Gran Hotel Quotes

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Esta es una época de servicios y les voy a mostrar el más perfecto que existe. Tenemos intereses en diferentes lugares y, en consecuencia, se inventaron los trenes. Los trenes nos separan, como es natural, de nuestros amigos, y se crearon los telégrafos a fin de comunicarnos rápido y a gran distancia. Hasta los hoteles disponen ahora de ascensores para ahorrarnos subir algunos cientos de escalones. Todos sabemos que la vida es el teatro en que hacemos de bufón mientras nos entretenga el papel. Faltaba un servicio más a la comodidad moderna: una manera fácil y decente de salir de escena, una escalera trasera a la libertad o, como dije antes, una puerta secreta de la muerte. Esto, compañeros míos de rebelión, es lo que ofrece el Club de los Suicidas.
Robert Louis Stevenson (New Arabian Nights)
siete de enero de 1986 me tragué otras cuantas pastillas mágicas del doctor Singh y cogí un avión de San Francisco a Londres en vuelo directo: nueve mil kilómetros sin escala en el Catatonia Express. Esta vez era necesario aumentar la dosis, pero temiendo que no fuese suficiente, justo antes de subir al avión me tomé otra pastilla más. Debería haberme guardado mucho de no seguir las instrucciones del médico, pero la idea de despertarme en pleno vuelo me aterrorizaba tanto que a punto estuve de caer en el sueño eterno. En mi pasaporte viejo hay un sello que prueba que entré en Gran Bretaña el ocho de enero, pero no recuerdo nada del aterrizaje, de pasar por aduana ni de cómo llegué al hotel. Me desperté en una cama extraña el nueve de enero por la mañana, y ahí fue cuando mi vida empezó de nuevo. Nunca había perdido tan completamente la noción de mí mismo.
Paul Auster (El libro de las ilusiones)
Entre mis ataques de sueño pensaba en ti, ensayando nuestro futuro, que sabía que sería breve. Naturalmente nos acostaríamos, aunque sobre este asunto aún no se hubiese hablado. En aquellos tiempos, como recordarás, primero había que hablarlo, y hasta la fecha no habíamos pasado de furtivos magreos en exteriores y de un momento en el que, bajo la luna llena, en una de esas calles desiertas flanqueadas por edificios de ladrillo, me echaste mano al cuello y me dijiste que eras el estrangulador de Boston. Una broma que para alguien de mis gustos literarios equivalía a una seducción. Pero, si bien el sexo era un ritual necesario e incluso deseable, a mí me preocupaba menos que nuestra despedida, que imaginaba triste, tierna, inevitable y definitiva. La ensayé en todos los emplazamientos imaginables: portales, embarcaderos, estaciones de tren y de metro, aeropuertos y bancos de parques. No nos diríamos gran cosa, nos miraríamos y lo sabríamos (aunque no estaba segura de qué sabríamos exactamente). Luego doblarías una esquina y te perderías para siempre. Yo llevaría una trinchera, que aún no me he comprado, aunque ya sé cómo la quiero (la vi en el sótano de Filene el otoño pasado). La escena del banco del parque (la imagino en primavera, para que sirva de contraste a nuestro estado de ánimo) resultaba tan conmovedora que lloré. Aunque, como me horrorizaba que me oyesen, por más vacío que estuviese el hotel, acompasaba mis sollozos a los clamores del radiador. La futilidad es muy atractiva para los jóvenes y yo aún no había agotado sus posibilidades.
