Luz Y Sombra Quotes

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No te amo como si fueras rosa de sal, topacio o flecha de claveles que propagan el fuego: te amo como se aman ciertas cosas oscuras, secretamente, entre la sombra y el alma. Te amo como la planta que no florece y lleva dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores, y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo el apretado aroma que ascendió de la tierra. Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde, te amo directamente sin problemas ni orgullo: así te amo porque no sé amar de otra manera, sino así de este modo en que no soy ni eres, tan cerca que tu mano sobre mi pecha es mía, tan cerca que cierran tus ojos con mi sueño.
Pablo Neruda (100 Love Sonnets)
Mañana, y mañana, y mañana se arrastra con paso mezquino día tras día hasta la sílaba final del tiempo escrito, y la luz de todo nuestro ayer guió a los bobos hacia el polvo de la muerte. ¡Apágate, apágate breve llama! La vida es una sombra que camina, un pobre actor que en escena se arrebata y contonea y nunca más se le oye. Es un cuento que cuenta un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada.
William Shakespeare (Macbeth)
Si me quieres, quiéreme entera, no por zonas de luz y sombra… Si me quieres, quiéreme negra y blanca. Y gris, y verde y rubia, y morena… Quiéreme día, quiéreme noche… ¡Y madrugada en la ventana abierta!… Si me quieres, no me recortes: ¡Quiéreme toda… O no me quieras!
Dulce María Loynaz
La luz es mala, no al contrario, y por eso deberíamos aprender a mantenerla apagada. La luz descubre cosas que la oscuridad esconde, como la sangre y los sentimientos; en cambio, las sombras son sabias, y si hay algo guardado en ellas probablemente es porque tiene que estar ahí.
Clara Cortés (Al final de la calle 118)
Mantén tu rostro siempre hacia la luz del sol, y las sombras caerán detrás de ti.
Walt Whitman
Los grandes hombres, sólo con existir, emiten una luz que ilumina a quienes están a su alrededor, y cuando esta luz se apaga proyecta una sombra pesada, irremediablemente.
Banana Yoshimoto (Kitchen)
Dios me creó para que yo lo imitara de noche. Él es el Sol, yo soy la Luna. Mi luz flota sobre todo lo que es fútil o ha terminado, fuego fatuo, márgenes de río, pantanos y sombras.
Fernando Pessoa (La hora del Diablo)
‎Entre las historias de dolor y de ruina que nos llegaron de la oscuridad de aquel entonces, hay sin embargo algunas en las que en medio del llanto resplandece la alegría, y a la sombra de la muerte hay una luz que resiste…
J.R.R. Tolkien (The Silmarillion)
Las lágrimas, mientras caían, se bañaban en la luz de la luna y brillaban hermosas como un cristal. Y he visto que mi sombra también derramaba lágrimas. Incluso se veía, nítida, la sombra de las lágrimas. Señor “pájaro-que-da-cuerda”. ¿has visto alguna vez la sombra de una lágrima? La sombra de las lágrimas no es una sombra cualquiera. Es muy distinta. Viene de un mundo lejano especialmente para nuestros corazones. O tal vez no. Quizá las lágrimas que derrama la sombra son las auténticas y las que derramo yo son sólo la sombra. Lo he pensado entonces.
Haruki Murakami (The Wind-Up Bird Chronicle)
Pude ver un atisbo de cómo ha sido tu vida… y… —Bajo la mirada a mis enredados dedos, lágrimas todavía corriendo por mis mejillas—. Esto es sobre mí no siendo lo suficientemente buena para ti. Fue una comprensión de tu vida, y estoy tan asustada de que te aburrirás de mí, y luego te irás… y terminaré como Leila… una sombra. Porque te amo, Christian, y si me dejas, va a ser como un mundo sin luz. Estaré en la oscuridad. No quiero huir. Solo estoy tan asustada de que me dejes
E.L. James (Fifty Shades Darker (Fifty Shades, #2))
Y si queriendo alzarte nada has alcanzado Déjate caer sin parar tu caída sin miedo al fondo de la sombra Sin miedo al enigma de ti mismo Acaso encuentres una luz sin noche Perdida en las grietas de los precipicios Cae Cae eternamente Cae al fondo del infinito Cae al fondo del tiempo Cae al fondo de ti mismo Cae lo más bajo que se pueda caer Cae sin vértido A través de todos los espacios y todas las edades A través de todas las almas de todos los anhelos y todos los naufragios.
Vicente Huidobro (Altazor)
Llevé la luz a su oscuridad, y seguiré siendo esa luz para que nunca se pierda en las sombras de su pasado
Colleen Hoover (Verity)
Amigo mío... yo no soy lo que parezco. Mi aspecto exterior no es sino un traje que llevo puesto; un traje hecho cuidadosamente, que me protege de tus preguntas, y a ti, de mi negligencia. El "yo" que hay en mí, amigo mío, mora en la casa del silencio, y allí permanecerá para siempre, inadvertido, secreto. No quisiera que creyeras en lo que digo ni que confiaras en lo que hago, pues mis palabras no son otra cosa que tus propios pensamientos, hechos sonido, y mis hechos son tus propias esperanzas en acto. Cuando dices: "El viento sopla hacia el Este", digo: "Sí, siempre sopla hacia el Este"; pues no quiero que sepas entonces que mi mente no mora en el viento, sino en el mar. No puedes comprender mis navegantes pensamientos, ni me interesa que los comprendas. Prefiero estar a solas en el mar. Cuando es de día para tí, amigo mío, es de noche para mí; sin embargo, todavía entonces hablo de la luz del día que danza en las montañas, y de la sombra purpúrea que se abre paso por el valle; pues no puedes oír las canciones de mi oscuridad, ni puedes ver mis alas que se agitan contra las estrellas, y no me interesa que oigas ni que veas lo que pasa en mí; prefiero estar a solas con la noche. Cuando tú subes a tu Cielo yo desciendo a mi Infierno. Y aún entonces me llamas a través del golfo infranqueable que nos separa: " ¡Compañero! ¡Camarada!" Y te contesto: "¡Compañero! ¡Camarada!, porque no quiero que veas mi Infierno. Las llamas te cegarían, y el humo te ahogaría. Y me gusta mi Infierno; lo amo al grado de no dejar que lo visites. Prefiero estar solo en mi Infierno. Tu amas la Verdad, la Belleza y lo Justo, y yo, por complacerte, digo que está bien, y finjo amar estas cosas. Pero en el fondo de mi corazón me río de tu amor por estas entidades. Sin embargo, no te dejo ver mi risa: prefiero reír a solas. Amigo mío, eres bueno, discreto y sensato; es más: eres perfecto. Y yo, a mi vez, hablo contigo con sensatez y discreción, pero... estoy loco. Sólo que enmascaro mi locura. Prefiero estar loco, a solas. Amigo mío, tú no eres mi amigo. Pero, ¿cómo hacer que lo comprendas? Mi senda no es tu senda y, sin embargo, caminamos juntos, tomados de la mano.
Kahlil Gibran (El loco / Lágrimas y sonrisas)
Recorrí pasillos y galerías en espiral pobladas por cientos, miles de tomos que parecían saber más acerca de mí que yo de ellos. Al poco, me asaltó la idea de que tras la cubierta de cada uno de aquellos libros se abría un universo infinito por explorar y de que, más allá de aquellos muros, el mundo dejaba pasar la vida en tardes de fútbol y seriales de radio, satisfecho con ver hasta allí donde alcanza su ombligo y poco más. Quizá fue aquel pensamiento, quizá el azar o su pariente de gala, el destino, pero en aquel mismo instante supe que ya había elegido el libro que iba a adoptar. O quizá debiera decir el libro que me iba a adoptar a mí. Se asomaba tímidamente en el extremo de una estantería, encuadernado en piel de color vino y susurrando su título en letras doradas que ardían a la luz que destilaba la cúpula desde lo alto. Me acerqué hasta él y acaricié las palabras con la yema de los dedos, leyendo en silencio. La Sombra del Viento JULIÁN CARAX.
Carlos Ruiz Zafón (The Shadow of the Wind (The Cemetery of Forgotten Books, #1))
No pueden decirte que la vida de tanta gente depende de ti y tú solo darte la vuelta e ignorarlo.
María Martínez Ovejero (Tierras de luz, tierras de sombra)
Prefiero sufrir, a una felicidad que no es real. Así cuando sonría sabré que es de corazón, y cuando me quieran sabré que es real.
María Martínez Ovejero (Tierras de luz, tierras de sombra)
La vida es luz y sombra, memoria y olvido, mudanza y quietud, flujo y misterio. DE LAS MUDANZAS
Ignacio Helguera
Y la esperanza va ensanchando por momentos su ciclo sobre mí, y una imagen, su imagen, pasa vagamente por el éter, como la luna, a veces cegándome de luz ya veces cegándome de sombras.
Søren Kierkegaard (The Seducer's Diary)
Visto desde el espacio exterior, Tokio debe parecer una gran burbuja brillante en la que no hay lugar de donde esconderse de esa luz que parece atravesar todas las barreras; el cristal más ahumado y la más gruesa de las membranas, colándose hasta la última esquina de todas las habitaciones, al último escondrijo y la última grieta, a todos los nidos de los pájaros y a toda las colmenas. No había donde correr, ningún sitio en el que no pudieran encontrarte junto a tu sombra
Ryū Murakami (Coin Locker Babies)
Uno tiene la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con la vida, de no tener un plan, de encontrarse perdido, sin brújula, sin luz a donde dirigirse. ¿Qué se hace con la vida? ¿Qué dirección se le da? Si la vida fuera tan fuerte que le arrastrara a uno, el pensar sería una maravilla, algo como para el caminante detenerse y sentarse a la sombra de un árbol, algo como penetrar en un oasis de paz; pero la vida es estúpida, sin emociones, sin accidentes, al menos aquí, y creo que en todas partes, y el pensamiento se llena de terrores como compensación a la esterelidad emocional de la existencia.
