“
La gente se cree amiga porque coincide algunas horas por semana en un sofá, una película, a veces una cama, o porque le toca hacer el mismo trabajo en la oficina.
”
”
Julio Cortázar (Hopscotch)
“
En las oficinas no hay amigos; hay tipos que se ven todos los días, que rabian juntos o separados, que hacen chistes y se los festejan, que se intercambian sus quejas y se transmiten sus rencores, que murmuran del Directorio en general y adulan a cada director en particular. Esto se llama convivencia, pero sólo por espejismo la convivencia puede llegar a parecerse a la amistad.
”
”
Mario Benedetti (La tregua)
“
Walking Around
Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.
El olor de las pelquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.
Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.
Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a une monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.
No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.
Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.
Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.
Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.
”
”
Pablo Neruda
“
Se vive así, cobijado en un mundo delicado, y uno cree que vive. Entonces lee un libro (Lady Chatterley, por ejemplo), o va de viaje, o habla con Richard, y descubre que no vive, que está simplemente hibernando. Los síntomas de la hibernación se pueden detectar fácilmente. El primero es la inquietud. El segundo síntoma (que llega cuando el estado de hibernación empieza a ser peligroso y podría degenerar en muerte) es la ausencia de placer. Eso es todo. Parece una enfermedad inocua. Monotonía, aburrimiento, muerte. Hay millones de personas que viven (o mueren) así, sin saberlo. Trabajan en oficinas. Tienen coches. Salen al campo con su familia. Educan a sus hijos. Hasta que llega una brusca conmoción: una persona, un libro, una canción... y los despierta, salvándoles de la muerte.
”
”
Anaïs Nin (The Diary of Anaïs Nin, Vol. 1: 1931-1934)
“
De repente me pregunto por qué tengo que contar esto, pero si uno empezara a
preguntarse por qué hace todo lo que hace, si uno se preguntara solamente
por qué acepta una invitación a cenar (ahora pasa una paloma, y me parece
que un gorrión) o por qué cuando alguien nos ha contado un buen cuento, en
seguida empieza como una cosquilla en el estómago y no se está tranquilo
hasta entrar en la oficina de al lado y contar a su vez el cuento; recién
entonces uno está bien, está contento y puede volverse a su trabajo. Que yo
sepa nadie ha explicado esto, de manera que lo mejor es dejarse de pudores y
contar, porque al fin y al cabo nadie se averguenza de respirar o de ponerse
los zapatos; son cosas, que se hacen, y cuando pasa algo raro, cuando dentro
del zapato encontramos una araña o al respirar se siente como un vidrio
roto, entonces hay que contar lo que pasa, contarlo a los muchachos de la
oficina o al médico. Ay, doctor, cada vez que respiro... Siempre contarlo,
siempre quitarse esa cosquilla molesta del estómago.
”
”
Julio Cortázar
“
Alucinaste cuando, a finales de mes, apareció dinero en tu desértica cuenta bancaria. ¡El milagro del trabajo! Y al mes siguiente, otra vez. Era una transacción alquímica muy sencilla. Tú tenías que llegar a la oficina a las diez, quedarte allí hasta la tarde, hacer lo que te mandaran y, al final, te daban dinero.
”
”
Maggie O'Farrell
“
Vivimos en una sociedad de empleados de oficina resignados y, para salir de esa trampa, hay que luchar a la vez contra uno mismo y contra el mundo entero.
”
”
Joël Dicker (La Vérité sur l'Affaire Harry Quebert (Marcus Goldman, #1))
“
«Nunca tuve suerte con las mujeres, soporto con resignación una penosa joroba, todos mis familiares más cercanos han muerto, soy un pobre solitario que trabaja en una oficina pavorosa. Por lo demás, soy feliz. »
”
”
Enrique Vila-Matas (Bartleby & Co.)
“
El funcionario público debe comprender desde su primer día en la oficina que cualquier amago de iniciativa será el fin de su carrera, porque no está allí para hacer mérito, sino para alcanzar dignamente su nivel de incompetencia.
”
”
Isabel Allende (Mi país inventado)
“
Al propio tiempo estaba pensando: lo mismo que yo ahora me visto y salgo a la calle, voy a visitar al profesor y cambio con él galanterías, todo ello realmente sin querer, así hacen, viven y actúan un día y otro, a todas horas, la mayor parte de los hombres; a la fuerza y, en realidad, sin quererlo, hacen visitas, sostienen una conversación, están horas enteras sentados en sus negociados y oficinas, todo a la fuerza, mecánicamente, sin apetecerlo: todo podría ser realizado por máquinas o dejar de realizarse. Y esta mecánica eternamente ininterrumpida es lo que les impide, igual que a mí, ejercer la crítica sobre la propia vida, reconocer su estupidez y ligereza, su insignificancia horrorosamente ridícula y su irremediable vanidad.
”
”
Hermann Hesse (Steppenwolf)
“
Podría ser que viviese una vida más real en su fuero interno que en el ambiente tan ingrato de la oficina del administrador. Las evocaciones del desfile, el tumulto de la batalla, las melodías de viejas músicas heroicas, escuchadas treinta años atrás, tales escenas y ecos estaban aún vivos en su recuerdo.
”
”
Nathaniel Hawthorne (The Scarlet Letter)
“
O inesperado é o sol da vida.
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”
Manuel Arouca (Deixei Meu Coração Em África)
“
Se le ocurrió que al salir de la oficina de su hermano tendría que valerse solo y aterrizaría de narices en su propio nivel de incompetencia.
”
”
Isabel Allende (Ripper)
“
o mundo não é mais uma mera oficina imunda, mas um templo majestoso onde o homem pode orar e onde, às vezes, na meia-luz, suas mãos tateantes tocam as de Deus.
”
”
Jerome K. Jerome (Devaneios ociosos de um desocupado)
“
Me parece que aquí estamos todos un pocos locos. ¿Sabes ese cartel que había en las oficinas?¿"No hay que estar loco para trabajar aquí, pero ayuda"?
”
”
Alex Michaelides (The Silent Patient)
“
Me parece que aquí estamos todos un poco locos. ¿Sabes ese cartel que había en las oficinas?¿"No hay que estar loco para trabajar aquí, pero ayuda"?
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”
Alex Michaelides (The Silent Patient)
“
Sin la industrialización de la agricultura, la revolución industrial urbana no habría podido tener lugar: no habría habido manos y cerebros suficientes para llenar fábricas y oficinas.
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”
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
“
Ninguna idea le era más odiosa y horrible que la de tener que ejercer un cargo, someterse a una distribución del tiempo, obedecer a otros. Una oficina, una cancillería, un negociado eran cosas para él tan execrables como la muerte,
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”
Hermann Hesse (El lobo estepario)
“
La gente se cree amiga porque coincide algunas horas por semana en un sofá, una película, a veces una cama, o porque le toca hacer el mismo trabajo en la oficina. De muchacho, en el café, cuántas veces la ilusión de la identidad con los camaradas nos hizo felices. Identidad con hombres y mujeres de los que conocíamos apenas una manera de ser, una forma de entregarse, un perfil. Me acuerdo, con una nitidez fuera del tiempo, de los cafés porteños en que por unas horas conseguimos librarnos de la familia y las obligaciones, entramos en un territorio de humo y confianza en nosotros y en los amigos, accedimos a algo que nos confortaba en lo precario, nos prometía una especie de inmortalidad.
”
”
Julio Cortázar (Rayuela)
“
¿Carter? ¿Quien es el?-pregunto Gordo-.Quiero conocerlo, en mi oficina asi puedo hacerlo cagar de susto. Maldición, Ox. Más vale que estés usando los malditos condones.
-Si. Asegurate de que sean los malditoscondones en ves de los normales- Dijo Chris-.Son mejores ya sabes para que.
”
”
T.J. Klune (Wolfsong (Green Creek, #1))
“
Ésa es una lección que se olvida con frecuencia: no intentes comprender, no deduzcas, no interpretes: eso lo puede hacer cualquiera en una oficina a mil kilómetros de distancia. Da igual que la situación te resulte ininteligible. Cuenta lo que ves, lo cercano, lo comprobable. Ya está.
”
”
Kazuo Ishiguro (Nocturnes: Five Stories of Music and Nightfall)
“
La sociedad disciplinaria de Foucault, que consta de hospitales, psiquiátricos, cárceles, cuarteles y fábricas, ya no se corresponde con la sociedad de hoy en día. En su lugar se ha establecido desde hace tiempo otra completamente diferente, a saber: una sociedad de gimnasios, torres de oficinas, bancos, aviones, grandes centros comerciales y laboratorios genéticos. La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria, sino una sociedad de rendimiento. Tampoco sus habitantes se llaman ya «sujetos de obediencia», sino «sujetos de rendimiento». Estos sujetos son emprendedores de sí mismos.
”
”
Byung-Chul Han (La sociedad del cansancio)
“
Una mañana de febrero con un tiempo de perros -contra la ventana de la oficina batía un aguanieve que resbalaba blanca y húmeda por el cristal- el señor Buggage y la señorita Tottle ocupaban, como era habitual, sus respectivos puestos, absortos, incluso uno podría decir fascinados, por su trabajo.
”
”
Roald Dahl (El librero)
“
La alegría de poder subsistir de la actividad que nos apasiona y no estar sentados ocho horas en una oficina, llegar a casa, cenar, hablar cinco minutos con la pareja, ver televisión, dormir y despertar al día siguiente a las siete para volver a lo mismo. Con o sin éxito, crear se convierte en una adicción.
”
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Guillermo Arriaga (Salvar el fuego)
“
«En el fondo, Harry, ¿cómo se convierte uno en escritor? —No renunciando nunca. Mire, Marcus, la libertad, el deseo de libertad es una guerra en sí mismo. Vivimos en una sociedad de empleados de oficina resignados y, para salir de esa trampa, hay que luchar a la vez contra uno mismo y contra el mundo entero.
