Una Mujer Quotes

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Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiera elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al vesre. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.
Julio Cortázar (Rayuela)
La tía Daniela se enamoró como se enamoran siempre las mujeres inteligentes: como una idiota.
Ángeles Mastretta (Mujeres de ojos grandes)
Cuando una mujer debe suplicar a un hombre que no se vaya es porque él no tiene interés en quedarse a su lado.
Laura Gallego García (La emperatriz de los etéreos)
- Una historia es como un fruto seco - dijo Vashet -. Un necio se la traga entera y se atraganta. Otro necio la tira creyendo que no tiene ningún valor. - Sonrió -. Pero una mujer sabia encuentra la manera de romper la cáscara y comerse el fruto que hay en el interior.
Patrick Rothfuss (The Wise Man’s Fear (The Kingkiller Chronicle, #2))
Una mirada desde la alcantarilla puede ser una visión del mundo, la rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos.
Alejandra Pizarnik (Árbol de Diana)
Tal vez el sentido de la vida para una mujer consiste únicamente en ser descubierta así, mirada de manera que ella misma se sienta irradiante de luz.
Carmen Laforet (Nada)
Cuanto más inteligente sea una mujer menos tardará en establecer un compromiso con la naturaleza del hombre -Conde de Saint Germain
Kerstin Gier (Saphirblau (Edelstein-Trilogie, #2))
No se puede someter al viento del desierto. Tampoco se puede detener a una mujer que ya ha elegido un hombre." Jeque al-Harit.
Laura Gallego García (The Legend of the Wandering King)
Respeta a las mujeres, pequeña mierda. Fue una jodida mujer quien te llevo en su jodido cuerpo, quien parió y te amo. Y será una mujer quien te mantenga caliente por la noche, quien te permitirá entrar en su cuerpo, y será una mujer quien traiga al mundo tus putos hijos. Respeta a las putas mujeres a todas o te mataré.
Madeline Sheehan (Undeniable (Undeniable, #1))
No soy ninguna florecilla. No soy mucho menos, su florecilla. Soy una mujer. Soy una persona. No soy su juguete ni una planta que observar y regar para poder contemplarla a todas horas y luego deshojarla.
Iria G. Parente (Sueños de piedra (Marabilia, #1))
usted aprende y usa lo aprendido para volverse lentamente sabio para saber que al fin el mundo es esto en su mejor momento una nostalgia en su peor momento un desamparo y siempre siempre un lío.
Mario Benedetti (El amor, las mujeres y la vida)
Me pareció, más que nunca, una mujer escrita en arameo, la mujer que yo no podía leer.
Juan Villoro (Conferencia sobre la lluvia)
El nivel de barbarie de una sociedad se mide por la distancia que intenta poner entre las mujeres y los libros.
Carlos Ruiz Zafón (El laberinto de los espíritus (El cementerio de los libros olvidados, #4))
«Los hombres son seres limitados; criaturas espantosas que amenazan contra la estabilidad de una mujer. Siglos antes de su extinción, se podía reconocer a esas bestias por tres inmutables características: Impulsivos, seductores y tenaces.»
Lissa D'Angelo (Sin Historial)
Mire, yo le puedo asegurar que cuando una mujer se pierde, siempre hay un hombre ruin, cretino, denigrante, que primero le hizo perder la fe en sí misma”.
Mario Benedetti (La tregua)
El hombre..., cree ser el amante de una mujer, cuando en realidad es sólo su testigo.
Arturo Pérez-Reverte
Una mujer es como la buena literatura: al alcance de todos, pero incomprensible para los estúpidos.
Gabriel García Márquez
En ese estado febril, en el que otro, quizás, habría escrito versos, miraba atentamente los ojos de las mujeres con las que me cruzaba, esperando como respuesta esa misma mirada amplia y terrible. Nunca me acercaba a las mujeres que me contestaban con una sonrisa, pues sabía que a una mirada como la mía sólo podía contestar con una sonrisa una prostituta o una virgen.
M. Agueev
Creo que el amor, como la eternidad, es una ambición. Una hermosa ambición de los humanos.(Mujeres de Ojos Grandes)
Ángeles Mastretta
Estaba meditando sobre el gran placer que pueden causar un par de ojos bonitos en el rostro de una mujer hermosa.
Jane Austen (Orgullo y prejuicio)
No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de sorportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Oliverio Girondo (Espantapájaros)
Una mujer puede hacer infinitas cosas pero, si no tienen un amor, socialmente será reconocida como vacía, como sujeto incompleto.
Tamara Tenenbaum (El fin del amor: querer y coger en el siglo XXI)
Hacer el amor con una mujer y dormir con una mujer son dos pasiones no sólo distintas sino casi contradictorias. El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien (este deseo se produce en relación con una cantidad innumerable de mujeres), sino en el deseo de dormir junto a alguien (este deseo se produce en relación con una única mujer).
Milan Kundera (The Unbearable Lightness of Being)
Ve y coge una estrella fugaz; fecunda a la raíz de mandrágora; dime dónde está el pasado, o quién hendió la pezuña del diablo; enséñame a oír cómo canta la sirena, a apartar el aguijón de la envidia, y descubre cual es el viento que impulsa a una mente honesta. Si has nacido para ver cosas extrañas, cosas invisibles al ojo, cabalga diez mil días y noches hasta que la edad cubra de nieve tus cabellos. Cuando retornes, me contarás las extrañas maravillas que te acontecieron, y jurarás que en ningún lugar vive una mujer justa y constante. Si la encuentras, dímelo, ¡dulce peregrinación sería! Pero no, porque no iría, aunque fuera justo al lado; aunque fiel, al encontrarla, y hasta al escribir la carta, sin embargo, antes que fuera, infiel con dos, o tres, fuera.
John Donne (Howl’s Moving Castle (Howl’s Moving Castle, #1))
La abracé y así, sin darme casi cuenta, pasé la primera noche de mi vida con una mujer al amparo de un cielo de telas y un fuego que ardía suavemente.
Benito Taibo (Persona normal)
El amor empieza por una metafora. Dicho de otro modo; el amor empieza en el momento en que una mujer inscribe su primera palabra en nuestra memoria poética.
Milan Kundera (The Unbearable Lightness of Being)
Porque entonces era lo suficientemente atontada para no darme cuenta que aquél era uno de los infinitos hombres que nacen sólo para sementales y junto a una mujer no entienden otra actitud que ésta. Su cerebro y su corazón no llegan a más.
Carmen Laforet (Nada)
-Voy a salir de aquí sin decir adiós y te voy a dejar acostado en esa cama medio desnudo. Eso es sexy ¡Soy una mujer despiadada! Moderna, que cena hombres y los escupe por las mañanas. Esa soy yo. -¿Eres una antropófaga bulímina? - dijo tratando de contener la risa.
