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¿Y cómo dormirá la pequeña Hetty? Por supuesto, una niña de tres años todavía no se duerme sola. Hay que dormirla en brazos, con la ayuda de una mecedora: La señora Poyser, sentada en la mecedora que habían traído de la sala, estaba intentando dormir a Totty. Pero Totty no estaba dispuesta a dormir; y cuando entraron sus primas, se alzó y mostró un par de mejillas sonrosadas, que parecían más regordetas que nunca ahora que estaban definidas por el borde de su gorro de dormir. […] Pero entonces la atención de su tía fue apartada de este delicado tema por Totty, que, percibiendo por fin que la llegada de sus primas no iba probablemente a aportarle nada especialmente satisfactorio, empezó a llorar, «mami, mami», de forma explosiva. «Vamos, vamos, mi cielo, estás con mamá, mamá no te deja; Totty va a ser buena y se va a dormir ahora», dijo la señora Poyser, echándose hacia atrás y balanceándose mientras intentaba que Totty se acurrucase en su regazo. Pero Totty lloró aún más fuerte, y dijo «¡momir no!». Así que su madre, con esa asombrosa paciencia que el amor da a los temperamentos más activos, se enderezó y posó su mejilla sobre el gorro de dormir y lo besó, y se olvidó de seguir riñendo a Totty. […] —¿Irás con la prima Hetty, cielito, mientras mamá se prepara para ir a la cama? Entonces Totty vendrá a la cama de mamá, y dormirá allí toda la noche.
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Carlos González (Hablando de niños: Un apasionado recorrido por la crianza en la literatura)