“
Vi mi vida extendiendo sus ramas frente a mí como la higuera verde del cuento.
De la punta de cada rama, como si de un grueso higo morado se tratara, pendía un maravilloso futuro, señalado y rutilante. Un higo era un marido y un hogar feliz e hijos y otro higo era un famoso poeta, y otro higo era un brillante profesor, y otro higo era Europa y África y Sudamérica y otro higo era Constantino y Sócrates y Atila y un montón de otros amantes con nombres raros y profesionales poco usuales, y otro higo era una campeona de equipo olímpico de atletismo, y más allá y por encima de aquellos higos había muchos más higos que no podía identificar claramente.
Me vi a mí misma sentada en la bifurcación de ese árbol de higos, muriéndome de hambre sólo porque no podía decidir cuál de los higos escoger. Quería todos y cada uno de ellos, pero elegir uno significaba perder el resto, y, mientras yo estaba allí sentada, incapaz de decidirme, los higos empezaron a arrugarse y a tornarse negros y, uno por uno, cayeron al suelo, a mis pies.
”
”
Sylvia Plath (The Bell Jar)
“
Nadie te hará daño nunca, hijo. Estoy aquí para protegerte. Por eso nací antes que tú y mis huesos se endurecieron primero que los tuyos.
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”
Juan Rulfo (Cartas a Clara)
“
Después de todo, amamos como nos han amado en la infancia, y los amores posteriores suelen ser sólo una réplica del primer amor. Te debo, pues, todos mis amores posteriores, incluido el amor salvaje y ciego que siento por mis hijos. Ya no puedo abrir un libro sin desear ver tu cara de calma y de concentración, sin saber que no la veré más y, lo que tal vez sea incluso más grave, que no me verá más. Nunca volveré a ser mirada por tus ojos. Cuando el mundo empieza a despoblarse de la gente que nos quiere, nos convertimos, poco a poco, al ritmo de las muertes, en desconocidos. Mi lugar en el mundo estaba en tu mirada y me parecía tan incontestable y perpetuo que nunca me molesté en averiguar cuál era. No está mal, he conseguido ser una niña hasta los cuarenta años, dos hijos, dos matrimonios, varias relaciones, varios pisos, varios trabajos, esperemos que sepa hacer la transición a adulto y que no me convierta directamente en una anciana. No me gusta ser huérfana, no estoy hecha para la tristeza.
”
”
Milena Busquets (También esto pasará)
“
—Porque cuando se escriban las leyendas, no quería que me recordarán como alguien que escurrió el bulto. Quiero que mi futuro hijo sepa que yo estuve ahí, que pelee contra Amarantha al final, aunque mis esfuerzos de poco sirvieran.
Parpadeé, y esta vez no era por el brillo del sol.
—Porque —continuó él, los ojos fijos en los míos— no queria que pelearas sola. O murieras sola.
”
”
Sarah J. Maas (A Court of Thorns and Roses (A Court of Thorns and Roses, #1))
“
NOVIA. ¡Porque yo me fui con el otro, me fui! (Con angustia.) Tú también te hubieras ido. Yo era una mujer quemada, llena de llagas por dentro y por fuera,y tu hijo era un poquito de agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud; pero el otro era un río oscuro, lleno de ramas, que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar entre dientes. Y yo corría con tu hijo que era como un niñito de agua, frío, y el otro me mandaba cientos de pájaros que me impedían el andar y que dejaban escarcha sobre mis heridas de pobre mujer marchita, de muchacha acariciada por el fuego. Yo no quería, ¡óyelo bien!, yo no quería. ¡Tu hijo era mi fin y yo no lo he engañado, pero el brazo del otro me arrastró como un golpe de mar, como la cabezada de un mulo, y me hubiera arrastrado siempre, siempre, siempre, aun que hubiera sido vieja y todos los hijos de tu hijo me hubiesen agarrado de los cabellos.
”
”
Federico García Lorca (Bodas de sangre)
“
—Porque cuando se escriban las leyendas, no quería que me recordarán como alguien que escurrió el bulto. Quiero que mi futuro hijo sepa que yo estuve ahí, que pelee contra Amarantha al final, aunque mis esfuerzos de poco sirvieran.
Parpadeé, y esta vez no era por el brillo del sol.
—Porque —continuó él, los ojos fijos en los míos— no queria que pelearas sola. O murieras sola.”
–Capítulo 46, pág. 451
”
”
Sarah J. Maas (A Court of Thorns and Roses (A Court of Thorns and Roses, #1))
“
Lo bailado nadie te lo quita. Aunque volvamos a desconocernos, no nos perdemos de nada. De alguien serán mis hijos y los suyos. De alguien será la nueva sonrisa que registre para siempre junto a la de Emiliano, quizá por encima de ella. En algún lado viviremos, haciendo cosas. El pasado latiéndonos en algún rincón, moviéndonos los
”
”
Catalina Aguilar Mastretta (Todos los días son nuestros)
“
Yo no sé ni siquiera que el agua está compuesta por oxígeno e hidrógeno, y estas [se refiere a sus hijas, sus mordaces críticos] me echan a la cara que las lunas salen del este. ¿Pero qué me importan si las lunas salen del oeste o del este, si en Marte llueve o no llueve? Yo no proporciono breviarios a los matemáticos y a los físicos. Pero un escritor de ciencia ficción, contestan, tiene que saber ciertas cosas. Bien. Toda la vida llamándome escritor de ciencia ficción, y aún no he entendido lo que significa. Desde hace algún tiempo me llaman escritor de la Era Espacial. Suena algo más respetable, pero tampoco entiendo qué significa. Solamente, el que hace 20 años todos se burlaban de mí. ‘Pero qué ridículo eres’, decían, ‘absurdo’. ‘¿Qué quiere decir astronauta? ¿Qué quiere decir cosmopuerto, ir a la Luna? ¡Eres tonto!’ Luego, de pronto, explota la Era Espacial, y se realiza lo que escribía. Pero no se arrepienten, no piden disculpas, siguen diciendo ‘No es una obra de arte la suya, es cinerama. Bien, ¿qué es el cinerama? ¿Quién inventó el cinerama sino el viejo Mike, Michelangelo en resumen? ¿No la hizo él La Capilla Sixtina? ¿Y qué otra cosa es La Capilla Sixtina sino cinerama en pintura? Y si el viejo Michelangelo pintaba en cinerama, ¿por qué yo no puedo escribir el futuro en ciencia ficción? La ciencia ficción me sirve para interpretar el tiempo en que vivo, en que vivirán los hijos de mis hijos, para describir sus amenazas.
”
”
Ray Bradbury
“
Vi a mi vida desarrollar ramas que se extendían ante mí como el árbol de higos del cuento. De la punta de cada rama, como un higo gordo y morado, me llamaba y guiñaba un hermoso futuro. Un higo era un esposo y un hogar feliz con hijos, otro higo era ser una poetisa famosa. Otro higo era ser una brillante profesora. Otro higo era Ee Gee (la maravillosa editora). Otro higo era Europa y África y América del Sur. Otro higo era Constantin y Sócrates y Attila y un montón de otros amantes con nombres raros y profesiones poco convencionales. Otro higo era un campeonato olímpico y debajo de éste y encima de los otros se extendían más higos que no alcancé a descifrar.
Me vi a mí misma sentada al pie del árbol de higo, muerta de hambre porque no podía decidirme por uno de los higos. Los quería todos pero elegir uno significaba perder todos los demás y mientras me sentaba ahí sin poderme decidir, los higos comenzaron a arrugarse y a volverse negros para ir cayendo uno a uno ante mis pies.
”
”
Sylvia Plath (La campana de cristal)
“
A veces, los hijos te los pone la vida por delante cuando ya han sido gestados por otras mujeres. A veces, a los hijos los encuentras en el camino y basta un verano para crear un lazo que ya nada ni nadie puede romper.
”
”
Cherry Chic (Todas mis ilusiones (Dunas, #3))
“
—Además —lo interrumpió nuevamente—, mis hijos jamás tendrán
que preocuparse por su próxima comida. Nunca tendrán que pagar
impuestos, nunca tendrán que preocuparse acerca de cómo permitirse enviar
a sus hijos a la escuela. Ellos siempre tendrán la opción de un sólido techo
sobre sus cabezas y tres comidas diarias. Siempre habrá personas a su
alrededor para cuidarlos y protegerlos. Ellos nunca, nunca estarán solos. Y si
hicieran algo mal, tendrían el poder de arreglarlo.
”
”
MaryJanice Davidson (The Royal Treatment (Alaskan Royal Family, #1))
“
Quedaban sus palabras, adiós, que tengáis suerte, adiós, te quiero más que nunca, adiós, me voy con la alegría de haberte conocido, adiós, habla a mis hijos de mí, de las ideas por las que voy a morir, adiós, busca a un buen hombre, cásate con éñ y sé feliz, pero no me olvides, adiós, mi amor, cuánto te he querido y qué poco tiempo hemos tenido para estar juntos, adiós, hijos míos, sed muy buenos y ayudad mucho a vuestra madre, adiós, cariño, adiós, vida mía, adiós, adiós, adiós, y todas las despedidas eran parecidas, pero todas distintas, distintas as mujeres que no podían terminar de leer en vox alta el papel que temblaba entre sus manos, idéntico el hueco que cada nueva carta abría en mi cuerpo agujereado, incapaz de abrigar tanto adioses
”
”
Almudena Grandes (Las tres bodas de Manolita (Episodios de una guerra interminable, #3))
“
Hacía años que mis labios no habían pronunciado una oración. Hacía años que no me acordaba de Dios, pero en aquel momento fue todo lo que se me ocurrió. Pedirle perdón por haberme olvidado de Él y pedirle un favor especial: que me diera tiempo, solo un poco más de tiempo para llegar junto a mis hijos.
”
”
Mikel Santiago (La última noche en Tremore Beach)
“
Quizá era momento de claudicar en mis anhelos de grandeza. Convertirme en una mamá modelo dedicada al cien por ciento a mis hijos y a mi marido. Olvidarme de que solo a través de la danza podía alcanzar mis metas y vivir más en concordia con mis posibilidades. En otras palabras, aceptar mi mediocridad y mi pusilanimidad
”
”
Guillermo Arriaga (Salvar el fuego)
“
Yo quería a mi papá con un amor que nunca volví a sentir hasta que nacieron mis hijos. Cuando los tuve a ellos lo reconocí, porque es un amor igual en intensidad, aunque distinto, y en cierto sentido opuesto. Yo sentía que a mí nada me podía pasar si estaba con mi papá. Y siento que a mis hijos no les puede pasar nada si están conmigo. Es decir, yo sé que antes me haría matar, sin dudarlo ni un instante, por defender a mis hijos. Y sé que mi papá se habría hecho matar sin dudarlo un instante por defenderme a mí. La idea más insoportable de mi infancia era imaginar que mi papá se pudiera morir, y por eso yo había resuelto tirarme al río Medellín si él llegaba a morirse. Y también sé que hay algo que sería mucho peor que mi muerte: la muerte de un hijo mío. Todo esto es una cosa muy primitiva, ancestral, que se siente en lo más hondo de la conciencia, en un sitio anterior al pensamiento. Es algo que no se piensa, sino que sencillamente es así, sin atenuantes, pues uno no lo sabe con la cabeza sino con las tripas".
”
”
Héctor Abad Faciolince (El olvido que seremos)
“
Cuando aparecía, no decía nada acerca de mis luchas personales. Sólo a través de la oración entendí finalmente que yo no era diferente de cualquier otra persona que sufría. Nuestra Señora permanecía en silencio sobre mi situación por respeto a mi libre albedrío y por amor a todos sus hijos los que la podían ver, como los que no la podían ver. Me di cuenta que, como una buena madre, Nuestra Señora no tenía favoritos.
