Mi Madre Quotes

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Angelo frunce el ceño y me mira con una expresión que espero, por la memoria de mi padre y la gloria de mi madre, que no sea de pena, porque entonces sí que me lo cargo.
Laura Gallego García (Dos velas para el diablo)
Me acordé de lo que me había dicho mi madre: "Allá me oirás mejor. Estaré más cerca de ti. Encontrarás más cercana la voz de mis recuerdos que la de mi muerte, si es que alguna vez la muerte ha tenido alguna voz." Mi madre... La viva.
Juan Rulfo (Pedro Páramo)
Well, as I was saying, it costs a lot to be authentic, madam. And one can't be stingy with these things, because you are more authentic the more you resemble what you've dreamed you are. - Agrado from "Todo Sobre Mi Madre
Pedro Almodóvar
Todo puede ser tan hermoso, todo puede ser tan fértil, tan imprevisible, cuesta creer que sea obra de algún dios. El lenguaje es mío. Es mi derecho, me corresponde una parte de él. Vino a mí, yo no lo busqué, por lo tanto, es mío. Me lo heredó mi madre, lo despilfarró mi padre. Voy a destruirlo, a enfermarlo, a confundirlo, a incomodarlo, voy a desplazarlo y a hacerlo renacer tantas veces como sean necesarias, un renacimiento por cada cosa bien hecha en este mundo.
Camila Sosa Villada (Las malas)
Mi madre solía que el amor nunca se malgasta, aunque no te lo devuelvan en la misma medida que te mereces o deseas. -Déjalo ir a raudales. -decía- Abre tu corazón y no tengas miedo de que te lo rompan. Los corazones rotos se curan. Los corazones protegidos acaban convertidos en piedra.
Penelope Stokes J (Heartbreak Cafe)
Quiero tanto a mi madre... No me importa si es cursi decirlo. Creo que en mi próximo cumpleaños voy a comprarle un regalo. Creo que esa debería ser la tradición. El hijo recibe regalos de todo el mundo y él compra uno para su madre, ya que ella también estuvo allí. Creo que sería bonito.
Stephen Chbosky (The Perks of Being a Wallflower)
Mi madre fue la primera en convertirse en una casa encantada. Dentro de ella había amores muertos que aún la habitaban, y ya no sabía cómo dejarlos marchar. A veces ni siquiera quería que se fueran. No era un amor real, pero era bonito. Era cálido.
Beatriz Esteban (Las voces del lago)
Mis padres bailaron juntos; mi madre con la cabeza apoyada en el pecho de mi padre. Ambos tenían los ojos cerrados y parecían perfectamente satisfechos. Si encuentras a una persona así, alguien a quien puedas abrazar y con la que puedas cerrar los ojos a todo lo demás, puedes considerarte muy afortunado. Aunque solo dure un minuto, o un día. Después de tantos años, esa imagen de mis padres meciéndose suavemente al son de la música es, para mí, la imagen del amor.
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en plan de prometerlo todo. «No dejes de ir a visitarlo -me recomendó-. Se llama de otro modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte.» Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas.
Juan Rulfo (Pedro Páramo)
To Bette Davis, Gena Rowlands, Romy Schneider... To all actresses who have played actresses, to all women who act, to all men who act and become women, to all the people who want to be mothers. To my mother. - Dedication, Todo Sobre Mi Madre
Pedro Almodóvar
Mi madre era eterna como la luna. Viva o muerta, la madre o la ausencia de la madre siempre determina la vida de una persona".
Alice Sebold (The Almost Moon)
- ¿Es un sueño entonces? ¿O es que... es real? Ella me dió un envase de macarrones, junto con una mirada que sólo mi madre podría hacer. - ¿Hay alguna regla que yo no conozca que diga que no se puede hacer ambas cosas a la vez?
Aimee Carter (The Goddess Test (Goddess Test, #1))
No hay feminismo sin independencia económica. Eso lo vi claramente en mi infancia con la situación de mi madre. Las mujeres necesitamos disponer de ingresos propios y manejarlos, para eso se requiere educación, capacitación y un ambiente laboral y familiar adecuado.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
Mi madre solía decir que la educación universitaria era un privilegio que no se podía permitir todo el mundo, pero se equivocaba: no era un privilegio. Era nuestro derecho. Teníamos derecho a un futuro.
Alexandra Bracken (The Darkest Minds (The Darkest Minds, #1))
Mi madre solía decir que el amor nunca se malgasta, aunque no te lo devuelvan en la misma medida que mereces o deseas. - Déjalo salir a raudales - decía -. Abre tu corazón y no tengas miedo de que te lo rompan. Los corazones rotos se curan. Los corazones protegidos acaban convertidos en piedra.
Penelope Stokes J (Heartbreak Cafe)
Mi madre lo decía: hay un reloj de esperar y otro de despedirse; el de esperar siempre atrasa.
Alejandro Casona (Los árboles mueren de pie)
Me llamo Adeline LaRue, se dice a sí misma. Mi padre me enseñó a ser una soñadora, mi madre a ser la esposa de alguien, y Estele me enseñó a hablar con los dioses.
Victoria E. Schwab (The Invisible Life of Addie LaRue)
Ella, mi madre, murió el 24 de enero de 1954. Yo, sin embargo, la lloré más tarde, mucho más tarde
Günter Grass
Mi padre era un computador, mi madre era una máquina de escribir. Yo era un cuaderno vacío y ahora soy un libro.
Alejandro Zambra (My Documents)
Mi madre hablaba mucho del carácter de las personas-dije-. Me dijo que se podía saber el carácter de alguien por el tipo de amigos que tenía. Y si eso es verdad, yo tengo que ser una persona fantástica.
Penelope Stokes
Bueno, cuando yo tenía cinco años, quise que mi madre me dejara dar vueltas dentro de la secadora junto con la ropa -contestó Clary-. La diferencia es que no me dejó. -Probablemente porque dar vueltas dentro de una secadora puede resultar fatal -indicó Jace-, mientras que la pasta raramente es fatal. A menos que Isabelle la prepare. [pp. 332]
Cassandra Clare (City of Bones (The Mortal Instruments, #1))
Después de que la habitación está terminada, mi madre y Sky bajan las escaleras. Apilo las cajas en el pasillo, y luego vuelvo a cerrar la puerta. Antes de cerrar por completo, miro a su cama. No la veo morir otra vez. Veo su sonrisa.
Colleen Hoover
Los cigarrillos no te matan si no los enciendes me dijo mientras mi madre se acercaba al bordillo. Y nunca he encendido ninguno. Mira, es una metáfora: te colocas el arma asesina entre los dientes, pero no le concedes el poder de matarte.
John Green (The Fault in Our Stars)
Mi madre siempre ha tenido la habilidad de dar una conferencia entera con una sola mirada. Conseguí la mirada.
Colleen Hoover (Slammed (Slammed, #1))
¿Ellos se preocupan por ti? ¿Por qué darles importancia cuando no lo hacen? —Mi madre me lo ha enseñado —respondí—. Es bueno ayudar a los demás, aunque ellos no lo hagan.
Flor M. Salvador (Boulevard)
En la tarde de ese día, en medio del tumulto causado por la tormenta, en una pequeña casa en la isla de Xaltocan, nací de mi madre para empezar a morir.
Gary Jennings (Aztec (Aztec, #1))
Solo que no es mi lucha. Mi lucha es recuperar a mi hermana sana y salva. Mi lucha es mantener a mi madre fuera de problemas y de protegerla en un lugar seguro. Mi lucha es alimentar y cuidar de lo que queda de mi familia. Hasta que esas luchas no estén permanentemente ganadas, no tengo el lujo de mirar más allá de la gran pintura de guerras, dioses y héroes románticos.
Susan Ee (Angelfall (Penryn & the End of Days, #1))
Questo ti volevo dire. Ho rotto il nostro patto ma forse é stato meglio così. Ora basta però, non ti voglio rattristare. Mia madre mi ha detto che sei bellissima e io lo sapevo. Quando eravamo piccoli ero sicuro che saresti diventata miss Italia. P.s. Preparati, che quando passo da Bologna ti prendo e ti porto via.
Niccolò Ammaniti (I'll Steal You Away)
LA MADRE E il cuore quando d'un ultimo battito avrà fatto cadere il muro d'ombra per condurmi, Madre, sino al Signore, come una volta mi darai la mano. In ginocchio, decisa, Sarai una statua davanti all'eterno, come già ti vedeva quando eri ancora in vita. Alzerai tremante le vecchie braccia, come quando spirasti dicendo: Mio Dio, eccomi. E solo quando m'avrà perdonato, ti verrà desiderio di guardarmi. Ricorderai d'avermi atteso tanto, e avrai negli occhi un rapido sospiro.
Giuseppe Ungaretti (Sentimento del tempo)
Las madres son tan humanas como cualquiera, con cualidades y defectos, con valores y deficiencias. Si soy capaz de verla como es y desde el corazón decir: “Es mi madre. Como es, es mi madre”, entonces soy capaz de tomar la vida como viene sin la ilusión de cambiarla.
Mónica Giraldo Pérez (“Constelaciones Familiares”: Fundamentación sistémica de Bert Hellinger (Spanish Edition))
Mi madre dice que los haikus son algo más que poemas. Cada uno es una emoción que aparece y al instante se desvanece, como todo lo bello de la vida. Un parpadeo fugaz que nos muestra la esencia de las cosas”.
Andrés Pascual (El haiku de las palabras perdidas)
No pienso nada en absoluto. Únicamente siento que cada célula de mi cuerpo la quiere y la necesita. Es mi madre, mi mamá, mi única mamá. Así que digo la palabra que me he pasado el resto de mi vida intentando borrar de mi conciencia, la palabra que no me he permitido recordar, hasta hoy. «Madre»,
Edith Eger (La bailarina de Auschwitz: Una inspiradora historia de valentía y supervivencia)
Mi padre solía hacer algo similar —dice ella—. Esa atractiva, encantadora seducción. Pasé los primeros pocos años de mi vida viendo a mi madre anhelarlo, fuertemente. Amándolo y deseándolo mucho después del tiempo cuando él había perdido el poco interés en ella que había podido contener. Hasta un día cuando yo tenía cinco años y ella se quitó la vida. Cuando fui lo suficientemente mayor para entenderlo, me prometí a mi misma que no sufriría por nadie. Tomará mucho más que esa encantadora sonrisa tuya para seducirme.
