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-¿Y qué? ¿No ves mendigos en las ciudades regidas oligárquicamente? -Casi todos lo son -dijo- excepto los gobernantes. -¿No pensaremos, pues -dije yo-, que también hay en ellas muchos malhechores dotados de aguijones a quienes el gobierno se preocupa de contener por la fuerza? -Así lo pensamos -dijo. -¿Y no diremos que es por ignorancia y mala educación y mala organización política por lo que se da allí esa clase de gentes? -Lo diremos. -Tal será, pues, la ciudad regida oligárquicamente y tantos, o quizá más todavía, los vicios que contiene. -Quizá -dijo. -Dejemos, pues, completamente descrito también este sistema -dije yo- que es llamado oligarquía y tiene aquellos gobernantes que determine el censo. Y después de esto, examinemos al hombre semejante a ella: veamos cómo nace y cómo es una vez nacido. -Ciertamente -dijo.
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