“
—¿Así que no vas a preguntar?
Lo estudié, entrecerrando los ojos. Tenía un mal presentimientos sobre esto. Pero las palabras salieron de mi boca, totalmente fuera de mi control.
—¿Por qué te llaman Horse?
—Porque me cuelga como a uno —respondió, sonriendo.
”
”
Joanna Wylde (Reaper's Property (Reapers MC, #1))
“
Es bueno que la gente vea películas de guerra. Si todo el mundo viera películas de guerra, sabría que la guerra está mal y dejaría de luchar. Lo que sí está mal es que hay demasiadas películas de paz. Por eso la gente no puede ver con sus propios ojos que la guerra está mal.
”
”
Irvine Welsh (A Decent Ride (Terry Lawson, #3))
“
—Si, en avión privado —mascullé, pasándome el dorso de la mano bajo los ojos.
—No necesito un avión privado, solo un coche.
Me quedé en silencio un momento.
—¿Lo dices en serio? —pregunté, sorprendida.
—Pues claro que lo digo en serio. —Casi pareció ofendido.
—¿Vendrías a buscarme? ¿Solo... porque estoy llorando?
—No puedo seguir aquí de brazos cruzados sabiendo que tú estás así de mal.
”
”
Joana Marcús (Antes de diciembre (Meses a tu lado, #1))
“
—Me voy con mi fascinante, reservada e insoportable cáraid.
—¿Con… Miz? —preguntó Caleb—. ¿No había otro apodo?
Cahal miró a Caleb con hastío.
—Cómeme el capullo, líder.
—Me parece un nombre un poco curioso —lo ignoró por completo y siguió con sus pullas—. Por cierto, lo que me recuerda, Daanna.
—¿Sí, Caleb? —dijo ella dando un sorbo al café.
—¿Dónde están «miz» gafas?
Daanna escupió el café, y Menw se partió delante de su hermano.
Cahal puso los ojos en blanco.
—No te lo tomes a mal, brathair —dijo Menw—, pero reconocerás que la chica no ha entrado con tan buen pie como para ganarse el título honorífico a «Miz Zimpatía».
Daanna se dobló sobre sí misma ahogándose en sus propias carcajadas.
—Está bien, chicos —Caleb levantó una mano y se limpió las lágrimas de la risa—. Vamos a tener un poco… un poco de… —le faltaba el aire—, de «mizericordia».
”
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Lena Valenti (El libro de la alquimista (Saga Vanir #6))
“
Después de todo, amamos como nos han amado en la infancia, y los amores posteriores suelen ser sólo una réplica del primer amor. Te debo, pues, todos mis amores posteriores, incluido el amor salvaje y ciego que siento por mis hijos. Ya no puedo abrir un libro sin desear ver tu cara de calma y de concentración, sin saber que no la veré más y, lo que tal vez sea incluso más grave, que no me verá más. Nunca volveré a ser mirada por tus ojos. Cuando el mundo empieza a despoblarse de la gente que nos quiere, nos convertimos, poco a poco, al ritmo de las muertes, en desconocidos. Mi lugar en el mundo estaba en tu mirada y me parecía tan incontestable y perpetuo que nunca me molesté en averiguar cuál era. No está mal, he conseguido ser una niña hasta los cuarenta años, dos hijos, dos matrimonios, varias relaciones, varios pisos, varios trabajos, esperemos que sepa hacer la transición a adulto y que no me convierta directamente en una anciana. No me gusta ser huérfana, no estoy hecha para la tristeza.
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”
Milena Busquets (También esto pasará)
“
Tu cuerpo necesita algo frío. En eso consiste todo. Tu cuerpo necesita el frío e intenta crearlo, porque no lo encuentra en ninguna parte. Tu cabeza no puede ser, porque es de donde sale el calor, así que se centra en otros órganos. En el estómago. En el hígado. En los pulmones. Y, poco a poco, te das cuenta de que tu cuerpo arde por fuera, pero que estás helado por dentro. Tu cabeza está siempre alerta y se prepara para todas las posibilidades, pero cuando cierras los ojos siempre hay fondos blancos con líneas negras que se mueven en todas direcciones y, cuando coges aire, nunca es suficiente porque hay demasiadas cosas que podrían salir mal, y abres la boca y aún te cabe más aire que no eres capaz de coger, y no sabes qué hacer para conseguirlo, para conseguir eso o para conseguir nada, porque nunca eres el mejor. Nunca eres suficiente. Nunca sabes cómo moverte o qué decir o qué hacer y te da la sensación de que todos lo saben y
así es como se siente la ansiedad.
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Clara Cortés (Cosas que escribiste sobre el fuego)
“
Pero cuando enfermé y los temores de la muerte se presentaron a mis ojos; cuando mis ánimos cedieron ante la fuerza de tan grave mal y mi resistencia se agotó con la fiebre, la conciencia tanto tiempo dormida empezó a despertarse y a hacerme reproches sobre mi pasada vida, por lo cual había provocado a la justicia de Dios para que me abatiera con tan duros golpes, siendo mi empecinada maldad la causa de su severo castigo.
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”
Daniel Defoe (Robinson Crusoe)
“
—Soy verdaderamente afortunada.
—¿Ah, sí?, ¿por qué?
—Porque no hay nada más hermoso que despertarme y encontrarme con tus ojos azules que me miran amándome.
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Fabiana Peralta (Pasión (En tus brazos... y huir de todo mal, #2))
“
Cualquiera que conociese a Violet se hubiera dado cuenta de que estaba pensando intensamente, porque llevaba la larga melena recogida con una cinta para que no se le metiera en los ojos. Violet tenía el don de inventar y construir extraños aparatos, y su cerebro se veía inundado a menudo con imágenes de poleas, palancas y herramientas, y ella no quería que algo tan trivial como su cabello la distrajese.
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Lemony Snicket (The Bad Beginning (A Series of Unfortunate Events, #1))
“
Quería salvarme de la droga que contamina el cuerpo y las venas y no de la otra, la que entra por debajo y por los ojos, la que se enquista en el corazón y lo corroe, la maldita droga que los más ingenuos llaman amor, pero que es tan nociva y mortal como la que se consigue en las calles envuelta en paqueticos.
”
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Jorge Franco
“
No sé si la mentira es un disfraz que usa la verdad para no ser tan cruel con los castillos de cristal que soñamos, o si los sueños son verdades a medias que se tejen con mentiras y nos enredan en sus telares cubriendo nuestros ojos, para que nunca sepamos el momento exacto en que todo se derrumba.
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”
Antonio Ortiz (MalEducada)
“
Ariadna abrió los ojos de golpe, interrumpiendo su meditación. Estaba en su dormitorio y acababa de tener un mal presentimiento sobre
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Marcos Chicot (El asesinato de Pitágoras)
“
12 Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.
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Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
“
Para el niño, amante de mapas y grabados,
el universo es igual a su inmenso apetito.
¡Ah, qué grande es el mundo a la luz de las lámparas!,
¡qué pequeño es el mundo a los ojos del recuerdo!
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Charles Baudelaire (Les Fleurs du Mal)
“
—Permíteme ser franco contigo. Esa chica es muy importante para mí. Muy importante. Cuando cosas malas le suceden a las personas importantes en mi vida, no lo tomo muy bien. Supongo que se podría decir que tengo un poco de mal genio. —Acerco mi silla a la suya y lo miro fijamente a los ojos—. Ahora, ya que estamos siendo sinceros unos con otros... debes saber que solía ser un profesor. ¿Sabes por qué no soy más maestro, Mark?
Él no sonríe más. Niega con la cabeza
. —No enseño más porque un imbécil de mis estudiantes decidió meterse con una de mis personas más importantes. No terminó bien.
”
”
Colleen Hoover (Point of Retreat (Slammed, #2))
“
La destrucción
El Demonio se agita sin cesar a mi lado,
flota a mi alrededor como un aire impalpable;
lo respiro y siento que quema mis pulmones,
llenándolos de un ansia sempiterna y culpable.
Sabiendo lo mucho que amo el Arte,
toma a veces la forma de la mujer más seductora,
y con especiales e hipócritas pretextos
acostumbra mis labios a filtros degradantes.
Lejos de la vista de Dios, así me lleva,
jadeante y deshecho de cansancio,
al centro de los llanos del tedio, profundos y desiertos,
y arroja ante mis ojos llenos de confusión
vestiduras manchadas, heridas entreabiertas,
y el sangriento aparato que implica Destrucción.
”
”
Charles Baudelaire (Les Fleurs du Mal)
“
De lo ser otra vez manteado, no digo nada; que semejantes desgracias mal se pueden prevenir, y si vienen, no hay que hacer otra cosa sino encoger los hombros, detener el aliento, cerrar los ojos y dejarse ir por donde la suerte y la manta nos llevare.
”
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Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote)
“
16 Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: 17 Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, 18 El corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, 19 El testigo falso que habla mentiras, y el que enciende rencillas entre los hermanos.
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”
Reina Valera (Biblia Reina-Valera 1909 (CrossReach Bible Collection nº 9) (Spanish Edition))
“
—No quiero saber sobre el amor.
—Pero deberías, hija mía. Tienes que saber sobre el amor. Las cosas que la gente haría por amor. Todas las verdades se acaban reduciendo al amor ¿verdad? De una forma u otra lo hacen. Sabes, hay una diferencia entre amor y necesidad. A veces, lo que sientes es inmediato y sin ton ni son —se sentó un poco más recta—. Dos personas se miran desde el otro lado de una habitación o se rozan la piel. Sus almas reconocen a esa persona como suya. No hace falta tiempo para adivinarlo. El alma siempre sabe…
si está bien o mal.
(...)
—El primero… el primero es siempre el más poderoso —cerró los ojos, suspirando— Luego hay necesidad y destino. Ese es otro tipo. La necesidad se disfraza de
amor, pero la necesidad… la necesidad nunca es amor. Ten siempre cuidado de quien te necesita. Siempre hay un querer tras una necesidad, sabes.
(...)
—A veces confundiréis necesidad con amor. Tened cuidado. El camino con necesidad nunca es justo, nunca es bueno. Tened cuidado de quien necesita.
”
”
Jennifer L. Armentrout (Pure (Covenant, #2))
“
Se puede vivir con el miedo, creo, habría dicho Stan, si hubiera podido. Tal vez no eternamente, pero sí mucho, mucho tiempo. En cambio, con la ofensa no se puede vivir, porque abre una grieta en tu pensamiento y si miras dentro de ella ves que allí hay cosas vivas, cosas con ojos amarillos que no parpadean y que huele muy mal en esa oscuridad.
”
”
Stephen King (It)
“
Todo pasaba por el filtro de las palabras, convenientemente adecuado a nuestro miedo. ¿Qué hace un niño cuando tiene miedo? Cierra los ojos. ¿Qué hace un niño al que van a violar y luego matar? Cierra los ojos. Y también grita, pero primero cierra los ojos. Las palabras servían para ese fin. Y es curioso, pues todos los arquetipos de la locura y la crueldad humana no han sido inventados por los hombres de esta época sino por nuestros antepasados. Los griegos inventaron, por decirlo de alguna manera, el mal, vieron el mal que todos llevamos dentro, pero los testimonios o las pruebas de ese mal ya no nos conmueven, nos parecen futiles, ininteligibles[...]Durante la Comuna de 1871 murieron asesinadas miles de personas y nadie derramó una lágrima por ellas. Por esa misma fecha un afilador de cuchillos mató a una mujer y a su anciana madre (no a la madre de la mujer, sino a su propia madre, querido amigo) y luego fue abatido por la policía. La noticia no sólo recorrió los periódicos de Francia sino que también fue reseñada en otros periódicos de Europa
”
”
Roberto Bolaño (2666)
“
Os declaráis bajo el mal
tan postrados y tan yertos,
que habláis lo mismo que muertos
a los que todo da igual.
Y ante seres tan pasivos,
en mi corazón se entabla
la cuestión de ver si habla
con los muertos o los vivos.
Tan resignado, tan manso
vuestro triste cuerpo va,
que a mí me parecéis ya
cadáveres sin descanso.
Basta de resignación,
de pies y de manos presos.
¿No tenéis alma en los huesos
ni sangre en el corazón?
¿Campará el pájaro malo,
y tendréis siempre a su antojo
sonrisas para su ojo
y espaldas para su palo?
Cuerpo de hombre que se deja
pisar, morir o matar,
al cuello debe llevar
el balido de la oveja.
Nadie se deje morir
mansa y silenciosamente,
para que la humilde frente
no le vengan a escupir.
¿Por qué no lleváis dispuesta
contra cada villanía
una hoz de rebeldía
y un martillo de protesta?
”
”
Miguel Hernández (El labrador de más aire)
“
¡Asombrosos viajeros! ¡Cuántas historias nobles
leemos en vuestros ojos profundos como lar mar!
Mostradnos en los estuches de vuestras ricas memorias
esas joyas admirables, hechas de astros y éteres.
¡Deseamos viajar sin vapor y sin velas!
Para alegrar el tedio de nuestros calabozos,
haced que a nuestras almas tendidas como velas,
pasen vuestros recuerdos orlados de horizontes.
Decidnos, ¿qué habéis visto?
”
”
Charles Baudelaire (Les Fleurs du Mal)
“
«Así que no nos hagan más el favor de decirnos lo que debemos hacer» concluyó. «No traten de enseñarnos cómo debemos ser, no traten de que seamos iguales a ustedes, no pretendan que hagamos bien en veinte años lo que ustedes han hecho mal en dos mil.»
Cruzó los cubiertos sobre el plato, y por primera vez fijó en el francés sus ojos en llamas:
«¡Por favor, carajos, déjenos hacer tranquilos nuestra Edad Media!»
”
”
Gabriel García Márquez (The General in His Labyrinth)
“
Y Dios dijo: «Golpeaste al pobre y al débil
Prestaste tu cuerpo vil a juegos libertinos
Engañaste a tu semejante en vergonzosos mercados
No amabas sino el mal y en eso fuiste hábil…»
Y el hombre desviaba su ojo sombrío y móvil.
Y Dios dijo «El infierno para tu corazón desecado».
El hombre alzó la cabeza, y su cara estaba triste
Y la sombra, a su alrededor, se espesaba sin límite
«Nunca he dejado de vivir allí» y Dios palideció…
”
”
Boris Vian
“
hoy no es posible cerrar los ojos. Tampoco deja ningún instante para ello el rápido cambio de imágenes. Cerrar los ojos es una negatividad, que se compagina mal con la positividad y la hiperactividad de la sociedad actual de la aceleración. La coacción de la hipervigilia dificulta cerrar los ojos. Y es responsable también del agotamiento neuronal del sujeto del rendimiento. La demora contemplativa es una especie de conclusión. Cerrar los ojos es precisamente mostrarse la conclusión. La percepción solo puede
”
”
Byung-Chul Han (La agonía del Eros (Pensamiento Herder))
“
Estaba por todas partes. En los eufemismos y las lítotes de mi agenda, en los ojos saltones de Jean T., en los matrimonios forzados, en el filme "Los paraguas de Cheburgo", en la vergüenza de las mujeres que abortaban y en la reprobación de las otras. En la imposibilidad absoluta de imaginar que un día las mujeres pudieran decidir abortar libremente. Y, como de costumbre, era imposible determinar si el aborto estaba prohibido porque estaba mal o estaba mal porque estaba prohibido. Se juzgaba con relación a la ley, no se juzgaba la ley.