Erika Fiorucci (Cuatro días en Londres)
Las personas luchan para salir, no para entrar en coma. Las personas luchan para vivir y no para cometer suicidio..." "Que es un loco?... La locura es la incapacidad de comunicar las propias ideas...Todos nosotros de una forma u otra, somos locos." "Pero la gran locura del hombre y de la mujer es exactamente esta: el amor.
Paulo Coelho
Convertirse en un hombre sin mujer es muy sencillo: basta con amar locamente a una mujer y que luego ella se marche a alguna parte.
Haruki Murakami (Hombres sin mujeres)
Una mujer hermosa no lo es por su aspecto, sino por su carácter.
David Safier (Mieses Karma (Mieses Karma, #1))
Una Mujer de ser dos cosas: fabulosa y de lujo
Coco Chanel
«Nada asusta más a un cafre que una mujer que sabe leer, escribir, pensar y encima enseña las rodillas.»
Carlos Ruiz Zafón (El laberinto de los espíritus)
I have always known that you will visit my grave. I see myself as a small brown bird, perhaps a sparrow, watching you from a low branch as you pray in front of my name. I will hear you sound out my epitaph: Aqui descansa una mujer que quiso volar. You will recall telling me that you once dreamed in Spanish, and felt the words lift you into flight. The sound of wings will startle you when you say "volar," and you will understand.
Judith Ortiz Cofer (The Latin Deli: Telling the Lives of Barrio Women)
No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada en los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta.
Eduardo Galeano (The Book of Embraces)
La buena reputación es conveniente dejarla caer a los pies de la cama hoy tienes una ocasión de demostrar que eres una mujer además de una dama.
Joaquín Sabina
Un amor auténtico debería de asumir la contingencia del otro, es decir, sus carencias, sus límites y su gratuidad originaria; así no pretendería ser una salvación sino una relación entre seres humanos.
Simone de Beauvoir (The Second Sex)
Era una mujer irónica, con un inmenso sentido del humor y un gran poder de seducción, que tenía un compromiso radical, con la escritura. Habría quedecir, para empezar a comprenderla, que ella era un acto literario en sí mismo, que ella no estaba escindida de su literatura. Ella era su literatura. Y era una mujer fuerte, que seguramente hubiera pensado que el mito que se construyó en su derredor, más que colaborar con la comprensión de su poesía, parece querer domesticarla. Eligió decir determinadas cosas y no otras, construirse de determinada manera en los textos. Reinventar la lengua para poder decirse. Y en eso se le fue la vida. Y en eso no hay casualidad.
Alejandra Pizarnik
¿Puedes escucharlos? –reclamó. –¡Oh, eso no es justo para nada! –Todo es muy romántico, –dijo Gabriel y frunció el ceño. – O lo sería si mi hermano pudiera soltar una palabra sin sonar como una rana atragantándose. Me temo que no pasará a la historia como uno de los máximos conquistadores de las mujeres en el mundo.
Cassandra Clare
La tierra es un barco demasiado grande para mí. Es un viaje demasiado largo. Es una mujer demasiado hermosa. Es un perfume demasiado intenso. Es una música que no sé tocar. Perdonadme. Pero no voy a bajar. Dejadme volver atrás.
Alessandro Baricco (Novecento. Un monologo)
El primer amor, es amor; el segundo amor, es despecho; el tercero, el cuarto, el quinto y los siguientes, son deporte.
Martina Cañas (Relatos de una mujer borracha (Spanish Edition))
La historia es memoria y tenemos memoria colectiva desde que anotamos lo que nos sucede, pero más allá de la historia, mucho antes, seguramente en alguna cueva del paleolítico, un hombre dejó perplejos a los miembros de su tribu con un relato sobre una cacería; o quizá fue una mujer con un cuento que se inventó sobre las nubes y las estrellas para calmar el miedo de un niño. Allí empezó todo.
Santiago Posteguillo (La noche en que Frankenstein leyó el Quijote)
NOVIA. ¡Porque yo me fui con el otro, me fui! (Con angustia.) Tú también te hubieras ido. Yo era una mujer quemada, llena de llagas por dentro y por fuera,y tu hijo era un poquito de agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud; pero el otro era un río oscuro, lleno de ramas, que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar entre dientes. Y yo corría con tu hijo que era como un niñito de agua, frío, y el otro me mandaba cientos de pájaros que me impedían el andar y que dejaban escarcha sobre mis heridas de pobre mujer marchita, de muchacha acariciada por el fuego. Yo no quería, ¡óyelo bien!, yo no quería. ¡Tu hijo era mi fin y yo no lo he engañado, pero el brazo del otro me arrastró como un golpe de mar, como la cabezada de un mulo, y me hubiera arrastrado siempre, siempre, siempre, aun que hubiera sido vieja y todos los hijos de tu hijo me hubiesen agarrado de los cabellos.
Federico García Lorca (Bodas de sangre)
-Una vez, uno de los maestros de la Universidad me dijo que había siete palabras que hacían que una mujer te amara. Estaba preguntándome cuáles serían esas siete palabras. -¿Por eso hablas y hablas sin parar? ¿Confías en dar con ellas por casualidad?
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
Hace una hora, creí que te amaba más de lo que ninguna mujer ha amado nunca a un hombre, pero media hora más tarde, supe que lo que había sentido entonces no era nada comparado con lo que sentí después. Mas al cabo de diez minutos, comprendí que mi amor anterior era un charco comparado con el mar embravecido antes de la tempestad.
William Goldman (The Princess Bride)
Recuerdo muy bien la emoción, la alegría que sentí al pisar el acelerador. Si ha habido alguna vez una mujer enamorada, ésa era yo. Si alguna vez he estado enamorada, fue entonces, el día que viajé desde la provincia de Cuenca hasta la de Castellón, conduciendo por carreteras secundarias con un Ford Fiesta rojo que se ahogaba en todas las cuestas y un corazón tan grande que no me cabía en el cuerpo. Era demasiado amor. Demasiado grande, demasiado complicado, demasiado confuso, y arriesgado, y fecundo, y doloroso. Tanto como yo podía dar, más del que me convenía. Por eso se rompió. No se agotó, no se acabó, no se murió, sólo se rompió, se vino abajo como una torre demasiado alta, como una apuesta demasiado alta, como una esperanza demasiado alta.
Almudena Grandes (Castillos de cartón)
No espero nada. Esto no es horrible. Después de resolverlo, he ganado tranquilidad. Pero esa mujer me ha dado una esperanza. Debo temer las esperanzas. Tal vez toda esa higiene de no esperar sea un poco ridícula. No esperar de la vida, para no arriesgarla; darse por muerto, para no morir. Ya no estoy muerto: estoy enamorado.