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Joël Dicker (La verdad sobre el caso Harry Quebert)
“
Deseaba llamar a Sophie. Un día incluso fui hasta la oficina de correos y esperé en la cola de las llamadas al extranjero pero no llegué a llamarla. Ahora las palabras me fallaban constantemente y me entró pánico ante la idea de derrumbarme en el teléfono. ¿Qué podía decirle, después de todo? En lugar de eso, le mandé una postal de Laurel y Hardy. En la parte de atrás escribí: "Los verdadero matrimonios nunca tienen sentido. Mira la pareja del dorso. Prueba que cualquier cosa es posible, ¿no? Quizá deberíamos empezar a ponernos sombreros hongo. Por lo menos, acuérdate de vaciar el armario antes de que yo vuelva. Abrazos a Ben
”
”
Paul Auster (The Locked Room (The New York Trilogy, #3))
“
No cejé. Lo último que se le puede pedir a un creador es que se rinda. Quienes no se dedican al arte, contadores o empresarios, creen que puede medirse en términos de éxitos o fracasos. Ignoran por completo la razón de ser del arte. El arte es en sí mismo y un gozo hacerlo. Los logros, los aplausos ayudan. Son la cereza en el pastel, no el pastel. El pastel es el trabajo diario. La alegría de poder subsistir de la actividad que nos apasiona y no estar sentados ocho horas en una oficina, llegar a casa, cenar, hablar cinco minutos con la pareja, ver televisión, dormir y despertar al día siguiente a las siete para volver a lo mismo. Con o sin éxito, crear se convierte en una adicción.
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Guillermo Arriaga (Salvar el fuego)
“
la lógica no existe, Miyuki, no hay lógica, no hay dioses, todo lo hace la casualidad, y lo hace bien.
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Didier Decoin (La Oficina de Estanques y Jardines)
“
Ese era yo. No había nada de que enorgullecerse. Un tipo con una vida mediocre y sin una salida a la vista. Recuerdo que justo por esos meses uno de mis pacientes bipolares me dijo:
- ¿Sabe una cosa doc? Yo lo veo a usted con esa bata blanca, caminando por los pasillos o sentado en su oficina escribiendo informes sobre nosotros, y la verdad es que no lo envidio para nada
”
”
Mario Mendoza (La melancolía de los feos)
“
La casa de mis abuelos, en el barrio Providencia De Santiago, que entonces era residencial y hoy es un laberinto de comercios y oficinas, era grande y fea, una monstruosidad de cemento, habitaciones de techos altos, corrientes de aire, hollín de estufas de queroseno en las paredes, pesados cortinajes de felpa roja, muebles españoles hechos para durar un siglo, retratos horrendos de parientes muestras y pilas de libros polvorientos. El frente de la casa era señorial.
”
”
Isabel Allende (The Soul of a Woman)
“
When the idea first occurred to her as she squatted in the shade of the Oficina Central del Registro Civil, it occurred as camouflage: they could disguise themselves as migrants. But now that she’s sitting in this quiet library with her son and their stuffed backpacks, like a thunderclap, Lydia understands that it’s not a disguise at all. She and Luca are actual migrants. That is what they are. And that simple fact, among all the other severe new realities of her life, knocks the breath clean out of her lungs. All her life she’s pitied those poor people. She’s donated money. She’s wondered with the sort of detached fascination of the comfortable elite how dire the conditions of their lives must be wherever they come from, that this is the better option. That these people would leave their homes, their cultures, their families, even their languages, and venture into tremendous peril, risking their very lives, all for the chance to get to the dream of some faraway country that doesn’t even want them.
”
”
Jeanine Cummins (American Dirt)
“
—Pues ahí, no aquí [...] siguen morando en nidos y en «boudoirs», en cortes de justicia y en oficinas los que nos aman; los que nos honran, vírgenes y hombres de negocios; abogados y médicos; los que prohíben, los que niegan, los que respetan sin saber por qué, los que alaban sin comprender; la todavía muy numerosa (alabado sea Dios) tribu de los decentes; que prefieren no ver; anhelan no saber; aman la oscuridad; esos todavía nos adoran, y con razón; porque les hemos dado riqueza, prosperidad, comodidad, holgura.
”
”
Virginia Woolf (Orlando)
“
Primeiro casa para todos, diziam, depois comida para todos, depois transporte para todos, depois meios de produção para todos. Que as casas devessem ser construídas por empreiteiros privados não lhes importava muito; a verdade haveria de prevalecer no choque dialético entre o individual e o coletivo, entre o egoísmo e o altruísmo, entre o custo das casas e os preços cobrados pelos empreiteiros, entre a boa qualidade apregoada para a argamassa e as fendas que mais cedo ou mais tarde apareceriam nas paredes; fendas enormes, ramificadas em caprichosos desenhos (galhados de cervos, árvores de decisão ou mesmo letras como as que o plano incluía, de acordo com as ideias do socialista francês Louis Blanc, a criação, no setor público da economia, de verdadeiras oficinas sociais auto-administradas em moldes empresariais. O lucro dessas oficinas, em parte seria destinado à assistência médica e à previdência social, e em parte reinvestido. Operários investindo, aí estava a coisa: as armas do capitalismo usadas contra o próprio capitalismo!
”
”
Moacyr Scliar (The Centaur in the Garden)
“
Decide ir en coche a la oficina para estar solo un rato más, pero antes de salir del garaje abre el periódico y lee otra vez el artículo, luego lo dobla y lo mete en el maletín. Y de pronto se echa a llorar convulsivamente, sollozos entrecortados que le salen del diafragma, y apoya la cabeza en el volante intentando recuperar el control, hasta que por fin es capaz de reconocer ante sí mismo lo profundamente aliviado que se siente, lo asustado que ha vivido los últimos tres años, y lo humillado y avergonzado que todavía está.
”
”
Hanya Yanagihara (A Little Life)
“
Hablan la Castidad, la Modestia y la Pureza: "¡No siempre ha sido así! Pero los hombres ya no nos quieren; las mujeres nos detestan. Vayámonos; vayámonos. (...) Porque allí (...) viven todavía en nidos y tocadores, en oficinas y tribunales de justicia, aquellos que nos quieren; aquellos que nos honran, vírgenes y hombres de negocios; abogados y médicos; los que prohíben; los que niegan; los que respetan sin saber por qué; los que glorifican sin comprender, la todavía numerosa tribu (el cielo sea liado) de los respetables; de los que prefieren no ver; de los que no desean saber; de los que aman la oscuridad; los que todavía nos adoran, y con razón, porque les hemos dado riqueza, prosperidad, comodidad, tranquilidad.
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Virginia Woolf (Orlando)
“
Me dolía el pecho. De pronto, en uno de esos momentos dramáticos más propios de Emma que de mí, pensé que si iba a morir por un infarto o algo parecido, al menos quería hacerlo sabiendo que hasta el último instante estaba siendo fiel a mí misma. Y no quería seguir con ese trabajo. No quería. Había sido feliz allí, sí, había aprendido muchas cosas, volvería a entrar por esa puerta que conducía a la oficina tal como hice años atrás, pero esa etapa había acabado. Porque la vida, de algún modo retorcido, se compone de eso, de etapas que vamos dejando atrás, de sueños que cumplimos, de otros que dejamos por el camino y de los nuevos que llegan y te sacuden gritándote que luches por lo que quieres.
—Lo dejo, Henry —susurré.
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”
Alice Kellen (Tal vez tú (Spanish Edition))
“
Yo, discípulo de sempiterno candidato a la presidencia doctor Goyeneche, discípulo a su vez del sabio español Pero Grullo, tengo para Colombia y su infinidad de males una expedita solución: que dejen atracar. Los atracadores se irán a gastar el dinero de su atraco a un cabaret; el dueño del cabaret se comprará un carro; la fábrica de carros venderá más; y al vender más empleará más obreros; y al haber más obreros habrá menos desempleo; y al acabarse el desempleo se acabarán los atracadores y los secuestros y los robos y los asaltos, y sonreirá la gente, e irán todos a la universidad, y acaso a este servidor le den un puesto, aunque sea limpiador de oficinas, y al final del año habrá ahorrado con qué comprarse su alfombra persa, para poder volar.
”
”
Fernando Vallejo (Los días azules)
“
En su libro Atención plena: el poder de la concentración, Winifred Gallagher, cita a David Meyer, científico cognitivo de la Universidad de Michigan: “Einstein no inventó la teoría de la relatividad mientras trabajaba simultáneamente en diferentes tareas en la oficina suiza de patentes”. Fue después, cuando realmente tuvo tiempo para centrarse y estudiar. La atención es importante y en una época en la que cada nueva aplicación, página web, artículo, libro, tuit y post se pelean por nuestra atención, su valor ha aumentado. En parte, Epicteto dice que la atención es un hábito y que la distracción fomenta malos hábitos y da pie a los errores.
Nunca completarás todas tus labores si permites que cada interrupción mínima te distraiga. Tu atención es uno de tus recursos más importantes. ¡No la desperdicies!
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”
Ryan Holiday (The Daily Stoic)
“
Me gustan mucho más los murciélagos que los burócratas. Vivo en la Era del Dirigismo, en un mundo dominado por la Administración. El mayor mal no se hace ahora en aquellas sórdidas «guaridas de criminales» que a Dickens le gustaba pintar. Ni siquiera se hace, de hecho, en los campos de concentración o de trabajos forzados. En los campos vemos su resultado final, pero es concebido y ordenado (instigado, secundado, ejecutado y controlado) en oficinas limpias, alfombradas, con calefacción y bien iluminadas, por hombres tranquilos de cuello de camisa blanco, con las uñas cortadas y las mejillas bien afeitadas, que ni siquiera necesitan alzar la voz. En consecuencia, y bastante lógicamente, mi símbolo del Infierno es algo así como la burocracia de un estado-policía, o las oficinas de una empresa dedicada a negocios verdaderamente sucios.
”
”
C.S. Lewis (Cartas del diablo a su sobrino)
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A lo largo de nuestras vidas todos nos hemos sentido alguna vez Mofetas. Ese día extraño en que nadie quiere sentarse a tu lado, esas horas en las que la gente te evita y las miradas en tu ciudad resultan algo amenazantes. (...) Esos momentos en los que sospechas que tu equipo ha caído eliminado de la Champions League porque has acudido al estadio para animarlos.
