“
Que no me vean caída. Muerta por dentro, pero de pie. Como un árbol.
”
”
Alejandro Casona (Los árboles mueren de pie)
“
Dígalo, dígalo sin miedo; tal como va el mundo todos los que no somos imbéciles necesitamos estar un poco locos.
”
”
Alejandro Casona (Los árboles mueren de pie)
“
Pies pa' que los quiero, si tengo alas pa' volar
”
”
Frida Kahlo
“
En aquel momento comprendí que iba a ser suya para siempre, aunque fuera de lejos, aunque él no volviera a verme nunca más.
”
”
Alejandro Casona (Los árboles mueren de pie)
“
¿Quién estaba allí para tranquilizarlo cuando le arrancaron la alfombra de la vida bajo los pies dormidos?.
”
”
Markus Zusak (The Book Thief)
“
Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta.
Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, cuando estaba derecha, con su metro cuarenta y ocho de estatura, sobre un pie enfundado en un calcetín. Era Lola cuando llevaba puestos los pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos fue siempre Lolita.
¿Tuvo Lolita una precursora? Naturalmente que sí. En realidad, Lolita no hubiera podido existir para mí si un verano no hubiese amado a otra niña iniciática. En un principado junto al mar. ¿Cuándo? Aquel verano faltaban para que naciera Lolita casi tantos como los que yo tenía entonces. Pueden contar en que la prosa de los asesinos sea siempre elegante, vaya que lo sé.
Señoras y señores del jurado, la prueba número uno es lo que los serafines, los mal informados e ingenuos ángeles de majestuosas alas, envidiaron. Contemplen esta maraña de espinas.
”
”
Vladimir Nabokov
“
Vi mi vida extendiendo sus ramas frente a mí como la higuera verde del cuento.
De la punta de cada rama, como si de un grueso higo morado se tratara, pendía un maravilloso futuro, señalado y rutilante. Un higo era un marido y un hogar feliz e hijos y otro higo era un famoso poeta, y otro higo era un brillante profesor, y otro higo era Europa y África y Sudamérica y otro higo era Constantino y Sócrates y Atila y un montón de otros amantes con nombres raros y profesionales poco usuales, y otro higo era una campeona de equipo olímpico de atletismo, y más allá y por encima de aquellos higos había muchos más higos que no podía identificar claramente.
Me vi a mí misma sentada en la bifurcación de ese árbol de higos, muriéndome de hambre sólo porque no podía decidir cuál de los higos escoger. Quería todos y cada uno de ellos, pero elegir uno significaba perder el resto, y, mientras yo estaba allí sentada, incapaz de decidirme, los higos empezaron a arrugarse y a tornarse negros y, uno por uno, cayeron al suelo, a mis pies.
”
”
Sylvia Plath (The Bell Jar)
“
Que no me vean caida. Muerta por dentro, pero de pie. Como un árbol.
”
”
Alejandro Casona (Los árboles mueren de pie)
“
Cansada del estruendo mágico de las vocales
Cansada de inquirir con los ojos elevados
Cansada de la espera del yo de paso
Cansada de aquel amor que no sucedió
Cansada de mis pies que sólo saben caminar
Cansada de la insidiosa fuga de preguntas
Cansada de dormir y de no poder mirarme
Cansada de abrir la boca y beber el viento
Cansada de sostener las mismas vísceras
Cansada del mar indiferente a mis angustias
”
”
Alejandra Pizarnik (Poesía completa)
“
La buena reputación es conveniente dejarla caer a los pies de la cama
hoy tienes una ocasión de demostrar que eres una mujer además de una dama.
”
”
Joaquín Sabina
“
Con los pies ligeros nos adentramos en la noche para robarle horas al propio tiempo y magia a la mismísima luna.
”
”
Selene M. Pascual (Ladrones de libertad (Marabilia, #3))
“
MAURICIO ¿No te ofenderás si te digo una cosa?
ISABEL Di.
MAURICIO Tienes demasiado corazón. Nunca serás una verdadera artista.
ISABEL Gracias. Es lo mejor que me has dicho esta noche.
”
”
Alejandro Casona (Los árboles mueren de pie)
“
إن اللغة ليست مجرد كلمات تعبر عن الأشياء، بل هي الأشياء .. الحياة نفسها.
”
”
أليخاندرو كاسونا (Los árboles mueren de pie)
“
Hace un momento tenía la preocupación de que no le querías bastante y ahora casi me da miedo verte quererle tanto
”
”
Alejandro Casona (Los árboles mueren de pie)
“
Tómame y destrúyeme, corazón resiste, solo una vez más será. Metafóricamente Weigel se volvió mi adicción. Y demonios. Tantas adicciones habiendo en este jodido mundo, sustituí la droga por una persona. Por ella. Por alguien que tarde o temprano se iría, se alejaría, desaparecería de mi vida con murmullos. Creí encontrar la felicidad, y así fue. La encontré, porque a su lado mis sonrisas se pintaban de sinceridad, de honestidad y aclamaban el amor puro que nunca quise sentir, aunque tener los pies sobre la tierra era algo que no me olvidaba de tener en cuenta. Siempre estuvo presente, y así sería. Líneas paralelas. Eso somos Weigel y yo. Tan juntos en una misma dirección y tan separadas que nunca se encuentran, sin embargo, a un punto de vista diferente se pueden visualizar juntas. En un infinito, pero juntas, y sí, aun así, el mismo infinito pueda ser un corto tiempo en segundos, está bien. Honestamente lo estaba. .
”
”
Flor M. Salvador (Boulevard)
“
La verdad es como una manta que nos deja los pies fríos. Ya puede uno tirar de ella hacia sí en todos los sentidos, que nunca nos cubrirá del todo. Sacudidla, tirad de ella, mas nunca será suficiente. Desde el día en que se viene al mundo, llorando, a aquel a quien se le entrega, agonizante, no puede hacer más que cubrirse con ella la cabeza y gemir, llorar o aullar.
”
”
N.H. Kleinbaum (Dead Poets Society)
“
Había una cosa que sabia a ciencia cierta, lo sabia en el fondo del estomago y en el tuétano de los huesos, lo sabia de la cabeza a los pies, lo sabia en la hondura de mi pecho vació...El amor le concede a los demás el poder para destruirte. A mi me habían roto más allá de toda esperanza.
”
”
Stephenie Meyer (New Moon (The Twilight Saga, #2))
“
De tiempo somos.
Somos sus pies y sus bocas.
Los pies del tiempo caminan en nuestros pies.
A la corta o a la larga, ya se sabe, los vientos del tiempo borrarán las huellas.
¿Travesía de la nada, pasos de nadie? Las bocas del tiempo cuentan el viaje.
”
”
Eduardo Galeano (Voices of Time: A Life in Stories)
“
Tu aliento se me fue haciendo costumbre, y ahora lo único que sé es que ya no podría vivir sin él; lo necesito junto a mí y para siempre, contra mi propia almohada. En tu casa o en la mía ¡qué importa! cualquiera de las dos puede ser la nuestra. Elige tú.
”
”
Alejandro Casona (Los árboles mueren de pie)
“
El camino sigue y sigue
desde la puerta.
El camino ha ido muy lejos,
y que otros lo sigan si pueden.
Que ellos emprendan un nuevo viaje,
pero yo al fin con pies fatigados
me volveré a la taberna iluminada,
al encuentro del sueño y el reposo.
”
”
J.R.R. Tolkien (The Lord of the Rings)
“
—No se madura, Leo—replicó su padre antes de acelerar y dejarlo de pie en el aparcamiento—. Sólo se envejece.
”
”
Domingo Villar (La playa de los ahogados (Leo Caldas, #2))
“
Nosotros arrastramos los pies en ríos de sangre seca, almas que se pegaron a la tierra por amor, no queremos otros mundos que el de la libertad y esta palabra no la palabreamos porque sabemos hace mucha muerte que se habla enamorado y no del amor, se habla claro, no de la claridad, se habla libre, no de la libertad.
”
”
Juan Gelman (Bajo la lluvia ajena: (Notas al pie de una derrota))
“
leer un buen libro es casi como estar en la luna. Durante esos instantes, mientras te sumerges entre las páginas, dejas de tener los pies en la tierra, viajas lejos, a otros lugares, a otros mundos, a otras vidas…
”
”
Alice Kellen (Nosotros en la luna (Planeta) (Spanish Edition))
“
Siempre he envidiado a las personas que se duermen con facilidad. Sus cerebros deben de estar más limpios, los suelos del cráneo bien barridos, y todos los pequeños monstruos de la mente encerrados en un baúl a los pies de la cama.