Pío Baroja (El árbol de la ciencia)
Nos miramos en la penumbra, buscando palabras que no existían. Aquélla fue la primera vez en que me di cuenta de que mi padre envejecía y de que sus ojos, ojos de niebla y de pérdida, siempre miraban atrás. Se incorporó y descorrió las cortinas para dejar entrar la tibia luz del alba.
Carlos Ruiz Zafón (La sombra del viento)
Si alguna vez alguien quiere hacerte creer que no eres capaz, esfuérzate más. No por él, ella o ellos…, sino por ti, porque te aseguro que todo el esfuerzo que inviertes en ti misma (en tus sueños, en mejorar, en crecer…) te hace más feliz, y el mundo necesita personas felices que repartan luz. De sombras ya vamos servidos.
Elísabet Benavent (En los zapatos de Valeria (Valeria, #1))
una memoria como una sombra, vaga, variable, indefinida, vacilante; y como una sombra también por la imposibilidad de librarme de ella mientras brille la luz de mi razón.
Edgar Allan Poe (Berenice)
Nos duele sostener esa luz tirante y distinta, esa alucinación que impone al espacio el unánime miedo de la sombra".
Jorge Luis Borges
...la sombra es tan imprescindible como la luz. No son enemigas; antes bien, se dan la mano amistosamente, y cuando la luz se marcha, la sombra va en pos de ella.
Friedrich Nietzsche (El caminante y su sombra)
También sobre el alma nieva. La nieve del alma tiene copos de besos y escenas que se hundieron en la sombra o en la luz del que las piensa.
Federico García Lorca (Obras de Federico García Lorca: Biblioteca de Grandes Escritores (Spanish Edition))
Más allá del crepúsculo sentía el agua, la olía. Cuando la primavera florecía y llovía se olía por todas partes no se notaba tanto otras veces pero cuando llovía el olor comenzaba a entrar en casa con el crepúsculo o porque al atardecer se intensificase la lluvia o por algo que hubiera en la propia luz pero entonces era cuando el olor se tornaba más intenso hasta que ya en la cama yo pensaba cuándo acabará cuándo acabará. La corriente de aire que entraba por la puerta olía a agua, un continuo hálito de humedad. A veces yo conseguía dormirme repitiéndolo una y otra vez hasta que se mezclaba con las madreselvas todo terminó por simbolizar la noche y el desasosiego no me parecía estar despierto ni dormido mirando hacia un largo pasillo de media luz grisácea donde todas las cosas estables se habían convertido en paradójicas sombras todo cuanto yo había hecho sombras todo cuanto yo había sufrido tomando formas visibles grotescas y burlándose con su inherente irrelevancia de la significación que deberían haber afirmado pensando era yo no era yo quién no era no era quién.
William Faulkner (The Sound and the Fury)
Pero toda sombra es, al fin y al cabo, hija de la luz y solo quien ha conocido la claridad y las tinieblas, la guerra y la paz, el ascenso y la caída, solo este ha vivido de verdad.
Stefan Zweig (El mundo de ayer (Spanish Edition))
Poema de un Recuerdo Dime por favor donde no estás en qué lugar puedo no ser tu ausencia dónde puedo vivir sin recordarte, y dónde recordar, sin que me duela. Dime por favor en que vacío, no está tu sombra llenando los centros; dónde mi soledad es ella misma, y no el sentir que tú te encuentras lejos. Dime por favor por qué camino, podré yo caminar, sin ser tu huella; dónde podré correr no por buscarte, y dónde descanzar de mi tristeza. Dime por favor cuál es la noche, que no tiene el color de tu mirada; cuál es el sol, que tiene luz tan solo, y no la sensación de que me llamas. Dime por favor donde hay un mar, que no susurre a mis oídos tus palabras. Dime por favor en qué rincón, nadie podrá ver mi tristeza; dime cuál es el hueco de mi almohada, que no tiene apoyada tu cabeza. Dime por favor cuál es la noche, en que vendrás, para velar tu sueño; que no puedo vivir, porque te extraño; y que no puedo morir, porque te quiero
Alejandro Castiñeiras
Tal vez los dioses antiguos sean grandes, pero no son ni bondadosos ni misericordiosos. Son volubles, inestables como la luz de la luna reflejada en el agua o las sombras de una tormenta. Si insistes en llamarlos, presta atención: ten cuidado con lo que deseas y accede a pagar el precio. Y por muy desesperada o grave que sea la situación, nunca reces a los dioses que responden tras caer la noche.
Victoria E. Schwab (La vida invisible de Addie LaRue)
Yo lo amo desde que tenía diecisiete años. Lo amo por completo, con lo bueno y lo malo, con su luz y sus sombras. Por eso está conmigo. Las otras mujeres forman parte del pasado. Nunca volverá con ellas.
Sylvain Reynard
Hubo un tiempo en el que los vampiros eran los dueños del mundo, los únicos inmortales de origen no divino y los más poderosos. Los ángeles llegaron a temerles y les impusieron la pena de no poder soportar la luz del sol.
Fernando Trujillo Sanz (La Biblia de los Caídos. Tomo 1 del testamento de Sombra (La Biblia de los Caídos, #2))
¿Ven la manera en que está el sol ahora, con las sombras largas y ese tipo de luz suave, brillante, que aparece cuando el sol todavía no se pone? Esa es la luz que hace que todo sea mejor, más bonito, y hoy, todo parecía estar en esa luz.
John Green (Looking for Alaska)
los veo nítidamente divididos en una amplia zona de luz y una estrecha banda de sombra: la luz pertenecía al solaz de investigar en bibliotecas suntuosas; la sombra, a los deseos atormentadores y los insomnios sobre los cuales ya he dicho bastante.
Vladimir Nabokov (Lolita)
Una palabra canta en mi corazón, susurrante hoja verde sin fin cayendo. En la noche balsámica, cuando la sombra es el crecer desmesurado de los árboles, me besa un largo sueño de viajes prodigiosos y hay en mi corazón una gran luz de sol y maravilla
Aurelio Arturo (Morada al sur y otros poemas)
Somos verdaderos apasionados del amor, enamorados de su candor, espantados de su dolor, sensibles a su sentir pero jamás dispuestos a huirle. Coqueteamos con sus claroscuros, nos perdemos entre sus matices, nos cubrimos ante sus destellos de luz y nos asomamos a sus sombras.
David Levithan (Two Boys Kissing)
Este hombre, al que una vez creí un héroe romántico, un caballero de resplandeciente armadura, o el caballero oscuro, como dijo él mismo, no es un héroe, sino un hombre con graves problemas emocionales, y me está arrastrando a su lado oscuro. ¿No podría yo llevarlo hasta la luz?
E.L. James (Cincuenta sombras de Grey (Cincuenta sombras, #1))
Me pareció escucharla entre resonancias lejanas, entre planetas, entre polvo de lo olvidado. Era el eco de las posibilidades no pensadas, de esas que se pegan a la sombra de una inspiración y de golpe se vuelven una luz que nutre el alba y el ocaso de la brevedad en nuestra piel.
Oscar González Cruz (COLECTIVERO No. 2 (Spanish Edition))
A veces yo conseguía dormirme repitiéndolo una y otra vez hasta que se mezclaba con las madreselvas todo terminó por simbolizar la noche y el desasosiego no me parecía estar despierto ni dormido mirando hacia un largo pasillo de media luz grisácea donde todas las cosas estables se habían convertido en paradójicas sombras todo cuanto yo había hecho sombras todo cuanto yo había sufrido tomando formas visibles grotescas y burlándose con su inherente irrelevancia de la significación que deberían haber afirmado pensando era yo no era yo quién no era no era quién.
William Faulkner (The Sound and the Fury)
Soy feliz en mi amor, pero esa espada suspendida sobre mi cabeza a todas horas, a veces me ciega el sueño y me angustia de tal modo el alma que me asaltan y me tiemblan los más horrendos presentimientos. Ese es mi destino: la sombra al lado de la luz, el dolor junto a la felicidad.
Julia de Burgos (Cartas a Consuelo)
Luego todo parecía que se confundiese y se borrase a su vista, como las últimas sombras de una linterna mágica que se apaga, hallándose de nuevo en la habitación de las estatuas, iluminada totalmente por una de esas lámparas antiguas de luz pálida, que en medio de la noche acompañan al sueño o a la voluptuosidad.
Alexandre Dumas (The Count of Monte Cristo)
—¿De verdad crees que eso habría importado? Aunque la mismísima Alina Starkov surgiera de la Sombra envuelta en luz solar y lo denunciara, el Apparat se las arreglaría para sobrevivir. Ese es su don. Y ahora quiero ver tu expresión de devoción, Zoya. Eres una hereje encantadora, pero necesito que parezcas más piadosa que nunca.
Leigh Bardugo (King of Scars (King of Scars, #1))
El otoño es mi estación favorita del año —dijo él al cabo de un rato—. No es que yo esté tonteando o algo así… pero me gustan las hojas cuando se tornan rojas y anaranjadas. Son hermosas a la luz de la luna, pero más concretamente, se trata de una transformación imposible. El verde de la primavera y el verano son sólo una sombra de la identidad auténtica de los árboles, y todo ese color cuando las noches se vuelven frías es un milagro cada vez que pasa. Es como si compensaran la pérdida del calor con todo su fuego. Me gusta el Otoño… —(...)—. Tú eres así. Eres hermosa y ardes llena de colorido, y ya es hora de que salgas a la luz. Así que digo… Autumn.