Margaret Atwood (Chicas bailarinas)
Pocos monos, mucho dinero Una vez llegó al pueblo un señor bien vestido, se instaló en el único hotel que había y puso un aviso en la única página del periódico local. Estaba dispuesto a comprar cada mono que le trajeran por 10 pesos. Los campesinos, que sabían que el bosque estaba lleno de monos, salieron corriendo a cazarlos. El hombre compró, como había prometido en el aviso, los cientos de monos que le trajeron al precio estipulado. Pero, cuando ya quedaban muy pocos monos en el bosque y era difícil cazarlos, los campesinos perdieron interés. Entonces el hombre ofreció 15 pesos por cada uno y los campesinos corrieron otra vez al bosque.   Cada vez quedaban menos monos y el hombre elevó la oferta a 20 pesos. Los campesinos volvieron al bosque, cazaron los pocos monos que quedaban, hasta que ya era casi imposible encontrar uno. Llegando a este punto, el hombre ofreció 50 pesos por cada uno. Pero, como tenía negocios que atender en la ciudad, dejaría a cargo a su ayudante quien se dirigió a los campesinos diciéndoles: “Fíjense en esta jaula llena de cientos de monos que mi jefe compró para su colección. Ahora que no está, yo se los vendo a ustedes a 30 pesos cada uno, y cuando mi jefe regrese de la ciudad, ustedes se los venden a 50 pesos cada uno”.   Los campesinos juntaron todos sus ahorros y compraron los cientos de monos que había en la gran jaula, y esperaron el regreso del jefe. Desde ese día, no volvieron a ver ni al ayudante ni al jefe. Lo único que vieron fue la jaula llena de monos que compraron con sus ahorros de toda la vida (21). Justo así se forman las burbujas en el mercado de la Bolsa de Valores con consecuencias nefastas para naciones enteras.
Alejandro Llantada (El libro negro de la persuasión)
Blanca, en cambio, se había acostumbrado a vivir sola. Terminó por encontrar paz en sus quehaceres de la gran casa, en su taller de cerámica y en sus Nacimientos de animales inventados, donde lo único que correspondía a las leyes de la biología era la Sagrada Familia perdida en una multitud de monstruos. El único hombre de su vida era Pedro Tercero, pues tenía vocación para un solo amor. La fuerza de ese inconmovible sentimiento la salvó de la mediocridad y de la tristeza de su destino. Permanecía fiel aun en los momentos en que él se perdía detrás de algunas ninfas de pelo lacio y huesos largos, sin amarlo menos por ello. Al principio creía morir cada vez que se alejaba, pero pronto se dio cuenta de que sus ausencias duraban lo que un suspiro y que invariablemente regresaba más enamorado y más dulce. Blanca prefería esos encuentros furtivos con su amante en hoteles de cita, a la rutina de una vida en común, al cansancio de un matrimonio y a la pesadumbre de envejecer juntos compartiendo las penurias de fin de mes, el mal olor en la boca al despertar, el tedio de los domingos y los achaques de la edad. Era una romántica incurable. Alguna vez tuvo la tentación de tomar su maleta de payaso y lo que quedaba de las joyas del calcetín, e irse con su hija a vivir con él, pero siempre se acobardaba. Tal vez temía que ese grandioso amor, que había resistido tantas pruebas, no pudiera sobrevivir a la más terrible de todas: la convivencia. Alba estaba creciendo muy rápido y comprendía que no le iba a durar mucho el buen pretexto de velar por su hija para postergar las exigencias de su amante, pero prefería siempre dejar la decisión para más adelante. En realidad, tanto como temía la rutina, la horrorizaba el estilo de vida de Pedro Tercero, su modesta casita de tablas y calaminas en una población obrera, entre cientos de otras tan pobres como la suya, con piso de tierra apisonada, sin agua y con un solo bombillo colgando del techo. Por ella, él salió de la población y se mudó a un departamento en el centro, ascendiendo así, sin proponérselo, a una clase media a la cual nunca tuvo aspiración de pertenecer. Pero tampoco eso fue suficiente para Blanca. El departamento le pareció sórdido, oscuro, estrecho y el edificio promiscuo. Decía que no podía permitir que Alba creciera allí, jugando con otros niños en la calle y en las escaleras, educándose en una escuela pública. Así se le pasó la juventud y entró en la madurez, resignada a que los únicos momentos de placer eran cuando salía disimuladamente con su mejor ropa, su perfume y las enaguas de mujerzuela que a Pedro Tercero cautivaban y que ella escondía, arrebolada de vergüenza, en lo más secreto de su ropero, pensando en las explicaciones que tendría que dar si alguien las descubría. Esa mujer práctica y terrenal para todos los aspectos de la existencia, sublimó su pasión de infancia, viviéndola trágicamente. La alimentó de fantasías, la idealizó, la defendió con fiereza, la depuró de las verdades prosaicas y pudo convertirla en un amor de novela.