”
”
Mirjana Soldo (My Heart Will Triumph)
“
Me pregunto en qué momento un niño se convierte en un adulto. ¿Pasa de repente o es más bien poco a poco, como por etapas? ¿Hay una edad, una semana, un momento, en el que se revelan todos los secretos del universo y la madurez desciende del cielo en una nube, cambiando el cerebro para siempre? ¿Se escabullirá un día la niña que hay en mí para no volver jamás?
No me puedo imaginar viviendo una vida real, o que alguna vez seré adulta. Me parece una transformación tan increíble... Puede que algún día sea la pareja de alguien o la madre de alguien o el patólogo forense de alguien. Puede que algún día beba demasiado o tenga un hijo del que no le hable a nadie. Puede que algún día huya de todo y tenga mis razones.
Ese yo es imposible de imaginar por mi yo actual.
No me puedo imaginar mayor. No me puedo imaginar diferente de la persona que soy ahora. No me puedo imaginar vieja ni casada ni muerta.
”
”
Meg Rosoff (Picture Me Gone)
“
Mis cabellos ¿no lo dicen?
¿No se ven aquí los golpes
de la sangre y las señales?
¿Vosotros, sois hombres nobles?
¿Vosotros, padres y deudos?
¿Vosotros, que no se os rompen
las entrañas de dolor
de verme en tantos dolores?
Ovejas sois, bien lo dice
de Fuenteovejuna el nombre.
Dadme unas armas a mí
pues sois piedras, pues sois tigres...
Tigres no, porque feroces
siguen a quien roba sus hijos,
matando cazadores
antes que entren por el mar
y por sus ondas se arrojen.
”
”
Lope de Vega (Fuenteovejuna)
“
De ahí que sea imprescindible la comunión con mis hermanos y por eso mismo «si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado» (1 Juan 1.7). Por supuesto que está ligado lo uno con lo otro. Hay pecados que no reconoceré ni confesaré jamás a menos que tenga comunión con el cuerpo, porque no llegaré a reconocerlos. Creeré que lo estoy haciendo bien. Me engañaré a mí mismo. Por eso el aislamiento es destructivo.
”
”
Marcos Vidal (Con permiso: Cómo vivir un cristianismo real de todos los días (Spanish Edition))
“
Mi Vida es un exquisito secreto […] No concebiré hijos de la carne –pero conozco un sagrado Consuelo. Dios me ha dispuesto para la Concepción de una especie diferente. Mis hijos son de la Mente –mi Gestación es perpetua–, mi Éxtasis es del alma. Doy la bienvenida a las jubilosas labores que separan al poema de su creador; como Partera, ¡sólo lo divino! Que las épocas tomen la medida de la Fecundidad, y que el Futuro juzgue si esta elección –si lo es– fue acertada. Yo le explicaría estas Cosas a mi Padre –si pudiera– pidiéndole paciencia por la Cosecha”.
”
”
Emily Dickinson (Cartas de Emily Dickinson: un campo minado (Pequeños Grandes Ensayos) (Spanish Edition))
“
—Escuchad mis palabras, sed testigos de mi juramento ... La noche se avecina, ahora empieza mi guardia. No terminará hasta el día de mi muerte. No tomaré esposa, no poseeré tierras, no engendraré hijos. No llevaré corona, no alcanzaré la gloria. Viviré y moriré en mi puesto. Soy la espada en la oscuridad. Soy el vigilante del Muro. Soy el fuego que arde contra el frío, la luz que trae el amanecer, el cuerno que despierta a los durmientes, el escudo que defiende los reinos de los hombres. Entrego mi vida y mi honor a la Guardia de la Noche, durante esta noche y todas las que estén por venir.
”
”
George R.R. Martin
“
—El día que conocí a tu madre, sabía que estaría en mi vida para siempre. Había algo sobre ella y supe que me estaba enamorando ese primer día. Te hacía querer ser mejor, tratar de ser digno de su amor. Lamentablemente, tu padre pensaba lo mismo, nadie entendía por qué cambió drásticamente, excepto yo. A pesar de que ella estaba conmigo, dejó de beber, dejó de dormir con otras chicas, es como si lo hubiera hecho madurar al instante y convertido en el tipo que finalmente quería ser para que pudiera tener una oportunidad con ella. Siempre tuve miedo de perderla por él algún día, es como si me diera cuenta de que era una cuestión de cuándo, no de sí. Pero tu madre era diferente, yo había salido con muchas chicas, pero realmente no me importaba si estaban allí o no. Eran sólo alguien para tratar de llenar el dolor de perder a mi padre. Así que cuando me reuní con ella y se dio cuenta de mis sentimientos, luché por mantenerla tanto tiempo como pude. No se lo digas a tu mamá, pero Chase y yo constantemente peleábamos por ella cuando no estaba cerca. Infierno, incluso peleábamos por ella cuando estaba cerca. Sabíamos que cualquiera de nosotros podría tener a cualquier chica que quisiéramos, pero sólo queríamos a Harper. Así que, por supuesto, siendo nosotros, las palabras se utilizaron en puños y volaban cuando nos quedábamos solos. No le dije esto, pero ya sabía lo que había pasado con tu padre antes de que ella me lo dijera. Cuando llegué a casa de la rotura, y Chase no me molestó de nuevo, sabía que algo había pasado. Sólo no sabía qué todavía. Pero ¿sabes qué pequeño hombrecito? No puedo ni siquiera estar loco sobre eso más, porque si no hubiera pasado, no estarías aquí ahora.
Besó suavemente a nuestro hijo de tres meses quien estaba completamente cautivado en sus historias y señaló la última foto en el libro.
—Y él te amaba y a tu mamá, muchísimo. Siempre voy a recordarte eso, pero desearía que hubieras podido reunirte con él.
”
”
Molly McAdams (Taking Chances (Taking Chances, #1))
“
enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro. 32De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. 33Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. 34De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. 35El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 36Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. 37Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del
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”
Anonymous (Santa Biblia (Reina Valera 1960 RV60) Con índice activo por cada libro (Spanish Edition))
“
Mis más trágicos recuerdos se levantaron en furioso oleaje. Creía que después de pasar por la experiencia de perderte ya nada podía afectarme demasiado, pero la mínima posibilidad de que algo semejante le ocurriera al hijo que me quedaba, me volteó. Tenía un peso en el pecho, como una roca aplastándome, que me cortaba la respiración. Me sentía vulnerable, en carne viva, a punto de llorar en cualquier instante. En la noche, cuando todos descansaban, oía un rumor entre las paredes, había quejidos atascados en los umbrales, suspiros en los cuartos desocupados. Era mi propio miedo, supongo. El dolor acumulado en ese largo año de tu agonía estaba agazapado en la casa.
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”
Isabel Allende (La suma de los días)
“
a actos que violan la castidad; es igualmente probable que se trate de actos contra la justicia, o faltas de caridad contra el mundo de los demás. A ellos les parecerán muestras de fervor y piedad hacia el eros. La pareja puede decirse—el uno al otro—casi con el tono de quien ofrece un sacrificio: «Es por causa del amor que he descuidado a mis padres… que he dejado a mis hijos… engañado a mi socio… fallado a mi amigo en su mayor necesidad». Estas razones en la ley del amor pasan por buenas. Sus fieles hasta pueden llegar a sentir que hay un mérito especial en estos sacrificios, porque ¿qué ofrenda más costosa puede dejarse en el altar del amor que la propia conciencia?
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”
C.S. Lewis (Los Cuatro Amores (Spanish Edition))
“
mujer, y con mis hijos, y con mis amigos; mis ejercicios son el de la caza y pesca, pero no mantengo ni halcón ni galgos, sino algún perdigón manso, o algún hurón atrevido. Tengo hasta seis docenas de libros, cuáles de romance y cuáles de latín, de historia algunos y de devoción otros; los de caballerías aún no han entrado por los umbrales de mis puertas. Hojeo más los que son profanos que los devotos, como sean de honesto entretenimiento, que deleiten con el lenguaje y admiren y suspendan con la invención, puesto que déstos hay muy pocos en España. Alguna vez como con mis vecinos y amigos, y muchas veces los convido; son mis convites limpios y aseados, y no nada escasos;
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Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote)
“
La gente no acepta que se le diga sus verdades. Quieren que se crea sus lindas palabras o por lo menos que uno haga como si. Yo soy lúcida soy franca arranco las caretas. La tipeja que susurra: '¿Así que quiere mucho a su hermanito?' y yo con mi vocecita serena 'Lo detesto'. He seguido siendo esa adolescente que dice lo que piensa no hace trampas. Se me partía el corazón escucharlo pontificar y todos esos infelices de rodillas delante de él. Yo aparecía con mis grandes zuecos sus palabras solemnes quedaban desinfladas: el progreso la prosperidad el porvenir del hombre la felicidad de la humanidad la ayuda a los países subdesarrollados la paz del mundo. No soy racista pero me importan un pito los árabes los judíos los negros exactamente como me importan un pito los chinos los rusos los yanquis los franchutes. Me importa un pito la humanidad qué es lo que ella ha hecho por mí me gustaría saberlo. Si son lo bastante estúpidos como para degollarse bombardearse tirarse napalm exterminarse no gastaré mis ojos llorando. Un millón de niños degollados ¿y qué? Los niños nunca son otra cosa que semilla de canallas y así se descongestiona un poco el planeta reconocen que está superpoblado ¿y entonces qué? Si yo fuera la tierra me daría asco toda esa gusanada en mi espalda me la sacudiría. Si todos revientan yo quiero reventar. Los niños no son nada para mí no voy a enternecer por ellos. Mi hija está muerta y me han robado a mi hijo.
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”
Simone de Beauvoir (The Woman Destroyed)
“
Si me preguntaran, podría soltar de carrerilla, al momento y sin vacilación, cuántos años tendrían ahora mis hijos malogrados. ¿Es raro? ¿Es macabro? No lo sé. Son datos que guardo muy dentro. Nadie me lo ha preguntado nunca, ni creo que me lo pregunten: el aborto sigue siendo una cuestión tabú que las mujeres no suelen mencionar, sacar a colación ni debatir. Puedo contar con los dedos de una mano las conversaciones que he tenido con amigas sobre esto, cosa que me parece extraña, teniendo en cuenta lo frecuente que es.
¿Por qué no hablamos más de ello? Porque es demasiado visceral, íntimo, propio. Se trata de personas, espíritus, fantasmas que nunca respiraron aire ni vieron la luz. Son tan invisibles, tan evanescentes que no tenemos palabras para ellos.
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”
Maggie O'Farrell (I Am, I Am, I Am: Seventeen Brushes with Death)
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Un pobre campesino que sacrifica un buey inestimable en honor a Júpiter se convencerá de que Júpiter existe; de otro modo, ¿cómo iba a excusar su estupidez? El campesino sacrificará otro buey, y otro, y otro más, solo para no tener que admitir que todos los bueyes previos no fueron un desperdicio. Exactamente por la misma razón, si he sacrificado un hijo por la gloria de la nación italiana o mis piernas por la revolución comunista, bastará con que me convierta en un nacionalista italiano fanático o en un comunista entusiasta. Porque si los mitos nacionales italianos o la propaganda comunista son mentira, entonces me veré obligado a admitir que la muerte de mi hijo o mi propia parálisis no han tenido sentido alguno. Pocas personas tienen estómago para admitir algo así.
