lamparones, del horrible color café que acostumbran los morenos y los hace parecer una tablilla de chocolate rancio. Lucita suplía su baja estatura con colores chillones; por ejemplo, una falda verde con una blusa nailon amarilla o al revés; puras combinaciones cirqueras, pero ahora su expresión era tan entusiasta que se veía atractiva; el interés los ennoblecía a todos; habían dejado de chanclear, rascarse, embarrarse en contra de los muros; ninguna desidia podía flotar ahora en el recinto; cobraban vida, recordaban que alguna vez fueron hombres, y no sólo eso sino jóvenes, ajenos al papeleo y a la tarjeta marcada; una gota de agua cristalina resplandecía sobre cada una de sus cabezas: Esmeralda los estaba bañando.
Elena Poniatowska (De noche vienes)