Pablo D'ors Quotes

Para escribir, como para vivir o para amar, no hay que apretar, sino soltar, no retener, sino desprenderse.

Éstos son, en resumidas cuentas, los tres carismas por excelencia: la palabra: escucharla y anunciarla; la visión: ver y enseñar a ver; y la sanación: atravesar el dolor y redimirlo.

...la cantidad de experiencias y su intensidad solo sirve para aturdimos. Vivir demasiadas experiencias suele ser perjudicial. No creo que el hombre esté hecho para la cantidad, sino para la calidad. Las experiencias, si vive uno para coleccionarlas, nos zarandean, nos ofrecen horizontes utópicos, nos emborrachan y confunden.

Actuamos siempre conforme a la sabiduría que tenemos en cada momento,

Empiezas a vivir cuando dejas de soñar contigo mismo, cuando dejas de construir castillos en el aire, cuando te familiarizas con la realidad, sea cual sea.

Sólo hay que pararse, callar, escuchar y mirar; aunque pararse, callar, escuchar y mirar –⁠y eso es meditar⁠– se nos haga hoy tan difícil y hayamos tenido que inventar un método para algo tan elemental.

Por esta perpetua movilidad de la arena, todo saharaui es un nómada aunque nunca se mueva de donde haya nacido. El paisaje que tiene ante sus ojos es siempre distinto. Es la propia tierra la que viaja a su alrededor. Esto explica por qué el pueblo árabe es tan magnánimo y tolerante (en contra de lo que suelen pensar quienes no lo conocen): saben que todo es transitorio, hasta lo que parece más sólido o estable.

inteligente y sensato. Y diré por qué. Reaccionar ante el dolor con animadversión es la manera de convertirlo en sufrimiento. Sonreír ante él, en cambio, es la forma de neutralizar su veneno. Nadie va a discutir que el dolor resulta desagradable, pero aceptar lo desagradable y entregarse a ello sin resistencia es el modo para que resulte menos desagradable. Lo que nos hace sufrir son nuestras resistencias a la realidad.

Tot sense excepció, un cop aconseguit, ens decep d'una manera o d'una altra. Todo sin excepción, una vez logrado, nos decepciona de una u otra manera.

Madera para quemar, libros que leer, vino que catar y amigos con quienes compartir todo esto. No hace falta mucho más para la vedadera felicidad.

Por eso creo que para escribir, como para vivir o para amar, no hay que apretar, sino soltar, no retener, sino desprenderse.

Reaccionar ante el dolor con animadversión es la manera de convertirlo en sufrimiento. Sonreír ante él, en cambio, es la forma de neutralizar su veneno. Nadie va a discutir que el dolor resulta desagradable, pero aceptar lo desagradable y entregarse a ello sin resistencia es el modo para que resulte menos desagradable. Lo que nos hace sufrir son nuestras resistencias a la realidad.

Es más: reflexionamos para paralizarnos, para encontrar un motivo que justifique nuestra inacción. Pensamos mucho la vida, pero la vivimos poco. Ese es mi triste balance.

Cuando el agua se aclara, empieza a poblarse de plantas y peces. Supe también, con más tiempo y determinación aún, que esa flora y fauna interiores se enriquecen cuanto más se observan. Y ahora, cuando escribo este testimonio, estoy maravillado de cómo podía haber tanto fango donde ahora descubro una vida tan variada y exuberante

En el fondo da igual si se avanza mucho o poco, lo importante es avanzar siempre, perseverar, dar un paso cada día. La satisfacción no se obtiene en la meta, sino en el camino mismo. El hombre es un peregrino, un homo viator.

Salmann siempre me ha brindado amigos para el camino (autores y libros en cuya estela situarse para enganchar con sus intuiciones y beber de su manantial); un mapa, sencillo pero coherente con el que orientarme en ese territorio tan resbaladizo e inexplorado que es el alma; y, en fin, algo así como la apertura de un enorme panorama gracias al cual puede uno volver a respirar y a emocionarse ante la plenitud de lo que tiene delante.

Nuestro Herodes interior mata permanentemente a todos los niños que nos habitan.

Todos necesitamos escuchar que Jesús es el Cristo, es decir, que cualquiera, tú mismo, aunque no lo creas, eres luz. Que la realidad no es sólo lo que parece. Que nuestros padres –⁠esa ley interior⁠– nos dejaron un legado que podemos desplegar. Que nuestros sueños –⁠el profeta que tenemos dentro⁠– no andaban, después de todo, tan desencaminados. De Nazaret, esto es, de lo que somos, puede salir definitivamente algo muy bueno.

El secreto es vivir plenamente en lo que se tenga entre manos.

pero nada hay tan pernicioso como un ideal y nada tan liberador como una realidad, sea la que sea.

De igual manera, si tu perspectiva te engaña, arráncala. Y si tu pensamiento te descentra, sácatelo, pues si no lo haces se convertirá en una preocupación. Porque los pensamientos, bajo su apariencia etérea e inocente, se van trabando unos con otros y reforzándose con imágenes hasta fraguar una preocupación. Y la preocupación es el principal enemigo de Dios, pues te saca del presente, de la Presencia, y te introduce, sibilinamente, en un futuro ilusorio que genera temor.

Todas nuestras experiencias suelen competir con la vida y logran, casi siempre, desplazarla e incluso anularla.

Esto es importante porque todos tenemos un Zacarías dentro: un viejo cansado de la vida y un poco decepcionado de sí mismo: alguien que, con todo y eso, no acaba de claudicar.

Entrar en el propio pozo supone vivir un largo proceso de decepción, y ello porque todo sin excepción, una vez conseguido, nos decepciona de un modo u otro. Nos decepciona la obra de arte que creamos, por intenso que haya podido ser el proceso de creación o hermoso el resultado final.

En nuestra sociedad actual hemos llegado a un nivel de confusión tal que identificamos el fanatismo con una apuesta decidida por una determinada verdad. Solo cuando impide amar a los demás, una verdad o una moral deberían ser tachadas de fanáticas. Porque la verdad, sin amor, no es más que un ídolo.

El silencio y la sobriedad, que es tanto como decir la oración y el ayuno, es lo que más le conviene al hombre para llegar a encontrarse consigo mismo.

El hombre se realiza solo en la simplicidad.

Su grito nace de esas tinieblas. Así que en aquella ocasión pidió ayuda de forma exagerada y aparatosa

La meditación agrieta la estructura de nuestra personalidad hasta que, de tanto meditar, la grieta se ensancha y la vieja personalidad se rompe y, como una flor, comienza a nacer una nueva. Meditar es asistir a este fascinante y tremendo proceso de muerte y renacimiento. 44 Por supuesto que es posible

Explicar las razones de un amor siempre es un despropósito.

Piensa que solo eres libre cuando al partir puedas llevar contigo todo lo tuyo.

Hoy sé que conviene dejar de tener experiencias, sean del género que sean, y limitarse a vivir: