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Todas las reuniones terminan con el recuerdo de los buenos abuelos de los vecinos, esos inmigrantes europeos que vinieron con una mano atrás y otra adelante, que llegaron para trabajar honestamente, que eran pobres pero dignos. Otro mito. Los inmigrantes de aquella Ă©poca eran, en muchos casos, pobres y ladronzuelos, otros eran anarquistas perseguidos por la policĂa, en gran parte se convirtieron en comerciantes deshonestos que preferĂan ganar dinero antes que plantearse cualquier tipo de responsabilidad Ă©tica. Pero ya no discuto, si alguna vez discutĂ. Estoy resignada a ese sentido comĂşn que comparten. El sentido comĂşn es una mentira, pero discutir una mentira creĂble es una empresa de titanes.
"Mis muertos tristes", p.13
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