Pero esos días son equiparables en la gent normal a transitorias menstruaciones de energías negativas. Sin embargo, el aso de las Mofetas es mucho más triste. La vida de las Mofetas Psíquicas es un constante terremoto de despropósitos emocionales. De hecho, son personas acostumbradas a la soledad. De pequeños, ningún niño les invitó a su fiesta de cumpleaños. Y de mayores, no se percatan de que nadie los llama por teléfono y que sus amigos son simplemente compañeros de oficina.
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”
Santi Balmes (La doble vida de las hadas)
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–¡Un hombre de negocios no puede ser un burócrata! –le decía a Stephan Kistenmaker, de Kistenmaker & Hijos; y el que había sido su antiguo compañero de colegio, y seguía siendo su amigo, escuchaba con suma atención cada una de las palabras de Thomas, conscientes ambos de la mayor inteligencia de éste, para después repetirlas como una opinión propia–. Hay que tener carácter, ésa es mi opinión. No creo que pueda alcanzarse un gran éxito desde el escritorio de una oficina…, al menos a mí no me causaría ninguna satisfacción. El éxito no es sólo cuestión de cálculos sobre el papel… Yo siempre siento la necesidad de dirigir el curso de los acontecimientos en directo: con la mirada, la palabra y el gesto; que sea el resultado directo de mi voluntad, de mi talento, de mi suerte, si quieres llamarlo así. Claro que, por desgracia, se está perdiendo cada vez más esta forma de entender los negocios, esta intervención personal del comerciante… Los tiempos avanzan, pero, en mi opinión, están dejando atrás las mejores costumbres…
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”
Thomas Mann (Los Buddenbrook (Pocket))
“
El todo es más que la suma de las partes”. Podemos encontrar antecedentes de esta idea en Lao-Tsé, Platón y Aristóteles, por cuanto daban prioridad al todo sobre las partes y, en especial, en la doctrina de las cualidades de la forma, de Ch. von Ehrenfels, cuando para su explicación, enunció (1890) que una melodía es más que la suma de sonidos de que se compone. Von Ehrenfels hizo destacar que transponiendo una melodía al piano a la octava superior cada uno de los elementos había cambiado, mientras la melodía subsistía sin embargo en todas sus características reconocibles. Lo esencial permanece, aunque no quede nada de los elementos. Lo que subsiste es, en efecto, común a un gran número posible de realizaciones diferentes y es la propiedad de isomorfismo, lo que supone que cualquier modificación que llega al cerebro, a un pattern3 idéntico que se encuentra memorizado, lo reconocemos en esta experiencia de confrontación. Esta ley de transposición sobre el patrón de base se aplica con evidencia en las instituciones sociales (oficina, administración, empresa). Éstas existen como organizaciones independientemente de los individuos que las constituyen, y son definidas sobre todo por las relaciones que existen entre los individuos.
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”
Joan Costa (La forma de las ideas)
“
Quería probar si existen ciertas ventanas temporales de maduración netamente definidas durante las cuales formamos nuestros gustos culturales (...) en concreto, si existe una edad determinada a la que las ventanas de apertura se cierran por completo.
Mientras un CD con éxitos de Wagner tocados con ukelele atronaba junto a mi oficina, me preguntaba: ¿cuándo se forman nuestros gustos musicales y cuándo dejamos de estar abiertos a escuchar nuevas músicas? Empezamos a llamar a emisoras de radio especializadas en períodos musicales concretos: rock contemporáneo, música de los setenta tipo "Starway to Heaven", las emisoras de doo-wop de los cincuenta, etc. "¿Cuándo fue introducida por primera vez la música que ponéis en vuestro dial? ¿Cuál es la edad media de vuestros oyentes?"
Surgió un patrón claro: no hay muchas personas de 17 años que sintonicen a las Andrew Sisters, en las comunidades de jubilados no se escucha mucho a Rage Against The Machine y los mayores fans de sesenta minutos ininterrumpidos de James Taylor están empezando a llevar vaqueros holgados.
Descubrimos que la mayoría de la gente tenía 20 años o menos cuando decidió qué tipo de música escuchar el resto de su vida. (...) Si tienes más de 35 años cuando se introduce un nuevo tipo de música popular, existe más de un 95% de posibilidades de que nunca elijas escuchar esa música. La ventana se ha cerrado.
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”
Robert M. Sapolsky (Monkeyluv: And Other Essays on Our Lives as Animals)
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Sé a qué huele. Esta pequeña peca en su cuello cuando se recoge el cabello. Su labio superior es un poco más carnoso que el inferior. La curva de su muñeca, cuando sostiene un bolígrafo. Está mal, muy mal, pero conozco su forma. Me voy a dormir pensando en eso, y luego me despierto, voy a trabajar, y ella está allí, y es imposible. Le digo cosas que sé que ella aceptará, solo para escucharla tararear en respuesta. Es como agua caliente bajando por mi jodida espina dorsal. Está casada. Es brillante. Ella confía en mí, y yo solo pienso en llevarla a mi oficina, desnudarla, hacerle cosas indescriptibles. Y quiero decirle. Quiero decirle que es luminosa, es tan brillante en mi mente, que a veces no puedo concentrarme. A veces olvido por qué entré en la habitación. Estoy distraído. Quiero empujarla contra una pared, y quiero que ella me empuje a la vez. Quiero retroceder en el tiempo y golpear a su estúpido esposo el día que lo conocí y luego viajar al futuro y golpearlo de nuevo. Quiero comprarle flores, comida, libros. Quiero tomar su mano y quiero encerrarla en mi dormitorio. Ella es todo lo que siempre quise y quiero inyectarla en mis venas y también no volver a verla nunca más. No hay nada como ella y estos sentimientos son jodidamente intolerables. Estaban medio dormidos mientras ella no estaba, pero ahora está aquí y mi cuerpo piensa que es un jodido adolescente y no sé qué hacer. No sé qué hacer. No hay nada que pueda hacer, así que solo… no haré nada.
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Ali Hazelwood (Love on the Brain)
“
El aliento del mar fue alejando lentamente la marea de la orilla, y dejó la arena lisa y espejeante bajo las estrellas. Las algas mojadas, enmarañadas, plagadas de insectos. Las dunas agrupadas y tranquilas, el viento frío combando la hierba. El camino asfaltado que subía de la playa en silencio ahora, cubierto por una capa de arena blanca; un brillo tenue sobre los techos curvos de las caravanas; los coches aparcados, formas oscuras y agazapadas sobre la hierba. Y luego la feria, el quiosco de helados con la persiana bajada, y siguiendo la calle, ya en el pueblo, la oficina de correos, el hotel, el restaurante. El Sailor’s Friend, con las puertas cerradas, pegatinas ilegibles en las ventanas. La estela de los faros de un único coche al pasar. Las luces traseras rojas como ascuas. Más allá, una hilera de casas, las ventanas reflejando impasibles la luz de las farolas, los cubos de basura alineados enfrente, y luego la carretera de la costa que salía del pueblo, silenciosa, desierta, los árboles alzándose por entre la oscuridad. El mar hacia el oeste, una extensión de manto negro. Y al este, cruzando la verja, la antigua rectoría, de un azul lechoso. Dentro, cuatro cuerpos durmiendo, despertando, durmiendo otra vez. De lado, o tumbados de espaldas, sacudiéndose las colchas con los pies, cruzando de sueño en sueño en silencio. Y ya por detrás de la casa empezaba a salir el sol. En los muros traseros y entre las ramas de los árboles, entre las hojas coloridas de los árboles y la hierba verde y húmeda, se filtra la luz del alba. Mañana de verano. Agua fría y clara en el hueco de la mano.
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”
Sally Rooney (Beautiful World, Where Are You)
“
Véase la preocupación de uno de esos salteadores políticos en obtener a ruegos el asentimiento de la mayoría para, en cualquier momento, poder alienar la responsabilidad. Pues ésta una de las principales razones por las que esa especie de actividad política es despreciable y odiosa a todo hombre de sentimientos decentes y, por tanto, también de valor, al tiempo que atrae a todos los caracteres miserables - aquellos que no quieren asumir la responsabilidad de sus acciones, sino que antes procuran huir, no pasando de cobardes villanos. Las consecuencias se dejarán sentir tan pronto como tales mediocres formen el gobierno de una Nación. Faltará entereza para obrar y se preferirá aceptar las más vergonzosas humillaciones antes de erguirse para adoptar una actitud resuelta, pues nadie habrá allí que por sí solo esté personalmente dispuesto a arriesgarlo todo en pro de la ejecución de una medida radical. Existe una verdad que no debe ni puede olvidarse: es la de que tampoco en este caso una mayoría estará capacitada para sustituir a la personalidad en el gobierno. La mayoría no sólo representa siempre la estupidez, sino también la cobardía. Y del mismo modo que de cien cabezas huecas no se hace un sabio, de cien cabezas no surge nunca una decisión heroica. Cuanto menos grave sea la responsabilidad que pese sobre el Jefe, mayor será el número de aquellos que, dotados de ínfima capacidad, se crean igualmente llamados a poner al servicio de la Nación sus "imponderables fuerzas". Con impaciencia esperan que les llegue el turno; forman una larga fila y cuentan, con doloridos lamentos, el número de los que esperan delante de ellos y casi calculan la hora sobre cuándo, posiblemente, alcanzarán su deseo. De ahí que sea para ellos motivo de regocijo el cambio frecuente de funcionarios en los cargos que ellos apetecen y que celebren todo escándalo que reduzca la fila de los que por delante esperan. En el caso de que uno de ellos no quiera dejar la posición alcanzada, casi se considera eso como una quiebra de una combinación sagrada de solidaridad común. Entonces es cuando ellos se vuelven intrigantes y no descansan hasta que el desvergonzado, al final vencido, pone su lugar nuevamente a disposición de todos. Por eso mismo, no alcanzará él tan pronto esa posición. Cuando una de estas criaturas es forzada a desistir de su puesto, procurará inmediatamente entrometerse de nuevo en la hilera de los que están a la expectativa, a no ser que lo impidan, entonces, los gritos y las injurias de los demás. La consecuencia de todo esto es la espeluznante rapidez con que se producen modificaciones en las más importantes jefaturas y oficinas públicas de un organismo estatal semejante, con un resultado que siempre tiene influencia negativa y que muchas veces llega a ser hasta catastrófico, porque no sólo el estúpido y el incapaz son lesionados por esos métodos de proceder, sino incluso los verdaderos jefes, si algún día el Destino los sitúa en esas posiciones de mando. Después que se verifica la aparición de un hombre excepcional, inmediatamente se forma un frente cerrado de defensa, sobre todo si una cabeza tal, no saliendo de las propias filas, osara penetrar en esa sublime sociedad. Lo que ellos quieren fundamentalmente es permanecer entre sí, y es considerado enemigo común todo aquél que pueda sobresalir en medio de tales nulidades. En este sentido, el instinto es tanto más agudo cuanto es inoperante en otros aspectos. El resultado será siempre un creciente empobrecimiento espiritual de las clases dirigentes. Cualquiera, desde el momento que no pertenece a ese clan de `jefes", puede juzgar cuáles serán las consecuencias para la Nación y para el Estado.