Isabel Allende (The House of the Spirits)
Nasred trga, oko Piramide Napoleonove, vrte se sjajni automobili. Ne zato što tehnika napreduje, nego je to uspomena na karusele. Ta sjajna zvezda vrtloga dovoljna je da ceo grad zavoli vrtlog zvezda. Šare na stubu, koji kao kameni mač strši iz zemlje, sa gotskom oštrinom, niko ne može da pročita. Kamene žene, koje predstavljaju složne francuske gradove, uzalud čitaju. U njihovim očima, sa kojih kaplje kiša, zjapi samo ironija kamena u noći. Dani prolaze, i svaki vrši svoj posao. Ban Jelačić, na konju, sred Zagreba, pokazuje mačem na Mađarsku, i zaboravlja da spusti ruku. Dositej elegantno skida šešir, i ulazi sa Kalemegdana u hotel „Krunu“, a nikako da uđe. Da, da, ja „futurista“ imam osećaj da se uopšte, negde u svemiru, nešto skamenilo, i da nikako neće ući u hotel. Hijeroglifi mirno stoje, automobili se vrte i jure oko njih, a nikako da ih pročitaju. Kiša sipa, sitna, beskrajna - no to ne treba nikog da uznemiruje. Eno Madlen, posuta helenskom limunadom, stoji, sva crna, u noći – seća se izginulih vojnika Velike armije za koje je zidana, i misli na otmene svadbe koje su, u njoj, češće nego otmena krštenja. Dva velika, zažarena oka Orleanske stanice gledaju mirno u Senu. Da, samo sam ja patetičan, noći je svejedno. Pobesneli konji spomenika na Gran Paleu hoće da skoče dole. Poda mnom, duboko, u zemlji, ispod Sene, jure vozovi, a kraj mene prolaze zagrljeni parovi, i protrčavaju mačke. U Carigradu vole pse, ovde mačke. Ljubav je večna, beskrajna, i opšta. Svi su parovi jednaki, i sve mačke crne. Neka vas ne vređa sve ovo. U Čikagu ima jedan pesnik, optimista, on peva i slavi velike gradove, ogroman život, i večno, zaljubljeno čovečanstvo. Ja, mada sam civilizovan, kao i ostali naši književnici, i ne bih prevrnuo čašu na dvorskom ručku, ipak, gledam ove mokre, ogromne konture sa mnogo manje divljenja. Potomak pastira, sa malo razumljive afektacije, znam da su plavi zidovi nebesa ogromniji; vidim zvezdane površine reka, šuma i gora, i osećam da ću jednom, teškim korakom, hodati po njima, davno zaboravivši sve ovo. Oprostite što teško prelazim na stvar. Sve te zamršene misli jure po glavi, iz kineskih pesama, iz knjiga o gotici. Ta vi znate da nema Srbina koji može zamisliti da neko i kod nas može šta zamisliti. U detinjstvu smo odrasli sa konturama Bocarećeva Šarca, i sa divnom konturom Saborne crkve, a sad smo klasičari, kosmičari, kubiste, radikali, već kako ko – pa je malo teško. Zar ne ? Ipak, ja sam ovde, umoran i prokisao, samo zato da vam javim da se, već jednom, opet setite večnosti. U ogromnim ovim vrtovima i širinama, pod granjem mokrim, koje znam da je počelo da pupi, ovde gde je Pariz najlepši, zastajem da vam javim – pre nego što vam počnem pisati o parlamentima, Evropi, izložbama, Srbima na Sen Mišelu – da zaboravite već jednom sve, da se opet jednom, bezbrižni, setite večnosti. Stojim visoko. Dubina mosta d'Jena, koja se beli i sjaji od kiše, i prolazi ispod čudovišta Ajfelova, odvodi u beskraj. Nigde na svetu nije ovako duboka voda i ovako široko nebo. Veliki vrtovi u kojima cvetaju svetiljke, zelene, žute i crvene; njino svetlucanje u vodama, polako diže ceo Pariz u providan, jutarnji zrak. Kiša se jedva oseća. Prvi tramvaji prolaze. Daleko, u stajaćoj, širokoj vodi, suro, kao neka galija čuvarica u luci, sa svojim crvenim svetiljkama, ljulja se ostrvo Pariza, sa starim zidovima i gotskim kulama. Nad Notrdamom se vedri, trepere pobledele zvezde, kao iskre bežičnog brzojava. Oni javljaju da dolazi proleće.