J.R. Ward (Lover Reborn (Black Dagger Brotherhood, #10))
Esas fotos nuestras, con la película levantada y unos bordes dentados como los de los sellos, son también testimonios: nuestro cuerpo se interpuso certeramente, en algún momento, entre el sol y la lente de la cámara de fotos, dejando en la película una sombra como la que despliega la luna, durante un eclipse, sobre el disco solar.
Mircea Cărtărescu (Solenoid)
¿qué haría tu bien si no existiera el mal y qué aspecto tendría la tierra si desaparecieran las sombras? Los hombres y los objetos producen sombras. Ésta es la sombra de mi espada. También hay sombras de árboles y seres vivos. ¿No querrás raspar toda la tierra, arrancar los árboles y todo lo vivo para gozar de la luz desnuda? Eres un necio.
Mikhail Bulgakov (El Maestro y Margarita)
pero no intento convencer. Sin embargo, hay un recuerdo de formas etéreas, de ojos espirituales y expresivos, de sonidos musicales y tristes, un recuerdo que no puedo marginar; una memoria como una sombra, vaga, variable, indefinida, vacilante; y como una sombra también por la imposibilidad de librarme de ella mientras brille la luz de mi razón.
Edgar Allan Poe (Berenice)
Tradicionalmente, el poder es lo que se ve, lo que se muestra, lo que se manifiesta, y, de manera paradójica, encuentra el principio de su fuerza en el movimiento por el cual la despliega. Aquellos sobre quienes se ejerce pueden mantenerse en la sombra; no reciben luz sino de esa parte de poder que les está concedida, o del reflejo que recae en ellos un instante. En cuanto al poder disciplinario, se ejerce haciéndose invisible y, por el contrario, impone a aquellos a quienes somete un principio de visibilidad obligatorio. En la disciplina, son los sometidos los que tienen que ser vistos. Su iluminación garantiza el dominio del poder que se ejerce sobre ellos. El hecho de ser visto sin cesar, de poder ser visto constantemente, es lo que mantiene sometido al individuo disciplinario. Y el examen es la técnica por la cual el poder, en lugar de emitir los signos de su potencia, en lugar de imponer su marca sobre aquellos a los que somete, los mantiene en un mecanismo de objetivación. En el espacio que domina, el poder disciplinario manifiesta, en lo esencial, su poderío acondicionando objetos. El examen equivale a la ceremonia de esta objetivación.
Michel Foucault (Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión)
Todo el verano, junto a la luz gradiente de escofina de estas manos oscuras, procreadoras de dunas: tus piedras, derrumbándose y volviendo a la vida alrededor de ti. Tras la fina negrura de mi párpado una estrella temprana, despedida desde un infierno de maleza, te incorpora, inocente, hacia el amanecer y puebla tu sombra de nombres. Rimados por la noche. Profundos como gradas. Cercanos.
Paul Auster (Poesía completa)
EL FANTASMA DE EDNA LIEBERMAN Te visitan en la hora más oscura todos tus amores perdidos. El camino de tierra que conducía al manicomio se despliega otra vez como los ojos de Edna Lieberman, como sólo podían sus ojos elevarse por encima de las ciudades y brillar. Y brillan nuevamente para ti los ojos de Edna detrás del aro de fuego que antes era el camino de tierra, la senda que recorriste de noche, ida y vuelta, una y otra vez, buscándola o acaso buscando tu sombra. Y despiertas silenciosamente y los ojos de Edna están allí. Entre la luna y el aro de fuego, leyendo a sus poetas mexicanos favoritos. ¿ y a Gilberto Owen, lo has leído?, dicen tus labios sin sonido, dice tu respiración y tu sangre que circula como la luz de un faro. Pero son sus ojos el faro que atraviesa tu silencio. Sus ojos que son como el libro de geografía ideal: los mapas de la pesadilla pura. Y tu sangre ilumina los estantes con libros, las sillas con libros, el suelo lleno de libros apilados. Pero los ojos de Edna sólo te buscan a ti. Sus ojos son el libro más buscado. Demasiado tarde lo has entendido, pero no importa. En el sueño vuelves a estrechar sus manos, y ya no pides nada.
Roberto Bolaño (The Romantic Dogs)
El amor, ya se sabe, convierte el mundo en un repertorio de metáforas. Desde que aparece, todo traduce, simboliza, comunica. El mundo se enciende, las palabras se encienden. Mis poemas me leían a mí, pero también leían mi pasión en la luz, en la música, en las sombras que bailaban estiraba sobre las paredes del colegio. El tiempo se y se comprimía caprichosamente, como mis chicles. Las noches hervían. Los amaneceres acezaban.
Piedad Bonnett (El prestigio de la belleza)
Si se concibe de forma correcta, el tiempo es amigo de todos cuantos se hallan en la adversidad, en cualquiera de sus manifestaciones, pues sus laberínticos senderos, entrando y saliendo de las sombras, acaban por ir a parar a la luz, y cuando nos hallamos sumidos en la oscuridad más profunda, podemos estar seguros de que, a partir de entonces, solo nos espera una mayor claridad. Sir Arthur Bryant (1899—1985), historiador y biógrafo británico.
Anonymous
Mary, la hija, pasó la infancia viendo su nombre escrito sobre ua tumba. Una madre desconocida - que llevaba su mismo nombre- había muerto al darla a luz, y eso la llevó a cavilar la vida entera sobre los misterios del naiemiento, y sobre la asombrosa proximidad que hay entre la vida y la muerte. Se sentía parida por la tumba, una tumba ella misma, y su nombre y su epitafio tallados sobre una piedra gris la persiguieron en la luz y en la sombra.
William Ospina (El año del verano que nunca llegó)
—Ailén… —cada vez le costaba más hablar—. La canción de ayer… es la más hermosa que he oído jamás… Gra… gra- cias… y… perdóname… —su cabeza de desplomó sobre su pe- cho, ella lo incorporó y lo zarandeó con todas sus fuerzas. Des- pués apretó la herida con sus manos y se dejó caer sobre su cuerpo tendido en las cenizas negras. —¡¿Tan pronto te das por vencido, Youri?! No te das cuenta que yo sin ti… sin ti no puedo seguir… ¡Sin ti no puedo seguir mi camino!
María Martínez Ovejero (Tierras de luz, tierras de sombra)
La autonomía es sólo la imagen reflejada de un espejo que no muestra la dependencia que tenemos de otros. Si a uno lo abandonasen al nacer en una isla desierta y lograse sobrevivir, no tendría la más mínima idea de que significa <>. Autonomía y dependencia son como la luz y la sombra, son conceptos atrapados en la fuerza gravitatoria de los contrarios. Sólo después de un considerable número de ensayos y errores, cada individuo es capaz de encontrar su lugar en el mundo
Haruki Murakami (Underground: The Tokyo Gas Attack and the Japanese Psyche)
Mi hermana y yo nos encontramos en la playa, sonreímos felices. Mi hermana está vuelta hacia un lado, una sombra oscura le cubre medio rostro. Por eso su sonriente faz aparece dividida en dos. Y, al igual que las máscaras de teatro griego que he visto a veces en las ilustraciones de los libros de texto, su rostro comprende dos significados superpuestos. La luz y la sombra. La esperanza y la desesperanza. La risa y la tristeza. La confianza y la soledad. Yo, por mi parte, miro al objetivo de frente, con naturalidad.
Haruki Murakami (Kafka en la orilla)
Mi hermana y yo nos encontramos en la playa, sonreímos felices. Mi hermana está vuelta hacia un lado, una sombra oscura le cubre medio rostro. Por eso su sonriente faz aparece dividida en dos. Y, al igual que las máscaras de teatro griego que he visto a veces en las ilustraciones de los libros de texto, su rostro comprende dos significados superpuestos. La luz y la sombra. La esperanza y la desesperanza. La risa y la tristeza. La confianza y la soledad. Yo, por mi parte, miro al objetivo de frente, con naturalidad. Aparte de nosotros, no hay nadie más en la playa.
Haruki Murakami (Kafka en la orilla)
Mi hermana y yo nos encontramos en la playa, sonreímos felices. Mi hermana está vuelta hacia un lado, una sombra oscura le cubre medio rostro. Por eso su sonriente faz aparece dividida en dos. Y, al igual que las máscaras de teatro griego que he visto a veces en las ilustraciones de los libros de texto, su rostro comprende dos significados superpuestos. La luz y la sombra. La esperanza y la desesperanza. La risa y la tristeza. La confianza y la soledad. Yo, por mi parte, miro al objetivo de frente, con naturalidad. Aparte de nosotros, no hay nadie más en la playa. Los
Haruki Murakami (Kafka en la orilla)
Cuando yo muera quiero tus manos en mi ojos: quiero la luz y el trigo de tus manos amadas pasar una vez más sobre mí su frescura: sentir la suavidad que cambió mi destino. Quiero que vivas mientras yo, dormido, te espero, quiero que tus oídos sigan oyendo el viento, que huelas el aroma del mar que amamos juntos y que sigas pisando la arena que pisamos. Quiero que lo que amo siga vivo y a ti te amé y canté sobre todas las cosas, por eso sigue tú floreciendo, florida, para que alcances todo lo que mi amor te ordena, para que se pasee mi sombra por tu pelo, para que así conozcan la razón de mi canto.