”
”
Annie Ernaux (Happening)
“
Se puede vivir con el miedo [...] Tal vez no eternamente, pero sí mucho tiempo. En cambio, con la ofensa no se puede vivir, porque abre una grieta en tu pensamiento y si miras dentro de ella ves que allí hay cosas vivas, cosas con ojos amarillos que no parpadean y que huele muy mal en esa oscuridad. Y al cabo de un rato acabas por pensar que tal vez haya todo un universo distinto allá abajo, un universo donde hay una luna cuadrada en el cielo, donde las estrellas ríen con voces frías; un universo donde algunos triángulos tienen cuatro lados y otros cinco [...]
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”
Stephen King (It)
“
He aquí por qué Platón lo defiende mal. Pero, a decir verdad, importa poco a sus ojos, y quizá entraba en su plan, sacrificar la defensa legal a fin de probar la superioridad moral de su maestro sobre los hombres de su tiempo, por la profunda incompatibilidad de sus creencias con las de estos. Sócrates no hubiera aparecido como un gran filósofo si hubiera sido absuelto. Entre otros caracteres, ¿su originalidad no consiste en haber creído en un solo Dios en pleno politeísmo? ¿Y no consiste su grandeza en haberlo dicho, y en haber muerto por haberse atrevido a decirlo?
”
”
Plato (Obras Completas de Platón (Spanish Edition))
“
Lo tercero fue darme por vencida, si dominar no podía la potencia de Cipris, morir por fin… ¿qué se opone a ello? Cuando honesta viví a nadie estuve oculta, hoy que muera infamada, no lo presencien muchos… ¡Soy execrable, bien sabido lo tengo, a los ojos de todos con mi horrenda dolencia y bien objeto soy del vituperio universal! ¡Mala en todo, que muera la que primero tuvo la osadía de macular su lecho con extraños! En casas nobles se originó esta lacra odiosa y se derramó sobre otras mujeres. Cuando el mal vergonzoso place al noble, verdad dolorosa es; a los de bajo rango les parece honesto. Aborrezco a las que son castas de palabra, que en secreto se atreven a criminales hechos.
”
”
Euripides (Las diecinueve tragedias (Colección Sepan Cuantos: 024))
“
Se ha puesto pálido como un papel —observó Talia cuando alzó los ojos entornados hacia él—. Y se está tambaleando. ¿Se encuentra mal? En ese caso, creo que deberíamos volver al jardín para que se muera ahí. No quiero tener que llevarlo a rastras. Tiene pinta de pesar un quintal. —Levantó el brazo y le picó la barriga con el dedo—. Está blandito. Por algún motivo extraño, este simple gesto bastó para despejarle la vista.
—No me encuentro mal —espetó—. Solo estoy... procesando información.
—Ah. Lástima. Si empieza a dolerle la parte de arriba del brazo izquierdo, ¿me avisará?
—¿Por qué iba a...? Eso es un síntoma de infarto, ¿no?
La gnoma asintió.
—¡Te exijo que me lleves con el señor Parnassus ahora mismo!
”
”
T.J. Klune (The House in the Cerulean Sea (Cerulean Chronicles, #1))
“
—Eres mía, Davinia. Creí que lo había dejado claro hacía mucho tiempo —dijo.
—Mi cuerpo es tuyo, sí, pero no el resto —contestó ella, aparentando serenidad. Su actitud le puso más nervioso—. Aún puedo lograr escapar de la sombra de tu amor enfermizo.
—¡No! —gritó él, atrayéndola y besándola.
Davinia notó el mal sabor que el alcohol le daba a su saliva, y gruñó, arañándole la mejilla con rabia. Christian gritó, alejándola y frotándose la zona afectada, mirándola con los ojos entrecerrados y acuosos.
—Jódete, Christian. No puedes venir a mi casa con la única intención de montarme una escena de celos. ¡No soy tuya!
—No quiero que salgas con otros hombres —murmuró, sintiendo que algo dentro de su pecho se rompía en pedazos. ¿Su corazón?
”
”
Hollie Deschanel (Mascarada)
“
Fue terrible ver cómo iba muriendo día a día sin que, los que podían, hiciesen algo por evitarlo. La impotencia me sublevaba. Cuando todavía estaba bien, o al menos no tan mal como las últimas semanas, antes de que lo trasladasen a la enfermería, hablamos mucho. Conversábamos sobre nuestra tierra, desempolvábamos recuerdos, contábamos anécdotas del frente nos lamentábamos del desenlace de la contienda. No sólo habíamos perdido la guerra, también habíamos perdido la libertad, las ilusiones, los sueños, la posibilidad de ser felices. Cuando el abatimiento nos vencía jugábamos a recordar momentos agradables, con todo lujo de detalles y con los ojos cerrados, para vivir la ilusión de que estábamos en ese otro lugar y no entre las paredes de una cárcel.
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Rosa Huertas (Mala Luna)
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¿Qué hace un niño cuando tiene miedo? Cierra los ojos. Y también grita, pero primero cierra los ojos. Las palabras servían para ese fin. Y es curioso, pues todos los arquetipos de la locura y la crueldad humana no han sido inventados por los hombres de esta época sino por nuestros antepasados. Los griegos inventaron, por decirlo de alguna manera, el mal, vieron el mal que todos llevamos dentro, pero los testimonios o las pruebas de ese mal ya no nos conmueven, nos parecen fútiles, ininteligibles. Lo mismo puede decirse de la locura. Fueron los griegos los que abrieron ese abanico y sin embargo ahora ese abanico ya no nos dice nada. Usted dirá: todo cambia. Por supuesto, todo cambia, pero los arquetipos del crimen no cambian, de la misma manera que nuestra naturaleza tampoco cambia.
”
”
Roberto Bolaño (2666)
“
A VECES LA MAÑANA AYUDA
Hace tiempo que ando escribiendo una crónica que llevaría el título "No siempre la mañana ayuda". Y hasta tenía el comienzo apuntado en un papel por ahí, a toda prisa, sobre la mesa del despacho. Empieza así: "Al salir de la casa y tropezar con el rostro del sol(antiguamente lo representábamos así, con una amplia sonrisa y los ojos alegres, con una cabellera de rayos resplandecientes), deberíamos caer de rodillas, ofrecer cualquier cosa al culto pagano de la luz y sentir después el mundo conquistado. Pero todos tenemos otra cosa que hacer". Y saldría uno por ahí fuera a ahuyentar la melancolía, a justificar el título, en definitiva.
Algo me ha impedido continuar. Y sé que hoy no voy a concluir una prosa que me enfrentaría al lector. Y es que, sin esperarlo, se despertó en mi memoria un caso acontecido entre dos hombres, un caso que viene a demostrar que, a veces, la mañana ayuda, sí señor. Vamos, pues, con la historia.
Imagine el lector un vagón de tren. Lleno. El día no es ni feo ni bonito: tiene algo de sol, unas nubes que lo cubren, y hay una brisa cortante allá afuera. Los viajeros van callados, hacen todos unos gestos involuntarios al albur del traqueteo. Unos leen periódicos, otros se ausentan hacia un país silencioso y sólo habitado por pensamientos ocultos e indefinidos. Hay una gran indiferencia en la atmósfera, y el sol, al descubrirse, ilumina un escenario de rostros apagados.
Entonces, el hombre más(pero muy lejos deser un adolescente), que está sentado junto a la ventanilla, empieza a tararear en sordina una vaga canción. Quizá no tenga motivos especiales de contento, pero, en aquella hora, la necesidad de cantar es irresistible. Todo cuanto acude a su memoria sirve. Y va tan absorto en su pura y gratuita alegría que ni siquiera repara en que el vecino de asiento se muestra ofendido y esboza esos movimientos elocuentes que sustituyen a las palabras cuando no hay valor para pronunciarlas.
Frente al hombre que canta, hay un viejo. Éste desde que salió anda rumiando problemas que lo atormentan. Es muy viejo, y está enfermo. Ha dormido mal. Sabe que va a tener un día difícil. Y detrás de él una voz deshilacha canciones, badabádabá, notas de música, de un modo impreciso pero obstinadamente vivo y afirmativo.
El sol sique jugando al escondite. Y el mar, que súbitamente aparece se puebla de islas de sombra entre grandes lagos de plata fundida. A lo lejos, la ciudad se diluye en humo y niebla seca. Silenciosa, a aquella distancia, tiene un aire de fatalidad y resignación, como un cuerpo que ha renunciado a vivir y se extingue lentamente. Es grande el peligro de que la melancolía triunfe definitivamente.
Pero el hombre insiste. Ya no es posible identificar al que canta. Ahora sale de su boca un flujo de armonía, un lenguaje que ha desistido de la articulación coherente para penetrarse mejor de la sustancia de la música. Esto acabrá sin duda con un grito irreprimible de alegría, con indignación y escandalo de los viajeros.
Ocurrió, sin embargo, que la ciudad llegó de repente. Se abrieron las puertas, la gente se precipitó, empujándose, olvidándose unos de otros. El hombre se levanta, murmurando aún algo. Sigue a lo largo del andén, va a lo suyo, con su música. Y, de pronto, alguien lo coge del brazo. El viejo está a su lado, se juraría que tiene los ojos húmedos, y dice: "Gracias. Yo venía preocupado y triste. Cuando lo oí cantar sentí una gran paz, y durante todo el camino vine pidiéndole a Dios que siguiera usted cantando. Muchas gracias".
El hombre de las canciones sonrió, primero con embarazo, luego como si fuera el amo del mundo. Se separaron. Y fue cada uno a su trabajo, con la música que era de los dos.
”
”
José Saramago (Las maletas del viajero)
“
-¿Tienes idea de lo que he pasado?
-Cuéntamelo.
-Casi me hace trizas un doctor loco. Un puñado de asquerosos piratas me hicieron prisionero. Y, lo creas o no, he sido tragado por un dragón que escupía fuego. por no mencionar que me han empujado, me han aplastado y casi me matan de miedo.
-A pesar de todo, estás ante mí.
-Bueno..., sí.
-No pretende ser descortés, Guardián de las palabras.
-¡Tonterías! El chico tiene razón. Yo le envié a propósito a la sección de ficción.
-¿De modo que lo admites?
-¡Naturalmente! ¡Piensa, chico! ¿Qué aventuras habrías corrido si te hubiera traído aquí volviendo una página? Has prevalecido por encima del mal. ¡Has mirado a los ojos de Moby Dick, muchacho! Tienes alma de pirata, mozalbete. Y que nadie se atreva a decir lo contrario.
Si te hubiera traído aquí desde el principio, nunca habrías encontrado valor para enfrentarte a tus propios miedos. Al hacerlo has triunfado y siempre triunfarás.
”
”
David Kirschner (The Pagemaster)
“
Porque si una lleva una falda o un escote de un tiempo a esta parte lo lleva para sí misma o en nombre del empoderamiento, una de dos, y que no me mire nadie porque machete al machote y madre mía qué fuerte e independiente con mi falda, que era a lo que me reducían antes, a ser dos piernas y poca tela y me quejaba y con razón y ahora como por arte de magia resulta que eso es signo de empoderamiento, pero no puede mirarlo nadie. Nos hemos encerrado tanto en nosotros mismos, nos hemos individuado tanto y hemos hecho tantos esfuerzos por acabar con lo de las dinámicas de poder —y, nos guste o no, la belleza siempre ha implicado y siempre implicará poder— que hemos terminado creyendo que no provocamos ningún efecto, ninguna reacción en el otro y que lo contrario sería inaceptable, aunque las mujeres nos lo hemos creído a medias, como todas las mentiras que nos contamos a nosotras mismas.
Por eso rara vez nos ponemos escote y los labios rojos para estar solas en casa, de la misma forma que el pavo real no desplegaría su cola si no hubiera una pava a la vista, porque gilipollas no es y por lo del ahorro energético, y negar que un escote bonito es enseñado de cuando en cuando para ser visto, solo cuando quiere ser visto, cuando quiere ser mirado, además de ridículo niega parte de nuestro poder como mujeres, un poder que no se reduce a lo bello y a lo sexual pero del que lo bello y lo sexual forman parte y no pasa nada y por eso toda mujer ama a un fascista: porque todo el que mira nuestros escotes lo es, a no ser que sea un trapero en un videoclip, entonces es un trapero al uso, entonces se le permite. Y porque mal que bien y según el nuevo canon, nuestros abuelos lo fueron y nuestros padres lo son. No solo porque se les fueran los ojos con las mujeres bonitas que cruzaban los pasos de cebra cuando pensaban, inocentes, que no nos dábamos cuenta.
”
”
Ana Iris Simón (Feria)
“
La idea de la muerte llega siempre con paso de lobo, con andares de
culebra, como todas las peores imaginaciones. Nunca de repente llegan
las ideas que nos trastornan; lo repentino ahoga unos momentos, pero
nos deja, al marchar, largos años de vida por delante. Los pensamientos
que nos enloquecen con la peor de las locuras, la de la tristeza, siempre
llegan poco a poco y como sin sentir, como sin sentir invade la niebla los
campos, o la tisis los pechos. Avanza, fatal, incansable, pero lenta,
despaciosa, regular como el pulso. Hoy no la notamos; a lo mejor
mañana tampoco, ni pasado mañana, ni en un mes entero. Pero pasa ese
mes y empezamos a sentir amarga la comida, como doloroso el
recordar, ya estamos picados. Al correr de los días y las noches nos
vamos volviendo huraños, solitarios; en nuestra cabeza se cuecen las
ideas, las ideas que han de ocasionar el que nos corten la cabeza donde
se cocieron, quién sabe si para que no siga trabajando tan atrozmente.
Pasamos a lo mejor hasta semanas enteras sin variar; los que nos
rodean se acostumbraron ya a nuestra adustez y ya ni extrañan siquiera
nuestro extraño ser. Pero un día el mal crece, como los árboles, y
engorda, y ya no saludamos a la gente; y vuelven a sentirnos como raros
y como enamorados. Vamos enflaqueciendo, enflaqueciendo, y nuestra
barba hirsuta es cada vez más lacia. Empezamos a sentir el odio que nos
mata; ya no aguantamos el mirar; nos duele la conciencia, pero ¡no
importa!, ¡más vale que duela! Nos escuecen los ojos, que se llenan de
agua venenosa cuando miramos fuerte. El enemigo nota nuestro anhelo,
pero está confiado; el instinto no miente. (...) Cuando huimos como las
corzas, cuando el oído sobresalta nuestros sueños, estamos ya minados
por el mal; ya no hay solución, ya no hay arreglo posible. Empezamos a
caer, vertiginosamente ya, para no volvernos a levantar de vida. Quizás
para levantarnos un poco a última hora, antes de caer de cabeza hasta
el infierno... Mala cosa.
”
”
Camilo José Cela (The Family of Pascual Duarte)
“
15 de agosto de 1343
Misa solemne de campaña
El ejercito entero, concentrado en la playa, rendia culto a la Virgen de la Mar. Pedro III habia cedido a las presiones del Santo Padre y pactado una tregua con Jaime de Mallorca. El rumor corrio entre el ejercito. Arnau no escuchaba al sacerdote; pocos lo hacian, la mayoria tenia el rostro contrito. La Virgen no consolaba a Arnau. Habia matado. Habia talado arboles. Habia arrasado vinas y campos de cultivo ante los asustados ojos de los campesinos y de sus hijos. Habia destruido villas enteras y con ellas los hogares de gentes de bien. El rey Jaime habia conseguido su tregua y el rey Pedro habia cedido.Arnau recordo las arengas de Santa Maria de la Mar: "Cataluna os necesita! El rey Pedro os necesita! Partid a la guerra!". Que guerra? Solo habian sido matanzas. Escaramuzas en las que los unicos que perdieron fueron las gentes humildes, los soldados leales… y los ninos, que pasarian hambre el proximo invierno por falta de grano. Que guerra? La que habian librado obispos y cardenales, correveidiles de reyes arteros? El sacerdote proseguia con su homilia pero Arnau no escuchaba sus palabras. Para que habia tenido que matar? De que servian sus muertos?