”
”
Yuval Noah Harari (Homo Deus: Breve historia del mañana)
“
A mí, Hasan, hijo de Mohamed el alamín, a mí, Juan León de Médicis, circuncidado por la mano de un barbero y bautizado por la mano de un papa, me llaman hoy el Africano, pero ni de África, ni de Europa, ni de Arabia soy. Me llaman también el Granadino, el Fesí, el Zayyati, pero no procedo de ningún país, de ninguna ciudad, de ninguna tribu. Soy hijo del camino, caravana es mi patria y mi vida la más inesperada travesía. Mis muñecas han sabido a veces de las caricias de la seda y a veces de las injurias de la lana, del oro de los príncipes y de las cadenas de los esclavos. Mis dedos han levantado mil velos, mis labios han sonrojado a mil vírgenes, mis ojos han visto agonizar ciudades y caer imperios. Por boca mía oirás el árabe, el turco, el castellano, el beréber, el hebreo, el latín y el italiano vulgar, pues todas las lenguas, todas las plegarias me pertenecen. Mas yo no pertenezco a ninguna. No soy sino de Dios y de la tierra, y a ellos retornaré un día no lejano. Y tú permanecerás después de mí, hijo mío. Y guardarás mi recuerdo. Y leerás mis libros. Y entonces volverás a ver esta escena: tu padre, ataviado a la napolitana, en esta galera que lo devuelve a la costa africana, garrapateando como mercader que hace balance al final de un largo periplo. Pero no es esto, en cierto modo, lo que estoy haciendo: qué he ganado, qué he perdido, qué he de decirle al supremo Acreedor? Me ha prestado cuarenta años que he ido dispersando a merced de los viajes: mi sabiduría ha vivido en Roma, mi pasión en el Cairo, mi angustia en Fez, y en Granada vive aún mi inocencia.
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”
Amin Maalouf (Leo Africanus)
“
Entrañado en la oscuridad pecaminosa estuve yo también, concebido no engendrado. Por ellos, el hombre con mi voz y mis ojos y una mujer fantasmal de aliento a cenizas. Se ayuntaron y desjuntaron, cumplieron la voluntad del apareador. Desde antes de los tiempos Él me dispuso y ahora no puede disponer lo contrario ni nunca. Una lex eterna Le atenaza. ¿Es ésa pues la divina sustancia en la que el Padre y el Hijo son con-sustanciales? ¿Dónde está el pobre de Arrio para meterse dentro y ver qué pasa? Guerreando de por vida por la contransmagnificandjudeogolpancialidad. ¡Aciago heresiarca malogrado! En un excusado griego exhaló su último suspiro: euthanasia. Con mitra de abalorios y con báculo, instalado en su trono, viudo de una sede viuda, con omophonon envarado, con posaderas aglutinadas.
”
”
James Joyce (Ulises (Spanish Edition))
“
¡Oh, olas del Adriático! ¡Oh Brento! Tal vez no vuelva a veros ni a oír vuestra mágica voz, sagrada para los hijos de Apolo, que me hizo familiar la lira altanera de Albión. En libertad gozaré con indolencia de las noches de la dorada Italia, bogando en una góndola secreta en compañía de una joven veneciana, a veces charlatana, otras silenciosa; con ella mis labios aprenderán el lenguaje de Petrarca y del amor. ¿Llegará la hora de mi libertad? ¡Ya es tiempo, ya es tiempo! La imploro; voy errante por el piélago y la espero; invoco los vientos favorables a la fiera tempestad que empuje mi barco entre las olas por los caminos abiertos del mar. ¿Cuándo empezaré mi libre carrera? Ya es hora de dejar la orilla aburrida; no es hostil el ambiente, y entre las playas del Sur, bajo el cielo de mi África, podré suspirar por la sombría Rusia, en la que sufrí, amé y enterré mi corazón.
”
”
Alexander Pushkin (Eugene Onegin)
“
ahora piensa con afecto en ese período, porque en muchos sentidos fue una época maravillosa. En diciembre nominaron a Willem para un premio importante por su papel en La manzana envenenada, y en enero se lo concedieron. Luego lo nominaron para un premio aún más importante y prestigioso, y de nuevo lo consiguió. Él estaba en Londres por motivos de trabajo la noche que Willem lo recogió, pero puso el despertador a las dos de la madrugada para ver la ceremonia por internet; cuando pronunciaron el nombre de Willem gritó fuerte, y vio cómo sonreía radiante, besaba a Julia -a quien había llevado de acompañante- y subía los escalones del escenario, donde dio las gracias a los cineastas, al estudio,a Emil, a Kit, al mismísimo Alan Turing, a Roman, a Cressy, a Richard, a Malcom, a JB, y «a mis suegros, Julia Altman y Harold Stein, por haber hecho que me sintiera siempre como un hijo y, de un modo especial, a Jude St. Francis, mi mejor amigo y el amor de mi vida, por todo».
”
”
Hanya Yanagihara (A Little Life)
“
Ya no, ya no,
ya no me sirves, zapato negro,
en el cual he vivido como un pie
durante treinta años, pobre y blanca,
sin atreverme apenas a respirar o hacer achís.
Papi: he tenido que matarte.
Te moriste antes de que me diera tiempo…
Pesado como el mármol, bolsa llena de Dios,
lívida estatua con un dedo del pie gris,
del tamaño de una foca de San Francisco.
Y la cabeza en el Atlántico extravagante
en que se vierte el verde legumbre sobre el azul
en aguas del hermoso Nauset.
Solía rezar para recuperarte.
Ach, du.
En la lengua alemana, en la localidad polaca
apisonada por el rodillo
de guerras y más guerras.
Pero el nombre del pueblo es corriente.
Mi amigo polaco
dice que hay una o dos docenas.
De modo que nunca supe distinguir dónde
pusiste tu pie, tus raíces:
nunca me pude dirigir a ti.
La lengua se me pegaba a la mandíbula.
Se me pegaba a un cepo de alambre de púas.
Ich, ich, ich, ich,
apenas lograba hablar:
Creía verte en todos los alemanes.
Y el lenguaje obsceno,
una locomotora, una locomotora
que me apartaba con desdén, como a un judío.
Judío que va hacia Dachau, Auschwitz, Belsen.
Empecé a hablar como los judíos.
Creo que podría ser judía yo misma.
Las nieves del Tirol, la clara cerveza de Viena,
no son ni muy puras ni muy auténticas.
Con mi abuela gitana y mi suerte rara
y mis naipes de Tarot, y mis naipes de Tarot,
podría ser algo judía.
Siempre te tuve miedo,
con tu Luftwaffe, tu jerga pomposa
y tu recortado bigote
y tus ojos arios, azul brillante.
Hombre-panzer, hombre-panzer: oh Tú...
No Dios, sino un esvástica
tan negra, que por ella no hay cielo que se abra paso.
Cada mujer adora a un fascista,
con la bota en la cara; el bruto,
el bruto corazón de un bruto como tú.
Estás de pie junto a la pizarra, papi,
en el retrato tuyo que tengo,
un hoyo en la barbilla en lugar de en el pie,
pero no por ello menos diablo, no menos
el hombre negro que
me partió de un mordisco el bonito corazón en dos.
Tenía yo diez años cuando te enterraron.
A los veinte traté de morir
para volver, volver, volver a ti.
Supuse que con los huesos bastaría.
Pero me sacaron de la tumba,
y me recompusieron con pegamento.
Y entonces supe lo que había que hacer.
Saqué de ti un modelo,
un hombre de negro con aire de Meinkampf,
e inclinación al potro y al garrote.
Y dije sí quiero, sí quiero.
De modo, papi, que por fin he terminado.
El teléfono negro está desconectado de raíz,
las voces no logran que críe lombrices.
Si ya he matado a un hombre, que sean dos:
el vampiro que dijo ser tú
y me estuvo bebiendo la sangre durante un año,
siete años, si quieres saberlo.
Ya puedes descansar, papi.
Hay una estaca en tu negro y grasiento corazón,
y a la gente del pueblo nunca le gustaste.
Bailan y patalean encima de ti.
Siempre supieron que eras tú.
Papi, papi, hijo de puta, estoy acabada.
”
”
Sylvia Plath (Ariel)
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Lo había conocido años atrás cuando asistió a una de mis cruzadas, donde lloró arrepentido y oró pidiendo ser salvo. Aquella noche salió de la sala de oración con verdadero gozo en su corazón. Pero ahora se veía completamente desolado; nunca en mi vida había visto un rostro joven tan triste. Me dijo: —Señor Wilkerson, no sé hacia dónde encaminarme. No tengo gozo, y Dios parece estar muy lejos. Me siento tentado, y temo que voy a caer en el pecado y perder mi contacto con Dios. ¡No siento nada más que temor y temblor! Le puse la mano en el hombro y le dije: — Hijo, esta es tu hora de prueba. Dios te está probando para ver qué hay en tu corazón. ¿Estás dispuesto a arrepentirte, aceptar su perdón y seguir acercándote a la Luz? Dios no te ha abandonado. De repente empezaron a correrle lágrimas por las mejillas: — ¿Quiere decir que en realidad Dios no está enojado conmigo? — No — respondí. — Y este desasosiego y desesperanza que tengo, ¿será resultado de algún hábito terrible en mi vida? — me preguntó. Le dije que eso sólo él podía contestarlo. — Pues no, no lo creo — replicó él. Entonces, de pronto, comenzó a ver la luz: ¡después de todo no era culpa de Dios! Era su descuido de la oración y del hambre por la Palabra, durante su temporada de sufrimiento, lo que le había hecho temer y tropezar. En ese momento el Espíritu del Señor comenzó a dispensarle esperanza; levantó sus manos y alabó al Señor: “Ayúdame a salir de esto, Señor. ¡Restaura mi fe!” Cuando me despedí de él, le estaba dando gracias a Dios por hacerlo retornar a un compromiso sólido. El Espíritu Santo estaba comenzando a resplandecer de nuevo en él.
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David Wilkerson (Tenemos hambre de Cristo: Experimentando su presciencia en tiempos difíciles)
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Mujer negra
Todavía huelo la espuma del mar que me hicieron atravesar.
La noche, no puedo recordarla.
Ni el mismo océano podría recordarla.
Pero no olvido el primer alcatraz que divisé.
Altas, las nubes, como inocentes testigos presenciales.
Acaso no he olvidado ni mi costa perdida, ni mi lengua ancestral
Me dejaron aquí y aquí he vivido.
Y porque trabajé como una bestia,
aquí volví a nacer.
A cuanta epopeya mandinga intenté recurrir.
Me rebelé.
Su Merced me compró en una plaza.
Bordé la casaca de su Merced y un hijo macho le parí.
Mi hijo no tuvo nombre.
Y su Merced murió a manos de un impecable lord inglés.
Anduve.
Esta es la tierra donde padecí bocabajos y azotes.
Bogué a lo largo de todos sus ríos.
Bajo su sol sembré, recolecté y las cosechas no comí.
Por casa tuve un barracón.
Yo misma traje piedras para edificarlo,
pero canté al natural compás de los pájaros nacionales.
Me sublevé.
En esta tierra toqué la sangre húmeda
y los huesos podridos de muchos otros,
traídos a ella, o no, igual que yo.
Ya nunca más imaginé el camin a Guinea.
¿Era a Guinea? ¿A Benín? ¿Era a
Madagascar? ¿O a Cabo Verde?
Trabajé mucho más.
Fundé mejor mi canto milenario y mi esperanza.
Aquí construí mi mundo.
Me fui al monte.
Mi real independencia fue el palenque
y cabalgué entre las tropas de Maceo.
Sólo un siglo más tarde,
junto a mis descendientes,
desde una azul montaña.