Pablo Neruda (100 Love Sonnets)
Por el este, donde estaba el mar y por donde habría de salir el sol, la luz se acercaba con sigilo tratando de internarse en el bosque como una neblina, y a medida que aumentaba la claridad lo hacía también el ruido del mar. De pronto, la luz pareció tomar forma. Dentro de ella había sombras que se movían, constituidas por otra luz aún más brillante. Eran cientos de caballos blancos al galope, con largas y sueltas crines y elegantes cuellos curvados como los de los caballos de ajedrez que había en la sala de estar. Sus cuerpos, que avanzaban a la velocidad de la luz, estaban hechos de una materia más etérea que del arco iris-
Elizabeth Goudge (The Little White Horse)
El intruso Amor, la noche estaba trágica y sollozante Cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura; Luego, la puerta abierta sobre la sombra helante, Tu forma fué una mancha de luz y de blancura. Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante; Bebieron en mi copa tus labios de frescura, Y descansó en mi almohada tu cabeza fragante; Me encantó tu descaro y adoré tu locura. Y hoy río si tú ríes, y canto si tú cantas; Y si tú duermes duermo como un perro á tus plantas! Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera; Y tiemblo si tu mano toca la cerradura, Y bendigo la noche sollozante y oscura Que floreció en mi vida tu boca tempranera!
Delmira Agustini
Llegó a comprender que el uso de las sombras, y no de las líneas, constituía el secreto a la hora de modelar objetos tridimensionales en una superficie bidimensional. El objetivo principal de un pintor, sostenía Leonardo, es «hacer que una simple superficie plana manifieste un cuerpo relevado [que figure relieve], y como fuera de ella». Este logro supremo de la pintura «surge de la luz y de la sombra». Sabía que la esencia de la buena pintura, y la clave para hacer que un objeto parezca tridimensional, reside en acertar con las sombras, y por eso dedicó más tiempo a estudiarlas y a escribir sobre ellas que a cualquier otro asunto artístico.
Walter Isaacson (Leonardo da Vinci: La biografía (Spanish Edition))
EL BALCÓN DE JULIETA" ¡Qué larga es ya mi espera!... En la noche sombría De mi sed infinita, sobre el camino oteo, Por ver si antes que alumbre su luz el nuevo día En mi balcón florece tu escala, mi Romeo. Pero ¡nada!... no llegas, y en mi melancolía Sangrando entre las sombras, tu sombra es lo que veo. ¿Qué Teobaldo te ha herido?... ¿Quién cortó la alegría De tus alas abiertas, amor de mi Romeo? Ya la Luna, la sabia, con su advertencia fría, Me ha dicho compasiva: «¡No esperes a los muertos!»... Pero no he de cerrar mi balcón todavía. Te aguardaré hasta el alba, y ya el alba encendida Buscaré tu cadáver, y entre sus labios yertos con mi boca en tu boca, encenderé tu vida...
Teresa de la Parra (Ifigenia)
Que aún tengamos que salir del armario me molesta, no, de verdad me enoja. La gente heterosexual no tiene este miedo. Son libres de amar y ser quienes son. Nosotros, por otro lado, somos forzados a vivir en las sombras, y cuando damos un paso hacia la luz, somos rechazados por hacerlo. Sí, hemos dado grandes pasos, pero todavía nos queda un largo camino por recorrer hasta que seamos verdaderamente tratados como iguales. Para los que están en el armario, se trata de esconderse, se trata de mantener la fachada de que eres normal... Pero, ¿qué significa realmente ser normal? ¿Quién decidió eso? ¿Y por qué los adolescentes homosexuales todavía se ven obligados a mantener secretos y vivir una doble vida?
Kevin van Whye (Date Me, Bryson Keller)
Así es que no debe asustarse, querido Señor Kappus, si una tristeza se yergue frente a usted más grande que cualquiera que haya visto en el pasado; o si una inquietud como la luz y las sombras de nubes, cae sobre sus manos y sobre todo lo que haga. Debe darse cuenta de que algo le está ocurriendo, que la vida no lo ha olvidado, que lo tiene en sus manos y no lo dejará caer. ¿Por qué quiere dejar fuera de su vida cualquier preocupación, desdicha o depresión, sin saber, después de todo, cuál es el trabajo que estas condiciones están ejerciendo dentro de usted? ¿Por qué desea oprimirse con preguntas sobre el origen y destino de todo esto? Ya sabe usted, después de todo, que se encuentra en medio de transiciones, y que su deseo no es otro más que cambiar.
Rainer Maria Rilke (Cartas a un Joven Poeta (Spanish Edition))
«Hace mucho tiempo que te fuiste, Susana. La luz era igual entonces que ahora, no tan bermeja; pero era la misma pobre luz sin lumbre, envuelta en el paño blanco de la neblina que hay ahora. Era el mismo momento. Yo aquí, junto a la puerta mirando el amanecer y mirando cuando te ibas, siguiendo el camino del cielo; por donde el cielo comenzaba a abrirse en luces, alejándote, cada vez más desteñida entre las sombras de la tierra. »Fue la última vez que te vi. Pasaste rozando con tu cuerpo las ramas del paraíso que está en la vereda y te llevaste con tu aire sus últimas hojas. Luego desapareciste. Te dije: "¡Regresa Susana!"» Pedro Páramo siguió moviendo los labios, susurrando palabras. Después cerró la boca y entreabrió los ojos, en los que se reflejó la débil claridad del amanecer. Amanecía.
Juan Rulfo (Pedro Páramo)
A VECES LA MAÑANA AYUDA Hace tiempo que ando escribiendo una crónica que llevaría el título "No siempre la mañana ayuda". Y hasta tenía el comienzo apuntado en un papel por ahí, a toda prisa, sobre la mesa del despacho. Empieza así: "Al salir de la casa y tropezar con el rostro del sol(antiguamente lo representábamos así, con una amplia sonrisa y los ojos alegres, con una cabellera de rayos resplandecientes), deberíamos caer de rodillas, ofrecer cualquier cosa al culto pagano de la luz y sentir después el mundo conquistado. Pero todos tenemos otra cosa que hacer". Y saldría uno por ahí fuera a ahuyentar la melancolía, a justificar el título, en definitiva. Algo me ha impedido continuar. Y sé que hoy no voy a concluir una prosa que me enfrentaría al lector. Y es que, sin esperarlo, se despertó en mi memoria un caso acontecido entre dos hombres, un caso que viene a demostrar que, a veces, la mañana ayuda, sí señor. Vamos, pues, con la historia. Imagine el lector un vagón de tren. Lleno. El día no es ni feo ni bonito: tiene algo de sol, unas nubes que lo cubren, y hay una brisa cortante allá afuera. Los viajeros van callados, hacen todos unos gestos involuntarios al albur del traqueteo. Unos leen periódicos, otros se ausentan hacia un país silencioso y sólo habitado por pensamientos ocultos e indefinidos. Hay una gran indiferencia en la atmósfera, y el sol, al descubrirse, ilumina un escenario de rostros apagados. Entonces, el hombre más(pero muy lejos deser un adolescente), que está sentado junto a la ventanilla, empieza a tararear en sordina una vaga canción. Quizá no tenga motivos especiales de contento, pero, en aquella hora, la necesidad de cantar es irresistible. Todo cuanto acude a su memoria sirve. Y va tan absorto en su pura y gratuita alegría que ni siquiera repara en que el vecino de asiento se muestra ofendido y esboza esos movimientos elocuentes que sustituyen a las palabras cuando no hay valor para pronunciarlas. Frente al hombre que canta, hay un viejo. Éste desde que salió anda rumiando problemas que lo atormentan. Es muy viejo, y está enfermo. Ha dormido mal. Sabe que va a tener un día difícil. Y detrás de él una voz deshilacha canciones, badabádabá, notas de música, de un modo impreciso pero obstinadamente vivo y afirmativo. El sol sique jugando al escondite. Y el mar, que súbitamente aparece se puebla de islas de sombra entre grandes lagos de plata fundida. A lo lejos, la ciudad se diluye en humo y niebla seca. Silenciosa, a aquella distancia, tiene un aire de fatalidad y resignación, como un cuerpo que ha renunciado a vivir y se extingue lentamente. Es grande el peligro de que la melancolía triunfe definitivamente. Pero el hombre insiste. Ya no es posible identificar al que canta. Ahora sale de su boca un flujo de armonía, un lenguaje que ha desistido de la articulación coherente para penetrarse mejor de la sustancia de la música. Esto acabrá sin duda con un grito irreprimible de alegría, con indignación y escandalo de los viajeros. Ocurrió, sin embargo, que la ciudad llegó de repente. Se abrieron las puertas, la gente se precipitó, empujándose, olvidándose unos de otros. El hombre se levanta, murmurando aún algo. Sigue a lo largo del andén, va a lo suyo, con su música. Y, de pronto, alguien lo coge del brazo. El viejo está a su lado, se juraría que tiene los ojos húmedos, y dice: "Gracias. Yo venía preocupado y triste. Cuando lo oí cantar sentí una gran paz, y durante todo el camino vine pidiéndole a Dios que siguiera usted cantando. Muchas gracias". El hombre de las canciones sonrió, primero con embarazo, luego como si fuera el amo del mundo. Se separaron. Y fue cada uno a su trabajo, con la música que era de los dos.
