Sol Y Luna Quotes

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Las sonrisas no deben ser premeditadas, tienen que salir del alma. Y sé que las tuyas no se las regalas a cualquiera; por eso se sienten como un tesoro.
Claudia Ramírez Lomelí (La Ladrona de la Luna (El Príncipe del Sol, #2))
No se puede tener lo de hoy y lo de ayer, no se puede ser a la vez quien se ha sido y quien se es. Hay que escoger. La felicidad ha de ser una. No puedes tener el Sol... y la Luna.
Juan Villoro (Conferencia sobre la lluvia)
En 1492, los nativos descubrieron que eran indios, descubrieron que vivían en América, descubrieron que estaban desnudos, descubrieron que existía el pecado, descubrieron que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo y a un dios de otro cielo, y que ese dios había inventado la culpa y el vestido y había mandado que fuera quemado vivo quien adorara al sol y a la luna y a la tierra y a la lluvia que la moja.
Eduardo Galeano (Los hijos de los días)
Lo que sentía por él era como fuego. Había comenzado con una chispa provocada por una sonrisa, pero ahora era una flama. Una flama que había dejado crecer y que lo quemaba por dentro y que luchaba por volverse un incendio.
Claudia Ramírez Lomelí (La Ladrona de la Luna (El Príncipe del Sol, #2))
El sol y la luna se han fusionado y la tierra está del revés. Siento que puedo ser exactamente quien quiero en sus brazos.
Tahereh Mafi (Shatter Me (Shatter Me, #1))
A mi espalda, brillaba aún el sol y ante mí se levantaba la luna.
Emily Brontë (Cumbres borrascosas)
Buscó la mano de Ezra y la tomó. —Está oscuro y sólo yo conozco el camino —explicó rápidamente.
Claudia Ramírez Lomelí (La ladrona de la luna (El Príncipe del Sol, #2))
Dios, las estrellas ya no sirven: apágalas de una en una. Desmantela el sol y embala la luna.
Alessandro D'Avenia
Las palabras resuenan en mi cabeza. Hermosas palabras que una vez me dedicó a mí. —Addy, eres mi sol, mi luna y mis estrellas. Eres mi cielo, mi infierno y mi tierra. Iría a cualquier parte por ti. Te seguiré a cualquier parte. Y él está aquí.
Lauren Hammond (Insanity (Asylum, #1))
Nuestra relación no era el sol, la luna y las estrellas pero tampoco era una mierda.
Junot Díaz (This Is How You Lose Her)
Dios me creó para que yo lo imitara de noche. Él es el Sol, yo soy la Luna. Mi luz flota sobre todo lo que es fútil o ha terminado, fuego fatuo, márgenes de río, pantanos y sombras.
Fernando Pessoa (La hora del Diablo)
Pero, alto. ¿Qué luz alumbra esa ventana? Es el oriente, y Julieta, el sol. Sal, bello sol, y mata a la luna envidiosa, que está enferma y pálida de pena porque tú, que la sirves, eres más hermoso.
William Shakespeare (Romeo and Juliet)
—Tres cosas no se pueden ocultar por mucho tiempo: el sol, la luna y la verdad
Tarryn Fisher (Mud Vein)
Cualquiera que hubiera amado de verdad alguna vez sabía que el amor era capaz de inspirar desde un acto tan simple como cortar unas hermosas flores para la mujer amada, hasta uno tan bizarro como dar la vida por ella.
Juani Hernández (Entre el Sol y la Luna (Saga de Los Lagos, #2))
–Cuando no has visto el sol, el brillo de la luna te parece hipnótico y subyugador, y sin duda lo es, pero cuando sale el sol y te golpea en el rostro, cuando las entrañas parecen hervir en tu interior y el corazón amenaza con derretirse, entonces te das cuenta de que necesitas de él para vivir, anhelas cada rayo, persigues su luz. Y ahora más que nunca necesito su calor…
Lola P. Nieva (Los tres nombres del lobo (Lobo, #1))
—Tú —jadeé sin apartar los ojos de los músicos que tocaban con tanta perfección que hasta los clientes de los restaurantes de los alrededores habían dejado de comer—. Tú enviaste esa música al calabozo. ¿Por qué? La voz de Rhysand era ronca. —Porque estabas a punto de rendirte. Y no encontré ninguna otra forma de salvarte. La música se alzó hasta parecer llenarlo todo. Yo había visto un palacio en el cielo en las alucinaciones..., un lugar entre la puesta del sol y el amanecer, una casa sobre los pilares de piedra de luna. —Vi la Corte Noche. Él me miró de refilón. —Yo no te mandé esas imágenes.
Sarah J. Maas (A Court of Mist and Fury (A Court of Thorns and Roses, #2))
En lo más profundo del prado, allí, bajo el sauce, hay un lecho de hierba, una almohada verde suave; recuéstate en ella, cierra los ojos sin miedo y, cuando los abras, el sol estará en el cielo. Este sol te protege y te da calor, las margaritas te cuidan y te dan amor, tus sueños son dulces y se harán realidad y mi amor por ti aquí perdurará. En lo más profundo del prado, bien oculta, hay una capa de hojas, un rayo de luna. Olvida tus penas y calma tu alma, pues por la mañana todo estará en calma. Este sol te protege y te da calor, las margaritas te cuidan y te dan amor. Tus sueños son dulces y se harán realidad y mi amor por ti aquí perdurará.
Suzanne Collins
Recuerda: «rayos de luna en el corazón y la luz del sol en la sonrisa…».
Tillie Cole (A Thousand Boy Kisses (A Thousand Boy Kisses, #1))
El sol y la luna atestiguan, distantes, el comienzo de muchos finales.
Nathalia Tórtora (BlackJack (3241) (Spanish Edition))
Que no se acabe nunca la madeja del te quiero me quieres, siempre ardida con decrépito sol y luna vieja.
Federico García Lorca
«—[Ella] Era la luna y las estrellas. El sol y la lluvia. Más que gustarme ella, me gustaba cómo me sentía cuando estaba con ella. Me volvía optimista, invencible. Más amable, más bondadoso. Ella sacaba lo mejor de mí.» (De la traducción castellana, por Amparo Sánchez)
Lorraine Heath (Falling Into Bed with a Duke (The Hellions of Havisham, #1))
—¿Addy? —Hay un tono ronco en su voz y cierro mis ojos con él. Juro que puedo ver la profundidad de su alma. —¿Si? —Quiero que sepas algo. —Está bien. Él ladea su cabeza, me da un suave beso en los labios. —Solo quiero que sepas que eres mi sol, mi luna y mis estrellas. Mi cielo, mi infierno y mi tierra. Haría cualquier cosa por ti. Iría a cualquier sitio por ti. Si alguna vez me dejas, te seguiré. —Nunca tendrás que seguirme porque nunca te voy a dejar. El amor por él quema dentro de mí como una vela romana. Las llamas son vibrantes, ardientes, y el humo que despliega de la punta es sofocante. Y a pesar de que siento que no puedo respirar, si esta es la forma en que Damien me hace sentir, espero no volver a respirar.
Lauren Hammond (Insanity (Asylum, #1))
Usted no tiene control sobre cómo se inicia o termina tu historia. Pero a estas alturas, usted debe saber que todas las cosas tienen un final. Cada chispa vuelve a la oscuridad. Cada sonido vuelve a silenciar. Cada flor vuelve a dormir con la tierra. El viaje del sol y la luna es predecible. Pero la suya, es su arte final.
Suzy Kassem (Rise Up and Salute the Sun: The Writings of Suzy Kassem)
Don Libro está helado Estaba el señor don Libro sentadito en su sillón, con un ojo pasaba la hoja con el otro ve televisión. Estaba el señor don Libro aburrido en su sillón, esperando a que viniera...(a leerlo) algún pequeño lector. Don Libro era un tío sabio, que sabía de Luna y de Sol, que sabía de tierras y mares, de historias y aves, de peces de todo color. Estaba el señor don Libro, tiritando de frío en su sillón, vino un niño, lo cogió en sus manos y el libro entró en calor.
Gloria Fuertes
Esas fotos nuestras, con la película levantada y unos bordes dentados como los de los sellos, son también testimonios: nuestro cuerpo se interpuso certeramente, en algún momento, entre el sol y la lente de la cámara de fotos, dejando en la película una sombra como la que despliega la luna, durante un eclipse, sobre el disco solar.