”
”
David Benioff (City of Thieves)
“
No puedes hablar de amor hasta que las cosas vayan mal y consigas superarlas. El amor no son flores y violines. Y tampoco lo es el buen sexo. El amor es lealtad. Es resistir en la batalla, luchar hombro con hombro. La nieve golpeándonos la cara. Los pies envueltos en harapos. La nariz congelada...
”
”
Marian Keyes
“
El roce de sus dedos es como si una pluma me hiciera cosquillas de la cabeza a los pies. El epicentro de un terremoto. Dondequiera que me toca es el epicentro, pero las réplicas, las vibraciones se puede sentir en todas partes de mi cuerpo.
”
”
Nyrae Dawn (Measuring Up)
“
Nunca se me dio bien poner los pies en la tierra. Puede que un ratito al día, pero nada más que para coger impulso.
”
”
Patricia Benito (Primero de poeta (Spanish Edition))
“
... el primer día que pudo ponerse de pie a los pocos pasos se desplomó al suelo, exhausto, en un estado de debilidad que no recordaba haber sentido antes.
”
”
Mario Vargas Llosa (El sueño del celta)
“
Deshechas en blanca espuma, las olas nos bañan los pies.
”
”
Haruki Murakami (Kafka on the Shore)
“
El pasado latiéndonos en algún rincón, moviéndonos los pies. El futuro limpio, bailando.
”
”
Catalina Aguilar Mastretta (Todos los días son nuestros)
“
Nosotros somos los culpables de esta destrucción, los que no hablamos su lengua ni sabemos estar en silencio. Los que no llegamos en barco, Los que ensuciamos de polvo sus portales, los que rompemos sus alambradas. Los que venimos a quitarles el trabajo, los que aspiramos a limpiar su mierda, los que anhelamos trabajar a deshoras. los que llenamos de olor a comida sus calles tan limpias, los que les trajimos violencia que no conocían, los que transportamos sus remedios, los que merecemos ser amarrados del cuello y los pies; nosotros, a los que no nos importa morir por ustedes, ¿cómo podía ser de otro modo? Los que quién sabe qué aguardamos. Nosotros los oscuros, los chaparros, los grasientos, los mustios, los obesos, los anémicos. Nosotros, los bárbaros.
”
”
Yuri Herrera (Signs Preceding the End of the World)
“
En aquel momento pensé que sería la noche más importante de nuestra vida. Tal vez lo fue. Épica porque pusimos un pie en el cielo gracias a nuestros labios. Épica porque sin saberlo también lo hicimos en el infierno. La hora de que el chico que vivía en las sonrisas ajenas brillase como una estrella.
”
”
Alexandra Roma (El club de los eternos 27)
“
(...) Y la alegría lo llenó de la cabeza a los pies, alegría de vivir y alegría de ser él mismo. Porque ahora sabía otra vez quién era y de dónde era. Había nacido de nuevo. Y lo mejor era que quería ser precisamente quien era. Si hubiera tenido que elegir una posibilidad entre todas, no hubiera elegido ninguna otra. Porque ahora sabía: en el mundo hay miles y miles de formas de alegría, pero en el fondo todas son una sola: la alegría de poder amar. Eran aspectos de una misma cosa.
”
”
Michael Ende (The Neverending Story)
“
Nos aferramos a los libros y a nuestros amigos; nos recordaban que podíamos desempeñar otro papel.
”
”
Mary Ann Shaffer (The Guernsey Literary and Potato Peel Pie Society)
“
Había sido besada unas pocas veces con anterioridad, pero nada como esto. Me sentí
electrificada desde la parte superior de mi cabeza hasta la punta de los pies, y en algún
lugar en el fondo de mi mente escuché a Alice diciendo que el amor tenía un poder propio.
Ella tenía razón: esto era mágico.
”
”
Rachel Hawkins (Hex Hall (Hex Hall, #1))
“
¿Por qué merezco yo vivir entre flores, cuando todos los demás tienen que contentarse con árboles de ramas peladas y nieve fangosa? No lo sé, pero no sabes cuánto me alegro de que así sea.
”
”
Mary Ann Shaffer (The Guernsey Literary and Potato Peel Pie Society)
“
Ay del escritor ruin y vacío que, buscando únicamente halagar las opiniones de moda, renuncie a la energía que ha recibido de la naturaleza para ofrecernos sólo el incienso que quema complacientemente a los pies del partido que domina.
”
”
Marquis de Sade (Idée sur les romans (French Edition))
“
Yo también estoy rota. Pienso mucho antes de dormir. Habito por largas temporadas espacios liminales. Tengo muchos más miedos de los que estoy dispuesta a admitir. Me duelen las rodillas, los pies, la espalda. Sobre todo me duele la espalda.
”
”
Amalia Andrade Arango (Uno siempre cambia al amor de su vida)
“
No intentes enterrar el dolor: se extenderá a través de la tierra, bajo tus pies; se filtrará en el agua que hayas de beber y te envenenará la sangre. Las heridas se cierran, pero siempre quedan cicatrices más o menos visibles que volverán a molestar cuando cambie el tiempo, recordándote en la piel su existencia, y con ella el golpe que las originó. Y el recuerdo del golpe afectará a decisiones futuras, creará miedos inútiles y tristezas arrastradas, y tú crecerás como una criatura apagada y cobarde. ¿Para qué intentar huir y dejar atrás la ciudad donde caíste? ¿Por la vana esperanza de que en otro lugar, en un clima más benigno, ya no te dolerán las cicatrices y beberás un agua más limpia? A tu alrededor se alzarán las mismas ruinas de tu vida, porque allá donde vayas llevarás a la ciudad contigo. No hay tierra nueva ni mar nuevo, la vida que has malogrado malograda queda en cualquier parte del mundo.
”
”
Lucía Etxebarria (Beatriz y los cuerpos celestes)
“
Yo no he venido aquí a tener ideas, sino a enfrentarme a unos enemigos a los que aún no he conseguido ni olerles los pies. Nos matan, nos hieren, nos roban, nos dejan sin agua, y si no nos violan debe ser porque no les gustan nuestros culos. ¡Estoy hasta los huevos!
”
”
Alberto Vázquez-Figueroa
“
Quizás hay en los libros algún tipo de instinto secreto que les lleva a sus lectores perfectos. ¡Sería maravilloso que fuera verdad!
”
”
Mary Ann Shaffer (The Guernsey Literary and Potato Peel Pie Society)
“
Leer buenos libros te impide disfrutar de los malos.
”
”
Mary Ann Shaffer (The Guernsey Literary and Potato Peel Pie Society)
“
Cuando la señora manda una cosa y el señor otra, se dice que sí al señor y se hace lo que manda la señora.
”
”
Alejandro Casona (Los árboles mueren de pie)
“
MADRE: Pues es loca de no haber gritado todo lo que mi pecho necesita. Tengo en mi pecho un grito siempre puesto de pie a quien tengo que castigar y meter entre los mantos.
”
”
Federico García Lorca (Bodas de sangre)
“
No hay amaneceres violetas sin ojos que los reflejen, ni largos caminos sin pies que los recorran
”
”
Alejandro Palomas (Una madre)
“
Mi madre lo decía: hay un reloj de esperar y otro de despedirse; el de esperar siempre atrasa.
”
”
Alejandro Casona (Los árboles mueren de pie)
“
—Me voy con mi fascinante, reservada e insoportable cáraid.
—¿Con… Miz? —preguntó Caleb—. ¿No había otro apodo?
Cahal miró a Caleb con hastío.
—Cómeme el capullo, líder.
—Me parece un nombre un poco curioso —lo ignoró por completo y siguió con sus pullas—. Por cierto, lo que me recuerda, Daanna.
—¿Sí, Caleb? —dijo ella dando un sorbo al café.
—¿Dónde están «miz» gafas?
Daanna escupió el café, y Menw se partió delante de su hermano.
Cahal puso los ojos en blanco.
—No te lo tomes a mal, brathair —dijo Menw—, pero reconocerás que la chica no ha entrado con tan buen pie como para ganarse el título honorífico a «Miz Zimpatía».
Daanna se dobló sobre sí misma ahogándose en sus propias carcajadas.
—Está bien, chicos —Caleb levantó una mano y se limpió las lágrimas de la risa—. Vamos a tener un poco… un poco de… —le faltaba el aire—, de «mizericordia».