Miloš Crnjanski
Ya sabes el refrán: se saca más robando un poco a muchos pobres que robando mucho a un solo rico.
Margarita Barbáchano (El gran hotel del salto (Spanish Edition))
Solo entonces se permitió abrazarlo y decirle un montón de cosas al oído. Esas palabras que a todos nos gustaría decir a la persona amada antes de que fuera demasiado tarde, cuando todavía hay tiempo. —Y
Margarita Barbáchano (El gran hotel del salto (Spanish Edition))
La ostentación es a veces el principio de la farsa.»
Margarita Barbáchano (El gran hotel del salto (Spanish Edition))
―¿No está usted contento con su oficio? ―¿Quién está contento con su oficio? Sin embargo, reconozco que éste tiene algunas ventajas sobre los demás. ―Sin duda alude usted al carácter secreto, al peligro, a la aventura. Habla como un aficionado. —No. En todos los oficios hay secreto, riesgo y aventura. Se necesitaba la fatuidad de los románticos para llegar a creer que sólo los piratas, los conspiradores o los bandidos generosos tenían el privilegio de esos condimentos en sus vidas. Hoy somos más imaginativos, o menos ingenuos, o sabemos más. Hoy nos parece un pirata un tipo mucho más limitado y rutinario que un portero de gran hotel, o que un médico.
Arturo Uslar Pietri (Chúo Gil y otras obras)
El cirujano y el misionero En cierta ocasión escuché el relato de un pastor-misionero que, luego de muchos años de labor, volvía a su país de origen para su merecido retiro. Sería una etapa de transición difícil pero necesaria. Su familia lo esperaba con ansias y él añoraba verlos. En el mismo viaje por avión, también regresaba un renombrado cirujano de la zona. Al llegar a su destino, a la salida de los pasajeros, había todo un comité de bienvenida formado por familiares y amigos, que con vítores y aplausos recibían y abrazaban al cirujano, que tantas vidas había librado de enfermedades. Pero, nadie había llegado para recibir al pastor-misionero. Debido a una información incorrecta de la llegada de su vuelo, su familia y sus amigos se habían retrasado en su llegada al aeropuerto. Mientras él los esperaba, sutilmente, una raíz de sentimiento de tristeza comenzó a infiltrarse en su corazón. (¡Cuidado con las raíces!). Comenzó mentalmente a calcular y repasar todo el inmenso y tedioso trabajo de tantos años llevado a cabo en un país extranjero. Las privaciones de comodidades y buenas comidas, los momentos de gran peligro, las épocas de enfermedad, el bien hecho a cientos de almas discipuladas y bautizadas, los templos construidos, etc. Todo lo veía como una película desplegada vertiginosamente. Lágrimas calientes de amargura y resentimiento se asomaron a sus ojos. “Yo también soy digno de una bienvenida así, porque más que ayudar a personas enfermas, yo ayudé a ganar almas”, pensaba con coraje. Mientras observaba la algarabía que rodeaba al famoso cirujano, de momento le invadió un sentido de soledad. Alejándose cabizbajo y compungido en su espíritu, tomó un taxi, tirándose hacia atrás en el asiento posterior, sumido en su autocompa- sión. Llegó sin ánimo a un cuarto de hotel, a donde esperaría a sus familiares. Luego de soltar