Mircea Cărtărescu (Solenoid)
El país de las hadas contiene muchas cosas, aparte de los elfos y los trasgos, y aparte de los enanos, las brujas, los trolls, los gigantes o los dragones: contienen los mares, el sol, la luna, el cielo y la tierra y todas las cosas que en ella se encuentran: árboles y pájaros, agua y piedra, vino y pan, y nosotros mismos, hombres mortales”.
J.R.R. Tolkien
Todos tenemos defectos pero también virtudes... Están en nuestro interior, unas más ocultas que otras, pero sólo hay que saber observar para descubrirlas.
Juani Hernández (Entre el Sol y la Luna (Saga de Los Lagos, #2))
Dios, las estrellas no sirven: apágalas de una en una. Desmantela el sol y embala la luna. Vacía el océano, desarraiga las plantas. Ya nada es importante.
Alessandro D'Avenia
Así es como echa un loco enamorado por el aire la luna y las estrellas y el sol, para recreo de su amor.
Johann Wolfgang von Goethe (Fausto)
Eso no es acostumbrarse. Eso es solo tolerar. Lo hacéis porque no hay otra opción. La tolerancia es solo la máscara respetable del odio.
Cecilia Agüero (Hijos del sol y la luna (Bilogía Ipati, #1))
Soy el café y el baile de mil voces en la cabeza; Soy el cielo y la tierra; Soy reflejo en el lago y las piedras bajo mis pies; Soy el Sol y la Luna; Soy cada personaje en mis libros y el viento que siento sobre mi cara; Soy un castigo para algunos y un milagro para otros; Soy la agua que tomo y el aire que respiro; Soy un universo entero… igual que tú.
Anastasia Bitkova
Los caminos siguen avanzando, sobre rocas y bajo árboles, por cuevas donde el sol no brilla, por arroyos que el mar no encuentran, sobre las nieves que el invierno siembra, y entre las flores alegres de junio, sobre la hierba y sobre la piedra, bajo los montes a la luz de la luna. Los caminos siguen avanzando bajo las nubes, y las estrellas, pero los pies que han echado a andar regresan por fin al hogar lejano. Los ojos que fuegos y espadas han visto, y horrores en salones de piedra, miran al fin las praderas verdes, colinas y árboles conocidos.
J.R.R. Tolkien (The Hobbit: Or There and Back Again)
El misterio final es uno mismo. Cuando se ha pesado el sol en una balanza, y medido los pasos de la luna, y trazado el mapa de los siete cielos estrella por estrella, aún queda uno mismo.
Oscar Wilde (De Profundis)
No sé cuántos días y noches rodaron sobre mí. Doloroso, incapaz de recuperar el abrigo de las cavernas, desnudo en la ignorada arena, dejé que la luna y el sol jugaran con mi aciago destino.
Jorge Luis Borges (The Aleph and Other Stories)
―Así que es él ―susurró contra su cabello. ―No ―negó ella, tragándose las lágrimas―. No puede serlo, no quiero que lo sea. ―Sé por experiencia que uno no puede decidir sobre eso. ―Su voz sonó a lamento. ―Pero se supone que el amor es algo bello. ―No siempre. ―Besó sus cabellos―. Si es correspondido, es el sentimiento más hermoso de este mundo ―suspiró con pesar―. Pero un amor malogrado puede enfermar el espíritu, incluso el cuerpo
Juani Hernández (Entre el Sol y la Luna (Saga de Los Lagos, #2))
El tiempo me ha enseñado que hay que mirar por la misma ventana para comprender el movimiento de las estrellas, el sol y la luna, el mundo y la vida. Por eso la mejor de las casas es siempre la nuestra porque, aunque le falten habitaciones, tiene al menos el tiempo que hemos vivido en ella. El mismo que me enseñó que el amor es el único invariable. Y que el cuento que acaba mal es, como decía Salinas, porque no ha acabado de contarse.
Mónica Fernández-Aceytuno (El país de los pájaros que duermen en el aire)
¡Qué maravillosos descubrimientos haríamos en astronomía si pudiésemos sobrevivir a nuestras predicciones y confirmarlas, observando la marcha y el regreso de los cometas, con los cambios de movimiento del sol, la luna y las estrellas!
Jonathan Swift (Los viajes de Gulliver)
Y que, si queremos ser personas felices, debemos ser, primero, mujeres felices: diosas, apariciones luminiscentes, oráculos. No por gusto todas las culturas ancestrales representaban a la mujer como la luna y al hombre como el sol. Ella es misteriosa por naturaleza. Tiene un lado oscuro al que nadie ha podido llegar. Y a la vez es tan predecible que tiene calendario de apariciones (y desapariciones). Él, en cambio, sale cuando quiere. No existe calendario solar, pero si protección n solar. Y vaticinios de su brillo.
Josefina Barrón (Malabares en taco aguja)
Porque posee usted la más maravillosa juventud, y la juventud es lo más precioso que se puede poseer. –No lo siento yo así, lord Henry. –No; no lo siente ahora. Pero algún día, cuando sea viejo y feo y esté lleno de arrugas, cuando los pensamientos le hayan marcado la frente con sus pliegues y la pasión le haya quemado los labios con sus odiosas brasas, lo sentirá, y lo sentirá terriblemente. Ahora, dondequiera que vaya, seduce a todo el mundo. ¿Será siempre así?… Posee usted un rostro extraordinariamente agraciado, señor Gray. No frunza el ceño. Es cierto. Y la belleza es una manifestación de genio; está incluso por encima del genio, puesto que no necesita explicación. Es uno de los grandes dones de la naturaleza, como la luz del sol, o la primavera, o el reflejo en aguas oscuras de esa concha de plata a la que llamamos luna. No admite discusión. Tiene un derecho divino de soberanía. Convierte en príncipes a quienes la poseen. ¿Se sonríe? ¡Ah! Cuando la haya perdido no sonreirá… La gente dice a veces que la belleza es sólo superficial. Tal vez. Pero, al menos, no es tan superficial como el pensamiento. Para mí la belleza es la maravilla de las maravillas. Tan sólo las personas superficiales no juzgan por las apariencias. El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo que no se ve… Sí, señor Gray, los dioses han sido buenos con usted. Pero lo que los dioses dan, también lo quitan, y muy pronto. Sólo dispone de unos pocos años en los que vivir de verdad, perfectamente y con plenitud. Cuando se le acabe la juventud desaparecerá la belleza, y entonces descubrirá de repente que ya no le quedan más triunfos, o habrá de contentarse con unos triunfos insignificantes que el recuerdo de su pasado esplendor hará más amargos que las derrotas. Cada mes que expira lo acerca un poco más a algo terrible. El tiempo tiene celos de usted, y lucha contra sus lirios y sus rosas. Se volverá cetrino, se le hundirán las mejillas y sus ojos perderán el brillo. Sufrirá horriblemente… ¡Ah! Disfrute plenamente de la juventud mientras la posee. No despilfarre el oro de sus días escuchando a gente aburrida, tratando de redimir a los fracasados sin esperanza, ni entregando su vida a los ignorantes, los anodinos y los vulgares. Ésos son los objetivos enfermizos, las falsas ideas de nuestra época. ¡Viva! ¡Viva la vida maravillosa que le pertenece! No deje que nada se pierda. Esté siempre a la busca de nuevas sensaciones. No tenga miedo de nada… Un nuevo hedonismo: eso es lo que nuestro siglo necesita. Usted puede ser su símbolo visible. Dada su personalidad, no hay nada que no pueda hacer. El mundo le pertenece durante una temporada… En el momento en que lo he visto he comprendido que no se daba usted cuenta en absoluto de lo que realmente es, de lo que realmente puede ser. Había en usted tantas cosas que me encantaban que he sentido la necesidad de hablarle un poco de usted. He pensado en la tragedia que sería malgastar lo que posee. Porque su juventud no durará mucho, demasiado poco, a decir verdad. Las flores sencillas del campo se marchitan, pero florecen de nuevo. Las flores del codeso serán tan amarillas el próximo junio como ahora. Dentro de un mes habrá estrellas moradas en las clemátides y, año tras año, la verde noche de sus hojas sostendrá sus flores moradas. Pero nosotros nunca recuperamos nuestra juventud. El pulso alegre que late en nosotros cuando tenemos veinte años se vuelve perezoso con el paso del tiempo. Nos fallan las extremidades, nuestros sentidos se deterioran. Nos convertimos en espantosas marionetas, obsesionados por el recuerdo de las pasiones que nos asustaron en demasía, y el de las exquisitas tentaciones a las que no tuvimos el valor de sucumbir. ¡Juventud! ¡Juventud! ¡No hay absolutamente nada en el mundo excepto la juventud!