”
”
Lena Valenti (El libro de la alquimista (Saga Vanir #6))
“
Es así y punto. Y es así, no sirve soñar. O al menos, más vale no hacerlo, porque daña más. Mejor tener sueños a lo Niko, los seguros, los que te compras. Me voy a comprar unas zapatillas nuevas, las Dreams, así los sueños por lo menos los llevas en los pies y los pisoteas.
”
”
Alessandro D'Avenia (Bianca come il latte, rossa come il sangue)
“
Un líder no es alguien que obliga a los demás a hacerlo más fuerte; un líder es alguien dispuesto a dar su fuerza a los demás para que tengan la fuerza para ponerse de pie por sí mismos.
”
”
Beth Revis (Across the Universe (Across the Universe, #1))
“
Salió a la gris luz y se quedó allí de pie y fugazmente vio la verdad absoluta del mundo. El frío y despiado girar de la tierra intestada. Oscuridad implacable. Los perros ciegos del sol en su carrera. El aplastante vacío negro del universo. Y en alguna parte dos animales perseguidos temblando como zorros escondidos en su madriguera. Tiempo prestado y mundo prestado y ojos prestados con que llorarlo.
”
”
Cormac McCarthy (The Road)
“
¿No entiendes la comparación? Tú eres mi agua Perrier. —Se dejó caer un poco más sobre ella—. Hacer el amor contigo es lo único que sacia mi sed. ¿Por qué iba a cambiarlo por toda el agua del mar? —Gabriel le presionó las caderas con las suyas—. Ella no puede ofrecerme nada que me interese. —Bajó la cara hasta que sus narices se rozaron—. Y tú eres preciosa. Cada parte de tu cuerpo es una obra de arte, desde la cabeza hasta los dedos de los pies. Eres la Venus y la Beatriz de Botticelli. ¿Tienes idea de lo mucho que te adoro? Te adueñaste de mi corazón la primera vez que te vi, a los diecisiete años.
”
”
Sylvain Reynard (Gabriel's Rapture (Gabriel's Inferno, #2))
“
«Perderse muchas cosas de la vida por ir demasiado deprisa es propio del ser humano. Si coges un tren llegarás más lejos, pero te equivocas si crees que así aumentará tu conocimiento. Quien camina con pasos despreocupados por su propio pie ve las flores que bordean el camino y los pájaros posados en las copas de los árboles.»
”
”
Sōsuke Natsukawa (El gato que amaba los libros)
“
Soñé que asistía a mi propio entierro, a pie, caminando entre un grupo de amigos vestidos de luto solemne, pero con un ánimo de fiesta. Todos parecíamos dichosos de estar juntos. Y yo más que nadie, por aquella grata oportunidad que me daba la muerte para estar con mis amigos de América Latina, los más antiguos, los más queridos, los que no veía desde hacía más tiempo. Al final de la ceremonia, cuando empezaron a irse, yo intenté acompañarlos, pero uno de ellos me hizo ver con una severidad terminante que para mí se había acabado la fiesta. «Eres el único que no puede irse», me dijo. Sólo entonces comprendí que morir es no estar nunca más con los amigos.
”
”
Gabriel García Márquez (Doce Cuentos Peregrinos (Spanish Edition))
“
En el verdadero amor no manda nadie; obedecen los dos.
”
”
Alejandro Casona (Los árboles mueren de pie)
“
Vuestras lágrimas son lágrimas de los ojos nada más, y las mías vendrán cuando yo esté sola, de las plantas de mis pies, de mis raíces, y serán más ardientes que la sangre.
”
”
Federico García Lorca (Bodas de sangre)
“
Diferentes? Yo no creo que seamos diferentes. Todos tenemos dos manos, dos pies, una cabeza… Todos nacemos de una madre. Todos sentimos miedo, amor, odio, ingratitud, celos… ¿Quién dice que somos diferentes? Ninguno es más ni mejor que los demás. —
”
”
Julia Navarro (Dispara, yo ya estoy muerto)
“
Siete vestidos pueden ser toda una vida: el claro de la primera mañana, el de regar las hortensias, el de tirar piedras al río, el de aquella noche que se quemó el mantel de fiesta con un cigarrillo. Ahora, así apretados, ya no hay fiesta ni hortensias ni río. Sí, Genoveva, hacer un equipaje es como enterrar algo.
”
”
Alejandro Casona (Los árboles mueren de pie)
“
El cielo está tan alto, y mis ojos tan sin mirada, que vivía contenta con saber dónde quedaba la tierra. Además, le perdí todo mi interés desde que el padre Rentería me aseguró que jamás conocería la gloria. Que ni siquiera de lejos la vería… Fue cosa de mis pecados; pero él no debía habérmelo dicho. Ya de por sí la vida se lleva con trabajos. Lo único que la hace a una mover los pies es la esperanza de que al morir la lleven a una de un lugar a otro; pero cuando a una le cierran una puerta y la que queda abierta es nomás la del infierno, más vale no haber nacido… El cielo para mí, Juan Preciado, está aquí donde estoy ahora.
”
”
Juan Rulfo (Pedro Páramo)
“
Puertas se cerraban y otras se abrían... La vida era caer y levantarse, temer y no paralizarse. Escalar y escalar sin detenerse en ese momento tuvo sentido, la cima estaba ahí, bajo sus pies, y ambos ya estaban disfrutando de jamás retroceder, de no rendirse, de seguir, luchar y decidir avanzar pese a que dolió, a lo que implicó, pese a que todo a su alrededor en algún momento se extinguió y la luz era un sueño enterrado en los sentimientos de la aflicción pues comprendieron que vivir era una decisión.
”
”
Ana Coello (Tú, Nada Más)
“
Ese día a Liesel le costó mucho decir lo que dijo al marcharse. Traducido, podríamos comentar que tuvo que forcejear con dos palabras gigantes, cargarlas al hombro y arrojarlas con torpeza a los pies de Ilsa Hermann. Pesaban tanto que al final la tambaleante niña no pudo sostenerlas más y cayeron de lado. Quedaron postradas en el suelo en toda su extensión, extravagantes y desgarbadas.
”
”
Markus Zusak (The Book Thief)
“
Anna está descendiendo sobre mí, bajando las escaleras sin tomar pasos. Arrastra horriblemente los pies como si no pudiera utilizarlos en absoluto. Venas oscuras y de color púrpura cortan a través de su pálida piel blanca. Su pelo es un tono menos negro, y se mueve a través del aire como si estuviera suspendida en el agua, serpenteando detrás y a la deriva como juncos. Es la única cosa sobre ella que parece viva.
”
”
Kendare Blake (Anna Dressed in Blood (Anna, #1))
“
Walking Around
Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.
El olor de las pelquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.
Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.
Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a une monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.
No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.
Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.
Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.
Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.
”
”
Pablo Neruda
“
Ninguno de nosotros tenía experiencia con clubs de lectura, así que pusimos nuestras propias normas. Nos turnamos para hablar de los libros que habíamos leído. Al principio, intentamos estar tranquilos siendo objetivos, pero esto pronto se acabó, y el propósito de los que hablaban fue incitar a los demás a que leyeran el libro. Cuando dos miembros había leído el mismo libro, podían debatir, cosa que nos encantaba. Leíamos libros, hablábamos de libros, discutíamos sobre libros, y nos fuimos cogiendo cariño unos a otros.
”
”
Mary Ann Shaffer (The Guernsey Literary and Potato Peel Pie Society)
“
¡La hostia!, ¡mira qué bien se lo montan algunos!
James dio un respingo, sorprendido, y se apartó rápidamente del cuerpo
de Kelsey para hacerse a un lado. Marcus, acompañado por otros dos jóvenes,
les miraba sonriente apoyado en el marco de la puerta.
—Joder con tu hermanita… —objetó uno de sus amigos entre risas.
—¡Oye, esto no es lo que estáis pensando! —logró gritar Kelsey,
avergonzada. Se puso de pie y comenzó a sacudirse las ropas.
James, todavía confuso, imitó sus movimientos.
—Ah, ¿no? —Marcus sonrió ampliamente—. ¿Estudiabais anatomía?
—¡Cállate ya! —se quejó Kelsey. Después se giró resentida hacia James,
apretando los puños—. ¡Todo esto es por tu culpa! ¡Te odio! —exclamó, antes de
desaparecer escaleras arriba hacia su habitación.
