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¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: "amor, amor", y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: "¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!". Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua
pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.
Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: "Cultura". Cultura porque sólo a través de ella se puede resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.
Medio pan e un libro. Locución de Federico García Lorca al pueblo de Fuente de Vaqueros (Granada)
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Federico García Lorca
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Crecemos leyendo cosas de piratas, de vaqueros, de naves espaciales y cosas así, y cuando te crees que el mundo está lleno de todo eso, van y te dicen que en verdad son todo ballenas muertas, bosques talados y residuos nucleares por ahí sueltos durante un millón de años. Pues para eso no vale la pena crecer, mira tú por dónde.
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Terry Pratchett (Good Omens: The Nice and Accurate Prophecies of Agnes Nutter, Witch)
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Pobre Sasha. Pobres chicas. El mundo las engorda con la promesa de amor. Cuánto lo necesitan, y qué poco recibirán jamás la mayoría de ellas. Las canciones pop empalagosas, los vestidos descritos en los catálogos con palabras como «atardecer» y «París». Y luego les arrebatan sus sueños con una fuerza violentísima; la mano tirando de los botones de los vaqueros, nadie mirando al hombre que le grita a su novia en el autobús.
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Emma Cline (The Girls)
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This time when we kissed, he didn't pull away, and I was close enough to his mouth for him to whisper what the tiny old vaquero had said a long time ago, the part of being of two worlds. "Tu eres de dos mundos." I closed both of my eyes, the blue one and the brown one, so I could be in just one world, his...
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Laura McNeal (Dark Water)
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When they went down to the bunkhouse for dinner the vaqueros seemed to treat them with a certain deference but whether it was the deference accorded the accomplished or that accorded to mental defectives they were unsure.
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Cormac McCarthy (All The Pretty Horses (The Border Trilogy, #1))
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La energía que uno derrocha siendo niño, la energía que uno cree inagotable, se escapa entre los dieciocho y los veintidós años reemplazada por algo mucho menos brillante, tan falso como la exaltación de la cocaína: decisión, metas, cualquiera de los términos que propone la Cámara de Comercio. No era nada notable porque no aparecía de un momento al otro, con un estallido. Y eso es lo que daba miedo, pensó Richie. El hecho de que uno no deja súbitamente de ser niño. El chico que llevábamos dentro se escurre poco a poco, tal como el aire de un neumático pinchado. Y un día, al mirarnos al espejo, nos encontramos con la imagen de un adulto. Uno podía seguir llevando vaqueros y asistiendo a los conciertos de rock; uno podía teñirse el pelo, pero la cara del espejo seguía siendo cara de adulto. Tal vez todo ocurría mientras dormíamos, como la visita de los ratones que se llevaban los dientes de leche.
«No -piensa-, los dientes no: los años.»
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Stephen King (It)
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Lejos, en la llanura, en la noche sin orilla, podían ver como en un reflejo de su propio fuego en un lago oscuro el fuego de los vaqueros a unos ocho kilómetros. Por la noche llovió y la lluvia silbó en el fuego y los caballos se acercaron desde la oscuridad con sus ojos rojos parpadeando inquietos y por la mañana hacía frío y todo era gris y el sol tardó mucho en salir.
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Cormac McCarthy (All the Pretty Horses (The Border Trilogy, #1))
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Observé su cara atentamente mientras le desabotonaba los vaqueros, y tiraba de ellos desde abajo, arrastrándola hasta el final de la cama, se rió muy fuerte, restándole algo de tensión al ambiente....
.....Me rozó el cuello con los labios y deslizó una mano dentro de mi camisa. Un momento después, la mayoría de nuestra ropa estaba por el suelo, Holly encima de mí y mis manos por todo su cuerpo.
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Julie Cross (Tempest (Tempest, #1))
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—Vamos, con alguien que luce como tú, probablemente hay una fila de chicas esperando llevarte a casa.
—¿Y? —Estiró la mano, jalando el borde de sus vaqueros—. Estoy aquí contigo, ¿no?
—Sí, lo estás —Frunció el ceño—. Algunas veces me pregunto por qué.
Dawson la miró fijamente por un momento, luego se rió. No podía estar hablando en serio. No había manera que no supiera lo linda que era y como su risa atraía a las personas.
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Jennifer L. Armentrout (Shadows (Lux, #0.5))
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-No voy a dejar que hagas esto –dije.
-No me vas a detener.-Su voz era baja, ahora. Indescriptiblemente sexy.
Mis ojos revolotearon cerrándose. –Como el infierno que no lo haré –le susurre-.Podría matarte.
- Entonces moriría feliz.
- No es gracioso.
- No estoy bromeando.
Abrí los ojos y me centre en los suyos. –Sería más feliz sin ti –le mentí tan convincentemente como pude.
-Es una lastima. –La boca de Noah se curvó en la media sonrisa que yo amaba y odiaba tanto, a pocos centímetros de mi ombligo.
Mi cabeza estaba nublada. –Se supone que debes decir. “Todo lo que quiero es tu felicidad. Voy a hacer lo que sea, incluso si eso significa estar sin ti.”
- Lo siento –dijo Noah-. No soy tan buena persona. –Sus manos subieron por el costado de los vaqueros, a mi cintura. Las yemas de sus dedos razonaron la piel justo debajo de la tela de mi camisa. Traté de calmar mi pulso y fallé.
- Me quieres –dijo Noah simplemente, en definitiva-. No me mientas. Lo puedo escuchar.
- Irrelevante –suspiré.
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Michelle Hodkin (The Unbecoming of Mara Dyer (Mara Dyer, #1))
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Mientras que yo sonaba como unos vaqueros nuevos, Billy sonaba a los vaqueros que tienes desde hace años
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Taylor Jenkins Reid (Daisy Jones & The Six)
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Jack y yo somos los dos últimos en ponernos los zapatos. Él suspira y se encoje de hombros.
—Ninguno de los dos ha ganado, pero yo bien podría haberlo hecho. Ambos sabemos que he lanzado tácticamente más el juego. Tu estilo es un desastre tremendamente ilógico.