Bajé de la Sierra
Para acabar con capitales y usureros,
con generales y burgueses.
Ahora soy: sólo hoy tenemos y creamos.
Nada nos es ajeno.
Nuestra la tierra.
Nuestros el mar y el cielo.
Nuestras la magia y la quimera.
Iguales míos, aquí los veo bailar
alrededor del árbol que plantamos para el comunismo.
Su pródiga madera ya resuena.
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Nancy Morejón
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Por ejemplo, muchos estudios sobre felicidad matrimonial se realizaban simplemente sometiendo a los cónyuges a diversos cuestionarios. Esto se conoce como el método del autoinforme y, aunque tiene su utilidad, es bastante limitado. ¿Cómo sabemos si una esposa es feliz simplemente porque marca la casilla de «felicidad» en el cuestionario? Las mujeres sometidas en su relación a abusos físicos suelen obtener una calificación muy alta en los cuestionarios sobre satisfacción matrimonial. Sólo cuando una mujer se siente segura y es entrevistada a solas, revela sus sufrimientos. Para remediar estas lagunas en la investigación, mis colegas y yo hemos mejorado los métodos tradicionales estudiando el matrimonio con otros métodos más innovadores y exhaustivos. Actualmente seguimos a setecientas parejas en siete estudios distintos. No sólo observamos a recién casados, sino también parejas más veteranas, con cónyuges de cuarenta a sesenta años de edad. También hemos estudiado matrimonios que acaban de tener su primer hijo, y parejas interactuando con hijos recién nacidos, en edad preescolar o adolescentes. Como parte de esta investigación he entrevistado a parejas sobre la historia de su matrimonio, su filosofía sobre el matrimonio, sus puntos de vista sobre el matrimonio de sus padres. Las he filmado mientras hablaban sobre cómo habían pasado el día, sobre las áreas de continuo desacuerdo en su relación o sobre temas más alegres. Y para obtener una lectura psicológica de su estado de tensión o de relajación, he medido su ritmo cardíaco, su presión sanguínea, su sudoración o la función inmunológica. En todos los casos he permitido que la pareja viera las cintas de vídeo para que expresaran su propio punto de vista sobre lo que pensaban o sentían al ver, por ejemplo, que su ritmo cardíaco o su presión sanguínea subía bruscamente durante una discusión matrimonial. Y he mantenido el contacto con las parejas, estudiándolas al menos una vez al año para ver cómo seguía su relación. De momento mis colegas y yo somos los únicos investigadores que realizamos esta observación y análisis exhaustivo de las parejas casadas. Nuestros datos ofrecen la primera visión real del funcionamiento interno, de la anatomía de un matrimonio. Los resultados de estos estudios, y no mis opiniones, forman la base de mis siete principios para el buen funcionamiento del matrimonio.
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John M. Gottman (Siete reglas de oro para vivir en pareja)
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—Yo sé que mi vida no ha sido nada del otro mundo, hijo —dijo la vieja después de un rato—. Lo mismo todos los días: que la cocina, que el telar, que la preocupación por el viejo que iba a volver curado y tenía que levantarse temprano, y luego por usted que no llamaba nunca del norte. Todos los días lo mismo. Pero esta ha sido mi vida y ha tenido cosas bonitas. Un día fui madre: usted me hizo madre. Y ese día tuve en mis brazos a una cosita que había salido de mí misma y que tenía un corazón que latía. Y cuando pequeña escuché historias de mis abuelos acurrucada cerca del brasero, y aprendí el oficio de tejedora de mi propia madre. Y ahora de vieja salgo todavía a caminar y a mirar el mar, y a veces me hago una agüita de boldo con harta azúcar. Y los sábados me levanto a preparar un almuerzo rico porque viene usted, y cuando le oigo los pasos el corazón se me acelera de la emoción. Y es verdad: ya tengo más de ochenta años y sé que me voy a morir en un tiempito más. Y cuando estos viejos de la caleta se mueran también, y cuando se muera usted, nadie se va a acordar de mí, así como poco a poco a mí misma me va siendo cada vez más difícil recordar la cara de Florencio, y la de Rubén, y también la del padre Jerónimo, y hasta me olvido de cómo era mi pobre vecina Jimena, que en paz descanse, tan joven que partió. Pero a mí eso no me preocupa, no me preocupa que cuando yo muera a usted mismo le cueste recordar mi cara y mi voz. ¿Sabe por qué? Porque lo tuve a usted en mis brazos, y porque aprendí a tejer con mi madre, y porque me he tomado miles de agüitas mirando el mar. Eso nadie lo sabe y a nadie le importa y por lo mismo está claro que nadie lo va a recordar, pero yo lo tengo acá adentro, y cuando venga la muerte la podré mirar y preguntarle cuántos hijos tuvo ella, cuántas cucharadas de azúcar le puso a sus tecitos, cuántas veces vio una gaviota lanzarse en picada al mar y salir de vuelta hacia el cielo con un pescado. Y la muerte no me va a poder decir nada, porque la muerte es eso: la muerte. La muerte es la envidiosa de los que tuvimos una vida. Y no sabe la envidia que le da cuando ve que otra gente va a despedirse del que se está llevando, cuando escucha a esa gente hablar y decir cosas bonitas del muerto; no sabe usted, Martín, toda la rabia que siente la muerte por cada lágrima que se derrama por un finado, porque nunca nadie va a derramar una lágrima por ella.
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Andrés Montero (La muerte viene estilando)
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— ¡Oh Caballero de la Triste Figura!, no te dé afincamiento la prisión en que vas, porque así conviene para acabar más presto la aventura en que tu gran esfuerzo te puso; la cual se acabará cuando el furibundo león manchado con la blanca paloma tobosina yoguieren en uno, ya después de humilladas las altas cervices al blando yugo matrimoñesco; de cuyo inaudito consorcio saldrán a la luz del orbe los bravos cachorros, que imitarán las rumpantes garras del valeroso padre. Y esto será antes que el seguidor de la fugitiva ninfa faga dos vegadas la visita de las lucientes imágines con su rápido y natural curso. Y tú, ¡oh, el más noble y obediente escudero que tuvo espada en cinta, barbas en rostro y olfato en las narices!, no te desmaye ni descontente ver llevar ansí delante de tus ojos mesmos a la flor de la caballería andante; que presto, si al plasmador del mundo le place, te verás tan alto y tan sublimado que no te conozcas, y no saldrán defraudadas las promesas que te ha fecho tu buen señor. Y asegúrote, de parte de la sabia Mentironiana, que tu salario te sea pagado, como lo verás por la obra; y sigue las pisadas del valeroso y encantado caballero, que conviene que vayas donde paréis entrambos. Y, porque no me es lícito decir otra cosa, a Dios quedad, que yo me vuelvo adonde yo me sé. Y, al acabar de la profecía, alzó la voz de punto, y diminuyóla después, con tan tierno acento, que aun los sabidores de la burla estuvieron por creer que era verdad lo que oían. Quedó don Quijote consolado con la escuchada profecía, porque luego coligió de todo en todo la significación de ella; y vio que le prometían el verse ayuntados en santo y debido matrimonio con su querida Dulcinea del Toboso, de cuyo felice vientre saldrían los cachorros, que eran sus hijos, para gloria perpetua de la Mancha. Y, creyendo esto bien y firmemente, alzó la voz, y, dando un gran suspiro, dijo: — ¡Oh tú, quienquiera que seas, que tanto bien me has pronosticado!, ruégote que pidas de mi parte al sabio encantador que mis cosas tiene a cargo, que no me deje perecer en esta prisión donde agora me llevan, hasta ver cumplidas tan alegres e incomparables promesas como son las que aquí se me han hecho; que, como esto sea, tendré por gloria las penas de mi cárcel, y por alivio estas cadenas que me ciñen, y no por duro campo de batalla este lecho en que me acuestan, sino por cama blanda y tálamo dichoso. Y, en lo que toca a la consolación de Sancho Panza, mi escudero, yo confío de su bondad y buen proceder que no me dejará en buena ni en mala suerte; porque, cuando no suceda, por la suya o por mi corta ventura, el poderle yo dar la ínsula, o otra cosa equivalente que le tengo prometida, por lo menos su salario no podrá perderse; que en mi testamento, que ya está hecho, dejo declarado lo que se le ha de dar, no conforme a sus muchos y buenos servicios, sino a la posibilidad mía. Sancho Panza se le inclinó con mucho comedimiento, y le besó entrambas las manos, porque la una no pudiera, por estar atadas entrambas. Luego tomaron la jaula en hombros aquellas visiones, y la acomodaron en el carro de los bueyes.
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Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote de la Mancha)
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Tu sueño realista es difícil de destruir, una encarnación que no quieres dejar, es lo que te pertenece, casi no es un sueño, eres naturalmente la pareja de Romualdo y lo sabes y no quieres dejarme destruir ese sueño para iniciarte en otro. El sueño de Romualdo lo comprendes entero, el que te propongo, no, te queda grande, pero yo lo puedo rebajar a tu medida, te puedo ir encajando poco a poco dentro de él. Estás urgida, no puedes más, salir, salir ahora es lo que quieres, no puedes postergar tu deseo de salir.
- Te vas a perder.
- No me importa.
- No vas a tener dónde dormir ni qué comer.
Te encoges de hombros con un gesto que desprecia mi temor de la intemperie que no quiero que desprecies porque necesito que lo hagas tuyo, por lo menos ahora, esta noche: te hablo, me escuchas, te explico que todo lo del Gigante fue una farsa porque el verdadero padre se escondía dentro de Romualdo, que no ere más que otra máscara como la del Gigante que ella vio que destruyeron, ahora hay que destruir la máscara de cartonpiedra de Romualdo para encontrar al otro adentro, al verdadero padre de tu hijo, vive en su palacio de fierro y cristal, lo puedes ver desde tu ventana, uno de esos palacios que despiden haces de luz que tratas de atrapar con tus manos para encaramarte a ellos, no tendrás para qué encaramarte a un haz de luces, Iris, yo destruiré la máscara de Romualdo y te traeré al verdadero padre, espérame aquí, las calles son terribles, hay hombres barbudos que acechan y médicos que hacen sufrir al extirparte órganos con sus bisturís finísimos, y los perros de los doctores persiguen a la gente que anda por la calle de noche y no tiene identificación ni domicilio conocido, la oscuridad de afuera no es como la oscuridad de esta Casa, Iris, esa oscuridad de allá es la de la gente que no tiene ni dónde caerse muerta como dicen y no tienen dónde caerse muerta porque esa oscuridad es el vacío que traga y uno cae gritando y nunca deja de caer gritando y gritando y cayendo y cayendo porque no hay fondo, hasta que la voz se pierde pero uno sigue y sigue cayendo en esa infinidad de calles vertiginosas con nombres que tú no conoces, llenas de caras de gentes que se reirán de ti, que viven en casas donde no te van a dejar entrar y hacen cosas que tú no entiendes, no te acerques más, Iris, no me toques así, no Humberto, no permitas que la Iris siga tocándote porque va a romper tus disfraces, si no huyese tendrás que volver a ser un tú mismo que ya no recuerdas dónde está ni quién es, acercas tus labios gordos a mi boca y tus muslos hurgan entre mis pobres piernas flacas que tiemblan, no le permitas que te transforme en Humberto Peñaloza con su carga de nostalgia intolerable, huye para que tu sexo no despierte con la presión de esas palmas carnosas, que no responda a su lengua que explora tu boca y tu lengua, mantenerte yerto en el rincón donde sus tetas y sus caderas te aprietan, Humberto no existe, el Mudito no existe, existe sólo la séptima vieja. Tu mano no encuentra nada.