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”
Adolf Hitler (Mi Lucha)
“
Se puede partir de cualquier cosa, una caja de fósforos,
un golpe de viento en el tejado, el estudio número 3 de
Scriabin, un grito allá abajo en la calle, esa foto del
Newsweek, el cuento del gato con botas,
el riesgo está en eso, en que se puede partir de cualquier
cosa pero después hay que llegar, no se sabe bien a qué
pero llegar,
llegar no se sabe bien a qué, y el riesgo está en que en
una hora final descubras que caminaste volaste corriste
reptaste quisiste esperaste luchaste y entonces, entre
tus manos tendidas en el esfuerzo último, un premio literario
o una mujer biliosa o un hombre lleno de departamentos y
de caspa
en vez del pez, en vez del pájaro, en vez de una respuesta
con fragancia de helechos mojados, pelo crespo de un
niño, hocico de cachorro o simplemente un sentimiento
de reunión, de amigos en torno al fuego, de un tango que
sin énfasis resume la suma de los actos, la pobre hermosa
saga de ser hombre.
No hay discurso del método, hermano, todos los mapas
mienten salvo el del corazón, pero dónde está el norte en
este corazón vuelto a los rumbos de la vida, dónde el oeste,
dónde el sur. Dónde está el sur en este corazón golpeado por
la muerte, debatiéndose entre perros de uniforme y
horarios de oficina, entre amores de interregno y duelos
despedidos por tarjeta,
dónde está la autopista que lleve a un Katmandú sin
cáñamo, a un Shangri-La sin pactos de renuncia, dónde
está el sur libre de hienas, el viento de la costa sin
cenizas de uranio,
de nada te valdrá mirar en torno, no hay dónde ahí
afuera, apenas esos dóndes que te inventan con plexiglás
y Guía Azul. El dónde es un pez secreto, el dónde es eso
que en plena noche te sume en la maraña turbia de las
pesadillas donde (donde del dónde) acaso un amigo muerto
o una mujer perdida al otro lado de canales y de nieblas
te inducen lentamente a la peor de las abominaciones, a la
traición o a la renuncia, y cuando brotas de ese pantano
viscoso con un grito que te tira de este lado, el dónde
estaba ahí, había estado ahí en su contrapartida absoluta
para mostrarte el camino, para orientar esa mano que
ahora solamente buscará un vaso de agua y un calmante,
porque el dónde está aquí y el sur es esto, el mapa con
las rutas en ese temblor de náusea que te sube hasta la
garganta, mapa del corazón tan pocas veces escuchado,
punto de partida que es llegada.
Y en la vigilia está también el sur del corazón, agobiado
de teléfonos y primeras planas, encharcado en lo cotidiano.
Quisieras irte, quisieras correr, sabes que se puede
partir de cualquier cosa, de una caja de fósforos, de un
golpe de viento en el tejado, del estudio número 3 de
Scriabin, para llegar no sabes bien a qué pero llegar.
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Julio Cortázar
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«Divorciarme, eso es lo que debo hacer», mascullaba para mis adentros, pero debo haberlo dicho más de una vez en voz alta, porque Willie paró la oreja ante la palabra divorcio. Había pasado por dos anteriores y estaba decidido a evitar untercero; entonces me presionó para que consultáramos a un psicólogo. Yo me había burlado sin piedad del terapeuta de Tabra, un alcohólico despelucado que le aconsejaba las mismas perogrulladas que yo podía ofrecerle gratis. En mi opinión, la terapia era una manía de los estadounidenses, gente muy consentida y sin tolerancia para las dificultades normales de la existencia. Mi abuelo me inculcó en la infancia la noción estoica de que la vida es dura y ante los problemas no cabe sino apretar los dientes y seguir adelante. La felicidad es una cursilería; al mundo se viene a sufrir y aprender. Menos mal que el hedonismo de Venezuela suavizó unpoco aquellos preceptos medievales de mi abuelo y me dio permiso para pasarlo bien sin culpa. En Chile, en tiempos de mi juventud, nadie iba a terapia, excepto los locos de atar y los turistas argentinos, así es que me resistí bastante a la propuesta de Willie, pero él insistió tanto que por fin lo acompañé. Mejor dicho, él me llevó de un ala. El psicólogo resultó tener aspecto de monje, llevaba el cráneo afeitado, bebía téverde y permanecía la mayor parte de la sesión con los ojos cerrados. En el condado de Marin se ve a cualquier hora hombres en bicicleta, trotando enpantalones cortos o saboreando su capuchino en mesitas de las veredas. «¿Esta gente no trabaja?», le pregunté una vez a Willie. «Son todos terapeutas», me contestó. Tal vez por eso sentí un gran escepticismo frente al calvo, pero pronto éste se reveló como un sabio. Su oficina era un cuarto desnudo pintado de color arveja, decorado con una tela -mandala, creo que se llama- colgada en la pared. Nos sentamos con las piernas cruzadassobre unos cojines en el suelo, mientras el monje sorbía como un pajarito su té japonés. Empezamos a hablar y pronto se desencadenó una avalancha. Willie y yo nos arrebatábamos la palabra para contarle lo que había pasado contigo, la existencia de espanto que llevaba Jennifer, la fragilidad de Sabrina, mil otros problemas, y mi deseo de mandar todo al diablo y desaparecer. El hombre nos escuchó sin interrumpir y cuando faltaban pocos minutos para que terminara la sesión, levantó sus párpados capotudos y nos miró con una expresión de genuina lástima.«¡Qué tristeza hay en sus vidas!», murmuró. ¿Tristeza? Eso no se nos habíaocurrido a ninguno de los dos. Se nos desinfló la rabia en un instante y sentimos hasta los huesos una pena vasta como el Pacífico, que no habíamos querido admitir por pura y simple soberbia. Willie me tomó la mano, me atrajo a su cojín y nos abrazamos. Por primera vez admitimos que teníamos el corazón muy adolorido. Fue el comienzo de la reconciliación.-Voy a aconsejarles que no mencionen la palabra divorcio durante una semana. ¿Pueden hacerlo? -preguntó el terapeuta. -Sí -respondimos a una sola voz.
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Isabel Allende (La suma de los días)
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Todavía podéis bajaros del mundo. Podéis ser autosuficientes, cultivar vuestra propia comida, construir vuestra propia casa, hacer vuestro propio jabón, pan, ropa, riqueza. Podéis dejaros de pajas mentales y de teles de plasma que os tratan como si ya no os funcionara el cerebro, de interminables torres de oficinas en los que os jodéis la vida reordenando abstracciones ajenas, de terrorismos terroríficos que no hacen ni la mitad de muertos al año que vuestras queridas carreteras, de atentados supuestamente perpetrados unos personajes sobre los que no entendéis nada. Podéis rechazar un mundo que pasa sus días pidiendo prestado para consumir recursos con los que producir toda esa estúpida basura. Mascotas electrónicas. Interiorismo impersonal. Sexo virtual. Cheques regalo. Realities irreales. Comida con la que enfermar.
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Emilio Bueso (Cenital)
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El poder de las viejas es inmenso. No es verdad que las manden a esta Casa para que pasen sus últimos días en paz, como dicen ellos. Esto es una prisión, llena de celdas, con barrotes en las ventanas, con un carcelero implacable a cargo de las llaves. Los patrones las mandan a encerrar aquí cuando se dan cuenta de que les deben demasiado a estas viejas y sienten pavor porque estas miserables, un buen día, pueden revelar su poder y destruirlos. Los servidores acumulan los privilegios de la miseria. Las conmiseraciones, las burlas, las limosnas, las ayuditas, las humillaciones que soportan los hacen poderosos. Ellas conservan los instrumentos de la venganza porque van acumulando en sus manos ásperas y verrugosas esa otra mitad de sus patrones, la mitad inútil, descartada, lo sucio y lo feo que ellos, confiados y sentimentales, les han ido entregando con el insulto de cada enagua gastada que les regalan, cada camisa chamuscada por la plancha que les permiten que se lleven. ¿Cómo no van a tener a sus patrones en su poder si les lavaron la ropa, y pasaron por sus manos todos los desórdenes y suciedades que ellos quisieron eliminar de sus vidas? Ellas barrieron de sus comedores las migas caídas y lavaron los platos y las fuentes y los cubiertos, comiéndose lo que sobró. Limpiaron el polvo de sus salones las hilachas de sus costuras, los papeles arrugados de sus escritorios y sus oficinas. Restablecieron el orden en las camas donde hicieron el amor legítimo o ilegítimo, satisfactorio o frustrador, sin sentir asco ante esos olores y manchas ajenos. Cosieron los jirones de sus ropas, les sonaron las narices cuando niños, los acostaron cuando llegaron borrachos y limpiaron vómitos y meados, zurcieron sus calcetines y lustraron sus zapatos, les cortaron las uñas y los callos, les escobillaron la espalda en el baño, los peinaron, les pusieron lavativas y les dieron purgantes y tisanas para la fatiga, el cólico o la pena. Desempeñando estos menesteres, las viejas fueron robándose algo integral de las personas de sus patrones al colocarse en su lugar para hacer algo que ellos se negaban a hacer...y la avidez de ellas crece al ir apoderándose de más cosas, y codician más humillaciones y más calcetines viejos regalados como dádivas, quieren apoderarse de todo.