—Sí, mi estilo es una mierda. Pero al menos yo no he lanzado la mitad de un una partida con un nacho pegado a mi culo.
Sonrió mientras me alejo tranquilamente, dejando que Jack palpe violentamente la parte trasera de sus pantalones vaqueros. Escucho una palabrota y noto que algo afilado golpea ligeramente mi cabeza. El tipo gordo del mostrador eructa.
—Uh, ese tipo acaba de lanzarte una patata.
—Está enfadado porque yo he ganado, buen señor. —Suspiro feliz—. Y está molesto porque hasta ahora se está dando cuenta de que voy a seguir ganando.
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Sara Wolf (Lovely Vicious (Lovely Vicious, #1))
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Y un día, al mirarnos al espejo, nos encontramos con la imagen de un adulto. Uno podía seguir llevando vaqueros y asistiendo a los conciertos de rock; uno podía teñirse el pelo, pero la cara del espejo seguía siendo cara de adulto.
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Stephen King (It)
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No me fío de mi propia imaginación: se interpone en mi camino, me lleva por la senda equivocada, me hace ser víctima de todo tipo de pensamientos negativos, me engaña haciéndome creer que si una vez eres un vaquero, siempre serás un vaquero.
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Sarah Sheard (Almost Japanese: A novel)
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Si el Paraíso, para ser Paraíso, propicia un vasto Infierno, el deber del poeta es convertir el Paraíso en Infierno
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Roberto Bolaño (Sepulcros de vaqueros)
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. . . what seems to be an isolated patch of blue mist floats lightly on the glare of the horizon. This is the peninsula of Azuera, a wild chaos of sharp rocks and stony levels cut about by vertical ravines. It lies far out to sea like a rough head of stone stretched from a green-clad coast at the end of a slender neck of sand covered with thickets of thorny scrub. Utterly waterless, for the rainfall runs off at once on all sides into the sea, it has not soil enough—it is said—to grow a single blade of grass, as if it were blighted by a curse. The poor, associating by an obscure instinct of consolation the ideas of evil and wealth, will tell you that it is deadly because of its forbidden treasures. The common folk of the neighbourhood, peons of the estancias, vaqueros of the seaboard plains, tame Indians coming miles to market with a bundle of sugar-cane or a basket of maize worth about threepence, are well aware that heaps of shining gold lie in the gloom of the deep precipices cleaving the stony levels of Azuera. Tradition has it that many adventurers of olden time had perished in the search.
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Joseph Conrad (Nostromo)
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—Te ves hermosa esta noche —dijo—. Realmente me gusta como tu cabello cae alrededor de tu rostro.
Enrolló mi cabello alrededor de su dedo y luego lo dejó caer contra mi mejilla. Entonces, tomó un momento para mirarme de la cabeza a los pies y frunció el ceño en el pensamiento. —Curiosamente, puedo prescindir del vestido. Luce genial, pero me gustas más cuando estás completamente en tu zona de comodidad, incluso si eso es sólo una camiseta y vaqueros. No hay nada más sexy que tu confianza.
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Kelly Oram (Serial Hottie)
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Necesitamos recuperar urgentemente la palabra "feminismo". Cuando las estadísticas señalan que sólo el 29% de las mujeres norteamericanas se describirían a si mismas como feministas, y sólo un 42% de las británicas, yo solía pensar: ¿Qué creéis que ES el feminismo, señoras? ¿Qué aspecto de la " liberación de la mujer" no va con vosotras? ¿Es el derecho al voto? ¿El derecho a no ser una propiedad del hombre con el que te casas? ¿La campaña por la igualdad de salarios? ¿El Vogue de Madonna? ¿Los vaqueros? ¿Todo esto tan cojonudo TE PONE DE LOS NERVIOS? ¿O sólo ESTABAS BORRACHA EL DÍA QUE HICIERON LA ENCUESTA?
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Caitlin Moran (How to Be a Woman)
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By midmorning eight of the horses stood tied and the other eight were wilder than deer, scattering along the fence and bunching and running in a rising sea of dust as the day warmed, coming to reckon slowly with the remorselessness of this rendering of their fluid and collective selves into that condition of separate and helpless paralysis which seemed to be among them like a creeping plague. The entire complement of vaqueros had come from the bunkhouse to watch and by noon all sixteen of the mestenos were standing about in the potrero sidehobbled to their own hackamores and faced about in every direction and all communion among them broken. They looked like animals trussed up by children for fun and they stood waiting for they knew not what with the voice of the breaker still running in their brains like the voice of some god come to inhabit them.
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Cormac McCarthy (All the Pretty Horses (The Border Trilogy, #1))
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—Rojo… Fuego…
Sus miradas chocaron de nuevo mientras sus resuellos se entrelazaron.
Con lentitud, ella se deshizo de los guantes, atrapó la cremallera de su chaqueta de cuero consiguiendo que el ruido metálico, al bajar poco a poco, resonara entre las cuatro paredes de espejo.
Sus ojos verdes descendieron hasta la férrea boca para a continuación posarse sobre la mirada eléctrica.
Una de las manos del hombre se colocó en la nuca de ella y la otra, con suavidad, se asentó sobre la cadera dejando que sus experimentados dedos acariciaran la nívea piel, visible entre la camiseta y la cinturilla del vaquero.
Las uñas moradas tiraron de la corbata negra, acercando más a su dueño, consiguiendo que sus cuerpos se amoldaran. Su osada cadera se arqueó levemente atrayendo el miembro ya erecto que se acomodó sin ningún problema a la curva sinuosa.
Él tiró de la roja cabellera y levantó su rostro.
—Fuego… —susurró mientras su boca se posaba hambrienta sobre la de su pareja.
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Aileen Diolch (Fuego Rojo)
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Joe metió la mamo en el bolsillo trasero de sus pantalones vaqueros y sacó una hoja de papel doblada de un cuaderno de espiral.