”
”
Silvia Hervás
“
You ever been eaten out by a southern boy?” I had to think. There hadn’t been many, but no one from Los Angeles was from Los Angeles. “Southern England.” “Doesn’t count.” He hooked his fingers under my jeans and started peeling them off. “You’re in for a treat, sweetheart. Us southern boys eat pussy like pie. And I like pie.” Yes. Yes and yes. S’il vous plaît and thank you too.
”
”
C.D. Reiss (Bombshell (Hollywood A-List, #1))
“
—Hace quinientos años luché en campos de batalla no muy lejos de esta casa. Luché junto a humanos e inmortales, sangré con ellos. Y voy a volver a estar de pie en este campo de batalla, Nesta Archeron, para proteger esta casa.., para proteger a vuestro pueblo. No puedo pensar en una manera mejor que terminar mi existencia que defendiendo a los que más lo necesitan.
Vi una lágrima sobre la mejilla de Nesta. Y vi como Cassian levantaba una mano para enjugársela.
”
”
Sarah J. Maas (A Court of Mist and Fury (A Court of Thorns and Roses, #2))
“
—Eres una hechicera —le dijo una noche, rendido sobre ella después del amor—. ¿Qué has hecho de mí? Estoy atus pies desde el momento en que puse los ojos sobre ti. Dependo de ti para sentirme vivo. ¿Cómo puedo amarte tanto cuando trastornaste mi vida por completo? Desearía no amarte tanto —añadió con una nota amarga—, desearía no haber caído bajo tu conjuro. Así no sería tan vulnerable. Porque si volvieras a lastimarme...
”
”
Florencia Bonelli (La vuelta del ranquel (Indias Blancas #2))
“
No me queda más remedio que ser paciente, deshacer los nudos y volver a conectar cada hilo. Recomponer la situación. ¿Por dónde empiezo? No encuentro el punto de partida. Estoy anclado al pie de un alto muro. La pared que me rodea es resbaladiza como la superficie de un espejo. No hay nada a lo que echar mano. Nada a lo que agarrarse. Estoy perdido
”
”
Haruki Murakami (Dance Dance Dance)
“
Los libreros de verdad, incorregibles, como Sophie y yo, no saben mentir. La cara siempre nos delata. Una ceja levantada o una mueca revelan que el libro no merece la pena, y entonces los clientes inteligentes piden que les recomendemos otra cosa, con lo cual los llevamos a la fuerza hasta un volumen en concreto y les ordenamos que lo lean. Si lo leen y les desagrada, nunca volverán. Pero si les gusta, serán clientes para toda la vida.
”
”
Mary Ann Shaffer (The Guernsey Literary and Potato Peel Pie Society)
“
Pregunta: ¿qué hacer para no perder el tiempo?
Respuesta: sentirlo en toda su lentitud.
Medios: pasarse los días en la antesala de un dentista en una silla inconfortable; vivir el domingo en el balcón, por la tarde; oír conferencias en una lengua que no se conoce; escoger los itinerarios del tren más largos y menos cómodos y viajar de pie, naturalmente; hacer la cola en las taquillas de los espectáculos, sin perder su puesto, etc., etc...
”
”
Albert Camus (The Plague)
“
Son los cadetes de la Gascuña
que a Carbón tienen por capitán;
son quimeristas, son embusteros;
y a la vez nobles, firmes y enteros,
blasón viviente por doquier van,
son los cadetes de la Gascuña,
que a Carbón tienen por capitán.
Ojos de buitre, pies de cigüeña,
dientes de lobo, fiero ademán;
cuando arremeten a la canalla,
no ciñen casco ni fina malla:
rotos chambergos luciendo van…
Ojos de buitre, pies de cigüeña,
dientes de lobo, fiero ademán.
Punza-barrigas y Rompe-hocicos
son dulces motes que ellos se dan.
Ebrios de gloria, sueñan conquistas,
corren garitos, dan entrevistas;
donde hayan riñas, allí estarán…
Punza-barrigas y Rompe-hocicos
son dulces motes que ellos se dan.
Son los cadetes de la Gascuña
que a Carbón tienen por capitán.
Tras las coquetas corren ansiosos,
hacen cornudos a los celosos;
su gloria al viento los parches dan.
¡Son los cadetes de la Gascuña
que a Carbón tienen por capitán!
”
”
Edmond Rostand (Cyrano de Bergerac)
“
Los caminos siguen avanzando,
sobre rocas y bajo árboles,
por cuevas donde el sol no brilla,
por arroyos que el mar no encuentran,
sobre las nieves que el invierno siembra,
y entre las flores alegres de junio,
sobre la hierba y sobre la piedra,
bajo los montes a la luz de la luna.
Los caminos siguen avanzando
bajo las nubes, y las estrellas,
pero los pies que han echado a andar
regresan por fin al hogar lejano.
Los ojos que fuegos y espadas han visto,
y horrores en salones de piedra,
miran al fin las praderas verdes,
colinas y árboles conocidos.
”
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J.R.R. Tolkien (The Hobbit: Or There and Back Again)
“
–Anoche soñé que volaba… Saltaba desde muy alto y sentía mi cuerpo caer.
La confesión se escurrió de mis labios sin pensarlo, descansando aquella mañana al borde del hondo barranco de las afueras. Evoqué aquel sueño al contemplar el riachuelo que fluía a los pies del abismo sobre el que solíamos sentarnos, lo bastante profundo como para hacerme rememorar la punzada angustiante de la pesadilla, de aquel salto al vacío.
La respuesta mordaz de Ontromus no tardó en llegar, haciendo trizas todo posible misticismo:
–¿Y despertaste cuando tus sesos se estrellaron contra el suelo?
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Celia Corral Vázquez
“
Pero yo no flotaba a la deriva. Un nuevo cordel me ataba a mi disposición.
Y no uno solo, sino un millón, y no eran cordeles, sino cables de acero. Sí, un millón de cables de acero me fijaban al mismísimo centro del universo.
Y podía ver perfectamente cómo el mundo entero giraba en torno a ese punto. Hasta el momento, nunca jamás había sentido la simetría del cosmos, pero ahora me parecía evidente.
La gravedad de la tierra ya no me ataba al suelo que pisaba.
Lo que ahora decía que tuviera los pies en el suelo era la niñita que estaba en brazos de la vampira rubia.
Renesmee.
• Esto no tiene nombre, pág. 400
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Stephenie Meyer (Breaking Dawn (The Twilight Saga, #4))
“
La vida había continuado después, la vida continúa siempre. Te da razones para llorar y razones para reír. Es la vida, Joséphine, confía en ella. La vida es una persona, una persona que hay que tomar por compañera. Entrar en su corriente, en sus remolinos, a veces te hace tragar agua y te crees que vas a morir, y después te agarra por el pelo y te deja más lejos. A veces te hace bailar, otra te pisa los pies. Hay que entrar en la vida como se entra en un baile. No parar el movimiento llorando por uno, acusando a los demás, bebiendo, tomando pastillitas para amortiguar el choque. Bailar, bailar, bailar. Pasar las pruebas que te envía para hacerte más fuerte, más determinada.
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Katherine Pancol (Les yeux jaunes des crocodiles (Joséphine, #1))
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Lector se nace, lector se hace, lector se muere. Como el hábito no tiene finalidad práctica, no admite renuncia por abandono ni por desaliento ante el posible competidor.
El lector se arrodilla como el arqueólogo, trepa escalera como el restaurador, fortalece músculos con el diccionario de María Moliner, huronea de tomo en tomo. Lee de pie y escarba en librerías, sufriendo la melancólica anemia de su bolsillo, el despiste de los libreros y la necesidad del ángel que lo aliente para desmalezar la selva de los libros chatarra.
Lo creíamos sedentario y en realidad es un atleta, comparado con prójimos que sortean estas gimnasias y se solidifican en ángulo recto frente a las pantallas...
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María Elena Walsh
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Cuando yo era niña mi madre me decía 'querida'; era una palabra. Cuando iba a la escuela la maestra me decía 'querida'; era otra palabra. Pero la primera vez que Mauricio, sin voz casi, me dijo '¡querida!', aquello ya no era una palabra: era una cosa viva que se abrazaba a las entrañas y hacía temblar las rodillas. Era como si fuera el primer día del mundo y nunca se hubiera querido alguien antes que nosotros. Por la noche no podía dormir. '¡Querida, querida, querida!...' Allí estaba la palabra viva rebotándome en los oídos, en la almohada, en al sangre. ¡Qué importa ahora que Mauricio no me mire si él me llena los ojos! ¡Qué importa que el ramo de rosas siga diciendo 'mañana' si él me dio fuerzas para esperarlo todo! Si no hace falta que nos quieran... ¡si basta querer para ser feliz abuela, feliz, feliz!...
