Suegra Quotes

We've searched our database for all the quotes and captions related to Suegra. Here they are! All 15 of them:

Decía la suegra de Pitágoras que la mujer que se acuesta con un hombre debe dejar también la vergüenza con la ropa y recuperarla con las enaguas.
Michel de Montaigne (Ensayos (Los mejores clásicos): edición de Gonzalo Torné (Spanish Edition))
• ...empezaba a darse cuenta de que cinco cuñados y cuatro cuñadas pueden ser para un marido tan molestos como una suegra
Marguerite Yourcenar
—¿Hoy tampoco trabajas, papá? —No, hoy no, me han dado permiso para poder estar contigo aquí, cuidándote. —¿Y no pueden darte esos permisos cuando estoy bien, cuando no estoy enfermo, para que podamos pasar más tiempo juntos? Y fue ahí cuando comenzó a dolerle el corazón. Esa noche intentó recordar las veces que él había estado en casa entre semana: cuando cogió aquella gripe tan fuerte, cuando tuvo un accidente en la mano, cuando se murió el abuelo, el día libre que pidió para acudir al entierro de su suegra… pero nunca le habían dado permiso para celebrar la caída de un primer diente, para enseñar a un hijo a ir en bici, para pasar juntos el día de su cumpleaños, para bañarse en la playa… en definitiva, para las únicas cosas importantes de la vida jamás le habían dado permiso en el trabajo.
Eloy Moreno (Invisible (Spanish Edition))
El amor de ustedes está recién estrenado, es la primera página de un cuaderno en blanco. Ernesto es un alma vieja, mamá, me dijiste una vez, pero no ha perdido la inocencia, es capaz de jugar, de asombrarse, de quererme y aceptarme, sin juicios, como quieren los niños; desde que estamos juntos algo se ha abierto dentro de mí, he cambiado, veo el mundo de otra manera y yo misma me quiero más, porque me veo a través de sus ojos. Por su parte, Ernesto me ha confesado en los momentos de más terror que no imaginó encontrar el arrebato visceral que siente cuando te abraza, eres su perfecto complemento, te ama y te desea hasta los límites del dolor, se arrepiente de cada hora que estuvieron separados. ¿Cómo iba a saber yo que dispondríamos de tan poco tiempo? me ha dicho temblando. Sueño con ella, Isabel, sueño incansablemente con estar a su lado otra vez y hacer el amor hasta la inconsciencia, no puedo explicarte estas imágenes que me asaltan, que solo ella y yo conocemos, esta ausencia suya es una brasa que me quema, no dejo de pensar en ella ni un instante, su recuerdo no me abandona, Paula es la única mujer para mí, mi compañera soñada y encontrada. ¡Qué extraña es la vida, hija! Hasta hace poco yo era para Ernesto una suegra distante y algo formal, hoy somos confidentes, amigos íntimos". p. 90
Isabel Allende
—Ella te amenazó, Elena. No hizo falta que dijera nada más. Ella sabía muy bien lo que Rafael haría para protegerla. —Hay muchas mujeres que tienen problemas con sus suegras. La mirada que le dirigió Rafael no tuvo precio. —Mi madre es una arcángel demente. Elena estuvo a punto de echarse a reír…
Nalini Singh (Archangel's Consort (Guild Hunter, #3))
Viviendo el momento presente, como te aconsejan los libros, abres tu corazón y escuchas con atención lo que tu suegra dice. Ya no sigues anclándola en su pasado.
Joe Dispenza (Deja de ser tú: La mente crea la realidad)
una elegía al marido, pero no a la suegra.
Camilla Läckberg (El domador de leones (Los crímenes de Fjällbacka nº 9) (Spanish Edition))
Me ha parecido que la exhibición de las máscaras estaba destinada a una sola persona, mi suegra, no porque ella frecuente el teatro Noh o porque sea capaz de apreciar la calidad artística de las máscaras, sino por esa expresión de absoluta serenidad que tienen, esa especie de mirada dirigida hacia dentro. Creo que ella debe de ser una de las últimas mujeres japonesas que todavían viven así, dirigiendo hacia dentro sus energías más profundas.
Fumiko Enchi (Máscaras femeninas)
Los dos monarcas eran primos, pues la madre del káiser y la suegra del zar habían sido hermanas, ambas hijas de la reina Victoria.
Ken Follett (La caída de los gigantes)
Se muere la suegra: —¿Qué quiere que hagamos con ella? ¿La incineramos, la embalsamamos o la enterramos? —Las tres cosas. No corramos riesgos.