Adolfo Bioy Casares (La invención de Morel / El gran Serafín)
Una mujer es la historia de sus actos y pensamientos, de sus células y neuronas, de sus heridas y entusiasmos, de sus amores y desamores. Una mujer es inevitablemente la historia de su vientre, de las semillas que en él fecundaron, o no lo hicieron, o dejaron de hacerlo, y del momento aquél, el único en que se es diosa. Una mujer es la historia de lo pequeño, lo trivial, lo cotidiano, la suma de lo callado. Una mujer es siempre la historia de muchos hombres. Una mujer es la historia de su pueblo y de su raza. Y es la historia de sus raíces y de su origen, de cada mujer que fue alimentada por la anterior, para que ella naciera: una mujer es la historia de su sangre. Pero también es la historia de una conciencia y de sus luchas interiores. También una mujer es la historia de su utopía.
Marcela Serrano (Antigua vida mía)
Creo que el amor, como la eternidad, es una ambición. Una hermosa ambición de los humanos
Ángeles Mastretta (Mujeres de ojos grandes)
¿Quieres entender que es un año de vida? Pregúntaselo a un estudiante que acaba de suspender el examen de fin de curso. ¿Un mes de vida? Díselo a una mujer que acaba de traer al mundo a un niño prematuro y espera que salga de la incubadora para estrecharlo entre sus brazos, sano y salvo. ¿Una semana? Que te lo cuente un hombre que trabaja en una fábrica o en una mina para mantener a la familia. ¿Un día? Háblales del asunto a dos que están locamente enamorados uno de otro y esperan el momento de volver a estar juntos. ¿Una hora? Pregúntale a una persona claustrofóbica encerrada en un ascensor averiado. ¿Un segundo? Mira la expresión de un hombre que acaba de salvarse de un accidente de coche. ¿Y una milésima de segundo? Pregúntale al atleta que acaba de ganar la medalla de plata en los Juegos Olímpicos, en vez de la medalla de oro para la que lleva toda su vida entrenándose.
Marc Levy (If Only It Were True)
Recuérdalo, Enrique: cuando encuentres a un anciano, a una mujer con su criatura en brazos, a uno que anda con muletas,a un hombre con su carga a cuestas, a una familia vestida de luto, cédeles el paso con respeto; debemos tener atenciones especiales con la vejez, la miseria, el amor maternal, la enfermedad, la fatiga y la muerte.
Edmondo de Amicis (Cuore)
La vida, como un comentario de otra cosa que no alcanzamos, y que está ahí al alcance del salto que no damos. La vida, un ballet sobre un tema histórico, una historia sobre un hecho vivido, un hecho vivido sobre un hecho real. La vida, fotografía del número, posesión en las tinieblas (¿mujer, monstruo?), la vida, proxeneta de la muerte, espléndida baraja, tarot de claves olvidadas que unas manos gotosas rebajan a un triste solitario.
Julio Cortázar
Ahora yo no sé si vas a poder leer esta carta, pero igual siento como una necesidad de decirte que yo contigo he sido más feliz de lo que los libros dicen que se puede. Perdóname si tantas veces me anduve quejando por bobadas. Un día me dijiste que yo tenía cara de mujer a la que siempre se vuelve y yo te espero ahora o cuando sea y donde sea y como sea. Quiero que sepas.
Eduardo Galeano (La canción de nosotros)
Él alza una mano e incluna su sombrero de ese modo tan sexy. —Me deseas. Admítelo. Aunque acierta en parte, no se lo confesaré nunca. —¿Por qué iba a desearte? Levanta tres dedos para una cuenta atrás. —Misterioso. Rebelde. Problemático. Todas las cualidades que las mujeres encuentran irresistibles. —Qué optimista. —Mi alcoba nunca está vacía. —Lástima que el cerebro sí.
A.G. Howard
Hoy ya sé que todo nos espía, que nada pasa inadvertido y que aun el papal pintado de las paredes tiene mejor memoria que los hombres. Y no es el buen Dios el que lo ve todo. No, una silla de cocina, una percha, ceniceros a medio llenar o la imagen de una mujer llamada Niobe bastan para proporcionar de todo acto un testimonio imperecedero.
Günter Grass (El Tambor De Hojalata)
—Solo te amaré a ti. Ninguna mujer tendrá jamás poder sobre mí, ninguna. —Me alzó el rostro y me besó las lágrimas—. ¿Cómo puede una diosa compararse a una humana? ¿Acaso el sol pide permiso cuando sale? Tú, mi dulce Shahlaa, eres mi sol; no hay sombra que te oculte a mis ojos. —¡Tu belleza me estremece, pero es tu ingenio el que me atrapa, tu sensualidad la que me desespera y tu mirada la que me condena al infierno de los impíos! Ni rezar puedo sin que me asalten pensamientos impuros. Me tomó el cabello entre las manos y aspiró su perfume. Cayó de rodillas tras de mí y me abrazó.
Lola P. Nieva (Los tres nombres del lobo (Lobo, #1))
He dejado de acordarme de lo que ayer ocurrió y de preguntarme qué ocurrirá mañana. Lo que ocurre hoy, en el minuto presente, es lo que me interesa. Yo digo: ¿Qué haces Zorba en este momento? Duermo. ¡Pues, entonces, duérmete bien! ¿Qué haces en este momento, Zorba? Trabajo. ¡Pues entonces, trabaja bien! ¿Y ahora qué haces, Zorba? Estoy besando a una mujer. ¡Pues entonces, bésala bien, Zorba, olvídate de todo, que en el mundo sólo existís ella y tú, hala!
Nikos Kazantzakis (Zorba the Greek)
-Ay, hija- le contestó su madre, acariciándola mientras hablaba-, sino he podido creer en la verdadera religión ¿cómo se te ocurre que voy a creer en una falsa?
Ángeles Mastretta (Mujeres de ojos grandes)
No te culpo, te quiero tal como eres, ardiente y distraído, olvidadizo, entregado e infiel, te quiero así, sólo así, como siempre has sido y como aún eres.
Stefan Zweig (Carta de una desconocida / La Institutriz / Veinticuatro horas en la vida de una mujer)
No hay nada en el mundo que sea equiparable al secreto amor de una niña que permanece en la penumbra y tiene pocas esperanzas.
Stefan Zweig (Carta de una desconocida / La Institutriz / Veinticuatro horas en la vida de una mujer)
—¡Mírame! —exigí. Algo confuso, obedeció. —Mírame como siempre lo hacías mientras buscabas aquello que tanto anhelabas de mí. Él abrió los ojos claramente impactado. Clavó su felina mirada en la mía durante un largo instante en el que dejé brotar todo el amor que me inspiraba. Una chispa encendió el claro verdor de su mirada. Lo había visto. —Sí —confirmé emocionada—, lo has conseguido, maldito. Me has robado el corazón. Te amo tanto que este tiempo sin ti ha sido la tortura más cruel. Y, déjame advertirte algo: si vuelves a tocar a otra mujer, te juro que te arrancaré los genitales y se los daré de comer a los cuervos.
Lola P. Nieva (Los tres nombres del lobo (Lobo, #1))
—No dejes que mi apariencia te engañe, Penryn. No soy humano. Las hijas del Hombre están prohibidas a los ángeles. —¿Y las hijas de la Mujer? —Intento una sonrisa pícara, pero ésta es plana.