La misa finalizo. Los soldados se disolvieron formando pequenos grupos.
- Y el botin prometido?
- Perpiñan es rica, muy rica -oyo Arnau.
- Como pagara el rey a sus soldados si ya antes no podia hacerlo?
Arnau deambulaba entre los grupos de soldados. Que le importaba a el el botin? Era la mirada de los niños lo que le importaba; la de aquel pequeño que, agarrado a la mano de su hermana, presencio como Arnau y un grupo de soldados arrasaban su huerto y esparcian el grano que debia sustentarles durante el invierno. Por que?, le preguntaron sus ojos inocentes. Que mal os hemos hecho nosotros? Probablemente los niños fueran los encargados del huerto, y permanecieron alli, con las lagrimas cayendo por sus mejillas, hasta que el gran ejercito catalan termino de destruir sus escasas posesiones. Cuando terminaron, Arnau ni siquiera fue capaz de volver la mirada hacia ellos.
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Ildefonso Falcones (La catedral del mar (La catedral del mar, #1))
“
Si alguien les pregunta por él,
díganle que quizá no vuelva nunca o que si regresa
acaso ya nadie reconozca su rostro;
díganle también que no dejó razones para nadie,
que tenía un mensaje secreto, algo importante que decirles
pero que lo ha olvidado.
Díganle que ahora está cayendo, de otro modo y en otra parte del mundo,
díganle que todavía no es feliz,
si esto hace feliz a alguno de ellos; díganle también que se fue con el corazón vacío y seco
y díganle que eso no importa ni siquiera para la lástima o el perdón
y que ni él mismo sufre por eso,
que ya no cree en nada ni en nadie y mucho menos en él mismo,
que tantas cosas que vio apagaron su mirada y ahora, ciego, necesita del tacto,
díganle que alguna vez tuvo un leve rescoldo de fe en Dios, en un día de sol,
díganle que hubo palabras que le hicieron creer en el amor
y luego supo que el amor dura
lo que dura una palabra.
Díganle que como un globo de aire perforado a tiros,
su alma fue cayendo hasta el infierno que lo vive y que ni siquiera está desesperado
y díganle que a veces piensa que esa calma inexorable es su castigo;
díganle que ignora cuál es su pecado
y que la culpa que lo arrastra por el mundo la considera apenas otro dato del problema
y díganle que en ciertas noches de insomnio y aun en otras en que cree haberlo soñado,
teme que acaso la culpa sea la única parte de sí mismo que le queda
y díganle que en ciertas mañanas llenas de luz
y en medio de tardes de piadosa lujuria y también borracho de vino en noches de lluvia
siente cierta alegría pueril por su inocencia
y díganle que en esas ocasiones dichosas habla a solas.
Díganle que si alguna vez regresa, volverá con dos cerezas en sus ojos
y una planta de moras sembrada en su estómago y una serpiente enroscada en su cuello
y tampoco esperará nada de nadie y se ganará la vida honradamente,
de adivino, leyendo las cartas y celebrando extrañas ceremonias en las que no creerá
y díganle que se llevó consigo algunas supersticiones, tres fetiches,
ciertas complicidades mal entendidas
y el recuerdo de dos o tres rostros que siempre vuelven a él en la oscuridad
y nada.
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Darío Jaramillo Agudelo
“
-Ese no es -dijo Cat, señalando con el índice a los corredores-. Ni ese tampoco. Es mono, pero no es él. Y ese chico seguro que no es él. -Frunció el entrecejo-. Qué raro. Puedo visualizar el aura que proyecta, pero me cuesta recordar con claridad su cara. A lo mejor es que no lo vi de cerca.
-Tiene un aspecto poco común -respondió Eureka-. No en el mal sentido. Es atractivo.
"Tiene los ojos como el mar -quería decir en realidad-. Los labios son de color coral. Su piel tiene la clase de poder que hace saltar la aguja de una brújula."
[...]
-¡Oye, Jack! -Cat se colocó en la grada encima de la que Jack estaba usando para estirar la pierna-. Estamos buscando a un tío de tu equipo que se llama Ander. ¿Cuál era su apellido, Reka?
Eureka se encogió de hombros.
Y lo mismo hizo Jack.
-No hay ningún Ander en este equipo.
Cat sacudió las piernas y las cruzo por los tobillos.
-Mira, estaba en el encuentro de hace dos días, el que se canceló por la lluvia. Es un tipo alto, rubio... Ayúdame, Reka.
"Con los ojos como el mar -estuvo a punto de soltar- y unas manos que podrían coger una estrella fugaz."
-¿Como pálido? -logró decir.
-Pues como que no está en el equipo.
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Lauren Kate (Teardrop (Teardrop, #1))
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Las metamorfosis del vampiro
La mujer, entre tanto, retorciéndose
igual que una serpiente en las brasas,
y amasándose los pechos por encima
de las ballenas del corsé
dejaba deslizar de su boca de fresa
estas palabras impregnadas de almizcle:
—«Tengo los labios húmedos y conozco la ciencia
de perder en una cama la antigua conciencia.
Seco todas las lágrimas en mis pechos triunfantes
y hago que los viejos se rían con risas infantiles.
¡Para quien me ve desnuda y sin velos, sustituyo
a la luna, al sol, al cielo y a las estrellas!
Cuando aprisiono a un hombre en mis temidos brazos,
o cuando abandono mi busto a los mordiscos,
tímida y libertina, frágil y robusta,
soy, mi querido sabio, tan experta en deleites
que sobre ese colchón que se desmaya de emoción,
¡los ángeles importantes se condenarían por mí!»
Cuando me hubo chupado toda la médula de los huesos,
y me volví hacia ella con languidez
para darle un beso de amor, ¡no vi más
que un odre de flancos viscosos, rebosante de pus!
En mi helado terror, cerré los ojos,
y cuando volví a abrirlos a la viva claridad,
a mi lado, en lugar del fuerte maniquí
que parecía haber hecho provisión de sangre
entrechocaban en confusión unos restos de esqueleto,
que producían un grito como el de una veleta
o el de un cartel que, en la punta de una vara de hierro,
el viento balancea en las noches de invierno.
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Charles Baudelaire (Les Fleurs du Mal)
“
Yo no busco en las personas ni la bondad ni la buena educación siqiera... aunqe creo qe esto último es imprescindible para vivir con ellas. Me gustan las gentes qe ven la vida con ojos distintos qe los demás, qe consideran las cosas de otro modo qe la mayoría... Qizá me ocurra esto pqe he vivido siempre con seres demasiado normales y satisfechos de ellos mismos...Estoy segura de qe mis hermanos o mi padre tienen la certeza de su utilidad indiscutible en este mundo, qe saben en todo momento lo qe qieren, lo qe les parece mal y lo qe les parece bien… Y qe hansufrido muy poca angustia ante ningún hecho. (…) Toda mi vida he estado huyendo de mis simples y respetables parientes… Simples pero inteligentes a la vez en su género, qe es lo qe les hace tan insoportables… Me gusta la gente con ese átomo de locura qe hace qe la existencia no sea monótona, aunqe sean personas desgraciadas y estén siempre en las nubes, como tú… Personas qe, según mi familia, son calamidades indeseables… (…) ¿qé crees qe dirían mi padre o mi abuelo de ti misma si supieran tu modo real de ser? Si supieran, como yo sé, qe te qedas sin comer y qe no te compras la ropa qe necesitas por el placer de tener con tus amigos delicadezas de millonaria durante tres días… Si supieran qe te gusta vagabundear sola por la noche. Qe nunca has sabido lo qe qieres y qe siempre estás qeriendo algo…
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Carmen Laforet (Nada)
“
También el hombre que haya llegado a los 30 años tendrá aún mucho que aprender en el curso de su vida, pero esto únicamente a manera de una complementación dentro del marco determinado por la concepción ideológica adoptada en principio. Los nuevos conocimientos que adquiera no significarán una innovación de lo ya aprendido, sino más bien un proceso de acrecentamiento de su saber, de tal modo que sus adeptos jamás tendrán la decepcionante impresión de haber sido mal orientados; por el contrario, el visible desarrollo de la personalidad del Jefe provocará complacencia en la convicción de que el perfeccionamiento de éste refluye en favor de la propia doctrina. Ante sus ojos, esto constituye una prueba de la certeza del criterio hasta aquel momento sostenido. Un Jefe que se vea obligado a abandonar la plataforma de su ideología general por haberse dado cuenta que ésta era falsa, obrará honradamente sólo cuando, reconociendo lo erróneo de su criterio, se halle dispuesto a asumir todas las consecuencias. En tal caso deberá por lo menos renunciar a toda actuación política ulterior, pues, habiendo errado ya una vez en puntos de vista fundamentales, está expuesto por una segunda vez al mismo peligro. De todos modos ha perdido ya el derecho de recurrir, y menos aun de exigir la confianza de sus conciudadanos. El grado de corrupción de la plebe, que por ahora se siente habilitada para "hacer" política, evidencia cuán rara vez se sabe responder en los tiempos actuales a una prueba tal de decoro personal.
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Adolf Hitler (Mi Lucha)
“
Lesbos
Madre de los juegos latinos y los deleites griegos,
Lesbos, donde los besos, lánguidos o gozosos,
cálidos como soles, frescos como las sandías,
son el adorno de noches y días gloriosos;
madre de los juegos latinos y los deleites griegos.
Lesbos, donde los besos son como cascadas
que se arrojan sin miedo en las simas sin fondo,
y fluyen, entrecortados de sollozos y risas,
tormentosos y secretos, hormigueantes y profundos;
¡Lesbos, donde los besos son como las cascadas!
Lesbos, donde las Frinés se atraen entre sí,
donde nunca un suspiro dejó de hallar un eco,
las estrellas te admiran tanto como a Pafos,
¡y Venus con razón puede envidiar a Safo!
Lesbos, donde las Frinés se atraen entre sí,
Lesbos, tierra de noches cálidas y lánguidas,
que hacen que en sus espejos, ¡infecundo deleite!
las niñas de ojos hundidos, enamoradas de sus cuerpos,
acaricien los frutos ya maduros de su nubilidad;
Lesbos, tierra de noches cálidas y lánguidas,
deja al viejo Platón fruncir su ceño austero;
obtienes tu perdón del exceso de besos,
reina del dulce imperio, tierra noble y amable,
y de refinamientos siempre sin agotar,
deja al viejo Platón fruncir su ceño austero.
Obtienes tu perdón del eterno martirio,
infligido sin tregua a los corazones ambiciosos,
que atrae lejos de nosotros la radiante sonrisa,
¡vagamente entrevista al borde de otros cielos!
¡Obtienes tu perdón del eterno martirio!
¿Qué Dios se atreverá a ser tu juez, oh Lesbos?,
y a condenar tu frente pálida por penosas labores,
si sus balanzas de oro no han pesado el diluvio,
de lágrimas que en el mar vertieron tus arroyos?
¿Qué Dios se atreverá a ser tu juez, oh Lesbos?
¿Qué quieren de nosotros las leyes de lo justo y lo injusto?
Vírgenes de corazón sublime, honra del Archipiélago,
vuestra religión es augusta como cualquiera,
¡y el amor se reirá del Infierno y del Cielo!
¿Qué quieren de nosotros las leyes de lo justo y lo injusto?
Pues Lesbos me ha elegido en la tierra entre todos,
para cantar el secreto de sus floridas vírgenes,
y desde la infancia que inicié en el negro misterio,
de las risas sin freno mezcladas con los llantos sombríos;
pues Lesbos me ha elegido en la tierra entre todos
y desde entonces velo en la cumbre del Léucato,
igual que un centinela de mirada segura y penetrante,
que vigila noche y día, brick, tartana o fragata,
cuyas formas a lo lejos se agitan en el azul;
y desde entonces velo en la cumbre del Léucato,
para saber si el mar es indulgente y bueno,
y si entre los sollozos que en la roca resuenan,
un día llevará a Lesbos, que perdona,
el cadáver adorado de Safo, que partió,
¡para saber si el mar es indulgente y bueno!
De Safo la viril, la amante y la poetisa,
¡por su palidez triste más hermosa que Venus!
—Al ojo azul venció el negro que mancilla
el tenebroso círculo trazado por las penas
¡de Safo la viril, la amante y la poetisa!
Presentándose al mundo más hermosa que Venus
y vertiendo el tesoro de su serenidad
y el brillo de su rubia juventud,
sobre el viejo Océano prendado de su hija;
¡presentándose al mundo más hermosa que Venus!
—De Safo, que murió el día de su blasfemia,
cuando, insultando el rito y el culto establecido,
convirtió su hermoso cuerpo en pasto supremo
de un bruto cuyo el orgullo castigó la impiedad
de aquella que murió el día de su blasfemia,
y desde entonces Lesbos lanza lamentaciones,
y, pese a los honores que le tributa el mundo,
cada noche le embriaga la voz de la tormenta,
¡que elevan hacia el cielo sus orillas desiertas!
¡y desde entonces Lesbos lanza lamentaciones!
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Charles Baudelaire (Les Fleurs du Mal)
“
Titán! Ante cuyos ojos inmortales
los sufrimientos de la humanidad,
vistos en su triste realidad,
no eran como las cosas que los dioses desprecian.
Un callado e intenso sufrimiento;
la roca, el buitre, y la cadena,
todo lo que el soberbio puede sentir de dolor,
la agonía que ver no deja,
la asfixiante sensación del infortunio,
que no habla sino en su soledad,
y luego es celosa, a menos que el cielo
posea un oyente, no suspirará
hasta que su voz eco no tenga.
II
¡Titán! La lucha te otorgaron
entre el sufrimiento y la voluntad,
que torturan cuando no pueden matar;
y el cielo inexorable,
y la sorda tiranía del destino,
el dominante principio del odio,
que para su placer crea
las cosas que pueden aniquilar,
te negaron hasta la dádiva de morir:
el desdichado don de la eternidad
era tuyo y bien lo has soportado.
Todo lo que Júpiter tonante te arrancó
no fue sino la amenaza que le devolvió
los tormentos de su tortura:
el destino muy bien previste,
pero no se lo dijiste para aplacarle;
y en tu silencio estuvo su sentencia,
y en su alma un vano arrepentimiento,
y un temor malvado tan mal disimulado,
que en su mano temblaron los rayos.
III
Tu crimen divino fue ser bondadoso,
el hacer con tus preceptos menor
la suma de las desventuras humanas,
y el fortalecer al hombre con su propia mente;
pero confundidos como tú fuiste desde las alturas,
aún en tu paciente energía,
en la resistencia y en la repulsa,
de tu espíritu impenetrable,
que ni tierra ni cielo pudieron agitar,
una poderosa lección heredamos:
tú eres un símbolo y un signo
para los mortales de su destino y su fuerza;
como tú, el hombre es en parte divino,
una corriente turbulenta de fuente pura;
y el hombre en parte puede prever
su propio destino fúnebre;
su desventura y su resistencia,
y su triste existencia sin aliados:
a la que su espíritu puede oponerse
y equipararse a todos sus desastres,
y a una firme voluntad y a un hondo sentido,
que hasta en la tortura capaz es de divisar
su propia recompensa concentrada,
triunfante cuando se atreve a tal desafío,
y haciendo de la muerte una victoria.