Oscar Wilde (The Picture of Dorian Gray)
Vio que la luna se hundia en el firmamento. La luna alli, y su resplandor, ¿producido por que? Por el sol, claro. ¿Y que iluminaba al sol? Su propio fuego. Y el sol sigue, dia tras dia, quemando y quemando. El sol y el tiempo. El sol el tiempo y las llamas. Llamas. El rio le balanceaba suavemente. Llamas. El sol y todos los relojes del mundo. Todo se reunia y se convertia en una misma cosa en su mente. [...] El sol ardia a diario. Quemaba el Tiempo. El mundo corria en circulos, girando sobre su eje, y el tiempo se ocupaba en quemar los años y a la gente, sin ninguna ayuda por su parte.
Ray Bradbury (Fahrenheit 451)
Cuando el sol y la luna habían nacido en Teotihuacan, habían sacado a los hombres de la oscuridad. Ella sabía por sus antepasados que la luz que emiten esos astros no es sólo física sino espiritual y que su tránsito por los cielos servía para unificar en el pensamiento de los hombres el ciclo de tiempo y espacio. La contemplación de los cielos, como en un juego de espejos, se convertía en una contemplación interna, se volvía un instrumento de transformación, era algo que ocurría adentro y afuera, en el cielo y la tierra. Año tras año, ciclo tras ciclo, tejiendo el tiempo, entrelazándolo, como si de un petate de serpientes se tratara,
Laura Esquivel (Malinche)
bajo este árbol gigante donde la brisa muere en discordes suspiros bajo las ramas grises que el blanco y dulce claro de la luna acaricia. Inmóviles, miremos hacia nuestras rodillas. No pensemos, soñemos. ... Dejemos de esperar. Discretas, contenidas, que tu alma y la mía prolonguen esta calma y esta muerte serena del sol.
Paul Verlaine
Sé cuánto me amas tanto como sé que este sol se pone en las tardes porque siente nostalgia de la obscuridad, y no puede esperar a que la noche le cubra entre sus brazos porque el abrigo de las sombras es más cálido que su brillo. Porque las estrellas aparecen cuando su luminosidad les da paso, y el cielo les sonríe, permitiéndoles convertirse en las deidades del tiempo y el espacio, junto a la luna sonriente y cambiante, como tú y como yo. Somos esas estrellas eternas que acompañan la noche. Somos la frialdad y el fuego abrasador. Somos dos astros fundidos en uno. Somos la mortalidad y la eternidad universal. Somos tú y yo. " (El Ángel de las Sombras, Mariela Villegas R)
Mariela Villegas Rivero
Olvidarte a ti… es querer romper una cadena tan solo con cariño es encadenarme cada vez más a tus besos a tus sonrisas a tu malhumor por la mañana al café caliente de la tarde a los libros por toda la casa al sol entrando por la ventana a la luna en menguante sangrando vino a la ropa desordenada a tu silueta de lejos más bella y opaca que nunca
Jessica Gonzalez (Versos Rotos (Spanish Edition))
Es él, en definitiva, este a quien miran José de Arimatea y María Magdalena, este que hace llorar al sol y a la luna, este que hoy mismo alabó al Buen Ladrón y despreció al Malo, por no comprender que no hay diferencia entre uno y otro, o, si la hay, no es ésa, pues el Bien y el Mal no existen en sí mismos, y cada uno de ellos es sólo la ausencia del otro.
José Saramago (El Evangelio Según Jesucristo)
Además, quiero verte a ti. Realmente es absurdo, pero no puedo vivir sin ti. ¡Eres tan deseable, tan maravilloso! Pienso en ti durante todo el día y echo de menos tu encanto, tu adolescente belleza, la brillante espada de tu ingenio, la delicada fantasía de tu talento, tan sorprendente siempre en tus repentinos vuelos, cual golondrina, hacia el norte o el sur, hacia el sol o la luna -y sobre todo, a ti mismo.
Oscar Wilde (The Complete Letters of Oscar Wilde)
¿Qué ocurre, qué se forja, qué cristaliza en esos minutos? El viejo ni lo sabe ni lo piensa, pero lo vive en sus entrañas. Oye las dos respiraciones, la vieja y la nueva: confluyen como ríos, se entrelazan como serpientes enamoradas, susurran como en la brisa dos hojas hermanas. Así lo sintió días atrás, pero ahora un ritual instintivo lo hace sagrado. Acaricia sus amuletos entre el vello de su pecho y recuerda, para explicarse su emoción, el olmo seco de la ermita: debe su único verdor a la hiedra que le abraza, pero ella a su vez sólo gracias al viejo tronco logra crecer hacia el sol. La madera y el verdor, la raíz y la sangre, el viejo y el niño avanzan compañeros, como sobre un camino,por ese tiempo que les está uniendo. Ambos hombro con hombro, en extremos opuestos de la vida, mientras la luna se mueve acariciándoles, entre el remoto girar de las estrellas.
José Luis Sampedro (La sonrisa etrusca)
Estaba el señor don Libro sentadito en su sillón, con un ojo pasaba la hoja con el otro ve televisión. Estaba el señor don Libro aburrido en su sillón, esperando a que viniera...(a leerlo) algún pequeño lector. Don Libro era un tío sabio, que sabía de Luna y de Sol, que sabía de tierras y mares, de historias y aves, de peces de todo color. Estaba el señor don Libro, tiritando de frío en su sillón, vino un niño, lo cogió en sus manos y el libro entró en calor.
Gloria Fuertes
A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con la muerte antes del amanecer. Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso. Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí sólo hay una arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo. Imagínate una tormenta como ésta.
Haruki Murakami (Kafka on the Shore)
Antonieta y Luis XVI representan, en todas sus facultades y cualidades, una antítesis de manual. Él pesado, ella ligera, él torpe, ella flexible, él congestivo, ella burbujeante, él obtuso, ella llameante. Y yendo más a lo intelectual: él indeciso, ella decidida con demasiada rapidez, él de lenta reflexión, ella espontánea en el sí y el no, él mojigato y estrictamente creyente, ella dichosamente enamorada del mundo, él humilde y modesto, ella coqueta y segura de sí, él puntilloso, ella distraída, él ahorrador, ella derrochadora, él excesivamente serio, ella desmedidamente juguetona, él fondo de pesada marea, ella espuma y baile de las olas. Como mejor se siente él es solo, ella en ruidosa compañía; él gusta de comer mucho y beber vino espeso, con placer obtuso y animal, ella nunca toca el vino, come poco y con presteza. El elemento de él es el sueño, el de ella la danza, su mundo el día, el de ella la noche. Así van las agujas de los relojes de su vida, constantemente enfrentadas como el sol y la luna.
Stefan Zweig (María Antonieta)
Asnografía Leo en un Diccionario: ASNOGRAFÍA, s.f.: Se dice, irónicamente, por descripción del asno. ¡Pobre asno! ¡Tan bueno, tan noble, tan agudo como eres ! Irónicamente... ¿Por qué? ¿Ni una descripción seria mereces, tú, cuya descripción cierta sería un cuento de primavera? ¡Si al hombre que es bueno debieran decirle asno! ¡Si al asno que es malo debieran decirle hombre! Irónicamente... De ti, tan intelectual, amigo del viejo y del niño, del arroyo y de la mariposa, del sol y del perro, de la flor y de la luna, paciente y reflexivo, melancólico y amable, Marco Aurelio de los prados... Platero, que sin duda comprende, me mira fijamente con sus ojazos lucientes, de una blanda dureza, en los que el sol brilla, pequeñito y chispeante en un breve y convexo firmamento verdinegro. ¡Ay! ¡Si su peluda cabezota idílica supiera que yo le hago justicia, que yo soy mejor que esos hombres que escriben Diccionarios, casi tan bueno como él! Y he puesto al margen del libro: ASNOGRAFÍA, sentido figurado: Se debe decir, con ironía, ¡claro está!, por descripción del hombre imbécil que escribe Diccionarios.