Erin Morgenstern (The Night Circus)
Pero en nuestra familia la heroína era mi madre. Ella los había salvado a todos. Salvó a la familia y salvó la casa. Su guerra había sido la más terrible. Papá nunca se ponía sus órdenes, consideraba que era vergonzoso pavonearse delante de mamá. Le resultaba embarazoso. Porque a mi madre no le habían concedido medallas...
Svetlana Alexievich (War's Unwomanly Face)
Elian y yo no somos tan diferentes. Dos reinos que vienen con responsabilidades que a cada uno nos cuesta soportar. El, con los grilletes que lo obligan a estar clavado en una tierra y una vida. Yo, atrapada en los confines del legado asesino de mi madre. Y el océano, llamándonos a los dos. Una canción de libertad y anhelo.
Alexandra Christo (To Kill a Kingdom (Hundred Kingdoms, #1))
MADRE: Pues es loca de no haber gritado todo lo que mi pecho necesita. Tengo en mi pecho un grito siempre puesto de pie a quien tengo que castigar y meter entre los mantos.
Federico García Lorca (Bodas de sangre)
Hago lo que quiero - afirmó Garp -. No le pongas otro nombre. Sólo hago lo que me da la gana... y eso es precisamente lo que hizo mi madre toda su vida, o sea lo que quería hacer.
John Irving (The World According to Garp)
Mi madre es contagiosa. Y ha caido del cielo. Algunas personas proceden de otro mundo y mi madre es una de ellas. Llevo años reuniendo pruebas. Luego profundizaré en el tema.
Jandy Nelson (I'll Give You the Sun)
Papá coge la hoja de papel del suelo, la que dice «MMDD». Me pregunta qué quiere decir. -Adivina -le respondo yo. -¿Mi madre danza disco? -Te doy otra oportunidad -contesto. -Misma mierda, distinto día -dice él. Me quedo boquiabierto. Él sonríe, me da el papel y se larga.
Stephen Wallenfels (Pod)
¿Cuánto tiempo? - me preguntó Sohrab. -No lo sé. Un poco. Sohrab se encogió de hombros y sonrió, una sonrisa más ancha aquella vez. -No me importa. Puedo esperar. Es como las manzanas verdes. -¿Las manzanas verdes? -Una vez, cuando era muy pequeño, trepé a un árbol y comí unas manzanas que aún estaban verdes. Se me hinchó el estómago y se me puso duro como un tambor. Mi madre me dijo que si hubiese esperado a que madurasen, no me habrían sentado mal. Así que ahora, cuando quiero algo de verdad, intento recordar lo que ella me dijo sobre las manzanas.
Khaled Hosseini (The Kite Runner)
dime ¿dónde está el cementerio de aquello que vivimos? ¿Dónde están las caricias de mi madre, los abrazos de mi padre, los besos de mi abuela, las palabras de mi hermano? Gainisg, no pueden simplemente desaparecer. No puede morirse toda la vida al morir. Algo debe quedar en esa bruma impenetrable que es la muerte. Así sean migajas de todo aquello que alguna vez existió.
Guillermo Arriaga (El salvaje)
Mi madre me llevó al campo de girasoles para anunciarme que se estaba muriendo. "Tengo cáncer, Aleksy, un cáncer maligno y rabioso", me dijo, y el día empezó a coagularse en ese mismo segundo. Su sonrisa de tallos rotos. El verde escurrido de sus ojos. Su blanco de nimbo herido.
Tatiana Țîbuleac (El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes)
—¿Te gusta la canción? —pregunta. —Sí —respondo, con un hilo de voz. Dylan me aprieta más contra él y añade: —Mi madre siempre decía que cuando uno está feliz, escucha música, pero que cuando está triste o desesperado, entiende la letra de la canción. Estoy de acuerdo. Su madre tenía más razón que un santo.
Megan Maxwell (Adivina quién soy (Adivina quién soy, #1))
...eso lo he aprendido de mi madre, a analizarlo todo, y a veces quiero evitarlo, no quiero jugar a desmontar el mecanismo del juguete, para acabar entendiendo cómo funciona pero no poder volver a jugar con él.
Lucía Etxebarria (Lo verdadero es un momento de lo falso)
yo, pisoteando todas las advertencias de mi madre, mi abuela y hasta de la educadora que me dio el catecismo, de que no debía fiarme de los extraños, y mucho menos si eran hombres con aspecto pecaminoso, le seguí.
María José Tirado (Diario de Kat)
En casa intenté con algunas indirectas que mis padres entendiera que ya era hora de que dejaran de decirme que si no me portaba bien Papá Noel no me traería nada. Pero cuando vi la mirada de pánico que mi madre lanzó a mi padre, lo dejé correr. No quería que se pusieran tristes. A veces hay que mentir a los padres para que estén contentos.
Pierre Szalowski (El frío modifica la trayectoria de los peces)
Cuando yo era niña mi madre me decía 'querida'; era una palabra. Cuando iba a la escuela la maestra me decía 'querida'; era otra palabra. Pero la primera vez que Mauricio, sin voz casi, me dijo '¡querida!', aquello ya no era una palabra: era una cosa viva que se abrazaba a las entrañas y hacía temblar las rodillas. Era como si fuera el primer día del mundo y nunca se hubiera querido alguien antes que nosotros. Por la noche no podía dormir. '¡Querida, querida, querida!...' Allí estaba la palabra viva rebotándome en los oídos, en la almohada, en al sangre. ¡Qué importa ahora que Mauricio no me mire si él me llena los ojos! ¡Qué importa que el ramo de rosas siga diciendo 'mañana' si él me dio fuerzas para esperarlo todo! Si no hace falta que nos quieran... ¡si basta querer para ser feliz abuela, feliz, feliz!...
Alejandro Casona (Los árboles mueren de pie)
Si te das prisa, el tiempo pasa más despacio.»
Tatiana Țîbuleac (El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes)
—Hagamos un pacto —le pidió—. Si tu amiga loca intenta desnudarme me defenderás. No puedes dejarme solo. —¿Y qué recibo yo a cambio de protegerte? —¿Es que no puedes conformarte con mi cara bonita? —le reprochó James, señalándose el rostro. —El trato no me convence, lo siento. —Se encogió de hombros. El inglés se inclinó hacia ella peligrosamente. —Tu madre dijo que teníamos que ser como uña y carne —le recordó—. Yo seré la carne, obviamente es más suave. Tú serás la uña sucia. Tenemos que obedecer a la señora Graham. —¡Ni en tus mejores sueños! Me da absolutamente igual lo que mi madre diga.
Silvia Hervás
Nuestro sistema solar tiene nueve planetas, siendo Saturno el más grande. Las formas de vida de Saturno son silenciosas. No necesitan boca porque se comunican a través del pensamiento, no del habla. «Quiero quedarme en mi habitación», le dice mentalmente un joven saturnino a su madre. Su madre lo comprende a la perfección. Capta el significado de lo que le dice de un modo que los monosílabos hablados de la Tierra jamás serán capaces de replicar. Sabe que a su hijo le apetece estar un rato a solas, sin que le pregunten si está bien, sin que se preocupen por él, sin necesidad de ir dejándole folletos explicativos por toda la casa.
Joe Dunthorne (Submarine)
De pronto la miro y ya no está. Vuelvo a mirarla, la define su ausencia. Ha ido a unirse a lago que le da fuerza y no sé lo que es. No puedo seguirla, no entiendo hacia qué espacio invisible se ha dirigido, qué aire inefable la resguarda y la aísla; desde luego ya no está en el mundo y por más que manoteo no me ve, permanece siempre fuera de mi alcance. Sé que mi amor la sustenta, claro, pero su ausencia es sólo suya y en ella no tengo cabida.
Elena Poniatowska (La flor de lis)
Si hubiera podido, habría elegido uno de esos días y me habría conservado en él para siempre, como esos insectos atrapados en una gota de ámbar que parecen vivos incluso doscientos años después.
Tatiana Țîbuleac (El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes)
Solo piensas en la muerte cuando te mueres, Aleksy, solo cuando te mueres, y eso es una tontería, una inmensa tontería. Porque, en lugar de todos sus sueños, la muerte es lo más probable que va a sucederle a un individuo. De hecho, lo único que le va a suceder con toda certeza. Por eso, Aleksy, no hagas nunca las cosas a lo tonto pensando que tendrás tiempo de enderezarlas, porque no lo tendrás. El tiempo de después lo utilizarás para hacer más tonterías y para morir más deprisa.
Tatiana Țîbuleac (El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes)
Ella siguió hablando, pero yo no la escuchaba ya. Sentí cómo después de decir, "nosotros también" quería estar en ese mismo instance con mi madre, teletransportarme, desaparecer - cualquier cosa -, pero estar junto a ella. Rebobinar ese verano como una cinta y volver al día en que vino - gorda y bajita - a recogerme en la escuela por su cumpleaños. Desodiarla y decirle que tenía unos ojos preciosos antes de que ella me lo preguntara.
Tatiana Țîbuleac (El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes)
Ago era Robb, Bran, Rickon, sua madre, suo padre e anche Sansa. Ago erano le pareti grigie di Grande Inverno e le risate della sua gente. Ago erano le nevicate estive, le storie della vecchia Nan, era l'albero-cuore con le sue foglie rosse e il terribile volto scolpito nel legno, era l'odore caldo di terra dei giardini coperti, il vento del Nord che faceva sbattere le imposte della sua stanza. Ago era il sorriso di Jon Snow. "Mi spettinava e mi chiamava sorellina" ricordò, e d'un tratto le si riempirono gli occhi di lacrime.
George R.R. Martin (A Feast for Crows (A Song of Ice and Fire, #4))
—¡Deja de jugar con la comida! —le dijo por signos mi madre. —Son nubes —respondió Dot. —Las nubes no son rojas —dijo por signos Soph. —Es el amanecer —replicó por signos Dot, desafiante—. Porque en mi plato está amaneciendo. Y a la salchicha le parece precioso. —Le esculpió una sonrisa a la salchicha con el cuchillo. —Vaya desastre —le dijo por signos mi madre. —Pero un desastre bonito —sonrió Dot. Le dio la vuelta a su plato para enseñárselo a nuestra madre. La salchicha estaba tumbada de espaldas, sonriéndoles a las nubes de kétchup.