su equipaje, se lanzó de rodillas en profundo llanto y oración al lado de la cama, tratando de controlar sus emociones. De pronto… ¡él cuarto se llenó de una fuerte y brillante luz! ¡Él percibió que la presencia del Señor llenaba la atmósfera! Al momento, sintió cómo dos manos cálidas y firmes se posaron gentilmente sobre sus hombros, infundiéndole nuevas fuerzas instantaneamente. A la misma vez, oyó la voz única del Príncipe de los Pastores, diciéndole: “¡Mi siervo querido y fiel, todavía no es tu bienvenida, te estoy preparando una gran fiesta!”. El pastor-misionero, aún bañado en lágrimas pero esta vez de consolación y alegría, alzaba sus manos al cielo, arrepentido de sus resentimientos y celos, maravillado de que el Señor del universo hubiese descendido a visitarle personalmente. Distinguidos pastores y ministros en la labranza del Maestro, cuando la amargura, el resentimiento o el celo quieran asomar su nefasta “cabeza” en nuestros corazones, recordemos que nuestra recompensa aún se está preparando y algún día escucharemos su voz única dicién- donos: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!” (Mateo 25:21). ¡
David Samuel Ocasio (Olor a ovejas: Perspectivas y principios para el servicio (Spanish Edition))
Surge de entre las tinieblas y Fausto la ve, a lo lejos. Acompasa su respiración, puñaladas en los pulmones, y grita cuando está suficientemente cerca. ¿Me esperarás en Bormio, en el hotel?, pregunta el campeón. Lo haré, dice la Dama. Todos los que acompañan la carrera lo han oído con claridad. Nada será igual a partir de entonces. Se llama Giulia Occhini, pero en ese momento su nombre legal es Giulia Locatelli, tras haber contraído matrimonio con Enrico Locatteli, un médico loco por el ciclismo. Ella, muchacha napolitana de ojos oscuros, de miradas insinuantes y caminares sinuosos. Criada en un convento de monjas, arrancada de allí por la pasión, por, sí, el amor. Él, joven doctor de gran futuro, apasionado de las dos ruedas, rendido admirador de Fausto Coppi.
Marcos Pereda Herrera (Bucle)
Il nostro pregiudizio antropocentrico ci fa credere, a torto, che una macchina superintelligente ragioni come noi e sia in grado di provare empatia verso la nostra specie o verso altre AI, ma questa è una strada pericolosa: un’intelligenza del genere sarà, in gran parte, imperscrutabile, come imperscrutabili saranno i suoi metodi e le strategie che essa porrà in atto per raggiungere i propri obiettivi. Forse, più che empatica, potrebbe essere psico-patica.
Simone Puorto (Hotel Distribution 2050. (Pre)visioni sul futuro di hotel marketing e distribuzione alberghiera)
Singapur es el Belén de la nueva gran religión: la religión del consumismo, del bienestar material, del turismo de masas. Ya no hay necesidad de catedrales o mezquitas. Los hoteles son los nuevos templo.
Tiziano Terzani (Un adivino me dijo...)
Ningún gran amor que merezca ese nombre puede ser despreocupado. Si no se experimenta el miedo de no estar a la altura, el amor no es más que un pasatiempo o una forma de combatir la soledad. Con ese tipo de amores, ningún hombre gana nada, y no digamos ya el mundo.