Juan Ramón Jiménez (Platero Y Yo)
Los suspiros, el ritmo de nuestros latidos, las contracciones de parto, los orgasmos, acaban todos por acompasarse, igual que los relojes de péndulo colocados uno cerca del otro pronto sincronizan su vaivén. Las luciérnagas en un árbol se encienden y se apagan como una sola. El sol sale y se pone. La luna crece y mengua y el periódico suele caer en el porche a las seis y treinta y cinco de la mañana. El tiempo se detiene cuando alguien muere. Por supuesto se detiene para ellos, quizá, pero para los que sufren la pérdida el tiempo se desquicia. (Del cuento Espera un momento)
Lucia Berlin (A Manual for Cleaning Women: Selected Stories)
La compararía a un sol negro si se pudiese concebir un astro negro capaz de verter luz y felicidad. Pero hace pensar más a gusto en la luna, que indudablemente la señaló con su temible influjo; no en la luna blanca de los idilios, semejante a una novia fría, sino en la luna siniestra y embriagadora, colgada del fondo de una noche de tempestad y atropellada por las nubes que corren; no en la luna apacible y discreta, visitadora del sueño de los hombres puros, sino en la luna arrancada del cielo, vencida y rebelde, a quien los brujos tesalios obligan duramente a danzar sobre la hierba aterrorizada.
Charles Baudelaire (Paris Spleen)
¿Si la muerte es la muerte, qué será de los poetas y de las cosas dormidas que ya nadie las recuerda? ¡Oh sol de las esperanzas! ¡Agua clara! ¡Luna nueva! ¡Corazones de los niños! ¡Almas rudas de las piedras! Hoy siento en el corazón un vago temblor de estrellas y todas las rosas son tan blancas como mi pena. Se la morte è la morte, dove finiranno mai i poeti e le cose addormentate che nessuno più ricorda? Oh sole di tante speranze! Acqua chiara! Luna nuova! Cuori dei bambini! Anime rudi di pietre! Oggi ho nel cuore un vago tremolio di stelle e tutte le rose sono bianche bianche come la mia pena.
Federico García Lorca
mirad, está en los aposentos, no lo creáis. 27Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre. 28Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas. 29E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. 30Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. 31Y
Anonymous (Santa Biblia (Reina Valera 1960 RV60) Con índice activo por cada libro (Spanish Edition))
-Mi pequeña Melody, tu vida no será fácil -decía en voz baja-. Si pudiéramos intercambiar nuestros lugares, yo lo haría sin dudarlo un segundo. Lo sabes, ¿verdad? Yo solo parpadeaba, pero captaba lo que decía. A veces, su cara estaba bañada de lágrimas. De noche, me llevaba afuera y me hablaba al oído acerca de las estrellas, la luna y el viento nocturno. -Las estrellas están montando un espectáculo solamente para ti, mi amor -comentaba-. ¡Observa ese increíble despliegue de brillo! ¿Sientes el viento? Está tratando de hacerte cosquillas en los pies. Y durante el día, a menudo me quitaba todas esas mantas con que mi madre insistía en envolverme y permitía que sintiera la tibieza del sol en el rostros y en las piernas.
Sharon M. Draper (Out of My Mind (The Out of My Mind Series))
El sufrir es muy largo y no puede dividirse por los estaciones del año. Sólo nos es posible señalar su presencia y advertir su retorno. Para nosotros el tiempo no avanza: gira. Parece formar un círculo alrededor de este eje: el dolor. La paralizadora inmovilidad de una vida regulada, hasta en sus más ínfimos detalles, por una rutina inmutable, de suerte que conforme, bebemos, nos paseamos, dormimos y rezamos – o por lo menos, nos arrodillamos para rezar – conforme a los inflexibles dictados de un reglamento de hierro; esa inmovilidad que hace que cada día sea, con todos sus horrores, y hasta en sus más pequeños detalles, idéntico a sus hermanos, parece comunicarse a aquellas fuerzas exteriores, cuya existencia es una perpetua variación. Nada sabemos de la siembra ni de las cosechas, de los segadores doblados sobre las espigas o de los vendimiadores deslizándose entre las vides; de la hierba del jardín, ornada con el blanco manto de las flores caídas, sobre la cual se hallan esparcidos los frutos maduros. Nada sabemos, nada podemos saber. Para nosotros sólo hay una estación, la del dolor. Parece incluso como si nos hubieran arrebatado hasta el sol y la luna. Fuera podrá brillar el día con tonos azulados o dorados, pero la luz que se filtra por el espeso cristal del ventanillo con barrotes de hierro bajo el cual nos hallamos sentados, es mísera y mortecina. En nuestra celda vecina reina constantemente la penumbra, y la noche invade siempre nuestro corazón. Y todo movimiento se detiene, igual que en el girar del tiempo, en la esfera del pensamiento.
Oscar Wilde (De Profundis)
Hasta donde alcanzaba su vista, todo se le antojaba un páramo rocoso. Ni una sola gota de agua, ni la más pequeña brizna de hierba. Había desaparecido todo color, cualquier cosa semejante a la luz. No había sol, luna ni estrellas. Probablemente ni siquiera hubiese norte ni sur, este ni oeste. Cada cierto tiempo, un enigmático crepúsculo reemplazaba a la oscuridad infinita, pero ésta siempre regresaba. Se hallaba en los últimos confines habitables por cualquier ser humano. Al mismo tiempo, de vez en cuando, también había vida. Durante el crepúsculo, pájaros de picos afilados como cuchillos venían y le desgarraban sin piedad la carne. Cuando las tinieblas cubrían la tierra, las aves se marchaban y los huecos que habían dejado en su carne iban llenándose en silencio de otra materia, un sucedáneo de carne que no era en absoluto carne.
Haruki Murakami (Colorless Tsukuru Tazaki and His Years of Pilgrimage)
Otro día [el padre Valverde] nos habló del Limbo, que es un sitio muy aburrido, lleno de niños sentados en fila, sin moverse, porque no están bautizados. Y luego del Purgatorio, que también es feo y hace mucho calor, y un barullo terrible, porque todos hablan a un tiempo... Al fin nos contó cómo era el cielo. Fue el último día. ¡Qué bonito debe de ser! Nos dijo que había que subir primero siete escalones de plata... Y allí en el descansillo están las almas que van a entrar, vestidas de blanco, esperando que las llamen. Luego hay que subir otros siete escalones de oro y otros siete de diamantes, y siete rayos de luna y siete rayos de sol..., y no sé, porque es tan bonito, que lo confundo con el palacio de Aladino y tengo miedo de contarlo mal. Allí arriba hay coros de ángeles cantando, y santos (...) Y, claro, he decidido irme al cielo, porque me gusta más que el colegio
Elena Fortún (Celia en el colegio (Celia, #2))
Una mirada de reojo a mi sombrero de Hamlet. ¿Si me quedara súbitamente desnudo aquí mismo donde estoy sentado? No lo estoy. A través de las arenas de todo el mundo, seguida hacia el oeste por la espada llameante del sol, emigrando hacia tierras crepusculares. Ella marcha agobiada, schleppea, remolca, arrastra, trascina su carga. Una marea hacia el oeste, selenearrastrada, en su estela. Mareas, dentro de ella, miríadinsulada, sangre no mía, oinoma ponton, un mar vino oscuro. He aquí la criada de la luna. En sueños el signo líquido le dice su hora, le ordena abandonar el lecho. Leche nupcial natal mortal, cirioespectroiluminada. Omnis caro ad te veniet. Él viene, pálido vampiro, atravesando la tormenta con sus ojos, su velamen de murciélago navega ensangrentando el mar, boca al beso de su boca. Vamos. Tomémoslo al vuelo, ¿quieres? Mis tabletas. Boca a su besar. No. Debe de haber dos. Pégalas bien. Boca al beso de su boca. Sus labios dieron labios y boca a inmateriales besos de aire. Boca a su vientre. Antro, tumba donde todo entra. Del molde de su boca en su aliento fue exhalado sin palabras: ooeehah; estruendo de astros en catarata, igniciones esféricas bramando sevanvanvanvanvanvanvan. Papel. Los billetes de banco, malditos sean.
