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—El combarradh es el símbolo que hace que nunca vayas desnudo. El amor de tu pareja, el respeto y la fidelidad de tu mitad harán que te sientas
siempre protegido. En ella encontrarás un alma que siempre te acompañará,
un cuerpo que te proveerá de lo que necesites, y un amor que nunca
perecerá, aunque encuentres dificultades en el camino. No se trata de un amor perfecto, no lo es. Pero es especial. ¿Crees que en la actualidad es obsoleto? Propónselo a los humanos y serían capaces de darte lo que les pidieras a cambio de una entrega incondicional de ese tipo. Y lo firmarían a ciegas porque es algo que no encuentran. En su mundo nada es para siempre: las personas vienen y van, no permanecen, no se mantienen al lado de uno hasta que la muerte los separe. Juran unos votos ante su dios y al cabo de unos años, los rompen con mentiras, malos comportamientos, falta de respeto por sus familias y muchas cosas más… Algunos ni siquiera juran esos votos por miedo a romperlos y se excusan diciendo que no creen en ellos. Nada tiene valor aquí. Cuando algo se complica, en vez de luchar por ello, abandonan. Y no entienden que comportándose así dejan de darle valor a las cosas, incluso a sí mismos. Ya se han olvidado de cumplir sus promesas.
Kenshin la escuchaba con tanta atención que bebía de ella. Sus palabras estaban llenas de coherencia y también de una pasión digna de envidiar.
—El Comharradah te enseña a amar no porque esa persona sea
perfecta. El nudo perenne te marca el camino a seguir para creer en la perfección de esa persona imperfecta que hay exclusivamente para ti —resumió él.
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