Susan Ee (Angelfall (Penryn & the End of Days, #1))
La edad es una ladrona implacable. Justo cuando empiezas a tomar el pulso a la vida te arranca la fuerza de las piernas y te encorva la espalda.Produce dolores y enturbia la cabeza y silenciosamente infesta a tu mujer de cáncer.
Sara Gruen (Water for Elephants)
Si vas a intentarlo, que sea a fondo. Si no, mejor que ni empieces. Puede que pierdas familia, mujer, amistad, trabajos y hasta la cabeza. Puede que no comas en días, puede que te congeles en un banco de la calle. No importa. Es una prueba de resistencia para saber que puedes hacerlo. Y lo harás. A pesar del rechazo y de la incertidumbre, será mejor que cualquier cosa que hayas imaginado. Te sentirás a solas con los dioses, y las noches arderán en llamas. Cabalgarás la vida hasta la risa perfecta. Es la única batalla que cuenta.
Charles Bukowski
Se puede vivir sin leer, es cierto: pero también se puede vivir sin amar: el argumento hace aguas como una balsa capitaneada por ratas... Sólo quien ha estado enamorado sabe lo que el amor regala y quita: sólo quien ha leído sabe si la vida merece la pena de ser vivida sin la conciencia de aquellos hombres y mujeres que nos han escrito mil veces antes de que naciéramos. Y que nadie se sonría ante estas líneas. Por una vez, y sin que sirva de precedente, han sido escritas sólo desde la emoción.
Ricardo Menéndez Salmón (El corrector)
El problema para mí no es lo que se piensa de las mujeres, sino lo que nosotras hemos aceptado pensar de nosotras mismas. Nos hemos dejado culpabilizar por ser mujeres, hemos dejado que nos convenzan de que nuestras mejores cualidades son una debilidad. Lo que tenemos que hacer es demostrar cómo esa manera de ser y actuar femenina puede cambiar no solo este país, sino el mundo entero
Gioconda Belli
No entendía esa fascinación enfermiza que las mujeres sentían por ese tipo de detalles. Fuera cual fuera la respuesta, si había más de una en el historial, siempre se mosqueaban sin pararse a pensar que todo el mundo tiene un pasado y que lo importante era centrarse en el presente, en el «ahora aquí y contigo».
Maria Martinez (Cruzando los límites (Cruzando los límites, #1))
ARTE MAGNÉTICA DE tanto amar y andar salen los libros. Y si no tienen besos o regiones y si no tienen hombre a manos llenas, si no tienen mujer en cada gota, hambre, deseo, cólera, caminos, no sirven para escudo ni campana: están sin ojos y no podrán abrirlos, tendrán la boca muerta del precepto. Amé las genitales enramadas y entre sangre y amor cavé mis versos, en tierra dura establecí una rosa disputada entre el fuego y el rocío. Por eso pude caminar cantando.
Pablo Neruda
-En mis ojos, fuiste mía desde el momento en el que te vi en el Starbucks con tu amiga. En mi mente, eres mía desde que trabajas en las cocinas y te vi sonreír. En mi cabeza, eres mía desde que probé la nata que tenías en la boca aquel día que te caíste. En mi corazón, eres mía desde que, como una leona, me hiciste el amor en el almacén. Y en mi vida, eres mía desde que hoy te he tenido para mí y me he dado cuenta de que eres mi mujer.
Megan Maxwell
No te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de una mujer que escribe… No te enamores de una mujer culta, maga, delirante, loca. No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que sabe y además sabe volar; una mujer segura de sí misma. No te enamores de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu su carne; y mucho menos de una que ame la poesía (esas son las más peligrosas), o que se quede media hora contemplando una pintura y no sepa vivir sin la música. No te enamores de una mujer a la que le interese la política y que sea rebelde y vertigue un inmenso horror por las injusticias.Una a la que le gusten los juegos de fútbol y de pelota y no le guste para nada ver televisión. Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su cara y de su cuerpo. No te enamores de una mujer intensa, lúdica y lúcida e irreverente. No quieras enamorarte de una mujer así. Porque cuando te enamoras de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te ame ella o no, de ella, de una mujer así, JAMAS se regresa.
Martha Rivera-Garrido
Instrúyase a la mujer; que no hay nada en ella que le haga ser colocada en un lugar más bajo que el del hombre. Que lleve una dignidad más al corazón por la vida: la dignidad de la ilustración. Que algo más que la virtud le haga acreedora al respeto, a la admiración, al amor. Tendréis en el bello sexo instruido, menos miserables, menos fanáticas y menos mujeres nulas… Que pueda llegar a valerse por sí sola y deje de ser aquella creatura que agoniza y miseria si el padre, el esposo o el hijo no la amparan.
Gabriela Mistral
Me llamo Kvothe, que se pronuncia «cuouz». Los nombres son importantes porque dicen mucho sobre la persona. He tenido más nombres de los que nadie merece. Los Adem me llaman Maedre. Que, según como se pronuncie, puede significar la Llama, el Trueno o el Árbol Partido Mi primer mentor me llamaba E’lir porque yo era listo y lo sabía. Mi primera amante me llamaba Dulator porque le gustaba cómo sonaba. Me han llamado Kvothe el Sin Sangre, Kvothe el Arcano y Kvothe el Asesino de Reyes. Todos esos nombres me los he ganado. Los he comprado y he pagado por ellos. Pero crecí siendo Kvothe. Una vez mi padre me dijo que significaba «saber». He robado princesas a reyes agónicos. Incendié la ciudad de Trebon. He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo. Me expulsaron de la Universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar. He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día. He hablado con dioses, he amado a mujeres y he escrito canciones que hacen llorar a los bardos. Quizá hayas oído hablar de mí.
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
Fue en la cocina donde empecé a comprender el significado de la palabra "esposa”. Ahí estábamos, una pareja de 24 años: un día éramos una estudiante de doctorado y un artista, y al día siguiente éramos marido y mujer. Antes siempre habíamos puesto juntos sobre la mesa las rudimentarias comidas que tomábamos. Ahora, de pronto, Stefan estaba cada noche en su taller, dibujando o leyendo y yo estaba en la cocina, esforzándome por preparar y servir una comida que ambos pensábamos que debía ser adecuada. Recuerdo pasar me cobra y media preparando algún espantoso plato de cuchara sacado de una revista femenina para terminar engulléndolo los dos en 10 minutos, pasarme después una hora limpiando los cacharros y quedarme mirando el fregadero, pensando: "¿Será esto así durante los siguientes cuarenta años?”.