James Joyce
A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. [...] Esta tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso. Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí sólo hay arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo. [...] Y tú en verdad la atravesarás, claro está. La violenta tormenta de arena. La tormenta de arena metafísica y simbólica. Pero por más metafísica y simbólica que sea, te rasgará cruelmente la carne como si de mil cuchillas se tratase. [...] Y cuando la tormenta de arena haya pasado, tú no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. ¡No! Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa sí quedará clara. Y es que la persona que sueja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella. Y ahí estriba el significado de la tormenta de arena.
Haruki Murakami
Las metamorfosis del vampiro La mujer, entre tanto, retorciéndose igual que una serpiente en las brasas, y amasándose los pechos por encima de las ballenas del corsé dejaba deslizar de su boca de fresa estas palabras impregnadas de almizcle: —«Tengo los labios húmedos y conozco la ciencia de perder en una cama la antigua conciencia. Seco todas las lágrimas en mis pechos triunfantes y hago que los viejos se rían con risas infantiles. ¡Para quien me ve desnuda y sin velos, sustituyo a la luna, al sol, al cielo y a las estrellas! Cuando aprisiono a un hombre en mis temidos brazos, o cuando abandono mi busto a los mordiscos, tímida y libertina, frágil y robusta, soy, mi querido sabio, tan experta en deleites que sobre ese colchón que se desmaya de emoción, ¡los ángeles importantes se condenarían por mí!» Cuando me hubo chupado toda la médula de los huesos, y me volví hacia ella con languidez para darle un beso de amor, ¡no vi más que un odre de flancos viscosos, rebosante de pus! En mi helado terror, cerré los ojos, y cuando volví a abrirlos a la viva claridad, a mi lado, en lugar del fuerte maniquí que parecía haber hecho provisión de sangre entrechocaban en confusión unos restos de esqueleto, que producían un grito como el de una veleta o el de un cartel que, en la punta de una vara de hierro, el viento balancea en las noches de invierno.
Charles Baudelaire (Les Fleurs du Mal)
LAS TINIEBLAS Tuve un sueño, que sueño no fue en absoluto; el brillante sol habíase extinguido y las estrellas vagaban a oscuras en el espacio eterno, sin luz y sin sendero y la helada tierra oscilaba ciega y ennegrecida en el aire sin luna ... y todos los corazones se enfriaron en una egoísta plegaria por la luz; y vivieron junto a hogueras, y los tronos, los palacios de los reyes coronados, las cabañas, las moradas de todas las cosas que habitan bajo techo, fueron quemadas para iluminarse; las ciudades consumiéronse, y los hombres se juntaron alrededor de sus ardientes casas para volverse a examinar los rostros; felices eran aquellos que habitaban dentro del ojo de los volcanes y de su antorcha montañosa ... Las frentes de los hombres a la luz que desesperaba, tenía un aspecto sobrenatural, mientras intermitentes los rayos los embestían ... con maldiciones se arrojaban sobre el polvo, y rechinaban los dientes y aullaban; las silvestres aves temblaban y aterrorizadas aleteaban en el suelo, y batían sus inútiles alas; las bestias más salvajes hacíanse dóciles y medrosas; y las víboras se arrastraban y retorcíanse entre las multitudes, sibilantes, pero sin veneno; las mataban para alimentarse. Y la guerra que durante un instante desapareciese, volvía a hartarse: la comida se compraba con sangre y cada uno se saciaba hoscamente aparte, engullendo en la penumbra: no quedaba amor; toda la tierra no era sino un pensamiento y éste era muerte inmediata y sin gloria; ...
Lord Byron
Caroline Helstone tenía solo dieciocho años, y a los dieciocho años la auténtica historia de la vida no ha comenzado. Antes de ese momento, nos sentamos y escuchamos un cuento, una maravillosa ficción, deliciosa a ratos, a ratos triste, casi siempre irreal. Antes de ese momento, nuestro mundo es heroico, sus habitantes semidioses o semidemonios, sus paisajes son escenarios de ensueño: bosques más oscuros y colinas más extrañas, cielos más fúlgidos, aguas más peligrosas, flores más dulces, frutos más tentadores, llanuras más amplias, desiertos más áridos y campos más soleados que los que se encuentran en la naturaleza se extienden por nuestro mundo encantado. ¡Qué luna contemplamos antes de ese momento! ¡De qué modo el estremecimiento que en nuestro corazón produce su aspecto atestigua su indescriptible belleza! En cuanto a nuestro sol, es un cielo ardiente: el mundo de los dioses. En esa época, a los dieciocho años, acercándonos a los confines de esos sueños ilusorios vacíos, el país de las hadas queda a nuestra espalda, las orillas de la realidad se alzan ante nosotros. Esas orillas están lejos todavía; parecen tan azules, tan suaves y amables, que ansiamos alcanzarlas. A la luz del sol, vemos verdor bajo el azul celeste, como prados primaverales; vislumbramos líneas plateadas e imaginamos el oleaje de las aguas. Si pudiéramos alcanzar esa tierra, no pensaríamos más en la sed y el hambre, cuando lo cierto es que, antes de poder saborear la auténtica dicha, habremos de atravesar muchos desiertos, y a menudo el río, de la Muerte, o algún arroyo de la aflicción tan frío y casi tan negro como la Muerte. Todas las alegrías que da la vida han de ganarse, y solo los que han luchado por grandes premios saben lo mucho que eso cuesta. La sangre del corazón ha de adornar con rojas gemas la frente del combatiente antes de que la ciñan los laureles de la victoria.
Charlotte Brontë (Shirley)
La disminución de la gravedad llegó hasta tal punto que las rayas de la piel de tigre que tenía colgada en la pared, se desprendieron de la piel y rodearon nuestros cuerpos y nos encarcelaron. Luego se desprendieron todos los motivos frutales de nuestra vajilla e hicimos así el amor entre racimos de uvas diminutas y montañas de manzanas liliputienses. Luego se desprendieron las flores que Estefanía había bordado en la funda de la almohada, y como cada vez que mi prima dormía el bordado dejaba una huella en su cara, se desprendió también la huella de las flores. Luego se desprendieron los lunares blancos de mi corbata azul y entonces hicimos el amor rodeados de lunas pequeñas con sabor a seda. Después se desprendieron todos los puntos de colores de un cuadro de Seurat y nos bañaron de confeti. Luego se desprendieron los encabezados y las noticias de los periódicos y las palabras de los libros, y se confundieron, y entonces nos amamos entre la muerte del Ché Guevara en Vietnam y Madame Bovary cruzando el Atlántico en el Espíritu San Luis. Después se desprendió el significado de las palabras y las frases, y entonces hicimos el amor entre balbuceos y sílabas sin sentido. Después se desprendieron todas las huellas digitales que habíamos dejado en la puerta, en los vasos y en las cortinas, y acariciaron nuestros cuerpos. Después se desprendió la piel de nuestras lenguas y nos lamió la espalda. Luego la oscuridad se escapó por la ventana de nuestro cuarto y nos amamos a pleno sol. Después todos los colores del mundo se desprendieron de las cosas y con ellos el color de nuestra piel, de nuestros ojos y nuestras venas y nuestros huesos, y entonces hicimos el amor invisibles, entre todos los colores del paraíso. Luego la vigilia se desprendió de nuestros cuerpos y entonces hicimos el amor dormidos. Después el sueño se desprendió de nuestros ojos y nos amamos despiertos.
Fernando del Paso (Palinuro de México)
El mundo es plano. Lo sé porque me empujaron por el borde y he tratado de aguantar durante diecisiete años. Llevo diecisiete años intentando volver a subir, pero es casi imposible vencer la gravedad si nadie está dispuesto a echarte una mano. Si nadie quiere arriesgarse a tocarte. [...] El hormigón está helado y más rígido de lo habitual, pero prefiero estas temperaturas gélidas a la asfixiante humedad de los días de verano. El verano es como una olla de cocción lenta y hace que todas las cosas del mundo hiervan a la vez. Te promete un millón de adjetivos alegres para acabar cubriéndote con el hedor y las aguas residuales hasta la nariz a la hora de cenar. Odio el calor y la masa pegajosa y sudorosa que provoca. Odio el hastío apático de un sol que está demasiado preocupado por sí mismo como para darse cuenta de la infinidad de horas que pasamos ante su presencia. El sol es arrogante, siempre deja atrás el mundo cuando se cansa de nosotros. La luna es una compañera fiel. Nunca se va. Siempre está ahí, observando, inalterable; nos conoce en nuestros momentos de luz y oscuridad, cambia para siempre igual que nosotros. Cada día ofrece una versión distinta de sí misma. A veces es débil y pálida, a veces llena y radiante. La luna entiende qué significa ser humano. Incierta. Sola. Llena de cráteres debido a sus imperfecciones.