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Alejandro Casona (Los árboles mueren de pie)
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ーEscribí algo para ti, ーla corrigió con una sonrisa y comenzó a tocar.
Ella escuchó emocionada; comenzó lento, sencillo, su control sobre el arco producía un sonido armónico. La melodía la lleno tan fresca y dulce como el agua, tan esperanzadora y adorable como un amanecer. Miró a sus dedos fascinada por el movimiento tan exquisito que hacia que las notas salieran del violín. El sonido se volvió mas profundo conforme el arco se movía mas rápido, el antebrazo de Jem se desplazaba hacia adelante y atrás, su delgado cuerpo parecía difuminarse con el movimiento de su hombro. Sus dedos se deslizaban cuidadosamente arriba y abajo, el tono de la música profundizó, como nubes de tormenta reuniéndose en un horizonte brillante, un río que se convertía en torrente. Las notas se estrellaban a sus pies aumentando el sonido, el cuerpo entero de Jem parecía moverse en sintonía con los sonidos que emanaban del instrumento, a pesar de que ella sabia que sus pies se encontraban firmes en el suelo. Su corazón encontró la paz con la música, los ojos de Jem estaban cerrados, las comisuras de sus labios mostraban un gesto de dolor. Una parte de ella quería correr a sus pies, rodearlo con sus brazos; la otra otra parte no quería que se detuviera la música, el hermoso sonido de él. Era como si él hubiera tomado su arco utilizándolo como un pincel para pintar, creando un lienzo en el cual su alma se muestra claramente. Cuando las ultimas notas se alzaron más y más alto, llegando a tocar el paraíso, Tessa estuvo consciente de que su rostro estaba húmedo, pero no fue hasta que la ultima nota dejo de sonar y él bajo el violín cuando se dio que estaba llorando.
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Cassandra Clare (The Infernal Devices: Clockwork Princess (The Infernal Devices: Manga, #3))
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Una vez que me fueron leídos, se me propuso que jurase su cumplimiento, primero a la usanza de mi propio país y luego según el procedimiento descrito por las leyes de allá, y que consistió en sostenerme en alto el pie derecho con la mano izquierda, al tiempo que me colocaba el dedo medio de la mano derecha en la coronilla y el pulgar en la punta de la oreja derecha.
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Jonathan Swift (Los viajes de Gulliver)
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No me he puesto mejor. Ni siquiera estoy cerca a estar bien. Lo único que he hecho es decidir estar mejor. Pero creo que tal vez eso puede ser suficiente. Estoy intentando ver la magia en los milagros de cada día ahora: el hecho de que mi corazón todavía late, de que puedo levantar mis pies de la tierra para caminar, y que hay algo en mí digno de amor. Sé que cosas malas siguen ocurriendo.
Y algunas veces todavía me pregunto por qué estoy viva; pero ahora, cuando pregunto, tengo una respuesta.
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Katja Millay (The Sea of Tranquility)
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La cueva de Zaratustra en el Pretil de los Consejos. Rimeros de libros hacen escombro y cubren las paredes. Empapelan los cuatro vidrios de una puerta cuatro cromos espeluznantes de un novelón por entregas. En la cueva hacen tertulia el gato, el can, el loro y el librero. Zaratustra, abichado y giboso -la cara de tocino rancio y la bufanda de verde serpiente- promueve con su caracterización de fantoche, una aguda y dolorosa disonancia muy emotiva y muy moderna. Encogido en el roto pelote de su silla enana, con los pies entrapados y cepones en la tarima del brasero, guarda la tienda. Un ratón saca el hocico intrigante por un agujero.
Zaratustra: ¡No pienses que no te veo, cabrón!
El gato: ¡Fu! ¡Fu! ¡Fu!
El can: ¡Guau!
El loro: ¡Viva España!
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Ramón María del Valle-Inclán (Luces de bohemia: Esperpento)
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El chico del avión, pensé. El del oso de peluche. ¿Dónde estaba el último consuelo de Rudy? ¿Dónde estaba esa persona que consolarle de que le robaran la vida? ¿Quién estaba allí para tranquilizarlo cuando le arrancaron la alfombra de la vida bajo los pies dormidos?
Nadie. Allí sólo estaba yo.
Y lo de consolar a la gente no es que se me dé muy bien que digamos, sobre todo con las manos frías y estando la cama tan caliente. Cargué con él, con suavidad, por la calle destrozada, con sabor a sal en un ojo y el sepulcral corazón en un puño. Con él me esmeré un poco más. Miré un momento lo que contenía su alma y vi un niño tiznado de negro gritando el nombre de Tesse Owens mientras se llevaba por delante la cinta de llegada. Lo vi hundido hasta la cintura en el agua gélida, intentado atrapar un libro, y vi un niño tumbado en la cama imaginando el sabor que tendría un beso de su extraordinaria vecina. Este chico puede conmigo. Siempre. Es lo único malo que tiene. Me rompe el corazón. Me hace llorar.
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Markus Zusak (The Book Thief)
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¡Mamá! Mamá, ¡tienes que olfatearlo! Es como… como… ¡Ni siquiera lo sé! Estaba caminando en el bosque para ver los límites de nuestro territorio así podría ser como papá y luego estaba como… guau. Luego estaba allí de pie y no me vio al principio porque estoy volviéndome muy bueno para las cacerías. Estaba como rawr y grr pero entonces olfateé y era él y todo fue ¡kaboom! ¡Aún no lo sé! ¡Aún no lo sé! Tienes que olfatearlo y luego decirme por qué es todo bastones de caramelo y piña, y épico y asombroso.
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T.J. Klune (Wolfsong (Green Creek, #1))
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Este mundo es falso, está repleto de ilusiones, mentiras y celos. Te distorsiona hasta que tú mismo desapareces. Necesitas a la gente real, a la de antes, a la que te recordará quién eres. La fama te lo da y te lo arrebata todo. —Se puso de pie—. No menosprecies la realidad por unos focos que hacen que lo que te rodea brille. Intentarán convencerte de lo contrario y fingirán que es por tu bien, cuando en el fondo lo único que no soportarán es que no estés tan podrido como ellos, que tengas lo único que el dinero no puede comprar.
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Alexandra Roma (El club de los eternos 27)
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A un lado estaban los jugadores, sentados en butacas de cuero; al otro lado, gente de pie, hombres o mujeres según los gustos, desnudos y atados. Sandre y Berzingue llevaban ya sus cerbatanas de sangrita con sus iniciales grabadas, y Lazuli cogió dos de una bandeja, una para Wolf y otra para él, y una caja de agujas. Sandre se sentó, se llevó la cerbatana a la boca y sopló. Al otro extremo, frente a él, había una niña de quince o dieciséis años. La aguja se clavó en la carne de su pecho izquierdo, y se formó una gran gota de sangre que fue descendiendo a lo largo del cuerpo.
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Boris Vian (L'herbe rouge - roman / Les lurettes fourrées - nouvelles)
“
Se conocieron en un chat. Conversaciones, risas, complicidad, la protección que te brinda la pantalla y que da pie a decir ciertas cosas que no nos atreveríamos a soltar cara a cara, el resto del día pensando en encontrarse otra vez por el chat, la complicidad reciente, algunas fotos y finalmente una cita.
Ya en la cita, los nervios de antes, el saludo extraño, la sonrisa algo forzada, el tic de él que ella observa con disgusto, los incómodos silencios que él salva con su ingenio, el físico de ella que no es como las fotos anunciaban, la conversación tirante que se va aflojando poco a poco, algunos temas comunes que los van haciendo sentir cómodos, el que supera todo el resto, ella cada vez más guapa, él cada vez más tierno, la tarde que termina en noche, el vino que también ayuda, la noche cada vez más larga y el deseo que toma el volante y un beso y muchos más y ¿en tu casa o en la mía? y la noche que sigue girando hacia ellos y el sudor y la cama desarmada y la misma pregunta en la cabeza de ambos, ¿me estoy enamorando?, y la misma respuesta en la cabeza de los dos dando título a este poema.
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Marwán Abu-Tahoun Recio (Todos mis futuros son contigo)
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Entonces la Niña de los Peines se levantó como una loca, tronchada igual que una llorona medieval, y se bebió de un trago un gran vaso de cazalla como fuego, y se sentó a cantar, sin voz, sin aliento, sin matices, con la garganta abrasada, pero... con duende. Había logrado matar todo el andamiaje de la canción, para dejar paso a un duende furioso y avasallador, amigo de los vientos cargados de arena, que hacía que los oyentes se rasgaran el traje, casi con el mismo ritmo con que se los rompen los negros antillanos del rito lucumí apelotonados ante la imagen de santa Bárbara.