Annabel Pitcher (Ketchup Clouds)
Fui educada este año. Por todos. Por mi hermano pequeño... por The Avett Brothers... por mi madre, mi mejor amiga, mi maestro, mi padre, y por un chico. un chico del que estoy seriamente, profundamente, locamente, increíblemente e indudablemente enamorada... Fui muy educada este año. Por un niño de nueve años de edad. Él me enseñó que está bien vivir la vida un poco hacia atrás. Y cómo reír Ante lo que podría pensar Que no se puede reír. Fui educada este año ¡Por una banda! Me enseñaron cómo encontrar esa sensación de sentir otra vez. Me enseñaron cómo decidir qué ser Y serlo. Fui educada este año. Por una paciente de cáncer. Ella me enseñó mucho. Todavía me sigue enseñando mucho. Me enseñó a cuestionar. Para nunca lamentar. Me enseñó a empujar mis límites, porque para eso es por lo que están allí. Ella me dijo que tengo que encontrar un equilibrio entre la cabeza y el corazón. Y entonces, me enseñó cómo hacerlo... Fui educada este año Por una Niña de Acogida Ella me enseñó a respetar a la mano con la fui tratada. Y a ser agradecida de que incluso fui tratada con una mano. Me enseñó que la familia No tiene porque ser la sangre. A veces, tu familia son tus amigos. Fui educada este año Por mi maestro Él me enseñó que los puntos no son el punto, el punto es poesía... Fui educada este año Por mi padre. Él me enseñó que el héroe no siempre es invencible Y que la magia está dentro de mí.. Fui educada este año por un Chico. un chico del que estoy seriamente, profundamente, locamente, increíblemente e indudablemente enamorada.... Y me enseñó lo más importante de todas las cosas... A poner énfasis Sobre la vida
Colleen Hoover (Slammed (Slammed, #1))
Me contó un montón de cosas que yo no quería oír, cosas que mi madre y mi padre nunca supieron, y que odiarían saber. Lo cabrón que era Billy con ella. Cómo en ocasiones la golpeaba, la humillaba, y la trataba en general como un trozo de mierda excepcionalmente corrompida. "¿Por qué te quedaste con él?" "Era mi chico. Siempre piensas que será diferente, que puedes hacerle cambiar, que tú puedes suponer la diferencia." Eso lo entendía, Pero es un error. Los únicos hijoputas que supusieron alguna vez una diferencia para Billy fueron los Provisionales, y ellos también eran unos cabrones. No tengo ninguna ilusión sobre ellos como luchadores de la libertad. Los muy hijoputas convirtieron a mi hermano en un montón de comida para gatos. Pero ellos sólo tiraron de la palanca. Su muerte fue concebida por esos cabrones anaranjaos que venían por aquí todos los meses de julio con sus fajines y sus flautas, llenando la estúpida cabeza de Billy con insensateces acerca de la corona y la nación y toda esa mierda. Ellos irán a casa felices por el día de hoy. Pueden contarles a todos sus colegas cómo murió asesinado por el IRA uno de la familia mientras defendía el Ulster. Eso alimentará su ira sin objeto, hará que les inviten a copas en los pubs, y consolidará su credibilidad memo-bastarda entre otros tontolabas sectarios.
Irvine Welsh (Trainspotting)
Me levanté y empecé a sacar los libros de la mochila. Mi madre se fue de la habitación sin decir nada. Supongo que le hice daño. Supongo que antes también había hecho daño a mi padre. ¿Cómo se coloca todo bien? ¿Como lo consiguen las personas? Porque si te callas demasiadas cosas, un día estalan o se pudren. Pero si las dices, haces daño. Y a veces mueves la mano y sin querer tiras el vaso y se rompe y hay agua y cristales; dicen que eso es fácil de arreglar con una bayeta y barriendo cristales. Lo que no se arregla es que te gustaria clavarte uno, que saliera sangre y no llorar.
Belén Gopegui (Deseo de ser punk)
Pienso cuando maduraban los limones. En el viento de febrero que rompía los tallos de los helechos, antes que el abandono los secara; los limones maduros que llenaban con su olor el viejo patio. El viento bajaba de las montañas en las mañanas de febrero. Y las nubes se quedaban allá arriba en espera de que el tiempo bueno las hiciera bajar al valle; mientras tanto dejaban vacío el cielo azul, dejaban que la luz cayera en el juego del viento haciendo círculos sobre la tierra, removiendo el polvo y batiendo las ramas de los naranjos. Y los gorriones reían; picoteaban las hojas que el aire hacía caer, y reían; dejaban sus plumas entre las espinas de las ramas y perseguían a las mariposas y reían. Era esa época. En febrero, cuando las mañanas estaban llenas de viento, de gorriones y de luz azul. Me acuerdo. Mi madre murió entonces. Que yo debía haber gritado: que mis manos tenían que haberse hecho pedazos estrujando su desesperación. Así hubieras tú querido que fuera. ¿Pero acaso no era alegre aquella mañana? Por la puerta abierta entraba el aire, quebrando las guías de la yedra. En mis piernas comenzaba a crecer el vello entre las venas, y mis manos temblaban tibias al tocar mis senos. Los gorriones jugaban. En las lomas se mecían las espigas. Me dio lástima que ella ya no volviera a ver el juego del viento en los jazmines; que cerrara sus ojos a la luz de los días. ¿Pero por qué iba a llorar?
Juan Rulfo (Pedro Páramo)
-¿Es verdad.., que no lo olvidaré? Estaba arrodillado a su lado y esperó un momento antes de responder. -Sí, es verdad -dijo suavemente-, Pero también es verdad que con el tiempo no te importará. -¿No? -Estaba demasiado cansada para seguir preguntándole. Se sentía extrañamente lejana-. ¿Aunque no sea lo bastante fuerte para matarlo? -Eres una mujer muy fuerte. -No lo soy. Me lo acabas de demostrar, no soy... Una mano en el hombro la detuvo. -No es eso lo que quería decirte -dijo pensativo-, Jenny tenía diez años cuando murió nuestra madre. -Y al día siguiente del funeral la encontré con el delantal de mi madre. Había estado llorando como yo. Pero me dijo: «Ve a lavarte, Jamie, voy a hacer la comida para ti y para papá». Cerró los ojos y tragó con fuerza. -Sé lo fuertes que pueden llegar a ser las mujeres. Y tú eres muy fuerte, créeme.
Diana Gabaldon (Drums of Autumn (Outlander, #4))
—Mi madre se detuvo en aquel lugar y se quedó con la vista fija en la otra orilla. El arroyo había crecido tanto que sus aguas rugían ensordecedoras como una cascada. Me acuerdo de que llegué junto a ella, preguntándome si era necesario quedarse así de quieta para ver correr el agua. Mi madre se sentó en cuclillas y yo la imité. Entonces se giró hacia mí sonriendo y me acarició la mejilla. Luego me pasó la mano por la cabeza, por el hombro, por la espalda. Sentí su amor como un dolor sordo que me traspasaba la piel, se hundía hasta la médula de los huesos y me encogía el corazón... Fue entonces cuando supe lo mucho que duele amar a alguien.
Han Kang (Imposible decir adiós)
Caro bambino, mi viene da scrivere. Ma forse no, caro giovanotto. Sei morto così giovane. [...] Sinceramente preferisco pensarti bambino, prima del tradimento, dell'odio e dell'assassinio. Preferisco pensarti taciturno e gentile, in quella capanna riscaldata dal fiato della mucca e dell'asino, per niente disturbato dalla povertà del tuo giaciglio di paglia, fra ranocchini che saltano, il rumore della pioggia sul tetto abbozzato alla meglio da tuo padre e le gonne sudice di tua madre.
Dacia Maraini
Iza se volvió frente a la gente que presenciaba la ceremonia. La adopción de Ayla había resultado una sorpresa tan grande para ella como para el resto del clan, y la niña podía sentir cómo el corazón le palpitaba rápidamente. «Eso tiene que significar que es mi hija, mi primera hija, pensó. Sólo una madre sostiene a la criatura cuando le ponen nombre y la reconocen como miembro del clan. ¿Hace siete días que me la encontré? Tendré que preguntárselo a Creb, pero creo que sí. Tiene que ser mi
Jean M. Auel (El clan del oso cavernario (Los Hijos de la Tierra, #1))
Y yo, colocado en el último peldaño de la escalera social por una Providencia que para mí es madrastra y no madre, yo, dotado de un corazón noble, pero falto de mil francos de renta, es decir, sin pan... no exagero... sin pan, ¿he de rehusar un placer que se me ofrece sin yo buscarlo, un manantial límpido que viene a apagar mi sed en el desierto abrasador de la pobreza que con tanta pena atravieso? ¡A fe que sería la estupidez mayor del mundo! ¡Primero yo, y después yo, y siempre yo, en el desierto de egoísmo que llamamos vida!
Stendhal (Rojo y Negro)
EL AMENAZADO Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir. Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. ¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la Biblioteca, las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño? Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo. Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz. Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo. Es el amor con sus mitología, con sus pequeñas magias inútiles. Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar. Ya los ejércitos me cercan, las hordas. (Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.) El nombre de una mujer me delata. Me duele una mujer en todo el cuerpo.
Jorge Luis Borges (The Gold of the Tigers: Selected Later Poems)
¡Oh, Luna! Siempre estuviste a mi lado, alumbrándome en los momentos más terribles; desde mi infancia fuiste el misterio que velaste por mi terror, fuiste el consuelo en las noches mas desesperadas, fuiste mi propia madre, bañándome en un calor que ella tal vez nunca supo brindarme; en medio del bosque, en los lugares más tenebrosos, en el mar; allí estabas tu acompañándome; eras mi consuelo, siempre fuiste la que me orientaste en los momentos más difíciles. Mi gran diosa, mi verdadera diosa, que me has protegido de tantas calamidades; hacia ti en medio del mar; hacia ti junto a la costa; hacia ti entre las costas de mi isla desolada. Elevaba la mirada y te miraba; siempre la misma; en tu rostro veía una expresión de dolor, de amargura, de compasión hacia mí; tu hijo. Y ahora, súbitamente, luna, estallas en pedazos delante de mi cama. Ya estoy solo. Es de noche.
