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Un héroe de nuestro tiempo", muy señores míos, es, efectivamente, un retrato, pero no el de un hombre solo: es un registro constituido por los vicios, en pleno desarrollo, de toda nuestra generación. Volveréis a objetarme que un hombre no puede ser tan malvado; a lo cual replicaré que, si habéis creído en la posible existencia de tanto malhechor trágico y romántico, ¿por qué no admitís la realidad de un Pechorin? Si admirasteis invenciones mucho más terribles y monstruosas, ¿por qué ese carácter, incluso como invención, no gana de vuestra indulgencia? ¿No será, acaso, porque hay en él más verdad de lo que quisierais?
Me diréis que la moralidad no gana con ello. Disculpadme: se han venido sirviendo a las gentes demasiadas golosinas; por eso tienen estropeados los estómagos: se precisan medicamentos amargos, verdades acerbas.
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