La Niña de los Peines tuvo que desgarrar su voz porque sabía que la estaba oyendo gente exquisita que no pedía formas sino tuétano de formas, música pura con el cuerpo sucinto para poder mantenerse en el aire. Se tuvo que empobrecer de facultades y de seguridades es decir, tuvo que alejar a su musa y quedarse desamparada, que su duende viniera y se dignara luchar a brazo partido. ¡Y cómo cantó! Su voz ya no jugaba, su voz era un chorro de sangre, digna, por su dolor y su sinceridad, de abrirse como una mano de diez dedos por los pies clavados, pero llenos de borrasca, de un Cristo de Juan de Juni.
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Federico García Lorca
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Vi a mi vida desarrollar ramas que se extendían ante mí como el árbol de higos del cuento. De la punta de cada rama, como un higo gordo y morado, me llamaba y guiñaba un hermoso futuro. Un higo era un esposo y un hogar feliz con hijos, otro higo era ser una poetisa famosa. Otro higo era ser una brillante profesora. Otro higo era Ee Gee (la maravillosa editora). Otro higo era Europa y África y América del Sur. Otro higo era Constantin y Sócrates y Attila y un montón de otros amantes con nombres raros y profesiones poco convencionales. Otro higo era un campeonato olímpico y debajo de éste y encima de los otros se extendían más higos que no alcancé a descifrar.
Me vi a mí misma sentada al pie del árbol de higo, muerta de hambre porque no podía decidirme por uno de los higos. Los quería todos pero elegir uno significaba perder todos los demás y mientras me sentaba ahí sin poderme decidir, los higos comenzaron a arrugarse y a volverse negros para ir cayendo uno a uno ante mis pies.
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Sylvia Plath (La campana de cristal)
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Amantes asesinados por una perdiz
—Fue muy sencillo. Se amaban por encima de todos los museos. Mano derecha, con mano izquierda. Mano izquierda, con mano derecha. Pie derecho con pie derecho. Pie izquierdo con nube. Cabello con planta de pie. Planta de pie con mejilla izquierda. ¡Oh mejilla izquierda! ¡Oh, noroeste de barquitos y hormigas de mercurio! Dame el pañuelo, Genoveva; voy a llorar. Voy a llorar hasta que de mis ojos salga una muchedumbre de siemprevivas. Se acostaban. No había otro espectáculo más tierno. ¿Me ha oído usted? ¡Se acostaban! Muslo izquierdo con antebrazo izquierdo. Ojos cerrados con uñas abiertas. Cintura con nuca y con playa. Y las cuatro orejitas eran cuatro ángeles en la choza de la nieve. Se querían. Se amaban. A pesar de la ley de la gravedad. La diferencia que existe entre una espina de rosa y una Start es sencillísima. Cuando descubrieron esto, se fueron al campo. Se amaban. ¡Dios mío! Se amaban ante los ojos de los químicos. Espalda con tierra, tierra con anís. Luna con hombro dormido y las cinturas se entrecruzaban una y otra con un rumor de vidrios. Yo ví temblar sus mejillas cuando los profesores de la Universidad le traían miel y vinagre en una esponja diminuta. Muchas veces tenían que apartar a los perros que gemían por las yedras blanquísimas del lecho. Pero ellos se amaban.
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Federico García Lorca (Poeta en Nueva York)
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Querida Emmi:
En la palma de mi mano izquierda, más o menos en el centro, donde la línea de la vida, surcada por gruesas arrugas, dobla hacia la arteria, allí hay un punto. Lo examino, pero no puedo verlo. Lo miro fijamente, pero no se deja sujetar. Sólo puedo tocarlo. También lo noto con los ojos cerrados. Un punto. La sensación es tan intensa que me da vértigo. Si me concentro en él, su efecto se expande hasta los dedos de los pies. Me produce hormigueo, me hace cosquillas, me da calor, me excita. Estimula mi circulación, dirige mi pulso, determina el ritmo de los latidos de mi corazón. Y en la cabeza surte su efecto embriagador como una droga, amplía mi conciencia, extiende mi horizonte. Un punto. Tengo ganas de reír de alegría, por lo bien que me hace. Tengo ganas de llorar de felicidad, porque lo poseo y porque me embarga y me colma hasta la médula. Querida Emmi, en la palma de mi mano izquierda, donde se encuentra ese punto, esta tarde —debían de ser aproximadamente las cuatro— tuvo lugar un incidente en la mesa de un café. Mi mano iba a coger un vaso de agua, cuando vinieron de frente los dedos ligeros de otra mano más suave, intentaron frenar, intentaron evitarla, intentaron impedir la colisión. Por poco lo logran. Por poco. Durante una fracción de segundo, la delicada yema de un dedo que pasaba volando fue arrollada por la palma de mi mano que iba a tomar el vaso.
Ello dio como resultado un leve roce. Lo he grabado en mi memoria. Nadie me lo quita. Te siento. Te conozco. Te reconozco. Eres la misma. Eres la misma persona. Eres real. Eres mi punto. Que duermas bien.
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Daniel Glattauer
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Mientras duermo los tres se van (hacen bien) a la playa, en el coche de Sand, a treinta kilómetros de la casa; los muchachos se zambullen, nadan, Mardou se pasea por las orillas de la eternidad, mientras sus pies y los dedos de sus pies que yo tanto amo se imprimen en la arena clara, pisando las conchillas y las anémonas y las algas secas y empobrecidas, lavadas por las mareas y el viento que le despeina el cabello corto, como si la Eternidad se hubiera encontrado con Heavenly Lane (así se me ocurrió mientras estaba en la cama). (Al imaginarla por otra parte paseándose sin rumbo, con una mueca de aburrimiento, sin saber qué hacer, abandonada por Leo el Sufriente, y realmente sola e incapaz de conversar acerca de todos los fulanos, menganos y zutanos de la historia del arte con Bromberg y Sand, ¿qué podía hacer?)
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Jack Kerouac (The Subterraneans)
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Ahora es ella quien lo mira divertida, o tierna, o nerviosa, y finalmente le pregunta: —¿Vas a decirme qué te pasa, Benjamín? Chaparro se siente morir, porque acaba de advertir que esa mujer pregunta una cosa con los labios y otra con los ojos: con los labios le está preguntando por qué se ha puesto colorado, por qué se revuelve nervioso en el asiento o por qué mira cada doce segundos el alto reloj de péndulo que decora la pared próxima a la biblioteca; pero, además de todo eso, con los ojos le pregunta otra cosa: le está preguntando ni más ni menos qué le pasa, qué le pasa a él, a él con ella, a él con ellos dos; y la respuesta parece interesarle, parece ansiosa por saber, tal vez angustiada y probablemente indecisa sobre si lo que le pasa es lo que ella supone que le pasa. Ahora bien —barrunta Chaparro—, el asunto es si lo supone, lo teme o lo desea, porque esa es la cuestión, la gran cuestión de la pregunta que le formula con la mirada, y Chaparro de pronto entra en pánico, se pone de pie como un maníaco y le dice que tiene que irse, que se le hizo tardísimo; ella se levanta sorprendida —pero el asunto es si sorprendida y punto o sorprendida y aliviada, o sorprendida y desencantada—, y Chaparro poco menos que huye por el pasillo al que dan las altas puertas de madera de los despachos, huye sobre el damero de baldosas negras y blancas dispuestas como rombos, y recién retoma el aliento cuando se trepa a un 115 milagrosamente vacío a esa hora pico del atardecer; se vuelve a su casa de Castelar, donde esperan ser escritos los últimos capítulos de su historia, sí o sí, porque ya no tolera más esta situación, no la de Ricardo Morales e Isidoro Gómez, sino la propia, la que lo une hasta destrozarlo con esa mujer del cielo o del infierno, esa mujer enterrada hasta el fondo de su corazón y su cabeza, esa mujer que a la distancia le sigue preguntando qué le pasa, con los ojos más hermosos del mundo.
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Eduardo Sacheri (El secreto de sus ojos (Spanish Edition))
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Citaría a Platón, ya que estaría ante un intelectual. Según él, al principio de la creación, los hombres y las mujeres no eran como son hoy; había sólo un ser, que era bajo, con un cuerpo, pero cuya cabeza tenía dos caras, cada una mirando en una dirección. Era como si dos criaturas estuviesen pegadas por la espalda, con dos sexos opuestos, cuatro piernas, cuatro brazos.