Vivian Gornick (Fierce Attachments)
Yo no soy entendida en política ni economista. Soy simplemente una mujer que padeció, que perdió a su marido, a sus padres, a sus hijos y a sus amigos. Yo sé que el mundo tendrá que compartir colectivamente la responsabilidad. Los alemanes pecaron criminalmente, pero lo mismo hicieron las demás naciones aunque sólo sea por negarse a creer y a afanarse día y noche en salvar a los desventurados y desposeídos, por cuantos medios estuviesen a su alcance. Sé que si la gente de todo el mundo se propone que de ahora en adelante reine una justicia indivisible y que no haya más Hitlers, algos se conseguirá. Indudablemente, todos aquellos cuyas manos se hayan manchado con sangre nuestra, bien sea directa bien indirectamente, tienen que pagar por los crímenes que han cometido, lo mismo si son hombres que si son mujeres.
Olga Lengyel
¿cuántos artículos en los últimos veinte años se han escrito sobre las mujeres que dan miedo a los hombres, sobre las que se han quedado solas, las que han sido castigadas por su ambición o su singularidad? Como si ser viuda, estar sola o abandonada en tiempos de guerra, o ser maltratadafuera una invención reciente. Siempre hemos tenido que arreglárnoslas sin la ayuda de nadie
Virginie Despentes (King Kong théorie)
Los españoles también abusan de las expresiones fuertes. Frente a ellos el mexicano es singularmente pulcro. Pero mientras los españoles se complacen en la blasfemia y la escatología, nosotros nos especializamos en la crueldad y el sadismo. El español es simple: insulta a Dios porque cree en él. La blasfemia, dice Manchado, es una oración al revés. El placer que experimentan muchos españoles, incluso algunos de sus más altos poetas, al aludir a los detrimentos y mezclar la mierda con lo sagrado se parece un poco al de los niños que juegan con lodo. […] El "hijo de la chingada" es el engendro de la violación, del rapto o la burla. SI se compara esta expresión con la española, "hijo de puta", se advierte inmediatamente la diferencia. Para el español la deshonra consiste en ser hijo de una mujer que voluntariamente se entrega, una prostituta; para el mexicano, es ser fruto de una violación.
Octavio Paz (The Labyrinth of Solitude and Other Writings)
¡Primer amor! Noble orgullo de sentirse amado; sacrificio dulce de todo lo que antes nos era caro a favor de la mujer querida; felicidad que, comprada para un día con las lágrimas de toda una existencia, recibiríamos como un don de Dios; perfume para todas las horas del porvenir: flor guardada en el alma que no es dado marchitar a los desengaños: único tesoro que no puede arrebatarnos la envidia de los hombres, delirio delicioso..., inspiración del Cielo...¡María!¡María! ¡Cuánto te amé!¡Cuánto te amara!
Jorge Isaacs (María)
Creo que la vida del hombre está marcada por tres edades: la primera es la edad del impulso, en la que todo lo que nos mueve y nos importa no necesita justificación, antes bien nos sentimos atraídos hacia todo aquello -una mujer, una profesión, un lugar donde vivir- gracias a una intuición impulsiva que nunca compara; todo es tan obvio que vale por sí mismo y lo único que cuenta es la capacidad para alcanzarlo. En la segunda edad aquello que elegimos en la primera, normalmente se ha gastado, ya no vale por sí mismo y necesita una justificación que el hombre razonable concede gustoso, con ayuda de su razón, claro está; es la madurez, es el momento en que, para salir airoso de las comparaciones y de las contradictorias posibilidades que le ofrece todo lo que contempla, el hombre lleva a cabo ese esfuerzo intelectual gracias al cual una trayectoria elegida por el instinto es justificada a posteriori por la reflexión. En la tercera edad no sólo se han gastado e invalidado los móviles que eligió en la primera sino también las razones con que se apuntaló su conducta en la segunda. Es la enajenación, el repudio de todo lo que ha sido su vida para la cual ya no encuentra motivación ni disculpa. Para poder vivir tranquilo hay que negarse a entrar en esa tercera etapa; por muy forzado que parezca, debe hacer un esfuerzo con su voluntad para permanecer en la segunda; porque otra cosa es la deriva.
Juan Benet
Pero la verdad yo creo que es la Cenicienta la que rescata al príncipe. Ella es la que hace todo. Limpia todo para poder ir al baile, está trabaje y trabaje, hasta hace su vestido. Y ella es la que es buena con todo el mundo y por eso el hada madrina viene a ayudarla. Si ella no hubiera hecho todas esas cosas el príncipe se hubiera casado con alguien horrible que sólo lo quiere por su dinero, como las hermanastras. La Cenicienta quiere una vida mejor, por eso hace todo lo que hace, no nada más para casarse con el príncipe. Además, mi mamá siempre se queja de que hay poquitas películas que se tratan de mujeres. La películas de princesas se tratan de mujeres y lo que ellas quieren, ¿o no? —la escuincla culmina semejante dosis de sabiduría mirando al techo y encogiendo los hombros—, Bueno, yo digo. Hago
Catalina Aguilar Mastretta (Todos los días son nuestros)
Mira, las mujeres son como el fuego, como las llamas. Algunas son como velas, luminosas e inofensivas. Algunas son como chispas, o como brasas, o como las luciérnagas que perseguimos las noches de verano. Algunas son como hogueras, un derroche de luz y de calor para una sola noche, y quieren que después las dejen en paz.Algunas son como el fuego de la chimenea: no muy espectaculares, pero por debajo tienen cálidas y rojas brasas que arden mucho tiempo. Pero Dianne... Dianne es como una cascada de chispas que sale de un afilado cuchillo de hierro que Dios acerca a la piedra de afilar. No puedes evitar mirar, no puedes evitar desearla. Hasta es posible que acerques una mano durante un segundo. pero no puedes dejarla allí. Te partirá el corazón.
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
Al mate le debo mi obra. Si Susuki y Okakura Kazuzo hablan del té como una de las estéticas del zen, no veo porqué sería inoportuno escribir un tratado: El mate como disciplina zen del sudamericano. Pero no como una ironía o como un chiste, sino como algo dicho absolutamente en serio. A cuántos habrá salvado el mate en las épocas del hambre infinita. Es cosa de ver cómo ayuda a resistir, a conservar el equilibrio, la esperanza y a que no se pierda el centro. Sirve al solitario, pero también al ideal que es compartir. No hay cosa más linda que tomar mate con la mujer de uno. Maldito sea el que está compartiendo y no comprende. En su defecto que sea con un amigo. El mate es más compañero que el vino, y digo mucho. El vino traiciona como algunos hombres traicionan a sus mujeres. Como algunas mujeres traicionan a los hombres que viven con ellas. Pero el mate brinda y rodea de escudos. Más de uno no se mató porque todavía no se le había terminado la yerba. La bombilla de plata equivale a la flecha puesta en el arco zen. ‘Un mate, una vida'.