Reinaldo Arenas
Yo había estado en otros pueblos de los que me había ido sin parecer un lloricas. Así había sido varias veces: mi madre tenía una nueva plaza, hacíamos el equipaje y nos íbamos, sin más. Viajaba contento y a salvo porque «mi patria», como decía mi padre, cabía «en un utilitario pequeño». No solo es que con cada nuevo destino nos acercáramos más al puñetero Madrid, o sea, a mi padre. Sino que, de algún modo, también sentía que todas las cosas imprescindibles para mi vida estaban en ese coche: mi madre, mis hermanas, mis cosas, mis tebeos. Pero llega una edad en la que te das cuenta de que hay un tam-tam apache que te llama, una edad en la que amplías esa patria que decía papá. O, directamente, la cambias. Y entonces sales y compruebas que las cosas imprescindibles no tienen necesariamente tu sangre, ni tu apellido, ni tu mismo techo, ni el mismo destino que tu madre. Lo de fuera empieza a ganarle terreno a lo de dentro. Tu casa es un espacio borroso como un día de niebla que va desde los caminos hasta las riberas. Tu familia son también los amigos, un tendero cojo, los gatos del vecino. Y las lecciones no son cosa de una maestra, sino de una sorda o de una niña que te cobra un duro por enseñarte el culo.
Pedro Simón (Los ingratos)
Me quedaba quieto igual que una vez, cuando tenía cinco años, que estábamos de visita en casa de un tío. La conversación de grandes me había dado sueño y me recosté en el sillón. Mi tío me apoyó sobre sus piernas y siguió conversando mientras me acariciaba la cabeza. Me despabiló por completo esa mano grande pasando suave por mis cabellos, pero seguí haciéndome el dormido porque, de alguna manera, supe que esos mimos eran porque creían que no me daba cuenta, curioso. Oí cuando mi madre dijo: Éste se está haciendo el dormido. Y a mi tío responderle que no, que estaba dormido en serio, sentí como su mano tocaba mis párpados y debo haberme acordado de algún perro que vi durmiendo, porque hasta los ojos para atrás puse con tal de que siguierna acariciándome la cabeza. Quien sabe cómo hace uno, a los seis años, para ya saber que hay cosas que se terminan si uno se despierta. No me pregunté entonces porqué se terminaba tanta ternura si se daban cuenta de que estaba despierto. ¿Sería posible que alguien te acariciara aunque estuvieras despierto? Eso lo aprendí de grande, como también, a oir el amor callado de los que sólo te acarician si te ven dormido, por pudor, por vergüenza, por campesina falta de costumbre de decir cuánto se quiere y también porque les gana el sentimiento.
Luis María Pescetti (El ciudadano de mis zapatos)
«Voglio andarmene in qualche posto dove nessuno mi conosce e dove non ho nessuna macchia nera addosso prima di cominciare. Ma non so se ce la faccio». «Perché?». «La gente. La gente ti trascina giù». «Chi?» chiesi io, pensando che si riferisse agli insegnanti, o a mostri adulti come Miss Simons, che aveva desiderato una gonna nuova, o magari a suo fratello Eyeball che se ne andava in giro con Ace e Billy e Charlie e gli altri, o magari a suo padre e a sua madre. Ma lui disse: «I tuoi amici, loro ti trascinano giù, Gordie. Non lo sai?». Indicò Vern e Teddy, che si erano fermati e aspettavano che li raggiungessimo. Stavano ridendo di qualcosa; Vern, anzi, era piegato in due dalle risate. «I tuoi amici. Sono come quelli che ti annegano attaccandosi alle gambe. Non puoi salvarli. Puoi solo annegare con loro»
Stephen King (Different Seasons)
La sensación que más me ha acompañado desde niña es la del hervor. Me siento como una langosta a la que han arrojado consciente a la olla al rojo vivo que significa existir. A diario me pregunto cuándo estaré cocinada y me podré poner a enfriar. Pensaba que al aprender a saltar a la comba soplaría brisa fresca pero todavía estoy esperando. Dominé la comba, dominé el idioma, aproveché las vacaciones para leer libros hasta el amanecer, aprobé todo tipo de exámenes, saqué buena nota en Selectividad sin el apoyo de ninguna academia, salí a la calle con maquillaje, tacones y ligueros de encaje y volví a casa sorteando ejércitos de obstáculos y monstruos con el rímel sin correr, me depilé las ingles, las piernas completas, los sobacos, me decoloré el bigote, limpié el cuarto de baño doscientas mil veces, hice espaguetis y mermelada de moras, digerí semen espeso y amargo con buena cara, me acordé de llevar siempre cortaúñas, líquido desinfectante, pañuelos y estuche de lentillas a todas partes, de apagar el gas antes de salir de casa, de sacar al perro al amanecer y al sol de agosto, de tender la ropa a tiempo para que no cogiese olor a humedad, de comprar el café que le gusta a mi madre porque no quería que sus mañanas fuesen aún más difíciles. Cuánto falta. Cuándo llega el punto en el que deja de quemar la vida. ¿Ocurrirá al terminar la carrera, al conseguir un trabajo digno? Cada vez quema más, quema más que nunca. Estoy al rojo vivo.
Elisa Victoria (El evangelio)
Ho pianto per quanto sono stato bene e per quanto sono stato male in tutta questa vita. Questa vita che per fortuna ho avuto il coraggio di amare. Questa vita che mi sono preso e che ho voluto vivere fino a farla stancare al punto di desiderare un po' di riposo, di desiderare d'addormentarmi come da piccolo sul sedile della macchina dopo essere stato dai nonni con la famiglia, stravolto per aver giovato tutto il giorno. E addormentato aspettare che mia madre mi prenda ancora una volta in braccio per portarmi finalmente a casa, dopo questa incantevole avventura.
Fabio Volo (Un posto nel mondo)
«Ho detto che sono tutte sciocchezze. Tu stai giocando le carte che ti hanno dato come chiunque altro in questo mondo infame. Hai dei doni per cui la gente ucciderebbe, è inutile che tu li disprezzi. Hai una madre che ti vuole bene e una bella casa dove tornare. Quei villani dei tuoi vicini, che ti guardano dall'alto in basso senza sapere niente solo perché non hai un padre, sono soltanto dei coglioni, il mondo è grande, e a te è stato affidato un ruolo importante. Credi che tutti vadano in giro fischiettando felici della vita che fanno? Credi che a loro sia stato concesso di scegliersi il proprio destino? Mi dispiace, piccola, ma non funziona così. Ti attacchi a quelli a cui vuoi bene e combatti le battaglie che puoi vincere: è così che vanno le cose, micetta.»
Jeaniene Frost (Halfway to the Grave (Night Huntress, #1))
Ninguno de los muchachos se acordó: por lo menos, no me lo dijeron. Se han alejado paulatinamente del culto de su madre. Creo que Blanca es la única que en realidad la echa de menos, la única que la menciona con naturalidad. ¿Seré yo el culpable? En los primeros tiempos, no hablaba mucho de ella, sólo porque me era doloroso. Ahora tampoco hablo mucho de ella, porque temo equivocarme, temo hablar de otra persona que nada haya tenido que ver con mi mujer. ¿Alguna vez Avellaneda se olvidará así de mí? He aquí el misterio: antes de empezar a olvidarse, tiene que acordarse, que empezar a acordarse.
Mario Benedetti (La tregua)
People spoke to foreigners with an averted gaze, and everybody seemed to know somebody who had just vanished. The rumors of what had happened to them were fantastic and bizarre though, as it turned out, they were only an understatement of the real thing. Before going to see General Videla […], I went to […] check in with Los Madres: the black-draped mothers who paraded, every week, with pictures of their missing loved ones in the Plaza Mayo. (‘Todo mi familia!’ as one elderly lady kept telling me imploringly, as she flourished their photographs. ‘Todo mi familia!’) From these and from other relatives and friends I got a line of questioning to put to the general. I would be told by him, they forewarned me, that people ‘disappeared’ all the time, either because of traffic accidents and family quarrels or, in the dire civil-war circumstances of Argentina, because of the wish to drop out of a gang and the need to avoid one’s former associates. But this was a cover story. Most of those who disappeared were openly taken away in the unmarked Ford Falcon cars of the Buenos Aires military police. I should inquire of the general what precisely had happened to Claudia Inez Grumberg, a paraplegic who was unable to move on her own but who had last been seen in the hands of his ever-vigilant armed forces [….] I possess a picture of the encounter that still makes me want to spew: there stands the killer and torturer and rape-profiteer, as if to illustrate some seminar on the banality of evil. Bony-thin and mediocre in appearance, with a scrubby moustache, he looks for all the world like a cretin impersonating a toothbrush. I am gripping his hand in a much too unctuous manner and smiling as if genuinely delighted at the introduction. Aching to expunge this humiliation, I waited while he went almost pedantically through the predicted script, waving away the rumored but doubtless regrettable dematerializations that were said to be afflicting his fellow Argentines. And then I asked him about Senorita Grumberg. He replied that if what I had said was true, then I should remember that ‘terrorism is not just killing with a bomb, but activating ideas. Maybe that’s why she’s detained.’ I expressed astonishment at this reply and, evidently thinking that I hadn’t understood him the first time, Videla enlarged on the theme. ‘We consider it a great crime to work against the Western and Christian style of life: it is not just the bomber but the ideologist who is the danger.’ Behind him, I could see one or two of his brighter staff officers looking at me with stark hostility as they realized that the general—El Presidente—had made a mistake by speaking so candidly. […] In response to a follow-up question, Videla crassly denied—‘rotondamente’: ‘roundly’ denied—holding Jacobo Timerman ‘as either a journalist or a Jew.’ While we were having this surreal exchange, here is what Timerman was being told by his taunting tormentors: Argentina has three main enemies: Karl Marx, because he tried to destroy the Christian concept of society; Sigmund Freud, because he tried to destroy the Christian concept of the family; and Albert Einstein, because he tried to destroy the Christian concept of time and space. […] We later discovered what happened to the majority of those who had been held and tortured in the secret prisons of the regime. According to a Navy captain named Adolfo Scilingo, who published a book of confessions, these broken victims were often destroyed as ‘evidence’ by being flown out way over the wastes of the South Atlantic and flung from airplanes into the freezing water below. Imagine the fun element when there’s the surprise bonus of a Jewish female prisoner in a wheelchair to be disposed of… we slide open the door and get ready to roll her and then it’s one, two, three… go!