Tahereh Mafi (Shatter Me (Shatter Me, #1))
August es el Sol. Mamá, papá y yo somos planetas que orbitamos alrededor del Sol. El resto de nuestra familia y amigos son asteroides y cometas que flotan alrededor de los planetas que orbitan alrededor del Sol. El único cuerpo celeste que no orbita alrededor del Sol August es la perra Daisy, y eso se debe únicamente a que, para sus diminutos ojos perrunos, la cara de August no se diferencia gran cosa de la de cualquier otro ser humano. Para Daisy, todas nuestras caras son parecidas, tan planas y pálidas como la luna.
Anonymous
El pueblo de Cerro Chato nunca tuvo ningún cerro, ni chato ni puntiagudo. Pero Javier Zeballos recuerda que Cerro Chato sí tenía, en los tiempos de su infancia, tres comisarios, tres jueces y tres doctores. Uno de los doctores, que vivía en el centro, era la brújula de los mandados. La mamá de Javier lo orientaba así: –De la casa del Doctor Galarza, vas dos cuadras para abajo. –Esto queda en la esquina del Doctor Galarza. –Anda a la farmacia que está a la vuelta del Doctor Galarza. Y allá marchaba Javier. A cualquier hora que pasara por allí, con sol o con luna, el Doctor Galarza estaba siempre sentado en el zaguán de su casa, mate en mano, dando cumplida respuesta a los saludos del vecindario, buenos días, Doctor; buenas tardes, Doctor; buenas noches, Doctor. Ya Javier era hombre crecido, cuando se le ocurrió preguntar por qué el Doctor Galarza no tenía consultorio médico ni estudio jurídico. Y entonces se enteró. Doctor no era: se llamaba. Así había sido anotado en el Registro Civil: Doctor de nombre, Galarza de apellido. El papá quería un hijo con diploma, y aquel bebé no le pareció digno de confianza.
Anonymous
Los sábados se llaman así por Saturno, el dios del tiempo que se come a sus hijos: los cocina al Sol durante años antes de comérselos por los pies, resecos y sin fuerzas para defenderse. La Tierra es un sartén, la vida una preparación culinaria. La Virgen del San Cristóbal nos da la espalda, como la Luna, porque la Luna gira dándonos la espalda, ese es otro secreto.
Jorge Baradit (Lluscuma (Spanish Edition))
Un eclipse ocurre cuando un cuerpo celeste pasa por el intervalo de la sombra proyectada por otro. Durante un eclipse solar, la Luna no entra en la sombra del Sol, sino que realmente pasa entre el Sol y la Tierra, oscureciendo el Sol y produciendo la sombra. El término correcto es «ocultamiento».
Anonymous
Nieva sobre Edimburgo el 16 de abril de 1874. Un frío gélido azota la ciudad. Los viejos especulan que podría tratarse del día más frío de la historia. Diríase que el sol ha desaparecido para siempre. El viento es cortante; los copos de nieve son más ligeros que el aire. ¡Blanco! ¡Blanco! ¡Blanco! Explosión sorda. No se ve más que eso. Las casas parecen locomotoras de vapor, sus chimeneas desprenden un humo grisáceo que hace crepitar el cielo de acero. Las pequeñas callejuelas de Edimburgo se metamorfosean. Las fuentes se transforman en jarrones helados que sujetan ramilletes de hielo. El viejo río se ha disfrazado de lago de azúcar glaseado y se extiende hasta el mar. Las olas resuenan como cristales rotos. La escarcha cae cubriendo de lentejuelas a los gatos. Los árboles parecen grandes hadas que visten camisón blanco, estiran sus ramas, bostezan a la luna y observan cómo derrapan los coches de caballos sobre los adoquines. El frío es tan intenso que los pájaros se congelan en pleno vuelo antes de caer estrellados contra el suelo. El sonido que emiten al fallecer es dulce, a pesar de que se trata del ruido de la muerte. Es el día más frío de la historia. Y hoy es el día de mi nacimiento. […] Fuera nieva con auténtica ferocidad. La hiedra plateada trepa hasta esconderse bajo los tejados. Las rosas translúcidas se inclinan hacia las ventanas, sonrojando las avenidas, los gatos se transforman en gárgolas, con las garras afiladas. En el río, los peces se detienen con una mueca de sorpresa. Todo el mundo está encantado por la mano de un soplador de vidrio que congela la ciudad, expirando un frío que mordisquea las orejas. En escasos segundos, los pocos valientes que salen al exterior se encuentran paralizados, como si un dios cualquiera acabara de tomarles una foto. Los transeúntes, llevados por el impulso de su trote, se deslizan por el hielo a modo de baile. Son figuras hermosas, cada una en su estilo, ángeles retorcidos con bufandas suspendidas en el aire, bailarinas de caja de música en sus compases finales, perdiendo velocidad al ritmo de su ultimísimo suspiro. Por todas partes, paseantes congelados o en proceso de estarlo se quedan atrapados. Solo los relojes siguen haciendo batir el corazón de la ciudad como si nada ocurriera.
Mathias Malzieu
«Paz, justicia y conservación de la creación son tres temas absolutamente ligados, que no podrán apartarse para ser tratados individualmente so pena de caer nuevamente en el reduccionismo»[70]. Todo está relacionado, y todos los seres humanos estamos juntos como hermanos y hermanas en una maravillosa peregrinación, entrelazados por el amor que Dios tiene a cada una de sus criaturas y que nos une también, con tierno cariño, al hermano sol, a la hermana luna, al hermano río y a la madre tierra.
Pope Francis (Laudato si' (Documentos MC))
El filósofo ama, a veces, lo infinito; el poeta ama siempre lo finito. Para éste, el gran día del Universo no lo es tanto el de la creación de la luz, como el de la creación del sol y la luna.
G.K. Chesterton (El hombre que fue jueves)
«Si uno calcula, procurando aproximarse a la realidad hasta donde le sea posible, la suma de miseria, dolor y sufrimiento de toda índole que alumbra el sol en su diaria ruta, le será forzoso admitir que habría sido mucho mejor que ese astro se hubiera mostrado tan incapaz de producir el fenómeno de la vida sobre la Tierra como lo fue sobre la Luna, y que la superficie terrestre continuase, igual que la lunar, subsistiendo en estado cristalino», escribió Schopenhauer, siempre
Alberto Domínguez Torres (Cioran, Manual de antiayuda: Biografía (No Ficcion) (Spanish Edition))
La madre de Chultotic (el sagrado señor o el sol), es Chulmetic (la sagrada señora o la luna). El padre de Chultotic ya no vive; ni él ni su ánima llegan a este mundo. Murió hace mucho tiempo. La virgen Chulmetic lloró mucho cuando murió su señor. Entonces, su hijo Chultotic le dijo: "No llores, madre, que mi padre volverá a los tres días; en cambio, si lloras, no volverá nunca más. Chulmetic lloró mucho sin oír las razones de su hijo, y el padre del sol no regresó más. Si nuestra madre Chulmetic no hubiera llorado, todos los hombres y mujeres que mueren volverían al tercer día después de muertos. Por eso todos los días va Chultotic al Olontic a ver a su padre y a los que ha muerto en cada día y que ya no volverán; sólo sus ánimas salen hoy (todos los santos) a visitar a sus parientes.
Ricardo Pozas
GALILEI. —Es luz de la Tierra. SAGREDO. —¡Qué disparate! ¡Cómo va a brillar la Tierra! Con sus cordilleras y bosques y ríos. Un cuerpo frío. GALILEI. —Del mismo modo que brilla la Luna. Porque los dos astros están iluminados por el Sol, por eso brillan. Lo que es la Lu- na para nosotros somos nosotros para la Luna. Y ella se nos apare- ce una vez como hoz, otra vez como semicírculo, una vez llena y otra vez, nada. SAGREDO. —¿Entonces quiere decir que no hay diferencia entre Luna y Tierra? GALILEI. —Al parecer, no. SAGREDO. —No hace todavía diez años un hombre fue quemado en Roma. Se llamó Giordano Bruno y sostenía lo mismo. GALILEI. — Efectivamente. Y nosotros lo estamos viendo. Acerca tu ojo al telescopio, Sagredo. Lo que tú ves es que no hay diferencia entre cielo y tierra. Estamos a diez de enero de mil seiscientos diez. La humanidad asienta en su diario: hoy ha sido abolido el cielo. SAGREDO. —¡Qué cosa maravillosa es este aparato!