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José Donoso (El obsceno pájaro de la noche)
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No, Andrea, yo no deseaba entonces ningún hijo de mi marido. Y, sin embargo, vino. Cada tormento físico que sentía me parecía una nueva brutalidad de la vida añadida a las muchas que había tenido que soportar. Cuando me dijeron que era una niña, a mi desgana se unió una extraña congoja. No la quería ver. Me tendí en la cama volviendo la cara... Me acuerdo que era otoño y que detrás de mi ventana aparecía una tristísima mañana gris. Contra los cristales se empujaban, casi crujiendo, las ramas color de oro seco de un gran árbol. La criatura, cerca de mis oídos, empezó a gritar. Yo sentía remordimientos por haberla hecho nacer de mí, por haberla condenado a llevar mi herencia. Así, empecé a llorar con una debilitada tristeza de que por mi culpa aquella cosa gimiente pudiese llegar a ser una mujer algún día. Y así, movida por un impulso compasivo —casi tan vergonzoso como el que se siente al poner una limosna en las manos de cualquier ser desgraciado con quien nos tropezamos en la calle—, arrimé aquel pedazo de carne mía a mi cuerpo y dejé que para alimentarse chupara de mí y así me devorara y me venciera, por primera vez, físicamente...
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Carmen Laforet (Nada)
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Cuando un hijo no toma de sus padres, los rechaza o juzga, les dice: “Tal como son no los tomo, quiero que sean diferentes”, está atacando el orden. Este hijo no reconoce la realidad: que recibió la vida justo de estos padres y que de ninguna manera puede tener otros padres. En este sentido, todos los padres siempre son los correctos (no los ideales) porque sin ellos no habríamos nacido. Al no tomarlos, el hijo se cierra y se siente vacío y podría llegar a la falta de éxito y plenitud en la vida. Por el contrario, cuando un hijo reconoce: “Ustedes son mis padres y son los correctos para mí, tal como son, y yo soy correcto porque tengo justo estos padres”, entonces un hijo abre su corazón y se siente rico, independientemente de cómo sean sus padres.
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Ingala Robl (Secretos de familia (Spanish Edition))
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«En este momento crepuscular de mi vida me siento más cerca del Señor a quien he servido. Abandono todas mis deficiencias en la misericordia infinita de su corazón, seguro de su comprensión y amor. En las largas horas de mi forzada inacción, puedo considerar reposadamente mi pasado y mi presente. Me esfuerzo así por cooperar con la gracia divina en el proceso de purificación y conversión permanente a que tan repetidamente he instado a la Compañía». Y recordaba sus dos últimas opciones, como testamentarias, a sus hijos: los refugiados y los jóvenes, manipulados especialmente por la droga[31
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Pedro Miguel Lamet (ARRUPE. Testigo del siglo XX, profeta del XXI (Jesuitas) (Spanish Edition))
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RETRATO
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
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Antonio Machado (Campos de Castilla)
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Oración para que las madres recen por sus hijos Mi Señor Padre eterno, Fuente de todo consuelo, Te ruego por los hijos Que me has regalado. Tú que ya pensaste en ellos Antes de la creación del mundo Y que les quieres mucho más que yo, Bendícelos siempre, Envía a tus ángeles Para que sus pies no tropiecen Y no les dejes caer en la tentación. Mi Señor Jesucristo, Que quisiste nacer en una familia, Por tu bendita Madre, Que tanto sufrió al verte en la Cruz, Apiádate de mis lágrimas Y concede a mis hijos La fe que vale más que el oro Y la vida eterna. Mi Señor Espíritu Santo, Sé para ellos Brisa suave que alivie sus penas, Fuego que arda en sus corazones Y Maestro que les enseñe a orar, Para que nunca se desvíen Del camino que lleva al cielo Y un día podamos sentarnos juntos En el banquete del Reino Que dura para siempre. Amén.
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F.A. Forbes (5 vidas de santos inolvidables (Spanish Edition))
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Cuando descubrí lo que era coger le pregunté a mi madre, con la sorpresa, la inocencia y el espanto de la infancia, si eso que me habían dicho mis amigas era cierto, si de verdad las mujeres debían dejar que los hombres «metieran su pito» dentro de una. Mi madre me miró, se tomó un instante y luego dijo: «No lo pienses así, es como cuando uno tiene hambre y come, o tiene sed y toma agua».
No mencionó el amor.
Ni siquiera los hijos por venir.
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Claudia Piñeiro (Un comunista en calzoncillos)
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Si hay que llamar a las cosas por su nombre, el tuyo va que ni pintado: eres la alegría de mi vida. Quererte ha sido lo único que me ha resultado fácil en el mundo.
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Eleanor Rigby (Si te tientan mis labios (Los hijos de la Infamia, #2))
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Porque estos últimos años no he sentido nada por nadie de carne y hueso. Ni culpabilidad, ni remordimiento, ni amor, ni pasión. Pero por ti no hay nada que no sienta. Así que lo siento, lo siento todo.
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Eleanor Rigby (Si te tientan mis labios (Los hijos de la Infamia, #2))
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Tengo tres hijos minusválidos en casa. Vine a Medjugorje para pedir a Dios que los curara y quería saber por qué Él me ha enviado esta cruz. ¡Pero ahora lo entiendo! Lo entendí cuando estaba rezando. ¿Por qué no debería haberme enviado Dios esta cruz? ¡Significa que puedo llevarla! Él confía en mí y yo tengo que confiar en Él. Él me ayudará cuando sea demasiado pesada. Tengo muchas ganas de volver a casa y besar a mis hijos. Soy tan bienaventurada por tenerlos».
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Mirjana Soldo (My Heart Will Triumph)
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PAPÁ OLVIDA W. Livingston Larned Escucha, hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida. He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine junto a tu cama. Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo. Te regañé cuando te vestías para ir a la escuela, porque apenas te mojaste la cara con una toalla. Te regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo. Durante el desayuno te regañé también. Volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado. Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con mantequilla. Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: " ¡Adiós, papito!" y yo fruncí el entrecejo y te respondí: "¡Ten erguidos los hombros!" Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí. Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre diga eso. ¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente, con una mirada de perseguido? Cuando levanté la vista del diario, impaciente por la interrupción, vacilaste en la puerta. "¿Qué quieres ahora?" te dije bruscamente. Nada respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón y que ni aun el descuido ajeno puede agotar. Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera. Bien, hijo; poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entró en mí un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender; esta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti. Y medía según la vara de mis años maduros. Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace entre las colinas. Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza. Es una pobre explicación; sé que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estás despierto. Pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: "No es más que un niño, un niño pequeñito". Temo haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro. He pedido demasiado, demasiado.
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Dale Carnegie (Cómo ganar amigos e influir sobre las personas: Versión completa)
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Todo mi método de relacionarme con mis hijos consistía en recordarles cosas, alentarlos, darles instrucciones y preocuparme por ellos. Eso era todo lo que yo conocía del amor; tratar de ayudar a la gente y de preocuparme por ellos. No tenía la menor idea de aceptar a los demás tal como eran, tal vez porque nunca me había aceptado a mí misma. Tenía mucho miedo de que en cualquier momento se descubriera que yo no era tan buena como todos los demás. Si bien sabía vestirme bien y me iba bien en los estudios, siempre me sentí un fraude. Por adentro, sabía que estaba llena de defectos. Si la gente me tenía cariño era porque los estaba engañando. Si me conocieran bien, se alejarían.
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Robin Norwood (Las mujeres que aman demasiado: El best seller que ha ayudado a millones de mujeres (Spanish Edition))
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Y don Raúl, doblegado y aturdido y herido de muerte por un revoltijo de enfermedades, sólo atinó a contestarle «ustedes lo que están es metiéndome venenos e infectándome con sus virus a mí porque saben muy bien que si yo sigo vivo voy a seguir denunciando que a mi hijo me lo mataron porque él un día me llamó a contarme que acababa de tener a una hija que ya no quieren dejarnos ver y no sabemos dónde está y también a decirme “papá: yo me voy a salir del ejército porque esto se está poniendo muy feo” y “papá: aquí quieren que yo mate a unos muchachos que no han hecho nada para hacerlos pasar por guerrilleros y yo eso sí no lo voy a hacer”, y yo le contesté “mijo: usted es el que sabe bien qué hacer”, y entonces, como él se negó a matar a los hijos de las madres de Soacha, a él lo empezaron a envenenar como ustedes me están envenenando a mí y se lo llevaron a El Tarra maniatado y atontado con drogas para pegarle un tiro en la cabeza que le destrozó el cráneo, y luego el puntero de la cuadrilla le pegó un tiro al puntero que me lo mató para echarle tierra al asunto, y todo era para que mi hijo no saliera a la calle ni a la justicia a decirle a la gente, que la gente cree lo que quiere creerse, que los soldados de Colombia, por órdenes de los altos mandos militares en colaboración con los presidentes de la república que hemos tenido en los últimos años, han estado asesinando muchachos inocentes con el objetivo de decirle al mundo que están ganando esta guerra pero esta guerra son ellos matando inocentes nada más para que esto no se acabe nunca y se nos vaya la vejez a las unas y a los otros pidiéndole a Dios por las almas de todos y para que se me vaya a mí la eternidad diciéndoles a todos que he denunciado el crimen del Mono en El Ubérrimo y en la Plaza de Bolívar y en el Capitolio y en la Casa de Nariño y en la Fiscalía y en la Procuraduría y en la Defensoría y en la Personería y en las organizaciones de derechos humanos y en la ONU y en la Corte Penal Internacional, que en ninguna parte del Estado han querido investigar nada de nada porque todos son vendidos y todos son cómplices callados con plata detrás de este derramamiento de sangre como yo digo con mis volantes y con las pancartas —que yo puse en mi camión que me compré después de vender todo lo que trabajé yo en la vida y lo tuve que parquear en Bogotá porque ya me había ido por todo el país—, y siempre han querido callarme a mí, a Raúl Carvajal Pérez, con platas y con calabozos y con amenazas de muerte, pero ya están es matándome porque están convencidos de que lo único que les queda es mi muerte».
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Ricardo Silva Romero (El libro del duelo)
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Yo me lo creo, o al menos lo acepto y me dedico a desarrollar uno de los problemas que me preocupan, el de que en el Opus Dei no se dan amistades reales. Le explico que la amistad precisa compromiso con la otra persona y que en el Opus la lealtad institucional es tan fuerte que no es posible ponerse del lado de la otra persona. Concreto mis ideas en lo que respecta a los sacerdotes, y argumento que esa falta de compromiso con las personas les lleva a distanciarse de la realidad en la que viven. Pongo un ejemplo real: un sacerdote que confiesa todas las semanas a una supernumeraria y que, desde luego, no se olvida de preguntarle si reza el rosario, lleva un año entero sin preguntarle por un hijo drogadicto, aunque conoce la situación, que supone un gran sufrimiento para esa persona.
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Antonio Esquivias (El Opus Dei: el cielo en una jaula)
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Que no se olviden de mi hijo. Él vivió y fue importante. Estuvo con nosotros físicamente por cuatro años, pero seguirá vivo eternamente en los corazones de quienes lo recordemos. —Que pronuncien el nombre de mi hijo cada vez que puedan; a mí me encanta hacerlo y me encanta también escucharlo: Gabriel. —Que no se alejen de mí cuando estoy triste, quizás no sea buena compañía, pero si estoy así es porque extraño a mi hijo con todas mis fuerzas, no porque no quiera estar con ustedes. —Que se dieran cuenta de que la muerte de un hijo es diferente a cualquier otra pérdida. Es la tragedia más grande y no me gusta que la comparen con la muerte de una madre, un padre, un abuelo o una mascota. —Que si me ven sonriendo, disfrutando un momento, no quiere decir que el dolor se haya ido y que ya estoy bien; y si estoy triste, llorando y no me provoca salir de mi cama, no quiere decir que estoy deprimida y que necesito tratamiento psiquiátrico. —Que sepan que las fechas especiales como los cumpleaños, aniversarios o Navidad, son fechas sumamente dolorosas para nosotros. Desearía que me dijeran que están con nosotros y que tienen a mi hijo presente.