Christopher Hitchens (Hitch 22: A Memoir)
Yo, Miguel Littín, hijo de Hernán y Cristina, director de cine y uno de los cinco mil chilenos con prohibición absoluta de regresar, estaba de nuevo en mi país después de doce años de exilio, aunque todavía exiliado dentro de mí mismo: llevaba una identidad falsa, un pasaporte falso, y hasta una esposa falsa. Mi cara y mi apariencia estaban tan cambiadas por la ropa y el maquillaje que ni mi propia madre había de reconocerme a plena luz unos días después.
Gabriel García Márquez (Clandestine in Chile: The Adventures of Miguel Littín)
Tutto quello che ci siamo confidati, tutte le notti insieme… Non siamo nemmeno amici per te?”. Una lacrima scivolò lungo il viso di Penny. Era molto peggio di quanto aveva temuto. “Io ti amo”. Valo raccolse la lacrima con la punta di un dito, stupito. “Non sapevo di poter provare un sentimento del genere, figurarsi per un essere umano! Volevo conoscerti, ma quello che hai dentro…”. “Estia”. Aveva sempre temuto che l’attrazione di Valo derivasse dal ricordo di sua madre. “No, tu, Penelope”. La fece tacere appoggiandole un dito sulle labbra. “Quello che sei tu. Non m’importa dell’energia che sei in grado di darmi. Mi sono innamorato di te”. Abbassò il dito ed intrecciò la mano alla sua.
Aurora R. Corsini (Bacio immortale (Bacio immortale, #1))
L'AQUILONE C'è qualcosa di nuovo oggi nel sole, anzi d'antico: io vivo altrove, e sento che sono intorno nate le viole. Son nate nella selva del convento dei cappuccini, tra le morte foglie che al ceppo delle quercie agita il vento. Si respira una dolce aria che scioglie le dure zolle, e visita le chiese di campagna, ch'erbose hanno le soglie: un'aria d'altro luogo e d'altro mese e d'altra vita: un'aria celestina che regga molte bianche ali sospese... sì, gli aquiloni! È questa una mattina che non c'è scuola. Siamo usciti a schiera tra le siepi di rovo e d'albaspina. Le siepi erano brulle, irte; ma c'era d'autunno ancora qualche mazzo rosso di bacche, e qualche fior di primavera bianco; e sui rami nudi il pettirosso saltava, e la lucertola il capino mostrava tra le foglie aspre del fosso. Or siamo fermi: abbiamo in faccia Urbino ventoso: ognuno manda da una balza la sua cometa per il ciel turchino. Ed ecco ondeggia, pencola, urta, sbalza, risale, prende il vento; ecco pian piano tra un lungo dei fanciulli urlo s'inalza. S'inalza; e ruba il filo dalla mano, come un fiore che fugga su lo stelo esile, e vada a rifiorir lontano. S'inalza; e i piedi trepidi e l'anelo petto del bimbo e l'avida pupilla e il viso e il cuore, porta tutto in cielo. Più su, più su: già come un punto brilla lassù lassù... Ma ecco una ventata di sbieco, ecco uno strillo alto... - Chi strilla? Sono le voci della camerata mia: le conosco tutte all'improvviso, una dolce, una acuta, una velata... A uno a uno tutti vi ravviso, o miei compagni! e te, sì, che abbandoni su l'omero il pallor muto del viso. Sì: dissi sopra te l'orazïoni, e piansi: eppur, felice te che al vento non vedesti cader che gli aquiloni! Tu eri tutto bianco, io mi rammento. solo avevi del rosso nei ginocchi, per quel nostro pregar sul pavimento. Oh! te felice che chiudesti gli occhi persuaso, stringendoti sul cuore il più caro dei tuoi cari balocchi! Oh! dolcemente, so ben io, si muore la sua stringendo fanciullezza al petto, come i candidi suoi pètali un fiore ancora in boccia! O morto giovinetto, anch'io presto verrò sotto le zolle là dove dormi placido e soletto... Meglio venirci ansante, roseo, molle di sudor, come dopo una gioconda corsa di gara per salire un colle! Meglio venirci con la testa bionda, che poi che fredda giacque sul guanciale, ti pettinò co' bei capelli a onda tua madre... adagio, per non farti male.
Giovanni Pascoli (Poemetti di Giovanni Pascoli (Italian Edition))
A volte mi sento come se fossi destinato a essere sempre dietro le quinte quando arriva una scena madre. Come se Dio mi avesse scelto come vittima di un cosmico tiro mancino, assegnandomi poco più di una comparsata nella mia vita. Altre volte mi sento come se non avessi altro role che quello dello spettatore di storie di altra gente e per di più fossi condannato a lasciare il mio posto sempre al momento cruciale, e andare in cucina a farmi una tazza di tea proprio quando arriva la resa dei conti
Jonathan Coe (The Rotters' Club)
«Vorrei che sapeste che amo vostro figlio,» cominciai, racimolando tutto il coraggio che avevo. Non avevo mai incontrato i genitori di nessuno, prima di allora, figuriamoci ammettere di essere innamorato del loro figlio. «Gli ho appena chiesto di venire a vivere con me, e lui ha accettato.» Sia Margaret che mia madre sorrisero e mi fecero le congratulazioni, mentre John mi fissò con gli occhi assottigliati ma non disse nulla. Non l’avevo fatto per loro, né per me. L’avevo fatto per Jay. Si meritava qualcuno che non si ritraesse davanti allo sguardo gelido di suo padre, che riuscisse a guardare i suoi genitori negli occhi e ammettesse che amava loro figlio. Quel giorno, fui quell’uomo, e se Jay me ne avesse dato la possibilità, lo sarei stato per il resto della mia vita.
Teodora Kostova (Cookies (Cookies, #1))
Un día, Thomas Alva Edison llegó de la escuela a la casa y le entregó a su mamá una nota. Él le dijo: “Mi maestro me dio esta nota y me dijo que sólo se la diera a mi madre.” Los ojos de su madre estaban llenos de lágrimas cuando ella leyó en voz alta la carta que le trajo su hijo. “Su hijo es un genio, esta escuela es muy pequeña para él y no tenemos buenos maestros para enseñarle, por favor enséñele usted”. Muchos años después la madre de Edison falleció, y él fue uno de los más grandes inventores del siglo. Un día él estaba mirando algunas cosas viejas de la familia. Repentinamente él vio un papel doblado en el marco de un dibujo en el escritorio. Él lo tomó y lo abrió. En el papel estaba escrito: “Su hijo está mentalmente enfermo y no podemos permitirle que venga más a la escuela.” Edison lloró por horas, entonces él escribió en su diario: “Thomas Alva Edison fue un niño mentalmente enfermo, pero por una madre heroica se convirtió en el genio del siglo. “[52] Si cambias a una persona, y esta después cambia el mundo, tú cambiaste el mundo.
Felipe Chavarro Polania (Diseñado con un Propósito: Descubra el poder que existe en un verdadero propósito)
Kirk entrò in cucina, con un grosso sorriso stampato sul volto. “Si dice che ci siano dei brownie qui. È la verità o Heller mi stava prendendo in giro?” Non dissi niente e mi limitai a tirar fuori la teglia dal forno. “Madre di Dio, vuoi essere il mio migliore amico?” chiese Kirk con enfasi, sporgendosi sul bancone. “Remi sarà a pezzi,” aggiunse Tal unendosi a noi. “Poverino. L’hai abbandonato per dei dolci al forno. Ciao, Lawson.” “Ciao, Tal. Mi fa piacere che siate riusciti a venire. E se Kirk è così volubile, magari è meglio che Remi lo venga a sapere subito.
M.A. Church (Behind the Eight Ball (Fur, Fangs, and Felines #2))
Dentro di me ospitavo delle continue guerre civili psicologiche. Mi prendo cura della mia bambina e voglio farlo, davvero. Ma allora com’è che al tempo stesso vorrei scappare, far finta che nulla di questo sia successo, ricominciare la mia vita com’era prima? “Sono tante cose. Tra queste, ora sono anche madre”, avrei voluto esprimere, ma era una concezione della maternità che non riuscivo a far capire a molte persone, a esempio ai miei genitori. No: impossibile. Se lasciavi spazio al resto di te, non eri un bravo genitore. “Ora sei mamma” continuavano a dirmi a ogni mio cenno di insofferenza.
Chiara Cecilia Santamaria (Quello che le mamme non dicono)
—Vi a mi madre en su ataúd—dijo por fin—. Las mujeres le habían trenzado el pelo para que tuviera un aspecto decoroso, pero mi padre no lo permitió. Quería verla por última vez tal como era para él. Fue personalmente al ataúd, le deshizo las trenzas y extendió la cabellera con las manos, cubriendo la almohada. Hizo una pausa; su pulgar quedó inmóvil. —Yo estaba allí, quieto en el rincón. Cuando todos salieron para recibir al cura me acerqué sigilosamente. Era la primera vez que veía a una persona muerta.—Dejé que mis dedos se cerraran sobre su antebrazo.— Una mañana mi madre me dio un beso en la frente; luego volvió a colocarme la horquilla que se me había desprendido de mi pelo ensortijado y salió. Jamás volví a verla. La velaron con el ataúd cerrado. —¿Era…ella? —No.—Contemplaba el fuego con los ojos entornados—. No del todo. Se le parecía, pero nada más. Como si alguien la hubiera tallado en madera de abedul. Pero su pelo… eso aún tenía vida. Eso todavía era…ella. Lo oí tragar saliva y carraspear un poco. —La cabellera le cruzaba el pecho, cubriendo al niño que yacía con ella. Pensé que a él no le gustaría sofocarse de ese modo. Y retiré las guedejas rojas para dejarlo a la vista. Mi hermanito, acurrucado en sus brazos, con la cabeza en su seno, abrigado y en sombras bajo la cortina de pelo. Y enseguida pensé que no, que estaría más contento si lo dejaba así. Y volví a alisar la cabellera de mi madre para cubrirle la cabeza. Su pecho se elevó bajo mi mejilla. Deslizó lentamente las manos por mi pelo. —No tenía una sola cana, Sassenach. Ni una. Ellen Fraser había muerto de parto a los treinta y ocho años. Mi madre, a los treinta y dos. Y yo… yo tenía la riqueza de todos esos años largos que ellas habían perdido. Y más aún. —Para mí es un gozo ver cómo te tocan los años, Sassenach—susurró—, pues significa que vives.