José Saramago (Las maletas del viajero)
«Esto percibes, lo que hace tu amor más fuerte, amar bien aquello que debes abandonar pronto.» Los ojos de Sloane regresaron a William Stoner y dijo secamente: «El señor Shakespeare le habla a través de trescientos años señor Stoner, ¿le escucha?». William Stoner se dio cuenta de que por unos instantes había estado conteniendo el aliento. Lo expulsó suavemente, dándose cuenta de que la ropa se movía sobre su cuerpo mientras el aliento le salía de los pulmones. Desvió la vista de Sloane hacia otro punto de la sala. La luz penetraba por las ventanas y se posaba sobre los rostros de sus compañeros de manera que la iluminación parecía venir de dentro de ellos mismos para salir hacia la oscuridad; un alumno pestañeó y una sombra delgada cayó sobre una mejilla cuya parte inferior había recogido la luz del sol. Stoner advirtió que sus dedos se estaban soltando de su firme agarre al escritorio. Se fijó en sus manos, maravillándose de lo morenas que estaban, de la intrincada manera en que las uñas se adaptaban al romo final de los dedos. Pensó que podía sentir la sangre fluir invisible a través de sus diminutas venas y arterias, pulsando delicada y precariamente desde las yemas de los dedos a través de su cuerpo. Sloane volvió a hablar: «¿Qué le comunica, señor Stoner? ¿Qué quiere decir el soneto?».
John Williams (Stoner)
Su sombra se acortaba sobre las rocas cuando se inclinaba, terminando. ¿Por qué no ilimitadamente hasta la estrella más lejana? Oscuramente están ellos ahí detrás de esta luz, oscuridad brillando en la claridad, delta de Casiopea, mundos. Mi se sienta allá, augur con una vara de fresno y sandalias prestadas, sentado de día al lado de un mar lívido, ignorado, marchando en la noche violeta bajo un reino de estrellas estrambóticas. Arrojo de mí esta sombra terminada, ineluctable forma de hombre, y la llamo de vuelta. Sin límites, ¿sería mía, forma de mi forma? ¿Quién me observa aquí? ¿Quién leerá nunca en parte alguna estas palabras que escribo? Signos sobre un campo blanco. En alguna parte con tu voz más aflautada El buen obispo de Cloyne sacó el velo del templo de su sombrero eclesiástico: velo del espacio con emblemas coloreados bosquejados sobre su campo. Agárrate bien. Coloreados sobre una llanura: sí, así es. La llanura veo, luego pienso distancia, cerca, lejos, llanura veo, el Este, atrás. ¡Ah!, veamos ahora. Cae hacia atrás de repente, helado de estereoscopio. El truco está en el click. Encontráis mis palabras oscuras. La oscuridad está en nuestras almas, ¿no es cierto? Más aflautado. Nuestra alma, heridoavergonzada por nuestros pecados, se aferra cada vez más a nosotros, una mujer aferrándose a su amante, lo más lo más.
James Joyce (Ulysses)
Sacudimiento extraño que agita las ideas, como huracán que empuja las olas en tropel. Murmullo que en el alma se eleva y va creciendo como volcán que sordo anuncia que va a arder. Deformes siluetas de seres imposibles; paisajes que aparecen como al través de un tul. Colores que fundiéndose remedan en el aire los átomos del iris que nadan en la luz. Ideas sin palabras, palabras sin sentido; cadencias que no tienen ni ritmo ni compás. Memorias y deseos de cosas que no existen; accesos de alegría, impulsos de llorar. Actividad nerviosa que no halla en qué emplearse; sin riendas que le guíen, caballo volador. Locura que el espíritu exalta y desfallece, embriaguez divina del genio creador… Tal es la inspiración. Gigante voz que el caos ordena en el cerebro y entre las sombras hace la luz aparecer. Brillante rienda de oro que poderosa enfrena de la exaltada mente el volador corcel. Hilo de luz que en haces los pensamientos ata; sol que las nubes rompe y toca en el zenít. Inteligente mano que en un collar de perlas consigue las indóciles palabras reunir. Armonioso ritmo que con cadencia y número las fugitivas notas encierra en el compás. Cincel que el bloque muerde la estatua modelando, y la belleza plástica añade a la ideal. Atmósfera en que giran con orden las ideas, cual átomos que agrupa recóndita atracción. Raudal en cuyas ondas su sed la fiebre apaga, oasis que al espíritu devuelve su vigor… Tal es nuestra razón. Con ambas siempre en lucha y de ambas vencedor, tan sólo al genio es dado a un yugo atar las dos.
Gustavo Adolfo Bécquer (Rimas)
Recorría sin descanso la inmensidad del sur con su pequeño ejército, adentrándose en los bosques húmedos y sombríos, bajo la alta cúpula verde tejida por los árboles más nobles y coronada por la soberbia araucaria, que se perfilaba contra el cielo con su dura geometría. Las patas de los caballos pisaban un colchón fragante de humus, mientras los jinetes se abrían camino con las espadas en la espesura, a ratos impenetrable, de los helechos. Cruzaban arroyos de aguas frías, donde los pájaros solían quedar congelados en las orillas, las mismas aguas donde las madres mapuche sumergían a los recién nacidos. Los lagos eran prístinos espejos del azul intenso del cielo, tan quietos, podían contarse las piedrecillas en el fondo. Las arañas tejían sus encajes, perlados de rocío, entre las ramas de robles, arrayanes y avellanos. Las aves del bosque cantaban reunidas, diuca, chincol, jilguero, torcaza, tordo, zorzal, y hasta el pájaro carpintero, marcando el ritmo con su infatigable tac-tac-tac. Al paso de los caballeros se levantaban nubes de mariposas y los venados, curiosos, se acercaban a saludar. La luz se filtraba entre las hojas y dibujaba sombras en el paisaje; la niebla subía del suelo tibio y envolvía el mundo en un hálito de misterio. Lluvia y más lluvia, ríos, lagos, cascadas de aguas blancas y espumosas, un universo líquido. Y al fondo, siempre, las montañas nevadas, los volcanes humeantes, las nubes viajeras. En otoño el paisaje era de oro y sangre, enjoyado, magnífico. A Pedro de Valdivia se le escapaba el alma y se le quedaba enredada entre los esbeltos troncos vestidos de musgo, fino terciopelo. El Jardín del Edén, la tierra prometida, el paraíso. Mudo, mojado de lágrimas, el conquistador conquistado iba descubriendo el lugar donde acaba la tierra, Chile.
Isabel Allende (Inés del alma mía)
Estas cosas son fáciles de decir, pues las palabras no sienten vergüenza y nunca se sorprenden (14) Imágenes del pasado remoto se agolpan en mi cabeza, y la mitad de las veces soy incapaz de distinguir si son recuerdos o invenciones. Tampoco es que haya mucha diferencia, si es que hay alguna (14) Hay quien afirma, que sin darnos cuenta, nos lo vamos inventando todo, adornándolo y embelleciéndolo, y me inclino a creerlo, pues Madame Memoria es una gran y sutil fingidora (14) Me la debo de estar inventando (14) En mi opinión, los nombres de las mujeres casadas nunca suenan bien. ¿Es porque todas se casan con los nombres equivocados, o, en cualquier caso, con los apellidos equivocados? (17) …y en mi oído resonaban los tins y los plofs de sus tripas en su incesante labor de transubstanciación (18) Ahora me pregunto si ella también estaba enamorada de mí, y esas muestras de gracioso desdén eran una manera de ocultarlo ¿O todo esto no es más que vanidad por mi parte? (25) …y al presenciar todas aquellas cosas sentí el dolor dulce y agudo de la nostalgia, sin objeto pero definida, como el dolor fantasma de un miembro amputado (27) …permanecimos echados boca arriba durante mucho tiempo, como si practicáramos para ser los cadáveres que seríamos algún día (34) …y yo me quedé en medio de la sala, sin ser gran cosa, a duras penas yo mismo. Había momentos como ése, en los que uno estaba en punto muerto, por así decir, sin preocuparse de nada, a menudo sin fijarse en nada, a menudo sin ser realmente en ningún sentido vital (42) El Tiempo y la Memoria son una quisquillosa empresa de decoradores de interiores, siempre cambiando los muebles y rediseñando y reasignando habitaciones (43) En lugar de los tonos de color rosa y melocotón que había esperado –Rubens es en gran parte responsable de ello-, su cuerpo, de manera desconcertante, mostraba una variedad de tonos apagados que iban del blanco magnesio al plata y al estaño, un matiz mate de amarillo, ocre pálido, e incluso una especie de verde en algunos lugares y, en los recovecos, una sombra de malva musgoso (45) ¿Era eso estar enamorado, me pregunté, ese repentino y plañidero viento que te atravesaba el corazón? (62) …no estaba acostumbrado todavía al abismo que se abre entre la comisión de un hecho y el recuerdo de lo cometido (65) …la noche del último día ella ya me había dejado para siempre (75) No todo significa algo (100) Cómo anhelábamos en aquellos años, pasar aunque sólo fuera un día normal, un día en el que pudiéramos levantarnos por la mañana y desayunar sin preocuparnos por nada, leernos fragmentos del periódico el uno al otro y planear hacer cosas, y luego dar un paseo, y contemplar las vistas con una mirada inocente, y luego compartir un vaso de vino y por la noche irnos juntos a la cama (102) Debe de ser difícil acostumbrarse a que no haya nada que hacer (107) A lo largo de los años, los vagabundos, los auténticos vagabundos, han disminuido constantemente en calidad y cantidad (107) Qué frágil resulta este absurdo oficio en el que me he pasado la vida fingiendo ser otras personas, y sobre todo fingiendo no ser yo mismo (119) …tan sólo vulgarmente humana (123) El quinto de los seis cigarrillos que según ella son su ración diaria (143) …participar en una película es algo extraño, y al mismo tiempo no lo es en absoluto; se trata de una intensificación, una diversificación de lo conocido, una concentración en el yo ramificado; y todo eso es interesante, y confuso, y emocionante y perturbador (143) El hecho es que me echó a perder a otras (157) Era, como ya he dicho, todo un género en sí misma (158) Los cisnes, con su belleza estrafalaria y sucia, siempre me dan la impresión de mantener una fachada de indiferencia tras la cual realmente viven una tortura de timidez y duda (173)
John Banville
La vida empezó a hacerse dura para Marius. Comerse la ropa y el reloj no significaba nada. Se vio reducido a esa situación inexplicable que se llama comerse los codos, algo terrible que se traduce en días sin pan, noches sin sueños y sin luz, hogar sin fuego, semanas sin trabajo, porvenir sin esperanza; la levita rota en los codos, el sombrero viejo y raído, que hace reír a las jóvenes; la puerta cerrada de noche, porque no se paga a la patrona; la insolencia del portero y del bodegonero, la burla de los vecinos, las humillaciones, la dignidad ultrajada; el trabajo de cualquier clase, aceptado; los disgustos, la amargura, el abatimiento. Marius aprendió a devorarlo todo, y a no tener para devorar más que estas cosas. En ese momento de la existencia en que el hombre tiene necesidad de orgullo, porque tiene necesidad de amor, se vio despreciado, porque iba mal vestido, y se sintió ridículo, porque era pobre. A la edad en que la juventud hincha el corazón con imperial altivez, posó más de una vez los ojos en las botas agujereadas y conoció las injustas afrentas, el punzante bochorno de la miseria. Admirable y terrible prueba, de la cual los débiles salen infames y los fuertes, sublimes. Crisol donde el destino arroja a un hombre muchas veces, cuando quiere hacer de él un ser despreciable o un semidiós. Porque hay muchas acciones grandes en estas pequeñas luchas. El valor tenaz e ignorado, que se defiende palmo a palmo en la sombra, contra la fatal invasión de las necesidades y de la ignominia. Nobles y misteriosos triunfos que ninguna mirada ve, que ninguna fama recompensa, que ningún aplauso saluda. La vida, la desgracia, el aislamiento, el abandono, y la pobreza son campos de batalla que tienen sus héroes, héroes oscuros, es verdad, pero a veces más grandes que los héroes ilustres. Hay naturalezas firmes y raras, que han sido creadas así; la miseria, casi siempre madrastra, es algunas veces madre, la desnudez engendra en ocasiones el vigor del alma y del corazón; la miseria suele ser nodriza de la grandeza; la desgracia es una buena leche para los magnánimos.