Los dioses griegos, sin embargo, eran celosos, y vieron que una criatura que tenía cuatro brazos trabajaba más, dos caras opuesta estaban siempre vigilantes y no podían ser atacadas a traición, cuatro piernas no exigiían tanto esfuerzo para permaneces de pie o andar durante largos períodos. Y lo que era más peligroso: la criatura tenía dos sexos diferentes, no necesitaba a nadie más para seguir reproduciéndose en la Tierra.
Entonces dijo Zeus, el supremo señor del Olimpo: Tengo un planpara hacer que esos mortales pierdan su fuerza.
Y con un rayo, partió a la criatura en dos, y así creo al hombre y a la mujer. Eso aumentó mucho la población del mundo, y al mismo tiempo desorientó y debilitó a los que en él habitaban, porque ahora tenían que buscar su parte perdida, abrazarla de nuevo, y en ese abrazo recuperar la antigua fuerza, la capacidad de evitar la traición, la resistencia para andar largos períodos y soportar el trabajo agotador. A ese abrazo donde los dos cuerpos se confunden de nuevo en uno lo llamamos sexo.
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Paulo Coelho
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-Mi meta en la vida es llegar a ser un adjetivo -dijo-. Que la gente vaya por ahí diciendo: «Eso era tan bankheadiano», o «Un poco demasiado bankheadiano para mi gusto».
-Bankheadiano suena bien -dijo Madeleine.
-Es mejor que bankheadesco.
-O bankheadino.
-La terminación en «ino» es horrible la mires por donde la mires. Hay joyciano, shakesperiano, faulkneriano. Pero en «ino». ¿Quién hay por ahí que sea algo terminado en «ino»?
-¿Thoma Mannino?
-Kafesco -dijo-. ¡Pynchonesco! Mira, Pynchon es ya un adjetivo. Gaddis. ¿Cómo sería para Gaddis? ¿Gaddiesco? ¿Gaddisio?
-No, con Gaddis no se puede hacer —dijo Madeleine.
-No -dijo Leonard- Ha tenido mala suerte, Gaddis. ¿Te gusta Gaddis?
-Leí un poco de Los reconocimientos -dijo Madeleine.
Doblaron Planet Street y subieron por la pendiente.
-Belloviano -dijo Leonard-. Es superbonito cuando se cambia alguna letra. Con nabokoviano no pasa: Nabokov ya tiene la «v». Y Chéjov también: chejoviano. Los rusos lo tienen fácil. ¡Tolstoiano! El tal Tolstói era un adjetivo a la espera de formarse.
-No te olvides del tolstoianismo -dijo Madeleine.
-¡Dios mío! -dijo Leonard-. ¡Un nombre! Jamás había soñado con llegar a ser un nombre.
-¿Qué significaría bankheadiano?
Leonard se quedó pensativo unos segundos.
-De o relativo a Leonard Bankhead (norteamericano, nacido en 1959). Caracterizado por una introspección o inquietud excesiva. Sombrío, depresivo. Véase caso perdido.
Madeleine reía. Leonard se detuvo y la cogió del brazo, mirándola con seriedad.
-Te estoy llevando a mi casa -dijo.
-¿Qué?
-Todo este tiempo que llevamos andando. Te he estado llevando hacia mi casa. Eso es lo que hago normalmente, al parecer. Es vergonzoso. Vergonzoso. No quiero que sea así. No contigo. Así que te lo estoy diciendo.
-Ya me lo había figurado, que íbamos a tu casa.
-¿Sí?
-Te lo iba a decir. Cuando estuviéramos más cerca.
-Ya estamos cerca.
-No puedo subir.
-Por favor.
-No. Esta noche no.
-Hannaesco -dijo Leonard-. Testarudo. Dado a posturas inamovibles.
-Hannaesco -dijo Madeleine-. Peligroso. Algo con lo que no se juega.
-Quedo advertido.
Se quedaron de pie, mirándose, en el frío y la oscuridad de Planet Street. Leonard sacó las manos de los bolsillos para encajarse la melena detrás de las orejas.
-Puede que suba sólo un minuto -dijo Madeleine.
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Jeffrey Eugenides (The Marriage Plot)
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habiendo algunos fanáticos en el valle de Shah-i-Kot, en la provincia de Paktia. Una vez más la información era inexacta: no eran un puñado, sino centenares. Al ser afganos los talibanes derrotados, tenían a donde ir: sus aldeas y pueblos natales. Allí podían escabullirse sin dejar rastro. Pero los miembros de Al Qaeda eran árabes, uzbekos y, los más feroces de todos, chechenos. No hablaban pastún y la gente del pueblo afgano los odiaba, de manera que solo podían rendirse o morir peleando. Casi todos eligieron esto último. El mando estadounidense reaccionó al chivatazo con un plan a pequeña escala, la operación Anaconda, que fue asignada a los SEAL de la Armada. Tres enormes Chinook repletos de efectivos despegaron rumbo al valle, que se suponía vacío de combatientes. El helicóptero que iba en cabeza se disponía a tomar tierra, con el morro levantado y la cola baja, la rampa abierta por detrás y a solo un par de metros del suelo, cuando los emboscados de Al Qaeda dieron el primer aviso. Un lanzagranadas hizo fuego. Estaba tan cerca que el proyectil atravesó el fuselaje del helicóptero sin explotar. No había tenido tiempo de cargarse, así que lo único que hizo fue entrar por un costado y salir por el otro sin tocar a nadie, dejando un par de boquetes simétricos. Pero lo que sí hizo daño fue el incesante fuego de ametralladora desde el nido situado entre las rocas salpicadas de nieve. Tampoco hirió a nadie de a bordo, pero destrozó los controles del aparato al horadar la cubierta de vuelo. Gracias a la habilidad y la genialidad del piloto, pocos minutos después el moribundo Chinook ganaba altura y recorría cuatro kilómetros hasta encontrar un sitio más seguro donde proceder a un aterrizaje forzoso. Los otros dos helicópteros se retiraron también. Pero un SEAL, el suboficial Neil Roberts, que se había desenganchado de su cable de amarre, resbaló en un charquito de fluido hidráulico y cayó a tierra. Resultó ileso, pero inmediatamente fue rodeado por miembros de Al Qaeda. Los SEAL jamás abandonan a uno de los suyos, esté vivo o muerto. Poco después de aterrizar regresaron en busca de Roberts, al tiempo que pedían refuerzos por radio. Había empezado la batalla de Shah-i-Kot. Duró cuatro días, y se saldó con la muerte del suboficial Neil Roberts y otros seis estadounidenses. Había tres unidades lo bastante cerca como para acudir a la llamada: un pelotón de SBS británicos por un lado y la unidad de la SAD por el otro; pero el grupo más numeroso era un batallón del 75 Regimiento de Rangers. Hacía un frío endemoniado, estaban a muchos grados bajo cero. La nieve, empujada por el viento incesante, se clavaba en los ojos. Nadie entendía cómo los árabes habían podido sobrevivir en aquellas montañas; pero el caso era que allí estaban, y dispuestos a morir hasta el último hombre. Ellos no hacían prisioneros ni esperaban serlo tampoco. Según testigos presenciales, salieron de hendiduras en las rocas, de grutas invisibles y nidos de ametralladoras ocultos. Cualquier veterano puede confirmar que toda batalla degenera rápidamente en un caos, y en Shah-i-Kot eso sucedió más rápido que nunca. Las unidades se separaron de su contingente, los soldados de sus unidades. Kit Carson se encontró de repente a solas en medio de la ventisca. Vio a otro estadounidense (pudo identificarlo por lo que llevaba en la cabeza: casco, no turbante) también solo, a unos cuarenta metros. Un hombre vestido con túnica surgió del suelo y disparó contra el soldado con su lanzagranadas. Esa vez la granada sí estalló; no dio en el blanco sino que explotó a los pies del soldado.