Alberto Laiseca (El jardín de las máquinas parlantes)
- Dejame seguir, che. Yo te diría que eso que vos definís como manía o entusiasmo es algo particularmente masculino, sobre todo a partir de la edad adulta, porque es archisabido que en los hombres el niño se conserva mejor que en las mujeres. - Como quieras, en todo caso yo buscaré siempre esas mujeres que se inventan cada cinco minutos el aeroplano o el submarino, figuramente hablando, que no pueden ver un par de tijeras y una hoja de papel sin recortar un conejito, que cocinan echando miel en vez de aceite en la sartén para ver qué pasa con las costillas de cerdo, y que en cualquier momento se ponen el rimmel en la boca y el rouge en las cejas. - Mutatis mutandis, vos querés que sean como vos, rimmel aparte. - No que sean como yo, pero que me hagan sentirme yo mismo a cada minuto. - Las musas, en una palabra. - No es por eqoísmo ni porque ande necesitando palancas para mover el mundo. Solamente que vivir con una mujer pasiva me aplasta poco a poco, me quita las ganas de cambiarle la yerba al mate, de cantar a gritos mientras me baño; hay como una especie de sorda llamada al orden, de cada cosa en su lugar, el canario está triste, la leche no se va al fuego, es siniestro.
Julio Cortázar (Libro de Manuel)
Y para eso había escogido a Mónica entre todas las mujeres, para morir amando, y por eso era incapaz de verla, de entrar en su portal, de besarla, de acostarse con ella, de llevarla a una fiesta cogida de la mano, porque lo contrario no es morir amando, lo contrario es amar como ama todo el mundo, entrar, besar, follar, mentir. ¡Ni siquiera lo llaman amor!, pensó en voz alta. ¡Lo llaman relaciones! ¡Pues bien, que se relacionen entre ellos y me dejen a mí en paz!
Ray Loriga
Apenas pasaron cinco minutos cuando una imprevisible ráfaga azotó su nariz. El olor era fuerte e insistente, como si se hubiese sentado al lado de un cesto lleno de huevos podridos. Kelsey no tuvo tiempo de detenerle cuando james giró lentamente la cabeza hacia la distraída mujer. -Perdone…-le dijo-, pero su hijo huele a materia orgánica sucia. Muy sucia. -¿Qué? - preguntó la mujer, confundida. - Excremento – aclaró, tapándose la nariz con los dedos -, desecho, caca, mierda. El niño huele a mierda, señora.
Silvia Hervás (Besos de murciélago)
—Hay tres preguntas que toda mujer debe ser capaz de responder afirmativamente antes de comprometerse con un hombre. Si tu respuesta es no a alguna de las tres preguntas, corre como el infierno. —Es sólo una cita —me río—. Dudo que vayamos a hacer algún compromiso. —Sé que no lo harás, Lake. Hablo en serio. Si no puedes responder sí a estas tres preguntas, ni siquiera pierdas el tiempo en una relación. Cuando abro mi boca, siento como que estoy reforzando el hecho de que soy su niña. No la interrumpo de nuevo. —¿Él te trata con respeto en todo momento? Esa es la primera pregunta. La segunda pregunta es, si es exactamente la misma persona dentro de veinte años que es hoy, ¿todavía querrías casarte con él? Y por último, ¿hace que quieras ser una mejor persona? Si encuentras a alguien que te haga responder afirmativamente a las tres, entonces has encontrado un buen hombre.
Colleen Hoover (Slammed (Slammed, #1))
Todos tienen permitido obtener lo que quieren, expresar su amor como les plazca, sin temor al acoso, ostracismo, persecución o incluso la ley. Incluso el abuso emocional y las relaciones de adulterio son regularmente toleradas, a pesar del daño que causan a otros. En nuestra sociedad progresiva y tolerante, todos estos tipos de “amor” perjudiciales e insanos son permitidos, pero no el nuestro. No puedo pensar en ningún otro tipo de amor que sea tan totalmente rechazado, incluso aunque el nuestro sea tan profundo, apasionado, cariñoso y fuerte que si nos obligan a estar separados nos causarían un dolor inimaginable. Estamos siendo castigados por el mundo por una simple razón: por haber sido producidos por la misma mujer.
Tabitha Suzuma (Forbidden)
Pero el amor, esa palabra… Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito. ¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.
Julio Cortázar
Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis: si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿por qué queréis que obren bien si las incitáis al mal? Cambatís su resistencia y luego, con gravedad, decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia. Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco el niño que pone el coco y luego le tiene miedo. Queréis, con presunción necia, hallar a la que buscáis, para pretendida, Thais, y en la posesión, Lucrecia. ¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo, y siente que no esté claro? Con el favor y desdén tenéis condición igual, quejándoos, si os tratan mal, burlándoos, si os quieren bien. Siempre tan necios andáis que, con desigual nivel, a una culpáis por crüel y a otra por fácil culpáis. ¿Pues como ha de estar templada la que vuestro amor pretende, si la que es ingrata, ofende, y la que es fácil, enfada? Mas, entre el enfado y pena que vuestro gusto refiere, bien haya la que no os quiere y quejaos en hora buena. Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y después de hacerlas malas las queréis hallar muy buenas. ¿Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada: la que cae de rogada, o el que ruega de caído? ¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga, o el que paga por pecar? Pues ¿para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis. Dejad de solicitar, y después, con más razón, acusaréis la afición de la que os fuere a rogar. Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo.
Juana Inés de la Cruz
Sin embargo, cuando leemos algo sobre una bruja zambullida en agua, una mujer poseída de los demonios, una sabia mujer que vendía hierbas o incluso un hombre muy notable que tenía una madre, nos hallamos, creo, sobre la pista de una novelista malograda, una poetisa reprimida, alguna Jane Austen muda y desconocida, alguna Emily Brontë que se machacó los sesos en los páramos o anduvo haciendo muecas por las carreteras, enloquecida por la tortura en que su don la hacía vivir. Me aventuraría a decir que Anónimo, que escribió tantos poemas sin firmarlos, era a menudo una mujer. Según sugiere, creo, Edward Fitzgerald, fue una mujer quien compuso las baladas y las canciones folklóricas, canturreándolas a sus niños, entreteniéndose mientras hilaba o durante las largas noches de invierno. Quizás esto sea cierto, quizá sea falso —¿quién lo sabe?—, pero lo que sí me pareció a mí, repasando la historia de la hermana de Shakespeare tal como me la había imaginado, definitivamente cierto, es que cualquier mujer nacida en el siglo dieciséis con un gran talento se hubiera vuelto loca, se hubiera suicidado o hubiera acabado sus días en alguna casa solitaria en las afueras del pueblo, medio bruja, medio hechicera, objeto de temor y burlas.
Virginia Woolf (A Room of One’s Own)
Jude resopló. —Sí, bueno, sólo para que lo sepas, no hay muchas mujeres aquí que no me dejarían hacerles lo que sea que jodidamente quiera. No hay escasez de Adrianas en el mundo, Luce.-Se detuvo, tomando un par de respiraciones mientras yo trataba de no calcular mentalmente el número de mujeres a las que les gustaría acostar a Jude cada noche de la semana—. ¿Pero sabes lo que me hace decir que no cada vez? ¿Sabes lo que me hace inmune a cada mujer y a cualquier estratagema que aplique sobre mí? —No esperó mi respuesta. —Tú, Luce —dijo, su voz cansada—. Puede que no haya escasez de Adrianas por ahí, pero sólo hay una tú. Y esa es la persona a la que quiero entregarme.