Victor Hugo (Les Misérables)
«No sé quién me ha puesto en el mundo, ni lo que es el mundo, ni lo que soy yo mismo; permanezco en una absoluta ignorancia acerca de todas estas cosas; no sé lo que es mi cuerpo, ni mis sentidos, ni mi alma, ni siquiera esta parte de mí mismo que piensa lo que estoy diciendo, que reflexiona sobre todo y sobre sí misma, y que se conoce tan poco como conoce todo lo demás. Veo estos espantables espacios del universo que me contienen, y me encuentro atado a un rincón de esta extensión tan vasta sin saber por qué estoy aquí y no en otro lugar, ni por qué ese corto lapso de tiempo que me dan para vivir me ha sido asignado a mí en vez de asignarse a otro por toda la eternidad que me ha precedido y por toda la que me sigue. No veo más que infinitos por todas partes que me envuelven como un átomo y como una sombra que no dura más que un instante sin retorno. Todo lo que sé es que no tardaré mucho en morir, pero lo que más ignoro es esta misma muerte que no podré evitar. Del mismo modo que no sé de dónde vengo, tampoco sé adónde voy; y sé solamente que al salir de este mundo he de caer para siempre o en la nada o en las manos de un Dios irritado, sin que sepa cuál de estas dos situaciones ha de corresponderme eternamente. Tal es mi estado, lleno de debilidad y de incertidumbre. Y de todo eso saco la conclusión de que lo mejor es pasar todos los días de mi vida sin pensar en averiguar lo que debe ocurrirme. Tal vez pudiera encontrar alguna luz que disipase mis dudas; pero no quiero tomarme la molestia de buscarla, ni de dar un paso para averiguar, y luego, tratando con desdén a los que se ocupan de esta cuestión» —sea cual fuere la certeza que consigan, será motivo de desesperación más que de vanidad—, «me dirijo con ignorancia y sin temor, hacia el misterio de algo tan grande, dejándome blandamente conducir a la muerte, en la incertidumbre de la eternidad de mi condición futura». ¿Quién desearía tener por amigo a un hombre que discurriese de ese modo? ¿Quién le elegiría entre todos los demás para hacerle partícipe de sus asuntos? ¿Quién recurriría a él en sus aflicciones? Y finalmente, ¿a qué función de la vida se le podría destinar?
Blaise Pascal (Pensées)
En cuanto al fin que nos proponen Plinio y Cicerón, la gloria, estoy muy lejos de tenerla en cuenta. La inclinación más contraria al retiro es la ambición. La gloria y el reposo no pueden alojarse en el mismo albergue. Por lo que veo, estos sólo tienen los brazos y las piernas fuera de la multitud; su alma y su intención continúan, más que nunca, atadas a ella: b | Tun’ uetule auriculis alienis colligis escas? [Entonces, viejo, ¿trabajas sólo para alimentar los oídos ajenos?] a | Se han echado atrás solo para saltar mejor, y para, con un movimiento más fuerte, penetrar más vivamente en la muchedumbre. ¿Queréis ver cómo se quedan cortos por un pelo? Comparemos las opiniones de dos filósofos [Epicuro y Séneca], y de dos escuelas muy diferentes, uno escribiendo a Idomeneo, otro a Lucillo, amigos suyos, para apartarlos de la administración de los negocios y de las grandezas, y dirigirlos hacia la soledad. Hasta ahora has vivido —dicen— nadando y flotando; ven a morir al puerto. Has entregado el resto de tu vida a la luz, entrega esta parte a la sombra. Es imposible abandonar las tareas si no renuncias a su fruto; así pues, deshazte de toda preocupación por el nombre y por la gloria. Existe el peligro de que el brillo de tus acciones pasadas te ilumine en exceso, y te siga hasta el interior de tu guarida. Abandona, junto a los demás placeres, el que brinda la aprobación ajena; y, en cuanto a tu ciencia y capacidad, no te importe: no perderán su eficacia porque tú valgas más que ellas. Acuérdate de aquel que, cuando le preguntaron para qué se esforzaba tanto en un arte que no podía ser conocido por mucha gente, respondió: «Me basta con pocos, me basta con uno, me basta con ninguno». Tenía razón. Tú y un compañero sois teatro de sobra suficiente el uno para el otro, o tú para ti mismo. Que el pueblo sea para ti uno solo, y que uno solo sea para ti todo el pueblo. Es una ambición cobarde pretender obtener gloria de la ociosidad y del ocultamiento. Tenemos que hacer como los animales, que borran su rastro a la entrada de su guarida. No has de buscar más que el mundo hable de ti, sino cómo has de hablarte a ti mismo. Retírate en tu interior, pero primero prepárate para acogerte; sería una locura confiarte a ti mismo si no te sabes gobernar. Uno puede equivocarse tanto en la soledad como en la compañía. Hasta que no te hayas vuelto tal que no oses tropezar ante ti, y hasta que no sientas vergüenza y respeto por ti mismo, c | obuersentur species honestae animo [que se ofrezcan imágenes honestas al espíritu], a | represéntate siempre en la imaginación a Catón, Foción y Aristides, ante los cuales aun los locos ocultarían sus faltas, y establécelos como censores de todas tus intenciones. Si estas se desvían, la reverencia por ellos te devolverá al camino. Te retendrán en la vía de contentarte contigo mismo, de no tomar nada en préstamo sino de ti, de detener y fijar el alma en unos pensamientos definidos y limitados donde pueda complacerse; y, tras haber entendido los verdaderos bienes, que se gozan a medida que se entienden, de contentarse con ellos, sin ansias de prolongar la vida ni el nombre. Este es el consejo de la verdadera y genuina filosofía, no de una filosofía ostentosa y verbal, como es la de los dos primeros.
Michel de Montaigne (The Complete Essays)
Todos somos en parte luz y en parte sombra...
