Sara Mesa Quotes

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Su memoria se ha encogido. Su memoria, ahora, es tan pequeña que le cabe en un puño. Las reliquias sentimentales, se dice, no merecen la eternidad.
Sara Mesa (Un amor)
Y cuando una cosa –cualquier cosa– se mira muy de cerca, siempre se acaba amándola.
Sara Mesa (Cara de pan)
La piel tiene memoria y repetir es profundizar
Sara Mesa (Un amor)
Se es más puro solo por no hacer lo que sí se ha pensado?
Sara Mesa (Cicatriz)
y la mirada ensimismada, como vuelta hacia dentro
Sara Mesa (Mala letra)
Se preguntó si para defender el silencio hacía falta hablar tanto.
Sara Mesa (La familia)
notó que Padre era un ser extraño, desencajado, como si entre él y el mundo se abriera una profunda brecha, o, para ser más conciso, entre lo que él pensaba y lo que verdaderamente ocurría.
Sara Mesa (La familia)
¿No iba él a besarla, o a intentar besarla? ¿No trataría de llevársela a la cama? ¿No es eso lo previsible, lo que se espera de un hombre? ¿Para qué Sam Cooke y Miles Davis, para qué tanto vino, para qué la Vía Láctea?
Sara Mesa (Un amor)
Comprende que no se llega al blanco apuntando, sino descuidadamente, mediante oscilaciones y rodeos, casi por casualidad. Ve con claridad que todo conducía a ese momento. Incluso lo que parecía no conducir a ninguna parte.
Sara Mesa (Un amor)
La mentira es esencial porque la verdad es incomunicable.
Sara Mesa (Cicatriz)
No puede quedarse sin una historia que contar. Necesita una historia que contar.
Sara Mesa (Cara de pan)
¿Se es más puro por no hacer lo que sí se ha pensado?
Sara Mesa
Todo el mundo se ríe de las hermanas, de las esposas y de las madres, o insulta a través de ellas.
Sara Mesa (Cara de pan)
Sobrevivir con disfraz, para esos pájaros, equivalía a morir lentamente; por eso elegían acelerar su muerte, sin engaños.
Sara Mesa (Cara de pan)
El mundo es impasible ante cualquier cosa que suceda, por inusual, horrible o cruel que ésta sea. Visto así, el mundo no tiene mucho que ver, realmente, con nosotros.
Sara Mesa (Mala letra)
Si nunca se relacionara con desconocidos, piensa, no avanzaría. Un conocido ha sido previamente un desconocido, esto es así por fuerza: si fuéramos por la vida negándoles la palabra a quienes no conocemos, jamás conoceríamos a nadie.
Sara Mesa (Cara de pan)
No, no me veo feliz, ni siquiera junto a ti. Ni siquiera en la más optimista de mis ensoñaciones me veo teniendo contigo una relación feliz, provechosa para ambos, sólida, cotidiana; burguesa, en suma. Nunca me la creería y siempre trataría de ponerla a prueba, de ir más lejos, hasta que un día terminara violentándote.
Sara Mesa (Cicatriz)
Todo ha ocurrido en muy poco tiempo. Tan poco que se asombra cuando lo piensa. Estrenó un tubo de pasta de dientes cuando llegó a La Escapa, un tubo que ha estado usando dos o tres veces diarias y, aún así, todavía no lo ha terminado de gastar, aún queda como un tercio. Es increíble, de dice: removerse por dentro por completo, sacudirse, darse la vuelta y volvérsela a dar, en menos de lo que se tarde en gastar 125 mililitros de dentífrico.
Sara Mesa (Un amor)
Nubes rosadas y cárdenas se deshilachaban dejando pasar los últimos rayos de luz
Sara Mesa (Mala letra)
Exponer en voz alta su dolor -su ridículo dolor- la hará aún más vulnerable. Y, sin embargo, no hablar, callárselo todo, no hace que ese dolor desaparezca
Sara Mesa (Un amor)
En realidad, no tiene un interés especial por esos libros; tampoco siente una verdadera curiosidad por Knut. Lo que la atrae es sentirse destinataria de su atención. Su modo de acercarse es radicalmente diferente a todo lo que había conocido hasta ahora.
Sara Mesa (Cicatriz)
Echar de menos un instante es echar de menos a aquel que éramos entonces.
Sara Mesa (Cicatriz)
El sentido de pertenencia a un grupo siempre genera violencia.
Sara Mesa (Cicatriz)
Es justo en lo privado, en lo más íntimo de cada uno de nosotros, donde hay que combatir la dejadez, la pasividad y la indolencia.
Sara Mesa (Cicatriz)
Cansa que siempre haga eso, pero no lo puede evitar, ella es así, piensa como una cirujana, con la frialdad de una cirujana.
Sara Mesa (La familia)
-¿Cómo es que no me lo habías contado antes? -preguntó. Rosa respondió la verdad, si por verdad se entiende la realidad de los hechos expuestos. Pero no fue del todo sincera. Un halo de falsedad cubrió sus palabras, simplemente por el modo en que las usó, por lo que resaltó y lo que ocultó. No fue debido a una manipulación malévola: ella buscó consuelo como pudo, con torpeza. Expresó su tristeza -una tristeza auténtica y profunda-, pero lo hizo mal, porque esa tristeza estaba en otro lado, un lugar tan lejano que ni siquiera podía ser descrito.