Diana Gabaldon (The Fiery Cross (Outlander, #5))
Il primo giorno di scuola, quando mia madre mi aveva lasciato in classe andando via, il pensiero che potesse accadermi qualcosa di male a sua insaputa mi aveva riempita di tristezza. Non era tanto la minaccia del mondo su di me, quanto l'impotenza di mia madre, a commuovermi. Che la mia vita scorresse mentre lei ne era ignara mi pareva inaccettabile. Ciò che restava nascosto, seppur non di proposito, era già un tradimento. In classe, avevo cercato una crepa nel muro, una ragnatela, una cosa che potesse essere mia come un segreto. Gli occhi avevano pagato per la stanza, che sembrava enorme; poi avevo notato un frammento di battiscopa mancante, e mi ero calmata.
Rosella Postorino (At the Wolf's Table)
-¿No tenéis acaso otra hija? -No-dijo el hombre-, sólo tenemos una Cenicienta, pequeña e ingenua, de mi difunta esposa, pero es imposible que ella sea la novia. El hijo del rey dijo que fueran a buscarla, pero la madre respondió: -Ay, no, está demasiado sucia, no puede dejarse ver. Pero él insistió en verla a toda costa y tuvieron que llamar a Cenicienta. Ella se lavó primero las manos y la cara, fue luego hasta allí y se inclinó ante el hijo del rey, que le tendió el zapato de oro. Después se sentó en un escabel, sacó el pie del pesado zueco de madera y lo metió en la chinela: le quedaba como hecha a medida. Y cuando se enderezó y el rey la miró a la cara, reconoció a la hermosa joven que había bailado con él y dijo: -¡Ésta es la verdadera novia! La madrastra y las dos hermanas se asustaron y empalidecieron de rabia, pero él subió a Cenicienta al caballo y se marchó de allí. Al pasar por el pequeño avellano, las dos palomitas blancas dijeron: -Vuélvete y mira, vuélvete y mira, ya no hay sangre en la zapatilla: la zapatilla bien ya le encaja, a la novia de verdad llevas a casa. (Fragmento perteneciente al cuento de Cenicienta)
Jacob Grimm (Cuentos de los hermanos Grimm)
Ode to the Beloved’s Hips" Bells are they—shaped on the eighth day—silvered percussion in the morning—are the morning. Swing switch sway. Hold the day away a little longer, a little slower, a little easy. Call to me— I wanna rock, I-I wanna rock, I-I wanna rock right now—so to them I come—struck-dumb chime-blind, tolling with a throat full of Hosanna. How many hours bowed against this Infinity of Blessed Trinity? Communion of Pelvis, Sacrum, Femur. My mouth—terrible angel, ever-lasting novena, ecstatic devourer. O, the places I have laid them, knelt and scooped the amber—fast honey—from their openness— Ah Muzen Cab’s hidden Temple of Tulúm—licked smooth the sticky of her hip—heat-thrummed ossa coxae. Lambent slave to ilium and ischium—I never tire to shake this wild hive, split with thumb the sweet- dripped comb—hot hexagonal hole—dark diamond— to its nectar-dervished queen. Meanad tongue— come-drunk hum-tranced honey-puller—for her hips, I am—strummed-song and succubus. They are the sign: hip. And the cosign: a great book— the body’s Bible opened up to its Good News Gospel. Alleluias, Ave Marías, madre mías, ay yay yays, Ay Dios míos, and hip-hip-hooray. Cult of Coccyx. Culto de cadera. Oracle of Orgasm. Rorschach’s riddle: What do I see? Hips: Innominate bone. Wish bone. Orpheus bone. Transubstantiation bone—hips of bread, wine-whet thighs. Say the word and healed I shall be: Bone butterfly. Bone wings. Bone Ferris wheel. Bone basin bone throne bone lamp. Apparition in the bone grotto—6th mystery— slick rosary bead—Déme la gracia of a decade in this garden of carmine flower. Exile me to the enormous orchard of Alcinous—spiced fruit, laden-tree—Imparadise me. Because, God, I am guilty. I am sin-frenzied and full of teeth for pear upon apple upon fig. More than all that are your hips. They are a city. They are Kingdom— Troy, the hollowed horse, an army of desire— thirty soldiers in the belly, two in the mouth. Beloved, your hips are the war. At night your legs, love, are boulevards leading me beggared and hungry to your candy house, your baroque mansion. Even when I am late and the tables have been cleared, in the kitchen of your hips, let me eat cake. O, constellation of pelvic glide—every curve, a luster, a star. More infinite still, your hips are kosmic, are universe—galactic carousel of burning comets and Big Big Bangs. Millennium Falcon, let me be your Solo. O, hot planet, let me circumambulate. O, spiral galaxy, I am coming for your dark matter. Along las calles de tus muslos I wander— follow the parade of pulse like a drum line— descend into your Plaza del Toros— hands throbbing Miura bulls, dark Isleros. Your arched hips—ay, mi torera. Down the long corridor, your wet walls lead me like a traje de luces—all glitter, glowed. I am the animal born to rush your rich red muletas—each breath, each sigh, each groan, a hooked horn of want. My mouth at your inner thigh—here I must enter you—mi pobre Manolete—press and part you like a wound— make the crowd pounding in the grandstand of your iliac crest rise up in you and cheer.
Natalie Díaz
«Crescendo senza un padre e con una madre inaffidabile, presumo che ci siano stati molti momenti nella sua infanzia in cui ha dovuto farsi da genitore» disse il dottor Sherman, convinto. «Non ha avuto altra scelta che prendersi cura, non solo di se stessa, ma certe volte anche di sua madre. In assenza di una figura maschile, è stata lei “l’uomo di casa”, si fa per dire. Quindi è perfettamente comprensibile che desideri un’identità maschile.» Sam si sentì come se avesse portato l’automobile in officina e il meccanico ne parlasse come di un cavallo. «Mi dispiace, ma non credo che sia sulla strada giusta» disse Sam. «Sono un transessuale perché mi identifico in un sesso diverso da quello del mio corpo. Non ha nulla a che fare con la mancanza di una figura paterna nella mia vita.» «Sì, capisco che pensi di essere transessuale, ma la mia opinione professionale è che lei soffra di una confusione di identità...» «Non sono affatto confuso» ribatté Sam. «È qualcosa con cui lotto e che ho tenuto nascosto da quando ero bambino. Non credo che lei capisca quanto sia stato difficile venire qui e raccontare tutto a uno sconosciuto. Sono venuto per ricevere consiglio su cosa fare e come dirlo ai miei cari, non per farmi trattare come se fossi pazzo»
Chris Colfer (Stranger Than Fanfiction)
Di solito non parlo con gli sconosciuti. Non mi piace parlare con chi non conosco. E non per via della famosa frasa Non Dare Confidenza Agli Sconosciuti che ci ripetono continuamente a scuola, che tradotto vuol dire non accettare caramelle o un passaggio da uno sconosciuto perché vuole fare sesso con te. Non è questo che mi preoccupa. Se un estraneo mi toccassse lo colpirei immediatamente, e io so colpire molto forte. Come per esempio quella volta che ho preso a pugni Sarah perché mi aveva tirato i capelli e l’ho fatta svenire e le è venuta una commozione cerebrale e avevano dovuto portarla al pronto soccorso. E poi ho sempre con me il mio coltellino svizzero che ha una lama a seghetto in grado di tranciare le dita a un uomo. Non mi piacciono gli estranei perché non mi piacciono le persone che non conosco. Sono difficili da capire. È come essere in Francia, dove andavamo qualche volta in campeggio quando mio madre era ancora viva. E io odiavo la Francia perché se entravo in un negozio o in un ristorante o andavo in spiaggia non capivo quel che dicevano, e la cosa mi terrorizzava. Ci metto un sacco di tempo per abituarmi alle persone che non conosco. Per esempio, quando c’è una persona nuova che viene a lavorare a scuola non le parlo per settimane e settimane. Rimango a osservarla finché non sono certo di potermi fidare. Poi le faccio delle domande su di lei, sulla sua vita, del tipo se ha degli animali e qual è il suo colore preferito e cosa sa dell’Apollo e le chiedo di disegnarmi una piantina della sua casa e voglio sapere che macchina ha, così imparo a conoscerla. Da quel momento in poi non mi preoccupo più se mi capita di trovarmi nella stessa stanza con questa persona e non sono più obbligato a stare all’erta.
Mark Haddon (The Curious Incident of the Dog in the Night-Time)
Dudé mucho antes de convencerme a mí misma de que debía seguir con aquel cometido. Reflexioné, sopesé opciones y valoré alternativas. Sabía que la decisión estaba en mi mano: sólo yo tenía la capacidad de elegir entre seguir adelante con aquella vida turbia o dejarlo todo de lado y volver a la normalidad (…) Dejarlo todo y volver a la normalidad: sí, aquélla sin duda era la mejor opción. El problema era que ya no sabía dónde encontrarla. ¿Estaba la normalidad en la calle de la Redondilla de mi juventud, entre las muchachas con las que crecí y que aún se peleaban por salir a flote tras perder la guerra? ¿Se la llevó Ignacio Montes el día en que se fue de mi plaza con una máquina de escribir a rastras y el corazón partido en dos, o quizás me la robó Ramiro Arribas cuando me dejó sola, embarazada y en la ruina entre las paredes del Continental? ¿Se encontraría la normalidad en Tetuán de los primeros meses, entre los huéspedes tristes de la pensión de Candelaria, o se disipó en los sórdidos trapicheos con los que ambas logramos salir adelante? ¿Me la dejé en la casa de Sidi Mandri, colgada de los hilos del taller que con tanto esfuerzo levanté? ¿Se la apropió tal vez Félix Aranda alguna noche de lluvia o se la llevó Rosalinda Fox cuando se marchó del almacén del Dean’s Bar para perderse como una sombra sigilosa por las calles de Tánger? ¿Estaría la normalidad junto a mi madre, en le trabajo callado de las tardes africanas? ¿Acabó con ella un ministro depuesto y arrestado, o la arrastró quizás consigo un periodista a quien no me atreví a querer por pura cobardía? ¿Dónde estaba, cuándo la perdí, qué fue de ella? La busqué por todas partes: en los bolsillos, por los armarios y en los cajones; entre los pliegues y las costuras. Aquella noche me dormí sin hallarla. Al día siguiente desperté con una lucidez distinta y apenas entreabrí los ojos, la percibí: cercana, conmigo, pegada a la piel. La normalidad no estaba en los días que quedaron atrás: tan sólo se encontraba en aquello que la suerte nos ponía delante cada mañana. En Marruecos, en España o Portugal, al mando de un taller de costura o al servicio de la inteligencia británica: en el lugar hacia el que yo quisiera dirigir el rumbo o clavar los puntales de mi vida, allí estaría ella, mi normalidad. Entre las sombras, bajo las palmeras de una plaza con olor a hierbabuena, en el fulgor de los salones iluminados por lámparas de araña o en las aguas revueltas de la guerra. La normalidad no era más que lo que mi propia voluntad, mi compromiso y mi palabra aceptaran que fuera y, por eso, siempre estaría conmigo. Buscarla en otro sitio o quererla recuperar del ayer no tenía el menor sentido.