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Lord Byron
“
La vida empezó a hacerse dura para Marius. Comerse la ropa y el reloj no significaba nada. Se vio reducido a esa situación inexplicable que se llama comerse los codos, algo terrible que se traduce en días sin pan, noches sin sueños y sin luz, hogar sin fuego, semanas sin trabajo, porvenir sin esperanza; la levita rota en los codos, el sombrero viejo y raído, que hace reír a las jóvenes; la puerta cerrada de noche, porque no se paga a la patrona; la insolencia del portero y del bodegonero, la burla de los vecinos, las humillaciones, la dignidad ultrajada; el trabajo de cualquier clase, aceptado; los disgustos, la amargura, el abatimiento. Marius aprendió a devorarlo todo, y a no tener para devorar más que estas cosas. En ese momento de la existencia en que el hombre tiene necesidad de orgullo, porque tiene necesidad de amor, se vio despreciado, porque iba mal vestido, y se sintió ridículo, porque era pobre. A la edad en que la juventud hincha el corazón con imperial altivez, posó más de una vez los ojos en las botas agujereadas y conoció las injustas afrentas, el punzante bochorno de la miseria. Admirable y terrible prueba, de la cual los débiles salen infames y los fuertes, sublimes. Crisol donde el destino arroja a un hombre muchas veces, cuando quiere hacer de él un ser despreciable o un semidiós.
Porque hay muchas acciones grandes en estas pequeñas luchas. El valor tenaz e ignorado, que se defiende palmo a palmo en la sombra, contra la fatal invasión de las necesidades y de la ignominia. Nobles y misteriosos triunfos que ninguna mirada ve, que ninguna fama recompensa, que ningún aplauso saluda. La vida, la desgracia, el aislamiento, el abandono, y la pobreza son campos de batalla que tienen sus héroes, héroes oscuros, es verdad, pero a veces más grandes que los héroes ilustres.
Hay naturalezas firmes y raras, que han sido creadas así; la miseria, casi siempre madrastra, es algunas veces madre, la desnudez engendra en ocasiones el vigor del alma y del corazón; la miseria suele ser nodriza de la grandeza; la desgracia es una buena leche para los magnánimos.
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Victor Hugo (Les Misérables)
“
Asunto: Estás totalmente imaginándome desnudo ahora mismo
Missy,
Entonces, ¿qué tal si tú y yo nos adentramos entre las pilas para hacer algo de "estantería"?
Fulminó con la mirada el mensaje antes de golpear la respuesta.
Asunto: Este es un entorno de trabajo y esto es acoso.
Sr. Zaccadelli,
Me dirijo a usted para informarle que su propuesta ha sido rechazada. Debido al hecho de que somos compañeros de trabajo, así como compañeros de cuarto, me parece inapropiado visitar las estanterías con usted. Voy a rechazar todas las nuevas ofertas en este momento. Si, en el futuro, me decido a entretener dicha oferta, le informaremos a través de correspondencia.
Respetuosamente (no) tuya,
Señorita Taylor Caldwell
PD: Deja de enviarme jodidos correo electrónico.
Vi sus ojos echarle una ojeada al mensaje y una sonrisa en su rostro. Me Miró fijamente a los ojos mientras escribía, nunca mirando el teclado.
Golpeó la tecla enter con una leve inclinación de cabeza.
Ping.
Asunto: No es una casualidad
Missy,
Acepto el reto, y te recuerdo que si quieres que te deje en paz, esta esta pequeña apuesta que tenemos. Gánala, y me voy.
Impacientemente (y descaradamente) tuyo,
Sr. Hunter Aaron Zaccadelli, escudero.
PD: Demuéstralo
Oh, él no estaba recibiendo la última palabra. Baje el volumen en mi computadora e hice un rápido barrido visual en la habitación para asegurarme de que no íbamos a quedar arrestados. Todo el mundo estaba absorto en lo que estaban haciendo.
Asunto: Desafío aceptado
Sr. Zaccadelli,
Si sigues así, te voy a reportar a la línea directa de trabajo para el acoso. Ellos no tienen la amabilidad por los tatuajes, tocar la guitarra-amigos avanzando hacia las niñas dulces e inocentes. El Juego comienza.
Atentamente,
La chica que nunca tendrás
PD: Escudero? Estás tan lleno de mierda.
Escuché una risa ahogada del lado de Hunter en la mesa, pero mantuve mis ojos pegados a la pantalla del ordenador. Escaleras. Las precauciones de seguridad cuando trabaje con escaleras...
Ping.
Mire a la computadora con irritación. Supongo que no podía apagar el sonido.
Asunto: Vuelve al trabajo
Missy,
Me estás distrayendo de los más importantes tópicos de seguridad en el trabajo. ¿Cómo te sentirías si yo subiera mal una escalera por no aprender el procedimiento adecuado y luego cayera a mi muerte?
Siempre,
El chico sobre el que sueñas.
P.D: Yo también soy un príncipe perdido en una tierra lejana. ¿Qué quieres hacerme ahora?
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Chelsea M. Cameron
“
Más de una vez, una de las preguntas que no me deja en paz por dentro es por qué en el pasado, y a menudo aún ahora, los pueblos conceden a la mujer un lugar tan inferior al que ocupa un hombre. Todos dicen que es innjusto, pero con eso no me doy por contenta: lo que quisiera conocer es la causa de semejante injusticia.
Es de suponer que el hombre, dada su mayor fuerza física, ha dominado a la mujer desde el principio; el hombre, que tiene ingresos, el hombre, que procrea, el hombre, al que todo le está permitido... Ha sido una gran equivocación por parte de tantas mujeres tolerar, hasta hace poco tiempo, que todo siguiera así sin más, porque cuánto más siglos perdura esta norma, tanto más se arraiga. Por suerte, la enseñanza, el trabajo y el desarrollo le han abierto un poco los ojos a la mujer. En muchos países las mujeres han obtenido la igualdad de derechos; mucha gente, sobretodo mujeres, pero también hombres, ven ahora lo mal que ha estado dividido el mundo durante tanto tiempo, y las mujeres modernas exigen su derecho a la independencia total.
Pero no se trata de eso: ¡también hay que conseguir la valoración de la mujer! En todos los continentes el hombre goza de una alta estima generalizada. ¿Por qué la mujer no habría de compartir esa estima antes que nada? A los soldados y héroes de guerra se les honra y rinde homenaje, a los descubridores se les concede fama eterna, se venera a los mártires, pero ¿qué parte de la humanidad en su conjunto también considera soldados a las mujeres?
En el libro "Combatientes para toda la vida" pone algo que me ha conmovido bastante, y es algo así como que por lo general las mujeres, tan solo por el hecho de tener hijos, padecen más dolores, enfermedades y desgracias que cualquier héroe de guerra. ¿Y cuál es la recompensa por aguantar tantos dolores? La echan en un rincón si ha quedado mutilada por el parto, sus hijos al poco tiempo ya no son suyos, y su belleza se ha perdido. Las mujeres son soldados mucho más valientes y heroicos, que combaten y padecen dolores para preservar a la humanidad, mucho más que tantos libertadores con todas sus bonitas historias...
(...)
Paul de Kruif, el autor del libro mencionado, cuenta con toda mi aprobación cuando dice que los hombres tienen que aprender que en las partes del mundo llamadas civilizadas, un parto ha dejado de ser algo natural y corriente. Los hombres lo tienen fácil, nunca han tenido que soportar los pesares de una mujer, ni tendrán que soportarlos nunca.
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Anne Frank (The Diary of Anne Frank)
“
Instintivamente nos sentimos inclinados a amar lo que nos causa placer y ¿hay algo que más gozo pueda proporcionarnos que un rostro hermoso, por lo menos cuando no sabemos nada en desdoro de su poseedor?
Una niña ama a su pajarito... ¿Por qué? Porque vive y siente; porque es tan incapaz de defenderse como de causar daño. Sin embargo, el sapo también vive y siente, y es igualmente indefenso e inofensivo, pero, aunque ella no se sienta inclinada a causar al animal ningún mal, tampoco lo ama como al pájaro, de graciosa figura, suave plumaje y ojos brillantes y parlanchines.
La mujer amable y bella es elogiada por ambas cualidades, pero en especial por la segunda; si, por el contrario, es desagradable de rostro y carácter, su fealdad será considerada poco menos que un crimen, ya que para el observador común esta es la peor ofensa, mientras que si es de aspecto vulgar y bondadoso corazón, nadie se entera de estas cualidades, excepto los que la tratan íntimamente. Otros, en cambio, se formarán encontradas opiniones sobre su ineligencia y su carácter, aunque sea tan solo por disculpar la instintiva repulsión que experimentan por quien tan poco tiene que agradecer a la naturaleza, sucediendo el caso opuesto cuando el exterior hermoso oculta un corazón perverso, pues la así dotada consigue que se le toleren defectos y flaquezas que a otra no se le consentirían.
Las que poseen belleza, que se sientan agradecidas de tal don y hagan buen uso de él, como si se tratara de una cualidad intelectual; las que no la poseen, que se consuelen y hagan cuanto puedan sin ella.
La belleza, aunque susceptible de ser sobrevalorada, es un don divino, que no debe despreciarse.
Esto lo comprenderán bien todos aquellos que han experimentado la sensación de amar y cuyos corazones les dicen que son dignos de ser amados nuevamente; mientras que la falta de esta o cualquier otra condición superficial, puede hacerlos absolutamente incapaces de dar y recibir esa felicidad que parecen destinados a sentir y comunicar a los demás.
Mal obraría la humilde luciérnaga despreciando esa facultad de producir luz sin la cual la mosca pasaría volando un y mil veces por su lado, sin detenerse jamás a descansar junto a ella. La luciérnaga oiría el rumor de las alas de la mosca, por encima, a su alrededor, y en vano trataría de dar a conocer su presencia, careciendo de los medios para que aquella fuese advertida, sin voz para llamarla, sin alas para perseguirla... Y finalmente, cansada de aletear, la mosca buscaría otro compañero, dejando a la luciérnaga vivir y morir sola.
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Anne Brontë (Agnes Grey)
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«Divorciarme, eso es lo que debo hacer», mascullaba para mis adentros, pero debo haberlo dicho más de una vez en voz alta, porque Willie paró la oreja ante la palabra divorcio. Había pasado por dos anteriores y estaba decidido a evitar untercero; entonces me presionó para que consultáramos a un psicólogo. Yo me había burlado sin piedad del terapeuta de Tabra, un alcohólico despelucado que le aconsejaba las mismas perogrulladas que yo podía ofrecerle gratis. En mi opinión, la terapia era una manía de los estadounidenses, gente muy consentida y sin tolerancia para las dificultades normales de la existencia. Mi abuelo me inculcó en la infancia la noción estoica de que la vida es dura y ante los problemas no cabe sino apretar los dientes y seguir adelante. La felicidad es una cursilería; al mundo se viene a sufrir y aprender. Menos mal que el hedonismo de Venezuela suavizó unpoco aquellos preceptos medievales de mi abuelo y me dio permiso para pasarlo bien sin culpa. En Chile, en tiempos de mi juventud, nadie iba a terapia, excepto los locos de atar y los turistas argentinos, así es que me resistí bastante a la propuesta de Willie, pero él insistió tanto que por fin lo acompañé. Mejor dicho, él me llevó de un ala. El psicólogo resultó tener aspecto de monje, llevaba el cráneo afeitado, bebía téverde y permanecía la mayor parte de la sesión con los ojos cerrados. En el condado de Marin se ve a cualquier hora hombres en bicicleta, trotando enpantalones cortos o saboreando su capuchino en mesitas de las veredas. «¿Esta gente no trabaja?», le pregunté una vez a Willie. «Son todos terapeutas», me contestó. Tal vez por eso sentí un gran escepticismo frente al calvo, pero pronto éste se reveló como un sabio. Su oficina era un cuarto desnudo pintado de color arveja, decorado con una tela -mandala, creo que se llama- colgada en la pared. Nos sentamos con las piernas cruzadassobre unos cojines en el suelo, mientras el monje sorbía como un pajarito su té japonés. Empezamos a hablar y pronto se desencadenó una avalancha. Willie y yo nos arrebatábamos la palabra para contarle lo que había pasado contigo, la existencia de espanto que llevaba Jennifer, la fragilidad de Sabrina, mil otros problemas, y mi deseo de mandar todo al diablo y desaparecer. El hombre nos escuchó sin interrumpir y cuando faltaban pocos minutos para que terminara la sesión, levantó sus párpados capotudos y nos miró con una expresión de genuina lástima.«¡Qué tristeza hay en sus vidas!», murmuró. ¿Tristeza? Eso no se nos habíaocurrido a ninguno de los dos. Se nos desinfló la rabia en un instante y sentimos hasta los huesos una pena vasta como el Pacífico, que no habíamos querido admitir por pura y simple soberbia. Willie me tomó la mano, me atrajo a su cojín y nos abrazamos. Por primera vez admitimos que teníamos el corazón muy adolorido. Fue el comienzo de la reconciliación.-Voy a aconsejarles que no mencionen la palabra divorcio durante una semana. ¿Pueden hacerlo? -preguntó el terapeuta. -Sí -respondimos a una sola voz.