Kristin Cashore (Bitterblue (Graceling Realm, #3))
Quien quisiera hacer un catálogo de monstruos no tendría más que fotografiar con palabras esas cosas que la noche trae a las almas somnolientas que no consiguen dormir. Planean como murciélagos sobre la pasividad del alma, o vampiros que chupasen la sangre de la sumisión. Son larvas del declive y del desperdicio, sombras que llenan el valle, vestigios que quedan del destino. Unas veces son gusanos, nauseabundos para la propia alma que los alimenta y cría; otras veces son espectros, y rondan siniestramente a nada; otras veces, también, emergen, culebras, de los antros absurdos de las emociones perdidas. Lastre de lo falso, no sirven sino para que no sirvamos. Son dudas del abismo, echadas en el alma, que arrastran arrugas somnolientas y frías. Duran humos, pasan rastros, y no hay más que el haberlo sido en la substancia estéril de haber tenido conciencia de ellos. Uno u otro es como pieza íntima de fuego artificial: chisporrotea un rato entre sueños, y el resto es la inconsciencia de la conciencia con que lo vivimos. Cinta desatada, el alma no existe en sí misma. Los grandes paisajes son para mañana, y nosotros ya hemos vivido. Ha fracasado la conversación interrumpida ¿Quién diría que la vida había de ser así? Me pierdo si me encuentro, dudo si opino, no tengo si obtuve. Como si me pasease, duermo, pero estoy despierto. Como si durmiese, despierto, y no me pertenezco. La vida, al final, es, en sí misma, un gran insomnio, y hay un aletargamiento lúcido en todo cuanto pensamos y hacemos. Sería feliz si pudiese dormir. Esta opinión es de este momento, porque no duermo. La noche es un peso inmenso por detrás del ahogarme con el cobertor mudo de lo que sueño. Tengo una indigestión en el alma, Siempre, después de después, llegará el día, pero será tarde, como siempre. Todo duerme y es feliz, menos yo. Descanso un poco, sin osar dormir. Y grandes cabezas de monstruos sin ser emergen confusas del fondo de lo que soy. Son dragones del Oriente del abismo, con lenguas encarnadas al margen de la lógica, con ojos que miran sin vida mi vida muerta que no los mira. ¡La tapa, por el amor de Dios, la tapa! ¡Conclúyanme la inconsciencia y la vida! Afortunadamente, por la ventana fría, con los postigos abiertos hacia atrás, un hilo triste de luz pálida empieza a sacar sombra del horizonte. Afortunadamente, lo que va a rayar es el día. Sosiego, casi, del cansancio del desasosiego. Un gallo canta, absurdo, en plena ciudad. El día lívido comienza en mi vago sueño. Alguna vez dormiré. Un ruido de ruedas hace carro. Mis párpados duermen, pero no yo. Todo, en fin, es el Destino. 4-11-1931.
Anonymous
Estamos hechos para la luz, mi querido Terry; tenemos vocación de claridad. A veces las sombras nos convocan, o caen sobre nosotros como un oscuro fardo. Pero la luz nos llama nuevamente y la seguimos, igual que ciegos que intuyen en su tiniebla un resplandor.
Armando Fuentes Aguirre Catón (Mi perro Terry (Spanish Edition))
Sara era por completo autónoma y de modo de ser estable. Su fortaleza no dependía de que la admiraran o aplaudieran. Le venía de las neuronas mismas, de los genes, de una infancia sin sombras - a pesar de la horripilante violencia política que le tocó presenciar en su ciudad durante la niñez- y del amor y afecto incondicional que tuvo la buena suerte de recibir desde siempre y supo desde siempre ofrecerles a quienes quería... y esto está tomando tono de obituario
Tomás González (La luz difícil)
Al abrir la puerta, vio al visitante sentado en el sillón delante de la chimenea. Parecía estar medio dormido y tenía la cabeza inclinada hacia un lado. La única luz que había en la habitación era la que daba la chimenea y la poca luz que entraba por la puerta. La señora Hall no podía ver con claridad, además estaba deslumbrada, ya que acababa de encender las luces del bar. Por un momento le pareció ver que el hombre al que ella estaba mirando tenía una enorme boca abierta, una boca increíble, que le ocupaba casi la mitad del rostro. Fue una sensación momentánea: la cabeza vendada, las gafas monstruosas y ese enorme agujero debajo. Enseguida el hombre se agitó en su sillón, se levantó y se llevó la mano al rostro. La señora Hall abrió la puerta de par en par para que entrara más luz y para poder ver al visitante con claridad. Al igual que antes la servilleta, una bufanda le cubría ahora el rostro. La señora Hall pensó que seguramente habían sido las sombras.
H.G. Wells (El hombre invisible)
Del mismo modo en que las estrellas iluminan la oscuridad del cielo en la noche, las sombras ciernen su negrura en la luminosidad del día, estableciendo de este modo el equilibrio entre luz y oscuridad.
Hellen Cauldron (Baile de Sombras (Segunda Edición))
Una carta rumbo a Gales Me pregunta usted dulce señora qué veo en estos días a este lado del mar. Me habitan las calles de este país para usted desconocido, estas calles donde pasear es hacer un largo viaje por la llaga, donde ir a limpia luz es llenarse los ojos de vendas y murmullos. Me pregunta qué siento en estos días a este lado del mar. Un alfileteo en el cuerpo, la luz de un frenocomio que llega serena a entibiar las más profundas heridas nacidas de un poblado de días incoloros. ¿Y el sol? El sol, un viejo drogo que ha lamido esas heridas. Porque sabe usted, dulce señora, es este país una confusión de calles y de heridas. La entero a usted: aquí hay palmeras cantoras pero también hay hombres torturados. Aquí hay cielos absolutamente desnudos y mujeres encorvadas al pedal de la Singer que hubieran podido llegar en su loco pedaleo hasta Java y Burdeos, hasta el Nepal y su pueblito de Gales, donde supongo que bebía sombras su querido Dylan Thomas. Las mujeres de este país son capaces de coserle un botón al viento, de vestirlo de organista. Aquí crecen la rabia y las orquídeas por parejo, no sospecha usted lo que es un país como un viejo animal conservado en los más variados alcoholes, no sospecha usted lo que es vivir entre lunas de ayer, muertos y despojos.
Juan Manuel Roca
Lo que se ha llamado 'inestabilidad mental' no es una accidente, sino nuestro modo de ser fisiológico. Para quien estudia el cuerpo humano, parece un milagro de cada instante la persistencia de la salud: ¿qué diremos de nuestro aparato cerebral, que cada veinticuatro horas penetra en el cono de sombra de su razón eclipsada? ¿No es prodigioso que cada mañana, con la buena y santa luz del sol, emerja también la inteligencia intacta de sus tinieblas y fantasmas nocturnos?
Paul Groussac (Entre sueños)
Lo que se ha llamado no es una accidente, sino nuestro modo de ser fisiológico. Para quien estudia el cuerpo humano, parece un milagro de cada instante la persistencia de la salud: ¿qué diremos de nuestro aparato cerebral, que cada veinticuatro horas penetra en el cono de sombra de su razón eclipsada? ¿No es prodigioso que cada mañana, con la buena y santa luz del sol, emerja también la inteligencia intacta de sus tinieblas y fantasmas nocturnos?
Paul Groussac (Entre sueños)
eternamente cambiante y "falsa" (desde la cueva, donde solo percibimos sombras, a la luz del día, donde podemos dirigir una mirada al sol)».[63] Según Žižek, Maitland mira directamente
Byung-Chul Han (La agonía del Eros (Pensamiento Herder))
Tal vez hay un Dios que es como la luz del fuego, pero todo lo que podemos ver son las sombras que nosotros mismos proyectamos cuando caminamos frente al fuego. Entonces vemos grandes sombras moviéndose y creemos que son Dios, pero en realidad no son más que nuestras propias siluetas.
Philippa Gregory (Stormbringers (Order of Darkness, #2))
Y ahora, en la sombra rodeada de murallas donde no puede una rosa de seda caer sin ruido en un montón de pétalos porque las ratas corren como envenenadas entre los papeles que el viento levanta en el patio y sólo hay silencio, tu casa, las madrugadas frente a los cristales, el olor suave de tu abrazo, la bandera a media asta en una mañana de julio, el Zócalo cubierto de antorchas y banderas, el auditorio de Física donde se reunía el Consejo, el de medicina después, los delegados siempre en los mismos asientos, la mañana de las pláticas, el cuarto de baño, el agua tibia, los ruidos de la calle a las ocho cuando empieza el otoño, los árboles rojizos, el agua de las fuentes, el tapiz, las campanadas, el arco en la bahía, el color de tu pelo, la talla de marfil que conserva la curvatura del colmillo, el rumor de miles y miles de pasos de gente que avanza en silencio, las calles de donde se ha ido la luz, la policía, el ejército, el temor, los reglamentos, y sólo queda el destello breve de la libertad que no conocíamos hasta que vivimos esos días, los regresos irreales por avenidas sin luz, por calles donde no existe el poder, ni la violencia, ni los pistoleros para mantener las cabezas inclinadas, tu imagen lejana, las sombras que cambian sobre un mantel blanco, los progresos constantes en tus conocimientos, la fotografía de la muchacha con su bandera en alto, la gran bandera roja que se turnaban María Elena y Selma, la sensación de estarlo cambiando todo, de colaborar con alemanes, franceses, italianos, checos, argentinos, brasileños, uruguayos, yugoslavos, chilenos, holandeses, japoneses, norteamericanos, polacos, para cambiarlo todo, el octavo piso de la Torre, la alfombra, el olor a madera, el sillón donde dormía, el ruido del mimeógrafo, los números rojos en el elevador, las pláticas con los maestros, la asamblea de las cinco, la autocrítica cuando voté sin conocerlo el manifiesto que Ayax presentó a las cuatro de la mañana, los proyectos sobre una Universidad diferente, las discusiones sobre la posibilidad de realizarla en el seno del Estado actual, las campanadas que siempre me regresaban a ti, al interior del auto esa noche, el color que nunca antes vi igual, el olor a sal, tus manos en mis hombros, la calle recorrida a todas horas, son ya esa cicatriz.
Luis González de Alba (Los días y los años)
Por el simple hecho de que existe el cuerpo - decía -, somos sombra de todas manera, somos anfibios como las ranas: una parte de nosotros vive aquí, en lo bajo, y la otra tiende hacia lo alto. Vivir es tan sólo tener conciencia de esto, saberlo, luchar para que la luz no desaparezca derrotada por la sombra. Desconfíe de quien es perfecto - me decía -, de quien tiene las soluciones ya listas en el bolsillo, desconfíe de todo, salvo de lo que le dice su corazón.
Susanna Tamaro (Follow Your Heart)
Lo que eres no lo ves, y lo que ves es tu sombra
Rabindranath Tagore (Stray Birds)
La imperfección y el caos son las materias primas de la perfección.
