Patria Y Vida Quotes

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Nos esforzamos por darle un sentido, una forma, un orden a la vida, y al final, la vida hace con una lo que le da la gana
Fernando Aramburu (Patria)
El que no tiene patria posee el mundo, el que se ha desprendido de todo posee la vida entera y el que no tiene culpa goza de paz.
Stefan Zweig (Los ojos del hermano eterno)
Nos esforzamos por darle un sentido, una forma, un orden a la vida, y al final la vida hace con una lo que le da la gana.
Fernando Aramburu (Patria)
Si alguien quisiera hacer una lectura de nuestra patria, de esta patria por la que hemos jurado morir en cada himno cantado en los patios de la escuela, esta patria que se ha llevado vidas de jóvenes en sus guerras, esta patria que ha enterrado gente en campos de concentración, si alguien quisiera hacer un registro exacto de esa mierda, entonces debería ver el cuerpo de La Tía Encarna. Eso somos como país también, el daño sin tregua al cuerpo de las travestis. La huella dejada en determinados cuerpos, de manera injusta, azarosa y evitable, esa huella de odio.
Camila Sosa Villada (Las malas)
Al llegar para mí la hora de rendir la vida ante el Altísimo, no olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta. Velad también vosotros, y para ello deponed, frente a los supremos intereses de la Patria y del pueblo español, toda mira personal.
Francisco Franco
—Ni me dejaron preparar el entierro. Cogieron a mi hijo y montaron con él un numerito patriótico. Les vino de perlas que se moriría. Para usarlo con intenciones políticas, ¿sabes? Como los usan a todos. Unos borregos, eso es lo que son. Unos ingenuos. Y Joxe Mari lo mismo. Les calientan la cabeza, les dan un arma y, hala, a matar. En casa nunca hemos hablado de política. A mí la política no me interesa. ¿Te interesa a ti? —Ni pizca. —Les meten malas ideas y, como son jóvenes, caen en la trampa. Luego se creen unos héroes porque llevan pistola. Y no se dan cuenta de que, a cambio de nada, porque al final no hay más premio que la cárcel o la tumba, han dejado el trabajo, la familia, los amigos. Lo han dejado todo para hacer lo que les mandan cuatro aprovechados. Y para romperles la vida a otras personas, dejando viudas y huérfanos por todas las esquinas.
Fernando Aramburu (Patria)
Soy hijo del camino, caravana es mi patria y mi vida la más inesperada travesía
Amin Maalouf (Leo Africanus)
-Imagínese lo que es un hombre de su edad arriesgando la poca vida que le queda por algo tan absurdo como una patria. -Nately volvió a alzarse en son de guerra. -¡No tiene nada de absurdo arriesgar la vida por la patria!- declaró. -¿Ah, no? -preguntó el viejo-. ¿Qué es un país, al fin y al cabo? Un trozo de tierra rodeado por todas partes de fronteras, por lo general antinaturales. Los ingleses mueren por Inglaterra, los americanos por América, los alemanes por Alemania, los rusos por Rusia. Hay unos cincuenta o sesenta países luchando en esta guerra. No es posible que merezca la pena morir por todos ellos. -Cualquier cosa por la que valga la pena vivir también vale la pena morir por ella -dijo Nately. -Y cualquier cosa por la que valga la pena morir -replicó el viejo blasfemo- vale la pena vivir por ella. Es usted tan puro y tan inocente que casi me da lástima. ¿Cuántos años tiene? ¿Veinticinco? ¿Veintiséis? -Diecinueve -respondió Nately-. Cumpliré veinte en enero. -Si sigue usted vivo.
Joseph Heller (Catch-22)
El rostro del enano era tan feo y estaba tan inmóvil como siempre; no reflejaba nada de sus pensamientos. Precisamente estaba pensando en su perrito ahogado, Fino, y en el papagayo a quien habían retorcido el cuello, y se le ocurrió que él, como todos los seres, así animales como hombres, estaba permanentemente cerca de la mina, que en este mundo nada podemos prever ni saber como no sea la segura muerte. Pensaba en su padre, en la patria, y en toda su vida, y entonces una sonrisa burlona se extendió por su rostro, porque consideraba que casi siempre y en todas partes los sabios están al servicio de los necios y que la vida de casi todos los hombres bien puede compararse a una mala comedia.
Hermann Hesse (The Fairy Tales of Hermann Hesse)
Vivís de modo pleno, poseéis la fuerza del amor y de la intuición. Nosotros, los hombres de intelecto, aunque a menudo parecemos conduciros y regiros, no vivimos plenamente sino de modo seco y descarnado. Es vuestra la plenitud de la vida, el jugo de los frutos, el jardín del amor, la maravillosa región del arte. Vuestra patria es la tierra y la nuestra la idea.
Hermann Hesse (Narcissus and Goldmund)
Puerto Rico depende de tu vida y tu nombre, colgando en ti van millones de esperanzas para resucitar en lo que nos fue robado y hacer valer de nuevo el honor de la Patria. Puerto Rico depends on your life and your name, resting on you are millions of hopes to be resurrected in what was stolen from us and to renew the worth of the Nation's honor. (Puerto Rico está en tí / Puerto Rico Is in You)
Julia de Burgos
Yo había estado en otros pueblos de los que me había ido sin parecer un lloricas. Así había sido varias veces: mi madre tenía una nueva plaza, hacíamos el equipaje y nos íbamos, sin más. Viajaba contento y a salvo porque «mi patria», como decía mi padre, cabía «en un utilitario pequeño». No solo es que con cada nuevo destino nos acercáramos más al puñetero Madrid, o sea, a mi padre. Sino que, de algún modo, también sentía que todas las cosas imprescindibles para mi vida estaban en ese coche: mi madre, mis hermanas, mis cosas, mis tebeos. Pero llega una edad en la que te das cuenta de que hay un tam-tam apache que te llama, una edad en la que amplías esa patria que decía papá. O, directamente, la cambias. Y entonces sales y compruebas que las cosas imprescindibles no tienen necesariamente tu sangre, ni tu apellido, ni tu mismo techo, ni el mismo destino que tu madre. Lo de fuera empieza a ganarle terreno a lo de dentro. Tu casa es un espacio borroso como un día de niebla que va desde los caminos hasta las riberas. Tu familia son también los amigos, un tendero cojo, los gatos del vecino. Y las lecciones no son cosa de una maestra, sino de una sorda o de una niña que te cobra un duro por enseñarte el culo.
Pedro Simón (Los ingratos)
Les meten malas ideas, y como son jóvenes, caen en la trampa. Luego se creen unos héroes porque llevan pistola. Y no se dan cuenta de que, a cambio de nada, porque al final no hay más premio que la cárcel o la tumba, han dejado el trabajo, la familia y los amigos. Lo han dejado todo para hacer lo que les mandan cuatro aprovechados. Y para romperles la vida a otras personas, dejando viudas y huérfanos por las esquinas.
Fernando Aramburu (Patria)
Nadar en agua jabonosa Y soplar con el culo Para hacer pompas Anular a un mariquita Poniéndole un tapón Con hormigón Levantar vestidos azules Y deslizar la mano En medio de los pelos Amasar los senos de una muchacha Bajo una rebeca De lana de angora Subir a la guillotina Para poner un mojón Grande, humeante, redondo En un atajo Comer fresas silvestres Tú y yo solamente Y para servir a la patria Follirte toda la vida Eso es la vida.