-Aquí hay una lista de cosas que necesitaras. Lo anoté en el estacionamiento.
Keri desdobló el papel y leyó la lista dos veces, tratando de tener una idea de lo que de ella se esperaba.
TRAER: Repelente de insectos, vaqueros, camisetas, sudaderas varias, al menos una con capucha, una camisa de franela (obligatoria), pijamas (opcional), ropa interior (también opcional); traje de baño (de preferencia escaso), más repelente de insectos, zapatillas de deporte, botas impermeables, buenos calcetines, protector solar, dos rollos de cuartos de dólar.
NO TRAER: Teléfono celular, BlackBerry, computadora portátil, cámara, ya sea fija o de video, reloj alarma, grabadora de voz, y cualquier otro tipo de componente electrónico.
Ella no tenia idea de lo que esto significaba, que no fuera otra que Joe la quería media desnuda e incapaz de enviar mensajes de texto por ayuda.
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Shannon Stacey (Exclusively Yours (Kowalski Family, #1))
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Hoy esos hombres y mujeres van a Tailandia, a Filipinas, a Botswana, a Bolivia y a cualquier parte donde esperan encontrar gentes que necesitan con desesperación un trabajo. Van a esos países con la intención deliberada de explotar a los desdichados, a seres que tienen hijos desnutridos o famélicos, que viven en barrios de chabolas y que han perdido toda esperanza de una vida mejor; que incluso han dejado de soñar en un futuro. Esos hombres y mujeres salen de sus fastuosos despachos de Manhattan, de San Francisco o de Chicago, se desplazan entre los continentes y los océanos en lujosos jets, se alojan en hoteles de primera categoría y se agasajan en los mejores restaurantes que esos países puedan ofrecer. Luego salen a buscar gente desesperada.
Son los negreros de nuestra época. Pero ya no tienen necesidad de aventurarse en las selvas de África en busca de ejemplares robustos para venderlos al mejor postor en las subastas de Charleston, Cartagena o La Habana. Simplemente reclutan a esos desesperados y construyen una fábrica que confeccione las cazadoras, los pantalones vaqueros, las zapatillas deportivas, las piezas de automoción, los componentes para ordenadores y los demás miles de artículos que aquéllos saben colocar en los mercados de su elección. O tal vez prefieren no ser los dueños de esas fábricas, sino que se limitan a contratar con los negociantes locales, que harán el trabajo sucio por ellos.
Esos hombres y mujeres se consideran gente honrada. Regresan a sus países con fotografías de lugares pintorescos y de antiguas ruinas, para enseñárselas a sus hijos. Asisten a seminarios en donde se dan mutuas palmadas en las espaldas e intercambian consejos sobre cómo burlar las arbitrariedades aduaneras de aquellos exóticos países. Sus jefes contratan abogados que les aseguran la perfecta legalidad de lo que ellos y ellas están haciendo. Y tienen a su disposición un cuadro de psicoterapeutas y otros expertos en recursos humanos, para que les ayuden a persuadirse de que, en realidad, están ayudando a esas gentes desesperadas.
El esclavista a la antigua usanza se decía a sí mismo que su comercio trataba con una especie no del todo humana, a cuyos individuos ofrecía la oportunidad de convertirse al cristianismo. Al mismo tiempo, entendía que los esclavos eran indispensables para la supervivencia de su propia sociedad, de cuya economía constituían el fundamento. El esclavista moderno se convence a sí mismo (o a sí misma) de que es mejor para los desesperados ganar un dólar al día que no ganar absolutamente nada. Y además se les ofrece la oportunidad de integrarse en la más amplia comunidad global. Él o ella también comprenden que esos desesperados son esenciales para la supervivencia de sus compañías, y que son los fundamentos del nivel de vida que sus explotadores disfrutan. Nunca se detienen a reflexionar sobre las consecuencias más amplias de lo que ellos y ellas, su nivel de vida y el sistema económico en que todo eso se asienta están haciéndole al planeta, ni sobre cómo, finalmente, todo eso repercutirá en el porvenir de sus propios hijos.
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John Perkins (Confesiones de un gángster económico (Spanish Edition))
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He shortened up the rope a couple of reaches and dragged the wolf through the bar ditch and stood by the fence and watched the truck come over the hill and approach in its attendant dust and clatter.
The old man slowed and peered. The wolf was jerking and twisting and the boy stood behind her and held her with both hands. By the time the truck had pulled abreast of them he was lying on the ground with his legs scissored about her midriff and his arms around her neck. The old man stopped and sat the idling truck and leaned across and rolled down the window. What in the hell, he said. What in the hell.
You reckon you could turn that thing off? the boy said.
That's a damn wolf.
Yessir it is.
What in the hell.
The truck's scarin her.
Scarin her?
Yessir.
Boy what's wrong with you? That thing comes out of that riggin it'll eat you alive.
Yessir.
What are you doin with him?
It's a she.
It's a what?
A she. It's a she.
Hell fire, it dont make a damn he or she. What are you doin with it?
Fixin to take it home.
Home?
Yessir.
Whatever in the contumacious hell for?
Can you not turn that thing off?
It aint all that easy to start again.
Well could I maybe get you to drive down there and catch my horse for me and bring him back. I'd tie her up but she gets all fuzzled up in the fencewire.
What I'd liketo do is to try and save you the trouble of bein eat, the old man said. What are you takin it home for?
It's kindly a long story.
Well I'd sure like to hear it.
The boy looked down the road where the horse stood grazing. He looked at the old man. Well, he said. My daddy wanted me to come and get him if I caught her but I didnt want to leave her cause they's been some vaqueros takin their dinner over yonder and I figured they'd probably shoot her so I just decided to take her on home with me.
Have you always been crazy?
I dont know. I never was much put to the test before today.
How old are you?
Sixteen.
Sixteen.
Yessir.
Well you aint got the sense God give a goose. Did you know that?
You may be right.
How do you expect your horse to tolerate a bunch of nonsense such as this.
If I can get him caught he wont have a whole lot of say about it.