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Úrsula Barboza (Me gané el cielo: La muerte de mi hijo, el inicio de una transformación (Spanish Edition))
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Creo que ya intuí entonces algo que confirmo cada vez que voy a buscar a mis hijos a la escuela: que es una representación a escala y superfiel de la sociedad. Muy mal o muy bien lo tienen que hacer en la vida los niños para no llegar a adultos con el rol que ya adoptan o que se les atribuye en educación infantil.
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Desirée de Fez (Reina del grito: Un viaje por los miedos femeninos)
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Una de mis oraciones por mis hijos es que tengan corazones blandos pero columnas vertebrales fuertes. Quiero que sus corazones sean sensibles a la quieta voz del Espíritu Santo. Oro porque les duela el corazón por las mismas cosas que le duele a Dios.
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Mark Batterson (El ladrón de tumbas: Cómo Jesús puede hacer posible tu imposible (Spanish Edition))
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Pero, ¿para qué leer mi nombre? ¿Quién no sabría que descansaba allí? Algún desconocido admirador de mis versos plantaría un laurel que, descollando altivo entre los otros árboles, hablase a todos de mi gloria; y ya una mujer enamorada que halló en mis cantares un rasgo de esos extraños fenómenos del amor que solo las mujeres saben sentir y Ios poetas descifrar, ya un joven que se sintió inflamado con el sacro fuego que hervía en mi mente, y a quien mis palabras revelaron nuevos mundos de la inteligencia, hasta entonces para él ignotos, o un extranjero que vino a Sevilla llamado por la fama de su belleza y los recuerdos que en ella dejaron sus hijos echaría una flor sobre mi tumba, contemplándola un instante con tierna emoción, con noble envidia o respetuosa curiosidad: a la mañana, las gotas del rocío resbalarían como lagrimas sobre su superficie.
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Gustavo Adolfo Bécquer (Cartas literarias a una mujer / Desde mi celda)
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—¿Por qué? —le preguntó Dalinar al asesino, que seguía quieto bajo la lluvia—. ¿Por qué matar a mi hermano? ¿Te explicaron el motivo tras tus órdenes? —Soy Szeth-hijo-hijo-Vallano —dijo el hombre. Roncamente—. Sinverdad de Shinovar. Hago lo que ordenan mis amos, y no pido explicaciones.
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Brandon Sanderson (Palabras radiantes (El archivo de las tormentas, #2))
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Desde que soy madre me debato entre dos impulsos: empujar a mis hijos a realizar actividades constantemente o dejar que se aburran. La conclusión a la que llego después de lo que he leído e investigado es que dejarles sin hacer nada es bueno para su cerebro, pero la presión para introducirles en una frenética rueda de actividades incesantes es inmensa. Cuando me dicen que se aburren, tengo que reprimir mi tendencia natural de ayudarles a entretenerse. Es muy necesario que sean ellos quienes, por sus propios medios, encuentren caminos y maneras de jugar y divertirse.
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Marian Rojas Estapé (Recupera tu mente, reconquista tu vida)
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Hasta que, al final del día, el empleado cuenta el dinero reunido: ¡75 pesos! El hombre piensa:"¿Qué hacer? ¿Espero a la semana que viene hasta conseguir los otros 25 pesos? ¿Le mando esto? No... el niño está mal... le mando lo que tengo, será mejor...". Mete los 75 pesos en un sobre, anota el domicilio y se lo da al cartero, que también está al tanto de la situación. Dos días más tarde, llega al correo una nueva carta dirigida a Dios. Querido Dios: Sabía que no podías fallarme. Yo no sé cómo te llegó mi carta, pero quiero que sepas que apenas recibí el dinero compré los antibióticos y Cachito está fuera de peligro. Les di una buena comida caliente a mis hijos, pagué parte de la deuda de la casucha, y el trabajo que me iba a salir ya me lo confirmaron, la semana que viene empiezo a trabajar. Te agradezco mucho lo que hiciste por nosotros, nunca me olvidaré de ti y creo que si me acompañas mandándome trabajo no necesitaré volver a pedirte dinero jamás. Posdata: Aprovecho para decirte algo. Yo no soy quién para darle consejos a Dios, pero si vas a mandar dinero a alguien más: no lo mandes por carta porque los del correo se quedaron con 25 pesos.
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Anonymous
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Padre, me has hecho tu hijo por medio de tu Espíritu. En tu bondad, me adoptaste y me libraste del pecado y la muerte. Recuérdame hoy lo que significa ser tu hijo y estar libre de esa ley. Me resulta muy fácil vivir mi día según mis propios términos. Ayúdame a vivirlo bajo la luz de tu gracia. Oro por mi familia y mis amistades. Ayúdalos a experimentar tu amor como su Padre y a sentir su herencia en tu Espíritu. Gracias por aceptarme tal como soy, pero sin dejarme permanecer igual. En el nombre de Jesús, amén.
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Max Lucado (40 oraciones sencillas que traen paz y descanso (Spanish Edition))
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Serán vanos todos mis sacrificios por este hijo si continúa pareciéndose a su padre. En vano rogaré a Dios que haga de él un hombre de carne y hueso, que tenga volumen, peso y color como los hombres. En vano todo mientras tenga en la sangre los gérmenes de su padre.
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Gabriel García Márquez (La hojarasca)
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Luego Dios le dio al pueblo las siguientes instrucciones:* 2 «Yo soy el SEÑOR tu Dios, quien te rescató de la tierra de Egipto, donde eras esclavo. 3 »No tengas ningún otro dios aparte de mí. 4 »No te hagas ninguna clase de ídolo ni imagen de ninguna cosa que está en los cielos, en la tierra o en el mar. 5 No te inclines ante ellos ni les rindas culto, porque yo, el SEÑOR tu Dios, soy Dios celoso, quien no tolerará que entregues tu corazón a otros dioses. Extiendo los pecados de los padres sobre sus hijos; toda la familia de los que me rechazan queda afectada, hasta los hijos de la tercera y la cuarta generación. 6 Pero derramo amor inagotable por mil generaciones sobre los* que me aman y obedecen mis mandatos. 7 »No hagas mal uso del nombre del SEÑOR tu Dios. El SEÑOR no te dejará sin castigo si usas mal su nombre. 8 »Acuérdate de guardar el día de descanso al mantenerlo santo. 9 Tienes seis días en la semana para hacer tu trabajo habitual, 10 pero el séptimo día es un día de descanso y está dedicado al SEÑOR tu Dios. Ese día, ningún miembro de tu casa hará trabajo alguno. Esto se refiere a ti, a tus hijos e hijas, a tus siervos y siervas, a tus animales y también incluye a los extranjeros que vivan entre ustedes. 11 Pues en seis días el SEÑOR hizo los cielos, la tierra, el mar, y todo lo que hay en ellos; pero el séptimo día descansó. Por eso el SEÑOR bendijo el día de descanso y lo apartó como un día santo. 12 »Honra a tu padre y a tu madre. Entonces tendrás una vida larga y plena en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da. 13 »No cometas asesinato. 14 »No cometas adulterio. 15 »No robes. 16 »No des falso testimonio contra tu prójimo. 17 »No codicies la casa de tu prójimo. No codicies la esposa de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su burro, ni ninguna otra cosa que le pertenezca».
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Anonymous (La Biblia en un año NTV)
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15 Acabada la comida, dice Jesús a Simón Pedro: Simón hijo de Juan, ¿me amas tú más que éstos? Le dice: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Le dice: Apacienta mis corderos. 16 Segunda vez le dice: Simón hijo de Juan, ¿me amas? Le responde: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Le dice: Apacienta mis corderos. 17 Le dice tercera vez: Simón hijo de Juan, ¿me amas? Pedro se contristó de que por tercera vez le preguntase si lo amaba, y así respondió: Señor, tú lo sabes todo: tú conoces bien que yo te amo. Le dijo Jesús: Apacienta mis ovejas. 18 En verdad, en verdad te digo, que cuando eras más mozo, tú mismo te ceñías el vestido, e ibas a donde querías; mas en siendo viejo, extenderás tus manos en una cruz, y otro te ceñirá, y te conducirá a donde tú no gustes. 19 Esto lo dijo para indicar con qué género de muerte había Pedro de glorificar a Dios. Y después de esto, añadió: Sígueme. 20
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Félix Torres Amat (La Sagrada Biblia (Spanish Edition))
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Evidentemente, por encima de todo, me arrepiento de no haber pasado más tiempo con mis hijos. Si lo hubiera hecho, tal vez habría resuelto el código encriptado de Matthew Knight. Y, aun así, sé que estos chocan con otro remordimiento secreto: que no puedo empezar otra vez. Dios, cómo me gustaría revivirlo todo. A falta de eso, me gustaría compartir la experiencia, los altibajos, para que algún joven que, en algún lugar, esté pasando por las mismas tribulaciones pueda sentirse inspirado o reconfortado. O reciba una advertencia. Algún joven emprendedor, quizá, algún deportista, pintor o novelista podría continuar. Es el mismo impulso. El mismo sueño. Sería bonito ayudarles a evitar el desaliento. Les diría que pulsaran el botón de pausa y pensaran largo y tendido cómo quieren pasar el tiempo y con quién durante los próximos cuarenta años. Diría a los hombres y las mujeres de veinticinco años que no se conformaran con un trabajo o una profesión. Que buscaran algo que les llame. Aunque no sepáis lo que significa eso, buscadla.
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Phil Knight (Nunca te pares)
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Fíjate si puedes identificarte con cualquiera de las siguientes opiniones. «¿Y si luego lo pierdo todo? Entonces sí que sería un fracasado.» «Nunca sabré si gusto a la gente por mí mismo o por mi dinero.» «Estaré en la banda impositiva más alta y tendré que dar la mitad de mi dinero a Hacienda.» «Es demasiado trabajo.» «Mi salud se resentiría.» «Mis amigos y familiares dirán: “¿Quién te crees que eres?” y me criticarán.» «Todos van a querer que les dé dinero.» «Podrían robarme.» «Podrían secuestrar a mis hijos.» «Es demasiada responsabilidad. Tendré que administrar todo ese dinero. Tendré que entender sobre inversiones. Tendré que preocuparme por las estrategias impositivas y la protección de mis activos, y tendré que contratar a contables y abogados caros. ¡Vaya rollo!»