Boris Vian
No morirá la flor de la palabra. Podrá morir el rostro oculto de quien la nombra hoy, pero la palabra que vino desde el fondo de la historia y de la tierra ya no podrá ser arrancada por la soberbia del poder. Nosotros nacimos de la noche. En ella vivimos. Moriremos en ella. Pero la luz será mañana para los más, para todos aquellos que hoy lloran la noche, para quienes se niega el día, para quienes es regalo la muerte, para quienes está prohibida la vida. Para todos la luz. Para todos todo. Para nosotros el dolor y la angustia, para nosotros la alegre rebeldía, para nosotros el futuro negado, para nosotros la dignidad insurrecta. Para nosotros nada. Nuestra lucha es por hacernos escuchar, y el mal gobierno grita soberbia y tapa con cañones sus oídos. Nuestra lucha es por el hambre, y el mal gobierno regala plomo y papel a los estómagos de nuestros hijos. Nuestra lucha es por un techo digno, y el mal gobierno destruye nuestra casa y nuestra historia. Nuestra lucha es por el saber, y el mal gobierno reparte ignorancia y desprecio. Nuestra lucha es por la tierra, y el mal gobierno ofrece cementerios. Nuestra lucha es por un trabajo justo y digno, y el mal gobierno compra y vende cuerpos y vergenzas. Nuestra lucha es por la vida, y el mal gobierno oferta muerte como futuro. Nuestra lucha es por el respeto a nuestro derecho a gobernar y gobernarnos, y el mal gobierno impone a los más la ley de los menos. Nuestra lucha es por la libertad para el pensamiento y el caminar, y el mal gobierno pone cárceles y tumbas. Nuestra lucha es por la justicia, y el mal gobierno se llena de criminales y asesinos. Nuestra lucha es por la historia, y el mal gobierno propone olvido. Nuestra lucha es por la Patria, y el mal gobierno sueña con la bandera y la lengua extranjeras. Nuestra lucha es por la paz, y el mal gobierno anuncia guerra y destrucción... (Cuarta Declaración de la Selva Lacandona)
Subcomandante Marcos
Los estados se fundamentan en mitos nacionales comunes. Dos serbios que nunca se hayan visto antes pueden arriesgar su vida para salvar el uno al otro porque ambos creen en la existencia de la nación serbia, en la patria serbia y en la bandera serbia. Los sistemas judiciales se sostienen sobre mitos legales comunes. Sin embargo, dos abogados que no se conocen de nada pueden combinar sus esfuerzos para defender a un completo extraño porque todos creen en la existencia de leyes, justicia, derechos humanos… y en el dinero que se desembolsa en sus honorarios.
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
El reino de los Veinticinco Años de Paz era sólo el fruto acendrado y visible de una subterránea labor de generaciones consagradas a la noble y dichosa misión de mantener contra viento y marea la rígida inmovilidad de los principios, el respeto necesario de las leyes, la obediencia veloz y ciega a las normas misteriosas que gobiernan la humana sociedad jerarquizada en categorías y clases sociales (cada una de ellas representando a la perfección su papel en el ilusorio teatro de la vida). Al término de tan vasta y provechosa experiencia el pueblo aprendía a aplicar por sí mismo los designios catárticos y en aquel espurio verano de 1963 tu patria se había convertido en un torvo y somnoliento país de treinta y pico millones de policías no uniformados.
Juan Goytisolo (Marks of Identity)
A mí, Hasan, hijo de Mohamed el alamín, a mí, Juan León de Médicis, circuncidado por la mano de un barbero y bautizado por la mano de un papa, me llaman hoy el Africano, pero ni de África, ni de Europa, ni de Arabia soy. Me llaman también el Granadino, el Fesí, el Zayyati, pero no procedo de ningún país, de ninguna ciudad, de ninguna tribu. Soy hijo del camino, caravana es mi patria y mi vida la más inesperada travesía. Mis muñecas han sabido a veces de las caricias de la seda y a veces de las injurias de la lana, del oro de los príncipes y de las cadenas de los esclavos. Mis dedos han levantado mil velos, mis labios han sonrojado a mil vírgenes, mis ojos han visto agonizar ciudades y caer imperios. Por boca mía oirás el árabe, el turco, el castellano, el beréber, el hebreo, el latín y el italiano vulgar, pues todas las lenguas, todas las plegarias me pertenecen. Mas yo no pertenezco a ninguna. No soy sino de Dios y de la tierra, y a ellos retornaré un día no lejano. Y tú permanecerás después de mí, hijo mío. Y guardarás mi recuerdo. Y leerás mis libros. Y entonces volverás a ver esta escena: tu padre, ataviado a la napolitana, en esta galera que lo devuelve a la costa africana, garrapateando como mercader que hace balance al final de un largo periplo. Pero no es esto, en cierto modo, lo que estoy haciendo: qué he ganado, qué he perdido, qué he de decirle al supremo Acreedor? Me ha prestado cuarenta años que he ido dispersando a merced de los viajes: mi sabiduría ha vivido en Roma, mi pasión en el Cairo, mi angustia en Fez, y en Granada vive aún mi inocencia.
Amin Maalouf (Leo Africanus)
El ejército alemán no está en el Reich para servir de escuela a la conservación de peculiarismos regionales, sino más bien para formar una institución donde todos los alemanes, aprendan a comprenderse recíprocamente y a adaptarse los unos a los otros. Todo aquello que en la vida nacional pudiera significar antagonismo, ha de saberlo allanar el ejército obrando como el factor de unificación. Deberá, además, sacar al joven conscripto del horizonte estrecho de su campanario y situarlo en el ambiente de la nación. No serán las fronteras de su terruño las que él vea; sino las de la patria, pues, son éstas las que un día tendrá él que defender. Por eso, es improcedente dejarlo en su propio terruño en lugar de hacer que conozca otras partes de Alemania durante el tiempo de su servicio militar.
Adolf Hitler (Mi Lucha)
la vida espiritual es la vida verdadera, es la vida normal del espíritu; su existencia terrestre sólo es transitoria y pasajera; es una especie de muerte si se la compara con el esplendor y la actividad de la vida espiritual. El cuerpo no es otra cosa que un hábito grosero que reviste momentáneamente el espíritu, verdadera causa que le une al terrón de tierra, y es feliz cuando queda libre de ella. El respeto que se tiene por los muertos no es por la materia, sino por el recuerdo del espíritu ausente; es análogo al que se tiene por los objetos que le pertenecieron, que él tocó y que los que le han amado guardan como reliquias. Esto es lo que aquel hombre no podía comprender por sí mismo; Jesús se lo enseñó diciéndole: "No os inquietéis por el cuerpo; antes bien, cuidad al espíritu id a enseñar el reino de Dios; id a decir a los hombres que su patria no está en la Tierra, sino en el Cielo, en donde se encuentra la verdadera vida".
Allan Kardec (El Evangelio segun los Espiritus (Spanish Edition))
El ejército inculcó el sentimiento de la responsabilidad absoluta y fomentó también el espíritu de decisión. Contrariamente a lo que ocurría en la vida corriente, saturada de codicia y de materialismo, el ejército educó al pueblo hacia el ideal y hacia la devoción por la patria y por su grandeza. El ejército fue una escuela de educación del pueblo, unido frente a la división de clases y quizá su único defecto fue el de haber instituido el sistema del servicio voluntario de un año; defecto decimos, porque debido a ese sistema se dañaba el principio de la igualdad absoluta, colocando al individuo de mayor preparación intelectual fuera del marco común, lo contrario de lo cual es lo que precisamente habría sido lo provechoso. Ante la carencia del sentido real de la vida que dominaba en nuestras clases elevadas y su alejamiento de su mismo pueblo, habría sido el ejército precisamente el único capaz de influir benéficamente, evitando, por lo menos dentro de sus filas, todo aislamiento de la clase llamada intelectual
Adolf Hitler (Mein Kampf)
Estoy convencido de que hay hombres que nacen fuera de su ambiente. La casualidad los coloca en un determinado medio, pero siempre sienten nostalgia de una patria que no conocen. Son extranjeros en el país de su nacimiento, y los senderos que conocieron de niños, o las calles populosas donde jugaron, no son para ellos más que lugares de paso. A veces permanecen durante toda su vida como extranjeros entre sus conciudadanos, sin conseguir aclimatarse al único ambiente que han conocido. Quizá sea esta sensación de extrañamiento la que impulsa a los hombres a recorrer el mundo en busca de algo permanente donde asentar sus reales. Quizá sea un arraigado atavismo el que los incita a volver a lugares que sus antepasados abandonaron en los oscuros comienzos de la historia. Los hombres descubren a veces un lugar al que, por causa desconocida, se sienten pertenecer. Aquella es la patria que buscaban y se quedan a vivir en regiones que no habían visto hasta entonces, entre hombres que jamás conocieron, como si les fueran familiares desde su nacimiento. En una palabra, allí encuentran por fin el apetecido descanso.