You plan on leadin that thing behind a horse?
Yessir.
How you expect to get her to do that?
She aint got a whole lot of choice either.
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Cormac McCarthy (The Crossing (The Border Trilogy, #2))
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Quería probar si existen ciertas ventanas temporales de maduración netamente definidas durante las cuales formamos nuestros gustos culturales (...) en concreto, si existe una edad determinada a la que las ventanas de apertura se cierran por completo.
Mientras un CD con éxitos de Wagner tocados con ukelele atronaba junto a mi oficina, me preguntaba: ¿cuándo se forman nuestros gustos musicales y cuándo dejamos de estar abiertos a escuchar nuevas músicas? Empezamos a llamar a emisoras de radio especializadas en períodos musicales concretos: rock contemporáneo, música de los setenta tipo "Starway to Heaven", las emisoras de doo-wop de los cincuenta, etc. "¿Cuándo fue introducida por primera vez la música que ponéis en vuestro dial? ¿Cuál es la edad media de vuestros oyentes?"
Surgió un patrón claro: no hay muchas personas de 17 años que sintonicen a las Andrew Sisters, en las comunidades de jubilados no se escucha mucho a Rage Against The Machine y los mayores fans de sesenta minutos ininterrumpidos de James Taylor están empezando a llevar vaqueros holgados.
Descubrimos que la mayoría de la gente tenía 20 años o menos cuando decidió qué tipo de música escuchar el resto de su vida. (...) Si tienes más de 35 años cuando se introduce un nuevo tipo de música popular, existe más de un 95% de posibilidades de que nunca elijas escuchar esa música. La ventana se ha cerrado.
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Robert M. Sapolsky (Monkeyluv: And Other Essays on Our Lives as Animals)
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Dark and messy... No wonder the guy at the desk stared at me. I look like a pre-revolutionary vaquero who just slipped off his horse – dusty, thirsty, desperate to be laid pretty between clean sheets. I am most of those things.
—Peter Arellano
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Laurie Perez (Torpor: Though the Heart Is Warm)
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Aún conservo doce libretas de espiral, donde guardo viejas cartas que Peter me escribía a diario. En todas empezaba con un «Querida Princesa», ponía X para los besos y O para los abrazos. Y al final añadía «PETAMYTAS», abreviación de «Pienso en ti a menudo y te amo siempre».
Tengo siete cintas de vídeo, todas ellas fechadas, con títulos como Margaux en patines; Margaux con Zarpas; Margaux en la moto de paquete, saludando. Cada día, ya hacia el final de su existencia, Peter miraba esas cintas: Margaux rebozándose con Zarpas en la tierra, Margaux jugando a polis y cacos en el sofá, Margaux saludando con la mano desde lo alto de un árbol, Margaux lanzando un beso. Ahora nadie mira a Margaux. Incluso la propia Margaux está aburrida de ver a Margaux con cintas en el pelo, Margaux en vaqueros cortos, Margaux con el pelo mojado, Margaux junto al ailanto del que solía colgar la hamaca blanca.
Yo era la religión de Peter.
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Margaux Fragoso (Tiger, Tiger)
Ana Smith (Vaqueros (Spanish Edition))
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-Lo dices como si hubiera caído en un pozo sin fondo, caía y caía, pero los dos paquetes de donuts y los dos litros de cocacola amortiguaron la caída. En una orgía de azucar y cafeina, de pronto vi la verdad. La verdad es que ayer intenté ponerme unos vaqueros y cuando conseguí subirme la bragueta me di cuenta de que donde había dos sexis curvas ahora había dos ristras de chorizos asados bajo mi piel.
+¿ y esa es la verdad del universo?
-Los donuts no te pueden salvar.
+Lo tendré en cuenta.
-Ni la pizza.
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Elísabet Benavent (En los zapatos de Valeria (Valeria, #1))
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Mas la sorpresa vino cuando puse atención en lo que esta- ba escrito en el folio mismo del cuadernillo, que separaba el volante. Se leía una lista de libros, donde el número once po- nía: Manuscrito pernicioso de los indios infieles de Ilabaya; y en corchetes le seguía una glosa en tinta azul moderna, hecha con un bolígrafo común de nuestros días: [Arte de los Qui- pus, 1574]. Enseguida saqué la nota de papel que aún conser- vaba arrugada en el bolsillo de atrás de mis vaqueros; la releí con mayor detenimiento y sentí que volvía a ser observada; me giré a mirar hacia la puerta y ésta se cerró con un golpe de viento. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Entonces pensé en cuestión de segundos cuál tendría que ser el paso a seguir. ¿Fotografiar estas listas?, ¿llamar a Salamanca a mi profesora, la doctora Del Pozo?, ¿llamar a Burgos y contárselo a María Con- cepción?, ¿guardar silencio?, ¿comunicarme con el de la carta?, ¿y si era una broma?, ¿quién me gastaría una broma así?, ¿me estaría poniendo a prueba el Padre José?. De pronto, mis pen- samientos consiguieron asociar la palabra ‘Inquisición’ impre- sa en el viejo volante, que hizo de separador en el cuadernillo, con aquella foto del folio de algún Índice colonial, que yo vie- ra en la exposición fotográfica itinerante del Museo de la Santa Inquisición el primer día que llegué al Perú. Yo había estado soñando con poseer ese libro pecaminoso, que supuse un Bes- tiario indiano. Pero el gran pecado del libro de Ilabaya parecía ir por el camino de dar luces a la escritura indígena, idólatra hijastra de Belcebú para ciertos inquisidores. Mi corazón casi detuvo sus latidos. Entonces clavé mis ojos en la poca luz que aún entraba por la claraboya del techo, y luego los cerré. Oí el zumbido de un moscardón, o tal vez sólo le imaginé. Resoplé. O suspiré.
Mis cartas estaban echadas desde un principio".