Anonymous
Una carta rumbo a Gales Me pregunta usted dulce señora qué veo en estos días a este lado del mar. Me habitan las calles de este país para usted desconocido, estas calles donde pasear es hacer un largo viaje por la llaga, donde ir a limpia luz es llenarse los ojos de vendas y murmullos. Me pregunta qué siento en estos días a este lado del mar. Un alfileteo en el cuerpo, la luz de un frenocomio que llega serena a entibiar las más profundas heridas nacidas de un poblado de días incoloros. ¿Y el sol? El sol, un viejo drogo que ha lamido esas heridas. Porque sabe usted, dulce señora, es este país una confusión de calles y de heridas. La entero a usted: aquí hay palmeras cantoras pero también hay hombres torturados. Aquí hay cielos absolutamente desnudos y mujeres encorvadas al pedal de la Singer que hubieran podido llegar en su loco pedaleo hasta Java y Burdeos, hasta el Nepal y su pueblito de Gales, donde supongo que bebía sombras su querido Dylan Thomas. Las mujeres de este país son capaces de coserle un botón al viento, de vestirlo de organista. Aquí crecen la rabia y las orquídeas por parejo, no sospecha usted lo que es un país como un viejo animal conservado en los más variados alcoholes, no sospecha usted lo que es vivir entre lunas de ayer, muertos y despojos.
Juan Manuel Roca
—Nada. Que si Dios creó el mundo el primer día, y el cuarto hizo el Sol, la Luna y las estrellas, ¿de dónde salía luz el primer día?
Fyodor Dostoevsky (Los hermanos Karamazov)
La miré. En su cama, allí, con todas sus barreras bajadas y las mías en descanso, reconocí que, si yo era la luna, ella era el sol que estaba saliendo. Que tenía el sol en la cara y que lo había tenido siempre.
Clara Cortés (Clementine)
Grecia dio a conocer al hombre que sin Dios no era nada, daba lo mismo que fuera un labrador o un dictador sobre un trono esmaltado. Porque como dijo Epicteto: Adonde quiera que vaya, encontrare el sol, la luna y las estrellas, encontrare sueños y presagios y conversaré con Dios
Taylor Caldwell (A Pillar of Iron)
Brida desvió los ojos de él. A su alrededor estaban las montañas, los bosques y, allí abajo, la pequeña aldea comenzaba a encender sus luces. Las chimeneas humeaban, dentro de poco las familias estarían reunidas en torno a la mesa para cenar. Trabajaban con honestidad, temían a Dios y procuraban ayudar al prójimo. Sus vidas estaban explicadas, eran capaces de entender todo lo que pasaba en el Universo, sin jamás haber oído hablar de cosas como la Tradición del Sol y la Tradición de la Luna.
Paulo Coelho (Brida (Spanish Edition))
—Existen dos formas —respondió el Mago—. La Tradición del Sol, que enseña los secretos a través del Espacio, de las cosas que nos rodean. Y la Tradición de la Luna, que enseña los secretos a través del Tiempo, de las cosas que están presas en su memoria.
Paulo Coelho (Brida (Spanish Edition))
Brida había entendido. La Tradición del Sol era aquella noche, los árboles, el frío en su cuerpo, las estrellas en el cielo. Y la Tradición de la Luna era aquel hombre frente a ella, con la sabiduría de los antepasados brillando en sus ojos.
Paulo Coelho (Brida (Spanish Edition))
«Él ha creado el cielo y la tierra con la verdad; Él hace que la noche se cierna sobre el día y que el día venza a la noche; Él ha creado el sol y la luna, supeditados el uno al otro, ambos sucediéndose tras el período que tienen asignado: porque sin duda Él es el Todopoderoso, Él es el que todo lo perdona.»
Khaled Hosseini (Mil soles espléndidos)
Solo es una roca, pensé, solo una hoja. Soy cristiana, me lo recordé a mí misma, observada por un único Dios, quien creó el mundo, y el sol, la luna y las estrellas, y que ve la oscuridad de nuestros corazones, así como el bien. Y, aun así, la escuché.
Emmanuelle de Maupassant (Trueno Vikingo: un romance histórico vikingo)
Otro estudio muy relevante sobre los efectos de utilizar elementos reductores de riesgo para conseguir una acción mucho más favorable por la parte del receptor de nuestra comunicación, es el que se realizó sobre la utilización de crema protectora solar y su prevención contra el cáncer. Este estudio reveló que con la espalda untada de crema, el público se sentía más seguro, por lo que permanecían más tiempo expuestos al sol2.
Carlos Luna Calvo (Sé más persuasivo)
Mataba sus sentidos, mataba sus recuerdos, se salía de su yo para introducirse en mil formas extrañas: era animal, carroña, piedra, árbol, agua, y al despertar se volvía a encontrar a sí mismo; luciera el sol o la luna, volvía a ser un yo, giraba en remolinos, sentía sed, vencía la sed, volvía a sentir sed otra vez.
Hermann Hesse
Se dice que las mariposas pertenecen al reino de las hadas. Y he aquí a lo que se refería nuestra protagonista con eso de «haber conseguido las alas en el terreno de la pareja»: las alas son para volar, y el vuelo es sinónimo de libertad, de esa que se refiere a darse permiso para ser libre porque sólo uno mismo se libera de todo aquello que quiere liberarse. Podemos escoger desprendernos de las cadenas del miedo a volar, a ser felices, a encontrar la felicidad y no saber qué hacer con ella, a amar perdiendo el sentido. Nuestros pensamientos, ideas y creencias son cadenas que nos atan y subyugan. No obstante, sólo nosotros podemos tomar la decisión de ser libres. Muchas personas piensan que no es correcto ni apropiado mostrar quien uno es. Para otros, en cambio, no se trata de ser o no ser correcto, sino de atreverse. Tal vez se trata de un tema de seguridad, a saber: no se sienten suficientemente seguros como para osar «salir de detrás de la cortina» (ahora se le llama «salir del armario», si bien este término se acostumbra a aplicar a la gente de orientación homosexual), dejándose ver en toda su extensión. Transmutar miedos e ideas conlleva un proceso que no suele completarse en un día, dado que se entreteje a lo largo de muchas lunas. Cuanto más mostramos quiénes somos, cuanto más presentes estamos a todos los niveles (en nuestros comportamientos, conductas, ideas, valores, identidad, espiritualidad y alma), dondequiera que estemos, más fácil será herirnos. Sencillamente porque estamos «más expuestos». No obstante es una paradoja. ¿Paradoja? Cierto, ser uno mismo también supone ser más poderoso, pero el poder al que me refiero no es el típico al que suele aspirar la inmensa mayoría de los mortales, el que proporciona el dinero, la posición social, la fama... No. El poder al que yo me refiero es el que emana del alma, el que nos hace invencibles e inasequibles a las manipulaciones de los demás, el que nos posibilita para enfrentarnos a las masas y, como M. Luther King, decirles: «Tengo un sueño». Por consiguiente, sólo unos pocos, con un fuerte y valeroso guerrero en su corazón, se atreven a salir del capullo, superando la fase crisálida, y abren sus alas al sol mostrando que son hijos e hijas de la valentía. Los seres con alas no necesitan desesperadamente de nadie que les alabe o ame; tanto si lo tienen como si no, ellos y ellas seguirán siendo ellos. Asimismo, continuarán ejercitando su genialidad. Nuestra protagonista se hizo con su par de alas, esto es, pasó de la fase de oruga a mariposa a fuerza de no esconder quien era. Se comprometió a no traicionar su luz. Y, sobre todo, optó y apostó siempre por ella misma.