Berto Pedrosa (1200 Chistes para partirse: La colección de chistes definitiva (Spanish Edition))
Alguien que a toda hora se queja con amargura de tener que soportar su cruz (esposo, esposa, padre, madre, abuelo, abuela, tío, tía, hermano, hermana, hijo, hija, padrastro, madrastra, hijastro, hijastra, suegro, suegra, yerno, nuera) es a la vez la cruz del otro, que amargamente se queja de tener que sobrellevar a toda hora la cruz (nuera, yerno, suegra, suegro, hijastra, hijastro, madrastra, padrastro, hija, hijo, hermana, hermano, tía, tío, abuela, abuelo, madre, padre, esposa, esposo) que le ha tocado cargar en esta vida, y así, de cada quien según su capacidad y a cada quien según sus necesidades. AUGUSTO MONTERROSO, "La vida en común
David Trueba (Abierto toda la noche)
Biblia nos relata varias historias reales de amistades entrañables. Cuando Rut y Noemí quedan viudas, Noemí –extranjera en el país de Moab– decide volver a su tierra y se despide de su nuera. Pero cuenta el Libro Sagrado que Rut se echó en brazos de su suegra y le dijo: No insistas más en que te deje, alejándome de ti. Donde tú vayas, iré yo. Donde tú habites, habitaré yo. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Donde tú mueras, moriré yo también, y allí seré enterrada. Y que Dios me castigue si algo que no sea la muerte me separa de ti.
José Ramón Ayllón (Antropología filosófica (Spanish Edition))
Vista de cerca, la familia extensiva campesina que Vasiliev idealizaba pierde mucho. Hacinados bajo el techo de la nauseabunda cabaña de troncos conviven el patriarca y dueño de la hacienda, sus hijos, sus nueras y sus nietos. El patriarca abusa de todos porque sabe que tiene la sartén por el mango. En lugar de poner paz, se complace en avivar las rencillas entre los que aspiran a sucederlo cuando sea viejo y quede inútil. Los maridos suelen regresar borrachos y propinan memorables palizas a las esposas. Las concuñadas contienden por el favor de la suegra, que a su vez venga en ellas la desatención del marido que solo atiende a la carne más joven.
Juan Eslava Galán (La Revolución rusa contada para escépticos)
«¡Compren mis manzanas! ¡Manzanitas de Chernóbil!». Y alguien le recomienda: «Mujer, no digas que son de Chernóbil. Que nadie te las comprará». «¡Pero qué dices! ¡Las compran y cómo! ¡Unos, para la suegra; otros, para su jefe!»
Svetlana Alexievich (Voces de Chernóbil: Crónica del futuro (Voces de utopía, #4))
Con los países pobres ocurre lo mismo que ocurre con los pobres de cada país: los medios masivos de comunicación sólo se dignan echarles una ojeada cuando ofrecen alguna desgracia espectacular que puede tener éxito en el mercado. ¿Cuántas personas deben ser destripadas por guerra o terremoto, o ahogadas por inundación, para que algunos países sean noticia y aparezcan por una vez en el mapa del mundo? ¿Cuántos espantos debe acumular un muerto de hambre para que las cámaras lo enfoquen por una vez en la vida? El mundo tiende a convertirse en el escenario de un gigantesco reality show. Los pobres, los desaparecidos de siempre, sólo aparecen en la tele como objeto de burla de la cámara oculta o como actores de sus propias truculencias. El desconocido necesita ser reconocido, el invisible quiere hacerse visible, busca raíz el desarraigado. Lo que no existe en la televisión, ¿existe en la realidad? Sueña el paria con la gloria de la pantalla chica, donde cualquier espantapájaros se transfigura en galán irresistible. Con tal de entrar en el olimpo donde los teledioses moran, algún infeliz ha sido capaz de pegarse un tiro ante las cámaras de un programa de entretenimientos. Últimamente, la llamada telebasura está teniendo, en unos cuantos países de América latina, tanto o más éxito que las telenovelas: la niña violada llora ante el periodista que la interroga como si la violara otra vez; este monstruo es el nuevo hombre elefante, miren, señoras y señores, no se pierdan este fenómeno increíble: la mujer barbuda busca novio; un señor gordo dice estar embarazado. Hace treinta y poco años, en Brasil, ya los concursos del horror convocaban multitudes de candidatos y ganaban enormes teleaudiencias: ¿Quién es el enano más bajito del país? ¿Quién es el narigón de nariz más larga, que la ducha no le moja los pies? ¿Quién es el desgraciado más desgraciado de todos? En los concursos de desgraciados, desfilaba por los estudios la corte de los milagros: la niña sin orejas, comidas por las ratas; el débil mental que había pasado treinta años encadenado a la pata de una cama; la mujer que era hija, cuñada, suegra y esposa del marido borracho que la había dejado inválida. Y cada desgraciado tenía su hinchada, que desde la platea gritaba, a coro: -¡Ya ganó! ¡Ya ganó!
Eduardo Galeano (Upside Down: A Primer for the Looking-Glass World)