”
”
Isabel Allende (La suma de los días)
“
Ahora pienso que podrás entender mejor lo que últimamente preguntaba al informarme de si era operación propia de cada cosa aquello que realiza ella sola o ella mejor que las demás. Lo entiendo dijo , y me parece que ésa es, efectivamente, la operación propia de cada una. Bien dije ; ¿te parece que hay también una virtud en cada una de las cosas a que se atribuye una operación? Volvamos a los mismos ejemplos: ¿hay una operación propia de los ojos? La hay. Y así, ¿hay también una virtud en ellos? También una virtud. ¿Y qué? ¿No había también una operación propia de los oídos? Sí. ¿Y, por tanto, también una virtud? También. ¿Y no ocurrirá lo mismo con todas las otras cosas? Lo mismo. Bien está: ¿acaso los ojos podrán realizar bien su operación sin su propia virtud, con vicio en lugar de ella? ¿Qué quieres decir? preguntó . Acaso hablas de la ceguera en vez de la visión. De la virtud de ellos, sea cual sea dije yo ; porque todavía no pregunto esto, sino si se realizará bien su operación con su propia virtud y mal con el vicio contrario. Dices bien respondió. ¿Y del mismo modo los oídos privados de su virtud realizarán mal su propia operación? Bien de cierto. ¿Ponemos, en fin, todas las demás cosas en la misma cuenta? Eso creo. Vamos, pues, adelante y atiende a esto otro: ¿hay una operación propia del alma que no puedes realizar sino por ella? Pongo por caso: el dirigir, el gobernar, el deliberar y todas las cosas de esta índole, podríamos atribuírselas a algo que no sea el alma misma o diríamos que son propias de ésta? De ella sólo. ¿Y respecto de la vida? ¿No diremos que es operación del alma? Sin duda dijo. ¿No diremos, pues, que existe una virtud propia del alma? Lo diremos. ¿Y acaso, oh Trasímaco, el alma realizará bien sus operaciones privada de su propia virtud o será ello imposible? Imposible. Fuerza será, por tanto, que el alma mala dirija y gobierne mal y que la buena haga bien todas estas cosas. Fuerza será. ¿Y no convinimos en que la justicia era virtud del alma y la injusticia vicio? En eso convinimos, en efecto. Por tanto, el alma justa y el hombre justo vivirá bien; y el injusto mal. Así aparece conforme a lo argumento dijo. Y, por otra parte, el que vive bien es feliz y dichoso, y el que vive mal, lo contrario. ¿Cómo no? Y así, el justo es dichoso; y el injusto, desgraciado. Sea dijo. Por otro lado, no conviene ser desgraciado, sino dichoso. ¿Qué duda tiene? Por tanto, bendito Trasímaco, jamás es la injusticia más provechosa que la justicia. Banquetéate con todo eso, ¡oh, Sócrates!, en las fiestas Bendidias di dijo. Banquete que tú me has preparado, ¡oh, Trasímaco! observé yo , pues lo aplacaste conmigo y cesaste en lo enfado. Mezquino va a ser, sin embargo, no por lo culpa, sino por la mía; y es que, así como los golosos gustan siempre con arrebato del manjar que en cada momento se les sirve sin haber gozado debidamente del anterior, así me parece que yo, sin averiguar lo que primeramente considerábamos, qué cosa sea lo justo, me desprendí del asunto y me lancé a investigar acerca de ello, si era vicio e ignorancia o discreción y virtud; y presentándose luego un nuevo aserto, que la injusticia es más provechosa que la justicia, no me retraje de pasar a él, dejando el otro, de modo que ahora me acontece no saber nada como resultado de la discusión. Porque no sabiendo lo que es lo justo, difícil es que sepa si es virtud o no y si el que la posee es desgraciado o dichoso.
”
”
Plato (La República)
“
No está mal que seas tú, que seas quien quieras ser, lo que quieras ser, que
sientas lo que quieras sentir, que no puedas evitar ser tú mismo. Eres
asombroso y hermoso tal como eres.
No está mal ser tú mismo. No está mal sentir.
Por favor, no lo olvides nunca
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Violet Pollux (Estrella de ojos azules (Spanish Edition))
“
Decir puede este río,
si hay quien diga en favor de un desdichado,
el tierno llanto mío;
decirlo puede el prado,
Aminta rigurosa,
más por mí mal que por tu bien hermosa.
Oyendo [aqu]estos cerros
tu injusto agravio a mis querellas justas,
dulcísimos destierros,
pues de mis penas gustas,
acabaráme olvido,
y antes muerto estaré que arrepentido.
Dulce imposible adoro:
¡ay del que sin ventura quiere tanto!
Pierdo el tiempo si lloro,
las palabras si canto,
y la vida si quiero:
piérdome en todo, y por perderme muero.
¡Qué de veces previne
quejas para decirte, y al instante
que a ver tu rostro vine,
(propio temor de amante),
un mover de tus labios
me trujo olvido a infinidad de agravios!
¡Qué de veces tus ojos,
de tanta voluntad dueños injustos,
me trujeron enojos
y me robaron gustos,
trayendo con sus rayos
al alma julios y a la orilla mayos!
Flacas van mis manadas,
que sienten el dolor que tú no sientes;
buscando van cansadas:
buscan agua en las fuentes,
sin ver que están secretas
agua en mis ojos, yerba en tus saetas.
Viéronme estas arenas
en otro tiempo, cuando Dios quería,
libre de las cadenas
que tienen en prisión el alma mía.
¡Oh libertad sagrada!,
quien te perdió no tema perder nada.
”
”
Francisco de Quevedo (Obras Completas de Francisco de Quevedo (Spanish Edition))
“
La tempestad que sacudía su cuerpo, con estremecimientos convulsivos hacía cada vez más frecuentes sus relámpagos y Tarrou iba derivando hacia el fondo. Rieux no tenía delante más que una máscara inerte en la que la sonrisa había desaparecido. Esta forma humana que le había sido tan próxima, acribillada ahora por el venablo, abrasada por el mal sobrehumano, doblegada por todos los vientos iracundos del cielo, se sumergía a sus ojos en las ondas de la peste y él no podía hacer nada para evitar su naufragio. Tenía que quedarse en la orilla con los brazos cruzados y el corazón oprimido, sin armas y sin recursos, una vez más, frente al fracaso. Y al fin. las lágrimas de la impotencia le impidieron ver como Tarrrou se volvía bruscamente hacia la pared y con un quejido profundo expiraba, como si en alguna parte de su ser una cuerda esencial se hubiese roto.
”
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Albert Camus (The Plague)
“
Pues eso es, querido Augusto, que tu repuesto de amor dormía inerte en el fondo de tu alma, sin tener donde meterse; llegó Eugenia, la pianista, te sacudió y re- mejió con sus ojos esa charca en que tu amor dormía: se despertó este, brotó de ella, y como es tan grande se extiende a todas partes. Cuando uno como tú se enamora de veras de una mujer se enamora a la vez de todas las demás.
—Pues yo creí que sería todo lo contrario... Pero, entre paréntesis, ¡mira qué morena!, ¡es la noche luminosa! ¡Bien dicen que lo negro es lo que más absorbe la luz! ¿No ves qué luz oculta se siente bajo su pelo, bajo el azabache de sus ojos? Vamos a seguirla...
—Como quieras...
—Pues sí, yo creí que sería todo lo contrario; que cuando uno se enamora de veras es que concentra su amor, antes desparramado entre todas, en una sola, y que todas las demás han de parecerle como si nada fuesen ni valiesen... Pero ¡mira!, ¡mira ese golpe de sol en la negrura de su pelo!
—No; verás, verás si logro explicártelo. Tú estabas enamorado, sin saberlo por supuesto, de la mujer, del abstracto, no de esta ni de aquella; al ver a Eugenia, ese abstracto se concretó y la mujer se hizo una mujer y te enamoraste de ella, y ahora vas de ella, sin dejarla, a casi todas las mujeres, y te enamoras de la colectividad, del género. Has pasado, pues, de lo abstracto a lo concreto y de lo concreto a lo genérico, de la mujer a una mujer y de una mujer a las mujeres.
—¡Vaya una metafísica!
—Y ¿qué es el amor sino metafísica?
—¡Hombre!
—Sobre todo en ti. Porque todo tu enamoramiento no es sino cerebral, o como suele decirse, de cabeza.
—Eso lo creerás tú... —exclamó Augusto un poco picado y de mal humor, pues aquello de que su enamoramiento no era sino de cabeza le había llegado, doliéndole, al fondo del alma.
—Y si me apuras mucho te digo que tú mismo no eres sino una pura idea, un ente de ficción...
—¿Es que no me crees capaz de enamorarme de veras, como los demás...?
—De veras estás enamorado, ya lo creo, pero de cabeza sólo. Crees que estás enamorado...
—Y ¿qué es estar uno enamorado sino creer que lo está?
—¡Ay, ay, ay, chico, eso es más complicado de lo que te figuras!...
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Miguel de Unamuno (Niebla)
“
Ah, Estabmul, eco en Civitella.
Antes de este viaje italiano fui a Estambul a entrevistar a Orhan Pamuk, por su libro " una sensación extraña" y me fui desde el viejo aeropuerto de Madrid, las bolsas de los emigrantes son tan grandes, son tan ruinosas, sus risas cansadas, un aeropuerto es una ciudad que no ríe. Antes de embarcar entró en mi teléfono móvil un mensaje de Milena Busquets, la escritora, que comenzaba a colaborar con El País ese verano. Su mensaje no tenía que ver con sus artículos, sino con una alarma que le había asaltado y que a mí me amargó el instante y los minutos siguientes. Milena me anunciaba algo que a su vez ella había visto en Twitter: Umberto Eco ha muerto.
Uf, Umberto Eco ha muerto, el aeropuerto acelera su cara de monstruo falso, nadie sabe qué le ocurre al otro, qué ocurre en la vida, qué pasa, tú eres un fantasma deambulando, tu nombre no existe y está solo, en medio de este gentío nadie identificaría tu rostro, la soledad de tus ojos, la persuasiva presencia del miedo, ningún sentimiento destaca sobre otro en una aeropuerto. La incertidumbre es un chicle que se tira en un váter, nadie está contigo, los aeropuertos son la soledad y el silencio, tanto ruido hace opaco cualquier grito, así que mejor no muestres sorpresa ni nada, hasta lo más extraordinario es lo que tiene que pasar.
Cuando una noticia de esa naturaleza ocurre, se acelera la mente, dondequiera que estés, porque eres periodista y nada te detiene, aunque tú mismo te halles en estado de estupor o triste: has de actuar te espera la platina, hay una noticia, es urgente, despierta a quien sea, no esperes al minuto siguiente, el otro periodo te lo va pisar De pronto el pasajero se confunde con el periodista y ya solo era periodista, era alguien que había sabido de fuente bien informada una noticia grave, una noticia.
La sensación inmediata tiene que ver con los que hace un periodista: llama, confirma, organiza, se ofrece a su redacción Él lo sabe ya: los demás tienen que saberlo. En mi caso, podía ofrecer, en primer lugar, la noticia, de la que en el periódico no sabían nada (¡y menos mal!); todo lo demás va ocurriendo: quién puede escribir, qué puedo escribir.
A la velocidad con la que actúa la voluntad de un periodista para preparar el terreno de lo que llamamos cobertura se produjo el desmentido. Milena me dijo de inmediato que la noticia venía en el Twiter de Vargas Llosa. ¡Pero si Vargas Llosa no tiene Twiter! Nunca tuvo, nunca tendrá
Como la esencia de Twiter es esa rapidez resbaladiza, la mentira es la miel de su sustancia...
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Juan Cruz (Un golpe de vida)
“
...pero aprendimos a rendir homenaje a su ausencia siguiendo adelante. Nos dimos cuenta de que cuando sólo se oyen gritos y estruendos, hay que recuperar el silencio. Mirarse a los ojos cuando todo va mal.
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Elvira Sastre (Días sin ti)
“
- No olvides, Ruso, que el mundo está mal hecho. No se arregla con más chorizos y corderos, porque irían a manos de los que ya lo tienen todo. Se arreglará cuando la gente cierre los oídos a la propaganda mentirosa y abra, por fin, los ojos.
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Ramiro Pinilla (Antonio B. el Ruso, ciudadano de tercera)
“
Mal de Ojo
I study her hip bones, midday.
Something crackles through the trees—no, a withering.
I let the last malanga rot on the counter because it is easier
not to have to cut another thing open.
Bulls in my blood, pawing. The winter of it all.
Days later, I make another woman my enemy.
I follow her for three blocks before I trip over my envy,
forget to lessen myself. When I hit the sidewalk,
I feel my mother fall in Florida, and her mother, the same.
But I am smaller now than I was then.
Please, do not ask about my thens.
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Leslie Sainz (Have You Been Long Enough At Table)
“
En ese momento el derrumbamiento de su valor y su voluntad era tan brusco que llegaba a parecerles que ya no podrían nunca salir de ese abismo. En consecuencia, se atuvieron a no pensar jamás en el termino de su esclavitud, a no vivir vueltos hacia el porvenir, a conservar siempre, por decirlo así, los ojos bajos. Naturalmente, esta prudencia, esta astucia con el dolor, qué consistía en cerrar la guardia para rehuir el combate era mal recompensada. Evitaba sin duda el derrumbamiento tan temido, pero se privaban de olvidar algunos momentos la peste con las imágenes de un venidero encuentro. Y así, encallados a mitad de camino entre esos abismos y esas costumbres, fluctuaban, más bien que vivían, abandonados a recuerdos estériles, durante días sin norte, sombras errantes que solo hubieran podido tomar fuerzas decidiéndose a arraigar en la tierra su dolor.
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Albert Camus (La Peste)
“
No midas las proporciones de mi cuerpo. No te fijes en mi forma de hablar. Si descubres todo y me comparas, siempre pierdo. Siempre soy la foto en negativo. Por eso siempre me mantengo alejada de los grupos de personas. Siento que si me comparan yo soy la peor, una deforme criatura monstruosa. Siempre es pelos más o pelos menos. Calculo la musculatura y la grasa corporal. Nunca aprendí lo que el resto aprendió. Si ahora mismo me muriera, ni los gusanos se atreverían a comerme.
Mido mi cuerpo, centímetros de más y centímetros de menos. Nunca es como los demás. Mido los colores de mi cuerpo, mi piel, mi cabello, mis lunares. Sé de memoria todas las líneas que dibujan mi cuerpo, sé donde hay borrones donde tuvo que haber trazo y no hubo nada. Cuento y veo la forma de mis dientes, la forma, el color y la textura de mis labios, la forma de mi cara y la dificultad de mis ojos. Entre comparar y comparar descubro mi rara resistencia corporal y mi tolerancia al dolor irregular.
No quiero que te fijes en mí y en mi extravagancia, porque sé que no vale nada, no es nada especial, no vale la pena ni el esfuerzo. No quiero que compares mi movimientos y gestos con los de los demás, ya sé que nunca serán los mismos. No me pidas que toque tu cuerpo, no puedo, no sé, y si lo hago, al comparar descubrirás que lo hago todo mal. No lo puedo hacer como los demás, como a ti te gusta, lo haría de un modo equivocado y diferente, como todo lo que hago.
No me dirijas la palabra, no sé cómo contestar a un saludo. Nunca sé qué contestar a las preguntas. No puedo ordenar mi propia historia para contarla, hasta se me confunde y olvido que en algún momento tuve que nacer. Siempre que me comparan, soy la peor opción, ese errar que da vergüenza. Siempre recuerdo que moriré sola y espero hacerlo bien. Estar junto a mí es pérdida segura sin posibilidad de recobrar ninguna cosa. Conmigo no es nada seguro y todo es riesgo.
No puedo hacer grandes cosas. No puedo con mis manos derribar árboles ni construir edificios. No puedo hacer grandes cosas. No puedo resolver ecuaciones complicadas ni tengo un pensamiento innovador que ilumine el camino al resto. No soy un ejemplo a seguir. Nadie se atreve a mirarme, a hablarme, a tocarme, a nombrarme. Los entiendo totalmente. Comparo las ventajas que todos tienen sobre mí por tener un sexo definido.
Todo ese error, todo ese desvío, toda esa fatalidad, toda esa toxicidad, soy yo. Valiente de existir y pedir tu cariño sin esperar nada, sin ofrecer nada. No tengo miedo. Sé que mi presencia es la falta, el abismo tremendo. Mi existencia es deconstrucción, potencia corrosiva; la multiplicación cero soy yo. Valiente al mirar tu cara y pedir que te quedes un momento más junto a mí, sabiendo que si me comparas pierdo siempre.
Pienso en esas ventajas insuperables, como la genética, el dinero, la salud, el acceso al conocimiento, la política y la justicia. Ventajas tan grandes como la suerte que no tengo y nunca tendré. No puedo hacer grandes cosas. No puedo con mis piernas correr muy rápido ni muy lejos y con mis ojos no tengo buena puntería. No puedo hacer grandes cosas. No puedo salvar al mundo de una bomba atómica ni mucho menos de la contaminación.