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Ofelia Huamanchumo de la Cuba (Por el Arte de los Quipus (Spanish Edition))
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ropa bonita a su hija. Pero María no se daba por satisfecha. Creía que merecía algo mucho mejor. Cuando María ya era mujercita, no quería tener nada que ver con los jóvenes de su pueblo. No eran bastante buenos para ella. Muchas veces cuando se paseaba con su abuelita por las afueras del pueblo, decía: —Abuelita, cuando yo me case, voy a casarme con el hombre más guapo del mundo. La abuela movía la cabeza. Pero María miraba a través de la ladera y decía: —Va a tener el pelo tan negro y reluciente como el cuervo que veo posado en aquel piñón. Y cuando se mueva, va a mostrar la fuerza y la gracia del caballo que mi abuelito tiene en su corral. —María —decía la anciana suspirando—, ¿por qué piensas siempre en cómo se ve un hombre? Si vas a casarte con un hombre hay que asegurarte de que sea un buen hombre, de que tenga buen corazón. No te fijes tanto en lo guapo que es. Pero María se decía: —Estas viejitas. Tienen las ideas tan anticuadas. No entienden nada. Un día llegó al pueblo un hombre que parecía ser el mero hombre de quien María hablaba. Se llamaba Gregorio. Era un vaquero del llano al este de la sierra. Sabía montar cualquier bestia. Si tenía un caballo que se amansaba mucho, lo regalaba y se iba para capturar un caballo salvaje. Pensaba que no era varonil montar un caballo que no fuera medio bronco. Era tan guapo que todas las muchachas andaban enamorándose de él. Tocaba la guitarra y cantaba con buena voz. María decidió que ése era el hombre con quien se iba a casar. Pero disimulaba sus sentimientos. Si se encontraban en la calle y Gregorio la saludaba, María volteaba la cara. Si venía a su casa para tocar su guitarra y cantar, ella ni siquiera se asomaba a la ventana. Al poco tiempo Gregorio también se decidió. Se dijo: —Esa orgullosa de María. Es con ella que me voy a casar. Yo puedo conquistar su corazón. Todo resultó tal y como María lo había planeado. Los padres de María no querían que se casara con Gregorio. Le dijeron: —Él no puede ser buen marido. Está acostumbrado a la vida bárbara del llano. No te cases con él. Por supuesto María no les hizo caso a sus padres. Se casó con Gregorio. Por algún tiempo todo andaba bien. Tuvieron dos hijos. Pero después de varios años, Gregorio volvió a su antigua manera de ser. Se mantenía fuera de casa por meses a la vez. Cuando regresaba a casa le decía a María: —Yo no vine a verte a ti. Quiero pasar un rato con mis hijos nomás. Jugaba con los hijos por un tiempo, y luego se iba para pasar toda la noche jugando a las cartas con sus amigos y tomando vino. Y empezó a decir
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Joe Hayes (The Day It Snowed Tortillas / El día que nevó tortilla)
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Mi padre fue campeón de boxeo, el más valiente, el más salvaje, el más astuto, el mejor… Cuando abandonó la profesión el comisario Carner, de Concepción, le ofreció trabajar en Investigaciones. Mi padre se rio y dijo que no, que de dónde demonios sacaba semejante idea. El jefe de policía contestó que él podía oler de lejos a los servidores de la ley. Un olfato infalible. Mi padre dijo que la ley le importaba un carajo y que además, con perdón, no tenía vocación de conchudo
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Roberto Bolaño (Sepulcros de vaqueros (Spanish Edition))
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Y Andrés no se encuentra solo. Nicki duerme a su lado. Los dos están tumbados de costado, uno frente al otro, respirándose; tienen las piernas enredadas y juntos, así, son una de las cosas más bonitas que he visto en mucho tiempo. Andrés aún lleva puesta la ropa de tenis y Nicki va vestida de calle, con pantalones vaqueros y un jersey de lana. Ni siquiera se desprendió de los zapatos. Sonrío y me acerco a la cama, y ella, como si me sintiera de alguna manera, abre los ojos, alertada. Se levanta con brusquedad y nos ve.
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Susanna Herrero (Quiero vivir en voz alta (Car #1))
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Era un chico delgado, con el pelo negro y con gafas, que tenía el aspecto enclenque y ligeramente enfermizo de quien ha crecido mucho en poco tiempo. Llevaba unos vaqueros rotos y sucios, una camiseta ancha y desteñida, y las suelas de sus zapatillas de deporte estaban desprendiéndose por la parte superior. El
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J.K. Rowling (Harry Potter y la Orden del Fénix (Harry Potter #5))
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Playboy: ¿Está realmente en nuestras manos? O, como parece que aboga por la utilización de los ordenadores para manipular el futuro de culturas enteras, ¿no está realmente alentando al hombre a que renuncie al control de su destino? McLuhan: Antes que todo —y me sabe mal tener que insistir en este descargo de responsabilidad—, yo no abogo por nada; sólo sondeo y preveo tendencias. Aunque me opusiera a ellas o pensara que son catastróficas, no podría pararlas; así pues, ¿por qué tendría que perder mi tiempo lamentándome? Cuando la escritora Margaret Fuller comentó «acepto el universo», Carlyle dijo de ella: «más le vale». No veo ninguna posibilidad de una rebelión ludita global que destruya la maquinaria, así que podemos sentarnos cómodamente, ver qué pasa y contemplar lo que nos pasará en un mundo cibernético. Estar resentidos con una nueva tecnología no detendrá el proceso de ésta. Lo importante que debemos recordar es que en cualquier momento que utilizamos o percibimos una ampliación tecnológica de nosotros mismos, inevitablemente la acogemos. Siempre que vemos una pantalla de televisión o leemos un libro, estamos asimilando esas ampliaciones de nosotros mismos dentro de nuestro sistema individual y experimentando un «cierre» automático o desplazamiento de la percepción; no podemos huir de esta acogida perpetua de nuestra tecnología cotidiana a no ser que escapemos de la tecnología misma y huyamos a la cueva de un ermitaño. Al acoger de forma consistente todas estas tecnologías, inevitablemente nos relacionamos con ellas como servomecanismos. Así, para poder utilizarlas todas, primero debemos servirles como si fueran dioses. El esquimal es un servomecanismo de su kayak, el vaquero de su caballo, el hombre de negocios de su reloj, el cibernético —y pronto el mundo entero— de su ordenador. Por decirlo de otra forma, a los despojos pertenece el ganador. Esta modificación continua del hombre por parte de su propia tecnología lo alienta a encontrar medios constantes para modificarla; el hombre se convierte, pues, en los órganos sexuales del mundo de las máquinas, como lo es la abeja en relación al mundo botánico, permitiéndole reproducirse y evolucionar hacia formas más elevadas. El mundo de las maquinas corresponde la devoción del hombre premiándole con bienes, servicios y recompensa. La relación entre el hombre y su maquinaría es, pues, intrínsecamente simbiótica. Siempre ha sido así; el hombre cuenta con la oportunidad de reconocer su unión con su propia tecnología sólo en la era eléctrica. La tecnología eléctrica es una extensión cualitativa de la relación hombre/máquina; la relación del hombre del siglo xx con el ordenador no es, por naturaleza muy distinta a la relación que mantenía el hombre prehistórico con su barco o su rueda —con la importante diferencia que todas las tecnologías o extensiones del hombre previas eran parciales y fragmentarias, mientras que la eléctrica es total e inclusiva—. Ahora el hombre está empezando a llevar puesto su cerebro fuera del cráneo y sus nervios fuera de su piel; la nueva tecnología cría un nuevo hombre. Una viñeta reciente mostraba un niño que le decía a su madre desconcertada: «De mayor seré un ordenador». El humor es a menudo profético.