Sara Mesa (La familia)
Es mejor no pensar, pero los pensamientos llegan y se deslizan a través de ella, entrelazándose. Intenta que salgan a la misma velocidad con la que entran, pero se le acumulan en el interior, un pensamiento sobre otro. Ya ese empeño -esforzarse en que entren y salgan y no se le acumulen-es de por sí un pensamiento demasiado intenso para su cabeza.
Sara Mesa (Un amor)
La contempla con lo que a ella le parece una sospecha impropia, ese tipo de actitud suspicaz de aquellos de quienes se ríen todo el tiempo y ya no se fían de nadie
Sara Mesa (La familia)
Su memoria se ha encogido. Su memoria, ahora, es tan pequeña que le cabe en un puño. Las reliquias sentimentales, se dice, no merecen la eternidad. (en «Un amor»)
Sara Mesa
Todos estaban tan enfrascados en sus cotilleos que no se dieron cuenta de que habían entrado todos los profesores de 6º: la Minitauro (Lengua), la Meteosat (Cono), el Corchea (Música), el Rainbows (Plástica) y el Téibol (Inglés). En una esquina, sentadito, quietecito y calladito como un alumno castigado, estaba el Píxel. Y, en el centro del cuadro, la Vieja, el Terror de las Mates en persona, esperaba cruzada de brazos a que se hiciera el silencio en la sala (que es un gesto que con nosotros siempre le funciona: en cuanto la vemos hacerlo nos entra el cague y nos callamos). Al ver que nuestros padres no se inmutaban, estiró una de sus garras momificadas y dio un sonoro golpe en la mesa. Fue tan fuerte que la torre del Escuadrón Cucaracha casi se desmorona del susto. —Ejem, ejem —carraspeó la Vieja cuando por fin consiguió que se hiciera el silencio. Al oír aquella voz de momia con bronquitis, Nuria, la madre del Estorbo (que había sido
Sara Cano (Cero pixelero (La guerra de 6ºA, #4))
saliendo a la calle absortos en ellos mismos, pareja inadmisible, sin sentido, deteniéndose un poco más allá fuera, sobre la acera estrecha y sucia, mirándose sin hablar, sin tocarse, y luego el giro, cada uno hacia una dirección, el viejo hacia la derecha, cabizbajo, asimétrico, su caminar de loco, hacia el pasado; la niña hacia la izquierda, cabizbaja, asimétrica, su caminar de loca, hacia el futuro.
Sara Mesa (Cara de pan)
En el fondo, sabe que cada cambio –la aparición o destrucción de un hormiguero, cada bicho nuevo o el avance del musgo por el tronco– es una muesca en el camino hacia el final.
Sara Mesa (Cara de pan)
Se supone que los profesores organizan los grupos para promover la igualdad –usan esa expresión: promover la igualdad–, pero consiguen justo lo contrario: debilitar a los débiles y fortalecer a los fuertes.
Sara Mesa (Cara de pan)
Casi escucha con atención, trata de extraer la lección que supuestamente se esconde detrás de cada historia, pues siempre le han enseñado a interpretar así las historias: desechando la narración para buscar la moraleja que contienen.
Sara Mesa (Cara de pan)
En un experimento, unos científicos se preguntaron qué pasaría si camuflaban a los más débiles, haciéndolos pasar por dominantes. ¡Les tiñeron el plumaje para enmascararlos! Pero no valió de nada. La misma actitud de los farsantes los delataba; no era una cuestión de plumaje, sino de aplomo.
Sara Mesa (Cara de pan)
On falling in love..."As if the whole world were spread with butter and everything was more flavorful and better!
Sara Mesa (Cara de pan)
Se supone que los profesores organizan los grupos para promover la igualdad, usan esa expresión: promover la igualdad pero consiguen justo lo contrario: debilitar a los débiles y fortalecer a los fuertes.
Sara Mesa (Cara de pan)
Esa mujer estaba enferma, pensó Casi: enferma de psicología.
Sara Mesa (Cara de pan)
¡Como pollos rellenos!, dice el Viejo. Los abren y lo vacían y después rellenan el hueco con lo que piensan que es mejor, y listo, ¡al horno! ¡Cocinados al gusto de la psicología!
Sara Mesa (Cara de pan)
Creo en la reencarnación, pero dentro de esta misma vida. En las distintas vidas que se suceden dentro de esta vida. En el extrañamiento, en la ausencia de reconocimiento del que fuimos ayer. En la falta del sorpresa ante el que seremos mañana, aunque aún no podamos anticipar ni lo más mínimo qué forma albergaremos. Creo en la disolución de la identidad. Creo en la ruptura. Me rompieron a mí; creo por tanto en la imposibilidad de ser reconstruido.
Sara Mesa (Four by Four)
Pero debe de haber algo más. Algo que tiene que ver con la edad, con el peso -más que con el paso- del tiempo.
Sara Mesa (Un amor)
Ese día será el primero en que no consiga olvidar valiéndose del deseo.
Sara Mesa (Un amor)