W. Somerset Maugham
De todas las criaturas que tienen mente y alma no hay especie más mísera que la de las mujeres. Primero han de acopiar dinero con que compren un marido que en amo se torne de sus cuerpos, lo cual es ya la cosa más dolorosa que hay. Y en ello es capital el hecho de que sea buena o mala la compra, porque honroso el divorcio no es para las mujeres ni el rehuir al cónyuge. Llega una, pues, a nuevas leyes y usos y debe trocarse en adivina, pues nada de soltera aprendió sobre cómo con su esposo portarse. Si, tras tantos esfuerzos, se aviene el hombre y no protesta contra el yugo, vida envidiable es ésta; pero, si tal no ocurre, morirse vale más. El varón, si se aburre de estar con la familia, en la calle al hastío de su humor pone fin; nosotras nadie más a quien mirar tenemos. Y dicen que vivimos en casa una existencia segura mientras ellos con la lanza combaten, mas sin razón: tres veces formar con el escudo preferiría yo antes que parir una sola. Pero el mismo lenguaje no me cuadra que a ti: tienes esta ciudad, la casa de tus padres, los goces de la vida, trato con los amigos, y en cambio yo el ultraje padezco de mi esposo, que de mi tierra bárbara me raptó, abandonada, sin patria, madre, hermanos, parientes en los cuales pudiera echar el ancla frente a tal infortunio.
Euripides (Medea)
Habían aparecido pintadas en las paredes. Una de tantas: TXATO TXIBATO. Por la rima, supongo, pero el caso es difamar y meter miedo. Fulano hace un poco, mengano hace otro poco y, cuando ocurre la desgracia que han provocado entre todos, ninguno se siente responsable porque, total, yo solo pinté, yo solo revelé dónde vivía, yo solo le dije unas palabras que igual ofenden, pero, oye, son solo palabras, ruidos momentáneos en el aire. De la noche a la mañana mucha gente del pueblo empezó a negarles el saludo. ¿El saludo? Eso es mucho pedir. Hasta la mirada les negaban. AHabían aparecido pintadas en las paredes. Una de tantas: TXATO TXIBATO. Por la rima, supongo, pero el caso es difamar y meter miedo. Fulano hace un poco, mengano hace otro poco y, cuando ocurre la desgracia que han provocado entre todos, ninguno se siente responsable porque, total, yo solo pinté, yo solo revelé dónde vivía, yo solo le dije unas palabras que igual ofenden, pero, oye, son solo palabras, ruidos momentáneos en el aire. De la noche a la mañana mucha gente del pueblo empezó a negarles el saludo. ¿El saludo? Eso es mucho pedir. Hasta la mirada les negaban. Amigos de toda la vida, vecinos, también algunos niños. ¿Qué sabrán los inocentes? Pero, claro, en casa escuchan las conversaciones de sus padres
Fernando Aramburu (Patria)
¿Así que nuestros antepasados medievales eran felices porque encontraban sentido a la vida en los engaños colectivos acerca de la vida en el más allá? Sí. Mientras nadie echara por tierra sus fantasías, ¿por qué no tenían que serlo? Hasta donde podemos saber, desde un punto de vista puramente científico, la vida humana no tiene en absoluto ningún sentido. Los humanos son el resultado de procesos evolutivos ciegos que operan sin objetivo ni propósito. Nuestras acciones no forman parte de ningún plan cósmico divino, y si el planeta Tierra hubiera de explotar mañana por la mañana, probablemente el universo seguiría su camino como de costumbre. Hasta donde podemos decir en este punto, no se echaría en falta la subjetividad humana. De ahí que cualquier sentido que la gente atribuya a su vida es solo una ilusión. Los sentidos ultramundanos que las gentes medievales encontraban que tenía su vida no eran más ilusión que lo que las gentes modernas encuentran en los modernos sentidos humanistas, nacionalistas y capitalistas. La científica que dice que su vida tiene sentido porque aumenta el compendio del saber humano, el soldado que declara que su vida tiene sentido porque lucha para defender a su patria, y el empresario que encuentra sentido en la creación de una nueva compañía, se engañan igual que sus homólogos medievales que encontraban sentido en la lectura de las Escrituras, en emprender una cruzada o en construir una nueva catedral. De
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
No había piedad en ellos, ni siquiera esos ápices de humanidad que a veces uno vislumbra incluso en los más desalmados. Frailes, juez, escribano y verdugos se comportaban con una frialdad y un distanciamiento tan rigurosos que era precisamente lo que más pavor producía; más, incluso, que el sufrimiento que eran capaces de infligir: la helada determinación de quien se sabe respaldado por leyes divinas y humanas, y en ningún momento pone en duda la licitud de lo que hace. Después, con el tiempo, aprendí que, aunque todos los hombres somos capaces de lo bueno y de lo malo, los peores siempre son aquellos que, cuando administran el mal, lo hacen amparándose en la autoridad de otros, en la subordinación o en el pretexto de las órdenes recibidas. Y si terribles son quienes dicen actuar en nombre de una autoridad, una jerarquía o una patria, mucho peores son quienes se estiman justificados por cualquier dios. Puestos a elegir con quien habérselas a la hora, a veces insoslayable, de tratar con gente que hace el mal, preferí siempre a aquellos capaces de no acogerse más que a su propia responsabilidad. Porque en las cárceles secretas de Toledo pude aprender, casi a costa de mi vida, que nada hay más despreciable, ni peligroso, que un malvado que cada noche se va a dormir con la conciencia tranquila. Muy malo es eso. En especial, cuando viene parejo con la ignorancia, la superstición, la estupidez o el poder; que a menudo se dan juntos. Y aún resulta peor cuando se actúa como exégeta de una sola palabra, sea del Talmud, la Biblia, el Alcorán o cualquier otro escrito o por escribir. No soy amigo de dar consejos –a nadie lo acuchillan en cabeza ajena-, mas ahí va uno de barato: desconfíen siempre vuestras mercedes de quien es lector de un solo libro.
Arturo Pérez-Reverte (Purity of Blood (Adventures of Captain Alatriste, #2))
Pensándolo bien, la Argentina nunca fue un país. Fue un reñidero de gallos y, a veces, una patria.
Julio Llinás (Querida Vida)
La vida de ciudad había partido su ser en dos, le había hecho más distinguido que sus coterráneos, pero también más débil: y ahora se sentía como un sin patria en todas partes.
Anonymous
No era de esos padres que temieran por la vida de sus hijos, y mucho menos cuando la exponían defendiendo a la Patria.
El Barón Rojo (El Barón Rojo: Autobiografía (Caballeros de la Pour le Merité nº 2) (Spanish Edition))
Pronto comprendí que la igualdad que predicaban no era que todos fuésemos ricos, sino que todos debíamos ser igualmente pobres; especialmente la gente del «pueblo», porque los que formaban la elite gobernante vivían en la opulencia, el mismo tipo de vida que ellos tanto condenaban.   Los dirigentes comunistas, títeres de Moscú, formaron una nueva clase social rica y poderosa, dueña de la vida y la muerte de los ciudadanos y los que disentían de sus ideas o denunciaban sus desmanes eran acusados de traidores a la patria y encarcelados. 