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A. Carlos Scolari (Ecología de los medios: Entornos, evoluciones e interpretaciones (Comunicación nº 500442) (Spanish Edition))
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His thoughts were haunted by flames—first the field of marihuana, then the bonfire, then the old woman’s house. The cackling faces of the vaqueros possessed by the narcotic, the silhouette of the girl slumping dead in a sliver of moonlight, the old woman eviscerated for helping him—all of it consumed by the haunting flames.
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David Mark Brown (Fistful of Reefer (Lost DMB Files #17))
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Y eso es lo que daba miedo, pensó Richie. El hecho de que uno no deja súbitamente de ser niño. El chico que llevábamos dentro se escurre poco a poco, tal como el aire de un neumático pinchado. Y un día, al mirarnos al espejo, nos encontramos con la imagen de un adulto. Uno podía seguir llevando vaqueros y asistiendo a los conciertos de rock; uno podía teñirse el pelo, pero la cara del espejo seguía siendo cara de adulto. Tal vez todo ocurría mientras dormíamos, como la visita de los ratones que se llevaban los dientes de leche.
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Anonymous
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Personalmente, encuentro absurda la idea de que las mujeres «adoran» ir de compras; casi todas las que conozco tienen ganas de llorar después de pasarse cuarenta y cinco minutos recorriendo las tiendas de moda en busca de una camisa, y se apresuran a beber ginebra en las tristes ocasiones en que tienen que encontrar un vaquero.
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Caitlin Moran (How to Be a Woman)
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La vuelta del trabajo animaba el patio de los caneyes. Al atardecer llegaban los vaqueros en grupos bulliciosos, empezaban a decirse algo entre sí y terminaban cantándolo en coplas, pues para cada cosa que se necesite decir hay en el Llano una copla que ya lo tiene dicho y lo expresa mejor, porque la vida es simple y desprovista de novedades, y porque los espíritus son propensos a las formas pintorescas de la imaginación.
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Rómulo Gallegos (Doña Bárbara)
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Here’s the scene: The three of us are by the Olympic-sized pool. The Latina with the thick waist is hovering in the shade of the veranda up by the house, her eyes on Frank in case he might want something, but so far he doesn’t and he hasn’t offered anything to me. If he did, I would ask for sunblock because standing here next to his pool is like standing on the sun side of Mercury. Gotta be ninety-six and climbing. Behind us is a pool house larger than my home, and through the sliding glass doors I can see a pool table, wet bar, and paintings of vaqueros in the Mexican highlands. It is air-conditioned in there, but apparently Frank would rather sit out here in the nuclear heat. Statues of lions dot the landscape, as motionless as Joe Pike, who has not moved once in the three minutes that I have been there. Pike is wearing a gray sweatshirt with the sleeves cut off, faded Levi’s, and flat black pilot’s glasses, which is the way he dresses every day of his life. His dark brown hair is cut short, and bright red arrows were tattooed on the outside of his deltoids long before tattoos were au courant. Watching Joe stand there, he reminds me of the world’s largest two-legged pit bull.
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Robert Crais (L.A. Requiem (Elvis Cole, #8))
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Recordaba haber preguntado a su madre en una ocasión por qué nunca la había usado a ella como modelo, por qué nunca había dibujado a su propia hija.
"Dibujar a alguien es intentar capturarlo para siempre - había explicado Jocelyn, sentada en el piso con un pincel goteando azul cadmio sobre sus vaqueros. Si realmente amas algo, jamás intentas mantenerlo igual para siempre. Tienes que dejar que sea libre de cambiar".
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Cassandra Clare (City of Ashes (The Mortal Instruments, #2))
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—¿Por qué te escondes tras esos vaqueros holgados y esas sudaderas con capucha? ¿No sabes lo hermosa que eres?
- Damen Auguste
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Alyson Noel (Evermore (The Immortals, #1))
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Héctor se quitó los calcetines y los metió dentro del bolsillo de sus pantalones. Era una vieja lección, si había que salir corriendo sólo tenía que ponerse los vaqueros.
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Paco Ignacio Taibo II (Sueños de frontera (Héctor Belascoarán Shayne, #7))
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Twice he had been hit by arrows and once shot in the flank by Ahumado, a felonious foe more hated by Captain Scull than either Kicking Wolf or Buffalo Hump. Ahumado, known as the Black Vaquero, was a master of ambush; he had shot down at the Captain from a tiny pocket of a cave, in a sheer cliff in Mexico.