Rosetta Forner (La danza del amor de las hadas (NO FICCIÓN) (Spanish Edition))
Después de que en 1610 Galileo descubriera las lunas de Júpiter con su telescopio casero, sus críticos religiosos condenaron su nueva teoría centrada en el Sol afirmando que era un destronamiento del hombre. No sospechaban que ése no era más que un primer destronamiento. Cien años más tarde, el estudio de las capas sedimentarias llevado a cabo por el granjero escocés James Hutton tumbó el cálculo que había hecho la Iglesia de la edad de la Tierra, afirmando que era ochocientos mil años más antigua. No mucho después, Charles Darwin relegó a los seres humanos a una rama más del populoso reino animal. A principios del siglo XX, la mecánica cuántica alteró de manera irreparable nuestra idea del tejido de la realidad. En 1953, Francis Crick y James Watson descifraron la estructura del ADN, reemplazando el misterioso fantasma de la vida por algo que podemos anotar en secuencias de cuatro letras y almacenar en un ordenador. Y a lo largo del siglo pasado, la neurociencia ha demostrado que la mente consciente ya no es la que lleva el timón de nuestra vida. Apenas cuatrocientos años después de nuestra caída del centro del universo, hemos experimentado la caída del centro de nosotros mismos.
David Eagleman (Incognito: The Secret Lives of the Brain)
eclipse no es otra cosa que la interposición de la Luna entre nuestra vista y el Sol.
José Joaquín Fernández de Lizardi
En esos días sin sol, noches sin luna, ningún lugar es mi lugar y no consigo reconocerme en nada, ni en nadie. Las palabras no se parecen a lo que nombran y ni siquiera se parecen a su propio sonido. Entonces no estoy donde estoy. Dejo mi cuerpo y me voy, lejos, a ninguna parte, y no quiero estar con nadie, ni siquiera conmigo. Y no tengo nombre, ni quiero tener, nombre ninguno: entonces pierdo las ganas de llamarme o ser llamado.
Eduardo Galeano (The Book of Embraces)
Tres cosas no se pueden ocultar por mucho tiempo: el sol, la luna y la verdad.
Tarryn Fisher (Mud Vein)
¿Crees que quiero decir esto? ¡Jesucristo, Trez, te amo! ¡No quiero que estés con alguna otra mujer, nunca! ¡Quiero que te sientes en una esquina y me llores hasta que mueras! ¡No quiero que veas el sol o la luna o disfrutes otra comida o que tengas un buen sueño! ¡Quiero perseguirte el resto de tu vida, hasta que donde quiera que vayas y a todos con quien hables, todo lo que puedas ver sea mi fantasma, porque entonces sabré que no me has olvidado! ¿Quieres saber lo que es la muerte? Te diré lo que es: la muerte es que los vivos te olviden. ¡Como era tu aroma y como lucías, como se escuchaba tu voz, como te reías! Incluso si hay un más allá. Mi muerte va a ser que tú sigas sin mí hasta que no puedas recordar el color de mis ojos o qué tan largo era mi cabello.
J.R. Ward (The Shadows (Black Dagger Brotherhood, #13))
-El sol. Aún no lo he perdonado -el espacio entre ellos solo podía disminuir, no crecer. La voz de Lazlo era música, la música de humo más hermosa, cuando cogió a Sarai en sus brazos y dijo-: Quiero encerrarlo en un frasco, con las luciérnagas -La luna en una pulsera y el sol en un frasco-dijo Sarai-. Sí que causas estragos en los cielos, ¿no te parece? La voz de Lazlo surgió del lugar más profundo de su garganta. Más ahumada. Más hambrienta. -Espero que los cielos puedan soportarlo -dijo, y la besó.
Laini Taylor (Strange the Dreamer (Strange the Dreamer, #1))
Llegaba hasta el Carpanta, traído por la brisa de tierra, el olor de los montes cercanos: desnudos, secos y calcinados por el sol, con tomillo, romero, palmito y chumbera entre sus peñas pardas, ramblas secas donde crecían las higueras, y almendrales escalonados por muretes de piedra. Pese al cemento y al cristal y al acero y a las excavadoras, a la sucesión interminable de luces bastardas que mancillaba sus orillas de costa a costa, todo el Mediterráneo seguía estando allí, a poca atención que se prestase al tenue rumor de la memoria: aceite y vino rojo, Islam y Talmud, cruces, pinos, cipreses, tumbas, iglesias, ponientes cárdenos como la sangre, velas blancas a lo lejos, piedras talladas por los hombres y por el tiempo, hora singular de la tarde en que todo quedaba quieto y en silencio salvo el canto de la cigarra, noches a la luz de una hoguera hecha con madera de deriva, mientras la luna se elevaba despacio sobre un mar de islas sin agua. Y también espetones de sardinas, laurel y aceitunas, cáscaras de sandía flotando quietas en el leve ondular vespertino de la playa, rumor de guijarros en la resaca del amanecer, barcas pintadas de azul, blanco y rojo, varadas en orillas con molinos en ruinas y olivos grises, y uvas que amarilleaban en los emparrados. Y a su sombra, perdidos los ojos en el azul intenso que se extendía hacia levante, hombres inmóviles mirando el mar; héroes atezados y barbudos que sabían de naufragios en calas designadas por dioses crueles, ocultos bajo la apariencia de mutiladas estatuas que dormían, con los ojos abiertos, un silencio de siglos.
Arturo Pérez-Reverte (La Carta Esf�rica / The Nautical Chart)
Enlil, el dios del viento; Enki, el dios de la tierra; Su-en, el dios de la luna; Utu, el dios del sol; Inanna, la diosa de la vida y la creación. Ahora conozcamos a los dioses secundarios: Nergal, señor del mundo interior, el que gobierna el Abzu; Ereshkigal, la hermana de Inanna; Ishkur, señor de la tempestad; Ninurta, la diosa de la guerra; y Dumuzi, el dios de la agricultura.
Henry Krane (ANUNNAKI: Reptilianos, Textos Prohibidos para La Humanidad (Saga Anunnaki Completa) (Spanish Edition))
Luego aparecerían otros dioses como Sin, el dios de la luna. También aparecen en esta lista de dioses los hijos de Anu como por ejemplo Ishtar, que sería la diosa Venus, y Shamash, el dios del sol. La modificación más importante que hicieron los acadios fue la del dios Marduk, ya que le dieron el poder absoluto, era la máxima divinidad. Al tener a Marduk como único dios, los acadios crearon la primera religión monoteísta.
Henry Krane (ANUNNAKI: Reptilianos, Textos Prohibidos para La Humanidad (Saga Anunnaki Completa) (Spanish Edition))
ORILLAS DEL DUERO ¡Primavera soriana, primavera humilde, como el sueño de un bendito, de un pobre caminante que durmiera de cansancio en un páramo infinito! ¡Campillo amarillento, como tosco sayal de campesina, pradera de velludo polvoriento donde pace la escuálida merina! ¡Aquellos diminutos pegujales de tierra dura y fría, donde apuntan centenos y trigales que el pan moreno nos darán un día! Y otra vez roca y roca, pedregales desnudos y pelados serrijones, la tierra de las águilas caudales, malezas y jarales, hierbas monteses, zarzas y cambrones. ¡Oh tierra ingrata y fuerte, tierra mía! ¡Castilla, tus decrépitas ciudades! ¡La agria melancolía que puebla tus sombrías soledades! ¡Castilla varonil, adusta tierra, Castilla del desdén contra la suerte, Castilla del dolor y de la guerra, tierra inmortal, Castilla de la muerte! Era una tarde, cuando el campo huía del sol, y en el asombro del planeta, como un globo morado aparecía la hermosa luna, amada del poeta. En el cárdeno cielo violeta alguna clara estrella fulguraba. El aire ensombrecido oreaba mis sienes, y acercaba el murmullo del agua hasta mi oído. Entre cerros de plomo y de ceniza manchados de roídos encinares y entre calvas roquedas de caliza, iba a embestir los ocho tajamares del puente el padre río, que surca de Castilla el yermo frío. ¡Oh Duero, tu agua corre y correrá mientras las nieves blancas de enero el sol de mayo haga fluir por hoces y barrancas, mientras tengan las sierras su turbante de nieve y de tormenta, y brille el olifante del sol, tras de la nube cenicienta!… ¿Y el viejo romancero fue el sueño de un juglar junto a tu orilla? ¿Acaso como tú y por siempre, Duero, irá corriendo hacia la mar Castilla?
Antonio Machado (Campos de Castilla)
—Un sol nuevo cada día y tú sigues hablando de la misma luna —dije.
Diana Soledad (Belleza y náusea (Spanish Edition))
Poeta en los días donde el sol no calienta y la luna nos niega su brillar.
Josue Diaz