Blanca Miosi (La búsqueda: El niño que se enfrentó a los nazis)
A aquellas antiguas espadas, a aquellos ilustres aceros, que encaman las glorias pasadas... Y al sol que hoy alumbra las nuevas victorias ganadas, y al héroe que guía su grupo de jóvenes fieros, al que ama la insignia del suelo materno, al que ha desafiado, ceñido el acero y el arma en la mano, los soles del rojo verano, las nieves y vientos del gélido invierno, la noche, la escarcha y el odio y la muerte, por ser por la patria inmortal, ¡saludan con voces de bronce las trompas de guerra que tocan la marcha triunfal!...
Rubén Darío (Cantos De Vida Y Esperanza: Los Cisnes, Y Otros Poemas)
A aquellas antiguas espadas, a aquellos ilustres aceros, que encaman las glorias pasadas... Y al sol que hoy alumbra las nuevas victorias ganadas, y al héroe que guía su grupo de jóvenes fieros, al que ama la insignia del suelo materno, al que ha desafiado, ceñido el acero y el arma en la mano, los soles del rojo verano, las nieves y vientos del gélido invierno, la noche, la escarcha y el odio y la muerte, por ser por la patria inmortal, ¡saludan con voces de bronce las trompas de guerra que tocan la marcha triunfal!...
Rubén Darío (Cantos De Vida Y Esperanza: Los Cisnes, Y Otros Poemas)
El carisma era también un modo de vida. Una forma de estar consigo mismo y con el otro. No era un don. Era un vínculo.
Alberto Barrera Tyszka (Patria o muerte)
Reims era una ciudad dividida por una frontera de clase muy marcada: de un lado, la gran burguesía; del otro, los obreros pobres. Los círculos filantrópicos de la primera se preocupaban por las malas condiciones de vida de la segunda y por sus nefastas consecuencias. El temor por la disminución de la natalidad había provocado un profundo cambio en la manera de percibir a las “familias numerosas”: estas, que hasta fines del siglo xix habían sido consideradas por reformadores y demógrafos como promotoras de desorden y productoras de una juventud de delincuentes, se habían convertido, a principios del siglo xx, en una muralla indispensable para detener el proceso de despoblación que amenazaba la patria con una debilidad alarmante frente a los países enemigos. Mientras que los impulsores del malthusianismo las habían estigmatizado y combatido, desde ese momento el discurso dominante —tanto el de derecha como el de izquierda— exhortaba a alentarlas y valorarlas y, como consecuencia, también apoyarlas. Así, la propaganda natalista estuvo acompañada de proyectos urbanísticos que garantizaran, a los nuevos pilares de la nación regenerada, un hábitat decente, que permitiera conjurar los peligros —en los que la burguesía reformadora insistía hacía tiempo— de una infancia obrera en viviendas en malas condiciones y librada a la calle: la proliferación anárquica de niños malos y niñas amorales.
Didier Eribon (Regreso a Reims (Spanish Edition))
Instalados durante millones de años en la patria común africana, evento tras evento y golpe tras golpe, nuestros antepasados forjaron las sucesivas semillas que desembocaron en lo que, para bien o para mal, nos hemos convertido. No hay duda. Somos hijos de la crisis.
Jordi Agustí (El ajedrez de la vida)
No, la Revolución no había sido sólo hurto, rapiña y anarquía. Fue, a veces, esto: pero fue asimismo algo más. Por ella murieron millares y millares de hombres que como yo, abandonaron a temprana edad comodidades, la paz en el hogar, el trabajo cotidiano y la vida sedentaria, para construir un México mejor, una patria en la cual el dolor y la alegría, la amargura y la fe, la pena y la felicidad lucharan en condiciones iguales y en la que, quienes saliéramos con vida de la prueba de fuego, supiéramos que nuestros esfuerzos no habían sido vanos y que, con nuestra sangre y nuestros huesos, habíamos cimentado su futuro.
Daniel Cosío Villegas (Historia general de México. Version 2000 (Spanish Edition))
Entre el ir y venir de las nuevas emociones, Bolívar descubre por vez primera –quizá sin sopesarlo en justeza– una de sus mayores fuerzas: la ambición. Llevado por ella y valido de las ya ningunas limitaciones de su espíritu, entra sin recelo en la "Logia de Cádiz", filial de la Gran Logia Americana de Londres, donde encuentra que le hacen prestar este juramento, sobreañadido a los juramentos propios de la sociedad: "Nunca reconocerás por gobierno legítimo de tu patria sino aquel que sea elegido por la libre y espontánea voluntad de los pueblos, y siendo el sistema republicano el más aceptable al gobierno de las Américas, propenderás por cuantos medios estén a tus alcances a que los pueblos se decidan por él". Este juramento, prestado dentro de los ritos severos de la masonería debió de tatuarse en el corazón del iniciado como con estilete de llamas, pues fue leal a él toda su vida, aun en la hora en que le incitaron para que se coronase rey.
Alfonso Rumazo González (Simón Bolívar (Spanish Edition))
«en su condición de amenaza constante sobre las cabezas de los que poseen riquezas; de los que, para preservarlas, envían implacables a los otros a los frentes del hambre y del honor de la patria, mientras pretenden consolarnos diciendo y repitiendo que la riqueza no es lo más importante en esta vida. Que Dios nos conserve para siempre el comunismo, para que esta chusma no se vuelva todavía más desvergonzada ... y para que, por lo menos, cuando se vayan a dormir sufran pesadillas».[13] Las cosas comenzaron a cambiar a partir de 1968 con el fracaso de la ilusión del comunismo europeo, cuando la negativa de los dirigentes comunistas franceses a apoyar en París la revolución que habían iniciado los estudiantes y, mucho más aún, la incapacidad de los dirigentes de la Unión Soviética y de los países de su área para aceptar el desafío del programa de socialismo con rostro humano que se había planteado en la primavera de Praga, demostraron
Josep Fontana (El siglo de la revolución: Una historia del mundo desde 1914 (Serie Mayor) (Spanish Edition))
Empezó primero por llevarme a las cárceles, en donde aprendí en seguida a conocer cuán grande es la malicia y la miseria de los hombres. Me horroricé al contemplar cantidad de muchachos, de doce a dieciocho años, sanos y robustos, de ingenio despierto, que estaban allí ociosos, roídos por los insectos y faltos en absoluto del alimento espiritual y material. En estos infelices estaban personificados el oprobio de la patria, el deshonor de la familia y su propia infamia. Pero ¡cuál no fue mi asombro y mi sorpresa cuando me di cuenta de que muchos de ellos salían con propósito firme de una vida mejor y que luego volvían a ser conducidos al lugar de castigo de donde habían salido pocos días antes!
Juan Bosco (Autobiografía de San Juan Bosco)
Como había dicho Karl Kraus, se podía rechazar su praxis a la vez que se deseaba que se conservasen «en su condición de amenaza constante sobre las cabezas de los que poseen riquezas; de los que, para preservarlas, envían implacables a los otros a los frentes del hambre y del honor de la patria, mientras pretenden consolarnos diciendo y repitiendo que la riqueza no es lo más importante en esta vida. Que Dios nos conserve para siempre el comunismo, para que esta chusma no se vuelva todavía más desvergonzada ... y para que, por lo menos, cuando se vayan a dormir sufran pesadillas».