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T. Harv Eker (Los secretos de la mente millonaria)
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ropa bonita a su hija. Pero María no se daba por satisfecha. Creía que merecía algo mucho mejor. Cuando María ya era mujercita, no quería tener nada que ver con los jóvenes de su pueblo. No eran bastante buenos para ella. Muchas veces cuando se paseaba con su abuelita por las afueras del pueblo, decía: —Abuelita, cuando yo me case, voy a casarme con el hombre más guapo del mundo. La abuela movía la cabeza. Pero María miraba a través de la ladera y decía: —Va a tener el pelo tan negro y reluciente como el cuervo que veo posado en aquel piñón. Y cuando se mueva, va a mostrar la fuerza y la gracia del caballo que mi abuelito tiene en su corral. —María —decía la anciana suspirando—, ¿por qué piensas siempre en cómo se ve un hombre? Si vas a casarte con un hombre hay que asegurarte de que sea un buen hombre, de que tenga buen corazón. No te fijes tanto en lo guapo que es. Pero María se decía: —Estas viejitas. Tienen las ideas tan anticuadas. No entienden nada. Un día llegó al pueblo un hombre que parecía ser el mero hombre de quien María hablaba. Se llamaba Gregorio. Era un vaquero del llano al este de la sierra. Sabía montar cualquier bestia. Si tenía un caballo que se amansaba mucho, lo regalaba y se iba para capturar un caballo salvaje. Pensaba que no era varonil montar un caballo que no fuera medio bronco. Era tan guapo que todas las muchachas andaban enamorándose de él. Tocaba la guitarra y cantaba con buena voz. María decidió que ése era el hombre con quien se iba a casar. Pero disimulaba sus sentimientos. Si se encontraban en la calle y Gregorio la saludaba, María volteaba la cara. Si venía a su casa para tocar su guitarra y cantar, ella ni siquiera se asomaba a la ventana. Al poco tiempo Gregorio también se decidió. Se dijo: —Esa orgullosa de María. Es con ella que me voy a casar. Yo puedo conquistar su corazón. Todo resultó tal y como María lo había planeado. Los padres de María no querían que se casara con Gregorio. Le dijeron: —Él no puede ser buen marido. Está acostumbrado a la vida bárbara del llano. No te cases con él. Por supuesto María no les hizo caso a sus padres. Se casó con Gregorio. Por algún tiempo todo andaba bien. Tuvieron dos hijos. Pero después de varios años, Gregorio volvió a su antigua manera de ser. Se mantenía fuera de casa por meses a la vez. Cuando regresaba a casa le decía a María: —Yo no vine a verte a ti. Quiero pasar un rato con mis hijos nomás. Jugaba con los hijos por un tiempo, y luego se iba para pasar toda la noche jugando a las cartas con sus amigos y tomando vino. Y empezó a decir
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Joe Hayes (The Day It Snowed Tortillas / El día que nevó tortilla)
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¿Qué puedo hacer para satisfacer mis necesidades económicas, mejorar mi calidad de vida y ser más feliz? Otra forma de cambiar el lente con que vemos las cosas, sugerida por Luke Williams en su libro Disrupt, es remplazar nuestra hipótesis de trabajo por una afirmación intencionalmente disparatada. Para lograrlo, Williams sugiere poner patas para arriba o negar de plano la hipótesis con la que estamos trabajando. Por ejemplo, en el caso de la pregunta sobre cómo mejorar nuestras escuelas, con edificios de ladrillo, aulas, pizarrones y pupitres, Williams sugiere que nos preguntemos: ¿Qué pasaría si tratáramos de educar a nuestros hijos sin ninguno de estos elementos?
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Andrés Oppenheimer (Crear o morir: (Create or Die) (Spanish Edition))
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estaba apostando por ella, por su valor, sus capacidades, su idea brillante, su convicción de que podía ayudar a los vendedores, fuera lo que fuese que vendieran, a vender más y mejor sus productos en sus tiendas. Por encima de todo, aposté por mi compañera, mi amante, la madre de mis hijos, y quien siempre ha estado a mi lado en mis momentos malos, de igual manera que en todos los buenos que he tenido.
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Alex López (Cliente digital, vendedor digital: Conoce las claves del social selling - 2ª edición actualizada con los cambios de LinkedIn para 2017 (Spanish Edition))
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Yo tengo un sueño que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter.
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Miquel Alonso (Discursos Famosos de Nuestra Historia Vol.1 (Spanish Edition))
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Pablo enseñó a los efesios que una de las funciones de la iglesia es edificar a las personas en el «conocimiento del Hijo de Dios» (Ef. 4:13). Allí, la palabra «conocimiento» viene de epignósis, que se refiere a un conocimiento completo que es correcto y exacto. Ése es el conocimiento del que Jesús habló cuando dijo: «Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco» (Jn. 10:27). No estaba hablando de conocer sólo su identidad, sino de conocerlas íntimamente, y ése es el modo en que quiere que su pueblo lo conozca. El deseo de Pablo es que cada creyente desarrolle este profundo conocimiento de Cristo, teniendo una relación con Él por medio de la oración y del fiel estudio y obediencia a la Palabra de Dios.
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John F. MacArthur Jr. (El Poder de la Integridad)
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Ya veía la luz. Me vi sin un brazo jugando fútbol, pero contento, quería vivir por mi familia, por mis hijos; pensé que afuera me esperaban, que las voces que alcanzaba a oír eran las suyas, que me estaban llamando "Aunque salga sin una pata o sin un brazo, salgo". Me desgarré todito, pero pasé. Después vino otro tramo: ¿por qué estaré tan barrigón? Lo que me está estorbando es la barriga; fueron tantas las ganas de vivir que me lastimé todo el cuerpo, el vientre ni se diga, ya no me importaba salir mutilado, quería salir.
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Elena Poniatowska (Nothing, Nobody: The Voices Of the Mexico City Earthquake)
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En las decisiones más importantes de tu vida estás sola y que por eso su padre la había educado a no depender de ningún hombre. Pero, claro, yo crecí en un entorno tradicional: me llevaron a un colegio de monjas cuando ya estaban de moda los colegios mixtos y me pasaron un mensaje en una botella: el capitán era siempre el hombre. Sin embargo, en la misma botella también colaron mis padres otro mensaje que iba más con los tiempos: debía estudiar una carrera, llevar un sueldo más a casa, es decir, tener la capacidad de navegar el barco, "por si acaso". Pero sólo por si acaso. Si había que sacrificar tiempo o profesión para seguir al otro, se hacía. Sobre todo al llegar los hijos, convirtiéndote en su tripulación
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Vanessa Montfort (Mujeres que compran flores)
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No quiero alejarme de mi hijo, de mis nietos. Me espanta la idea de separarme de ellos aunque sea por un día. Mi hijo tampoco se aleja de mí. Pronto hará veinticinco años que trabaja y ni una vez se ha ido de viaje. En su trabajo, la gente se sorprende. “Mejor me quedo contigo, mamá”, es lo que él me dice. Y mi nuera es igual. Es indescriptible… Si no tenemos una casa de veraneo es simplemente porque no somos capaces de separarnos ni por unos días. Ni un minuto puedo vivir sin ellos.
Quien haya estado en la guerra sabe lo que significa separarse por un día. Por un solo día.
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Svetlana Alexievich (War's Unwomanly Face)
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La ley prohibe que en tu testamento dispongas: con el solomillo de mi cadaver se hara roast-beef para mis hijos y nietos debera quedar dorado por fuera y sangrante por dentro y servirse con patatas hervidas al vapor.
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Camilo José Cela (Oficio de tinieblas 5)
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Los soldados me llevaron afuera. El traductor me siguió y me comunicó oficialmente mi sentencia. Cadena perpetua, reducida a treinta años. Mi liberación se fijaba para el año 2000. Con la reducción del tiempo por buena conducta, estaría libre el 7 de octubre de 1990. En diecisiete años yo tendría cuarenta y tres. Lillian tendría cuarenta y dos. El 1984 de George Orwell habría llegado y partido. El cometa Halley habría vuelto y también se habría marchado. Me perdería cuatro elecciones presidenciales más y cuatro olimpíadas. Papá se habría retirado, mamá estaría encanecida. Mis hermanos quizá se habrían casado y tendrían hijos adolescentes que saludarían al tío maduro a su regreso de Turquía. La juventud de mi vida se evaporaría en una cárcel turca.
-Getchmis Olsun -me deseó uno de los soldados que me llevaban a la cárcel. "Que pase pronto.
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Billy Hayes (Midnight Express)
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Escucha, hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida. He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine junto a tu cama. Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo. Te regañé cuando te vestías para ir a la escuela, porque apenas te mojaste la cara con una toalla. Te regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo. Durante el desayuno te regañé también. Volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado. Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con mantequilla. Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: " ¡Adiós, papito!" y yo fruncí el entrecejo y te respondí: "¡Ten erguidos los hombros!" Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí. Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre diga eso. ¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente, con una mirada de perseguido? Cuando levanté la vista del diario, impaciente por la interrupción, vacilaste en la puerta. "¿Qué quieres ahora?" te dije bruscamente. Nada respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón y que ni aun el descuido ajeno puede agotar. Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera. Bien, hijo; poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entró en mí un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender; esta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti. Y medía según la vara de mis años maduros. Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace entre las colinas. Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza. Es una pobre explicación; sé que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estás despierto. Pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: "No es más que un niño, un niño pequeñito". Temo haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro. He pedido demasiado, demasiado. ==========
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Anonymous
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Estaba segura de que nunca tendría que preocuparme por encontrar al amor de mi vida. Pensaba que me sucedería, igual que les había sucedido a mis padres y a mis abuelos. Alcanzaron la edad precisa, conocieron a la persona adecuada, se casaron, tuvieron hijos.
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Rainbow Rowell (Attachments)
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Me moría por terminar el bachillerato y empezar la universidad. Luego, moría por terminar la universidad y empezar a trabajar. Después, me moría por casarme y tener hijos. Más adelante, me moría por que mis hijos crecieran lo suficiente como para ir a la escuela, a fin de que yo pudiera volver a mi trabajo. Luego me moría por retirarme. Y ahora que estoy muriéndome, me doy cuenta, de pronto, ¡que me olvidé de vivir! [Autor anónimo]
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Josefina Vázquez Mota (Dios mío, hazme viuda por favor: El desafío de ser tú misma (Spanish Edition))
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Algunos defienden una aceptación “condicional”, cuyo principio afirma: “Debes ganarte el amor a ti mismo haciendo cosas extraordinarias” o “Tu autoestima depende de tus logros o éxitos”. Esto es tan absurdo como decir, por ejemplo, que solamente querré y aceptaré a mis hijos si son buenos estudiantes o se portan bien.
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Walter Riso (Maravillosamente imperfecto, escandalosamente feliz: Diez premisas liberadoras que transformarán tu vida de manera radical)
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Oh Señor, muéstrame la culpa de mi pecado, y hazme ver a tu Hijo amado pagando esta culpa en mi lugar. Enséñame a sentir gran pesar por mis pecados y a aborrecerlos, y dame la seguridad, por la enseñanza de tu Palabra y por la gracia de tu Espíritu de que todos han sido perdonados en el nombre de Jesús. Haz que pueda seguir mi camino regocijándome por ser un pecador salvado por tu gracia soberana”. ¿Elevarás al Señor esta oración?
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L.R. Shelton Jr. (Arrepentimiento Biblico: La necesidad de esta hora (Spanish Edition))
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La ortodoxia bíblica abarca la ortopraxia. Tanto la doctrina recta como la vida recta son absolutamente esenciales y totalmente inseparables para el verdadero hijo de Dios. Esa es la enseñanza consecuente de Cristo mismo. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8.31–32). Más allá de esto, la Escritura enseña clara y coherentemente la primacía de la creencia correcta como la base de la conducta correcta. En otras palabras, la vida recta se ve propiamente como el fruto de la fe auténtica, y nunca al revés. Los actos piadosos carentes de todo amor real por la verdad no constituyen en ninguna medida la ortopraxia genuina. Por el contrario, esa es la peor clase de hipocresía santurrona. Por lo tanto vale la pena pelear por la verdad. Como vimos, es la única cosa en el mundo por la cual la iglesia debería pelear. Si pierde esa pelea, todo lo demás está perdido.