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Larry McMurtry (Comanche Moon (Lonesome Dove, #4))
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Miré el libro, que estaba sobre la mesa. No quería terminarlo. Nunca pasaría de la parte en que los caballeros sureños cabalgan hacia una muerte segura sólo porque son galantes. Caballeros sureños de grandes ojos negros y vestidos con vaqueros y camisetas, caballeros sureños abatidos bajo las farolas.
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Susan E. Hinton (The Outsiders)
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Le gustaban mucho las películas del Oeste —explica Melchor—. En una hay un vaquero que acaba de descubrir que está enamorado. Pero no entiende lo que le pasa, y le pregunta al encargado del saloon: «¿Tú has estado alguna vez enamorado?». Y el encargado le contesta: «No. Yo siempre he sido camarero».
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Javier Cercas (Independencia)
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—Y aquella constelación de allí es el Conejo. ¿Ves que tiene orejas? —Era la voz de Jace.
Clary y él estaban sentados sobre la hierba, hombro contra hombro. Él llevaba unos vaqueros y una camiseta, y Clary estaba en camisón, con la chaqueta de Jace sobre los hombros. Este señalaba al cielo.
—Estoy bastante segura de que no hay ninguna constelación que se llame el Conejo —dijo Clary.
En esos años no había cambiado tanto como Jace: seguía siendo menuda, con el cabello pelirrojo y brillante como la Navidad, el rostro lleno de pecas y pensativo. Tenía la cabeza apoyada en el hombro de Jace.
—Claro que sí —repuso él, y cuando la luz de las estrellas hizo que brillaran sus claros rizos, Emma sintió un leve aleteo de su antiguo enamoramiento—. Y esa otra de ahí es el Tapacubos. Y también está la Gran Tortita.
—Me vuelvo adentro —dijo Clary—. Se me había prometido una lección de astronomía.
—¿Qué? ¡Pero si los marineros solían navegar guiándose por la Gran Tortita! — exclamó Jace, y Clary negó con la cabeza y comenzó a levantarse.
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Cassandra Clare (Lady Midnight (The Dark Artifices, #1))
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When breakfast was over you could tell by the long, long shadow of the fig tree that it was still very early in the morning. On sunny days Doña Teresa could tell the time almost exactly by its shadow, but on rainy days she just had to guess, because there was no clock in her little cabin. It was lucky that it was so early, because there were so many things to be done. The Twins and their mother were not the only busy people about, however, for there were two hundred other peons beside Pancho who worked on the hacienda, and each one had a little cabin where he lived with his family. There were other vaqueros besides [p 20 ] Pancho. There were ploughmen, and farmers, and water-carriers, and servants for the great white house where Señor Fernandez lived with his wife and pretty daughter Carmen. And there was the gatekeeper, José, 9 whom the Twins loved because he knew the most wonderful stories and was always willing to tell them. There were field-workers, and wood-cutters, and even fishermen. The huts where they all lived were huddled together like a little village, and the village, and the country for miles and miles around, and the big house, and the little chapel beside it, and the schoolhouse, and everything else on that great hacienda, belonged to Señor Fernandez. It almost seemed as if the workers all belonged to Señor Fernandez, too, for they had to do just what he told them to, and there was no other place for them to go and nothing else for them to do if they had wanted ever so much to change. [p 21 ]
All the people, big and little, loved the fiesta of San Ramon. They thought the priest’s blessing would cause the hens to lay more eggs, and the cows to give more milk, and that it would keep all the creatures well and strong. Though it was a feast day, most of the men had gone away from their homes early, when Pancho did; but the women and children in all the little cabins were busy as bees, getting themselves and their animals ready to go in procession to the place where the priest was to bless them. As soon as breakfast was eaten, Doña Teresa said to Tonio: “Go now, my Tonio, and make Tonto beautiful! His coat is rough and full of burs, and he will make a very poor figure to show the priest unless you give him a good brushing. Only be careful
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Lucy Fitch Perkins (The Mexican Twins)
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Nena was not the same. His fears shifted beneath his skin; new ones rose and grew thorns. He did not know what he meant to her. Vaqueros may call me señorita, or better yet, say nothing to me at all. He feared that he was nothing to her. That if he offered her his heart, she would take it and drop it in the dust to bleed whenever her father called.
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Isabel Cañas (Vampires of El Norte)
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Hoy Rachel no se ha puesto su sombrero azul. Lo echo ferozmente de menos, como se extraña a esa persona recién conocida por casualidad de la que una esperaba hacerse amiga de por vida. Me gusta que lleve la blusa blanca con botones metida por dentro de los vaqueros. La envergadura de las solapas de su cuello rivalizaría con la de las alas de un albatros.
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Paul Tremblay (A Head Full of Ghosts)
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Todas vestían el uniforme de las milicias civiles: una camiseta roja. Parecían haber dado con el lote de la talla más pequeña. Los vaqueros ajustados resaltaban sus piernas gruesas, rematadas con unos pies elefantiásicos calzados con chancletas de plástico.
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Karina Sainz Borgo (La hija de la española)
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Atribución: Conocéis bien el material. Trabajáis realmente duro. Os estáis esforzando mucho. Seguid así. Persuasión: Debéis hacerlo bien. Debéis hacerlo mejor. Refuerzo: Yo (el profesor) estoy orgulloso de vuestro trabajo. Estoy contento del progreso que habéis hecho. Estáis haciendo un trabajo excelente. El grupo de la persuasión fue el que sacó peores resultados: ¡fue el menos convencido de los tres! El grupo reforzado fue el segundo. El de la atribución –o sea, los chicos que fueron etiquetados como eruditos y trabajadores– fue el mejor. Cambiar de marcha: la cerveza Molson hizo una campaña de anuncios por televisión titulada «Soy canadiense», en la que aparecía un joven canadiense vestido con camisa de algodón y vaqueros hablando de las excelencias de vivir en Canadá –lo típico: el hockey, los castores y los gorros de lana–. El anuncio se cerraba con un «Me llamo Joe y soy canadiense». El razonamiento de la etiqueta era: si eres canadiense tomarás cerveza Molson.