Todo ese error, todo ese desvío, toda esa fatalidad, toda esa toxicidad soy yo. Valiente de existir y pedir tu cariño sin esperar nada, sin ofrecer nada. No tengo miedo. Sé que mi presencia es la falta, el abismo tremendo. Mi existencia es deconstrucción, potencia corrosiva; la multiplicación cero soy yo. Valiente al mirar tu cara y pedir que te quedes un momento más junto a mí, sabiendo que si me comparas pierdo siempre. Sé que te arrepentirás, pero tengo que intentarlo, entiéndeme, lo sé: perderé.
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Mara Rita (Me Arde)
“
El sistema de señalar y nombrar es tan efectivo porque convierte un hábito inconsciente en consciente. Debido a que los conductores están obligados a usar sus ojos, sus manos, su boca y sus oídos, tienen más posibilidades de advertir los problemas antes de que algo salga mal.
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James Clear (Hábitos atómicos)
“
UN LOCO
Es una tarde mustia y desabrida
de un otoño sin frutos, en la tierra
estéril y raída
donde la sombra de un centauro yerra.
Por un camino en la árida llanura,
entre álamos marchitos,
a solas con su sombra y su locura
va el loco, hablando a gritos.
Lejos se ven sombríos estepares,
colinas con malezas y cambrones,
y ruinas de viejos encinares,
coronando los agrios serrijones.
El loco vocifera
a solas con su sombra y su quimera.
Es horrible y grotesca su figura;
flaco, sucio, maltrecho y mal rapado,
ojos de calentura
iluminan su rostro demacrado.
Huye de la ciudad... Pobres maldades,
misérrimas virtudes y quehaceres
de chulos aburridos, y ruindades
de ociosos mercaderes.
Por los campos de Dios el loco avanza.
Tras la tierra esquelética y sequiza
—rojo de herrumbre y pardo de ceniza—
hay un sueño de lirio en lontananza.
Huye de la ciudad. ¡El tedio urbano!
—¡carne triste y espíritu villano!—.
No fue por una trágica amargura
esta alma errante desgajada y rota;
purga un pecado ajeno: la cordura,
la terrible cordura del idiota.
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Antonio Machado (Campos de Castilla)
“
Es fácil vivir con los ojos cerrados,
interpretando mal todo lo que se ve….
– John Lennon
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Miguel Ruiz (Los Cuatro Acuerdos: Un libro de la sabiduría tolteca)
“
El botón de Lichtenberg no es un ejemplo insólito de elevar lo menospreciado a alturas filosóficas. Es un tributo a la normalidad de todo lo que nos preocupa desde siempre. Desde la Antigüedad, el feliz culto a la trivialidad tiene varios tomos de obras incompletas: Luciano de Samósata elogiando la inmortalidad del alma de las moscas, Sinesio de Cirene defendiendo la sabiduría lampiña de los calvos, Leonardo da Vinci preguntando por qué es tan larga la lengua de un pájaro carpintero, Francisco de Quevedo ponderando las gracias y desgracias del ojo del culo, sor Juana Inés de la Cruz señalando el engaño colorido de los retratos, Xavier de Maistre detallando un viaje de cuarenta y dos días alrededor de su cuarto, J. W. Goethe describiendo la morfología de las nubes, Montaigne confesando un terror crónico a sus cálculos renales, Charles Lamb admirando la melancolía de los sastres, Schopenhauer examinando la visión nocturna de fantasmas, Darwin dedicándole su último libro a las lombrices, Machado de Assis proponiendo reglas para comportarse en los tranvías, Nietzsche interrogándose sobre el valor de un fósforo por su eventual poder de destrucción, R. L. Stevenson meditando sobre los efectos meteorológicos de un paraguas, Proust babeando por los lujosos salones de princesas y condesas de París, Chesterton predicando la humildad del plomo, Rosa Luxemburgo llamando por teléfono a sus amigos para que escucharan con ella a un ruiseñor, Roberto Arlt calculando con cuántas mujeres estuvo un difunto que escribió setenta y dos mil cartas de amor, Lu Sin debatiendo sobre los senos fajados versus los senos naturales, Theodor Adorno acusando lo insoportables que son los signos de exclamación, Salvador Novo argumentado su rencor contra la letra h, Vladimir Nabokov alabando las alas de las mariposas, Hannah Arendt discutiendo sobre la banalidad del mal, Clarice Lispector dictando reglas de seducción para mujeres, Roland Barthes explicando la mitología del bistec y las papas fritas, Virginia Woolf contándonos la muerte de una polilla, Sylvia Plath revelando el placer de escarbarse la nariz, Italo Calvino estudiando la fenomenología del llanto en las novelas, Cioran blasfemando contra el tedio de los domingos por la tarde, García Márquez especulando sobre la inutilidad de los días jueves, Wisława Szymborska y su preocupación por la inexistencia de una historia de los botones.
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Julio Villanueva Chang (Un aficionado a las tormentas y otros textos al vuelo)
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Duerme el ser, duerme el hombre Y sólo la desdicha no duerme Sólo el mal está despierto Ojos de serpiente, sin párpados, tiene la vida Y rubio es el dolor Azul el desastre Verde el desamparo
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Leopoldo María Panero
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¡Qué blancos son los ojos de los muertos!
¡Qué blancura que huele mal!
El hombre que ya sólo orina y maldad El hombre que caga en la mesa de disección Estiércol a orillas de la nada
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Leopoldo María Panero
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—Ah, joven del puente. —El bajo boticario se ajustó las gafas. Se inclinó hacia delante, pasando los dedos por su barba fina y blanca—. ¿Vienes por una guarda contra el peligro, tal vez? ¿O tal vez una joven limpiadora del campamento ha llamado tu atención? Tengo una poción que, deslizada en la bebida, la hará mirarte con buenos ojos. Kaladin alzó una ceja. Syl, sin embargo, abrió la boca con expresión sorprendida. —Deberías dársela a Gaz, Kaladin. No estaría mal que te apreciara más. «Dudo que su función sea esa», pensó Kaladin con una sonrisa.
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Brandon Sanderson (El camino de los reyes (El archivo de las tormentas, #1))
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tachos. O uno le firmaba el culo a otro y decía: «Mi último cuadro». Tus amigos, vos también, organizaron una muestra colectiva sobre el Che. Y yo creo que eso fue lo que lo mató, no el ejército boliviano. Lo que vos habías hecho no estaba mal. Predominaba la lata, me acuerdo. Una especie de Jesús con ojos y barba de lata, crucificado en una metralleta. No estaba nada mal. Agonizaba. La metralleta era de papel impreso, y, si te acercabas, se veía que eran textos de Bakunin y del Evangelio. Me conmoví, a mi modo. Y me puso orgulloso que fuera tuyo. Pensar que a ésta yo le he hecho la mala porquería. Como sentirse padre. Pero había mucho olor a marihuana y me salió que era sacrílego romper a Bakunin y la Biblia para hacer semejante mamarracho. Ahí fue cuando me trataron de decadente. Y de comunista. Y de esteta. Yo los traté de putos. Lindo tiempo aquel, canejo. Pero lo tuyo no estaba nada mal.
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Abelardo Castillo (El que tiene sed (Spanish Edition))
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Pero el jefe se quedó pasmado, abrió mucho los ojos y levantó las cejas para teatralizar su pasmo cuando ella le respondió no, gracias, no me interesa, una negativa que en aquel ambiente laboral era el equivalente a cruzarse de brazos como la costurera, o como aquel estribillo de preferiría no hacerlo, preferiría no hacerlo, que repetía un extraño oficinista que protagonizaba un cuento que leyó una vez. Como el jefe no respondió pero mantuvo levantadas las cejas, ella se vio obligada a dar una explicación: estoy bien así, no quiero ascender, no necesito más dinero, me llega con lo que gano, le agradezco la confianza pero creo que no soy la persona que busca, me conformo con seguir de auxiliar. Salió del despacho sin que el otro hubiese dado más respuesta que relajar la frente, encogerse de hombros y señalarle la puerta, y sólo dos semanas después, coincidiendo con la baja maternal de la jefa de administración, entraron dos nuevas secretarias y ella también fue sustituida, despedida sin ninguna explicación, algo innecesario pues bastaba la carta de despido y el finiquito, y además ella sabía por qué la echaban sin que se lo dijeran, su actitud no cabía allí, que saliese a su hora y devolviese la llave era ya un problema, pero que rechazase una posibilidad de ascenso y dijera que estaba satisfecha con lo que ganaba era un mal ejemplo para los demás, que podían empezar a hacerse preguntas y al final la presión grupal saltaría en pedazos, qué harían las empresas si los empleados decidiesen conformarse, si perdieran el estímulo de la competencia, del ascenso, si todos quisiesen ser tropa y no ingresar en la oficialidad, no implicarse, no asumir responsabilidades, no sentirse parte del espíritu de la empresa, la cultura de la empresa, la gran familia de la empresa y defenderla como algo propio.
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Isaac Rosa (La mano invisible)
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For decades, doctors and nurses trained in Western medicine had been dismissive of whole categories of diagnoses that predominated among the Indigenous population. Villagers would often visit healers and shamans who treated ailments such as mal de ojo (evil eye), pérdida del alma (loss of the soul), and el susto (the fright). Some of these afflictions dated to pre-Columbian times and went by a range of different names. El susto, the anthropologist Linda Green wrote, was “understood by its victims to be the loss of the essential life force as a result of fright.” In more conventional terms, its symptoms included depression, lethargy, insomnia, nightmares, diarrhea, and vomiting. To anyone mindful of La Violencia of the war years, the connection to post-traumatic stress was unavoidable. These conditions were, as Green put it, “social memory embodied.
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Jonathan Blitzer (Everyone Who Is Gone Is Here: The United States, Central America, and the Making of a Crisis)
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For decades, doctors and nurses trained in Western medicine had been dismissive of whole categories of diagnoses that predominated among the Indigenous population. Villagers would often visit healers and shamans who treated ailments such as mal de ojo (evil eye), pérdida del alma (loss of the soul), and el susto (the fright). Some of these afflictions dated to pre-Columbian times and went by a range of different names. El susto, the anthropologist Linda Green wrote, was “understood by its victims to be the loss of the essential life force as a result of fright.” In more conventional terms, its symptoms included depression, lethargy, insomnia, nightmares, diarrhea, and vomiting. To anyone mindful of La Violencia of the war years, the connection to post-traumatic stress was unavoidable. These conditions were, as Green put it, “social memory embodied.” In the summer of 2016, the Health Ministry announced that it would open clinics and hire personnel to treat seven different types of “ancestral maladies” that were contributing to high mortality rates in the countryside. “Independently of whether you believe it or don’t believe in this, we have seen that it’s necessary to be vigilant,” Lucrecia told one newspaper.
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Jonathan Blitzer (Everyone Who Is Gone Is Here: The United States, Central America, and the Making of a Crisis)
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No hablamos del tiempo ni de sus arbitrariedades mientras avanzamos en la misma dirección. Ha estado buscando trabajo desde hace horas y el desánimo le surge feroz de sus ojos grises.
Yo también le cuento una historia de abandonos y de calendarios inútiles. A ella no le importa que el agua se le meta por el cuello.
-El mundo se va a acabar- me dice serenamente- pero quedarán algunos, los elegidos, ¿me entiénde?
Yo no respondo, la invito a tomar un café, al lugar de Rosas.
Ella acepta y sonríe triste. Me gustan sus ojeras y la tomo del brazo como si la conociera desde siempre.
Hablamos durante horas y la lluvia no declina. Con el cuerpo tibio salimos a la calle, espero que se despida, retarda el momento, debe tener otras cosas que hacer, seguir buscando trabajo, o tomar el bus de vuelta. Me pregunta: ¿vamos al centro? Por primera vez, la hora no me preocupa. Le digo: sí.
Caminamos lentamente por calles que yo conozco demasiado, algunas veces ella se detiene a mirar las vitrinas. Sin embargo ella no mira, sus ojos se pierden en un camino recto, interminable, atraviesan los maniquíes, como si quisieran ir más allá de todo. El viento me refresca cuando veo cómo una anciana busca desesperada un taxi, con un pedazo de papel protegiendo su cabeza.
Después de una hora de peregrinación le propongo entrar a un hotel. No entiendo mi propia invitación, por qué no a mi casa, allí estaríamos a solas, sin interrupciones, además hace tiempo que ya no recibo visitas inesperadas. Pero, ¿por qué este querer estar solas?, sé que ella también lo siente, por eso nuevamente acepta, sin mirarme, aunque le adivine su sonrisa de pecados secretos.
Es bella cuando se saca el abrigo de paño negro y su cuerpo se refleja mohoso en el espejo. Mi cabeza se asoma detrás de ella. La abrazo.
Contemplamos esta escena por un tiempo suprimido. Ella no parece darse cuenta de su protagonismo y mira asombrada cómo yo le retiro el pelo húmedo de los hombros y lo ordeno hacia arriba, dejando libre su cuello, soplando despacio para darle más calor a sus orejas frías. Cierra los ojos y permite que le desabroche la blusa. Poco a poco va girando hasta encontrarnos en pechos que se rozan. Quiero que sus pezones aparezcan erectos y enormes. Los adorno de saliva. Sus pezones brillan rosados, ínfimos, como semillas de granada. Ella gime a medida que mi lengua baja hasta su ombligo. Se recuesta en la cama y abre sus piernas. Mi lengua desciende, ella se arquea, las caderas oscilan, me frena y susurra algo.
La beso. Me busca los labios. Ciega cachorra. Oigo que cantan afuera, los hacen callar, siguen haciéndolo hasta que los cantos se pierden, luego, a lo lejos, oigo el ulular de una sirena.
Ella se deja ir como en un baile antiguo. Me abraza y echa su cuerpo hacia atrás en un apuro que trato en vano de retener, hasta que grita estremecida por sueños desenfrenados.
La elegida grita muriendo sobre mi. La elegida dormita con su cara pegada a mi clavícula. La elegida no se da cuenta de que por la claraboya del techo se descuelga la lluvia y que ya da igual este silencio de noche clausurada. La abrazo tratando de buscar calor en toda su humedad y espero que ella se despierte.
II. Usted no quiso abrir sus ojos, y cuando lo hizo fue como despertar de un mal sueño, algo nuevo, incómodo quizás.
¿Habrá oído mis canciones? Sus manos buscan a tientas el espacio que yo he invadido. Silenciosa se toca el cuerpo, intentando reconocerse, se toca las piernas, el vellón triangular de su pubis. Pero sus manos siguen buscando lo que añora, en una nostalgia llena de casualidades.
Ella me pregunta dónde estoy.
Usted se refiere a un episodio de su vida, intenta contarme lo que ya sé, un encuentro casual entre dos mujeres. Tartamudea, se arregla la ropa, se alisa el pelo, se palpa las mejillas, sus palabras tropiezan y caen.
¿La volveré a ver? usted se esconde frente al espejo para no responder.