Ilja Leonard Pfeijffer (Grand Hotel Europa)
La Regenta, vista a lo lejos parecía una mulata clara, muy buena hembra. Vista a pocos metros, de medio perfil y sentada en un banco o a una mesa, daba una asiática muy hermosa. Y cuando se la miraba de cerca, cara a cara, surgía de ella una rubia hechicera. Pero era todo eso y más recién salida de la ducha y frente a un espejo. Vista en plano medio, envuelto el torso en una toalla de hotel, con una segunda toalla en turbante coronándole la testa, diríase una diosa pagana. O una amazona. O una valquiria. O una diosa indostánica, alrededor de la cual debía organizarse alguna secta de adoradores sangrientos, suicidas, fundamentalistas. Un thug capaz de cualquier cosa por ella. Pero ninguna de estas apreciaciones pasaba por la cabeza de Amado Mariano Ruiz-Cadalso, como no fuera el hecho de que, en efecto, se sabía y se sentía sectario con relación a ella. Se ponía taquicárdico y se le desordenaba el Gran Simpático al verla parada delante de él y frente al ancho espejo del tocador de una habitación de hotel medio iluminada… HORNO PARA BOLLOS CAP. 5 –VETUSTA PASIÓN
Vicente Monzon Ambou (Cuentos sin Edad: Más allá del Bien y del Mal)
el exterior del museo, la colección de barcos antiguos de madera de Kuwait había quedado reducida a cenizas. La «Casa Islámica» estaba en ruinas. La paredes del Palacio de Dasdam del emir habían sido derribadas por las explosiones y excavadoras. Los iraquíes utilizaron tanques para disparar al Parlamento. Habían incendiado de forma sistemática los grandes hoteles. Colocaron explosivos en las habitaciones del Meridien. Era como un ejército medieval que conquistaba, saqueaba e incendiaba incluso la propiedad privada.
Robert Fisk (La gran guerra por la civilización: La conquista de Oriente Próximo)
Y tú eres un gran nieto. También fuiste un hijo increíble, Noah, y estoy segura de que ellos lo pensaban.
Cherry Chic (Imperfectas navidades: Bienvenidos al hotel Merry)
La casa está en silencio mientras recorro las habitaciones, sintiendo con mis pies descalzos la rugosidad del parqué. Me detengo y miro por la ventana los árboles del jardín del emperador, y a los guardias que permanecen junto a la puerta cerrada. Hace unos meses que empezó a pintarnos a él y a mí en esos cuadros provocativos. Hace dos semanas que fue con ellos a la exposición de Múnich, intentando venderlos. Aparte de una breve carta que me escribió diciendo que había llegado al hotel y se había instalado, no he vuelto a saber nada de él. Solo dejó unos pocos cuadros y dibujos esparcidos por el suelo, los que decidió que eran demasiado lisos y aburridos. Me dirijo al mueble de madera que hay junto a la puerta de entrada, saco su carta del cajón y vuelvo a leerla. Las palabras están escritas en tinta negra sobre papel color crema. Escribe como dibuja, con líneas nítidas unidas a palabras cortas y claras. ¿Sale por las tardes a cafetería con amigos, como suele hacer aquí? ¿Piensa en mí? ¿Quién es el señor Arthur Roessler que le invitó a exponer los cuadros en su galería? Doblo y meto con cuidado el papel en el sobre, lo devuelvo al cajón, me pongo los zapatos y salgo de casa. Su tren desde Múnich llegará pronto. Veo el gran edificio de la estación a lo lejos y apresuro mis pasos. Unas estatuas femeninas de mármol se alzan sobre el tejado, dominando la amplia calle
Alex Amit (La llama de una mujer: Una novela histórica sobre una mujer que construyó su propio camino (Las heroínas de la Segunda Guerra Mundial) (Spanish Edition))
El teatro de la realidad era siempre la misma función cotidiana y el sueño de la realidad era más hermoso que la propia vida. Nada más cierto que cuando comenzaba la mañana y la radio sonaba al despertar, sentía como de alguna manera no era sino la tarea de Sísifo, de vivir el paraíso de los sueños, sino para repetir en la realidad la condena cada nuevo día. Entonces este hombre, nunca sabré si en un sueño o en un espacio entre la realidad y los sueños encontró a su Penélope, que cada día vivía en un mar de infinitas posibilidades para olvidar y destejer el ovillo de la realidad en un mismo sueño cada noche, para despertar en un cama de hotel diferente, en una ensoñación, en un viaje alrededor del mundo de lo imposible. Sucedió que la divina casualidad, el más puro azar o algo inexplicable, hizo que ambos despertaran en el mismo sueño, en la misma cama, en un mismo día. A ella le gustaba irse de cuarto en cuarto, como en una galería de espejos paralelos hasta que él le tocaba el hombro. Entonces regresaba de cuarto en cuarto despertando hacia atrás. Era un amor verdadero, que vivía algo así como el día infinito, la realidad de la costumbre, que tejía su amor entre la realidad y los sueños. Sin saber qué parte era ficción, qué parte realidad, qué día era o en qué lugar estaban, tan solo un amor hacia el infinito de lo posible o de lo imposible. Era amor y lo demás, qué importa.