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José Donoso (The Obscene Bird of Night)
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En su siguiente (o primera) visita a un Starbucks, a una tienda Apple, a una oficina de FedEx o a una empresa similar, rétese a descubrir cómo interactúan los seis elementos de la matriz visual: color, forma, escala, orden, detalle e información.
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Michael E. Gerber (La empresa E-Myth: Cómo convertir una gran idea en un negocio próspero)
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El artista de grafiti que pintó las paredes de la oficina de Facebook en 2005 obtuvo participaciones que resultaron tener un valor de 200 millones de dólares, mientras que un talentoso ingeniero que se unió a la compañía en 2010 podía tener sólo 2 millones de dólares.
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Peter Thiel (De cero a uno: Cómo inventar el futuro)
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las más bellas del mundo entero que él encontraba sentadas con una decencia de maestras de canto en la penumbra de la oficina, se desnudaban como artistas, se acostaban en el diván de peluche con las tiras del traje de baño impresas en negativo de fotografía sobre el pellejo tibio de melaza de oro, olían a dentífricos de mentol,
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Gabriel García Márquez (El otoño del patriarca (Spanish Edition))
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Lo poco que entendían algunos comerciantes a sus clientes no dejaba nunca de desconcertarlo.
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Didier Decoin (La Oficina de Estanques y Jardines)
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el objetivo de proveer «vivienda asequible» a los pobres, mediante el control de alquileres, puede llevar al desvío de recursos hacia la construcción de viviendas de lujo o edificios de oficina, si estos últimos son eximidos del control de alquileres y por tanto pueden ofrecer una tasa de rentabilidad de la inversión mayor a la que se puede lograr a través de la construcción de viviendas para las personas de recursos modestos o escasos. En pocas palabras, las consecuencias son exactamente lo opuesto al objetivo.
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Thomas Sowell (Economía básica: Un manual de economía escrito desde el sentido común)
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En resumen, una política cuyo intención es conseguir que las viviendas sean más asequibles para los pobres, ha tenido como consecuencia que los recursos se redirijan a la construcción de viviendas que sólo son asequibles para los ricos o adinerados, ya que, por lo general, las viviendas lujosas no están sujetas al control de alquileres, al igual que tampoco lo están los edificios de oficinas y otras propiedades comerciales. Esto ilustra, entre otras cosas, la crucial importancia de hacer una distinción entre intenciones y consecuencias
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Thomas Sowell (Economía básica: Un manual de economía escrito desde el sentido común)
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En resumen, una política cuyo intención es conseguir que las viviendas sean más asequibles para los pobres, ha tenido como consecuencia que los recursos se redirijan a la construcción de viviendas que sólo son asequibles para los ricos o adinerados, ya que, por lo general, las viviendas lujosas no están sujetas al control de alquileres, al igual que tampoco lo están los edificios de oficinas y otras propiedades comerciales. Esto ilustra, entre otras cosas, la crucial importancia de hacer una distinción entre intenciones y consecuencias. Las políticas económicas necesitan ser analizadas según los incentivos que crean, y no según las esperanzas que las inspiraron.
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Thomas Sowell (Economía básica: Un manual de economía escrito desde el sentido común)
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Lo que hoy son alianzas globales de empresas de servicios profesionales se extenderá a escala nacional y local en cada país, con la proliferación de oficinas multidisciplinarias.
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Andrés Oppenheimer (¡Sálvese quien pueda!: El futuro del trabajo en la era de la automatización)
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El horario de la oficina era el ataúd de cristal dentro del que prefería seguir sujeto, como una Bella Durmiente del bosque de los números, preservado de la vida y sus manzanas envenenadas.
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Francisco Umbral (Nada en el domingo)
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Vinnie’s Sub Shop, que está en la misma manzana de nuestra oficina en Chicago. Ponen en sus bocadillos un aceite de albahaca casero que es delicioso. Pero tienes que ir pronto. Si les preguntas a qué hora cierran, la mujer del mostrador te dirá: «Cerramos cuando se nos acaba el pan».
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Jason Fried (Reinicia: Borra lo aprendido y piensa la empresa de otra forma (Gestión del conocimiento) (Spanish Edition))
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El animal olía a cieno, a mucus, a hojas en descomposición, a algas machacadas, a madera mohosa, a tierra húmeda, el mismo olor sordo, inferior, un poco grasiento, que traía Katsuro cuando volvía del río; y, bajo los pechos de Miyuki, el corazón de la carpa latía con el mismo compás tranquilo, muy majestuoso sin lugar a dudas, que el de Katsuro algunas mañanas, inmediatamente después de haberse acostado con su mujer:
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Didier Decoin (La Oficina de Estanques y Jardines)
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Llego a la cima del monte Tibidabo y veo a unos cincuenta huérfanos en su uniforme verde aceituna alineados frente al mirador que se abre a la ciudad. Los niños tiritan de frío y ansia bajo los arcos de la oficina del parque de atracciones. Los parques de atracciones... Algún original dice que esos lugares son un negativo burlesco del Infierno, brillo de emoción en aristas de azogue; el Leteo discurre por túneles donde chillan las parejas y el tobogán de la montaña rusa es un precipicio de hierro que lanza condenados a las llamas. Todo es posible.
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Francisco Casavella (El día del Watusi)
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Al ser tan claro como sea posible cuando das instrucciones, estableces un ejemplo de qué tan meticuloso quieres que sea tu equipo y de cómo los miembros del equipo deben apoyarse unos a otros en el trabajo interdependiente.
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Lee Caraher (Millennials en la oficina (Spanish Edition))
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Cuando volví a verlo, cuando iniciamos esta segunda amistad que espero no terminará ya nunca, dejé de pensar en toda forma de ataque. Quedó resuelto que no le hablaría jamás de Inés ni del pasado y que, en silencio, yo mantendría todo aquello viviente dentro de mí. Nada más que esto hago, casi todas las tardes, frente a Roberto y las caras familiares del café. Mi odio se conservará cálido y nuevo mientras pueda seguir viviendo y escuchando a Roberto; nadie sabe de mi venganza, pero la vivo, gozosa y enfurecida, un día y otro. Hablo con él, sonrío, fumo, tomo café. Todo el tiempo pensando en Bob, en su pureza, su fe, en la audacia de sus pasados sueños. Pensando en el Bob que amaba la música, en el Bob que planeaba ennoblecer la vida de los hombres construyendo una ciudad de enceguecedora belleza para cinco millones de habitantes, a lo largo de la costa del río; el Bob que no podía mentir nunca; el Bob que proclamaba la lucha de los jóvenes contra los viejos, el Bob dueño del futuro y del mundo. Pensando minucioso y plácido en todo eso frente al hombre de dedos sucios de tabaco llamado Roberto, que lleva una vida grotesca, trabajando en cualquier hedionda oficina, casado con una mujer a quien nombra “mi señora”; el hombre que se pasa estos largos domingos hundido en el asiento del café, examinando diarios y jugando a las carreras por teléfono.
Nadie amó a mujer alguna con la fuerza con que yo amo su ruindad, su definitiva manera de estar hundido en la sucia vida de los hombres. Nadie se arrobó de amor como yo lo hago ante sus fugaces sobresaltos, los proyectos sin convicción que un destruido y lejano Bob le dicta algunas veces y que sólo sirven para que mida con exactitud hasta donde está emporcado para siempre.
No sé si nunca en el pasado he dado la bienvenida a Inés con tanta alegría y amor como diariamente le doy la bienvenida a Bob al tenebroso y maloliente mundo de los adultos. Es todavía un recién llegado y de vez en cuando sufre sus crisis de nostalgia. Lo he visto lloroso y borracho, insultándose y jurando el inminente regreso a los días de Bob. Puedo asegurar que entonces mi corazón desborda de amor y se hace sensible y cariñoso como el de una madre. En el fondo sé que no se irá nunca porque no tiene sitio donde ir; pero me hago delicado y paciente y trato de conformarlo. Como ese puñado de tierra natal, o esas fotografías de calles y monumentos, o las canciones que gustan traer consigo los inmigrantes, voy construyendo para él planes, creencias y mañanas distintos que tienen luz y el sabor del país de juventud de donde él llegó hace un tiempo. Y él acepta; protesta siempre para que yo redoble mis promesas, pero termina por decir que sí, acaba por muequear una sonrisa creyendo que algún día habrá de regresar al mundo de las horas de Bob y queda en paz en medio de sus treinta años, moviéndose sin disgusto ni tropiezo entre los cadáveres pavorosos de las antiguas ambiciones, las formas repulsivas de los sueños que se fueron gastando bajo la presión distraída y constante de tantos miles de pies inevitables.
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Juan Carlos Onetti (Cuentos completos)
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Bukowski
-El mar no es nada bonito.
El padre se llevó al niño de vuelta a su sitio. Bukowski no podía comprender qué había pasado. ¿Por qué había reaccionado así un niño de tan corta edad? ¿Por qué se dirigió a él? Entonces recordó: "Déjame recomendarte algo. Es por aquello que decías, lo de meter en la caja. Cuando te lo cuenten, no lo metas directamente. Obsérvalo tú antes".
Devolvió la vista hacia aquella inmensa masa de agua y comprendió. Después de tantos años, por fin se había dado cuenta: el niño tenía razón.
Extrajo parte del cartón encargado de proteger su vinilo perdido y le pidió prestado un lápiz al padre que todavía vigilaba a su hijo, ya más tranquilo. ¿Qué pensarían de él en la oficina de correos?
Sobre el cartón escribió unos versos. Empezaba a sentirse libre.