Josep Fontana (El siglo de la revolución: Una historia del mundo desde 1914 (Serie Mayor) (Spanish Edition))
Si cada hora viene con su muerte Si el tiempo es una cueva de ladrones Los aires ya no son los buenos aires La vida es nada más que un blanco móvil Usted preguntará por qué cantamos Si nuestros bravos quedan sin abrazo La patria se nos muere de tristeza Y el corazón del hombre se hace añicos Antes aún que explote la vergüenza Usted preguntará por qué cantamos Si estamos lejos como un horizonte Si allá quedaron árboles y cielo Si cada noche es siempre alguna ausencia Y cada despertar un desencuentro Usted preguntará por que cantamos Cantamos por qué el río está sonando Y cuando suena el río / suena el río Cantamos porque el cruel no tiene nombre Y en cambio tiene nombre su destino Cantamos por el niño y porque todo Y porque algún futuro y porque el pueblo Cantamos porque los sobrevivientes Y nuestros muertos quieren que cantemos Cantamos porque el grito no es bastante Y no es bastante el llanto ni la bronca Cantamos porque creemos en la gente Y porque venceremos la derrota Cantamos porque el sol nos reconoce Y porque el campo huele a primavera Y porque en este tallo en aquel fruto Cada pregunta tiene su respuesta Cantamos porque llueve sobre el surco Y somos militantes de la vida Y porque no podemos ni queremos Dejar que la canción se haga ceniza.
Mario Benedetti (Cotidianas)
¡No, no, no más, hombre, por Dios! ¿Por qué hacerme usted escribir faltando a mi resolución? Vamos, ¿qué adelanta usted sino hacerme pasar por el dolor de decir a usted mil veces no? Señor, usted es excelente, es inimitable; jamás diré otra cosa sino lo que es usted. Pero, mi amigo, dejar a usted por el general Bolívar es algo; dejar a otro marido sin las cualidades de usted sería nada. ¿Y usted cree que yo, después de ser la predilecta de este general por siete años y con la seguridad de poseer su corazón, prefiera ser la mujer del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, o de la Santísima Trinidad? Si algo siento, es que no haya sido usted mejor para haberlo dejado. Yo sé muy bien que nada puede unirme a él bajo los auspicios de lo que usted llama honor. ¿Me cree usted más honrada por ser él mi amante y no mi esposo? ¡Ah! Yo no vivo de las preocupaciones sociales, inventadas para atormentarse mutuamente. Déjeme usted, mi querido inglés. Hagamos otra cosa: en el cielo nos volveremos a casar, pero no en la tierra. ¿Cree usted malo este convenio? Entonces diría yo a usted que era muy descontento. En la patria celestial pasaremos una vida angelical y toda espiritual (pues, como hombre, usted es pesado); allá todo será a la inglesa, porque la vida monótona está reservada a su nación (en amores digo; pues en lo demás, ¿quiénes más hábiles para el comercio y la marina?). El amor les acomoda sin placeres; la conversación, sin gracia, y el caminar, despacio; el saludar, con reverencia; el levantarse y sentarse, con cuidado; la chanza, sin risa; éstas son formalidades divinas; pero yo, miserable mortal que me río de mí misma, de usted y de otras seriedades inglesas, etc., ¡qué mal me iría en el cielo! Tan malo como si fuera a vivir en Inglaterra o Constantinopla, pues los ingleses me deben el concepto de tiranos con las mujeres, aunque no lo fuese usted conmigo, pero sí más celoso que un portugués. Eso no lo quiero yo. ¿No tengo buen gusto? Basta de chanzas. Formalmente y sin reírme, con toda la seriedad, verdad y pureza de una inglesa digo "que no me juntaré más con usted". Usted anglicano y yo atea, es el más fuerte impedimento religioso; el que estoy amando a otro es mayor y más fuerte. ¿No ve usted con qué formalidad pienso? Su invariable amiga, Manuela.
Alfonso Rumazo González (Simón Bolívar (Spanish Edition))
El ejercito es un estado superior dentro de una sociedad inferior, ya que nosotros somos la fuerza especifica del país. Y sin embargo, estamos sometidos a las resoluciones del gobierno...¿y el gobierno quien lo constituye?... el poder legislativo y el ejecutivo... es decir, hombres elegidos por partidos políticos informes... ¡y que representantes señores! Ustedes saben mejor que yo que para ser diputado hay que haber tenido una carrera de mentiras, comenzando como vago de comité, transando y haciendo vida común con perdularios de todas las calañas, en fin, una vida al margen del código y de la verdad. No se si esto ocurre en países más civilizados que el nuestro, pero aquí es así. En nuestra cámara de diputados y senadores, hay sujetos acusados de usura y homicidio, bandidos vendidos a empresas extranjeras, individuos de una ignorancia tan crasa, que el parlamentarismo resulta aquí la comedia más grotesca que haya podido envilecer a un país. Las elecciones presidenciales se hacen con capitales norteamericanos, previa promesa de otorgar concesiones a una empresa interesada en explotar nuestras riquezas nacionales. No exagero cuando digo que la lucha de los partidos políticos en nuestra patria no es nada más que una riña entre comerciantes que quieren vender el país al mejor precio.
Roberto Arlt (Los siete locos (Los siete locos, #1))
9 de noviembre A Yegórov le quemaron la casa y asesinaron a su hijo. A Wrede le mataron a su padre. A Fedia, a su madre. Entiendo por qué odian a los Rojos. Pero yo, ¿por qué los odio? No tengo casa ni familia. No tengo pérdidas porque no tengo bienes. A muchas cosas soy indiferente. Qué me importa a mí quién frecuenta el Yar: si un gran príncipe borracho o un marinero ebrio con pendiente. Me da igual quién se «enriquezca» —es decir, quién robe—, si un funcionario zarista o un comunista con «conciencia de clase»: a fin de cuentas, no solo de pan vive el hombre. No me importa quién ostente el poder en el país: si la Cheká bolchevique o la Ojrana zarista. Después de todo, se recoge lo que se siembra. ¿Qué ha cambiado? Nada, salvo los nombres. ¿Hay que blandir la espada por tanta vanidad? Pero los odio. Descamisados, con un emboquillado en los labios, traicionaron a Rusia en el frente. Y descamisados, con un emboquillado en los labios, ahora la profanan. Profanan la vida cotidiana. Profanan la lengua. Profanan incluso la palabra «ruso». Se jactan de no tener linaje. Para ellos, la patria es un prejuicio. En nombre de su bienestar, venden por unos pocos kopeks una herencia que no les pertenece, que no es suya, sino de nuestros padres. ¡Y son estas bestias las que dictan las leyes en Moscú…! Si un piojo de tu camisa te grita que eres una pulga sal a la calle y ¡mátalo! Savínkov, Borís. El caballo negro (Impedimenta) (Spanish Edition) (Posición en Kindle433-447). Impedimenta. Edición de Kindle.
Boris Savinkov (El caballo negro)
Después de curiosear aquí y allá terminé entrando en un centro comercial, que es la patria del que no sabe qué hacer. El ruido era tan compacto que parecía un silencio. Pasé junto a un guardia que se había quedado embalsamado frente a un detector de metales.
Andrés Neuman (La vida en las ventanas)
España levantó, edificó universidades, difundió la cultura, formó hombres, e hizo mucho más; fundió y confundió su sangre con América y signó a sus hijas con un sello que las hace, si bien distintas a la madre en su forma y apariencias, iguales a ella en su esencia y naturaleza. Incorporó a la suya la expresión de un aporte fuerte y desbordante de vida que remozaba a la cultura occidental con el ímpetu de una energía nueva. Y si bien hubo yerros, no olvidemos que esa empresa, cuyo cometido la Antigüedad clásica hubiera discernido a los dioses, fue aquí cumplida por hombres, por un puñado de hombres que no eran dioses aunque los impulsara, es cierto, el soplo divino de una fe que los hacía creados a la imagen y semejanza de Dios
Marcelo Gullo Omodeo (Madre patria)
Ha tomado una decisión: no va a quedarse allí. Se niega a esperar a que otra vez, además de las blasfemias y los gemidos, el silencio lo llene el rumor de los enemigos subiendo al asalto. Aunque de mal grado y por fuerza, ha cumplido de sobra con Franco y con la patria. A España la ha puesto lo más arriba de lo que es capaz. Ya está bien por ese día, por ese año, por esa vida. Así que se larga.