Alejandro Mos Riera (La Gran Mentira (Spanish Edition))
In 1863, as Havana continued to grow, the need for expansion prompted the removal of the city walls. The Ten Years’ War ended with a cease fire from Spain. However, it was followed by the Cuban War of Independence, which lasted from 1895 until 1898 and prompted intervention by the United States. The American occupation of Cuba lasted until 1902. After Cuban Independence came into being, another period of expansion in Havana followed, leading to the construction of beautiful apartment buildings for the new middle class and mansions for the wealthy. During the 1920’s, Cuba developed the largest middle class per total population in all of Latin America, necessitating additional accommodations and amenities in the capital city. As ships and airplanes provided reliable transportation, visitors saw Havana as a refuge from the colder cities in the North. To accommodate the tourists, luxury hotels, including the Hotel Nacional and the Habana Riviera, were built. In the 1950’s gambling and prostitution became widespread and the city became the new playground of the Americas, bringing in more income than Las Vegas. Now that Cuba senses an end to the embargo and hopes to cultivate a new relationship with the United States, construction in Havana has taken on a new sense of urgency. Expecting that Havana will once again become a tourist destination, the French construction group “Bouygues” is busy building Havana's newest luxury hotel. This past June Starwood’s mid-market Four Points Havana, became the first U.S. hotel, owned by Marriott, to open in Cuba. The historic Manzana de Gómez building which was once Cuba's first European-style shopping arcade has now been transformed into the Swiss based Manzana Kempinski, Gran Hotel, La Habana. It has now become Cuba's first new 5-Star Hotel! Spanish resort hotels dot the beaches east of Havana and China is expected to build 108,000 new hotel rooms for the largest tourist facility in the Caribbean. On the other end of the spectrum is the 14 room Hotel Terral whch has a prime spot on the Malecón.
Hank Bracker
The 4-Hour Workweek Films: The Bourne Identity, Shaun of the Dead “Flow” album: Gran Hotel Buenos Aires by Federico Aubele “Wake-up” album: One-X by Three Days Grace The 4-Hour Body Films: Casino Royale, Snatch “Flow” album: Luciano Essential Mix (2009, Ibiza) featuring DeadMau5 “Wake-up” album: Cold Day Memory by Sevendust The 4-Hour Chef Films: Babe (Yes, the pig movie. It was the first thing that popped up for free under Amazon Prime. I watched it once as a joke and it stuck. “That’ll do, pig. That’ll do.” Gets me every time.) “Flow” album: “Just Jammin’” extended single track by Gramatik “Wake-up” album: Dear Agony by Breaking Benjamin Tools of Titans Films: None! I was traveling and used people-watching at late-night cafés in Paris and elsewhere as my “movie.” “Flow” album: I Choose Noise by Hybrid “Wake-up” album: Over the Under by Down
Timothy Ferriss (Tools of Titans: The Tactics, Routines, and Habits of Billionaires, Icons, and World-Class Performers)
Álbum para «fluir»: «Gran Hotel Buenos Aires», de Federico Aubele.
Timothy Ferriss (Armas de titanes: Los secretos, trucos y costumbres de aquellos que han alcanzado el éxito (Deusto) (Spanish Edition))