Nicole Williams (Clash (Crash, #2))
Furia la sorprendió tomándola entre sus brazos y pegándola a su cuerpo. Le suplicó al oído: —Rafaela, no quiero que mañana se arripienta de ser mi mujer. Deténgame aura si mañana sentirá asco de mí. La sonrisa suave de Rafaela lo desarmó. No recordaba haberla visto tan tranquila ni dueña de sí. Lo que ella expresó a continuación, le arrancó lágrimas, a él ,que desde la muerte de sus padres no había vuelto a derramarlas. —Lo amo, señor Furia, así como es usted, mal hablado, pendenciero, con argollas en la oreja, con un genio que hace honor a su apellido y hasta con olor a caballo. Lo amo como nunca amé a nadie porque nunca conocí a nadie con su nobleza, su pasión por el trabajo y su respeto por el prójimo. Lo admiro por su coraje, señor Furia, y por su orgullo sin vanidad. Lo amo porque usted es de las pocas personas que le mostró cariño a Mimita. Pero sobre todo lo amo porque a su lado no tengo miedo. —¡Rafaela! —exclamó, enloquecido, y la abrazó con fiereza, sacudiéndola como si se tratase de una muñeca rellena de estopa en su codicia por conquistar con la boca y las manos cada centímetro de su cuerpo. Ella siguió hablándole, con el aliento entrecortado, con la cabeza echada hacia atrás y el cuello expuesto a los besos, los mordiscos y a la intemperancia del gaucho. —No lo conozco. Poco sé de su vida y de su índole. Sin embargo, confío, confío ciegamente en usted, señor Furia.
Florencia Bonelli (Me llaman Artemio Furia)
—A la gente —Geralt volvió la cabeza— le gusta inventarse monstruos y monstruosidades. Entonces se parecen menos monstruosos a sí mismos. Cuando beben como una esponja, engañan, roban, le dan de palos a su mujer. matan de hambre a su vieja abuelilla, golpean con un hacha a la raposa atrapada en el cepo o acribillan a flechazos al último unicornio del mundo, les gusta pensar que sin embargo todavía es más monstruosa que ellos la Muaré que entra en las casas a la aurora. Entonces, como que se les quita un peso de encima. Y les resulta más fácil vivir. —Lo recordaré —dijo Jaskier al cabo de un rato de silencio— Sacaré unas rimas y compondré un romance sobre ello. —Componlo. Pero no cuentes con grandes aplausos.
Andrzej Sapkowski
Cuando la luna me ciega con su fulgor eterno, tu luz tenue apacigua mi espíritu. Que no seas eterno inspira más poemas en mi piel que las mil historias que relato, puesto que al saber que prescindo de tu amor, le atesoro más que las más valiosas joyas. Nada en mi constante existencia ha significado más que tú, mi maravilloso compañero. Ningún extremo más que el ardor de tu mirada, suaviza el fruncir de mi ceño. Eres implacable certeza, exquisita quietud, divina fuente de paz. Eres todo y calmas a la nada que desea disiparme con impasividad. Mi deseo, mi lucero, mi luna extrañamente cercana a mi planeta. Te veo soñar y anhelo ser el rostro que se entremeta en tus convalecientes quimeras, para en un rato abrir esas ventanas fulgurosas de alma transparente y desear... desear que jamás nos separe un suspiro más, porque años han sido nuestros verdugos infinitos. Quien merece amor como el nuestro lo obtiene, mi dulce espíritu ambivalente. Quien desea de corazón meterse en los labios de una musa errante, obtiene lo que has tenido, un sabor de mil sabores que no se comparte. Una boca de mil bocas que cuentan historias de mil historias, pero cuya principal promesa eres tú, mi exquisito ángel caído del paraíso. Y si adorarte se vuelve mi mayor testigo, culpable del crimen soy al que me han sometido, puesto que en mi vida, mayor serenidad que en ti no hay, ni mayor anhelo que busque mi psique desazonada y sazonada por tu bello rostro. Todo y nada vale la pena de entremeterme entre tus labios. Todo y nada, mi dulce ángel de sueños entrelazados.
Mariela Villegas Rivero (Mujer de Fuego)
Es inútil decir que los seres humanos deberían estar satisfechos de llevar una vida tranquila; han de tener acción, y si no pueden encontrarla, la provocarán de un modo u otro. (...) Por lo general, se supone que las mujeres son muy tranquilas, pero la verdad es que sienten exactamente lo mismo que los hombres. Necesitan ejercitar sus facultades y el mismo margen de maniobra que sus hermanos varones, padecen cuando se las constriñe y se las inmoviliza como les sucede a los hombres, y sus más privilegiados congéneres del sexo masculino demuestran una gran estrechez mental cuando declaran que las mujeres deberían limitarse a preparar pudines y hacer calceta, tocar el piano y bordar mantelerías. Es una insensatez condenarlas o reírse de ellas cuando aspiran a aprender y hacer algo más que los convencionalismos proclaman como necesario para su su sexo". Siglo XIX
Charlotte Brontë (Jane Eyre)
«Ahora me doy cuenta de que el verdadero encanto de la vida intelectual —la vida consagrada a la erudición, a las investigaciones científicas, a la filosofía, a la estética, a la crítica— es su facilidad. Es la sustitución de las complejidades de la realidad por simples esquemas intelectuales, o de los desconcertantes movimientos de la vida por la muerte formal y tranquila. Es incomparablemente más fácil saber muchas cosas, por ejemplo, acerca de la historia del arte y tener ideas profundas acerca de la metafísica y de la sociología, que saber intuitiva y personalmente algo acerca de nuestros semejantes, y llevar relaciones satisfactorias con nuestros amigos y nuestras amantes, nuestra mujer y nuestros hijos. Vivir es mucho más difícil que el sánscrito, la química o la economía política. La vida intelectual es un juego de niños; lo cual explica el que los intelectuales tiendan a convertirse en niños, y luego en imbéciles, y finalmente, como claramente de muestra la historia política e industrial de los últimos siglos, en lunáticos homicidas y bestias salvajes. Las funciones reprimidas no mueren; se deterioran, degeneran, retrogradan al estado primitivo. Pero, entretanto, es mucho más fácil ser un niño intelectual, o un lunático, o una bestia, que un hombre adulto y armonioso. He ahí por qué, entre otras razones, existe tanta demanda de educación superior. Las gentes se abalanzan hacia los libros y las universidades como hacia los cafés. Quieren ahogar su conciencia de las dificultades que presenta el vivir adecuadamente en este grotesco mundo contemporáneo: quieren olvidar su deplorable insuficiencia en el arte de la vida. Algunos ahogan sus penas en alcohol, mientras que otros, todavía más numerosos, las ahogan en los libros y en el diletantismo artístico; algunos tratan de olvidarse a sí mismos por medio de la fornicación, el baile, el cinematógrafo, la radiotelefonía; otros, por medio de conferencias y ocupaciones científicas. Los libros y las conferencias son mejores para ahogar las penas que la bebida y la fornicación: no dejan dolor de cabeza, ni aquella desesperante sensación del post coitum triste.»