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John F. MacArthur Jr. (Las lecturas diarias de MacArthur: Desatando la verdad de Dios un día a la vez (Spanish Edition))
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Oración de ruptura de ruina económica En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, por el poder de su Preciosa Sangre y de su Santa Cruz, rompo, desato y disuelvo toda envidia, maldición o maleficio que haya recaído sobre mi economía a causa de la maldad de mis enemigos, de mis propias infidelidades al no cumplir con el diezmo para la Iglesia o por los pecados e injusticias de mis antepasados que puedan estar impidiendo las bendiciones económicas que Dios tenga para mí. Lavo con la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo toda contaminación espiritual que haya recaído sobre mis bienes económicos a causa de los pecados que con ellos hayan cometido las personas que me los dieron o los que yo he cometido con ellos. Invoco la Providencia de Dios sobre mi patrimonio, para que la bendición de Dios lo multiplique y lo haga rendir y me comprometo desde este mismo instante a separar el 10% de todos mis ingresos para darlos a la Iglesia. Por último, nombro a la Santísima Virgen María administradora de todas mis pertenencias para que con ellas me alcance la riqueza eterna del Reino de su Hijo. Amén.
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Juan Gonzalo Callejas (Contra la brujeria: Manual para prevenir, diagnosticar y contrarrestar los efectos de la hechicería (Spanish Edition))
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Ése es el gran desafío,” dije, “cambiar nuestro pensamiento de ‘cómo arreglo las cosas yo’ a ‘cómo capacito a mis hijos para arreglar las cosas por sí mismos.
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Adele Faber (Cómo Hablar para que los Adolescentes Escuchen y Cómo Escuchar (Spanish Edition))
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ISMAELILLO Hijo: Espantado de todo, me refugio en ti. Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti. Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles que te amo demasiado para profanarte así. Tal como aquí te pinto, tal te han visto mis ojos. Con esos arreos de gala te me has aparecido. Cuando he cesado de verte en esa forma, he cesado de pintarte. Esos riachuelos han pasado por mi corazón. ¡Lleguen al tuyo!
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José Martín (Antología José Martí Final (Spanish Edition))
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Queridos hijos, denme sus inquietudes y problemas. Así su corazón quedará libre para la oración, y entonces oren por mis intenciones”. (A Ivan, verano de 1990).
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Emmanuel Maillard (La Paz tendra la ultima palabra (Spanish Edition))
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Casandra siempre dice que en las decisiones más importantes de tu vida estás sola y que por eso su padre la había educado a no depender de ningún hombre. Pero, claro, yo crecí en un entorno tradicional: me llevaron a un colegio de monjas cuando ya estaban de moda los colegios mixtos, y me pasaron un mensaje en una botella: el capitán era siempre el hombre. Sin embargo, en la misma botella también colaron mis padres otro
mensaje que iba más con los tiempos: debía estudiar una carrera, llevar un sueldo más a casa, es decir, tener la capacidad de navegar el barco, «por si acaso». Pero sólo por si acaso. Si había que sacrificar tiempo o profesión para seguir al otro, se hacía. Sobre todo al llegar los hijos, convirtiéndote en su
tripulación.
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Vanessa Montfort (Mujeres que compran flores)
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Proverbios 2:1-5 1 Hijo mío, presta atención a lo que digo y atesora mis mandatos. 2 Afina tus oídos a la sabiduría y concéntrate en el entendimiento. 3 Clama por inteligencia y pide entendimiento. 4 Búscalos como si fueran plata, como si fueran tesoros escondidos. 5 Entonces comprenderás lo que significa temer al SEÑOR y obtendrás conocimiento de Dios.
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Anonymous (La Biblia en un año NTV)
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Para lograrlo necesitaba rebasar los límites, empujar a mis bailarines no al extremo del trabajo físico, sino a los bordes de sus abismos emocionales. Incitar, forzar. Héctor sabía que con el arte no se transige. Que es necesario ser un hijo de puta para alcanzar las cuotas más altas. Que el arte no es un concurso de simpatía, sino de resultados. No retroceder, no retractarse, no ceder. Aunque, ¿no tendría razón Orson Welles? ¿No debe estar la vida por encima del arte, el bibliotecario antes que los inéditos de Shakespeare?
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Guillermo Arriaga (Salvar el fuego)
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¿Qué es lo más importante que puedo hacer por mis hijos para ayudarlos a salir adelante y a sentirse a gusto en el mundo?
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Daniel J. Siegel (El poder de la presencia: Cómo la presencia de los padres moldea el cerebro de los hijos y configura las personas que llegarán a ser)
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Entonces preparé mi jugada maestra. Hice correr rumores, mis compañeros dijeron a los de Carollo que yo ya me había olvidado de la maglia negra, que la daba por imposible, y que intentaría ganar la última etapa. Ya había estado cerca tres años antes, así que parecía lógico. Me aseguré bien de que Carollo me viera pasar hacia la cabeza del pelotón, ataqué con todas mis fuerzas y abrí hueco. Me escondí detrás de una casa. Vi pasar al pelotón. Puse en marcha el cronómetro y me senté a la sombra de un árbol. Entonces apareció un señor muy majo. —¡Pero tú eres Malabrocca! —Sí. —¿Te pasa algo, necesitas ayuda? —No, no, estoy pasando el rato, a ver si gano la maglia negra. —¡Qué bueno, Malabrocca! ¡Eres un grande! En mi familia te adoramos, ven un momento a casa, por favor, te tomas un vaso de vino, te preparamos una merienda. Mi mujer y mis hijos se pondrán contentísimos. ¡Ven, Malabrocca, vente un rato!
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Ander Izagirre (Cómo ganar el Giro bebiendo sangre de buey: Literatura de viaje (Spanish Edition))
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No obstante, es mejor ver al León y morir que ser el Tisroc del mundo y vivir y no haberlo visto a él. Mas el Glorioso Ser inclinó su cabeza dorada y tocó mi frente con su lengua y dijo: ‘Hijo, eres bienvenido’. Y yo dije: ‘Ay de mí, Señor, yo no soy hijo Tuyo, sino servidor de Tash’. Él respondió: ‘Hijo, el servicio que has prestado a Tash lo cuento como servicio prestado a mí’. Entonces debido a mi gran anhelo de sabiduría y entendimiento, superé mi miedo e interrogué al Glorioso Ser y dije: ‘Señor, ¿es verdad entonces, como dice el Mono, que tú y Tash sois uno?’
El León gruñó haciendo temblar la tierra (pero su ira no era contra mí) y dijo: ‘Es falso. No es porque él y yo seamos uno, sino porque somos lo opuesto, que tomo como mío el servicio que has dado a él, porque él y yo somos de tan diferente especie que ningún servicio vil puede prestárseme a mí, y nada que no sea vil puede ser hecho por él. Por lo tanto, si algún hombre jura por Tash y cumple su juramento por respeto al juramento, es por mí que ha jurado en realidad, aunque no lo sepa, y soy yo quien lo recompensa. Y si un hombre comete un acto de crueldad en mi nombre, entonces aunque pronuncie el nombre de Aslan es a Tash a quien está sirviendo y es Tash quien acepta su acción. ¿Comprendéis, Hijo?’.
Yo dije: ‘Señor, tú sabes cuánto entiendo’. Pero también dije (porque la sinceridad me lo imponía): ‘Sí, he buscado a Tash todos mis días’. ‘Amado’, dijo el Glorioso Ser, ‘si tu anhelo no hubiera sido por mí no habrías buscado tanto tiempo ni con tanta fidelidad. Pues todos encuentran lo que buscan de verdad’.
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C.S. Lewis
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—Extraño el verano —largó Jones—. Extraño el mar y las voces de mis hijos jugando en las olas.
—Yo extraño el viento y la lluvia. Daría cualquier cosa por estar en un fuerte temporal —agregó Herbert con los ojos llenos de olvido.
Sus palabras fueron arrastradas por el silencio y la lejanía de una nave de gran tamaño.
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TOMAS ANDREI
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«Mis hijos me pesan tanto que algunos días, a escondidas, siento deseos de huir. Si me quedo no es para cumplir con mi deber sino porque sé que una vez que me haya ido no aprovecharé mi libertad, no encontraré esa indiferencia que tanto deseo. Sé, por experiencia,
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Martha Alicia Chavez (Tu hijo, tu espejo (Nueva edición) (Spanish Edition))
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Tuve la suerte de que mi mujer y mis hijos no me hicieron sentir culpable por haber pasado tan poco tiempo con ellos y me permitieron ser egoísta.
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Alex Ferguson (Liderazgo (Spanish Edition))
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-Maldito seas, Kyle Haven - replicó Vivacia con voz áspera y templada, sin explicarse por qué hablaba así-. Maldito seas hasta lo más profundo de tu ser. Uno a uno, los has ido echando. Ocupaste el puesto de ni¡ capitán. Expulsaste de mis cubiertas a su hija, mi compañera durante mis días de sueño. Y ahora incluso tu propio hijo escapa de tu tiranía y nme despoja de toda amistad. Maldito seas.
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Robin Hobb (Las naves de la magia (Fantasía nº 54) (Spanish Edition))
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Cuando comprendí que mis hijos iban a quererme hiciera lo que hiciera, aunque no lo mereciera, me sentí abrumado por la responsabilidad. Ahora tenía que hacerme merecedor de ese cariño que desinteresadamente se me ofrecía. Por orgullo. Por vergüenza. Por no sentirme eternamente indigno del gran regalo que se me ha hecho. ¿De verdad queremos que nos recuerden por nuestros bofetones, por nuestra habilidad en el lanzamiento de zapatillas, por nuestros gritos, castigos e improperios?
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Carlos González (Hablando de niños: Un apasionado recorrido por la crianza en la literatura)
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Me esfuerzo por dejar un buen recuerdo en mis hijos. Sé que la memoria es generosa con los padres, que mis faltas serán disculpadas con tal de que no superen abrumadoramente a mis virtudes. Algún día, perdonados mis muchos pecados, espero ser recordado como un padre benigno aunque un poco bobo, que contaba cuentos y chistes malos, que consolaba llantos, que acunaba sueños.
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Carlos González (Hablando de niños: Un apasionado recorrido por la crianza en la literatura)
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¿Por qué, esposa de mi vida, por qué tan alegre cantas mientras cuento en mi desdicha mis penas, ¡ay!, que son tantas? De tanto que en casa he visto, joyas, muebles y moneda, es la Cruz de Jesucristo lo único que nos queda. No trabajaré ya nunca, mi enfermedad se ha agravado, yo me voy para la tumba y voy, ¡ay!, acompañado. Y este hijo nuestro, ¿qué hará solo, sin padre ni madre? ¿Un árbol encontrará que con su sombra lo ampare? ¿Y tú cantas? ¡Vive Dios! ¿Mi pena quieres que ignore? ¿Por qué cantas, di, mi amor? —Para que el niño no llore.
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Carlos González (Hablando de niños: Un apasionado recorrido por la crianza en la literatura)
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Quiénes son mis amigos los enfermos los débiles los pobres de espíritu los que no tienen donde caerse muertos los ancianos los niños las madres solteras —los estudiantes nó porque son revoltosos— los campesinos porque son humildes los pescadores porque me recuerdan a los santos apóstoles de Cristo los que no conocieron a su padre los que perdieron como yo a su madre los condenados a cadena perpetua en las llamadas oficinas públicas los humillados por sus propios hijos los ofendidos por sus propias esposas los araucanos los postergados una y otra vez los que no saben ni siquiera firmar los panaderos los sepultureros amigos míos son los soñadores — los idealistas que entregaron su vida como Él en holocausto por un mundo mejor.
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Javier Cercas (El loco de Dios en el fin del mundo)