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Carlos Mayoral (Etílico)
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No a los actos heroicos. Si necesitas que un héroe haga las cosas, tienes un problema. El esfuerzo heroico debe entenderse como un error de planeación. Basta de políticas absurdas. Toda política que parece ridícula probablemente lo es. Los formularios, reuniones, aprobaciones y normas absurdos son sólo eso: absurdos. Si tu oficina parece una caricatura de Dilbert, ponle remedio. Fuera idiotas. No lo seas, ni permitas esa conducta. Quienquiera que cause caos emocional, inspire miedo o temor o degrade o subestime debe ser parado en seco. Busca el flujo. Opta por la manera más tersa y sin contratiempos de hacer las cosas. Scrum consiste en permitir el mayor flujo posible.
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Jeff Sutherland (Scrum: El arte de hacer el doble de trabajo en la mitad de tiempo)
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Uno de los casos que Harry aún no había logrado resolver era el de una persona cuyo cadáver había aparecido en seis pedazos: uno en cada descanso de la escalera de incendios de un hotel de Gower Street. Aquel crimen atroz no había escandalizado a nadie en la oficina. Incluso corría el chiste de que por suerte la víctima no se había alojado en el Holiday Inn, que tenía quince plantas.
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Michael Connelly (The Black Ice (Harry Bosch, #2; Harry Bosch Universe, #2))
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Finalmente doy con la palabra estigmatizar y la frase que va con ella, pero sigo guardándolo todo en la boca, con un asco y una vergüenza como si fuera carne cruda, cortada de mí (tanto esfuerzo me ha costado). Finalmente digo la frase, pero me quedo con el espanto de ver que todo en mí se halla dispuesto para un trabajo literario, y semejante trabajo sería para mí una solución celestial y una verdadera vivificación, mientras que aquí en la oficina, por causa de un documento tan miserable, tengo que robarle un pedazo de carne a un cuerpo capaz de semejante dicha.
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Franz Kafka
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Los problemas son una constante en la vida. Cuando resuelves tu problema de salud al comprar la membresía de un gimnasio, creas nuevos problemas como tener que levantarte temprano para ir a ejercitarte, sudar como drogadicto en rehabilitación durante 30 minutos en la escaladora elíptica y luego ducharte para no dejar malos olores en la oficina. Cuando resuelves el problema de no pasar suficiente tiempo con tu pareja y se te ocurren los “Miércoles de cita”, generas nuevos problemas como pensar qué hacer (que ninguno de los dos odie) cada miércoles, asegurarte de contar con suficiente dinero para cenar en lugares bonitos, redescubrir la química y la chispa que ambos sienten que han perdido y resolver la logística de hacer el amor en una pequeña tina con demasiadas burbujas.
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Mark Manson (El sutil arte de que te importe un caraj*: Un enfoque disruptivo para vivir una buena vida)
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¿Sabe usted cuántas mujeres son víctimas de delitos sexuales en esta ciudad? Más de dos mil cada año. Y casi la mitad son menores de edad. Y probablemente un número similar no denuncia la violación, por lo que estaríamos hablando de cuatro mil violaciones al año. Es decir, cada día violan a más de diez mujeres aquí, hizo un gesto como si los estupros se estuvieran cometiendo en el pasillo. Un pasillo mal iluminado por un tubo fluorescente de color amarillo, exactamente igual que el tubo fluorescente que permanecía apagado en la oficina de Yolanda Palacio. Algunas de las violaciones, por supuesto, acaban en asesinato. Pero no quiero exagerar, la mayoría se conforma con violar y ya está, se acabó, a otra cosa. Sergio no supo qué decir. ¿Sabe usted cuántas personas trabajamos en el Departamento de Delitos Sexuales? Sólo yo.
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Roberto Bolaño (2666)
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En la oficina no hay amigos; hay tipos que se ven todos los días, que rabian juntos o separados, que hacen chistes y se los festejan, que se intercambian sus quejas y se transmiten sus rencores, que murmuran del Directorio en general y adulan a cada director en particular. Esto se llama convivencia, pero sólo por espejismo la convivencia puede llegara a parecerse a la amistad.
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Mario Benedetti (La tregua)
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La soledad que sentí al salir de su oficina es algo que nunca olvidaré.
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David Goggins (No me puedes lastimar: Domina tu mente y desafía las probabilidades)
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Si los colaboradores no son capaces de llevar comida saludable al trabajo, se puede buscar que la empresa venda alimentos sanos dentro de las oficinas, que cree un catálogo de lugares cercanos que pueden llevar este servicio a domicilio, o capacitar al personal para que descubran cómo hacerlo desde casa. También se pueden practicar técnicas de respiración o meditaciones cortas en el horario laboral para generar bienestar. Estos hábitos pueden generar que un día a la semana todos lleven algo para compartir.
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Noemí Gómez (Entre tiburones y millenials: El gran reto del liderazgo multigeneracional de nuestros días)
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En otro artículo del New York Times, Erin Callan, ex directora de finanzas de Lehman Brothers, cuenta la historia de cómo “en una fiesta de la oficina, en 2005, una de mis colegas le preguntó al que entonces era mi marido qué hacía yo los fines de semana. Ella me consideraba una persona intensa y llena de energía. ‘¿Hace kayak, escala y luego corre medio maratón?’, dijo en broma. No, dijo él con simplicidad, ‘duerme’. Y era cierto. Cuando no estaba poniéndome al corriente con el trabajo, pasaba el fin de semana recargando las baterías para la semana siguiente.”[5
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Greg McKeown (Esencialismo: Logra el máximo de resultados con el mínimo esfuerzo)
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Entre 2300 a.C. e 1800 a.C., Taosi passou por três fases de expansão. Primeiro, uma vila fortificada de sessenta hectares surgiu das ruínas de uma aldeia e, depois, tornou-se uma cidade de trezentos hectares. Nesses períodos inicial e intermediário, há indícios de estratificação social quase tão notáveis quanto a de Shimao, ou inclusive quanto ao que poderíamos esperar de uma capital imperial chinesa de épocas posteriores. Havia muralhas maciças ao redor da cidade, sistemas viários e enormes áreas protegidas para armazenamento, assim como uma rígida separação entre os bairros das pessoas comuns e os da elite, com oficinas diversas e um monumento-calendário agrupados em torno do que provavelmente era uma espécie de palácio. Os sepultamentos na vila inicial de Taosi exibiam uma clara distinção entre as classes sociais. Os túmulos da população comum eram modestos; os da elite estavam repletos de centenas de vasilhas laqueadas, machados de jade cerimoniais e resquícios de extravagantes banquetes com carne de porco. Então, de repente, por volta de 2000 a.C. tudo parece mudar. Nas palavras de um escavador: A muralha da cidade foi demolida e […] as divisões funcionais originais eliminadas, resultando numa falta de regulamentação espacial. As zonas residenciais da população comum passaram a ocupar quase todo o sítio, chegando mesmo a ultrapassar o limite da grande muralha urbana do período intermediário. A zona urbana ampliou-se ainda mais, ocupando uma área de trezentos hectares. Além disso, a área ritual no sul foi abandonada. A antiga área do palácio agora passou a abrigar uma precária fundação de terra compactada com cerca de 2 mil metros quadrados, rodeada por poços de dejetos usados por gente de status relativamente baixo. Oficinas com utensílios de pedra tomaram o lugar das residências da elite de nível mais baixo. A cidade claramente perdera a condição de capital, e vigorava um estado de anarquia.111 Além do mais, há pistas de que foi um processo consciente de transformação, muito provavelmente acompanhado de grande violência. As sepulturas populares multiplicaram-se no cemitério da elite e, na zona do palácio, um sepultamento em massa, com sinais de tortura e grotescas violações dos cadáveres, parece ser evidência do que o escavador definiu como um “ato de represália política”.112 Ora, ainda que seja considerado deselegante questionar o juízo de primeira mão de um escavador, não resistimos a fazer alguns comentários. Primeiro, o ostensivo “estado de anarquia” (descrito em outro trecho como “de colapso e caos”)113 durou um tempo considerável, entre dois e três séculos. Segundo, no período tardio a área total de Taosi na verdade aumentou de 280 para 300 hectares. Isso não parece um colapso, mas uma época de prosperidade generalizada, na sequência da abolição de um rígido sistema de classes. Parece sugerir que, após a destruição do palácio, as pessoas não mergulharam numa “guerra de todos contra todos” nos moldes hobbesianos, e sim que apenas continuaram tocando suas vidas — presumivelmente sob o que consideravam um sistema mais equitativo de autogoverno local.
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David Graeber (O despertar de tudo: Uma nova história da humanidade (Portuguese Edition))
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Y pareciera que todos andamos esperando la primera lluvia para relajarnos, para decirle adiós al eterno verano y por fin asumir el año que recién comienza en marzo, cuando el país retoma su agenda de burócrata planificado, cuando de un dos por tres se pasa del febrero ocioso a las carreras por las tiendas buscando el uniforme escolar, porque los niños ahora crecen de pronto. Uno no se da ni cuenta y los pitufos te miran desde arriba, alegando por la ingeniosa ley que acorta las vacaciones y los mete de sopetón en el odiado primer día de clases. Ese latero reencuentro con la institución educadora, con esos profesores almidonados que les dan la bienvenida con la sonrisa chueca. Los profes que ahora son jóvenes, recién egresados de las universidades, que fuman pitos e igual odian dejar el carrete, los jeans y las zapatillas para entrar en su doble vida de impecables reformadores. Y quizás, ese es el único punto en que alumnos y profesores se encuentran realmente, planchando la ropa, ordenando papeles y cuadernos para comparecer en el bostezo ritual de la primera mañana escolar.
Allí, alineados en el patio, separados por curso y género (porque se fomenta la fornicación adolescente, dicen los educadores). A esa hora de la mañana, tener que escuchar los interminables discursos de la directora, que con los ojos blancos, cacarea su oración por la santa patria, por el puro Chile que te educa para ser chileno (qué novedad), por las buenas costumbres, que por lo general son para los estudiantes chupamedias, que escuchan en primera fila con cara de santurrones el discurso de la señora. Mientras atrás, a puro pellizcón, los inspectores mantienen a raya a los desordenados, a los pailones de la última fila, los que no se cansan de joder con sus bromas y chistes picantes. Los que se tiran peos e inundan el ordenado aire de la mañana escolar con ese olor rebelde. Tal vez son los únicos que escuchan el discurso de la directora, los únicos que le ponen atención para imitarla, para remedarle su curso y mentirosa acogida. Y la escuchan porque la odian, porque saben que ella no los pasa, detesta su música, su ropa y sus peinados y su desfachatez de pararse en el mundo así. Y llega cada año con nuevos reglamentos e ideas y talleres lateros para que sus niños ocupen mejor el tiempo.