Arturo Pérez-Reverte (Línea de fuego (Spanish Edition))
Ha tomado una decisión: no va a quedarse allí. Se niega a esperar a que otra vez, además de las blasfemias y los gemidos, el silencio lo llene el rumor de los enemigos subiendo al asalto. Aunque de mal grado y por fuerza, ha cumplido de sobra con Franco y con la patria. A España la ha puesto lo más arriba de lo que es capaz. Ya está bien por ese día, por ese año, por esa vida. Así que se larga. —¿Dónde cojones crees que vas? Como una pesadilla que no cesa, pese a las bombas y la metralla y todo lo que ha caído, estallado y roto alrededor, el sargento sigue allí.
Arturo Pérez-Reverte (Línea de fuego (Spanish Edition))
Lo que predico es, pues, hasta un cierto punto, la rebelión de la vida contra la ciencia, o más bien contra el gobierno de la ciencia. No para destruir la ciencia –eso sería un crimen de lesa humanidad–, sino para ponerla en su puesto, de manera que no pueda volver a salir de él. Hasta el presente toda la historia humana no ha sido más que una inmolación perpetua y sangrienta de millones de pobres seres humanos a una abstracción despiadada cualquiera: Dios, patria, poder el estado, honor nacional, derechos históricos, derechos jurídicos, libertad política, bien público.
Mikhail Bakunin (Dios y el Estado (Spanish Edition))
Yo me he dado cuenta de una cosa. Nos esforzamos por darle un sentido, una forma, una orden a la vida, y al final la vida hace con una lo que le da la gana
Fernando Aramburu (Patria)
¡Que tres semanas! Todavía hoy, pasadas dos décadas, Nerea las trasladaría íntegras, con sus noches y sus días, con sus mañanas y sus tardes, a una imaginaria secuencia de los momentos estelares de su vida. Se le ocurre un título: Antología de la felicidad. No cree que pudiera reunir material autobiográfico para un libro grueso o para una película larga. Metería episodios de su infancia, algún viaje memorable, alegrías dispersas y, por descontado, las tres semanas que pasó en Zaragoza con su chico alemán. Nunca ha vuelto a amar a nadie con la misma pasión, con tanta entrega
Fernando Aramburu (Patria)
El corazón me dice que volverá. Y yo quiero que sepa que no he dejado de pensar en ella ni un segundo de mi vida. Prométeme que, si me muero, le darás tu los regalos
Fernando Aramburu (Patria)
ganaban el hambre de la fiebre la soledad la pesadilla el terror el espanto de los jóvenes que habían creído el cuento de la Patria y llegaban a defenderla dispuestos a entregar la vida mil veces oh Patria y la entregaban en efecto tras del espanto de quedarse incomunicados en la selva, dañado el único radio transmisor que había en 100 kilómetros a la redonda, perdidas las patrullas, sin brújula ni agua ni sírvete y el espanto de la Amazonía con sus millones de insectos enormes, con sus millones de flores maravillosas que no se pueden comer, con sus perfumes exquisitos, llena de árboles tan altos y de ramaje tan tupido que no deja ver sino sus gigantescos troncos y raíces, sin que pueda pasar la luz del sol, y cuando pasa es todavía peor, selva calenturienta húmeda espesa pantanosa, diezmando al ya famélico ejército.
Natasha Salguero (Azulinaciones)
Mundo y Vida, no Patria o Muerte.
Abhijit Naskar (Her Insan Ailem: Everyone is Family, Everywhere is Home)
Es hora de Mundo y Vida, no de Patria o Muerte.
Abhijit Naskar (Her Insan Ailem: Everyone is Family, Everywhere is Home)
Pido a Dios, si lo hay, tres cosas; y si no quisiera concederme sino una, le pediría Fe. Fe, aunque me obligaran a vivir en un estercolero; Fe, aunque los gusanos destruyeran mi cuerpo en vida; Fe, aunque los hombres me escupieran en la cara al encontrarme por la calle; Fe, aunque mi cuerpo fuera patria de la enfermedad y mi alma corte de la idiotez; Fe, Fe, Fe. Fe en Dios; Fe en su justicia infinita; Fe en la tierra y en el cielo.
Alejandro Sawa (Iluminaciones en la sombra)
Cuando Vidaurre le escribe a Santander –página 95 de la Defensa– para contarle que los Ministros de Inglaterra y Holanda le han dicho: “Su vida corre un gran riesgo: Bolívar ha descubierto el velo: quiere ser Emperador y abrir una nueva Dinastía”, comenta Rodríguez: “¡Si Bolívar hubiese querido ser Rey, no necesitaba mendigar sufragios, ni recurrir a intrigas para obtenerlos, ni confiar la suerte de su pretensión a cuatro sujetos sin caudal y sin preponderancia!”. Y pone esta secuela: “Un hombre que ha trabajado tanto por abolir la monarquía, ¿tendrá el propósito de restablecerla?”. Apela aquí –¡cuestión de suma significación!– a su magna obra de maestro del Libertador: “Bolívar no puede haber olvidado las máximas que han presidido en sus consejos, y reglado su conducta pública”. Tales máximas las dio e inculcó Rodríguez; lo declaró el propio Libertador: No he podido borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que usted me ha regalado; siempre presentes a mis ojos intelectuales, las he seguido como guías infalibles [Carta de Pativilca, del 19 de enero de 1824]. Cita Rodríguez tres de esas máximas: “Sólo los filósofos son inmortales, porque viven en los corazones... La gratitud de los pueblos es la gloria eterna de los héroes profanos... Los guerreros, los conquistadores y los reyes se sepultan en los libros”. El apóstrofe final de la obra se dirige a los militares: ¡No morder al amo, que es la Patria, aunque rabiéis, es lo solo que os recomienda un compatriota que siente no poder ser militar![
Alfonso Rumazo González (Simón Rodríguez, Maestro de América (Spanish Edition))
La vida en el mundo civilizado ofrece diversas posibilidades para silenciar las voces incómodas y peligrosas: la vida ordenada, las comidas, las obligaciones, la vida en familia y los fallecimientos, la prensa diaria, los juicios en el tribunal, las tertulias de antiguos compañeros de estudios, las catástrofes y los crímenes, los homenajes a los poetas, el orgullo nacional y la educación, las visitas a la iglesia y el «Cuidado con los enemigos de la patria», incluso un partido de fútbol al séptimo día; todo son estímulos y distracciones hasta que la conciencia se va hundiendo en la tranquila bahía y la necesidad insatisfecha y eternamente joven del corazón humano se va erdiendo con hermosa modestia.
Annemarie Schwarzenbach (Das Glückliche Tal)
Sin ser consciente de ello, pensaba cada vez más a menudo en Grecia. ¿Quizá ahí radicara el problema? ¿En que cada día que pasaba perdía algo más de mi país? Era algo que había observado en otros emigrantes. Fuera de su patria se marchitaban. Aparentemente sin razón. Eran personas de éxito, tenían una vida bien cimentada, la mayoría poseía alguna propiedad en su lugar de origen e iban a pasar allá el verano. Pero no bastaba. Y en un momento dado, volvían. «Ven, tenemos todavía muchos bellos paseos por dar.» Eso me había dicho María en una ocasión. Quizá ahí radicara el problema. En los paseos que no había dado en Atenas.