Aldous Huxley (Point Counter Point)
Cagar es la opinión más contundente. En general opinamos matizado: esto me gusta con reservas y aquello me interesa aunque me resultó un poco aburrido y esa mujer me atrae bastante pero no quiero volver a complicarme con casadas y el gobierno empezó tomando medidas muy correctas hasta que de pronto perdió el rumbo y qué buena sería esta novela si no estuviera escrita en jeringozo formoseño: pienso pero. La cultura contemporánea está llena de matices, de pudores, de correcciones varias, de considerados y consideraciones que le impiden decir que tantas cosas -personas, actitudes, libros, películas, sistemas sociales, una filosofía, un negocio, más personas- son absolutamente inútiles. El cuerpo en cambio no se corta: cagar es opinar rotundo, sin matices. El cuerpo recibe su materia, la procesa, usa lo que le sirve -todo lo que le sirve, de formas tan distintas- y cuando, pese a sus esfuerzos, topa con material que realmente no sabe aprovechar, lo vuelve mierda y lo devuelve al mundo. El cuerpo, animal incorrecto, es implacable, inmune a las ñoñeces de la tolerancia: establece una jerarquía sin fisuras entre lo que sirve y lo que no sirve -y actúa en consecuencia. Caga, defeca, excreta, se deshace, expulsa: produce categorías terminantes.
Martín Caparrós (Comí)
Si cada uno de los instantes de nuestra vida se va a repetir infinitas veces, estamos clavados a la eternidad como Jesucristo a la cruz. La imagen es terrible. En el mundo del eterno retorno descansa sobre cada gesto el peso de una insoportable responsabilidad. Ese es el motivo por el cual Nietzsche llamó a la idea del eterno retorno la carga más pesada. Pero si el eterno retorno es la carga más pesada, entonces nuestras vidas pueden aparecer, sobre ese telón de fondo, en toda su maravillosa levedad. (...) La carga más pesada nos destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. Pero en la poesía amatoria de todas las épocas la mujer desea cargar con el peso del cuerpo del hombre. La carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será. Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes.
Milan Kundera
Entro Kriztina y aquel salon oscuro se inundo de luz. No solamente irradiaba juventud, no. Irradiaba pasion y orgullo, la conciencia soberana de unos sentimientos incondicionales. No he conocido a ninguna otra persona que fuera capaz de responder asi, de una manera tan plena, a todo lo que el mundo y la vida le daban: a la musica, a un paseo matutino por el bosque, al color y al perfume de una flor, a la palabra justa y sabia de otra persona. Nadie sabia tocar como ella una tela exquisita o un animal, de esa manera suya que lo abarcaba todo. No he conocido a nadie que fuera capaz de alegrarse como ella de las cosas sencillas de la vida: personas y animales, estrellas y libros, todo le interesaba, y su interes no se basaba en la altivez, en la pretension de convertirse en experta, sino que se aproximaba a todo lo que la vida le daba con la alegria incondicional de una criatura que ha nacido al mundo para disfrutarlo todo. Como si estuviera en conexion intima con cada criatura, con cada fenomenos del universo... comprendes lo que quiero decir? Claro, seguramente lo comprendes. Era directa, espontanea y ecuanime, y tambien habia en ella humildad, como si sintiera constantemente que la vida es un regalo lleno de gracia.
Sándor Márai
Era hermoso que su tío se abrazara con las nenas y con su exmujer y que Julieta estuviera emocionada: eran como gente perfecta, creía Gaspar. Había siempre un momento en que ponían música para bailar. Y el Negro gritaba un sapucay. Y se volvía una fiesta, se rompían vasos, los hombres transpiraban, las mujeres perdían zapatos y aros y se les corría el maquillaje –a las que se maquillaban, no muchas– y se abrazaban, se decían cuánto se amaban, así, te amo, negro de mierda, y Gaspar sentía que él no podía subir hasta ese escalón. Se lo había dicho a Isabel. Es como si subiéramos juntos una escalera y en un momento yo digo «hasta acá llegué». Y en ese escalón, más arriba, ellos son felices y yo los miro. ¿Habría sido siempre así? No era timidez ni retraimiento ni adolescencia, como pensaban los demás. No se le iba a pasar. Podía bailar solo, podía emocionarse en su habitación con un libro, pero cuando llegaba la fiesta se desconectaba, los demás se convertían en una película que podía ver y en la que no podía participar. Así que se hacía invisible, lo que no era difícil porque estaban todos borrachos. Y retrocedía hasta su pieza. Y sentía el más puro alivio.
Mariana Enríquez (Nuestra parte de noche)
Ahora es ella quien lo mira divertida, o tierna, o nerviosa, y finalmente le pregunta: —¿Vas a decirme qué te pasa, Benjamín? Chaparro se siente morir, porque acaba de advertir que esa mujer pregunta una cosa con los labios y otra con los ojos: con los labios le está preguntando por qué se ha puesto colorado, por qué se revuelve nervioso en el asiento o por qué mira cada doce segundos el alto reloj de péndulo que decora la pared próxima a la biblioteca; pero, además de todo eso, con los ojos le pregunta otra cosa: le está preguntando ni más ni menos qué le pasa, qué le pasa a él, a él con ella, a él con ellos dos; y la respuesta parece interesarle, parece ansiosa por saber, tal vez angustiada y probablemente indecisa sobre si lo que le pasa es lo que ella supone que le pasa. Ahora bien —barrunta Chaparro—, el asunto es si lo supone, lo teme o lo desea, porque esa es la cuestión, la gran cuestión de la pregunta que le formula con la mirada, y Chaparro de pronto entra en pánico, se pone de pie como un maníaco y le dice que tiene que irse, que se le hizo tardísimo; ella se levanta sorprendida —pero el asunto es si sorprendida y punto o sorprendida y aliviada, o sorprendida y desencantada—, y Chaparro poco menos que huye por el pasillo al que dan las altas puertas de madera de los despachos, huye sobre el damero de baldosas negras y blancas dispuestas como rombos, y recién retoma el aliento cuando se trepa a un 115 milagrosamente vacío a esa hora pico del atardecer; se vuelve a su casa de Castelar, donde esperan ser escritos los últimos capítulos de su historia, sí o sí, porque ya no tolera más esta situación, no la de Ricardo Morales e Isidoro Gómez, sino la propia, la que lo une hasta destrozarlo con esa mujer del cielo o del infierno, esa mujer enterrada hasta el fondo de su corazón y su cabeza, esa mujer que a la distancia le sigue preguntando qué le pasa, con los ojos más hermosos del mundo.
Eduardo Sacheri (El secreto de sus ojos (Spanish Edition))