Los estudiantes de la última fila saben que la directora nunca los pierde de vista. Y por cualquiera anotación pasarán por su oficina cabizbajos, escuchando el mismo sermoneo, la misma citación de apoderados, el mismo: «Hasta cuándo González. Hasta cuándo, Loyola. Hasta cuándo, Santibáñez. ¿Nunca se va a aburrir de hacer tanto desorden?». Y la verdad, los alumnos de la última fila seguirán con sus manotazos y pifias mientras la sagrada educación nacional no los represente. Mientras les alarguen la tortura de las clases hasta las cuatro de la tarde, ellos seguirán riéndose del tiempo extra que gasta el estado para domarlos. Si nadie les pregunto, si nadie les dijo a ellos, que son los únicos afectados. Y por eso los chicos andan a patadas con los bancos, escupiendo con rabia a espaldas del inspector que los manda a cortarse el pelo. Ese largo pelo que durante las vacaciones se lo lavaron y cuidaron como seda.
Esa hermosa cascada de cabello que los péndex se sueltan femeninos cuando van a la disco. Tal vez lo único ganado de todas las revoluciones y muchas juveniles. Esa larga bandera de pelo que los chicos desatan clandestinamente y la educación se las arrebata de un zarpazo.
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Pedro Lemebel (Zanjón de la Aguada)
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Y me trajisteis aquí para contar las estrellas,
para bañarme en el río y para hacer dibujos en la arena.
Éste era el contrato.
Y ahora me habéis puesto a construir cepos y candados,
a cargar un fusil y a escribir en la oficina de un juzgado.
Me trajisteis aquí para cantar en unas bodas
y me habéis puesto a llorar junto a una fosa.
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”
León Felipe
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Allí, alineados en el patio, separados por curso y género (porque se fomenta la fornicación adolescente, dicen los educadores). A esa hora de la mañana, tener que escuchar los interminables discursos de la directora, que con los ojos blancos, cacarea su oración por la santa patria, por el puro Chile que te educa para ser chileno (qué novedad), por las buenas costumbres, que por lo general son para los estudiantes chupamedias, que escuchan en primera fila con cara de santurrones el discurso de la señora. Mientras atrás, a puro pellizcón, los inspectores mantienen a raya a los desordenados, a los pailones de la última fila, los que no se cansan de joder con sus bromas y chistes picantes. Los que de tiran pesos e inundan el ordenado aire de la mañana escolar con ese olor rebelde. Tal vez son los únicos que escuchan el discurso de la directora, los únicos que le ponen atención para imitarla, para remedarle su curso y mentirosa acogida. Y la escuchan porque la odian, porque saben que ella no los pasa, detesta su música, su ropa y sus peinados y su desfachatez de pararse en el mundo así. Y llega cada año con nuevos reglamentos e ideas y talleres lateros para que sus niños ocupen mejor el tiempo.
Los estudiantes de la última fila saben que la directora nunca los pierde de vista. Y por cualquiera anotación pasarán por su oficina cabizbajos, escuchando el mismo sermoneo, la misma citación de apoderados, el mismo: «Hasta cuándo González. Hasta cuándo, Loyola. Hasta cuándo, Santibáñez. ¿Nunca se va a aburrir de hacer tanto desorden?». Y la verdad, los alumnos de la última fila seguirán con sus manotazos y pifias mientras la sagrada educación nacional no los represente. Mientras les alarguen las torturan de las clases hasta las cuatro de la tarde, ellos seguirán riéndose del tiempo extra que gasta el estado para domarlos. Si nadie les pregunto, si nadie les dijo a ellos, que son los únicos afectados. Y por eso los chicos andan a patadas con los bancos, escupiendo con rabia a espaldas del inspector que los manda a cortarse el pelo. Ese largo pelo que durante las vacaciones se lo lavaron y cuidaron como seda.
Esa hermosa cascada de cabello que los péndex se sueltan femeninos cuando van a la disco. Tal vez lo único ganado de todas las revoluciones y luchas juveniles. Esa larga bandera de pelo que los chicos desatan clandestinamente y la educación se las arrebata de un zarpazo. ¿Entonces cómo esperan que ellos tengan otras actitud frente a esta agresión oficial que les quita lo que más quieren? Cómo pretender que en la última fila no vuelve una mosca, si todos los ojos del primer día de clases están puestos en ellos, entretenidos en reírse de las amorosas palabras de la directora, tirándose fotos cuando ella presenta al alcalde
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Pedro Lemebel (Zanjón de la Aguada)
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Allí, alineados en el patio, separados por curso y género (porque se fomenta la fornicación adolescente, dicen los educadores). A esa hora de la mañana, tener que escuchar los interminables discursos de la directora, que con los ojos blancos, cacarea su oración por la santa patria, por el puro Chile que te educa para ser chileno (qué novedad), por las buenas costumbres, que por lo general son para los estudiantes chupamedias, que escuchan en primera fila con cara de santurrones el discurso de la señora. Mientras atrás, a puro pellizcón, los inspectores mantienen a raya a los desordenados, a los pailones de la última fila, los que no se cansan de joder con sus bromas y chistes picantes. Los que de tiran peos e inundan el ordenado aire de la mañana escolar con ese olor rebelde. Tal vez son los únicos que escuchan el discurso de la directora, los únicos que le ponen atención para imitarla, para remedarle su curso y mentirosa acogida. Y la escuchan porque la odian, porque saben que ella no los pasa, detesta su música, su ropa y sus peinados y su desfachatez de pararse en el mundo así. Y llega cada año con nuevos reglamentos e ideas y talleres lateros para que sus niños ocupen mejor el tiempo.
Los estudiantes de la última fila saben que la directora nunca los pierde de vista. Y por cualquiera anotación pasarán por su oficina cabizbajos, escuchando el mismo sermoneo, la misma citación de apoderados, el mismo: «Hasta cuándo González. Hasta cuándo, Loyola. Hasta cuándo, Santibáñez. ¿Nunca se va a aburrir de hacer tanto desorden?». Y la verdad, los alumnos de la última fila seguirán con sus manotazos y pifias mientras la sagrada educación nacional no los represente. Mientras les alarguen las torturan de las clases hasta las cuatro de la tarde, ellos seguirán riéndose del tiempo extra que gasta el estado para domarlos. Si nadie les pregunto, si nadie les dijo a ellos, que son los únicos afectados. Y por eso los chicos andan a patadas con los bancos, escupiendo con rabia a espaldas del inspector que los manda a cortarse el pelo. Ese largo pelo que durante las vacaciones se lo lavaron y cuidaron como seda.
Esa hermosa cascada de cabello que los péndex se sueltan femeninos cuando van a la disco. Tal vez lo único ganado de todas las revoluciones y luchas juveniles. Esa larga bandera de pelo que los chicos desatan clandestinamente y la educación se las arrebata de un zarpazo. ¿Entonces cómo esperan que ellos tengan otras actitud frente a esta agresión oficial que les quita lo que más quieren? Cómo pretender que en la última fila no vuelve una mosca, si todos los ojos del primer día de clases están puestos en ellos, entretenidos en reírse de las amorosas palabras de la directora, tirándose fotos cuando ella presenta al alcalde
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Pedro Lemebel (Zanjón de la Aguada)
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Que todo esto no salga de aquí
honor de la familia
honor del padre
honor del hijo
honor del loro Espíritu Santo
...
y la hija es pisoteada
la familia descalza pisotea
pisotea y pisotea
es la vendimia de la familia
la vendimia del honor
la señorita de la casa revienta
en el fondo…
en la superficie
estallan pompas de jabón
...
y el jefe de familia y de oficina
se pone el sombrero
y se va
atraviesa la plaza de jefatura de distrito
y contesta al saludo de su subjefe
que le saluda…
los pies del jefe de familia están colorados
pero los zapatos están bien lustrados
Más vale provocar envidia que lástima.
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Jacques Prévert
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La democratización de la inteligencia artificial entendida como robótica traerá consigo la disminución sistémica del asalariado de oficina. El trabajador pasará a ser un jubilado que observa de lejos cómo el trabajo de las nuevas generaciones es sustituido por las máquinas.
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Yasser Medina
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oficinas del país; palabras que los niños deberían recordar de memoria, en lugar de esforzarse
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Dale Carnegie (Cómo ganar amigos e influir sobre las personas)
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Persona que tiene por oficio escribir a mano, copiando o poniendo en limpio escritos ajenos, o escribiendo lo que se le dicta. 2. m. y f. — Escribiente de un despacho, oficina o tribunal.
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Real Academia Española (Diccionario de la lengua española)
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Odio que me metan prisa, creo que escribo para no tener que ir con prisa por las mañanas, de camino a la oficina. Para no tener oficina, y que mi trabajo no se parezca al trabajo.
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Sara Torres (La seducción)
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Mires a donde mires, te encuentras con la jerga empresarial: “incentivos”, “valor añadido”, “pasos adelante”; las mismas cadenas de mando, las mismas oficinas con iguales mesas y cubículos, la misma funcionalidad neutral, sin concesión alguna a la estética; la misma fe en la motivación y en el espíritu de equipo prefabricado.
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Barbara Ehrenreich (Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo (Noema nº 89) (Spanish Edition))
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La gran mayoría de los oficinistas despedidos se tragaron el sapo, como se suele decir, y aceptaron que les dieran pensamiento positivo en vez de la nómina mensual y la seguridad de antes. No tomaron las calles, no forzaron ningún cambio en la política, no se presentaron en su ex oficina con una pistola.