María Dueñas (The Time in Between)
«È orribile. Non voglio doverlo fare di nuovo,» mormorò. «Una volta mi è bastata.» Mery ripeté: «Non sei costretto. Zimmermann non è neppure un tuo amico. Se non te la senti, non lo fare. Lascia che si arrangi.» Gabe riusciva quasi a immaginarsi la scena: al centro della stanza Zeke, con lo sguardo puntato a terra e le mani tremanti. Davanti a lui sua madre, il volto paralizzato in una smorfia che era in pari misura disgusto e odio. «Devi venire anche tu, Mery. Devi aiutarmi.» «Cosa? Vuoi davvero aiutarlo?» «Sì.» «Perché?» «Forse c’è una possibilità. Un modo per far sì che la cosa funzioni. Zeke e sua madre, intendo. Forse, se lo aiuto, lui non finirà…» «Come te?» concluse Mery con la tristezza negli occhi. «Non vuoi che affronti quello che affronti tu ogni giorno.» Lui annuì. «Tu devi esserci, Mery.» «Io odio Zimmermann.» «Lo so. Ma ami me. Non è solo Zeke ad avere bisogno di aiuto.»
Susan Moretto (Principessina)
«Ho il cuore e la mente di un uomo, e voglio che il resto coincida. È semplice.» «Non l’hai detto ai tuoi amici o alla tua famiglia?» domandò Cash. «Mia madre probabilmente penserebbe che transgender sia una rara specie di tigre» disse. «Quando ero piccolo avevo paura di dirlo ai miei amici perché non sapevo come avrebbero reagito. Ora so che mi accetterebbero, ma temo che la mia onestà possa ferire qualcuno.» «Sfondi una porta aperta» disse Cash. «Stai parlando di Topher, giusto?» Sam gli lanciò un’occhiata: sembrava che l’attore gli avesse letto nella mente. «Come fai a saperlo?» «Dai, quel ragazzo è un libro aperto» disse Cash. «Ho visto come ti guardava in macchina, e seduti al tavolo durante il pranzo. È adorabile e patetico allo stesso tempo.» «Be’, è una cosa reciproca» disse Sam. «Che cosa?» esclamò Cash. «Mi stai dicendo che anche tu hai una cotta per Topher? Be’, di certo lo nascondi meglio di lui.» Sam annuì. «L’ho scoperto solo di recente» spiegò. «Pensavo di proteggere Topher dalla verità per non ferire i suoi sentimenti, non volevo che stesse male quando avesse realizzato che la ragazza dei suoi sogni in realtà è un ragazzo. Ma ora mi sono reso conto che ho nascosto la verità a me stesso per proteggere i miei sentimenti: ho paura che non gli piaccia il vero me, o che si arrabbi quando scoprirà che gli ho mentito. Accetterei di continuare a essere soltanto amici, ma non posso pensare di perderlo per sempre.» «Cristo» disse Cash. «Non esiste canzone di Taylor Swift che ti possa aiutare in questo caso.»
Chris Colfer (Stranger Than Fanfiction)
«Una volta» disse mia madre «non esisteva il buio totale. Persino di notte, la luna era luminosa quanto il sole. L’unica differenza stava nella luce, che era blu. Vedevi tutto per chilometri e chilometri e non faceva mai freddo. Si chiamava crepuscolo». «Perché crepuscolo?». «Perché è una parola in codice per cielo blu». Mi ero ricordata che si diceva codice blu quando moriva qualcuno, e anche questo aveva a che fare con il cielo. Un giorno Dio aveva chiamato il pipistrello per dargli una cesta da portare sulla Luna. La cesta era piena di buio, ma Dio non aveva detto al pipistrello cos’era, solo “Portala sulla luna, poi quando torni ti spiego tutto”. Così il pipistrello parte in cerca della luna con la cesta in groppa. Mentre vola verso il cielo, la luna lo vede e si nasconde dietro una nuvola. Il pipistrello è stanco, e si ferma a riposare. Depone la cesta e va in cerca di qualcosa da mangiare. Mentre è a caccia, arrivano altri animali (più che altro lupi e cani, e anche un tasso con una zampa rotta). Pensando che nella cesta ci sia del cibo, gli animali alzano il coperchio, ma dentro c’è solo il buio, e loro non l’hanno mai visto. I cani e i lupi cercano di tirarlo fuori e di giocarci, ma gli guizza tra i denti e scivola via. In quel momento torna il pipistrello, apre la cesta e la trova vuota. Gli altri animali spariscono nella notte e il pipistrello si alza in volo per andare a riprendere il buio. Lo vede dappertutto, ma non riesce proprio a infilarlo di nuovo nella cesta. Per questo il pipistrello ancora oggi dorme tutto il giorno e vola di notte. Cerca sempre di riprendere il buio.
Jenny Offill (Le cose che restano)
Entre mi colchoneta y la tabla de la cama, había encontrado, en efecto, un viejo pedazo de periódico casi pegado a la tela, amarillento y transparente. Relataba un suceso cuyo comienzo faltaba, pero que debía haber acontecido en Checoslovaquia. Un hombre había salido de una aldea checa para hacer fortuna. Al cabo de veinticinco años, había regresado, rico, con una mujer y un niño. Su madre regentaba un hotel con su hermana en la aldea natal. Para darles una sorpresa, dejó a su mujer y a su hijo en otro alojamiento y fue al hotel de su madre, que no lo reconoció cuando entró. Por broma, tomó una habitación. Había dejado ver su dinero. Durante la noche, su madre y su hermana lo asesinaron a martillazos para robarle y arrojaron su cuerpo al río. Por la mañana vino la mujer y reveló sin darse cuenta la identidad del viajero. La madre se ahorcó. La hermana se arrojó a un pozo. Debí de leer esta historia miles de veces. Por una parte, era inverosímil. Por otra, era natural. Me parecía, de todos modos, que el viajero lo había merecido un poco y que nunca se debe jugar.
Albert Camus
-¿No tenéis acaso otra hija? -No-dijo el hombre-, sólo tenemos una Cenicienta, pequeña e ingenua, de mi difunta esposa, pero es imposible que ella sea la novia. El hijo del rey dijo que fueran a buscarla, pero la madre respondió: -Ay, no, está demasiado sucia, no puede dejarse ver. Pero él insistió en verla a toda costa y tuvieron que llamar a Cenicienta. Ella se lavó primero las manos y la cara, fue luego hasta allí y se inclinó ante el hijo del rey, que le tendió el zapato de oro. Después se sentó en un escabel, sacó el pie del pesado zueco de madera y lo metió en la chinela: le quedaba como hecha a medida. Y cuando se enderezó y el rey la miró a la cara, reconoció a la hermosa joven que había bailado con él y dijo: -¡Ésta es la verdadera novia! La madrastra y las dos hermanas se asustaron y empalidecieron de rabia, pero él subió a Cenicienta al caballo y se marchó de allí. Al pasar por el pequeño avellano, las dos palomitas blancas dijeron: -Vuélvete y mira, vuélvete y mira, ya no hay sangre en la zapatilla: la zapatilla bien ya le encaja, a la novia de verdad llevas a casa.
Jacob Grimm (Cuentos de los hermanos Grimm)
—El día que conocí a tu madre, sabía que estaría en mi vida para siempre. Había algo sobre ella y supe que me estaba enamorando ese primer día. Te hacía querer ser mejor, tratar de ser digno de su amor. Lamentablemente, tu padre pensaba lo mismo, nadie entendía por qué cambió drásticamente, excepto yo. A pesar de que ella estaba conmigo, dejó de beber, dejó de dormir con otras chicas, es como si lo hubiera hecho madurar al instante y convertido en el tipo que finalmente quería ser para que pudiera tener una oportunidad con ella. Siempre tuve miedo de perderla por él algún día, es como si me diera cuenta de que era una cuestión de cuándo, no de sí. Pero tu madre era diferente, yo había salido con muchas chicas, pero realmente no me importaba si estaban allí o no. Eran sólo alguien para tratar de llenar el dolor de perder a mi padre. Así que cuando me reuní con ella y se dio cuenta de mis sentimientos, luché por mantenerla tanto tiempo como pude. No se lo digas a tu mamá, pero Chase y yo constantemente peleábamos por ella cuando no estaba cerca. Infierno, incluso peleábamos por ella cuando estaba cerca. Sabíamos que cualquiera de nosotros podría tener a cualquier chica que quisiéramos, pero sólo queríamos a Harper. Así que, por supuesto, siendo nosotros, las palabras se utilizaron en puños y volaban cuando nos quedábamos solos. No le dije esto, pero ya sabía lo que había pasado con tu padre antes de que ella me lo dijera. Cuando llegué a casa de la rotura, y Chase no me molestó de nuevo, sabía que algo había pasado. Sólo no sabía qué todavía. Pero ¿sabes qué pequeño hombrecito? No puedo ni siquiera estar loco sobre eso más, porque si no hubiera pasado, no estarías aquí ahora. Besó suavemente a nuestro hijo de tres meses quien estaba completamente cautivado en sus historias y señaló la última foto en el libro. —Y él te amaba y a tu mamá, muchísimo. Siempre voy a recordarte eso, pero desearía que hubieras podido reunirte con él.