Theodor Kallifatides (Otra vida por vivir)
Sin ser consciente de ello, pensaba cada vez más a menudo en Grecia. ¿Quizá ahí radicara el problema? ¿En que cada día que pasaba perdía algo más de mi país? Era algo que había observado en otros emigrantes. Fuera de su patria se marchitaban. Aparentemente sin razón. Eran personas de éxito, tenían una vida bien cimentada, la mayoría poseía alguna propiedad en su lugar de origen e iban a pasar allá el verano. Pero no bastaba. Y en un momento dado, volvían. «Ven, tenemos todavía muchos bellos paseos por dar.» Eso me había dicho María en una ocasión. Quizá ahí radicara el problema. En los paseos que no había dado en Atenas.
Theodor Kallifatides (Otra vida por vivir)
España dejó tras de sí una religión e innumerables monumentos, una tradición y mucha literatura. Sobre todo, creó provincias y dominios que lograron madurar en los nuevos países independientes de América Latina. Gran Bretaña no lo hizo tan bien en Oriente Medio, África ni el Lejano Oriente. India y Pakistán son dos países en guerra; México y Argentina, no. Las guerras en América Latina son raras. En comparación con el resto del mundo, se nos antoja ahora un oasis de paz. La presencia de la madre patria continúa siendo una fuerte influencia sobre todo en la vida literaria; y la vida literaria sobresale con fuerza en la cultura hispanoamericana. Resulta permisible preguntarse si ocurrió alguna vez el ocaso de España y el fin de su imperio cuando se visita América Latina.
Hugh Thomas (World Without End: Spain, Philip II, and the First Global Empire)
Y pareciera que todos andamos esperando la primera lluvia para relajarnos, para decirle adiós al eterno verano y por fin asumir el año que recién comienza en marzo, cuando el país retoma su agenda de burócrata planificado, cuando de un dos por tres se pasa del febrero ocioso a las carreras por las tiendas buscando el uniforme escolar, porque los niños ahora crecen de pronto. Uno no se da ni cuenta y los pitufos te miran desde arriba, alegando por la ingeniosa ley que acorta las vacaciones y los mete de sopetón en el odiado primer día de clases. Ese latero reencuentro con la institución educadora, con esos profesores almidonados que les dan la bienvenida con la sonrisa chueca. Los profes que ahora son jóvenes, recién egresados de las universidades, que fuman pitos e igual odian dejar el carrete, los jeans y las zapatillas para entrar en su doble vida de impecables reformadores. Y quizás, ese es el único punto en que alumnos y profesores se encuentran realmente, planchando la ropa, ordenando papeles y cuadernos para comparecer en el bostezo ritual de la primera mañana escolar. Allí, alineados en el patio, separados por curso y género (porque se fomenta la fornicación adolescente, dicen los educadores). A esa hora de la mañana, tener que escuchar los interminables discursos de la directora, que con los ojos blancos, cacarea su oración por la santa patria, por el puro Chile que te educa para ser chileno (qué novedad), por las buenas costumbres, que por lo general son para los estudiantes chupamedias, que escuchan en primera fila con cara de santurrones el discurso de la señora. Mientras atrás, a puro pellizcón, los inspectores mantienen a raya a los desordenados, a los pailones de la última fila, los que no se cansan de joder con sus bromas y chistes picantes. Los que se tiran peos e inundan el ordenado aire de la mañana escolar con ese olor rebelde. Tal vez son los únicos que escuchan el discurso de la directora, los únicos que le ponen atención para imitarla, para remedarle su curso y mentirosa acogida. Y la escuchan porque la odian, porque saben que ella no los pasa, detesta su música, su ropa y sus peinados y su desfachatez de pararse en el mundo así. Y llega cada año con nuevos reglamentos e ideas y talleres lateros para que sus niños ocupen mejor el tiempo. Los estudiantes de la última fila saben que la directora nunca los pierde de vista. Y por cualquiera anotación pasarán por su oficina cabizbajos, escuchando el mismo sermoneo, la misma citación de apoderados, el mismo: «Hasta cuándo González. Hasta cuándo, Loyola. Hasta cuándo, Santibáñez. ¿Nunca se va a aburrir de hacer tanto desorden?». Y la verdad, los alumnos de la última fila seguirán con sus manotazos y pifias mientras la sagrada educación nacional no los represente. Mientras les alarguen la tortura de las clases hasta las cuatro de la tarde, ellos seguirán riéndose del tiempo extra que gasta el estado para domarlos. Si nadie les pregunto, si nadie les dijo a ellos, que son los únicos afectados. Y por eso los chicos andan a patadas con los bancos, escupiendo con rabia a espaldas del inspector que los manda a cortarse el pelo. Ese largo pelo que durante las vacaciones se lo lavaron y cuidaron como seda. Esa hermosa cascada de cabello que los péndex se sueltan femeninos cuando van a la disco. Tal vez lo único ganado de todas las revoluciones y muchas juveniles. Esa larga bandera de pelo que los chicos desatan clandestinamente y la educación se las arrebata de un zarpazo.
Pedro Lemebel (Zanjón de la Aguada)
Es una niñez pobre, el lugar donde se nace es de vital importancia, es donde uno fundamenta su existencia, ahí se condensa todo lo que hay de importante en la vida, ahí están la familia, los amores, los amigos y el acomodo vital a los quehaceres cotidianos, que le permiten a uno el desarrollo intelectual y biológico, por eso, para uno que nunca conoció más allá de las fronteras del barrio, que no tuvo viajes ni otros paisajes para comparar, que no percibió el universo como algo abierto e infinito, que no participó de la naturaleza como vórtice espiritual, sino que tuvo en todos los ámbitos la cerrazón propia del enclavado en un barrio popular, del encerrado por las fronteras invisibles de una ciudad, la cuadra se le transforma en un mundo, en el único e importante mundo que tiene para vivir y crecer, y la calle personal es la verdadera patria
Gilmer Mesa (La cuadra)
Transformando a los hombres en mercancías y dinero, este perverso mecanismo económico ha dado vida a un monstruo, sin patria y sin piedad, que acabará negando también a las futuras generaciones toda forma de esperanza.
Nuccio Ordine (La utilidad de lo inútil: Manifiesto)
La senda me moja bajo los ojos que se hacen agua, y el viento se va salado con la sal de tantas lágrimas. A lamer el río la sangre se estira en lenguas de llamas. El agua del río huele a un millón de puñaladas, y las naciones de Europa con tanta sangre se bañan, y sus mentiras condensan en esta mentira clásica: son hombres que dan su vida por sus banderas y patrias... Under eyes that become water the road wets me, and the wind leaves salted with the salt of so many tears. To lick the river, the blood stretches in tongues of flames. The water of the river smells of a million stab wounds, and the nations of Europe bathe with so much blood, and their lies condense in this classic lie: they are men who give their lives for their flags and countries... ("Ochenta Mil/Eighty Thousand")
Julia de Burgos
Heil Hitler, God save the king, Vande Mataram, Patria o Muerte - it's all the same - a declaration of tribal glory, with no concern for the rest of humanity. Such archaic attitude suits a bronze-age society, not a civilized one. It's time for Vasudhaiva Kutumbakam (world is family), not Vande Mataram (hail the motherland) - it's time for Mundo y Vida (world and life), not Patria o Muerte (homeland or death) - it's time for Humans save Humanity, not God save the king.
Abhijit Naskar (Her Insan Ailem: Everyone is Family, Everywhere is Home)
No pondría jamás un solo minuto de mi vida en manos de los políticos y creo que la patria es la Tierra.