Luce Deperon (Una luz sin sombras)
Si bien la luz exterior la proporciona el sol, la luz interior surge de la propia capacidad de ser, y que lo que de verdad cuenta es lo que no se puede contar.
Luce Deperon (Una luz sin sombras)
Aunque algunos historiadores piensen que aquel movimiento fue un fenómeno puramente materialista y económico, una aventura de expansión colonial para la creación de bases en Oriente Próximo que facilitasen el comercio con Europa, lo cierto es que la cruzada, con todas sus sombras y aberraciones, nació de una explosión de fe, de un ideal profundamente espiritual y cristiano.
Templespaña (Codex Templi: Los misterios templarios a la luz de la historia y de la tradición)
Son dos mitades de un todo. Deben ser diferentes, como la luz y la sombra; él te aporta cautela para paliar tu temeridad, y tú le aportas temeridad para paliar su cautela. Sin el otro, no funcionaríais tan bien. Eso es lo que significa ser parabatai.
Cassandra Clare (Lady Midnight (The Dark Artifices, #1))
Ty se mordió el labio. Durante un momento, Kit pensó que no iba a decirle nada. —No es el significado, solo el sonido —le explicó—. Sombra, cristal, vidrio, estrella, susurro, mellizo. —Apartó la mirada de Kit, una temblorosa silueta en una sudadera demasiado grande con el oscuro pelo absorbiendo la luz de la luna sin reflejarla. —Susurrar también es lo mío —le confesó Kit. Dio un paso hacia Ty y le tocó el hombro con suavidad—. Nube, secreto, huracán, espejo, castillo, espino. —Blackthorn —dijo Ty con una sonrisa deslumbrante, y Kit supo en ese momento que cualquier cosa que se hubiese dicho a sí mismo durante los últimos días sobre escaparse, no era más que una mentira. Y quizá era a esa mentira a la que Livvy había respondido con su actitud en el exterior de la tienda de magia; contra la semilla en el corazón de Kit que le decía que aún podría marcharse.
Cassandra Clare (Lord of Shadows (The Dark Artifices, #2))
Ty sonrió. Una auténtica sonrisa de las que iluminaban el rostro, e hizo que Kit recordara la primera vez que se habían visto. En esa ocasión no tenía a Ty sentado encima, pero le apoyaba una daga en el cuello. Kit lo miró y se olvidó de la daga. «Hermoso», había pensado. Hermoso como los cazadores de sombras eran hermosos, como la luz de la luna reflejándose en los bordes de un cristal quebrado: encantador y letal. Cosas hermosas, cosas crueles, crueles de un modo que solo puede ser la gente que cree absolutamente que su causa es la correcta.
Cassandra Clare (Lord of Shadows (The Dark Artifices, #2))
—Yo... —Kit se dio cuenta de que estaba sonriendo tontamente, y dejó de hacerlo. Siempre había tenido una lengua sarcástica, y nunca había aceptado bien los cumplidos, eso era como si algo en Ty Blackthorn entrara en él y le deshiciera todos los nudos de protección que con tanto cuidado había trenzado para poder vivir. Se preguntó si la gente se referiría a eso cuando decía que se sentía deshecha. Ty frunció el ceño como si no hubiera notado la estúpida sonrisa de Kit. —El problema es —continuó— que ninguno de los dos podemos conducir. No tenemos manera de llegar hasta el Mercado. —Pero tienes un móvil —dijo Kit—. De hecho, hay varios en el Instituto. Los he visto. —Claro —repuso Ty—. ¿Y qué? —Te voy a presentar una maravillosa invención llamada Uber —contestó Kit—. Te va a cambiar la vida, Ty Blackthorn. —Ah, Watson —repuso Ty mientras se metía el clip en el bolsillo—. Tal vez no seas luminoso, pero eres un extraordinario conductor de la luz.
Cassandra Clare (Queen of Air and Darkness (The Dark Artifices, #3))
Llegaba hasta el Carpanta, traído por la brisa de tierra, el olor de los montes cercanos: desnudos, secos y calcinados por el sol, con tomillo, romero, palmito y chumbera entre sus peñas pardas, ramblas secas donde crecían las higueras, y almendrales escalonados por muretes de piedra. Pese al cemento y al cristal y al acero y a las excavadoras, a la sucesión interminable de luces bastardas que mancillaba sus orillas de costa a costa, todo el Mediterráneo seguía estando allí, a poca atención que se prestase al tenue rumor de la memoria: aceite y vino rojo, Islam y Talmud, cruces, pinos, cipreses, tumbas, iglesias, ponientes cárdenos como la sangre, velas blancas a lo lejos, piedras talladas por los hombres y por el tiempo, hora singular de la tarde en que todo quedaba quieto y en silencio salvo el canto de la cigarra, noches a la luz de una hoguera hecha con madera de deriva, mientras la luna se elevaba despacio sobre un mar de islas sin agua. Y también espetones de sardinas, laurel y aceitunas, cáscaras de sandía flotando quietas en el leve ondular vespertino de la playa, rumor de guijarros en la resaca del amanecer, barcas pintadas de azul, blanco y rojo, varadas en orillas con molinos en ruinas y olivos grises, y uvas que amarilleaban en los emparrados. Y a su sombra, perdidos los ojos en el azul intenso que se extendía hacia levante, hombres inmóviles mirando el mar; héroes atezados y barbudos que sabían de naufragios en calas designadas por dioses crueles, ocultos bajo la apariencia de mutiladas estatuas que dormían, con los ojos abiertos, un silencio de siglos.
Arturo Pérez-Reverte (La Carta Esf�rica / The Nautical Chart)
De tiempo a espacio Naciste desde el fondo de la noche, del sueño donde el tiempo comienza a ser raíz y la mirada sólo tibio aire, cuando aún no era ojo, sino apenas un viento suave, un aroma erigido sin mano que lo toque. Eras la flor ahogada flotando sobre el cuerpo en nuestro amanecer hacia la luz; destrozabas la noche con tus ojos, hundida en mi desnudo tal un vivo rumor de brisa que al oído volcara la virtud de su marea, y mi aliento en tu savia navegaba, y tu voz en mi pulso se moría como sombra de ave agonizante, transformando mi cuerpo en sueño tuyo, en vivo espejo abandonado o silencio que cruza los espacios.
Alí Chumacero (Poesía (Coleccion Letras Mexicanas: Poesia) (Spanish Edition))
alguien que se esconde entre las sombras, temeroso de dar un paso y de exponer su sueño a la luz, por miedo a que ese contacto lo haga desintegrarse.
Julia Cameron (El camino del artista)
Es un gran paso, un paso irreparable, cuando desvelamos de golpe ante un tercero los repliegues ocultos de una relación íntima; la luz que penetra en el santuario constata y culmina las destrucciones que la oscuridad escondía entre sus sombras: del mismo modo que los cuerpos encerrados en sus tumbas conservan a menudo su forma original hasta que el aire exterior los golpea y los reduce a polvo.
Benjamin Constant (Adolphe)
La ficcionalización del documental Entre las estrategias que usan los documentales para asemejarse a las ficciones están: Dramatizaciones: a falta de material audiovisual del hecho relatado, se recurre a actores y actrices para interpretar lo que sucedió. El documental Chuck Norris vs. Communism (Ilinca Călugăreanu, 2015) está construido en muy buena parte por dramatizaciones de los hechos que tuvieron lugar tal como son recordados por los sujetos del filme. Reencuadres y retakes: las entrevistas y ciertos sucesos para los documentales pueden repetirse, en caso de que cierto ángulo o posición de la cámara resulte más atractivo, o para tener la cantidad suficiente de tomas en la edición: se le pide al sujeto que vuelva a servirse comida, o que diga de nuevo alguna frase en voz alta, de modo similar a los retakes en las películas de ficción. Animaciones, representaciones de sueños, fantasías, alucinaciones: ante la incapacidad de conseguir material audiovisual, se recurren a animaciones o distorsiones de la imagen y el sonido con tal de representar cómo se sintió/vio desde la subjetividad del personaje. The Nightmare (Rodney Ascher, 2015) cuenta el problema de parálisis de sueño que de manera crónica sufren los sujetos, y sus pesadillas son relatadas por medio de animaciones y distorsiones de la imagen (ralentización, filtros de colores, sombras digitales, etcétera). Música para dramatizar: a pesar de que el diseño de sonido en los documentales es visto como algo de poca manipulación, es cierto que en otros documentales puede resultar enormemente significativo para ambientar o dirigir los hechos (en documentales sobre músicos, como Gimme Shelter, Charlotte Zwerin y Albert y David Maysles, 1970); y en otros casos, es la música la que dirige el montaje de las imágenes (como la famosa saga inaugurada por Koyaanisqatsi, Godfrey Reggio, 1982). Esta segunda alternativa produce una espectacularización de la edición, y con ello, de la construcción artificial del mundo a través de ella con un interés emotivo-dramático. En general, el uso de recursos narrativos estructurales (arcos narrativos, clímax, turning points, suspenso, sorpresa): para mantener interés en el relato, como tener una pregunta guía al inicio y responderla hasta el final; u ocultar la verdadera identidad o relación con los hechos de un personaje, como en el documental Life 2.0 (Jason Spingarn-Koff, 2010), donde poco a poco, con la manipulación de la luz, se va revelando el aspecto físico de la persona con el avatar de niña que pone bombas en plazas comerciales de Second Life.
Sergio J. Aguilar Alcalá (Decir la verdad mintiendo (Spanish Edition))