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”
Lilian Elphick
“
Se despertó sobresaltada. Volvía a ser una niña pequeña y su padre dormía en la habitación de al lado. Era verano y las ventanas estaban abiertas; había empezado a llover, el viento entraba a bocanadas en la habitación, levantaba las cortinas en un baile frenético y traía consigo una fina llovizna. Pero no era eso lo que la había despertado. Había algo en el aire, una sensación de la que no podía librarse. Algo iba muy mal. Charlie se bajó de la cama con cuidado. El unicornio Stanley estaba junto a ella, paciente y desactivado, mirándola con ojos inertes. Le dio una palmadita en el hocico, como si consolarlo a él la tranquilizara también a ella. Se deslizó silenciosamente por su lado y salió al pasillo, sin saber muy bien qué la movía. Recorrió el pasillo a hurtadillas,
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”
Scott Cawthon (Five nights at Freddy's. Los ojos de plata)
“
Esto es lo que Dios nos enseña en su Palabra, en Salmos 51:5 dice el salmista David: “En maldad he sido formado, pecador me concibió mi madre”; y debo aclarar que el escritor no está diciendo aquí que la relación sexual que hubo entre su papá y su mamá fue un pecado, porque eso es sagrado, eso es santo a los ojos de Dios, el sexo no es pecaminoso, siempre y cuando se mantenga en el marco del matrimonio, y allí tenemos Cantar de los Cantares para demostrarlo. Pero David está diciendo: “Mi madre me concibió pecador”; cuando estaba en los brazos de mi madre, yo era un impío, dice. Y en Salmos 58:3 dice el mismo David: “Se apartaron los impíos desde la matriz”. Como veíamos en Efesios 2:3, el Apóstol Pablo dice “…y éramos por naturaleza hijos de ira…” lo mismo que los demás; no nacemos justificados, no nacemos inocentes; así que nuestros hijos no tienen que salir de la casa para aprender el mal.
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Julio C. Benítez (Cómo moldear el carácter de nuestros niños: La crianza y disciplina de los hijos (Consejería bíblica y familia nº 4) (Spanish Edition))
“
Mas la primitiva cordura de la Idea, su estar, quieta y sosegadamente, en sí misma, era la cordura del inocente, del que cierra los ojos ante el error, la maldad y la culpa. La bondad de la Idea era, por así decirlo, la del que no se ha encontrado con el mal y, por tanto, no ha podido ni sucumbir a él ni vencerlo. La bondad y la pureza del inocente son siempre menos valiosas que la bondad y la pureza del que ha conocido el mal y, en vez de huir de él, ha iniciado con él un movido y dramático diálogo. Sólo el que ha vivido en medio del error y de la culpa, sólo el que ha tenido la experiencia del mal, es decir, sólo el que se ha vuelto una vez loco puede ser al final, cuando ha regresado sobre sí mismo, definitiva y plenamente cuerdo. Esta plenitud de ser, de serlo todo, sin ser al mismo tiempo nada más que sí mismo, es justamente lo que hace que la Idea, esto es, aquella realidad que de nada ajeno ne cesitaba, se decida a salir de ella y a proyectarse, como Hegel dice, en el elemento de lo contingente y finito. «La Idea es todo menos puritana»; quiere ex perimentarlo todo, crearse toda suerte de conflictos, porque solamente así alcanzará su plena verdad.
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”
José Ferrater Mora (Cuatro visiones de la Historia Universal)
“
El marfil con que se construyen las torres
es mal conductor.
Mejor la flauta de Pan
por donde pasa la matutina tromba de 120 diarios
...
para lo que estamos en la tierra;
(el envilecimiento consiste en que todo el mundo ha entendido lo que son los negocios
...
El capital crece dentro de nosotros
...
en guardia contra la ternura y los sentimientos
fortuitos
que empiezan por una chispa
y terminan en cortocircuito,
los ojos abiertos y los puños cerrados,
el corazón y el espíritu
llenos de explosiones.
”
”
Paul Morand
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Así, las cabezas de la propaganda soviética esperaban en 1936 que Gide visitara su país para apreciarlo con la misma visión escindida con la que Fischer dice haberlo visto en 1934: ¿Es ya Moscú? Nuestros ojos registran el gris sucio de los descuidados edificios. Y grises son los rostros de los hombres mal vestidos e infelices que nos esperan, en parte delegados de las fábricas, en parte curiosos que han venido a ver a los extranjeros, a los legendarios extranjeros que han luchado en las barricadas por el socialismo. Y grises son también las banderas, grises y no rojas. Así lo registran los ojos. Pero el corazón responde: mentira, las banderas son rojas, los rostros nos iluminan con su esplendor y los edificios no se diferencian en nada de otras casas en alguna otra plaza frente a una estación de tren. Con esa escisión comienza la doble realidad. Las banderas son grises, los ojos no me engañan, pero tienen que ser rojas: quizá los ojos me engañan de alguna manera. Son rojas, aunque algo descoloridas, desgastadas, polvorientas. La Revolución ha hecho estremecer al mundo, ha sacudido el polvo de siglos; éste cae sobre las banderas, sobre los rostros de los hombres agotados. Sería distinto si en Europa no hubiésemos dejado sola a la Revolución. Si nosotros hubiésemos sido distintos, más valientes, más desprendidos, más solidarios. Nosotros somos los culpables. Y en lugar de ver grises las banderas, en lugar de estar desilusionado, de lo cual no tienes ningún derecho, ten presente tu culpa y tu deber de rectificar tus errores. Aprende a ver de otro modo, de un modo mejor, distinto a como se te ha enseñado. En realidad, esas banderas son rojas; el nuevo día brillaría con más intensidad ante ti si hubiese ayudado a provocarlo. Con esa escisión, con esa doble visión vi Moscú desde mi llegada a la estación de Bielorrusia
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Alberto Ruy-Sánchez (Tristeza de la verdad: André Gide regresa de Rusia (Spanish Edition))
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Pero el tiempo pasa y las enfermedades no perdonaron. Cuarenta y cinco años después de ese escape a Guadalajara, Carlos tuvo que dejar ir a su "viejita". Entonces aprendió a esperar, a esperar a que su "viejita" viniera por él. En lo que esperó aprendió a hacer su café, cocinar chilaquiles, tender la cama, elegir su ropa, barrer, trapear y sacudir.
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Mago Rodríguez (El mal de ojo que no termina: Crónicas corrosivas)
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Las filas existen para cumplir tres funciones orgánicas, la obvia: esperar turno; virtuosa: cultivar la paciencia y consoladora: escuchar historias que te hacen replantear tu situación.
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Mago Rodríguez (El mal de ojo que no termina: Crónicas corrosivas)
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—Señorita Constanza —dijo el doctor con un brillo en sus ojos verdes y besando mi mano—, no había tenido el placer de saludaros este día, veo que sois una imponente amazona. ¿Os gustaría dar un paseo conmigo en el ocaso?
—Lo siento doctor Wallace —le contestó Randolph—, la señorita tiene unos asuntos pendientes más tarde, así que el paseo será otro día.
—Es verdad —le dije—, lo siento Jonathan. Mi tiempo ahora está limitado.
—¿Tan limitado que tiene tiempo como para salir a dar un paseo a caballo? —Expresó el duque con sarcasmo.
—Lo siento —le respondió Randolph—, no le había podido avisar, pero su alteza llegó esta madrugada y a él, es a la única persona a la que la señorita le da razón de sus asuntos. Todo lo que ella haga en este lugar, es con el consentimiento de su alteza.
—Ah sí… —Me miraba el duque fijamente rodeándome como si fuera un buitre—. Pues me gustaría saber a cambio de qué, tantas consideraciones.
—No le permito que me hable así. —Reaccioné molesta sin pensarlo—. No voy a permitir que me ofenda.
—¡Insolente! —Me gritó—. ¿No tienes claro cuál es tu lugar aquí? ¿No sabes con quién estás hablando? Yo soy el duque de Kronguel Rodolfo Von Hanslow, pídeme perdón por tu falta de respeto o haré que castiguen tu atrevimiento.
—Yo sé perfectamente quien es usted. —Le dije firmemente sosteniéndole la mirada—. Y no voy a pedirle perdón porque fue usted, el que me ofendió con su insinuación.
—¡Te voy a enseñar a…! —Exclamó levantando su mano para darme un azote con la fusta. Pero diciendo esto, comenzó a sentirse mal sujetándose el pecho.
—Es suficiente. —Randolph firmemente se colocó frente a mí interponiéndose y protegiéndome—. Si le molesta la presencia de la señorita Constanza, es mejor que lo hable con el príncipe.
—¡Excelencia por favor! —Jonathan se apresuró sosteniéndolo—. ¡Recordad lo delicado de vuestro corazón!
—Por supuesto que lo haré. —Se dirigió el duque a Randolph tratando de respirar con tranquilidad, calmándose y conteniendo su enojo—. Pronto sabrán aquí quien soy yo y cuando eso suceda, —mirándome fijamente agregó—: Me voy a encargar de ti personalmente.
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Itxamany Bustillo (El Príncipe de Bórdovar 1)
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meñique
La mano fue una brida bien fría que descansó en un punto parecido al asiento de una mandíbula. Un dedo, el más largo, se hundió doblado, fuera de su sitio, como un desveneno apurando lo permisible, la obediencia, su terreno indagatorio. Había vértices y talones, cañones, una palanca y un mallón en forma de «s» que iba suspendido sobre un corchete del brazo derecho del niño pequeño; el izquierdo ni él sabía dónde se encontraba.
Lo situó llegado el momento porque hacía cosquillas el barboquejo en el extremo del mentón que figuraba como lo visible entre unas rodillas separadas y unos pies hundidos. La luz era pálida y se extendía en una especie de halo artificial porque se había colado por donde había podido. Huecos inaccesibles, oscuros hasta ese instante.
La casa vacía, los ojos llenos, la infancia asintiendo. Cuando uno hace algo mal el otro también lo sabe. Es posible que los hermanos, como la culpa, debieran llevar cabezadas y bocado. Puede que tratar de controlar o dominar conlleve decisiones arriesgadas. Definitivas a veces.
Ella, la mayor, estaba sonrojada, algo mareada ya. Sus primeros temores, nada más sobrevenirse aquello, acudieron como un escalofrío que llevaba a la mente fuera del cuerpo.
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Jose González (Ella siempre está)
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La sonrisa en sus labios era prueba viviente de que ella aún no se daba cuenta de que sus ojos inocentes estaban presenciando un espectáculo que llevaba cientos de años sucediendo en el Castillo Bancroft: La lucha entre el Bien y el Mal, protagonizada por dos enemigos del mismo bando.
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Melisa S. Ramonda (Vigilante nocturno)
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El gran recurso es: Tengo una buena estima de mí. Tengo una buena imagen de mí. Me agasajan: acepto, me siento bien. Me agreden: no acepto o devuelvo, reacciono, y luego sigo sintiéndome bien. La imagen de uno mismo se construye durante la infancia. Experiencia: Un niño deja caer un objeto. ¿Cuál es su primera reacción? Busca los ojos de su madre, con el fin de leer, de encontrar y adivinar en ellos sus pensamientos a través de sus reacciones emocionales. Escucha su voz, observa intensamente sus gestos porque: “Yo no sé qué valor tiene mi comportamiento”, “Lo que he hecho, ¿está bien o mal?”. Saca deducciones rápidas, aleatorias, inconscientes: “Se ha enfadado, es por culpa mía”, “Está contenta, es gracias a mí”, “¿Me sigue queriendo?”. En esta frase: “Lo que he hecho, ¿es bueno o malo?”, hay que oír el verbo “ser” en lugar del verbo “hacer”: “¿Soy bueno o malo?”. ¡Y es de ahí de donde vienen la mayoría de nuestros problemas, de nuestros trastornos, de nuestras confusiones! ¡“Lo que he hecho” se vive como “Lo que soy”!
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Christian Flèche (Sentir para Sanar: Tus síntonas revelan tus engranajes secretos (Spanish Edition))
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Yo era muy feliz en Amazon, mucho. Aunque haya gente que crea que ser escritor autopublicado sólo da para cervezas, yo vivía de vender mis libros ahí (o sobrevivía). Era un sueldo modesto, sí, pero digno y lleno de satisfacciones porque para mí triunfar era eso: no ser famosa ni tener dinero, sino poder vivir de lo que amo hacer.
Dejé hace dos años la enseñanza buscando cumplir mi sueño y tampoco voy a decir que fuera un camino de rosas porque he trabajado como una burra en este tiempo, he sacrificado horas de sol y de vida, de parque, de conversar, reír y compartir con la gente, de juegos y mismo a mi pequeño, de ver la calle o vida social o de gestos "para ricos" como tomarme una coca cola en una terraza. Esto, lejos de desanimarme, me hacía sentir aún más orgullosa, ¡lo había logrado! Y cada vez tenía más lectores y les gustaba lo que yo hacía, les hacía felices... y ellos (vosotros) a mí.
Con este panorama, entenderéis que no es que me haya dado el siroco e ido de mi trabajo porque sí. Nadie destroza su vida (a no ser que tengas una lesión cerebral, claro). No, no ha sido así. Me he visto obligada a ello tras situaciones muy graves que he intentado que se repararan antes de quedarme en la calle (esa es la realidad), pero no ha sido posible.
Veréis que mis libros en papel siguen a la venta (ya que es otra distribuidora) y esos se quedan sin problema. Quizá veáis alguno que otro en digital (o todos en el futuro) pero será a través de otras plataformas o editoriales, no por inclusión directa mía. Así pues, si en el futuro encontráis una mía, prefiero, por principios, que lo compréis en cualquier otra plataforma menos en Amazon.
En unos días saldrá a la luz en varios medios de comunicación todo lo que ha sucedido para que comprendáis por qué esto es ya del todo irreversible. No lo hago porque tenga que justificarme ni dar explicaciones (cada uno pensará lo que quiera al margen de mis palabras), sino por mi sentido de lo ético y lo justo, porque debo avisar a mis compañeros de lo vulnerables y desprotegidos que están en una empresa que te golpea antes de preguntar y que jamás pide perdón aunque te atropelle; donde se hace la vista gorda con el delincuente y se persigue al inocente; donde se castiga la honestidad (la real, no la de postureo). Muchos estarán sonriendo al leer esto pensando en "los líos en los que meto" o que algo habré hecho. Da igual; lo que no saben esas personas es que mañana puede ocurrirles a ellos, que en Amazon no importamos, que sólo somos números y se carga a quien le molesta.
También sé que ahora hay gente (suelen ser escritores frustrados) disfrutando con estas líneas y aprovechando para mentir, tergiversar o insultar gratuitamente. Eso sólo habla mal de ti, no de mí. Siempre me ha resultado incomprensible la gente que encuentra placer en el dolor de los demás, en sus problemas. Pero la vida es larga y el karma, un cabroncete. De todas formas, pronto entenderéis toda la historia y estará ahí para el que desee ver la verdad. El que no quiera hacerlo, ni aportando todas las pruebas del mundo lo hará porque su intención es otra, y tampoco estoy en un juicio, que es donde se aportan.
Ahora debo pensar mucho sobre mi futuro, pero os prometo una cosa: que podréis leerme si queréis seguir haciéndolo. Soy consciente de que parte de mi trabajo de estos años se ha ido al traste, ha desaparecido, porque perderé lectores al no estar en Amazon (y también dejaré de ganarlos).
Pero soy y seré escritora siempre. Amo escribir y no me veo haciendo otra cosa. Sin embargo, también debo pagar mi techo y mi plato en la mesa, así que ahora es todo muy confuso, con muchas posibilidades abiertas en mi camino además.
Por el momento, deciros que, antes de que acabe la semana, todos mis libros en digital estarán disponibles en otras plataformas Os iré informando y ojalá me sigáis leyendo al margen de dónde se vendan mis libros. Ha sido un honor teneros como lectores. GRACIAS.