Molly McAdams (Taking Chances (Taking Chances, #1))
- Quindi mia madre aveva già capito…- Hale stava sorridendo perspicace. - Capito cosa? - le frasi sibilline erano proprio una caratteristica di famiglia. - Che mi ero innamorato di te, doveva già averlo intuito quando sono venuto a casa tua la prima volt…- Brian gli prese il viso tra le mani e lo avvicinò ancora di più. - Sei… innamorato di me? Tu… hai appena detto che mi ami? Hale, ne sei sicuro? Perché io sono pazzo di te, e non sarà facile con il tuo carattere, ma è con te che voglio stare, solo con te, anche se mi farai impazzire, lo so già - lo baciò delicatamente, sorridendo di fronte al suo sguardo accigliato. - Guarda che anche tu mi fai impazzire, mi hai sempre risposto a tono e non hai mai fatto niente per compiacermi, anzi… sembrava che ti comportassi a quel modo per stuzzicarmi. E questa cosa mi ha colpito fin dalla prima volta che ti ho visto, mi chiedevo perché non avessi paura dei miei… cambiamenti d’umore, sembravi… divertirti a rispondermi, e mi hai intrigato. Dovevo scoprire cosa c’era sotto quell’aria da bravo ragazzo tutto studio e basta, e sono contento di averlo fatto. Adesso però non andrai più da nessuna parte senza di me… mi sono sentito perso senza di te - per la prima volta vide l’imbarazzo sul bellissimo viso di Hale, e qualcosa di caldo e dolce gli invase il petto, gli aveva mostrato la sua vulnerabilità
Andrea Grady (Hale (Italian Edition))
EDIPO - Non venirmi più a dire che non ho fatto ciò che era meglio, non darmi più consigli. Io non so con quali occhi, vedendo, avrei guardato mio padre, una volta disceso nell'Ade, o la misera madre: verso entrambi ho commesso atti, per cui non sarebbe bastato impiccarmi. O forse potevo desiderare la vista dei figli, nati come nacquero? No davvero, mai, per i miei occhi; e neppure la città, né le mura, né le sacre immagini degli dèi: di tutto ciò io sventuratissimo, l'uomo più illustre fra i Tebani, privai me stesso, proclamando che tutti scacciassero l'empio, l'individuo rivelato agli dèi impuro e figlio di Laio. Dopo avere denunziato così la mia infamia, dovevo guardare a fronte alta questi cittadini? No, affatto: anzi, se fosse stato possibile otturare nelle mie orecchie anche la fonte dell'udito, non avrei esitato a sbarrare del tutto questo misero corpo, così da essere sordo, oltre che cieco. È dolce per l'animo dimorare fuori dai mali. Ahi, Citerone, perché mi accogliesti? Perché, dopo avermi preso, non mi uccidesti subito, così che io non rivelassi mai agli uomini da chi sono nato? O Polibo e Corinto, e voi, che credevo antiche dimore degli avi, quale bellezza colma di male nutrivate in me: ora scopro d'essere uno sventurato, nato da sventurati! O tre strade e nascosta vallata, o querceto e gola alla convergenza delle tre vie, che beveste il sangue di mio padre, il mio, dalle mie stesse mani versato, vi ricordate di me? Quali delitti commisi presso di voi, e quali altri poi, giunto qui, ancora commisi! O nozze, voi mi generaste: e dopo avermi generato suscitaste ancora lo stesso seme, e mostraste padri, fratelli, figli, tutti dello stesso sangue; e spose insieme mogli e madri, e ogni cosa più turpe che esiste fra gli uomini. Ma, poiché ciò che non è bello fare non bisogna neppure dire, nascondetemi al più presto, per gli dèi, via di qui, o uccidetemi, o precipitatemi in mare, dove non mi vedrete mai più. Venite, non disdegnate di toccare un infelice; datemi ascolto, non temete: i miei mali nessun altro mortale può portarli, tranne me. Sofocle, Edipo Re [Esodo]
Sophocles (Oedipus Rex (The Theban Plays, #1))
- SEI TU… sei tu, Hale, quello che mi interessa, so che mi sfotterai e riderai per questo, ma è la verità, non so nemmeno come possa essere successo. Non ti potevo sopportare, tu e la tua arroganza, mi facevi venire voglia di picchiarti… ma poi ci siamo baciati, e… non lo so. Non mi sono mai piaciuti gli uomini, per questo sono così confuso e scioccato, per questo non riesco a venire a letto con te e fingere che non me ne importi nulla - non si era mai sentito tanto imbarazzato, ma non aveva neanche mai detto ad un altro uomo che gli piaceva. Ma cosa aveva da perdere? La faccia, il lavoro? In quel momento non gliene importava niente, era solo felice di non doverlo più nascondere. - Allora quella frase sull’amore… era rivolta davvero a me? Cioè, tu… sei innamorato di me? Mi stai prendendo per il culo? - il suo sguardo era pieno di diffidenza, ma Brian non si fece scoraggiare, si alzò e gli si mise di fronte. - Credi che mi sarei reso ridicolo solo per ripicca? Se pensi questo di me, non hai capito niente. Sono davvero innamorato di te, anche se sei insopportabile e hai un carattere di merda. Ma non preoccuparti, lo so che tu non provi niente; sì, forse ti piace fare sesso con me, ma capisco che la cosa finisce lì. Forse è meglio che me ne vad…- non finì la frase, perché Hale gli mollò uno schiaffo. Rimase così scioccato che non riuscì a reagire. - TU NON VAI DA NESSUNA PARTE, non mi lascerai come…- Hale tremava visibilmente, gli occhi sgranati. Brian dimenticò lo schiaffo e lo abbracciò di nuovo, tenendolo stretto - Giura che non te andrai, promettimelo! - c’era un’urgenza quasi disperata nella sua voce. - Te lo prometto, Hale, anche se mi farai incazzare, anche se vorrò picchiarti, non me ne andrò, almeno fino a quando non lo vorrai tu - cercò di scherzare e lo fece sdraiare, gli tolse le scarpe e la giacca e lo coprì con il lenzuolo. Quando si allontanò, Hale gli afferrò la mano. - Dove vai? - il suo tono era spaventato e incerto. - Vado da tua madre e le dico perché mi fermo nella tua camera - appoggiò la mano sulla sua e sorrise dolcemente. - Puoi evitare, le ho già detto di noi - Hale riuscì a fare una parvenza di sorriso di fronte alla faccia sconvolta di Brian
Andrea Grady (Hale (Italian Edition))
A scuola la signora Forbes mi disse che quando mia madre era morta era volata in cielo. Mi aveva raccontato questa cosa perché la signora Forbes è molto vecchia e crede nell’aldilà. Porta sempre i pantaloni della tuta perché sostiene che sono molto più comodi dei pantaloni normali. E ha una gamba leggermente più corta dell’altra a causa di un incidente in moto. Quando mia madre è morta, però, non è andata in cielo perché il cielo non esiste. Il marito della signora Peters è un prete che tutti chiamano il Reverendo Peters, e ogni tanto viene a trovarci a scuola per parlare un po’ con noi; un giorni gli chiesi dove fosse il cielo. - Non è nella nostra galassia. È un luogo a sè, - rispose. Qualche volta il Reverendo Peters emette uno strano verso mentre pensa, una specie di ticchettio con la lingua. E fuma e si sente l’odore delle sigarette mentre tespira e a me dà fastidio. Dissi che non c’era niente fuori dall’universo e che non poteva esistere un luogo a sè. A meno che non si attraversi un buco nero, ma un buco nero è ciò che si definisce una Singolarità, che significa che è impossibile scoprire cosa c’è dall’altra parte perché la forza di gravità di un buco nero è talmente potente che persino le onde elettromagnetiche come la luce non riescono a sfuggirle, e le onde elettromagnetiche sono il mezzo attraverso il quale riceviamo le informazioni su tutto ciò che è lontano da noi. Se il cielo si trovasse dall’altro lato di un buco nero i morti dovrebbero essere scaraventati nello spazio su dei razzi per arrivare fin lassù e così non è, altrimenti la gente se ne accorgerebbe. Penso che le persone credano nell’aldilà perché detestano l’idea di morire, perché vogliono continuare a vivere e odiano pensare che altri loro simili possano trasferirsi in casa loro e buttare tutte le loro cose nel bidone della spazzatura. Il Reverendo Peters spiegò: - Be’, quando dico che il cielo è fuori dall’universo è solo un modo di dire. Immagino che ciò che significa veramente è che i defunti sono con Dio. - Ma Dio dov’è? Allora il Reverendo Peters tagliò corto dicendo che avremmo fatto meglio a discuterne in un altro momento, quando avessimo avuto più tempo a disposizione. Ciò che di fatto avviene quando una persona muore è che il cervello smette di funzionare e il corpo si decompone, come quando morí Coniglio e noi lo seppellimmo in fondo al giardino. E tutte le sue molecole si frantumarono in altre molecole e si sparsero nella terra e vennero mangiate dai vermi e defluirono nelle piante, e se tra 10 anni andremo a scavare nello stesso punto non troveremo altro che il suo scheletro. E tra 1000 anni anche il suo scheletro sarà scomparso. Ma va bene ugualmente perché adesso lui è parte dei fiori e del melo e del cespuglio di biancospino. Quando una persona muore qualche volta viene messa in una bara, che significa che il suo corpo non si unirà alla terra per moltissimo tempo, finché anche il legno della bara non marcirà. Mia madre però fu cremata. Questo vuol dire che è stata messa in una bara e bruciata e polverizzata per poi trasformarsi in cenere e fumo. Non so cosa capiti alla cenere e non potei fare domande al cimitero perché non andai al funerale. Però so che il fumo esce da lcamino e si disperde nell’aria e allora qualche volta guardo il cielo e penso che ci siano delle molecole di mia madre lassù, o nelle nuvole sopra l’Africa o l’Antartico, oppure che scendano sotto forma di pioggia nelle foreste pluviali del Brasile, o si trasformino in neve da qualche parte, nel mondo.
Mark Haddon (The Curious Incident of the Dog in the Night-Time)