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Frederick Forsyth (La lista)
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Pero con todo existe un solo mundo y todo cuanto uno pueda imaginar le es necesario. Pues también este mundo que a nosotros nos parece hecho de piedras y flores y sangre no es en absoluto una cosa sino una historia. Un cuento. Y en él todo es cuento y cada cuento la suma de otros cuentos menores, y aun así estos son también el susodicho cuento y contienen asimismo todos los demás. Así, todo es necesario. Hasta lo más insignificante. Esta es la lección que debemos aprender. No podemos prescindir de nada. Nada es desdeñable. Porque las junturas nos son ocultadas, ¿comprendes? La ebanistería del mundo. La forma en que está hecho. No tenemos modo de saber qué podría quitarse. Omitir. No tenemos modo de decir qué cosa quedaría en pie y qué otra caería. Y esas junturas que nos son ocultadas están, como no, en el cuento mismo, y el cuento no tiene una morada donde existir salvo en el hecho mismo de la narración, y ahí vive y tiene su casa, y es por eso que nunca terminamos de contar. El contar no tiene fin.
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Cormac McCarthy (The Crossing (The Border Trilogy, #2))
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Meche no podía formular de un modo coherente y lógico, ni con palabras ni con pensamientos, lo que le pasaba, el género de este acontecer enrarecido y el lenguaje nuevo, secreto y de peculiaridades únicas, privativas, de que se servían las cosas para expresarse, aunque más bien no eran las cosas en general ni en su conjunto, sino cada una de ellas por separado, cada cosa aparte, específica, con sus palabras, su emoción y la red subterránea de comunicaciones y significaciones, que al margen del tiempo y del espacio, las ligaba a unas con otras, por mas distantes que estuviesen entre sí y las convertía en símbolos y claves imposibles de ser comprendidas por nadie que no perteneciera, y en la forma mas concreta, a la conjura biográfica en que las cosas mismas se autoconstruían en su propio y hermético disfraz. Arqueología de las pasiones, los sentimientos y el pecado, donde las armas, las herramientas, los órganos abstractos del deseo, la tendencia de cada hecho imperfecto a buscar su consanguinidad y su realización, por mas incestuoso que parezca, en su propio gemelo, se aproximan a su objeto a través de una larga, insistente e incansable aventura de superposiciones, que son cada vez la imagen más semejante a eso de que la forma es un anhelo, pero que nunca logra consumar, y quedan como subyacencias sin nombre de una cercanía siempre incompleta, de inquietos y apremiantes signos que aguardan, febriles, el instante en que puedan encontrarse con esa otra parte de su intención, al contacto de cuya sola presencia se descifren. Así un rostro, una mirada, una actitud, que constituyen el rasgo propio del objeto, se depuran, se complementan en otra persona, en otro amor, en otras situaciones, como los horizontes arqueológicos donde los datos de cada orden, un friso, una gárgola, un ábside, una cenefa, no son sino la parte móvil de cierta desesperanzada eternidad, con la que se condensa el tiempo, y donde las manos, los pies, las rodillas, la forma en que se mira, o un beso, una piedra, un paisaje, al repetirse, se perciben por otros sentidos que ya no son los mismos de entonces, aunque el Pasado apenas pertenezca al minuto anterior.
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José Revueltas (El apando)
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Algo.
En estos días, tienes que ser "algo" con alguien si no quieres ser "nada" con alguien. Por lo mismo, nuestra "relación", si es que puede llamársele "relación" a lo que teníamos, bueh, podía decirse que era clandestina. Poco nos importaba, sin embargo, lo que dijeran los demás. Porque nos teníamos. Nos teníamos y no nos íbamos a dejar ir (...) El consenso entre las diferentes voces que opinaban en mi cabeza había sido atribuir su conducta a las hormonas, pero yo le concedía todas las razones a la voluntad. Veloe era quien era porque así quería ser.
Lo que comenzó como una inocente comida de vengan-a-conocer-a-mi-nuevo-novio, se transformó en un "cándido afecto" que, con el paso de los meses, se convirtió en un "frondoso encanto", el cual terminaría en una "loca infatuación". Un año después de subirme a aquel elevador, Veloe y yo nos amábamos hasta las lágrimas.
Dicen que a las mujeres no hay que entenderlas sino amarlas, y en verdad que su amable y atento servidor no podría estar en desacuerdo con esa sagrada afirmación; pero yo no sólo amaba a Veloe, sino que la leía. Aprendí a leer a Veloe como a nadie; podía leerla con la tibia luz de la lámpara de la mesa de noche o con el sol quemante de las playas de Oaxaca, tirado en un camastro, cavando surcos en la arena con los pies. Podía leerla en el tren subterráneo, rodeado de parroquianos, o en la paz de la santa capilla, tirado en la alfombra, de pie o sentado, de cabeza o sobre las puntas de los dedos, exhausto o recién levantado, en ayunas, después de una pesada comida, lejos, en braille o con letra script.
Entendí que es cosa complicada aprender a leer a una mujer, y que es tarea que puede extenderse por años. Por vidas enteras. Algunas mujeres son libros pequeños, de bolsillo, fácilmente manejables. Otras son pesados, de pasta dura, con el gramaje grueso y poco amable con los dedos. Algunas tienen prólogo y otras epílogo, y unas cuantas ambos. Algunas carecen de forros o están deshojadas. Nadie puede leer a todas las mujeres del mundo así como nadie puede leer todos los libros del mundo. Y del mismo modo que, dicen los románticos, ciertos libros nos escogen, algunas mujeres nos eligen, en silencio, y esperan a que las leamos...
-Pixie (3) de Ruy Xoconostle W. (fragmento)
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Ruy Xoconostle W. (Pixie 3)
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―Incluso tus pies son sexys -murmuró ella.
―¿Esa es tu parte preferida de mí? - preguntó él en voz baja tan cerca de su oído que la piel se le puso de gallina en el cuello.
―Deberías saber cuál es mi parte preferida de ti.
―¿La llamas La Bestia?
Ella sonrió. Se imaginó que eso era lo que él pensaba. ―No, pero La Bestia está en el Top Diez.
―El Top Diez, ¿eh? -Brian le besó el borde la oreja. Un escalofrió le recorrió la columna.
―¿Son mis labios?
Ella sacudió la cabeza. ―No, pero también están en el Top Diez.
Con la lengua le rozó el punto pulsante bajo su oreja. ―¿La lengua?
―No. Mi Top Diez parece muy lleno.
Él se echó a reír y la abrazó. ―Es obvio que son mis manos. -Brian las sostuvo frente a ella y flexionó los dedos.
―Equivocado de nuevo. Sin embargo es una buena suposición.
―De acuerdo, me rindo -dijo él.
Myrna se dio vuelta para mirarlo. ―Es tu cerebro.
Él cubrió la sorpresa con una sonrisa. ―Bueno, tengo que admitir que esa era la última parte que pensé que dirías.
―Controla todas tus otras partes. Es el responsable de tu increíble talento, tanto para la guitarra como en la cama.‖ Brian sonrió. Ella nunca descubriría porque necesitaba que lo completara cuando tenía groupies gritando por su piedad. ―Te hace decir cosas que me
hacen reír y pensar. Te da esa dulce y romántica racha que trato de resistir. Tu personalidad, tu talento, tu corazón y tu alma. Lo que te hace ser tú. Todo eso está en tu asombrosa mente. No me malinterpretes. El cuerpo que tienes también es fabuloso.
―Creo que me estoy sonrojando.
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Olivia Cunning (Backstage Pass (Sinners on Tour, #1))
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ella misma fuera muchacho. Si los Laurence hubieran sido lo que Jo llamaba “tiesos y almidonados”, no se hubiera entendido con ellos, porque la gente así siempre la coartaba e irritaba; pero viéndolos tan francos y naturales, ella lo estaba también y les produjo buena impresión. Cuando se levantaron quiso despedirse, pero Laurie dijo que tenía algo más que mostrarle, y la condujo al invernadero que estaba iluminado en su honor. Era como un lugar encantado, con las paredes cubiertas de flores de cada lado, la dulce luz, el aire húmedo y tibio y las vides y plantas exóticas. Su nuevo amigo cortó las flores más bellas, y las ató en un ramo, diciendo, con mirada alegre: -Hágame el favor de dárselas a su señora madre, y dígale que me gusta mucho la medicina que me envió. Encontraron al señor Laurence de pie delante del fuego en el salón. La atención de Jo quedó completamente cautivada por un hermoso piano de cola, abierto. -¿Toca usted el piano? –preguntó Jo volviéndose a Laurie con expresión llena de respeto. -Algunas veces –respondió. -Hágame el favor de tocar el piano ahora; deseo oírlo para contárselo a Beth. -¿No querrá usted tocar primero?
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Louisa May Alcott (Mujercitas / Buenas esposas / Hombrecitos / Los muchachos de Joe)