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Eba Martin Munoz (Los ojos de la muerte)
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Reconozco que admiro mucho a los que se equivocan y crecen, a los que se caen y se levantan, a los que no temen mirar adentro para reconocer lo que hacen mal en el afán de mejorarse a sí mismos, a los que enfrentan la vida con coraje y pasión. Todos héroes mayúsculos a mis ojos.
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Ignacio Novo
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Escuchamos a políticos que alientan nuestro odio y nuestros mezquinos puntos de vista y nos dicen que hay que volver a lo fundamental mientras toman el sol en sus casas de la playa escuchando el ruido de las olas que silencia los gritos de los ahogados. Nos dicen que es una cuestión racial y nos lo creemos. Al sistema le llaman «democracia» y nosotros asentimos con la cabeza, encantados de habernos conocido. Culpamos de todo a los Socias, a veces hasta miramos mal a los Paulsons, pero siempre acabamos votando a los Mulkerns. Y en nuestros escasos momentos de semilucidez, nos preguntamos por qué no nos respetan los Mulkerns de este mundo. No nos respetan porque somos los niños que violan. Nos joden por la mañana, por la tarde y por la noche, pero mientras sigan metiéndonos en la cama con un besito, mientras sigan diciéndonos al oído que papá nos quiere y siempre se ocupará de nosotros, continuaremos cerrando los ojos y durmiéndonos, entregando el cuerpo y el alma a cambio de un bonito barniz de «civilización» y de «seguridad», los falsos ídolos de nuestros sueños húmedos del siglo XX. Y la confianza en ese sueño es de lo que dependen los Mulkerns, los Paulsons, los Socias, los Phils y los Héroes de este mundo. Así es su siniestra sabiduría. Así es como triunfan.
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Dennis Lehane (Un trago antes de la guerra (Kenzie & Gennaro, #1))
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¿Sabes cuál es la única obligación que tenemos en esta vida?
Pues no ser imbéciles. La palabra «imbécil» es más sustanciosa de lo que parece, no te vayas a creer. Viene del latín baculus que
significa «bastón»: el imbécil es el que necesita bastón para
caminar. Que no se enfaden con nosotros los cojos ni los
ancianitos, porque el bastón al que nos referimos no es el que se
usa muy legítimamente para ayudar a sostenerse y dar pasitos a un cuerpo quebrantado por algún accidente o por la edad. El imbécil puede ser todo lo ágil que se quiera y dar brincos como una gacela olímpica, no se trata de eso. Si el imbécil cojea no es de los pies, sino del ánimo: es su espíritu el debilucho y cojitranco, aunque su cuerpo pegue unas volteretas de órdago. Hay imbéciles de varios modelos, a elegir:
a) El que cree que no quiere nada, elque dice que todo le da igual,
el que vive en un perpetuo bostezo o en siesta permanente, aunque tenga los ojos abiertos y no ronque.
b) El que cree que lo quiere todo, lo primero que se le presenta y
lo contrario de lo que se le presenta: marcharse y quedarse, bailar y estar sentado, masticar ajos y dar besos sublimes, todo a la vez.
c) El que no sabe lo que quiere ni se molesta en averiguarlo.
Imita los quereres de sus vecinos o les lleva la contraria porque sí,
todo lo que hace está dictado por la opinión mayoritaria de los que
le rodean: es conformista sin reflexión o rebelde sin causa.
d) El que sabe que quiere y sabe lo que quiere y, más o menos,
sabe por qué lo quiere pero lo quiere flojito, con miedo o con poca
fuerza. A fin de cuentas, termina siempre haciendo lo que no quiere y dejando lo que quiere para mañana, a ver si entonces se
encuentra más entonado.
e) El que quiere con fuerza y ferocidad, en plan bárbaro, pero se
ha engañado a sí mismo sobre lo que es la realidad, se despista
enormemente y termina confundiendo la buena vida con aquello
que va a hacerle polvo.
Todos estos tipos de imbecilidad necesitan bastón, es decir, necesitan apoyarse en cosas de fuera, ajenas, que no tienen nada que ver con la libertad y la reflexión propias. Siento decirte que los
imbéciles suelen acabar bastante mal, crea lo que crea la opinión
vulgar. Cuando digo que «acaban mal» no me refiero a que
terminen en la cárcel o fulminados por un rayo (eso sólo suele pasar en las películas), sino que te aviso de que suelen fastidiarse a sí mismos y nunca logran vivir la buena vida esa que tanto nos
apetece a ti y a mí. Y todavía siento más tener que informarte qué
síntomas de imbecilidad solemos tener casi todos; vamos, por lo
menos yo me los encuentro un día sí y otro también, ojalá a ti te
vaya mejor en el invento...
Conclusión: ¡alerta!, ¡en guardia!, ¡la
imbecilidad acecha y no perdona!
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Fernando Savater (Ética para Amador)
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Los siglos desfilaban en un torbellino y, no obstante, como los ojos del delirio son diferentes, yo veía todo lo que pasaba frente a mí —azotes y delicias—, desde esa cosa que se llama gloria hasta esa otra que se llama miseria, y veía al amor multiplicando la miseria, y veía a la miseria agravando la debilidad. Venían allí la codicia que devora, la cólera que inflama, la envidia que babea, y la azada y la pluma, empapadas en sudor, y la ambición, el hambre, la vanidad, la melancolía, la riqueza, el amor, y todos agitaban al hombre como a una sonaja hasta destruirlo como a un harapo. Eran las formas varias de un mal, que ora mordía las vísceras, ora mordía el pensamiento, y paseaba eternamente su traje de arlequín en torno a la especie humana. El dolor cedía a la indiferencia, que era un sueño sin sueños, o al placer, que era un dolor bastardo. Entonces el hombre, azotado y rebelde, corría ante la fatalidad de las cosas, en pos de una figura nebulosa y esquiva, hecha de retazos, un retazo de impalpable, otro de improbable, otro de invisible, cosidos todos con puntadas precarias por la aguja de la imaginación; y esa figura —que no era otra cosa sino la quimera de la felicidad— huía perpetuamente, o bien se dejaba asir por la túnica, y el hombre la estrechaba en sus brazos, y entonces ella reía, como un escarnio, y se sumía como una ilusión.
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Machado de Assis
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nuestra vigilancia mediante un delicado examen de conciencia, para que no nos ocurra lo que señala San Agustín, como dicho por el Señor: «Ahora, mientras te dedicas al mal, llegas a considerarte bueno, porque no te tomas la molestia de mirarte. Reprendes a los otros y no te fijas en ti mismo. Acusas a los demás y tú no te examinas. Los colocas a ellos delante de tus ojos y a ti te pones a tu espalda. Pues cuando me llegue a mí el turno de argüirte, haré todo lo contrario: te daré la vuelta y te pondré delante de ti mismo. Entonces te verás y llorarás»10.
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Francisco Fernández-Carvajal (Hablar con Dios - Diciembre 2017 (Spanish Edition))
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Cuando quieres ser un buen fotógrafo, la fotografía no es un hobby, sino un medio de vida. Las cámaras y los viajes combinan perfectamente, pero no hace falta ir a París para hacer buenas fotografías. Admira a los buenos fotógrafos, pero nunca trates de copiarlos, porque te saldrá mal. Sé original y cuenta tus historias, las que hagan que tu público quiera saber más. Averigua cuál es el momento decisivo y captúralo. Los buenos retratos siempre son difíciles; muchos mejoran cuando el retratado sonríe con los ojos y no con la boca. Conclusión: hazle sonreír. No temas fotografiar la lluvia. Cuanto más equipo lleves menos disfrutarás de fotografíar. No fotografíes nunca con el estómago vacío, distrae muchísimo, a mí sobre todo. Si nos fijamos en la composición, no hay mucha diferencia entre la fotografía y la pintura.Si la foto es mala no Photoshop la arregla. Siempre es mejor subexponer que sobrexponer. La cámara no es un juguete, es tu instrumento para contarle al mundo lo que piensas. 35 mm es la distancia focal todoterreno. No necesitas trípode. No temas elevar el ISO. No temas conocerte a ti mismo a través de las fotografías que haces. No te guardes las fotos para ti mismo. Y lo más importante: nunca dejes de hacer fotos.
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Rebeca Rus (Todas las bodas necesitan un plan B)
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Empezamos a sentir el odio que nos mata; ya no aguantamos el mirar; nos duele la conciencia, pero, ¡no importa!, ¡más vale que duela! Nos escuecen los ojos, que se llenan de un agua venenosa cuando miramos fuerte. El enemigo nota nuestro anhelo, pero está confiado; el instinto no miente. La desgracia es alegre, acogedora, y el más tierno sentir gozamos en hacerlo arrastrar sobre la plaza inmensa de vidrios que va siendo ya nuestra alma. Cuando huimos como las corzas, cuando el oído sobresalta nuestros sueños, estamos ya minados por el mal; ya no hay solución, ya no hay arreglo posible. Empezamos a caer, vertiginosamente ya, para no volvernos a levantar en vida. Quizás para levantarnos un poco a última hora, antes de caer de cabeza hasta el infierno... Mala cosa.
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Camilo José Cela (Familia de Pascual Duarte (Estudio Literario))
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La gente cree que una alma gemela es la persona con la que encajas perfectamente, que es lo que quiere todo el mundo. Pero una alma gemela auténtica es un espejo, es la persona que saca todo lo que tienes reprimido, que te hace volver la mirada hacia dentro para que puedas cambiar tu vida. Un alma gemela es seguramente, la persona más importante que vas a conocer en tu vida, porque te tira abajo todos los muros y te despierta de un porrazo. Pero ¿vivir con un alma gemela para siempre? Ni hablar. Uno se la pasa demasiado mal.Un alma gemela llega a tu vida para quitarte un velo de los ojos y se marcha, gracias a Dios.
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Elizabeth Gilbert (Eat, Pray, Love)
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¿Pero se ha de tomar literalmente esta máxima? No, lo mismo que la que dice que nos arranquemos el ojo si nos es ocasión de escándalo. Llevada adelante con todas sus consecuencias, seria condenar toda represión, aun cuando fuese legal, y dejar el campo libre a los malos quitándoles todo miedo; si no se pusiera un freno a sus agresiones, muy pronto serían víctimas suyas todos los buenos. El mismo instinto de conservación, que es una ley de la naturaleza, dice que no debe uno presentar voluntariamente el cuello al asesino. Con estas palabras, pues, Jesús no prohibió la defensa; sino que "condenó la venganza". Diciendo que se presenta una mejilla cuando se ha herido la otra, es decir, bajo otra forma, que no debe volverse nunca mal por mal, que el hombre debe aceptar con humildad todo lo que tiende a rebajar su orgullo; que es más glorioso para él ser herido que herir, sobrellevar con paciencia una injusticia que cometerla él mismo; que vale más ser engañado que engañar y ser arruinado que arruinar a los demás. Es, al mismo tiempo, la condenación del duelo que no es otra cosa que un alarde de orgullo. La fe en la vida futura y en la justicia de Dios, que nunca deja el mal impune, puede sólo dar la fuerza para soportar con paciencia los tiros dirigidos a nuestros intereses y a nuestro amor propio y por esto decimos sin cesar: Dirigid vuestras miradas al porvenir, pues cuanto más os elevéis con el pensamiento sobre la vida material, menos os atormentarán las cosas de la tierra.
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Allan Kardec (El Evangelio segun los Espiritus (Spanish Edition))
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Es fácil vivir con los ojos cerrados, interpretando mal todo lo que se ve … – John Lennon
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Miguel Ruiz (Los Cuatro Acuerdos: Un libro de la sabiduría tolteca)
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Una astuta serpiente entró en escena y persuadió a la mujer de que probara el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. La mujer sucumbió a la tentación y ofreció el fruto al hombre, que también comió. Entonces, cuenta la Biblia, “abriéronse los ojos de ambos, y viendo que estaban desnudos cosieron unas hojas de higuera y se hicieron unos ceñidores”.
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Anonymous
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—[...] ¿Están las cosas tan mal como parece? ¿O me he vuelto viejo, como mi padre, y a todo le encuentro un sabor amargo comparado con cuando era niño?
Kote se entretuvo frotando la barra, como si se resistiera a hablar.
—Creo que las cosas siempre van mal de un modo u otro —declaró—. Quizá sea que solo nosotros, los mayores, nos damos cuenta.
Graham fue a asentir, pero frunció el entrecejo.
—Pero tú no eres mayor, ¿no? Siempre se me olvida. —Miró de arriba abajo al pelirrojo—. Es decir, te mueves como un viejo y hablas como un viejo, pero no lo eres, ¿verdad? Calculo que tendrás la mitad de mis años. —Lo miró entornando los ojos—. ¿Qué edad tienes, por cierto?
—La suficiente para sentirme viejo —contestó el posadero con una sonrisa que denotaba cansancio.
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Patrick Rothfuss (The Wise Man's Fear (The Kingkiller Chronicle, #2))
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—Levántate. Tengo tres cosas para ti. Es lo justo.
Me puse en pie y Auri me tendió una cosa envuelta en un trozo de tela. Era una vela gruesa que olía a lavanda.
—¿Qué hay dentro? —pregunté.
—Sueños felices. Los he puesto ahí para ti.
Di vueltas a la vela en mis manos, y una sospecha empezó a formarse en mi mente.
—¿La has hecho tú misma?
Auri asintió con la cabeza y sonrió feliz.
—Sí. Soy tremendamente lista.
Me guardé la vela con cuidado en uno de los bolsillos de la capa.
—Gracias, Auri.
—Ahora —dijo ella poniéndose seria— cierra los ojos y agáchate para que pueda darte tu segundo regalo.
Cerré los ojos, desconcertado, y me doblé por la cintura preguntándome si también me habría hecho un sombrero.
Noté las manos de Auri a ambos lados de mi cara, y entonces me dio un beso suave y delicado en la frente.
Abrí los ojos, sorprendido. Pero Auri ya se había apartado varios pasos, y, nerviosa, se cogía las manos detrás de la espalda. No se me ocurrió nada que decir.
Auri dio un paso adelante.
—Eres especial para mí —dijo con seriedad y con gesto grave—. Quiero que sepas que siempre cuidaré de ti. —Estiró un brazo, vacilante, y me secó las mejillas—. No, nada de eso esta noche.
»Este es tu tercer regalo. Si te van mal las cosas, puedes quedarte conmigo en la Subrealidad. Es un sitio agradable, y allí estarás a salvo.
—Gracias, Auri —dije en cuanto pude—. Tú también eres especial para mí.
—Claro —dijo ella con naturalidad—. Soy adorable como la luna.
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Patrick Rothfuss (The Wise Man's Fear (The Kingkiller Chronicle, #2))
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Ofrezco mis brazos, buenos para lo que sea, aguantadores, de fierro. Pero no hay novedades para mí. Hasta las estrellas, si les pregunto, me contestan que pase otra noche. Nadie tiene novedades para mí. ¿Cuántos años llevo haciendo cola y esperando que llegue mi turno? Si protesto, marcho preso. Si me callo, marcho preso. Echo una monedita al aire y si sale cruz es mala suerte y si sale cara, también es mala suerte. ¿De dónde viene mi desgracia? ¿Nací torcido o me hicieron el mal de ojo? La alegría se me ha salido, Virgen Santa, por los agujeros que tengo en el alma. Estoy hecho una tristeza andante. ¿Para qué vivo? ¿Por qué respiro?
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Eduardo Galeano (La canción de nosotros)