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Siéntese en una silla cómoda o en la cama con los pies apoyados en el suelo. Deje que sus manos le caigan sobre el regazo. Si lo prefiere, siéntese con las piernas cruzadas, en la posición de la flor de loto. Mantenga la cabeza bien erguida, no baja. Ahora concéntrese, primero en una parte del cuerpo y, después, en otra para relajarlas de forma consciente. Empiece con el pie izquierdo, después pase a la pierna izquierda, al pie derecho y así sucesivamente, hasta llegar a la garganta, el rostro, los ojos y, por último, el cuero cabelludo. La primera vez que lo haga se sorprenderá de lo tenso que estaba su cuerpo. Ahora elija un punto localizado a unos 45 grados por encima de los ojos, en el techo o en la pared, que le quede justo enfrente. Fije la vista en este punto hasta que empiece a notar los párpados un poco pesados, y entonces deje que se le cierren. Empiece la cuenta atrás del cincuenta al uno. Repita este ejercicio durante diez días; después cuente del diez al uno durante otros diez días, luego del cinco al uno y así sucesivamente. Como ya no estará limitado a las mañanas para llevar a cabo esta práctica, establezca una rutina para meditar dos o tres veces al día, y dedique aproximadamente quince minutos a cada sesión.
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