Michel Odent Quotes

iron inhibits the absorption of important growth factors such as zinc. Furthermore, iron is an oxidative substance that can exacerbate the production of free radicals and might even increase the risk of pre-eclampsia.9

Of course, we know that there are devices, apparatuses, and drugs that forcefully make your body do what it already knows how to do. But how dare we presume to attempt to improve upon what nature has perfectly orchestrated and validated over centuries? Dr. Michele Odent, world-renowned birth professional states, “You cannot improve upon a natural function. The answer is not to hinder it.

Nocebo effect” refers to the unintended negative effect of a medical diagnosis or treatment. It is particularly relevant to maternity care, because the mother’s emotional well-being is so often neglected, as we have discussed. Michel Odent comments, “The nocebo effect is inherent in conventional prenatal care, which is constantly focusing on potential problems. Every visit is an opportunity to be reminded of all the risks associated with pregnancy and delivery.”12

Así, explicó que, como los anticuerpos IgG traspasan fácilmente la barrera placentaria, los microbios familiares para la madre ya son familiares para el bebé, y, por tanto, amigos. Si los gérmenes de la madre invaden inmediatamente al bebé, éste está protegido contra otros microbios desconocidos y potencialmente peligrosos

vaginal es una garantía para los bebés, pues en primer lugar se contaminan de los gérmenes de la madre, lo que no ocurre con los bebés nacidos por cesárea. Con la intención de subrayar la importancia de este asunto, dijo que nuestra flora intestinal se forma, en gran medida, durante los siguientes minutos al nacimiento; una interesante reflexión ahora que acabamos de conocer que la flora intestinal representa el 80% de nuestro sistema inmunológico.

primer calostro, que contiene gérmenes amigos, anticuerpos locales específicos y sustancias antiinfecciosas. La toma del primer calostro tiene probablemente consecuencias a largo plazo, pues influye en la formación de la flora intestinal.

«Hoy – dijo- el número de mujeres que da a luz a sus bebés y alumbra la placenta gracias a la liberación de un auténtico cóctel de hormonas del amor es prácticamente cero. ¿Qué ocurrirá en términos de civilización si continuamos así? ¿Qué ocurrirá después de dos o tres generaciones, si las hormonas del

amor se vuelven inútiles durante el crítico período que rodea al nacimiento?».

Imaginen una mujer cuyo trabajo de parto ha sido inducido. Después de la inducción, pasó horas conectada a un goteo de oxitocina sintética con anestesia peridural o sin ella. Si no hubo fórceps o ventosa, el nacimiento será clasificado como «espontáneo» o «normal» en los reportes de salud pública y en los estudios publicados en la literatura médica. Todo sucede como si la utilización del goteo de oxitocina fuera un dato menor que no merece ser mencionado.

En términos de civilización, la inyección sistemática de un sustituto de la hormona del amor en un momento tan fundamental representa uno de los aspectos más amenazantes de la industrialización del nacimiento.

Ahora puedo resumir veinticinco años de investigación de este modo: «Me he dado cuenta de que los seres humanos somos mamíferos. Todos los mamíferos se esconden o se aíslan para dar a luz. Necesitan intimidad. A los humanos les sucede lo mismo. Hay que tener constantemente presente esta necesidad de intimidad».