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Guy Kawasaki (El arte de cautivar: Cómo se cambian los corazones, las mentes y las acciones)
L.G. Castillo (Juramento Vaquero (Vista Previa))
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For more than a century they were a major force for white colonial expansion pushing out Mexicans through violence, intimidation, and political interference. In some cases, whites would raid cattle from Mexican ranches and then, when Mexican vaqueros tried to take them back, call in the Rangers to retrieve their “stolen property.” Mexicans and Native Americans who resisted Ranger authority could be killed, beaten, arrested, or intimidated. Mike Cox describes this as nothing short of an extermination campaign in which almost the entire indigenous population was killed or driven out of the territory.24
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Alex S. Vitale (The End of Policing)
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We nuked a couple of frozen burritos,” said Jake. “Of course, the precise origin of burritos isn’t known. According to Wikipedia, some speculate that they might have originated in the eighteen hundreds among the vaqueros, the cowboys of northern Mexico.
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Chris Grabenstein (The Smartest Kid in the Universe, Book 1)
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Empecé a pensar que precisamente las cosas cuya existencia es indiferente para el mundo son las más importantes. El conjunto de innumerables cosas cuya existencia es indiferente forma un molde humano. Por ejemplo, en mi caso las innumerables películas que he visto y los recuerdos ligados a ellas forman un molde que soy yo. Vivir, llorar, gritar, amar, las nimiedades, la tristeza, la alegría , el miedo, lo que me hace reír, las canciones bellas, los paisajes que me emocionan hasta humedecerme los ojos, las náuseas, los cantantes, los aviones que vuelan, los caballos que galopan, los panqueques deliciosos, el cosmos negro como la laca, los vaqueros que disparan.
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Genki Kawamura (If Cats Disappeared from the World)
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CAF o Talgo son líderes en material rodante ferroviario (…) alrededor del 15% de los componentes de los AirBus proviene de manos españolas y 3 de cada 5 vuelos están controlados por sistemas de navegación españoles (…) Indra ganó a Siemens el control de su espacio aéreo. ¿Sabían que el 50% de los inodoros de todo el mundo son de la catalana Roca? ¿O que los chinos prefieren los pavimentos cerámicos de la firma de Vila-Real Porcelanosa? (…) El grupo navarro Viscofan es el primero en el mercado de envolturas artificiales para productos cárnicos (…) nuestros productos estrella son el vino (segundo productor mundial) y el aceite (primer exportador del mundo) (…) En las cenas de Acción de Gracias americanas se cuelan los capones segovianos de Cascajares. Hasta Obama se hace traer el foie de Extremadura (…) la española Puleva inventó la primera leche enriquecida con calcio del mercado. Marcas internacionales como Zara o Mango son referentes mundiales de nuestro sector textil (…) una de cada cuatro novias en todo el mundo elige un traje diseñado en España por marcas como Pronovias. De la tecnología valenciana de Jeanology salió el láser para desteñir vaqueros que utilizan la mayoría de marcas (…) un pequeño taller de 14 metros cuadrados de los años ochenta en Andújar es hoy una planta de 1300 metros que fabrica el 50% de los estores que vende IKEA por todo el mundo (…) Una antena de comunicaciones colocada en el Curiosity fue fabricada en España. Y qué decir del acento español de grandes compañías como Telefónica, Repsol o Santander consolidadas internacionalmente.
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Alberto Gil Ibáñez (La leyenda negra: Historia del odio a España (Spanish Edition))
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Como a algunas niñas, a mí me gustaban las películas de vaqueros; como algunas niñas, cuando las veía jamás soñaba con ser la mujer que aguarda haciendo tartas de manzana, ni siquiera la mestiza cuya melena negra arranca corazones. Nosotras soñábamos con ser el pistolero. (...) y fue nuestro deseo cabalgar, imponer la justicia, ser el viento sin raíces, disparar el revólver y morir una tarde a la intemperie, caer en una calle de tierra o en mitad del monte, abatidas a lomos de nuestro caballo.
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Belén Gopegui (Lo real)
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Other acts that were precursors of the Wild West were a July 4 commemoration in Deer Trail, Colorado, in which one Emil Gardenshire was crowned "Champion Bronco Buster of the Plains," and another Fourth of July celebration in Cheyenne, Wyoming, in 1872, featuring the riding of an unruly steer. And certainly Cody's buffalo hunt with Grand Duke Alexis was a harbinger of things to come, as were his hunting trips with General Sheridan, James Gordon Bennett and their friends, as well as the Earl of Dunraven. All that was needed, then, was to put the right elements together.
Cody realized that he needed to earn a lot of money to launch a big show, and he was too proud to ask his wealthy friends for funds. Then, in the spring of 1882, he met Nate Salsbury, when they both were playing in New York. Salsbury, who later became Cody's partner, claimed to have thought of the idea of the Wild West when returning from a tour of Australia with the Salsbury Troubadours in 1876. On the boat he had discussed the merits of Australian jockeys in comparison with American cow-boys and Mexican vaqueros with J. B. Gaylord, an agent for the Cooper and Bailey Circus.
As a result, said Salsbury, "I began to construct a show in my mind that would embody the whole subject of horsemanship and before I went to sleep I had mapped out a show that would be constituted of elements that had never before been employed in concerted effort in the history of the show business." In the end, of course, Buffalo Bill's Wild West went well beyond horsemanship to embody features of the West that had not been part of Salsbury's plan. Several years later Salsbury "decided that such an entertainment must have a well known figure head to attract attention and thus help to quickly solve the problem of advertising a new idea. After careful consideration of the plan and scope of the show I resolved to get W.F. Cody as my central figure."
When the two men finally met,
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Robert A. Carter (Buffalo Bill Cody: The Man Behind the Legend)