Facundo Cabral (Ayer soñé que podía y hoy puedo)
Vendió su patria por su vida, y perdió las dos. Al principio, Hugo Chávez se acercó a Cuba por el elixir del eterno poder que le ofrecía el Mefistófeles isleño. Al final ofrendó su misma alma para evitar una muerte que igualmente llegó. Le ocurrió como a Fausto, cuyo pacto con el diablo le hizo terminar sus días en medio de la soledad y la decepción. Y Venezuela, antes y después, hubo de tragar acíbar
Anonymous
Levántate y defiéndete. La vida es un combate. ¿Ganaste algunas batallas? Los mártires son para los altares, los héroes son para el mundo de hoy. La lástima es mala consejera, la tristeza sólo lleva a los hombres al cementerio o los convierte en piltrafas.
Pedro J. Fernández (Iturbide: El otro padre de la patria)
El Bismarck se hace a la mar con dos mil doscientos hombres y un gato. En el periódico de a bordo, Die Schiffsglocke (La campana del barco), se dice que el gato se llama Klaus. Vagaba por el fondeadero de Gotenhafen buscando enrolarse y ha conseguido que lo admitan en la lista. Se espera de él, como del resto de la tripulación, un comportamiento ejemplar. La Patria nos contempla en estos sublimes momentos de nuestras vidas, etc., etc. Al gato Klaus lo trae sin cuidado la política. Es un felino realista que lo único que busca es el sustento diario y que no lo mareen.
Juan Eslava Galán (La segunda guerra mundial contada para escépticos (Narración en Castellano) (Spanish Edition))
Ella, su madre, su hermano, los tres se habían convertido en satélites de un hombre asesinado. Lo quisieran o no, sus respectivas vidas llevaban largos años rotando alrededor de aquel crimen, de aquel foco incesante de, ¿de qué?, joder, pues de pena, de dolor, y esto se tiene que acabar y yo no sé cómo.
Fernando Aramburu (Patria)
En todo largo periplo hay un momento en que percibes que el viaje ha comenzado de veras, y no suele suceder al principio, sino cuando sientes que tu alma ha escapado definitivamente a la rutina, que ha huido de los hábitos de la vida cotidiana, de tu patria, en suma.
Javier Reverte (Corazón de Ulises)
Porque mi patria es hermosa  como una espada en el aire,  y más grande ahora y aun  más hermosa todavía,  yo hablo y la defiendo  con mi vida. Javier Heraud
Gonzalo Portocarrero Maish (La urgencia por decir nosotros: Los intelectuales y la idea de nación en el Perú republicano (Spanish Edition))
La inteligencia es nuestro bien más preciado. Nos orienta en todos los aspectos de la vida. Nos ayuda a vivir sin miedo ni prejuicios. Nos hace amar la libertad y odiar la guerra. Nos revela que la patria del hombre sabio es el mundo entero, no un territorio acotado por fronteras.
Rafael Narbona (Maestros de la felicidad: De Sócrates a Viktor Frankl, un viaje único por la historia de la filosofía)
Ridículo resulta quien hoy en día dice algo contra la muerte: lo mismo que alguien que no bebiera leche pero comiese ratas y gusanos. La muerte está de moda. Se la busca. Y también viene por sí sola. Es honrosa. Está del lado de la patria: ¿y qué puede ser más sagrado que la suma de padre y tierra? Va acorazada. Es explosiva. Alcanza las mayores velocidades. Se adelanta a todo el mundo. Lucha en todos los bandos. Sólo conoce patrias, y no es partidista. Dios ha sellado una vieja alianza con ella. La contrata de vez en cuando para que le haga de ángel. La muerte es formal. Ejecuta órdenes. Antes ella misma las impartía. Es puntual, ha sellado un pacto con el reloj. Sólo es sobornable en apariencia: quien mira con detenimiento no podrá negar que finalmente todo siempre acaba igual. Cede como la goma. Pero ¿de verdad ha cedido? Alguna vez tuvo un corazón, que en ocasiones se puede remendar. Pero es ella quien llama a quienes lo cosan. Está de buen humor porque todos la temen, incluso los patriotas. Nada hay más divertido que dar miedo: se dice de ella que surgió del temor así como el amor surgió del mar. Está en contra del horror; cuando se presenta de manera horrorosa, sólo lo hace para atenuar el espanto y convertirlo en temor. Acostumbra a los hombres a la vida y les enseña a amar hasta el horror. Se alegra también porque es gratuita. Todo lo demás está tan lleno de sentido. Lleva pantalones chillones a cuadros para familiarizar con los frecuentes cambios. Toca la flauta nasal, porque es silenciosa y a veces ha de atraer con algún reclamo. Tiene muy largos los dedos de los pies, pero sin uñas, porque la gente se las ha arrancado en los estertores. Sus tacones son pezuñas; en los codos tiene dientes largos como dedos. Come por delante y por detrás y también por los lados, y cuando lo hace no está para bromas. No se deshace de nada, ¡oh muerte, dónde están tus intestinos! Los parientes aguardan los restos dondequiera que puedan aparecer, los aceptarían, los acogerían, los guardarían, los cuidarían, los besarían; pero ella es avara y no va de vientre. Sólo oye por un oído para poder ser sorda del otro. Sus ojos tintinean suavemente con las pestañas para acompañar a la flauta nasal. Sus pelos están siempre chamuscados y se le caen en mechones rojos y hediondos.
Elias Canetti (Il libro contro la morte)
Ante Jean Améry siento vergüenza como ante muy pocas personas. Fue torturado y humillado, y no quiere olvidarlo. Su muerte tuvo otro aspecto que la mía, lo atacó directamente. La mía alcanzó a mis seres más queridos en mi presencia y me perdonó la vida. Por eso he podido decir: odio vuestra muerte, no la mía. Por eso he podido vivir en una mentira, que me ennoblecía. Pues ¿de dónde sabía yo que no se trataba únicamente de mi muerte? Jean Améry sí lo sabe, porque lo experimentó. Lo llamo por su nombre, que ni siquiera es el suyo. Yo no he tenido que renunciar a mi nombre. Conseguí refugiarme entre personas que me dejaron mantenerlo. Él, en cambio, se nombra a sí mismo y sabe que no es él, y la patria que no tiene es su nombre perdido.* Oh, qué vergüenza, qué vergüenza el haber sobrevivido yo a todas las víctimas. ¿Estuve yo en el Madrid derrotado, estuve yo en la huida de París, estuve yo en Auschwitz? ¿He hecho lo suficiente, he justificado el haber sido sólo testigo, no víctima? ¿Me es lícito seguir con vida, y cambiará esta vida lo más mínimo los horrores del futuro? Tal vez todo cuanto he pensado resulte insuficiente, fallido, tal vez contenga, surgido de los años sangrientos, tan sólo gérmenes invisibles de nuevas desgracias. ¿Qué he de hacer? ¿Y he hecho al menos lo que podía? Poseído por mis muertos, por aquellos a quienes amé, por quienes significaban mi vida, ¿he pensado lo suficiente en aquellos a quienes amo porque no los he conocido? ¿Cómo encontrar el equilibrio entre los cercanos y los lejanos, cómo ser yo una balanza justa? En el fondo de mi corazón estoy convencido de que no me preocupo por mí, sino por todos, pero ¿es suficiente saberlo en el fondo del corazón? El corazón quizás engaña.
Elias Canetti (Il libro contro la morte)
«Me dirijo a aquellos que serán perseguidos, para decirles que yo no voy a renunciar: pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Siempre estaré junto a ustedes. Tengo fe en la patria y su destino. Otros hombres superarán este momento y mucho más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pasará el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores! Éstas serán mis últimas palabras. Tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano.»
Isabel Allende (Trilogía La casa de los espíritus (pack con: La casa de los espíritus | Hija de la fortuna | Retrato en sepia) (Spanish Edition))