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Barbara Ehrenreich (Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo (Noema nº 89) (Spanish Edition))
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Para conseguirlo, trabaja incansablemente y acepta hacer cosas que no van con su manera de pensar, y que minan su integridad, como salir de fiesta con clientes varias noches a la semana, descuidando completamente a su familia. Un día, un cliente importante le invita a un club de prostitutas y, como no sabe decir que no, acepta. Cuando su esposa se entera se disgusta mucho. Ella, tras la enésima ausencia de su esposo, le envía una carta de divorcio. Ricardo pierde su familia, pero curiosamente ese mismo día recibe la gran noticia de que ha conseguido el tan deseado puesto de presidente de la compañía. Mientras le mostraban su nueva oficina con vista a la bahía de Nueva York, Ricardo se sentía el hombre más desdichado del mundo a pesar de haber alcanzado su sueño, o mejor dicho, después de haber alcanzado «su más caro deseo».
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Sharon M. Koenig (Los Ciclos del Alma, El Proceso de Conexión: Un camino para vivir tu verdadero propósito (Nueva Conciencia) (Spanish Edition))
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El historiador Hernán Ramírez Necochea estima que entre 1901 y 1970 murieron alrededor de quince mil personas producto de la acción de uniformados en matanzas como la de las oficinas La Coruña y Buenaventura, la masacre del Seguro Obrero o las muertes en Pampa Irigoin a fines de los sesenta. Hay que sumarle las más de tres mil víctimas reconocidas de la dictadura cívico-militar y el panorama es desolador: el Estado chileno, a través de sus Fuerzas Armadas y de Orden, ha matado a más compatriotas que a extranjeros, más que a todos los muertos en toda la Guerra del Pacífico o en cualquier conflicto que hayan enfrentado con fuerzas extranjeras.
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Jorge Baradit (Historia secreta de Chile (Spanish Edition))
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Los científicos han coincidido en que son las experiencias y no los objetos la mejor manera en la que podemos gastar nuestra lana en pro de ser más felices. Es
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Agata Szekely (Freelance: Guía práctica para una vida sin oficinas (Spanish Edition))
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marido? —Soy viuda. —Será de un fantasma encarnado, porque los otros días yo vi a Peyo caminando por la Plaza —interrumpió otra de las comadronas que esperaban en la oficina. —Para lo que sirve, mejor darlo por muerto —respondió la comadrona que entrevistaba. Rieron ambas.
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Mayra Santos-Febres (La amante de Gardel)
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¡Salga inmediatamente de esta oficina! Aquí no tenemos sentimientos. ¡Fuera!
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Charles Dickens (Obras Completas de Charles Dickens (Cuento de Navidad, David Copperfield, El Guardavías, El Misterio de Edwin Drood, Grandes Esperanzas, Historia de Dos...Tiempos Difíciles))
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Desde Naciones Unidas, el jefe de la Oficina para las Drogas y el Crimen, Antonio Maria Costa, revelaba cómo ya se tenía evidencia en la ONU de que el dinero procedente de actividades ilícitas era “el único capital de inversión líquido” del que disponían algunos bancos a punto del colapso. “Los créditos interbancarios fueron financiados con dinero derivado del tráfico de drogas […] Hay indicios de que algunos bancos fueron rescatados de esta forma”. La historia del Wachovia Bank, “en el centro de una de las operaciones de lavado de dinero más grandes del mundo” (en la que el protagonista de los depósitos multimillonarios fue ni más ni menos que el Cártel de Sinaloa), es quizás la metáfora más acabada de cómo los capitales acumulados con sangre alimentan a los bancos y a las economías de varios continentes. La verdad es bien sencilla, concluye el investigador Martin Woods, “un cuarentón oriundo de Liverpool”, como lo describe el semanario: “Si no ves una correlación entre el lavado de dinero por parte de los bancos y las 30 mil personas asesinadas en México [era el dato ya escalofriante en la época], entonces no estás entendiendo nada”.
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José Reveles (El Chapo: entrega y traición)
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Comer compulsivamente es la adicción que eligen las personas que tienen que cuidar de otros, y ése es el motivo de que se considere la adicción de menor rango. Es una manera de joderte a ti misma mientras te mantienes completamente operativa, porque no te queda más remedio. La gente gorda no se permite el «lujo» de que su adicción les convierta en alguien inútil, caótico, o en una carga. En vez de eso, se autodestruyen poco a poco sin molestar a nadie. Y esto explica que sea con tanta frecuencia una adicción elegida por las mujeres. Todas las mamás que comen sin hacer ruido. Todos los KitKats en el cajón de la oficina. Todos los momentos de infelicidad, a altas horas de la noche, captados sólo por la luz de la nevera.
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Caitlin Moran (How to Be a Woman)
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(…) a solidão é oficina de ideias, e o espírito deixado a si mesmo, embora no meio da multidão, pode adquirir uma tal ou qual atividade.
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Machado de Assis
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Matthew se imaginó (aunque la imaginación no era su fuerte) a aquel desgraciado alto y feo abriendo la puerta de su piso y no la de su oficina
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Robert Galbraith (The Silkworm (Cormoran Strike, #2))
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la oficina más peleonera del planeta: el área chica.
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Juan Villoro (Balón dividido)
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«Cuando cayó Jericó, llorar estaba permitido, y en Babilonia estaba de moda proferir memorables lamentos por las aguas separadas. Pero aquí debes ir a tu oficina, llena de vida, con una chispa en los ojos, aunque sea sintética. Porque quién se atreve a ponerse en pie y decir: «¡Qué cansados estamos! ¡Oh, Dios, qué cansados estamos!».
Debo vigilar el objetivo, que es: la aniquilación del amor, para que el amor pueda sufrirse; o, más bien, el cese del sentimiento, para que el dolor sea soportable, y el amor, así, pueda renacer bajo nueva forma.»
—Los pícaros y los canallas van al cielo, Elizabeth Smart—
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Elizabeth Smart (The Assumption of the Rogues & Rascals)
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Entonces, mira, a veces una muchacha parte en bicicleta,
la ves de espaldas alejándose por un camino (¿la Gran Vía,
King´s Road, la Avenue de Wagran, un sendero
entre álamos, un paso entre colinas?), hermosa y joven la
ves de espaldas yéndose, más pequeña ya, resbalando en la
tercera dimensión y yéndose,
y te preguntas si llegará, si salió para llegar, si salió
porque quería llegar, y tienes miedo como siempre has
tenido miedo por ti mismo, la ves irse tan frágil y
blanca en una bicicleta de humo, te gustaría estar con ella,
alcanzarla en algún recodo y apoyar una mano en el
/manubrio
y decir que también tú has salido, que también tú quieres
llegar al sur,
y sentirte por fin acompañado porque la estás acompañando,
larga será la etapa pero allí en lo alto el aire es limpio
y no hay papeles y latas en el suelo, hacia el fondo del
valle se dibujará por la mañana el ojo celeste de un lago.
Sí, también eso lo sueñas despierto en tu oficina o en
la cárcel, mientras te aplauden en un escenario o una
cátedra, bruscamente ves el rumbo posible, ves la chica
yéndose en su bicicleta o el marinero con su bolsa al
hombro, entonces es cierto, entonces hay gente que se
va, que parte para llegar, y es como un azote de palomas
que te pasa por la cara, por qué no tú, hay tantas
bicicletas, tantas bolsas de viaje, las puertas de la
ciudad están abiertas todavía,
y escondes la cabeza en la almohada, acaso lloras.
Porque, son cosas que se saben, la ruta del sur lleva
a la muerte,
allá, como la vio un poeta, vestida de almirante espera
o vestida de sátrapa o de bruja, la muerte coronel o
general espera
sin apuro, gentil, porque nadie se apura en los aeródromos,
no hay cadalsos ni piras, nadie redobla los tambores
para anunciar la pena, nadie venda los ojos de los reos
ni hay sacerdotes que le den a besar el crucifijo a la
mujer atada a la estaca, eso no es ni siquiera Ruán y no
es Sing-Sing, no es la Santé,
allá la muerte espera disfrazada de nadie, allá nadie
es culpable de la muerte, y la violencia
es una vacua acusación de subversivos contra la disciplina
y la tranquilidad del reino,
allá es tierra de paz, de conferencias internacionales,
copas de fútbol, ni siquiera los niños revelarán que
el rey marcha desnudo en los desfiles, los diarios
hablarán de la muerte cuando la sepan lejos, cuando se
pueda hablar de quienes mueren a diez mil kilómetros,
entonces sí hablarán, los télex y las fotos hablarán sin
mordaza, mostrarán cómo el mundo es una morgue
/maloliente
mientras el trigo y el ganado, mientras la paz del sur,
mientras la civilización cristiana.
Cosas que acaso sabe la muchacha perdiéndose a lo lejos,
ya inasible silueta en el crepúsculo, y quisieras estar
y preguntarle, estar con ella, estar seguro de que sabe,
pero cómo alcanzarla cuando el horizonte es una sola
línea roja ante la noche, cuando en cada encrucijada
hay múltiples opciones engañosas y ni siquiera una
esfinge para hacerte las preguntas rituales.
¿Habrá llegado al sur?
¿La alcanzarás un día?
Nosotros, ¿llegaremos?
(Se puede partir de cualquier cosa, una caja de fósforos, una lista de desaparecidos, un viento en el tejado - )
¿Llegaremos un día?
Ella partió en su bicicleta, la viste a la distancia,
no volvió la cabeza, no se apartó del rumbo. Acaso entró
en el sur, lo vio sucio y golpeado en cuarteles y calles
pero sur, esperanza de sur,
sur esperanza. ¿Estará sola ahora, estará hablando
con gente como ella, mirarán a lo lejos por si otras
bicicletas apuntaran filosas?
( - un grito allá abajo en la calle, esa foto del Newsweek - )
¿Llegaremos un día?
”
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Julio Cortázar
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letrero que se menospreciaba a sí mismo: «Oficina de Rezagos del Correo Nacional».
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Gabriel García Márquez (Vivir para Contarla)
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Las oficinas son como las monarquías; por eso, si alguien comienza a enloquecer, así sea sutilmente, en una oficina, toda su conversación se orienta hacia los dichos y hechos del monarca.
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Daniel Saldaña París (En medio de extrañas víctimas)